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Tolkien J.R.R. (4 de diciembre de 1947). Ensayo sobre sobre los cuentos de hadas. En C. Tolkien
(Ed.), cuentos desde el reino peligroso. (P.p. 279-339).
Barcelona: Minotauro.
En primer lugar pocos escritores como Tolkien se han dedicado de manera tan fructífera y
profunda a la creación y análisis de relatos fantásticos. Las obras del autor (tanto el Hobbit como
El señor de los anillos, el Silmarillion y su multitud de cuentos de la Tierra Media) son algunas de
las piezas de fantasía más refinadas y logradas de la historia. Semejante proeza literaria, sin
embargo, no estuvo exenta de la experticia: Tolkien era filólogo, y dedicaba buena parte de su
tiempo al estudio de la evolución de los idiomas, las historias y la palabra escrita. Por eso mismo,
el autor fue capaz de pararse en un lugar de pensamiento crítico que le permitió analizar el pasado
de la creación fantástica e incluir de manera consciente y meditada elementos de dicha tradición
en su propia obra.
En su ensayo titulado “sobre los cuentos de hadas”, el autor ilustra y analiza algunos
elementos de ese pasado. Desmiente y confronta con algunas figuras históricas, estudiosos y
folkloristas con cuyos puntos de vista estaba en profundo desacuerdo. Comienza diciendo que los
cuentos de hadas no son relatos sobre hadas o elfos, sino sobre el País de las Hadas es decir, la
Fantasía, el reino en el que las hadas tienen su existencia y que dichos cuentos no
tratan primordialmente de hadas, sino de las aventuras de los hombres en este “País Peligroso”.
Por lo tanto, se trata de narraciones profundamente humanas cuyo encanto depende de la naturaleza
de Fantasía como lugar y la atmósfera de ese país. Argumenta que estos relatos pueden tener
numerosas funciones la sátira, la aventura, la enseñanza moral o la ilusión, pero que se caracterizan
por el uso de la Magia y por el hecho de que ésta se presenta como un hecho verdadero
incuestionable.
Con esta definición, Tolkien excluye de manera consciente a los cuentos de viajes estilo
Gulliver, mitos tradicionales y relatos de carácter onírico, que muchas veces solían incluirse en las
compilaciones de “cuentos de hadas” y que, para el autor, no corresponderían a tal categorización.
También deja afuera la “fábula de animales” y culpa especialmente a Andrew Lang y autores de
su clase, por haberlas incluido en sus recopilaciones de manera forzada.
Sobre los orígenes de los cuentos de hadas, Tolkien argumenta que su historia es tan compleja
como la evolución de la raza humana y que en su desarrollo siempre han influido tres elementos:
invención independiente, derivación y difusión desde distintos puntos geográficos. Se opone muy
expresamente a la visión aceptada por muchos folcloristas de que relatos europeos que comparten
ciertos rasgos comunes son manifestaciones de la misma historia. Esto, para Tolkien, es una burda
simplificación que niega la posibilidad de que historias similares se hayan dado de manera
independiente. También pone en cuestionamiento la separación arbitraria entre cuento popular y
mito éste último suele considerarse como un relato de carácter religioso en que las civilizaciones
antiguas creían y utilizaban para explicarse el mundo que los rodeaba y sostiene que los mitos
tenían tanto o más de sub-creación literaria para los pueblos que los originaron como los cuentos
de hadas para nosotros.
Quizás lo más interesante en mi opinión de todo el ensayo es su análisis de la relación entre
los cuentos de hadas y los niños. Para Tolkien, la asociación de niños y cuentos de hadas es un
error y un accidente de nuestra historia doméstica moderna. El hecho de que los cuentos de hadas
hayan sido relegados al cuarto de los niños, no ilustra ni la preferencia de los niños ni evidencia
que a los mismos les agraden más que a los adultos. De hecho sostiene, sólo algunos niños y
algunos adultos sienten por ellos una afinidad especial que difícilmente se diluye en el tiempo.
Sostiene que la adaptación de los cuentos de hadas para niños es un procedimiento peligroso, que
acaba por destruirlos como arte literario y estropeando el gusto de los niños.
Algunas de las palabras más intensas que el autor utiliza para justificar la lectura incluso
infantil de los cuentos de hadas sin censura, son las siguientes: “Los niños están hechos para
crecer, no para quedarse en Peter Pan. No perder la inocencia y la ilusión, sino progresar en la
ruta marcada, en la que ciertamente es mejor llegar que viajar esperanzados, aunque hayamos de
viajar esperanzados si queremos llegar. Pero las enseñanzas de los cuentos de hadas es que a la
juventud inexperta, abúlica y engreída, el peligro, el dolor y el aleteo de la muerte suelen
proporcionarle dignidad y hasta en ciertos casos sentido común. No caigamos en el error de
dividir a la humanidad entre elois y morlocks: hermosos niños (elfos, como estúpidamente los
calificaba el siglo XVIII) con sus cuentos de hadas cuidadosamente podados por un lado, y
morlocks tenebrosos por otro, al cuidado siempre de sus máquinas […] siempre es preferible que
algunas de las cosas que [los niños] lean, en particular los cuentos de hadas, sobrepasen su
capacidad y no se les queden cortas. Los libros, como la ropa, no deben estorbar el crecimiento;
los libros deben, cuanto menos, alentarlo.”
Como conclusión el ensayo analiza a fondo algunas de las funciones de estas narraciones,
como Fantasía, Evasión y Consuelo y hace referencia a que los cuentos de hadas son para quien
quiera leerlos y disfrutarlos, van dirigidos a niños y adultos que quieran naufragar en un mundo
de fantasía
Referencias
Busca Biografías (j.r.r). John Ronald Reuel Tolkien. En BuscaBiografías. [Página Web].
Recuperado de:
http://elanillounico.com/tolkien/biografia-jrr-tolkien/
https://narrativabreve.com/2013/11/cuentos-hadas-tolkien.html
Tolkien J.R.R. (4 de diciembre de 1947). Ensayo sobre sobre los cuentos de hadas. En C. Tolkien
(Ed.), cuentos desde el reino peligroso. (P.p. 279-339).
Barcelona: Minotauro.