Está en la página 1de 4

OBRAS DE MAHLER

Mahler fue un «romántico tardío» o postromántico, que forma parte de un ideal


que puso a la música clásica austro-germana en un plano más alto que otros
tipos, empleando su visión espiritual particular y su propia idea filosófica.
Fue uno de los últimos destacados compositores de la línea que incluye, entre
otros, a Beethoven, Schubert, Liszt, Wagner, Bruckner y Brahms. De estos
antecedentes, Mahler incorporó muchos de los rasgos que caracterizarían su
música. Así, de la Novena Sinfonía de Beethoven tomó la idea de usar solistas
y un coro en el género sinfónico. De Beethoven, Liszt y (a partir de una
tradición musical diferente) Berlioz, proviene el concepto de escribir música con
una narrativa inherente o «programa» y de ruptura con el formato tradicional de
la sinfonía de cuatro movimientos. Los ejemplos de Wagner y Bruckner
animaron a Mahler a ampliar la escala de sus obras sinfónicas más allá de los
estándares aceptados anteriormente, para abarcar todo un mundo de
sentimientos.

Algunos críticos mantienen que la asunción por parte de Mahler de diferentes


estilos para adaptarse a diferentes expresiones de sentimiento significaba que
carecía de un estilo propio. Cooke, por su parte, afirma que Mahler «compensó
los préstamos a través de la impronta de su [propia] personalidad en
prácticamente todas las notas» para producir música de «originalidad
excepcional».
El crítico musical Harold Schonberg ve la esencia de la música de Mahler en el
tema de la lucha, en la tradición de Beethoven; sin embargo, para Schonberg,
las luchas de Beethoven fueron las de «un héroe indomable y triunfal»,
mientras que las de Mahler son las de «un débil psíquico, un adolescente que
se queja [...] disfrutando de su miseria, queriendo que todo el mundo vea cómo
está sufriendo». Schonberg reconoce que la mayoría de las sinfonías contienen
secciones en las que el Mahler «pensador profundo» es superado por el
esplendor del Mahler músico.
Para Burkholder, supo encontrar modos de profundizar en los elementos
heredados y crear una música que era reconocible y asimismo radicalmente
nueva. También considera que tanto Mahler como Johann Strauss
hijo y Claude Debussy forman parte de esa primera generación de
compositores modernos que buscaron un estilo personal asimilando lo útil del
pasado, combinando algunos elementos del siglo XIX con las nuevas
sensibilidades del siglo XX. Quizás por ello se ha convertido en una música tan
popular para los oyentes.[122]
El hecho de que estuviese firmemente asentado en la tradición anterior
centroeuropea, no significa que estuviese acomodado a la escala wagneriana,
sino que expresó una gran variedad de nuevas ideas musicales. Esta
expansión de recursos es característica también de otros compositores de esta
última fase romántica. Así, los vínculos con la tradición romántica no coartan la
inventiva de Mahler apareciendo en su música momentos sumamente
irracionales, decadentes o místicos donde se produce una revisión del lenguaje
musical. En muchos aspectos, ello suponía el agotamiento del romanticismo,
pero también supuso un referente para la nueva generación de músicos
vieneses apasionadamente modernistas. Sirva como ejemplo su fuerte
vinculación con Arnold Schönberg, que le dedicó su Tratado de armonía en
1911: «Este libro está dedicado a la memoria de Gustav Mahler. La dedicatoria
[...] trataba de expresar la veneración que siento por sus inmortales
composiciones, mostrando que tales obras, ignoradas por los músicos
academicistas y a menudo despreciadas, son por el contrario adoradas por
quien, quizás, no es del todo ignorante”. Para Sadie, su enorme influencia en la
generación posterior de compositores supuso la ampliación del marco de la
sinfonía romántica.
Tres periodos creativos

Deryck Cooke y otros analistas han dividido la producción del compositor de


Mahler en tres fases distintas: un largo «primer periodo», que se extiende
desde Das klagende Lied en 1880 hasta el final de la fase Des Knaben
Wunderhorn en 1901; un «periodo medio» de composición más concentrada
que finaliza con la marcha de Mahler a Nueva York en 1907; y un breve «último
periodo» de obras elegíacas antes de su muerte en 1911.

Las principales obras del primer periodo son sus cuatro primeras sinfonías, el
ciclo de canciones Lieder eines fahrenden Gesellen varias colecciones de
canciones entre las que predominan las canciones Wunderhorn.
En este periodo, las canciones y sinfonías están estrechamente relacionadas y
las obras sinfónicas son programáticas. Inicialmente Mahler dio
programas descriptivos completos a sus tres sinfonías, que más tarde rechazó.
Ideó, pero no publicó, los títulos para cada uno de los movimientos de
su Cuarta Sinfonía. El crítico musical alemán Paul Bekker conjeturó de estos
títulos un programa en el que la Muerte aparece en el Scherzo «en la amistosa
y legendaria apariencia del violinista tentando a su rebaño a seguirlo fuera de
este mundo».

El periodo medio cuenta con un tríptico de sinfonías puramente instrumentales


(Quinta, Sexta y Séptima), los Rückert-Lieder y los Kindertotenlieder, dos
arreglos finales de los Wunderhorn y, según la opinión de algunos, la última
gran declaración afirmativa de Mahler, la coral Octava Sinfonía.[81] Cooke cree
que la Octava se mantiene por sí misma, entre el periodo medio y el final.[127]
Mahler ya había abandonado todos los programas explícitos y títulos
descriptivos; quería escribir música «absoluta» que hablara por sí misma.
Cooke se refiere a «una nueva orquestación dura como el granito» en las
sinfonías del periodo medio,[81] mientras que las canciones perdieron la mayor
parte de su carácter folclórico y dejó abandonar las sinfonías tan explícitamente
como antes.

Las obras del breve período final —Das Lied von der Erde y las Sinfonías
Novena y Décima (incompleta)— son expresiones de la experiencia personal,
como el propio compositor enfrentado a la muerte.[130] Todas las piezas
terminan en silencio, lo que significa que la aspiración ha dado paso a la
resignación.[121] Cooke considera estas obras como una deseada (que no es
amarga) despedida a la vida.[131] El compositor Alban Berg llama
la Novena «la cosa más maravillosa que Mahler escribió jamás».Ninguna de
estas últimas obras se representaron durante la vida del compositor.
Conclusiones
 Mahler, sin embargo, abría las puertas a las partituras rompedoras, chocantes
y con movimientos de duración impensable. Armonías disonantes, cromatismo
a raudales, fanfarrias militares, melodías populares… Con una amalgama de
elementos heterogéneos de diversas procedencias daba una vuelta de tuerca a
lo tradicional.
 Su originalidad desmedida fue la causa de la lenta revalorización de Mahler, al
que no le ayudó inicialmente ser judío en un ambiente con el nazismo al alza.
El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso un punto de inflexión para su
reconocimiento. Figuras como Bruno Walter o Leonard Bernstein lo incluyeron
habitualmente en los repertorios de los conciertos que dirigían, otorgándole la
merecida fama.
 En la música de Mahler significado de tonalidad cambia, se convierte en una
compleja red de relaciones intercambiables en lugar de un sistema cerrado con
una dirección invariable.
 La consistencia en su música no es cuestión del material individual en si, si no
de la actitud composicional de integrar todos estos materiales en algo
significativo. Algunos críticos coinciden en que esta es la característica que
permite considerarlo como uno de los primeros compositores contemporáneos.
BIBLIOGRAFIA
 Gustav Mahler. (s.f). En wikipedia. Recuperado el 4 de diciembre del
2020 de: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Gustav_Mahler
 Ruiz Mantilla. (2016). El pais. Recuperado de
https://elpais.com/cultura/2016/11/28/actualidad/1480318955_265502.ht
ml
 Gustav Mahler, el carismático e inspirador compositor tocado por la
‘maldición’ de la 9ª Sinfonía. ( s.f ). Recuperado el 4 de diciembre del
2020 de https://www.lesarts.com/es/2019/04/26/gustav-mahler-el-
carismatico-e-inspirador-compositor-tocado-por-la-maldicion-de-la-9a-
sinfonia/

También podría gustarte