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Interpreta las emociones como respuestas psicofisiológicas que son propias y básicas de
los individuos como consecuencia de estímulos internos o externos, tales como miedo,
alegría, tristeza, enfado, asco, curiosidad, admiración, sorpresa, culpa y seguridad, entre
otras. El mismo inicia su propuesta referenciando a Aristóteles demostrando que desde
la antigüedad el hombre se ha interesado en ejercer control sobre sus emociones.
Ahora bien, Goleman cita el código de Hammurabi que contiene 282 leyes escritas por
escribas en doce tabletas, donde se regula la vida social estableciendo un sistema penal,
basado en la conocida “Ley del Talión”, o lo que es lo mismo “ojo por ojo, diente por
diente”. Todo esto con el propósito de moderar la vida emocional presentando al mundo
moderno recursos emocionales adaptados a las necesidades, y si bien es cierto, que en
la constante evolución del hombre la satisfacción de una necesidad conlleva a la
creación de una nueva, hace que el ser humano racional viva en una constante variación
de acuerdo a las situaciones o emociones vividas en cada circunstancia de su vida. Lo
que realmente el autor quiere dejar claro en este apartado es que las emociones son
impulsos que permiten actuar como reacciones automáticas o como sensores del
cuerpo humano que se activan en determinados escenarios y que se han surgido a través
de la evolución. En este mismo orden de ideas, se analiza la importancia biológica de las
emociones, ya que cada una de ellas desempeña un rol generando respuestas
diferentes, por ejemplo, el enojo, el miedo, la felicidad, el amor, todas ellas generan
predisposiciones biológicas que son moderadas por las experiencias y la cultura vivida.
El entusiasmo,
la aptitud maestra para la vida
Así pues, el equipaje emocional de una persona, junto a su habilidad para controlar y
manejar esas tendencias innatas, proveen los límites de sus capacidades mentales y
determinan los logros que podrá alcanzar en la vida. Habilidades emocionales como el
entusiasmo, el gusto por lo que se hace o el optimismo representan unos estímulos
ideales para el éxito.
En un estudio citado por Daniel Goleman en el libro, se descubrió que la esperanza hace
que las personas se pongan objetivos más altos y a que trabajen más duro por ellos. La
esperanza es la creencia de que tienes la voluntad y la capacidad para lograr tus
objetivos, cualquiera que estos sean.
Daniel Goleman menciona otro estudio en el libro, realizado por el psicólogo Martin
Seligman, en donde se descubrió que el optimismo impacta positivamente la inteligencia
emocional de las personas. Las personas optimistas ven el fracaso como algo que
pueden cambiar, mientras que los pesimistas toman la culpa del fracaso y creen que es
imposible cambiar la situación.
La capacidad de entender cómo se sienten los demás juega un papel importante en las
diversas áreas de la vida; desde las ventas hasta el liderazgo; desde el romance hasta la
paternidad; desde la compasión hasta las acciones políticas.
Según Hoffman la empatía se desarrolla desde la infancia en una edad temprana, Incluso
se ha demostrado que, desde los primeros días de vida, los bebés se muestran afectados
cuando oyen el llanto de otro niño, lo cual ha sido considerado
por algunos como el primer antecedente de la empatía.
Enemigos íntimos
Los hombres y las mujeres son criados de formas muy diferentes. Normalmente, a las
mujeres se les explica desde pequeñas más acerca de las emociones y cómo controlarlas.
Esto se debe a razones biológicas y la infancia en donde crecen las niñas como los niños.
Durante el periodo de infancia las lecciones emocionales que le daban a los niños y las
niñas eran muy distintas entre sí. Los padres hablan más de emociones con sus hijas que
con sus hijos (es por eso que las niñas tienen más información sobre el mundo
emocional).
Mientras que los chicos se enfocan en minimizar las emociones que se refieren
a la vulnerabilidad, culpa, miedo y dolor.
De tal forma los psicólogos afirman que las mujeres son más emocionales que los
hombres. Con esto se puede deducir que las mujeres suelen llegar al matrimonio con un
mayor dominio de sus emociones mientras que los hombres lo hacen con una escasa
idea de lo que esto significa para la estabilidad de la relación.
Daniel Goleman ofrece los siguientes consejos para tener una buena inteligencia
emocional en el matrimonio:
2. Evita dar críticas enfocadas en hacer daño. Evita decirle a la pareja cosas solo para
hacerle daño. Es mejor decirlo todo en forma de retroalimentación, y compartir
cómo te sientes como consecuencia de lo que el otro hace.
3. Ser optimista, busca entenderlo, en vez de echar culpas.
Lo que los padres enseñan a sus hijos acerca de las emociones tiene consecuencias
permanentes en la vida emocional de los hijos.
Esos primeros años de vida son cruciales, El aprendizaje emocional no solo viene a través
de lo que los padres dicen o hacen a sus hijos, también vienen de los modelos que les
ofrecen para manejar sus emociones.
Puede haber padres que sean unos grandes maestros y otros que fallen en esta tarea.
Lo importante es que vean lo vital que es el comportamiento en la que la vida emocional
de los hijos.
Para que un padre pueda enseñarle a su hijo a tener inteligencia emocional, debe él
mismo tener buenas bases sobre el manejo de las emociones.
Traumas y el reaprendizaje emocional
Medicamentos.
Técnicas de relajación.
Terapia en la que se reviven las situaciones en la mente, con el fin de verlas con otra
perspectiva y así tratar de reaprender las emociones.
Son antisociales.
Se recomienda que los niños aprendan cosas dependiendo de la edad que tengan, para
que así puedan desarrollar con mayor eficacia su inteligencia emocional.
Para el primer grado, deberían aprender a identificar las emociones.
Para el cuarto o quinto grado, se les debería enseñar a desarrollar relaciones con
sus compañeros, así como el control de los impulsos.
En sexto grado, se les debería enseñar a enfrentar las tentaciones y presiones del
sexo, drogas y alcohol.
CONCLUSION
En síntesis, canalizar las emociones hacia un fin más productivo constituye una
verdadera aptitud maestra. Ya se trate de controlar los impulsos, de demorar la
gratificación, de regular los estados de ánimo para facilitar el pensamiento y la reflexión,
de motivarse a uno mismo para perseverar y hacer frente a los contratiempos, de asumir
una actitud optimista frente al futuro, todo ello parece demostrar el gran poder de las
emociones como guías que determinan la eficacia de nuestros esfuerzos y poder
alcanzar así el éxito