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Wuolah Free DESCARTES Preguntas Selectividad RESUELTAS
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Historia de la Filosofía
Fue en 1637, cuando escribió “Discurso del Método”, considerada obra clave de la filosofía
moderna con la cual pretendió presentar un método filosófico-científico con el que alcanzar
conocimientos verdaderos.
Nace en un momento de crisis en todos los aspectos: una crisis religiosa al deteriorase la unidad
de la iglesia y cuestionarse el principio de autoridad de esta; una crisis política debido a la Guerra
de los Treinta Años, que supuso a su vez una crisis económica y demográfica. Además, el
Humanismo y Revolución Científica incrementan la duda en la fe y produjeron cambios en la
mentalidad de la época, la caída del modelo geocéntrico y la consolidación del heliocentrismo.
Es esta una época cuyo tono general es pesimista, que refleja las inquietudes de un mundo que
se ha dado la vuelta que ha perdido su antiguo centro.
La invención y desarrollo de la imprenta permite, entre otras cosas, que el ámbito de la cultura
salga de los círculos eclesiásticos haciéndose accesible a personas ajenas. De ahí también que el
latín comience a no ser la lengua culta en exclusiva y se publiquen muchos libros en las lenguas
nacionales. Por otro lado, el avance científico producido por la revolución científica (Copérnico,
Galileo, Newton...) supone el abandono de la física aristotélica y de la imagen geocéntrica del
universo para asumir el heliocentrismo y favorecer el desarrollo de una nueva física y del
mecanicismo.
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
3. Filosofía del autor
El método cartesiano
El método cartesiano tiene como objetivo principal encontrar un fundamento sólido capaz de
levantar el edificio de la filosofía, siguiendo para ello el modelo de las matemáticas, pues según
Descartes este es un método extensible a otras ciencias capaz de obtener los mismos resultados
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
en todas ellas; la obtención de conocimientos verdaderos. Por ello, Descartes afirma que la
razón es única, de ahí que el saber sea único, y, por lo tanto, deba haber un único método para
alcanzar el conocimiento.
Por tanto, para alcanzar conocimiento se debe establecer un método, el cual permita distinguir
lo verdadero de lo falso y aporte conocimiento evidente de las cosas sin necesidad de realizar
ningún esfuerzo mental inútil. Por ello, son dos las operaciones de la razón aplicables. En primer
lugar, la intuición, que no precisa demostración porque se muestra como evidente. Y, en
segundo lugar, la deducción, razonamiento con el que, a partir de unas proposiciones iniciales,
evidentes y verdaderas, se llega a una conclusión necesaria.
Descartes para desarrollar dicho método, se apoya en cuatro reglas fundamentales. La primera
y más importante es la evidencia, que consiste en aceptar como verdadero por medio de la
intuición, solo aquello que se presente con claridad y distinción, es decir, con evidencia en
nuestra mente. Esta regla da lugar a la duda metódica y, tras su superación, al conocimiento
como ciencia o saber estricto. Hemos de evitar, además, la precipitación; aceptar como evidente
lo que es confuso y oscuro por no haber procedido a una clarificación suficiente, la prevención;
no aceptar como evidente aquello que es claro, y distinto, y la voluntad; que decide aceptar
como verdadero lo que no es o sigue negando obcecadamente la verdad de aquello que se
muestra como claro y distinto.
Por otra parte, Descartes, a partir de la primera regla del método, pone en marcha la duda como
punto de partida del método, no aceptando nada como verdadero sin que se haya evidenciado
claramente, siendo esta duda provisional, hasta que se compruebe su veracidad. Así, Descartes
expone tres niveles de duda. En primer lugar, duda sobre la fiabilidad de los sentidos, pues estos
nos ponen en contacto con el mundo material y nos proporcionan un conocimiento de cosas
que solemos aceptar como verdaderas y, por consiguiente, caemos en el engaño. En segundo
lugar, la dificultad de distinguir la vigilia del sueño, que pone en cuestión la totalidad de actos
de percepción. Y, por último, a través de la hipótesis del genio maligno, duda de las verdades
matemáticas y de nuestra capacidad de conocer.
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y el criterio de certeza por medio de la eliminación la hipótesis del Genio Maligno y optando por
probar la existencia de un Dios bondadoso, y todopoderoso.
En definitiva, Descartes sostiene que la razón es única, de ahí que el saber sea único, y por tanto
deba existir un único método para alcanzar la verdad. Las operaciones esenciales de la razón
que utiliza para formular El Método son la intuición y la deducción, aplicadas en las cuatro reglas
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
fundamentales: evidencia, análisis, síntesis y enumeración. Sostiene que, para ello, la duda es el
punto de partida y expone tres niveles de duda: la fiabilidad de los sentidos, la dificultad de
distinguir la vigilia del sueño y nuestra capacidad de conocer a través de la hipótesis del Genio
Maligno.
La duda metódica
El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las cuales no sea
posible dudar en absoluto, es decir, verdades evidentes que permitan fundamentar todos
nuestros conocimientos. Pero ¿cómo encontrar esa verdad absolutamente cierta? Eliminando
todos los conocimientos, ideas y creencias que, aunque hasta el momento, han sido
considerados verdaderos, no poseen una certeza absoluta. Es decir, para encontrar esa verdad
absolutamente cierta, Descartes comienza dudando de todo aquello de lo que sea posible dudar.
(El hecho de que podamos dudar es motivo suficiente para rechazar una opinión o idea, aunque
hasta ese momento la hayamos considerado verdadera). A esta duda se la denomina “metódica”
porque es un instrumento para encontrar esa verdad indudable, a partir de la cual deducir todos
los conocimientos.
Estos son los tres pasos de la duda metódica, cada vez más radical y extrema.
1. Duda sobre la fiabilidad de los sentidos. Los sentidos nos proporcionan un conocimiento que
solemos aceptar como verdadero. Pero, a veces, los sentidos nos engañan, nos inducen a error.
El conocimiento a través de los sentidos no es absolutamente verdadero, podemos dudar de él,
y, por tanto, no es la verdad absolutamente cierta que buscaba. Debemos dudar de que las cosas
sean tal y como las percibimos.
2. Hipótesis del sueño. A veces tenemos sueños tan vivos que los sentimos como reales, y al
despertar descubrimos que no son reales. ¿Cómo tener certeza absoluta de que lo que
percibimos es real? La postura de Descartes parece descabellada y excesiva, pero no olvidemos
que busca una certeza absoluta, y para encontrarla debemos rechazar todo aquello de lo que se
pueda dudar aunque sea remotamente.
3. Hipótesis del genio maligno. Lo único que parece verdaderamente real son las verdades
matemáticas, sin embargo Descartes añade una tercera duda, aún más radical: tal vez exista un
espíritu maligno “de extremo poder e inteligencia, que pone todo su empeño en inducirme a
error”. Esta duda es muy improbable, pero no imposible, y por tanto genera una duda, que ahora
afectaría incluso a las verdades matemáticas. La duda del genio maligno equivale a suponer que
tal vez el entendimiento humano se equivoca siempre cuando piensa y razona.
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La duda llevada a este extremo parece llevarnos al escepticismo, sin embargo Descartes extrae
de ella la primera certeza absoluta: la existencia del sujeto que piensa, verdad que expresa en
su frase: “Pienso, luego existo” (“Cogito, ergo sum”)
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
posible pensar sin existir. La suspensión de cualquier verdad concreta, la misma duda, es un acto
de pensamiento que implica inmediatamente la existencia del "yo" pensante. De ahí su célebre
formulación: pienso, luego existo (cogito, ergo sum). Por lo tanto, podemos estar firmemente
seguros de nuestro pensamiento y de nuestra existencia. Existimos y somos una sustancia
pensante, espiritual.
Dado que no puede confiar en las cosas, cuya existencia aún no ha podido demostrar, Descartes
intenta partir del pensamiento, cuya existencia ya ha sido demostrada. Aunque pueda referirse
al exterior, el pensamiento no se compone de cosas, sino de ideas sobre las cosas. La cuestión
que se plantea es la de si hay en nuestro pensamiento alguna idea o representación que
podamos percibir con la misma claridad y distinción (los dos criterios cartesianos de certeza) con
la que nos percibimos como sujetos pensantes.
Criterio de verdad
Dado que la primera verdad indudable se conoce con claridad y distinción, Descartes deduce
que todo aquello que se conozca con igual claridad y distinción será verdad de forma indudable.
Por tanto, la claridad y la distinción se convierten en el criterio de verdad.
Un conocimiento (idea, juicio) puede ser verdadero o falso según coincida o no con la realidad.
Pero a Descartes le preocupa también si al ser humano le es posible alcanzar certeza o seguridad
subjetiva sobre aquello que conoce.
El criterio cartesiano de verdad está formulado ya en la primera regla del método: podré estar
seguro de que un conocimiento es verdadero cuando lo perciba clara y distintamente, esto es, de
tal modo que no pueda dudar de su verdad.
• Se trata de un criterio meramente formal, es decir, se refiere a lo que en general haría falta
para reconocer una verdad: que esta fuera clara y distinta. El criterio de verdad es la claridad
y distinción, pero precisamente aquella claridad y distinción que tiene el cogito.
• El criterio de claridad y distinción vale para saber que aquello que el yo percibe es seguro
subjetivamente, pero no vale para asegurar que lo que el yo percibe clara y distintamente
es también así en realidad, es decir, fuera de la mente. Por tanto, hace falta asegurar el
criterio de la claridad y distinción a través de la prueba de que el yo ha sido creado por Dios,
que es bueno. Este criterio de verdad no queda asentado hasta no probar la existencia de
Dios. La existencia de un Dios bondadoso es la garantía definitiva del criterio de verdad.
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sin embargo tienen distinta realidad objetiva en la medida en que los objetos que representan
se sitúan en una escala de realidad que va desde la nada hasta el infinito.
• Según su adecuación a la realidad. Las ideas pueden ser: verdaderas (representan lo que
existe) y falsas (representan lo que no existe)
• Según el criterio de verdad. Las ideas pueden ser claras y distintas (es decir, indudables) y
confusas (no cumplen con el criterio de claridad y distinción)
• Según su origen o procedencia. Adventicias (ideas que provienen del exterior.
Aparentemente coinciden con la realidad, pero son dudosas ya que proceden de los
sentidos); facticias (producidas por la imaginación); innatas (están ya en la mente o en el
alma, puestas en el sujeto por Dios)
Entre las ideas que hay en la mente del sujeto se encuentra la idea de Dios concebido como
sustancia infinita y eterna.
Se pregunta por la causa de la idea innata de infinito y afirma que el sujeto no puede ser su causa
ya que le supera en grado de realidad. La causa ha de ser proporcional al efecto. Si el efecto es
la idea de infinito, su causa ha de ser infinita. Por tanto, solo Dios como Ser infinito y real puede
ser la causa de la idea de infinito que posee el sujeto pensante.
• Como san Agustín, Descartes piensa que si se niega que Dios sea la causa de la existencia
del sujeto, habrá que admitir que el sujeto es causa de sí mismo. En tal caso, se habría
dotado con todas las perfecciones que conoce y que están contenidas en la idea de
infinito. Puesto que comprobamos que el sujeto es un ser finito, imperfecto y limitado,
no puede haber sido su propia causa y, consiguientemente, debemos concluir que Dios
es su causa.
• Prueba ontológica propuesta por Anselmo de Canterbury. La esencia del Ser perfecto
contiene la existencia y que, por ese motivo, no es posible pensar el Ser perfecto como
no existente, del mismo modo que no se puede pensar un triángulo que no tenga tres
ángulos. Así, al ser evidente que es posible pensar el Ser perfecto; por tanto, ha de existir
necesariamente.
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
perfección, sino todo lo contrario, y, por consiguiente, este deseo de engañar no puede darse
en Dios.
La existencia real del Ser perfecto, junto con la convicción de que este Ser perfecto es el creador
del sujeto, permite:
• Cancelar la hipótesis del genio maligno, ya que se sabe que el creador no es un ser falaz,
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
sino un ser infinitamente bueno.
• Asegurar que aquellas ideas que el yo percibe clara y distintamente se corresponden
con la realidad, esto es, son verdaderas.
En definitiva, la primera regla del método y su criterio de verdad sólo tienen validez por la
existencia de Dios, y en el sistema de Descartes el criterio de verdad está garantizado por Dios.
Así, todas las ideas que percibamos clara y distintamente son verdaderas.
Solo queda asegurada la existencia de aquello que se percibe de modo claro y distinto. En cuanto
al mundo, lo único que viene dado como una idea clara y distinta es la extensión. Las
propiedades asociadas a ese atributo de extensión son las que podemos percibir de modo claro
y distinto.
Demostrada la existencia de Dios, que es la garantía del criterio de verdad (ámbito de Dios),
podemos abrir la intimidad pensante del sujeto (res cogitans) y demostrar la existencia de las
cosas corpóreas, el mundo, que es percibido por los sentidos.
El error no es atribuible a Dios, ni a nuestra razón como capacidad, puesto que bien dirigida
alcanza la verdad, sino a nuestro juicio que se precipita al pronunciarse sobre la realidad. No es
cierto que los sentidos nos proporcionen información falsa sobre la realidad, sino que nos
engañamos nosotros al interpretar equivocadamente, ya sea por precipitación ya sea por
prevención, los datos que nos proporcionan.
Teoría de la substancia
Para Descartes y los racionalistas lo que existe es la substancia. Ésta es la cosa que no tiene
necesidad más que de sí misma para existir, es decir que es capaz de existir por sí misma, pero
hablando con propiedad sólo Dios tendría esta cualidad pues nada de lo creado subsiste por sí
mismo si no es sostenido por Dios.
Según Descartes no podemos percibir directamente la substancia, lo que percibimos son los
atributos de la substancia. Por lo que si sabemos de su existencia es por sus atributos. Los
atributos son cualidades o propiedades de las sustancias que no pueden existir por sí mismos y
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cada sustancia tiene un atributo propio que constituye su esencia o naturaleza. Es un atributo
esencial que no necesita de otro atributo para existir.
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Las cualidades de la res extensa
• Primarias. Las cualidades primarias son las únicas que tienen una realidad objetiva en los
cuerpos y es aquello que percibimos clara y distintamente.
o Se expresan matemáticamente
o Son la extensión o volumen, el movimiento y la figura
o Nos dan verdadero conocimiento del mundo y a partir de ellas descubrimos la física
y las leyes del movimiento
o Esta visión nos lleva a una visión mecanicista del mundo
• Secundarias. Las cualidades secundarias no existen objetivamente en las cosas, sino que son
apreciaciones subjetivas.
o Son el olor, el calor, el sonido, etc.
o Su función es básicamente utilitaria en la vida cotidiana
o Las sensaciones nos enseñan lo que nos conviene y lo que no nos conviene, pero no
la verdad de las cosas
• Se trata de un modelo mecanicista. Teoría que comparten los científicos y filósofos (excepto
Leibniz) de la época moderna sobre la realidad material. El mundo se comporta como si
fuera una máquina. La realidad física es un sistema determinado de cuerpos en movimiento
que obedecen a unas leyes.
• El mecanicismo es determinista. Si se conoce el conjunto de elementos presentes en un
estado de la materia, pueden predecirse los siguientes. La concepción mecanicista del
mundo prescinde de la consideración teleológica de la realidad natural. Solo tiene en cuenta
la causalidad eficiente, prescindiendo de la causalidad final y de la formal.
• El mecanicismo incluye la reducción de las propiedades de la realidad material, puesto que
excluye de la realidad las denominadas cualidades secundarias que no pueden ser
traducidas a ecuaciones matemáticas (color, olor, sabor…)
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Nuria Mir García
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
abarca la primera mitad del siglo XVII, siglo caracterizado por la quiebra de las estructuras
feudales que constituyeron el orden medieval, crisis religiosa, política y cultural que derivaron a
un nuevo modelo económico, social, político y cultural característicos de la Modernidad. Estudió
en la prestigiosa escuela de los Jesuitas de La Flèche y tras licenciarse en derecho, decidió estudiar
“El gran libro de la vida”.
Fue en 1637, cuando escribió “Discurso del Método”, considerada obra clave de la filosofía
moderna con la cual pretendió presentar un método filosófico-científico con el que alcanzar
conocimientos verdaderos.
Nace en un momento de crisis en todos los aspectos: una crisis religiosa al deteriorase la unidad
de la iglesia y cuestionarse el principio de autoridad de esta; una crisis política debido a la Guerra
de los Treinta Años, que supuso a su vez una crisis económica y demográfica. Además, el
Humanismo y Revolución Científica incrementan la duda en la fe y produjeron cambios en la
mentalidad de la época, la caída del modelo geocéntrico y la consolidación del heliocentrismo.
Es esta una época cuyo tono general es pesimista, que refleja las inquietudes de un mundo que
se ha dado la vuelta que ha perdido su antiguo centro.
La invención y desarrollo de la imprenta permite, entre otras cosas, que el ámbito de la cultura
salga de los círculos eclesiásticos haciéndose accesible a personas ajenas. De ahí también que el
latín comience a no ser la lengua culta en exclusiva y se publiquen muchos libros en las lenguas
nacionales. Por otro lado, el avance científico producido por la revolución científica (Copérnico,
Galileo, Newton...) supone el abandono de la física aristotélica y de la imagen geocéntrica del
universo para asumir el heliocentrismo y favorecer el desarrollo de una nueva física y del
mecanicismo.
Después del esplendor de la antigua filosofía griega y de la crisis de la escolástica en la Europa
medieval, los nuevos aires del Renacimiento y la revolución científica que lo acompañó darían
lugar, en el siglo XVII, al nacimiento de la filosofía moderna. La primera tendencia filosófica de
la Edad Moderna fue el racionalismo, cuyo iniciador fue Descartes, basándose en la razón y en
la eficaz metodología de las matemáticas.
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Nuria Mir García
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Nuria Mir García
3. PENSAMIENTO DE DESCARTES
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
El método cartesiano(2)
El método cartesiano tiene como objetivo principal encontrar un fundamento sólido capaz de
levantar el edificio de la filosofía, siguiendo para ello el modelo de las matemáticas, pues según
Descartes este es un método extensible a otras ciencias capaz de obtener los mismos resultados
en todas ellas; la obtención de conocimientos verdaderos. Por ello, Descartes afirma que la razón
es única, de ahí que el saber sea único, y, por lo tanto, deba haber un único método para alcanzar
el conocimiento.
Por tanto, para alcanzar conocimiento se debe establecer un método, el cual permita distinguir
lo verdadero de lo falso y aporte conocimiento evidente de las cosas sin necesidad de realizar
ningún esfuerzo mental inútil. Por ello, son dos las operaciones de la razón aplicables. En primer
lugar, la intuición, que no precisa demostración porque se muestra como evidente. Y, en segundo
lugar, la deducción, razonamiento con el que, a partir de unas proposiciones iniciales, evidentes
y verdaderas, se llega a una conclusión necesaria.
Descartes para desarrollar dicho método, se apoya en cuatro reglas fundamentales. La primera y
más importante es la evidencia, que consiste en aceptar como verdadero por medio de la
intuición, solo aquello que se presente con claridad y distinción, es decir, con evidencia en
nuestra mente. Esta regla da lugar a la duda metódica y, tras su superación, al conocimiento
como ciencia o saber estricto. Hemos de evitar, además, la precipitación; aceptar como evidente
lo que es confuso y oscuro por no haber procedido a una clarificación suficiente, la prevención;
no aceptar como evidente aquello que es claro, y distinto, y la voluntad; que decide aceptar como
verdadero lo que no es o sigue negando obcecadamente la verdad de aquello que se muestra
como claro y distinto.
En segundo lugar, el análisis consiste en descomponer el problema, dividiendo las ideas
complejas en ideas simples que puedan ser intuidas con claridad y distinción. La tercera regla,
llamada de la síntesis, consiste en proceder con orden en nuestros pensamientos, pasando desde
los objetos más simples y fáciles de conocer hasta el conocimiento de los más complejos,
utilizando para ello la deducción, anteriormente nombrada. Y el cuarto y último fundamento es
la enumeración, tanto del análisis como de la síntesis. Se trata de comprobar y revisar que no
haya habido ningún error en todo el proceso y una vez comprobado, podremos estar seguros de
su certeza.
Por otra parte, Descartes, a partir de la primera regla del método, pone en marcha la duda como
punto de partida del método, no aceptando nada como verdadero sin que se haya evidenciado
claramente, siendo esta duda provisional, hasta que se compruebe su veracidad. Así, Descartes
expone tres niveles de duda. En primer lugar, duda sobre la fiabilidad de los sentidos, pues estos
nos ponen en contacto con el mundo material y nos proporcionan un conocimiento de cosas que
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solemos aceptar como verdaderas y, por consiguiente, caemos en el engaño. En segundo lugar,
la dificultad de distinguir la vigilia del sueño, que pone en cuestión la totalidad de actos de
percepción. Y, por último, a través de la hipótesis del genio maligno, duda de las verdades
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
matemáticas y de nuestra capacidad de conocer.
Finalmente, es de la duda radical, de donde Descartes extrae la primera certeza absoluta: la
existencia del sujeto que piensa. El “cogito, ergo sum”, es una certeza inmediata por la intuición,
evidente, clara y distinta, una experiencia pensante en la que se capta la relación del ser y el
pensar, la cual supera la duda metódica. Es con el cogito con el que descubre la primera verdad
y el criterio de certeza por medio de la eliminación la hipótesis del Genio Maligno y optando por
probar la existencia de un Dios bondadoso, y todopoderoso.
En definitiva, Descartes sostiene que la razón es única, de ahí que el saber sea único, y por tanto
deba existir un único método para alcanzar la verdad. Las operaciones esenciales de la razón que
utiliza para formular El Método son la intuición y la deducción, aplicadas en las cuatro reglas
fundamentales: evidencia, análisis, síntesis y enumeración. Sostiene que, para ello, la duda es el
punto de partida y expone tres niveles de duda: la fiabilidad de los sentidos, la dificultad de
distinguir la vigilia del sueño y nuestra capacidad de conocer a través de la hipótesis del Genio
Maligno.
Finalmente, es a partir de la duda radical de donde extrae la primera certeza absoluta: la
existencia del sujeto que piensa, la cual posee dos características esenciales: la claridad y la
distinción y que se fundamenta en el criterio de verdad por medio de la eliminación la hipótesis
del Genio Maligno y probando la existencia de Dios.
La duda metódica(4)
El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las cuales no sea
posible dudar en absoluto, es decir, verdades evidentes que permitan fundamentar todos
nuestros conocimientos. Pero ¿cómo encontrar esa verdad absolutamente cierta? Eliminando
todos los conocimientos, ideas y creencias que, aunque hasta el momento, han sido considerados
verdaderos, no poseen una certeza absoluta. Es decir, para encontrar esa verdad absolutamente
cierta, Descartes comienza dudando de todo aquello de lo que sea posible dudar. (El hecho de
que podamos dudar es motivo suficiente para rechazar una opinión o idea, aunque hasta ese
momento la hayamos considerado verdadera). A esta duda se la denomina “metódica” porque
es un instrumento para encontrar esa verdad indudable, a partir de la cual deducir todos los
conocimientos.
Estos son los tres pasos de la duda metódica, cada vez más radical y extrema.
1. Duda sobre la fiabilidad de los sentidos. Los sentidos nos proporcionan un conocimiento que
solemos aceptar como verdadero. Pero, a veces, los sentidos nos engañan, nos inducen a error.
El conocimiento a través de los sentidos no es absolutamente verdadero, podemos dudar de él,
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y, por tanto, no es la verdad absolutamente cierta que buscaba. Debemos dudar de que las cosas
sean tal y como las percibimos.
2. Hipótesis del sueño. A veces tenemos sueños tan vivos que los sentimos como reales, y al
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
despertar descubrimos que no son reales. ¿Cómo tener certeza absoluta de que lo que
percibimos es real? La postura de Descartes parece descabellada y excesiva, pero no olvidemos
que busca una certeza absoluta, y para encontrarla debemos rechazar todo aquello de lo que se
pueda dudar, aunque sea remotamente.
3. Hipótesis del genio maligno. Lo único que parece verdaderamente real son las verdades
matemáticas, sin embargo, Descartes añade una tercera duda, aún más radical: tal vez exista un
espíritu maligno “de extremo poder e inteligencia, que pone todo su empeño en inducirme a
error”. Esta duda es muy improbable, pero no imposible, y por tanto genera una duda, que ahora
afectaría incluso a las verdades matemáticas. La duda del genio maligno equivale a suponer que
tal vez el entendimiento humano se equivoca siempre cuando piensa y razona.
La duda llevada a este extremo parece llevarnos al escepticismo, sin embargo, Descartes extrae
de ella la primera certeza absoluta: la existencia del sujeto que piensa, verdad que expresa en su
frase: “Pienso, luego existo” (“Cogito, ergo sum”)
Criterio de verdad(4)
Dado que la primera verdad indudable se conoce con claridad y distinción, Descartes deduce que
todo aquello que se conozca con igual claridad y distinción será verdad de forma indudable. Por
tanto, la claridad y la distinción se convierten en el criterio de verdad.
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Un conocimiento (idea, juicio) puede ser verdadero o falso según coincida o no con la realidad.
Pero a Descartes le preocupa también si al ser humano le es posible alcanzar certeza o seguridad
subjetiva sobre aquello que conoce.
El criterio cartesiano de verdad está formulado ya en la primera regla del método: podré estar
seguro de que un conocimiento es verdadero cuando lo perciba clara y distintamente, esto es, de
tal modo que no pueda dudar de su verdad.
El criterio ofrece dos posibilidades.
• Según su adecuación a la realidad. Las ideas pueden ser: verdaderas (representan lo que
existe) y falsas (representan lo que no existe)
• Según el criterio de verdad. Las ideas pueden ser claras y distintas (es decir, indudables)
y confusas (no cumplen con el criterio de claridad y distinción)
• Según su origen o procedencia. Adventicias (ideas que provienen del exterior.
Aparentemente coinciden con la realidad, pero son dudosas ya que proceden de los
sentidos); facticias (producidas por la imaginación); innatas (están ya en la mente o en el
alma, puestas en el sujeto por Dios)
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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Nuria Mir García
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Han de partir del cogito, dado que es lo único seguro
• No puede tratarse de demostraciones realizadas mediante la deducción (quedó
invalidada con el segundo motivo de la duda metódica). Las pruebas deben ser una
especie de prolongación de la intuición del cogito.
• Las dos primeras parten de un efecto y aplican el principio de causalidad; son, por ello,
pruebas a posteriori. La tercera prueba parte del contenido de la idea de Ser perfecto y
es, por tanto, una prueba a priori.
Las tres pruebas de la existencia de Dios según Descartes.
Entre las ideas que hay en la mente del sujeto se encuentra la idea de Dios concebido como
sustancia infinita y eterna.
Se pregunta por la causa de la idea innata de infinito y afirma que el sujeto no puede ser su causa
ya que le supera en grado de realidad. La causa ha de ser proporcional al efecto. Si el efecto es la
idea de infinito, su causa ha de ser infinita. Por tanto, solo Dios como Ser infinito y real puede ser
la causa de la idea de infinito que posee el sujeto pensante.
• Como san Agustín, Descartes piensa que, si se niega que Dios sea la causa de la existencia
del sujeto, habrá que admitir que el sujeto es causa de sí mismo. En tal caso, se habría
dotado con todas las perfecciones que conoce y que están contenidas en la idea de
infinito. Puesto que comprobamos que el sujeto es un ser finito, imperfecto y limitado,
no puede haber sido su propia causa y, consiguientemente, debemos concluir que Dios
es su causa.
• Prueba ontológica propuesta por Anselmo de Canterbury. La esencia del Ser perfecto
contiene la existencia y que, por ese motivo, no es posible pensar el Ser perfecto como
no existente, del mismo modo que no se puede pensar un triángulo que no tenga tres
ángulos. Así, al ser evidente que es posible pensar el Ser perfecto; por tanto, ha de existir
necesariamente.
Dios garantía de verdad
Después de demostrar a Dios podemos afirmar su bondad y su veracidad, y proceder a rechazar
la hipótesis del genio maligno engañador ya que pretender engañar no es una muestra de
perfección, sino todo lo contrario, y, por consiguiente, este deseo de engañar no puede darse en
Dios.
La existencia real del Ser perfecto, junto con la convicción de que este Ser perfecto es el creador
del sujeto, permite:
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Nuria Mir García
• Cancelar la hipótesis del genio maligno, ya que se sabe que el creador no es un ser falaz,
sino un ser infinitamente bueno.
• Asegurar que aquellas ideas que el yo percibe clara y distintamente se corresponden con
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
la realidad, esto es, son verdaderas.
En definitiva, la primera regla del método y su criterio de verdad sólo tienen validez por la
existencia de Dios, y en el sistema de Descartes el criterio de verdad está garantizado por Dios.
Así, todas las ideas que percibamos clara y distintamente son verdaderas.
Solo queda asegurada la existencia de aquello que se percibe de modo claro y distinto. En cuanto
al mundo, lo único que viene dado como una idea clara y distinta es la extensión. Las propiedades
asociadas a ese atributo de extensión son las que podemos percibir de modo claro y distinto.
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Según Descartes no podemos percibir directamente la substancia, lo que percibimos son los
atributos de la substancia. Por lo que si sabemos de su existencia es por sus atributos. Los
atributos son cualidades o propiedades de las sustancias que no pueden existir por sí mismos y
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cada sustancia tiene un atributo propio que constituye su esencia o naturaleza. Es un atributo
esencial que no necesita de otro atributo para existir.
• Primarias. Las cualidades primarias son las únicas que tienen una realidad objetiva en los
cuerpos y es aquello que percibimos clara y distintamente.
o Se expresan matemáticamente
o Son la extensión o volumen, el movimiento y la figura
o Nos dan verdadero conocimiento del mundo y a partir de ellas descubrimos la
física y las leyes del movimiento
o Esta visión nos lleva a una visión mecanicista del mundo
• Secundarias. Las cualidades secundarias no existen objetivamente en las cosas, sino que
son apreciaciones subjetivas.
o Son el olor, el calor, el sonido, etc.
o Su función es básicamente utilitaria en la vida cotidiana
o Las sensaciones nos enseñan lo que nos conviene y lo que no nos conviene, pero
no la verdad de las cosas
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Nuria Mir García
A lo largo de la Historia hemos visto como autores pertenecientes a la tradición que hemos
llamado intelectualista-racionalista, en la que se incluyen Parménides, Sócrates, Platón,
Aristóteles, Descartes…; han desarrollado una filosofía que busca la verdad absoluta. Esta
corriente toma las características del ser de Parménides como características de la realidad,
características apolíneas que desbancan a lo dionisiaco. Esta tradición aboga por la existencia de
una verdad absoluta que se encuentra en una realidad metafísica y verdadera a la que se puede
acceder a través de la razón. Estamos hablando del dualismo ontológico establecido por Platón.
Durante toda la Historia de la Filosofía hasta Nietzsche, todos los autores han querido clasificar
la realidad, encontrar los conceptos universales. Estos autores defienden que la razón es la única
forma válida de alcanzar un conocimiento verdadero, y sus ideales son los que se encontraban
impuestos en la época de Nietzsche.
Defienden la existencia de conceptos universales y absolutos que solo la razón puede llegar a
conocer y, en su búsqueda de las leyes que rigen el mundo, intentan clasificar la realidad,
encontrar un orden para el universo, que, a pesar de parecer caótico, debe ser ordenado. Niegan
la posibilidad de que el mundo sea caótico, y buscan un principio que explique la realidad, Dios.
En su clasificación distinguen dos realidades, siendo la más válida la que se corresponde con la
razón, y convirtiendo de este modo a la vida terrenal en menos válida, pues esta no se encuentra
regida por el racionalismo. Es en esa realidad racional en el que pueden llegar a comprenderse
los conceptos universales que no podemos alcanzar en la realidad terrenal, pese a que debemos
aspirar a ellos.
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Nuria Mir García
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
defiende el relativismo.
Este autor defiende que debemos acabar con los valores que ha implantado la visión apolínea de
la realidad (la supresión de lo dionisiaco) para poder implantar nuevos valores que coincidan con
la naturaleza del hombre. Realiza así una dura crítica a la vaciedad de los valores de la sociedad
en la que vive, que se encuentra sometida al racionalismo y la visión apolínea de la realidad. No
intenta darle un orden al mundo, pues afirma que lo natural es que el universo sea caótico, que
haya una tensión entre lo apolíneo y lo dionisiaco, manteniendo la unión entre ambas fuerzas.
Intenta acabar con la visión apolínea de la realidad que se encuentra implantada en Occidente, a
la que culpa, junto con la tradición intelectualista-racionalista, de la decadencia de la época. Así,
la postura de Nietzsche constituye la primera gran antítesis tras siglos de visión racionalista y
apolínea de la realidad. Toda la Historia de la Filosofía se puede explicar como una tesis de la
tradición intelectualista-racionalista, que es enfrentada a una nueva postura, la vitalista,
relativista e irracionalista de Nietzsche. Hasta Ortega y Gasset no se llegará a la síntesis, conocida
como perspectivismo o racio-vitalismo, que nos permitirá superar las posturas iniciales.
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