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PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA

5° AÑO

2023
PROFESORES:
Ing. Agr. Carmen Minetti
Ing. Agr. Victor Silva
PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA

2º Año

PRODUCCIÓN FRUTÍCOLA

1
Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva
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2º Año

EJE N°1
Introducción a la
Fruticultura 2
Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva
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5º Año

DEFINICIONES:

La fruticultura es la ciencia que estudia el cultivo de especies leñosas y


semileñosas productoras de frutas, aplicando tecnologías basadas en principios
biológicos y fisiológicos, para obtener un rédito económico de la actividad.

También se entiende por Fruticultura, a la ciencia que estudia el mejoramiento


de los árboles frutales y la elaboración o adecuación de las técnicas de producción; con
este significado se cuenta, además, con la palabra Pomología, muy usada en otros
idiomas como el inglés y el francés, pero poco utilizada en nuestra lengua.

IMPORTANCIA DE LA FRUTA EN LA ALIMENTACIÓN:

Desde la antigüedad y comenzando con las primitivas civilizaciones, las frutas


han ocupado un lugar importante en la dieta humana. En los últimos años, a partir del
desarrollo de las industrias alimenticias, se ha sustituido en parte el consumo de fruta
fresca o jugos naturales por productos más o menos elaborados, que no siempre
conservan las cualidades del producto original.

Cualidades nutricionales:

Los compuestos más importantes aportados por las frutas a la dieta se enumeran a
continuación:

• Agua: generalmente se encuentra en la mayor proporción y es química y


bacteriológicamente pura.
• Azúcares: fundamentalmente la glucosa, fructuosa y sacarosa, en distintas
proporciones según la especie.
• Ácidos orgánicos: las frutas de carozo y pepita contienen fundamentalmente
ácido málico; la uva posee ácido tartárico; las frutas cítricas, ácido cítrico y ácido
ascórbico.
• Sales minerales: muchas frutas son ricas en sales de calcio, fósforo, hierro y
potasio y pobres en sodio.
• Vitaminas: las frutas en general son ricas en vitaminas A y C.
• Otros componentes: las frutas presentan celulosa, hemicelulosas, pectinas y
pigmentos en abundancia; en cambio, son pobres en grasas, proteínas y
almidón, a excepción de los frutos secos que los contienen en elevadas
proporciones. También, algunas frutas frescas como la palta son ricas en lípidos.

IMPORTANCIA ECONÓMICA DE LA FRUTICULTURA

Existen varios factores por los que la actividad frutícola adquiere connotaciones
particulares para el desarrollo económico de una región que se mencionan a
continuación:

1. Las actividades frutícolas demandan una elevada inversión de capital por unidad
de superficie. El capital requerido para el desarrollo de actividades frutícolas es

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alto en comparación con el demandado por los cultivos extensivos, o por la


ganadería extensiva.
2. La producción frutícola utiliza mano de obra en forma intensiva. Esto es,
principalmente porque la mayoría de las actividades en la producción frutícola
no están mecanizadas y por lo que se hace necesaria la ocupación de muchos
obreros. Además, buena parte del personal debe ser calificado o especializado.
3. La fruticultura es proveedora de insumos para numerosas industrias.
4. Los montes frutales son productivos durante un número variable de años.
5. En su conjunto, la producción de fritas argentinas para consumo en fresco tiene
como destino prioritario el mercado externo. La fruta fresca, al ser un producto
de oferta estacional, se ve favorecida su comercialización en el hemisferio norte
en contraestación.

Producción de frutas en el mundo

Como se aprecia en el cuadro, en el mundo se producen y comercializan cerca


de 500 millones de toneladas de frutas. Sin embargo, las estimaciones estadísticas
tienden a subvaluar los volúmenes producidos, ya que no consideran las pequeñas
producciones familiares que, en el caso de los árboles frutales, tienen más importancia
que en otras producciones agrícolas.

Problemas económicos de la producción, distribución y comercialización

El cultivo de los árboles frutales es una actividad agrícola que requiere altas
inversiones iniciales por hectárea. Su aprovechamiento atraviesa primero un período
improductivo o de baja rentabilidad, cuya duración varía de 3 a 8 años según la especie,
cultivar y tecnología aplicada. Además, las inversiones iniciales son mayores cuanto
más avanzada sea la tecnología aplicada.

La distribución y la comercialización no son etapas sencillas en esta actividad,


debido fundamentalmente al carácter perecedero y estacional de la fruta fresca.

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Es muy necesario tener en cuenta la estabilidad de la producción, la tecnología


de postcosecha, la capacidad frigorífica instalada y la distancia a los mercados,
aspectos determinantes de la calidad de la fruta expedida y de la rentabilidad.

CARACTERÍSTICAS DEL SECTOR FRUTÍCOLA ARGENTINO

La Argentina, gracias a su diversidad de climas, produce una gran variedad de


especies frutales. Algunas de ellas como la pera y el limón se ubican liderando las
exportaciones mundiales.

En los últimos años, sin embargo, la actividad en la mayoría de las cadenas ha


sufrido cambios importantes y no deseados. En líneas generales, si se compara la
superficie actual con la ocupada a fines de la década 90 o inicios del 2000, se puede
observar cambios regresivos principalmente en los frutales de pepita, carozo, arándano,
banano, pomelo, uva de mesa, e incremento en las plantaciones de frutos secos, kiwi,
limón y cerezo en la Patagonia.

La exportación de frutas frescas ha retrocedido sistemáticamente desde 2007 y


cedido protagonismo a países competidores del hemisferio sur como lo son Chile,
Sudáfrica y Australia, a los que se suma Perú, país que va ganando cada año más
relevancia tanto en producción como en exportaciones.

La Fruticultura, es generadora de empleo. La reducción de la superficie plantada


en muchas regiones no sólo ha afectado a la producción sino también a la desaparición
de productores y, en definitiva, a la disminución de empleo tanto directo como indirecto.

Otra consecuencia de la salida de productores del sistema, es la concentración


de la producción en aquellos sectores que disponen de recursos y que cuentan con
canales de comercialización en el mercado interno y/o de exportación.

Entre las ventajas que la Argentina posee se encuentran:

• factibilidad de producción de frutas en climas muy diferentes (subtropicales,


templados, fríos),

• condiciones agroecológicas apropiadas en muchas regiones para producir frutas


de calidad diferenciada (producción orgánica o ecológica, producción integrada)
por el bajo requerimiento en el uso de agroquímicos (especialmente fungicidas);

• posibilidad de exportar frutas en contraestación al hemisferio norte;

• amplia disponibilidad de áreas bajo riego, aptas para desarrollar cultivo de


especies frutales;

• capacidad demostrada para producir frutas con calidad adecuada para la


exportación;

• integración de la producción con el acondicionamiento, la conservación


frigorífica, la transformación y la comercialización.

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REGIONES FRUTÍCOLAS ARGENTINAS

La Argentina posee una gran variedad de suelos y de climas. Ello hace posible
el cultivo de especies de clima templados o subtropicales, y también algunas especies
tropicales, y la exportación de importantes volúmenes. Además, permite disponer de
frutas frescas de distintas especies para el mercado interno durante todo el año.

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Superficies cultivadas con frutales en las provincias argentinas

La superficie total se estima en 556.522 ha., siendo Mendoza con el 38,5 % la


provincia con mayor superficie plantada. Le siguen San Juan (11,1%) y Tucumán (8,4
%). En las dos primeras se observa la preponderancia de la vid, y del limonero en
Tucumán. (Fuente: Programa Nacional Frutales, INTA Balcarce, 2020).

EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES DE FRUTA FRESCA

La Argentina ha sabido ocupar un lugar relevante en las exportaciones de pera,


manzana y limón desde hace ya varios años. Sin embargo, desde el año 2007 al 2019
las exportaciones han disminuido de manera considerable.

La exportación de manzana a Europa se encuentra en una situación


estacionaria, por sobreoferta en los mercados internacionales. A ella se le suman los
problemas de falta de adecuación del estándar varietal argentino a las exigencias de los
mercados externos. A las peras de verano (particularmente William´s) corresponde el
mayor volumen exportado de esta especie.

Las colocaciones de uvas para el consumo en fresco en el mercado externo han


manifestado un continuo ascenso en los últimos 8 años. En cuanto a cítricos la
exportación es propulsada principalmente por los limones.

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EJE N°2
Requerimientos
ecofisiológicos de
los árboles frutales Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva 9
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INTRODUCCIÓN

Este capítulo tratará la influencia de los diferentes factores edafo-climáticos, tales


como la radiación, la temperatura, el agua y la salinidad, sobre el comportamiento
fisiológico y agronómico de los árboles frutales. Además, se hará una breve referencia
a las limitantes ambientales más extremas, como el granizo, las heladas y los fuertes
vientos, sobre la productividad de los cultivos leñosos y la manifestación de algunas
alteraciones fisiológicas.

El conocimiento de la influencia de los principales factores edafo-climáticos sobre


el crecimiento y desarrollo de las especies cultivadas es de suma importancia para
determinar el sitio más adecuado para la plantación, con el objetivo de minimizar los
efectos dañinos del ambiente, o para modificar el microambiente de modo de maximizar
la productividad. Por otra parte, facilita la comprensión de una manera integral de las
prácticas culturales más aconsejadas para una especie determinada, lo que permite
disponer de los fundamentos necesarios para la adecuación de las mismas, esto es,
para el desarrollo tecnológico de los cultivos.

Al analizar cada uno de los factores ambientales, se mencionará su influencia


sobre los procesos de inducción y diferenciación floral, aspectos de suma importancia
en la producción de los cultivos y en la alternancia de las cosechas

RADIACIÓN

Aquí vamos a mencionar algunos aspectos particulares, relacionados con las


características fisiológicas de los cultivos, que modifican su capacidad de captación y
utilización de la radiación solar. Por ejemplo, el manzano se caracteriza por desarrollar
rápidamente el área foliar al principio de la estación de crecimiento, emitiendo rosetas
de hojas a partir de sus ramas cortas. Además, sus hojas presentan un envejecimiento
muy lento. Por estas razones el manzano presenta un alto índice de área foliar (IAF) y
elevado porcentaje de intercepción de luz durante la mayor parte de la estación de
crecimiento. Estas características, junto a su alta capacidad fotosintética, hacen que el
manzano sea una de las especies de mayor potencial de rendimiento en zonas con una
larga estación de crecimiento.

Los frutales de carozo tienen una capacidad fotosintética muy similar al


manzano, excepto el damasco que presenta una tasa de asimilación neta de CO 2

considerablemente inferior (Flore, 1994). Sin embargo, en los frutales de carozo, la


capacidad fotosintética de las hojas declina anticipadamente luego de que éstas hayan
alcanzado su máxima expansión, lo que resulta en una vida útil de las hojas
considerablemente menor a la del manzano.

La producción de materia seca de un cultivo, depende fundamentalmente de los


siguientes componentes: la radiación incidente, la proporción de radiación absorbida, la
capacidad fotosintética de la planta que convierte la energía radiante en compuestos
hidrocarbonados, menos las pérdidas energéticas de los procesos de foto-respiración y
respiración

Materia Seca = (Luz incidente) (% absorción de luz) (Fotosíntesis) – (Foto-respiración +


Respiración)

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A su vez, el rendimiento comercial del cultivo, dependerá de la eficiencia de


partición de la materia seca producida a los órganos comerciales, medida a través de
su índice de cosecha.

Este índice puede variar ampliamente ya que en los frutales no sólo importa la
cantidad de radiación absorbida, sino la distribución de la misma en el canopeo para
que no se generen zonas improductivas en la copa. En manzana, se estima que en
aquellas ramas cortas que no reciben una intensidad de radiación superior al 15% de la
radiación incidente sobre la copa, no se produce una adecuada inducción y
diferenciación floral, tornándose improductivas en los años sucesivos. Este umbral sería
similar en los frutales de carozo.

En la misma estación de crecimiento, un umbral mínimo de intensidad de luz en


el interior del canopeo, también es necesario para lograr un buen establecimiento de los
frutos, adecuado tamaño de los mismos al momento de la cosecha, alta concentración
de sólidos solubles y buena coloración de los frutos.

La radiación: influencia sobre la calidad y crecimiento del fruto

Los frutos expuestos a la luz normalmente maduran antes y alcanzan mayor


tamaño respecto de los frutos que crecen en el interior del canopeo. Las principales
causas que explican este fenómeno se mencionan a continuación.

1. La mayoría de los frutos poseen clorofila en sus estados iniciales de crecimiento


por lo que su capacidad fotosintética puede ser relativamente importante.

2. La radiación solar aumenta la temperatura del fruto. Así, en estas situaciones, el


incremento de la temperatura de los frutos aumenta su capacidad como destino,
mejorando la tasa de crecimiento del fruto y su capacidad de competir por
asimilados, minerales y reguladores de crecimiento disponibles.

La radiación incidente sobre el fruto es esencial para el desarrollo del color rojo en
manzanas, duraznos y cerezos, entre otros, y mejora asimismo la coloración en la vid.

Sin embargo, la radiación solar incidente sobre el fruto, también puede tener efectos
negativos. Así, en momentos del año con alta temperatura ambiente, el fruto puede sufrir
daños directos por el exceso de radiación, originando el daño por golpe de sol o ciertas
clases de escaldadura de los frutos.

FOTOPERÍODO

En general el fotoperíodo tiene poca influencia en las especies frutales


tradicionales. Así, los frutales de pepita, de carozo y los cítricos, son considerados
plantas de días neutros. La caída otoñal de las hojas es el proceso fisiológico más
asociado al fotoperíodo, aunque para el caso del manzano está más asociado a las
bajas temperaturas que a la duración del día.

TEMPERATURA

El efecto de la temperatura sobre el crecimiento y la productividad de las


especies frutales es el más complejo de la ecofisiología, ya que este factor interviene en
todos los procesos metabólicos y fisiológicos. El rango óptimo para el crecimiento de la
mayoría de los frutales se ubica entre los 20 y 30 °C.

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La acumulación de frío durante el período invernal es necesaria para una


adecuada ruptura de la dormición, emisión de hojas y cuaje de frutos de las especies de
hoja caduca de clima templado, mientras que las temperaturas frescas durante la
estación de crecimiento permiten alcanzar una alta producción de materia seca. Esto
último es debido a que la respiración aumenta con la temperatura hasta valores
superiores a los 40 °C, mientras que la fotosíntesis comienza a declinar a temperaturas
más bajas.

Por otra parte, la temperatura de la raíz puede modificar la tasa de crecimiento


de los cultivos, aunque la temperatura de los órganos aéreos sea la adecuada para las
plantas.

Efectos de las altas temperaturas

Las altas temperaturas pueden reducir considerablemente los rendimientos al provocar


la disminución del cuaje de los frutos o el aumento de su caída, aunque, por su época
de ocurrencia, esta etapa fenológica normalmente está más limitada, por las bajas
temperaturas. En el caso del manzano, el período crítico para el establecimiento de los
frutos tiene lugar alrededor de los 30 días después de plena floración.

Las altas temperaturas también aumentan el déficit de presión de vapor, y


consecuentemente, se incrementa la traspiración. Si la situación descripta se mantiene
en el tiempo, provoca un cierre parcial o total de estomas, un aumento de la temperatura
foliar y el agravamiento del estrés por altas temperaturas. En estos casos, normalmente
con temperaturas por encima de los 35 °C, se puede producir el marchitamiento de
brotes y hojas tiernas, que posteriormente se necrosan, toman una coloración
atabacada, y finalmente se caen. Esta sintomatología también es conocida con el
nombre de “asurado” o “golpe de calor”. Los árboles vuelven a brotar con temperaturas
más bajas, pero se debilitan por la pérdida de reservas.

Además, la coloración de los frutos se altera en situaciones de altas


temperaturas debido a la inadecuada síntesis de pigmentos.

Efectos de las bajas temperaturas

Las bajas temperaturas tienen un efecto muy diferente en las plantas,


fundamentalmente dependiendo de su lugar de origen. Así, las especies subtropicales
y tropicales como los cítricos, palto, mango, chirimoyo, banano, ananá, son afectadas
por las bajas temperaturas (en algunos casos, incluso sobre cero grado). En cambio, las
especies de clima templado de hojas caducas, como los frutales de pepita (peral,
manzano, membrillero), de carozo (duraznero, ciruelo, cerezo dulce, guindo, olivo,
damasco), los de frutos secos (almendro, avellano, nogal, castaño, pecan, pistachero),
los arbustos de hoja caduca (arándano, frambueso, mora, zarzamora, grosellero), y las
especies de hoja caduca trepadoras (vid, actinidia), tienen que estar expuestas a un
período de bajas temperaturas durante el letargo invernal para una adecuada ruptura
de la dormición e inicio de la nueva estación de crecimiento.

Este requisito de acumulación de frío es un factor decisivo en la adaptación de


estas especies a su ambiente. Cuando las plantas de clima templado no acumulan
suficiente frío de acuerdo a sus necesidades específicas, se observan un conjunto de
síntomas entre los que resultan más comunes los siguientes: retrasos en el desborre y
apertura de yemas de flor y de madera, brotación irregular y dispersa, y desprendimiento
de las yemas de flor. Consecuentemente, la productividad de la especie se ve
seriamente comprometida.

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Requerimiento de bajas temperaturas. Ruptura de la dormición

La exposición al frío es el factor determinante en la ruptura de la dormición de


las especies frutales de hojas caducas. El requerimiento de frío de las plantas frutales
caducifolias es necesario para romper la dormición, tanto de las yemas vegetativas
como florales. Las necesidades de frío de los frutales caducifolios se miden por el
número de horas con temperaturas inferiores o iguales a un umbral determinado, que
fue establecido en 7 °C. Existen numerosos métodos para calcular las horas de frío (HF)
acumuladas en una región determinada.

El manzano es una de las especies más exigentes en horas de frío para romper
la dormición.

Requerimiento de horas de frío para la ruptura de la dormición de distintas especies frutales caducifolias.

Especie Requerimiento de Observaciones


frío

(HF)

Almendro 200–500

Actinidia (kiwi) 700–1400

Arándano > 800


'lowbush'

Arándano 150–1000
‘highbush’

Arándano 300–600
'rabbiteye'

Avellano 800–1600

Cerezo 500–1300

Ciruelo europeo 700–1600

Ciruelo japonés 500–1000 Existen variedades con requerimientos de


200 HF.

Damasco 250–900

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Duraznero 100–1100 Las variedades más difundidas requieren


600–800 HF.

Frambueso 600–1600

Guindo 600–1500

Kaki 100–500

Manzano 200–2000 La media es de 1200 HF.

Membrillero 50–500

Nogal común 800–1500 Algunas variedades californianas requieren


300 HF.

Pecán 100–600

Peral 620–1800

Vid 500–1400 Existen variedades con requerimientos de


hasta 100 HF.

Luego de la ruptura de la dormición, se requiere la acumulación de sumas térmicas por


parte de las yemas para completar las sucesivas etapas fenológicas.

Daños por bajas temperaturas

Daño por enfriamiento/congelamiento: Los frutales de hojas caducas tienen una


adecuada tolerancia a las temperaturas de congelamiento durante el período invernal.
Una de las especies más tolerantes es el manzano, que soporta temperaturas de hasta
-40 °C (Cuadro 2.6), aunque existe gran variabilidad entre años, entre variedades y entre
combinaciones copa-pie de injerto. En los frutales de carozo, la tolerancia de mayor a
menor, es la siguiente: P. domestica > P. cerasus > P. avium > P. armeniaca > P. persica
(Flore, 1994).
La tolerancia de los frutales al frío aumenta en el otoño, momento en que se
presentan las condiciones apropiadas para el proceso de aclimatación. Las hojas
reciben la señal, proveen el sustrato y promueven la aclimatación. El descenso de las
temperaturas y el acortamiento de los días, son los factores ambientales percibidos por
la planta que desencadenan el proceso de aclimatación. La tasa de crecimiento

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disminuye, aumenta la acumulación de sustancias de reserva, y ocurren numerosos


procesos metabólicos que aumentan la tolerancia al frío. Con la progresiva disminución
de la temperatura y la entrada en el período de endodormición, se alcanza la máxima
tolerancia al frío, o segunda fase de aclimatación
Para que un árbol frutal alcance su máxima tolerancia al frío, debe estar sano,
tener una adecuada nutrición mineral y recibir una alta intensidad lumínica durante el
proceso de aclimatación, ya que dicho proceso es activo y requiere energía. El hecho
de haber estado expuesto a estrés por encharcamiento del suelo, o haber tenido una
cosecha muy abundante, disminuyen la capacidad de aclimatación y la tolerancia al frío.
El proceso de aclimatación no es uniforme en todo el árbol, sino que comienza
en la periferia y finaliza en el tronco; lo inverso ocurre durante el período de ruptura de
la dormición. Asimismo, la tolerancia al frío es diferente entre los distintos órganos de
un árbol.
Con el inicio de la brotación y la floración, la resistencia al frío disminuye
drásticamente y la ocurrencia de heladas primaverales se constituye en una de las
principales limitantes para el cultivo de los árboles frutales. Por ello, la época de floración
es un factor decisivo en la estrategia de evadir los daños por congelamiento en la
primavera. Los frutales de carozo, cuya floración es muy temprana en la estación de
crecimiento, son los más afectados por este factor ambiental, mientras que el olivo, la
vid y el nogal, encuentran en su floración tardía un mecanismo de defensa frente a las
heladas primaverales. Por su parte, el membrillero tiene la capacidad de modificar
considerablemente su hábito de floración. Sus yemas presentan relativamente bajos
requerimientos de frío, y florece temprano cuando el invierno es suave. En cambio, en
años fríos la floración se demora y sólo ocurre en las yemas terminales después de que
haya tenido lugar un importante crecimiento vegetativo (Mitchell et al., 1994) por lo que
resulta poco probable que esta especie sea afectada por las heladas primaverales.

Influencia de las bajas temperaturas sobre el cuaje de los frutos

Al momento de la floración, del manzano y el peral toleran temperaturas de -2 a


-3 °C; el guindo, -3 °C; el duraznero, -2,5 a -3 °C, y el momento de máxima sensibilidad
se alcanza durante el cuaje de los frutos: -1,1 °C para el manzano; -1 °C para el
duraznero. Sin embargo, además de la temperatura que se alcanza, es muy importante
el tiempo de exposición a las bajas temperaturas.

El efecto de las bajas temperaturas sobre el cuaje de los frutos no sólo es directo,
sino que influye indirectamente sobre la actividad de los agentes polinizadores, ya que
las abejas no vuelan a temperaturas inferiores a los 10 °C. En general, las bajas
temperaturas, el viento y las lluvias o lloviznas durante la floración afectan la actividad
de los insectos, la polinización y el cuaje de los frutos.

En términos generales, temperaturas entre 20 y 30ºC son las más adecuadas


para el cuaje de los frutos en numerosas especies, mientras que temperaturas entre 15
y 20 °C son las más favorables para los cítricos

Una vez que el fruto superó el período crítico del cuaje, su tolerancia a las bajas
temperaturas se incrementa nuevamente.

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Influencia de la temperatura sobre la calidad del fruto

Color:

En la manzana, una marcada amplitud térmica y noches frescas contribuyen al


desarrollo del color rojo del fruto mientras que el calor, la humedad, las lluvias y el
exceso de nitrógeno no lo favorecen.

Forma y características externas del fruto:

La forma de las manzanas del grupo 'Delicious' es dependiente de la temperatura en los


15-20 días posteriores a la fecundación, coincidente con el período de división celular
(ver Capítulo 9). Las temperaturas frescas en ese momento favorecen una forma más
alargada del fruto.

Características internas del fruto:

La acidez de los cítricos está relacionada inversamente con la temperatura.

Para una misma variedad de olivo, la calidad del fruto y, en particular la calidad
del aceite, es variable entre años. En este caso, parece ser la lluvia y no la temperatura
el factor ambiental predominante que afecta la calidad del aceite

HUMEDAD RELATIVA

La mayoría de las especies frutales se adaptan bien a diferentes situaciones de


humedad atmosférica. En cambio, la humedad relativa puede afectar seriamente la
calidad del fruto. Las mandarinas, después del cambio de color, pierden rápidamente
consistencia y este proceso es notablemente acelerado bajo condiciones de alta
temperatura y alta humedad relativa. En otros cultivos, como el olivo y la vid, la humedad
relativa condiciona la adaptación ecológica del cultivo por la aparición de enfermedades
foliares de difícil control de origen criptogámico o bacteriano, como así también de
diversas plagas. Por el contrario, en zonas de baja humedad relativa, los ácaros y
arañuelas pueden ser los problemas predominantes.

SALINIDAD

La mayoría de los frutales son sensibles a la salinidad provocada por el cloruro


de sodio. Sin embargo, existe gran variabilidad de comportamientos de portainjertos y
variedades dentro de una misma especie.

Dentro de los frutales de carozo, el ciruelo es la especie de mejor


comportamiento y el pie de injerto 'Marianna' el más tolerante. El síntoma inicial de la
acumulación de cloruros es una necrosis de las hojas en sus márgenes. En ciertos
casos, como los cítricos, se produce un bronceado de las hojas sin que se produzca una
necrosis definida. En casos más severos, se produce defoliación e inclusive la muerte
de la planta debido a la acumulación de cloruros.

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Umbral de conductividad eléctrica y pendiente de pérdida de rendimiento por salinidad


en diversas especies frutales. Adaptado de Francois y Maas (1993).
Conductividad Pendiente de pérdida
eléctrica umbral de rendimiento
Cultivo Observaciones
(dS m ) -1
(% rendimiento por dS
m) -1

Almendro 1,5 19

Banano - - Sensible

Ciruelo 2,6 31 Medianamente


sensible

Damasco 1,6 24 Sensible

Duraznero 1,7 21 Sensible

Higuera - - Medianamente
tolerante

Limonero 1,5 12,8 Sensible

Manzano - - Sensible

Naranjo 1,3 13,1 Sensible

Olivo - - Medianamente
tolerante

Palmera 4 3,6 Tolerante


datilera

Palto - - Sensible

Papayo - - Medianamente
sensible

Peral - - Sensible

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Vid 1,5 9,6 Medianamente


sensible

La corrección de la salinidad de un suelo es muy difícil y algunas de las medidas


que permiten atenuar el efecto son el cambio del sistema de riego, tendiendo a un
sistema localizado que permita: a) mantener una elevada humedad y,
consecuentemente, una dilución de las sales en el bulbo de riego; b) aumentar la
frecuencia de riego; c) aumentar el volumen aportado de agua de buena calidad, a fin
de lavar el exceso de sales acumulado; d) fraccionar la fertilización disminuyendo la
conductividad eléctrica de la solución nutritiva. Otras medidas efectivas son la
realización de riegos con aguas no salinas para lavar las sales acumuladas, nivelar
adecuadamente el terreno para evitar la acumulación de agua y sales en áreas
definidas, establecer una red de drenaje artificial para evitar el ascenso de las napas
freáticas, utilizar variedades y portainjertos tolerantes.

La salinidad puede ser provocada por sales diferentes al cloruro de sodio, como
ser los sulfatos de calcio y magnesio.

EL PH DEL SUELO

La mayoría de las especies frutales se desarrollan satisfactoriamente entre


valores de pH del suelo entre 5,5 (moderadamente ácido) y 8,5 (moderadamente
alcalino). Cuando el pH del suelo tiende a bajar, aumenta la solubilidad de determinados
elementos como el aluminio, hierro y manganeso, cuyas sales pueden acumularse y
llegar a ser tóxicas para los árboles frutales. Cuando el pH es elevado, la mayoría de
los cationes se insolubilizan, particularmente el Fe, Cu, Mn y Zn, y el fosfato monocálcico
se transforma en bi o tricálcico, insolubles. En estas condiciones su absorción es muy
difícil y los síntomas de deficiencia muy frecuentes.

VIENTO

El viento suave produce efectos favorables sobre la fisiología de las plantas.


Interviene en la transferencia de masa y calor, modificando el balance energético de las
hojas y del canopeo. Además, es necesario para la polinización de determinadas
especies, como el nogal, el avellano, el castaño y el olivo, entre otros.

Sin embargo, el viento es considerado como el factor abiótico más importante en


la producción de frutales por los daños mecánicos y lesiones que ocasiona sobre la piel
o cáscara de los frutos (Agustí, 2003), cuando su intensidad se hace más elevada. A
modo de ejemplo, los vientos cálidos y secos causan transpiración excesiva y
deshidratación, afectando el balance hídrico de la planta e incrementando la intensidad
de la caída fisiológica de los frutos, o reduciendo su tasa de crecimiento (Agustí, 2003).
Los vientos fríos causan alteraciones fisiológicas en los frutos cítricos y la caída de frutos
maduros en determinadas variedades de naranjos del grupo Navel (Agustí, 2003).

Por otra parte, los vientos fuertes pueden producir daños físicos sobre la planta,
como ser rotura de brotes tiernos, hojas, ramas, caída de frutos, inclinación de plantas,
pérdida de anclaje, etc.

El viento frecuente origina además dificultades en las labores culturales, como


los tratamientos químicos, impide el vuelo de los agentes polinizadores cuando su
intensidad es superior a los 10 km /h.

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La protección contra el viento más difundida son las cortinas forestales o


barreras cortavientos, que pueden ser setos naturales o vivos (Imagen 2.1) y artificiales.
La plantación de las barreras cortavientos debe hacerse antes que la de los árboles
frutales, con el fin de que ejerza su acción protectora desde los primeros años. Debe
ubicarse en forma perpendicular a la dirección predominante de los vientos de la zona.
La altura de los cortavientos es de tremenda importancia, ya que su protección es
proporcional a la misma, estimándose en 8 a 10 veces su altura. También es importante
la permeabilidad de la barrera ya que si no reúne esta característica, se forman
remolinos detrás de ella. Las especies más difundidas para su uso como cortavientos
son los cipreses, eucaliptos, álamos y casuarinas. Otra alternativa es construir
cortavientos utilizando mallas de plástico. La ventaja de éstas últimas es que no
compiten por agua y nutrientes con el cultivo, ni actúan como huéspedes de plagas y
enfermedades que puedan afectar al cultivo.

GRANIZO

El granizo es un fenómeno climático que se asocia a las tormentas. Normalmente


estas tormentas suelen producirse en primavera y en verano, después de fuertes
calores. Su ocurrencia es errática y afecta áreas muy concretas (Gil-Albert Velarde,
1996). En los árboles causa heridas por el impacto, tanto más graves cuanto mayor sea
la velocidad de caída, la duración de la granizada y el tamaño del hielo. Por ello, los
daños son muy variables, desde muy leves a severos. La incidencia sobre los frutos es
siempre grave ya que el valor de la mercadería se deprecia considerable, sino
totalmente.

Uno de los métodos de lucha consiste en modificar la evolución natural de la


nube de tormenta, de modo de reducir el tamaño y la velocidad de caída del hielo. Esto
se consigue mediante la siembra artificial de núcleos de condensación en el seno de la
nube de tormenta. Los compuestos utilizados a tal fin son el yoduro de plata, yoduro de
plomo, y el ácido clorosulfónico. Estos núcleos son dispersados utilizando diversos
métodos: quemadores de carbón activado, generadores de yoduro de plata, cohetes, y
el empleo de aviones (Gil-Albert Velarde, 1996).

Otro método de lucha, muy difundido en los últimos años, es el uso de mallas
antigranizo montadas sobre estructuras fijas con postes y alambres. Estas coberturas
pueden ser totales, o parciales como el caso de la vid en Mendoza.

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EJE N°3
Dormición en árboles
Frutales de hoja
caduca Ing. Agr. Carmen Minetti Ing. Agr. Victor Silva 20
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El término dormición hace referencia a una incapacidad programada para crecer


que presentan los ápices meristemáticos en plantas leñosas y semileñosas. Esta
incapacidad se observa en forma más acentuada durante el otoño-invierno, en
coincidencia con el ciclo anual de las especies caducifolias conocido vulgarmente como
“período de reposo”. Este proceso tiene gran importancia como forma de adaptación
ecológica de las plantas para sobrevivir a condiciones climáticas desfavorables, y para
sincronizar el desarrollo y arquitectura de la planta. Además, existe una interacción entre
el fenómeno de la dormición y otros procesos fisiológicos como la resistencia al frío, al
calor y la recuperación de plantas a condiciones de estrés agudo.

Clases de dormición:

1. Paradormición: es aquella originada a partir de una o más señales bioquímicas


procedentes de una estructura diferente del meristema objeto de estudio. Esta
señal bioquímica puede ser disparada por algún factor ambiental o no, pero su
lugar de origen es un tejido más o menos alejado del tejido meristemático que
entra en dormición.

2. Endodormición: es aquella impuesta por señales o factores bioquímicos


generados dentro del meristema objeto de estudio.

3. Ecodormición: es aquella impuesta por uno o más factores ambientales


inapropiados para el crecimiento.

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MECANISMOS Y FACTORES NATURALES INVOLUCRADOS EN LA


INDUCCIÓN, MANTENIMIENTO Y LIBERACIÓN DE LA DORMICIÓN

Acción hormonal:

Auxinas: las auxinas promueven la inhibición de la brotación de las yemas


laterales, particularmente durante la paradormición y quizás también durante la
endodormición. La remoción de las yemas terminales durante el verano y otoño
libera las yemas laterales de la dormancia apical. Durante la endodormición la
acción de las auxinas es superada por la intervención de otra fitohormona: el
ácido abscísico.

Ácido abscísico (ABA): numerosos informes indican que la concentración


de ABA libre se incrementa en otoño, alcanzando su nivel máximo en la entrada
del invierno y disminuye hasta alcanzar un mínimo poco antes de la ruptura de
la dormición por lo que, se considera que el ABA posee un papel directo o
indirecto en el fenómeno de la dormición.

Citocininas: las citocininas son un grupo de compuestos con carácter


hormonal que poseen la capacidad de contrarrestar la inhibición del crecimiento
de las yemas laterales resultante de la dominancia apical. Las citocininas
constituyen una herramienta interesante para postergar la entrada en dormición
y para acelerar su liberación.

Giberelinas: las giberelinas producen un retraso en la liberación de la


dormición de las yemas de flor, pero no en las de madera.

Etileno: algunos informes señalan la posibilidad de que el etileno pudiera


coadyuvar a la ruptura de la dormición.

Factores ambientales

Temperatura: los factores ambientales modifican o modulan los eventos


que inducen la dormición y su ruptura. Así, las condiciones ambientales
desfavorables estimulan la entrada en dormición y las condiciones favorables a
la inversa. Cada especie y variedad frutal caducifolia de clima templado
presenta una demanda específica de acumulación de horas de frío, la cual
constituye uno de los requerimientos agroecológicos más importantes al
momento de definir el cultivo de la especie frutal en una zona determinada.

Fotoperiodo: las plantas leñosas se clasifican en cuatro grupos de


acuerdo a su respuesta al fotoperíodo en el proceso de entrada a la dormición:

1) aquellas plantas en las que la dormición es promovida por días cortos


e inhibida por los días largos (por ejemplo Populus); 2) aquella en que la
dormición es acelerada por los días cortos y retrasada, pero no inhibida, por los
días largos (por ejemplo Acer); 3) aquellas plantas con ciclos anuales de
crecimiento en las que la duración entre ciclos es acortada por los días cortos(
por ejemplo Quercus); 4) aquellos géneros o especies en que la dormición no es
afectada por el fotoperíodo (por ejemplo Malus).

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En resumen, el fotoperíodo juega un papel importante en el control del


desarrollo de muchas especies, pero solo constituye uno de los numerosos
mecanismos de regulación que poseen las plantas.

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