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Universidad Autónoma del Carmen

Facultad Ciencias de la salud


Campus III
Lic. Medicina

Atencion en lo fisico, en lo mental y


Resumen

Docente: Lucila Patricia Fernández Mendoza


Alumna: Amairany Margarita Perez Calles
SALUD PUBLICA I
Atención en lo mental:
La nueva actualidad de la salud mental

. El pensamiento psiquiátrico y la actividad de los psiquiatras pasaron a


supeditarse de un modo absoluto a este fin. La salud mental dejó de ser pensada
como un logro difícilmente construido, y pasó a considerarse un estado natural
sólo amenazado por alteraciones bioquímicas del funcionamiento cerebral, pues
se esperaba que el desarrollo paralelo de las neurociencias -que hay que decir
que se ha producido a pesar de los psiquiatras y no gracias a ellos- pudiera
explicar las enfermedades. Los psiquiatras pasamos a ser prescriptores y, en todo
caso, testigos y voceros de las bondades de los remedios que se disputaban el
nuevo mercado. Nuestro gran desafío teórico pasó a ser la construcción de
grandes sistemas ateóricos (como el DSM) que permitieran identificar los
trastornos sobre los que se supone que cada uno de los remedios puede actuar
más específicamente. Aunque la perspectiva instaurada en los ochenta siga
siendo hegemónica y permanezca incuestionada en los órganos de expresión de
la comunidad psiquiátrica y, por supuesto, en las instituciones académicas, lo
cierto es que hoy tenemos datos suficientes para sostener que ha resultado un
fracaso. Los remedios que se suponía que iban a ser cada vez más específicos
para trastornos cada vez más precisamente definidos, han resultado ser todo
menos específicos. Recuérdese que los inhibidores selectivos de la recaptación de
la serotonina (ISRS) pretendían haberse convertido en la "bala de plata" que
actuaba contra lo que se suponía que era la alteración específica de la depresión,
frente a la inespecificidad de los antiguos -y tan baratos- antidepresivos tricíclicos.
Incluso se crearon categorías diagnósticas nuevas -la depresión atípica- para
excluir los trastornos sufridos por algunos pacientes que no respondían bien a los
nuevos remedios. Hoy, los ISRS son el tratamiento farmacológico de primera
elección de la depresión, pero también del trastorno de angustia, de la ansiedad
generalizada, del trastorno obsesivo compulsivo, de los trastornos de la
personalidad, de los trastornos del control de impulsos y de otros muchos. Si
tenemos en cuenta, a la vez, que a los antipsicóticos responden los síntomas
positivos de los pacientes esquizofrénicos, los delirios crónicos, los cuadros
maníacos, los síntomas psicóticos de los trastornos mentales orgánicos y otros,
quizás podíamos pensar que, aunque sólo fuera en consideración de lo que
podemos aprender sobre nuestro trabajo como clínicos prescriptores -
necesitaríamos articular nuestras clasificaciones- o, mucho mejor, pensar sobre la
salud mental y los trastornos mentales sobre nuevas bases. En los últimos años
se han producido algunas señales de que existe una nueva preocupación social
por la salud mental y sus alteraciones al menos en lo que solemos llamar el
mundo desarrollado. Sin hacer mención a la proliferación de instrumentos de
autoayuda que pretenden responder a la necesidad subjetivamente experimentada
por multitudes de preservar su salud mental, si atendemos sólo a las
manifestaciones institucionales encontramos que la salud y los trastornos
mentales han vuelto a ser motivo de preocupación política, al menos en Europa.
La Organización Mundial de la Salud nos ha provisto, a través del proyecto
ATLAS, de una visión de conjunto que nos permite conocer la situación a grandes
rasgos de la atención a la salud mental en todo el mundo. La Comisión Europea, a
su vez, ha promovido la redacción del llamado Libro Verde, que reúne
recomendaciones para articular una política de salud mental conjunta en Europa.
El Consejo de Europa ha desarrollado importantes documentos y trabaja en el
desarrollo de nuevos instrumentos que pretenden servir para proteger los
derechos de las personas con trastornos mentales. Algunos gobiernos, como el
británico, han incrementado los fondos dedicados a la atención a la salud mental
de un modo muy significativo, poniendo en marcha programas por los que han
visto la luz, además de los importantes recursos ya existentes, los equipos de
tratamiento asertivo comunitario, los equipos de atención en crisis o los equipos de
atención temprana. A la vista de estos informes (alguno de los cuales utiliza datos
relativamente antiguos), España se encuentra entre los países europeos que
menos recursos dedica a la atención a la salud mental. La estructura del Estado
de las Autonomías, con la circunstancia de que la mayor parte de las
competencias sanitarias están transferidas, hace que no sea fácil trasponer las
directivas europeas. Sin embargo, muy recientemente se han producido algunos
avances importantes propiciados desde el gobierno central. En primer lugar se ha
regulado por ley una cartera de servicios del sistema nacional de salud, que obliga
a las autonomías y que define las responsabilidades en la materia de la atención
primaria de salud y la atención especializada. Dicha cartera incluye los
tratamientos farmacológicos, la psicoterapia y la rehabilitación, lo que, hasta ese
momento, era objeto de discusión. Además, a iniciativa del Ministerio, el Consejo
Interterritorial ha aprobado la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de
Salud. Se trata de un documento que es, necesariamente, un documento de
mínimos, porque expresa un acuerdo de todas las comunidades autónomas (un
acuerdo, sorprendente en los tiempos que corren, y por ello una buena noticia).
Pero es un documento suficiente que, sin duda, servirá para armonizar el
desarrollo de los servicios autonómicos y mejorar su calidad. Una de las
constantes en los documentos europeos es la constatación de que la salud
mental, globalmente considerada, no puede ser una tarea sólo sanitaria sino que
requiere de un trabajo coordinado en el que deben participar muchos otros
departamentos. El documento titulado "Modelo de Atención en el Sistema para la
Autonomía del Enfermo Mental Grave" publicado por el IMSERSO y fruto también
de un amplio consenso, abre el camino a esta perspectiva, que debería
extenderse necesariamente a otros departamentos, con especial urgencia a los
responsables de las prisiones y la justicia, donde se dan situaciones inaceptables.

Este resurgir del tema no está exento de peligros. A los profesionales de la salud
mental nos toca promover el debate social que permita sortear alguno de ellos: la
delimitación del objeto de nuestro trabajo como clínicos (los trastornos mentales,
¿definidos con qué criterio?) del malestar general y de los comportamientos
antiéticos, los obstáculos sociales, culturales y normativos a la integración y
recuperación de las personas que sufren trastornos mentales, el uso coercitivo de
los instrumentos de la psiquiatría (véase el nuevo protocolo de repatriación de
emigrantes), los nuevos modos de vulneración de los derechos de los enfermos
mentales. Con toda seguridad, oiremos hablar de ellos.
Atención social
La asistencia social se imparte, básicamente, por tres instituciones: la iglesia, el
Estado y la sociedad civil. La impartida por la primera entidad se le denomina
caridad, la segunda asistencia social y la tercera filantropía. Además de la
denominación, una diferencia central en la acción de estos tres organismos
consiste en que la asistencia social “es un mandato legal”, es decir, el Estado
como ente regulador tiene la obligación de resarcir las necesidades de la
población que lo requiera. “La obligación del Estado mexicano de ejercer la
asistencia social, se deriva de los artículos tercero y cuarto constitucional y más
específicamente de la Ley General de Salud” Ahora, a pesar de que la asistencia
social es una obligación del Estado, el apoyo es percibido por la población como
una acción generosa de las autoridades y ello convierte la asistencia en un
intercambio de ayuda por lealtad. Ramírez (2011) plantea que “en la relación de
asistencia establecida entre el gobierno y los grupos beneficiarios lo recibido no es
representado como un derecho ciudadano, sino como una ayuda; esto, en lugar
de fomentar la ciudadanía, genera formas de relación paternalistas, que entrañan
gratitud y exponen a las poblaciones beneficiarias a prácticas clientelares” Este
trabajo aborda de manera específica la función desempeñada por el Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) en el entramado de la
asistencia social en México en el sexenio de Enrique Peña Nieto. A manera de
contexto es importante señalar que el SNDIF se instituyó el 13 de enero de 1977,
con la finalidad de que una institución organizara y dirigiera los diversos
programas de asistencia social. El SNDIF se encuentra integrado por 32 sistemas
estatales DIF y los sistemas municipales DIF (alrededor de 1,500 de los 2,414
municipios mexicanos). Siendo un organismo público, descentralizado, con
personalidad jurídica y patrimonios propios (Talavera, 2004, p. 4). El SNDIF
implementa modelos de atención como una estrategia del gobierno federal con
perspectiva familiar y comunitaria, a fin de promover el fortalecimiento de la
familia, la niñez y el individuo en comunidad; además, brinda a sus integrantes
nuevas formas para una mejor gestión a través de diversos procesos, relaciones
intergubernamentales e interinstitucionales para fortalecer la capacidad de
respuesta a la población vulnerable. A la vez, se incide en la manera de pensar del
personal que se capacita en la búsqueda de certificaciones que emite el SNDIF;
con ello, se vigoriza la entrega de los servicios de asistencia que brindan los
Sistemas Estatales para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF). El SNDIF
instaura Programas de atención a población vulnerable como una acción del
gobierno federal a fin de promover el fortalecimiento de la familia y los individuos
en estado de vulnerabilidad que representa un “factor de riesgo interno de un
sujeto o sistema expuesto a una amenaza, correspondiente a su disposición
intrínseca a ser afectado o de ser susceptible de sufrir daños. El Sistema aplica
13,154 programas de asistencia social en 1,543 municipios. Así pues, el SNDIF es
una institución descentralizada que ramifica su poder y ejercicio a través de
Sistemas Estatales (SEDIF) y Sistemas Municipales (SMDIF). Estas instancias
son las unidades primarias de asistencia social gubernamental, es decir, son
organismos que mantienen contacto directo con las demandas y necesidades de
la población. La coordinación, organización y guía del SNDIF puede ser muy
eficiente; pero para que dicha efectividad tenga un impacto real en la población es
imprescindible el trabajo realizado por los sistemas estatales y los municipales.
Las funciones desempeñadas por los SEDIF y los SMDIF son fundamentales,
pues son el orden administrativo más próximo a la ciudadanía. El SNDIF detenta
una estructura organizada para gestionar recursos económicos que permiten la
aplicación de los diversos programas. El mayor Blázquez Bonilla, Elieth
(diciembre, 2017). La asistencia social en México. Una mirada desde el SNDIF.
194 porcentaje de recursos provienen de la gestión que dicha institución lleva a
cabo en cada municipio, es decir, el 76% de los recursos provienen del municipio,
el 6% de cuotas de recuperación, el 4% recursos propios y el 3% de ingresos
estatales y federales. Para que cada institución aplique los programas de acuerdo
con las necesidades de cada región y tengan un mayor impacto, es clave la
conformación de compendios y esquemas que regulen y sistematicen el trabajo de
cada organismo, el uso de sus recursos y la aplicación de programas (Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia [SNDIF], 2015). El SMDIF cuenta
con una plantilla laboral de 68,638 mujeres y hombres, la cual está contenida
primordialmente en la zona centro y abarca el 31% de los trabajadores. Del total
de los trabajadores, el 76% está contratado por nómina, el 13% es personal
sindicalizado, el 6% está conformado por voluntarios y el 5% se encuentra
laborando bajo otro tipo de contratación (SNDIF, 2015). El voluntario es una figura
central en el ámbito de la asistencia social y se refiere a “la persona que de
manera libre presta sus servicios a terceros sin recibir por ello una compensación
económica” (Serna, 2010, p. 44). El voluntariado representa fuerza de trabajo que
no recibe ningún tipo de remuneración. Además, el SMDIF cuenta con una
infraestructura importante que le permite operar. De acuerdo con datos obtenidos
en la Consulta Nacional de Información Básica a los Sistemas Municipales para el
Desarrollo Integral de la Familia, 2015 (SNDIF, 2015), el 67.2% cuenta al menos
con un establecimiento de asistencia social. Dicho dato se recabó de 2,102
municipios que representan el 86% de los municipios totales existentes; entre
ellos, poco menos de la mitad de los municipios del país cuentan con algún centro
de atención pues se ha logrado institucionalizar dicho servicio generando ámbitos
reales y materiales que proporcionan determinada ayuda. Por su parte, el SNDIF
tiene 13 tipos de instalaciones en las cuales se atiende a la población, como son
casas cuna, casas hogar para niñas y niños, casas hogar para personas adultas
mayores, casas de día o medio camino para personas adultas mayores, centros
de atención infantil comunitario, centros de atención y desarrollo infantil, espacios
de alimentación escolar, espacios de alimentación comunitaria, albergues para
niñez migrante no acompañada, albergues para población vulnerable, unidades
básicas de rehabilitación y consultorios médicos. Los sistemas municipales tienen
claramente definidos los sectores a los que destinan la asistencia. De acuerdo con
los datos recolectados por la Consulta Nacional, el 27% de los programas
elaborados tienen como objetivo atender aspectos relacionados con la comunidad,
el 19% consistió en programas dirigidos a niñas, niños y adolescentes de 0 a 18
años, el 9% son programas de atención a la familia, 9% para adultos mayores, 7%
población vulnerable, 6% para personas con discapacidad, 5% otros y 3% de los
programas destinados a adolescentes y Blázquez Bonilla, Elieth (diciembre, 2017).
La asistencia social en México. Una mirada desde el SNDIF. Ánfora8. 195
mujeres. Este tipo de organización es óptima, así como también, la segmentación
de los sujetos destinatarios de la asistencia social. Como señalan García y Salazar
(2013) “la vulnerabilidad se presenta en el interior y en el exterior de las familias, y
por lo tanto, son necesarios los cambios materiales y simbólicos. [Es importante el]
cumplimiento de los derechos en la familia (salud, educación, trabajo, apoyo social
o comunitario, asociatividad, confianza)” (p. 45). Este artículo tiene como objetivo
revisar el impacto que han tenido los programas de asistencia social impartidos
por el Estado mexicano contemporáneo, centrándose en el papel desempeñado
por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF). El paso
de la autora de este trabajo como directora general del Sistema para el Desarrollo
Integral de la Familia en el municipio de Puebla durante el periodo 2005- 2008,
suscitó preguntas como ¿Cuáles son los alcances que han tenido los programas
impulsados por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia en el
sexenio de Enrique Peña Nieto? Y ¿Cuáles son sus limitaciones? Con ello, se
evidenció la importancia que tiene evaluar los programas de asistencia social
impulsados por dicha instancia para mejorar la calidad de vida de la población
vulnerable. Y otra razón para este estudio es que, por lo general, las valoraciones
no se llevan a cabo con objetividad al interior de estas instituciones, lo cual impide
que los representantes vean de manera crítica la repercusión de los programas
para redirigir o reestructurar las acciones emprendidas.
ATENCION FISICA
Mejora de la atención en niños y niñas con TDAH tras una
intervención física deportiva dirigida:

El principal objetivo de este estudio ha sido evaluar si la actividad física mejora la


función cognitiva de pacientes en edad escolar (segundo ciclo de infantil, primaria
y secundaria) con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (tdah). En
este trabajo, se estudia el efecto de una actividad física deportiva dirigida de 6
semanas de duración consistente en 2 sesiones de 1 hora de duración por
semana realizando juegos aeróbicos a una intensidad aproximada de 60%-70% de
VO2máx. un total de 13 participantes de edades entre 5 y 15 años, han realizado
las sesiones deportivas (grupo de intervención) mientras que otros 11 (de 5 a 15
años) continuaban en clase haciendo las actividades escolares rutinarias (grupo
control). Tras la aplicación de la Escala Magallanes de Atención Visual (EMAV), se
encuentra una mejora significativa en la calidad de la atención en los participantes
del grupo de intervención, pero no en los del grupo control. Los resultados por
tanto sugieren un efecto positivo de la realización de ejercicio físico sobre la
calidad de la atención. Se recomienda usar una intervención físico-deportiva como
terapia complementaria en el tratamiento del tdah y para mejorar los síntomas del
trastorno.El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (tdah) es un
trastorno del neurodesarrollo que se inicia en la infancia y que puede persistir en la
edad adulta. Este desorden se caracteriza por inatención, impulsividad y/o
hiperactividad motora lo que a menudo afecta al desarrollo e integración social de
las personas afectadas. El tdah se considera un trastorno multifactorial ocasionado
tanto por factores genéticos como ambientales En cuanto a los factores
genéticos, aunque los estudios genómicos realizados en pacientes con tdah hayan
encontrado algunas posibles regiones cromosómicas comunes, hoy en día no
existen aun candidatos genéticos seguros. Entre los genes candidatos se
encuentran diferentes regiones del cromosoma 16 así como los cromosomas
todos ellos relacionados con el desarrollo de multitud de enfermedades de
diferentes etiologías (Faraone et al., 2017). Más recientemente se ha encontrado
una relación entre los pacientes con TDAH y alteraciones en los genes
relacionados con el control de los volúmenes intracraneales. De hecho, desde el
punto de vista anatómico, se ha descrito que los cerebros son más pequeños,
concretamente se han encontrado reducciones a nivel del cerebelo, cuerpo calloso
y lóbulo derecho del cerebro Por otro lado, el gen STXBP5-AS1 relacionado con la
expresión de proteínas del complejo SNARE necesarias para el proceso de
exocitosis de neurotransmisores también parece estar alterado en pacientes con
tdah, lo que indica que la neurotransmisión puede estar impedida en estos
pacientes. En este sentido, se han descrito también alteraciones en los genes que
regulan los mecanismos de liberación de neurotransmisores; concretamente en los
receptores y transportadores de catecolaminas (Fox et al., 2002). De hecho, los
actuales modelos animales de investigación del tdah se basan en KO de los genes
implicados en el sistema de las catecolaminas (Madras et al., 2005),
concretamente el ratón que carece del gen Adgrl3, el cual codifica con el
transportador de dopamina, muestra relaciones anatómicas, comportamentales y
moleculares con la enfermedad del tdah Las catecolaminas (adrenalina,
noradrenalina y dopamina) son aminohormonas que pueden ser liberados al
torrente sanguíneo por la glándula suprarrenal cómo pueden ser liberados al
espacio sináptico por las terminaciones nerviosas. Tanto la síntesis a nivel de la
glándula suprarrenal cómo la síntesis nerviosa tiene lugar a partir del aminoácido
aromático tirosina (Dunkley et al., 2019). La velocidad de síntesis de las
catecolaminas a nivel del sistema nervioso a diferencia de otros
neurotransmisores depende por tanto de las concentraciones locales de tirosina
las cuales dependen fundamentalmente del aporte de este aminoácido en la dieta
(Ferstrom et al., 2007) niveles mayores de tirosina aumentan la síntesis de
catecolaminas. Por otro lado, en respuesta a la realización de ejercicio físico, las
catecolaminas tanto desde el punto de vista de neurotransmisores como de
hormonas se ven implicadas en el control de un gran número de acciones
fisiológicas y metabólicas relacionadas con el mantenimiento de la homeostasis.
En este sentido, el ejercicio físico el cual da lugar a un aumento de la actividad
simpática supone un aumento de las concentraciones de las catecolaminas como
resaltan en su revisión Por tanto, tanto la alimentación y como el ejercicio físico
son cruciales para el mantenimiento de unos valores óptimos de catecolaminas.
Existen evidencias científicas que respaldan el hecho de que el ejercicio físico
podría ser un tratamiento alternativo o un complemento para las personas con
tdah (Berwid y Halperin, 2012; Hillman, Erickson y Kramer, 2000; Merav, 2005;
Pontifex, et al., 2012; Robinson, et al., 2012; Smith et al., 2013; Verret et al., 2013;
Wigal, Emmerson y Galassetti, 2012). Entre las hipótesis que han puesto de
relieve las posibles implicaciones de la práctica de actividad física sobre las
personas con tdah, se postulan mejoras cognitivas asociadas a un aumento de la
liberación de factores neurotróficos (BDNF) con la práctica deportiva de manera
crónica, lo que daría lugar a una mejora de la plasticidad sináptica El tratamiento
actual del tdah está basado en la administración de anfetaminas, agonistas de
catecolaminas (metilfenidato) e inhibidores de la recaptación de noradrenalina
(atomoxetina) los cuales tienen muchos efectos adversos, siendo los más
comunes: trastornos del sueño, anorexia, molestias abdominales, cefaleas, tics,
mareos, depresión, disminución de la espontaneidad, psicosis, aumento de la
presión arterial ( Herranz y Argumosa, 2000;; Pozzi et al., 2018). Por otra parte,
este tipo de medicación puede dar lugar al denominado efecto rebote, resultando
en un empeoramiento de los síntomas, como cambios de humor, irritabilidad,
desobediencia y más actividad a medida que se reduce la dosis. Si a estos efectos
le sumamos su elevado coste creamos la necesidad de abrir diferentes líneas de
investigación para la búsqueda de tratamientos alternativos del trastorno. Con
respecto a los tratamientos no farmacológicos destaca el tratamiento psicológico.
Psicológicamente, la intervención psicoeducativa se centra en el aspecto
comportamental, aprendizaje, emocional y el social. Se deben utilizar técnicas de
manejo de conducta, de autocontrol, de habilidades de comunicación y de
interacción para minimizar los retrasos en el aprendizaje, y para que se desarrolle
la adquisición de competencias académicas (Galve, 2009). Debería realizarse en
todos los casos, involucrando al niño, a sus padres y compañeros de clase. Por
otro lado, actualmente se está investigando sobre los beneficios del ejercicio físico
en pacientes con tdah. Con respecto al efecto agudo, algunos estudios
demuestran que tras el ejercicio aeróbico de intensidad moderada (cinta al 65%-
75% de la FC máx) se mejora el porcentaje de aciertos de los test escolares
(WRAP) así como los registros de electroecefalograma (EEG) (Eriksen Flanker
task) (Gabbard y Barton, 1979; Hillman, et al., 2009; Pontifex et al., 2012). Con
respecto al efecto crónico, el ejercicio físico de 10 semanas de duración según
(Verret et al., 2013) produjo mejoras en la fuerza y en las habilidades motrices. El
ejercicio físico influyó positivamente en el comportamiento y en la atención de los
niños con TDAH. La tasa de prevalencia del tdah, estimada alrededor del 7,2% a
nivel, lo convierte en uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes en
población infantil y adolescente. Concretamente, en España, el TDAH podría estar
afectando a cerca de 361.580 niños y adolescentes. Las consecuencias que
genera este trastorno en distintos ámbitos (véase revisión de , junto a los datos
que sugieren que su incidencia va en aumento, precisan de la búsqueda de
soluciones eficaces. En este sentido, el uso de tratamiento farmacológico es muy
común entre la población afectada, a pesar de que este tratamiento podría
conllevar considerables efectos negativos a largo plazo y supone importantes
costes económicos. Por ejemplo, los costes de la atomoxetina y el metilfenidato,
los dos fármacos más frecuentes para el tdah, pueden rondar los 700 y 1200
euros anuales, respectivamente. Por consiguiente, resulta especialmente
relevante la búsqueda de tratamientos complementarios o sustitutivos. El objetivo
de este estudio es evaluar el efecto de un programa de actividad física de
intensidad media-alta (VO2MÁX70 %) de 6 semanas de duración (2 sesiones de 1h
a la semana) en la calidad de la atención y en la impulsividad de 24 participantes
diagnosticados con TDAH.

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