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Alfredo expresa que nosotros, la cultura occidental, deberíamos llevar esta descalcez, a
la vida: al jardín, a la casa, al lugar de oración con el Padre, etc.
El que va calzado "pisa" la tierra, el que va descalzo como que vuela, "va sobre" la
tierra; no la "pisa" sino que "va por encima". Acaricia…
Albufera-14, Liberar los pies II - enviado el día 14 de mayo 2000.
La descalcez ayuda a ser más sensible:
Descalzos percibimos los distintos tipos de suelo: su agresión, su frío, su calor, su
agrado…. Así nos damos cuenta de la variedad de la naturaleza, de las cosas, …
Se "cobra conciencia" de, la "arisquedad" de la tierra, del universo y, por ende, de
las gentes y del trato con los humanos. Se sabe entonces, "pisar con cuidado", ver
donde "se ponen los pies".
Y en contraposición dice:
Al ir siempre calzado, sin darse cuenta, uno adquiere una seguridad que implica
un desprecio, incluso, a estas realidades del suelo. En el fondo es pura soberbia.
. Otro aspecto sobre relaciones humanas… La "fisiología" de los pies en el cuerpo, repercute
también en la sicología: la privación de los pies como detectores de la temperatura y orientadores
de la reacción, hace que tampoco nos demos cuenta, en el plano sociológico, y andemos
desorientados no reaccionando adecuadamente respecto a la "temperatura humana" de
cordialidad, ambiente, relaciones interpersonales… Es más realista en este campo quien, gracias
a la descalcez, es más realistas respecto al calor y al frío. Albuferas 464, 3 de enero de 2009. Texto del 07-X-80
Otros aspectos DE LA DESCALCEZ
1) Sobre la sensibilidad. Al ir descalzos, la planta de los pies se nos endurecerá… (pero es falsa la idea
de que perderá sensibilidad).
Al ir descalzos, tener los pies al aire, se adquiere "más sensibilidad", una sensibilidad específica,
propia del pie para sentir lo que pisa. Lo que disminuye es la "hipersensibilidad enfermiza" de las
pieles que están encerradas.
2) Tocar, acariciar. La misma educación que cubre los pies, dice a las manos: "no toques". Los pies son
como la raíz del tocar (tocar con los pies la tierra es el primer tocar), todo el cuerpo y especialmente las
manos están atenazadas (como los pies), atrofiadas, tímidas… para tocar las cosas, las personas, el
universo.
3) Los pies, en su caminar, son silenciosos. (En general los zapatos, los tacones, las botas hacen ruido,
pisan fuerte…)
Con los pies… llegamos a descubrir, sentir, gozar, el silencio: ese misterioso espacio donde cobrará
armonía, sentido y belleza, la palabra, la sonoridad del universo, la música.
Descalcez y salud:
El contacto del pie con el suelo también es una fuente, no solo de posibles
infecciones o heridas, también de un conocimiento y autodenfensa de
gérmenes e infecciones que fortalecen, vacunan todo nuestro cuerpo.
Si cubrimos los pies, ciertamente a unos gérmenes les será más difícil entrar,
pero se colarán más fácilmente por otras partes del organismo, no tan
preparadas para defenderse, y encontrarán un cuerpo inadvertido, sin defensas,
y menos resistencia.
Vamos terminando,
Alfredo graba sobre la descalcez. En coche camino de Roma. Mediados de los 80. (Transcripc. realizada y revisada en la Punta de la Mona, Granada, el 11 de agosto de 2005. Jesús García Peralta).
Descalcez y libertad.
Cuando una persona va calzada, lejos de que tenga más facilidad para volar en su espíritu, resulta
que no. El calzado es como un grillo que atenaza, ata al suelo, no deja moverse, y por mucho que las
manos aleteen, no se puede remontar ningún vuelo.
En cambio, al sentir los pies libres, es tal la sensación de libertad y de ligereza que, aunque se
apoyen de vez en cuando en el suelo para pisarlo, poder andar; parece que vuele, es una
sensación de libertad, verdadera…. Con la descalcez aunque no se abandona este mundo del
todo, sí se siente libre de él. Este mundo no lo aprisiona.
La gente que está calzada, que se siente aprisionada por un deber, por unos deberes, por unos
uniformes, por una manera que impone la sociedad de ir cazados, de ir vestidos…, fácilmente
fuerzas a los demás, les manda, impone. La bota siempre ha sido un signo dictatorial de mando.
Cuanto más libre es uno, menos ansias de mandar.
En cambio, Cuando uno se siente atenazado es cuando su único desahogo,
su única posibilidad de actuar, es atenazando a los demás.
El libre hace libres, el esclavo hace esclavos; cuanto más libres nos sintamos, más respetamos la
libertad de los otros.
¡MUCHAS GRACIAS!