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Poemas

El Mar, de Mario Benedetti (extracto)


¿Qué es en definitiva el mar?

¿por qué seduce? ¿por qué tienta?


suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla
nadar es una forma de abrazarlo
de pedirle otra vez revelaciones
pero los golpes de agua no son magia
hay olas tenebrosas que anegan la osadía
y neblinas que todo lo confunden
el mar es una alianza o un sarcófago
del infinito trae mensajes ilegibles
y estampas ignoradas del abismo
transmite a veces una turbadora
tensa y elemental melancolía
el mar no se avergüenza de sus náufragos
carece totalmente de conciencia
y sin embargo atrae tienta llama
lame los territorios del suicida
y cuenta historias de final oscuro.

Recuerdo el mar, de Pablo Neruda (extracto)


Chileno, has ido al mar en este tiempo?
Anda en mi nombre, moja tus manos y levántalas
y yo desde otras tierras adoraré esas gotas
que caen desde el agua infinita en tu rostro.
Yo conozco, he vivido toda la costa mía,
el grueso mar del Norte, de los páramos, hasta
el peso tempestuoso de la espuma en las islas.
Recuerdo el mar, las costas agrietadas y férreas
de Coquimbo, las aguas altaneras de Tralca,
las solitarias olas del Sur, que me crearon.
Recuerdo en Puerto Montt o en las islas, de noche,
al volver por la playa, la embarcación que espera,
y nuestros pies dejaban en sus huellas el fuego,
las llamas misteriosas de un dios fosforescente.

Mar, de Federico García Lorca (extracto)


El mar es
el Lucifer del azul.
El cielo caído
por querer ser la luz.
¡Pobre mar condenado
a eterno movimiento,
habiendo antes estado
quieto en el firmamento!
Pero de tu amargura
te redimió el amor.
Pariste a Venus pura,
y quedose tu hondura
virgen y sin dolor.
Tus tristezas son bellas,
mar de espasmos gloriosos.
Mas hoy en vez de estrellas
tienes pulpos verdosos.
Aguanta tu sufrir,
formidable Satán.
Cristo anduvo por ti,
mas también lo hizo Pan.
Frente al mar, de Octavio Paz
¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma.
Las olas se retiran
¿ancas, espaldas, nucas?
pero vuelven las olas
¿pechos, bocas, espumas?
Muere de sed el mar.
Se retuerce, sin nadie,
en su lecho de rocas.
Muere de sed de aire.

Dicen: La mar es triste, de Marià Manent


Dicen: la mar es triste. ¡Qué señal
hace cada ola, cuando quiebra!
Y veo una mar triste, pero en medio
tú, como una perla.
Dicen: la tierra es triste.
¡Qué señal hace la hoja!
Apenas osa.
Vea la tierra triste, pero en medio
tú, como una rosa.

Cómo será el mar, de Guillermo Prieto (extracto)


Tu nombre ¡o mar! en mi interior resuena;
despierta mi cansada fantasía:
conmueve, engrandece al alma mía,
de entusiasmo férvido la llena.
Nada de limitado me comprime,
cuando imagino contemplar tu seno;
aludo, melancólico y sereno,
o frente augusta; tu mugir sublime.
Serás ¡oh mar! magnífico y grandioso
cuando duermas risueño y sosegado;
cuando a tu seno quieto y dilatado
acaricie el ambiente delicioso?

El mar triste, de Antonio Machado


Palpita un mar de acero de olas grises
dentro los toscos murallones roídos
del puerto viejo. Sopla el viento norte
y riza el mar.
El triste mar arrulla
una ilusión amarga con sus olas grises.
El viento norte riza el mar, y el mar azota
el murallón del puerto.
Cierra la tarde el horizonte
anubarrado. Sobre el mar de acero
hay un cielo de plomo.
El rojo bergantín es un fantasma
sangriento, sobre el mar, que el mar sacude…
Lúgubre zumba el viento norte y silba triste
en la agria lira de las jarcias recias.
El rojo bergantín es un fantasma
que el viento agita y mece el mar rizado,
el tosco mar rizado de olas grises.
Se alegra el mar, de José Gorostiza (extracto)
Iremos a buscar
hojas de plátano al platanar.
Se alegra el mar.
Iremos a buscarlas en el camino,
padre de las madejas de lino.
Se alegra el mar.
Porque la luna (cumple quince años a pena)
se pone blanca, azul, roja, morena.
Se alegra el mar.
Porque la luna aprende consejo del mar,
en perfume de nardo se quiere mudar.
Se alegra el mar.
Siete varas de nardo desprenderé
para mi novia de lindo pie.

Tus gritos y mis gritos en el alba, de Gabriel Celaya


Tus gritos y mis gritos en el alba.
Nuestros blancos caballos corriendo
con un polvo de luz sobre la playa.
Tus labios y mis labios de salitre.
Nuestras rubias cabezas desmayadas.
Tus ojos y mis ojos,
tus manos y mis manos.
Nuestros cuerpos
escurridizos de algas.
¡Oh amor, amor!
Playas del alba.

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