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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA

5° AÑO

2023
PROFESORES:
Ing. Agr. Carmen Minetti
Ing. Agr. Victor Silva
PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA

2º Año

PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA

1
Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva
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2º Año

EJE N°1
Introducción a la
Fruticultura 2
Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva
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5º Año

DEFINICIONES:

La fruticultura es la ciencia que estudia el cultivo de especies leñosas y


semileñosas productoras de frutas, aplicando tecnologías basadas en principios
biológicos y fisiológicos, para obtener un rédito económico de la actividad.

También se entiende por Fruticultura, a la ciencia que estudia el mejoramiento


de los árboles frutales y la elaboración o adecuación de las técnicas de producción; con
este significado se cuenta, además, con la palabra Pomología, muy usada en otros
idiomas como el inglés y el francés, pero poco utilizada en nuestra lengua.

IMPORTANCIA DE LA FRUTA EN LA ALIMENTACIÓN:

Desde la antigüedad y comenzando con las primitivas civilizaciones, las frutas


han ocupado un lugar importante en la dieta humana. En los últimos años, a partir del
desarrollo de las industrias alimenticias, se ha sustituido en parte el consumo de fruta
fresca o jugos naturales por productos más o menos elaborados, que no siempre
conservan las cualidades del producto original.

Cualidades nutricionales:

Los compuestos más importantes aportados por las frutas a la dieta se enumeran a
continuación:

• Agua: generalmente se encuentra en la mayor proporción y es química y


bacteriológicamente pura.
• Azúcares: fundamentalmente la glucosa, fructuosa y sacarosa, en distintas
proporciones según la especie.
• Ácidos orgánicos: las frutas de carozo y pepita contienen fundamentalmente
ácido málico; la uva posee ácido tartárico; las frutas cítricas, ácido cítrico y ácido
ascórbico.
• Sales minerales: muchas frutas son ricas en sales de calcio, fósforo, hierro y
potasio y pobres en sodio.
• Vitaminas: las frutas en general son ricas en vitaminas A y C.
• Otros componentes: las frutas presentan celulosa, hemicelulosas, pectinas y
pigmentos en abundancia; en cambio, son pobres en grasas, proteínas y
almidón, a excepción de los frutos secos que los contienen en elevadas
proporciones. También, algunas frutas frescas como la palta son ricas en lípidos.

IMPORTANCIA ECONÓMICA DE LA FRUTICULTURA

Existen varios factores por los que la actividad frutícola adquiere connotaciones
particulares para el desarrollo económico de una región que se mencionan a
continuación:

1. Las actividades frutícolas demandan una elevada inversión de capital por unidad
de superficie. El capital requerido para el desarrollo de actividades frutícolas es

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alto en comparación con el demandado por los cultivos extensivos, o por la


ganadería extensiva.
2. La producción frutícola utiliza mano de obra en forma intensiva. Esto es,
principalmente porque la mayoría de las actividades en la producción frutícola
no están mecanizadas y por lo que se hace necesaria la ocupación de muchos
obreros. Además, buena parte del personal debe ser calificado o especializado.
3. La fruticultura es proveedora de insumos para numerosas industrias.
4. Los montes frutales son productivos durante un número variable de años.
5. En su conjunto, la producción de fritas argentinas para consumo en fresco tiene
como destino prioritario el mercado externo. La fruta fresca, al ser un producto
de oferta estacional, se ve favorecida su comercialización en el hemisferio norte
en contraestación.

Producción de frutas en el mundo

Como se aprecia en el cuadro, en el mundo se producen y comercializan cerca


de 500 millones de toneladas de frutas. Sin embargo, las estimaciones estadísticas
tienden a subvaluar los volúmenes producidos, ya que no consideran las pequeñas
producciones familiares que, en el caso de los árboles frutales, tienen más importancia
que en otras producciones agrícolas.

Problemas económicos de la producción, distribución y comercialización

El cultivo de los árboles frutales es una actividad agrícola que requiere altas
inversiones iniciales por hectárea. Su aprovechamiento atraviesa primero un período
improductivo o de baja rentabilidad, cuya duración varía de 3 a 8 años según la especie,
cultivar y tecnología aplicada. Además, las inversiones iniciales son mayores cuanto
más avanzada sea la tecnología aplicada.

La distribución y la comercialización no son etapas sencillas en esta actividad,


debido fundamentalmente al carácter perecedero y estacional de la fruta fresca.

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Es muy necesario tener en cuenta la estabilidad de la producción, la tecnología


de postcosecha, la capacidad frigorífica instalada y la distancia a los mercados,
aspectos determinantes de la calidad de la fruta expedida y de la rentabilidad.

CARACTERÍSTICAS DEL SECTOR FRUTÍCOLA ARGENTINO

La Argentina, gracias a su diversidad de climas, produce una gran variedad de


especies frutales. Algunas de ellas como la pera y el limón se ubican liderando las
exportaciones mundiales.

En los últimos años, sin embargo, la actividad en la mayoría de las cadenas ha


sufrido cambios importantes y no deseados. En líneas generales, si se compara la
superficie actual con la ocupada a fines de la década 90 o inicios del 2000, se puede
observar cambios regresivos principalmente en los frutales de pepita, carozo, arándano,
banano, pomelo, uva de mesa, e incremento en las plantaciones de frutos secos, kiwi,
limón y cerezo en la Patagonia.

La exportación de frutas frescas ha retrocedido sistemáticamente desde 2007 y


cedido protagonismo a países competidores del hemisferio sur como lo son Chile,
Sudáfrica y Australia, a los que se suma Perú, país que va ganando cada año más
relevancia tanto en producción como en exportaciones.

La Fruticultura, es generadora de empleo. La reducción de la superficie plantada


en muchas regiones no sólo ha afectado a la producción sino también a la desaparición
de productores y, en definitiva, a la disminución de empleo tanto directo como indirecto.

Otra consecuencia de la salida de productores del sistema, es la concentración


de la producción en aquellos sectores que disponen de recursos y que cuentan con
canales de comercialización en el mercado interno y/o de exportación.

Entre las ventajas que la Argentina posee se encuentran:

• factibilidad de producción de frutas en climas muy diferentes (subtropicales,


templados, fríos),

• condiciones agroecológicas apropiadas en muchas regiones para producir frutas


de calidad diferenciada (producción orgánica o ecológica, producción integrada)
por el bajo requerimiento en el uso de agroquímicos (especialmente fungicidas);

• posibilidad de exportar frutas en contraestación al hemisferio norte;

• amplia disponibilidad de áreas bajo riego, aptas para desarrollar cultivo de


especies frutales;

• capacidad demostrada para producir frutas con calidad adecuada para la


exportación;

• integración de la producción con el acondicionamiento, la conservación


frigorífica, la transformación y la comercialización.

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REGIONES FRUTÍCOLAS ARGENTINAS

La Argentina posee una gran variedad de suelos y de climas. Ello hace posible
el cultivo de especies de clima templados o subtropicales, y también algunas especies
tropicales, y la exportación de importantes volúmenes. Además, permite disponer de
frutas frescas de distintas especies para el mercado interno durante todo el año.

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Superficies cultivadas con frutales en las provincias argentinas

La superficie total se estima en 556.522 ha., siendo Mendoza con el 38,5 % la


provincia con mayor superficie plantada. Le siguen San Juan (11,1%) y Tucumán (8,4
%). En las dos primeras se observa la preponderancia de la vid, y del limonero en
Tucumán. (Fuente: Programa Nacional Frutales, INTA Balcarce, 2020).

EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES DE FRUTA FRESCA

La Argentina ha sabido ocupar un lugar relevante en las exportaciones de pera,


manzana y limón desde hace ya varios años. Sin embargo, desde el año 2007 al 2019
las exportaciones han disminuido de manera considerable.

La exportación de manzana a Europa se encuentra en una situación


estacionaria, por sobreoferta en los mercados internacionales. A ella se le suman los
problemas de falta de adecuación del estándar varietal argentino a las exigencias de los
mercados externos. A las peras de verano (particularmente William´s) corresponde el
mayor volumen exportado de esta especie.

Las colocaciones de uvas para el consumo en fresco en el mercado externo han


manifestado un continuo ascenso en los últimos 8 años. En cuanto a cítricos la
exportación es propulsada principalmente por los limones.

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EJE N°2
Requerimientos
ecofisiológicos de
los árboles frutales Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva 9
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INTRODUCCIÓN

Este capítulo tratará la influencia de los diferentes factores edafo-climáticos, tales


como la radiación, la temperatura, el agua y la salinidad, sobre el comportamiento
fisiológico y agronómico de los árboles frutales. Además, se hará una breve referencia
a las limitantes ambientales más extremas, como el granizo, las heladas y los fuertes
vientos, sobre la productividad de los cultivos leñosos y la manifestación de algunas
alteraciones fisiológicas.

El conocimiento de la influencia de los principales factores edafo-climáticos sobre


el crecimiento y desarrollo de las especies cultivadas es de suma importancia para
determinar el sitio más adecuado para la plantación, con el objetivo de minimizar los
efectos dañinos del ambiente, o para modificar el microambiente de modo de maximizar
la productividad. Por otra parte, facilita la comprensión de una manera integral de las
prácticas culturales más aconsejadas para una especie determinada, lo que permite
disponer de los fundamentos necesarios para la adecuación de las mismas, esto es,
para el desarrollo tecnológico de los cultivos.

Al analizar cada uno de los factores ambientales, se mencionará su influencia


sobre los procesos de inducción y diferenciación floral, aspectos de suma importancia
en la producción de los cultivos y en la alternancia de las cosechas

RADIACIÓN

Aquí vamos a mencionar algunos aspectos particulares, relacionados con las


características fisiológicas de los cultivos, que modifican su capacidad de captación y
utilización de la radiación solar. Por ejemplo, el manzano se caracteriza por desarrollar
rápidamente el área foliar al principio de la estación de crecimiento, emitiendo rosetas
de hojas a partir de sus ramas cortas. Además, sus hojas presentan un envejecimiento
muy lento. Por estas razones el manzano presenta un alto índice de área foliar (IAF) y
elevado porcentaje de intercepción de luz durante la mayor parte de la estación de
crecimiento. Estas características, junto a su alta capacidad fotosintética, hacen que el
manzano sea una de las especies de mayor potencial de rendimiento en zonas con una
larga estación de crecimiento.

Los frutales de carozo tienen una capacidad fotosintética muy similar al


manzano, excepto el damasco que presenta una tasa de asimilación neta de CO 2

considerablemente inferior (Flore, 1994). Sin embargo, en los frutales de carozo, la


capacidad fotosintética de las hojas declina anticipadamente luego de que éstas hayan
alcanzado su máxima expansión, lo que resulta en una vida útil de las hojas
considerablemente menor a la del manzano.

La producción de materia seca de un cultivo, depende fundamentalmente de los


siguientes componentes: la radiación incidente, la proporción de radiación absorbida, la
capacidad fotosintética de la planta que convierte la energía radiante en compuestos
hidrocarbonados, menos las pérdidas energéticas de los procesos de foto-respiración y
respiración

Materia Seca = (Luz incidente) (% absorción de luz) (Fotosíntesis) – (Foto-respiración +


Respiración)

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A su vez, el rendimiento comercial del cultivo, dependerá de la eficiencia de


partición de la materia seca producida a los órganos comerciales, medida a través de
su índice de cosecha.

Este índice puede variar ampliamente ya que en los frutales no sólo importa la
cantidad de radiación absorbida, sino la distribución de la misma en el canopeo para
que no se generen zonas improductivas en la copa. En manzana, se estima que en
aquellas ramas cortas que no reciben una intensidad de radiación superior al 15% de la
radiación incidente sobre la copa, no se produce una adecuada inducción y
diferenciación floral, tornándose improductivas en los años sucesivos. Este umbral sería
similar en los frutales de carozo.

En la misma estación de crecimiento, un umbral mínimo de intensidad de luz en


el interior del canopeo, también es necesario para lograr un buen establecimiento de los
frutos, adecuado tamaño de los mismos al momento de la cosecha, alta concentración
de sólidos solubles y buena coloración de los frutos.

La radiación: influencia sobre la calidad y crecimiento del fruto

Los frutos expuestos a la luz normalmente maduran antes y alcanzan mayor


tamaño respecto de los frutos que crecen en el interior del canopeo. Las principales
causas que explican este fenómeno se mencionan a continuación.

1. La mayoría de los frutos poseen clorofila en sus estados iniciales de crecimiento


por lo que su capacidad fotosintética puede ser relativamente importante.

2. La radiación solar aumenta la temperatura del fruto. Así, en estas situaciones, el


incremento de la temperatura de los frutos aumenta su capacidad como destino,
mejorando la tasa de crecimiento del fruto y su capacidad de competir por
asimilados, minerales y reguladores de crecimiento disponibles.

La radiación incidente sobre el fruto es esencial para el desarrollo del color rojo en
manzanas, duraznos y cerezos, entre otros, y mejora asimismo la coloración en la vid.

Sin embargo, la radiación solar incidente sobre el fruto, también puede tener efectos
negativos. Así, en momentos del año con alta temperatura ambiente, el fruto puede sufrir
daños directos por el exceso de radiación, originando el daño por golpe de sol o ciertas
clases de escaldadura de los frutos.

FOTOPERÍODO

En general el fotoperíodo tiene poca influencia en las especies frutales


tradicionales. Así, los frutales de pepita, de carozo y los cítricos, son considerados
plantas de días neutros. La caída otoñal de las hojas es el proceso fisiológico más
asociado al fotoperíodo, aunque para el caso del manzano está más asociado a las
bajas temperaturas que a la duración del día.

TEMPERATURA

El efecto de la temperatura sobre el crecimiento y la productividad de las


especies frutales es el más complejo de la ecofisiología, ya que este factor interviene en
todos los procesos metabólicos y fisiológicos. El rango óptimo para el crecimiento de la
mayoría de los frutales se ubica entre los 20 y 30 °C.

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La acumulación de frío durante el período invernal es necesaria para una


adecuada ruptura de la dormición, emisión de hojas y cuaje de frutos de las especies de
hoja caduca de clima templado, mientras que las temperaturas frescas durante la
estación de crecimiento permiten alcanzar una alta producción de materia seca. Esto
último es debido a que la respiración aumenta con la temperatura hasta valores
superiores a los 40 °C, mientras que la fotosíntesis comienza a declinar a temperaturas
más bajas.

Por otra parte, la temperatura de la raíz puede modificar la tasa de crecimiento


de los cultivos, aunque la temperatura de los órganos aéreos sea la adecuada para las
plantas.

Efectos de las altas temperaturas

Las altas temperaturas pueden reducir considerablemente los rendimientos al provocar


la disminución del cuaje de los frutos o el aumento de su caída, aunque, por su época
de ocurrencia, esta etapa fenológica normalmente está más limitada, por las bajas
temperaturas. En el caso del manzano, el período crítico para el establecimiento de los
frutos tiene lugar alrededor de los 30 días después de plena floración.

Las altas temperaturas también aumentan el déficit de presión de vapor, y


consecuentemente, se incrementa la traspiración. Si la situación descripta se mantiene
en el tiempo, provoca un cierre parcial o total de estomas, un aumento de la temperatura
foliar y el agravamiento del estrés por altas temperaturas. En estos casos, normalmente
con temperaturas por encima de los 35 °C, se puede producir el marchitamiento de
brotes y hojas tiernas, que posteriormente se necrosan, toman una coloración
atabacada, y finalmente se caen. Esta sintomatología también es conocida con el
nombre de “asurado” o “golpe de calor”. Los árboles vuelven a brotar con temperaturas
más bajas, pero se debilitan por la pérdida de reservas.

Además, la coloración de los frutos se altera en situaciones de altas


temperaturas debido a la inadecuada síntesis de pigmentos.

Efectos de las bajas temperaturas

Las bajas temperaturas tienen un efecto muy diferente en las plantas,


fundamentalmente dependiendo de su lugar de origen. Así, las especies subtropicales
y tropicales como los cítricos, palto, mango, chirimoyo, banano, ananá, son afectadas
por las bajas temperaturas (en algunos casos, incluso sobre cero grado). En cambio, las
especies de clima templado de hojas caducas, como los frutales de pepita (peral,
manzano, membrillero), de carozo (duraznero, ciruelo, cerezo dulce, guindo, olivo,
damasco), los de frutos secos (almendro, avellano, nogal, castaño, pecan, pistachero),
los arbustos de hoja caduca (arándano, frambueso, mora, zarzamora, grosellero), y las
especies de hoja caduca trepadoras (vid, actinidia), tienen que estar expuestas a un
período de bajas temperaturas durante el letargo invernal para una adecuada ruptura
de la dormición e inicio de la nueva estación de crecimiento.

Este requisito de acumulación de frío es un factor decisivo en la adaptación de


estas especies a su ambiente. Cuando las plantas de clima templado no acumulan
suficiente frío de acuerdo a sus necesidades específicas, se observan un conjunto de
síntomas entre los que resultan más comunes los siguientes: retrasos en el desborre y
apertura de yemas de flor y de madera, brotación irregular y dispersa, y desprendimiento
de las yemas de flor. Consecuentemente, la productividad de la especie se ve
seriamente comprometida.

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Requerimiento de bajas temperaturas. Ruptura de la dormición

La exposición al frío es el factor determinante en la ruptura de la dormición de


las especies frutales de hojas caducas. El requerimiento de frío de las plantas frutales
caducifolias es necesario para romper la dormición, tanto de las yemas vegetativas
como florales. Las necesidades de frío de los frutales caducifolios se miden por el
número de horas con temperaturas inferiores o iguales a un umbral determinado, que
fue establecido en 7 °C. Existen numerosos métodos para calcular las horas de frío (HF)
acumuladas en una región determinada.

El manzano es una de las especies más exigentes en horas de frío para romper
la dormición.

Requerimiento de horas de frío para la ruptura de la dormición de distintas especies frutales caducifolias.

Especie Requerimiento de Observaciones


frío

(HF)

Almendro 200–500

Actinidia (kiwi) 700–1400

Arándano > 800


'lowbush'

Arándano 150–1000
‘highbush’

Arándano 300–600
'rabbiteye'

Avellano 800–1600

Cerezo 500–1300

Ciruelo europeo 700–1600

Ciruelo japonés 500–1000 Existen variedades con requerimientos de


200 HF.

Damasco 250–900

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Duraznero 100–1100 Las variedades más difundidas requieren


600–800 HF.

Frambueso 600–1600

Guindo 600–1500

Kaki 100–500

Manzano 200–2000 La media es de 1200 HF.

Membrillero 50–500

Nogal común 800–1500 Algunas variedades californianas requieren


300 HF.

Pecán 100–600

Peral 620–1800

Vid 500–1400 Existen variedades con requerimientos de


hasta 100 HF.

Luego de la ruptura de la dormición, se requiere la acumulación de sumas térmicas por


parte de las yemas para completar las sucesivas etapas fenológicas.

Daños por bajas temperaturas

Daño por enfriamiento/congelamiento: Los frutales de hojas caducas tienen una


adecuada tolerancia a las temperaturas de congelamiento durante el período invernal.
Una de las especies más tolerantes es el manzano, que soporta temperaturas de hasta
-40 °C (Cuadro 2.6), aunque existe gran variabilidad entre años, entre variedades y entre
combinaciones copa-pie de injerto. En los frutales de carozo, la tolerancia de mayor a
menor, es la siguiente: P. domestica > P. cerasus > P. avium > P. armeniaca > P. persica
(Flore, 1994).
La tolerancia de los frutales al frío aumenta en el otoño, momento en que se
presentan las condiciones apropiadas para el proceso de aclimatación. Las hojas
reciben la señal, proveen el sustrato y promueven la aclimatación. El descenso de las
temperaturas y el acortamiento de los días, son los factores ambientales percibidos por
la planta que desencadenan el proceso de aclimatación. La tasa de crecimiento

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disminuye, aumenta la acumulación de sustancias de reserva, y ocurren numerosos


procesos metabólicos que aumentan la tolerancia al frío. Con la progresiva disminución
de la temperatura y la entrada en el período de endodormición, se alcanza la máxima
tolerancia al frío, o segunda fase de aclimatación
Para que un árbol frutal alcance su máxima tolerancia al frío, debe estar sano,
tener una adecuada nutrición mineral y recibir una alta intensidad lumínica durante el
proceso de aclimatación, ya que dicho proceso es activo y requiere energía. El hecho
de haber estado expuesto a estrés por encharcamiento del suelo, o haber tenido una
cosecha muy abundante, disminuyen la capacidad de aclimatación y la tolerancia al frío.
El proceso de aclimatación no es uniforme en todo el árbol, sino que comienza
en la periferia y finaliza en el tronco; lo inverso ocurre durante el período de ruptura de
la dormición. Asimismo, la tolerancia al frío es diferente entre los distintos órganos de
un árbol.
Con el inicio de la brotación y la floración, la resistencia al frío disminuye
drásticamente y la ocurrencia de heladas primaverales se constituye en una de las
principales limitantes para el cultivo de los árboles frutales. Por ello, la época de floración
es un factor decisivo en la estrategia de evadir los daños por congelamiento en la
primavera. Los frutales de carozo, cuya floración es muy temprana en la estación de
crecimiento, son los más afectados por este factor ambiental, mientras que el olivo, la
vid y el nogal, encuentran en su floración tardía un mecanismo de defensa frente a las
heladas primaverales. Por su parte, el membrillero tiene la capacidad de modificar
considerablemente su hábito de floración. Sus yemas presentan relativamente bajos
requerimientos de frío, y florece temprano cuando el invierno es suave. En cambio, en
años fríos la floración se demora y sólo ocurre en las yemas terminales después de que
haya tenido lugar un importante crecimiento vegetativo (Mitchell et al., 1994) por lo que
resulta poco probable que esta especie sea afectada por las heladas primaverales.

Influencia de las bajas temperaturas sobre el cuaje de los frutos

Al momento de la floración, del manzano y el peral toleran temperaturas de -2 a


-3 °C; el guindo, -3 °C; el duraznero, -2,5 a -3 °C, y el momento de máxima sensibilidad
se alcanza durante el cuaje de los frutos: -1,1 °C para el manzano; -1 °C para el
duraznero. Sin embargo, además de la temperatura que se alcanza, es muy importante
el tiempo de exposición a las bajas temperaturas.

El efecto de las bajas temperaturas sobre el cuaje de los frutos no sólo es directo,
sino que influye indirectamente sobre la actividad de los agentes polinizadores, ya que
las abejas no vuelan a temperaturas inferiores a los 10 °C. En general, las bajas
temperaturas, el viento y las lluvias o lloviznas durante la floración afectan la actividad
de los insectos, la polinización y el cuaje de los frutos.

En términos generales, temperaturas entre 20 y 30ºC son las más adecuadas


para el cuaje de los frutos en numerosas especies, mientras que temperaturas entre 15
y 20 °C son las más favorables para los cítricos

Una vez que el fruto superó el período crítico del cuaje, su tolerancia a las bajas
temperaturas se incrementa nuevamente.

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Influencia de la temperatura sobre la calidad del fruto

Color:

En la manzana, una marcada amplitud térmica y noches frescas contribuyen al


desarrollo del color rojo del fruto mientras que el calor, la humedad, las lluvias y el
exceso de nitrógeno no lo favorecen.

Forma y características externas del fruto:

La forma de las manzanas del grupo 'Delicious' es dependiente de la temperatura en los


15-20 días posteriores a la fecundación, coincidente con el período de división celular
(ver Capítulo 9). Las temperaturas frescas en ese momento favorecen una forma más
alargada del fruto.

Características internas del fruto:

La acidez de los cítricos está relacionada inversamente con la temperatura.

Para una misma variedad de olivo, la calidad del fruto y, en particular la calidad
del aceite, es variable entre años. En este caso, parece ser la lluvia y no la temperatura
el factor ambiental predominante que afecta la calidad del aceite

HUMEDAD RELATIVA

La mayoría de las especies frutales se adaptan bien a diferentes situaciones de


humedad atmosférica. En cambio, la humedad relativa puede afectar seriamente la
calidad del fruto. Las mandarinas, después del cambio de color, pierden rápidamente
consistencia y este proceso es notablemente acelerado bajo condiciones de alta
temperatura y alta humedad relativa. En otros cultivos, como el olivo y la vid, la humedad
relativa condiciona la adaptación ecológica del cultivo por la aparición de enfermedades
foliares de difícil control de origen criptogámico o bacteriano, como así también de
diversas plagas. Por el contrario, en zonas de baja humedad relativa, los ácaros y
arañuelas pueden ser los problemas predominantes.

SALINIDAD

La mayoría de los frutales son sensibles a la salinidad provocada por el cloruro


de sodio. Sin embargo, existe gran variabilidad de comportamientos de portainjertos y
variedades dentro de una misma especie.

Dentro de los frutales de carozo, el ciruelo es la especie de mejor


comportamiento y el pie de injerto 'Marianna' el más tolerante. El síntoma inicial de la
acumulación de cloruros es una necrosis de las hojas en sus márgenes. En ciertos
casos, como los cítricos, se produce un bronceado de las hojas sin que se produzca una
necrosis definida. En casos más severos, se produce defoliación e inclusive la muerte
de la planta debido a la acumulación de cloruros.

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Umbral de conductividad eléctrica y pendiente de pérdida de rendimiento por salinidad


en diversas especies frutales. Adaptado de Francois y Maas (1993).
Conductividad Pendiente de pérdida
eléctrica umbral de rendimiento
Cultivo Observaciones
(dS m ) -1
(% rendimiento por dS
m) -1

Almendro 1,5 19

Banano - - Sensible

Ciruelo 2,6 31 Medianamente


sensible

Damasco 1,6 24 Sensible

Duraznero 1,7 21 Sensible

Higuera - - Medianamente
tolerante

Limonero 1,5 12,8 Sensible

Manzano - - Sensible

Naranjo 1,3 13,1 Sensible

Olivo - - Medianamente
tolerante

Palmera 4 3,6 Tolerante


datilera

Palto - - Sensible

Papayo - - Medianamente
sensible

Peral - - Sensible

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Vid 1,5 9,6 Medianamente


sensible

La corrección de la salinidad de un suelo es muy difícil y algunas de las medidas


que permiten atenuar el efecto son el cambio del sistema de riego, tendiendo a un
sistema localizado que permita: a) mantener una elevada humedad y,
consecuentemente, una dilución de las sales en el bulbo de riego; b) aumentar la
frecuencia de riego; c) aumentar el volumen aportado de agua de buena calidad, a fin
de lavar el exceso de sales acumulado; d) fraccionar la fertilización disminuyendo la
conductividad eléctrica de la solución nutritiva. Otras medidas efectivas son la
realización de riegos con aguas no salinas para lavar las sales acumuladas, nivelar
adecuadamente el terreno para evitar la acumulación de agua y sales en áreas
definidas, establecer una red de drenaje artificial para evitar el ascenso de las napas
freáticas, utilizar variedades y portainjertos tolerantes.

La salinidad puede ser provocada por sales diferentes al cloruro de sodio, como
ser los sulfatos de calcio y magnesio.

EL PH DEL SUELO

La mayoría de las especies frutales se desarrollan satisfactoriamente entre


valores de pH del suelo entre 5,5 (moderadamente ácido) y 8,5 (moderadamente
alcalino). Cuando el pH del suelo tiende a bajar, aumenta la solubilidad de determinados
elementos como el aluminio, hierro y manganeso, cuyas sales pueden acumularse y
llegar a ser tóxicas para los árboles frutales. Cuando el pH es elevado, la mayoría de
los cationes se insolubilizan, particularmente el Fe, Cu, Mn y Zn, y el fosfato monocálcico
se transforma en bi o tricálcico, insolubles. En estas condiciones su absorción es muy
difícil y los síntomas de deficiencia muy frecuentes.

VIENTO

El viento suave produce efectos favorables sobre la fisiología de las plantas.


Interviene en la transferencia de masa y calor, modificando el balance energético de las
hojas y del canopeo. Además, es necesario para la polinización de determinadas
especies, como el nogal, el avellano, el castaño y el olivo, entre otros.

Sin embargo, el viento es considerado como el factor abiótico más importante en


la producción de frutales por los daños mecánicos y lesiones que ocasiona sobre la piel
o cáscara de los frutos (Agustí, 2003), cuando su intensidad se hace más elevada. A
modo de ejemplo, los vientos cálidos y secos causan transpiración excesiva y
deshidratación, afectando el balance hídrico de la planta e incrementando la intensidad
de la caída fisiológica de los frutos, o reduciendo su tasa de crecimiento (Agustí, 2003).
Los vientos fríos causan alteraciones fisiológicas en los frutos cítricos y la caída de frutos
maduros en determinadas variedades de naranjos del grupo Navel (Agustí, 2003).

Por otra parte, los vientos fuertes pueden producir daños físicos sobre la planta,
como ser rotura de brotes tiernos, hojas, ramas, caída de frutos, inclinación de plantas,
pérdida de anclaje, etc.

El viento frecuente origina además dificultades en las labores culturales, como


los tratamientos químicos, impide el vuelo de los agentes polinizadores cuando su
intensidad es superior a los 10 km /h.

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La protección contra el viento más difundida son las cortinas forestales o


barreras cortavientos, que pueden ser setos naturales o vivos (Imagen 2.1) y artificiales.
La plantación de las barreras cortavientos debe hacerse antes que la de los árboles
frutales, con el fin de que ejerza su acción protectora desde los primeros años. Debe
ubicarse en forma perpendicular a la dirección predominante de los vientos de la zona.
La altura de los cortavientos es de tremenda importancia, ya que su protección es
proporcional a la misma, estimándose en 8 a 10 veces su altura. También es importante
la permeabilidad de la barrera ya que si no reúne esta característica, se forman
remolinos detrás de ella. Las especies más difundidas para su uso como cortavientos
son los cipreses, eucaliptos, álamos y casuarinas. Otra alternativa es construir
cortavientos utilizando mallas de plástico. La ventaja de éstas últimas es que no
compiten por agua y nutrientes con el cultivo, ni actúan como huéspedes de plagas y
enfermedades que puedan afectar al cultivo.

GRANIZO

El granizo es un fenómeno climático que se asocia a las tormentas. Normalmente


estas tormentas suelen producirse en primavera y en verano, después de fuertes
calores. Su ocurrencia es errática y afecta áreas muy concretas (Gil-Albert Velarde,
1996). En los árboles causa heridas por el impacto, tanto más graves cuanto mayor sea
la velocidad de caída, la duración de la granizada y el tamaño del hielo. Por ello, los
daños son muy variables, desde muy leves a severos. La incidencia sobre los frutos es
siempre grave ya que el valor de la mercadería se deprecia considerable, sino
totalmente.

Uno de los métodos de lucha consiste en modificar la evolución natural de la


nube de tormenta, de modo de reducir el tamaño y la velocidad de caída del hielo. Esto
se consigue mediante la siembra artificial de núcleos de condensación en el seno de la
nube de tormenta. Los compuestos utilizados a tal fin son el yoduro de plata, yoduro de
plomo, y el ácido clorosulfónico. Estos núcleos son dispersados utilizando diversos
métodos: quemadores de carbón activado, generadores de yoduro de plata, cohetes, y
el empleo de aviones (Gil-Albert Velarde, 1996).

Otro método de lucha, muy difundido en los últimos años, es el uso de mallas
antigranizo montadas sobre estructuras fijas con postes y alambres. Estas coberturas
pueden ser totales, o parciales como el caso de la vid en Mendoza.

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EJE N°3
Dormición en árboles
Frutales de hoja
caduca Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva 20
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El término dormición hace referencia a una incapacidad programada para crecer


que presentan los ápices meristemáticos en plantas leñosas y semileñosas. Esta
incapacidad se observa en forma más acentuada durante el otoño-invierno, en
coincidencia con el ciclo anual de las especies caducifolias conocido vulgarmente como
“período de reposo”. Este proceso tiene gran importancia como forma de adaptación
ecológica de las plantas para sobrevivir a condiciones climáticas desfavorables, y para
sincronizar el desarrollo y arquitectura de la planta. Además, existe una interacción entre
el fenómeno de la dormición y otros procesos fisiológicos como la resistencia al frío, al
calor y la recuperación de plantas a condiciones de estrés agudo.

Clases de dormición:

1. Paradormición: es aquella originada a partir de una o más señales bioquímicas


procedentes de una estructura diferente del meristema objeto de estudio. Esta
señal bioquímica puede ser disparada por algún factor ambiental o no, pero su
lugar de origen es un tejido más o menos alejado del tejido meristemático que
entra en dormición.

2. Endodormición: es aquella impuesta por señales o factores bioquímicos


generados dentro del meristema objeto de estudio.

3. Ecodormición: es aquella impuesta por uno o más factores ambientales


inapropiados para el crecimiento.

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MECANISMOS Y FACTORES NATURALES INVOLUCRADOS EN LA


INDUCCIÓN, MANTENIMIENTO Y LIBERACIÓN DE LA DORMICIÓN

Acción hormonal:

Auxinas: las auxinas promueven la inhibición de la brotación de las yemas


laterales, particularmente durante la paradormición y quizás también durante la
endodormición. La remoción de las yemas terminales durante el verano y otoño
libera las yemas laterales de la dormancia apical. Durante la endodormición la
acción de las auxinas es superada por la intervención de otra fitohormona: el
ácido abscísico.

Ácido abscísico (ABA): numerosos informes indican que la concentración


de ABA libre se incrementa en otoño, alcanzando su nivel máximo en la entrada
del invierno y disminuye hasta alcanzar un mínimo poco antes de la ruptura de
la dormición por lo que, se considera que el ABA posee un papel directo o
indirecto en el fenómeno de la dormición.

Citocininas: las citocininas son un grupo de compuestos con carácter


hormonal que poseen la capacidad de contrarrestar la inhibición del crecimiento
de las yemas laterales resultante de la dominancia apical. Las citocininas
constituyen una herramienta interesante para postergar la entrada en dormición
y para acelerar su liberación.

Giberelinas: las giberelinas producen un retraso en la liberación de la


dormición de las yemas de flor, pero no en las de madera.

Etileno: algunos informes señalan la posibilidad de que el etileno pudiera


coadyuvar a la ruptura de la dormición.

Factores ambientales

Temperatura: los factores ambientales modifican o modulan los eventos


que inducen la dormición y su ruptura. Así, las condiciones ambientales
desfavorables estimulan la entrada en dormición y las condiciones favorables a
la inversa. Cada especie y variedad frutal caducifolia de clima templado
presenta una demanda específica de acumulación de horas de frío, la cual
constituye uno de los requerimientos agroecológicos más importantes al
momento de definir el cultivo de la especie frutal en una zona determinada.

Fotoperiodo: las plantas leñosas se clasifican en cuatro grupos de


acuerdo a su respuesta al fotoperíodo en el proceso de entrada a la dormición:

1) aquellas plantas en las que la dormición es promovida por días cortos


e inhibida por los días largos (por ejemplo Populus); 2) aquella en que la
dormición es acelerada por los días cortos y retrasada, pero no inhibida, por los
días largos (por ejemplo Acer); 3) aquellas plantas con ciclos anuales de
crecimiento en las que la duración entre ciclos es acortada por los días cortos(
por ejemplo Quercus); 4) aquellos géneros o especies en que la dormición no es
afectada por el fotoperíodo (por ejemplo Malus).

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En resumen, el fotoperíodo juega un papel importante en el control del


desarrollo de muchas especies, pero solo constituye uno de los numerosos
mecanismos de regulación que poseen las plantas.

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EJE N°4
Propagación sexual y
asexual, de especies
frutales

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PROPAGACIÓN SEXUAL
La propagación sexual o reproducción implica la unión de las gametas masculinas
y femeninas y la formación de semillas que darán origen a nuevo individuo, diferente en
genotipo y fenotipo de las plantas progenitoras.Esta característica es propia de la
propagación sexual.

En Fruticultura, la propagación sexual se utiliza en el mejoramiento genético de


las especies, para la obtención de nuevas variedades comerciales. En el vivero de plantas
frutales, la reproducción se utiliza únicamente para la obtención de patrones o
portainjertos.

En general, las plantas obtenidas de semillas son más vigorosas, tienen un sistema
radical bien desarrollado, fuerte y profundo, y son más longevas.

ASPECTOS TECNOLÓGICOS DE LA PROPAGACIÓN POR


SEMILLAS EN FRUTICULTURA
La propagación por semillas requiere el conocimiento adecuado y un cuidadoso manejo
de todos los factores involucrados en la operación.

• Es importante cuidar la calidad de las semillas


• En segundo lugar, deben conocerse bien las características de la semilla que se
usa.
• Finalmente, es muy importante tener en cuenta todos los factores ambientales que
inciden en la germinación y desarrollo posterior normales.

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PROPAGACIÓN VEGETATIVA O AGÁMICA


La propagación vegetativa, agámica o asexual consiste en la multiplicación de
individuos a partir de porciones vegetativas, en virtud de la capacidad que tienen esos
fragmentos para regenerar tallos o raíces. De esta manera, se podrán regenerar nuevas
plantas idénticas a la progenitora.

En la multiplicación vegetativa, macro o micropropagación, se pueden emplear


diversos materiales como se indica en el siguiente cuadro:

Los beneficios más destacados de la propagación asexual son:

• Mantenimiento de clones: el término “clon” se define como “un material


genéticamente uniforme derivado de un solo individuo, que se propaga
exclusivamente por medios vegetativos” (Hartmann et al., 1997). Para obtener
plantas idénticas a la progenitora (clon) es necesario recurrir a este tipo de
propagación.

• Multiplicación de plantas con problemas para la germinación de sus semillas o sin


semillas. Numerosas especies tienen problemas para la germinación de sus
semillas: bajo vigor, embriones no desarrollados o incluso falta de semillas en los
frutos (frutos partenocárpicos: higuera, banano, algunos cultivares de naranjas sin
semilla, algunas vides, etc.).

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• Acortamiento del período juvenil. Las plantas que se cultivan a partir de semillas
pasan por un estado juvenil más o menos prolongado, según la especie, durante el
cual no ocurre la floración-fructificación. Este período improductivo puede
reducirse en algunos casos si se emplea la propagación vegetativa.

• Combinación de clones. La multiplicación vegetativa ofrece la posibilidad de


combinar en una sola planta varios genotipos a través de las técnicas de injerto.

• Razones económicas. La propagación masiva por métodos vegetativos justifica


sus mayores costos, si se considera la uniformidad de las plantas obtenidas y la
anticipación del inicio de la etapa productiva comercial.

Las limitaciones más notorias de la propagación asexual son:

• Posibilidad de transmisión de enfermedades causadas por virus, bacterias y otros.


Por eso, en este tipo de propagación es importante, mantener la sanidad del
material progenitor y constatar periódicamente con pruebas apropiadas.

• Ausencia de variabilidad. En los cultivos de clones, la capacidad de respuesta


frente a adversidades de diferente índole es limitada, ya que los individuos carecen
de variabilidad genética entre ellos.

Propagación por estacas

La propagación por estacas es una técnica de multiplicación vegetal en la que se


utilizan trozos de tallo, hoja o de raíz los que, colocados en condiciones ambientales
adecuadas, son capaces de generar nuevas plantas idénticas a la planta madre. (Hartmann
et al., 1997).

En fruticultura se utilizan estacas de tallo y de raíz, en tanto que las estacas de


hoja carecen de importancia.

Factores que influyen en el éxito del estaquillado:

• Cuanto más joven es la planta madre, o cuanto más jóvenes son los tejidos, más
fácilmente enraízan.

• La luz acelera la formación de raíces, porque activa la fotosíntesis y la producción


de hormonas.

• Las plantas madres con buena nutrición dan estacas que enraízan más fácilmente.

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Tipos de estacas:
Según el órgano que les da origen, las estacas de especies frutales pueden
clasificarse en estacas de tallo o de raíz.

Estacas de tallo

Estacas leñosas o de madera dura: las estacas leñosas son trozos de tallo
lignificado que, según su tamaño, se clasifican en:

1. Comunes. Son aquellas que tienen una longitud de 20-30 cm con, por lo
menos, dos nudos. Según las características de la base de las estacas
comunes, éstas pueden ser:

• Simples: constituídas sólo por tejidos de una rama del año.

• Con talón: tienen en su extremo basal una pequeña porción o astilla


de la rama vieja que la sostenía.

• Con mazo: tienen en su extremo basal un trozo completo de rama


vieja, que se asemeja a la cabeza de un martillo, de ahí su nombre.

2. De una yema: trozos de rama que contienen sólo un nudo con su respectiva
yema.

3. Estacones: Son trozos de rama de 70 cm o más.

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En las especies caducifolias, las estacas leñosas no tienen hojas y se


obtienen desde la caída de las hojas, en el otoño, hasta poco antes de la brotación,
en primavera.

Se utilizan ramas “del año” o de un año. En algunas especies, como la


higuera y el olivo, se obtienen mejores resultados con ramas de dos años o más.

Estacas semileñosas o de madera semidura: las estacas semileñosas son


trozos de ramas parcialmente lignificadas, de 7,5 a 15 cm con hojas. En especies
leñosas de hoja caduca. las estacas semileñosas se preparan y obtienen a mediados
del verano, y en especies perennifolias de hoja ancha (cítricos), durante el verano.

Estacas de brote o de madera suave o blanda: las estacas de brote son


porciones de tallo sin lignificar con hojas. Se obtienen en la primavera, a partir de
los brotes de especies caducifolias y perennifolias de hoja ancha.

Estacas de raíz

Las estacas de raíz son trozos de raíces que se obtienen de plantas jóvenes
a mediados o fines del invierno, cuando termina la migración de reservas de la
parte aérea a la raíz y antes que las reservas comiencen su movimiento hacia la
parte aérea. En este tipo de estacas es muy escaso el material que se puede
conseguir para una propagación masiva sin destruir a la planta madre.

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Preparación y manejo de las estacas leñosas.

Las mejores ramas para estacas son las que tienen vigor moderado y los
hidratos de carbono de reserva necesarios para el proceso de enraizamiento y
posterior brotación. El contenido de hidrato de carbono está comúnmente indicado
por el grosor de la estaca (aproximadamente 1-2,5 cm de diámetro, según la
especie). La parte media y basal de la estaca se consideran mejores para hacer las
estacas.

Para la preparación y manejo de las estacas se puede proceder de la siguiente


manera:

1. Las ramas recolectadas de la planta madre se seccionan en forma manual


con tijera de podar, para obtener las estacas del largo deseado. Es
conveniente que el corte basal se haga justo debajo de una yema y el apical
justo por encima de la otra, que será la apical de la estaca.

2. Se colocan las estacas en conjunto de 100 o más respetando la polaridad.

3. La plantación se relaciona con las condiciones ambientales, las


características de las estacas, la disponibilidad de lugar en el vivero, la
facilidad de enraizamiento, la época, etc. Una vez obtenidas, las opciones
de manejo de las estacas pueden ser:

a. Plantación directa a campo. Inmediatamente después de


obtenidas las estacas leñosas, se plantan en filas en un sector del

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terreno con suelo bien preparado y mullido. Se entierran


directamente en el suelo, dejando 1 o 2 yemas en la superficie

b. Conservación. A veces, las condiciones ambientales durante el


otoño o invierno no son favorables (nieve, lluvias excesivas, etc.)
para arriesgarse a plantar las estacas leñosas directamente a campo,
entonces se las conserva hasta la época más propicia. A campo se
pueden almacenar, disponiéndose horizontalmente o “cabeza
abajo”, en un pozo realizado en el suelo, en un lugar elevado para
evitar el anegamiento. La disposición invertida permite que la zona
basal de la estaca esté ubicada en un lugar más cálido y aireado,
que facilita la formación del callo y posiblemente un comienzo de
la iniciación radical.

c. Incubación. En algunas especies, las estacas obtenidas temprano


en el otoño, se someten a lo que se podría denominar “incubación”.
Con este procedimiento se trata de favorecer la formación del callo
y estimular el comienzo del proceso de diferenciación de raíces
antes del almacenamiento o plantación. Se realizan tratamientos de
temperaturas y humedad diferenciados en la zona basal y apical de
las estacas de manera de estimular la formación de raíces e impedir
la brotación.

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Propagación por injerto


Injertar es el arte de unir partes de plantas de manera tal que se liguen y continúen
su crecimiento como una sola planta. El injerto es un método de propagación asexual muy
empleado, por el cual una planta se multiplica a partir de un trozo de ella unido a otra
planta, que le aporta el sistema radical, de manera que ambas viven en simbiosis.

Las plantas obtenidas por injerto son individuos formados por el patrón, pie o
portainjerto, que aporta el sistema radical, y por el injerto o copa, que constituye la parte
aérea o superior de la combinación.

Esquema del origen y constitución de una planta injertada. La figura no está en


escala para facilitar su visualización.

De la unión del injerto con el portainjerto se obtiene una planta bimembre con un
comportamiento particular, ya que, si bien cada una de las partes mantiene su
individualidad genética, sin mezcla de contenidos celulares o cromosomas, hay una
influencia recíproca entre ambos componentes, afectada a su vez por el ambiente.

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Razones para injertar

• Propagar clones. La razón principal de la injertación es la perpetuación de clones


que no pueden ser propagados por otras vías. Así se consiguen numerosos
individuos idénticos al original, pero sobre las raíces de otra planta. En general,
los cultivados seleccionados por la excelencia de sus frutas tienen dificultades
para el enraizamiento por estacas o para vivir sobre sus propias raíces. Entonces,
la manera de propagarlos es sobre otro sistema radical, apropiado y compatible,
lo que se logra mediante la técnica de injertación.

• Obtener los beneficios que aportan ciertos portainjertos. El hecho de poder


combinar un clon con diferentes portainjertos amplía las posibilidades de la planta
obtenida en cuanto a su adaptación al medio (suelo y clima), resistencia a
enfermedades, regulación del tamaño de la combinación, características de la
producción (calidad y rendimiento), etc.

• Cambiar la variedad cultivada en las plantas en cultivo(reinjertación). En muchas


ocasiones, la variedad del cultivo produce fruta que ya no es demandada por el
mercado o es sensible a plagas (que no se pueden controlar y mantener en niveles
bajos en forma económica). En otras, el cultivar necesita un polinizador
compatible y quién planificó la plantación no tuvo en cuenta ese requerimiento,
entonces no es posible la producción. Estas situaciones se pueden modificar a
través del injerto de todos los árboles con un nuevo cultivar o una polinizadora
sobre las ramas más gruesas de las plantas existentes.

• Acelerar el crecimiento y la producción de las plantas seleccionadas. Las plantas


obtenidas por semilla tardan más tiempo en entrar en producción que las
multiplicadas por injerto.

• Estudiar enfermedades de origen virósico. Por medio del injerto se pueden


difundir numerosas enfermedades provocadas por virus debido al contacto entre
los tejidos vivos de los biontes. Esta característica es positiva al momento de
detectar plantas enfermas, y así, evitar su propagación. Algunas plantas sensibles
a ciertos virus manifiestan los síntomas de la enfermedad rápida y claramente.
Esta característica determina que se pueden utilizar para revelar la presencia de la
enfermedad. AL injertar sobre ellas un trozo de tejido de la planta en estudio, se
observa la reacción y se establece si el individuo evaluado está enfermo o no.

• Reparar plantas dañadas por causas diversas (injertos de aproximación e injerto


puente). Esta técnica permite recuperar ejemplares valiosos reparando partes
dañadas por diversas causas como, por ejemplo, implementos mecánicos, bajas
temperaturas, plagas, vientos fuertes, granizo, etc.

• Obtener formas especiales de crecimiento. Con ciertas combinaciones de injertos


se pueden lograr formas especiales como, por ejemplo, rosales “de árbol” o
cerezos “llorones”.

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Unión del injerto

La unión del injerto es un proceso de histogénesis. Al realizar el injerto, la planta


reacciona como ante cualquier herida, produciendo un tejido cicatricial o callo. Éste llena
el espacio vacío entre el patrón y el injerto, ligando una parte a la otra. Con posterioridad,
las células más cercanas al cámbium del patrón y al del injerto comienzan un proceso de
diferenciación de células meristemáticas, construyendo un nuevo tejido cambial que
conecta a ambos y produciendo los tejidos de conducción, floema hacia afuera y xilema
hacia adentro.

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La técnica del injerto sólo tiene éxito cuando se provoca el estrecho contacto de
las zonas cambiales, pues por más que se pongan en contacto otros tejidos no hay unión.
Es importante enfatizar que no hay mezcla ni intercambio de contenido celulares, no se
produce hibridación y cada genotipo mantiene su individualidad: el injerto es sólo una
unión de tejidos.

En los injertos de fines de verano o principios de la primavera, la unión o


soldadura se completa dos o tres semanas después de practicado el injerto. En cambio, en
los injertos de fines de invierno injertos de púa) el proceso es un poco más lento.

Factores que influyen en la unión del injerto

• Compatibilidad o afinidad
• Especie
• Condiciones de temperatura, humedad y aireación
• Actividad del patrón
• Técnica del propagador
• Contaminación con virus u otras enfermedades y ataques de insectos
• Aplicación de sustancias del crecimiento en la zona del injerto

Compatibilidad o afinidad

La compatibilidad se define como la capacidad de dos plantas de unirse a través


del injerto, y mantener un crecimiento en simbiosis durante toda la vida de la nueva planta
combinada. Es decir, que el individuo compuesto vegeta y produce normalmente, sin
evidenciar diferencias fisiológicas o estructurales entre los biontes, mostrando
continuidad en la organización de los tejidos en la zona del injerto.

Especie

Numerosas plantas, principalmente leñosas, como el pecán o el nogal son difíciles


de injertar con éxito. Algunas especies dan mejores respuestas a un método de injerto que
a otro, a una época que a otra, etc. en cambio, otras son más dúctiles y responden bien a
varios métodos y épocas.

Condiciones de temperatura, humedad y aireación

El éxito del injerto depende de la rapidez con que se desarrolle el tejido cicatricial
o callo y con que se diferencien los tejidos de conducción.
El rango térmico en el cual se produce es amplio encontrándose el óptimo para la mayoría
de las especies entre 18-25°C; por encima de 32°C, la multiplicación se resiente
notablemente.

Las células del tejido cicatricial son de paredes delgadas propensas a la


desecación, por ello es primordial mantener la zona de injerto cubierta, a fin de impedir
la excesiva deshidratación e incluso, en algunas especies, la penetración de la luz.

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La respiración celular es intensa en condiciones de multiplicación, sin embargo,


los requerimientos de oxígeno no son iguales para todas las especies.

Actividad del patrón

Para algunos métodos de injerto es necesario que la corteza del patrón se separe
fácilmente. Este requisito se cumple cuando el portainjerto está en crecimiento activo, es
decir, cuando el cambium está en división.

En contraste, en otros métodos no es necesario que la corteza del pie se levante, sino que
sólo requieren poner en contacto las zonas cambiales de ambas partes.

Técnica del propagador

Los cuidados que el injertador tenga al realizar los injertos nunca son demasiados.

Algunos de los aspectos a tener en cuenta son:

• realizar cortes netos sin desgarros;


• poner bien en contacto las zonas cambiales;
• respetar estrictamente la polaridad de los biontes;
• nunca injertar materiales deshidratados, brotados o dañados
• ejecutar el injerto con rapidez y delicadeza;
• utilizar herramientas afiladas, limpias y desinfectadas;
• mantener el material a injertar en buenas condiciones de hidratación y limpieza,
durante la injertación.

Contaminación con enfermedades y ataque de insectos

Existen numerosas plagas (insectos, hongos, bacterias, etc.) que atacan el tejido
de cicatrización anulando la unión. Se pueden utilizar sustancias protectoras y
desinfectantes en la zona del injerto, si es necesario.

Aplicación de reguladores de crecimiento en la zona del injerto

Las auxinas y citocininas son sustancias que, en una relación adecuada, promueven la
multiplicación celular. Por ello, se hicieron ensayos con la aplicación de sustancias reguladoras
de crecimiento, principalmente auxina sola o en combinación con citocinina y ácido abscísico, en
la zona de herida, con resultados aleatorios respecto a la formación del callo en la zona de unión.

Incompatibilidad

El fracaso en la formación de una unión fuerte y estable en el tiempo se conoce


como “incompatibilidad del injerto”.

La incompatibilidad muestra una serie de síntomas variados que pueden ir desde


una falta de unión inicial hasta una unión que aparenta ser satisfactoria, pero luego de
cierto tiempo se rompe limpiamente en la zona del injerto. Las manifestaciones que se
producen en la zona del injerto pueden ser: crecimientos anormales por encima o por
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debajo de la zona de injerto; amarillez de las hojas seguido de defoliación precoz;


síntomas de desórdenes nutricionales y deficiencias; muerte prematura de la planta sin
causa aparente, entre otros.

La presencia de alguno de esos síntomas puede no ser un problema de


incompatibilidad, sino deberse a factores ambientales desfavorables, deficiencias
nutricionales, ataques de plagas, técnicas de injerto u otras prácticas de manejo
inapropiadas, etc.

El síntoma más claro de incompatibilidad es la rotura en la zona de unión.

Límites del injerto

El injerto, a nivel comercial es una operación que se limita a las plantas que tienen
una zona cambial contínua, como las dicotiledóneas, y muy raramente se extiende a otras
especies.

No se puede unir una planta con cualquier otra: algunas uniones son imposibles
de realizar, dadas sus diferencias fisiológicas o morfológicas extremas.

En general, cuanto más afines botánicamente son las especies a injertar, mayor
será la probabilidad de éxito; sin embargo, no siempre es así. La afinidad entre individuos
del mismo clon es total; en cambio, va decreciendo en la medida que los componentes de
la combinación pertenecen a distintos clones, distintas especies del mismo género,
diferentes géneros, familias, etc.

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5º Año

Influencias recíprocas entre biontes

El patrón ejerce influencia sobre el injerto y, en menor medida, el injerto sobre el


patrón.

Esto significa que los individuos bimembres tienen características diferentes a las
que presentaría cada uno de los biontes si se desarrollaran como plantas individuales.

Las influencias más comunes del portainjerto sobre el injerto son:

• Efecto sobre el vigor. La influencia del patrón sobre el vigor de las plantas
arbóreas es un aspecto muy importante en la fruticultura moderna. La posibilidad
de tener plantas de menor tamaño permitió aumentar la densidad de plantación,
acompañada del desarrollo de tecnologías de cultivos más eficientes en el uso
de recursos. Por ejemplo, en manzano es posible combinar un cultivar con varios
portainjertos que le aportan distinto vigor a la planta, lo que determina individuos
con diferente tamaño que pueden emplearse en planteos productivos disímiles.

• Efecto sobre la precocidad o entrada en fructificación. Los portainjertos


enanizantes o de poco vigor se caracterizan por adelantar la entrada en
fructificación de los cultivares injertados sobre ellos. Dado que no hay una
estructura o esqueleto importante que mantener, se produce una acumulación más
rápida de reservas, lo cual favorece la inducción floral y, por ende, la
fructificación.

• Efecto sobre el adelanto de la floración. Del mismo modo, los portainjertos de


menor vigor que el franco, se caracterizan por adelantar la floración en algunos
días cada temporada.

• Efecto sobre la calidad de la fruta. El pie puede influir notoriamente sobre la


calidad de la fruta obtenida. Un caso típico son los cítricos. Por ejemplo, los
cultivares de naranjo sobre Poncirus trifoliata tienen fruta con mayor porcentaje
de jugo y contenido de sólidos solubles, así como cáscara más fina y lisa que si se
injertaran sobre limonero rugoso.
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5º Año

• Efecto sobre la longevidad. Las plantas injertadas tienen corrientemente una vida
más corta que las no injertadas. LA unión del injerto dificulta de alguna manera
la correcta nutrición de la raíz, generando el envejecimiento precoz de este órgano,
y como consecuencia, de la planta en su totalidad.

• Resistencia a adversidades climáticas (frío), problemas de suelo y enfermedades.


Estas influencias benéficas del patrón sobre el injerto tienen muchísimos ejemplos
a nivel frutícola. El duraznero es sensible a nematodos, pero si el cultivar se injerta
sobre pie de “Nemaguard” o “Nemared” puede tolerar esta situación perjudicial
para su producción. El naranjo dulce es sensible a Phytophthora spp., hongo que
produce, entre otras, la enfermedad denominada podredumbre del pie, cuya
severidad es mayor en suelos de humedad elevada y suelos pesados. Para superar
este inconveniente se injerta sobre pies resistentes o moderadamente tolerantes
como Poncirus trifoliata. Este pie, además de tolerar la enfermedad, se destaca por
aportar cierta resistencia al frío al cultivar injertado sobre él.

Las influencias del injerto sobre el patrón se resumen en dos más importantes:

• Efectos sobre el vigor de la planta combinada y del sistema radical. También el


injerto influye sobre el tamaño de la combinación. No produce el mismo resultado
injertar una variedad “spur” sobre un determinado portainjerto, que una variedad
estándar. El injerto afecta la cantidad y distribución del sistema radical del patrón,
y por tanto, el grado de resistencia a la sequía.

• Resistencia al frío del sistema radical. Los injertos de cultivares de cosecha


tempranas favorecen la acumulación de sustancias de reserva en las raíces y
mejoran la lignificación de la corteza. Ambos aspectos benefician la tolerancia de
la raíz a condiciones adversas del ambiente, como las bajas temperaturas.

Obtención de los portainjertos

Las plantas combinadas por la técnica de injerto requieren un poco más de tiempo
para su producción, pues es necesario llevar a cabo dos pasos: obtener el portainjerto o
patrón y luego, sobre ese “soporte”, injertar el cultivar empleando alguna de las técnicas
de injerto.

Los portainjertos se obtienen principalmente a partir de semillas, estacas, acodos


y micropropagación. Los portainjertos de semillas se denominan francos; en cambio, los
propagados vegetativamente, clonales.

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Los pies de semilla:

• se obtienen con relativa facilidad y bajo costo.

• tienen probabilidad baja o nula de transmisión de enfermedades.

• en algunas circunstancias, tienen un crecimiento radical más fuerte y profundo,


que implica un mejor anclaje de la planta.

• tienen como desventaja la variabilidad en el crecimiento y, por lo tanto, en las


características que imprimirán a la combinación. Esta variabilidad puede
disminuirse empleando material proveniente de poblaciones homogéneas y
seleccionando cuidadosamente los plantines en el vivero a través de sus
características fenotípicas, como su diámetro y altura, tipo de hojas, etc.

Los patrones clonales son idénticos, de tal manera que injertándolos con el mismo
clon darán también plantas iguales, con comportamiento similar bajo las mismas
condiciones ambientales. Esta uniformidad tiene ventajas productivas, pero con ello altos
riesgos ante el ataque de plagas.

Tipos de injerto
Los injertos se pueden clasificar, según las características del trozo a injertar, en los
siguientes tipos:

• De yema. La parte a injertar está constituída por una yema acompañada por un
trozo de corteza.

• De púa. El fragmento a injertar es una pequeña rama o “púa” con 3 o más yemas.

• De aproximación. En este tipo, al momento de la injertación, tanto el patrón como


el injerto, están sobre sus propias raíces; una vez que la unión se produce, se corta
la copa del patrón y las raíces del injerto.

Dentro de cada tipo hay distintas variantes o métodos de injerto; aquí sólo se desarrollan
los de uso generalizado señalados a continuación:

• De yema
• de escudete o en “T”
• de parche
• de anillo o canutillo
• de “chip” o astilla

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• De púa

• inglés o doble lengueta


• inglés al galope
• de hendidura
• de corona

• De aproximación
• lateral
• terminal

Injertos de yema

Los injertos de yema se emplean comúnmente en vivero para la multiplicación de


plantas. También, son útiles para la renovación de la copa y para la injertación de
variedades polinizadoras sobre ramas delgadas.

En la mayoría de los injertos de yema es indispensable que se cumplan dos


condiciones al momento de realizar el injerto:

• La corteza del patrón se debe “levantar” fácilmente o “despegar” sin dificultad.


Cuando el patrón está en crecimiento activo la corteza se separa sin problemas,
pues las células del cambium están en división y permiten una perfecta separación.

• Las yemas vegetativas del cultivar a injertar deben estar totalmente formadas,
maduras, pero sin indicios de brotación. Las yemas tienen que haber completado
su ciclo de formación y no mostrar síntomas de brotación incipiente porque, si así
ocurriera, seguramente se deshidratación y morirían antes de establecer la
conexión vascular con el patrón.

En zonas de clima templado-frío o frío, ambas condiciones se alcanzan cuando


comienza la actividad vegetativa -fines del invierno o principio de la primavera- y cuando
se produce el declinamiento de la misma, o sea, que las plantas están entrando en reposo
a fines del verano o principios del otoño.

Según el momento en que se realicen los injertos de yema se pueden clasificar en:

• Injertos de otoño o “a yema dormida”. El injerto se realiza a fines del verano o


principios del otoño; la yema que se injerta se unirá, pero no brotará hasta la
primavera siguiente.

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• Injertos de primavera o “a yema despierta”. Una vez realizado el injerto y unida


la yema, por su condición interna y las condiciones ambientales, ésta brotará
inmediatamente.

Injertos de púa

Los injertos de púa se pueden emplear en vivero para la obtención de plantas.


También se usan para incorporar ramas de una variedad polinizadora o en la renovación
de las copas en un monte de producción.

En los injertos de púa es imprescindible el contacto de las zonas cambiales del


patrón e injerto, a fin de conseguir una buena unión.

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Comúnmente se realizan a fines de invierno o principios de la primavera, antes de


que comience la actividad intensa del cámbium del patrón. Sin embargo, hay excepciones,
pues el injerto de corona se efectúa bien entrada la primavera, dado que su ejecución
requiere la separación de la corteza, como en los injertos de yema.

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Injertos de aproximación

Los injertos de aproximación se utilizan en general para propagar especies


difíciles, pues cada bionte permanece sobre sus propias raíces hasta que la unión se
complete. Son los injertos que se producen en forma natural entre las raíces de plantas
vecinas o cuando se rozan las ramas, por efecto del viento, quedando expuestas las zonas
cambiales que permanecen unidas después de un tiempo de contacto.

Los injertos de aproximación pueden ser ejecutados en cualquier época del año,
aunque resulta más conveniente la etapa de crecimiento activo, pues se favorece la
cicatrización del injerto.

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EJE N°5
Poda de árboles
frutales

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Introducción
La poda es una práctica cultural de uso corriente en los montes frutales, mediante
la cual se regula la capacidad vegetativa y reproductiva de la planta. Esa capacidad está
definida genéticamente (especie/portainjerto/variedad) y fuertemente influenciada por las
condiciones de clima, suelo y manejo del cultivo que incluye, además de la poda, otras
prácticas como el raleo de frutos, el riego, la fertilización y los tratamientos fitosanitarios.

La poda afecta significativamente el crecimiento ya sea positivamente o


negativamente. Es por esto que se requiere conocimientos profundos de los principios
fisiológicos de la poda y sus efectos sobre la planta.

Las plantas presentan yemas con funciones vegetativas o reproductivas. En


general, las yemas vegetativas o “yemas de madera” son pequeñas y puntiagudas. Pasan
el otoño-invierno en estado de dormición y originan un brote usualmente al año siguiente
de su formación. Si lo hacen en la misma temporada se denominan brotes anticipados. En
cambio, las yemas de flor son por lo general más grandes y globosas, y originan flores o
inflorescencias. Existen también yemas latentes y adventicias que se desarrollan bajo
condiciones particulares. Las yemas latentes pueden permanecer inactivas uno o varios
años, y las adventicias se forman espontáneamente sobre “madera vieja”, fuera de la axila
de las hojas; ambos tipos de yemas pueden brotar frente a podas drásticas.

Entre los elementos vegetativos pueden definirse los siguientes:

• Brotes o ramas de madera: presentan solo yemas vegetativas.


• Chupones: corresponden a crecimientos vegetativos improductivos, muy
vigorosos y de entrenudos usualmente largos.
• Ramas anticipadas: proceden de yemas que brotan en el mismo año de su
formación. Dichas yemas son generalmente vegetativas y, por lo tanto,
improductivas.

Entre los elementos reproductivos, se diferencian los siguientes:

• Ramas mixtas, brindillas o chifonas: son macroblastos (vástagos de entrenudos


largos) que corresponden al crecimiento de un año, y poseen yemas vegetativas y
reproductivas o de flor. Constituyen el elemento u órgano de fructificación de casi
todas las especies frutales, fundamentalmente del duraznero (brindilla larga), del
olivo y de los cítricos. Si la yema frutal se ubica en el extremo se denomina
brindilla coronada, muy común en manzano.
• Ramilletes: son braquiblastos (ramas de entrenudos muy cortos) ubicados siempre
sobre madera de más de un año, provistos de varias yemas florales alrededor de
una yema central vegetativa. Es el elemento de fructificación de varias especies
frutales de carozo, como el ciruelo europeo, el ciruelo japonés y el cerezo. La

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duración de los mismos depende de la especie. Así, son de duración corta (dos a
cuatro años) en ciruelo japonés, almendro y damasco; de duración media (cinco a
seis años) en ciruelo europeo, y de duración larga (diez o más años) en cerezo.
• Dardos: son también braquiblastos, ubicados sobre madera de más de un año, que
presentan una sola yema terminal. Si esa yema es vegetativa (pequeña y
puntiaguda) corresponde a un dardo improductivo, En cambio, si termina en una
yema mixta, más grande y globosa, se denomina dardo reproductivo o
“lamburda”. Son propios de los frutales de pepita y su duración comercial varía
según las estaciones y variedades entre 3-5 y 8 años.

Objetivos de la poda
Los objetivos principales de la poda son:

- equilibrar crecimientos vegetativos y reproductivos;


- regular la producción en el tiempo, para lograr los máximos rendimientos de la
mejor calidad;
- favorecer la iluminación y la aireación;
- controlar el tamaño de la planta para facilitar la realización de otras prácticas
culturales: raleo de frutos, tratamientos fitosanitarios, cosecha.

Clasificación
Hay varios criterios para clasificar la poda, según la época, la finalidad, la forma, el tipo
de corte y la intensidad.

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Según la época

Poda invernal o poda seca

La poda invernal se realiza durante la época de dormición o de receso vegetativo.


Tiene efecto vigorizante, y es la más empleada en plantas en producción. Se practica
desde la caída de las hojas hasta antes de la brotación.

Poda de verano o poda “en verde”

La poda de verano consiste en la eliminación de brotes; tiene efecto debilitante.


Es fundamental durante la formación de la planta para controlar la competencia entre las
ramas, minimizando luego los cortes en invierno y favoreciendo la precocidad de la
producción.

Según la finalidad

Poda en vivero

La poda en vivero se efectúa para inducir la ramificación de la planta, sobre todo


en especies poco precoces y con fuerte dominancia apical, como el manzano, el cerezo o
el peral. En general, se aplican reguladores de crecimiento y puede ser necesario
complementarla con una leve intervención anual: torción del brote apical. Por lo general,
esta poda se realiza según las necesidades y casi siempre a pedido del productor.

Poda de plantación

La poda de plantación tiene como finalidad equilibrar la parte áerea y radical en


el momento de la plantación. En algunos sistemas de conducción, se inicia en ese
momento la formación de la planta definiendo, por ejemplo en el vaso, la altura del tronco
(ver más adelante).

Poda de formación

De acuerdo con el sistema de conducción elegido, la poda de formación define la


estructura o esqueleto de la planta. Los sistemas más recomendados buscan minimizar las
intervenciones de poda, para inducir la precocidad en la fructificación.

Poda de fructificación

Tiene por finalidad regular el nivel de producción, asegurando la renovación de


los elementos de fructificación. Durante los primeros años puede superponerse con la
poda de formación.

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Poda de rejuvenecimiento

Este tipo de poda tiene por finalidad inducir la formación de madera nueva y
renovar plantas debilitadas. Se pierde totalmente la producción y debe formarse la planta
nuevamente.

Según la forma de ejecución

Poda manual

Con la poda manual, el hombre selecciona la madera y dirige los cortes de poda.
Es la de mayor costo, pero la de mejor calidad.

Poda mecánica

En la poda mecánica, los cortes se efectúan conforme a la calibración previa de la


máquina (sierras circulares) pero no hay posibilidad de seleccionar con precisión la
madera a eliminar. Se denomina “topping” a la operación mecánica, ejecutada en verde
sobre la parte superior de la planta para controlar el crecimiento vegetativo; puede hacerse
al finalizar el primer crecimiento vegetativo (noviembre-diciembre) o al final de la
estación estival antes de la caída de hojas.

Poda química

La poda química se efectúa mediante el empleo de productos de síntesis,


generalmente de tipo hormonal. Así, se induce una respuesta dad, por ejemplo, la
brotación de yemas para formar ramas en un lugar determinado, o bien se controla el
crecimiento vegetativo.

Según el tipo de corte

Poda de raleo o aclareo

La poda de raleo es aquella en la que se elimina una rama desde la base. Induce
crecimiento de vigor medio que desarrollan bien yemas de flor. La principal función es
mejorar la iluminación en el interior de la planta. Cuando se efectúa en verde se llama
desbrote.

Poda de acortamiento o rebaje

Con la poda de acortamiento, se elimina parte de una rama, favoreciendo el


crecimiento vegetativo. Para atenuar ese efecto vigorizante, puede realizarse el rebaje
sobre una rama lateral. Si ese tipo de corte se efectúa sobre material verde, se define como
“pinzamiento”.

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Según la intensidad

Poda corta

Se elimina más de la mitad de la rama. Es una poda muy vigorizante.

Poda media

Se elimina la mitad de la rama. Es una poda vigorizante.

Poda larga

Se elimina menos de la mitad de la rama, y en algunas situaciones nada. Es poco


vigorizante.

En general, en la poda de formación prevalece la poda de raleo, mientras que en


la poda de fructificación se complementan los cortes de raleo con los
acortamientos/rebaje.

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Otras operaciones complementarias de la poda


Inclinación o curvado de ramas
La inclinación o curvado de ramas permite controlar el crecimiento (dominancia
apical) logrando mejores ángulos de inserción. si la rama se curva totalmente hacia abajo
se logra anticipar la diferenciación de yemas florales, sobre todo en plantas muy jóvenes
y vigorosas. En la zona alta del curvado pueden generarse chupones indeseables.

Torción
La torsión es una práctica que se realiza con el fin de interrumpir en forma temporaria
los haces vasculares y debilitar ramas vigorosas.

Incisiones y muescas
Las incisiones son cortes efectuados sobre una yema mediante navaja de injertar
o una sierra fina, para “retener” el flujo de savia y favorecer la brotación de dicha yema.
Puede hacerse una incisión o una muesca en forma de cuña (^), o de media luna, que se
denomina entalladura. Los cortes deben efectuarse 5-10 días antes de la brotación. Si se
hacen con demasiada anticipación, el tejido cicatriza sin lograr el objetivo.
Deshojado
Pueden eliminarse brotes completos u hojas en situaciones especiales, cuando se
quiere favorecer la insolación para asegurar fruta de calidad (color más extendido e
intenso).

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Anillado

El anillado es la remoción de un trozo o anillo de corteza realizada con el fin de


bloquear el flujo de savia elaborada. No debe ser mayor a 8 mm para asegurar la pronta
cicatrización y posterior conexión vascular. Según el momento en que se practica se
obtienen diversos efectos: inducción floral, mejoramiento del cuaje o disminución de las
caídas naturales, aumento del tamaño del fruto, adelantamiento de la maduración, mayor
coloración y concentración de sólidos solubles en el fruto, etc.
El anillado solo debe hacerse en ramas o árboles con suficiente vigor, ya que es
una práctica debilitante.

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Principios fisiológicos y efectos de la poda


Las plantas no podadas entran antes en producción (precocidad) pero fácilmente se
vuelven improductivas por no permitir la entrada de luz debido a su crecimiento libre.
dichas plantas son difíciles de mantener en buen estado sanitario por la baja eficiencia
que alcanzan los tratamientos. Las cosechas son irregulares (alternancia o vecería) y de
calidad pobre (frutos pequeños, de poco color y sabor). Sus frutos están mal ubicados (en
la periferia o parte superior) y muestran una maduración desuniforme. Sin poda, las
plantas presentan excesiva madera que compite por nutrientes y asimilados con los brotes
y frutos.

El objetivo principal de un monte frutal es maximizar la producción de fruta,


minimizando el crecimiento de madera improductiva sin utilidad, al aplicar con criterio
los principios fisiológicos básicos de los sistemas de conducción y poda.
Dominancia apical
El potencial productivo de un árbol es función del número total de yemas florales
y del porcentaje que se convierte en frutos. El crecimiento y desarrollo floral está regulado
o fuertemente influenciado por la dominancia apical.
Se denomina dominancia apical al efecto inhibitorio que ejerce el meristema
apical de la yema terminal sobre las yemas laterales. La dominancia apical afecta el
número de brotes, la longitud de esos brotes y su ángulo de inserción.
Por la dominancia apical, la longitud de las ramas disminuye desde el ápice hacia
la base y el ángulo de inserción aumenta en el mismo sentido. Por ello, las ramas basales
crecen escasamente y se convierten en yemas fructíferas o latentes, o bien caen.

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El grado de dominancia apical es genético por lo que hay especies y cultivares con
dominancia apical más marcada. el duraznero es la especie con dominancia apical menos
manifiesta; hay cultivares que casi no muestran dominancia apical. En cambio, el
manzano, el peral, el ciruelo europeo y el cerezo son marcadamente dominantes. Como
resultado de los de los diferentes grados de dominancia apical definidos genéticamente,
hay también varios modelos o hábitos de crecimiento: copas cerradas con ramas erguidas,
copas abiertas con ramas con buenos ángulos de inserción, determinando también
fructificaciones sobre madera de un año (brindillas) como en el duraznero, o sobre madera
de tres o más años (dardos) como en el manzano.
La falta de dominancia apical se manifiesta por la facilidad de formación de ramas
anticipadas y con buen ángulo de inserción. Ese aspecto es fundamental en la poda ya que
facilita la formación de la planta asegurando un sistema de conducción sólido y precoz.

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También los portainjertos afectan la dominancia apical y definen patrones de


crecimiento y fructificación diferentes. Los portainjerto francos y vigorosos potencian el
efecto de dominancia apical, mientras que los patrones clonales, sobre todo los
enanizantes, controlan el crecimiento vegetativo favoreciendo la fructificación.
La poda (rebaje) es el método más usado para controlar la dominancia apical.
Para logar ramas con un buen ángulo de inserción puede hacerse el rebaje en dos
tiempos. Primero se acorta (dos o tres yemas) por encima de la yema cuya brotación se
busca y, una vez que los brotes tienen 10-12 cm, se efectúa el rebaje definitivo por encima
del brote elegido.
Los meristemas situados en lugares donde llega savia bruta en flujo directo (ramas
verticales) producen yemas de madera, mientras que los meristemas con suministro débil
de savia bruta, pero bien aprovisionados de savia elaborada (ramas posición horizontal o
curvadas), dan lugar a yemas florales. Los árboles jóvenes tienen un fuerte crecimiento
apical que inhibe o compromete la diferenciación floral.
Crecimiento vegetativo y fructificación
Mediante la fotosíntesis, las hojas sintetizan hidratos de carbono que la planta
destina al crecimiento vegetativo (madera, brotes, raíces) y al crecimiento reproductivo
(yemas florales o frutos). Ambos tipos de crecimiento se relacionan en forma antagónica
y competitiva.
La poda favorece el crecimiento de los brotes, pero reduce el crecimiento
vegetativo de toda la planta.

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Si bien el efecto directo de la poda es la reducción del crecimiento de la planta,


ello no siempre es fácilmente visualizado. Dicha reducción queda encubierta por el fuerte
crecimiento de los brotes que nacen cerca de los cortes resultantes de la poda invernal,
principalmente aquellos localizados sobre ramas verticales de la parte media y superior
de la planta, en particular en plantas jóvenes. Esto fundamenta el carácter “vigorizante”
de la poda de acortamiento invernal.
Como resultado de la poda, sobre todo de la de rebaje, no solo se altera la relación
entre las partes aérea y radical, sino que también se reduce el número de meristemas
apicales y se favorece la disponibilidad de citocininas, provenientes de las raíces, que
inducen una mejor brotación de las yemas restantes. A mayor intensidad de poda (poda
corta) menor es el número de brotes, pero mayor es su longitud; sin embargo, el
crecimiento total es menor. Las podas severas siempre inducen fuertes crecimientos
vegetativos a expensas de desarrollo reproductivo. En plantas jóvenes en formación, la
poda intensa-sobre todo la poda de acortamiento invernal- retrasa marcadamente la
entrada en fructificación (precocidad). Por ello, se recomienda disminuir o minimizar la
poda de acortamiento, reemplazando la misma por el raleo de ramas, complementando
con despuntes en verde, con el fin de que el cultivo entre en producción rápidamente.
El desafío de la poda es inducir suficiente crecimiento vegetativo para asegurar
área foliar fotosintéticamente activa sin competir con la fructificación.
El tamaño de la planta afecta el equilibrio vegetativo/reproductivo. Una planta
grande tiene una mayor proporción de madera respecto de la fruta producida. Por ello, el
control del crecimiento de la planta por medio de portainjertos enanizantes y de poda
mejora la eficiencia productiva (kg. de fruta por área de tronco).
El pie enanizante, combinados con variedades más productivas (menos vigorosas)
y los sistemas de conducción que no desarrollen grandes estructuras de madera, son las
herramientas más significativas que dispone la fruticultura moderna para inducir mayor
precocidad, productividad y calidad de fruta.
No solo la poda afecta la relación entre el crecimiento vegetativo y la producción.
Otras prácticas, como las fertilizaciones no equilibradas por exceso de nitrógeno, inducen
un crecimiento exagerado de brotes que compiten no solo con los frutos cuajados en esa
temporada, sino que también con la inducción y diferenciación de yemas de flor
requeridas para la cosecha siguiente.
Al mejorar la penetración de la luz con una poda racional o equilibrada, se
optimiza la fotosíntesis. En cambio, una poda excesiva (muy intensa o corta) induce
crecimientos muy vigorosos, desarrollando una copa muy densa que compromete
finalmente la fotosíntesis por falta de luz. Para mejorar la penetración de la luz en una
copa densa deben ralear ramas, nunca rebajarlas.
Una planta extremadamente cargada de frutos (poda larga) crece poco y esos
crecimientos son insuficientes para asegurar la calidad de los frutos (tamaño, color y
sabor). Además, la presencia de frutos en exceso crea una situación inhibitoria de la
inducción y diferenciación floral correspondiente a la campaña siguiente (vecería). Si se
controla la carga de frutos con la poda y raleo de frutos complementario, la vegetación

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tanto herbácea como leñosa se activa más, hay más hojas que elaboran fotoasimilados
que aseguran la calidad de la fruta de la temporada presente, y la inducción y
diferenciación floral de yemas vegetativas en florales para la campaña próxima.
El desequilibrio de una planta por una poda excesiva de acortamiento está
asociado:
1- Con una reducción en la producción de esa campaña debido a la disminución del
número de yemas de flor.
2- Con la inducción de un fuerte crecimiento de brotes, los que compiten con los frutos
recién cuajados, provocando una mayor caída de éstos.
Si esa competencia por producción extrema (poda larga) o por crecimientos vegetativos
exagerados (poda corta) no se controla mediante una poda equilibrada se presenta
alternancia de producción, conocida como vecería o añerismo.
La poda de raleo (remoción completa de una rama), al no modificar en demasía la
relación entre meristemas apicales y laterales, no induce crecimientos vigorosos y reduce
la producción solo por las yemas de flor que se eliminan. Los crecimientos nuevos de
vigor moderado desarrollan bien nuevas yemas de flor, garantizando la continuidad de las
cosechas. Otra función importante de la poda de raleo es mejorar la iluminación en el
interior del árbol al eliminar ramas vigorosas e improductivas.

Poda de formación y sistemas de conducción


Objetivos y consideraciones
El objetivo de la poda de formación es definir la forma o estructura de la planta
capaz de captar eficientemente la energía solar para asegurar productividad y calidad.
Dicha estructura se debe lograr en el menor tiempo posible (precocidad), ser capaz de
sustentar la mayor producción posible (productividad), y a la vez facilitar la ejecución de
las demás labores culturales: tratamientos fitosanitarios, raleo de frutos, cosecha y otras.
La poda de formación se inicia en el vivero y dura toda la vida del cultivo. Incluso durante
la poda de fructificación, después de formada la planta, se la debe mantener considerando
la forma establecida y conservando el sistema de conducción seleccionado.
La selección del sistema de conducción es difícil de realizar. Deben considerarse
varios aspectos, ya que afectará toda la vida del monte frutal.
También debe establecerse con criterio la densidad de plantación, es decir, el
número de plantas por unidad de superficie. Se trata de una determinación de alto riesgo:
resulta tan grave que la planta no ocupe el espacio asignado para ella como que quede
anticipadamente sombreada, obligando a podar en verde o bien a erradicar ejemplares.
Cabe puntualizar que un buen sistema de conducción debe inducir
fundamentalmente precocidad, productividad y calidad de fruta. Además, debe ser fácil
de formar y mantener y su costo no debe ser elevado. Cualquier sistema que cumple estas
premisas básicas es bueno. Para lograr estos objetivos, el sistema de conducción debe
permitir la captación y distribución de la luz, fuente de energía para el crecimiento
vegetativo y reproductivo.

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Influencia de diferentes factores sobre la selección del sistema de conducción


Existe un conjunto de factores importantes a considerar en la selección del sistema
de conducción, entre los cuales se destacan: la luz, la especie-cultivar-portainjerto, el
clima, el suelo y la densidad de plantación, la mano de obra y los costos de inversión
inicial y manejo.
La luz
Un objetivo primordial de la poda es mejorar la entrada de luz y asegurar su
distribución uniforme en todo el canopeo, optimizando al máximo este recurso disponible
naturalmente.
Los sistemas de conducción y el tamaño de la planta pueden contribuir en la
optimización de la captación de la luz por parte de la planta.
El crecimiento vegetativo, la inducción y diferenciación floral, y la calidad de
frutos (color, sabor) resultan comprometidos por falta de luz. La distribución de la luz en
la planta está influenciada por su forma.

Otro parámetro para evaluar la optimización del uso de la luz es la relación


superficie/volumen (S/V), dada principalmente por la forma y el tamaño de la planta.

Los árboles con forma paralelepípeda o cónica tienen una mayor relación S/V que
los árboles con forma globosa. Para una misma forma, el tamaño menor (plantas chicas)
ofrece una relación S/V mayor.

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El índice de cobertura del suelo está determinado por la densidad de plantación y


por la forma y disposición de la copa de los árboles. Así, los sistemas de conducción que
determinan un plano horizontal, como el parral, son los que aseguran la máxima
intercepción de luz.
La disponibilidad de la luz en la copa está influenciada principalmente por la
latitud, por la distancia de plantación que determina el nivel de sombreado entre plantas
de hileras vecinas, por la orientación de las hileras (siendo mejor la orientación N-S) y
por la densidad de follaje.
La especie, el cultivar y el portainjerto

Son factores a considerar el hábito de crecimiento y el vigor de la planta. En lo


posible, el sistema de conducción debe adaptarse al hábito natural de vegetar de la planta
en cuestión. Intentar cambios drásticos puede significar un fracaso por los altos costos
que ello trae aparejado y por la pérdida segura de la precocidad en la producción. La
planta tiene siempre naturalmente a seguir su hábito de crecimiento. Por ello, el costo de
mantenimiento de sistemas que no respeten el hábito de crecimiento natural de la especie
se incrementa notablemente.
Las especies o cultivares con marcada dominancia apical, que difícilmente
ramifiquen y que presenten ángulos de inserción más cerrados o agudos, son muy arduos
de conducir. Esto sucede con la mayoría de los cultivares de peral, de ciruelo europeo, de

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cerezos y de manzano, sobre todo aquellos injertados sobre pie franco, y con algunas
variedades de ciruelo japonés como “Larry Ann” y “Friar”. En muchas especies, la
posibilidad de controlar el vigor y la dominancia apical con portainjertos enanizantes
facilita su formación.
El clima
Algunos sistemas de conducción y poda dan por resultado plantas más
comprometidas o expuestas a ciertas adversidades: viento, heladas, granizo, etc. En
sistemas de poda larga, el viento aumenta el frotamiento de los frutos contra las ramas,
denominado “rameado” de los frutos.
El suelo y la densidad de plantación
La calidad del suelo está muy relacionada con la expresión del vigor que pueda
ofrecer una especie o cultivar y el portainjerto y, por lo tanto, tiene mayor influencia sobre
la densidad de la plantación que sobre el sistema de conducción. En los suelos fértiles, la
distancia entre plantas e hileras debe ser mayor para evitar problemas de falta de luz, es
decir, la densidad de plantación debe ser menor.
En la fruticultura moderna, la densidad de plantación se incrementó. Esto fue
posible por la disponibilidad de portainjertos enanizantes para algunas especies, como así
también la aplicación de técnicas especiales de poda en verde, inclinación de ramas, etc.,
tendientes a controlar el crecimiento vegetativo y a formar plantas fáciles de operar desde
el suelo o con escaleras de pocos peldaños. Junto al menor costo de producción que ello
significa, se valora la precocidad de producción por unidad de superficie, asegurando una
mejor rentabilidad empresarial.
La mano de obra
Los requerimientos de mano de obra tienen importancia, no solo por el costo sino
también por la necesidad de asegurar la disponibilidad y oportunidad de personal
capacitado. Muchos sistemas de conducción fracasan por no contar con mano de obra en
el momento oportuno. Por ejemplo, la poda en verde, inclinación de ramas, etc., exigen
efectuar intervenciones en momentos especiales y no pueden retrasarse ni suspenderse.
Los costos de inversión inicial y manejo
Debe considerarse el destino de la producción: consumo en fresco o industria. Una
alta inversión inicial en postes y alambres puede significar finalmente una economía al
facilitar otras labores culturales futuras, como por ejemplo el raleo de frutos, tratamientos
fitosanitarios o la cosecha.

Clasificación de los sistemas de conducción


Existen diversos criterios para clasificar los sistemas de conducción
• En función del volumen o forma de las plantas:

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a. Formas globosas: vasos


b. Formas planas o apoyadas: palmetas, Marchand, ípsilon, cordón, parral
c. Formas piramidales: eje central, pirámide, HYTEC (Hybrid tree cone),
Solaxe.

• En función de la permanencia o no del eje de la planta:


a. Con eje: eje central, palmetas, Marchand, Solaxe.
b. Sin eje: vasos, ípsilon.

• En función de la necesidad de emplear elementos de sostén:


a. Sistemas libres: vasos, pirámides.
b. Sistemas apoyados: palmetas, ípsilon, cordón, parral.
En función de la superficie ocupada, expresada en m2 por planta, los sistemas se
clasifican en:
• Sistemas de baja densidad: 40-20 m2 por planta y 250-500 plantas por hectárea.
• Sistemas de media densidad: 20-10 m2 por planta y 500-1000 plantas por
hectárea.
• Sistemas de alta densidad: 10-3.5 m2 por planta y 1000-3000 plantas por hectárea.
• Muy alta densidad o sistema prado: 1.5-1 m2 por planta y 6000-10000 plantas por
hectárea.
Cada una de estas densidades admite sistemas de conducción diferentes y
distanciamientos variables.
El distanciamiento mínimo para un sistema de baja densidad es de 5x4 m (20 m2 por
planta; 500 plantas por hectárea), mientras que para un sistema de densidad media es de
4x2.5 m (10 m2 por planta; 1000 plantas por hectárea), y de 4x1 m (4m2 por planta; 2500
plantas por hectárea) para un sistema de alta densidad.
Cuando se establecen los distanciamientos mínimos, resulta importante la distancia
entre las hileras, para evitar el sombreado entre hileras vecinas, sobre todo en los sistemas
con eje central. Para la latitud de Mendoza, Argentina, esa distancia debe alcanzar al
menos un metro más que la altura final de la planta. Si, por ejemplo, una combinación
variedad, portainjerto y condición de suelo implica una altura potencial futura de la planta
de 3 m, la distancia mínima entre las hileras debe ser de 4 m.

Principales sistemas de conducción


Vaso
El vaso consiste en una planta con un tronco y 3-4 ramas primarias, bien
distribuidas en el espacio, sobre las cuales se ubican dos ramas secundarias también bien
distribuidas. Las ramas productivas se disponen sobre las ramas secundarias. Esta planta
recibe la iluminación por la parte superior y central, ya que no tiene eje.
La altura a la que se formará la planta dependerá de las condiciones y necesidades
de cada cultivo. En zonas con riesgo de heladas no deben formarse plantas muy bajas ya
que los daños serían mayores en caso de ocurrencia de esa adversidad.

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Además, las plantas muy bajas pueden afectar los tratamientos de control
mecánico y químico de malezas por las dificultades para el desplazamiento de los
implementos agrícolas (rastras, pulverizadoras, etc.).

Vaso clásico
Es propio de las plantaciones en baja densidad, con plantas vigorosas. Asegura su
estructura sólida formada con suficiente poda de acortamiento, pero así también resulta
muy poco precoz. Por ello, es recomendable solo para especies como duraznero, almendro
o damasco.
La formación se inicia en la plantación, donde se debe controlar la calidad de la
planta: relación adecuada entre la parte aérea y la raíz, con raíces bien ramificadas y sanas.
Si la planta no trae ramas anticipadas o son de mala calidad, débiles y con yemas mal
formadas, se rebaja a la altura de tronco elegida y las ramas anticipadas a 1-2 yemas. Si
la planta es muy débil y no tiene suficiente altura se rebaja a 2 o 3 yemas por encima del
injerto y en primavera se elige un brote de buen vigor.

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Durante la primavera, cuando los brotes alcanzan 20-30 cm de longitud, se


escogen 3-4 brotes bien ubicados y se dejan crecer libremente. Los restantes se despuntan
para evitar la competencia. No se ralean, a fin de proteger el tronco de escaldaduras y
aprovechar la actividad fotosintética que resulta en la translocación y reserva de hidratos
de carbono en la raíz.
En el primer invierno se ralean las ramas despuntadas, y las ramas seleccionadas
se rebajan para inducir la ramificación y formación de ramas secundarias.
Durante el segundo verano, se procede a controlar con despunte todas las ramas
que no sean de estructura y que significan competencia.
En el segundo invierno se ralean las ramas despuntadas y se rebajan, según el
vigor, las primarias y secundarias seleccionadas para inducir la formación de las ramas
productivas, es decir, brindillas, ramilletes o dardos, según la especie.
A partir del tercer invierno, con la planta ya formada, se inicia la poda de
fructificación.
Eje central y palmeta
Otros modos de formar los frutales, en los cuales la planta mantiene su eje y la
forma piramidal, constituyen sistemas de conducción que responden a la misma base
fisiológica y funcional, pero con pequeñas variaciones adaptadas a distintas situaciones
regionales o de especies. Por lo tanto, existen diversos sistemas con eje central: palmetas,
Marchand, eje central, spindle-bush, huso, fuseto, HYTEC, Solaxe, cordón, etc. Todos
derivan de la pirámide en cuanto a la forma y ventajas para captar luz, pero presentan
diferencias sustanciales en cuanto a los principios de su formación.
La pirámide tradicional se estructura con la poda, por lo cual se retrasa la entrada
en fructificación. Los nuevos sistemas en eje central también mantienen la forma
piramidal, o en plano como las palmetas o el sistema Marchand. Sin embargo, para lograr
la estructura correspondiente durante la formación, emplean poda en verde y rebajes
mínimos, controlando las dominancias con ubicación e inclinación de ramas, con lo cual
se induce una fructificación precoz. Estos sistemas permiten solo el raleo de ramas
innecesarias.
Con estos sistemas, las plantas mantienen durante toda la vida el eje central y
sobre él se disponen ramas en posición inclinada a 45-60°, según su vigor. Esa disposición
de ramas sobre el eje varía según las especies y cultivares, como adaptación a sus hábitos
naturales.
La diferencia fundamental entre un eje central, fuseto, huso, HYTEC, etc. y las
palmetas o el sistema Marchand, radica en la distribución espacial de sus ramas. En las
palmetas o en el sistema Marchand, todas las ramas que se dirigen hacia la entrefila son
raleadas, constituyendo finalmente una pared productiva o sistema de conducción en
plano vertical.

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Algunas de las dificultades o limitaciones más grandes que tienen los sistemas en
eje central es la pérdida de equilibrio entre el eje y las ramas laterales, como así también
la marcada dominancia apical que puede presentarse, y que origina sombreado de la parte
central y baja de la planta.
Debe procurarse que el eje central mantenga su liderazgo mientras dure el cultivo,
por eso las diferencias diametrales entre el eje y la rama inserta sobre él, debe mantenerse
siempre en relación 3:1.
Cuando una rama de estructura supera el diámetro del eje central se desequilibra
completamente la planta. Esas diferencias deben controlarse con una mayor inclinación
de la rama para inducir una mayor fructificación, y por efecto de la carga, contrarrestar
vigor, evitando que el eje quede subordinado.
Los sistemas en eje central se han difundido principalmente en aquellas especies
(manzano, peral, cerezo) en las que se cuenta con portainjertos que controlan no solo el
crecimiento vegetativo sino también la dominancia apical, disponiendo de suficientes
ramas laterales con buen ángulo de inserción, restando solo pequeñas intervenciones para
ubicar esas ramas a 45-60° con la ayuda de cañas o tensores.

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El desafío que presentan estos sistemas consiste en efectuar la inclinación de


ramas oportunamente. Por ello, es fundamental la disponibilidad de mano de obra
capacitada en primavera/verano. Si se deja crecer libremente la planta, se presentan
posteriormente situaciones a menudo insalvables, porque exigen podas enérgicas en
invierno lo que origina una fuerte respuesta vegetativa que tiende a inhibir la inducción y
diferenciación floral, perdiendo el sistema su fundamento.
Durante los dos o tres años que dura la formación de estos sistemas, resulta
imprescindible un control riguroso para evitar desequilibrios. Una vez que la planta entra
en fructificación, el sistema se contiene mejor y más equilibradamente.
Marchand o bandera
El sistema Marchand se adoptó principalmente para combinaciones de variedad y
portainjerto muy vigorosos y especies muy poco precoces como, por ejemplo, el cerezo.
Consiste en una formación en la cual la planta está inclinada a 45 ° y los brotes que se
desarrollan en la parte dorsal se fijan en posición perpendicular al eje de la planta,
mientras que las ramas de la parte inferior se colocan totalmente en forma horizontal para
provocar rápidamente la inducción floral. Al igual que la palmeta, todos los brotes largos
que salen de las ramas de estructura se colocan en posición horizontal para desarrollar
yemas de flor anticipadamente.

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Poda de fructificación
La poda de fructificación es la que se efectúa cuando la planta ya está formada,
con el fin de definir la carga de frutos, regular el equilibrio vegetativo-reproductivo,
garantizar una distribución armónica y racional de la máxima producción de calidad,
manteniéndola constante en el tiempo.
Según la precocidad de la especie y el sistema de conducción, la poda de
fructificación se inicia más tempranamente (duraznero, ciruelo japonés, manzano “spur”,
o clones estándar injertados sobre pie enanizantes, etc.) o más tardíamente (ciruelo
europeo, cerezo, peral/franco, manzano sobre pie vigoroso, etc.). Si bien se trata de
anticipar la fructificación (precocidad), nunca debe comprometerse la formación de la
planta.
Solo los árboles ya formados y bien conducidos pueden responder a los principios
y objetivos de la poda de fructificación.
Objetivos
Los objetivos de la poda de fructificación son:
• definir la carga de frutos
• regular el equilibrio vegetativo/reproductivo
• promover y renovar las ramas de fructificación
• regular la distribución de la fruta en la planta
• regular la producción en el tiempo evitando la vecería

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Estos objetivos se logran complementando poda de raleo y de acortamiento. La


intensidad de la poda de acortamiento será corta o larga, en función de:
a. la especie y el cultivar que determinan la duración de los elementos de fructificación

b. el sistema de conducción y de poda


c. el estado de la planta: edad, poda anterior, producción, manejo, etc.
Consideraciones
El duraznero, que fructifica principalmente en brindillas largas de renovación
anual, exige una poda más intensa que el cerezo, cuyos elementos de fructificación duran
ocho a diez años. Situaciones intermedias corresponden al almendro, damasco, ciruelo
japonés (con ramilletes de tres a cuatro años), peral y manzano (con dardos de mejor
calidad de tres a cinco años), y el ciruelo europeo (con ramilletes de cuatro a cinco años).
Durante la poda de fructificación, siempre se debe buscar mantener el sistema de
conducción Si el sistema de conducción hubiera perdido la estructura básica, debe
efectuarse la corrección correspondiente con la poda de fructificación, tendiendo a
recuperar el sistema original con el fin de asegurar la producción de campañas frutícolas
futuras aún a costa de perder parte de la producción de esa campaña.
Con la poda larga, en la que prevalece el raleo sobre el acortamiento (que es
mínimo o nulo):
1. se asegura un potencial productivo mayor, pues se dejan más yemas de flor;
2. la floración se retrasa y es más prolongada;
3. disminuyen en parte los riesgos de daños por heladas.
Todos estos efectos positivos deben obligatoriamente complementarse con un manejo
eficiente de raleo de frutos en la época y con la intensidad apropiada, como así también
del riego y la fertilización. La poda larga debe recomendarse solo si se aseguran
“eficientemente” esas prácticas culturales.
Con la poda de fructificación se define la producción o carga de frutos, ajustándola
definitivamente con el raleo de frutos. La producción potencial(kg/ha) se establece en
función de la especie y cultivar, como así también de la edad de la planta y de su tamaño,
éste último condicionado por el portainjerto, el tipo de suelo, el manejo, etc. Definido así
un potencial dado, que puede variar desde 15.000-35.000 kg/ha, para cerezos o ciruelas
de maduración temprana, hasta 50.000 kg/ha para duraznos o manzanas, y considerando
la densidad de plantación, se obtiene el rendimiento por planta. Luego, dividiéndolo a
dicho rendimiento por el peso promedio del fruto comercializable, se establece el número
de frutos por planta. Ese número final por planta debe contemplar una polinización y
cuaje eficientes, con las posteriores caídas naturales de frutos y ajuste definitivo con el
raleo de frutos.
Queda por determinar cómo distribuir las yemas en la planta y qué número de
elementos fructíferos se dejarán con la poda. Por ejemplo, en cultivares de duraznero de
maduración temprana con dificultades para alcanzar un tamaño apropiado para el

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mercado o con poco potencial genético (Aniversario INTA, Spring belle) se puede
establecer con la poda una carga de 300 frutos por planta, ubicados en 300 brindillas de
20-30 cm, con 1-2 frutos por brindilla. En cambio, en cultivares de duraznero tardíos, con
buen potencial genético se puede determinar la misma carga en 100-150 brindillas largas,
de más de 30 cm, con 1-2 frutos por brindilla. También puede establecerse la carga
potencial según el número de yemas por unidad de longitud, que se convertirán en frutos.
En manzanos, cerezos o ciruelos se hace el cálculo distribuyendo los dardos o ramilletes
pr metro de rama, asegurando un fruto por dardo o 3-4 ciruelas o cerezas por ramillete.
Con la poda se fija no solo la cantidad sino también la ubicación de los elementos
reproductivos en la planta. Naturalmente la planta tiende a producir más frutos en la parte
superior y media de la copa con respecto a la sección inferior. Esa tendencia natural se
debe ordenar con la poda, asegurando siempre que las ramas fructíferas queden bien
expuestas a la luz para lograr fruta de calidad, en color y sabor.
En Mendoza, especies de floración temprana, como el almendro, y, por lo tanto,
muy expuestas a daños por heladas tardías, a pesar de tener elementos de fructificación
de duración corta (ramilletes), no son sometidas a podas tan intensas como el ciruelo
japonés, en parte para retrasar y prolongar la floración. Además, al ser una fruta cuyo
valor no está dado por el tamaño o color, ya que se comercializa la semilla o almendra,
no es tan imprescindible regular la producción con la poda de rebaje, asegurándose la
renovación de los elementos de fructificación con “luz” (poda de raleo) y con un manejo
apropiado de la fertilización.
Un razonamiento semejante puede plantearse en una explotación de damascos
destinados a industria, donde no importa demasiado el calibre de los frutos. La intensidad
de poda debe ser menor que en aquellas situaciones o variedades destinadas a fruta para
consumo en fresco.
Es necesario recordar que la poda es una práctica cultural más y, por lo tanto, debe
complementarse con otras como riego, fertilización, raleo de frutos, tratamientos
fitosanitarios, cosecha oportuna, etc.

Poda de raíces
Las raíces responden también a la poda y afectan marcadamente al crecimiento de
la parte aérea. La poda de raíces se realiza mediante una labor profunda, a fines de verano
o principio de otoño, cuando la planta reduce al mínimo la demanda de agua y nutrientes,
y en coincidencia con el período de mayor crecimiento de las raíces.
La poda de raíces no es una práctica común, debido a que es muy difícil localizar
la profundidad y distribución de las raíces para asegurar que esta técnica sea eficaz.
Resulta conveniente hacerla un año de cada lado de la planta, y dejar tres a cinco años sin
repetir la operación para evitar efectos negativos.

Poda de rejuvenecimiento
La poda de rejuvenecimiento es aquella que se efectúa cuando se busca recuperar
la productividad de una planta. Se trata de una práctica que tiene como finalidad remozar

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la copa. El material nuevo sigue siendo adulto, no “juvenil”, por la cual se la puede llamar
poda de renovación.
Cuando por razones de mal manejo: exceso de producción, crecimiento pobre o
escasez de ramas largas, falta de luz, mala nutrición y riego, etc. Si el árbol frutal es
improductivo y se aleja del sistema de conducción original, puede recurrirse a la poda de
rejuvenecimiento. Deben evaluarse las causas que determinaron ese envejecimiento y si
el sistema radicular de la planta está sano y no hay síntomas de afecciones serias o
problemas de incompatibilidad de injerto entre otras causas, puede recomendarse dicha
poda. No todas las especies responden bien a esta poda. Por lo tanto, se debe acompañar
con un posterior manejo apropiado del cultivo, en lo que respecta a otras prácticas: riego,
fertilización (reposición de N), tratamientos fitosanitarios, poda de fructificación, raleo
de frutos, etc.
La poda de rejuvenecimiento consiste en un rebaje muy intenso, en invierno,
induciendo la brotación de yemas latentes cercanas a la zona de los cortes sobre madera
vieja. Puede ser conveniente proteger los cortes con una mezcla o pasta fungicida
cicatrizante. Durante la primavera/verano deben seleccionarse los brotes bien ubicados
para renovar las ramas de estructura y de producción. Por su intensidad, esta poda deja a
la planta sin producción durante uno o dos años según la especie, pero para lograr el
objetivo se deben “sacrificar” esas cosechas, persiguiendo sólo la obtención de madera
sobre la que se inducirán yemas de flor para las temporadas siguientes.

Poda de verano o poda en verde


Como su nombre lo indica, la poda de verano o poda en verde es aquella que se
efectúa cuando la planta tiene hojas, o sea, en primavera-verano. Junto con la eliminación
de madera se extraen hojas, por lo tanto, se afecta o compromete la fotosíntesis, con el
consiguiente efecto debilitante.
Según la época y forma de realizarla se logran los siguientes objetivos:
• Vigorizar la rama seleccionada para la formación de la planta frutal. Durante la
formación de los ejemplares, se “pellizcan” o despuntan los brotes que compiten
con los ya seleccionados para formar la planta. Por eso, tiene efecto vigorizante.
Estos despuntes se hacen temprano en la temporada, cuando los brotes tienen 15-
20 cm de longitud. Por lo tanto, se induce una nueva brotación que deberá también
ser despuntada para asegurar el objetivo buscado. Asimismo, puede emplearse
para inducir una ramificación necesaria.

• Mejorar la iluminación en plantas ya formadas. A mediados o a fines de la estación


de crecimiento permitirá la penetración de luz, asegurándose así la diferenciación
floral en noviembre-diciembre, o la calidad de las yemas ya diferenciadas en
febrero-marzo. Este proceso fisiológico se optimiza no solo al asegurar una mejor
disponibilidad de luz para la fotosíntesis, sino también porque actúa controlando
un crecimiento vegetativo exagerado, que puede ser antagónico y competitivo con
la inducción floral.

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Por razones de costo, se podría mecanizar la poda en verde mediante el empleo de


sierras circulares, que se aplican sobre la parte superior de la planta: de allí que se conozca
esta operación como “topping”. El hecho de tratarse de una poda mecánica, no selectiva,
exige luego el raleo manual para mejorar la entrada de luz.
A este tratamiento de “topping” se debe recurrir generalmente para controlar los
crecimientos vegetativos vigorosos que se producen en especies o cultivares de
maduración temprana y, por lo tanto, sometidos a programas muy exigentes de
fertilización para lograr calibres comercializables. Luego de la cosecha de esos frutos,
que tienen lugar en la segunda quincena de noviembre o principio de diciembre, la planta
responde con un fuerte crecimiento vegetativo que puede impedir una buena
diferenciación floral.
Como conclusión es conveniente considerar que:
• en cultivares de color rojo y plantas vigorosas, sombrías, la poda en verde
realizada 20 días antes de la cosecha permite una mayor penetración de luz
asegurando mejor color y sabor.

• la poda en verde, realizada al finalizar la estación de crecimiento, antes de que las


hojas exporten los hidratos de carbono a lugares de reserva o almacenaje como la
raíz o madera, actúa controlando el crecimiento, es decir, es una herramienta para
limitar el vigor.

• en situaciones meteorológicas adversas de mucha humedad, la poda en verde evita


el desarrollo de enfermedades al permitir una mejor aireación.

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EJE N°6
Floración,
polinización y cuaje

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Floración
En primavera se produce la apertura de las yemas de flor en la mayoría de las
especies arbóreas cultivadas, seguida por la antesis o apertura de las flores. El período de
floración es breve ya que la mayoría de las flores se marchita rápidamente. Sin embargo,
tiene gran trascendencia para la producción frutal, porque en él ocurren los procesos de
polinización, fecundación, formación de semillas y crecimiento inicial de los frutos.

Época de floración

La época de floración depende principalmente de la especie, pudiéndose


desarrollarse más temprana o tardíamente según la variedad cultivada. El almendro, el
damasco y el ciruelo japonés son especies de floración temprana; en cambio, el cerezo, el
manzano, el olivo y el nogal florecen tarde en la primavera.

La época de floración varía entre cultivares de una misma especie. Esta


característica debe tenerse en cuenta en el diseño de la polinización.

Período de floración

La floración es gradual dentro de la misma planta e incluso dentro de la misma


inflorescencia. Por ejemplo, en el peral se abre primero la flor de la base del corimbo, en
el manzano, comienza en la flor central de cada inflorescencia.

Convencionalmente se considera que una planta está en inicio de floración cuando


alrededor del 10% de las flores están abiertas; en plena floración, cuando
aproximadamente el 50% de las flores están abiertas; y en fin de floración, cuando todos
los pétalos se han caído. En caída de pétalos, los estambres y estilos se secan y caen;
mientras que los sépalos pueden persistir en el fruto.
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La floración dura cómo término medio 15 días, aunque el período de floración varía con
la variedad cultivada, con la cantidad de flores y con las condiciones meteorológicas de
la estación.

Polinización de frutales
Definición

La polinización es el proceso de transporte de los granos de polen desde la antera de una


flor al estigma de esa misma flor o de otra. Este proceso ocurre durante el período de
floración y es la condición previa a la fecundación. Una vez que el grano de polen alcanza
el estigma, es hidratado por el líquido estigmático, comienza a germinar y desarrolla el
tubo polínico, que penetra a través del estilo y llega al óvulo para su fecundación. Los
óvulos fecundados dan origen a las semillas del fruto.

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Importancia

En el monte frutal, la polinización debe considerarse como un factor más, cuyo


manejo deficiente tiene consecuencias negativas sobre el volumen de fruta producido y
sobre su calidad.

En la mayoría de las especies frutales, la presencia de semillas es indispensable


para que el fruto cuaje, crezca y llegue a madurar. Por lo tanto, si no hay polinización y
posterior fecundación de óvulos, la flor o el fruto muy pequeño aborta y cae. Esta
situación es común en los frutales de carozo, en los cuales cada flor tiene un ovario con
dos óvulos, y cada fruto tiene una sola semilla, ocasionalmente dos. En estos frutales, si
no hay polinización y fecundación la flor aborta y cae, comprometiendo el volumen de
fruta producido.

En los frutos pluriseminados como la manzana y la pera, el tamaño de los frutos,


su forma y el período de conservación frigorífica están vinculados con la polinización y
con la cantidad de semillas presentes. en estos frutales, las flores presentan un pistilo
compuesto por cinco carpelos, con dos óvulos cada uno. Cuando la polinización es
deficiente y no se forman suficientes semillas, el tejido del receptáculo adyacente al
lóculo en el que no hay semillas se deforma debido a la ausencia de hormonas y factores
de crecimiento que éstas generan, comprometiendo el volumen y la calidad de la fruta
producida.

Fecundación

Los granos de polen transportados por el viento o los insectos a los estigmas
germinan emitiendo un tubo polínico, que crece hacia el ovario. Cuando el tubo polínico
alcanza al óvulo se produce la “doble fecundación” en donde se forma un embrión y el
endosperma que sirve para la nutrición del embrión. A partir de ese momento inicia una
intensa multiplicación celular, y cuando el desarrollo del ovario el visible se considera al
fruto cuajado.

Partenocarpia

En algunas especies la formación de frutos puede producirse sin que haya


polinización y fecundación previa. Esta fructificación se llama partenocárpica y los frutos
se caracterizan por la ausencia total de semillas.

La aptitud para la fructificación partenocárpicas se presenta en algunos cítricos y


en algunas variedades de mandarina, higuera y vid. En muchos casos, la ausencia de
semilla se considera un indicador de calidad comercial.

Tipos de polinización
La polinización es autógama cuando los estambres y el pistilo pertenecen a la
misma flor. En cambio, si los estambres y el pistilo pertenecen a flores distintas de un

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árbol o de distintos árboles, la polinización es alógama. En las especies frutales, es más


frecuente la alogamia. Entonces, es indispensable la presencia de un vehículo de
transporte del polen.

El traslado del polen

El polen se produce en las anteras y debe transferirse al extremo del pistilo


(estigma) durante la polinización. Esencialmente, hay dos vías de transporte del polen: el
viento (polinización anemófila) y los insectos (polinización entomófila), principalmente
las abejas. También puede ocurrir naturalmente, es decir, por un contacto antera-estigma.

Polinización anemófila

Las especies frutales de polinización anemófila se caracterizan por una producción


de flores y por una capacidad de producción de polen muy elevada. El nogal, el avellano,
el castaño, el olivo son especies de polinización anemófila. El polen es muy fino y liviano,
y su transporte se favorece por vientos ligeros y ambientes secos.

Polinización entomófila

Los frutales de polinización entomófila se caracterizan por sus flores vistosas y


por la presencia de néctar. Son ejemplos, el cerezo, el ciruelo, el almendro, el duraznero,
el damasco, el peral y el manzano. El polen es más grande, más pesado y más viscoso que
el de las especies anemófilas, características que lo hacen poco móvil a través del viento,
pero si adherente al cuerpo y patas de los insectos. El transporte del polen puede llevarse
a cabo por varias especies de insectos. Sin embargo, para aumentar la certidumbre del
proceso de polinización se recurre al uso de insectos de manejo sencillo, como las abejas.
(Apis melífera).

La abeja como agente polinizador: una característica importante de la actividad de


las abejas es su constancia floral. Cuando las abejas inician su actividad sobre una
determinada especie, continúan visitando sus flores hasta agotarlas, antes de cambiar a
otra especie. Otra característica importante a considerar es la preferencia que tienen las
abejas por las flores de algunas especies, que está vinculado a la concentración de
azúcares del néctar. En su recolección siguen la “ley del mínimo esfuerzo”. Así, por
ejemplo, las abejas prefieren las flores del cerezo (con más del 50% de azúcar en el néctar)
a las del peral (con apenas 15%).

Esterilidad

Diversas causas pueden impedir la fecundación y en tal caso se habla de


esterilidad. Hay casos de esterilidad por causas climáticas o culturales. Así, la carencia
de algunos elementos nutritivos (boro, calcio) puede disminuir la capacidad germinativa
del polen. Una insuficiente disponibilidad de nitrógeno puede provocar aborto de ovarios.
La falta de “horas de frío” puede afectar la formación de los órganos sexuales. Sin
embargo, las causas de esterilidad más importantes sen de origen genético.

Un tipo de esterilidad de origen genético muy frecuente e importante en las


especies frutales es la esterilidad factorial.

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5º Año

En este caso, las flores son morfológicamente normales y las anteras producen
polen vital y germinable, pero incapaz de fecundar las flores de la misma variedad
cultivada (autoincompatibilidad) o de otra no afín (Inter incompatibilidad).

La polinización cruzada

En plantaciones frutales con fines productivos, para superar el problema de la


esterilidad se debe recurrir a la asociación de la variedad en problema con un adecuado
número de plantas polinizadoras (polinización cruzada).

Planificación del monte frutal: diseño de la polinización.

Al planificar el monte frutal antes de la plantación, se debe considerar si existe o


no autoincompatibilidad y si la especie a plantar es de polinización anemófila o
entomófila. Entonces se puede diseñar la polinización, eligiendo las variedades
polinizadoras, su proporción y ubicación más conveniente.

Variedades auto compatibles (o auto fértiles)

Las variedades auto compatibles se plantan en bloque y la polinización


generalmente ocurre en forma natural por el solo movimiento de las flores (si son especies
de polinización anemófila), o por la presencia de abejas u otros insectos que favorecen el
traslado del polen desde las anteras a los estigmas (si son especies de polinización
entomófila). Son ejemplos de frutales auto compatibles la mayoría de las variedades de
duraznero, damasco, vid, cítricos y olivo.

Variedades auto incompatibles (estériles)

En los montes frutales, para superar el problema de la esterilidad, se debe recurrir


a la polinización cruzada a través de la asociación de la variedad cultivada elegida con un
adecuado número de plantas polinizadoras.

Selección de las variedades polinizadoras.

La planta polinizadora debe reunir una serie de condiciones, que se mencionan a


continuación:

• Compatibilidad. Debe ser Inter compatible con la variedad cultivada a la que poliniza.
• Coincidencia de floración. Para alcanzar cosechas comerciales, la variedad principal
y su polinizadora deben florecer al mismo tiempo. La situación óptima se presenta
cuando la variedad polinizadora presenta un período de floración largo y se adelanta
ligeramente en su inicio de floración a la variedad principal. En muchos casos, la
coincidencia de floraciones solo es parcial y resulta conveniente emplear dos o tres
variedades polinizadoras para garantizar una polinización eficiente.
• Producción de polen abundante y con una elevada capacidad de germinación.
• Resistencia, tolerancia, o baja susceptibilidad a plagas y enfermedades.

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• Valor comercial. Este atributo se debe considerar para decidir la proporción de plantas
polinizadoras.

Proporción y distribución de polinizadoras

Debe haber un porcentaje mínimo de plantas polinizadoras en el monte frutal, que


varía en función del mecanismo de transporte de los granos de polen. Para las especies de
polinización entomófila, el porcentaje mínimo de plantas polinizadoras es del 11%, y para
las de polinización anemófila es del 5%.

En las especies de polinización entomófila, la proporción de plantas polinizadoras


puede incrementarse considerablemente en función del valor comercial de la variedad
polinizadora hasta alcanzar un 50%. También influye la distribución de polinizadoras en
el monte frutal. En caso de utilizarse el porcentaje mínimo (11%), esto equivaldría a
plantar una hilera de cada tres con plantas polinizadoras y, en dicha hilera, una planta
polinizadora por cada tres plantas.

Este tipo de diseño presenta algunos inconvenientes, ya que se dificulta el manejo


fitosanitario y la recolección de frutos. Por eso la tendencia general es ubicar todas las
polinizadoras en la misma hilera, alternando una o varias hileras polinizadoras con una o
varias hileras de la variedad cultivada a polinizar. En estos casos, el porcentaje de plantas
polinizadoras puede variar entre un 20 % y un 50%, y repartirse entre dos o más
polinizadoras, lo cual aumenta el tiempo de solapamiento de los períodos de floración,
consiguiéndose resultados óptimos.

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En plantaciones muy densas o en sistemas de conducción en que se forman


verdaderas “murallas” vegetales, el criterio de ubicar las polinizadoras en holeras puede
afectar a la polinización debido a la tendencia de las abejas a desplazarse solamente a lo
largo de la hilera. Cuando esto ocurre, las plantas de las hileras más alejadas de la hilera
dadora de polen pueden presentar menos cuaje.

Para aumentar la eficiencia de polinización es conveniente que todas las hileras


de la variedad a polinizar estén al lado de hileras polinizadoras.

Otra alternativa para aumentar la eficiencia de polinización en plantaciones en alta


densidad es ubicar las plantas polinizadoras en la hilera de la variedad principal y a la
mitad de la distancia asignada entre plantas. Así la polinizadora no ocupa el lugar de
ninguna planta de la variedad principal.

Las polinizadoras distribuidas de esta manera se denominan “supernumerarias”.


Este sistema se encuentra bastante difundido en manzanos.

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Cuando la variedad polinizadora tiene escaso valor comercial, existe otra


alternativa de ubicación de polinizadora a la que se puede recurrir. Consiste en plantar la
variedad comercial en bloque e injertar ramas de la o las variedades polinizadoras en la
parte superior de la copa de los árboles de la variedad comercial. Los injertos de ramas
polinizadoras generalmente se deben realizar un año después de haber hecho la
plantación, sobre una rama ubicada en el centro de la copa.

Es conveniente marcar con pintura la rama injertada para evitar que el injerto sea
accidentalmente eliminado con la poda.

Para la distribución de las plantas polinizadoras en un monte de especies frutales


de polinización anemófila debe considerarse la dirección predominante de los vientos en
primavera, de modo de disponer las hileras polinizadoras en forma perpendicular a la
dirección de vientos predominantes. Las hileras se disponen a espacios regulares para
asegurar una buena dispersión del polen.

Manejo del monte frutal: interacción entre el monte frutal y el agente


polinizador
A partir del comienzo de la etapa productiva de las especies de polinización
entomófila, es conveniente colocar colmenas dentro del monte frutal para conseguir una
polinización cruzada eficaz durante el período de floración.

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Cantidad de colmenas

La cantidad de colmenas necesarias para una polinización adecuada depende de


varios factores: la calidad de las colmenas, la densidad de flores a polinizar, la atracción
de las flores de cada especie y las condiciones meteorológicas en cada primavera.

Calidad de las colmenas.

En términos generales se considera que una colmena es de buena calidad cuando


tiene por lo menos seis marcos con cría y dos con cría sin opercular (larvas jóvenes). Se
estima que una colmena bien poblada tiene como mínimo 10.000 abejas. La presencia de
larvas jóvenes (cría sin opercular) actúa de estímulo para la recolección de polen.

Densidad de flores a polinizar.

A igualdad de marco de plantación y desarrollo de las plantas, hay diferencias en


el número de flores entre especies y aún entre cultivares de una misma especie. A mayor
número de flores se precisará mayor número de abejas, y por lo tanto, las especies de
mayor densidad de floración (por ejemplo, el cerezo) necesitarán mayor número de
colmenas. La densidad de flores depende también de la edad de la plantación.

Atracción de las flores.

Está vinculada principalmente a la concentración de azúcares del néctar. En


términos generales y a modo de ejemplo, las flores del peral son poco atractivas para las
abejas, ya que su néctar contiene solo alrededor de un 15% de azúcar.

Condiciones meteorológicas.

Influyen notablemente en la actividad de las abejas. LA máxima eficiencia se


produce con días soleados, sin viento y con una temperatura media de 20-22°C. La
actividad es prácticamente nula cuando la temperatura desciende por debajo de 10°C.

El viento es un factor adverso para la actividad de las abejas, cuando la velocidad


supera los 20 km/hora la actividad es escasa y por encima de los 40 km/hora es nula.

La lluvia también afecta el vuelo de las abejas.

En términos generales se necesitan 2 a 4 colmenas de buena calidad por hectárea.


Este número puede duplicarse o aún triplicarse en el caso de colmenas pobres, floraciones
tempranas (almendro, ciruelo japonés), altas densidades de plantación, especies poco
atractivas o condiciones meteorológicas adversas en el período de floración.

Momento de introducción de las colmenas en el monte frutal

Como valor orientativo se puede considerar que un 5 a 10% de flores abiertas en


la plantación frutal es adecuado para introducir las colmenas al monte. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que, en especies poco atractivas como el peral, se prefiere esperar hasta

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que el 20% de las flores estén abiertas, para evitar que las abejas se habitúen a flores más
atrayentes que pudiese haber en las cercanías.

Manejo del suelo previo a la entrada de las colmenas

En el momento de la introducción de las colmenas al monte frutal es conveniente


la eliminación de la flora competitiva. Las malezas y coberturas vegetales deben segarse
o incorporarse al suelo antes de la floración.

Tratamientos fitosanitarios

En un sentido estricto la polinización por medio de abejas supone la suspensión


de los tratamientos insecticidas y acaricidas durante el período de floración. En el caso de
no poder suspender los tratamientos fitosanitarios debe recurrirse al uso de productos no
tóxicos para las abejas.

Una vez finalizada la floración, deben retirarse las colmenas para permitir los
tratamientos fitosanitarios que sean necesarios.

Ubicación de las colmenas en el monte

Para lograr una buena eficiencia de polinización es necesario ubicar las colmenas
respetando algunas premisas, que se señalan a continuación:

1. Las colmenas deben colocarse en grupos de 5 a 20, de modo que la competencia


entre ellas incentive a las abejas a desplazarse a mayor distancia y efectuar mayor
actividad.

2. Es conveniente colocar las abejas en lugares soleados desde horas tempranas,


protegidas del viento y con sus piqueras (entradas-salidas) orientadas hacia el este
o hacia el norte, nunca hacia el sur. Todas estas medidas activan y facilitan el
trabajo de las abejas.

3. Las colmenas deben colocarse perpendicularmente a las líneas de polinizadoras


ya que las abejas tienen tendencia a seguir por la plantación sin pasar de una fila
a la otra.

Cuaje
El proceso que marca la transición del ovario de la flor a fruto desarrollado se
denomina cuaje y supone la iniciación de un crecimiento rápido de los tejidos del ovario.
Si el crecimiento no se inicia, o una vez iniciado cesa, el ovario se desprende y, por lo
tanto, no cuaja.

Para que se produzca el cuaje son necesarios tres requisitos: 1) la existencia de


yemas florales maduras y bien formadas; 2) temperaturas durante la antesis e

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inmediatamente después que aseguren una adecuada polinización; y 3) un aporte


adecuado de fotoasimilados cuando el ovario inicie el desarrollo.

En caso de que alguno de estos requisitos no se cumpla se produce la caída de


flores o frutos no cuajados.

Evaluación de la polinización

La relación porcentual entre el número de frutitos que se desarrollan a partir de


las flores fecundadas (frutos cuajados) y el número de flores presentes al comienzo de la
antesis se llama porcentaje de cuaje, según la siguiente expresión:

Porcentaje de cuaje = Número de frutos x 100

Número de flores

en antesis

En la práctica, el porcentaje de cuaje se utiliza para evaluar la eficacia del doble


proceso polinización-fecundación.

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EJE N°7
Manejo integrado de
plagas y enfermedades en
frutales en frutales

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Plagas en Frutales de pepita


Introducción
La producción de manzanas y peras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén estuvo
históricamente vinculada con su exportación. Al mismo tiempo que se produjo la
demanda exterior, se acentuaron las exigencias en cuanto a calidad del producto no solo
en su aspecto exterior o aspecto cosmético, que debe ser impecable, sino también en sus
cualidades intrínsecas (azúcar, acidez, etc.). A partir de la década de 1970 surgen las
restricciones en los residuos de plaguicidas.
Las exigencias en calidad fueron acompañadas por una utilización de plaguicidas
cada vez más frecuentes. La década de 1950 estuvo caracterizada por la aplicación de
plaguicidas organoclorados; la década de 1960, por los carbamatos y los
organofosforados y, a partir de las décadas de 1970 y de 1980, por los piretroides.
Esta utilización creciente de plaguicidas tuvo un fuerte impacto en el
agroecosistema: a la vez que controló eficientemente la plaga clave de la fruticultura
regional, Cydia pomonella (L.) desencadenó desequilibrios ecológicos con la aparición
de nuevas plagas y, con ello, el uso mayor de plaguicidas. Muy pronto, la respuesta se
hizo presente y la resistencia de las plagas se tornó implacable.

Desarrollo del manejo integrado de plagas en frutales de pepita.


El manejo integrado de plagas (MIP) se lo define como “un sistema de control de
plagas que utiliza todos los métodos y recursos, naturales y artificiales, conjugándolos de
manera tal que sean compatibles entre si y que no perturben el equilibrio de las especies,
manteniendo a las plagas en niveles inferiores a aquellos en los cuáles causan daño
económico”.
Para alcanzar el éxito en el MIP son necesarias dos ideas básicas:
1. eliminar el concepto de que todo artrópodo, por su sola presencia, debe
ser considerado nocivo, dañino, o ser incluido en la categoría de plaga;

2. eliminar el concepto de que el daño producido por una plaga es


intolerable.
De estas ideas básicas surge el concepto de “nivel de daño económico” (NDE):

• es la densidad de plaga más baja capaz de producir daño económico a la


producción.
Otro parámetro importante es el “umbral de daño económico” (UDE) definido
como: la densidad de plaga a partir de la cual es necesario tomar medidas de
control para evitar alcanzar el NDE. Por lo tanto, el UDE representa siempre una
densidad inferior a aquella del NDE.

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Monitoreo de plagas y organismos auxiliares


El monitoreo de plagas y organismos auxiliares es la actividad más descuidada y
a la vez más importante del MIP, ya que permite establecer cuando un organismo
está fuera de control.
Objetivos del monitoreo

• confirmar la existencia de organismos plagas;


• determinar la necesidad de su control basada en información;
• programar la estrategia de control;
• evaluar la eficacia de las medidas de control y su repercusión futura.
Es importante conocer como se desarrolla una plaga, para lo cual se la puede
monitorear por distintas vías. Por ejemplo: C pomonella, plaga clave de los
frutales de pepita, puede ser monitoreada a través de sus adultos (trampas con
feromonas, trampas con cebos alimentarios, trampas luminosas), de sus huevos
(visión directa), de sus larvas (cartón corrugado), o de sus daños (porcentaje de
frutos dañados). El monitoreo demanda tiempo y un costo elevado.
Requisitos del monitoreo
Para alcanzar la eficacia esperada, se deben cumplir los siguientes requisitos:
1. Conocimiento del agente biológico y de su hospedero. Se trata de conocer
los aspectos relevantes de la biología de los organismos: hábitos de la
plaga, dónde puede ser localizada en determinados momentos y en cuál
de sus estadios, cuáles son los períodos más críticos para el cultivo.
2. Observación. Método de observación, elementos necesarios, presencia e
intensidad de la infestación.
3. Recopilación de datos: los datos observados deben registrarse en
formularios de fácil lectura e interpretación.
4. Comunicación-decisión: la comunicación debe producirse en tiempo y
forma, por lo general, diariamente. La decisión final sobre el empleo de
una medida de control es una tarea de alta responsabilidad.
5. Verificación de los resultados: transcurrido un tiempo prudencial desde la
aplicación de la medida de control, se procede a verificar el resultado.

Identificación y biología de los artrópodos asociados a los frutales de


pepita: plaga clave
Se designa como especie “primaria” o plaga “clave” a aquella que constituye un
problema sanitario básico que, de no ser controlado, produce daños de gran consideración.
Sobre ella gira la estrategia sanitaria del cultivo.
Especie o plaga “secundaria” es aquella que, con alguna frecuencia, puede
alcanzar el NDE, por lo que se debe prestar atención a su UDE.

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Especie “ocasional” es aquella que, si buen está presente, puede conformar muy
esporádicamente poblaciones que configuren un problema para la producción.
Insectos: Lepidópteros: Tortrícidos
Gusano de la pera y la manzana, carpocapsa [Cydia pomonella]
Es el principal problema entomológico en casi la totalidad de las zonas
productoras de frutales de pepita en el mundo. Es imposible sostener una producción
viable sin efectuar algún tipo de control sobre esta plaga.
Identificación y biología
- Adultos: tienen 14 a 20 mm de expansión alar. Las alas anteriores son de color
gris claro, con líneas onduladas transversales más oscuras; en el ápice poseen una
mancha de reflejos bronceados, característica muy distintiva. Las alas del segundo
par son de color castaño uniforme.

- Huevo: es de forma lenticular, de alrededor de 1 mm de diámetro. Al inicio es de


color blanco; a los 2-3 días comienza a formarse un halo rojo periférico, a medida
que se diferencia el embrión hasta que, próximo a la eclosión, se puede ver por
transparencia la cabeza oscura y el cuerpo encorvado de la larvita.

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- Larva: al nacer, es blanco – amarillenta, de aproximadamente 1,5 mm, con la


cabeza castaño oscura brillante. Al alcanzar su máximo desarrollo en el quinto
estadío, adquieren una tonalidad rosada y un tamaño de 12-18 mm.

- Pupa: mide unos 10 mm; inicialmente de color ámbar, toma posteriormente un


color castaño.

Al nacer, las larvas se dirigen a los frutos, pero, en general, no penetran


inmediatamente, sino que durante algunas horas deambulan sobre la planta, etapa en la
cual se la denomina larva “ambulante” o “errante”. En ese momento está expuesta a la
acción de algunos enemigos naturales y es cuando debe ser eliminada, antes que ingrese
al fruto, ya que una vez dentro de él es imposible su supresión y el daño es inevitable.
Puede entrar por el cáliz, por la inserción del pedúnculo o bien perforando la epidermis,
en este caso favorecida por el contacto entre dos frutos o entre un fruto y una hoja. Por
cualquiera de las vías, la larva se dirige al endocarpo donde destruye los óvulos o las
semillas y las paredes de los carpelos, partes esenciales de su dieta, especialmente las
pectinas presentes. Una vez completado el desarrollo larval, hace una galería de salida,
aunque también puede salir por la misma vía de ingreso. El orificio de salida se identifica
por estar rodeado por una aureola oscura y por la presencia de excrementos larvales.

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Desciende mediante un hilo sedoso hacia un lugar adecuado y, tejiendo


previamente un capullo de seda, forma la pupa, usualmente debajo de la corteza del tronco
y las ramas principales o bien en el suelo.
C. pomonella tiene un umbral térmico de 10 °C; cuando la temperatura media
diaria supera ese valor, el excedente de 10 °C se computa como grados día (°D).
GD= Tm – Tª umbral
Cada etapa de desarrollo implica la suma de determinada cantidad de °D.

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Esta especie resiste el invierno al estado de larva encapullada en sus diversos


refugios. A fines de invierno o principios de primavera, evolucionan a pupa y finalmente
a adulto. Así, vuelan las primeras polillas en forma coincidente con la floración del
manzano, cuando se suman unos 70 °D. La totalidad de las larvas invernantes no
evoluciona en ese momento, sino que este fenómeno se prolonga hasta diciembre, con
marcada intensidad en la segunda quincena de noviembre. Esto determina que haya
superposición de generaciones y ha motivado desde hace muchos años el desarrollo de
sistemas de alarma o aviso para procurar un control racional de la plaga.
Los adultos de hábitos crepusculares, vuelan con temperaturas superiores a 12°C,
pero el acoplamiento se produce por encima de los 15 °C. Los huevos son colocados
aisladamente o en grupos de 2 o 3, normalmente cerca de un fruto o sobre este. El número
de huevos por hembra es de unos 50 para aquellas provenientes de larvas invernantes y
crece en las generaciones siguientes hasta unos 100 por hembra. El nacimiento de las
larvas de la 1ra generación, y con ella la aparición de los primeros daños, ocurre a los
250°D, a mediados de octubre.
El desarrollo larval ocupa entre 20 y 25 días. C. pomonella tiene 3 generaciones
anuales, aunque en años excepcionales puede haber una cuarta. En ningún caso el total
de larvas de cada generación evoluciona inmediatamente a pupa.
El estado de pupa requiere entre 10 y 20 días, según el momento de la temporada.
El desarrollo de una generación completa se cumple aproximadamente en 48-56 días.

Hospederos. El membrillero (Cydonia oblonga), el manzano (Malus domestica), el peral


(Pyrus communis), el nogal (Juglans regia) y los frutales de carozo son hospederos de
carpocapsa.

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Daños. En octubre y noviembre, cuando los frutos son aún pequeños, el gusano de la
pera y la manzana provoca la caída de la mayor parte de la fruta atacada, al alterar el
equilibrio hormonal vinculado con el proceso de absición. Los frutos atacados en estados
más avanzados del desarrollo son descartados en el empaque, bien porque terminarán
pudriéndose por las galerías que dejan las larvas o porque la simple “picadura”, aún
inconclusa, constituye un daño “cosmético” no aceptado en la comercialización.
Importancia económica. La importancia económica del gusano de la pera y la manzana
es primaria. Es plaga clave de los frutales de pepita.
Monitoreo de C. pomonella
Uso de feromonas y termoacumulación. Las hembras de carpocapsa
sexualmente maduras atraen machos de su misma especie mediante la liberación de
pequeñas cantidades de feromonas que son captadas por las “sensilias” ubicadas en las
antenas del macho. Los análisis químicos por cromatografía de gases permitieron
identificar esta hormona, cuyo componente principal es un alcohol denominado
“codlemone”. Este compuesto fue luego sintetizado y colocado en cápsulas de caucho o
plástico de liberación lenta que, ubicadas en trampas adhesivas, atraen a los machos tal
como si fueran hembras auténticas.
Estas trampas se convirtieron así en un componente importante del monitoreo de
carpocapsa que, junto con el sistema termoacumulativo, permite conocer el período de
mayor actividad de la especie y planificar las medidas de control en forma más precisa.
Además, la fijación de ciertos umbrales de daños posibilita la necesidad de aplicación de
los tratamientos en muchas situaciones.
Las trampas deben colocarse poco antes de la emergencia de los primeros adultos,
en coincidencia con el inicio de la floración del manzano, a inspeccionarse por lo menos
una vez por semana, registrando las capturas en cada oportunidad. Es conveniente
reemplazar las trampas antes de iniciar el vuelo de la 2da y 3ra generación, a 740°D y
1.300 °D, respectivamente.
Las trampas deben colocarse con una densidad de una cada 1-2 ha. Es necesario
ubicarlas en el tercio superior de la planta, orientadas hacia el NE y al resguardo de los
vientos predominantes, ya que la mayor actividad de carpocapsa se produce en la parte
más alta del cultivo.
Umbrales para el tratamiento. Durante la 1ra generación, la necesidad de aplicar
plaguicidas se basa en la acumulación de capturas en trampas desde su colocación hasta
los 250°D, momento a partir del cual es probable que se produzcan los primeros daños.
Se requerirán tratamientos posteriores si se registran capturas de 2 o más mariposas por
semana, con intervalos de 12 a 14 días hasta completar 3 aplicaciones para controlar la
primera generación.
Como es difícil diferenciar capturas de 2da y 3ra generación, ya que éstas se
superponen, la actividad del monitoreo de trampas debe continuar hasta la cosecha.

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Técnica de confusión sexual (TCS)


La TCS es otra aplicación de las feromonas desarrolladas como una alternativa de manejo
sanitario con la intención de remediar o disminuir los efectos no deseados derivados del
uso de plaguicidas, en especial los que inciden sobre el ambiente y la salud, tanto de los
consumidores como de las personas involucradas en la producción.
Esta técnica se fundamenta en saturar el ambiente con feromona de síntesis, de
manera que el macho no pueda localizar hembras receptivas, por interferencias en su
sistema de recepción/respuesta regida por el sistema nervioso central. De esta manera se
evita la fecundación y la consecuente postura de huevos fértiles. La feromona de síntesis
puede ser liberada por medio de emisores (dispensers), pulverizaciones o aerosoles con
liberación programada.
Por si sola, la TCS no es suficientemente efectiva en situaciones de infestación
moderada o elevada, cuando se superan los umbrales de captura: en tales casos es
necesario recurrir al uso de plaguicidas como complemento. Se considera que la TCS es
más efectiva al incrementarse la superficie tratada.
Monitoreo. El monitoreo es indispensable para este tipo de conducción. Se basa
en el uso de trampas cebadas con 10 mg de feromonas, llamadas 10X o “supertrampas”,
y en el muestreo de frutos. Se sugiere que los umbrales para realizar tratamientos
correctivos de la población sean: 1) de 6 polillas por semana para la 1era generación hasta
inicios de diciembre; 2) de 4 polillas por semana, pata la 2da y 3ra generación, desde
principios de diciembre hasta la cosecha. Estos valores pueden variar según el modelo de
trampa y, en particular, con la experiencia adquirida por el técnico que conduzca el
sistema.
Los muestreos de frutos son indispensables para relacionar las capturas en trampas
10X con los niveles de daños registrados, y para detectar posibles incrementos de vuelo
que no se registran en las trampas por diversas causas, principalmente por el
comportamiento de los machos a estímulos múltiples.
Se estima necesario que el número de frutos a revisar no sea inferior a 500 por ha
en la primera generación (diciembre) y en la 2da generación (enero), y el doble en la
cosecha. Además, pueden instalarse bandas de cartón corrugado al finalizar la primera y
segunda generación y revisar los frutos caídos.
Ventajas de la TCS:
- Menor agresividad sobre el ambiente

- Aumento de la biodiversidad e incremento del control biológico

- Retraso de la aparición de resistencia a los principios activos en uso, por menor


frecuencia de aplicación

- Mejora en la calidad de vida de la población, por menor exposición a plaguicidas


y consumo de frutas con menor residuos.

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Problemas de la TCS
- No se recomienda su aplicación en lugares con vientos fuertes y sin reparos

- Se debe evitar el uso de la TCS en montes sujetos a riesgos de altas poblaciones

- Debido a la disminución de la presión ejercida por el uso de plaguicidas puede


causar el incremento de otras especies antes controladas por éstos, como ha
ocurrido con algunos tortrícidos y otros lepidópteros.
Método de bandas de cartón corrugado
Como método complementario para ayudar a disminuir la población de larvas
encapulladas y, en particular, de invernantes de carpocapsa, se recomienda desde hace
años el uso del método antiguo de bandas de cartón corrugado sobre el tronco y ramas
principales las que, al ser extraídas y quemadas, llevan a la destrucción de las larvas que
han buscado refugio en ellas.

Enfermedades en Frutales de pepita


En la Argentina, las principales zonas productoras de manzana y peras presentan
condiciones ecológicas con escasas precitaciones y baja humedad relativa, propicias para
cultivos con desarrollo excelente y obtención de frutas de calidad.
Enfermedades fúngicas:
Sarna del manzano y del peral [Venturia inaequalis, Venturia pirina]
Generalidades. La sarna constituye la enfermedad más importante del cultivo del
manzano y peral en la mayoría de las regiones productoras de estos frutales en el mundo.
La sarna del manzano es producida por el hongo ascomicete Venturia inaequalis
y a sarna del peral por Venturia pirina.
Sintomatología. Los síntomas en manzano y peral son muy semejantes y pueden
aparecer en todos los órganos de la planta, excepto en las partes lignificadas del árbol.
Los primeros síntomas de la enfermedad aparecen en las hojas jóvenes y en el
envés de los sépalos. Se manifiesta como manchas típicas, traslúcidas al principio, que
luego toman una coloración verde olivácea, de aspecto aterciopelado. Finalmente, el
tejido afectado se necrosa.
Sobre los frutos se producen manchas similares a las descriptas en las hojas. El
tejido infectado se desgarra y estas resquebrajaduras pueden ser puerta de entrada de otros
microorganismos. Los ataques en frutos pequeños suelen producir su caída. Finalmente,
se pueden producir ataques tardíos, los cuales pasan frecuentemente desapercibidos en la
cosecha, desarrollando síntomas durante el período de conservación.

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Daño en hojas Daño en fruto en crecimiento

Daño en fruto

Daño de fruto en conservación

Manejo de la enfermedad. El manejo de la sarna se basa en la aplicación de


prácticas culturales tendientes a obstaculizar el desarrollo del patógeno y la aplicación de
fungicidas, con la utilización de un sistema de alarma.

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Las prácticas culturales comprenden:


- La eliminación de ramas innecesarias y el apuntalamiento correcto para
definir los planos de carga y reducir la altura de las plantas.

- La eliminación o clareos de alamedas para permitir la circulación de aire.

- El mantenimiento del suelo de la entrefila con cobertura verde a baja


altura.

- El manejo adecuado del riego a fin de facilitar el paso de las


pulverizadoras.

En la postcosecha se deben tener en cuenta un conjunto de prácticas culturales


relacionadas con la disminución de los daños de sarna durante la conservación y
la dispersión del inóculo:

- Evitar la introducción a la cámara frigorífica de fruta con infecciones no


visibles y con síntomas de sarna, debido a que la enfermedad continúa su
evolución.

- Limpiar y desinfectar los bines, con el objetivo de eliminar todo resto


vegetal que lleve inóculo de hongos, para evitar su retorno al monte frutal.

- Quemar las hojas y restos vegetales que se juntan en las plantas de


empaque e industrias.

La aplicación de fungicidas es de fundamental importancia en el control de la


sarna del manzano y del peral. Existen dos períodos importantes para dicha
aplicación: el otoño y la primavera.
Enfermedades bacterianas:
Agalla de corona (Agrobacterium tumefaciens)
La agalla de corona es una enfermedad de amplia distribución mundial,
marcadamente polífaga. Los daños que produce son importantes en viveros, donde las
plantas se infectan a través de las heridas generadas por los trasplantes y laboreos del
suelo. Según la legislación vigente, en la mayoría de los países está prohibida la
comercialización de plantas infectadas.
En los montes comerciales, la importancia de los daños tiene relación directa con
la edad de la planta. Al avanzar la madurez, si la planta está infectada, convive con la
enfermedad y los daños son menos importantes.
El síntoma característico de esta patología es la formación de tumores en las raíces
y cuello, que dificulta la circulación de savia, lo cual puede causar desde un
debilitamiento generalizado hasta la muerte de la planta afectada.

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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA
5º Año

Agrobacterium tumefaciens vive en el suelo. Presenta mayor afinidad en suelos


de textura arenosa, pero puede adaptarse a suelos arcillosos. Cuando se producen
condiciones predisponentes para su desarrollo (temperaturas de alrededor de 20°C, y
presencia de hospedero receptivo y con heridas), se inicia el proceso de multiplicación y
penetración de la bacteria en la planta.
El patógeno se dispersa a distancias cortas a través del agua de riego o lluvia,
mientras que a distancias largas lo hace a través del uso de material infectado. Los
métodos más eficientes de lucha contra esta bacteria incluyen:
- Destruir (quemar) las plantas afectadas en vivero.
- Emplear plantas libres de A. tumefaciens.
- Evitar infecciones con la bacteria en la plantación definitiva.

Formación de tumores en raíces y troco


La virosis en los frutales de pepita.
Las especies frutales constituyen un grupo de plantas con características
especiales que dificultan el estudio de los virus. El contenido elevado de taninos interfiere
en la extracción de los virus, lo que obligó a desarrollar sustancias específicas para evitar
su efecto nocivo.
Los daños que producen estas entidades patógenas en los frutales de pepita son
variados. Pueden producir modificaciones morfológicas, tales como cambio de color en
las hojas (mosaicos) o en los frutos (ring spot), amarillamientos o enrojecimientos
prematuros del follaje, necrosis, hendiduras en la corteza o en los frutos, deformaciones
en las hojas o en los frutos, transformaciones.
Además, los virus pueden producir síntomas fisiológicos tales como reducción del
crecimiento o del tamaño de las hojas, disminución de la cantidad de frutos, inducción de
incompatibilidad injerto-portainjerto.

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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA
5º Año

Los virus constituyen una permanente amenaza para los frutales, ya que puede
aparecer una nueva variedad o portainjerto que resulte susceptible, desarrollando la
enfermedad.
Por otra parte, no existe hasta el momento una sustancia química capaz de eliminar
un virus sin afectar la célula vegetal, por lo que la única forma de lucha eficiente contra
las virosis es producir plantas sanas y tratar que no se infecten, para lo cual es
imprescindible conocer la forma de propagación de los virus. En los frutales de pepita, la
forma de transmisión de los agentes virales determinada hasta el momento es a través de
la propagación vegetativa (injerto, estaca). El método de lucha consiste en la plantación
de ejemplares libres de virus.

Mosaicos en manzano Amarillamiento prematuro

Plagas en Frutales de carozo


Las plantaciones de frutales de carozo se ven afectadas por diversas plagas que
varían según la zona y las condiciones meteorológicas de cada campaña. De acuerdo con
los daños que ocasionan pueden clasificarse en plagas primarias y secundarias, aunque su
importancia varía de acuerdo con la zona de producción.
Plagas primarias o claves
Las plagas primarias son aquellas que requieren intervenciones en forma regular,
más o menos constante, para obtener una producción rentable. Comprenden:
- Grafolita o gusano del brote del duraznero (Grapholita molesta);
- Piojo de San José (Quadraspidiotus perniciosus);
- Mosca de los frutos (Ceratitis capitata y Anastrepha fraterculus)

Plagas secundarias
Las plagas secundarias producen daños de importancia solo ocasionalmente, ya
sea por condiciones meteorológicas que las favorecen, o por el uso irracional de productos
químicos, en cuyo caso se debe intervenir. Son ejemplos de ellas:
- Cochinilla blanca

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- Trips
- Pulgón verde del duraznero
- Arañuelas
- Taladrillos

Grafolita o gusano del brote (Grapholita molesta)


Los adultos de este lepidóptero son polillas nocturnas de 6-7 mm de longitud y 13
mm de envergadura alar, de color grisáceo, con puntuaciones oscuras. Ovipone sobre
las ramas o sobre el envés de las hojas cercanas a las yemas terminales, también sobre
los frutos. Las larvas recién nacidas penetran en los brotes o frutos excavando galerías.
Una vez completado su desarrollo, sale del brote o del fruto atacado y se deja caer por
medio de un hilo de seda, empupando en las resquebrajaduras del tronco o de las
ramas, bajo la corteza, sobre restos de plantas, en malezas o en otros lugares
protegidos. La larva completamente desarrollada mide 10-12 mm, es de color
cremoso con tintes rosados, y en el último segmento abdominal presenta un peine
anal. Estas características la diferencian de la larva de Cydia pomonella, de 15-20
mm, de color rosado intenso y carente de peine anal.

Adulto

Larva con peine anal

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5º Año

Hospederos. Especies frutales de carozo en general, principalmente durazneros y


nectarines. Además, grafolita puede atacar ciruelos, damascos y almendros; las últimas
generaciones pueden atacar al manzano, particularmente a la variedad Granny Smith.

Daños. Las dos primeras generaciones atacan los brotes y las hojas terminales, que se
marchitan y secan. Los brotes seos presentan un aspecto de “brote quemado”, con exudado
gomoso que permanece hasta el invierno, reacción de la planta resultante del ataque de la plaga.

Las últimas generaciones pueden oviponer sobre los frutos produciendo un daño más
grave: al emerger, la larva recién nacida cava una galería a través de la pulpa hasta alcanzar el
carozo sin alimentarse de éste. La “perforación” correspondiente al lugar de entrada de la larva es
naturalmente seca y no se registra pudrición. Por ese mismo orificio, la larva expulsa los
excrementos al exterior, formándose un aserrín de color rojizo característico con exudación goosa.
Cuando el fruto es pequeño puede producir su caída. Los frutos atacados pierden valor comercial
y no son aptos para su conservación en frío.

Daños en brotes

Daño en frutos

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5º Año

Manejo integrado
Monitoreo
El monitoreo se realiza por medio de varias técnicas diferentes.
Uso de trampas con feromonas sexuales
Las trampas se colocan siempre en el tercio superior de las plantas, a unos 2 m de
altura, para monitorear machos adultos a mediados de agosto. Consisten en una pequeña
casilla de cartón con un techo a dos aguas, piso engomado y una cápsula de goma con
feromona de síntesis. Las trampas deben ubicarse en el centro de los cuadros y en la
sección sur-oeste de las plantas, es decir, en el sector más sombreado por tratarse de una
polilla de hábitos nocturnos. Se aconseja colocar una trampa por hectárea o hectárea y
media que deberán revisarse una vez por semana para las primeras dos generaciones y
dos o tres veces por semana para las siguientes generaciones.
Observación de daños en brotes y frutas
Se seleccionan diez plantas por hectárea como mínimo y, en cada una de las
plantas seleccionadas, se revisan 10 brotes o frutos en busca de brotes “quemados” o fruta
con signos de ataque reciente. Los daños se cuantofican a partir de septiembre, con
frecuencia semanal.
Registro de datos meteorológicos
Mediante el análisis de las temperaturas registradas, es posible estimar tanto la
duración del ciclo como la de cada estado de la plaga. El INTA posee un servicio de
alarma que informa al fruticultor acerca del momento óptimo del control. Grapholita
molesta requiere 535 °D para completar una generación, con un umbral térmico mínimo
de 7,2 °C y un umbral térmico máximo de 32°C. Si la alarma dada por el INTA coincide
con el porcentaje de caída de mariposas en el lote, el productor realizará la aplicación.
Control químico
La decisión de aplicar un producto químico dependerá de la cantidad de mariposas
caídas por trampa y por día y del servicio de alarma. Desde principios de septiembre hasta
fines de noviembre, se deben realizar controles químicos en variedades tempranas solo
en caso de recibir, para las dos primeras generaciones de Grapholita molesta, un aviso de
alarma y detectar caídas de polillas iguales o superiores a 10 adultos por trampa y por día.
En cambio en variedades intermedias y tardías, y considerando la segunda y tercera
generación, se deben aplicar tratamientos químicos ante un aviso de alarma acompañado
de la detección de 5 adultos por trampa por día, durante diciembre, enero y febrero.
El momento de control debe coincidir con la fecha de eclosión de los primeros
huevos, de manera que la larva entre en contacto con el producto antes de que aquella

se introduzca en el brote o en el fruto. Una vez que la larva ingresó al órgano atacado, el
insecticida no es efectivo.
Confusión sexual

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5º Año

La técnica de confusión sexual se basa en la difusión de una forma de síntesis del


atrayente sexual del insecto (feromona) en el cultivo a proteger. La saturación del monte
con feromona sexual produce una adaptación de los receptores (fatiga sensorial) de la
antena del macho o una habituación (falta de capacidad para responder a una señal) a
nivel de su sistema nervioso central. Esto incapacita a l macho para detectar las pequeñas
cantidades de feromonas liberada por las hembras, dificultando así su localización. De
esta manera se interrumpe el ciclo de vida de la plaga, evitando el aumento de su densidad
poblacional.
La técnica de confusión sexual presenta un conjunto de ventajas que ya fueron
mencionadas para el control de carpocapsa en frutales de pepita.
El nivel de eficiencia de la técnica de confusión sexual se reduce cuando la
densidad poblacional de la plaga es elevada o la densidad foliar es alta.
Control cultural
El control cultural consiste en la colocación de cartón corrugado alrededor del
tronco de los ejemplares para que el insecto empupe allí. Posteriormente se lo retira y
quema, logrando así disminuir el nivel de la población. Otros productores embarran los
troncos para evitar que empupen en los mismos.

Mosca de los frutos (Ceratitis capitata y Anastrepha fraterculus)


En Argentina, se destacan por su importancia económica dos especies de moscas
de los frutos: Ceratitis capitata, la mosca del Mediterráneo y Anastrepha fraterculus, la
mosca sudamericana. Además de las pérdidas en el rendimiento debido a sus daños, estos
dípteros ocasionan un impacto negativo sobre los mercados de exportación de frutas y
hortalizas, por las severas medidas cuarentenarias impuestas por los países libres de estas
plagas.
C. capitata mide aproximadamente 5 mm, mientras que A. fraterculus mide 7-8
mm. La biología de ambos dípteros es semejante, aunque el ciclo de C capitata es más
corto que A. fraterculus. Oviponen en los frutos, generalmente en la parte más soleada de
la copa, dejando en la zona de la postura una marca o “picadura” que los desvaloriza
comercialmente, sirviendo además de puerta de entrada para patógenos. Las larvas se
alimentan de la pulpa y, una vez cumplido el estado larval, se descuelgan para empupar
en el suelo.

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Adulto de Ceratitis capitata Adulto de Anastrepha fraterculus

Larvas de Ceratitis capitata

“Picaduras” en frutos

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Hospederos
Ambas especies son polífagas, atacando los frutos de una amplia variedad de
especies.
Daños
El fruto atacado se pierde por el daño directo ocasionados por las larvas, que se
alimentan de la pulpa, y por los agentes patógenos que penetran por la herida y provocan
la putrefacción.
Los frutos afectados suelen caer antes de su cosecha, pero en algunos casos el
problema se torna evidente recién después de la cosecha.
Manejo integrado
Los métodos de manejo usados para disminuir los niveles de población de moscas
de los frutos por debajo del daño económico son diversos. El manejo integrado incluye
controles biológicos, químicos, culturales, genéticos y de índole legal.
Monitoreo
A menudo, los enemigos naturales pueden controlar un porcentaje de la población
de mosca de los frutos, pero aún así continúa ocasionando daños importantes. Por lo tanto,
deben hacerse tratamientos químicos en el momento que se corrobore fehacientemente la
presencia de adultos en el campo. Para lograr este objetivo, se recomienda el uso de
“trampas” o “mosqueros” que permiten identificar no solo la presencia de as moscas de
los frutos antes de que produzcan daños, sino también su localización y la extensión del
ataque.
Para Ceratitis capitata se recomienda el uso de trampas secas, como las del tipo
“Jackson” o “Delta” que constan de un piso con pegamento, donde quedan adheridos los
insectos, y de atrayente conteniendo feromona sexual, que atrae a los machos.
El producto utilizado como atrayente (trimedlure) es un compuesto de síntesis que
semeja la feromona sexual del macho. Conviene utilizar 1 trampa cada 3 hectáreas
colocadas a partir de la segunda quincena de noviembre. Conviene revisar las trampas
una vez por semana, hasta la primer captura de moscas, y dos veces por semana a partir
de ese momento, continuando el monitoreo hasta cosechar la última variedad.
Para el monitoreo de Anastrepha fraterculus, se utilizan trampas líquidas o
mosqueros húmedos “Mc Phail” o “Portici”. Tienen un menor radio de atracción por lo
que se recomienda colocar dos o más por hectárea. Se utiliza como cebo un atrayente
alimenticio como la torula, vinagre o jugo en descomposición.
Simultáneamente y en forma complementaria, se recomienda realizar el monitoreo
de frutos en busca de larvas de las moscas.

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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA
5º Año

Trampas Jackson o Delta

Trampa Mc Phail
Control químico
El control químico se realiza sobre la base de cebos tóxicos, utilizando como
atrayente compuestos de tipo azucarados o proteico (melaza de caña de azucar o de maíz).
Los tratamientos con insecticida más cebo se aplican cuando se detecta en las trampas la
presencia de una mosca en dos recuentos sucesivos, o varias moscas en un solo recuento.
No es necesario pulverizar el monte completamente, sino solo el sector noroeste
de la planta, haciéndolo árbol por medio o fila por medio,salvo en las cortinas
rompevientos y árboles perimetrales, en los que se aplica en ambos lados.
Control cultural
Es de gran importancia no dejar fruta sin cosechar, ya que puede constituir un
lugar de infestación. Por la misma razón, es importante recoger la fruta caída y enterrarla,
previo encalado, a más de 50 cm de profundidad. El control también debe efectuarse en
frutales hospederos cercanos a las fincas.
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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA
5º Año

Lucha autocida
Consiste en la introducción de machos estériles, que compiten con los machos
fértiles por aparearse con las hembras, como resultado de lo cual disminuye la presión de
la plaga.
Control legal
Este tipo de control se realiza a través del establecimiento de barreras
fitosanitarias.

Enfermedades en Frutales de carozo


Torque
El torque es una de las enfermedades más importantes de los frutales de carozo.
Llegó a producir el 80% de pérdidas y fue declarado plaga de la agricultura. Ataca a los
durazneros, nectarines, damascos y almendros. Las plantas se debilitan año a año debido
a la reposición de las hojas que efectúa la planta atacada. Sin embargo, es una enfermedad
facilmente controlable si se emplean medidas adeuadas. Las zonas con humedad elevada
son propicias para el desarrollo de la enfermedad.
Sintomatología.
Las lesiones se presentan en hojas, brotes, flores y frutos, pero el síntoma
característico se produce sobre las hojas, haciendo a la enfermedad inconfundible.
Durante la brotación, entre la finalización del invierno y el comienzo de la primavera, se
presentan áreas amarillentas a rojizas en las hojas nuevas. Dichas áreas paulatinamente
se van enrgrosando, volviéndose más carnosas, y se enrulan con los bordes hacia adentro.
El color rojizo se torna más violáceo y, posteriormente, adquiere un aspecto plateado, con
una serosidad grisácea que constituye el signo de la enfermedad. Finalmente, la hoja se
torna amarronada y cae. La caída de las hojas atacadas es seguida por una restitución de
las mismas; las hojas nuevas no serán afectadas salvo que se mantengan las condiciones
ambientales favorables. En condiciones meteorológicas normales no hay infecciones
secundarias.La restitución del follaje perdido provoca una disminución de la producción,
por la competencia que ejercen las hojas nuevas por fotoasimilados en detrimento de la
ganancia en peso de los frutos.
Las ramitas se ampollan y se quiebran. El ataque a yemas florales produce aborto
de flores. Muy raramente se presentan lesiones en los frutos.

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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA
5º Año

Daños en hojas

Etiología.
El torque es causado por el hongo Taphrina deformans.
Manejo.
El control con fungicidas alcanza niveles de eficiencia del 95-98%, siempre que
los tratamientos se hagan oportunamente. Se recomienda realizar una aplicación
preventiva en otoño, al final de la caída de las hojas, y otra después de la poda invernal.
En años muy húmedos y en variedades muy susceptibles se recomienda una tercera
pulverización, a fines de invierno, al hincharse las yemas.

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