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Universidad del Valle

Facultad de Humanidades
Escuela de Estudios Literarios
Licenciatura en Literatura

Seminario Taller de Investigación Literaria


Profesora: Ida Valencia

Estudiante: José Alfredo Castillo Quintana - 2126306

Cuervos bien criados: de la estética del horror a la ética de la literatura

La figura del cuervo en el vasto mundo literario es sin duda alguna elemental. Tanto,
que muchos autores – pienso ahora mismo en E. Allan Poe — la han convertido en
un referente máxime de los relatos enmarcados dentro del drama, el suspenso y el
terror.
Ahora bien, la pregunta que cabe formularse aquí es: ¿por qué la figura de esta ave
es tan cercana a los elementos propios del horror? Todo es cuestión de
interpretación. Y con el amigo cuervo, no es diferente. Su malignidad es la nuestra.
El ser humano siempre lee. Lo hace remitiéndose al papel, a la televisión, a los
gestos, al cielo que dibuja un atardecer con nubes negras que anuncian la lluvia, o
a los sonidos del entorno. Y dicha lectura se hace en base a otras prestablecidas
de acuerdo con la experiencia y la razón. Vuelvo al ejemplo de las nubes: gran parte
de la población humana asume que un cielo ennegrecido es presagio de una
tormenta que se aproxima, porque ha habido un contacto directo con la lluvia y los
procesos que la preceden, como la condensación del agua manifiesta en nubes
oscuras. Con la figura del cuervo pasa exactamente lo mismo. Su relación con el
horror obedece a elementos de índole interpretativa, en donde factores propios de
la naturaleza del animal focalizan una lectura. No obstante, lo variable aquí es
respecto al carácter que se les imprimen a dichas lecturas. No es lo mismo hablar
de la lluvia, como fenómeno natural estudiado científicamente, que hablar de lo
horrífico en la figura del cuervo en el ámbito literario, ya que uno es abarcado de
manera objetiva, mientras que el otro ha sido producto de una valoración subjetiva.
A lo que voy es, que el horror del cuervo ha sido el resultado de un proceso sometido
a la subjetivación. Se le relaciona con la muerte, porque come sus entrañas; con la
oscuridad, por el imponente negro con que se viste y que tantos miedos incuba y
evoca, y con las malas noticas por los inarmónicos graznidos infernales,
discordantes y distantes de las liras de las otras aves, que salen de su pecho.
De igual forma, se desprende de esa misma lectura, otro tópico con el que se le ve
estrechamente relacionado: el de la traición. Resuena en el lenguaje e imaginario
popular, un dicho que atraviesa los muros generacionales: cría cuervos y te sacarán
los ojos. Un refrán que alude al ser desagradecido, como el cuervo que, aunque lo
alimentes y críes, te ha de devorar apenas traspases la delgada línea entre la vida
y la muerte. De ahí parte el escritor guatemalteco, Augusto Monterroso, en su fábula
“cuervos bien criados”, de un imaginario popular. Ahora bien, Monterroso no alude
a la traición en ningún momento. En su texto, que habla sobre un hombre que cría
cuervos y logra, con el paso del tiempo, educarlos tan bien que no tienden a sacarles
los ojos a su entrenador sino a quienes se empeñan en asegurar que aquel que cría
cuervos, éstos le sacarán los ojos, desmarca el significante de traición, y deja
únicamente el significado del prejuicio o del estereotipo en esencia, además de
imbuirle una reflexión o evaluación personal a modo de moraleja.
Monterroso, que narra sobre la educación de los cuervos, es decir sobre aquellas
verdades prestablecidas, y hace énfasis en el cambio que mostraron con el pasar
del tiempo, para ya no atacar al entrenador sino a quienes insistían en que los
cuervos siempre tendían a sacarle los ojos a su amo, lo que hace es decirnos que
los prejuicios y estereotipos ya formados dentro de nuestras sociedades pueden ser
derrumbados y cambiados, a través de la educación, además de hacernos un
llamado directo a sacarle los ojos a los prejuicios.
Intrigaría el motivo que impulsó a Monterroso a poner sobre el escenario un texto
de este tipo, con un contenido tan profundo, pero es, si se tienen en cuenta las
palabras de Jonathan Culler sobre la literaturidad, el hacer del escritor en un
profundo examen o cuestionamiento sobre el hacer literario. Enmarcados por la
reflexión, los textos de Augusto Monterroso problematizan la existencia del escritor,
del significado de la literatura, de lo que implica dedicarse al arte literario, del valor
de la producción individual y la visión impersonal con relación a una tradición
literaria. Por eso es curioso ver cómo la gran mayoría de sus textos establecen
paralelismos evidentes con el reino animal. Son símbolos, figuras, iconos donde se
entrecruzan el texto particular y la cultura donde se nace, el contexto.

En síntesis, lo que Monterroso hace con su texto, es no acudir a la estética del horror
en el cuervo, a esa imagen tradicional estereotípica, sino al sentido del estereotipo
en sí, para relacionarlo con su percepción en el permeo de un contexto bastante
controversial, además de poner sobre la mesa el hacer del escritor al momento de
producir literatura y generar cambio a través de la misma.

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