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Lectio
Leamos despacio y varias veces el texto evangélico.
19 «1Y entrando, atravesó Jericó. 2Y, he ahí, un hombre llamado de nombre
Zakchaios, el cual era jefe de recaudadores de impuestos y él era rico. 3Y
buscó ver quién es Jesús pero no pudo por la multitud, pues era pequeño de
estatura. 4Y corriendo hacia delante subió sobre un sicómoro para verlo
pues por allí estaba a punto de pasar. 5Y cuando vino sobre el lugar,
levantando la mirada Jesús le dijo: “¡Zaqueo!, apresúrate bajar, porque hoy,
en tu casa, es necesario que yo permanezca”. 6Y, apresurándose, bajó y lo
acogió alegrándose. 7Y viendo, todos murmuraban diciendo: “junto a un
hombre pecador entró para alojarse”. 8Y puesto de pie, Zaqueo dijo al
Señor: “¡mira! La mitad de mis bienes, Señor, doy a los pobres y si
cualquier cosa de cualquiera extorsioné, daré un cuádruple”. 9Y dijo a él
Jesús: “hoy ha llegado salvación a esta casa, porque también él es hijo de
10
Abraham; porque el Hijo del hombre vino para buscar y salvar lo
perdido»1.
1
La traducción es personal. El texto griego está tomado de la edición crítica de E.
NESTLE y K. ALAND, Novum Testamentum Graece, Stuttgart 201228.
Meditatio
Tratemos de comprender algunos elementos del texto a partir algunas
preguntas.
Desarrolle los siguientes puntos y trate de conocer el texto tanto en su
forma como en sus expresiones.
Oratio
La Palabra ilumina nuestra vida haciéndonos descubrir nuevas formas de
vivir la fe.
Deseos de encontrar a Jesús
El Señor pasa por Jericó, camino de Jerusalén. A la entrada de la ciudad ha
tenido lugar la curación de un mendigo ciego que logró, con su fe y su
insistencia, llegar hasta Jesús, a pesar de la multitud y de los que pretendían
que se callara. Ahora, ya dentro de esta ciudad, la multitud debía de llenar
la calle por donde pasaba el Maestro. En este contexto se encuentra
también Zaqueo. San Lucas dice que él intentaba ver a Jesús para
conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño
de estatura, pero su deseo es eficaz; para conseguir su propósito se mezcla
primero con la multitud y luego, dejando a un lado lo que pudiera pensar la
gente por su actitud, se adelantó corriendo, se subió a un sicómoro, para
verle, porque iba a pasar por allí. Es una imagen un poco cómica. Pero es
una buena lección para el lector que, por encima de todo, quiere ver a Jesús
y permanecer con Él. Pero se debe examinar hoy la sinceridad y el vigor de
este deseo: ¿Quiero yo ver a Jesús?, preguntaba el Papa San Juan Pablo II
al comentar este pasaje del Evangelio, ¿hago todo lo posible para poder
verlo? Este problema, después de dos mil años, es tan actual como
entonces, cuando Jesús atravesaba las ciudades y poblados de su tierra. Y
es actual para cada uno personalmente: ¿verdaderamente quiero
contemplarlo? O quizás ¿evito el encuentro con Él? ¿Prefiero no verlo o
que Él no me vea? Y si ya le vislumbro de algún modo, ¿prefiero entonces
verlo de lejos, no acercándome mucho, no poniéndome ante sus ojos para
no llamar la atención demasiado[...], para no tener que aceptar toda la
verdad que hay en Él, que proviene de Él, de Cristo?2.
Zaqueo y nosotros
Zaqueo vivió un proceso de conversión y reparación y nosotros ¿cómo
estamos en este aspecto? ¿Sí damos pasos de conversión? o ¿queremos
permanecer como los demás, ocultos en la multitud?
Así, como Zaqueo, cada uno está llamado a acoger en su vida la
misericordia de Dios por medio de la conversión. Jesús está cerca de
nosotros, ya nos ha visto como Zaqueo, nos ha desinstalado de nuestros
pecados y quiere que demos muestras de conversión, solo así podremos ser
verdaderos discípulos suyos y podremos llevar a otros a él.
Contemplatio
La Palabra debe ser vivida en la cotidianidad de nuestra vida con
compromisos concretos.
Cada uno puede sacar un compromiso para ponerlo en práctica durante esta
semana.