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EL CORRIMIENTO DEL VELO SOCIETARIO FRENTE A DAÑOS CAUSADOS A CONSUMIDORES Y

VIOLACIONES A LA LEY DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR

SUMARIO. I. INTRODUCCIÓN. II. LA DESESTIMACIÓN DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA SOCIETARIA. III. LA


POSTULACIÓN DE SU APLICACIÓN AL ÁMBITO DEL DERECHO DEL CONSUMIDOR. IV. EL PARALELISMO CON LA
SITUACIÓN EN EL DERECHO LABORAL. 1. UN PUENTE LEGÍTIMO. 2. ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL ART. 54.3
LSC EN MATERIA LABORAL. V. SU PROYECCIÓN AL DERECHO DEL CONSUMIDOR: LIMITES, REQUISITOS DE
PROCEDENCIA Y PROSPECTIVA

I. INTRODUCCIÓN

El recurso de la desestimación de la personalidad jurídica societaria –más usualmente conocido


como “corrimiento del velo societario”– registra antecedentes, como habremos de ver a lo largo de
este capítulo, en las más variadas áreas de nuestro ordenamiento jurídico. Así, se ha aplicado este
dispositivo en materia de Derecho laboral, Derecho sucesorio, Derecho de familia y Derecho fiscal
(por solo citar algunas disciplinas) y por tribunales de distintos fueros en el país. La potencialidad de
su aplicación ante violaciones de Derecho del consumidor no debería, por tanto, sorprender a nadie.
A tono con ello, la doctrina ha comenzado a postular la viabilidad de acudir a este expediente legal
ante vulneraciones a derecho del consumidor y lesiones concomitantes al estatuto consumeril. Si se
ha declarado la inoponibilidad de la personalidad societaria por violaciones a leyes donde el
protagonismo del orden publico es mucho menor al que este concepto inviste en la LDC, parece de
toda evidencia –al menos para nosotros– que tal posibilidad tiene anclaje también ante lesiones a
derechos de los consumidores.
Se trata de un nuevo tema donde confluyen la LDC y la normativa societaria (art. 54.3 de la LSC) y
donde, en consecuencia, se impone un abordaje interdisciplinario.

II. LA DESESTIMACIÓN DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA SOCIETARIA

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Hemos recordado en el capítulo primero de esta obra que la personalidad jurídica que invisten las
sociedades comerciales encuentra fundamento en la funcionalidad que estas asumen –como
vehículos de las empresas que son– para robustecer el intercambio de bienes y servicios en el
mercado. Esta particularidad en cuanto al sustrato fáctico (empresa) que el legislador ha tenido en
cuenta para concederle personalidad jurídica a las sociedades comerciales, hace entendible que su
subjetividad diferenciada se circunscriba al “alcance fijado en esta ley”, para usar la terminología del
art. 2, LSC1. De esta suerte, la subjetividad diferenciada de todo ente societario no está pensada ni
fue concebida por el legislador para servir de instrumento para violar la legítima hereditaria, para
conculcar los derechos de uno de los cónyuges en un divorcio, para defraudar derechos del Fisco, ni
para ninguna de las tantas maniobras fraudulentas que pueden concretarse a través de la estructura
societaria2.
La construcción en torno a esta necesidad de mantener bajo ciertos límites la profusión de actos a
que da lugar, en principio, la calidad misma de sujeto de derecho que invisten las sociedades
comerciales –con fuerte anclaje en la doctrina anglosajona (disregard of legal entity)– tuvo un
importantísimo antecedente jurisprudencial en el célebre caso “Swift Deltec”3 y, a nivel normativo,
fue incorporada a la LSC con la reforma de la ley 22.903 en 1983, agregando el siguiente párrafo al
art. 54:

Art. 54., párraf. 3ro., LSC: “Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación de la sociedad que
encubra la consecución de fines extrasocietarios constituya un mero recurso para violar la ley, el orden
público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o a los
controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios
causados”.

1
Art. 2, LSC: “Sujeto de derecho. La sociedad es un sujeto de derecho con el alcance fijado en esta ley”.
2
En rigor de verdad, la viabilidad de disponer la inoponibilidad de la personalidad jurídica cuando se emplea
desviadamente esta concesión del legislador debiera regularse para todos los entes de existencia ideal (por de pronto,
asociaciones civiles) y no solo para las compañías mercantiles. Así lo ha entendido el Proyecto de Unificación del
Código Civil y Comercial de 2012 al incrustar este dispositivo en la Parte General (art. 144) de las personas
jurídicas. Art. 144, PCCC: “Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación que esté destinada a la
consecución de fines ajenos a la persona jurídica, constituya un recurso para violar la ley, el orden público o la
buena fe o para frustrar derechos de cualquier persona, se imputa a quienes a título de socios, asociados, miembros o
controlantes directos o indirectos, la hicieron posible quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los
perjuicios causados”.
En consonancia con esta tónica, aún con la legislación vigente, la jurisprudencia tiene dicho que “La norma
genérica del artículo 54 de la Ley de Sociedades es aplicable a todo tipo de organización de las personas colectivas y
alcanza por lo tanto a las sociedades de responsabilidad limitada” (la bastardilla es nuestra) (cfr. CNCom, Sala D,
24.04.92, “Birentzwaig, Alberto E. y otra c/ Amato, Alberto M. s/ Ordinario”, LL, 1993-C, pág. 168).
3
Cfr. CSJN, 04.09.73, “Cía. Swift de La Plata S.A. s/ Quiebra”, LL, 151-515.

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Así las cosas, sea cual fuera el tipo societario en el que nos emplacemos (sociedades anónimas,
sociedades personalistas, SRL, etc.), la personalidad jurídica que el legislador les confiere no podrá
ser nunca utilizada con fines extrasocietarios o en violación a la ley, el orden público, la buena fe o
derechos de terceros (art. 54, párraf. 3ro, LSC), bajo sanción de tornarse aplicable, para el caso
contrario, la teoría del corrimiento del velo societario contemplada en el art. 54 de la LSC y
desestimarse la personalidad diferenciada, imputándose la realización y consecuencias del acto en
cuestión a los socios antes “escondidos” detrás del ente societario4.
El artículo 54.3 de nuestra LSC distingue –desde un prisma objetivo– dos supuestos que permiten
descorrer el velo societario y traspasar la barrera de la personalidad para llegar al substrato personal
detrás del ente (los socios o controlantes de la corporación): a) sociedad que encubra la consecución
de fines extrasocietarios; b) sociedad cuya actuación es un mero recurso para violar la ley, el orden público o la
buena fe o para frustrar derechos de terceros. Sin perjuicio de ser necesario aclarar que esta clasificación
bipartita del supuesto del art. 54.3 no es unánimemente compartida por la doctrina, se han ubicado
bajo ésta hipótesis los casos de sociedades que se limitan exclusivamente a ser titulares de dominio
de bienes registrables, aún cuando de ello no se desprenda ningún menoscabo para terceros y aún
cuando ello no importe maniobra de insolventación alguna5.
Sin perjuicio del análisis singularizado del influjo de esta herramienta en materia laboral –a fines de
trazar una comparación con lo que puede esperarse en sede de Derecho del consumidor–, los casos
de aplicación de ésta norma han sido de una gran variedad si se tienen en cuenta las diversas áreas
del ordenamiento donde su imposición ha sido proficua (v. gr., derecho sucesorio, concursal,
tributario, etc.)1, amén de la mercantil. Las diferentes hipótesis en que se ha reconocido la teoría de
la desestimación de la personalidad jurídica societaria van desde la utilización de la sociedad como

4
Esta inoponibilidad de la subjetividad diferenciada que se obtiene a través de la desestimación de la personalidad
contemplada en el art. 54.3 puede impulsarse y obtenerse por dos caminos: a) incoada la acción correspondiente por
terceros que, de un modo u otro, se han visto perjudicados por la actuación de la sociedad (desestimación activa de
la personalidad), o bien, b) impetrada la acción por socios mismos de la sociedad que juzgan la dirección impuesta
por el grupo de control como lesiva del interés social, y, mediatamente, de sus propios intereses (desestimación
pasiva de la personalidad) (cfr. OTAEGUI, Julio C., “Inoponibilidad de la personalidad jurídica”, en Anomalías
societarias, Advocatus, Córdoba, 1996, págs. 102/104). A su vez, la desestimación activa puede ser: a) directa (el
descorrimiento del velo societario es peticionado por acreedores sociales, en contra de la compañía y de
determinados socios o controlantes no socios) o b) indirecta (la inoponibilidad es solicitada por los acreedores de los
socios o de los controlantes no socios en contra de éstos y de la sociedad) (cfr. LÓPEZ RAFFO, Francisco, El
corrimiento del velo societario, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1996, pág. 73).
5
Cfr. NISSEN, Ricardo A., Ley de sociedades..., t. I, pág. 70; BUTTY, Enrique, “La inoponibilidad de la persona
jurídica por violación de la legítima”, en FAVIER DUBOIS, Eduardo [Dir.], Las sociedades comerciales y la
transmisión hereditaria, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1993, pág. 53.

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pantalla para eludir obligaciones alimentarias y debidas a la sociedad conyugal, pasando por la no
menos frecuente práctica de constituir compañías cuyo único aporte es algún importante inmueble
que se quiere detraer del “futuro” patrimonio relicto para burlar con ello la legítima hereditaria,
esquivar obligaciones impositivas o tergiversar normas concursales, hasta la compleja situación que
se plantea en materia de extensión de quiebra a socios o controlantes6.
La aplicación de la sanción contenida en el art. 54.3 de la LSC trae como consecuencia un desplazamiento en
la imputación del acto7, el cual antes –subjetividad diferenciada mediante– recaía “bajo las espaldas” del ente
societario y ahora –una vez descorrido el velo societario– se atribuye en forma directa a los socios. Es decir que la
declaración de inoponibilidad de la personalidad no importa, per se, una condena indemnizatoria que
se traslada a los integrantes de la sociedad –como erróneamente suele afirmarse en más de una
ocasión– ni tampoco la extensión de la quiebra de la sociedad (art. 161, LCQ) ni una sanción
impositiva o laboral. Puede tratarse de cualquiera de estas hipótesis u otras dependiendo de cuales
sean las características puntuales del uso desviado para cuya concreción se utilizó a la sociedad. La
consistencia de la sanción ultima que recaerá sobre los socios dependerá de cual haya sido la
situación fáctica que motivo la desestimación de la personalidad societaria; pero, en todos los casos,
la aplicación del art. 54.3 LSC en cuanto desestima la personalidad societaria y torna inoponible la
subjetividad diferenciada que por definición invisten las sociedades comerciales importa desplazar la
imputación de un acto: lo que antes era imputable a la sociedad (condena indemnizatoria, quiebra8, sanción fiscal,
etc.) ahora deviene imputable a sus socios.

III. LA POSTULACIÓN DE SU APLICACIÓN AL ÁMBITO DEL DERECHO DEL CONSUMIDOR

Hemos dicho al inicio de este capítulo que si en áreas menos rozadas por el orden publico la
recurrencia al dispositivo de la inoponibilidad de la personalidad jurídica ha sido intensa, no podía
hacerse esperar la postulación acerca de su viabilidad en el Derecho del consumidor.
En esa inteligencia, viene pregonándose cada vez con mayor insistencia la pertinencia de aplicar este
instituto ante violaciones a la LDC y causación de daños en relaciones de consumo. No se trata, ya

6
Cfr. MOLINA SANDOVAL, Carlos A., La desestimación de la personalidad jurídica societaria, Ábaco, Buenos
Aires, 1998, pág. 63, nota 14. Para ahondar en el tema, cfr. CAPUTO, Leandro J., Inoponibilidad de la personalidad
jurídica societaria, Astrea, Buenos Aires, 2006, pág. 213 y ss.
7
Cfr. VITOLO, Daniel R., La personalidad jurídica…, pág. 99.
8
Por ello, bien que se lo mire y aunque no hemos visto en la doctrina concursalista demasiadas afirmaciones en este
sentido, la extensión de quiebra es un caso típico de desestimación de la personalidad societaria. La situación
jurídica que antes resultaba imputable solo al ente societario (quiebra) ahora aparece recayendo sobre los socios del
mismo.

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lo hemos dicho, de una postulación por parte de los tribunales judiciales pero sí de determinado
sector doctrinario cuya opinión acerca de la viabilidad de acudir al art. 54.3 de la LSC también en
materia del Derecho del consumidor cada vez va teniendo más asidero9.
Así, se ha dicho que el corrimiento del velo societario “se encuentra regulado en otras áreas y es
aplicado en numerosos fallos laborales y societarios, puede extenderse razonablemente a la
protección de consumidores y usuarios. (…) Este instituto se encuentra vinculado a las decisiones
judiciales y no implica anular la personalidad jurídica, sino que apunta al levantamiento del velo en
determinados casos, principalmente en aquellos en que la persona jurídica es utilizada para incumplir
el ordenamiento jurídico y cumple con la protección de los consumidores y usuarios que es el fin del
sistema especial y el mandato constitucional”10.
En el Derecho comparado, algunas legislaciones prevén expresamente la viabilidad de declarar la
inoponibilidad de la personalidad jurídica societaria ante infracciones al régimen de defensa del
consumidor. En este sentido, se expide el art. 8 del Código de Defensa del Consumidor de Brasil
(ley n.9 8078/1990):

“Art. 28. Del descorrimiento de la personalidad jurídica: El juez podrá descorrer la personalidad jurídica de
sociedades cuando, en detrimento del consumidor, haya incurrido en abuso de derecho, exceso de
poder, infracción a la ley, hecho o acto ilícito o violación de los estatutos o el contrato social. El
descorrimiento también se hará efectivo cuando exista falencia, estado de insolvencia, clausura
encerramiento o inactividad de la persona jurídica provocada por mala administración”

Estamos, entonces, ante un dispositivo legal que, si bien enancado –a nivel de técnica legislativa–
dentro de la LSC, ha comenzado a tener influencia (a través de distintas fuentes de derecho) en el
ámbito del Derecho del consumidor.

IV. EL PARALELISMO CON LA SITUACIÓN EN EL DERECHO LABORAL

9
En esta línea, cfr. GARRIDO CORDOBERA, Lidia M., “El levantamiento del velo societario en materia de
protección al consumidor”, en XXII Jornadas Nacionales de Derecho Civil y V Congreso Nacional de Derecho
Civil, t. 5, Córdoba, septiembre de 2009, págs. 239 y 240; BAROCELLI, Sebastián, “Corrimiento del velo societario
y derecho del consumidor”, en III Congreso Euroamericano de Protección Jurídica de los Consumidores, Buenos
Aires, 23/25 de septiembre de 2010; ALVAREZ LARRONDO, Fernando, “Responsabilidad de los socios:
Inoponobilidad de la persona jurídica ante el derecho del consumidor”, en IX Congreso Argentino de Derecho
Societario y V Congreso Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa, Tucumán, octubre de 2004, págs.
31/39.
10
GARRIDO CORDOBERA, Lidia M., “El levantamiento…”, pág. 239.

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IV.1. Un puente legitimo

En materia del Derecho del trabajo la recurrencia a esta herramienta a fin de responsabilizar a socios
detrás de la estructura societaria –y también a administradores– ha sido creciente a lo largo de las
últimas dos décadas. Nos parece atinado trazar un paralelo con la eventualidad de aplicación de este
instituto al Derecho del consumidor por dos motivos.
En primer lugar, porque se trata de regímenes que si bien sustentados en principios y orígenes
diversos parten de un tronco argumental común: la necesidad de concebir una normativa específica
de talante eminentemente protectorio a fin de equilibrar lo que en los hechos luce desequilibrado (el
trabajador frente al empleador y el consumidor frente al proveedor). Como bien ha señalado Gabriel
Stiglitz, “La protección jurídica es el imperativo idóneo para elevar a los consumidores hacia el
propugnado punto de equilibrio. (…) Tal es, en síntesis, el sentido de la defensa del consumidor.
Detectar una situación de la realidad social, que transita carriles análogos a los que en el marco de las relaciones
laborales mostraron desde siempre al obrero, vulnerable frente al patrón, dando nacimiento al Derecho del Trabajo.
Captar ahora la posición de debilidad estructural del consumidor en las relaciones de consumo;
admitir la insuficiencia de las reglas del mercado y de las normas del Derecho tradicional, y diseñar
por ende un sistema jurídico de protección particularmente intensa, que pretende asegurar a quienes
ocupan los planos inferiores su elevación a un punto de equilibrio respecto de los más fuertes” 11 (la
bastardilla es nuestra).
En segundo lugar, porque no puede desaprovecharse la vasta experiencia del fuero del trabajo en lo
atinente al empleo de la desestimación de la personalidad societaria –aunque en más de una ocasión,
a nuestro entender, en forma equivocada–.
Aclarado ello veamos, entonces, en prieta síntesis cual es el estado de situación en cuanto a
inoponibilidad de la personalidad jurídica frente a infracciones laborales y cual son las observaciones
que pueden realizarse –razonablemente– a la jurisprudencia dominante.

IV.2. Análisis de la aplicación del art. 54.3 LSC en materia laboral

11
STIGLITZ, Gabriel A., La defensa…, pág. 50.

110
La creación de un ente con personalidad jurídica diferenciada de sus integrantes (sociedad comercial)
implica que quien perfecciona un contrato de trabajo y, por tanto, deviene responsable por su
cumplimiento sea la sociedad, y no sus administradores ni sus socios. No obstante ello, debe
destacarse que, de la mano de una jurisprudencia laboral cada vez más profusa y afianzada
(especialmente, en el fuero de la ciudad de Buenos Aires pero también en otras jurisdicciones)
iniciada al calor de los leading cases “Delgadillo Linares”12 y “Duquesly”13, se ha responsabilizado a los
socios y administradores por deudas laborales asumidas por el ente societario14.
A ese fin, se ha recurrido al dispositivo del art. 54, párraf. 3ro. de la ley 19.550, considerando que la
verificación de ciertas irregularidades laborales (v. gr., “pagos en negro”, salarios adeudados en
contextos de “trasvasamientos empresarios”, etc.) implica la lesión de “derechos de terceros” y
afectación del “orden público” mencionados en dicha norma y procediendo, en consecuencia, a
desestimar la personalidad jurídica diferenciada –“descorrer el velo societario”, como suele decirse–
e imponer la responsabilidad a sus integrantes; en especial, de sociedades anónimas y SRL15.
Invocando (además del art. 54 y otros de la ley 19.550) la norma del art. 279, LSC, y condenando a
gerentes de SRL ante un “trasvasamiento empresario” que derivó en múltiples irregularidades y
créditos laborales insatisfechos, ha dicho la jurisprudencia que “habiendo quedado demostrado que

12
Cfr. CNAT, Sala III, 11.09.97, in re, “Delgadillo Linares Adela c/ Shatell S.A. y otros – despido”, TySS, 2000,
pág. 667.
13
Cfr. CNAT, Sala III, 19.02.98, “Duquesly Silvia c/ Fuar S.A. y otro”, LL, 1999-B, pág. 445.
14
Entre otros, cfr. CNAT, Sala X, 05.12.06, “Juárez Rafael Ismael c/ La Carbonata SRL y otro s/ Despido”; CNAT,
Sala III, 25.08.04, “González Espino, Antonio Bolívar y otros c/ Suipacha 732 S.R.L. y otro s/ Despido”; cits. en
JUNYENT BAS, Francisco, “‘Delgadillo Linares’ vs. ‘Palomeque’. A propósito de visiones paradigmáticas
diferentes”, en DSE, nro. 236, julio 2007, pág. 658; CNAT, Sala VII, 19.10.99, “Morales Torrazas Neis, Luis c/
Ariste S.A. y otro s/ Despido”, cit. en VITOLO, Daniel R., La personalidad jurídica…, pág. 202; CNAT, Sala I,
29.02.00, “Puente, Graciela A. y otros c/ Serseri S.R.L. y otros s/ Despido”, RSyC, nro. 6, septiembre/octubre 2000,
pág. 122; CNAT, Sala VII, 07.08.00, “Lencinas, José Francisco c/ Intercambio S.R.L. y otros s/ despido”, RSyC,
nro. 6, 2000, pág. 139; Cám. Lab., Sala I, Santa Fe, “Vasquez, Jorge A. c/ Pagnucco, Juan P. y otro”, RSyC, nro. 6,
septiembre/octubre 2000, pág. 96; CSJ, Santa Fe, 04.05.10, in re, “Insaurralde, Abel c. Integral Tres S.A. s/
Laboral”, LLLitoral, 2010 (octubre), pág. 954 y ss.; CNAT, Sala VII, 29.09.04, “Marino, Graciela Elsa c/ Liben
S.R.L.”, cit. en SOSA de IRIGOYEN, Susana, “Responsabilidad de los administradores. La posición de la Corte
Suprema”, en XIV Jornadas de Institutos de Derecho Comercial de la República Argentina, Fundesi, Buenos Aires,
agosto de 2007, pág. 521, nota nro. 5; CNAT, Sala I, 23.05.08, “Olivieri, Mario c/ Menhires S.R.L. s/ ejecución de
créditos laborales”, en Nuevas tendencias en la jurisprudencia societaria y concursal, Fundesi, Buenos Aires, marzo
de 2009, pág. 279; CNAT, Sala III, 27.02.09, “Cruz Serrano, José c/ Construcciones Madero SRL y otros s/
extensión de responsabilidad”, en DASSO, Ariel - NISSEN, Ricardo A. [Dir.], Nuevas Doctrinas Judiciales en
Materia de Sociedades Comerciales, Fundesi, Buenos Aires, noviembre 2009, pág. 89. También es cierto que, más
allá de que está sea la tónica predominante en la actualidad, no han faltado fallos que se han expedido en el sentido
contrario; en este sentido, cfr. CNAT, Sala V, 25.03.08, “Pereira Rodríguez, Armando c/ Intercomeditorial S.R.L. y
otros”, en Régimen Societario Argentino, Legis, Buenos Aires, 2009, pág. 302.
15
Para el tema, entre otros, puede verse, FERREIRÓS, Estela M., “Responsabilidad personal e ilimitada de gerentes,
representantes y directores de sociedades comerciales por créditos laborales”, Doctrina Laboral, fasc. del
10/09/1999, pág. 15 y ss.

111
los demandados vaciaron en forma fraudulenta el capital de la sociedad de responsabilidad limitada
empleadora, es aplicable lo dispuesto en el art. 59, LSC (…) Si bien el art. 54, in fine, de la ley 19.550
se refiere expresamente al orden público (lo que habilita, en casos de fraude laboral, la extensión de
responsabilidad de acuerdo a los precedentes ‘Delgadillo’ y ‘Duquelsy’), el art. 274 de esa misma
normativa incluye expresamente a los terceros entre aquellos ante quienes los administradores
responden ilimitada y solidariamente por mal desempeño (…) Los terceros no son los socios, como
resulta de la enumeración distintiva del art. 279 de la ley 19.550 (…): son las personas que mantienen
relaciones jurídicas con la sociedad desde el entorno, tales como proveedores, compradores o
trabajadores. Y, en la medida en que un trabajador sufra perjuicio derivado de culpa grave o dolo
(como el supuesto de vaciamiento de la sociedad, llevando a la insatisfacción del crédito alimentario),
los gerentes responsables de ese perjuicio deben solidaria e ilimitadamente”16.
Con igual temperamento se ha pronunciado la jurisprudencia ante disoluciones y liquidaciones de
SRL donde el gerente no ha observado el procedimiento correspondiente dejando impagos créditos
laborales17.
Así las cosas, puede aseverarse, sin temor al yerro, que el panorama sobre responsabilidad laboral
para los gerentes de SRL ha variado notoriamente de un tiempo a esta parte, siendo que, ya sea
condenándose a los socios o a los administradores (o a ambos), la intensidad de la personalidad
diferenciada del ente se ha ido diluyendo en cuanto a esta clase de deudas atañe.
El tema es profundamente debatido y no es éste el lugar para efectuar un abordaje detallado del
mismo; ello excede –con mucho– las ambiciones de estas líneas. Sin perjuicio de ello, interesa
destacar que en otras legislaciones –como la colombiana18 y la uruguaya19– la limitación de

16
CNAT, Sala III, 27.02.09, “Cruz Serrano, José c/ Construcciones Madero SRL y otros s/ extensión de
responsabilidad”, en DASSO, Ariel - NISSEN, Ricardo A. [Dirs.], Nuevas Doctrinas…, págs. 90 y 91.
17
CNAT, Sala I, 23.05.08, “Olivieri, Mario c/ Menhires S.R.L. s/ ejecución de créditos laborales”, en Nuevas
tendencias en la jurisprudencia societaria y concursal, Fundación para la Investigación y el Desarrollo de las
Ciencias Jurídicas, Buenos Aires, marzo de 2009, págs. 279/281. Se sostuvo aquí que “se encuentran acreditados los
extremos que tornan aplicable lo dispuesto por el artículo 54, último párrafo de la ley 19.550 cuando, además de
encontrarse consentida, firme e impaga la sentencia dictada en sede laboral, el socio gerente de la sociedad de
responsabilidad limitada demandada ha admitido expresamente haber realizado el patrimonio de la sociedad que
conformaba, olvidando la existencia del procedimiento para la disolución y liquidación de sociedades que disponen
los artículos 94 y siguientes de la ley 19.550. Ello resulta suficiente para responsabilizar a ambos codemandados
(gerentes), en forma solidaria e ilimitada, puesto que no sólo han frustrado los derechos de terceros a través de la
actuación societaria, sino que además no han cumplido con el ‘standard’ de conducta marcado por el art. 59 de la ley
19.550 y por ello, resultan responsables en virtud de lo normado por el artículo 157 de aquél cuerpo legal” (Idem,
pág. 279) (la bastardilla es nuestra).
18
Cfr. REYES VILLAMIZAR, Francisco, SAS. La sociedad por acciones…, págs. 142 y 143.
19
Cfr. RIVAS ANSALAS, Marithza, “Excepciones a la irresponsabilidad de socios de S.R.L. Responsabilidad
tributaria de socios y directores”, en X Congreso Argentino de Derecho Societario y VI Congreso Iberoamericano
de Derecho Societario y de la Empresa, t. IV, Fespresa, Córdoba, 2007, págs. 54/56. En efecto, en este país,

112
responsabilidad al aporte no rige en plenitud cuando se trata de deudas laborales. Esto, que es así
para los socios, lo será también para los administradores que –como ya hemos visto– pueden ser los
mismos socios.
Inspirada en el valor Justicia (en la dimensión axiológica del ordenamiento jurídico), hemos visto
cómo, desde hace un buen tiempo a esta parte se ha plasmado en la jurisprudencia el criterio de
responsabilizar personalmente tanto a administradores como socios de SRL por irregularidades
laborales perpetradas por el ente societario. La contundencia y lo ostensible de un sinnúmero de
maniobras fraudulentas que, entre otros, dejaban desprotegido al trabajador, creó la necesidad de
encontrar algún remedio. En palabras de la prestigiosa integrante de la CNAT Diana Cañal, “algo
debía hacerse”20.
Como se ha puntualizado, de lo que se trata es de “efectuar un análisis del tema del fraude laboral
cuando el instrumento de comisión es una sociedad (…) redhibiendo la personalidad societaria
cuando se violan, a través de un sujeto colectivo, lo que Francesco Galgano denomina ‘las
condiciones de uso’, que no son otras que las establecidas por los límites al obrar, impuestos en
nuestro país, al operador económico y jurídico, por el art. 54 de la ley 19.550”21.
Este ensanchamiento del supuesto de hecho (fattispecie) del art. 54.3., LSC, digámoslo sin ambages, ha
puesto en jaque la virtualidad misma de la noción de “personalidad jurídica diferenciada” en las SRL
y, lo que es más importante, su funcionalidad en la realidad económica como factor que –junto con
la limitación de responsabilidad al aporte– ha permitido la realización de emprendimientos e
inversiones que, de otro modo, quizás, no se llevarían a cabo. Que ello guste o no es harina de
costal.
De frente a este complejo escenario, nos preguntamos si reviste interés encarrilar de la manera más
sólida posible, en términos jurídicos, la pretensión –impregnada de una indudable justicia– de hallar
los verdaderos responsables detrás de una maniobra fraudulenta. Ante ello, dos conclusiones.

respecto a los empleados de la SRL, el art. 12 de la ley 14.188 de 1974 –en la redacción dada por la ley 14.538 de
1975– establece que los socios de una SRL “responden en forma personal y solidaria por la totalidad de los salarios
debidos con sus accesorios de ley”. Ello así, la “obligada principal del pago de los rubros salariales es la sociedad,
por ser ésta la empleadora; pero, frente a un efectivo incumplimiento de la sociedad, nace la responsabilidad
solidaria de los socios” (Idem, pág. 54). Las leyes 14.188 y 14.538, si bien anteriores a la ley 16.060, continúan
vigentes y en tal sentido la jurisprudencia mayoritaria del Uruguay sostiene que la excepción que dichas leyes
introdujeron al régimen responsabilidad limitada de las SRL se mantiene porque constituye un régimen especial en
beneficio de los trabajadores y con relación a ciertos créditos, como los de origen salarial y accesorios (Ibidem).
20
CAÑAL, Diana R., “La extensión de responsabilidad a los administradores societarios en etapa de ejecución: o el
muñeco maldito”, DSyC, nro. 269, abril 2010, pág. 353.
21
MARTORELL, Ernesto E., “Prólogo”, en CAÑAL, Diana R., Responsabilidad ilimitada y solidiara de directores
y socios de sociedades comerciales, Quórum, Buenos Aires, 2001, pág. 17.

113
Una cosa es el uso antifuncional de la personalidad jurídica societaria en los términos del art. 54.3, de
la ley 19.550, para concretar fines extrasocietarios, burlar derechos de terceros, afectar el orden
público o la buena fe y otra muy distinta es la comprobación de un incumplimiento laboral para cuya
comisión no ha tenido utilidad recurrir al “armazón” de un sujeto colectivo detrás del cual
“enmascararse”.
Bienvenida sea la recurrencia al instituto del “corrimiento del velo societario” de esta disposición
cuando se ha empleado para fines no queridos por el legislador la estructura societaria. Por caso, la
hipótesis usualmente denominada de “trasvasamiento empresario”, ante socios que han vaciado una
empresa, defraudado a todos sus acreedores, clausurándose la quiebra de la sociedad por falta de
activo, y luego, de buenas a primeras, aparecen viviendo en otra provincia, manteniendo plenamente
su posición económica y desarrollando idéntica actividad bajo otra forma societaria; todo, en el
marco de una negligente administración. Ni qué hablar de los casos de sociedades off-shore, usuales
instrumentos de fraude que algunos, insólitamente, insisten en defender como saludables para el
desarrollo económico del país.
Empero, cuando de lo que se trata es de un incumplimiento que implica violación de la normativa
laboral pero cuya comisión era perfectamente posible con o sin personalidad jurídica diferenciada de
por medio, aparece más sólido –de darse los presupuestos necesarios– encarrilar tales reclamos bajo
el art. 279 de la ley 19.550, que rara vez se menciona en esta polémica pero que, insistimos, es el
sendero más adecuado a la naturaleza del reclamo.
Y es que, y éste es el punto, y nos hacemos cargo de lo antipático que pueda resultar lo que va a
señalarse, no es posible –sin desquiciar la vigencia de la personalidad diferenciada de las sociedades
comerciales– que toda infracción laboral que redunde en un perjuicio para el trabajador caiga en el
“cajón de sastre” del art. 54.3, LSC. De otra manera, más sincero sería confesar, en todo caso, que no nos
interesa que se brinden alternativas jurídicas para que los comerciantes puedan morigerar el riesgo insito a todo
emprendimiento (tal y como era la situación antes de la creación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales
en 1602), debiendo responder con todo su patrimonio por las deudas de la sociedad.
Ahora bien, si lo que se pretende es mantener esa subjetividad diferenciada que –lo reiteramos–
permite que se lleven a cabo innumerables inversiones que de otro modo (esto es, si se
comprometiera el patrimonio personal de cada socio) no se realizarían, hay que preservar el instituto
del disregard of legal entity del art. 54.3 de la ley 19.550 para cuando los beneficios que conlleva la
personalidad diferenciada propia de cualquier sociedad es lo que ha permitido (o facilitado) el fraude
laboral que se ha perpetrado. Para el resto de las situaciones que usualmente se encapsulan en el art.

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54.3, ley 19.550 creemos que lo pertinente es recurrir a la acción individual de responsabilidad contra
los administradores de la SRL para responsabilizar y alcanzar, no ya a los socios, sino a los
administradores del ente societario. Para el caso puntual de la SRL, ello, en la mayoría de los casos,
igualmente será así pues aquí es frecuente que los socios sean a su vez los administradores (gerentes)
de la compañía.
En esta inteligencia, y teniendo en vista que el decaimiento de la subjetivada diferenciada del art.
54.3, LSC, importa imputar el acto de que se trate (en este caso, la responsabilidad por la infracción
laboral) a los socios –pues es en este sentido que está pensada la norma–, alguna doctrina ha
propuesto que el reclamo se canalice, en todo caso, a través de la acción individual del art. 279, LSC,
entendiendo como tercero al acreedor laboral22.
Para la procedencia de esta acción, básicamente, sólo se requerirá la demostración del daño y el nexo
de causalidad pues, al suponer el cumplimiento de normas laborales por los administradores –en su
gran mayoría– obligaciones de resultado, no será necesario que el trabajador prueba la culpa de
aquellos (la cual se presume) y –en la práctica– tampoco la antijuridicidad que, como se sabe, es un
concepto en crisis y, en general, se considera acreditado una vez comprobado el daño.

V. SU PROYECCIÓN AL DERECHO DEL CONSUMIDOR: LIMITES, REQUISITOS DE PROCEDENCIA Y


PROSPECTIVA

¿Cómo ponderar el influjo de esta figura desde el atalaya del Derecho del consumidor? Desde una
perspectiva estrictamente metodológica, digamos, en primer lugar, que resulta sobreabundante
plasmar en la LDC una previsión autorizando a los jueces a desestimar la personalidad societaria
puesto que la norma del art. 54.3 propaga su incidencia a todas las disciplinas jurídicas en las cuales
tiene lugar la actuación de una sociedad mercantil cuya subjetividad diferenciada es utilizada en
forma desviada. De otro modo, deberíamos plasmar en todas las legislaciones correspondientes a las
distintas áreas en que se subdivide el ordenamiento jurídico, una disposición semejante cuando –
como lo demuestra en forma contundente la jurisprudencia– la declaración de inoponibilidad de la
personalidad societaria se ha dispuesto en materia sucesoria y de derecho de familia sin que se haya
incrustado en el CCiv una permisión en ese sentido, e idénticamente en materia impositiva, laboral o

22
Cfr. ABDALA, Martín E., “La aplicación del art. 54, in fine, de la LSC a los administradores societarios”, en XVI
Jornadas de Institutos de Derecho Comercial de la República Argentina, Universidad Nacional del Litoral, Santa
Fe, agosto 2009, pág. 107.

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concursal. No se nos escapa que una legislación que –como la brasileña– ha tenido gran influencia
en el avance del Derecho del consumidor incluye una norma específica en su ley propia (art. 28 de la
Ley n.9 8078/1990), ni tampoco que calificada doctrina propugna, entre nosotros, una solución
semejante23. Sin embargo, reiteramos, nos parece superabundante incardinar bajo la égida de una
legislación especial lo que –aún cuando receptado en una ley específica (como la LSC)– vierte su
influjo a todo el ordenamiento, como lo ha considerado en forma reiterada la jurisprudencia. En
todo caso, y en esto sí estamos de acuerdo, el instituto de la redhibición de la personalidad jurídica
debería regularse –tal como lo hace el PCCC– en una parte general de las personas jurídicas.
Otro aspecto relevante a tener en cuenta para lo sucesivo –en la clasificación de derechos de los
consumidores que tiene carta de ciudadanía entre nosotros24– discurre por discernir ante la violación
de qué clase de estos derechos procedería, en su caso, el descorrimiento del velo societario. Y en este
punto, hay que señalar, con firmeza, que solo sería posible acudir a este remedio ante la
conculcación de los derechos “fundamentales de carácter primario” (derecho a ejercer el consumo
sin discriminaciones o arbitrariedades, al tratado equitativo y respeto a la dignidad humana, libertad
de elección y acceso al consumo) y de los derechos “sustanciales de los consumidores” (derecho a la
seguridad, a la vida, a la salud e integridad, a la información sobre productos y servicios, a la justifica
contractual, a la reparación de daños y a la calidad de los productos y servicios) pero no cuando lo
afectado sean “derechos de carácter operativo o instrumental” (aquellos que tienden a dotar al
consumidor de mecanismos de implementación que le permitan ejercer efectivamente los derechos
sustanciales, tales como el derecho a la organización de los consumidores en grupos o asociaciones o
el derecho de acceso a la solución de conflictos).
Finalmente, last but not least, resta elucidar ante qué supuestos de hecho podría aplicarse el dispositivo
del art. 54.3 LSC en sede consumeril. Retomando aquí las experiencias del fuero laboral y lo que
antes hemos dicho en cuanto al paralelismo autorizado que cabe hacer entre una y otra disciplina a
efectos de esta temática, es menester reforzar la idea de que la violación al derecho del consumidor o
a la LDC que viabilizaría desestimar la personalidad societaria e imputar el acto ilícito a sus socios (v.
gr., ordenando el pago de la indemnización correspondiente) debe tener cierta conexión con la prerrogativa
de la subjetividad diferenciada que inviste todo ente societario (plasmada, en este caso, en su rol de proveedor).
En otras palabras, debemos estar ante una violación de la LDC y ante una vulneración de derechos de los
consumidores de gravedad, y para cuya concreción la personalidad jurídica diferenciada que invisten las sociedades

23
Cfr. GARRIDO CORDOBERA, Lidia M., “El levantamiento…”, pág. 239.
24
Seguimos aquí la clasificación elaborada por STIGLITZ, Gabriel A., La defensa…, págs. 61/63.

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comerciales haya sido fundamental, de forma análoga a cómo, por ejemplo, para burlar la legítima
hereditaria y “sacarse de encima” un bien en las postrimerías del fallecimiento, el futuro causante
utiliza la estructura de una sociedad para cambiar su titularidad dominial. No es posible –a riesgo de
desquiciar la finalidad misma del instituto– desestimar la personalidad jurídica de una sociedad
comercial-proveedora cuando para la infracción legal y el perjuicio producido la subjetividad
diferenciada no haya sido funcional, pudiéndose llevar a cabo el evento lesivo (sin modificar en un
ápice su alcance y potencialidad dañosa) con o sin personalidad jurídica de por medio.

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