Está en la página 1de 1

PIGMALION de AUGUSTO MONTERROSO CUENTO FANTASTICO

El efecto Pigmalión, también conocido como efecto Rosenthal, es un fenómeno que se utiliza en psicología y
pedagogía para referirse a la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra.

El Pigmalión del mito y el Pigmalión del relato de Augusto Monterroso son personajes diferentes con características
distintas.

En el mito, Pigmalión un escultor se enamora de una estatua que ha creado de una mujer. En su deseo por traerla a la
vida, Pigmalión reza a Afrodita, quien le concede su deseo y la estatua cobra vida, convirtiéndose en su esposa.

En cambio, en el relato de Monterroso titulado "Pigmalión", el personaje principal es un poeta que, al igual que el
Pigmalión del mito, tiene la habilidad de crear algo a partir de la nada. Sin embargo, si bien sus creaciones son
estatuas, estas se tornan sus alumnas a las que él moldea y educa para que se convierta en una obra perfecta, según
su propio criterio.

La diferencia más importante entre ambos personajes radica en sus motivaciones y en la forma en que se relacionan
con sus creaciones. Mientras que el Pigmalión del mito crea una estatua por amor, el Pigmalión del relato de
Monterroso lo hace por el deseo de controlar y transformar a sus creaciones en modelos ideales a su gusto y medida.
Y en su rebeldía contra el creador las estatuas encuentran su fin. Los dioses castigan a Dédalo con la pena de ver
morir a su hijo Ícaro.

El texto también hace referencia, de manera intertextual, a otro aspecto tratado en la mitología griega; la rebeldía:

Ícaro es hijo de Dédalo, genio de la antigüedad quien ayuda a Teseo a matar al Minotauro, por lo que el rey Minos y
padre del monstruo, muy molesto encerró a Dédalo con su hijo en un laberinto. Con la intensión de huir, Dédalo
fabricó unas alas para él y su hijo. Las adhirió con cera a los hombros de Ícaro y luego en los suyos e iniciaron el vuelo
que los llevaría a la libertad. El padre había advertido a su joven e imprudente hijo que no volara demasiado alto ni
demasiado bajo.
No obstante, las advertencias de su padre, Ícaro fascinado por lo maravilloso del vuelo se elevó por lo aires
desobedeciendo a Dédalo quien no pudo impedirlo. Además, Ícaro se sintió dueño del mundo y quiso ir más alto
todavía. Se acercó demasiado al sol, y el calor que había derritió la cera que sostenía sus alas, por lo que las perdió. El
desdichado y temerario joven acabó precipitándose en el mar, donde murió.

Augusto Monterroso muestra con este escrito un estilo que irrumpe en la literatura clásica, la deforma como una
lente de aumento, la trasgrede, la sumerge hasta lo más profundo de la naturaleza humana y por último se ríe de sí
misma.

Su producción narrativa realiza el análisis de la naturaleza humana desde una óptica irónica. Innovador y renovador
de los géneros tradicionales, específicamente de la fábula, se reconoce su importancia por el cambio que introduce
en la literatura latinoamericana del siglo XX: brevedad e ironía.

Él mismo autor reconoce que sus escritos nacen del sentimiento de compasión del hombre con sí y sus debilidades.
Transforma las convenciones lingüísticas y literarias de un género tradicional (la fábula), trasgrediendo, parodiando,
ironizando.

Teniendo en cuenta los ejes analizados, la intertextualidad de la parodia se da con respecto al género fabulístico
combinándolo muchas veces con elementos de mitos griegos, parábolas religiosas, aforismos y refranes. Ya
expresamos al principio del análisis cuáles eran las semejanzas y diferencias entre las fábulas de Monterroso y las
clásicas. Con respecto a las concepciones de mundo y sociedad, vemos que el autor juega con los valores
establecidos como válidos, los pone en cuestión, los “revuelve”, los convierte en ambiguos y relativos.
En la obra de Monterroso, los personajes se muestran actuales y menos simbólicos; aunque eso sí, profundamente
humanos y, por ello, impredecibles, ya que evitan los lugares comunes. Poseen hondura y complejidad, son
conscientes y contradictorios; reflexionan, deducen e infieren. En estos personajes predomina la sorpresa, lo
ambivalente y el absurdo.

También podría gustarte