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SILENCIO
El inspirador de esta murtra así como de otras murtras que hay en diversos
países fue el P. Alfredo Rubio de Castarlenas, al cual algunos y algunas de
ustedes conocieron. Él pasó temporadas en Hermosillo. Así como la Murtra
Santa María del Silencio está enclavada en el desierto de Atacama, esta ciudad,
Hermosillo, está situada en otro impresionante desierto, el de Sonora. El
desierto, dentro de las distintas tradiciones espirituales siempre se ha concebido
como un lugar idóneo para el encuentro con Dios. Sin embargo, también
podemos hacer desierto en medio de la ciudad. Solo es necesario retirarnos un
poco del ruido, de las prisas, del activismo, buscar un lugar tranquilo donde estar
a solas y en silencio. Carlo Carretto decía: si no puedes ir al desierto haz un
desierto en tu vida, en tu día a día.
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con Dios: los vuelve libres y no asimilables” (Papa Francisco al 'Meeting
de Rimini').
Cerrar la puerta significa conectar con mi ser y con el Dador de todo ser.
¿Cuál es la condición para sintonizar con Dios, para conectar con él?
Estar dispuesto/a a amar a los enemigos. ¿Cómo voy a sintonizar con
Dios que hace llover sobres justos e injustos y que hace salir el sol sobre
buenos y malos si yo no estoy en la misma onda que él? esto es
importante pero no es fácil. Sin embargo, debemos tener esa intención de
corazón y pedirle a Dios que nos ayude a no albergar odio ni rencor y a
ver en cada ser humano un hermano, alguien digno de ser amado por el
solo hecho de existir.
1
Javier Melloni, Hacia un tiempo de síntesis, Fragmenta Editorial, Barcelona, 2011
2
pobreza, de abandono. El exceso de actividad es uno de los principales
obstáculos a vencer. Muchas personas jubiladas dicen que están incluso
más ocupadas que antes. Pareciera que si no trabajamos mucho, si no
tenemos la agenda permanentemente llena, empezamos a sentirnos
culpables. ¿Será que nuestra vida está tan vacía que tenemos que llenarla
a base de actividad? ¿Tenemos miedo a no tener nada que hacer? El
dominico sudafricano Albert Nolan señala al activismo como la suprema
distracción, “nos distrae de la conciencia de nosotros mismos y de la
conciencia del mundo real. Nos distrae de la conciencia de Dios. El
activismo nos deja encallados en el mundo al revés que Jesús trató de
poner al derecho. El activismo se asemeja al sonambulismo… despertar,
llegar a ser más plenamente conscientes y afrontar las realidades de la
vida exige un cierto grado de silencio y soledad, como en el caso de
Jesús.” 2
2
Albert Nolan, Jesús, hoy, Editorial Sal Terrae, 2007, p. 130
3
Citado en José Tolentino Mendonça, Pequeña teología de la lentitud, Fragmenta Editorial, p. 8
3
ya fueran de trabajo, o una cena con amigos, un buen rato antes de la
hora. Llegaba al lugar y hacía tiempo, callejeando tan feliz, de aquí para
allá, sin avisar a nadie. Cuando los amigos lo sorprendían y le
preguntaban porque no había llamado a la puerta, su respuesta era algo
así como “por el placer de esperar”. Esto también me recuerda a lo que
decía Alfredo Rubio respecto a que llegar con tiempo a los lugares, es
llegar con amor.
4
Alfredo Rubio de Castarlenas, Curso “El hombre a solas”, Barcelona, 1989-1990
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nuestra vida hacemos diques de espacio y tiempo para estar en soledad
y silencio.
Cierro la puerta.
Me quedo solo.
Me envuelvo de silencio.
Cierro los ojos.
Y me tumbo en la alfombra
y a poco...
***
Vemos pues que lo primero es percibir este don: ¡existo! Y este percibir pasa en
primer lugar no por la mente, sino por los sentidos. Sentidos, que
lamentablemente, tenemos hoy muy atrofiados. Primero, percibir. Lo que los
sentidos captan, después se incorpora y se hace pensamiento. Y finalmente
viene la acción, se lleva a cabo lo que se ha pensado.
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La percepción, como instrumento de contemplación, es lo primero, es el origen.
Podríamos decir que la percepción, la contemplación, constituye la condición de
posibilidad de cualquier conocimiento.
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Pero además de descubrir esto, se va purificando la imagen que tenemos de
Dios. Eso es lo que hizo Jesús. Fue mostrando a sus contemporáneos una
imagen de Dios que se alejaba de la imagen de un dios lejano, vengativo,
justiciero. Actualmente se está hablando de la emergencia de un nuevo
paradigma: “por unos es llamado ontonomía, ‘el orden interno del ser’, y por
otros, teonomía, ‘el orden interno de Dios’, ya no concebido como un ser
supremo y ajeno sino como la profundidad y consistencia última de todas las
cosas. Javier Melloni señala que este nuevo paradigma lo podríamos identificar
como “la etapa mística, según la cual se abre un nuevo acceso a la realidad: ya
no rige el mito (la exaltación de la emotividad y de la sensibilidad) ni el
absolutismo de la razón o de la mente, sino que nace una mirada y percepción
interiores que provienen de la capacidad de guardar silencio y escuchar la
realidad.” 5
5
Javier Melloni, Hacia un tiempo de síntesis, Fragmenta Editorial, Barcelona, 2011, p. 240
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y no en ensimismamiento, en entrega de uno mismo y no en voluntad
de poder. Cuanto más bello o sublime es aquello a lo que aspiramos,
más atentos debemos estar si llegamos como apropiadores o
despojados, como conquistadores o como conquistados, y si llegamos
solos o hermanados.” 6
En el desierto de Atacama, en ciertos años, se da el fenómeno del desierto
florido. El desierto queda cubierto por un manto de flores llenas de colorido y
diversidad, un verdadero espectáculo de belleza, un regalo para los sentidos.
Podríamos preguntarnos ¿para quién florecemos nosotros, cada uno de
nosotros, en el desierto del mundo?
6
Ibid, p. 159