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Sobre el Romanticismo: La Obra de Wagner

Por Norman Osío, para la Cátedra de Historia de la Música del Conservatorio Simón
Bolívar, segundo año.

Guatire, marzo de 2021.

Se puede decir, quizá generalizando un poco, que la evolución de la música en


el Romanticismo toma cuatro vertientes, sino más, que, si bien hacen de la
transición del siglo XIX al XX una densa nube de humo coloreada por infinidad de
movimientos vanguardistas, son las responsables de la consolidación de estilos
de la cual, por gracia o por desprecio, surgirían el impresionismo, el serialismo, el
atonalismo, entre algunas otras formas (y retornos a las formas barrocas) tan
características del siglo pasado. Estas son: a) la que busca el intimismo y la
sencillez de la música tradicional y sus formas, con Schubert a la cabeza con el
desarrollo de la lied, b) la que, a partir de la técnica instrumental desarrollada
desde el barroco tardío busca alcanzar los límites posibles de la ejecución y los
efectos/recursos mediante el virtuosismo, donde sobresalen Paganini, Dragonetti
y Liszt, c) la que busca rescatar las formas antiguas en aras de usarlas para
renovarlas y sintetizarlas con las formas más modernas, donde destacan el caso
del rescate de la música de Bach por Mendelssohn y el surgimiento de los
movimientos neo- y d) la que se concentra en el desarrollo del repertorio vocal,
específicamente en la renovación de la ópera, con Weber y Meyerbeer como
principales exponentes. De esta última vertiente podemos recoger un personaje
particularmente destacado: Wilhelm Richard Wagner.

Su obra es, aunque centrada, diversificada y constituye una piedra angular del
desarrollo de la escena operística; Wagner tuvo la particularidad de no solamente
encargarse de la música, sino de ejecutar completamente la empresa operística:
libreto, escenografía, música e incluso el escenario, pues mandó construir el
Bayreuthes Festspielhaus para el estreno de sus obras, así como el festival que
anualmente se celebra en conmemoración a sus óperas (o “dramas musicales”,

1
como éste les llamaba). Dos puntos son destacables en primer lugar de los
muchos bien merecidos: en primera instancia, el trabajo de Wagner tuvo un
impacto tanto en sus contemporáneos como en sus sucesores por el uso del
cromatismo, llevado a niveles que, como su carácter, podrían calificarse de
extravagantes, pero que fueron inspiración e influencia para varios compositores
ya contemporáneos, entre los cuales destaca Richard Strauss. Aunque ya para
1833, año en que compuso su primera ópera listada, Las Hadas, el empleo del
cromatismo ya estaba bastante desarrollado, Wagner innovó al usarlo para
modular, no solo entre tonalidades, sino entre modos incluso1, siendo el ejemplo
más notado en su tiempo el drama Tristán e Isolda (1865). Además de ello, es
conocido por desarrollar la figura del leitmotiv, un motivo asociado a un elemento,
personaje o situación y que se presenta, repetido o en variación cada vez que
ocurre o aparece este elemento2. El concepto y la aplicación resultan bastante
simples, pero el hecho de poder asignar a una idea un elemento específico hizo
de esto una figura universal, que aún hoy se emplea, incluso fuera del ámbito
artístico. El leitmotiv (también conocido como proceso melódico) data
aproximadamente de (ca.) 1851 ~ 1869, años en los que Wagner desarrollaba los
primeros bosquejos para la tetralogía del Anillo, de la cual completaría el primer
componente, El oro del Rin, en 1869.

Son estos dos, entre muchos puntos, los que más definen y diferencian la obra
de Richard Wagner de la del resto de sus contemporáneos, no dejando de lado,
por supuesto, el inmenso aporte que dejó para la música, el teatro y la sociedad,
donde se hacen notables en sus respectivos campos la tetralogía de El Anillo del
Nibelungo y Los Maestros Cantores de Núremberg, con sus respectivos textos, el
Festival de Bayreuth, sus ensayos Ópera y drama (1851), La obra de arte del

1
Obsérvense la obertura y el primer acto de Tannhäuser (1845).
2
Uno de los ejemplos más claros de uso del leitmotiv se encuentra en la Star Wars Suite, de John
Williams, donde cada uno de los temas principales está asociado a un personaje, evento o
situación (Tema de Luke, Tema de la Fuerza, Tema de la Princesa Leia, por citar los tres más
conocidos) de la película homónima, de George Lucas. En esta incluso se observa la combinación
de varios leitmotiven para crear un tema nuevo.

2
futuro (1849) (no así El judaísmo en la música (1851), abiertamente antisemita),
su autobiografía, de 1880, entre muchos otros. La influencia de Wagner fue lo
suficientemente grande en su momento como para que Gustav Mahler se
atreviera a afirmar que “Sólo hubo Beethoven y Richard [Wagner] y, después de
ellos nadie”. Es cuestionable… o bueno, no tanto, viéndolo bien.

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