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Centro de Conciliación y Arbitraje

Pontificia Universidad Católica del Perú


Curso: Formación y Capacitación de Árbitros

Autores César Guzmán Barrón Sobrevilla


Fabián Pérez Núñez
Ética

Ética

César Guzmán Barrón Sobrevilla


Fabián Pérez Núñez

Presentación
Hablar de ética es hablar sobre lo bueno y lo malo, es hablar sobre la conducta humana, y
ello engloba además consideraciones morales, valores y principios que pertenecen, dirán
algunos, a ámbitos más abstractos y generales, pero olvidan que dichos principios y
valores se plasman y se desarrollan en la práctica en el diario quehacer de nuestras vidas.

El arbitraje, como en más de una ocasión hemos sostenido, se basa en la confianza a un


tercero o terceros para que decidan sobre una controversia tan importante para nosotros
que requerimos una solución sobre ella. ¿Confiaríamos dicha solución a alguien de actuar
malo, de costumbres o prácticas inmorales? Por otro lado, qué hacer si observamos
conductas deshonestas de las partes, intenciones de engañar, falsear o cambiar las
cosas.

La ética es, como veremos, un condicionamiento fundamental para aquellos que participan
en un arbitraje, no sólo para los árbitros sino también para las partes. No es, pues, un
ejercicio inútil el referirnos a ella en este curso, pero no olvidemos que la ética es una
práctica individual que cada uno demuestra diariamente en el aspecto personal y
profesional.

Desarrollo del tema


En este tema desarrollaremos los siguientes puntos:

I. Conceptos generales

II. Ética de los árbitros


II.1. Frente al proceso
II.2. Frente a las partes
II.3. Frente al Centro de Arbitraje

Conceptos generales
Fernando Manrique Enríquez, en su libro “Teorías de los valores y ética”, define a la
ética como “una disciplina filosófica (que tiende a ser ciencia), cuyo planteo está
referido a la conducta humana que se regula a dos polos valorativos: lo bueno y lo
malo; el bien y el mal; lo honesto y lo deshonesto; lo justo y lo injusto (subjetivo, porque

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de lo objetivo se ocupa el Derecho); lo honrado y lo no-honrado; lo correcto e


incorrecto; lo aplaudible y lo censurable.”

Pero analicemos más a fondo la definición que nos da


Manrique. Debemos atender al hecho de que hablar de ética
es hablar de conducta humana del proceder cotidiano que
realizamos tanto al nivel de nuestras relaciones personales y
familiares como en el aspecto profesional. ¿Lo mismo en el
arbitraje?

Hemos visto cómo el procedimiento arbitral está compuesto de actos, de conductas de


las partes y de los árbitros; luego, una conducta mala, deshonesta o injusta de un
árbitro o de una parte puede dañar el proceso y, por ende, la decisión final de los
árbitros, en otras palabras, hablar de la ética del árbitro o de las partes no es ajeno al
desarrollo del proceso arbitral.

Más aun siendo el arbitraje un medio voluntario y consensual de solución de


controversias, tiene su fundamento en la confianza y el compromiso de las partes en el
proceso y en los árbitros. Si esa confianza se pierde por una conducta equivocada,
perdemos la justificación para acudir al arbitraje.

Otro dato importante de la definición presentada es la remisión a valores y a la


posibilidad de optar que tenemos al fin en cada situación. Y es que la conducta
humana está llena de situaciones en las cuales adoptamos valores por encima de
otros, o incluso dejamos de lado todos. En ese sentido, la ética tiene que ver con el
Derecho. Si bien Aristóteles sostiene que lo justo y lo injusto tiene que ver para el
Derecho con el cumplimiento de las normas, debemos reconocer que el Derecho
siempre ha pretendido que la aplicación correcta de una norma (justicia en términos
objetivos) tenga un correlato de justicia subjetiva y que los ciudadanos sientan que esa
decisión ha sido correcta (buena) y, por ende, la respetarán.

La ética del árbitro

Frente a las partes


El árbitro, como lo hemos señalado en más de una oportunidad, es aquél al cual las
partes han buscado para poder solucionar su conflicto. Debe, entonces, responder
a dicha confianza de una manera ética que se refleje en su conducta como tal,
como árbitro, mostrando un comportamiento limpio, transparente e independiente.

Tiene, entonces, un deber de respeto por las partes, además de un deber de


honestidad, que le impide recibir, y menos solicitar dádiva o favor alguno de ellas.
Tampoco puede reunirse con una o ambas partes fuera del proceso y en
circunstancias ambiguas o confusas.

Si acaso es un árbitro de equidad, el deber de honestidad y el de aplicación justa de


sus conocimientos y experiencia es aún mayor, porque será sobre la base de ellos

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que se aceptará la decisión final. Esto no deja de estar presente en los arbitrajes
de derecho, porque en esos casos además deberá el árbitro cuidar de aplicar el
derecho en su verdadero sentido, no tergiversándolo ni contraviniéndolo.

En ese sentido, es necesario recordar el principio de imparcialidad propia de un


juzgador, como lo es en el caso de los árbitros que hayan sido designados por una
de las partes. Ello no debe llevarlos a perder su autonomía e independencia y
menos a convertirse en el abogado de quien lo designó. Ése no es el sentido de su
designación; por el contrario, es el momento en el cual debe ser imparcial con
mayor razón.

Frente al proceso
Los árbitros, dentro del proceso, cumplen un rol importante: son juzgadores, dicen
derecho, interpretan una norma, otorgan un derecho, son, en suma, quienes
deciden.

Todo juzgador debe ser y parecer imparcial e independiente. Frente al proceso, los
árbitros deben:

• Reconocer y comunicar a las partes, a sus colegas y a la institución que lo acoja la


existencia de algún motivo que pueda ser causal de recusación o que sea un
impedimento ético para llevar a cabo su función

• Tiene un deber de reserva sobre lo actuado en el proceso, no pudiendo


aprovecharse de ninguna información que, como producto de su labor como
árbitro, haya podido conocer, lo cual involucra desde situaciones íntimas hasta
temas comerciales, laborales, etc.

• Observar y respetar todas las normas de procedimiento acordadas con las


partes, siempre con la intención de hacer un proceso más eficiente y eficaz.

Debe cuidar además de intervenir en procesos para los que se esté debidamente
capacitado y, si estamos frente a un Tribunal Arbitral, debe buscar siempre un
trabajo coordinado con los demás miembros del Tribunal de éste. Si bien se
permiten decisiones particulares o singulares, la comunicación y la relación entre
los árbitros debe ser fluida en todo momento.

Y si conoce de algún hecho que pudiera ser impedimento para que uno de los otros
árbitros sea parte del Tribunal, ¿debe hacerlo conocer? El Tribunal Arbitral actúa
como un órgano colegiado, es decir, las decisiones son entendidas como del
conjunto. Por ello, si existiera un problema con uno de los árbitros, éste podría
afectar al Tribunal, por lo cual lo recomendable es poner en conocimiento de todos
los árbitros cualquier situación que pudiera afectar su legitimidad, independencia e
imparcialidad.

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Ética

Frente al centro o institución arbitral


Como se ha visto anteriormente, el arbitraje puede ser ad hoc o administrado.
También hemos advertido sobre cómo el arbitraje institucional o administrado puede
ser más ventajoso en la medida en que los árbitros actúan con un respaldo
institucional al cual recíprocamente deben responder.

Por eso, cuando estamos ante árbitros que han sido designados como miembros de
una nómina de un Centro de Arbitraje o institución arbitral similar y desarrollan el
proceso dentro de la administración de dicha institución, el árbitro tiene un deber
ético para con el Centro. En ese sentido, deben:

• Abstenerse de usar su posición para obtener ventajas adicionales a las de su


remuneración como árbitro. Evitando, además, asumir compromisos
incompatibles con su tarea de árbitros.

• Guardar reserva sobre información calificada como reservada por el Centro.


Nosotros queremos añadir un deber de profesionalidad que implica un
permanente entrenamiento y actualización.

• Respetar y observar las diversas normas internas, tanto administrativas como


de ética, que tengan cada Centro. Para ello, además, muchas de estas
instituciones cuentan con Cortes de Arbitrajes que se encargan de velar por el
adecuado desenvolvimiento de los árbitros en sus funciones y del proceso.

Conclusiones
1. La ética, lejos de ser una materia filosófica o etérea, tiene un reflejo y consecuencias
en la vida y conducta diaria de cada persona y profesional.

2. En el caso del arbitraje, es claro que el fundamento de acudir a él es el que las partes
confían en la capacidad y experiencia de un tercero; por ende, ese tercero debe
demostrar una conducta ética.

3. El árbitro tiene deberes éticos para con las partes, para con el proceso y para con el
Centro o institución de la cual es parte. En ese sentido, debe cuidar siempre que su
comportamiento sea honesto, imparcial, independiente y profesional.

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Ética

Bibliografía básica
CAIVANO, ROQUE
Negociación, conciliación y arbitraje
Apenac, Lima, 1998

RODRIGUEZ DUPLÁ, LEONARDO


Ética
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2001

MANRIQUE ENRIQUEZ, Fernando


Teoría de los Valores y Ética
Colección Episteme, Lima, 2002

ANDÍA CHÁVEZ, JUAN


Ética de la Abogacía
Jurista Editores, Lima 2002

SALMON ELIZABETH, UGAZ JOSÉ, RUBIO MARCIAL


La Ética desde la perspectiva del Derecho.
En Al fin de la Batalla Fascículo N° 3
SIDEA, IPA, UNESCO, Lima, Junio 2002.

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