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Universidad de Oriente

Núcleo Sucre – Carúpano


Escuela de Ciencias
Unidad de Cursos Básicos
Cátedra: Química II

Enlaces Químicos

Profesor (a): Bachiller (es):


Karina Rodriguez Mariangelis José Lozada Acuña
C.I: 27573990
Leonardo André Lozada Acuña
C.I: 30586886

Enero de 2023
Introducción

Un enlace químico es la fuerza que une o enlaza a dos átomos, sean iguales
o distintos. Formados a partir de los movimientos de los electrones en los átomos;
sin embargo, no cualquier electrón puede formar un enlace.

Donde dichos enlaces, además de unirse, pueden ser rotos y para ello deben
hallarse bajo ciertas condiciones, y cuyos enlaces se encuentran divididos en varios
tipos enlaces. Estando cada uno de ellos en distintos compuestos del entorno diario,
los cuales son fundamentales para el vital funcionamiento de la vida en la tierra.

Siendo una de las preocupaciones de la química en la antigüedad descubrir


cómo estaban compuestos los átomos para formar las distintas moléculas, y es por
eso que se formularon distintas teorías y reglas a lo largo de los años hasta la
actualidad, para poder hallar una explicación científica del cómo se encontraban
unidos los átomos.

Desarrollo
¿Qué es un enlace químico?
Es el proceso químico generado por las interacciones atractivas entre átomos
y moléculas. Un enlace químico es la fuerza que une a los átomos para formar
compuestos químicos. Esta unión le confiere estabilidad al compuesto resultante. La
energía necesaria para romper un enlace químico se denomina energía de enlace.
En este proceso los átomos ceden o comparten electrones de la capa de
valencia (la capa externa de un átomo donde se determina su reactividad o su
tendencia a formar enlaces), y se unen constituyendo nuevas sustancias
homogéneas (no mezclas), inseparables a través de mecanismos físicos como el
filtrado o el tamizado.
Es un hecho que los átomos que forman la materia tienden a unirse a través
de diversos métodos que equilibran o comparten sus cargas eléctricas naturales
para alcanzar condiciones más estables que cuando están separados. Los enlaces
químicos constituyen la formación de moléculas orgánicas e inorgánicas y, por
tanto, son parte de la base de la existencia de los organismos vivos.
De manera semejante, los enlaces químicos pueden romperse bajo ciertas y
determinadas condiciones. Esto puede ocurrir sometiendo los compuestos químicos
a altas temperaturas, aplicando electricidad o propiciando reacciones químicas con
otros compuestos. Por ejemplo, si aplicamos electricidad al agua es posible separar
las uniones químicas entre el hidrógeno y el oxígeno que la conforman, este
proceso se denomina electrólisis. Otro ejemplo consiste en añadir grandes
cantidades de energía calórica a una proteína, lo cual llevaría a desnaturalizarla
(perder la estructura secundaria de una proteína) o romper sus enlaces.

Tipos de enlace
Enlace iónico
Este tipo de enlace consiste en la atracción de átomos con cargas eléctricas
de signos diferentes, es decir, el enlace se establece cuando átomos de elementos
poco electronegativos se enlazan con átomos de elementos muy electronegativos,
lo cual sucede con elementos de los extremos izquierdos de la tabla periódica que
son metales con el lado derecho que pertenecen a los no metales.
El elemento menos electronegativo que corresponde a los metales cede sus
electrones a los elementos más electronegativos que son los no metales.
El enlace iónico se efectúa por transferencia de electrones del metal que
tiene menos electrones al no metal que tiene más electrones.
Entre sus características se hallan las siguientes:

Enlaces covalentes
Otra manera como los átomos se vuelven más estables es al compartir
electrones (en lugar de ganarlos o perderlos por completo), formando así enlaces
covalentes. Estos enlaces son más comunes que los enlaces iónicos en las
moléculas de los organismos vivos.
Por ejemplo, los enlaces iónicos son clave para la estructura de las moléculas
orgánicas basadas en el carbono, como nuestro ADN y proteínas. También hay
enlaces covalentes en moléculas inorgánicas más pequeñas, tales como H ₂O, CO ₂
y O2. Se pueden compartir uno, dos o tres pares de electrones, lo que resulta en
enlaces simples, dobles o triples, respectivamente. Entre más electrones comparten
dos átomos, más fuerte será el enlace.

Como ejemplo de enlace covalente, examinemos el agua. Una sola molécula


de agua, H₂O, está compuesta de dos átomos de hidrógeno unidos a un átomo de
oxígeno. Cada hidrógeno comparte un electrón con el oxígeno y el oxígeno
comparte uno de sus electrones con cada hidrógeno:

Átomos de hidrógeno que comparten electrones con un átomo de oxígeno


para formar enlaces covalentes al crear una molécula de agua
Los electrones compartidos dividen su tiempo entre las capas de valencia de
los átomos de hidrógeno y oxígeno, y le dan a cada átomo algo que se parece a una
capa de valencia completa (dos electrones para el H, y ocho para el O). Esto hace
que una molécula de agua sea mucho más estable de lo que serían los átomos que
la componen por sí solos.
Los enlaces covalentes se dividen entre:
Sustancias moleculares: Prácticamente, todas las sustancias que son
gases o líquidos a 25 °C y a presión normal son moleculares. Estas sustancias
están constituidas por moléculas, que a su vez están formadas por dos o más
átomos unidos por unas fuerzas muy intensas llamadas enlaces covalentes. En
cambio, las fuerzas entre las moléculas próximas son bastante débiles. Un ejemplo
de ellas son los líquidos en condiciones normales, como el agua (H ₂O) o el alcohol
(C2H6O2), y gases como el nitrógeno del aire (N2) o el dióxido de carbono (CO ₂).
Para fundir o hervir una sustancia molecular, las moléculas deben liberarse unas de
otras. La debilidad de las fuerzas de atracción entre estas moléculas hace que se
necesite poca energía para separar las sustancias, por lo que presentan bajos
puntos de fusión y de ebullición. En cambio, en estas transformaciones los enlaces
covalentes dentro de las moléculas permanecen intactos.
Sólidos de red covalente: Un sólido de red covalente consiste en un
conjunto de átomos mantenidos juntos por una red de enlaces covalentes (pares de
electrones compartidos entre átomos de similar electronegatividad), y de ahí que
puedan ser considerados como una sola gran molécula. El ejemplo clásico es el
diamante; otros ejemplos incluyen el silicio, el cuarzo y el grafito.
Además, hay dos tipos principales de enlaces covalentes: polar y no polar.
Enlaces covalentes polares
En un enlace covalente polar, los electrones se comparten de forma no
equitativa entre los átomos y pasan más tiempo cerca de un átomo que del otro.
Debido a la distribución desigual de electrones entre los átomos de diferentes
elementos, aparecen cargas ligeramente positivas (+) y ligeramente negativas (–) en
distintas partes de la molécula.
En una molécula de agua, el enlace que une al oxígeno con cada hidrógeno
es un enlace polar. El oxígeno es un átomo mucho más electronegativo que el
hidrógeno, por lo que el oxígeno del agua tiene una carga parcialmente negativa
(tiene una densidad de electrones alta), mientras que los hidrógenos llevan cargas
parcialmente positivas (tienen una densidad electrónica baja).
En general, la electronegatividad relativa de los dos átomos en un enlace, es
decir, su tendencia a acaparar los electrones compartidos, determinará si el enlace
es polar o no polar. Siempre que un elemento sea significativamente más
electronegativo que otro, el enlace entre ellos será polar; esto significa que uno de
sus extremos tendrá una carga ligeramente positiva y el otro una carga ligeramente
negativa.
Enlaces covalentes no polares
Los enlaces covalentes no polares se forman entre dos átomos del mismo
elemento o entre átomos de diferentes elementos que comparten electrones de
manera más o menos equitativa. Por ejemplo, el oxígeno molecular (O2) no es polar
porque los electrones se comparten equitativamente entre los dos átomos de
oxígeno.
Otro ejemplo de enlace covalente no polar puede encontrarse en el metano
(CH4). El carbono tiene cuatro electrones en su capa exterior y requiere cuatro más
para volverse un octeto estable. Los consigue al compartir electrones con cuatro
átomos de hidrógeno, cada uno de los cuales le provee de un electrón. Del mismo
modo, los átomos de hidrógeno necesitan un electrón adicional cada uno para llenar
su capa más externa, los cuales reciben en forma de electrones compartidos del
carbono. Aunque el carbono y el hidrógeno no tienen exactamente la misma
electronegatividad, son bastante similares, así que los enlaces carbono-hidrógeno
se consideran no polares.
Enlace metálico
Los átomos de los metales (en estado sólido) se encuentran unidos por
medio del enlace metálico. Todos y cada uno de los átomos del metal comparten los
electrones del último nivel de energía, forman así una red tridimensional y compacta
de cationes ordenados llamada cristal metálico que está inmersa en una nube de
electrones compartidos; esta estructura tiene gran estabilidad.

Ya que los átomos de los metales tienen pocos electrones en su última capa,
por lo general 1, 2 o 3, estos pierden fácilmente esos electrones (electrones de
valencia) y se convierten en iones positivos, por ejemplo: Na+, Cu2+, Mg2+. Los
iones positivos resultantes se ordenan en el espacio y forman la red metálica.

Los electrones de valencia desprendidos de los átomos forman una nube de


electrones que puede desplazarse a través de toda la red. De este modo, todo el
conjunto de los iones positivos del metal queda unido mediante la nube de
electrones con carga negativa que los envuelve.

Entre sus propiedades físicas: Suelen ser sólidos a temperatura ambiente;


tienen puntos de fusión y ebullición muy variados, aunque suelen ser más bien altos;
Las conductividades térmicas y eléctricas son muy elevadas; Presentan brillo
metálico; Son muy solubles, en estado fundido, en otros metales y forman
aleaciones; Son dúctiles, forman hilos y alambres; Son maleables (no frágiles):
laminado, estiraje y doblado.

Historia y Antecedentes de los enlaces químicos


Los primeros planteamientos sobre la naturaleza de los enlaces químicos
surgieron a principios del siglo XII, y suponían que ciertos tipos de especies
químicas estaban vinculados por ciertos tipos de afinidades químicas.
En 1704, Isaac Newton esbozó su teoría de enlace atómico, en "Query 31" de
su Opticks, donde los átomos se unen unos a otros por alguna fuerza.
Específicamente, después de investigar varias teorías populares, de cómo los
átomos se podían unir unos a otros, por ejemplo, «átomos enganchados», «átomos
pegados unos a otros por reposo», o «unidos por movimientos conspirativos»,
Newton señaló lo que influiría posteriormente a partir de su cohesión que:
“Las partículas se atraen unas a otras por alguna fuerza, que en contacto
inmediato es excesivamente grande, a distancias pequeñas desempeñan
operaciones químicas y su efecto deja de sentirse no lejos de las partículas.”
Al parecer fue el alemán Richard Abegg (1869-1910) el primer investigador
que llamó la atención sobre el hecho de que la valencia química debía estar
relacionada con lo que actualmente se denomina configuración electrónica. Según
Abegg, un elemento puede variar únicamente en ocho unidades su valencia, pero
Abegg murió en un accidente y no vivió para ver cómo fueron desarrolladas sus
ideas por una serie de químicos como Kossel y Lewis.
Las ideas de Abegg son de 1904, sin embargo, en 1916 su compatriota
Albrecht Kossel (1853-1921) introdujo el concepto de la electrovalencia por
transferencia de electrones de un átomo a otro para formar iones con estructura de
gas noble.
En ese mismo año, 1916, el norteamericano Gilbert Newton Lewis (1875-
1946) estableció la teoría del enlace químico por compartición de pares de
electrones. Lewis no ideó el concepto de enlace covalente, que fue descrito por
Irving Langmuir (1881-1957); al introducir dicho término, para describir el enlace o
unión creada por los electrones apareados o compartidos, que según Lewis era lo
esencial del enlace para obtener la estructura de gas noble, se puede afirmar que la
teoría del enlace covalente se debe a Lewis y Langmuir. Dichos descubrimientos se
aplicaron de manera pronta en la química orgánica, reemplazando las líneas de las
fórmulas de Kekulé por un par de electrones compartidos.
La diferencia entre la teoría de Kossel y Lewis, es que en el modelo de
Kossel se asumió una transferencia completa de electrones entre los átomos, con lo
que era un modelo de enlace iónico. Tanto Lewis y Kossel estructuraron sus
modelos de enlace a partir de la regla de Abegg (1904).
Posteriormente, el inglés Nevil Vincent Sidgwick (1873-1952) amplió el
concepto de covalencia a los compuestos inorgánicos, introduciendo la noción de
enlace covalente coordinado (enlace covalente en el que un par de electrones
compartido por dos átomos es aportado por solo uno de ellos), la cual jugó un
importante papel en la química de los compuestos complejos o de coordinación.
En el año 1927, la teoría de enlace de valencia fue formulada por Walter
Heitler (1904-1981) y Fritz London (1900-1954), argumentando esencialmente que
el enlace químico se forma cuando dos electrones de valencia, en sus respectivos
orbitales atómicos, trabajan o funcionan para mantener los dos núcleos juntos, en
virtud a los efectos de disminución de energía del sistema. En 1939, a partir de esta
teoría, el químico Linus Pauling publicó lo que algunos consideran una de las más
importantes publicaciones en la historia de la química: "Sobre la naturaleza del
enlace químico". En este documento, tomando en cuenta los trabajos de Lewis, la
teoría del enlace de valencia (TEV) de Heitler y London, así como su propio trabajo
preliminar, presentó seis reglas para el enlace de electrones compartidos, aunque
las tres primeras ya eran conocidas genéricamente:
1. El enlace de par de electrones a través de la interacción de un
electrón desapareado de cada uno de dos átomos.
2. El spin de los electrones involucrados en el enlace, tienen que ser
opuestos.
3. Una vez apareados, los dos electrones no pueden formar parte de
enlaces adicionales.
Sus tres últimas reglas eran nuevas:
4. Los términos de intercambio de electrones para formar el enlace
involucra solo una función de onda de cada átomo.
5. Los electrones disponibles en el menor nivel de energía forman los
enlaces más fuertes.
6. De dos orbitales en un átomo, el que pueda sobreponerse en mayor
proporción con un orbital de otro átomo formará el enlace más fuerte, y
este enlace tenderá a orientarse en la dirección del orbital más
concentrado o con más nivel de energía (un orbital 3s es mayor que un
orbital 1s).

Importancia de los enlaces químicos


El enlace químico se encuentra y toma un papel fundamental en la
sustancia más vital e indispensable en el planeta tierra, el agua (H ₂O),
formando mediante un enlace covalente de 2 átomos de hidrógeno que se
juntan con un átomo de oxígeno, el cual permite la supervivencia de todos los
seres vivos en el planeta. Destacándose además de ser el disolvente
universal en la química.

Así mismo, el enlace químico forma parte del cloruro de sodio (sal), que
se da mediante la unión del sodio con el cloro (NaCl), unido a través de un
enlace iónico. Reconocido mundialmente como saborizante, que ayuda a
mantener y/o conservar las comidas.

Otro ejemplo de la importancia estaría en un compuesto que es


utilizado comúnmente en bebidas gaseosas, panadería, pastelería y hasta en
la medicina para reducir la acidez estomacal, y es el bicarbonato de sodio,
formado por 3 átomos de oxígeno, 1 de sodio, 1 de hidrógeno y 1 de carbono
mediante enlaces iónicos.

Estos son algunos ejemplos de la importancia en la que recaen los


enlaces químicos, indispensables para la vida diaria, ya que todo está
compuesto junto a ellos.

Además, que ha ayudado o dado pie a una mejor comprensión de las


moléculas y compuestos al entender la manera en cómo se unen. Y cuyo
entendimiento abre paso a la creación de más compuestos.
Conclusión
Los átomos, en la búsqueda de conseguir la estabilidad electrónica,
son unidos por una cierta fuerza que se debe a las propiedades químicas y
físicas de los elementos, la cual se denomina enlace químico.

Así mismo, existen distintos tipos de enlaces, los cuales tienen


propiedades muy diferentes: desde los enlaces iónicos que se forman a partir
de la atracción de dos átomos electronegativamente opuestos, los enlaces
covalentes, que aceptan o ceden electrones y cuyo enlace químico se
fortalece de acuerdo al número de electrones ganados o perdidos, entre los
tipos también se encuentra el enlace metálico, los cuales tienen sus
electrones en el último nivel de energía y mantiene unido los átomos de los
metales entre sí.

Además, que la diferencia de enlaces aportan así mismo diversidad en


las estructuras que componen el mundo. Desde el agua (H₂O) que es una
sustancia líquida hasta el cloruro de sodio (sal) que es un sólido, además que
dichos enlaces conforman la diferencia entre el cloruro de sodio y los átomos
de sodio y del cloruro por separado. Esto viene porque el sodio es un sólido
metálico activo que se puede cortar con un cuchillo y, en cambio, el cloro es
un gas venenoso y verdoso que tiene un olor fuerte e irritante, siendo el
cloruro de sodio un sólido cristalino blanco que es comestible.

Radicando ahí la importancia del enlace químico en su rol con los


átomos, ya que sin ellos no se formarían los compuestos y en la naturaleza
cada elemento estaría solo. No existiría la vida ni el universo conocido.

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