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Política Comparada - Resumen temario UNED

Política Comparada (UNED)

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POLÍTICA COMPARADA

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Índice

1. ¿Por qué comparar países?


2. ¿Cómo comparar países?
3. Desarrollo económico y democracia
4. Violencia política y revolución social
5. Oposición política no violenta y movs. sociales
6. Las transiciones a la democracia

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1. ¿POR QUÉ COMPARAR PAÍSES?

Existen múltiples motivos para comparar países y sociedades (el propio ciudadano lo
hace para ubicar su situación en el sistema-mundo). Las principales razones que podríamos
señalar son la descripción contextual, la clasificación y creación de tipologías, la verificación
de hipótesis, la construcción de teorías y la predicción.

Razones para la comparación

El primero de estos objetivos sería ​describir los fenómenos y eventos políticos de


un país concreto o de un grupo de país​. Inicialmente, en tanto esta disciplina surgió en
EE.UU., se consideraba comparativista todo estudio que tuviera en cuenta países que no
fueran Estados Unidos. Toda investigación sistemática comienza con una buena descripción,
por lo que ésta constituye un componente importante del proceso de investigación ya que ha
de preceder a los otros tres objetivos.

Las clasificaciones conceptuales sirven para agrupar a un número elevado de países,


sistemas políticos o acontecimientos en categorías diferenciadas con características
identificables y compartidas. Esta clasificación puede ser una simple dicotomía (p.ej:
autoritarismo / democracia) o una gama más compleja de regímenes y sistemas de gobierno
que permiten una mayor diferenciación. Para ​Aristóteles existían seis formas de gobierno en
función del tipo de gobierno y del número de personas que ostentan el poder. Más reciente es
la clasificación de ​Finer para el que desde la Antigüedad han existido cuatro grandes tipos de
gobierno: estado palaciego, estado eclesiástico, estado nobiliario y estado asambleario.

El contraste de hipótesis ​tiene que ver con excluir explicaciones alternativas y


contrastar aquellas hipótesis derivadas de las perspectivas teóricas examinando similitudes y
diferencias internacionales. Para ​Lijphart​, la comparación permite “verificar relaciones
empíricas entre variables hipotetizadas”. ​Katzenstein ​plantea que la investigación comparada
implica efectivamente enfatizar las relaciones analíticas entre variables validadas por las
ciencias sociales. A su vez, ​Mayer sostiene que “el potencial único del análisis comparado
radica en la adición acumulativa e incremental de atributos sistémicos a las teorías
explicativas existentes”.

La ​predicción es el objetivo final y el más difícil. Consiste en extraer


generalizaciones a partir de la comparación inicial que nos permitan anticipar sucesos a través
de un esquema de probabilidades. ​Huntington en su obra ‘​Choque de civilizaciones​’ utiliza
una serie de argumentos predictivos algo débiles. No obstante otras obras como alguna de
Vanhanen ​efectivamente incorporan predicciones sólidas acerca de la democratización de
distintos países y regiones del mundo. ​Poe y Tate dedujeron que el desarrollo económico y la

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democracia tienen un efecto positivo sobre la protección de los derechos humanos, mientras
que la participación en guerras internacionales y civiles tiene un efecto negativo.

La ciencia de la ciencia política

El término clave hasta ahora es el de ​inferencia​, consistente en aprender algo sobre


hechos que no conocemos valiéndonos de hechos que sí conocemos. Para ​Almond​, el objeto
de la ciencia política es la creación de conocimientos definidos como inferencias o
generalizaciones. Mientras tanto, ​Mayer ha venido a plantear que el análisis comparado es un
método central en la labor explicativa de la propia ciencia política. En resumen, ​la política
comparada aspiraría a formular inferencias​ mediante la comparación de países.

El debate sobre si la ciencia política (las ciencias sociales en general) puede ser
considerada como tal, ​una ciencia​, existe desde que existe la disciplina. Sin duda la ciencia
política (comparada) comparte con las ciencias naturales los objetivos fundamentales de
describir, clasificar, contrastar hipótesis y predecir. Estas actividades exigen la recogida
sistemática de evidencias, su estructuración, la búsqueda de pautas, la formulación y
contraste de explicaciones y la construcción de teorías más generales.

Al igual que los científicos naturales, ​los politólogos recaban pruebas de manera
sistemática​, buscan pautas y formulan teorías para dichas pautas. Tanto las ciencias naturales
como la ciencia política tratan de realizar inferencias basadas en el mundo empírico que
observan y buscan maximizar la certeza de estas inferencias. No obstante, hay ​diferencias
notables​:

1. El papel de la experimentación: mientras que en las ciencias naturales la


experimentación juega un papel crucial en los avances en la investigación (a
excepción de algunas como la astronomía), en la ciencia política recurrir a la
experimentación es imposible tanto práctica como éticamente.
2. La categorización de ley: mientras que la experimentación y el repetido contraste
otorgan en las ciencias naturales la categoría de ley a ciertas teorías, en ciencia
política es prácticamente imposible. Existen, de hecho, únicamente tres “leyes” en
ciencia política: la Ley de Hierro de la Oligarquía de ​Michels​, según la cual siempre
se tiende en los grupos y organizaciones a una estructura jerárquica con una pequeña
élite a la cabeza; la Ley Duverger de ​Duverger​, según la cual los sistemas electorales
mayoritarios tienden a generar dos partidos; la Ley sobre la Paz Democrática, según la
cual las democracias no se declaran la guerra entre sí.

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Términos y conceptos científicos

Una serie de términos son imprescindibles para el estudio de la política comparada y


sus elementos analíticos:

1. Teoría​: Existen dos tipos de teoría en ciencia política: ​normativas (especifican cómo
deben ser las cosas en sociedad) y ​empíricas ​(su objeto es explicar la ocurrencia de
fenómenos políticos observados​). Además, las teorías pueden ser ​deductivas (llegan a
sus conclusiones aplicando la razón a un determinado número de ​premisas​) e
inductivas​ (alcanzan sus conclusiones mediante la observación de​ hechos conocidos​).
2. Método​: el instrumento mediante el cual se desarrolla y se verifica una teoría, por el
cual se recogen datos, se formulan y contrastan hipótesis y se deducen conclusiones
sutanciales.
3. Ontología​: el estudio del ser, de ​la esencia de las cosas​, su tratamiento metafísico. En
ciencia política, la ontología se ocupa de los países, fenómenos, actores, instituciones
y procesos que son observables y precisan una explicación.
4. Epistemología​: el estudio de la naturaleza del conocimiento, es decir, cómo los
investigadores y estudiosos logran conocer el mundo. Trata de averiguar qué
conocimiento del mundo político es posible y qué ​normas de investigación han de
seguirse a la hora de explorar el mundo político.
5. Metodología​: las formas de adquirir conocimientos sobre el mundo político, es decir,
el estudio de los diferentes ​métodos o sistemas de métodos en un campo de
investigación concreto.
6. Casos​: aquellos ​países objeto​ del análisis comparado.
7. Unidades de análisis​: los ​objetos sobre los que se recaban datos​, como individuos
concretos, países, sistemas electorales, movimientos sociales, etc.
8. Variables​: conceptos cuyos valores cambian en el seno de un conjunto de unidades
determinado, como la renta, la identificación partidista, etc. Estas variables pueden ser
dependientes (las que el estudio trata de explicar) e ​independientes (las que explican
las variables dependientes)
9. Observaciones​: los ​valores de las variables de cada unidad, que pueden ser
numéricos, verbales o incluso visuales.
10. Niveles de análisis​: se distingue el ​micro o individual (personas individuales) y el
macro o sistémico​ (grupos de individuos, estructuras, procesos, etc).
11. Métodos cuantitativos​: tratan de mostrar las diferencias numéricas entre ciertos
objetos de análisis.
12. Métodos cualitativos​: tratan de aislar las diferencias típicas.

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2. ¿POR QUÉ COMPARAR PAÍSES?

En ciencia política coexisten diferentes estrategias de investigación comparada,


incluyéndose la comparación de muchos países, la comparación de pocos países y los
estudios de un solo país.

Métodos de comparación

A algunos investigadores les gustan las grandes comparaciones mientras que otros
prefieren investigar los rasgos distintivos de unos pocos países concretos. Además, los
seguidores de la teoría deductiva usarán métodos diferentes de los que suelen utilizar los
partidarios de la teoría inductiva. Quienes aspiren a generalizaciones más universales, por
otro lado, recurrirán a métodos distintos de los utilizados por los estudiosos que busquen
niveles de explicación contextualmente más específicos.

A este respecto, no obstante, los elementos más importantes vendrían a ser ​el nivel de
abstracción y ​el número de países objetos de estudio​: cuanto más elevado el nivel de
abstracción conceptual, más margen habrá para incluir un mayor número de países en la
comparación, siempre que los conceptos de la ciencia política puedan “viajar” y aplicarse en
contextos diferentes. Por otra parte, centrar la atención en un solo país o en unos pocos países
supone que el investigador podrá usar conceptos menos abstractos y más arraigados en los
contextos específicos objeto de examen.

Lijphart trató de concretar estas diferencias denominando ​“método estadístico” a la


comparación de muchos países usando un análisis comparativo, y ​“método comparado” a la
comparación de pocos países usando un análisis cualitativo. Con respecto a los estudios de un
solo país, si bien no son estrictamente trabajos comparativos, sí pueden tener un amplio valor
comparativo. Por tanto, disponemos de tres métodos a grandes rasgos: ​comparación de
muchos países​, ​comparación de pocos países​ y ​estudios de un solo país​.

La comparación de muchos países

La comparación de muchos países se aproxima al método experimental propio de las


ciencias naturales. Si bien hay ejemplos de comparaciones cualitativas de muchos países, la
mayoría son ​comparaciones cuantitativas​. Generalmente este método requiere un mayor
nivel de abstracción en su especificación de conceptos. Este método se generalizó a raíz de la
revolución conductista en las ciencias sociales. Las bases de datos han ido cobrando una
creciente complejidad desde los años cincuenta y sesenta, y no es infrecuente que esos
conjuntos de datos incluyan entre 150 y 194 países.

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Este método de comparación que incluye a un gran número de países tiene una serie
de ventajas, a saber: idoneidad para usar controles estadísticos que descarten explicaciones
alternativas y mantengan constantes determinados factores; amplia cobertura de países;
capacidad para hacer inferencias sólidas y capacidad para detectar los denominados países
“atípicos” y “anómalos”.

La comparación de pocos países

Comparar pocos países necesita, antes que nada, una selección deliberada de unos
cuantos países (teniendo en cuenta que a partir de veinte países la frontera entre pocos y
muchos comienza a difuminarse. Por tanto, el elemento diferencial de este método es la
selección deliberada y meditada de los países a introducir en la comparación.

La comparación a través del estudio de un solo país

Los estudios de un solo país son comparados si desarrollan conceptos aplicables a


otros países y, por ende, útiles en los procesos comparativos que trasciendan al país original
estudiado. Estos estudios proporcionan una descripción contextual, desarrollan
clasificaciones nuevas, generan hipótesis, confirman y rechazan teorías y explican la
presencia de países atípicos identificados mediante la comparación internacional.

Los tres métodos, pues, deben agruparse bajo el paraguas de la política comparada si
su propósito es formular generalizaciones mediante comparaciones explícitas o si manejan y
desarrollan conceptos aplicables a otros países a partir de comparaciones implícitas.
Comparar muchos países es el mejor método para extraer inferencias aplicables con un grado
más elevado de generalidad. Las diferentes estrategias de comparación deben considerarse
como el producto de un compromiso entre el nivel de abstracción conceptual y el número de
países.

La selección de países y los problemas de comparación

Uno de los problemas es ​la existencia de demasiadas variables y un número


insuficiente de países​, también denominado “demasiadas inferencias y un número
insuficiente de observaciones”. Surge cuando se han identificado más factores de explicación
para el resultado observado que países presentados en el estudio, lo que nos lleva a un ​diseño
de investigación indeterminado​. En política comparada, si un estudio comparado tiene
demasiadas incógnitas y un número insuficiente de ecuaciones, despejar las incógnitas resulta
problemático. Hay ​tres soluciones para este problema​, todas basadas en que el número de
variables debe ser inferior al número de países. La primera es aumentar el número de
observaciones para permitir una mayor variación global en los factores clave. Puede lograrse
comparándose casos del fenómeno político y sus factores explicativos objeto de hipótesis a lo

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largo del tiempo, incorporándose países al estudio o comparando subunidades del país objeto
de examen. También puede usarse el diseño de sistemas de máxima similitud (DSMS) para
conseguirse una comparación más focalizada en unos pocos países. Por último, puede
reducirse también el número de variables centrándose en los factores explicativos clave que
son supuestamente importantes para explicar el resultado. Para ello, puede usarse el diseño de
sistemas de máxima diferencia (DSMD).

Otro problema es ​el establecimiento de equivalencias tanto respecto de los conceptos


teóricos que se utilizan como de los indicadores operativos de dichos conceptos. El concepto
de participación política, por ejemplo, puede significar cosas muy diferentes en unos
contextos o en otros. ​Mayer explica que “la relatividad contextual del significado o las
medidas de los indicadores constituye el impedimento más grave para la validez en diferentes
contextos de una teoría explicativa verificable empíricamente”. El elemento crucial aquí,
pues, no es especificar conceptos idénticos sino equivalentes, de tal forma que su
comparación adquiera verdadero sentido. ​Tres posiciones intelectuales existen sobre este
problema: ​la posición universalista​, según la cual para que los conceptos teóricos y sus
indicadores tengan poder explicativo, es necesario que puedan aplicarse en cualquier parte del
planeta; ​la posición relativista​, según la cual todo significado está determinado localmente
por lo que una “ciencia” general de la política comparada está necesariamente limitada​; ​la
posición intermedia​, según la cual no hace falta abandonar todos los conceptos “generales”
pero sí hay que saber adaptarlos a las peculiaridades culturales de los contextos que se
estudian.

Otro problema es el ​sesgo de selección​, que surge de la elección de países así como
del uso de relatos históricos y de fuentes que favorecen la posición teórica particular de quien
realiza la investigación comparada, que a menudo viola el principio científico crucial de
utilizar muestras aleatorias. La esencia de la mayoría de estudios es la ​selección deliberada
de países, estableciéndose un grupo experimental (recibe el tratamiento) y un grupo de
control (no recibe el tratamiento), los cuales se comparan al finalizar el tratamiento. Si el
grupo experimental presenta un resultado diferente al del grupo de control, dicho resultado se
atribuye al tratamiento, dado que todo lo demás permanece constante. Este sesgo de selección
ocurre cuando la selección de países no es aleatoria, pudiendo ocasionar problemas de
inferencia. El sesgo más habitual es incluir únicamente países que corroboran la teoría del
investigador, pero existen formas más sutiles. Este problema es especialmente relevante en
los estudios de pocos países y todavía más en los de un solo país. Un estudio de ​O’Donnell
explica el surgimiento del Estado burocrático y autoritario basándose en el caso de Argentina
en 1966, en el que sobrevaloró el efecto de factores precursores en el resultado político
observado. Una segunda forma de sesgo de selección se produce en estudios cualitativos
basados en fuentes históricas en los que el analista elige relatos históricos cuya descripción de
los eventos encaja con la teoría a contrastar. Otra forma de sesgo de selección puede proceder
de los periodos de tiempo que se usan en la comparación, especialmente en los estudios que
pretenden analizar un comportamiento social con una trayectoria histórica muy dilatada.

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Un problema distinto son las ​relaciones espurias/omisión de variables clave que


pueden explicar tanto el resultado como otros factores explicativos ya identificados. Una
explicación espuria es aquella en la que algún factor no identificado es responsable del
resultado, mientras que al factor identificado se le ha atribuido erróneamente un efecto sobre
el resultado. También se conoce como el sesgo de la variable omitida y se produce con
frecuencia en los estudios de política comparada, estando bastante relacionado con el sesgo
de selección. Por ejemplo, en política comparada, con frecuencia se ha afirmado que los
regímenes autoritarios promueven el desarrollo económico mejor que los democráticos. No
obstante, estos estudios pasan por alto que los gobiernos autoritarios tienden a hundirse en
periodos de crisis económica, ya que una buena parte de su legitimidad radica en la capacidad
de generar bienestar económico.

Otro problema son las ​falacias ecológicas e individualistas que surgen cuando un
estudio pretende hacer inferencias sobre un nivel de análisis sirviéndose de evidencias de otro
nivel de análisis. Por ejemplo, una teoría de la revolución puede centrarse en factores
psicológicos individuales, pero puede usar datos estadísticos agregados internacionales sobre
niveles de desigualdad y violencia política. Existen ​dos tipos de datos en las ciencias
sociales​: ​invididuales ​(información sobre personas individuales) y ​ecológicos ​(información
que ha sido agregada para unidades territoriales).

El último de los problemas sería el ​sesgo de valor​, referido al riesgo de que la


predisposición cultural, política y filosófica en particular del investigador sesgue el desarrollo
y las conclusiones de la investigación.

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3. DESARROLLO ECONÓMICO Y DEMOCRACIA

El problema de investigación

Hay bastante consenso en que al investigar la relación entre los dos factores, la
democracia sería la variable dependiente y el desarrollo económico, la independiente. Lo que
ha cambiado a lo largo de los años ha sido la manera de medir la democracia y el desarrollo
económico y los métodos de comparación empleados para respaldar las diferentes teorías
sobre la relación. Hay divergencias, eso sí. Por ejemplo, para algunos la democracia existe o
no existe, mientras que para otros hay “grados” de democracia. También existen diferencias
respecto a qué se ha de considerar democracia y qué se ha de considerar desarrollo
económico.

La relación entre desarrollo económico y democracia puede ser una ​relación lineal
(conforme aumenta el nivel de desarrollo económico, aumentan las posibilidades de que un
país sea democrático), una ​relación curvilínea (un cambio positivo en el desarrollo
económico se verá acompañado de un cambio positivo en la democracia, pero el grado en el
que aumenta la democracia se reduce en los niveles más altos de desarrollo económico) o una
relación ​escalonada ​(a partir de un cierto nivel de desarrollo económico, la probabilidad de
que el país se democratice no varía).

Merece la pena comentar los argumentos basados en la ​inercia institucional​, según


los cuales una vez que se produce un evento particular (una guerra, unas elecciones…), el
curso de los eventos que sigue se verá alterado para siempre. Por ejemplo, en la mayoría de
transiciones democráticas en las que ha habido consenso de élites y movilización de masas se
ha recorrido una senda de estabilización, institucionalización y consolidación de la
democracia, mientras que en las transiciones democráticas sin consenso de élites el curso de
los hechos ha sido distinto.

La comparación de muchos países

Lipset comparó ​28 países europeos y angloparlantes con 20 países de América


Latina​. Dividió su muestra de países en cuatro grupos diferentes. Dividió los países europeos
y angloparlantes en democracias estables, por un lado, y democracias inestables y dictaduras,
por el otro. También dividió a los países de América Latina en democracias y dictaduras
inestables, de un lado, y dictaduras estables, de otro. Respecto a Europa, consideró
democráticos a los países en los que se podía documentar una sucesión ininterrumpida de
democracia política desde la Primera Guerra Mundial y ausencia de grandes movimientos
opuestos a las reglas democráticas. Respecto a América Latina, consideró democráticos a los
países que contaban con un historial de elecciones más o menos libres durante la mayor parte

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del periodo posterior a la Primera Guerra Mundial. Al comparar los indicadores de desarrollo
económico, concretó que las democracias estables europeas y angloparlantes, y las
democracias y dictaduras inestables latinoamericanas obtenían puntuaciones más altas en los
indicadores que sus homólogas no democráticas. Planteó, pues, que “cuanto mejor le vaya a
un país, más probable será que se mantenga la democracia”.

Cutright comparó ​77 países de Norteamérica, Sudamérica, Asia y Europa ​usando


escalas de desarrollo comunicacional, económico y de régimen político. Consideró, a
diferencia de Lipset, que existe desarrollo político de manera continuada en presencia
prolongada de poderes legislativos y ejecutivos viables y libremente elegidos durante el
periodo 1940-1961. La correlación entre desarrollo de las comunicaciones y desarrollo
político es mayor que la correlación entre desarrollo económico y desarrollo político, pero
ambas son lo suficientemente relevantes.

Cutright y Wiley compararon ​40 países “autogobernados” usando datos de antes y


después de la Segunda Guerra Mundial. Su variable dependiente es la representación política
(“el grado en que los poderes ejecutivo y legislativo están sujetos a las demandas de la
población”). Para medir el desarrollo económico se tomó la cantidad de energía consumida en
un año dado. El estudio reveló una relación significativa entre el desarrollo económico y la
representación política.

Robert Dahl​, en ​Polyarchy​, se propuso una clasificación de las formas políticas.


Según él, la democracia presenta dos dimensiones críticas: contestación y participación. Los
países que registran niveles altos de contestación y participación se considerarían
“poliarquías” o democracias. Su ​comparación de 118 países y 33 poliarquías y
cuasi-poliarquías ​reveló un débil efecto umbral: los países que logran un cierto nivel de
desarrollo económico tienden a ser poliarquías, pero cabría ser cautos con esta conclusión.

Jackman ​comparó 60 países no comunistas en la relación entre desarrollo


económico y democracia. Sostuvo que la democracia se entiende mejor como un concepto
continuo en lugar de como uno dicotómico, por lo que deberían contrastarse tanto las formas
lineales como curvilineas de la relación. Combina cuatro indicadores: participación electoral,
competitividad del sistema de partidos, grado de irregularidad electoral y una relativa libertad
de prensa. Como medida de desarrollo económico tomó el nivel de consumo de energía. El
análisis estadístico reveló que la relación curvilinea es más significativa que la relación lineal.

Bollen ​comparó 99 países tratando de examinar si el nivel de democracia es mayor


en los países que se desarrollaron antes o a la inversa. Utilizó el consumo de energía como
medida del nivel de desarrollo. El análisis arrojó que el momento preciso del desarrollo
económico no es relevante, pero el nivel del mismo sí tiene un efecto clave en el desarrollo de
la democracia.

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Hellwell selecciona ​una muestra de países ​para los cuales “es posible obtener
medidas comparables de renta per cápita y valoraciones periódicas del alcance de los
derechos políticos y civiles”. Su índice de democracia combina dos métodos diferentes de la
protección de las libertades y oscila entre bajo (ausencia de democracia) y alto (democracia
plena). Su análisis arrojó un fuerte efecto positivo de la renta per cápita en el nivel de
democracia.

Burkhart y Lewis-Beck usaron una escala de democracia similar que comprende desde
la inexistencia de la misma hasta su plenitud. Recurren al consumo de energía para
operacionalizar el desarrollo económico y toman como elemento estadístico “otras fuerzas
sociales” y la “posición mundial” de los países incluidos. Los resultados plantean que las
variables “desarrollo económico” y “otras fuerzas sociales” están asociadas positivamente a
la democracia, mientras que las posiciones mundiales periférica y semi-periférica reducen
estos efectos positivos.

Por último, ​Przeworski y Limongi se muestran escépticos ante los anteriores trabajos.
Clasifican los países con arreglo a normas de valoración estrictas que incluyen, por ejemplo,
la elección del ejecutivo y la existencia de un sistema de partidos competitivo. No obstante,
en lugar de proclamar inmediatamente que el desarrollo económico promueve la democracia,
los autores sostienen que “las democracias son más susceptibles de convertirse en países
desarrollarse económicamente”.

La comparación de pocos países

Este bloque hay que dividirlo en tres pequeños bloques, a sabes: ​la comparación
cuantitativa ​de pocos países; ​la comparación cualitativa de pocos países, y ​los estudios de un
solo país​. Con respecto a ​la comparación cuantitativa de pocos países hay un par estudios
reseñables. ​Lerner examinó seis países de Oriente Medio (Turquía, Líbano, Jordania, Egipto,
Siria e Irñan) y concluyó que la modernización se caracteriza por una movilidad física, social
y psíquica que conlleva a una sociedad participativa moderna con altos niveles de
urbanización, alfabetismo, consumo de medios y capacidades de empatía. El estudio dio a
entender que la democracia es la situación de llegada de la modernización. Este estudio es
importante por cuanto emplea datos a nivel agregado y comparaciones globales para
establecer asociaciones básicas entre variables importante. Luego utiliza datos a nivel
individual que miden lo que él considera las características clave de la modernidad.

Por su parte, ​Neubauer comparó 23 países mediante un índice de desarrollo


democrático e indicadores de desarrollo económico. Su comparación reveló que “no hay
relación alguna entre el nivel de rendimiento de la democracia y las medidas de desarrollo
socioeconómico”.

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Con respecto a ​la comparación cualitativa de pocos países​, éstos tratan de descrifrar
las claves intermedias que contribuyen a “descomponer” la relación estadística. Factores
como la cronología del desarrollo económico, las alianzas entre las diferentes clases sociales,
la fortaleza del Estado, factores internacionales, etc. entran dentro de la categoría de
“cualitativos”.

De Schweinitz realizó un estudio plasmado en ​Industrialization and Democracy donde


afirmó que “la aparición de la comunidad política democrática surge asociada a la
industrialización y al crecimiento económico”, aunque planteó también que estos fenómenos
deben considerarse como condiciones necesarias pero no suficientes. Definió la democracia
como el sistema en el que “los problemas de gobierno se resuelven sobre la base de un
llamamiento a las preferencias de individuos autónomos”. ​Comparó las experiencias
históricas de Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Rusia​. Del Reino Unido dijo que
su clave fue que el desarrollo económico se logró autónomamente y no bajo la dirección del
Estado, lo que propició la aparición de la clase media y de una clase trabajadora dócil bien
dirigida y organizada así como el establecimiento sistemático de la democracia. En Estados
Unidos, también el desarrolló se logró autónomamente, pero a diferencia de en Reino Unido,
aquí las instituciones políticas tuvieron que crearse para contener el propio impulso
democrático. Factores como la extensión del territorio o la arraigada cultura política del
individualismo favorecieron el desarrollo de la democracia en EEUU. Respecto a Alemania,
el caso fue distinto. La propia historia generó la necesidad de un Estado centralizado fuerte
capaz de unificar sus diversas unidades políticas. El autor no termina de comprender por qué
Alemania a inicios del siglo XX no había consolidado una cultura democrática fuerte. Rusia,
por su parte, estaba más subdesarrollada y tenía menos acceso a recursos naturales. Además,
estuvo más abierta a la invasión extranjera. La ausencia de clase media y la persistencia de un
sistema de servidumbre dificultaron adicionalmente cualquier avance hacia la democracia.
Posteriormente, la experiencia marxista influyó en desarrollar un sistema de gobierno de
partido único. La conclusión más interesante del estudio vendría a ser que los principales
obstáculos al éxito de la democracia residen en un desarrollo tardío y un crecimiento centrado
en el Estado.

Barrington Moore ​en ​Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia extendío


las comparaciones de De Schweinitz a ​un grupo más amplio constituido por Gran
Bretaña, Francia, Estados Unidos, Japón, India y China​. También comparó Alemania y
Rusia. Su comparación descubrió tres vías hacia el mundo moderno: 1) revoluciones
burguesas y democracia; 2) revolución desde arriba y fascismo; y 3) revolución desde abajo y
comunismo. La vía democrática se logró en Gran Bretaña (Revolución puritana), Francia
(Revolución francesa) y Estados Unidos (Guerra de Secesión). En las tres, el desarrollo de la
agricultura comercial facilitó la función de los terratenientes, engrosando las filas de la
burguesía que no se alió contra los intereses de campesinos y obreros. En los tres casos,
además, se produjo una ruptura revolucionaria con el pasado. La vía fascista “de arriba a
abajo” remite a Japón y Alemania. En ambos países el desarrollo de la clase comercial e

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industrial fue demasiado débil y dependiente, por lo que se alió con las altas clases
terratenientes y la administración real, recibiendo el apoyo de un Estado fuerte que
proporcionaba protección comercial y control de la clase obrera. Por último, la vía comunista
“de abajo a arriba” característica de Rusia y China tuvo que ver con un Estado altamente
centralizado y una clase alta terrateniente que reprimían a la clase obrera. La inexistencia de
agricultura comercial supuso que el desarrollo de la burguesía fuera débil, careciendo de la
fuerza suficiente para enfrentarse a la Corona o a la clase terrateniente.

Rueschemeyer ​et. al ​ampliaron el análisis de la relación entre desarrollo económico y


democracia. Ampliaron el número de países de los estudios anteriores para incluir países
europeos pequeños, colonias británicas y países de América Latina y el Caribe. ​Compararon
17 países (Suecia, Dinamarca, Noruega, Suiza, Bélgica, Holanda, Francia, Gran Bretaña,
Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Austria-Hungría, España, Italia y
Alemania). Su análisis destacó como factor explicativo la fortaleza de las distintas clases
sociales. Salvo en Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia, una poderosa élite agraria se
interpuso a la democratización. En países con Estados autónomos, poderosas clases obreras o,
especialmente, fortaleza de la burguesía, la probabilidad de arraigo de la democracia creció.
Los países autoritarios se industrializaron más tarde que los países democráticos y contaban
con poderosas élites agrarias que se coaligaron con la burguesía y el Estado ejerciendo una
hegemonía ideológica autoritaria. Los países de América Latina, por su parte, comenzaron el
proceso de desarrollo mucho más tarde y éste fue muy dependiente de la exportación de
productos básicos. Por ende, como determinantes esenciales del surgimiento de la democracia
en la primera mitad del siglo XX figuran la consolidación del poder estatal, la naturaleza de la
economía orientada a la exportación, la fuerza y cronología del proceso de industrialización y
el agente a través del cual las clases subordinadas articularon sus demandas políticas. La
expansión de las exportaciones mineras y agrícolas estimuló el desarrollo de diferentes
conjuntos de clases sociales, que articularon sus demandas a través de diferentes tipos de
formaciones políticas. Un inicio temprano del proceso de industrialización habría fracturado a
las clases terratenientes, produciendo una clase subordinada fuerte y activa.

Los estudios de un solo país

Putnam​, en ​Making Democracy Work​, ​estudió Italia y comparó el rendimiento de las


instituciones democráticas en las veinte regiones administrativas, empleando para ellos
técnicas cuantitativas y cualitativas. Utilizó indicadores del rendimiento de las instituciones
democráticas. Dedujo que el rendimiento de las instituciones democráticas era mayor en las
regiones del norte que en las del sur, planteando que estas diferencias en el rendimiento se
deben a los distintos niveles de modernización socioeconómica. Las regiones con mayores
grados de desarrollo económico, plantea el estudio, registran mayores niveles de rendimiento
institucional, siendo más altos en el norte que en el sur. No obstante, el autor pensaba que
había algo espurio en esa relación y que no podía dejarse llevar por la monocausalidad. Llegó

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a la conclusión de que existía un factor relevante: la historia de la participación ciudadana en


Italia, habiéndose dado un lento proceso de acumulación que se remonta a la época medieval
y continúa hasta la Italia moderna. Conectó la participación ciudadana en los inicios del siglo
XX con el desarrollo económico y la participación ciudadana en los años setenta.

Por su parte, ​Waisman ​llevó a cabo ​un estudio sobre Argentina que se pregunta por
qué este país no logró convertirse en una democracia industrial. Sostuvo que la aparición y
estabilidad de la democracia en el primer periodo se debió ante todo a una tasa elevada y
sostenida de crecimiento económico. En segundo lugar, las demandas de participación de la
clase media y la intensa movilización obrera fueron absorbidas por las élites mediante
técnicas de inclusión. Los periodos posteriores de autoritarismo se debieron a la aparición de
un Estado desarrollista autónomo y a la presencia de élites económicas muy arraigadas.

Holm ​estudió Botsuana y dedujo que aunque a priori puede pensarse que existe una
democracia consolidada teniendo en cuenta sus instituciones, la realidad es que en la sociedad
civil la cultura política ​tsuana mantiene patrones de organización autoritarios y jerárquicos
por lo que el crecimiento económico que experimentó el país no explica la democracia…
porque ésta es ficticia.

Kavira ​estudió India y llegó a la conclusión de que procesos que en Occidente


precedieron a la democracia (secularización de la política, individualización de la sociedad
civil, etc.), en India se produjeron al mismo tiempo. Por ello el desarrollo de la democracia
alteró, pero no desplazó las identidades tradicionales basadas en el sistema de castas y en las
divisiones religiosas.

Para finalizar, ​Moon y Kim ​estudiaron el caso de Corea del Sur​, que ha mantenido
altas tasas de crecimiento desde la década de los sesenta. No obstante, ha vivido también
varios períodos de gobierno antidemocrático.

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4. VIOLENCIA POLÍTICA Y EVOLUCIÓN SOCIAL


Existe un alto empeño por comprender las motivaciones individuales, estructurales y
culturales de la violencia política y las condiciones que favorecen el éxito de las revoluciones
sociales, que se vio en parte estimulado por el proceso de descolonización iniciado tras la
Segunda Guerra Mundial.

El problema de investigación

Existen tres preguntas que forman la base de este campo de investigación: ¿por qué se
rebela la gente? ¿qué sectores de la sociedad son más propensos a rebelarse? ¿qué factores
contribuyen al éxito de una revolución social? La primera pregunta remite a factores
individuales, estructurales y culturales; la segunda, a los tipos de grupos más susceptibles de
prestar apoyo a las rebeliones; y la tercera hace referencia a los factores explicativos clave
para el éxito de las revoluciones.

Los estudios de muchos países tienden a centrarse en aspectos motivacionales de la


violencia política, mientras que los de pocos países y de un solo país hacen hincapié en
identificar grupos clave y condiciones necesarias. Además, los de muchos países se centran
en la relación entre el cambio de las condiciones socioeconómicas y la violencia política,
mientras que los otros estudios se centran en el rol de las élites rebeldes y las coaliciones
revolucionarias.

La comparación de muchos países

Los estudios de muchos países en este campo intentan descubrir los factores
universales que explican la rebelión y la violencia política. Estudiamos seis estudios
concretos.

Gurr ​indagó en las condiciones causantes de las “luchas civiles” y operacionalizó la


noción de ​privación relativa a través de medidas y de indicadores individuales de privación
persistente, privación de corto plazo, potencial coercitivo de los Estados, niveles de
institucionalización, grado de legitimidad política y condiciones socioestructurales generales.
Como variable dependiente tomó la magnitud del conflicto civil (manifestaciones, huelgas
políticas, disturbios…), datos codificados a partir de varias fuentes primarias de noticias e
informes. Mostró que todos sus indicadores de privación se hallaban positivamente
relacionados con la magnitud del conflicto civil, incluso después de controlar los efectos de
las variables “coerción”, “institucionalización”, “legitimación”, “facilitación” y “niveles
pasados de conflicto civil”. El análisis muestra, pues, que la variación en la magnitud de
conflicto civil en 114 países se explica por las diferentes medidas de privación relativa.

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Por su parte, ​Hibbs​, en ​Mass Political Violence quiso investigar ​los procesos causales
subyacentes a las diferencias entre países en cuanto a niveles de violencia política
masiva durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial​. Desarrolló dos
grandes indicadores de violencia política masiva: por un lado ​la protesta colectiva que
engloba revueltas, ataques armados, huelgas políticas, etc. Por otro ​la guerra interna que
comprende ataques armados, muertes por violencia política y asesinatos políticos. El autor
elaboró un ejercicio exhaustivo de generación y contraste de hipótesis antes de especificar un
modelo causal y complejo. Especificó más de 25 relaciones lineales y no lineales entre
variables independientes y sus dos índices de violencia política masiva. Construyó, con estos
hallazgos, un modelo causal multivariable de violencia polític que tiene en cuenta la primacía
causal de ciertos factores que determinan los resultados posteriores. Para evitar el “sesgo de
variables omitidas”, Hibbs incluyó una multitud de variables que pueden o no estar
relacionadas con la violencia política.

Paige en ​Agrarian Revolution trató de explicar ​la incidencia de la rebelión y de la


violencia colectiva centrándose únicamente en la rebelión rural en el sector agrario​,
dividiendo la variable dependiente en cuatro categorías: reforma, revuelta, rebelión y
revolución. Se centró en la estructura del sector agrario y en su relación con la violencia
colectiva. Para él, existen dos tipos de grupos en este sector (cultivadores y propietarios) con
tres fuentes de ingresos (tierra, capital y salarios). Los propietarios obtienen sus ingresos de la
tierra (plantaciones) o del capital (explotaciones comerciales), mientras que los cultivadores
lo hacen de sus ingresos de la tierra o de sus salarios. La revuelta, entonces, sería más
probable en sectores agrarios en los que los propietarios y los cultivadores obtienen sus
ingresos de la tierra, mientras que la probabilidad de comportamiento revolucionario es más
alta en sectores agrarios en los que la tierra es la fuente de ingresos de los propietarios y los
salarios el sustento de los cultivadores. Al emplear una unidad de análisis correcta y definida
eliminó el problema de la falacia ecológica y minimizó el problema de las relaciones
espurias. El autor halló una relación positiva entre la estructura del sector agrario y el tipo de
movimiento social rural. Las actividades políticamente violentas serían llevadas a cabo
primordialmente por movimientos revolucionarios socialistas o nacionalistas.

Sigelman y Simpson ​compararon indicadores de desigualdad y violencia política


en 49 países durante los años centrales de la década de los años sesenta, controlando al
mismo tiempo los efectos de la riqueza (PBI per cápita), las pautas de movilidad social
(amplitud de matrícula educativa nacional), los grados de heterogeneidad sociocultural (grado
de división étnica), la tasa de cambio social (variación de la población urbana 1950-1960) y
el tamaño de la población (coeficiente de Gini). Para medir la violencia política se empleó el
índice de guerra interna de Hibbs. Contrastaron las formas lineales y no lineales de la relación
entre la desigualdad en la distribución de la renta y la violencia política. Incluyendo
únicamente la desigualdad de la distribución de renta y la población como variables
independientes, entre los 49 países de su muestra, los países populosos con altos niveles de
desigualdad de renta registran altos niveles de violencia política. No obstante, la relación

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curvilínea no recibe tal respaldo empírico. Al añadir el resto de variables expuestas


anteriormente continuaba existiendo una relación positiva lineal entre la desigualdad y la
violencia política, mientras que la movilidad social y la riqueza parecen tener un efecto
negativo, y la heterogeneidad sociocultural un efecto positivo. Existe, pues, menos violencia
política en los países ricos con oportunidades de avance social.

Años después, ​Muller y Seligson ​reexaminaron la relación entre desigualdad y


violencia política midiendo tanto desigualdad de tierra como de renta utilizando igualmente
los coeficientes de Gini. Otras variables independientes fueron el tamaño de la población
activa en la agricultura, el porcentaje de campesinos sin tierra, la represión, los actos
coercitivos del Estado, el separatismo político, el nivel de desarrollo económico y los niveles
pasados de violencia política. Compararon 62 países durante los años 1960 y 1970,
concluyendo que la injusta distribución de la tierra y la desigualdad agraria solo adquieren
relevancia explicativa si se traducen en niveles generales de desigualdad de renta. También
concluyeron que la represión contribuye a la violencia política.

La comparación de pocos países

La comparación de pocos países intentan proporcionar explicaciones más holísticas


acerca de los grupos que forman los movimientos revolucionarios.

Eric Wolf ​comparó las luchas revolucionarias en México, Rusia, China, Vietnam,
Argelia y Cuba tratando de identificar los factores comunes que explican el estallido de
guerras campesinas y su función en el fomento de la revolución. Su “variable maestra” es la
transformación capitalista que introdujo la lógica de los mecanismos de mercado en
comunidades agrícolas basadas históricamente en sistemas de producción y existencia
completamente diferentes, poniendo en entredicho los cálculos de riesgo básicos que habían
tenido durante siglos los campesinos. Entre las demás variables encontramos la presencia de
una autoridad estatal central, la presencia de campesinos de clase media y “libres” y la propia
rebelión campesina violenta. Su estudio presenta el problema del sesgo de selección, ya que
no permite que la variable dependiente (revolución social) varíe.

Paige ​comparó Perú, Angola y Vietnam y demostró que los tres casos corroboran
sus hallazgos previos (comparando muchos países). En Perú, comparó los movimientos
obreros de las plantaciones industriales de azúcar y los movimientos agrarios de los sistemas
de hacienda de explotaciones agrícolas comerciales. En Angola, el movimiento
revolucionario nacionalista en el sector de la exportación de café (propiedad de los colonos).
En Vietnam abordó la guerra como ejemplo de movimiento revolucionario socialista en un
sistema de aparcerías del sector explotador de arroz.

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Scott ​comparó Birmania (Myanmar) y Vietnam tratando de explicar cómo su teoría


de la “economía moral” explica el comportamiento revolucionario campesino. Desarrolló un
retrato de la comunidad campesina y de su organización básica que, cuando se ve
transformada por la llegada del capitalismo de mercado, incuba las semillas de la rebelión.
Estos campesinos cumplían para él dos características: son “aversos al riesgo” y viven tan
cerca de una línea de subsistencia básica que establecen redes de apoyo para sobrevivir. Se
centró en explicar por qué los campesinos se rebelan. Su variable explicativa “maestra” es el
capitalismo de mercado y su variable dependiente, la rebelión campesina. Según él, la
irrupción del capitalismo de mercado en el Sudeste asiático transformó la “ética de
subsistencia” básica de la “economía moral”, haciendo que los campesinos se rebelaran en
un intento de preservar su sistema de organización centenario.

Por su parte, ​Skocpol ​trató de ​explicar las revoluciones sociales en Francia, Rusia y
China​. De entrada, distinguió entre revolución “social” (transformación rápida y básica del
Estado y de las estructuras de clase de un país) y revolución “política” (reforma de las
instituciones políticas dominantes del momento, pero no de las sociales). Prestó especial
atención a los campesinos y tuvo como variable explicativa maestra el Estado absolutista y su
posterior caída ante la creciente presión internacional. Una vez establecidas las causas
similares de estas revoluciones, dirigió su atención al periodo posrevolucionario. Solo cotejó
aquí los tres casos principales, descartando los casos negativos. Identificó cinco similitudes
básicas en las experiencias posrevolucionarias: en primer lugar, la denominada “opción
liberal” estuvo vedada a estos Estados, pero las clases dominantes continuaron siendo
vulnerables y los grupos subordinados susceptibles de nuevas movilizaciones; en segundo
lugar, las economías de los tres países continuaron basadas en una producción agraria
caracterizada por una fuerte presencia de campesinos; en tercer lugar, los tres siguieron
inmersos en una competencia internacional; en cuarto lugar, el proceso de construcción del
Estado se caracterizó por la movilización del apoyo popular en contra de oponentes tanto
internos como externos; en último lugar, el propio Estado estableció una mayor presencia en
los tres países y sustituyó a las clases terratenientes como autoridad preeminente y central.

Parsa estudió ​las revoluciones iraní, nicaragüense y filipina basándose en el


modelo de Skocpol, especificando variables estructurales como la fortaleza e intervención del
Estado en la economía, y variables relacionadas con los movimientos sociales como la acción
colectiva y la movilización de recursos y oportunidades política. Los tres casos siguieron, en
gran medida, modelos similares de desarrollo capitalista, tuvieron regímenes autoritarios y
excluyentes que habían sobrevivido a episodios anteriores de actividad insurgente, no
perdieron guerras ni sufrieron el colapso de sus Estados, y contaron con el apoyo político,
económico y militar de los Estados Unidos. Irán y Nicaragua experimentaron revoluciones
sociales, con derrocamiento de régimen, seguidas de una transformación radical de la
sociedad. Por su parte, Filipinas solo experimentó una revolución política. El estudio es, pues,
una comparación de casos con condiciones antecedentes similares y resultados diferentes. Su
comparación se centra en la naturaleza del Estado excluyente e intervencionista, identificando

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la naturaleza de las grandes coaliciones que se formaron para derrocar el régimen existente.
La explicación de Parsa, entonces, combina Estados, movimientos e ideología para dar cuenta
de la diferencia en el resultado en estos tres casos. Su marco teórico pretendía explicar no
sólo las revoluciones triunfantes, sino también los movimientos revolucionarios frustrados,
examinando también movimientos anteriores fallidos.

Wickham-Crowley en ​Guerrillas and Revolution in Latin America ​comparó los


movimientos revolucionarios en doce países de América Latina​, siendo el propio
movimiento guerrillero la unidad de análisis. Se propuso hallar un equilibrio entre la
identificación parsimoniosa de variables clave propio de los estudios de muchos países y el
énfasis en la contingencia de los procesos históricos propio de los estudios de pocos países.
Comparó en primer lugar Cuba, Venezuela, Guatemala, Colombia, Perú y Bolivia entre 1956
y 1970; en segundo lugar, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Perú y Colombia a partir de
1970. Dedujo que había cuatro condiciones que deben concurrir para el éxito de una
revolución social en la región y que dependen de la naturaleza de la estructura agraria, la
perturbación de la estructura agraria, la presencia de culturas rebelde y los vínculos entre
revolucionarios y campesinos. Su conclusión es que lo que determinaba este apoyo era la
combinación de estas condiciones: las estructuras agrarias pertinentes se combinaban con
perturbaciones de la estructura agraria en un área en la que preexistían vínculos sustanciales
entre guerrilleros y campesinos; concurrían las estructuras agrarias pertinentes con un
campesinado históricamente rebelde; el campesinado rebelde ya se hallaba vinculado a la
protoguerrilla con anterioridad a la insurgencia.

Por último ​Brockett ​comparó la movilización y la represión campesina en El


Salvador y Guatemala​. El estudio examina la paradoja de ciclos de protesta bajo amenazas
externas por parte de los agentes del Estado; protestas durante las cuales los activistas
progresistas participaron en huelgas, manifestaciones, ocupaciones de fábricas y
explotaciones agrícolas. La comparación arrojó que en Guatemala la represión estatal eliminó
virtualmente un movimiento popular rural, mientras que en El Salvador “pese al gran riesgo,
subsiste un movimiento urbano”.

Los estudios de un solo país

Womack ​estudió Mexico​, concretamente los campesinos y su involucramiento en el


proceso revolucionario. Planteó que en 1910 los campesinos mexicanos comenzaron a perder
las bases de la única vida que deseaban vivir y ello les llevó a involucrarse. Por otro lado
Nugent se retrotajo en la historia para buscar temas comunes en la lucha política por la tierra.
Entre esos ​outsiders figuran los apaches en el siglo XVII. Para finalizar ​Harvey analizó la
rebelión zapatista y puso de manifiesto que la rebelión de Chiapas se basó en la historia de
lucha en el sur de México.

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5. OPOSICIÓN POLÍTICA NO VIOLENTA Y MOVS.


SOCIALES
La historia dispone de múltiples ejemplos de oposición política no violenta que se
encuadraba dentro de determinados movimientos sociales. El análisis comparado considera a
estos movimientos sustancialmente distintos de los que sí utilizan la violencia,
diferenciándose tanto en los grupos que movilizan como en las reivindicaciones que formulan
y los objetivos que pretenden alcanzar.

El problema de investigación

Por lo general, los investigadores han intentado explicar la aparición, las estrategias,
la forma, el éxito y el impacto de los movimientos sociales en diferentes contextos políticos.
La investigación comparada se centra en ​por qué ​surgen los movimientos sociales, ​cómo
tratan de alcanzar sus objetivos y ​qué ​logran realmente

La comparación de muchos países

A diferencia de otros campos, son escasos los estudios que comparan muchos países
en el campo de la investigación de los movimientos sociales.

Powell ​comparó 29 democracias proporcionando varios indicadores de rendimiento


de la democracia (el voto, el rendimiento socioeconómico, las constituciones, la participación
ciudadana…). En el análisis de la participación ciudadana incluyó casos de protesta
codificados a partir de crónicas durante dos décadas separadas (58-67 / 67-76). Concluyó que
en las democracias la probabilidad de protestas políticas pacíficas es mayor en países con
grandes poblaciones, mayor heterogeneidad social y un PIB per cápita elevado. El análisis
también mostró que los países con sistemas multipartidistas tienden a tener niveles más bajos
de protesta.

Haas y Stack ​compararon 71 países (de cuatro continentes distintos) con datos sobre
actividad de huelgas de trabajadores durante el periodo de 1976-1978. La variable
dependiente es el volumen de huelgas. Las variables explicativas son algunas como el
desarrollo económico, la tasa de crecimiento económico o el grado de afiliación sindical. La
correlación reveló una asociación positiva y sustancial entre el volumen de huelgas y la tasa
de inflación, el grado de sindicación y el desarrollo de los medios de comunicación de masas.

Gurr ​se centró en la protesta política de “minorías en riesgo”​. Comparó más de


250 grupos destacados o activos políticamente entre 1945 y los años noventa que cumplen
con dos criterios definitorios: en primer lugar, sufren o se benefician colectivamente de un

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trato discriminatorio sistémico; en segundo lugar, el grupo centra su movilización política en


la defensa o promoción de “intereses autodefinidos”. Operacionalizó como de costumbre los
conceptos de privación relativa y movilización de grupo, plasmando la primera la motivación
de la protesta política como un desfase percibido entre el logro esperado y el real. El segundo
concepto examinó las maneras en que los grupos consiguen recursos para sostener la acción
colectiva. Más recientemente el propio ​Gurr ​ha incluido más grupos, reduciendo el problema
de la falacia ecológica.

También ​Inglehart ha ido, con el paso del tiempo, ​añadiendo más grupos ​a su
estudio. En ​Modernization and Post-modernization examinó, entre otras cosas, la propensión
intercultural de los individuos al respaldar o participar en movimientos de protesta. Su
comparación reveló un incremento monotónico en las cuatro formas de actividad política no
convencional (boicot, manifestación, huelga ilegal u ocupación de edificios), produciéndose
un descenso en las formas convencionales de actividad política. Más adelante, el propio
Inglehart y ​Welzel ​dirigieron su atención a los resultados de la acción colectiva que definen
como “niveles cambiantes de democracia formal y grados variables de democracia efectiva”.
Examinaron su variación internacional contrastándola con la variación en los valores de
“autoexpresión” que, a su vez, están vinculados a pautas más amplias de modernización
socioeconómica.

La comparación de pocos países

La comparación de pocos países en este campo arroja pistas importantes sobre los
orígenes, la forma y el impacto de los movimientos sociales.

Kitschelt ​estudió Francia, Suecia, Estados Unidos y Alemania Occidental en el


plano del movimiento antinuclear, proponiéndose extraer inferencias amplias sobre los
factores que conformaron la dinámica y el impacto de los movimientos sociales. Su factor
explicativo clave es la “estructura de oportunidad política” (configuración de recursos, marco
institucional y precedentes históricos). Planteó que los cuatro movimientos coincidían en la
formulación de exigencias, en el “sentimiento subjetivo de privación y agravio” y en la
reacción de los gobiernos (desarrollando igualmente la industria de la energía nuclear).
Matizó una diferencia importante que tenía que ver con las estructuras de oportunidad
política: en Suecia y EEUU, con una estructura más abierta y sensible, los movimientos
sociales adoptaron estrategias más “asimilativas” canalizando demandas a través de diversos
mecanismos; en Francia y Alemania Occidental, con estructuras más cerradas y menos
sensibles, los movimientos sociales adoptaron estrategias de mayor confrontación que
llegaron a incluir la desobediencia civil. En el primer caso se lograron más avances
procedimentales.

Por su parte, ​Dalton ​en su ​Citizen Politics in Western Democracies ​comparó datos a
nivel individual sobre las actividades de los movimientos sociales en ​Estados Unidos, el

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Reino Unido, Alemania y Francia​. En los cuatro países concluyó que los hombres jóvenes
con una buena educación, una fuerte identificación con un partido político, un sentido
particular de la eficacia política y una insatisfacción global con las políticas gubernamentales
tienden a participar en actividades sociales más combativas como manifestaciones o huelgas
ilegales.

Kriesi et al. ​compararon ​Francia, Suiza, Alemania y los Países Bajos desde el
ámbito de los “nuevos movimientos sociales” feministas, estudiantiles, pacifistas, verdes y
LGTB, comparando también las protestas de grupos de derecha. Para los autores existen
cuatro factores contextuales que ayudan a explicar la actividad de los nuevos movimientos
sociales: el grado en que las distintas fracturas tradicionales han quedado apaciguadas; las
estructuras institucionales formales; la configuración izquierda-derecha del poder; y las
distintas áreas de políticas públicas abordadas por dichos movimientos. Hallaron una relación
directa entre la actividad de los movimientos sociales y la fortaleza institucional y
sensibilidad del Estado, así como parecieron estos movimientos sociales tener más espacio en
países donde las fracturas tradicionales han quedado apaciguadas. Los países débiles e
incluyentes (p.ej: Suiza) presentan niveles agregados de movilización social elevados,
mientras los países con Estados excluyentes fuertes (p.ej: Francia) exhiben niveles de
movilización social más bajos que se concentran en formas de acción más combativas. En los
países en los que la “vieja izquierda” ha sido apaciguada, los nuevos movimientos sociales
refuerzan la nueva izquierda. Las diferentes orientaciones hacia las políticas públicas que
mantienen los nuevos movimientos sociales determinan, en parte, el tipo de respuesta que
reciben del gobierno. Alemania y los Países Bajos experimentaron olas de protesta bien
desarrolladas que duraron más de un lustro y presentaron grandes aumentos en el número y
magnitud de los eventos. Con respecto a las actividades contestatarias, en ambos países las
olas de protesta pasaron de una violencia escasa en sus primeras fases a tácticas más violentas
hacia el final del periodo.

Foweraker y Landman compararon la relación mutua entre los derechos de ciudadanía


y los movimientos sociales en ​Brasil, Chile, México y España​. Sus análisis trazan los
orígenes políticos y el impacto de la actividad de los movimientos sociales respecto a la
protección de los derechos individuales de ciudadanía. Los derechos “positivos” se
codificaron mediante las constituciones, las leyes, los decretos y los actos institucionales; los
efectos “efectivos”, mediante una serie de escalas publicadas sobre la protección de derechos.
Las comparaciones descubrieron en los cuatros casos grandes fluctuaciones a lo largo del
tiempo en la protección de los derechos políticos y civiles de los ciudadanos, lo que evidencia
su transición colectiva del autoritarismo a la democracia. También mostraron las diferentes
formas en las que los regímenes de estos países protegían los derechos positivos y los
derechos efectivos. Con los datos de los eventos de protesta, mostraron que en los cuatro
países surgieron olas similares de movilización en el seno tanto del movimiento obrero como
de otros movimientos sociales.

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El último estudio, de ​Bashevkin​, en ​Women on the Defensive​, compara el movimiento


feminista en ​Estados Unidos (1981-1992), Canadá ​(1964-1993) y Reino Unido
(1979-1997), y comienza planteando que en los tres países el movimiento feminista entró en
fase de repliegue al tiempo que los respectivos gobiernos aplicaban políticas sociales
neoliberales. Las activistas de los tres países describieron las dificultades que sufrieron y la
actitud más defensiva que tuvieron que adoptar en sus distintas campañas para hacer frente a
la agenda conservadora.

Los estudios de un solo país

Gamson comparó, en ​The Strategy of Social Protest​, 53 grupos opositores en ​Estados


Unidos​. Definió como grupo opositor una organización formal “portadora de un desafío al
sistema político” y con capacidad para realizar el desafío (celebrar reuniones, planificar
eventos, etc). Según el autor, el éxito del grupo tiene dos dimensiones: la primera hace
referencia al grado en el que el grupo logra aceptación por parte de sus principales
antagonistas (por lo que oscila entre “plena” y “nula” ); la segunda se refiere al grado en el
que el grupo logra nuevos beneficios para sus miembros (oscilando entre “muchos” o
“ninguno”). Identificó, pues, los factores clave que explican los altos niveles de éxito:
organizaciones grandes, burocráticas y centralizadas, con muy pocas facciones internas y
altos niveles de patrocinio exterior con una estrategia monotemática que ofrecen incentivos
selectivos a sus miembros y capaces de usar la violencia sin ser detenidos por las autoridades.

Tarrow estudió las protestas en ​Italia durante la década de 1965 a 1975, en la que el
país asistió a una oleada de protestas que comenzaron con huelgas organizadas y protestas
universitarias y se propagaron a trabajadores y estudiantes de secundaria, médicos, obispos,
etc. Definió un ciclo de protesta como un conflicto que va cobrando fuerza, incorporándose
paulatinamente nuevos actores que amplían el ámbito del conflicto a más sectores e
instituciones (sin la agitación de los “primeros alzados”. Al final del ciclo se pasa de la
confrontación a la violencia deliberada y, con el tiempo, al decaer la movilización y desertar
algunas personas, los extremistas compiten por el apoyo de una base social reducida. Su
estudio, pues, recaba datos sobre protestas usando un detallado protocolo de codificación de
actos que incluye tipos de acción, principales actores, etc. Concluyó que el ciclo de protesta
llegó a su fin con el aumento de la protesta violenta y la represión, por un lado, y la
institucionalización política, de otro.

Costain estudió el movimiento feminista en ​Estados Unidos ​desde 1950 hasta 1985,
codificando los datos de protesta recurriendo al índice del New York Times. Durante la
segunda mitad del siglo XX, la movilización feminista registro un declive y posteriormente
un ligero aumento, llegando a su clímax en 1975, tras el cual volvió a decaer. Costain
argumentó que la estructura de oportunidades políticas cambió sustancialmente tras romperse
la coalición del ​New Deal​ a finales de los sesenta.

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6. LAS TRANSICIONES A LA DEMOCRACIA


Las transiciones democráticas cobraron creciente interés como objeto de investigación
comparada al final de la dictadura portuguesa en 1974, evento que abrió la “tercera ola” de
democratización de la historia mundial.

La comparación de muchos países

Para comenzar, ​Huntington definió en ​La tercera ola una ola de transición
democrática como un grupo de transiciones desde regímenes no democráticos a regímenes
democráticos que ocurren dentro de un periodo de tiempo específico. La primera de ellas se
extendió desde 1828 a 1926, la segunda desde 1943 a 1962, y la tercera desde 1974 a 1989.
En 1990, 58 de los 129 países existentes eran democráticos. El estudio de Huntington plantea
que en el periodo de entreguerras y en los años de guerra la democratización sufrió un fuerte
revés, mientras que en la posguerra se verificó un aumento espectacular en el número de
democracias. Por otro lado, durante la tercera ola el crecimiento de las democracias no ha
tenido precedentes en la historia del mundo. Identificó cinco factores explicativos de las
transiciones democráticas entre 1974 y 1990: una crisis de legitimidad galopante del régimen
autoritario anterior; niveles de crecimiento económico elevados en los años sesenta; cambios
en la doctrina y práctica dentro de la Iglesia católica; un cambio en las políticas de actores
externos importantes; y un efecto de “bola de nieve” en todo el planeta. No obstante, de estos
cinco factores únicamente dos parecen tener sólidos fundamentos: el crecimiento económico
(la economía creció desde 1960 en el 90% de los países) y la función de la Iglesia católica (el
75% de los países de la tercera ola eran católicos).

Jaggers y Gurr incluyeron en su estudio dos medidas del tipo de régimen (autocracia
y democracia), expresando la diferencia entre el nivel de autocracia y democracia en un país
según cinco indicadores: competitividad en la participación política; regulación de la
participación; competitividad en la selección del ejecutivo; grado de apertura del proceso de
selección del ejecutivo; y restricciones al jefe del ejecutivo. La medida “democracia menos
autocracia” oscila entre +10 y -10. Los autores examinaron las diferencias en el grado de
democracia entre ​las Américas, África, Oriente Medio, Asia, y el Pacífico​. Durante los
años noventa, únicamente los países del África subsahariana y de Oriente Medio registraban
niveles más altos de autocracia que de democracia. Clasificaron, a su vez, el mundo en
sistemas políticos coherentes (+7 o -7) e incoherentes (+6 - -6). Codificaron que los sistemas
políticos incoherentes son más vulnerables a cambios de régimen (en cualquier dirección).

Si bien los anteriores autores reconocieron no haber identificado las causas de estas
diferencias en las pautas de cambio de régimen, sí lo intentó hacer ​Vanhanen en ​The
Prospects of Democracy​, siendo la variable independiente una combinación de seis
indicadores que representan la distribución de los recursos de poder en un país (número de

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estudiantes universitarios, población alfabetizada, etc), arrojando como resultado que la


distribución de los recursos de poder explica el 66 por ciento de la variación en el grado de
democracia para la muestra total de 1850-1993, mientras que para el periodo 1991-1993
explica entre el 59 y el 65 por ciento.

Por último, ​Doorenspleet trató de descubrir los factores que explican la


democratización en los años que siguieron a la Guerra Fría, denominando la autora a este
periodo como la “cuarta ola” y llegando a la conclusión de que la estructura de clases no
afecta mucho a la democratización. No obstante, ha concluido que lo países autoritarios con
mayores vínculos comerciales externos con países centrales tienen más probabilidades de
democratizarse, y que la difusión internacional de la democracia (“vecinos democráticos”) es
un factor importante.

La comparación de pocos países

O’Donnell et al. publicaron ​Transiciones desde un gobierno autoritario​, trabajo en el


que compararon ​Italia, Grecia, Portugal, España, Turquía, Argentina, Bolivia, Brasil,
Chile, México, Perú, Uruguay y Venezuela​. Para comenzar, resumieron los principales
factores explicativos y los resultados de cada uno de los trece casos de estudio, con la
intención de mostrar las áreas de convergencia y divergencia en el proceso de
democratización entre los países. Como conclusión, aceptaron la incertidumbre inherente de
los resultados, pues hay países de los enumerados que sí se consideran transiciones
democráticas exitosas, mientras otros han sufrido una involución en sus tradiciones. Otra
conclusión es que en la mayoría de los casos, la liberalización del régimen autoritario fue
acompañada de la “resurrección de la sociedad civil”, por lo que la presión social a favor de
la democracia creció.

Peeler​, por su lado, comparó ​Colombia, Costa Rica y Venezuela​. Examina cómo los
acuerdos entre élites contribuyeron a establecer los regímenes democráticos mientras la
simple convergencia de élites contribuyen a su supervivencia. Examina también la relación
entre el comportamiento de las élites y el de las masas en el momento de la transición, siendo
más probable la consolidación democrática en países en los que la participación se ha
extendido a todas las élites. Como conclusión, plantea que en los tres casos la transición a la
democracia entrañó la firma de pactos explícitos entre élites competidores, que establecieron
una competencia dentro de un marco de normas consensuadas. Además, los tres países
tuvieron que hacer frente a graves desafíos de carácter nacional y extranjero, de los que Costa
Rica y Venezuela salieron airosos.

Por su parte, ​Linz y Stepan se centraron en ​tres países de Europa meridional ​(a los
que denominaron “consolidaciones culminadas”)​, cuatro de Sudamérica ​(“transiciones
restringidas”) y ocho de la Europa poscomunista ​(“recorridos y tareas de máxima
complejidad”). Pese al exceso de variables utilizadas en el estudio (siete), que como sabemos

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supone un problema, la comparación arroja inferencias que pueden resultar aplicables. Las
dos variables de mayor impacto en el éxito de la consolidación democrática son el tipo de
régimen anterior y el agente iniciador de la transición. Los regímenes autoritarios civiles
previos con alguna forma de “transición” pactada parecen hacer frente a menos obstáculos.
Los regímenes previos sultanísticos y cuasi totalitarios con alguna forma de transición
dirigida por el régimen son los que se enfrentan a los obstáculos más grandes. Por otro lado,
los problemas de estatalidad continúan lastrando los esfuerzos de consolidación democrática
en países como Hungría, Rumanía, Rusia, Estonia y Letonia.

Bratton y Van de Walle reseñaron la comparación de procesos democratizadores en


países del África subsahariana​, comparando países que han experimentado transiciones
democráticas satisfactorias (n=16), transiciones defectuosas (n=12), transiciones bloqueadas
(n=12) y transiciones descartadas (n=2) durante el periodo 1988-1994. Este estudio es
interesante por cuanto la variable dependiente varía (algunos lograron la transición
democrática y otros no), así como el análisis estadístico multivariable que permite el gran
número de países del estudio. Los autores construyeron un modelo con tres grandes variables:
movilización política y protesta; liberalización política y reforma constitucional; y elecciones
democráticas constituyentes. Luego, construyeron un modelo completo incorporando las dos
primeras variables para explicar la tercera. En cuanto a la incidencia de la protesta política,
apreciaron unos efectos positivos fuertes con respecto a la competencia política y a la
participación política. Estas dos variables por sí solas explican aproximadamente la mitad de
la variación en la protesta política. Además, explicaron la relevancia que tiene en la
liberalización política que un país celebre una conferencia nacional en torno a las reformas,
así como la existencia de formas restringidas de competencia política. El modelo de los
autores, pues, hace hincapié en la importancia de los actores y procesos políticos nacionales
por encima de los factores económicos y políticos internacionales, confirmando la
importancia de la protesta política en la explicación de las transiciones democráticas.

Los estudios de un solo país

Foweraker examinó las trayectorias históricas personales de activistas clave de ​la


comarca andaluza del Marco de Jerez y su lucha contra el régimen de Franco en España.
Se propuso comprender las formas en las que las organizaciones de base y las redes
personales construyeron los espacios necesarios para la transformación democrática en una
sociedad civil incipiente y constreñida a lo largo de los veinte años anteriores a la transición.
El entorno del Marco de Jerez presentaba varios rasgos importantes para el estudio de la
lucha democrática: existía una clase obrera tanto rural como urbana, un sector comercial
fuerte, una oligarquía próspera y unida, etc. En la primera parte, el autor relató las vidas y
memorias políticas de los activistas en los primeros tiempos, así como sus actividades
clandestinas. En la segunda parte, abordó la naturaleza de las relaciones laborales
corporativistas bajo el Sindicato Vertical. En la tercera parte se analiza la relación tripartita
entre las comisiones obreras, el Partido Comunista y el régimen, habiendo sido el segundo el

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protagonista clave de la lucha democrática en España. Al final del estudio, trató de aunar lo
empírico y lo teórico en un intento inductivo por hacer una declaración general sobre la
transformación democrática de la sociedad civil y la función de esta en las transiciones desde
sistemas autoritarios.

Por su parte, ​Colomer y Pascual estudiaron la transición en ​Polonia​, que tuvo dos
importantes actores: por un lado, el gobierno polaco (Partido Comunista) y por el otro el
movimiento Solidaridad, que deseaba una ruptura radical con el pasado. Al combinar sus
posiciones estratégicas potenciales se deducen cuatro opciones: una primera en la que
Solidaridad defiende la ruptura radical y el PC la continuidad, generándose una confrontación
abierta; una segunda en la que el PC plantea reforma y Solidaridad la ruptura, siendo ésta la
peor combinación para el gobierno; la tercera sería aquella en la que el PC plantea
continuidad y Solidaridad reforma, siendo ésta la peor para la oposición; y la última
constituiría una situación en la que tanto PC como Solidaridad plantean reforma, lo que
conduciría a algún tipo de acuerdo. El estudio establece la siguiente cronología: en 1980 se
daba la tercera situación, llegándose en 1981 tras un débil acuerdo a la situación primera. La
perestroika ​y la ​glasnost soviéticas llevaron al PC a preferir la cuarta situación, iniciándose
negociaciones entre el ministro del Interior y Lech Walesa (líder de Solidaridad),
legalizándose el partido y su participación en las elecciones.

Por último disponemos del estudio de ​Maxwell ​sobre ​Portugal​, cuyo desafío durante
el periodo de transición era aceptar el fin de su imperio en África y apaciguar a los estratos
inferiores radicalizados del ejército. Si bien la revuelta de los militares derrocó al régimen
autoritario derechista, durante los últimos años setenta y primeros ochenta, amenazó con
instaurar uno izquierdista. Maxwell argumentó que la democracia portuguesa fue fruto de una
lucha que ganaron los políticos civiles, cuya oposición moderada les llevó a oponerse al
ejército radical, ganándose el impulso diplomático de potencias extranjeras.

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