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educador en el juego
Siguiendo la perspectiva de Calmels (2001), esta conexión se inicia a nivel físico entre
el adulto y el niño en lo que él denomina "juegos corporales".
Como mencionamos en la primera
lección, de acuerdo con Bateson
(1972/1998), el juego, considerado
como un lenguaje, implica ciertos
elementos que deben ser
compartidos por todos los
participantes para determinar si una
acción se considera juego o no.
El adulto establece una comunicación no verbal, en su mayoría, con el niño para indicar
que están participando en una interacción lúdica, y en este contexto, las acciones cobran
significado. Por lo general, es el adulto quien inicia este acuerdo comunicativo,
compartiendo mensajes a través de gestos cómplices. Al observar la acción del niño sin
interrumpirla, el adulto comienza o continúa un mensaje que comunica "esto es un
juego".
El adulto se involucra y fomenta esta ficción para enseñar al niño a jugar. En general,
exagera su tono de voz, ralentiza sus movimientos o realiza movimientos exagerados
para destacar la naturaleza ficticia de la actividad que se llevará a cabo.
El juego tiene una secuencia narrativa/formato
Es importante destacar que, para participar en el juego, cada jugador debe sentir el
deseo de hacerlo o descubrir ese deseo dentro de sí mismo. Existe una cualidad
distintiva que subraya que la acción en sí puede ser idéntica, pero si el jugador no elige
involucrarse en el juego, sus acciones pueden parecer similares, pero no se consideran
parte del juego.
Resumiendo, hemos definido el juego y la actitud y acción del educador para jugar de
la siguiente manera:
• En ciertas acciones de niños/as de 45 días a 3 años de edad se evidencian ciertos
rasgos que las hacen ser juego.
• Entre adulto y niño/a se crea un espacio de significación compartido que les permite
a ambos saber que se están realizando un juego.
• Para participar en un juego los jugadores tienen que querer hacerlo. Esto último nos
lleva a agregar un otro cuarto rasgo fundamental de la actividad lúdica que es la
automotivación. Sólo si el jugador ingresa al campo lúdico sucede el juego.
Al haber trabajado ciertas notas distintivas del juego, los/as invitamos a profundizar la
comprensión sobre tipos de juegos según sus sentidos y propósitos: juegos que solemos
proponer jugar y que resignificamos en las instituciones educativas.
En esta segunda parte de la clase nos dedicaremos a presentar los juegos del ”como
sí” que devienen en juegos dramáticos, los cuales se constituyen como juegos de
representación.
Los juegos del “como sí” también pueden identificarse como juego dramático o juego de
representación.
El dramático juego representa una
de las estrategias educativas
empleadas en nuestra institución,
caracterizada por proporcionar
entornos de juego que son
representativos y alternativos,
ofreciendo sugerencias temáticas.
En estos contextos, los niños y
niñas participan activamente al
elegir sus roles, el espacio, los temas, sus compañeros de juego y su decisión de
participar en el juego.
https://youtu.be/1tyyUdtLw0o
Como explican Stamback y otros (1983), la diferencia entre varias conductas lúdicas
reside en el grado de asimilación y de acomodación que dichas conductas comportan:
“En la imitación el sujeto parece especialmente ensayar acomodarse lo mejor posible al
modelo cuya imagen ha guardado”. Según dichos autores, estos juegos aparecen a
partir de que el niño/a domina el
uso convencional de los objetos.
Constituyen, tomando a Piaget,
“actos significantes”.
En el momento de dormir, el niño/a recuesta su cabeza, cierra los ojos y luego los abre
y dice “¡Hola!”. El “juego de dormir y despertar” ha nacido al separarse de su contexto
real. Allí se inicia una acción representativa en la que hace como sí durmiera, sin dormir
realmente, así el niño pasa de la realidad a la ficción.
Es importante mantener en los entornos de juego de los niños y niñas pequeños algunos
de estos objetos reales, que pueden combinarse con otros que tengan múltiples usos o
que sean representativos.
La educadora inicia interacciones repetitivas con los niños más pequeños, actuando
como modelo al asumir roles o al utilizar ciertos materiales. Observa a los niños, copia
algunas de sus acciones y agrega otras que
los niños llevan a cabo. Por ejemplo, la
educadora puede simular nuevamente un
bostezo, acostarse y dormirse, pero esta vez
invita a un niño a unirse a ella, quien la imita y
sigue la estructura que ha aprendido, lo que
luego abre la puerta a otras posibles
variaciones en el juego.
En el contexto de los juegos del "como si", es relevante destacar que la configuración
del escenario, incluyendo los espacios y los materiales, y la participación conjunta en
las acciones son las formas principales de involucrarse en este tipo de juego.