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Voces: SOCIEDAD COMERCIAL ~ CONTRATO DE TRABAJO ~ ABUSO DE LA PERSONALIDAD

JURIDICA
Título: La responsabilidad de los socios por multas laborales a la sociedad: una peligrosa generalización
Autores: Palacio, Lino A.
Publicado en: LA LEY2002-C, 1191
SUMARIO: I. Introducción. Una aplicación de la teoría del "abuso de la personalidad" en materia
laboral. La línea jurisprudencial sentada a partir de los casos "Duquelsky c. Fuad" y Delgadillo Linares
c. Shatell". - II. La limitación de la responsabilidad, un instituto valioso de la ciencia jurídica. La teoría
del "abuso de la personalidad" como una cortapisa razonable y excepcional al principio anterior. - III.
Los actos ilícitos de la sociedad. - IV. La juriprudencia laboral del "abuso de la personalidad" en los
casos de empleo no registrado. - V. Una desacertada generalización. - VI. Conclusiones.

I. Introducción. Una aplicación de la teoría del "abuso de la personalidad" en materia laboral. La línea
jurisprudencial sentada a partir de los casos "Duquelsky c. Fuad" y "Delgadillo Linares c. Shatell"
Diversos pronunciamientos judiciales recaídos en el fuero laboral de la Capital (1), han venido asentando una
línea jurisprudencial que postula, sin matiz alguno y por el solo hecho de que se haya verificado la circunstancia
del empleo irregular, la responsabilidad de los socios de la sociedad empleadora por las multas que la ley
derivada de tal empleo "irregular" o "en negro" (2).
Antes de continuar el desarrollo de mis ideas considero oportuno diferenciar esta línea jurisprudencial de
otros precedentes jurisprudenciales que contemporáneamente ha dictado la justicia del trabajo, y a los que
también haré referencia en este artículo, en los cuales la imputación de responsabilidad a los socios por actos de
la sociedad puede considerarse, en tales casos concretos, una aplicación correcta del derecho a los hechos de la
causa.
No está en mi ánimo entronizar la personalidad de las sociedades como una suerte de "tabú" moderno pues
tengo claro, tal como lo sintetizara en forma brillante Ascarelli al promediar el siglo pasado que la personalidad
de las sociedades comerciales no constituye una realidad subjetiva sino una "hipótesis técnica" de una normativa
que siempre corresponde a hombres y sus actos. Este recurso técnico permite la creación de un ordenamiento
jurídico de segundo grado en virtud del cual se crea un sistema de imputación diferenciada que se aplica sólo en
los límites de su creación (3).
De la lectura de los fallos que integran la corriente jurisprudencial que critico no se advierte hecho o
conducta alguna que permita sostener que los socios hubieran llevado a cabo un uso antifuncional de la
personalidad jurídica en los casos concretos juzgados ni, tampoco, se percibe esfuerzo de los sentenciantes para
demostrar que aquellos a los que se les impuso la responsabilidad solidaria por los hechos que supuestamente
constituían un ejercicio abusivo de la personalidad de la sociedad en cuestión realmente la controlaban o
hicieron posibles esos hechos. Nada de eso, simplemente nos encontramos frente a sociedades de existencia real
que con relación a un empleado en particular tenían una relación no regularizada ante los organismos
previsionales.
Es así como la proposición básica de la jurisprudencia aludida podría sintetizarse en los siguientes términos:
"dada una sociedad anónima o sociedad de responsabilidad limitada que haya cometido un acto ilícito laboral,
tal circunstancia por sí sola es suficiente para que se considere que el uso de la persona jurídica ha sido
antifuncional y habilita a que los socios, sin importar cuál haya sido su intervención en ella, sean solidariamente
responsables con la sociedad por el pago de las multas al trabajador demandante de las mismas".
Esta postulación, por lo simplista y generalizadora, encubre un error que excede en mucho la cuestión
concreta a la que se refieren los precedentes glosados ya que su extrapolación a otros campos de la actuación de
las sociedades podría tener efectos disvaliosos.
He puesto especial énfasis en los conceptos de "simplificación" y "generalización" de la cuestión bajo
análisis por cuanto allí está su meollo.
A mi juicio, la línea jurisprudencial citada en la nota 1 simplifica peligrosamente la cuestión al omitir toda
consideración de las circunstancias fácticas de cada caso y someter a todos ellos bajo el mismo cartabón.
A su turno, generalizaron los prestigiosos comercialistas (4) que sumaron su rápido aplauso a aquellos
precedentes analizados conjuntamente con otros bien disímiles en donde la inoponibilidad de la personalidad
jurídica bien pudo corresponder (5).
En una sociedad como la nuestra que ha hecho del facilismo un modo de vida, es común, luego de tales
precedentes, ver demandas laborales en donde se acciona contra la sociedad y los socios como si fuera todo lo
mismo sin efectuar la más mínima precisión y aludiendo sin más, a la "jurisprudencia del fuero".
Esta nota pretende demostrar que, maguer la circunstancia que en algunos de los casos jurisprudenciales

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bajo análisis pueda reputarse la existencia de un abuso de la personalidad jurídica (básicamente, los precedentes
mencionados en la nota 5, a los que se hará referencia en detalle más abajo y que nada tienen que ver con los
reseñados en la nota 1), no es una proposición válida el considerar que la mera comisión de un ilícito por la
sociedad constituya una situación que encuadre en la norma del art. 54 de la ley de sociedades (Adla, XLIV-B,
1319) ni es posible echar en el mismo sayo todos los casos.
II. La limitación de la responsabilidad, un instituto valioso de la ciencia jurídica. La teoría del "abuso de la
personalidad" como una cortapisa razonable y excepcional al principio anterior
El mecanismo de la imputación normativa limitada a un patrimonio constituye una técnica jurídica
sofisticada y valiosa en cuanto facilita las inversiones de riesgo indispensables para generar prosperidad y
empleo. Si bien la limitación de responsabilidad aparece muy temprano en el derecho, trátase de una creación
íntimamente ligada con el desarrollo del capitalismo.
Los juristas también descubrieron hace tiempo que la solución técnica de la personalidad jurídica de la
sociedad diferenciada de la de los socios y la responsabilidad limitada a un patrimonio determinado, valiosa en
sí misma, requiere no perder de vista el carácter instrumental del instituto para evitar que se haga un uso
"antifuncional" del mismo.
En respuesta a esta demanda los juristas y pretores primero, y luego la legislación desarrollaron la teoría del
allanamiento de la personalidad que, justamente reconociendo el carácter instrumental de la personalidad
jurídica de las sociedades comerciales, diferenciada de los socios apunta a evitar que la misma se utilice como
instrumento para perjudicar a terceros violar la ley.
Parafraseado nunca con más justeza a Ortega (6) podemos decir que no son los "usos" de la personalidad
jurídica -que llevan implícito, desde luego, la posibilidad de que la sociedad caiga en la insolvencia sin que sus
socios lo sean- sino los "abusos", lo que la doctrina analizada reprime.
En nuestro derecho positivo, la teoría del abuso de la personalidad tuvo añejas y sonadas aplicaciones
jurisprudenciales (7) y alcanzó consagración legislativa en la reforma de 1983 que la incorporó al derecho
positivo en el actual tercer párrafo art. 54 de la ley de sociedades (8) que establece:
"La actuación de la sociedad que encubra la consecución de fines extrasociales, constituya un mero recurso
para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a
los socios o a los controlantes que lo hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los
perjuicios causados".
La teoría del abuso de la personalidad habilita a imputar las consecuencias de un determinado negocio
jurídico a los socios que participaron en ella cuando la sociedad fue un mero "instrumento" para perjudicar a
terceros o para violar la ley.
Pero la sociedad en cuanto persona jurídica realiza una actividad económica y en el decurso de dicha
actividad puede ganar o perder dinero. La insolvencia en sí misma no habilita "per se" el allanamiento de la
personalidad ni permite considerar la existencia de un abuso de la misma. En tal orden de ideas, la circunstancia
que una sociedad de los tipos que conllevan limitación de responsabilidad se encuentre en impotencia
patrimonial como consecuencia de su giro, aun cuando sus socios sean solventes, no es en sí mismo indicativa
que haya mediado un uso abusivo de la personalidad. Postular lo contrario significaría borrar con el codo lo que
se ha escrito con el puño en punto al valor del instituto de la limitación de la responsabilidad como generador de
inversiones de riesgo, con sus consecuentes efectos sobre el empleo y el progreso.
Si el ordenamiento jurídico le expresara al inversor que decide desarrollar un negocio de riesgo a través de
una sociedad que conlleva limitación de responsabilidad que esta limitación sólo regirá mientras la empresa
"ande bien", ¿serviría para algo el instituto? Ciertamente no. Y la teoría del "abuso de la personalidad" no ha
sido creada para decir eso sino para reprimir la tentación de usar el tipo social como instrumento para violar la
ley o perjudicar a terceros.
Adicionalmente, la existencia conocida de una personalidad jurídica diferenciada y una limitación de
responsabilidad de los socios constituye un dato para quienes contratan con la sociedad quienes, de no bastarles
el patrimonio diferenciado en base al cual han hecho su negocio pueden recurrir a garantías adicionales o, de no
ser ello posible, usar su libre albedrío -quintaesencia del capitalismo- para decidir entre correr el riesgo o
abstenerse de concretar el negocio.
Todo lo anterior, por cierto, no implica descartar de plano la posibilidad de que sea un uso abusivo de la
personalidad lo que genera o agrava la insolvencia de una empresa en perjuicio de terceros, en cuyo caso, la
teoría del allanamiento de la personalidad recobra virtualidad, pero ello en función de particularidades que
permitan signar al caso como un abuso y no un uso de la personalidad jurídica.

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III. Los actos ilícitos de la sociedad
También es posible que en el desarrollo de una actividad empresaria lícita una sociedad incurra en conductas
que el ordenamiento jurídico reputa "ilícitas" y aún delitos. Esto puede suceder, aún con empresas serias y
solventes. El catálogo de posibilidades es amplísimo: infracciones aduaneras, infracciones cambiarias, violación
de propiedad intelectual, de obligaciones de confidencialidad, infracciones marcarias, falta de pago de
impuestos y, también, responsabilidad por falta de regularización del empleo de colaboradores....
La ley de sociedades regula la ilicitud del accionar de las sociedades en los arts. 18 y 19.
Mientras el art. 18 reputa "nula " a la sociedad de objeto ilícito -supuesto casi de laboratorio-, el artículo 19
hace extensible los efectos de la nulidad -responsabilidad solidaria e ilimitada y extensible incluso a los socios
de buena fe - a los socios de la sociedad de objeto lícito pero de "actividad ilícita". Es del caso señalar, como
señala con justeza Freschi (9) que en este supuesto no puede hablarse propiamente de una nulidad pues no se
trata de un vicio del contrato sino de una "ineficacia", entendida como una hipótesis en la cual el ordenamiento
jurídico atribuye al acto una consecuencia diferente a la habitual, cuya sanción la ley prescribe en términos
análogos al de la nulidad por objeto ilícito. En parecido sentido se pronuncian Ferrer (10) y Escuti (11) para
quienes el artículo en cuestión sanciona la "desviación del objeto social" sin constituir en puridad una nulidad
del contrato social.
La sanción que predica la norma del art. 19 de la ley 19.550 no se aplica a los socios de las sociedades que
hayan desarrollado uno o aún varios actos ilícitos dentro del ejercicio de su actividad social sino que tal
consecuencia corresponde en aquellos supuestos en donde hubiera existido propiamente una "actividad"
entendida como un conjunto de actos coordinables entre sí con un objeto común y que admite valoración
autónoma, esto es, independiente de aquella que corresponda a actos aisladamente considerados (12).
En cambio, la comisión aislada de actos ilícitos por una sociedad de objeto lícito y cuya actividad y giro
habitual es lícita, no conlleva la aplicación de la norma del art. 19. En tal supuesto, las consecuencias
patrimoniales del acto ilícito se imputan a la sociedad siendo aplicable la responsabilidad solidaria e ilimitada de
los administradores (art. 274, ley de sociedades).
Finalmente, cuando el o los actos ilícitos aislados cometidos por la sociedad son, en rigor, actos cometidos
por los socios valiéndose de la sociedad como instrumento, la responsabilidad no se limita a los directores sino
que se extiende a los socios, pero no a todos como en el supuesto más amplio del art. 19 sino con relación a
aquellos que "hicieron posible" la violación de la ley.
Vale repasar los conceptos precedentes por cuanto los fallos que integran la jurisprudencia laboral que
estamos analizando giran en torno de actos ilícitos de la sociedad aunque poco esfuerzo hace, como veremos,
para precisar en donde residió el carácter instrumental de la sociedad para cometerlos y, mucho menos aún, para
evidenciar en qué consistió la actividad subjetiva de los socios a los cuales pretende imputarles responsabilidad.
IV. La juriprudencia laboral del "abuso de la personalidad" en los casos de empleo no registrado
Anticipamos al comienzo de estas líneas que los casos que han motivado la tendencia jurisprudencial a la
que venimos haciendo referencia responden a presupuestos de hecho muy diferentes a los que se ha pretendido
generalizar.
En ese orden de ideas, podríamos englobar las siguientes categorías de casos:
a) Situaciones limitadas a la violación de la ley de empleo por la sociedad y el pago de multas resultantes
En estos precedentes (que son los que he detallado en la nota 1 de este artículo y constituyen la mayoría de
los que integran la línea jurisprudencial bajo análisis) lo que ha sucedido es que la sociedad anónima o S.R.L. en
cuestión fue demandada por el cobro de las multas que la ley de empleo autoriza a requerir a los trabajadores
cuyas relaciones laborales no estuvieren registradas (trabajadores "en negro") o lo estuvieren en forma irregular
(por ejemplo, por una remuneración menor a la real o una fecha de ingreso diferente a la real) y la sociedad no
pudo afrontar su pago.
Tal es el caso, por ejemplo de "Delgadillo Linares c. Shatell" o "Lencina, José Francisco c. Intercambio
S.R.L. y otro" citados en la nota 1, en donde se responsabilizó a los socios de la sociedad anónima demandada
por las multas laborales de aquélla con fundamento en que la sociedad habría sido un recurso para violar la ley,
el orden público (el orden público laboral expresado en los arts. 7°, 12, 13 y 14, ley de contrato de trabajo -en
adelante LCT-) (Adla, XXXIV-D, 3207; XXXVI-, 1175) la buena fe (que obliga al empresario a ajustar su
conducta a los que es propio de un buen empleador, art. 63 LCT) y para frustrar derechos de terceros (a saber, el
trabajador, el sistema previsional, los integrantes del sector pasivo y la comunidad empresaria) (13).
En los precedentes glosados -y en muchos otros que integran esta categoría- no se desprende de su lectura

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que los socios o los controlantes hubieran llevado a cabo conductas que hicieran posible la violación de la ley.
Simplemente, fue la sociedad la que cometió un ilícito laboral -el tener trabajadores "en negro"- y,
probablemente, fue incapaz de afrontar el pago de las multas derivadas de ello, pero no existió "maniobra"
alguna de los socios o controlantes. Tampoco se deriva de los fallos analizados que los socios a los que se
extendió la responsabilidad fueran controlantes de la sociedad o hubieran hecho posibles los hechos en cuestión
Pero sigamos con el análisis de los casos que integran la desafortunada corriente jurisprudencial sentada a
partir de "Duquelsky" o "Delgadillo". En estos casos en donde las sociedades demandadas por haber tenido un
trabajador "en negro" es erróneo postular que la sociedad haya constituido un "recurso" para violar la ley. Para
ser un "recurso" es menester que el ilícito reclamado haya sido posible "gracias" al "uso" de la persona jurídica
(como sería, por ejemplo, el caso de una sociedad que es constituida por el grupo controlante de otra para
realizar con aquélla alguna transacción que viole la ley o perjudique a terceros). Y ello no ha sido lo que
aconteció en los casos glosados en donde estamos en presencia de sociedades que realizaban una actividad
económica real para la que fueron constituidas. El ilícito que cometieron hubiera podido ser cometido
igualmente sin necesidad de la persona jurídica (14).
El concepto precedente resulta, a mi juicio, importante, ya que para que algo sea un "instrumento" para
obtener un resultado es necesario que el resultado se obtenga gracias al instrumento. Y no es el caso bajo
análisis en donde el "trabajo en negro" imputado pudo haberse hecho sin necesidad de recurrir a tipo societario
alguno.
A esta altura podrá apuntarse que el pretendido "recurso" es que al limitar su responsabilidad, los socios se
valieron de ello para hacer ilusorio el cobro de las multas que derivan del empleo no registrado.
Tal razonamiento no es válido. De los precedentes glosados no puede inferirse que las sociedades en
cuestión se hubieran constituido al efecto de tomar empleados "en negro" sino que surge por el contrario que
ellas tenían una actividad real. La circunstancia que en el ejercicio de su actividad real hubieran cometido un
acto ilícito conlleva la responsabilidad de los directores pero no altera el concepto de que la sociedad no fue el
"instrumento" para violar la ley.
b) Situaciones reales de abuso de la personalidad
Dijimos más arriba que el motivo de nuestra crítica no era en sí mismo el uso de la norma del art. 54 en
materia laboral sino la generalización en que ha incurrido la jurisprudencia en el tema bajo análisis.
Es por ello que dentro del repertorio de fallos que integran la tendencia jurisprudencial existen algunos con
los cuales no podemos sino adherir y demuestran una correcta hermenéutica de la norma societaria. En tal
sentido merecen destacarse el caso "Ibelli c. Dam S.R.L. s/despido" mencionado en la nota 5 en donde el actor
demandó a la empresa Dam S.R.L. fabricante y comercializadora de zapatillas marca Stirling. Apenas recibida
la notificación de la demanda del actor la esposa e hijo de los socios de la sociedad demandada constituyeron
una nueva sociedad de objeto análogo denominada sugestivamente Stirling S.A. mientras Dam S.R.L. se
desprendía de la marca y desactivaba su actividad comercial. En el curso del proceso pudo encontrarse en la
sede de Stirling S.A. documentación perteneciente a la desactivada Dam. Bajo tales condiciones resultó posible
extender a Stirling S.A. la responsabilidad de Dam S.R.L. frente al actor. Similares supuestos de desactivación
de una actividad y continuación mediante otro ente societario se verifica en el caso "Dolcan, Héctor c. Salvia,
Antonio Rafael s/despido", y en "Arrúa, Ladislao c. Establecimiento Metalúrgicos de Polis S.A. s/salarios por
suspensión" en donde el presidente y principal accionista de la sociedad demandada desactivó la misma
mediante la transferencia de personal y licencias exclusivas a otra sociedad también controlada por él.
En estos fallos, la justicia laboral aprehendió correctamente el fenómeno que Nissen (15) designara como de
"trasvasamiento societario" y cuya sanción es razonable apoyar en defensa de la buena fe negocial.
V. Una desacertada generalización
Como anticipábamos al comienzo de este artículo, no es nuestra intención entronizar a la personalidad
jurídica de las sociedades más allá del uso -valioso, eso sí- para el cual ha sido reconocida, ni abrir la puerta
para que a través de un uso inadecuado de ella se cometan "pillerías", como dice mi amigo Martorell.
Pero el recurso técnico de la personalidad jurídica es tan importante y tan útil para el desarrollo de la
actividad económica que requiere un juicio ponderado antes de prescindir de ella en casos de abuso. Es
menester un análisis científico, pleno de matices, para evitar que los "facilistas" que son mayoría inmensa en
este país, terminen destruyendo todo.
En esa generalización se pierde la oportunidad de explicar que una sociedad real en el ejercicio de la
actividad lícita para la que ha sido creada puede cometer un acto ilícito sin que ello constituya " per se" un uso
antifuncional de la personalidad jurídica (aunque ciertamente constituirá un obrar reprochable de sus directores)

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y que no puede imputarse a los socios las consecuencias de ese obrar, a menos que se demuestre que la sociedad
se creó para el fin de o como instrumento para, perpetrar tales actos ilícitos.
Igualmente, el aplauso indiscriminado ha llevado a omitir que la inoponibilidad de la personalidad jurídica
es un concepto eminentemente subjetivo. Aún en los supuestos en los que se verifica un uso de la sociedad
como "recurso" de los accionistas para violar la ley o perjudicar a terceros, esta se aplica sobre aquellos
accionistas que se valieron del "recurso" en cuestión. La redacción de la ley no deja dudas sobre el particular, la
extensión de la responsabilidad "se imputará directamente a los socios o controlantes que lo hicieron posible".
Pues bien, en los precedentes aplaudidos no existe siquiera una línea en punto al análisis de la actividad
desarrollada por los accionistas para violar la ley mediante el recurso del negocio societario. Esta falta de
ponderación del problema abre la puerta, como decíamos antes, a que un accionista minoritario, ajeno al giro
social pueda ser "responsabilizado".
Tampoco altera la opinión que venimos sustentando ni constituye un fundamento serio para denostar sin
más y "a priori" el uso de la personalidad jurídica la circunstancia que resulte "barato" en la Argentina constituir
una sociedad anónima (12.000 de capital mínimo) como sostiene Martorell (16). En tal sentido, poco importa
cuál es el capital mínimo para constituir una sociedad anónima a la hora de determinar si existe un abuso de la
personalidad. Lo que debe inquirirse es si la sociedad desarrolla un giro real o si en el caso concreto es un mero
recurso para otros fines. Será la existencia real de la empresa y su patrimonio antes que el "capital social" -
concepto jurídico-contable de poca trascendencia económica- lo que importe. Así, una sociedad con un "capital"
enorme podrá ser en un caso concreto un recurso para violar la ley o perjudicar a terceros (los primeros casos de
aplicación de la teoría del "disregard" en la Argentina no se refirieron, precisamente a sociedades "sin capital")
e, inversamente, a partir de una mínima suscripción de capital existen innumerables ejemplos de empresas reales
cuyo patrimonio no está expresado en esa cifra técnica que constituye el "capital social" y que tanto desvela a
los abogados y tan poco importa a los analistas de negocios.
La discusión de política legislativa respecto a si es conveniente restringir el uso de la sociedad anónima para
emprendimientos económicos importantes estableciendo un "capital mínimo" muy alto u obligando a los
constituyentes a demostrar ante la autoridad de registro que el capital suscripto es suficiente para la actividad
que se pretende llevar a cabo (Dios nos libre de delegar en el burócrata semejante valoración) poco tiene que
ver, y en ningún caso podrá reemplazar, la tarea de analizar caso por caso y con fundamento en los hechos del
caso concreto, si la socios se apartaron de la causa fin del negocio societario y utilizaron el mismo como recurso
para otros ilícitos, en cuyo caso la teoría de la desestimación de la personalidad resultará aplicable. Este
esfuerzo, a mi juicio, no ha sido llevado a cabo por los jueces laborales y abre las puertas a una generalización
dañosa.
VI. Conclusiones
La teoría del "disregard" es un mecanismo para reprimir los abusos del negocio jurídico sociedad pero no
sus "usos". Se sigue de ello que no es la posibilidad, siempre presente, que una sociedad no pueda afrontar con
su patrimonio el pago de una deuda o que en el decurso de actividad lícita, real y concreta cometa un acto ilícito,
lo que habilita al uso de la teoría de marras. Está en la esencia del negocio societario (del "uso" de la sociedad
como negocio jurídico) que el patrimonio del ente pueda ser insuficiente si su actividad no ha sido exitosa. Tal
circunstancia habrá o debería haber sido tenida en cuenta por quienes contratan con la sociedad o le han
permitido operar como tal. Esto no es malo. Por el contrario, estimula el desarrollo de actividades de riesgo que
no se llevarían a cabo si hubiera que responder con todo el patrimonio personal. Y aún cabe la posibilidad de
que se cometa un acto ilícito sin reputar por ello que la sociedad desarrolló una actividad ilícita.
En cambio, se "abusa" del negocio societario cuando éste no persigue el desarrollo de una actividad real sino
que es instrumento para violar la ley o perjudicar a terceros y en este caso resulta justo y razonable que el propio
ordenamiento jurídico prive a los socios de la limitación de responsabilidad usada antifuncionalmente.
La mera comisión de un acto ilícito en el marco de una actividad lícita genera la responsabilidad de los
directores pero no hace responsables a los socios. Es menester para ello que se demuestre que la sociedad fue
sólo un recurso para violar la ley o que bajo la apariencia de sociedad lícita se encubre una entidad que tenga
por objeto realizar actos ilícitos, supuestos en donde los arts. 19 y 54 de la ley de sociedades convergen para
imputar a los socios la responsabilidad.
La responsabilidad de la sociedad por deudas derivadas del derecho laboral no puede apartarse de estos
principios generales aun cuando dichas deudas sean consecuencia de un acto ilícito aislado.
La imputación a los socios de responsabilidad personal por las consecuencias de la contratación de
empleados en forma irregular es improponible en tanto no se demuestre que la sociedad fue el instrumento para
dicha violación de la ley y en tal supuesto, la extensión de responsabilidad se hará extensible a aquellos socios

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que fueron subjetivamente responsables de ese obrar ilícito. Pero es preciso no perder de vista los principios que
informan la materia y evitar que por la vía de la generalización irrazonada se juzguen de manera idéntica hechos
disímiles.
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)
(1) "Delgadillo Linares, Adela c. Shatell S.A.y otros s/despido", CNAT, sala III, feb 11-97 (TySS, 2000-
667); "Duquelsky, Silvia c. Fuad y otros s/despido", CNAT, sala III, feb 19-98 (LA LEY, 1999-B, 2; DT, 1998-
A, 715); "Villafañe, Evelina c. Mirmar S.A. s/despido", CNAT, sala VII, jun 16-99, sentencia 32.274; Lencinas,
José Francisco c. Intercambio S.R.L. y otros s/despido", CNAT, sala VII, ago 7-2000, LA LEY, 2001-B, 541;
DT, 2001-2-574 y "Palomeque, Aldo c. Benemeth S.A. y otros", CNAT, sala X, jul 31-2000, LA LEY, 2001-B,
539; DJ, 2001-2-434, entre muchos otros. Cabe señalar que en "Duquelsky" si bien el tribunal se adentra en la
teoría analizada al efectuar los considerandos del caso termina resolviendo el entuerto a través de la declaración
de responsabilidad del Presidente de Directorio , tema ajeno a este artículo.
(2) La ley 24.013 (Adla, LI-D, 3873 y sigtes.) estableció en sus arts. 8°, 9°, 10 y 15 el derecho del
trabajador cuya relación laboral no hubiere sido registrada, o lo hubiere sido en una fecha posterior a la real o
por un salario menor al real y que no fuera regularizado por el empleador luego de haber sido intimado a ello a
percibir una multa equivalente a un cuarto de las remuneraciones devengadas desde el inicio de la relación
laboral y una duplicación de las indemnizaciones en caso de que dentro del plazo de dos años de ocurrida la
denuncia fuere despedido sin causa. (3) Cámara Nacional en lo Comercial, sala A, "Astesiano, Mónica y otra c.
Gianina S.C.A.", LA LEY, 1978-B, 196 y sigtes. Ver también FARGOSI, Horacio, "Estudios de Derechos
Societario", p. 15, Ed. Abaco 1978.
(4) MARTORELL, Ernesto, "Responsabilidad solidaria de directores y socios de sociedades anónimas por
fraude laboral", LA LEY, 1999-F, 831 y sigtes. y NISSEN, Ricardo Augusto, "Un magnífico fallo en materia de
inoponibilidad de la personalidad jurídica", LA LEY, 1999-B, 1.
(5) Tal es el caso de los siguientes precedentes: "Ibelli, Emilio c. Dam S.R.L. s/despido", CNTrab., sala III,
4/11/97, "Dolcan, Héctor c. Salvia, Antonio Rafael s/despido", sentencia interlocutoria dictada por el Juzgado
Nacional del Trabajo número 74 de fecha 18/11/97; "Miguez, Gabriel c. Gordon, Juan C.", CNTrab., sala VI,
28/2/00 (publicado en Segundo Seminario Anual sobre análisis crítico de jurisprudencia, Doctrina y Estrategias
Societarias) (DT, 2000-A, 1258).
(6) ORTEGA Y GSSSET, José, "El tema de nuestro tiempo", Apéndice titulado "El ocaso de las
revoluciones", p. 130, Revista de Occidente, Madrid, 1958.
(7) Baste recordar entre otros muchos precedentes los célebres casos "Cía Swift de La Plata S.A.", LA
LEY, 151-516 y "Parke Davis", ED, 45-371
(8) Introducido por ley 22.903 (Adla XLIII-D, 3677)
(9) FRESCHI, Carlos "La sanción por la actividad ilícita de las sociedades comerciales", Revista del
Derecho Comercial y las Obligaciones, t. 11, ps. 1531 y siguientes.
(10) FERRER, Manuel, "Nulidad de las sociedades comerciales", JA, Sección Doctrina, 1975, p.385.
(11) ESCUTI, José Ignacio, "Sociedad e Invalidez, algunos aspectos", LA LEY, 1976-C, 494, I y 406, VI.
(12) ASCARELLI, Tulio, "Iniciación al estudio del derecho mercantil", p. 142, b, Ed. Bosch, Barcelona
1964.
(13) En el caso de Duquelsky, Silvia c. Fuad S.A. y otro" se sentó el mismo principio pero la solución final
del caso se centró en la responsabilidad de los Directores.
(14) En línea con lo expuesto, merece destacarse el atinado comentario de Romano (ROMANO, Alberto,
"Uso de Sociedades - Con particular referencia a los fines "extrasocietarios", LA LEY, 2001-B, 1014 y sigtes.)
quien expresa: "una cosa es que la sociedad haya incumplido con la ley laboral, fiscal o previsional y otra que el
recurso técnico personalidad se haya utilizado como instrumento para perjudicar a socios o a terceros".
(15) NISSEN, Ricardo Augusto, "El transvasamiento de las sociedades", LA LEY, 1999-E, 400 y
siguientes.
(16) MARTORELL, Ernesto, op. cit. en la nota 4.

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