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PEDAGOGIA Y EPISTEMOLOGIA.

En el texto nos muestran que a lo largo de la historia, la enseñanza ha persistido como un


desafío central en el ámbito pedagógico, evidenciando una evolución constante en
conceptos y métodos. A pesar de los notables avances tecnológicos, la esencia fundamental
de cómo transmitir conocimientos sigue siendo crucial en la educación actual. Esta
continuidad no implica estancamiento, sino una adaptación constante a las demandas
cambiantes de la sociedad. Un hito significativo en la reflexión sobre la enseñanza se
encuentra en la obra de Juan Amos Comenio en 1632, quien desplazó la autoridad de los
clásicos hacia la naturaleza y el método. Su énfasis en la importancia del método marcó una
transformación destacada en el pensamiento pedagógico, estableciendo un precedente para
enfoques modernos que valoran la metodología educativa sobre la rigidez de los
contenidos. Sin embargo, la desviación del saber pedagógico puede ocurrir mediante la
simulación excesiva de prácticas, donde la desconexión entre saberes específicos y
didáctica impacta negativamente la calidad de la formación docente. Este riesgo se
materializa al enfocarse demasiado en simulacros durante la formación de maestros, lo que
podría restar importancia a la conexión real entre teoría y práctica en el aula. Así, la
enseñanza, a pesar de su evolución y transformación a lo largo del tiempo, sigue
enfrentando desafíos cruciales que requieren una reflexión constante y equilibrada entre
métodos innovadores y la conexión genuina entre teoría y práctica en la formación docente.
Por otra parte, La formación de maestros enfrenta desafíos significativos, entre los cuales
destaca la ausencia de un objeto común. Al reducir la enseñanza a una acción instrumental,
se corre el riesgo de privar a la formación de un enfoque central y detallado. Esta carencia
de un objeto común pone de manifiesto la dificultad de lograr una integración efectiva entre
la teoría y la práctica. En este contexto, una formación desprovista de una idea central
podría resultar en maestros bien informados, pero no necesariamente competentes para
aplicar ese conocimiento en situaciones reales. Ahora bien, otro aspecto que afecta la
formación de maestros es la subordinación de la pedagogía a las ciencias de la educación.
En ocasiones, esta subordinación ha limitado el alcance y el potencial crítico de la
pedagogía. Esta situación no solo restringe la visión de la pedagogía, sino que también
disminuye su impacto transformador en la sociedad. La pedagogía debería ser más que un
simple componente de las ciencias de la educación; debería erigirse como una disciplina
autónoma capaz de influir de manera más amplia en el aprendizaje y el desarrollo personal.
Asimismo, la desconexión entre la teoría y la práctica en la formación docente presenta un
desafío adicional. Considerar la práctica docente como un mero simulacro crea una brecha
significativa entre la teoría y la aplicación práctica. Esta separación limita la capacidad de
los maestros para afrontar desafíos reales, ejemplificado en un enfoque excesivamente
teórico sin aplicación práctica, dejando a los docentes sin las habilidades necesarias para
abordar situaciones dinámicas en el aula. En conjunto, estos desafíos evidencian la
necesidad de una revisión y reestructuración en la formación de maestros, buscando una
integración más efectiva entre teoría y práctica, y otorgando a la pedagogía el papel
autónomo que le corresponde en el desarrollo educativo.

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