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FERTILIDAD: CUIDADOS, MITOS Y RELEVANCIA

EN JÓVENES DE LA PROVINCIA DE BUENOS


AIRES1
FERTILITY: CARE, MYTHS AND RELEVANCE IN YOUNG PEOPLE IN THE
PROVINCE OF BUENOS AIRES

FERTILIDADE: CUIDADOS, MITOS E RELEVÂNCIA DOS JOVENS DA


PROVÍNCIA DE BUENOS AIRES
Autoras
Elizabeth Ormart2
Constanza Curado3

Evelyn Pasquali4
Sofía Dlabach5
Agustina Geremías6

Resumen
El objetivo del presente escrito es explorar las representaciones de cuidado y preservación de la capacidad
reproductiva que tienen los jóvenes universitarios (Place, J et al, 2017; Adebiyi, N et al, 2014; James-Abra, S et
al 2015; Jurkowski, L et al, 2019) en función de su género. En diversas investigaciones se ha puesto de
manifiesto que el tema del cuidado de la salud en general y de la salud reproductiva en particular se ha delegado
socialmente en las mujeres Algunas preguntas que orientaron la indagación están centradas en establecer: ¿Qué
conocimientos tienen los jóvenes sobre el cuidado y la preservación de la fertilidad? ¿Existen diferencias de
género en las representaciones de su futuro reproductivo? ¿Qué consideran las mujeres y los hombres jóvenes
que es importante al momento de preservar su capacidad reproductiva? ¿Conocen y tienen la intención de ser
donantes de gametos en el futuro? Con un diseño exploratorio indagamos los conocimientos y representaciones
de los jóvenes bonaerenses sobre una muestra (n=635). Se utilizaron preguntas cerradas para explorar edad,
género, nivel socioeconómico, presencia de hijos, cantidad de integrantes de la familia, grado de conocimientos
sobre el cuidado de la fertilidad, motivos de la preservación de la fertilidad, planificación familiar, entre otros.
Se utilizaron preguntas abiertas para fundamentar el motivo de ciertas respuestas e indagar proyectos futuros de
familia.

Palabras clave: Representaciones; Cuidado y preservación de la fertilidad; Jóvenes; Proyecto familiar.

Abstract
The objective of this paper is to explore the representations of care and preservation of reproductive capacity
that young university students have (Place, J et al, 2017; Adebiyi, N et al, 2014; James-Abra, S et al 2015;
Jurkowski, L et al, 2019) based on their gender. Various investigations have shown that the issue of healthcare
in general and reproductive health in particular has been socially delegated to women. (Tajer, 2020; Ormart,

1 Proyecto Ubacyt 20020150100164BA Facultad de Psicología. UBA (2021-2023)


2 Profesora adjunta regular de Psicología ética y Derechos Humanos. Coordinadora de la práctica el rol
del psicólogo en el ámbito de las técnicas de reproducción asistida. Directora del proyecto Ubacyt
20020150100164BA Facultad de Psicología. UBA. eormart@gmail.com
3 Lic en Psicología. Docente e investigadora. UNMP
4 Lic. en Psicología. Docente e investigadora. UBA
5 Lic en Psicología. Docente e investigadora. UBA
6 Estudiante de Psicología. Becaria estímulo de UBACyT
2020). Some questions that guided the inquiry are focused on establishing: What knowledge do young people
have about the care and preservation of fertility? Are there gender differences in representations of your
reproductive future? What do young women and men consider to be important in preserving their reproductive
capacity? Do you know and intend to be gamete donors in the future? With an exploratory design, we
investigated the knowledge and representations of young people from Buenos Aires on a sample (N: 635).
Closed questions were used to explore age, gender, socioeconomic status, presence of children, number of
family members, degree of knowledge about fertility care, reasons for fertility preservation, family planning,
among others. Open questions were used to support the reason for certain answers and to investigate future
family projects.
Keywords: Representations; Care and Preservation of Fertility; Youth; Family Project.

Resumo
O objetivo deste artigo é explorar as representações de cuidado e preservação da capacidade reprodutiva que
jovens universitários possuem com base em seu gênero. Várias investigações mostraram que a questão dos
cuidados de saúde em geral e da saúde reprodutiva em particular foi socialmente delegada às mulheres. Algumas
questões que nortearam a investigação estão voltadas para o estabelecimento: Qual é o conhecimento dos jovens
sobre o cuidado e a preservação da fertilidade? Existem diferenças de gênero nas representações de seu futuro
reprodutivo? O que mulheres e homens jovens consideram importante para preservar sua capacidade
reprodutiva? Você conhece e pretende ser doador de gametas no futuro? Com um desenho exploratório,
investigamos o conhecimento e as representações dos jovens de Buenos Aires sobre uma amostra (N: 635). As
perguntas fechadas foram utilizadas para explorar idade, gênero, nível socioeconômico, presença de filhos,
número de membros da família, grau de conhecimento sobre os cuidados com a fertilidade, motivos para a
preservação da fertilidade, planejamento familiar, entre outros. Perguntas abertas foram usadas para apoiar a
razão de certas respostas e para investigar projetos familiares futuros.

Palavras-chave: Representações; Cuidado e Preservação da Fertilidade; Juventude; Projeto Família


Introducción
El presente trabajo se enmarca en un programa de investigaciones continuas que comenzó en
2015 en Argentina: el proyecto UBACyT 20020150100164BA, «Las competencias del
psicólogo en el ámbito de las tecnologías de reproducción humana asistida». Dicho programa
busca establecer un cuadro de situación de las competencias de los psicólogos en materia de
reproducción humana asistida. Un capítulo central de dicho informe, lo constituye el área de
la salud sexual y reproductiva de jóvenes en edad de procrear y los conocimientos que estos
tienen para planificar su futuro reproductivo.
El envejecimiento poblacional y la disminución de la tasa de natalidad constituyen uno
de los mayores problemas demográficos contemporáneos (Pedro, Brandão, Schmidt, Costa y
Martins, 2018; Harper et al., 2017; Lugones, 2021). Una de las razones por las que hubo un
descenso de la fecundidad es el retraso de la maternidad por proyectos sociales, esto provoca
que las mujeres que buscan una descendencia con su propio material genético y encaran ese
proceso después de los 35 años descubren que ya es tarde.
En Argentina, un informe especial del Instituto Nacional de Estadística y Censos
(INDEC) (2020) señala que las mujeres en 2010 tuvieron, en promedio, 4 hijos menos que en
1869, y que desde 1990 a 2010 se ha pasado de 2,9 a 2,4 hijos por mujer. Es decir que
mientras la edad del primer embarazo aumenta, la cantidad de hijos va en disminución. Estos
indicadores están relacionados con un incremento de la cantidad de mujeres que ingresan al
mundo laboral y que obtienen títulos educativos universitarios, y con un mayor uso de
métodos anticonceptivos. Es necesario destacar que, en Argentina, esta tendencia al aumento
de la edad de las madres primerizas se incrementa en las clases sociales con mayor poder
adquisitivo, en las que se evidencian un mayor nivel educativo y un menor índice de
desempleo. Este sector socioeconómico, que posterga la maternidad, lo hace con escasos
conocimientos del declive de la fertilidad.
La situación es diametralmente opuesta para las mujeres de menor poder adquisitivo o
situación de pobreza en Argentina. Según el Ministerio de Salud Argentino (2019),
… la tasa de fecundidad adolescente temprana se ubica en los últimos años
con valores cercanos al 2 × 1000. En 2015 hubo 2787 nacimientos con
madres menores de 15 años, lo que significó una tasa de fecundidad
temprana para ese año del 1,6 × 1000. En la República Argentina hay
700.000 nacimientos por año: el 16 % proviene de madres adolescentes de
entre 15 y 19 años de edad (en algunas provincias, esto llega al 25 %) y más
de 3000 son de niñas de entre 10 y 13 años.
Esta población suele ser de bajos recursos: la desocupación y la subocupación horaria
afectan en mayor medida a las mujeres de menores ingresos. En estos sectores el embarazo
no intencional se encuentra vinculado, entre otros factores, al escaso conocimiento sobre
planificación familiar.
Encontramos en ambos grupos socioeconómicos una necesidad imperiosa por mejorar
los niveles de conocimiento sobre el cuidado y preservación de la fertilidad. Sin embargo, en
nuestro país, las investigaciones sobre esta materia son escasas. Este escenario capitalista en
el que los «huevos de oro» (Stolke, 2010, p. 21) se vuelven mercancías que se comercian
entre clases sociales heterogéneas, resulta articulado con los problemas de infertilidad y los
conocimientos que de ellos tienen los jóvenes.
Respecto a la infertilidad, según Lisa Jean Moore (2002), son las mujeres quienes se
llevan la peor parte y la culpa de los tratamientos de infertilidad. Sin embargo, los cuerpos
masculinos también se ven afectados por las ciencias de la reproducción.
Esta autora revisa la literatura sobre fertilidad masculina y sugiere que la tendencia de
esta es persistente y descendente (Spark, 1988 en Moore, 2002). Refiere que si bien existió un
debate en los campos de la epidemiología, la toxicología y la infertilidad con respecto a la
creciente tasa de infertilidad masculina, los hombres expuestos a toxinas ambientales y
ocupacionales han informado tasas de infertilidad consistentemente más altas. Frente a esta
problemática, han surgido diversos tratamientos, que en su origen no fueron exitosos, por lo
que se estableció como alternativa más popular para la infertilidad masculina la inseminación
con donantes (Moore, 2002).
Gracias al progreso de la innovación tecnológica y científica, los espermatozoides se
han convertido en mera materia prima que puede ser tecnológicamente obtenida, amplificada
e incluso programada; a diferencia de lo que creían los primeros científicos especializados en
semen, quienes lo consideraban como la clave de la reproducción, como una célula que
encarnaba a una persona preformada y que tenía un papel autónomo en la reproducción
(Moore, 2002). Dicha innovación en las ciencias reproductivas, según la autora, puede crear
una crisis en la masculinidad porque ahora el esperma (un sustituto del hombre) puede ser
manipulado por completo sin el hombre. Por ejemplo, la tecnología ICSI (inyección
intracitoplasmática) tiene el potencial de hacer que los hombres sean innecesarios en la
reproducción, ya que esta solo requiere de un espermatozoide por inyección en el óvulo y,
además, existen los espermatozoides criopreservados que técnicamente no tienen una fecha
de caducidad conocida.
Preocupaciones mundiales sobre el aumento de las tasas de infertilidad y la carencia del
conocimiento sobre la reproducción humana han llevado a la inclusión del término: fertility
awareness o conciencia de fertilidad (Zegers-Hochschild et al., 2017) en el glosario de la
American Society for Reproductive Medicine (ASRM) traducido por la Red Lara. De este
glosario, que se encuentra publicado en línea hemos seleccionado dos términos, que
consideramos relevantes para el presente estudio:

Conciencia de fertilidad
La comprensión de la reproducción, la fecundidad, la fecundabilidad y los factores de riesgo
individuales relacionados (por ejemplo, edad avanzada, factores de salud sexual como
infecciones de transmisión sexual y factores de estilo de vida como tabaquismo, obesidad) y
factores de riesgo no individuales (por ejemplo, factores ambientales y del lugar de trabajo);
incluso la conciencia de los factores sociales y culturales que afectan las opciones para
cumplir con la planificación familiar reproductiva, como así como las necesidades de
construcción de una familia.

Cuidado de la fertilidad
Intervenciones que incluyen concientización sobre fertilidad, apoyo y manejo de la fertilidad
con la intención de ayudar individuos y parejas para realizar sus deseos asociados con la
construcción de una familia.»
Diversos estudios internacionales se han dedicado a estudiar la conciencia de la
infertilidad en particular en países anglosajones y orientales (Lampi, Skoog Svanberg,
Karlström y Tydén, 2006; Alfaraj et al., 2019; Peterson, Pirritano, Tucker y Lampic, 2012;
Chan, Chan, Peterson, Lampic y Tam, 2015; Zhou et al., 2020). Pero los estudios sobre los
países latinos son escasos.
Algunas preguntas que orientaron la indagación retoman los resultados de un estudio
anterior de 2019 publicado en 2021 y están centradas en establecer: ¿Qué aspectos
socioculturales y económicos construyen la idea de fertilidad/infertilidad para la población
indagada? ¿Qué conocimientos tienen los jóvenes de la provincia de Buenos Aires sobre el
cuidado de la fertilidad? ¿Qué cuestiones desconocidas o erróneas presentan mayores
dificultades para la planificación familiar? Observamos en el estudio anterior que la
población de jóvenes de la muestra es de clase baja. Estadísticamente, esta población es la
que a futuro se constituyen en padres y madres jóvenes y suelen ser donantes en proyectos
reproductivos de terceros, por ello en esta encuesta hemos incluido preguntas relativas a la
donación reproductiva. Asimismo, en la investigación precedente observamos diferencias de
género en las actitudes de cuidado de la salud reproductiva, de ahí que nos preguntemos
cómo incluye la variable género y franja etaria en el cuidado y preservación de la fertilidad.
La generación Y, conocida como millennials, es aquella que nació entre 1980 y los
2000, aproximadamente, y es la que hoy comprende el grupo etario de entre los 21 y los 41
años. Los sujetos comprendidos entre estas fechas han despertado mucho interés en
investigadores por la ruptura que suponen con sus predecesores en lo que respecta a valores,
y modos de vida (DeVaney, 2015; Pyöriä, Ojala, Saari, y Järvinen, 2017; Stout, Montagne y
Shmulsky, 2020) y es la población que ha respondido mayoritariamente esta encuesta. Se los
reconoce por equilibrar mejor la vida social y laboral que lo que lo han logrado las
generaciones anteriores, ser optimistas, relajados, con conciencia cívica y estar involucrados
políticamente en dilemas sociales, ser habilidosos en el multitasking y saber trabajar en
equipo.
Algunas características de esta población es que son considerados nativos digitales, es
decir, que nacieron y se criaron con internet, lo que también les dio un aumento del
conocimiento a escala mundial producto de la globalización del saber. Son jóvenes con
escasa posibilidad de inserción en el trabajo, producto de las crisis económicas que les han
tocado atravesar. Esto los lleva a vivir más tiempo con sus padres y por ende retrasar
cuestiones como el matrimonio o los proyectos familiares.
La reproducción es una capacidad biológica de los seres humanos, pero que también
está cargada culturalmente. A su vez, está atravesada por mandatos políticos, religiosos,
éticos y sobre todo sociales (Soriano-Ortega, Carballo-Mondragón, Roque-Sánchez, Durán-
Monterrosas y Kably-Ambe, 2017). Uno de estos aspectos sociales es el mandato que recae
sobre las mujeres de ser madres (Fernández, 1993; Tubert, 1991; Alkolombre, 2008; Ormart,
2020b) que se refleja en la búsqueda de la maternidad a partir de las técnicas de reproducción
asistida.
El desafío que supone el mundo laboral actual a los y las jóvenes, hace que se retrasen
los proyectos de familia a tal punto, que cuando se busca concretar este proyecto, se requiere
de un centro de reproducción, ya que la edad fértil de la mujer terminó, por ende, el proceso
de infertilidad que ronda el 11 %, aumenta, ya no por razones médicas, sino sociales. En
general, el conocimiento sobre el cuidado de la fertilidad es pobre, ya que se ignora el declive
de la etapa reproductiva de la mujer a partir de los 35 años (Ormart, 2021)
Quienes tienen un hijo o hija antes de los 35 años, consideran que serán capaces de
tener el segundo en años posteriores a esta edad, desconociendo la infertilidad secundaria.
También se sorprenden al enterarse que la tasa de embarazo, aún con las técnicas de
reproducción, es menor cuanto más grandes sean los y las participantes (Mac Dougall,
Beyene y Nachtigall, 2013). Esto implica que muchas veces se requiera la técnica de
donación de gametos. Esta técnica supone un trabajo psíquico extra, de deconstrucción de las
representaciones del embrión y de duelo genético (Ormart y Abelaira, 2020) por la necesidad
de recurrir a terceros que aporten el material necesario para alcanzar el proyecto parental.
Aceptar concebir un hijo con material genético donado en algunos casos puede llevar un
largo tiempo. Barón (2010 en Albornoz Álvarez, 2014) afirma que, en el caso de la
ovodonación, las pacientes atraviesan un período de duelo genético en el que tendrán que
admitir la no transmisión de la carga genética, conllevando un intenso dolor psíquico y
sentimiento de pérdida irreparable
Paradójicamente, son aquellas personas con mayor nivel educativo, las que desconocen
estos aspectos y postergan la maternidad/paternidad con la falsa creencia de que podrán
concebir cuando lo quieran hacer (Soriano-Ortega et al., 2017)
Las razones que da esta población para retrasar el proyecto familiar, es que esperan
buenas condiciones de vida, y una estabilidad económica, que se da a edades avanzadas,
dificultando o impidiendo el proceso reproductivo (Lampic et al., 2006; Soriano-Ortega et
al., 2017 y Adebiyi Gbadebo Adesiyun, Nkeiruka Ameh, Marliyya Zayyan et al., 2014).
La Ley de Educación Sexual Integral sancionada en Argentina en 2006 busca, entre
otras cosas, brindar la información certera sobre los cuidados sexuales y reproductivos en
todos los niveles educativos. Sin embargo, esta ley tuvo escasa implementación en el país y el
nivel superior no fue la excepción sino más bien pareció ser el más descuidado en este
sentido. Cuando estas generaciones alcanzan la edad en la que desean tener hijos, se sienten
«engañadas» y plantean que a lo largo de su educación nunca les habían advertido sobre las
cuestiones vinculadas al declive de la fertilidad. Incluso creen que llevar una vida sana, con
dieta y ejercicio, puede minimizar el impacto de los años en la capacidad de concebir (Mac
Dougall, Beyene y Nachtigall, 2012 y European Society of Human Reproduction and
Embryology [ESRHE], 2020). En el caso de la reglamentación de las técnicas de
reproducción humana asistida (TRHA), la Ley Nacional n.o 26.862 de Reproducción
Médicamente Asistida (Argentina, 2013) otorgó por primera vez un amplio acceso a los
procedimientos a vastos sectores antes postergados, definidos por su ubicación
sociodemográfica, pero también socioeconómica. Sin embargo, la materialización concreta de
este derecho en nuestro país se ve obstaculizada por la existencia de escasos hospitales
públicos que proveen de los servicios de alta complejidad, los cuales incluso no son
totalmente gratuitos ni se ofrecen a todos los sujetos estipulados (Ariza, 2017). Es por esto
que estudios como el que se presenta a continuación adquieren una relevancia fundamental
para comenzar a idear intervenciones que apunten a una formación sexual y procreativa
integral que no deje a los sujetos arrasados ante el «reloj biológico» y que brinde
herramientas no solo cognitivas, sino también actitudinales para una planificación familiar
responsable.

Antecedentes
Estudios indican (Carballo Mondragón et al., 2017; Peterson et al., 2012; Lampi, 2006) que
la población mexicana tiene una comprensión pobre de la fertilidad y tiende a sobreestimar la
posibilidad del embarazo, ya que parece desconocer que la capacidad reproductiva de las
mujeres comienza a disminuir a partir de los 35 años de edad. Por ende, se considera
necesaria una educación para el cuidado de la fertilidad porque a la falta de desconocimiento
sobre la capacidad fértil de las mujeres, se suma la ignorancia de las implicaciones de la
obesidad y las infecciones de transmisión sexual en la capacidad reproductiva.
«En la etapa reproductiva la educación en reproducción y, en especial, de la fertilidad
puede ser de gran importancia para evitar conductas que contribuyan a la incapacidad de
lograr el embarazo en edades posteriores» (Carballo et al., 2017, p. 372), sobre todo porque
estos mismos autores refieren que hay evidencia de que el cuidado de la salud, como el tener
hábitos saludables (hacer ejercicio, tener una buena alimentación, etc.), mejoran la capacidad
fértil. Por esto, se vuelve de suma importancia divulgar información sobre la fertilidad y las
consecuencias posibles de posponer la maternidad o la paternidad. Esto adquiere especial
relevancia para la población mexicana, en donde las mujeres se visualizan como madres
independientemente de la edad que tengan, negando los obstáculos biológicos que el paso del
tiempo trae consigo (Soriano-Ortega et al., 2017). Según los datos relevados por estos
autores, el 54,73 % de las mujeres encuestadas considera la mejor edad para ser madre entre
los 30 y los 40 años, el 38,27 % entre los 35 y los 40 años, el 4,49 % respondió que la mejor
edad es entre los 40 y los 46, mientras que el 2,06 % dice serlo después de los 46 años. Estas
concepciones no son certeras, por lo que la información es fundamental, a la vez que es
necesario difundir en edades tempranas, la existencia posibilidades y limitaciones de las
técnicas de reproducción asistida como pueden ser la criopreservación o vitrificación de
gametos (Carballo et al., 2017).
Las mujeres suecas, señala Elina Lampi (2006), parecen ser conscientes de que el
riesgo de la infertilidad femenina aumenta con la edad. Sin embargo, son menos conscientes
de la magnitud de este aumento. Frente a esto, esta autora también resalta la importancia de
poseer información sobre los riesgos generales de la infertilidad femenina relacionados con la
edad y los alcances y límites de las técnicas de reproducción asistida. Lampi (Lampi et al,
2006) considera que, si las mujeres tienen percepciones de riesgo sesgadas, el cuidado y la
preservación de la fertilidad debe tener un interés político.
Mayor cercanía etaria, a la población de esta investigación registran los jóvenes
universitarios de Estados Unidos quienes refieren sobre estos temas, que retrasar la
maternidad en ese país es evidente entre las mujeres con estudios universitarios, aunque tanto
hombres como mujeres dicen ser conscientes del descenso de la fertilidad relacionado con la
edad (Lampi, 2006; Peterson et al., 2012), lo cual se comprueba ya que aseguran que la
infertilidad femenina decae rápidamente entre los 35 y los 37 años por la baja en la calidad y
cantidad de ovocitos y un aumento en la tasa de abortos espontáneos. Esto podría deberse a lo
que R. R. Watson (2015) describe en el capítulo del libro Handbook of Fertility: que en
Estados Unidos la educación sexual integral incluye la salud sexual y reproductiva con los
consiguientes síntomas de los problemas que pueden afectar este aspecto de la vida.
Asimismo, se forma a los y las adolescentes sobre las consecuencias de las infecciones de
transmisión sexual (ITS) y su impacto en la fertilidad.
En lo que respecta a Argentina, investigaciones anteriores (Ormart, 2021) han
demostrado que la población comprendida entre 17 y 23 años, del conurbano bonaerense, de
nivel socioeconómico bajo tiende a representar las principales causas de la infertilidad
masculina radican en la mala alimentación, en el consumo de drogas y. en tercer lugar, en la
ausencia de uso del preservativo que predispone a contraer ITS. En cambio, las principales
causas de la infertilidad en las mujeres representadas por este grupo poblacional radican en la
edad, en abortos mal realizados y en enfermedades hormonales.
Un número importante de la muestra tomada por esta investigación (73 %) indica que
considera que el deterioro de la fertilidad de la mujer inicia a partir de los cuarenta. Este dato
erróneo tiene impacto en la planificación familiar. Asimismo, en lo que respecta a este tema,
el 59,2 % dice que no es necesario hablar con el ginecólogo a la hora de iniciar un proyecto
de familia.
Investigaciones sobre las representaciones asociadas al cuidado y la preservación de la
fertilidad adquieren importancia a la hora de implementar planes de formación y
concientización sobre los aspectos biológicos de la reproducción humana. De las mujeres
encuestadas por K. Mac Dougall, Y. Beyene, y R. D. Nachtigall (2013) el 23 % indica que de
haber sabido que tendrían que recurrir a una FIV o a donación de gametos para ser madres,
hubieran tenido hijos antes.
Con relación a la donación de gametos, investigaciones en Argentina y España; Álvarez
Plaza y Pichardo Galán, 2017) explican que los motivos principales por los cuales hombres y
mujeres donan son obtener compensación económica y ayudar a otra persona o pareja a
formar una familia. En Argentina, el 38 % de las donantes de ovocitos lo harían por ambos
motivos mencionados y el 30 %, en España (Lima, Rossi, Kohen y Ormart, 2019). Por otro
lado, estudios realizados por Cristina Lucía y Rocío Núñez (2015) indicaron que para el caso
español, la mayoría de los encuestados donarían con fines económicos y solo unos pocos
(23,91 % hombres y 31,6 % mujeres) aluden exclusivamente a motivos altruistas.

Objetivos
General
Conocer las representaciones que tienen los y las estudiantes de nivel superior de la provincia
de Buenos Aires sobre la donación y el cuidado de la fertilidad en función del género.

Específicos
 Establecer el grado de conocimiento que tienen los jóvenes estudiantes de la
provincia de Buenos Aires sobre el cuidado de la fertilidad y la donación
reproductiva.
 Comparar las representaciones de los jóvenes estudiantes de la provincia de
Buenos Aires sobre la donación y el cuidado de la fertilidad de acuerdo a su
género.
 Comparar las representaciones de los jóvenes estudiantes de la provincia de
Buenos Aires sobre el cuidado de la fertilidad de acuerdo a su franja etaria (17-
21) (21-25) (+26).

Hipótesis
1- Los y las jóvenes que están cursando estudios terciarios o universitarios en la
provincia de Buenos Aires tienen escasos conocimientos sobre el cuidado de la
fertilidad.
2- Los y las jóvenes estudiantes de la provincia de Buenos Aires no piensan en su
futuro reproductivo dado que lo ven como algo muy lejano.
3- Hay una ausencia de planificación familiar en los y las jóvenes que están cursando
estudios terciarios o universitarios, debido a la falta de información sobre el cuidado
de la fertilidad.
4- No hay diferencias sobre el conocimiento acerca de los cuidados de la fertilidad
entre ambas franjas etarias de la población estudiada.

Metodología
Población
La población de esta investigación se forma con estudiantes de nivel superior de institutos
públicos y privados que están cursando carreras universitarias, tecnicaturas universitarias o
tecnicaturas no universitarias.
La muestra quedó conformada con 635 sujetos de los cuales el 67,7 % (N=430) dice ser
mujer, el 32,1 % (N=204) dice ser hombre y el 0,1 % (N=1) declara no ser ni mujer ni
hombre. El promedio de edad de quienes conforman la muestra es de 22,75 años.
El 2,9 % (N=14) de la muestra respondió estar cursando el último año del nivel medio y
asistiendo a materias o cursos de ingreso a la universidad. Del porcentaje restante, el 60,3 %
(N=383) respondió estar cursando un nivel terciario universitario; el 29 % (N=186),
universitario de licenciatura; el 7,2 % (N=46), una tecnicatura universitaria; el 1,8 % (N=12),
un nivel terciario no universitario (profesorado), y el 1,2 % (N=8) estar cursando nivel
terciario no universitario. Considerando que aquellas personas encuestadas que estuvieran
cursando el nivel medio quedaron abarcadas por el criterio de exclusión de la muestra, de los
demás niveles el 2,8 % (N=18) cursa sus estudios en una institución privada, mientras que el
97,1 % los lleva a cabo en una institución pública (N=617).
En la actualidad, el 89,6 % (N=569) dice no tener hijos, mientras que el 10,3 % (N=66)
sí los tiene.
Se trata de familias numerosas, ya que en un 60 % están integradas por cuatro o más
personas. El 14,5 % del grupo familiar cobra entre 41.000 y 60.000 pesos y solamente el
12,44 % de la muestra cobra más de $ 61.000 —con indicador de canasta básica familiar para
no caer en la pobreza de $ 47.215,977 para un grupo familiar de cuatro personas—.

7 Datos del INDEC de agosto 2021.


Instrumento
El instrumento que se utilizó fue un cuestionario de Googleforms compartido en redes
sociales —Facebook y WhatsApp— en forma de muestreo de bola de nieve.8
El formulario tenía 5 secciones con un total de 37 preguntas sumadas al consentimiento
informado de participación. De la encuesta, para elaborar este trabajo nos hemos centrado en
la donación y planificación familiar.

Resultados
Para analizar los resultados, a la población relevada se la analizó desde dos cortes
transversales: edad y género.

Planificación familiar

Tabla 1.
Presencia o ausencia de hijos o hijas según franja etaria

Fuente: elaboración propia

En la Tabla 1 pueden observarse datos que correlacionan con las investigaciones que
certifican a nivel mundial un retraso en la constitución de la maternidad/paternidad ya que en
las primeras tres franjas etarias la diferencia es significativa. Los datos se vuelven parejos
solo hacia la última parte de la población relevada, es decir, mayor de 26 años.

Tabla 2.
Presencia o ausencia de hijos o hijas según el género

Fuente: elaboración propia

De la mano con lo expresado antes, el corte transversal de la Tabla 2 que refiere al


género evidencia que las mujeres tienen más hijos que los hombres.
8 El muestreo por bola de nieve es una técnica de muestreo no probabilística en la que los individuos
seleccionados para ser estudiados reclutan a nuevos participantes entre sus conocidos.
De quienes sí tienen hijos, la mayoría buscó tenerlos, y la tendencia más fuerte se
observa en el grupo mayor de 25. Esto tiene que ver en gran parte con que es el grupo etario
con mayor porcentaje de personas que son padres/madres.

Tabla 3. Búsqueda de hijos o hijas según género

Fuente: elaboración propia

Ahora, la Tabla 4 hace un corte transversal según el género en lo que respecta a la


búsqueda de esos hijos o hijas. Al igual que en la tabla anterior, quienes no responden es
porque no los tienen. Pero es sumamente interesante rescatar que de aquellos o aquellas que
sí tuvieron hijos, las mujeres puntúan más alto en «Lo buscó», mientras que los hombres
indican con mayor frecuencia que no buscaron a sus hijos o hijas

Tabla 4.
Representación de edad ideal para tener hijos o hijas

Fuente: elaboración propia

Que el grupo etario de 17 a 21 años haya escogido la opción «Después de los cuarenta»
en un 5,25 % habla de la falta de información sobre el declive de la capacidad fértil de las
mujeres. Sin embargo, no hay datos sobre esa misma categoría en poblaciones mayores, lo
que requeriría de mayores y más profundas investigaciones para estudiar las representaciones
de la población de esta franja etaria. De la mano con esto, va el amplio porcentaje que obtuvo
la categoría «No hay una edad ideal» en todas las franjas etarias, aunque resaltan las del
grupo 17-21 y +26.
Que los menores porcentajes se den en la opción «Antes de los 25 años» correlaciona
con los resultados explicitados en la Tabla 5.

Tabla 5.
Representación de edad ideal para tener un hijo/ o hija según el género.

Fuente: elaboración propia

En lo que respecta a la edad ideal para tener un hijo, puede verse que tanto hombres
como mujeres indican en un porcentaje cercano 30 % que la mejor edad es «Entre los 25 y los
30 años» y «Entre los 31 y los 35 años», edades en las que efectivamente, tanto hombres
como mujeres —pero en especial estas últimas— son más fértiles. Sin embargo, hay un 3,
79 % de mujeres que indican que la mejor edad para tener un hijo o hija es entre los 36 y los
40, no teniendo en cuenta el declive paulatino que las mujeres tienen en lo que respecta a su
fertilidad a partir de los 35 años. En contraposición, en esta misma categoría, el hombre
puntúa más alto, lo que indica un mayor desconocimiento sobre la fertilidad femenina.
Asimismo, los estudiantes suelen pensar que para esa etapa ya habrán terminado sus estudios
y se habrán insertado laboralmente. Esto se correlaciona con la próxima tabla, en la que se
visualizan los logros esperados a futuro.

Tabla 6.
Planes antes de tener un hijo o hija según edad

Fuente: elaboración propia


Cómo se desarrolló antes, las y los jóvenes de la generación Y han sido quienes han
vivido crisis económicas mundiales y el imperante avance del capitalismo, lo que los ha
dejado en una situación de vulnerabilidad laboral. Esto se correlaciona con los resultados de
la Tabla 5. Los porcentajes más altos en el grupo de 17 a 21 años y en el de 22 a 25 se da en
la categoría «Conseguir un buen trabajo». A continuación, valoran el hecho de finalizar una
carrera terciaria, para luego comprar una casa. La meta de viajar se encuentra en cuarto lugar.
Sin embargo, las elecciones del grupo +26 tienen mayor variabilidad, por lo que no se
encuentran tendencias muy marcadas, salvo en la categoría «No cree que haya que esperar a
lograr proyectos personales para tener un hijo», en la que se distancia de manera muy
marcada de los otros grupos etarios, ya que los mayores de 26 años ya se encuentran en una
etapa de sus vidas en las que el proyecto de tener hijos pasa a primer plano.

Tabla 7.
Planes antes de tener un hijo o hija según el género

Fuente: elaboración propia

Siguiendo la línea del estereotipo masculino, son los hombres quienes priorizan
conseguir un trabajo y comprar una casa como metas previas a tener un hijo o hija. Estas
elecciones parecerían reproducir el estereotipo de género del hombre proveedor.
Por otro lado, las puntuaciones de tener una casa y terminar una carrera terciaria son
parejas en ambos géneros. Estas categorías parecieran apuntar a objetivos de superación
personal más que a algo compartido.
Las mujeres destacan en el hecho querer terminar sus estudios y viajar. Un dato
interesante es el resultado de «No cree que haya que esperar a lograr proyectos» para ambos
géneros, ya que esta selección apuntaría a valores sociales y culturales propios de la
generación Y.

Cuidado de la fertilidad
Existen diferentes mitos acerca de las causas de infertilidad en hombres y mujeres. A
continuación, veremos que algunos de estos mitos se expresan en los resultados obtenidos.
Tabla 8.
Causas de infertilidad masculina

Fuente: elaboración propia

El 31 % de la muestra admite no conocer las causas de la infertilidad masculina.


Algunas de las causas de la infertilidad son prácticamente desconocidas por la mayoría de la
muestra como la extrema delgadez o la obesidad, la edad, el consumo de alcohol o drogas y
la mala alimentación, mientras que aparecen mitos vinculados a las paperas o la excesiva
actividad sexual.
Tabla 9.
Causa de infertilidad femenina

Fuente: elaboración propia

La edad de la mujer es ubicada como la causa más importante de la infertilidad. El


28 % considera que el estrés es causa de infertilidad en los hombres, pero solo el 9 % en las
mujeres. En las mujeres y en los hombres no se visibiliza el índice de masa corporal como
factor importante en la infertilidad.
Tabla 10.
Cuidados de la capacidad reproductora

Fuente: elaboración propia

Aquí encontramos respuestas erróneas como que la genética importa y no los hábitos o
tener sexo una vez por semana es bueno para la capacidad reproductiva.

Tabla 11.
Familia monoparental según el género

Fuente: elaboración propia

Como se mencionó antes, la población comprendida en la franja etaria elegida para esta
investigación forma parte de una generación que atraviesa una crisis económica, lo que le
dificulta lograr los componentes necesarios para la independencia; independencia que se
figura valiosa para luego tener una familia. Sin embargo, también es una generación que
atraviesa una crisis de valores, entre ellos, el ideal de una pareja estable como condición
necesaria para un proyecto familiar.
En la Tabla 11 se puede ver que las mujeres tienden más a considerar la idea de ser
madres solteras. Sus puntajes son más altos en «Sí» y en «Tal vez» en contraposición con el
hombre que en su mayoría contestaron que «No», y que aquellos que contestaron que «Tal
vez» son menos que quienes eligieron esa otra opción y que se identifican con el género
contrario.

Tabla 12.
Familia monoparental según la edad

Fuente: elaboración propia

En la Tabla 12 puede verse un corte según franja etaria de la opción de formar una
familia monoparental si no se consiguiera pareja estable. Puede verse que el grupo más joven
es el que rechaza la idea más fuertemente. Por el contrario, la respuesta del «Sí» es más
pareja, con una diferencia porcentual de casi diez puntos en el grupo +26.

Donación de gametos
Sea por infertilidad biológica o infertilidad estructural (parejas igualitarias/madres solteras),
algunas persona requieren de la donación de gametos. ¿Estarían los sujetos comprendidos en
esta población dispuestos a donar gametos?

Tabla 13.
Donación de gametos según género

Fuente: elaboración propia

La Tabla 13 arroja que tanto hombres como mujeres deciden no contestar. Sin embargo,
entre los que sí contestan, son las mujeres las que seleccionan «Sí donaría».
Tabla 14.
Donación de gametos según franja etaria

Fuente: elaboración propia

Al igual que en la Tabla 13, la mayoría de la muestra, independientemente de su edad,


decide no contestar. Sin embargo, al analizar los datos de aquellas personas que sí
contestaron tomando la variable de grupo etario como transversal se obtiene que son aquellas
mayores de 25 quienes sí donarían, con una marcada diferencia si se las compara con los
otros dos grupos etarios, que no presentan una diferencia tan fuerte entre ellos.
Tabla 15.
Justificación de donación de gametos

Fuente: elaboración propia


*Respuestas relacionadas con la equiparación a otros tipos de donación, a la incertidumbre de no saber qué
harán con su material genético y el producto (crianza de la niña o niña) o simplemente porque sí.

Como puede verse en la Tabla 15, haciendo un corte transversal según el género de
quienes sí donarían se puede encontrar con una fuerte presencia la justificación relacionada
con el altruismo. Responde a una ayuda desinteresada, que no persigue ningún fin, hacia
quienes no pueden concebir por diversos motivos. Por otro lado, se destaca como dato aparte
las respuestas de quienes contestaron por motivos de infertilidad, ya que aclararon que
donarían a quienes la padecen. Un bajo porcentaje, pero significativo, de mujeres aluden a
motivos específicos más personales que son la retribución económica y la donación solo a su
entorno próximo (conocidos, allegados). Por último, el resto de la población pareciera tener
cierto despojo emocional con su material genético y respondió que no planea hacer uso de
este con fines reproductivos o que lo darían para que otros los usen, equiparándolo a
cualquier tipo de donación. También se encontraron respuestas de «Porque sí» sin
fundamentación más profunda. Cabe destacar que en el caso de la población que se definió
como hombre, este tipo de respuestas fueron las segundas más frecuentes (29 %). Sin
embargo, la compensación económica aparece solo en aquellas personas que se definen
mujeres, lo cual se correlaciona con estereotipos de género y la vulnerabilidad en lo que
respecta al ámbito laboral en la que se encuentran las mujeres.

Tabla 16.
Justificación ante la no donación de gametos

Fuente: elaboración propia


*Respuestas relacionadas con cuestiones personales, no compartir el material genético

La Tabla 16 nos muestra los porcentajes de la población que no están dispuestos a


donar sus gametos. El motivo que prevaleció más tanto en hombres (47 %) como en mujeres
(36 %), se relaciona con no sentirse cómodos ya fuera por el temor al proceso médico que
implica como a la incertidumbre sobre el destino/fin de su donación. Esta última podría llegar
a relacionarse con la segunda categoría más frecuente («Sería mi descendencia»). Tanto
hombres (27 %) como mujeres (26 %) responden que el material genético donado sería un
hijo que no conocerían y sobre el cual no tendrían incidencia en la crianza. El punto a resaltar
hasta aquí es que las dos categorías tienen los porcentajes más altos en ambas poblaciones,
con coincidencia de respuestas o posicionamiento tanto en hombres como en mujeres. Sucede
a la inversa en las categorías «Se puede adoptar» y «Falta de información». La primera
equipara el proceso de donación con la adopción de niños, es decir, piensan que antes de
recurrir a gametos de terceros para lograr un embarazo, estas personas podrían adoptar. La
otra tiene que ver con la falta de información sobre el proceso, incluyendo el uso (apropiado
o no) que se le dará a lo que ellos donan.
Por último, la categoría de respuestas varias engloba aquellas respuestas que denotan
una posesión sobre el material genético, el cual no compartirían con nadie. Se podría ver
cierto valor emocional sobre los genes propios, sobre aquello que es propio y no se comparte,
que reviste un alto peso significativo en este en este porcentaje de la población (hombre
20 %, mujeres 25 %), lo cual es relevante para la investigación.

Discusión
Los resultados obtenidos en este trabajo coinciden con lo expuesto por Lugones (2021). Hay
una tendencia poblacional a retrasar la maternidad/paternidad generando así un
envejecimiento poblacional (Tablas 1 y 2). Este retraso pareciera explicarse por las
dificultades económicas y de inserción laboral que tiene la población estudiada (DeVaney,
2015). Dado que la generación Y es aquella que ha pasado por crisis económicas, tiene
sentido que tiendan a valorar ampliamente la obtención de una buena remuneración antes de
formar una familia (Pyöriä, et al., 2017; Stout et al., 2020). El hecho de que sea un grupo
poblacional tendiente a un equilibrio entre la vida personal y el trabajo, es lo que agrega al
hecho del buen salario, la estabilidad laboral como un objetivo primordial antes de tener hijos
o hijas (DeVaney, 2015). Esto se evidencia en la Tabla 3, donde se indica que es el grupo
etario que supera los 25 años aquel que buscó tener hijos o hijas. Si estos datos se
correlacionan con el género (Tabla 4) son las mujeres las que tienden a buscar hijos o hijas en
mayor medida, reproduciendo así el mito de mujer=madre (Fernández, 1993) que se
profundiza en los países de tradición católica (Ormart, 2021). El aspecto altruista es otro
rasgo, que hemos encontrado en investigaciones anteriores (Lima et al., 2019; Ormart, 2020b;
Ormart et al., 2021) vinculado a esta tradición religiosa.
Las metas reproductivas no están exentas de reproducir los estereotipos de género
(Tabla 10). Como se pudo ver en los resultados, los hombres siguen priorizando conseguir un
buen trabajo y reproducen así la lógica del hombre proveedor para poder mantener una
familia, así como también se sostiene el mito de la maternidad como esencia de la femineidad
(Fernández, 1993). Los estereotipos de género (Ormart y Fernández, 2020) son tan poderosos
como invisibles y tienden a cristalizar formas de la feminidad y la masculinidad.
El hecho de que la femineidad radique en la maternidad sigue impregnando el
imaginario social y orienta las prácticas de los y las jóvenes, dado que a lo largo de la
investigación se reconoció que las mujeres aseguran querer formar una familia a pesar de no
tener pareja, a diferencia de los varones. Esto puede verse en el hecho de que las mujeres
hayan puntuado más alto a la hora de considerar tener una familia monoparental a pesar de no
tener una pareja estable (Tabla 10). Lo que cabe preguntarse en este punto es si esta elección
es un deseo genuino que tiene que ver con el empoderamiento de la mujer a la hora de
cumplir con su deseo, rompiendo con los valores patriarcales que históricamente la han
ubicado dependiente de un compañero masculino, o si, por el contrario, es otra manifestación
del patriarcado que las obliga a ser madres mediante la ecuación simbólica de
«mujer=madre».
El ideal altruista impacta fuertemente en las mujeres que en un 85 % señalan en la
ovodonación el impulso de ayudar a otros (Tabla 15). Este resultado, responde a constructos
sociotécnicos de los centros reproductivos o sociales (Ariza, 2017; Ormart y Abelaira, 2020),
que remiten a una tradición propia de los países de cultura católica, en la que el altruismo y la
solidaridad se presentan como ideales de gran peso en la población (Ormart, 2020). En una
relación dialéctica los discursos y las prácticas performar cuerpos femeninos para la
maternidad y masculinos para el sostén de la familia.

Conclusión
El presente estudio nos ha permitido confirmar nuestras hipótesis.
Los y las jóvenes que están cursando estudios terciarios o universitarios en la provincia
de Buenos Aires poseen conocimientos erróneos y escasos sobre el cuidado de la fertilidad.
Los y las jóvenes estudiantes de la provincia de Buenos Aires no piensan en su futuro
reproductivo dado que lo ven como algo muy lejano. Si hacemos una lectura de género
podemos observar que las mujeres imaginan un futuro reproductivo aún sin pareja, dándole
mucha importancia a la conformación de una familia desde lo volitivo, aunque no cuentan
con información correcta sobre las formas de cuidar su fertilidad, ni los factores que influyen
en la infertilidad. Los varones piensan en formar una familia si logran tener una pareja para
hacerlo, el proyecto familiar monoparental es más escaso.
Hay una ausencia de planificación familiar en los y las jóvenes que están cursando
estudios terciarios o universitarios, debido a la falta de información sobre el cuidado de la
fertilidad y porque se sobreestimar la posibilidad del embarazo.
No hay diferencias sobre el conocimiento acerca de los cuidados de la fertilidad entre
ambas franjas etarias de la población estudiada.
Un conocimiento deficiente de la fertilidad será un factor que contribuirá a que muchas
personas no logren su objetivo de ser padres o madres (Everywoman, 2013). Comprender el
ciclo reproductivo y la fertilidad es esencial tanto para el uso eficaz de la anticoncepción,
para controlar la fertilidad, como para planificar un embarazo y no llegar a la infertilidad por
el paso del tiempo. Esto incluye educación para ayudar a mujeres y hombres a comprender
cómo su fertilidad individual puede disminuir con la edad, según una combinación de
factores genéticos y de estilo de vida. A su vez se evidenció el bajo conocimiento sobre la
donación de gametos, el cual es pensado mayoritariamente de manera altruista. El
interrogante que generan los resultados en cuanto a los encuestados es: ¿Es posible inferir que
la falta de conocimiento sobre la salud reproductiva oculte la posibilidad de pensarse como
futuros receptores de material genético? Por otro lado, podríamos preguntarnos por el destino
universal de la fertilidad en hombres y mujeres: ¿acaso todos y todas tienen necesariamente
un proyecto reproductivo futuro?
La educación sobre la fertilidad debe ser una parte central de la educación sexual
integral (ESI) en el nivel secundario y universitario. En este último, la ESI es casi inexistente 9
y en el nivel secundario se abordan mayoritariamente temas vinculados a la anticoncepción y
enfermedades de transmisión sexual, pero no al cuidado y preservación de la fertilidad.
Encontramos imprescindible brindar conocimiento científico para poder tomar decisiones
sobre la planificación reproductiva. Es importante destacar la relevancia de la educación
sexual para el conocimiento de asuntos relacionados con la biología reproductiva y
consecuentemente, la posibilidad de demanda de derechos reproductivos. Sin embargo, el
saber en términos teóricos no alcanza para explicar las decisiones que se toman en la práctica
(Ormart, 2020a). El conocimiento es una base que permite una fundamentación racional del
obrar, pero lo afectivo, lo social y lo actitudinal (valores, creencias) supone componentes que
exceden el plano deliberativo.

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9 Movida por esta preocupación he propuesto una práctica profesional de investigación en la Facultad de
Psicología de la Universidad de Buenos Aires, siendo la única carrera de grado en psicología que cuenta
con esta oferta curricular. Asimismo, nos encontramos explorando el nivel secundario, observando que
en este nivel no se trabaja el tema del cuidado y preservación de la fertilidad.
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