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«EL PENSADOR» (1763-1767) Pensamionto LX DE LAS VARIADAS OPINIONES SOBRE LO QUE BS LA FELICIDAD No hay cosa mis natural al hombre, mis inseparable de su volun- tadnien que con més uniformidad convengan todos os indvidcs de la expecie humana, que et deseo de sr fics: y, sin embargo, apenasse encontrar materia alguna, en quese haya notado mii ferenciayaun oposicién, qu ena ideaqueloshombresse han for. smado dela felicidad y en la variedad de sendas que han seflado parallegara lla. (+2) Si reflexionamos que Dios ha colocado en este mundo unas criaturas, no sélo semejantes a nosotos, sino también de una mis- sma naturaleza y moralmente iguales; que en los corazones de todos ta grabado cierta propensiona vivir en sociedad; y que ha ordena do sus providencias con tal economia, que un hombre no puede subsstirni conservarse sin elsocorro de sus semejantes,inferitemos «que Dios, nuestro Criadory Padre comtin, quiere que cada uno de nosotros observe porsu parte cuanto conczcaa mantener estaso- ciedad, promoverlay aun hacerlaigualmente agradable a todos los individios de la especie en cuanto penda de nuestro abitio y facultades.* Y por una legcima deduccién sacaremos también bh natural y precisa obligacién de concurtt por nuestra parte a los Aesignios de Dios, siendo compasivos,cartativos y benéficos con nuestros semejantes,y practicando en ells los oficios qu inspira la hhumanidad? y son necesarios para la conservacién dela especie hu- mana y pata su progrso y felicidad." (- =.) Hay virudes de tl atrctivo que, cuando en el mundo no se co- nnociesereligidn alguna’ y cuando los hombres careciesen de toda nocién de castigo y de recompensa, deberian siempre encontrar pechos en que resdie, porque siempre habria hombres que prefi- riesen la interior satisfaccién, que aquellas dejan, a todos lo place tes de los sentidos. ¥ por esta regla creo que la virtud de la benefi- cencia no seria de las que més tardasen a cultivarse Labeneficencia puede considerarse con muchos respetos; pero aqui slo wataremos de los dos mis principales, de quienes cai to- dos los dems se derivan: a beneficencia del hombre y ln del cuda~ ae Todos los hombres, como queda dicho, deseamos ansiosamen- te ser felices en esta vida: pero casi todos corremos tras una sombra, ‘gue, aunque de lejos tiene visos de felicidad, nos deja burladosal fin de la carrera, Qué busca el ambicioso, el avato, el relajado, sino su felicidad? Este es sin duda el idolo a quien sacifca, pero, sla en cuentra? Queda ranguilo el corazén del ambicioso cuando ha lo grado lo que solicité con tanto afin? zNo desea ya mis bienes el avaro que pasa lasnoches desvelado sobre el cafe en que guarda sus tesoros? Los deletes, szonados de mil diferentes modos, dejan so- segado el espiritu del volupruoso? (Ab, qué nos engafamos! Nada de esto es capaz de satisticer al coraz6n humano, nies éste cl cami no de encontrar la felicidad. Por otra sendas hemos dei si quere~ mos hallarla:y una de ellas es el ser benéficos con los hombres, que son nuestros hermanos, nuestros compaieros, nuestros amigos, y con quienes nos son communes a naturalez, ls facutades, las nece- sidades y los deseos Esta virtud, que en algin modo nos hace semejantes al Criador, ‘la que puede Ilenar el corazén del hombre en lo humana, jHacer bien a otros! Miserable coraz6n el que no conoce lo que esto en- cierra. Aqui se incluye casi cuanto bueno se puede decir del hombre. Grande, noble, caritativo, generoso, magnénimo, piadoso, compa- sivo, dscreto; todo esto, y mucho mis, tiene en si el que es benef co. A esta virtud siguen, como ligados, los verdaderos placeresy la solide gloria 0, por mejor decir, en ella se contienen,

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