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LA AGRICULTURA EN EL VIRREINATO DE LA NUEVA ESPAÑA

La agricultura en el virreinato de la Nueva España fue una


de las actividades más importantes de la colonia española,
donde se sustentó la economía. Los principales cultivos en
la Nueva España fueron el cacao, el tabaco, el trigo, el
algodón, la grana, el ábaco, la seda y el añil, entre otros. Era
más frecuente la siembra de trigo y algún tipo de maíz en
las zonas templadas; por su parte, la caña y el cacao se
sembraban en las zonas más cálidas.

En la agricultura de la Nueva España, se fusionaron dos


modelos tradicionales de agricultura, que los campesinos
autóctonos tuvieron que asimilar, aprendiendo a utilizar
nuevas tecnologías, herramientas y métodos de trabajo. Los
animales y plantas europeas tuvieron que adaptarse a una
condición climática y a ambientes diferentes, así como a la
manera milenaria de trabajo de los mesoamericanos,
producto de procesos de adaptación biológica, cultural y
social.

La agricultura no tuvo una importancia inicial para los


conquistadores españoles, ya que centraron su atención en
la minería para la obtención de riquezas. Tanto la
agricultura como la ganadería solo se usaban para el
autoconsumo y no para comerciar. Sin embargo, al darse
cuenta de que el crecimiento de la minería no podía
sustentarse sin la agricultura y la ganadería, se comenzaron
a instalar en las cercanías de las explotaciones mineras
algunas haciendas que satisfacían las necesidades
alimenticias de la población.

Las encomiendas en el Virreinato de la Nueva España fueron


un sistema legal que utilizó la Corona española para definir
el estado de la población indígena en las tierras
conquistadas en el Nuevo Mundo. En 1505 se definió
legalmente como una subvención consistente en un
determinado número de indios, otorgada por la Corona a un
conquistador. Aunque la intención original de las
encomiendas era la de reducir los abusos del trabajo
forzoso que ocurrieron durante el repartimiento, en la
práctica el resultado fue una nueva forma de esclavitud.
Quienes se beneficiaban de las encomiendas eran llamados
encomenderos. Exigían tributos a los indios en forma de
oro, especias o mano de obra. Los encomenderos debían
proteger e instruir en la fe cristiana a la población indígena
bajo su mando. Las encomiendas se diseñaron para
satisfacer las necesidades mineras en las colonias
americanas. El sistema de encomiendas perdió poder a
medida que disminuyó la población indígena y cuando la
agricultura desplazó a las actividades mineras en
importancia.

Por otro lado, las haciendas eran propiedades rurales


dedicadas a la producción comercial, sobre todo de granos,
como trigo y maíz. Éstas se fueron estableciendo en tierras
robadas a los indígenas o que habían quedado desocupadas
como resultado de las epidemias del siglo XVI. La
importancia de la minería fue mucha para el desarrollo de
las poblaciones y las unidades productivas, y la relación
entre minas, estancias y comercio era innegable.

La agricultura en el virreinato de Nueva España se


desarrolló en un clima favorable y una tierra fértil, lo que
permitió la introducción de cultivos novedosos como el
café, la caña, cereales, entre otros 12. La producción
agrícola estaba orientada a generar alimento para la
población y el ganado, y también generó ingresos
significativos a la Corona española gracias a la exportación
de productos como madera, tomate, cacao, aguacate y
vainilla.

No se encontraron resultados específicos sobre el impacto


climático en la agricultura en diferentes regiones del
virreinato de Nueva España. Sin embargo, se sabe que la
agricultura en la colonia española se basó en los procesos
de extracción, transformación y distribución de los recursos
naturales, y que los campesinos autóctonos tuvieron que
asimilar nuevos métodos de trabajo y tecnologías.

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