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Vejez  Unidad 1: Identidad y envejecimiento

Viejismo implícito (Levy y Banaji)


Viejismo: Alteración en los sentimientos, creencias o comportamiento en respuesta a la edad cronológica
percibida de un individuo o un grupo de personas.
El viejismo puede operar sin ser advertido, controlado o con intensión de dañar de manera consciente. Las
sanciones sociales en contra de ciertas actitudes o creencias negativas contra los más viejos están
completamente ausentes.
La ausencia de un odio fuerte y explícito hacia los viejos por un lado y la amplia aceptación de sentimientos y
creencias negativas por el otro, produce que el rol de las actitudes y conocimientos implícitos acerca de la
edad se torne especialmente importante. Dicho análisis puede revelar en que medida las raíces del prejuicio
pueden encontrarse en niveles no descubiertos o incontrolables
Todos los seres humanos en diferentes grados nos vemos implicados en la práctica del viejismo implícito.
Estereotipos implícitos de la edad (también llamados estereotipos automáticos o inconscientes): pensamientos
acerca de los atributos y comportamientos de los viejos, que existen y operan sin presentar una advertencia
consciente, intención ni control.
Actitudes implícitas de la edad (también llamados prejuicios automáticos o inconscientes): sentimientos hacia
los más viejos que existen y funcionan sin advertencia consciente, intención ni control.
Edaísmo implícito
Cognición social implícita: término utilizado para captar la idea de que los pensamientos y los sentimientos
pueden funcionar fuera del ámbito de la conciencia, el control y la intención.
Cognición social explícita: involucra al pensamiento y a la deliberación. 

Actitud: tendencia psicológica que se expresa por la evaluación de un ente específico ya sea en un grado
favorable o desfavorable. 
Memoria implícita: es revelada cuando las experiencias previas facilitan el desempeño de una tarea que no
requiere una recolección conciente o intencional de dichas experiencias.
Actitud implícita: el camino trazado por la experiencia pasada no identificada introspectivamente que media los
sentimientos, pensamientos o acciones hacia los objetos sociales de manera favorable o desfavorable.

Test de asociación implícita


Nos permite conocer la cognición social implícita. Se basa en un indicador de respuesta en latencia que se
obtiene a través de la colocación de pares en actitudes hacia un objeto con una dimensión evaluativa o
atributos del conocimiento. 
Resultados en el edaísmo implícito
- queda entre las actitudes implícitas negativas más grandes.
- las actitudes implícitas sobre la edad van en contra de las explícitas. Las implícitas son más negativas en
general.
- los participantes de todas las edades tuvieron actitudes implícitas negativas hacia los más viejos y actitudes
implícitas positivas hacia la juventud.

Los viejos prefieren implícitamente la juventud que la vejez y que se identifican implícitamente con los jóvenes
más que con los viejos.

Los estudios sugieren que el viejismo podría tener un impacto en la cognición de los individuos, el
comportamiento y en la salud de manera inconsciente. Parecería que los distintos efectos de los estereotipos
implícitos de la edad podrían estar interrelacionados y tal vez reforzados mutuamente. 

El desarrollo del edaísmo implícito


Los estereotipos brindan una ventaja funcional que ya sin ellos uno debería aprender situaciones nuevas
permanentemente. Los estereotipos implícitos reflejan generalizaciones que simplifican las demandas de
pensar, sentir y promover adaptaciones.

Impresión de estereotipos
Este método permite a los investigadores examinar el impacto que pueden tener los estereotipos y las
actitudes sobre el pensamiento, comportamiento y decisiones conscientes. 
Resultados: para categorizar cognitivamente a una persona como vieja se crean una serie de constructos
predominantemente negativos, que resultan más accesibles y que gozan de una mayor probabilidad de
aplicación al momento de evaluar a dicha persona.

El impacto del edaísmo implícito en la gente mayor


Levy halló que los participantes más viejos expuestos a estereotipos positivos se desempeñaron mucho mejor
que los que fueron expuestos a estereotipos negativos. Las percepcionrs de los individuos más viejos pueden
verse afectadas por los auto estereotipos implícitos. La influencia de los estereotipos de la edad sobre el
funcionamiento de la memoria fue hallada en los más viejos pero no en los participantes más jóvenes.

Mantenimiento del sesgo implícito de la edad


Este puede beneficiarse por las evaluaciones implícitas negativas que conllevan a una evitación de la
información. Esta evitación a la inversa podría reducir la oportunidad de los adultos jóvenes de tener una
interacción significativa y contacto con los viejos, contexto en el cual podrían desarrollarse estereotipos
explícitos positivos sobre la edad.

Masculinidades en la vejez (Iacub)


Edad y género son dimensiones indisociables en la construcción de la identidad del ser humano, resulta de
gran valor para entender la conformación de sentimientos, malestares, proyectos y actitudes del varon viejo.
La cultura puede entramar las narraciones otorgándoles continuidades entre ambas, ofertando sentidos que
faciliten organizar renovadas formas de masculinidad en la vejez. Lo que daría cuenta de los niveles de
bienestar o maltestar según las demandas culturales sobre la masculinidad frente a la capacidad de
afrontamiento posible en la vejez.
El narrativismo entiende a la realidad como una construcción basada en relatos, hay un importante margen de
subjetividad, relativismo y creación. Las identidades culturales, familiares, grupales o individuales son
exponentes de la incidencia de los relatos en la construcción de subjetividades. Los relatos sobre la edad y el
género organizan escenarios sociales, entramados al poder, que atribuyen creencias, rasgos de personalidad,
actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian a los sujetos. Hombres y mujeres de
diversas edades asumen roles en las relaciones género y edad, se comprometen en prácticas y son afectados
por dichos proyectos, tanto a nivel corporal, psicológico y social.
Teoría de los guiones:
Las teorías de los guiones, permiten reconocer de qué modo se elaboran marcos de significados
preestablecidos que funcionan al modo de libretos macro y micro contextuales.
Los niveles macro contextuales, se refieren a escenarios culturales que suponen el conjunto de saberes
disponibles acerca de la masculinidad y la vejez, con versiones hegemónicas y marginales de los mismos.
Estos son fruto de acumulaciones históricas y de emergentes narrativos; continuidad y discontinuidad en la
sociedad.
Una forma de atravesamiento del macro contexto surge en:
Los guiones interpersonales: son medios de interpretación, modificación y aplicación de los escenarios
generales. Funcionan al modo de estrategias de interacción, de esta manera se posibilita que emerjan
construcciones de significado más flexibles y delimitadas de los grandes relatos.
Los guiones intrapsíquicos están modelados por escenarios y guiones interpersonales, que le dan alto nivel de
la identidad personal, permite a los individuos desarrollar imágenes acerca de sí mismos con
representaciones y vivencias específicas que circunscriben a la masculinidad de maneras singulares. En la
intersección entre escenarios culturales, los guiones interpersonales y intrapsiquicos se producen formas de
concebir lo masculino y lo viejo.
Los relatos, las prácticas sociales y los sujetos fijan, interpretan y cambian las narraciones sobre la edad y el
género / según contextos, clases sociales, niveles educativos, grupos generacionales ... “Modos” en que una
sociedad construye el ser varon o el ser viejo generando espacios de prestigio (sabio), como también relatos
sobre la masculinidad que excluyen a la vejez no admitiendo limites en las demandas de fuerza o potencia,
esto lleva a que los sujetos puedan incluirse , excluirse , empoderarse o desempoderarse ante dichos
espacios simbólicos.
Las narrativas hegemónicas conforman relatos contados por una cultura con el fin de comunicar sus valores,
creencias y expectativas. Tienen un rol fundamental en la construcción de significados en la vida de los
sujetos ya que suelen ser referentes a partir de los cuales contrastamos nuestras propias narrativas. Estos
imaginarios sociales determinantes sobre el envejecimiento y la vejez son internalizados y conforman y
modelan nuestros marcos de referencia. A su vez, funcionan como paramentos por su alto grado de
determinación. La masculinidad es una construcción social acerca de lo que significa ser varón en
determinado tiempo y lugar. Badinter dice que “ser varón cuesta caro” poniendo en evidencia la cantidad de
esfuerzos y demandas que implica la posición masculina.
La masculinidad hegemónica se asocia con:
- rasgos de competividad
- poder físico, sexual y económico
- desapego emocional
- coraje y dominación
- capacidad de protección y autonomía
Modelos que se refuerzan a lo largo de la adultez y que presentan serias dificultades en el envejecimiento
masculino, debido a que caen los aspectos del sí mismo y generan una pérdida de la identidad (refiguración).
Cambios en el envejecimiento
El fin del periodo laboral y la entrada a la jubilación o retiro implica:
• Cambios en el aspecto físico
• Cambios en relación a la cantidad de tiempo vivido y por vivir
• Cambios en la representación de la propia muerte
• Cambios en el lugar de la cadena generacional
• Modificación de las redes sociales
Entra en crisis la identidad, los valores, los ideales y la hegemonía del adulto joven. Hay una pérdida de la
potencia masculina, pérdida del poder y reconocimiento social, la falta de un rol laboral, la fragilidad física y
los cambios sexuales. Su carencia y su exposición social aparecen como los causantes de malestares, en la,
mayor tasa de suicidios que se registra en los varones viejos.

Envejecimiento y género: otras perspectivas necesarias (Anna Freixas)


Homogeneizar a la gente mayor en función de su edad supone ignorar la enorme diversidad que existe entre
las personas ancianas y pasar por alto la aportación efectuada por ellas a la vida y, además, oscurece su
papel como apoyo al ejercer en trabajos voluntarios y en la atención informal que brindan sobre todo a su
cónyuge y a la vecindad. Butler definió con el término ageism a los estereotipos sistemáticos y discriminatorios
contra las personas por el simple hecho de ser viejas. Este ageism se refleja en desdén y desagrado, e
incluso, de forma sutil, evitando el contacto. Los estereotipos negativos más frecuentes sobre las personas
mayores incluyen ideas como: enfermedad, impotencia, disminución de las capacidades mentales, fealdad,
enfermedad mental, inutilidad, aislamiento, pobreza y depresión. Además, Covey encontró que los términos que se
usan para definir a las mujeres mayores tienen una historia mucho más antigua de connotaciones negativas que las que
se refieren a los hombres. Según Butler el mejor antídoto contra esta actitud hacia las personas mayores es el
conocimiento que proporciona la educación.

Roles tradicionales y entrecruzamiento en la segunda mitad de la vida


Diversas investigaciones recientes indican que la mayoría de las parejas reciben con alivio la etapa del nido
vacío; que la ausencia de los hijos e hijas no es necesariamente problemática en la vejez y que la aceptación
de los roles tradicionales se correlaciona con índices de depresión en mujeres de mediana edad. Si a esto
unimos la idea de que las mujeres explican su recién descubierta energía y su socialización en la vejez en
relación con la disminución de sus obligaciones familiares, podemos concluir que, para las mujeres mayores,
librarse de dos de los elementos que el patriarcado ha considerado fundamentales para su felicidad y
realización: la casa y la familia (ser esposa, madre y ama de casa) se relaciona con un mayor sentimiento de
felicidad, mejora de la autoestima y bienestar psicológico; en contra de la explicación que ha pretendido
demostrar que la vida del hogar era un refugio de seguridad psicológica para las mujeres. Por otra parte,
parece claro que en la segunda mitad de la vida se produce un entrecruzamiento de roles, según el cual las
funciones asignadas a cada uno de los sexos se difuminan y van quedando definidas de forma menos
marcada, de manera que los hombres se hacen progresivamente más dependientes y afectivos, mientras que
las mujeres son más independientes y asertivas. La edad avanzada permite, pues, una reorganización de los
roles de género en muy diversos sentidos. Utilizando el lenguaje de Carol Gilligan es la ética del cuidado y
una identidad basada en la experiencia de interconexión la que puede dar a las mujeres una ventaja en la
vejez. Así pues, las mujeres se benefician de los enriquecedores valores expresivos, incluyendo la
interconexión y el cuidado, como parte del rol femenino. Otra ventaja que pueden tener las mujeres en el
envejecer es su habilidad para verse a sí mismas y sus vidas como valiosas y significativas. Los valores de
cuidado y conexión son los más importantes para las mujeres durante toda su vida y se mantienen en la vejez
y se vuelven también más importantes para los hombres a esa edad. Lo cual indica que los valores de la vejez
se hacen, a lo largo de la vida, cada vez más femeninos, mientras se muestran en recesión los mis
masculinos del trabajo y de la vida pública.
Menopausia y salud
el estereotipo clínico de que la mujer en la menopausia -entendida esta como una enfermedad deficitaria-
experimenta un sinfín de síntomas. La menopausia está empezando a perder este estigma y ganando el
reconocimiento de un importante acontecimiento de la salud. En la autopercepción de la menopausia influye
de manera importante la educación que proporciona mayores fuentes de información y recursos para
afrontarla adecuadamente y también proporciona una posible preparación para esta experiencia. Los
resultados obtenidos por Cross y Lovett sugieren que cuando se estudia la menopausia desde un marco de
referencia positivo, cuando las mujeres comparten sus experiencias personales, éstas proporcionan
respuestas muy diferentes a cuando se enfoca la menopausia desde un modelo teórico de enfermedad. Hay
otros estereotipos que tienen una audiencia también notable, como la idea de que la menopausia es una crisis
emocional o un periodo de inestabilidad gracias a los cuales se estigmatiza a las mujeres de manera
despreciativa. Dentro de las perspectivas de futuro que se vislumbran como necesarias podemos destacar la
necesidad de aumentar la investigación con mujeres saludables, incluyendo estudios epidemiológicos de
mujeres que experimentan un envejecimiento normal. Parece necesario, también, llevar a cabo otros trabajos
que nos permitan determinar si la menopausia quirúrgica contribuye a un peor estado de salud y estudios
sobre los efectos de los estereotipos de los profesionales de la salud en los cuidados prestados en la
menopausia. Hacen falta estudios cualitativos que reflejen la experiencia de diferentes culturas en torno a la
menopausia, con un énfasis en la postmenopausia, periodo en el que las mujeres entran en una segunda
edad adulta o en la tercera edad. Todo ello puede contribuir a diseñar cartas de ruta para orientar a las
mujeres que se encuentran en este periodo de cambio y desvanecer muchas de las ideas que en estos
momentos limitan su vida y las pretenden marginar en una sociedad donde el mito de la eterna juventud las
excluye pronto del mercado del amor.
Salud percibida y educación
La salud es más que la ausencia de enfermedad. Numerosos estudios demuestran que a medida que
aumentan los ingresos y la educación aumentan los índices de buena salud. Las personas con niveles más
bajos de ingresos y educación tienen tasas más altas de enfermedad y muerte temprana e informan de peores
estados de salud. Por otra parte, numerosas investigaciones afirman que las mujeres que tienen trabajo
remunerado presentan también mejores niveles de salud que las que no lo tienen, menos síntomas crónicos o
agudos y, además, restringen menos actividades por enfermedad que las mujeres no empleadas. La
educación tiene, pues, un efecto independiente, fuerte y poderoso, sobre el estatus de salud. La educación de
que disponen las mujeres a lo largo de la vida se traduce en estrategias o mecanismos de afrontamiento que
permiten una vida menos estresante y debilitadora, que son positivos en sus efectos sobre la salud y el
bienestar. Más años de educación pueden generar un sentido de eficacia y control y la habilidad de utilizarlos
de manera que vivan una vida más saludable. Las respuestas aprendidas para hacer frente a la enfermedad a
lo largo de la vida también son efectivas para afrontar la mayor incidencia de enfermedad que aumenta a
medida que aumenta la edad. La autonomía en la toma de decisiones promueve un sentimiento de poder y
autoestima que las mujeres mayores necesitan para mantener su integridad durante la enfermedad y en
tiempos de adversidad. Las difíciles relaciones entre mujer y dinero en la juventud se concretan en pobreza y
dependencia en la vejez. Gracias a la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral cada vez hay
más estudios acerca de la jubilación de las mujeres, pero sigue habiendo muchos elementos desconocidos
acerca de cómo viven después de la jubilación. La explicación acerca de las diferencias en los ingresos de las
mujeres cuando se jubilan hay que buscarla en diversos aspectos relacionados tanto con tal mercado laboral,
como con la vida familiar. Entre ellos destacamos: 1) La economía dual, según la cual el mercado laboral, con
respecto a la industria, está dividido en dos sectores -el central y el periférico. En el sector central están las
industrias del petróleo, acero, etc., con una alta productividad, trabajadores organizados, y altos márgenes de
beneficio. Este sector central está rodeado por uno periférico, o de servicios, formado por restaurantes,
estaciones de servicio, almacenes, tiendas, en los que se da 7 mucha competencia comercial, poca
productividad y una baja seguridad laboral. Los trabajadores y trabajadoras ganan más en el sector central
que en el periférico. Las mujeres es más probable que estén empleadas en el sector periférico. 2) La
segmentación del mercado laboral en dos partes diferenciadas: a) empleos prioritarios (gerente y
empresarios) que están bien pagados y ofrecen estabilidad y buenos ingresos y b) ocupaciones secundarias
(secretarias y auxiliares) caracterizadas por ser inestables y mal pagadas. Ambos tipos de segmentos pueden
encontrarse en la misma industria. Esta nómina oculta se adquiere, no por las características del capital
humano, sino por la habilidad de un grupo ocupacional para controlar su mercado y exigir con éxito sus
beneficios. Las personas empleadas en las ocupaciones secundarias es menos probable que estén cubiertas
por una pensión y además reciben ingresos menores. Tanto la economía dual como la segmentación del
mercado laboral explican las diferencias de género en los ingresos, en la medida en que las mujeres tienden a
estar concentradas en las ocupaciones secundarias del sector periférico. 3) Con relación a la coyuntura
familiar las demandas familiares son también elementos clave en la medida en que pueden determinar la
historia laboral de las mujeres y, por lo tanto, tienen un impacto sobre sus ingresos en la vejez. Las mujeres,
al revés que los hombres, pueden haber interrumpido su historia laboral debido a las responsabilidades de
crianza. Además, el número de criaturas que tiene una mujer puede afectar su jubilación en, al menos, dos
aspectos: a) las pensiones se cobran por servicios continuados y b) la ausencia del mercado laboral se paga
de manera que las mujeres cuando se quieren reincorporar se encuentran sobrepasadas por la gente más
joven que se mantiene preparada y actualizada. 4) En cuanto a la historia marital las mujeres socializadas en
modelos tradicionales de dependencia pueden fácilmente encontrarse con acontecimientos vitales que
reduzcan dramáticamente su situación económica, como pueden ser el divorcio, la separación o la muerte del
esposo, situaciones que tienen consecuencias negativas prolongada sobre el bienestar económico en la
vejez. Weitzman informa de que las mujeres divorciadas y sus criaturas experimentan un descenso del 73%
en su nivel de vida, durante el primer año del divorcio, debido a la pérdida de los ingresos del marido. Mientras
el divorcio puede ser un desastre financiero para las mujeres, 10s hombres experimenta una mejora en su
estatus económico. A pesar de que las divorciadas jóvenes pueden compensar parcialmente la pérdida de
ingresos del marido, a las mujeres mayores y las de 8 mediana edad divorciadas les puede resultar difícil
iniciar nuevas carreras, especialmente si han sido amas de casa a tiempo total. Incluso en el caso de que
estas mujeres tengan una profesión remunerada la posibilidad de aumentar sus ingresos es casi nula a causa
del tipo de trabajos en los que la mayoría de ellas se encuentran. Otros hechos influyen también en la precaria
situación económica de las mujeres, como son el alto porcentaje que entra en el mercado laboral pensando en
complementar la economía familiar o simplemente autoabastecerse y las que, durante periodos importantes
de su vida, son cabeza de familia, sin pareja. Tradicionalmente las mujeres no han planificado su retiro, tanto
por razones institucionales y sociales como por motivos inherentes a las propias mujeres. Muchos factores
contribuyen a la falta de planificación para la jubilación, por ejemplo, el temor a envejecer y las consecuencias
de ejercer roles tradicionales en la sociedad, son cuestiones que enfatizan la inferioridad, la dependencia y la
pasividad. Quizás como resultado de una socialización del rol las mujeres siguen creyendo que serán
cuidadas en la vejez; aunque los datos indican que no es así. Para terminar con el círculo de la pobreza las
mujeres necesitan planificar de forma más agresiva los años posteriores a la jubilación. Las mujeres de todos
los estatus sociales deben emplearse enérgicamente en asegurar que pueden y deben tener seguridad
financiera en la vejez. La planificación antes de la jubilación es una necesidad crítica para las mujeres ya que
es un importante componente de su seguridad financiera. El desnivel entre los ingresos de hombres y mujeres
puede aumentar en la jubilación, debido a que los ingresos de las pensiones se basan en la duración del
tiempo de empleo a lo largo de la vida. Por lo tanto, la planificación de la jubilación por parte de las mujeres
determina su seguridad futura en la vejez. Factores como la situación civil, la elección de trabajo, la historia
laboral, la edad, el nivel educativo alcanzado, la independencia financiera de las criaturas, el nivel de ingresos,
la cantidad de dinero que se ha ahorrado a lo largo de los años, la composición de la familia y los arreglos en
el reparto de responsabilidades y de tiempo para trabajar fuera de casa, cada uno por sí mismo y cada uno en
relación con los restantes, son factores que tienen un gran impacto sobre los ingresos por jubilación de la
mujer y deben ser considerados en el proceso de planificación. Entre todos ellos, la continuidad en el empleo
es el factor básico de la historia laboral, el que tiene más importancia sobre la economía en la vejez. El nivel
del sueldo permite un mayor o menor nivel de ahorro. Las criaturas son un predictor tan importante como la
historia laboral; la dependencia financiera de éstas tiene una influencia directa sobre la capacidad de ahorrar.
La situación civil, la vivienda y la salud son factores que influyen en cómo viven las mujeres mayores. La
coyuntura marital determina la situación financiera de las mujeres y, necesariamente, tiene relación con la
calidad de la vivienda que pueden tener. Puesto que la pobreza es extremadamente alta entre las mujeres
mayores, todos estos elementos deben ser utilizados en la planificación financiera y de la jubilación, al
interpretar las circunstancias que las mujeres encuentran durante la edad adulta que afectan sus ahorros y
dinero para la jubilación.

Los cambios socioculturales y la construcción de la identidad en personas mayores lesbianas


y gays en Argentina (Iacub, Arias, Mansinho, Winzeler y Vazquez Jofre)
La construcción de la identidad personal, como todos los aspectos del desarrollo humano, suceden dentro de un
contexto histórico, social y cultural. Las comprensiones compartidas del significado de la experiencia de vida emergen
entre los miembros de una generación cohorte que comparten un contexto de desarrollo histórico, cultural y social. La
identidad se conforma como una estructura narrativa, desde donde emergen y se construyen los significados. Esta
posibilidad de narrar permite dar coherencia y sentido a los diferentes hechos y situaciones del recorrido vital de las
personas. El interjuego entre los cambios sociales y la escritura de vida en la construcción de la identidad sexual gay y
lesbiana permite conocer la relación entre los procesos sociales y la capacidad del sujeto de narrativizar los cambios.
Uniendo las perspectivas psicológicas y sociales de la identidad, el marco narrativo enfatiza el significado del contexto
social en el proceso de agenciamiento de la auto construcción narrativa desde la adolescencia hasta la vejez. Las
narrativas de la identidad sexual representan las historias compartidas de las interacciones del sí mismo. Una de estas
son las historias del coming out, las que suelen ser representadas como una elección o una realización de procesos
intrínsecos o de momentos históricos de transformación social. Las historias gays y lesbianas reflejan narrativas
cambiantes de la identidad que se encuentran enraizadas en procesos culturales y se organizan en marcos identitarios.
La importancia de analizar las narrativas de los protagonistas radica en detectar, por ejemplo, las marcas y heridas que
produce el lenguaje discriminatorio. Giribuela, en una investigación realizada en Argentina con adultos mayores detectó
3 tipos de heridas de lenguaje: discursos no verbalizados (silencios para no ser discriminados o dar por sobre entendida
cierta información), discursos insinuados (dar por sentado que la otra persona conoce la orientación sexual del
interlocutor) y discursos insultivos (adjetivar y tratar de manera negativa).

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