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Manejo y Domesticación del “Caucho” (Hevea brasiliensis):

Revisión Histórica y Consideraciones Futuras

Federico Valerio

Laboratorio de Etnobotánica y Botánica Aplicada, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata

Botánica Aplicada

Dr. María Leila Pochettino

13 de octubre de 2023
Introducción

Se entiende por manejar aquellas actividades humanas que involucran acciones

deliberadas para transformar o mantener sistemas naturales, poniendo un grado elevado de

conciencia e intencionalidad en tales transformaciones. El resultado de manejar la naturaleza

de acuerdo con propósitos humanos se conoce como domesticar. La domesticación es un

proceso evolutivo continuo, que opera inicialmente sobre organismos silvestres y que puede

llegar a producir una completa dependencia de estos con respecto al hombre para sobrevivir y

reproducirse. De esta forma, los seres humanos moldean o adecúan la diversidad biológica

intraespecífica de los organismos de acuerdo con sus requerimientos de uso (Casas et al.,

2016).

La domesticación del “caucho” (Hevea brasiliensis Muell.-Arg.) constituye uno de los

eventos más significativos de la historia humana, generando grandiosos resultados

económicos, sociológicos y humanitarios. Este logro, que ha alterado el curso de la civilización,

no puede ser atribuido a ninguna otra planta domesticada (Schultes, 1977, 1993). Este logro

resulta más llamativo si se tiene en cuenta que se trata de una especie domesticada

recientemente y que no ha sido completamente domesticada (Lieberei, 2007).

El presente trabajo de revisión se plantea discutir los aspectos vinculados al manejo y

la domesticación del “caucho” que se desprenden de su historia de aprovechamiento por el ser

humano, desde su utilización por los pueblos indígenas locales de la selva amazónica hasta su

explotación industrial moderna, centrándose exclusivamente en el principal producto de

importancia económica de la especie, el caucho natural (CN). Lo mismo se realizará en función

de la contribución realizada por Casas et al. (2016): “Domesticación en el continente

americano: manejo de biodiversidad y evolución dirigida por las culturas del Nuevo Mundo”.

El artículo se encuentra organizado en una introducción constituida por una breve

descripción de la especie y su principal producto de importancia económica e historia de


aprovechamiento, seguida de la discusión de los aspectos detallados. Además, teniendo en

cuenta la situación actual de las plantaciones, se aportan consideraciones futuras sobre cómo

proteger los reservorios genéticos de H. brasiliensis, las cuales a su vez permitirían conservar la

diversidad biocultural de la cuenca amazónica.

El “Caucho” (Hevea brasiliensis)

Árbol de la familia Euphorbiaceae, cuya distribución natural abarca la región sur de la

cuenca Amazónica, compartida por Brasil, Bolivia, Perú y Colombia. Es una especie diploide (2n

= 2x = 36), monoica, alógama y entomófila, en la que puede ocurrir hibridación interespecífica.

Florece una o dos veces por año dependiendo de la región y puede vivir más de 100 años en su

hábitat natural, alcanzando altura de 30-40 metros (Lau et al., 2016; Leitch et al., 1998;

Schultes, 1993; Vinod y Meenattoor, 1991). Por la corteza interna de la planta fluye un látex,

del cual se obtiene el CN, principal producto de importancia económica de la especie (Dean,

1987; Priyadarshan et al., 2009). Otro producto de importancia económica es la madera, la

cual es aprovechada cuando las plantaciones son reemplazadas con motivo de una

disminución en la producción de látex (cada 30-35 años) (Schultes, 1993).

Existen otras 9 especies del género Hevea, de las cuales 2 (H. benthamiana y H.

guianensis) producen caucho de importancia económica. Sin embargo, el 99 % del CN de todo

el mundo proviene de H. brasiliensis (Nair, 2021; Schultes, 1990). Se han realizado selecciones

artificiales basadas en parámetros útiles relacionados con la calidad del látex, facilidad de

explotación y resistencia a estrés, aunque selecciones concentradas aún se encuentran

pendientes de ser realizadas (Lieberei, 2007). Actualmente, se cultiva en las regiones tropicales

de Asia, África y Sudamérica (Nair, 2021).

¿Qué es el Caucho Natural?

Es un hidrocarburo compuesto por unidades de isopreno polimerizado (cis-1,4-

polyisoprene) que se encuentra presente en el látex blanco de alrededor de 7.000 especies

vegetales distribuidas en ambos hemisferios (Schultes, 1977). Se trata de un compuesto cuyas


propiedades únicas -plasticidad, resistencia a la abrasión, aislabilidad eléctrica e

impermeabilidad a líquidos y gases- permiten su utilización para la manufactura de más de

50.000 productos en todo el mundo (Nair, 2021; Schultes, 1977). El mismo se obtiene

mediante un procedimiento denominado tapping, que consiste en realizar cortes en la corteza

para liberar el látex contenido en los anillos laticíferos (Hao y Wu, 2000). El látex es

esencialmente el citoplasma de las células laticíferas, las cuales contienen entre 30-40 % de CN

(Nair, 2021; Schultes, 1990). También existe un sustituto creado por el hombre, denominado

caucho sintético (CS). Sin embargo, el CS no ha logrado reproducir las propiedades

fisicoquímicas del CN, motivo por el cual la demanda anual de este último continua creciendo

constantemente. En la actualidad, la mayor parte de la producción proviene de las

plantaciones ubicadas en el sudeste de Asia (Lieberei, 2007; Nair, 2021; Schultes, 1977).

Historia de Aprovechamiento

Los primeros visitantes españoles en llegar al continente Americano hallaron a los

nativos jugando con pelotas realizadas con CN, fabricadas con el látex proveniente de Castilla

elástica Cerv. (Moraceae), especie nativa del sur de México y Centroamérica (Nair, 2021;

Schultes, 1977). Schurer (1957) documentó el uso de CN en Perú, la civilización Maya en

Yucatán y la antigua civilización mexicana, en las cuales constituía un importante elemento

religioso. En Yucatán y Ciudad de México, el CN simbolizaba la sangre en sacrificios humanos,

siendo preservado y utilizado en forma líquida durante las ceremonias (Baulkwill, 1989).

El primer registro sobre el CN de Hevea spp. se produjo con la visita de Christopher

Columbus a Sudamérica en el año 1493 (Metraux, 1949). De acuerdo con lo reportado, los

indígenas locales utilizaban poco el látex de esta especie. En algunas comunidades,

aparentemente, se utilizaba para impermeabilizar pequeños bolsos (Hemming, 1987). El mayor

uso que le daban los indígenas amazónicos a estas especies era el alimenticio, empleando las

semillas como fuente de carbohidratos. Debido a la presencia de cianuro en las mismas,

debían ser sumergidas en agua hirviendo antes de ser consumidas (Schultes, 1956, 1977). Mr
Austine Coate, 7 años más tarde, definió al compuesto como un jugo de consistencia lechosa

que se vuelve de coloración dorada/marrón y solidifica cuando se expone al aire (Ogowewo,

1986).

Durante los 300 años posteriores a lo reportado por Columbus, el CN se mantuvo

como una curiosidad debido a que se trataba de un producto químicamente inestable (Dean,

1987; Nair, 2021). En el año 1745, el geógrafo-astrónomo francés Charles-Marie de La

Condamine describió como los nativos de Ecuador y Brasil realizaban antorchas, botas, botellas

y jeringas empleando la “goma” (es decir, el CN) que obtenían del árbol denominado Hheve

(Nair, 2021). Décadas más tarde, un químico inglés descubrió que el CN era capaz de borrar las

marcas de grafito, de donde se desprende el nombre en inglés de la goma de borrar, rubber

(Burkill, 1935). Posteriormente, los portugueses se instalaron en el Amazonas y comenzaron a

producir algunos artículos con CN. En 1775, el Rey Joseph de Portugal impulsó la manufactura

de zapatillas, emprendimiento que fracasó debido a que las mismas se volvían quebradizas y

agrietadas y con el calor del verano se pegaban en el pavimento (Compagnon, 1986). Para

finales del siglo XVIII, científicos franceses descubrieron solventes para el CN, permitiendo que

las soluciones resultantes sean empleadas para producir tubos flexibles como, por ejemplo, los

catéteres utilizados en medicina. Mientras tanto, en 1790 científicos europeos reinventaron la

jeringa de CN, dispositivo conocido desde hacía siglos por los nativos del Amazonas (Nair,

2021).

A partir del siglo XIX, el CN empezó a transformarse en un importante producto

comercial e industrial. En este momento, se inició la explotación comercial del “caucho”

silvestre en la selva amazónica utilizándose como mano de obra a los indígenas locales, que

fueron explotados, estafados y maltratados de diversas maneras. La dura labor de los

“caucheros” (es decir, persona que tiene por oficio buscar y obtener CN) consistía en

desplazarse por la selva primaria abriéndose paso entre la vegetación, cruzar arroyos y saltar

árboles caídos, para poder acceder a los árboles de “caucho” que son muy poco abundantes en
su hábitat natural (alrededor de 2-3 por hectárea) (Lieberei, 2007; Schultes, 1993). En 1821, el

ingeniero Thomas Hanckok desarrolló el revolucionaria maquinaria conocida como

“masticador”, que permitió la manufactura de productos de CN (Nair, 2021). Otro

acontecimiento importante se produjo en 1823, cuando el escocés Charles Macintosh

descubrió que el CN podía ser disuelto en nafta y “pintado” en prendas de vestir para

impermeabilizarlas. A partir de este descubrimiento, fábricas en Inglaterra, Francia y Estados

Unidos comienzaron a importar el producto desde Sudamérica (Schultes, 1976b). Para este

entonces, Brasil era el principal exportador de CN, constituyendo el 40 % de sus exportaciones

(Dean, 1987). Sin embargo, el momento más importante en la historia del CN se produjo

cuando el inventor estadounidense Charles Goodyear dejó caer por accidente una mezcla de

CN y azufre en una estufa. El resultado fue una masa que dejó de ser pegajosa pero retuvo su

plasticidad y elasticidad, sorprendiendo a Goodyear (Smith, 1986). Este hallazgo, que ha

permitido que el CN se transforme en lo que hoy en día es, tuvo lugar en la ciudad de Woburn

(Massachusetts), en el año 1839. Para la misma época, Thomas Hancock descubrió un

procedimiento similar (Burkill, 1935). Este cambió químico, que implica la formación de nuevos

enlaces moleculares en las cadenas de isopreno, fue denominado “vulcanización”, haciendo

referencia al dios romano del fuego, Vulcan (Imle 1979; Schultes, 1993b; Polhamus, 1962;

Roberts, 1988). A partir de este momento, surgieron miles de nuevas aplicaciones y la industria

del CN comenzó a consolidarse (Grilli, 1980; Schultes, 1984).

En el año 1876, el gobierno británico importó 70.000 semillas, colectadas de la parte

este del amazonas brasilero por el explorador y botánico Sir Henry Wickhan (Chan, 2000; Umar

et al., 2011). Las mismas se transportaron a Inglaterra y plantaron en los invernáculos de los

Jardines Botánicos de Kew. Del total, solo 2800 germinaron y los jóvenes árboles que

eventualmente sobrevivieron se enviaron al Jardín Botánico de Ceylon en Sri Lanka y desde

aquí a numerosas localidades del sudeste asiático (Burkill, 1935; Imle, 1979; Schultes, 1976a,

1976b, 1977). Solamente 28 ejemplares lograron alcanzar la madurez, a partir de los cuales se
desarrollaron todas las plantaciones, tanto en Sri Lanka como en el sudeste asiático y aquellas

más pequeñas en África (Schultes, 1977). Las primeras pequeñas plantaciones se iniciaron a

partir de semillas ordinarias o de hibridación al azar para finales del siglo, momento que

coincidió con la invención y popularización de los motores para autos, lo cual generó una gran

demanda del producto para la fabricación de los neumáticos.

Durante las primeras décadas del siglo XX, las plantaciones en Asia fueron terminando

de consolidarse y empezaron a proveer al mundo de CN de mejor calidad y a menor precio, por

lo que la industria del “caucho” silvestre dejó de ser tan rentable. Consecuentemente, los

indígenas locales de la selva amazónica fueron liberados de las condiciones inhumanas a las

que estuvieron sometidos y comenzaron a visibilizarse las atrocidades perpetuadas, como

ocurrió con las etnias Huitoto y Bora (Dean, 1987; Schultes, 1979, 1993; Singleton-Gates, 1959;

Smith, 1986; Wilson, 1943). La consolidación de las plantaciones se vio impulsada por algunos

hallazgos que ocurrieron durante estas décadas. Uno de ellos se corresponde con la

demostración de trabajadores holandeses de que la producción entre árboles era variable y la

vegetación vegetativa posible. Otro fue el desarrollo de la técnica de reproducción vegetativa

mediante injertos de yema, por el horticultor Van Helten y sus colaboradores. A partir de 1920,

los clones injertados y las plantas originadas por semillas de hibridación selectiva

progresivamente suplementaron a aquellas de hibridación al azar. Desde la Segunda Guerra

Mundial, los clones se han convertido en los dominantes (Nair, 2021). De esta manera, el

incremento en la producción de CN fue de 650 kg/ha en 1920 a 2500 kg/ha en 1990 (Chao et

al., 2023).

En el siglo XXI, se ha registrado que el 97 % de la provisión mundial de CN proviene del

sudeste asiático, principalmente de Tailandia (31 %), Indonesia (30 %) y Malasia (9 %) (Fox y

Castella, 2013). En Brasil, la producción anual de CN se corresponde con el 1 % mundial. Un

factor clave que limitó el crecimiento de la industria del CN en Sudamérica ha sido la

enfermedad “tizón de hoja”, causada por la especie fúngica Microcyclus ulei, que se desarrolla
en el Amazonas y afecta a Hevea spp. Hasta el momento, la enfermedad no se ha propagado a

los demás continentes donde se cultiva H. brasiliensis, siendo este el principal motivo por el

cual las plantaciones se establecieron fuera del centro de distribución natural (Lieberei, 2007).

Manejo y domesticación del “caucho”

Como se mencionó, los indígenas locales de la selva amazónica utilizaban el látex de la

especie con distintas finalidades y las semillas como alimenticias (Dean, 1987). La estrategia de

aprovechamiento del recurso era la recolección, es decir, la cosecha de los ejemplares

silvestres (Casas et al., 2016; Schultes, 1997; Priyadarshan y Clément-Demange, 2004). Esta

estrategia, en general, se corresponde con una técnica de manejo incipiente, ya que suele

involucrar la selección de los mejores recursos (Casas et al., 2016). Aunque no fue posible dar

con evidencia bibliográfica que permita asegurar que esto haya estado ocurriendo, sin duda

podría ser considerado como una posibilidad. En este sentido, pensando en recolectar una

mayor cantidad de látex, podría suponerse, por ejemplo, una selección de los ejemplares con

tronco de mayor diámetro.

La etapa de explotación comercial del “caucho” silvestre también se corresponde con

una estrategia de recolección. Sin embargo, en este caso se trata de un aprovechamiento

elitista del recurso, en detrimento de otros seres humanos (Casas et al. 2016). Por otro lado,

durante esta etapa, el accionar de los caucheros para poder acceder a los árboles de “caucho”,

que consistía en remover la vegetación que encontraban a su paso, resulta un claro ejemplo de

lo planteado por la teoría del manejo, la cual expone que estos son procesos sistémicos, es

decir, que la afectación de un componente o recurso afecta a todo el ecosistema (Casas et al.,

2016).

El inicio del cultivo del “caucho” ha sido señalado por algunos autores como aquel en

el cual empezó la domesticación de la especie (Chao et al., 2023; Umar et al., 2011). En este

punto, resulta importante destacar que, si bien el cultivo de plantas silvestres constituye un
paso clave para dar inicio al proceso de domesticación, cultivar no es sinónimo de domesticar.

El concepto de cultivo incluye un conjunto de formas de manejo de poblaciones o

comunidades de organismos, mientras que la domesticación es un proceso evolutivo que

resulta de manipular los genotipos de las plantas, lo cual no necesariamente se logra a través

de las estrategias de manejo (Casas et al., 2016). Además, en este momento no existió la

intención deliberada de seleccionar a determinados individuos, por lo que no puede decirse

que haya ocurrido domesticación en el sentido estricto. Sin embargo, sí sucedió una

importante selección natural de aquellos ejemplares salvajes capaces de soportar las

condiciones ambientales del nuevo continente, que no hubiera podido ocurrir sin el accionar

humano. Por este motivo, lo acontecido durante esta etapa podría considerarse, de quererse,

como una “domesticación involuntaria”. De este proceso, resultaron los 28 ejemplares que

constituyeron la limitada base genética de casi todas las plantaciones que existen fuera de

Brasil (Schultes, 1993).

La domesticación de H. brasiliensis se asocia a la consolidación de las primeras

plantaciones en el sudeste asiático. En este momento, se comienzan a seleccionar árboles

capaces de proporcionar una mayor producción de CN y a ser multiplicados vegetativamente

mediante la técnica de injertos de yema, resultando en los primeros clones con potencial

productivo mejorado (Nair, 2021). El proceso de domesticación del “caucho” resulta, en líneas

generales, similar al de otros cultivos perennes. Este consiste en ciclos de testeo y selección de

clones provenientes de poblaciones genéticamente variables y en generar cruzas entre los

mismos (Cornille et al., 2014; Gaut et al., 2015; Nair, 2021; Pethin et al., 2015). Sin embargo, el

“caucho” presenta ciertas particularidades que lo diferencian de otros cultivos. Una de ellas es

la capacidad de hibridación interespecífica (Cornille et al., 2014; Gaut et al., 2015). En este

sentido, podría sugerirse que el hecho de haber sido domesticado fuera de la zona de

distribución natural del genero contribuyó al proceso de selección artificial al impedir la cruza

entre especies (Chao et al., 2023). La otra es el extenso periodo asexual y la dificultad para
reconocer los rasgos que influyen en la producción, que generan que el proceso de

domesticación demande mucho tiempo (entre 20-25 años). Por este motivo, desde los inicios

de la domesticación hasta la fecha solo se han producido 4 recombinaciones sexuales

manualmente guiadas (de Oliveira et al., 2014). En esta línea, podría decirse que se trata de

una domesticación incipiente (Casas et al., 2016). Sin embargo, en tan solo 80 años se ha

logrado un incremento en la producción de CN de aproximadamente el 300 %.

Por otro lado, el proceso de domesticación ha aumentado considerablemente la

susceptibilidad a enfermedades como, por ejemplo, aquellas producidas por Phytophthora

spp. (Jayasinghe, 1999; Pethin et al., 2015; Thanseem et al., 2005). Además, se ha demostrado

que la mayoría de las plantaciones, representadas mayormente por los clones RRIM 600, son

susceptibles a la enfermedad causada por M. ulei, lo cual constituye una seria amenaza para la

economía mundial (Chee, 1976; Priyadarshan y Clément-Demange, 2004). En respuesta a esta

problemática, en el año 1981 la organización Rubber Research and Development Board

planificó la colecta de germoplasma de ejemplares silvestres de H. brasiliensis en la cuenca

amazónica brasilera, con el objetivo de contribuir al desarrollo de nuevos clones que

presenten mayor resistencia a enfermedades y tolerancia a distintas condiciones ambientales

(Lieberei, 2007; Onokpise, 2004). En la actualidad, existe un importante incentivo económico

para el desarrollo de nuevos clones de “caucho” (Pethin et al., 2015).

Consideraciones finales

La situación actual vinculada a las plantaciones de “caucho” plantea la evidente

necesidad de preservar los reservorios genéticos silvestres de la especie. La mejor manera de

abordar este objetivo es a través del desarrollo e implementación de políticas enfocadas en la

conservación de la diversidad biocultural de la cuenca amazónica (Sneller et al., 1997; Schultes,

1979). Para lograr esto, es necesario contar con la colaboración de los pueblos indígenas

locales, que forman parte de la región desde hace miles de años y tan perjudicados fueron

durante la época de explotación comercial del “caucho” silvestre. Estos pueblos son
portadores de un gran conocimiento sobre el ecosistema selvático que no solamente es

necesario para su protección sino que también podría ser de mucha ayuda para el desarrollo

de nuevos clones. En este sentido, los mismos podrían contribuir llevando un registro de

aquellos árboles menos susceptibles a enfermedades o capaces de tolerar determinadas

condiciones ambientales. Indudablemente, para que su cooperación sea factible, antes es

necesario que sean escuchados y puedan exponer sus demandas, como es su derecho

ancestral al territorio. En caso de concretarse este escenario, constituiría un inmejorable

ejemplo de como ambas sociedades son capaces de trabajar en conjunto por un mundo mejor,

en el cual el desarrollo económico nunca se produzca en detrimento de la diversidad

biocultural.

A modo de cierre, me gustaría exponer el concepto de sustentabilidad en su carácter

multidimensional, el cual no solo implica asegurar el mantenimiento de la base material de los

procesos ecosistémicos y socioecosistémicos, sino también la generación de contextos de

equidad social y respeto por las culturas y la procuración del bienestar humano que debe

definirse sobre las bases de autonomía y soberanía de los diversos grupos humanos que

pueblan el planeta (Casas et al., 2016; Masera et al., 1999). Existen diferentes alternativas de

aprovechamiento de los recursos naturales y de los ecosistemas que se plantean como meta el

mantenimiento de los mismos y el beneficio colectivo con equidad de los seres humanos

involucrados en su manejo (véase: Toledo y Barrera Bassols, 2008; Casas y Moreno-Calles,

2014; Moreno Calles et al., 2013).


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