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ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS

Los elementos de los contratos se dividen en dos categorías: 1) De existencia y 2) De validez. Los
primeros son esenciales o de definición, porque al fallar uno de ellos, el contrato no llega a
formarse, no existe, es la nada jurídica y, lógicamente no producirá nunca efectos de derecho; la
nada, nada produce. Los segundos son requisitos que la ley exige que deban reunir los contratos
para que, una vez existentes, produzcan plenamente los efectos jurídicos que las partes persiguieron
al realizarlos. Unos y otros están enumerados e nuestro Código Civil y son los siguientes:

1673CCQ ARTÍCULO 1294. “Para la existencia del contrato” se requiere:

A) Consentimiento.
B) Objeto que pueda ser materia de contrato”. A los cuales agregamos: (CAPÍTULO VI –
Núm. 62)
C) Solemnidad.
D) Que este dentro del orden jurídico.

ARTÍCULO 1674 CCQ . (Interpretado a “contrario sensu” para fines didácticos) Para la validez del
contrato se requiere:

A) Capacidad legal de las partes.


B) Ausencia de vicios del consentimiento.
C) Que su objeto, motivo o fin sea lícito.
D) Que el consentimiento se haya manifestado en la forma que la ley establece.

Elementos de existencia

A) Consentimiento

Significa acuerdo de voluntades. Cada una de las partes concurre con su voluntad para celebrar
el contrato, y ese concierto de voluntades es el que en derecho recibe el nombre de
consentimiento. Se afirma que es el elemento de definición porque, precisamente contrato es el
acuerdo de dos o más voluntades. Si faltase la voluntad de una de las partes no existiría el
consentimiento y, por lo tanto, tampoco podría existir el contrato. Consecuentemente, nunca
producirá efectos jurídicos, porque, ¿puede el estudiante imaginarse el caso de que le exijan el
cumplimiento de un “contrato” en el cual en el cual en ningún momento ha manifestado su
consentimiento?,

Por supuesto que sería absurdo. 1682cCQ El consentimiento se puede expresar, no dice el art. 1809
C.C., en dos formas:

A .- Expresa y b.- Tácita.

Esparcimiento de tiro al blanco del donatario o propiciar que éste cometiera un delito.

E) Forma
“Cuando la ley exija determinada forma para un contrato, mientras que éste no revista esa forma no
será válido (art. 1731 CCQ

La forma es la manera como se exterioriza la voluntad, y para que el contrato tenga validez, en
ocasiones en que no basta que se haya manifestado exteriormente la voluntad, sino que se lleva a
cabo la forma que para ello exige la ley.

Formas que registra el art. 1803 C.C. son a) Expresa y b) Tácita.

a).-Expresa. Cuando se manifiesta:

1.- verbalmente

2.- por escrito y

3.- por signos inequívocos.

b).- Tácita. Cuando resulte de actos que lo presupongan necesariamente.

1.- Los contratos verbales, a los que no se exige más formalidad para que sean válidos se
denominan consensuales. A ellos pertenece también, lógicamente, los aceptados en forma tácita.
Ejemplo de estos últimos: quien sin proferir palabra alguna ocupa un asiento en un restaurante.
Tácitamente está celebrando el contrato por el cual le servirán alimentos y, por su parte, pagará por
ello. Quien se sienta en el banco del limpiabotas, no será para leer el periódico, sino para el aseo de
su calzado.

2.-Los contratos por escrito que, precisamente, para que sean válidos así lo requiere la ley, se
denominan formales; en este caso el escrito puede ser privado o público. Privado es el que debe ser
firmado por las personas que en él contraigan obligaciones, con o sin testigos. (Art. 1838 C.C.). Los
públicos son los que se celebran ante un Notario Público, y éste lo hace constar en Escritura
Pública.

3.- Los solemnes serán cuando en su celebración deba intervenir un funcionario representante de la
autoridad.

La lesión, porque tal desequilibrio debe ser obvio, debe estar a la vista. Por lo tanto, no basta la diferencia
exagerada entre lo que se da y lo que se recibe. Se requiere, además, que quien obtiene el lucro excesivo lo
haga a costa de explotar “la suma ignorancia, notoria experiencia o extrema miseria de otro”. (Art. 1702 C C
Q) Cuando se da cualquiera de estos tres casos, estamos en presencia

Del elemento subjetivo de la lesión.


Se considera vicio de la voluntad en atención a que por virtud de una necesidad apremiante, una situación
económica, social o intelectual infíma de una de las partes, propicia a que la otra abuse de ella injusta e
inmoralmente. Por eso la exposición de motivos de nuestro Código Civil se declara que a la clase desvalida e
ignorante se le da una protección haciendo a un lado la pretendida igualdad ante la ley, puesto que se reconoce
que los hombres son desigualmente dotados por la naturaleza y diferentemente tratados por la sociedad, por su
riqueza, cultura, experiencia, etc. Un contrato lesivo no tiene validez; el perjudicado podrá anularlo o lograr,
por lo menos, la reducción equitativa de lo que se obligó (Art.1702 CCQ).

Ejemplo: En el contrato de hospedaje, el hostelero concede el uso de una recámara a un trabajador del campo
que nunca ha venido a la ciudad cobrándole por ello un precio desorbitante, y el húesped lo paga, puesto que
no tiene ni idea del precio justo. Otro ejemplo es la odiosa figura de la usura en el contrato de mutuo con
interés (que incluso, llevado a extremos, tipifica el ilícito penal de fraude de usura), prestando dinero con
intereses prohibidos por el hecho de que al mutuatario le es extremadamente urgente esa cantidad y de esa
miseria abusa el mutuante (art. 387-Fracc. del Código Penal).

C).- Licitud en el objeto.

Lícito es el contrato que va de acuerdo con las leyes del orden público y a las buenas costumbres (art. 1710
C.C.). Leyes de orden público son las que no permiten que la voluntad de los particulares las contradigan;
además, son irrenunciables los derechos que de ellas emanan. Son las que interesan a toda la sociedad para
que ésta exista, y afectan a toda la comunidad; al contrario de aquellas normas de orden privado que sólo
afectan a los contratantes, y cuyos derechos pueden ser renunciados. El art. 8 C.C. prescribe “Los actos
ejecutados contra el tenor de las leyes prohibitivas o de interés público serán nulos”. Por buenas costumbres
debemos entender el concepto de moralidad que prevalece en un lugar y tiempo determinados; lo que la
sociedad en un momento acepta como moral.

De acuerdo con lo anterior, el objeto debe ser lícito; esto es, lo que se va a dar, hacer o abstenerse no debe ir
en contra de la moral pública (buenas costumbres) ni en contra de normas de orden público (Constitución,
Código Penal, Ley Laboral, etc.) Ejemplos: no es lícito el contrato que tenga como objeto el dar un arma
exclusiva del ejército a un particular, o que tenga que Ilevar a cabo un robo como “servicio”, o que se
abstenga de cobrar el salario mínimo. Respecto del motivo o fin equivale a decir que es la razón que tiene el
contratante y que es la que lo decide a celebrar el acto; es el móvil individual e íntimo y, por lo tanto,
diferente en cada caso. Corresponderá, en último caso, a la fase probatoria de un juicio el constatar si el
donante regaló un rifle para

Civil, y que, dadas las innumerables necesidades de las partes, pueden no encuadrar en algún tipo de contrato.
Precisamente, por estar previsto este caso (art. 1738 C.C. Q) serán contratos y producirán efectos jurídicos. Estos sí están
dentro del orden jurídico reconocido; son existentes.
ELEMENTOS DE VALIDEZ

Los elementos de validez consisten en que una vez formado el contrato con los elementos de existencia, deberá, además,
reunir los que la ley requiere para que sea válido; que llegue a tener una formación perfecta, y así producir todos los
efectos jurídicos que las partes propusieron. En su orden, tales elementos son capacidad, exento de vicios del
consentimiento, licitud y forma (art. 1674 C.C. Q).

A.- Capacidad

Para que un contrato se perfeccione y valga, es necesario que quienes lo celebren sean capaces. Para mejor comprender
este elemento recordemos las dos especies, o más bien, dos grados de capacidad: la jurídica o de goce y la legal o de
ejercicio. La de goce es la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones. Es poder disfrutar de todos los derechos que
conoce el orden jurídico. La capacidad de ejercicio es la facultad de realizar por sí misma actos jurídicos, ejercitar sus
derechos y cumplir sus obligaciones por sí misma. Es justamente esta capacidad de ejercicio a la que se refiere el requisito
de validez que examinamos. En este caso, el derecho requiere que quien contrata tenga el suficiente discernimiento para
hacerse responsable de sus actos, y se concede cuando el individuo ha cumplido 18 años de edad. Pero, adicionalmente, el
derecho tutela a ciertos grupos de personas que no poseen esas calidades y que pueden ser víctimas de abusos, y los
contratos que celebren serán ineficaces, nulos. Estas causas son, la minoría, la locura, la imposibilidad de comunicar su
voluntad y la adicción a las drogas o a las bebidas embriagantes (art. 451 C.C.Q). Las personas que se encuentren en
cualquiera de estos casos no podrán celebrar válidamente un contrato; son los incapaces.

La capacidad de goce la tenemos todas las personas por el sólo hecho de serlo, desde que nacemos y aún antes, al ser
concebidos, Todos podemos ser propietarios, recibir en donación, etc. A cualquier edad, sin embargo, es de anotarse que
también existe incapacidad de goce en ciertos casos, como es el del extranjero que no podrá celebrar un contrato que lo
convierta en propietario de un inmueble en la playa.

No obstante, el hecho de que a un individuo le falte la capacidad de ejercicio no implica que no pueda celebrar contratos;
no podrá celebrarlos por sí mismo, pero sí por medio de otras personas que asuman el papel de representantes.

La representación es una institución jurídica que permite a una persona capaz celebrar actos jurídicos en nombre del
incapaz (en este caso) como si el mismo representado los hubiera celebrado recayendo sobre él los efectos jurídicos.
Ejemplo: un menor del que se requiera que celebre un contrato, lo harán sus padres, en nombre y por cuenta de su hijo; de
un sordomudo que no sepa leer ni escribir, se le nombrará un tutor para que actúe en su nombre y representación.

B. Ausencia de Vicios del Consentimiento.

La voluntad de los contratantes debe manifestarse libremente, sin engaño, y no estar sujeta a presiones o circunstancias
que la hagan desviarse de sus auténticos propósitos La Ley no le reconoce validez a la voluntad de una persona sobre la
cual han influido factores que la apartan de su real y verdadera intención. A esos factores se les llama Vicios del
Consentimiento y son:

a.- Error. Es la falsa apreciación de la realidad. El falso concepto de una cosa, de un derecho o de un hecho. Es vicio de la
voluntad porque el celebrante no hubiera contraído esas obligaciones o las hubiera contraído diferentes si hubiese
conocido la realidad; si hubiere conocido el error en que se encontraba.

Podemos clasificar el error desde dos puntos de vista:

1.- Las consecuencias y

2.- Por la materia sobre la que recae.

De acuerdo a las consecuencias puede ser: error indiferente, error nulidad y error obstáculo.
El indiferente no tiene trascendencia sobre el contrato; recae sobre motivos que no determinaron la voluntad del actor.
(Compré un auto creyendo que me iban a conceder la licencia de manejo y no fue así). No invalida la compraventa. Otro
ejemplo es el error de cálculo aritmético: es indiferente porque sólo da lugar a que se rectifique (Art. 1693 C.C. Q).

El error nulidad recae sobre el motivo determinante de la voluntad y anula el contrato: Adquirí un cuadro en la firme
creencia que era un original de Picasso, pero resultó una excelente copia. Mi voluntad fue desviada determinantemente.
De haber sabido la realidad, no contrato; éste no será válido.

El error obstáculo impide la formación del contrato, es insuperable porque impide la reunión de voluntades que forman el
consentimiento de contrato; por lo tanto es un contrato inexistente. Ejemplo: contrato los servicios de un doctor J.B.
Hernández creyendo que es el cardiólogo, cuando en realidad el doctor J.B. Hernández es dentista.

De acuerdo a la materia sobre la que recae puede ser: de cálculo (aritmético), de hecho y de derecho.

El error de cálculo ya dijimos que sólo da lugar a que se rectifique.

El error de hecho recae sobre la naturaleza del objeto: adquiero un cachorrito creyendo que es de pastoreo, porque de
buena fe así me lo vendieron siendo que resultó ser multicruzado.

b.- Dolo

Es “cualquier sugestión o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno de los contratantes”. (Art.
1694 C.C. Q).

El dolo es una actitud activa de quien obra; es un hacer algo para que el otro se equivoque. Ejemplo: el arrendador resana
las paredes de la casa y las pinta para que el arrendatario caiga en el error de que está en perfectas condiciones de
habitabilidad, siendo que adolece de peligrosas cuarteaduras. O el vendedor que administra un baño de plata a una estatua
que es de bronce para que el comprador caiga en el error de que es de plata maciza.

c.- Mala fe.

“Se entiende por mala fe la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido” (Art. 1694 C.C.Q). Es
una actitud pasiva del que obra; es un no hacer sin sacar al otro del error en que se encuentra. Ejemplo; el vendedor de la
estatua de bronce que sabe que tiene sólo un baño de plata, y el comprador la adquiere como de tal, y aquél que se
abstiene de manifestarle la verdad; deja de mantenerse al otro en el error.

Cabe mencionar que las simples exageraciones propagandísticas no se consideran dolo como vicio de consentimiento;
tales como “el uso de este jabón te hará bella”; “si toma esta bebida será feliz” y demás absurdos como esos (art. 1700
C.C.Q).

Tanto el dolo como la mala fe convergen hacia una consecuencia: la falsa concepción de la realidad: el error.
d- La violencia.

El art. 1810 C.C.Q). afirma que “hay violencia cuando se emplea fuerza física o amenazas que importen peligro de
perder… bienes o valores del contratante”. Es criticable la lista de valores, bienes y personas que enumera el Código, pues
existen otros que, obviamente, amedrantan al que celebra el contrato a la fuerza y le arrancan un consentimiento que no
desea. Lo que requiere la ley es la libertad de decisión. El temor afecta al que es víctima, y le obliga a conceder su
voluntad, aunque en su fuero interno no lo desee. Sencillo es el ejemplo de la violencia física: golpear a una persona hasta
lograr que acceda a prestar sus servicios profesionales; ejemplo de violencia moral: obligar a entregar una donación en
cantidad de dinero a cambio del rescate de un ser querido, con amenazas de lesiones o muerte en caso contrario. En
realidad, es el temor de la víctima lo que vicia su voluntad. Este temor debe ser determinante para la aceptación del
contrato; que sea la causa que lo obligó a consentir. La amenaza debe ser injusta, no sólo una advertencia de lo que puede
pasar legalmente a una persona.

Por otra parte, El solo temor de desagradar a personas a las que se les debe sumisión o respeto, no configura violencia;
ejemplo: la donación que un subalterno hace a su jefe de oficina no invalidará el contrato (art. 1699 C.C.Q).

e.- Lesión.

Es considerada por la doctrina como la desproporción que existe entre los mínimos beneficios que obtiene uno de los
contratantes, frente a las exageradas ventajas de su contraparte. “Cuando alguno obtiene un lucro excesivo que sea
evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga…” (Art. 1702 C.C.Q). Este primer supuesto representa
el elemento objetivo de

1.- Objeto físicamente posible. Si se trata de cosa, debe existir en la naturaleza, (art. 1705 C.C.) y si se trata de un hecho o
una abstención, no debe haber una ley natural que lo impida. Ejemplo de una cosa que no exista en la naturaleza será un
ser mitológico (minotauro, Pegaso, etc.), una cosa imaginaria (el anillo mágico de los nibelungos, la fuente de la juventud,
etc.). No tienen existencia real. Lo mismo sucede con una cosa que ha sido destruida antes de celebrar el contrato, no
existe en la naturaleza, y por lo tanto no hay objeto. El contrato es Inexistente.

Si se trata de hecho, éste debe ser posible para todo el mundo llevarlo a cabo en las mismas circunstancias. Ejemplo de un
hecho imposible: el que el deudor se obligue a prestar sus servicios durante siete días sin descanso alguno. Ejemplo de una
abstención imposible: que un hombre rana se obligue a bucear durante diez minutos sin equipo alguno.

2.- Objeto jurídicamente posible. Si se trata de una cosa, debe ser determinada o determinable en cuanto a su especie y
estar en el comercio (art. 1705 C.C. Q). Significa que la imprecisión sobre la especie de la cosa, o sobre su medida, impide
el cumplimiento del contrato, puesto que no se proporcionan las bases para determinarlo. El acreedor no sabrá qué exigir
ni el deudor que pagar. Las partes no se han puesto de acuerdo sobre el objeto mismo. Ejemplo: El alquiler de una
máquina: no se sabrá si es de escribir, de rasurar, etc.

La cosa debe estar en el comercio. Sabido es que hay bienes que no pueden ser enajenados por particulares, son
incomerciales. El pacto que verse sobre ellos será inexistente por tener como objeto alguna cosa jurídicamente imposible;
se enfrenta a una norma insuperable que impide tal contrato. Ejemplo de ellos es que un extranjero quiera adquirir un
inmueble a la orilla de la playa en el Pacífico; o que un particular alquile el Paseo de la Reforma para una exhibición.

Si se trata de un hecho o una abstención, no lo debe impedir una norma jurídica. Ejemplo: comprometerme a donar el 50%
de mi sangre en una sola sesión a una institución de beneficencia; pactar que a mi muerte no le heredaré mis bienes a
nadie.

C.- Solemnidad

En realidad, este elemento no atañe al régimen de los contratos civiles en particular, porque nuestro Código Civil no exige
este grado máximo de formalidad para celebrarlos. La consignamos porque es elementos de existencia para ciertos actos
jurídicos como el matrimonio, divorcio, letra de cambio, etc., pero no aplicables a nuestra materia.

D.- Que esté dentro del orden jurídico

Si la norma jurídica no reconoce un determinado acuerdo de voluntades, este pacto estará fuera del derecho y,
lógicamente, no será un contrato legal, sino un convencionalismo social, como puede ser el que dos personas se pongan de
acuerdo para dar un paseo o saludarse mutuamente. Este apartado se menciona en relación con los contratos conocidos
como “innominados”, que son los que no están regulados exactamente por el Código

A).-Es expresa cuando se exterioriza: 1.- Verbalmente, en forma oral, 2.- por escrito ya sea privado, público (notariado) o
en forma solemne (revestido de formalidad especial, ante funcionario público) y 3.- por signos inequívocos.

b).- Es tácita, cuando se desprende de hechos u omisiones que de manera indubitable revelen el propósito de contratar,
aunque el sujeto no diga su propósito, ni lo escriba, ni lo haga saber a señas. Tal es el caso de quien se forma en la fila
para comprar un boleto y presenciar un espectáculo.

Como existe el contrato entre presentes y ausentes, por regla general el consentimiento se forma cuando el proponente
recibe la aceptación (art. 1807 C.C.).

B).- Objeto

El objeto del contrato es:

1.- La cosa que el obligado debe dar.

2.- El hecho que el obligado debe hacer o no hacer (art. 1704 C.C. Q).

Esto es, consiste en una prestación: la dación de una cosa o la ejecución de un hecho; o en una abstención: el no hacer a
que está obligado.

Aclarando la confusión que puede propiciar la terminología de la palabra objeto, en materia de contratos, esta tiene tres
acepciones:

1.- Objeto directo. Consiste en crear o transmitir derechos y obligaciones.

2.- Objeto indirecto. Consiste en dar, hacer o no hacer.

3.- La cosa misma que se debe dar.

La segunda acepción es la que hemos apuntado y nos proporciona el Código, y la correcta, pues la primera es inútil e
inexacta, ya que todos los contratos tendrían el mismo objeto; la tercera sólo comprende un aspecto del objeto: el dar,
comenta el maestro Bejarano Sánchez. Cuando se quiera descubrir cuál es el objeto del contrato, bastará con formular esta
pregunta: ¿A qué está obligado el deudor? La respuesta proporciona el objeto: dar, hacer o no hacer algo.

Para la existencia del contrato, este debe tener un objeto posible; de lo contrario, alno poder cumplir en forma absoluta
con el objeto, el contrato no puede nacer.

¿Cuándo estamos en presencia de un objeto imposible? El art. 1707 C.C.Q). nos da la respuesta: cuando el hecho es
incompatible con una ley de la naturaleza o incompatible con una norma jurídica que constituya un obstáculo insuperable
para su realización. Por lo tanto, para que el objeto exista deberá ser:

1.-Físicamente posible y,

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