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La presente monografía forma parte de un trabajo de mayor extensión, el cual, aparece
en mi obra Sistema Procesal Penal Venezolano. Editorial Librería Álvaro Nora. Caracas.
2016.
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Abogado. Director Ejecutivo del Foro Penal “Dra. Blanca Rosa Mármol de León”.
Profesor de pre y postgrado de varias universidades venezolanas. Autor de varios libros
de Derecho Procesal Penal, Literatura y Poesía. Su obra jurídica ha sido publicada en
Argentina, Chile, Colombia, México y Venezuela. Correo: leopermelcarora@gmail.com .
N° telefónico: 0426 – 5549869.
3 Ver: Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 5.208, de fecha 23 de enero de 1998.
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Este breve ensayo: Sobre la Reforma del COPP, fue escrito a finales del mes de
noviembre de 2001, y publicado en Colombia, a principios del año 2002. Nunca imaginé
que nuestra Ley Adjetiva Penal, sería reformada en tiempos relativamente muy cortos:
2006, 2008, y 2009. Posteriormente, se produjo un nuevo Código Orgánico Procesal Penal,
diametralmente opuesto al texto original que se promulgara y publicara en 1998.
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Tamayo Rodríguez, José Luis. Fariseos en contra de la reforma del COPP. En: El
Nacional. Caracas. Fecha: 09 de octubre de 2001.
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Ver: Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 5.558 de fecha 14 de noviembre de 2001.
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En tal sentido, la responsabilidad, y por consiguiente, culpabilidad del acusado, deberá
probarse en el juicio oral y público. No es una mera facultad del Estado. Es una ineludible
obligación. El Estado es quien determinará si el acusado es culpable. Pero antes tendrá
que desvirtuar de manera lícita y traslúcida la Presunción de Inocencia del justiciable. En
definitiva: el acusado no está compelido a probar su inocencia. La Presunción de Inocencia,
es uno de los principios elementales, esenciales e imprescindibles, instituidos en el Código
Orgánico Procesal Penal, en tanto precisa que la persona imputada o acusada, no puede
ser tratada como culpable durante la investigación y enjuiciamiento; por tal razón, deberá
ser apreciada como inocente, en todas las fases del proceso penal, hasta que sobrevenga
en una decisión irrebatiblemente firme, sin que pueda amainarse en ningún tiempo su
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Gómez Grillo, Elio. “No debemos devolverle a la policía el poder que el COPP le quitó”.
En: Últimas Noticias. Caracas. Fecha: 21 de junio de 2000.
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Gómez Grillo, Elio. Ob. Cit.
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Hoy en día, Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz.
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“Solicitan cese de hostigamiento contra ONG penitenciaria”. En: El Nacional. Caracas.
Fecha: 24 de julio de 2000
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Exhorto leer la obra, Entre enmiendas, revocatorias y formalidades constitucionales, de
este autor merideño, quien se destacó en la Ilustre Universidad Fermín Toro de
Barquisimeto, como Coordinador de Investigaciones Jurídicas, durante la Rectoría del Dr.
Pedro Briceño Cabrera.
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Léase el Artículo 272 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
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Publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 662 de fecha 23 de enero de 1961.
Estuvo vigente durante 38 años hasta que fue derogada por la aquiescencia de la
Constitución de 1999, a través del Referéndum del 15 de diciembre 1999. Esta Carta
Política Fundamental, tuvo dos enmiendas autorizadas, a la sazón, por el otrora Congreso
Nacional. La Enmienda N° 1 sancionada por el Poder legislativo, y publicada en la Gaceta
Oficial Extraordinaria Nº 1585 del 11 de mayo de 1973. Su propósito fue imposibilitar al
General de División, Marcos Evangelista Pérez Jiménez de ser electo Presidente de la
República o ejercer cargos parlamentarios ante el Congreso. En 1968 la agrupación política
Cruzada Cívica Nacionalista, lo presenta como candidato a Senador, siendo elegido con
una considerable votación. Empero, la antes Corte Suprema de Justicia, anuló su elección.
La Enmienda N° 2 homologada por el Poder Legislativo, y publicada en la Gaceta Oficial
Extraordinaria Nº 3.119 del 26 de marzo de 1983, estipuló entre otras cuestiones: la
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reforma del sistema electoral para los Concejos Municipales y las entonces Asambleas
Legislativas.
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En 1953 el Congreso Nacional decretó una nueva Carta Magna, en la cual se le cambia
el nombre al país de Estados Unidos de Venezuela –nombre que tenía desde 1864,
época del gobierno del General de División y Mariscal, Juan Crisóstomo Falcón– a
República de Venezuela. Por cierto, al General Juan Crisóstomo Falcón se debe la
abolición de la pena de muerte, y la supresión de la prisión por deudas.
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En fecha 15 de diciembre de 1999, mediante Referéndum Aprobatorio de la Carta Política
Fundamental que elaborara la Asamblea Nacional Constituyente, se aprobó la nueva
Constitución y con ella la actual estructura jurídico - política del país. La Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, fue publicada el 30 de diciembre de 1999, en la Gaceta
Oficial Nº 36.860, reimpresa en la Gaceta Oficial Nº 5.453 Extraordinario de fecha de marzo
de 2000. La Disposición Decimoséptima Transitoria señala que: “El nombre de la República,
una vez aprobada esta Constitución, será “República Bolivariana de Venezuela”, tal como
está previsto en su artículo uno...”. Como cosa nada increíble, el país ha cambiado o
reformado su nombre, bajo el mandato de presidentes militares o ex militares.
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Hoy en día, Consejo Nacional Electoral.
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Uslar Pietri, Arturo. Derecho y Justicia. En: El Nacional. Caracas. Cuerpo A. Fecha:
18 de marzo de 1990. Pág. 4
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Tamayo Rodríguez, José Luis. Un estímulo a la impunidad y una invitación a delinquir.
En: Diario 2001. Caracas. Fecha: 28 de junio de 2001. Pág. 6
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La Privación Preventiva Judicial de libertad solo se justifica como medida necesaria e
ineludible para consolidar el imperio de la ley. Por ello, en el marco del estrenado Sistema
Procesal Penal Venezolano, todas las medidas coercitivas en general y la Privación
Preventiva Judicial de Libertad en exclusiva, tienen carácter excepcional y únicamente
podrán aplicarse cuando exista o haya –real y efectivamente– peligro de fuga o de
entorpecimiento de la actividad investigativa, a fin de evitar que esta se vea zaherida o
fracasada, por la ausencia del inculpado o por la obstaculización en la búsqueda de la
verdad, a través de los actos del proceso. Sin embargo, en la actualidad, existe una gran
discordancia entre los juzgadores de justicia penal en relación a la Privación Preventiva
Judicial de Libertad, resultado de que el Sistema Procesal Penal Venezolano, desde el
punto de vista pedagógico, educativo e instructivo, sigue subyugado por la ideología
inquisitiva que empuña la Privación Preventiva Judicial de Libertad como piedra medular,
plegándose los juzgadores a una descomunal arbitrariedad en la aplicación de esta regla
de coerción personal, la cual a menudo se extiende, por demás de forma
desproporcionada, corolario del retardo procesal, que acarrea a una pena anticipada para
el incriminado sin juicio previo. Es significativo subrayar, que la Privación Preventiva
Judicial de Libertad, es una medida excepcional, que sólo operará cuando las demás
medidas cautelares sean exiguas para apuntalar el objetivo del proceso; en todo caso, no
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Tamayo Rodríguez, José Luis. Proposiciones para reformar el Código Orgánico Procesal
Penal. Ediciones de la Asamblea nacional. Caracas. 2001. Pág. 88
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Hoy en día, Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas.
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remotos, les son aplicadas a los pendejos. No ocurre lo mismo con los dueños del
poder o del circo, que a la larga, para el buen lector, es extraer jugo del único cactus
del desierto. Es obvio que la privación de la libertad de un individuo durante una
investigación penal, es una medida excepcional, pero esta insuficiencia de libertad,
no debe ser interpretada en forma restrictiva, pues no debe caerse en el abuso
represivo de poner preso a cualquier persona. Si no hay una presunción grave –
grave de verdad verdad– y por ende razonable, de peligro de fuga o de
obstaculización en la "búsqueda" de la "verdad", no es apropiado despojar al
imputado de su libertad. Deben buscarse otras alternativas. Ese es el propósito, la
guía orientadora del sistema acusatorio. Si el Juzgador se deja intimidar por la
sociedad y en lugar de compensar la ley, satisface a la opinión pública y a los
medios de comunicación, no sólo violenta el espíritu del principio de la presunción
de inocencia, sino que se irrespeta a sí mismo, en su condición de hombre formado
en las leyes. Lo aconsejable es que abandone la toga y busque trabajo en
cualquiera de esos medios de comunicación social. Si no hay dificultad para aplicar
la justicia, y se demuestra que el presunto autor del hecho punible, no puede eludir
la imposición de una eventual pena o sanción, mediante alguna obstaculización o
posible fuga, no hay necesidad de privarlo de su libertad o de que continúe la
privación judicial preventiva de libertad. Lo idóneo es concederle al justiciable una
medida cautelar sustitutiva de libertad. Esa es la vía para rescatar la credibilidad del
Poder Judicial. Como alternativas a la necesidad judicial preventiva de libertad, se
tienen a la mano las medidas cautelares sustitutivas. El fiscal del Ministerio Público,
no debe constituirse en un acusador a ultranza, tomarse los casos a título personal,
ya que como director de la investigación, es un acusador de buena fe, principio que,
dicho sea de paso, discrepa mucho de las funciones básicas y primordiales de los
representantes de la vindicta pública. Un fiscal del Ministerio Público, no puede
acusar simplemente por incriminar, y para satisfacer su ego. Dentro de todo debe
prevalecer el principio de buena fe. No es necesario que el imputado/acusado esté
privado de su libertad, para asegurar las resultas del proceso. Puede ser juzgado
en libertad plena. A este respecto, el Dr. Eric Lorenzo Pérez Sarmiento, sostiene lo
siguiente: "...el juzgamiento en libertad absoluta, es decir, donde el imputado no es
sometido a ningún tipo de medida cautelar, ni detentiva (prisión provisional o
reclusión domiciliaria) ni no detentiva (fianza, sometimiento a juicio, libertad apud
acta o fianza moral), es perfectamente posible en el sistema acusatorio, e
incluso deseable, sobre todo cuando los delitos investigados sean menos graves o
leves, o no revistan gran peligrosidad, o sean de acción privada, o cuando la
investigación carezca de sustento y el investigador sospeche que pueda terminar
en sobreseimiento o absolución. Con ello, –añade el precipitado autor– "se
contribuye decisivamente a aliviar el problema de la superpoblación carcelaria"25. Por
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Pérez Sarmiento, Eric Lorenzo. Comentarios al Código Orgánico Procesal Penal. Vadell
Hermanos Editores. Caracas. Venezuela. Segunda edición. 1999. Pág. 238
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encima del poder punitivo del Estado, prevalece la condición humana de la persona.
La garantía constitucional de poder ser juzgado en libertad, es una consecuencia
del principio de la presunción de inocencia, y éste a su vez del juicio previo y del
debido proceso. Esto conlleva a afirmar, parodiando a Alberto M. Binder, que el
Estado "tiene que ser consecuente restringiendo la libertad sólo en los casos
expresos y claramente previstos, con las garantías a que se ha obligado en la
Constitución y las leyes". No todo autor de un hecho punible es un delincuente. Si
durante la investigación, surge aunque sea la más mínima posibilidad de que el
imputado está amparado por una excusa absolutoria, ora una causa de justificación,
ora una eximente de responsabilidad penal, considero que no obstante, la gravedad
del ilícito penal, procede inmediatamente la concepción de una medida cautelar
sustitutiva de libertad, en lugar de una medida judicial preventiva privativa de
libertad. El Maestro Antonio Beristain, citado por el Doctor Danilo Mojica Monsalvo,
en su obra Manual de Beneficios en el Proceso Penal Venezolano, sustenta que "el
hombre que delinque resulta ser muchas veces, por una doble vía, víctima de una
doble injusticia, la primera se manifiesta cuando la sociedad, amurallada dentro de
sus injustas estructuras, crea un impulso hacia la delincuencia, y la segunda, cuan-
do ya cometido el delito, el Estado favorece la reincidencia, con sus políticas
equivocadas en el trato del delincuente, cuando lo olvida en las prisiones y sólo se
preocupa por asegurar la privación de su libertad". La sociedad forma al delincuente,
le da vida, lo engendra, y luego, lo sanciona como una forma de desaparecerlo, o
lavarse las manos, que en definitiva, es lo mismo. Organismos internacionales,
como las Naciones Unidas, previo estudio y análisis de diversas e incontables
políticas criminales, han acordado, que el encarcelamiento, no es la cura para la
delincuencia; y consideran necesario, la concepción de medidas alternativas a la
privación de libertad, como medio para la verdadera resocialización del individuo. En
nuestro Estrado Judicial Nacional, existe una confusión total en cuanto a las
nociones y verdadero propósito de la presente Ley Adjetiva Procesal venezolana.
Existe miedo, temor a aplicar alguna normativa legal. Pero lo grave de la situación,
es que hay una terrible ignorancia en cuanto a los principios generales del Derecho
Penal Sustantivo y del Derecho Procesal Penal Moderno. No en balde, el Dr.
Ramón Pérez Linárez, destacado profesor universitario y uno de los pocos
calificados abogados penalistas del estado Lara, afirma que: "Debemos desarrollar
una política criminal preventiva que conlleve el proceso de transformación
socioeconómica y plantee su tratamiento en una línea no vengadora ni represiva,
sino integradora, en la perspectiva de liberación para todos los individuos. Hay que
transformar el sistema carcelario mediante: reducción del número de reclusos;
control parlamentario de las instituciones penitenciarias para reforzar las mismas,
no siempre adecuadamente cumplido por quienes les compete la administración de
justicia, y que puede servir para atajar abusos autoritarios; trato digno para los
reclusos contactándose éstos con el mundo exterior, tanto a nivel afectivo como
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cultural"26. Es importante tener en cuenta los atropellos que se cometen, por parte
de los organismos policiales, e inclusive por quienes tienen la sagrada misión de
velar por los derechos, garantías procesales y constitucionales de los procesados,
desde el inicio de la investigación o averiguación de un hecho punible. Muchas
veces, he sabido de fiscales del Ministerio Público que maltratan y vejan al usuario,
a personas humildes que van a sus despachos en búsqueda de solución a sus
problemas. Hay quienes, inclusive, van más allá del respeto a la dignidad humana:
les tiran la puerta del despacho, sin ofrecer explicación alguna a lo requerido.
Confieso que yo he pecado por omisión. He sido cómplice de esa arbitrariedad.
Testigo he sido y no he hecho nada por consideración al colega que desempeña
funciones públicas. Ofrezco disculpas por ello. Este es un inconveniente que nos
compete a todos. En fin, son muchas las dificultades coyunturales que debemos
resolver. En conjunto, claro está. Lo que debe hacerse es combatir las causas y no
los efectos. Los pañitos calientes no son la solución. La experiencia nos indica que,
de continuar aplicando el discurso del Derecho Penal Simbólico, nunca disminuirá
la delincuencia y tendremos las cárceles abarrotadas de presos, producto de una
sociedad que no ha sabido darle verdadera interpretación, al comportamiento social
del individuo. De este modo, lo percibe la Dra. María Angélica Jiménez, citada por
el Dr. Juan Bautista Rodríguez Díaz, en su obra Beneficios en el Proceso Penal-
Preguntas, cuando sostiene que:"(...) es interesante señalar que este aumento
creciente y sostenido de la población reclusa, que se le atribuye simplemente a "las
altas tasas de criminalidad que azotan al país", es no sólo un argumento superficial,
sino que no apunta al origen del problema, pues el terrible, y abismante
hacinamiento de población reclusa para el período señalado, obedece
fundamentalmente al uso indiscriminado y abusivo que se hace de la pena privativa
de libertad lo que produce, recrea y magnifica el problema"27. La prisión no reeduca
a nadie. La Dra. Nelly Arcaya de Landáez, profesora titular de la Universidad de
Carabobo, cuyos conocimientos criminológicos, son merecedores de estudios,
confirma que "la cárcel no es ninguna solución, ni preventiva ni socializadora, sino
todo lo contrario: hace que aumente la delincuencia”28. Particularmente, he
observado con asombro, cómo no pocos fiscales del Ministerio Público, no están
atribuyéndoles a la ley el sentido que aparece evidente del significado propio de las
palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del legislador. Muchos
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Pérez Linárez, Ramón. Discurso pronunciado en nombre de los graduandos en el acto
de graduación el día 02 de noviembre de 1990. En: Temas de Ciencias Penales y
Criminológicas. Instituto de Estudios Jurídicos del Estado Lara (Homenaje al R. P. Dr.
Fernando Pérez-Llantada S.J). Barquisimeto. Venezuela. 1992. Pág. 191
27
Rodríguez Díaz, Juan Bautista. Beneficios en el Proceso Penal-Preguntas. Livrosca.
Caracas. Venezuela. 1996. Pág. 251
28
Arcaya de Landáez, Nelly. Comentarios al nuevo Código Orgánico Procesal Penal.
Principios y garantías procesales. Editorial Sentido. Caracas. Venezuela. 1999. Pág. 71
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fiscales del Ministerio Público, ignorando algunos aspectos del Código Orgánico
Procesal Penal, solicitan la privación preventiva judicial de libertad del justiciable,
cuando el hecho punible por el cual es acusado, tiene una pena mayor de diez años,
pero nuestra Ley Adjetiva Procesal Penal es clara, cuando advierte que si no hay
ningún peligro de fuga ni obstaculización alguna, "el juez podrá –y deberá– decretar
su juzgamiento en libertad, al margen de la entidad del hecho punible que se le
atribuye", como lo expresa el Dr. José Luis Tamayo Rodríguez. Ese es el verdadero
sentido y la intención que el legislador quiso darle al Código Orgánico Procesal
Penal. De esta forma, si el imputado o acusado demuestra, para decirlo en la voz
de Tamayo Rodríguez "que no existe peligro de fuga, ni tampoco el de obstaculiza-
ción", y no obstante a ello, se le priva de su libertad, se violenta –no hay duda
alguna– el principio de presunción de inocencia. No podemos ser más "papista"
que el "Papa". Hay fiscales del Ministerio Público, que creen, erróneamente, que
con hablar duro, casi a gritos, demuestran temor, sapiencia, inteligencia. Si bien,
logran ejercer cierta "presión" sobre el imputado o acusado, según el caso, las más
de las veces, impresionan por su inmadurez. Preocupa la incapacidad de quienes
están obligados, por la ley, a encarnar el rol de garante de los principios y derechos
constitucionales; y de asumir una posición de neutrales, objetivos, e imparciales.
Aspiro que el tiempo se encargue de mejorar la precaria situación que vive el
sistema judicial venezolano. El estudio de la presunción de inocencia como garantía
y derecho constitucional es, a mi entender, muy intenso para ser tratado en un
ensayo, cuyo fin ha sido contribuir al esclarecimiento de las propuestas que contiene
la ley Adjetiva Procesal Penal. Por ello, recomiendo analizar y buscar la confronta-
ción de estas ideas, objetivamente, en la doctrina, con la esperanza que la juris-
prudencia solucione los conflictos que ha generado la incomprensión, hasta el
momento, con la puesta en marcha de un sistema acusatorio mixto. Los abultados
asuntos o expedientes y las consabidas lecturas de escritos acusatorios, por parte
de no pocos fiscales del Ministerio Público, en las audiencias –fase intermedia/fase
oral/debate probatorio– demuestran que aún existen rasgos del perverso sistema
inquisitivo. No pretendo explicar por completo la reforma parcial del COPP. No puedo
negar que está a la altura de los códigos procesales más avanzados del mundo. Sin
embargo, considero oportuno señalar, que la reforma de los articulados referentes
a las instituciones de los acuerdos reparatorios, de la suspensión condicional del
proceso, así como el procedimiento por admisión de los hechos, desmejoran
ostensiblemente uno de los fines de la justicia penal: la resocialización y
reeducación de la persona. Existe una multiplicidad de criterios –Humberto Becerra,
Luis Ángel Naranjo Díaz, Carmelo Borrego, Sergio Brown, Fernando M. Fernández,
José Luis Tamayo Rodríguez, Eric Lorenzo Pérez Sarmiento, Frank E. Vecchionace
I., Magaly Vásquez González, José Luis Vegas Roche, María Gracia Moráis de
Guerrero, Gisel Milagros Vaderna Martínez, Ramón Pérez Linárez, Elsie Rosales,
Jorge Rosell Senhenn, Manuel Gutiérrez Gómez, Blanca Rosa Mármol de León, y
un largo etcétera– en cuanto a los pro y los contra de éstas controversiales
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Actualmente, Artículo 375. Decreto Nº 9.042 de fecha 12 de junio de 2012. Decreto con
Fuerza, Valor y Rango de Ley del Código Orgánico procesal Penal. Gaceta Oficial
Extraordinaria Nº 6.078 de fecha 15 de junio de 2012. Invito al estudioso lector, leer la
Sent. Nº 178, de fecha 10 de mayo de 2005; expediente Nº 04-582, de la Sala de Casación
Penal, del Tribunal Supremo de Justicia. Ponencia a cargo del Magistrado, Dr. Eladio R.
Aponte Aponte. Voto salvado de la Magistrada, Dra. Blanca Rosa Mármol de León. Demás
está decir que la razón y el Derecho, se halla en el voto salvado de la Dra. Mármol de León.
Para una mayor información: Mármol de León, Blanca Rosa. Criterios Jurídicos. Tribunal
Supremo de Justicia. Colección Doctrina Judicial, Nº 16. Caracas. Venezuela. 2006.
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Rosell Senhenn, Jorge. Extracto de Sentencia, reseñada en el Diario de Tribunales de
Barquisimeto, en fecha 15 de noviembre de 1988. La Ley Penal, la tesis abolicionista y la
actitud del juez en materia de drogas declaradas ilícitas. En: La droga frente a la ley: un
nuevo enfoque. Instituto de Estudios Jurídicos del estado Lara. Barquisimeto. Venezuela.
1994. Pág. 62
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