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DIFERENCIA ENTRE LA ARGUMENTACIÓN DEL JUEZ Y LA DEL ABOGADO

MARTHA YOMARA JAIMES MUÑOZ

Presentado a la Docente:
Dra. DEICY GALAN GRANADOS

Corporación Universitaria Remington


“Uniremington”
DERECHO
FUNDAMENTOS DE ARGUMENTACION
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DIFERENCIA QUE EXISTE ENTRE LA ARGUMENTACIÓN DEL JUEZ Y LA


DEL ABOGADO

La argumentación que realizan los jueces al momento de motivar una sentencia es


diferente a la argumentación que realizan los abogados en los diferentes momentos del
juicio, y así podemos señalar las siguientes diferencias:

• El juez toma una decisión; el abogado toma una postura.

• El juez trata de justificar; el abogado trata de convencer.

• El razonamiento del juez es objetivo (imparcial); el razonamiento del abogado es


subjetivo (parcial).

• El juez trata de fundamentar y justificar con leyes; el abogado trata de demostrar con
pruebas.

• El juez utiliza argumentos veraces y justificables; el abogado utiliza argumentos falaces y


no demostrables.

• El juez utiliza argumentos formales; el abogado utiliza argumentos retóricos.

• Además como el rol de los abogados es el de asesoría y defensa de una posición


interesada que reclama la satisfacción de una pretensión jurídica; y por lo tanto, los
abogados acomodan la versión presentada por su cliente, de tal forma que resulte
amparada por el sistema legal a efecto de lograr dicha declaración por parte del juez al
momento de sentenciar.

• Mientras que la argumentación del juez requiere una dosis más fuerte de imparcialidad,
objetividad y discreción, el razonamiento de los abogados es interesado, parcial y revela
sólo los hechos y aspectos normativos favorables a la pretensión que defiende.

• Los jueces argumentan a favor de una cierta tesis porque consideran que de acuerdo
con el derecho, es lo correcto, mientras que los abogados porque eso favorece los
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intereses de su cliente y porque pretenden que sus Argumentación Jurídica argumentos


sean recogidos y aceptados por los jueces.

Otros conceptos relevantes:

Es conveniente diferenciar, conforme señala Guastini, que en tanto la intervención del


abogado respecto a la solución del conflicto es de valoración, elección y decisión, y
fundamentalmente de persuasión, la tarea del juez difiere por cuanto representa una
actividad de conocimiento. 

En efecto, el abogado valorará la dimensión de solución del problema de su patrocinado


desde la óptica de atender a la defensa de la posición de su cliente, a lo cual debemos
agregar que ello es razonablemente legítimo. A su turno, el abogado deberá construir la
argumentación que va a sustentar mejor la posición de su cliente y de seguro,
propiamente no resulte razonable invocar las razones que desmerecen su defensa.
Finalmente, la tarea del defensor es también de decisión dado que deberá proyectar una
posible solución al problema de su defendido desde la perspectiva de cuál es la mejor
solución aplicable al caso.

Distinto es, en cierto modo, el rol que concierne al juez, a quien le compete básicamente
una actividad de conocimiento en la medida que sin perjuicio de lo importante que pueda
resultar la actividad persuasiva del abogado, al decisor racional le corresponde un estudio
imparcial y detallado de las pruebas aportadas, así como de la procedencia de la
pretensión.

Toda actividad de conocimiento, la cual podemos también entender como averiguar el


verdadero significado de las leyes, se aleja de una actitud valorativa per se. Los jueces,
sin embargo, en cierto modo hacemos una valoración de los argumentos concurrentes
para la solución del problema, más ella se encuentra racionalmente guiada por una actitud
imparcial, muy distinta al interés del abogado por poner de manifiesto los intereses que
conciernen más a la opción de su cliente.

El abogado en la actualidad, como en antaño, ejerce una actividad social pertinente y


relevante que lo ubica como engrane social con un alto grado de responsabilidad, la cual
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es inherente a su actividad, dada la trascendencia de su conducta frente a sus clientes y


en interacción con las instituciones jurídicas con las que tiene relación por motivos de la
importante función social que desempeña.

Por otro lado, la profesionalización del abogado litigante integra tres etapas sustantivas
que son, la formación que se logra a través de la licenciatura en Derecho; la
especialización que se obtiene al realizar una especialidad en alguna de las disciplinas de
las ciencias jurídicas y la actualización jurídica que implica la asistencia y participación en
eventos académico – jurídicos sobre temas jurídicos de actualidad o derivados de
reformas legales.

Estos ámbitos educativos y de profesionalización conllevan una interacción disciplinada


para lograr una correcta y verdadera profesionalización del abogado postulante.

En todas las etapas de la profesionalización del abogado, éste debe fortalecer entre otras
habilidades a la argumentación jurídica, la cual implica de manera sustantiva, el
conocimiento pleno de cada uno de los términos técnico -jurídicos con base en los cuales
integra de manera simple y lógica sus razonamientos legales; esto le permite al abogado
ejercer de manera plena las cuatro dimensiones del ejercicio de un idioma: escuchar,
hablar, leer y escribir de manera correcta, verbos, cuyo ejercicio en ámbitos profesionales
del abogado, integran una alta responsabilidad, ya que en ocasiones el argumento jurídico
del abogado, escuchado, hablado, leído o escrito puede carecer de credibilidad o mostrar
la necesidad o falta de profesionalización.

En este sentido, y de acuerdo con el referente indispensable de la argumentación jurídica,


Manuel Atienza, quien menciona que la teoría de la argumentación jurídica conlleva una
serie de tópicos , reglas o normas que deben ser asimiladas y practicadas por todos los
abogados en los ámbitos de su profesión para aplicarlas en todos los ámbitos de su vida,
no solo en el profesional, haciéndolo así, podrá de manera eficiente, eficaz y efectiva,
desempeñar su función social sin diferencias o conflictos con sus clientes y/o con las
instituciones públicas, generando de manera simultánea una mejora sustantiva en la
imagen que el abogado tiene frente a la sociedad, partiendo del conocimiento del
quehacer jurídico, el cual implica profundizar en el estudio periódico de las ciencias
jurídicas, teniendo como meta, el fortalecimiento de su perfil profesional como abogado.
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En concordancia con lo anterior, y en términos de la actualización profesional, los eventos


realizados por las instituciones académicas, coadyuvan en el fomento y consolidación del
abogado litigante, en este sentido, otro de los elementos adyacentes es la calidad
profesional, cuya filosofía impone la obligación de realizar las cosas del quehacer jurídico
bien desde la primera vez, cumpliendo todos los requisitos establecidos, con cero errores
en la ejecución de las conductas que integran el trabajo del litigante.

Otros conocimientos que fomentan la credibilidad en los argumentos jurídicos, son las
cuatro virtudes cardinales del abogado, las cuales de acuerdo con Aristóteles son: la
prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, mismas que deben ser
consideradas pilares fundamentales de la conducta personal y profesional del
abogado.

La prudencia como virtud tiene una serie de valores morales que se le asemejan como la
reflexión, ponderación, tacto, juicio, moderación, cautela cuidado, prevención y
procuración entre otros; igualmente la justicia tiene una serie de términos valórales que le
son inherentes como la igualdad, la equidad, ecuanimidad, objetividad, conciencia, razón,
rectitud, probidad, neutralidad, imparcialidad, honestidad, ente otros; por su parte la
fortaleza tiene las siguientes palabras similares: potencia, garra, brío, ánimo, resistencia,
dureza, vialidad, robustez, fuerza, energía, y vigor y finalmente la templanza que implica
otros términos como la continencia, austeridad, sobriedad, mesura, moderación, razón,
equilibrio, entre otros; constituyendo estas palabras parte del acervo cultural del litigante.

La actividad profesional del abogado litigante es compleja, multifactorial e


interdisciplinaria, cuya perspectiva impone la obligación de entender que el perfil
profesional del abogado se debe fortalecer de manera oportuna y sistemática con el
objetivo de que la sociedad, que requiere de abogados profesionales, satisfaga sus
requerimientos legales de manera plena y sustentada en presencia de un Licenciado en
Derecho, formado en instituciones garantes de un perfil profesional académico integral y
sobre todo, actualizado en instituciones como el Colegio de Abogados del Estado de
México.
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En consecuencia, cabe mencionar la importancia que en este sentido tiene el verbo


aprender, el cual muchos abogados segregan, posiblemente ignorando que este término
jamás se deja de ejercer, y no solo por parte de los abogados, sino por todos los seres
humanos hasta el final de nuestros días, por ello, es válido practicar este verbo con base
en un método, para que nuestra vida tenga mayor significado personal y profesional.

Finalmente, la profesionalización preventiva sistemática del abogado es trascendente


para el fortalecimiento del tejido social y por lo tanto, se debe considerar como un deber y
una obligación; ya que apostar a las acciones preventivas, implica doble valor, y en
contraste, implementar acciones correctivas a veces cuesta más del doble, es decir, que
vale más prevenir que lamentar.

Finalmente, para entender la importancia de la argumentación jurídica, lo que se tiene que


tener presente es que, argumentar es una necesidad imperativa si pretendemos dar o
explicar con buenas razones, en apoyo de nuestras afirmaciones, decisiones y
pretensiones jurídicas. Entonces, argumentar, es pues, dar buenas razones del porque
afirmamos lo que decimos, porque decidimos como lo que hacemos, y porque
pretendemos lo que solicitamos.
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LISTA DE REFERENCIAS

http://ual.dyndns.org/biblioteca/Argumentacion%20Juridica/Pdf/Unidad_05.pdf
http://elcomicaso.blogspot.com/2017/03/importancia-del-argumento-para-los.html

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