LOS VIEJOS Y NUEVOS PARADIGMAS DE LA EDUCACIÓN

Los docentes de educación superior del siglo XXI nos preguntamos con

frecuencia ¿cuál es nuestra visión d la educación de hoy? ¿Qué clase de

estudiantes queremos producir? ¿Qué nivel de preparación académica,

cognitiva y axiológica poseemos? Las respuestas pueden ser múltiples

motivadas por la cultura, la idiosincrasia de cada docente, pero esencialmente

consensuamos en que la educación actual apunta a producir seres humanos

inteligente, conocedores y generadores de conocimiento, disciplinados, listos,

exitosos, con sensibilidad humana, con mentalidad abierta y preparados para

liderar el escenario donde se desenvuelvan.

Si asumimos esta responsabilidad y compromiso, nos enfrentaremos a grandes

dificultades que nos impiden impartir la educación, siendo la principal nuestra

formación profesional dada en el siglo XX, con metodología del siglo XIX para

preparar estudiante del siglo XXI, entonces nuestras mentes están

condicionadas al viejo sistema, la vieja visión, y por lo mismo nosotros mismos

somos el obstáculo para lo nuevo, por lo que debemos romper el viejo

paradigma de repetir mecánicamente todo lo que nuestros maestros y padres

nos inculcaron, optando por metodologías activas.

Con este nuevo modelo se busca establecer elementos de ruptura del

paradigma centrado en la enseñanza, para hacer aportes a lo que se podría

llamar un paradigma centrado en el aprendizaje, lo cual implica la necesidad de

redefinir los roles de los docentes en el proceso educativo y dejar de ser

poseedores del conocimiento a ser facilitadores y guías del aprendizaje

porque actualmente pretender enseñar y aprender de memoria toda la teoría

que se ha generado alrededor de cada disciplina y más aún si lo continuamos

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haciendo, los profesionales de muchas carreras estarán desactualizados antes

que se gradúen.

Los maestros de este nuevo escenario deben ser sagaces y consientes de este

hecho para no solo enseñar sino también aprender a romper con el pasado y

sólo así se podrá lograr los rasgos esenciales de la educación universitaria

actual, como es el aprender a aprender y aprender a convivir pilares que

potencializan los docentes del siglo XXI, revalorando de este modo la cultura

del aprender a aprender , pero todo esto no resulta tan simple como parece

porque todavía no estamos formando en los docentes y estudiantes la cultura

del desaprender, para romper con estructuras mentales establecidas y hábitos

erróneos ya sea en el ámbito personal y profesional.

Si analizamos todo lo dicho, observamos con impotencia que muchos docentes

son reacios al cambio y se resisten a experimentar nuevos cambios

metodológicos en el proceso de la enseñanza aprendizaje y lo más palpable

se da en el uso de los medios y de las tecnologías de la información y la

comunicación (TIC) como herramientas fundamentales en los procesos

pedagógicos, siendo este el desafío más ambiciosos que enfrentan las

instituciones educativas de nivel superior, como una acuciosa tarea de

transformar y modernizar permanentemente la calidad del sistema educativo,

elevando de este modo la eficiencia y eficacia de los profesionales y la calidad

de vida de la población.

Respecto al uso de las TICS en los procesos pedagógicos existen

avances significativos en nuestro medio, pero también persisten insuficiencias,

debilidades y problemas, los cuales se manifiesta en su gran mayoría por el

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temor y la indiferencia de muchos docentes que se mantienen al margen del

uso de las herramientas tecnológicas, quienes no se sienten comprometidos

con los nuevos paradigmas educacionales sino por el contrario siguen

aplicando estrategias metodológicas tradicionales, convirtiéndose éste en uno

de los aspectos más críticos de su formación y su desarrollo profesional.

Asimismo otra dificultad para ser un maestro eficiente del siglo XXI es la

brecha educativa que existe en términos de desarrollo y utilización didáctica

de las TIC entre las universidades nacionales y las privadas, por que el estado

peruano no invierte lo suficientemente en educación y las instituciones tampoco

generan recursos propios que les permita mejorar los materiales, estructura y

capacitaciones continuas de los docentes. Esta situación se agrava al

evidenciarse que los docentes no hacen nada para involucrarse en estos

cambios , lo que les convierte en cierta medida analfabetos funcionales, en el

acceso y dominio de nuevas tecnologías las cuales permiten al alumno

aprender por si mismo con alta motivación y eficacia.

Lo anterior revela la necesidad impostergable de generar un sistema

educativo descentralizado y equitativo donde todos los profesionales de este

campo estén motivados para aprovechar las oportunidades y opciones de

desarrollo personal y profesional, de la misma forma debemos cambiar

nuestros paradigmas tradicionales por paradigmas nuevos que permita

incorporar una serie de recursos, herramientas y metodologías es decir un

paradigma participativo, colaborativo donde se brinde al estudiante una

formación integral y sólida en conocimientos, con saberes prácticos y actitudes

priorizando el desarrollo de la capacidad de de análisis, inferencia,

interpretación, explicación y evaluación sustentados por la autorregulación y

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actitud investigativa, vigilante, honesta y flexible para afrontar asertivamente

las exigencias y desafíos de la sociedad moderna.

Entonces reiteramos que nos avecina un futuro provisorio, pero con cambios

reales y oportunos, rompiendo el paradigma de la educación en el aula de

cuatro paredes, favoreciendo de este modo un aprendizaje autónomo, con

muchas posibilidades atractivas y novedosas, en donde el estudiante deja la

pasividad y entra a generar directamente su aprendizaje.

Finalmente acotamos que si queremos ser docentes del siglo XXI y subsistir

como profesionales competentes en este nuevo milenio, debemos

mentalizarnos con la frase filosófica “La única constante es el cambio”.

Frase que encierra una verdad casi absoluta y abre las puertas al mundo

laboral para los futuros profesionales:

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