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1. PERSPECTIVA SOCIAL
1. Una palabra que enseña (desde la escucha y la obediencia al Dios que crea por
medio de la Palabra).
c. Dirige la historia.
- Como gobernante de si mismo (político y social), pasando del
egocentrismo a la apertura del otro; de la división interna del dualismo a
la integración de sus dimensiones (cambios de etapa biológicos y
existenciales). Gobierna más una parte que otra (destronamiento),
provoca conflictos internos y se introduce en crisis, que le llevan a
aplicar medidas impensables (egocentrismo, pérdida de identidad y
generar vida, pasando del hombre viejo al hombre nuevo).
5. Una palabra que acoge, haciendo de la humanidad una escuela mistagógica, que
parte de la realidad y se mueve por la sed y búsqueda de Dios.
Esquemas en clase.
2. Desarrollo social
2.1. Mundo griego
Entre los siglos V-IV ac., se distinguían dos momentos importantes para contraer
matrimonio: el del compromiso (“enchésis”) entre el futuro marido y el que tiene
autoridad (“kyrios”) sobre la esposa y l de la entrega de la esposa al marido (“edkosis”),
que lleva a cabo el cumplimiento de lo iniciado n el compromiso.
2.2. Roma
El matrimonio se realiza n un solo acto, que es consensual, lo que implica la
voluntad y el compromiso de tratar a la mujer como legítima esposa, mostrándole afecto
y respeto (“affectio maritatis”). Este compromiso iba precedido de esponsales, que eran
decididos en la mayoría de ocasiones por los padres y que iban acompañados de
ceremonias y ritos familiares, sociales y religiosos. En la cerebración del matrimonio, la
esposa era adornada con una corona de flores y un velo rojo, introducida en la asamblea
de parientes y amigos por una persona honorable (prónuba), con una fórmula que
expresaba públicamente el consentimiento (“Ubi tu Galius, ego Gaia”). Después la
prónuba coloca la mano de la esposa sobre el esposo simbolizando la entrega, se
invocaba la protección de los dioses con auspicios, sacrificios, asociación a los lares y
sacra familiares, entrega de una dote, conducción de la esposa a la casa del esposo, la
víspera de las nupcias, con cantos y música, en una especie de rapto, rito de tránsito o
símbolo religioso.
En cuanto a los ritos esponsalicios, la Iglesia los acepta con su valor secular y
humano, pero los reinterpreta desde su fe cristiana como el “instrumentum dotale”
(Tertulian, San Agustín), la entrega del anillo (signo de compromiso matrimonial-
Tertuliano, signo de afirmación de la fe cristiana-San Agustín, signo de la fidelidad y
unidad cuyo último fundamento es el amor de Dios en Cristo a su Iglesia-Isidoro de
Sevilla), la unión de las manos (luego pasará a formar parte del rito de la celebración del
mismo matrimonio, interpretado al principio como signo de la concordia y de la mutua
fidelidad, definitivamente asumida en el matrimonio), el beso de los esposos (signo de
la nueva relación esponsalicia y de la integración y pertenencia de la esposa a la familia,
ya que sólo entre miembros estaba permitido el beso-Tertuliano) y las arras (signo de
afecto y promesa de futuro matrimonio. Tertuliano, Jerónimo, Ambrosio).
Esta época está marcada por la controversia con los reformadores (que niegan el
matrimonio como sacramento, no aceptan la regulación jurídica del mismo por la
Iglesia, consideran la ruptura matrimonial y el divorcio justificado en algunos casos) y
la correspondiente doctrina del Concilio de Trento. Con la fijación de la fórmula
jurídico eclesiástica y de las condiciones para la validez del matrimonio en el Decreto
Tametsi (que sea contraído en presencia del sacerdote designado y de dos testigos al
menos), se tenderá a un cierto fixismo ritual, más atento a la validez licitud que a las
costumbres y sensibilidad matrimonial de los pueblos.
Durante este período se investiga sobre los impedimentos, se consolida el
compromiso, se prepara material y espiritualmente a las nupcias. Por medio de los
esponsales se pretende evitar los matrimonios clandestinos, dando notoriedad a las
ceremonias de esponsales, que con frecuencia se hacen ante testigos y notario, e incluso
son registrados por la autoridad eclesiástica representada en el sacerdote. El
compromiso que se contrae tiene carácter definitivo y es garantía de un matrimonio
futuro, hasta el punto de ser considerado por algunos como comienzo sacramental del
mismo matrimonio.
En cuanto a los ritos que acompañaban a los esponsales, unas veces celebrados
en casa y otras en la Iglesia, eran los siguientes: examen sobre posibles impedimentos,
compromiso de matrimonio futuro, por parte de los esposos, teniendo sus manos
derechas juntas, signo de la cruz realizado por el sacerdote sobre sus manos unidas,
mientras pronuncia la forma “ecclesiae” en latín. Lo único que desapareció del rito de
los esponsales, en favor del rito de las nupcias, es los ritos de las arras, los anillos y a
veces el del beso.
Aunque las variantes entre las diversas Iglesias y rituales son a veces
considerables, sobre todo en la primera mitad del XVI llamada del “regionalismo
litúrgico”, son más destacables las grandes coincidencias existentes en este fenómeno
señalado. Será sobre todo a partir de Trento, cuando comiencen a consolidarse grandes
unidades litúrgicas, debido a un cierto proceso de unificación real.
En conjunto, estos son los ritos más comunes: proclamas, exhortación del
sacerdote, entrega d la esposa, absolución de excomunión, oración, profesión de fe,
promesa o juramento, interrogatorio, bendición de los anillos, unión de las manos
derechas, consentimiento, entrega del anillo, fórmula del sacerdote, oraciones, beso
nupcial, “sub stola”.