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¿Vida humana o vida simplemente?


Feride Cattan feride_cattan@hotmail.com

Los extraordinarios avances de la ciencia, y la tecnología que conlleva su desarrollo, han ido
haciendo más consciente al hombre, de su enorme capacidad cognitiva que le permite ir
adquiriendo una gobernabilidad creciente en el contexto de la conservación y la prolongación de
la vida.
Es sin duda, en el campo de la Biología, especialmente en el de la Biogenética, donde lo anterior
parece dimensionarse de manera más palpable y cercana.
El estudio de la Biogenética en todas sus especialidades ha permitido al hombre acercarse a sus
orígenes y a la posibilidad cada vez más real de intervenir y manipular el llamado material
genético, patrimonio genético o genoma.
En este contexto de las ciencias experimentales y de la técnica surge la Bioética como aquel
saber racionalmente justificable, que intenta aportar una respuesta satisfactoria a los problemas
del hombre, en el ámbito de la investigación biomédica y de la atención de la salud.
El valor orientador de la Bioética solo puede ser eficaz y eficiente, si se ha aclarado el contexto en
el cual ha de ejercer su acción iluminadora respecto del “bien que debemos hacer y el mal ha
evitar “.
El campo de las ciencias Biológicas y experimentales, enfrentan al hombre a la doble dimensión
de las soluciones científico- técnicas, en el ámbito de la investigación médica y de la atención de
la salud. La dimensión técnica, que tiene que ver con problemas de medios y la dimensión ética
que tiene que ver con problemas de fines. Dimensiones que Sócrates, este gran filósofo de la
antigüedad, identificara como sigue :“Los problemas técnicos tienen que ver con el bien de la
obra, y los problemas éticos con el bien del que obra “.
La dimensión ética, como Bioética intentará iluminar asertivamente en el ¿Que he de hacer con la
Vida ? ¿Para la vida? ¿ Por la Vida ?.
Como hija de la Filosofía, la ética buscará en esta madre de las ciencias, la clasificación de su
campo de acción, y en esta incursión de la Biofilosofía se pretenderá responder ¿Qué es la Vida ?
¿ Qué entendemos por Vida ?
La ciencia podrá decir ¿Como se originó la Vida y como funciona un ser vivo? , pero las
interrogantes ¿ De dónde proviene la Vida ? y ¿ En que consiste la Vida en sí ?, seguirán siendo
un patrimonio de la Filosofía y en este contexto, de la Biofilosofía.-
Al abordar el problema de la vida, no cabe ninguna duda, que será imposible escapar a
reflexiones Metafísicas y Ontológicas que se entremezclarán inevitablemente.
Cualquier ser vivo, aún en la más modesta de sus realizaciones sea esta bacteria u hongo es
mucho mas que una colección de moléculas.
Si destruimos un ser vivo, obtendremos una colección de moléculas, pero allí, no hay más un ser
vivo.
Cuando decimos que un ser vivo es más que una colección de moléculas, lo que queremos decir
en sentido fuerte, es que un ser vivo es otra realidad.
En el siglo IV A.C., Platón manifestaba que en el ser vivo no es el órgano el que actúa, sino que
el sujeto vivo es el que actúa por un órgano, es decir que no es el cerebro o una parte de él, el
que conoce, sino que el sujeto es por medio del cerebro quien actúa.
La conclusión a las que nos conduce el reconocimiento de esta unidad original que realiza el ser
vivo, no es que este tipo superior de unidad lo produce la materia, de lo cual no hay ninguna
evidencia, sino que más bien, un tipo superior de unidad que exige un tipo superior de
causalidad.
El principio de acción y de unidad que los seres inanimados también poseen, es de un nivel
ontológico inferior a la de los seres vivos, los Griegos lo llamaron “Psique“ alma y reconocieron
que en la medida en que es un ser vivo por muy insignificante que nos parezca, posee un alma.
¿Qué es el alma?, no podríamos evitarnos esta pregunta, hasta ahora, no tenemos respuesta,
pero en la medida que la causa que le da la unidad del ser y del operar a un microorganismo, es
distinto y superior a la del cristal de cuarzo, por lo que, podemos afirmar, que se trata de un
principio de ser distinto y superior.
En este universo de los seres vivos, la manifestación de la conducta se nos presenta como el gran
paradigma de la vida misma.
La conducta nos lleva a reconocer la existencia de dos órdenes de realidades que estando en
relación con el orden físico corpóreo y con el orden de la vida vegetativa no se reducen a estos

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niveles ontológicos inferiores, si no que los trascienden y los sobrepasan. Estos dos nuevos
órdenes de realidad situados en el plano ontológico de la intencionalidad, son el universo del
conocimiento o de la aprehensión intencional de las cosas por un sujeto y el universo de lo
apelativo, o de la inclinación afectiva del sujeto hacia las cosas.Lo anterior nos revela la íntima e
indisoluble unión del universo de lo psíquico con la conducta.
Advertimos en el estudio de los seres vivos, que el conocimiento y la afectividad son realidades
objetivas palmarias, en grados variables en el mundo de la realidad física y biológica.
Por la inteligencia el animal humano u otro tipo y nuevo tipo de conocimiento que alzándolo sobre
el aquí y el ahora de la sensación pone a este curioso animal frente a los objetos en tanto que
realidades. Por la inteligencia el animal humano se sale de su entorno para situarse en el mundo,
como diría Von Vexkull, el entorno humano no es puro entorno sino que además es mundo.
Curiosa condición esta, la de un espíritu metido en un animal, y que hace el espíritu no sea tan
espíritu, ni el animal, tan animal.
En efecto, la vida racional puede aparecer como una especie de añadidura al único conocimiento
firme que será la sensación y eso siempre que a la experiencia sensible se le reconozca valor de
conocimiento, lo que no siempre ocurre.
Buena parte de las teorías modernas del conocimiento gastan esfuerzos colosales en demostrar
que en realidad creemos conocer...pero no conocemos.
Necesitamos teorías que acojan los hechos sin censuras previas. Si le damos una oportunidad a
las cosas mismas, en una de esas, seremos seres inteligentes.
Frente a todo lo expuesto, hay algo que es importante aclarar cuando nos referimos a la vida
humana, no debemos pensar por ningún motivo que estamos hablando de otra vida. La vida del
hombre en su sentido más fundamental es la misma biológica que comparten todos los demás
seres vivos en diferentes niveles de complejidad.-
Las grandes leyes materiales son válidas en todos los niveles, es decir, para la unidad básica la
célula, como para una unidad increíblemente complejas de células que llamamos “Ser Humano”,
comenta Hans Selye en su obra “La Tensión de la Vida “
Selye nos advierte que entre el ser mas simple la célula y el ser humano hay semejanzas, en la
manera como reaccionan ante la tensión o amenaza, manifestándose ante todo como “el cuidado
de si mismo”, llámese a esto egoísmo, instinto de conservación u otro nombre que queramos
ponerle.
Desde el principio de los tiempos, en lo que concierne a la vida. Hay una unidad vital que se
confirma una vez que las células procarióticas se transforman en células eucarióticas,
especializadas en una función conformando un organismo para el mejor cuidado de si mismas.
Surgen así los pluricelulares. Las mismas funciones de entonces, se mantienen hoy en día, para
lo más simple y lo más complejo, como para un unicelular o como para este complejo celular que
es el hombre.
Podemos decir entonces que el ser humano es una parte más de la naturaleza y no un
“dominador” de ella. La conciencia de su inmensa capacidad cognitiva que le permite de alguna
manera manipular la naturaleza, lo hace responsable y cuidador de ella, así el ser humano está
llamado a responder por todos los seres que comparten este universo.
Entre todos los seres vivos al hombre le es dada la facultad de conocer, la conciencia que puede
hacerlo y la voluntad para ejecutarlo. Libertad, conciencia y razón, gran ventaja sobre el resto de
los seres vivientes, ventaja de hermano mayor.
Las culturas primitivas y las culturas aborígenes actuales, que han logrado subsistir el paso de la
civilización, ponen en manifiesto esta unidad de la vida. Para ellos el hombre es parte de la
naturaleza y no el amo de ella, el está subordinado a las leyes naturales. En algunos casos esta
subordinación implica considerar a los elementos de la naturaleza como Dioses dignos de una
constante veneración. En todo caso no se trata de caer en una forma de esclavitud, sino
simplemente “que caigamos en la cuenta” que el proceso de la vida es uno y es uno solo el
proyecto.
La civilización Occidental, influida por una orientación Judeo-Cristiana, que encuentra su base
ideológica en la Biblia, ha exagerado el mandato del Génesis en lo que respecta al
enseñoramiento del hombre frente a los demás seres vivos, enseñoramiento que lleva a su
exacerbación, encuentra que es legítimo el exterminio de la naturaleza en beneficio de la
humanidad. Este enseñoramiento entendido como el rol dominador y no como el rol protector que
da al hombre su naturaleza genética de nivel superior.

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¡Cuanto desastre y calamidad!, en contra de la naturaleza se pudo y se podría evitar si el hombre


como incorporado, como parte de la naturaleza, entendiera que lo que hace en contra de ella y
para ella lo hace en contra si mismo y para sí.
El surgimiento de las grandes ciudades, creó barreras cada vez mayores entre el hombre y el
mundo natural y la civilización fue encontrando dañina a la naturaleza y en algunos casos un
obstáculo para su desarrollo.
La humanidad ha pagado caro las consecuencias de tan equívoca actitud y es ahí que los
grandes movimientos ecológicos han acogido el gemido de ella. Lamento que se ha hecho
presente en el seno de la humanidad, que ahora como nos dice Unamuno “el hombre lucha por
mantener un mundo que por siglos se ha dedicado a destruir”.
Hemos comprendido tarde que el lugar mas seguro que el hombre tiene es la naturaleza y que su
vida estará más segura alejada de esa selva de cemento en que se han convertido las grandes
urbes.
Muchas respuestas las está encontrando en los demás seres vivos, la actitud de prepotencia y de
gran conocedor ha variado a otra mas humilde, más consciente de los errores de su ignorancia
especialmente en lo que respecta al conocimiento de la naturaleza humana: “lo conozco todo,
salvo a mi mismo “, nos ilustra Francois Villon. Lo que se ignora del hombre sobre su verdadera
naturaleza, es mucho más de lo que se sabe.- Su acción a fuerza de verla reiteradamente termina
en una rutina, en cambio lo que está detrás de su faz y de sus palabras es generalmente
indescifrable. “El verdadero hombre es que está escondido detrás del hombre“ nos dice Víctor
Hugo.
Al hombre se le conoce sin reservas en su parte somática, La medicina y la fisiología, con
equipos cada vez mas eficaces lo han trajinado, de modo que ya se conocen sus piezas
interiores. Es así que en lo que respecta a la naturaleza humana Alex Carrel titula en una de sus
obras “El hombre, un desconocido “.
Por lo menos el hombre está adoptando una actitud más humilde, por lo menos está aceptando
que no es el que creía y pretendía ser, un Dios, un Dominador y está aprendiendo que una de las
lecciones más grandes que nos da la naturaleza es que la vida sigue siendo un enigma y el más
grande de los misterios.

Feride Hoffo Cattan Atala


feride_cattan@hotmail.com

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