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Periodo preoperatorio
El período operatorio es el segundo estadio que ubica Piaget en la construcción del sujeto
epistémico. Se divide en dos etapas: la del pensamiento preconceptual o simbólico y la del
pensamiento intuitivo, que a su vez se divide entre intuiciones simples y articuladas.
En relación a la obediencia, encontramos una moral intuitiva de obediencia y heteronomía.
Esto se traduce en un respeto unilateral del niño hacia el adulto, relación en donde surgen
los primeros sentimientos morales. De esto se trata el realismo moral: las obligaciones y los
valores están determinados por la ley o la consigna en sí misma, independientemente del
contexto de las intenciones y relaciones. Las reglas se obedecen por imitación, pues la
obediencia prevalece por encima de la justicia (lo justo es lo impuesto). Todo esto se relaciona
con una responsabilidad objetiva, donde los niños siempre creen justo el castigo más fuerte,
sin matizar en función de la intención, sino en relación con la propia materialidad de los actos.
Los intercambios sociales del nivel preoperatorio son de carácter precooperativo, es decir, a
la vez sociales, desde el punto de vista del sujeto, y centrados sobre el mismo niño y su
actividad propia, desde el punto de vista del observador.
Toda la asimilación consiste en relacionar los datos actuales con elementos anteriores.
Asimilar es modificar el objeto en función de la acción y punto de vista propios, es decir, en
función del esquema.
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El concepto es general y comunicable; la imagen, singular y egocéntrica. El preconcepto implica y es determinado
por la imagen, mientras que el concepto se libera de esta por su misma generalidad y no la emplea sino a título
de ilustración.
permanente en el campo de la acción próxima, no lo está todavía en cuanto al espacio lejano
o a las reapariciones de duraciones espaciadas.
El preconcepto se relaciona con el razonamiento transductivo, un tipo de razonamiento sin
encajes reversibles de clases jerárquicas ni relaciones. Se trata de una “experiencia mental”
que prolonga las coordinaciones de esquemas sensorio-motores en el plano de las
representaciones que procede por analogías inmediatas (inferencias de lo singular a lo
singular), no por deducción. Es una sucesión de acciones simbolizadas en pensamiento, una
imitación interior de los actos y de sus resultados. No se verifica. Descansa sobre
englobamientos incompletos, obstaculizando toda estructura operatoria reversible.
Los elementos descuidados por el razonamiento son asimilados a los elementos centrados
por el pensamiento del sujeto, porque estos son objeto de su interés, de su atención, de su
actividad: porque están centrados. La asimilación de lo especial a lo especial, característica
de la transducción, es deformadora e irreversible. Es el equilibrio incompleto entre una
asimilación deformadora y una acomodación parcial.
Aparece el pensamiento infantil, con sus manifestaciones: sincretismo, yuxtaposición,
artificialismo, animismo, finalismo.
Pensamiento centrado en “estados” (representación estática), no tiene en cuenta las
transformaciones; tampoco tiene en cuenta el azar. Tipo de pensamiento egocéntrico.
2) Periodo intuitivo.
Paulatina desaparición de preconceptos y transducción. Conceptualización creciente.
Aparece la intuición, que es una acción ejecutada en pensamiento, junto con una paulatina
descentración del pensamiento lograda por regulaciones intuitivas. Las regulaciones intuitivas
son análogas en el plano representativo a lo que son las regulaciones perceptivas en el plano
motriz. No obstante, aún se encuentra centrado en su propia intuición, donde imita los datos
perceptivos y sus esquemas2. La clase total no está construida, pues varía, y esta no
conservación prolonga las reacciones iniciales al objeto y la ausencia de totalidad general del
preconcepto. Se refiere a configuraciones de conjunto, no ya a figuras simples
semiindividuales, semigenéricas. La acomodación no es práctica, pues ofrece significados
imitativos o imaginados que permiten a la asimilación constituirse en pensamiento.
Toma en cuenta las transformaciones, pero no puede dar cuenta lógicamente de ellas,
aunque puede tener una idea de relaciones acertada. Dos variables son consideradas
alternativamente en lugar de ser lógicamente coordinadas. Construcción intelectual
incompleta, pensamiento prelógico. Ni conservación ni reversibilidad.
Inteligencia sensorio-motriz.
● Se halla en la fuente del pensamiento y continuará actuando sobre ella durante toda
la vida por intermedio de las percepciones y de las actitudes prácticas.
● Coordina percepciones y movimientos reales, sucesivos. Procede como una película
proyectada lentamente, con cuadros sucesivos sin fusión ni visión continua para
comprender el conjunto. La representación del conjunto se logra con el pensamiento,
2
La intuición sigue siendo fenoménica, ya que imita los contornos de lo real, sin corregirlos, y egocéntrica, porque
constantemente se halla centrada en función de la acción del momento.
que sustrae los estados del desenvolvimiento temporal de la acción para hacerlos
sucesivos.
● Es egocéntrico, y se halla centrado en sus percepciones y movimientos. Es un
pensamiento privado, individual, confinado a acciones sobre la realidad.
● No puede evocar objetos ausentes, sino que trabaja sobre las realidades. Implica
distancias cortas entre el sujeto y objetos reales3.
● Esta inteligencia se desarrolla a partir de conjuntos de indicios.
● Tiende a la satisfacción práctica, lo que significa que lo empuja a ejecutar una acción
su éxito y no el conocimiento: es una inteligencia vivida, no reflexiva. No busca la
explicación o la relación entre los sucesos.
● La imitación interna se produce como resultado de una actividad externa.
Tres condiciones esenciales para pasar del plano senso-motor al plano reflexivo: aumento de
las velocidades (fundir en un conjunto simultáneo los conocimientos ligados a las fases
sucesivas de la acción), toma de consciencia (no ya simplemente de los resultados deseados
de la acción, sino de sus propios pasos, que permita multiplicar la búsqueda del éxito a través
de la comprobación) y una multiplicación de distancias (para prolongar las acciones relativas
a las mismas realidades mediante acciones simbólicas que incidan sobre las
representaciones y superen de tal manera los límites del espacio y del tiempo próximos).
Inteligencia representacional:
● Le permite al niño aprehender en un conjunto simultáneo, en una síntesis única,
conocimientos ligados a las fases sucesivas de la acción.
● Puede recordar el pasado, representarse el presente y anticipar el futuro con un acto
breve y organizado. Reflexiona sobre la organización de sus actos, teniendo en cuenta
resultados y pasos, multiplicando la búsqueda del éxito por medio de la comprobación.
● Extiende su alcance más allá de los actos y objetos presentes, concretos, en el
ambiente. Multiplica las distancias, logrando realizar acciones simbólicas que inciden
sobre la representación, superando espacio y tiempo próximos.
● Las imitaciones diferidas o imágenes mentales se producen primero mentalmente,
para luego seguir una actividad externa.
El pensamiento no es una traducción ni una simple continuación de lo sensorio-motor en lo
representativo, sino que debe reconstruirse el todo sobre un plano nuevo. Solo la percepción
y la motricidad efectivas seguirán ejerciéndose tal cual son, sin integrarse en nuevos sistemas
de comprensión. Para reconstruir las estructuras de la inteligencia en pensamiento, el sujeto
tendrá que superar los obstáculos que había logrado superar en la acción inmediata: el niño
debe liberarse de su egocentrismo en el plano del pensamiento.
El pensamiento, nacido de la acción, es, en efecto, egocéntrico en su punto de partida. La
construcción de las operaciones transitivas, asociativas y reversibles supondrá, entonces, la
conversión de este egocentrismo inicial en un sistema de relaciones y de clases descentradas
con relación al yo. Esta descentración intelectual ocupará toda la primera infancia. Para
descentrarse, el pensamiento pasará por 4 etapas: el preconceptual (o simbólico), el intuitivo,
el de las operaciones concretas y el de las operaciones formales.
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Solo con el pensamiento se liberará de esas distancias cortas y de esos trayectos reales en el intento de abrazar
la totalidad del universo. Esta multiplicación indefinida de las distancias espacio-temporales es la novedad de la
inteligencia conceptual, y la potencia que la hará apta para engendrar las operaciones.
Función semiótica
Toda asimilación senso-motora (perceptiva) consiste en constituir significaciones; si hay
dualidad entre significados y significantes son indiferenciados. Al accionar sobre un objeto, el
niño en el SM crea una significación perceptiva, pues no puede evocar ese objeto de otro
modo que en la acción directa: no diferencia entre significante y significado. Un significante
indiferenciado de un significado es un índice (parte objetiva del significado o está unido a este
por relación causa-efecto) o una señal (aspecto parcial del acontecimiento que se anuncia, y
es artificialmente provocada).
La función semiótica le da al niño la capacidad de representar algo por medio de un
significante diferenciado. El niño, gracias a la función simbólica, comienza a construir
significantes diferenciados, que permitirán evocar una representación de un objeto o
acontecimiento ausente. Dos tipos de significantes: signos (significado socialmente
compartido, colectivo, arbitrario) y símbolos (significado privado, elaborado por el individuo;
relación de semejanza).
En el curso del segundo año (en continuidad con el 6to subestadio del SM) aparece un
conjunto de conductas que implican la evocación representativa de un objeto o de un
acontecimiento ausente y que supone, en consecuencia, la construcción o el empleo de
significantes diferenciados.
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Tienden al concepto, pero aún no existen relaciones jerárquicas (inclusión de un objeto o clase en otra) ni
definiciones fijas, pues el esquema verbal cambia constantemente. Sí se ve un semidesprendimiento.
Teórico 14, 16 y 18: Fase fálica.
El yo aparece en la fase sádico-anal, a partir del narcisismo secundario. Es el autoestima.
Fase fálica
¿Por qué el pene es tan importante para los niños? Es una fuente de sensaciones desde el
nacimiento, genera interés por sus características, hereda el valor erógeno de las heces, y su
fuerza pulsionante deriva en esfuerzo de investigación y en curiosidad sexual.
La investigación sexual infantil se da en solitario o con los pares, impulsada por una fuerza
pulsionante genital o por el nacimiento de un hermano. La pulsión de saber es la combinación
de la pulsión sexual con la pulsión de ver. A partir de ella, surgen lo que Freud llamó las
teorías sexuales infantiles. El genital femenino y el valor fecundante del semen no son
descubiertos, lo que da lugar a complejas teorías infantiles destinadas a explicar el trueque
de un pene a cambio de un hijo. Es una fase de exploración genital y de la formación de la
fantasía incestuosa en el niño, que deberá ser reprobada.
Freud postula en esta fase la existencia de una organización genital en el niño, caracterizada
por la elección de objeto (a quien dirige el conjunto de las aspiraciones sexuales y con quien
desea realizar su meta) y la significación dominante de la zona genital. También relaciona a
esta organización como aquella donde se reconoce a un único genital: el masculino. No hay
un primado genital, sino un primado del falo.
En esta fase, debemos recordar el posicionamiento narcisista infantil, el que dificulta al niño
representarse la carencia de algo tan valioso para otros seres (el pene). Articulando con
Piaget, esta etapa del desarrollo libidinal coincide con el periodo preoperatorio del niño:
pensamiento regido por analogías, caracterizado por el animismo, artificialismo y finalismo.
Los niños reconocen tempranamente las diferencias externas entre hombres y mujeres, pero
no están enlazadas a una diversidad de sus órganos genitales. De hecho, atribuyen a los
demás seres, animados e inanimados, órganos genitales análogos a los suyos. El
descubrimiento de la diferencia anatómica es una pérdida narcisista (todos son iguales a mí,
todos son yo). “En el curso de sus indagaciones, el niño llega a descubrir que el pene no es
un patrimonio común de todos los seres semejantes a él. Da ocasión a ello la visión casual
de los genitales de una hermanita o compañerita de juegos” (Freud).
Complejo de Edipo5
La masturbación genital ubicada en esta fase se vincula con la excitación inherente al vínculo
con los progenitores (actitud edípica). Se le plantean al niño dos posibilidades de
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El CE es vivenciado de manera enteramente individual por la mayoría de los humanos, pero es también un
fenómeno determinado por la herencia que tiene que desvanecerse de acuerdo con el programa cuando se inicia
la fase evolutiva siguiente. “Complejo” de Edipo: complejo por la triangularidad (no es en relación a una persona,
sino a dos la ambivalencia amor-odio).
satisfacción6: activa (situarse de manera masculina en el lugar del padre)7 y pasiva (sustituir
a la madre y hacerse amar por el padre). Esta doble dimensión recibe el nombre de CE
completo, y ambas posiciones enfrentan al varón a la amenaza de castración.
En ese contexto, el niño experimenta la mirada reprobatoria de los adultos por su práctica
onanista, en ocasiones acompañada por una amenaza de castigo. Esta amenaza
representará luego, con la visión del genital femenino, un riesgo de pérdida de su genital (la
amenaza de castración obtiene su efecto con posterioridad)8. Esto da lugar a la oposición
fálico-castrado. Acepta la falta solo en algunas mujeres, quienes –interpreta- fueron castradas
a modo de castigo. Cuando descubre que solo las mujeres pueden parir hijos, generaliza la
ecuación pene=hijo, como sustitución de la carencia.
La organización fálico-genital se va al fundamento a raíz de la amenaza de castración, dando
lugar al final del CE. El niño se “extraña” del CE para salvar sus genitales, por horror a la
posibilidad de consumación de la castración. Entre el interés narcisista por esa parte del
cuerpo y la investidura libidinal de los objetos parentales, elige la conservación de sus
genitales (al revés que en la fase sádico-anal, donde privilegió el amor del objeto). El CE se
irá al fundamento a raíz de su fracaso, de su imposibilidad interna. Los contenidos ligados al
CE pasan a ser inconscientes.
En el caso de las niñas, antes del reconocimiento de la diferencia sexual anatómica estas disfrutan
de la estimulación de la zona erógena correspondiente (masturbación clitorídea). El clítoris de la
niña se comporta en un comienzo como el pene. El intenso vínculo erótico con la madre da lugar a
la llamada fase preedípica.
Por la comparación al ver a un compañero, percibe que es demasiado “corto”, y siente este hecho
como un perjuicio y una inferioridad. Alberga por un tiempo la esperanza de que va a crecer, no
comprende esta ausencia del pene como un caracter sexual. Más tarde, explica esta falta de pene
mediante el supuesto de que una vez lo tuvo y lo perdió por castración9. No parece extender esta
inferencia de entrada a todas las mujeres; les atribuye pene a las mujeres importantes10.
La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento, poniendo en su lugar el deseo
de un hijo, tomando al padre como objeto amoroso. Así se constituye el CE, que culmina con el
deseo de recibir como regalo del padre un hijo (deslizamiento por la ecuación pene=hijo). El fin del
CE en la niña se da gradualmente, porque el deseo de recibir un hijo del padre no se cumple nunca.
Resulta importante la incidencia de la educación, del amedrentamiento externo que amenaza con la
pérdida del amor (angustia señal). Los deseos de poseer un pene y recibir un hijo del padre
permanecen en el inconsciente.
Así, el sepultamiento del CE aparece como estructurante del psiquismo, y permite vehiculizar
las legalidades que cada cultura impone a lo sexual.
Angustia.
La angustia es un estado afectivo. Se trata de sensaciones de la serie placer-displacer, con
las correspondientes inervaciones de descarga y su percepción. La hay de dos tipos:
● Angustia automática. Da lugar cuando hay una formación incipiente del yo (fase oral).
Invasión cuantitativa del aparato, padecida por el yo.
● Angustia señal. El yo nota que la satisfacción de una exigencia pulsional emergente
convocaría una de las bien recordadas situaciones de peligro. Por tanto, esa
investidura pulsional debe ser sofocada de algún modo. El yo anticipa la satisfacción
de la moción pulsional dudosa y le permite reproducir las sensaciones de displacer
que corresponden al inicio de la situación de peligro temida. El yo desempeña esa
tarea cuando es fuerte e incluye en su organización la respectiva moción pulsional (no
sirve para las mociones provenientes del ello, llevadas allí por la represión, ante las
que el yo es endeble).
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Toma las identificaciones primarias que quedaron como residuales en el Yo también.
13 Las elecciones de objeto de los primeros periodos sexuales tienen su desenlace, al final del CE, en una
identificación que refuerza las identificaciones primarias.
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La identificación es un mecanismo que funciona en el yo. Pasa primeramente en la fase oral (especular) y, en
segundo lugar, está la identificación secundaria, post-edípica, que refuerza la primaria (vuelta de la libido al yo).
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Por ejemplo, si el yo no logró dominar bien el complejo de Edipo, la investidura energética de este, proveniente
del ello, retomará su acción eficaz en la formación reactiva del ideal del yo.
La angustia de nacimiento es el arquetipo de toda situación de peligro. A cada edad del
desarrollo le corresponde una condición de angustia y, por tanto, una situación de peligro16.
Edad del desarrollo Condición de angustia (situación de peligro)
Temprana inmadurez del yo (fase oral) Desvalimiento psíquico (AA)
Heteronomía de la primera infancia (fase anal) Pérdida del objeto de amor (AS)
Moción libidinal e importancia narcisista del pene Castración (AS).
(fase fálica en varón)
Importancia de reconstitución del narcisismo Pérdida de amor (AS).
(fase fálica en niña)
Internalización de la norma (periodo de latencia): Pérdida de amor del superyó y miedo a sanción de la consciencia
moral (AS).
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A medida que avanza el desarrollo, las antiguas condiciones de angustia tienen que ser abandonadas, pues las
situaciones de peligro que les corresponden han sido desvalorizadas por el fortalecimiento del yo; pero esto ocurre
de manera muy incompleta.
fundamental para la madre de reintegrar su producto, reconociendo a ese
infante como un semejante.
○ A la prohibición hay que agregarle la idea de “pacto” sellado en el vínculo
parento-filial, que tiene como motor el conservar el amor del objeto amado por
renunciar a los deseos incestuosos. Esta alianza contiene la transmisión del
deseo de que advenga a su vez a la posición de genitor, todo lo cual implica
diques al mundo pulsional, que lo orientan hacia la sublimación y el encuentro
con otros objetos. Se inicia así la socialización en su segunda etapa, con la
creación del superyó y los ideales. El resultado de este pacto es el superyó,
que no es una instancia únicamente intrapsíquica.
● Rescata la noción del Superyó en la declinación del CE como instancia pacificadora y
ordenadora, y por lo tanto, de amparo, en tanto que el Superyó y la constitución del
Ideal del Yo acotan los modos directos de satisfacción de la pulsión en el infante pero
también en el adulto en relación al hijo/a. Superyó como un pacto, sellado, en relación
con los otros, no es una instancia únicamente intrapsíquica. Separa generaciones y
permite abrir la posibilidad de una futura ubicación en la cadena generacional.
● Franco cuestiona la formulación de oposición fálico-castrado como pilar del
establecimiento de las diferencias hombre-mujer, en tanto sitúa a la mujer en un lugar
de desvalorización. Para el autor, el reconocimiento de las diferencias sexuales
anatómicas es el núcleo del reconocimiento de la diferencia, principio fundamental de
la vida social, en el supuesto de que la diferencia no implica superioridad, o que un
sexo tiene y el otro no. Implica el reconocimiento del otro como diferente pero también
del propio sujeto como diferente en relación al otro. Propone abandonar la teoría de
la envidia del pene como situación universal de la constitución psicosexual femenina.
Sobre la teoría sexual infantil que significa a la diferencia anatómica como falta, debe
revisarse si en realidad responde a una teoría sexual cultural17.
● Las diferencias sexuales implican un trabajo de elaboración y metabolización
singulares en cada sujeto, constituyendo un entramado complejo de representaciones
inconscientes, preconscientes y conscientes atravesadas por marcas epocales. Se
deviene hombre o mujer; no hay un orden lineal. “Cuando un adulto le dice a su hijo
que él es un chico, le dice al mismo tiempo todo aquello que piensa acerca de los
chicos y de las chicas, pero también todas las dudas que tiene sobre lo que esconde
exactamente la noción de identidad de sexo y de género. Seguramente podemos
afirmar que, por medio de esta asignación de género, el adulto, sabiéndolo o no,
confronta al niño con todo lo que puede haber de ambiguo en la diferencia anatómica
de los sexos y en lo sexual, y ello en razón de sus propias ambivalencias,
incertidumbres y conflictos internos. La asignación de género no es una simple
determinación social trasmitida por el adulto al niño.” (Dejours)
● Sobre los ideales sexuales y formas de goce, el texto compara la significación de la
sexualidad en una época que estaba regida y ordenada por múltiples y diversas
prohibiciones con la significación actual, que entrona la satisfacción ilimitada.
● La perversión debe situarse exclusivamente como aquello que implica la
desubjetivación del otro, el hacerlo descender a la categoría de objeto de goce.
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Las niñas perciben una falta cuando ven el pene, pero depende de la cultura que esa falta pase a significar una
subordinación de género fundante.
Teórico 17: Dibujo según Luquet y según Osterreich.
Para Luquet, el dibujo es un juego como cualquier otro, por lo tanto, serio. Es un modo de
comunicarse limitado por sus capacidades motoras. El niño representa en sus dibujos todo lo
que ha tomado parte de su experiencia, lo que ha sido ofrecido a su percepción.
Dos partes en la evolución del dibujo:
1) La intención.
● El niño concibe al dibujo como un juego: “finalidad sin fin”.
● Corrección tácita: no siente la necesidad de suprimir materialmente el detalle
defectuoso, simplemente sigue dibujando.
● Las circunstancias externas le proponen un motivo, pero no se lo imponen (objetos
sugestivos).
● El dibujo comienza a ser evocador de ideas más o menos conscientes del objeto
correspondiente (asociación de ideas). Puede haber presencia de un automatismo
gráfico (repetición de dibujos no estereotipados).
2) La interpretación.
○ Objeto denominativo: nomina al dibujo.
○ Cuando el recuerdo de la intención es intrínsecamente débil y la interpretación es
intrínsecamente fuerte, ésta triunfa y el niño la defiende contra todos, aunque no
coincida con el objeto que dice graficar.
○ El niño se inspira en un modelo interno, el cual debió haber construido. Se trata de
una representación psíquica, una imagen visual, que resulta de una elaboración muy
compleja a pesar de su espontaneidad.
Fases de Luquet:
Luquet sitúa las fases del dibujo a partir del realismo. El realismo es el mejor término para
caracterizar el dibujo infantil por la naturaleza de los temas que trata, por el rol esencial que
tiene para el niño representar “algo”, por sus resultados y por su intención al dibujar.
1. Realismo fortuito. Garabatos.
● El grafismo se produce por el movimiento de la mano sin responder a un fin utilitario,
resultado de un gesto espontáneo. Ejercicio neuromuscular acompañado de placer.
● La constatación de una semejanza accidental lleva de algún modo a la
representación deliberada.
● Significación que se descubre luego.
2. Realismo frustrado. Monigotes renacuajos en que solo figura una cabeza.
● El niño intenta infructuosamente reproducir la realidad.
● Incapacidad sintética: los elementos de la copia están yuxtapuestos en lugar de
coordinados en un todo.
3. Realismo intelectual. Escolarización y convenciones.
● El dibujo superó las dificultades primitivas.
● Dibuja el objeto como lo ve y con todo lo que sabe de él. Proporciona atributos
conceptuales sin preocupación por la perspectiva visual. Aparece la transparencia
(pe: se verá el alimento en el estómago).
● Ignora la perspectiva pero tiene en cuenta las relaciones.
4. Realismo visual.
● Reproduce la realidad con las reglas de la perspectiva.
● La representación naturalista incluye elementos geométricos, trazos más variados
y más figurativos.
● Desaparecen las yuxtaposiciones, las transparencias, la estereotipia.
● Intenta lograr la apariencia visual.
● Incluye movimiento, distancia, luz y el medio.
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Es el elemento motor el que prevalece al principio, hacia los 2 años el niño descubre la conexión que existe
entre su movimiento y el trazo realizado; a partir de ese momento, la experiencia cinestésica va acompañada de
una experiencia visual. La atención y el placer que produce el trazado se superponen a la actividad puramente
motora del comienzo. Después de haber seguido a la mano, el ojo comienza a guiarla.
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Etapas en la relación verbalización-grafismo: 1) el lenguaje resalta al grafismo (enumeración o repetición), 2) el
lenguaje se une al grafismo (bastón, redondo, identificación verbal de las primeras formas simples) y 3) el grafismo
manda al lenguaje (simbolismo).
a. Nivel IIA: Esquemas individuales, yuxtaposición y combinación de elementos gráficos
simples. Fase enumerativa.
b. Nivel IIB: Combinación de esquemas en escenas elementales. Los elementos se
ponen en relación en combinaciones sencillas (yuxtaposición, serie (familia)).
c. Nivel IIC: Combinación de esquemas en escenas complejas y paisajes. Inicio de
representación de movimiento y espacio. Los elementos están más integrados y
terminan por formar paisajes (creciente capacidad de organización e integración de
los motivos que hasta entonces habían sido simplemente enumerados). Espacio en
común, línea de tierra y cielo. Estructuración temporal en una secuencia narrativa
(narración gráfica). Movimiento, los personajes se animan. Perfil, trayectoria.
d. Nivel IID: Representación más flexible, más anecdótica, más realista. Los esquemas
se flexibilizan y diversifican. Representaciones más anecdóticas, más realistas.
Elementos diferenciales dan carácter específico a la representación. Creciente
atención a los datos visuales. Empleo de los colores de manera más realista. Los
dibujos expresan el incremento de experiencias y conocimientos del niño.
3. Nivel III: El realismo convencional. Socialización y escolarización.
Representación objetiva y convencional, preocupación por conseguir apariencia visual.
El deseo de dibujar correctamente aparece por sobre el deseo de representar (previsión
y anticipación en la composición, reflexión). Los elementos que representan vivencias
importantes o vinculadas a una fuerte carga emotiva no figuran hipertrofiados o
deformados, sino que se acentúan por la mayor precisión del trazo. Abandono del
esquematismo (trazos estereotipados) por la aparición de trazos objetivamente
figurativos, con carácter específico, identificables. Integración (no van sencillamente
pegados los elementos del dibujo). Tercera dimensión incipiente (no hay sombra,
graduaciones), no hay perspectiva. El movimiento se representa con medios más
visuales.
Liquidación de la mentalidad típicamente infantil, resultado del proceso de socialización
y escolarización, entrando en el convencionalismo social. El esfuerzo de buscar el dibujo
más exacto y objetivo desde el punto de vista visual lo vuelve también más rígido, más
fijo y menos expresivo. Los dibujantes toman conciencia de su incapacidad para
representar la realidad, y esta falta de técnica comienza a obstaculizar la representación
satisfactoria. Puede comenzar a disminuir la producción gráfica.
4. Nivel IV: Diferenciación de las evoluciones individuales y el agotamiento de la actividad
gráfica (pubertad).
Tendencia a la simplificación, a la estilización, a la abstracción.
Abundan las caricaturas y las representaciones de personajes humanos, incluso con
tintes críticos y agresivos. Los dibujos no tienen para el adolescente la misma
significación que tenían para el niño, que muestra con gusto sus dibujos a quienes le
rodean, hallando en ello gozo y satisfacción. El adolescente no se siente inclinado a
hacerlo, sea porque sus dibujos le parezcan desprovistos de todo valor estético y
contrarios al realismo convencional, sea también porque los considera como demasiado
personales, demasiado reveladores de íntimas preocupaciones que para nada
conciernen al adulto y que éste seguramente desaprobaría.
Para explicar el agotamiento de la productividad gráfica, se ha hecho mención de los
conflictos y tensiones psicológicos que caracterizan la adolescencia, y cuyo efecto sería
apartar a los jóvenes de la realidad exterior y de su representación, inhibiendo
temporalmente en ellos toda expresión de sí mismos. No se cierran únicamente a nivel
gráfico. Papel esterilizante de la enseñanza tradicional. También está la idea de la
autocrítica: el joven tiene la idea implícita de que la realización ha de ser “visual”, la
representación de la realidad debería ser casi fotográfica. En este sentido, si no está
especialmente dotado o no hay quien le apoye, con habilidad, no puede por menos que
llegar a la cruel conclusión de que carece de los medios, perdiendo la confianza en ese
modo de expresión y abandonándolo.
PRÁCTICO: Desarrollo físico y psicomotor después de los 2 años.
El proceso de mielinización es de gran importancia para asegurar la eficiencia en la
transmisión y circulación de la información en el interior del cerebro. La mielinización de las
neuronas motoras seguirá ocurriendo hasta los 4 o 5 años, y la de las zonas del sistema
nervioso relacionadas con la atención y el resto de los procesos cognitivos seguirá ocurriendo
hasta la pubertad.
El proceso de formación y de posterior poda de sinapsis que en las zonas visuales del cerebro
quedó estabilizado en valores adultos en la primera infancia, funciona con una lentitud
bastante más notable en el caso de la corteza prefrontal, que tanta importancia tiene en
aspectos como la planificación y el control de las conductas complejas, así como también el
gobierno de la maquinaria cognitiva.
Los progresos motrices seguirán rigiéndose por las conocidas leyes céfalo-caudal y próximo-
distal, afectando tanto a la motricidad gruesa (grandes músculos del cuerpo) como a la fina
(pequeños músculos de la mano). Además, los progresos ocurren según dos diferentes
frentes: la independencia (capacidad para controlar por separado cada segmento motor) y la
coordinación (patrones motores originalmente independientes se encadenan y asocian
formando movimientos compuestos mucho más complejos que los originales). En ambos
casos, la secuencia se automatiza, permitiendo su ejecución sin que el sujeto tenga que estar
gastando en ello recursos atencionales.
Cambios motrices
Se observan cambios motrices en la:
1. Psicomotricidad invisible. Se trata de aspectos no fácilmente observables a primera
vista en la mayor parte de los casos, pero que afectan a aspectos cruciales del
desarrollo psicomotor.
a. Control del tono muscular. A través de sus experiencias con los objetos con
los que se relacionan, niños y niñas van aprendiendo a ajustar su tono
muscular a las exigencias de cada situación (no utilizan la misma tensión
muscular para tratar de mover su cama que para levantar un globo). En la
medida en que afecta a grandes grupos musculares, el tono repercute en el
control postural y en la mayor o menor extensibilidad de las extremidades.
La hipertonía muscular dificulta el mantenimiento de la atención, mientras que
la relajación tiende a facilitarlo. Un cierto fondo tónico es, sin embargo, preciso
para mantener un estado de alerta y activación. Aprender a controlar la
tonicidad muscular es, por tanto, facilitar el aprendizaje del control de la
atención.
Las tensiones emocionales se traducen en tensiones musculares. El
aprendizaje de la relajación es también importante en este terreno.
b. Control del equilibrio. Se ve facilitado en el primer año por el crecimiento del
cerebelo, y es condición de nuestro movimiento y nuestras acciones.
c. Control respiratorio. Como en el caso del tono muscular, la respiración se
relaciona con los procesos de atención y las emociones. El control respiratorio
implica conocer cómo se respira y controlar conscientemente el ritmo y la
profundidad de la respiración.
d. Estructuración del espacio. Se trata de la conciencia de las coordenadas en
las que nuestro cuerpo se mueve y en las que transcurre nuestra acción. El
espacio se domina antes a nivel de acción que de representación.
e. Estructuración del tiempo. El niño sitúa su acción y sus rutinas en ciclos, y es
capaz de hacerlo en su actividad mucho antes que de representarse
simbólicamente esas nociones.
Por otro lado, las nociones temporales son aún más difíciles de dominar que
las espaciales, pues mientras que las relaciones espaciales son
perceptivamente evidentes, las relaciones temporales sólo existen por las
conexiones que se establecen mentalmente entre ellas, por lo que el desarrollo
de los conceptos temporales es más tardío que el de los espaciales.
2. Psicomotricidad visible. Son los logros psicomotores que observamos en la actividad
motriz que implican no solo un sustrato para la realización de las acciones
(psicomotricidad invisible), sino también las acciones mismas y su correcta
realización.
Esquema corporal.
El concepto de esquema corporal se refiere a la representación que tenemos de nuestro
cuerpo, de los diferentes segmentos corporales, de sus posibilidades de movimiento y acción,
así como de sus diversas limitaciones. Esta compleja representación se va construyendo
lentamente como consecuencia de las experiencias que realizamos con el cuerpo y las
vivencias que de él tenemos. Gracias a dicha representación, conocemos nuestro cuerpo y
somos capaces de ajustar en cada momento nuestra acción motriz a nuestros propósitos.
Para lograr esta representación, se atraviesa por un largo proceso de ensayos y errores, de
ajuste progresivo de la acción del cuerpo a los estímulos del medio y a los propósitos de la
acción.
Un esquema corporal bien establecido supone conocer la imagen del propio cuerpo, saber
que ese cuerpo forma parte de la identidad de uno; percibir cada parte, pero sin perder la
sensación de unidad. Una verdadera construcción del yo corporal no se da hasta los 5 años,
cuando los diversos elementos se articulan e integran conscientemente en el todo. Allí, el
movimiento se comienza a reflexionar y el proceso de lateralización proporciona referentes
estables; también puede organizarse el mundo en referencia al propio cuerpo. El proceso de
construcción del esquema corporal terminará de los 7 a los 12 años, con la potenciación de
las representaciones mentales con relación al espacio y al tiempo. Se integran ya plenamente
sensación y movimiento, y el cuerpo puede ser descrito con precisión y eficacia tanto con la
palabra como con el dibujo.
Los elementos a partir de los cuales se construye el esquema corporal son de distinta
naturaleza:
● Perceptivos. Aportan evidencias sobre los distintos segmentos corporales (propio
cuerpo o ajeno). Aportan también información sobre el medio en que estamos
inmersos y sobre el ajuste de nuestra acción a las distancias, las direcciones, etc.
● Motores. El movimiento aporta información sobre posibilidades de acción, sobre el
alcance y limitaciones del cuerpo y su actividad, sobre las posibilidades concretas de
diferentes partes del cuerpo.
● Cognitivos. El desarrollo cognitivo nos permite integrar todas esas informaciones en
una representación coherente e integrada, dando lugar a una conciencia de sí mismo
al principio más indiferenciada y sincrética, y posteriormente más afinada e
individualizada. En torno al año y medio se logra la conciencia de sí (“yo soy esta
persona, diferente de las demás personas”), a la que se le añadirán muchos matices
y perfiles concretos, parte de los cuales se relacio-nan con la estructura del cuerpo y
sus posibilidades de acción sobre el medio.
● Lingüísticos. El lenguaje es una poderosa herramienta que ayuda a individualizar las
diferentes partes del cuerpo con sus etiquetas verbales. Tras las palabras se
esconden conceptos que informan sobre el cuerpo y lo organizan en torno a una
identidad crecientemente diferenciada.
● La experiencia social. Las manos que acarician el cuerpo del bebé, los brazos que le
acunan, las palabras que le nombran las partes de su cuerpo, las peticiones que luego
se le hacen para que se señale la cabeza, los ojos, etc., los juegos con los que se le
estimula a lanzar y a coger, las interacciones delante del espejo, la incitación a la
imitación, el ver con sus padres fotos o vídeos donde el niño o la niña se ven desde
distintos ángulos y de espaldas, la observación de los adultos y de otros niños... Todos
ellos son componentes esenciales de la experiencia social que tan relevante resulta
para la construcción del esquema corporal.
Para lograr esto, se pasó por tres etapas:
1. Exploración de uno mismo y observación de los demás.
2. Toma de conciencia del propio cuerpo y sus posibilidades y limitaciones.
3. Coordinación, estructuración e integración en una representación global y coherente.
TEÓRICO 22: Período de latencia.
“Período comprendido entre la declinación de la sexualidad infantil (quinto o sexto año) y el
comienzo de la pubertad, y que representa una etapa de detención en la evolución de la
sexualidad. Durante él se observa una disminución de las actividades sexuales20, la
desexualización de las relaciones de objeto (predominio de la ternura sobre los deseos
sexuales) y la aparición de sentimientos como el pudor y el asco y de aspiraciones morales y
estéticas. Tiene su origen en la declinación del complejo de Edipo; corresponde a una
intensificación de la represión (que provoca una amnesia que abarca los primeros años), una
transformación de las catexis de objetos en identificaciones con los padres y un desarrollo de
las sublimaciones” (Diccionario de psicoanálisis)
¿Por qué se lo llama “período” de latencia? Porque se trata de una etapa de detención de la
evolución de la sexualidad, o sea que no hay una nueva organización. Aspectos de mayor
visibilidad del período: aprendizaje y segunda socialización.
Desde la perspectiva metapsicológica, el aparato psíquico sufre una transformación, pues se
organiza definitivamente su heterogeneidad. Desde la primera tópica, se estabiliza la
represión primaria, y se consolida la división entre el sistema preconsciente-consciente y
sistema inconsciente; desde la segunda tópica, la transformación psíquica se describe por
medio de la constitución del superyó a partir de la internalización de las figuras parentales,
sus prohibiciones e ideales por medio de las identificaciones. Queda instalada así la
consecuente dinámica entre el yo y sus vasallajes respecto del ello, el superyó y la realidad21.
Puede verse un aumento del interés de los latentes por los sistemas de relaciones de
parentesco, siendo de gran importancia para la constitución subjetiva la posibilidad de
comenzar a historizar su vida (tarea que será central en la adolescencia). La caída de la
omnipotencia paterna permite visualizar al padre como hijo de otro padre -ocupando un lugar
en la cadena generacional-, así como también ubicarlo en una trama de jerarquías. La imagen
idealizada de las figuras parentales queda cuestionada por la comparación de otros, y
aparece la opción de sustitutos: maestros y maestras y compañeros y compañeras de
escuela, como también personajes mediáticos. Estos sustentarán nuevas vinculaciones y
nuevas identificaciones.
El manejo del sistema de las relaciones que liga entre sí a los miembros de su familia
evidencia una nueva lógica y la expansión del pensamiento reflexivo. La acción inmediata
como respuesta a los impulsos se coarta. Aumenta el fantaseo y el pensamiento reflexivo. La
mayor complejización del mundo representacional, la consolidación del proceso secundario y
la sujeción a leyes que regulan el sistema de la lengua permiten la utilización de mecanismos
de procesamiento lógico y el uso de conceptos abstractos. Como consecuencia de ello,
aumentan las posibilidades de procesamiento de la información recibida y se incrementan las
posibilidades de expresión verbal. Por medio del desarrollo del lenguaje, que deja de ser
egocéntrico, los chicos y chicas de estas edades pueden dar cuenta de las justificaciones
lógicas utilizadas para la conexión entre sus ideas. Las posibilidades de discusión, la
comprensión de distintos puntos de vista y valores y la justificación de las propias
afirmaciones, hacen que las interacciones entre pares en el plano de la palabra y del
pensamiento se incrementen.
22
Según el diccionario de psicoanálisis: “Proceso postulado por Freud para explicar ciertas actividades humanas
que aparentemente no guardan relación con la sexualidad, pero que hallarían su energía en la fuerza de la pulsión
sexual. Se dice que la pulsión se sublima, en la medida en que es derivada hacia un nuevo fin, no sexual, y apunta
hacia objetos socialmente valorados” “La pulsión sexual pone a disposición del trabajo cultural cantidades de
fuerza extraordinariamente grandes, en virtud de la particularidad, singularmente marcada en dicha pulsión, de
poder desplazar su fin sin perder en esencia intensidad.” Castoriadis define la sublimación como un proceso de
socialización de la psique, siempre de acuerdo a las exigencias que plantea la sociedad en los distintos momentos
de la historia y en las diferentes culturas.
pulsión sexual ha desplazado su fin sin perder su intensidad, y ahora hay una
expectativa de satisfacción narcisista, de acercarse al ideal del yo a través de la
realización de una tarea relacionada con algo valioso para él. Surge la autoestima.
Represión=mecanismo que implica gasto de energía del yo en contrainvestidura
(como en la formación reactiva).
Sublimación=la energía de la sexualidad infantil se destina a la adquisición y
producción de conocimientos.
5. Inhibición de la meta sexual y mudanza en mociones tiernas.
Predominio de la corriente tierna en las relaciones objetales (con las figuras parentales
y con los pares).
Supone la reafirmación del proceso secundario, la Pensamiento que está compuesto por palabras y
internalización de legalidades y la producción de nuevas relaciones lógicas correspondientes al proceso
simbolizaciones a partir de la realización de acciones secundario, pero guiados por el principio de placer.
específicas. El lenguaje expresa la mayor complejización Buscan la identidad de percepción, por lo que no tienen
del mundo representacional. como finalidad alcanzar la acción específica. Al servicio
del cumplimiento de un deseo.
El juego en la latencia:
● Cambio en la actividad lúdica por la inscripción subjetiva de la ley. Posibilidad intelectual
de comprender que existen diferentes puntos de vista que pueden coordinarse y que todos
los participantes del grupo de juego se encuentran sometidos a una legalidad que los
regula a todos por igual.
● Juegos reglados con roles, cooperación, competitividad y habilidades que se combinan
con el azar. En la latencia temprana, cuando la norma se está internalizando, los chicos
suelen hacer muchas “trampas”. A medida que se consolidan las estructuras, comparten
los juegos incorporando de manera más clara la comprensión de que todos deben
someterse a las mismas leyes, entendidas como fruto de acuerdos y consensos.
● El juego actualmente se encuentra mediado por la tecnología, pero eso no hace que
desaparezcan los juegos tradicionales transmitidos de generación en generación. Los
videojuegos, junto a Internet y los celulares, potenciarían la interacción. Las relaciones
sociales en la infancia se enriquecerían en los intercambios vinculados con la virtualidad,
por ejemplo al compartir acerca de nuevos descubrimientos (trucos para pasar de
pantalla, entre otros), lo que da cuenta del aspecto socializante de esta actividad.
Aportes de Freud
“La ocupación preferida y más intensa del niño es el juego.” Freud toma dos perspectivas
para el análisis del juego infantil:
Aportes de Winnicott
El juego es siempre una experiencia creadora, una forma básica de vida. “El juego es
intrínsecamente excitante y precario24. Esta característica no deriva del despertar de los
instintos, sino de la precariedad de la acción recíproca, en la mente del niño, entre lo que es
23
“El adulto deja, pues, de jugar; aparentemente renuncia a la ganancia de placer que extraía del juego. Pero
quien conozca la vida anímica del hombre sabe que no hay cosa más difícil para él que la renuncia a un placer
que conoció. En verdad, no podemos renunciar a nada; sólo permutamos una cosa por otra; lo que parece ser
una renuncia es en realidad una formación de sustituto o subrogado. Así, el adulto, cuando cesa de jugar, sólo
resigna el apuntalamiento en objetos reales; en vez de jugar, ahora fantasea.”
24
Precariedad: poco estable, que no se mantiene en el tiempo.
subjetivo (casi alucinación) y lo que se percibe de manera objetiva (realidad verdadera o
compartida).” El juego es un complemento del concepto de sublimación, y tiene valor
autocurativo.
Winnicott plantea que el juego se constituye como la primera manifestación de una
experiencia cultural que se desarrolla en un espacio potencial entre el individuo y el ambiente.
En este espacio potencial (“zona de juego”), que no pertenece a la realidad externa ni
tampoco a la interna, el niño reúne objetos o fenómenos de la realidad exterior y los usa al
servicio de expresar un aspecto derivado de su realidad interna o personal. Al jugar, manipula
fenómenos y objetos exteriores al servicio del deseo.
El juego sumerge al niño en un estado afín a la concentración. El jugar se vincula con hacer,
en un intento de dominio de aquello que el niño advierte como exterior. Para dominar lo que
está afuera es preciso hacer cosas, no solo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo.
Jugar es hacer.
El jugar se instituye en un tiempo y un lugar. Ese lugar no es exclusivamente interior o exterior,
pero sí permite generar diversas potencialidades: la creación mágica del mundo donde el niño
encuentra lo que desea, luego los diversos momentos que implican un ir y venir por parte de
la madre hasta que él puede incorporarla en sus juegos y, finalmente, alcanzar la posibilidad
de establecer relaciones grupales.
El juego compromete al cuerpo porque, primeramente, manipula objetos, pero también
porque aparece a veces una excitación corporal, que, si es excesiva, amenaza el juego, y por
tanto el sentimiento del niño de que existe como persona.
El jugar se origina en la confianza en el vínculo con la madre, donde el juego se ubica en el
espacio potencial entre ellos dos. Se inicia estando el bebé en un estado de dependencia
relativa, y dando por sentada la función materna. El lugar del juego supone la existencia de
un espacio potencial entre el bebé y la madre. El ambiente facilitador que conforman la madre,
el padre y el entorno social permite que el niño realice el pasaje de la dependencia hacia su
autonomía. De esta forma, el desarrollo del niño se irá complejizando, ya que este ampliará
su espacio social e incrementará las posibilidades de inclusión de nuevos aspectos que la
sociedad propone.
Aportes de Paolicchi
El juego constituye para el niño un elemento vital, pues le permite conocer el mundo,
interrelacionarse con otros, y canalizar deseos y frustraciones. El juego transforma hechos,
objetos y relaciones y le permite descubrir mediante sus exploraciones el mundo físico y
simbólico que lo rodea, así como resolver las situaciones problemáticas que se le presentan,
además de que le ofrecerá pautas para afrontar situaciones del contexto en el que se
encuentra. Le permite al niño aprender destrezas observando a otros, practicando y
explorando; y estos aprendizajes adquiridos podrán aplicarse a situaciones no lúdicas.
La actividad lúdica del niño implica un acto creativo que se desarrolla en un continuo espacial
y temporal, el cual debe estar protegido para que pueda presentarse de forma espontánea y
mantener su carácter elaborativo. Por medio de esta actividad el niño comienza los vínculos
con la madre, el padre y el resto de los miembros de su entorno. Ellos estimulan su capacidad
de creación, la que posee desde sus comienzos, aquella que posibilita el desarrollo y de la
que dependen sus primeras experiencias vitales.
Autonomía y juego.
La aparición del juego es solidaria con los diferentes momentos de complejización intelectual
(logros vinculados al crecimiento, la maduración y el desarrollo), lo que quiere decir que se
irán produciendo variaciones en sus modalidades expresivas, en los materiales utilizados, en
los lugares donde se realiza y en las personas con quienes juega. También esta variación se
explica por la complejización de sus espacios sociales extrafamiliares.
Es posible señalar algunos hitos de interés en el devenir del pre-lúdico, que dan cuenta de
las complejizaciones que se van sucediendo en el proceso del logro de la progresiva
autonomía del niño:
1. Dependencia absoluta. En la relación inicial fusional entre madre e hijo, el universo de
cuidados maternos es la única fuente de placer del hijo. La presencia materna y sus
cuidados se convierten en el equivalente del placer25.
2. Cuando está despierto y su madre no se encuentra presente la madre, los otros
auxiliares desarrollan una serie de actividades de placer que tienen valor sustituto,
experiencias que reducen parcialmente las tensiones de desagrado. Estas actividades
son, según Gutton, actividades prelúdicas, y buscan procurar al niño un placer que
sustituya al de la madre en su ausencia. La significación de las acciones del niño toma
lugar como algo lúdico, aunque no lo sea aún.
3. Autoerotismo. Cuando crece, el binomio niño-madre se sustituye por el binomio
niño-cuerpo del niño: comienza la actividad autoerótica para reemplazar a la madre
en sí mismo. Actividad autoerótica, pre-lúdica, juego y simbolización siguen diverso
desarrollo en la constitución subjetiva.
4. Pre-juguete. A los tres meses, aparece la sonrisa social (Spitz), que es una respuesta
al entorno, una actividad pre-lúdica, o sea, que antecedente del juego (Gutton).
Aparece el pre-objeto y/o el pre-juguete26 como sustitutos maternos; le permiten al
niño apartarse de su propio cuerpo, del autoerotismo27. En esta etapa, encontramos
juegos con el rostro humano: desaparecer-aparecer, abrir-cerrar los ojos. No es juego
en sentido estricto, pero son las primeras secuencias reiteradas que tejen una red de
representaciones que conducirán al procesamiento de la angustia provocada por la
ausencia de la madre.
25
Las manifestaciones del bebé (gorjeos, movimientos) son para la madre índices de múltiples sentidos para que
acuda a sus cuidados. El adulto tiene la función de la codificación de lo sensible (Bleichmar) (dependencia absoluta
de Winnicott).
26
“El prejuguete es dado por la madre, como sustitutivo parcial o total de su cuerpo; permite al niño asumir su
ausencia abriendo el mundo a su curiosidad. El prejuguete es otra llamada a la madre por su material y por los
sonidos que acompañan a su manipulación” (Gutton).
27
Así, la tensión de displacer del bebé puede ser resuelta por tres tipos de actividad: cuidados maternales, el
prejuguete (objeto privilegiado que va sustituyendo el cuerpo de la madre) y la actividad autoerótica.
5. Aproximadamente en el octavo mes aparece la angustia ante el rostro extraño (Spitz),
donde el niño privilegia el rostro materno entre todos los rostros (los demás son fuente
de angustia). Así, el rostro materno figura como un pre-objeto, un pre-juguete. De este
modo, se establece un vínculo indisoluble entre este y la madre, que puede
desajustarse si existe un excesivo tiempo de separación o no hay tal disponibilidad
materna. Si eso ocurre, el niño puede regresar a las actividades autoeróticas, sufrir
disfunciones orgánicas o renunciar a la actividad pre-lúdica. Sólo puede desplazar a
cualquier objeto del entorno el interés que tiene por su madre, si ella o quien cumple
su función, está presente y se interesa por todo aquello con lo cual se relaciona el
niño, mientras rodea a su cuerpo con cuidados privilegiados.
6. Objeto transicional. A los 12 meses, la profusa manipulación de objetos del mundo da
cuenta del nuevo desplazamiento del interés del niño. Es la madre quien acerca un
objeto al niño y acompaña su afición al mismo; en esa acción, al tiempo que ella se
ausenta, el niño continúa adquiriendo cierta autonomía. Se introduce un tercer
elemento a la díada, un otro en la relación: aparece el objeto transicional. El objeto
transicional no simboliza al objeto de amor ausente, solo tiene la función de desmentir
su ausencia a través de su valor indical, pero permite atrapar los sentidos del cuidado
materno e iniciar el proceso de simbolización. La función materna consistirá también
en habilitar la pérdida del goce transitorio de la desmentida (para dar lugar a la pérdida
del objeto transicional).
7. Juego (actividad simbólica). A los 2 años ya podemos encontrar actividad lúdica, con
un yo regido por el principio de realidad y separado del objeto, acompañado de un
enriquecimiento intelectual. Con la diferenciación entre realidad psíquica y externa,
accede a la simbolización (de lo ausente); ahora es capaz de transformar el objeto
natural en objeto simbólico. La constitución del sujeto es solidaria con la pérdida del
objeto, que se procesa mediante el juego. Jugando, el niño vivencia, recrea y alterna
las categorías ausencia-presencia. Si las actividades prelúdicas reemplazan las
excitaciones derivadas de la madre, las actividades lúdicas escenifican totalmente la
relación madre-hijo. El proceso normal de separación-individuación ocurre dentro del
marco de la preparación del desarrollo del niño para el placer en el funcionamiento
independiente y separado de su madre. Este surgimiento lúdico viene acompañado
de una división intersistémica (inconsciente-preconsciente-consciente).
Un niño que juega da a conocer su mundo interno. Aparece el juego del carretel, en
donde pueden verse los esfuerzos de dominio del niño, que trae nuevamente hacia sí
el carretel mediante manipulación. El niño es actor de la escena vivida previamente
como pasiva, y representa en el juego su relación pasada y presente con la madre. El
trabajo de juego permite simbolizar la pérdida, que tiene importancia en la constitución
subjetiva. La ausencia de lo displacentero, seguida por el placer de la simbolización,
permite elaborar la pérdida. “Las ilusiones de omnipotencia, de completud, de
inmortalidad, van cediendo lugar a nuevas articulaciones fantasmáticas que hablan
del trabajo de elaboración de las frustraciones y privaciones” (Paolicchi)
El inicio de la escolaridad marca de una manera particular la actividad lúdica, pues adquieren
importancia los aspectos intelectuales. Las letras y los números se transforman en juguetes.
Hay una mayor discriminación entre lo real y lo fantaseado. Con el advenimiento de la
pubertad y la adolescencia hay un abandono progresivo y paulatino de los juguetes y juegos
de la infancia y aparece el mundo de la fantasía.
Aportes de Mahler
Margaret Mahler formula el origen simbiótico de la condición humana. Este va seguido de un proceso
de separación-individuación a lo largo del cual el infante estructura su psiquismo y adquiere
identidad. Mahler postuló momentos consecutivos del psiquismo a los que denominó fases, que son
construcciones genéticas referidas al desarrollo de las relaciones objetales, en las que se toma en
cuenta también la maduración neurobiológica.
1. Fase presimbiótica o de autismo normal. Los humanos requieren de cuidados maternos que
son como una matriz extrauterina. La dependencia es extrema. Gradualmente, el recién
nacido irá adquiriendo la noción de que él mismo no puede proveer la satisfacción de sus
necesidades, sino que esta proviene de un Otro. Diferenciación rudimentaria del yo, pero,
en la organización intrapsíquica del bebé, él y su madre constituyen una unidad dual dentro
de un límite unitario común.
2. Fase de separación-individuación. Alrededor del cuarto mes, el bebé comienza a diferenciar
su propio sí-mismo de su madre, comienza a separarse de la unidad dual simbiótica. El
juego ofrecerá la alternativa de elaboración de una cantidad de agresión que, de no ser
ligada, invadirá al yo, dejándolo inerme frente a su propia capacidad de destrucción.
Discriminación enter el mundo interno y externo. Se establece con la disponibilidad física de
la madre y, para un desarrollo óptimo, con una disponibilidad emocional. La ansiedad de
separación, en un proceso normal, se presenta disminuida por el predominio del placer en
el funcionamiento separado.
TEÓRICO 21: Período de las operaciones concretas.
La construcción y descentración cognoscitivas son necesarias para elaborar las operaciones,
y son inseparables de construcción y descentración afectiva y social. Las operaciones
implican una posibilidad de intercambio, de coordinación individual e interindividual; y ese
aspecto cooperativo constituye una condición de la objetividad de la coherencia interna
(equilibrio) y de la universalidad de esas estructuras operatorias.
Descentración
En el pensamiento
Para el pasaje del periodo preoperatorio al periodo del operatorio concreto ocurrió una
descentración en el pensamiento de las propias percepciones y acciones, para lograr la
construcción de las operaciones transitivas, asociativas y reversibles, y convertir ese
egocentrismo en un sistema de relaciones y clases descentradas en relación al yo. En este
periodo se ubica un punto de inflexión importante en el desarrollo cognitivo infantil, pues el
niño comienza a utilizar el pensamiento lógico y no extraer sus conclusiones únicamente por
los datos perceptibles. Los avances cognitivos acontecidos en este periodo le permiten tomar
en cuenta múltiples variables simultáneamente y no solo una por vez.
Hay un pase de un equilibrio progresivo (pensamiento intuitivo) a uno móvil. El equilibrio móvil
caracteriza al agrupamiento, donde la descentración se hace sistemática: coordina todos los
puntos de vista. La agrupación realiza el equilibrio entre la asimilación de las cosas a la acción
del sujeto y la acomodación de los esquemas subjetivos a las modificaciones de las cosas.
“Lo propio del equilibrio móvil que caracteriza al agrupamiento es que la descentración, ya
preparada por las regulaciones y articulaciones progresivas de la intuición, se hace
bruscamente sistemática al alcanzar su límite; el pensamiento ya no se apega, entonces, a
los estados particulares del objeto, sino que se ciñe a seguir las transformaciones sucesivas,
según todos los rodeos y vueltas posibles; y ya no procede desde un punto de vista particular
del sujeto, sino que coordina todos los puntos de vista distintos en un sistema de
reciprocidades objetivas.” (Piaget)
Aparece el concepto, que es el elemento básico del pensamiento que posibilita el
conocimiento abstracto y general de los objetos y fenómenos del mundo. Refiere al conjunto
de los caracteres abstractos y generales que permiten categorizar, organizar y sistematizar
las vivencias con el mundo externo e interno.
En el ámbito interindividual
La afectividad, primero centrada sobre los complejos familiares, amplía su gama a medida de
la multiplicación de las relaciones sociales; y los sentimientos morales, unidos primeros una
autoridad sagrada, pero que, como exterior, no logra alcanzar sino una obediencia relativa,
evolucionan en el sentido de un respeto mutuo y de una reciprocidad cuyos efectos de
descentración son, en nuestras sociedades, más profundos y duraderos28. Se constituyen
regulaciones cuya forma final de equilibrio es la voluntad.
28
Evolución en el ámbito afectivo: el objeto afectivo senso-motor no es sino un objeto de contacto directo, que
puede volverse a encontrar en caso de separación momentánea, pero que no es evocable durante esas
separaciones. Con la imagen mental, la memoria de evocación, el juego simbólico y el lenguaje, el objeto afectivo,
por el contrario, está siempre presente y siempre actúa, incluso en su ausencia física; y este hecho fundamental
entraña la formación de nuevos afectos, bajo la forma de simpatías o de antipatías duraderas, en lo que concierne
a los otros, y de una consciencia o de una valorización duraderas de sí, en lo que concierne al yo.
Así, en el aspecto social puede verse un proceso interindividual de socialización, juegos de
reglas y acciones en común29. Con ello, aparece el respeto mutuo, en donde los individuos
se atribuyen mutuamente un valor personal equivalente, sin limitarse a valorizar tal o cual de
sus acciones particulares. Esta reciprocidad deriva en reglas consensuadas comunes
(pueden jugar todos juntos juegos de reglas). Los sujetos son concebidos como exteriores y
análogos al yo. También el intercambio verbal es más amplio, por la transmisión educativa,
cultural y/o moral.
El juego, ámbito de interferencia entre los intereses cognoscitivos y afectivos, se inicia durante
el subperíodo de dos a siete-ocho años por un apogeo del juego simbólico, que es una
asimilación de lo real al yo y a sus deseos, para evolucionar en seguida hacia los juegos de
construcción y de reglas, que señalan una objetivación del símbolo y una socialización del yo.
Operaciones
Aparece la noción de conservación, que de aquí en más funcionará como un invariante en el
pensamiento. Se trata de la comprensión de que un objeto permanece igual a pesar de los
cambios superficiales de su forma o aspecto físico30. El esquema o noción de objeto
permanente es el invariante del grupo práctico de desplazamientos; la noción de conservación
de las transformaciones operatorias.
A partir del momento en que una acción interiorizada queda subsumida y coordinada en un
todo simultáneo, con su inversa o su recíproca, esta acción interiorizada genera una nueva
estructura, de aquí en más, estable. Una operación es una transformación reversible que
constituye un sistema. Y se denominan en este momento “concretas” porque afectan
directamente a los objetos, y no a hipótesis enunciadas (abstracciones). Además de la
descentración, las operaciones concretas tienen la característica de la reversibilidad, que
implica poder concebir un retorno al punto de partida por inversión (negativa) o por
reciprocidad (compensación). Estas operaciones se coordinan ya en estructuras de conjunto,
que son pobres y proceden progresivamente a falta de combinaciones generalizadas.
Tipos de operación:
● Clasificación. Reunir objetos de acuerdo a sus semejanzas y establecer relaciones de
pertenencia entre los objetos y los conjuntos en que están incluidos.
En el preoperatorio, vemos anticipaciones con colecciones:
○ Colecciones figurales. Disponen los objetos de modo tal de armar una figura que les
sea familiar.
○ Colecciones no figurativas. Pequeños conjuntos sin forma espacial
● Seriación. Ordenar elementos en progresión lógica, de modo sistemático, según sus
dimensiones crecientes o decrecientes.
En el preoperatorio, vemos anticipaciones en la seriación:
○ Parejas o pequeños conjuntos incoordinables entre sí, en donde reúne cualquiera
con cualquiera.
○ Tanteos empíricos (regulaciones semi-reversibles), donde compara de a pares.
● Número. Sabe que al contar y pasar de un número al siguiente, va a haber una adición y no
la repetición de una orden verbal. Es una síntesis de la clasificación y la seriación.
29
Se construyen nuevos sentimientos sociales y morales (honestidad, moral de cooperación, camaradería y
justicia), y hay un desarrollo en relación con las reglas (autonomía personal) y el sentido de la justicia (justicia
retributiva, tiene en cuenta las intenciones y las circunstancias de cada uno más que la materialidad de las
acciones; equidad).
30
Argumentos de la conservación: “No se ha quitado ni añadido nada” (identidades simples o aditivas), “Puede
volvérsela de B a A, como estaba antes” (reversibilidad por inversión) o “Está más alta, pero el vaso es más
estrecho, lo que da igual” (compensación o reversibildad por reciprocidad de las relaciones).
Teórico 22: Lenguaje.
Pérez Pereira plantea que el lenguaje es la facultad más típica de la especie humana.
“Cualquier humano que no tenga dañadas sus facultades es capaz de aprender a hablar
simplemente por el hecho de estar en interacción con otros seres humanos y sin necesidad
de un entrenamiento específico.” (Pérez Pereira) No hay otra especie que haya desarrollado
por sí misma un sistema de comunicación y simbólico tan complejo.
Aprender a hablar exige del niño expresar contenidos en formas lingüísticas convencionales
y de manera adecuada al contexto.
31
Su repertorio de fonemas es muy limitado, lo que da como resultado en muchos casos una manifiesta
transformación de la palabra modelo adulta.
8. A partir de los 18 meses se complejizan las producciones. Ya son capaces de producir
casi la totalidad de las consonantes y combinaciones de consonantes y vocales, con la
excepción de unas pocas consonantes aisladas y algunos grupos de consonantes y
diptongos.
9. A los 2 años desciende la simplificación.
10. A los 4 años se producen avances importantes en la conjugación verbal
(morfofonológico).
11. A los 5-6 años comienza el desarrollo metafonológico, que se refiere al conocimiento
de cambios en los sonidos, al conocimiento consciente sobre la fonología. Tiene
relevancia en el aprendizaje de la lengua escrita.
12. A los 10 años se presentan avances en las variaciones de la entonación y comprensión
de tonos como ironía, decepción y entusiasmo.
32
Formación de las redes jerárquicas de significados complejos: 1) Aprendizaje de las palabras: proceso en
contextos discursivos que ayudan a interpretar su significado. 2) El contexto lingüístico y social permite realizar
inferencias acerca de la intención del hablante. 3) Establecemos interacciones o formas de hablar que favorece
la comprensión. 4) Guías basadas en disposición cognitiva para procesar información: principio, estrategias,
restricciones. Lugar de la palabra en la oración.
como adquisición de los adjetivos dimensionales (pequeño-grande) y adquisición de los
verbos.
La moral
33
Los contenidos referidos a la educación en valores y a la formación de la persona, del ciudadano y de las
relaciones interpersonales, han aparecido como una necesidad educativa y han dado lugar a una serie de muy
valiosas propuestas que se plantean como objetivo no sólo la elaboración de juicios morales autónomos, sino
también la construcción de una visión crítica sobre el funcionamiento de la sociedad y el sentido de las
convenciones sociales, y una visión madura acerca de las conductas que dependen de la libre decisión de las
personas.
mente (ToM). No es consistente creer que el problema de la adopción de perspectivas
se limita a las experiencias visuales o espaciales; es particularmente relevante la
consideración de cómo evoluciona la comprensión de los pensamientos y de las
emociones de otros. Esta comprensión se extiende desde el ámbito cognitivo al ámbito
de las emociones (en un contexto de intencionalidad)34.
■ A los 4 años aparece una clara distinción entre los contenidos de los estados
mentales propios y ajenos, con la limitación acerca del contenido de los mismos
(saben que el otro piensan distinto, pero no lo que piensa). Aparece la teoría de la
mente, pero aún no pueden concebir al pensamiento como un flujo continuo de
actividad mental interna, ni son capaces de hacer suposiciones verosímiles sobre
el contenido mental de otra persona en un momento determinado, incluso si en la
situación hay suficientes claves para imaginarlo.
■ A partir de los 7-8 años estas limitaciones empiezan a desaparecer, habiendo una
conciencia creciente tanto de la existencia de pensamientos en otras personas,
cuanto de sus posibles contenidos en función de las circunstancias, pero los
contenidos son aún en función a sus propias circunstancias. A partir de estas
edades, niños y niñas son también más capaces de dar cuenta de sus propios
procesos de pensamiento.
■ A los 12 años se inicia la consideración del tipo “pienso que el otro piensa que yo…”
○ Emociones ambivalentes.
■ Antes de los 6 años el niño niega la existencia de este tipo de emociones, no puede
contemplar la idea de estar feliz y triste al mismo tiempo.
■ A los 6-7 años acepta esto, pero si se dan en forma sucesiva (PO).
■ A los 8-9 años acepta dos emociones diferentes, pero son atribuidas a diferentes
causas o situaciones.
■ Desde los 10 años admite la presencia de dos emociones causadas por el mismo
motivo.
○ Empatía. Es la capacidad para darse cuenta de la emoción que alguien está
experimentando y para participar de su vivencia. Se sitúa en el entrecruce de la
comprensión y el afecto. Se desarrolla desde edades precoces (p.e. un bebé llora si
escucha llorar a otro bebé). El progreso de esta capacidad consta en darse cuenta de los
sentimientos que el otro experimenta y poder situarse a sí mismo en ellos.
Relaciones interpersonales.
○ Relaciones horizontales (amistad).
■ Desde los 5 a los 8 años, la concepción de la amistad está basada en la ayuda y
apoyo unidireccional.
■ Desde los 8 años, la noción de amistad se relaciona con la reciprocidad como
componente esencial. La reciprocidad y la bidireccionalidad es el concepto básico
de la amistad. También aparecen referencias a la compatibilidad psicológica.
34
Al contrario de lo que ocurría con las emociones más simples comprendidas en los años anteriores (alegría,
tristeza...), las que niños y niñas de más de 6-7 años pueden comprender no pueden ser identificadas
habitualmente sólo a través de la expresión facial: una cara puede indicar felicidad, pero no hay una expresión
facial inequívoca para el orgullo o la culpabilidad. En las edades que ahora nos interesan serán, pues, necesarias
herramientas más complejas: capacidad de inferencia a partir de esquemas elaborados en torno a situaciones
parecidas, capacidad creciente para ponerse en el lugar de las personas que pasan por ellas, habilidad para
imaginarlas o imaginarse a sí mismos en dichas situaciones, desarrollo de las nociones sociales.
■ Desde los 10-11 años estos componentes de bidireccionalidad y reciprocidad se
extienden al intercambio mutuo de pensamientos, sentimientos, secretos. Los
amigos son ahora quienes además se ayudan y apoyan ante los problemas
psicológicos y se demuestran lealtad a pesar de eventuales disputas.
○ Relaciones verticales (autoridad).
■ Entre los 6 y los 9 años, la autoridad es concebida como consecuencia del poder
físico y social, con variaciones y en progreso hacia la reciprocidad y el intercambio.
■ Desde los 10 años, la noción de autoridad no depende de la capacidad de
imponerse física o socialmente, sino que es derivada de las cualidades personales
tales como la capacidad de liderazgo, conocimiento, función. La autoridad ha
perdido ya el matiz de omnipotencia para adquirir un poder relativo y restringido.
Teórico 25: vulnerabilidad.
La noción de vulnerabilidad alude, en términos generales, a la falta de garantías, a la
fragilidad, a las dificultades que se presentan para sostenerse a sí mismo o a otro, de allí la
importancia que se otorga a la existencia de relaciones interpersonales que garanticen la
función de sostén. Es una cuestión que puede abordarse tanto desde perspectivas sociales,
en tanto trama que integra y otorga un lugar social, como psicoanalíticas, en cuanto a vínculos
que generan las condiciones de empatía y de sostén para la construcción del psiquismo
humano. La articulación de ambas perspectivas permite pensar y reflexionar acerca del cruce
de lo individual y lo comunitario, de lo intrapsíquico y lo intersubjetivo.
Perspectiva social.
Aportes de Castel.
Castel escribe desde la realidad de los países centrales, y analiza los procesos a través de
los cuales un sector social, una familia o un individuo puede llegar a quedar excluido
socialmente. Desnaturaliza la cuestión de la desigualdad social postulando que las
situaciones de marginalidad o desafiliación se explican por procesos de expulsión que son
propios de determinados modos de funcionamiento de la sociedad. Explica las situaciones de
marginalidad como producto de procesos de desvinculación en relación a ambos ejes que,
además, suelen superponerse. Explica las situaciones de marginalidad como producto de
procesos de desvinculación en relación a ambos ejes que, además, suelen superponerse.
Para definir una situación de vulnerabilidad, el autor toma en cuenta la posición de los sujetos
en relación a dos ejes: integración a través del trabajo e inscripción relacional que logran los
sujetos (vínculos familiares y sociales). A partir de estos ejes, define las zonas en las que un
sujeto, familia o comunidad puede estar ubicado:
■ Zona de integración: caracterizada por trabajo estable e inserción relacional fuerte.
■ Zona de vulnerabilidad: caracterizada por trabajo precario y fragilidad relacional.
■ Zona de desafiliación o marginalidad: caracterizada por desocupación laboral y
aislamiento social.
Aportes de Sennett.
Sennett presenta la noción de “fatiga de la compasión”, con la que explica la naturalización
con la que se toman las situaciones de desigualdad y marginalidad en la vida cotidiana.
Plantea que la “fatiga” sería un mecanismo defensivo frente a la impotencia que genera el
sufrimiento y dolor de los otros. Se llega así a la deshumanización del semejante, siendo que
el que sufre no es mirado como sujeto humano.
Aportes de Rosanvallon
Atento a un crecimiento extraordinario y una mundialización de las desigualdades, postula
que para la vida en sociedad es necesario no sólo la redistribución de bienes económicos
sino también el ejercicio de la solidaridad, lo cual requiere del sentimiento de pertenecer a un
mundo en común. Plantea la necesidad no solo de una distribución más justa de la riqueza,
sino de la solidaridad y el lazo social. Propone tres principios para el mejor funcionamiento
social: singularidad (reconocimiento de las diferencias), reciprocidad (vigencia de las mismas
reglas de juego para todos) y comunalidad (construcción de espacios comunes). Para este
autor, en la actualidad falta un mundo en común: la sociedad es un conjunto de individuos
que no encuentra la forma de componer comunalidad
Perspectiva psicoanalítica
Aportes de Freud.
Freud propone el término “desvalimiento” en relación a la condición del ser humano en sus
primeros tiempos, en donde necesita del auxilio ajeno para sostenerse con vida y
desarrollarse, pues el lactante no puede ejercer la acción específica para eliminar la tensión.
Es en este escenario de dependencia fundante en donde se va constituyendo el psiquismo35,
en un escenario intersubjetivo signado por el posicionamiento asimétrico del adulto que
sostiene al infante.
A este respecto, Giberti entiende que la condición de vulnerabilidad “se expresa entonces
como una imposibilidad de defensa frente a los hechos traumatizantes o dañinos, debido a la
insuficiencia de recursos psicológicos defensivos personales, y/o merced a la ausencia de
apoyo externo, además de una incapacidad o inhabilidad para adaptarse a un nuevo
escenario generado por los efectos de la situación riesgosa o peligrosa”. El vínculo
niño-madre es imprescindible para la constitución subjetiva del niño. A su vez, es necesario
que este vínculo sea sostenido desde la cercanía y la intimidad por un grupo humano que lo
contenga, y que este se encuentre a su vez apuntalado por la sociedad en la que está inserto
Se requiere una pertenencia sólida al entramado social para que los recursos simbólicos -los
únicos válidos para la tarea psíquica primordial de elaborar lo cuantitativo- se constituyan y
se transmitan a las nuevas generaciones.
Cuando estos procesos se ven alterados, la realidad social pesa negativamente y el trabajo
de cualificación de los estímulos y por lo tanto también el de la simbolización, se ven
empobrecidos.
35
Silvia Bleichmar plantea que el sujeto necesita para constituirse del sostén identitario que le brinda la
pertenencia a un grupo a partir de la renuncia de las pulsiones libidinales y hostiles. La falta de dicho sostén en
los procesos de constitución psíquica y la ausencia de empatía en los vínculos produce daños no sólo en la propia
subjetividad sino también en la construcción de la noción de semejante. Sin ello es difícil articular los intercambios
entre los sujetos en un marco de respeto y reconocimiento del otro como semejante y diferente.
Aportes de Hugo Bleichmar.
Hace una distinción entre la impotencia y el desvalimiento. Mientras que la impotencia alude
al estado de tensión de la necesidad que experimenta el lactante y no puede resolver, el
desvalimiento es un estado que se siente al no recibir la ayuda del auxiliar ajeno para salir de
esa impotencia. Así, esto puede explicar que un sujeto enfrentado a situaciones de cambio o
riesgo inéditas se sienta impotente, con posibilidad de caer en el desvalimiento. Para no caer
en él, debe surgir el lazo social con las personas e instituciones, para que lo ayuden a
sostenerse y que éste pueda adquirir estrategias de afrontamiento.
No obstante, en las crisis sociales los sujetos están expuestos a condiciones de privación,
que pueden volver difícil contar con recursos para responder a una situación que resulta
amenazante. Allí, puede predominar la vivencia de impotencia e instalarse el estado de
desvalimiento36. Es importante que se encuentre el apoyo necesario, que brinde soporte y
recursos simbólicos para producir respuestas innovadoras para enfrentar las crisis (si no hay
simbolización, se pasa al acto).
Por esto se destaca la necesidad de redes sociales y de políticas de Estado que puedan
garantizar que las familias accedan a los bienes básicos de subsistencia y sus niños gocen
del ejercicio de los derechos humanos fundamentales para su desarrollo.
Aportes de Lewcowicz.
La vulnerabilidad en los adultos puede tener efectos en la constitución psíquica de los
infantes. Retomando la idea de la importancia del adulto en su función de auxiliar y sostén,
plantea el estado de vulnerabilidad que pueden experimentar los niños y niñas al cuidado de
“adultos fragilizados”, que no pueden sostener ni contener a sus hijos o hijas, perdiéndose la
necesaria asimetría de crianza. Una manera particular de evidenciarse la ausencia del adulto
y su función de sostén se da cuando niños y niñas aún necesitados del cuidado de los adultos
permanecen solos muchas horas en el lugar, posicionándose en situaciones de soledad y
riesgo37. Esta situación de permanencia de niños solos en sus hogares puede dar lugar a la
sustitución momentánea de las figuras parentales de cuidado por formas de organización
entre vecinos o instituciones comunitarias, que generan redes e involucran diversos
referentes sociales.
36
Sus manifestaciones pueden ser cuadros orgánicos graves, violencia, adicciones.
37
Ragatke y Toporosi reflexionan acerca de los efectos negativos que esta circunstancia podría tener en la
capacidad de estos para disfrutar de estar solos y contar con recursos necesarios para la actividad más autónoma.
38
Consecuencias de un niño que no está en condiciones de afrontar la soledad: accidentes, sobreadaptación
(esfuerzo del niño por realizar acciones que psíquicamente aún no podría realizar) y dificultad de controlar los
impulsos.
Teórico 25: La subjetividad en riesgo.
Constitución psíquica y producción de subjetividad no son lo mismo.
“Los problemas de la oralidad, de la narración y de la comunicación no verbal (mediatizados
o no por la electrónica) están, en sí y en sus conflictos y relaciones con la escritura y la
argumentación, en el centro de los procesos de construcción de sentido de nuestra cultura. Y
esto no es ajeno al modelo cognitivo que impulsó esa modernidad, hoy en crisis y deterioro.”
“Es indudable que estamos ante producciones de nuestro tiempo que no dan cuenta del futuro
real sino de los modos subjetivizados con los cuales aún aquellos que pueden pensar lo
impensable lo imaginarizan. Pero expresan las preocupaciones y soluciones de nuestro
tiempo, y en esto son representativas de la permanencia, en el interior de la tecnología, de
las formas de concebir lo humano en el campo abierto del pensamiento actual.”
“Una digresión necesaria: una de las características más brutales del mundo actual es una
coexistencia de tiempos en la cual se yuxtaponen modos diversos de confrontación con la
realidad.”
“Aún quienes no participan directamente de la ciencia y la tecnología actuales sufren sus
efectos; grandes sectores de la humanidad, marginados de la tecnología de punta, padecen
las consecuencias de su avance sin gozar sus beneficios (cuando estos grupos ejercen
modos de enfrentamiento supuestamente caducos se les cuestiona su desactualización,
exigiéndoles que sean nuestros contemporáneos, aunque sea, en ese aspecto). Pero existen
los niños y adolescentes de fin de siglo. Aquellos que participan del modo de vida,
preocupaciones y aspiraciones, adquisiciones tecnológicas y cambios de registro ideológico
efecto de mutaciones sufridas a lo largo del siglo.”
“En tal sentido, cada nuevo cambio tecnológico será reprocesado en el interior de un aparato
psíquico donde los tiempos anteriores coexisten porque están inscriptos los modos
vivenciales de percepción de la realidad de las generaciones anteriores. Los enigmas no se
constituyen, en la infancia, respecto a una supuesta realidad sustancial, sino a sus complejos
entramados deseantes respecto al engendramiento.”
“¿Ha cambiado la informática los modos de vínculo con la realidad? Hasta ahora, lo que
percibimos en los niños y adolescentes atravesados por ella es que capturan de modo
distinto, inmediato, las posibilidades de una imagen en la cual la narrativa clásica no tiene
cabida.” “se atiene menos al relato que a la imagen, articula secuencias y construye sentidos.
Pero construye sentidos, y esto es algo que ninguna red neuronal puede variar en el ser
humano. Aun cuando conectemos a un niño o a un joven a miles de canales simultáneos de
información que le permitan acceder a una información insospechada hasta hace algunos
años, lo esencial desde el punto de vista que nos ocupa, es que seguirá guiando su búsqueda
por preocupaciones singulares que no son reductibles a la información obtenida, y que
procesará ésta bajo los modos particulares que su subjetividad imponga.”
Mientras los seres humanos sigan existiendo sus enigmas recaerán siempre sobre las
mismas cuestiones: sexo, muerte, origen. La constitución subjetiva no cambia por los modos
de vinculación nuevos impulsados por las nuevas tecnologías. “Hablo del hombre tal-: como
ha sido dado hasta ahora, vale decir, como desprendimiento carnal y amoroso de otro ser
humano. El sentido de su existencia ño está previsto sino como contigüidad, enlace amoroso,
pasión -en todo el sentido del término, aún el religioso. No me es dado hablar de productos
con características corporales humanas destinadas a otro fin que no sea este absurdo a-
funcional que es la existencia misma. De esta cuestión deriva el surgimiento de la subjetividad
tal como la conocemos. Tanto el residuo inconsciente que de ella se estructura, como aquella
que remite a la problemática del yo. Rota la ilusión de un sujeto unido y homogéneo, el yo,
en tanto residuo identificatorio -vale decir de las recomposiciones metabólicas de las acciones
y significaciones deseantes del otro-, opera como una suerte de fijación de la imagen virtual
que garantiza la permanencia del sujeto en el interior de un campo que no es menos ilusorio
que real.”