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Sin duda resulta estimulante la búsqueda de una posible definición de lo que Nicanor Parra
aventura, el individuo se topa con un mundo repleto de trampas y, sobre todo, paradojas
antipoesía: a través de entrevistas —en las que uno debe andar con cuidado—, antipoemas,
desde una perspectiva bastante simple: un antipoema no es más que un poema, por lo que
una forma peculiar, una vertiente diferente, de la poesía moderna: otro rostro, un rostro
nuevo.
Se tiene la idea de que antipoesía significa la negación del poema, es decir, que un
según lo concibe Walter Benjamin (34), por lo tanto será distinto: los hallazgos del
antipoesía busca señalar una igualdad con el otro y comunicar una angustia.
significa lo opuesto o lo contrario. También indica una lucha contra y una protección
contra. Antipoesía, desde este punto de vista, es lo contrario a la poesía y una lucha contra
cuestionarse ¿qué será esa poesía contraria?, ¿qué es lo que vuelve a un poema puro?
Sin embargo, Pablo Neruda en “Sobre una poesía sin pureza”, especie de manifiesto o
poética, adjudica que la poesía se ha purificado tanto que ha perdido su carácter humano:
La poesía pura es asunto de los dioses, apolínea, inmaculada. La poesía impura, dionisíaca,
externa; dignifica las cuestiones del cuerpo, sus deyecciones y sus sentimientos; el devenir
del tiempo. En fin, la poesía sin pureza será una (anti) poesía netamente humana y popular.
En “Poetas de claridad” Parra confiesa que un antipoema “no es otra cosa que el
poema tradicional enriquecido con la savia surrealista” y añade que “debe ser resuelto
desde el punto de vista psicológico y social del país y del continente al que pertenecemos
para que pueda ser considerado como un ideal poético” (1958: 46-48). La antipoesía, desde
esta perspectiva, es entonces un poema enriquecido por la tradición y por esa “savia”
surrealista que fluye de la vanguardia. El antipoema debe ser comprendido desde un punto
de vista psicológico y social, tomando en cuenta el espacio donde el lector está, para así
encontrar su “ideal poético”. O en otras palabras, el “ideal poético” del antipoema está en la
relación del presente, del momento y sus circunstancias, con una tradición y un rechazo de
la tradición. Y como bien comenta el antes citado Ibáñez-Langlois, esta definición de Parra
busca
Con base en este punto de vista, la antipoesía rechaza el hermetismo y el artificio surrealista
con el receptor. Y si bien el antipoeta es agresivo con el lector, lo cierto es que los une un
lenguaje común, sin oscuridad ni laberintos superficiales. Esta poesía se relaciona, en fin,
con la poesía surrealista española en cuanto al rescate del humor y el juego, de la tradición
popular, representados por Rafael Alberti y Federico García Lorca. Asimismo, Ibáñez-
Claro está que el lenguaje poético tiende a renovarse, a buscar nuevas expresiones, y el
nacimiento de la antipoesía, que ha estado desde siempre pero que no había sido
hastío de la forma predominante. Así pues Nicanor Parra representaría un aire fresco, vital,
Rubén Darío, entre otros. Y lo cierto es que Parra no rechaza su influencia, pero no busca la
se detiene sólo en la literatura hispanoamericana, sino que el antipoeta lee a Kafka y ve las
Qué es un antipoeta:
Un comerciante en urnas y ataúdes?
Un sacerdote que no cree en nada?
Un general que duda de sí mismo?
Un vagabundo que se ríe de todo
Hasta de la vejez y de la muerte?
Un interlocutor de mal carácter?
Un bailarín al borde del abismo?
Un narciso que ama a todo el mundo?
Un bromista sangriento
Deliberadamente miserable?
Un poeta que duerme en una silla?
Un alquimista de los tiempos modernos?
Un revolucionario de bolsillo?
Un pequeño burgués?
Un charlatán?
Un dios?
Un inocente?
Un aldeano de Santiago de Chile?
Subraye la frase que considere correcta.
Qué es la antipoesía:
Un temporal en una taza de té?
Una mancha de nieve en una roca?
Un azafate lleno de excrementos humanos
Como lo cree el padre Salvatierra?
Un espejo que dice la verdad? (1994: 80)
El “yo” lírico describe una especie de lista de supermercado para “poetizar” el mismo
su gusto, decide cuál será la opción correcta, aquella que deba subrayar o tomar en serio:
La voz lírica advierte una ruptura con la tradición, que promovía una estética del decoro.
Partiendo de este principio, el vocabulario del poeta incluirá las palabras “arco iris” y
“dolor”. Su postura será sublime y observará a sus versos desde una perspectiva elevada e
inferior. Sin embargo el antipoeta busca la invención de un nuevo lenguaje, —“como los
fenicios pretendo formarme mi propio alfabeto” (v. 31) — cercano a lo cotidiano, al habla
del lector, que puede identificar la palabra “silla”, pero no “torcuato”. Es en este momento
donde el yo lírico establece los principios acerca de quiénes serán sus lectores: el vulgo. Por
lo tanto, el antipoeta se presenta igual que una figura que mira de frente a sus creaciones.
La voz lírica inicia un proceso de distanciamiento con esos “doctores de la ley” que dirán:
“¡Las risas de este libro son falsas! […] / Sus lágrimas, ¡artificiales! / En vez de suspirar, en
estas páginas se bosteza […] / El autor se da a entender a estornudos” (vv. 25-29). El “yo”
de los versos los invitará a que quemen sus naves y muestra una postura indiferente sobre
antipoético (los antipoemas de la tercera parte). Apoyado en los últimos versos de “Es
olvido” —“Creo que moriré de poesía” (v. 64) — Schopf escribe que
En contraste con el poema final, “Soliloquio del Individuo” donde la búsqueda del
condición popular, romántica, pasa a sublimar y por lo tanto a ser una postura falsa frente a
cambio, se apuesta a la esencia propia de las cosas y al espejismo del espíritu. Mas no por
pero no por ello verdadera: “Su tarea no ha de consistir en ‘poetizar’ la realidad, sino en
“Diccionario del antipoeta”, de acuerdo con las palabras que John Keats escribe en una
What shocks the virtuous philospher, delights the camelion Poet. […] A Poet is
the most unpoetical of any thing in existence; because he has no Identity —he is
continually in for— and filling some other Body. [Lo que espanta al virtuoso
filósofo, deleita al camaleónico Poeta. […] Un poeta es lo más antipoético que
existe; porque él no tiene Identidad —está continuamente en o llenando algún
otro Cuerpo]. (En línea, la traducción es mía)
Keats escribe sobre una desvinculación entre la idea y aquellos elementos que “espantan” a
carencia de identidad, ya que trata de estar llenándose con otros Cuerpos, que pueden
simbolizar al Otro, a lo Poético: por lo tanto, el Creador se impondrá ante sus creaciones,
ante los otros, con ese Yo de evocaciones. En Parra, sin embargo, toda identidad será
—En tu obra como en la de pocos poetas, me parece hallar una carga del yo. No
una carga ególatra, sino un peso específico del yo. ¿Cuál sería tu explicación?
—Yo he ejercido siempre la poesía como una inmersión en las profundidades
del yo. Este yo no es el yo individual, sino el yo colectivo, naturalmente. El
yo de que se habla en la Obra gruesa es un yo difuso, en último término el
yo de la especie. Concibo la poesía como un estudio, como una
investigación, como una iluminación de algunas zonas oscuras, de algunas
zonas que aún no están a la vista, de este personaje que es la especie
humana, el yo humano. No es el yo lírico con el que trabaja el poeta común
y corriente; es un yo psicológico, de varios pisos, y lo que interesa es
profundizar, llegar al subterráneo. (5)
Será este yo colectivo un absoluto de los diversos yo lírico que leeremos en Poemas y
antipoemas. Se trata de ese Yo que habita al Cuerpo que menciona Keats: ése que busca la
complementación con lo poético, puesto que carece de él. Los románticos buscaban a ese
Cuerpo en los elementos del paisaje y en los sentimientos. Nicanor Parra lo buscará en la
voz popular: “La poesía popular y la muy popular antipoesía conviven en Parra desde
Parra […] llamó ‘antipoesía’ al proyecto de una sistemática recuperación del habla
empírica” (9). Para llevar a cabo dicho proyecto, lo que Ortega llama “una forma lúcida de
la vida cotidiana”, la poesía “debía recobrar el habla que la enuncia. Lo vivo diario debía
darse en la ocurrencia hablada, esto es, como la pura duración del decir” (1995, 9). De esta
manera, Julio Ortega identifica una de las características fundamentales de la (anti) poética
El rescate de la cultura popular, siempre mal vista por los doctores de la llamada alta
cultura, así como de los “espacios de ocurrencia de habla”, lleva al antipoema a retomar los
registros de una tradición burlesca, humorística: desde Aristófanes, pasa por los poetas
retoma a Quevedo hasta llegar a esas posturas de lo grotesco propias del Romanticismo,
para concluir con las bromas de lo efímero que fueron las Vanguardias. Para Ortega, el
pública, el sarcasmo, la sátira, el humor negro y cierto roce con el horror del mundo
moderno:
Será la risa un método para sobrellevar las desgracias de la existencia. Así como cuando
nos reímos de nosotros mismos luego de tropezar con una piedra y lastimarnos: es un
proceso natural. Añade Ortega que “esta cultura de la plaza pública es recobrada por la
‘antipoesía’ como una fuerza crítica que relativiza lo monumental y que inmediatiza las
evidencias” (1995, 10). Sin embargo, esta voz, que es la recreación de un personaje del
pueblo que contempla tanto sus virtudes y sus vicios, será concebido igual que una voz
con su presente y su tradición, hecho que ha sido señalado por Binns: “el personaje que
habla en los antipoemas es una especie de proyección del sujeto kafkiano, que es una hoja
al mismo tiempo a través del lenguaje, cual Altazor. Este yo concientiza su ser en el mundo
y se sabe inútil de crear algo más allá de lo que lo rodea. Sin embargo, trata de conciliar lo
que en sí son términos de contraste: busca “hermosear lo feo” (Costa 36). No hay belleza en
el mundo, así que el antipoeta se encarga de hacer bello cualquier elemento de lo cotidiano,
por lo que, si bien él no finge ser Dios ya que se sabe hombre, sí busca “divinizar” los
elementos banales que se encuentran a su alrededor. Pero dicha búsqueda será su postrer
fracaso:
cual no hay lugar para la esperanza, siquiera en la poesía, pues será necesario renovar una
En conclusión, Parra se reconoce un antihéroe humano, sin aspiraciones a ser Dios, para
abandonar las falsas ideas del progreso: la antipoesía ya no busca solemnizar por medio de
elevado, jugar a ser divino pese a que él mismo es una contradicción humana.
La relación que tendrán los antipoemas de Parra con la voz popular partirá del gran
reto que tiene la poesía escrita que busca recuperar su oralidad: “la poesía ‘hablada’,
conversacional, al alcance del gran público” (René de Costa 9). En “Para una poética de la
(anti) poesía”, René de Costa señalará las correspondencias que tiene la antipoesía de Parra
Finalmente la poética de los antipoemas rescata la tradición oral de la poesía popular y sus
“Sinfonía de cuna” donde el ángel es una mujer deshumanizada. El resultado que provoca
poemas narrativizados o cuentos y relatos poéticos cuya simpleza radica en ese lenguaje
cercano al pueblo.
Acerca de los primeros poemas de Poemas y antipoemas, que se encuentran en lo que
que en éstos “el discurso es narrativo; la retórica, de cuento, de hablante dramatizado para
(11). Sin embargo, son poemas que si bien comparten una retórica de prosa y una estructura
parte del poemario (“Sinfonía de cuna”, “Catalina Parra”), así como poemas de pocas
estrofas compuestas por endecasílabos (“Es olvido”, “Hay un día feliz”); las silvas que
se liberan de todo artificio métrico y rítmico. Son poemas adulterados, una poesía sin
pureza, puesto que conviven tanto las formas populares (el romance), las estrofas dedicadas
trata de una nueva forma de antipoetizar lo poetizable, y que, de acuerdo con Niall Binns
en su Diccionario, bebe “de la Edad Media que pervivía en la tradición oral de Chillán a la
dialéctica donde los opuestos se complementan, y que fue expuesto con majestuosidad por
(Binns). Sancho representaría a la tradición popular y don Quijote sería la voz del mundo
moderno, que dispone de la locura de cambiar al mundo con los sueños. Lo mismo sucede
en la poesía de Parra, puesto que temas cotidianos, vulgares, cercanos a la cultura popular,
son representados por discursos retóricos elevados, estrofas métricas concisas y una visión
culta, pero pesimista. Como ocurre al final de la novela de Cervantes, el discurso de Sancho
absoluta sino diferentes perspectivas— René de Costa aventura que “los antipoemas de
Parra no son otra cosa que poemas, poemas nuevos que se nutren del lenguaje hablado y del
lenguaje poético tradicional, ironizándolo” (39). La antipoesía, desde este punto de vista, es
texto breve, “casi siempre ilustrado con fotografías ridículas, dibujos o meros juegos
poesía menos la poesía”. El segundo, “Antipoesía eres tú”. El primero recuerda las palabras
antes citadas de Keats, donde escribía que el poeta era el ser más antipoético. Así pues, en
este artefacto Parra plantea que toda poesía está despojada de características poéticas. No es
posible hacer un poema a partir de un poema. No obstante, se puede poetizar las ideas
claves que se encuentran en toda poesía: pero el ejercicio de dotar a la poesía de poesía
intertextualidad, la voz lírica se burla de las definiciones y señala que la respuesta frente a
Bibliografía primaria
Parra, Nicanor. Antipoemas. Poesía y antipoesía. Ed. Hugo Montes Brunet. Madrid:
Castalia, 1994. 7-23.
Binns, Niall. “Diccionario del antipoeta.” El país (21 de abril del 2012).
Costa, René de. “Para una poética de la (anti) poesía.” Nicanor Parra. Poemas y
antipoemas. Madrid: Cátedra, 1998. 9-46.
Ibáñez-Langlois, José Miguel. “La poesía de Nicanor Parra.” Nicanor Parra. Antipoemas.
Barcelona: Seix Barral, 1972. 9-66.
Neruda, Pablo, “Una poesía sin pureza”, en Artes poéticas. Consultado en línea.
http://artespoeticas.librodenotas.com/artes/686/una-poesia-sin-pureza-1938.
Ortega, Julio. “Prólogo.” Nicanor Parra. Poemas para combatir la calvicie. Antología.
Santiago, Chile: FCE, 1995. 9-13.