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UN CRECIMIENTO SALUDABLE.

Introducción a la Lección.

Pregunta: SALUD ESPIRITUAL.

Si alguien fuera a juzgar tu salud física por lo que comiste la semana pasada, ¿cuán saludable
estarías?

Si alguien fuera a juzgar tu salud espiritual por lo que “comiste” la semana pasada ¿cuán saludable
estarías?

En la actualidad se presta mucha importancia a la salud, con frecuencia escuchamos decir: “Tú
eres lo que comes”. Si esta declaración es válida, alguno de nosotros debemos parecernos a la
comida sin valor que ingerimos, como las chucherías que comemos durante el día. Si relacionamos
esta declaración a la vida espiritual, podemos ver claramente su validez. Si llenamos nuestra
mente con alimentos sin valor nutritivo tales como las filosofías impías, pensamientos sucios y
falsas creencias, nuestra vida será débil y extenuada. Sin embargo, si llenamos nuestra mente con
la Escritura, nuestra vida será fuerte, vibrante y productiva.

La semana pasada aprendimos que la Biblia es básica para nuestro crecimiento espiritual. Ella nos
muestra cómo somos y también lo que debemos ser. A medida que meditamos y nos edificamos
en ella, nos conformamos más a la imagen de Cristo.

A continuación analizaremos algunas figuras acerca de la Biblia que nos ayudarán a entender más
claramente cuánto la necesitamos.

Colocar los objetos (semilla, agua, martillo, comida y espejo) en la mesa y enseñarlos uno por uno.

Semilla.

¿Cómo es el crecimiento de una planta?

¿En qué maneras es la Palabra de Dios como una semilla?

Toda forma de vida sea humana, vegetal o animal comienza con alguna clase de semilla. Sin una
semilla, no hay vida. De igual modo, la semilla de la Palabra es esencial para la vida espiritual.
Pedro escribió: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra
de Dios que vive y permanece para siempre” (1ª. Pedro 1:23). Jesús, también, comparó la Palabra
de Dios a una semilla en Mateo 13:1-23. De este modo, hizo hincapié en cuán importante es cómo
se recibe la Palabra.

Clases de Terreno.

Agua.

¿En qué maneras es la Palabra de Dios como el agua?


El agua es otra figura para las Escrituras, Efesios 5:26 explica que Jesucristo está santificando y
limpiando la Iglesia “… en el lavamiento del agua por la palabra”. Así como los sacerdotes del
Antigua Testamento se lavaban con agua en el lavacro antes de cumplir con sus funciones, así el
agua de la Palabra nos mantiene limpios durante nuestra vida y nuestro servicio.

Lectura. Salmo 119:9, Juan 15:3 y 17:17.

Martillo.

¿En qué maneras es la Palabra de Dios como un martillo?

Otra figura para las escrituras es el Martillo. Jeremías 23:19 declara: “¿No es mi palabra como
fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” ¡Nuestros duros corazones a veces
necesitan los golpes poderosos de la Palabra para cincelar, rajar, quebrar, cortar y pulverizar toda
clase de pecado que se aloje allí!

Alimento sólido.

¿En qué maneras es la Palabra de Dios como alimento sólido?

Otra figura para la Palabra es alimento sólido. Los versículos en el Enfoque Bíblico refieren a las
Escrituras como “leche”. Hebreos 5:12 y 14 la llaman “alimento sólido”. El Salmo 119:103 dice que
las Escrituras son más dulces que la miel. Jeremías testifica en Jeremías 15:16: “Fueron halladas
tus palabras, y yo las comí…”. Así como el alimento es vital para la salud física, así el alimento de la
Palabra de Dios es vital para la salud espiritual. En lugar de llevar una dieta ligera de las Escrituras,
debemos participar de ella generosamente y masticar por largo tiempo los bocados que
encontramos en la Palabra de Dios. Este masticar las Escrituras es el “meditar” del Salmo 1:2. El
hombre piadoso está constantemente “masticando el alimento” de la Escritura para obtener toda
la vitalidad y lo bueno que puede hallar en ella.

Espejo.

¿En qué maneras es la Palabra de Dios como un espejo?

El espejo es otra figura para las Escrituras. Santiago 1:23-25 se refiere a la Palabra de Dios como el
espejo que es capaz de transformar nuestra vida cuando prestamos atención a lo que vemos en él.
Un espejo nos muestra cómo somos. Nos ayuda a ver los cambios que tenemos que hacer. La
Biblia nos muestra cómo somos delante de Dios y de otros, y nos ayudan a realizar los cambios
necesarios.

Estas cinco figuras sobre las Escrituras nos ilustran una sola verdad: Necesitamos la Biblia. No hay
vida sin la semilla; no hay limpieza, sin agua; no hay edificación o quebrantamiento de la roca
dura, sin martillo; no hay salud, sin alimento sólido; y uno no se mejora sin un espejo. ¡Debemos
conocer la Palabra y aplicarla a nuestra vida!

¿Cómo ha sido tu lectura de la Biblia en esta semana?


II. Niveles de aprendizaje.

Ahora veremos las palabras de un escritor del Nuevo Testamento acerca del creyente y las
Escrituras. Para destacar cuán vital es la Palabra de Dios para todos los creyentes, Santiago
enumera cuatro niveles para conocer las Escrituras.

Nuestra vida cambiará, conforme avancemos en cada nivel.

Nivel 1.- Aprecio.

El nivel más simple de aprendizaje es el aprecio o la apreciación. Santiago 1:18 identifica dos
“padres” espirituales que Dios usó para hacernos nacer en su familia: su voluntad y su Palabra.
Como vimos la clase pasada, la Palabra es la semilla que produce vida. Ninguno de nosotros fue
regenerado aparte de la Palabra y no debemos tratar de cortar nuestro cordón umbilical espiritual
de ella. De hecho, mientras más vivimos, más debemos testificar de todo corazón: “¡Oh, cuánto
amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Salmo 119:97). El aprecio es lo más básico para
el aprendizaje.

Nivel 2.- Atención.

El segundo nivel de aprendizaje es atención. En Santiago 1:19 y 20, Santiago instruye a sus lectores
a escuchar la Palabra, a prestarle atención. Si apreciamos la Palabra, con gusto escucharemos su
mensaje. Debemos estar más deseosos por escuchar lo que ella nos dice que en querer dar
nuestras propias opiniones. También, debemos reflexionar si nos enojamos contra la Palabra, a fin
de poder oír lo que ella nos dice.

Nivel 3.- Aceptación.

En el versículo 21, Santiago avanza a un nivel de aprendizaje de las Escrituras mucho más difícil:
aceptación. Les dice a sus lectores que “reciban con mansedumbre” la palabra implantada. Esto
significa dar la bienvenida, hacer lugar para, abrazar de todo corazón la verdad que descubrimos
en la Palabra. Recibir implica sumisión a las demandas de las Escrituras. Para hacerlo, primero
debemos despojar nuestro corazón de todo pecado conocido. Recibir también implica
mansedumbre; debemos estar dispuestos a ser flexibles y a cambiar a fin de que la Palabra pueda
tener su impacto edificante en tu vida.

Nivel 4.- Acción.

Santiago 1:22 menciona el nivel más alto de aprendizaje: hacer lo que la Palabra nos enseña que
debemos hacer. Si sólo apreciamos la Palabra, la prestamos atención y la aceptamos pero nunca
actuamos, nos engañamos a nosotros mismos. El conocimiento bíblico no puede medirse
simplemente por el número de versículos aprendidos de memoria, saber las historias, las páginas
leídas, o los sermones predicados. La prueba de nuestro conocimiento bíblico está en el ponerlo
en práctica, en hacerlo. Debemos entregarnos a la tarea de aprender la Palabra y aplicar lo
aprendido a nuestra propia vida.
Santiago nos dice que necesitamos la Biblia no sólo para nuestra salvación inicial de la pena del
pecado, sino también para la continua salvación de nuestras almas de los efectos del pecado. La
necesitamos tanto como un recién nacido necesita a sus padres.

III. Realidades Prácticas.

Hemos aprendido que necesitamos asimilar la Palabra; ahora la pregunta es: ¿Cómo podemos
asimilarla? A continuación veremos algunas sugerencias prácticas.

A. Aprender de memoria las Escrituras.

El Salmo 119:11 nos enseña a guardar la Palabra de Dios en nuestro corazón para no pecar contra
él. Aunque nos cueste un poco más de tiempo y demande una mayor inversión en esfuerzo,
podemos sí aprender de memoria las Escrituras. A continuación veremos algunos consejos para
aprender la Palabra de memoria.

1. Concéntrate en la primera palabra de cada versículo.

La primera palabra es la más importante al memorizar cualquier versículo, a pesar de su


tamaño. Esto se debe a que debemos sobreponernos a la inercia inicial. Nuestra mente nos
dice: “No me hagas aprender nada nuevo; ¡déjame quieta!” Aun así, cuando nos
concentramos en la primera palabra del versículo, pronto nos sobreponemos a la inercia inicial
y las siguientes palabras empiezan a fluir con facilidad.

2. Aprende de memoria grupos de palabras en vez de palabra por palabra.

Nosotros no pensamos o hablamos una palabra a la vez, sino grupos de palabras, frases y
cláusulas. Tomemos por ejemplo el conocido versículo de Juan 3:16. Por lo general pensamos
en él en cinco grupos de palabras en lugar de veinticinco palabras individuales: “Por qué de tal
manera amó Dios al mundo, / que ha dado a su Hijo unigénito, / para que todo aquél que en él
cree, / no se pierda, / mas tenga vida eterna”.

Algunos llaman a esta forma: aprender de memoria como en coma, otros hablan de aprender
el significado en contraste con aprender sólo las palabras. Necesitamos estar pendientes de las
frases naturales del versículo y aprenderlas de memoria de acuerdo con ese patrón.

3. Utiliza todos los sentidos físicos que sean posibles.

La tendencia es pensar que aprender de memoria es sacar las palabras de la página e


implantarlas en nuestra mente por medio de nuestros ojos. Así lo hacemos, pero esto es sólo
una parte. Usa más que tu vista. Lee el versículo en voz alta para que tu sentido del oído
participe. Escribe el versículo con tu propia letra para usar el sentido del tacto. Verlo, oírlo y
“tocarlo” fijará el versículo en tu mente.
4. Empieza de inmediato.

No esperes hasta hoy en la noche para empezar o mañana temprano. Nuestra mente necesita
un tiempo de saturación para procesar nueva información y aprenderla. Ella es como esponja,
absorbe información lentamente antes de poder devolverla. Si empiezas de inmediato,
tendrás suficiente tiempo para repetirlo, lo cual es una excelente técnica de aprendizaje.

B. Leer diariamente la Biblia.

Además de aprender de memoria pasajes de la Biblia, la mayoría de los jóvenes necesitan ayuda
en este asunto de leer diariamente la Biblia. Para muchos de nosotros, la lectura de la Biblia ha
pasado a ser una simple rutina leer palabras para así cumplir con marca la tabla de lectura diaria,
pero sin obtener nada para nuestra alma y espíritu. Ahora veremos algunas sugerencias para
obtener una exposición significante de las Escrituras.

1. Lee tu Biblia cuando estés más alerta.

Algunos de nosotros estamos más alertas en la mañana, mientras que otros lo estamos en la
noche. El mejor momento para leer nuestra Biblia, entonces, es cuando seguimos el ciclo de
nuestro cuerpo en particular. Esto nunca debe ser tomado como una excusa para evitar leer la
Biblia porque nunca tenemos el tiempo “conveniente” para hacerlo. Debemos tomar tiempo de
nuestras múltiples ocupaciones. No obstante, necesitamos tener una mente alerta para esta tarea.

2. Lee tu Biblia con entendimiento.

Ayudas de estudio. Un diccionario bíblico es una buena herramienta de ayuda al leer las Escrituras.
Si te encuentras con alguna palabra desconocida en la lectura bíblica, consulta el diccionario
bíblico para hallar su significado. Si hay un versículo o un pasaje bíblico que no comprendes, toma
nota de ello y consulta un comentario, con tu pastor o un amigo cristiano de amplio conocimiento
bíblico. Proponte entender mejor la Palabra de Dios mientras más la estudies.

Qué buscar al leer.

Cuando leas tu Biblia hay que tener presente los cinco aspectos siguientes que podamos encontrar
en el pasaje:

1. Los pecados que debemos evitar.

2. Las promesas que podemos reclamar y/o los principios que debemos entender.

3. Los ejemplos que debemos seguir.

4. Los mandatos que debemos obedecer.

5. Los obstáculos que debemos evitar.


Estos cinco aspectos te ayudan a ser descubridor. También nos ayudan a ir más allá de
simplemente leer las palabras para entender ahora su significado y aplicarlas a nuestra vida.

3. Lee tu Biblia en porciones que puedas asimilar.

Cada uno de nosotros podemos manejar variadas cantidades de material en un momento dado.
Algunos creyentes pueden leer toda la Biblia en un año, todos los años, al leer tres o cuatro
capítulos diarios. Otros pueden leer sólo un capítulo al día. La variedad es lo que le da sabor a una
buena lectura de la Biblia. Lee toda tu Biblia regularmente para tener un panorama completo de la
verdad de Dios, luego, periódicamente, aminora el paso, escoge un libro y dedícale más tiempo
para estudiarlo con un énfasis en especial por un mes o más.

4. Lee tu Biblia con una actitud de dependencia.

No hay nadie que sea lo suficientemente inteligente, educado o diligente para entender
naturalmente la Palabra. La verdad espiritual sólo puede discernirse cuando el Espíritu ilumina
nuestra mente. Por eso, ahora que el Espíritu Santo, el mejor de los maestros de la Palabra, mora
en nosotros, veremos cosas maravillosas en las Escrituras. El Espíritu de Dios conoce las Escrituras
y él nos conoce a cada uno de nosotros. Depende conscientemente de él para que ilumine tu
mente y puedas ver las grandes verdades en la Palabra. Empieza toda lectura Bíblica con esta
oración: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18).

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