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Sermón adventista para las 

madres
MADRE QUERIDA, HOY VENGO A HONRARTE

                Un maestro estaba enseñando sobre los polos magnéticos y las propiedades del imán. Al
día siguiente presentó a los estudiantes una prueba. La primera pregunta era más o menos así: mi
nombre comienza con M, tiene seis letras y recoge las cosas. ¿Qué soy? Dice la historia que la
mitad de la clase escribió, “Mother”.
                Esto me hace  recordar la historia del padre que está tratando de explicar el concepto del
matrimonio a su pequeña de 4 años. Fue, y buscó el álbum de fotos, pensando que las imágenes
pudieran ayudar y le explicó a la niña toda la ceremonia de bodas. Cuando terminó toda la
explicación le dijo a la niña si tenía alguna pregunta y está apuntando a una foto de la recepción
preguntó: ¿Papi, aquí fue cuando mamá vino a trabajar para nosotros?
                Queridas madres, realmente tenemos que reconocer que son las madres los seres más
especiales que han transitado por la historia de este mundo. Cuando Dios pensó en algo excelso,
algo que pudiera reflejar su amor incondicional por la raza humana, algún ser que pudiera inspirar
los más delicados y sublimes pensamientos y acciones, Dios pensó en una madre. A tal punto la
madre puede inspirar los más elevados pensamientos que el Dios del universo no tuvo a mal dejarse
comparar con ella. La expresión más hermosa y descriptiva del amor de Dios en todas las
escrituras, la frase que más puede ayudarnos a entender la infinidad el amor divino aparece en
Isaías 49: 15 donde Dios compara su amor al amor de una madre.
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?
Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti”
En esta mañana yo quiero honrar a las madres presentes. Las que más trabajan, las que más se
preocupan, las que siempre están pendientes de nuestras necesidades, las que siempre tienen tiempo
para escucharnos, las que son muchas veces pasadas por alto, aquellas que pasan inadvertidas 365
días al año hasta que llega el segundo domingo de Mayo. A esas madres dedico mis mejores
pensamientos.
Dijo Waldo Emerson: “Los hombres son lo que las madres hacen de ellos”.
Realmente es muy difícil calcular la influencia que una madre produce en sus hijos. Hoy debemos
reconocer que son las madres las que forman en fundamento básico de la membrecía de nuestra
iglesia. Los estudios demuestran que la iglesia Adventista a nivel mundial está compuesta por
jóvenes de edad promedio de 27 años y en su mayoría casi al 3 por 1 son madres. Los estudios
demuestran que por lo general son las madres las que asisten a la iglesia y traen a sus hijos. Son
ellas las que se ocupan de la educación espiritual de sus hijos. Son ellas las que le estudian la
lección, las que traen a sus hijos a las diferentes actividades de la iglesia y las que dedican más
tiempo en la comunicación de la fe cristiana a los pequeños.
La iglesia entendiendo esta realidad publicó una declaración del comité administrativo de la
Conferencia General y cito:
“Mantenemos que la mujer debe jugar un rol mayor en el liderazgo y las decisiones que toma la
iglesia y la sociedad. Creemos que la iglesia terminará su misión solamente cuando la mujer este
capacitada de alcanzar su potencial total” (Sesión de la Conferencia General en Utrecht,
Netherlands, June 29- July 8, 1995)
En la Biblia encontramos historias de grandes hombres; sin embargo, muchas veces olvidamos que
“los hombres son lo que las madres hacen de ellos”. Pienso en:
1. Eva la madre de toda la raza humana
2. Sara, la madre de Issac, hijo de la promesa
3. Jocabed, la madre de Moisés, el gran profeta de Dios
4. Ana, la madre del sacerdote y profeta Samuel
5. Rut, madre de Isaí, padre de David, rey de Israel
6. María, madre de Dios
                Pudiera hablarles de cualquiera de estas grandes mujeres de la Biblia, y no solo de estas,
el cristianismo fue testigo de grandes figuras, que transcendieron las épocas. Podemos citar
a Crispina, a Perpetua y Felicita su esclava. Podemos nombrar a Pyatnitsa a Filomena y
a Helicones de Tesalónica. Grandes mujeres que adornan las páginas del cristianismo con historias
impresionantes. Sin embargo; esta mañana vengo a hablarte de aquellas madres que pasan por la
vida casi inadvertidas. Vengo a hablarte de la que se levanta en la mañana para preparar el
desayuno y llevar los niños a la escuela. Vengo a honrar a la trabaja largas jornadas para llegar a
casa a seguir trabajando. Aquellas que cansadas y con sueño se acuestan al lado de sus hijos para
leerles la lección de la Escuela Sabática. Esas heroínas que van por la vida tirando flores sin esperar
nada a cambio. A estas cuyos nombres no aparecen en los libros de historia, yo quiero referirme en
esta mañana.
Loida y Eunice madre de Timoteo
                Si no fuera por una cartica que Pablo escribe a Timoteo, nunca hubiésemos tenido
conocimiento de la existencia de Loida y Eunice, la abuela y madre de este también mártir del
cristianismo. Pablo las menciona solo una vez y de pasada, pero suficiente como para notar que
estamos hablando de grades, tan grandes como Sara, Jocabed, y Rut.
“Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar
me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lagrimas,
para llenarme de gozo; trayendo a tu memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó
primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”
(2 Tim. 1: 3 – 5)
                Pablo estaba preso en Roma y mientras piensa en Timoteo recuerda el testimonio de su
madre y su abuela. La mención es sencilla, breve, casi pasajera; pero querido hermano, hay mucha
historia detrás de estas palabras. Cuál es el trasfondo de esta declaración. Les voy a dar tres pasajes
para mostrar el impacto que una madre puede hacer en la vida espiritual de sus hijos.
1. La madre debe avivar pasión por las Escrituras. (2 Tim. 3: 15)
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación por la fe en Cristo Jesús.”
                Las madres israelitas enseñaban con devoción las Sagradas Escrituras a sus hijos desde la
infancia. La palabra “infancia” que aparece en el griego significa: desde que el niño era recién
nacido. Loida su abuela y Eunice su madre se preocuparon por enseñarle a Timoteo las Escrituras
desde antes que pudiera caminar. Le hacían las historias de Samson y Samuel y David y Moisés.
                En esencia estas santas mujeres eran obedientes al mandato divino que aparece en (Deut.
6: 4-7). Estas dos madres tenían la Palabra de Dios en sus corazones y con pasión la enseñaron a
Timoteo.
                Madres presentes, nunca es muy tarde para comenzar a enseñar la Palabra a vuestros
hijos. No hay nada que pueda reemplazar tu rol en la vida de ellos. Dios quiere usarte para que tus
hijos aprendan a amar las Sagradas Escrituras.
                Ilustración: Cuatro teólogos estaban discutiendo sobre las traducciones de la Biblia.
 Uno dijo que prefería la traducción Reina Valera del 1960 por la belleza y elocuencia del
lenguaje español antiguo.
 Otro dijo que él prefería la Biblia de Jerusalén por ser más fiel al texto, siendo traducida no de la
Vulgata sino de los originales hebreos, arameo y griego.
 El otro mencionó que prefería la Nueva Versión Internacional por su lenguaje popular y frases
contemporáneas que hacen más fácil el entendimiento de pasajes difíciles.
 Finalmente el último dijo: yo personalmente prefiero la traducción de mi madre. Cuando los
otros teólogos comenzaron a reírse el dijo: “Si, ella traducía las Escrituras. Mi madre traducía
cada página de la Biblia en su vida cotidiana. Es la traducción más convincente que he podido
leer.
 La madre debe avivar una fe autentica. (2 Tim: 1: 5)
“trayendo a tu memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”
                La frase “no fingida” en relación con la fe significa que no era hipócrita. Era una fe real.
Notemos la fe no fingida de Loida fue transmitida a Eunice, y esta a su vez la transmitió a su hijo
Timoteo.
                Madres presentes si quieren avivar una fe genuina en sus hijos, deben considerar vuestra
propia fe. Cuando pienso en el tipo de fe que es transmitida de madre a hijo, estoy convencido que
la madre va a estar más interesada en:
 que el niño conozca las Escrituras antes que hable tres idiomas a los 5 años.
 En la salvación del alma antes que en lo que cubre el cuerpo.
 En la vida eterna antes que en los logros terrenales.
 En la relación de los pequeños con Jesús antes que la popularidad en la escuela.
 En su relación con Dios antes que el estatus social.
 En el desarrollo espiritual del pequeño antes que logros en los deportes.
 Avivar el deseo al servicio. (Hechos 16: 1-3)
“Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo
de una mujer judía, creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los
hermanos que estaba en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que fuese con él …”
                Lucas cuando habla de Timoteo en Hechos de los Apóstoles se refiere a él como:
 Discípulo de Cristo. Un hombre de fe genuina.
 Con buena reputación. Todos los creyentes hablaban bien de él. Lo conocían como un hombre
de integridad.
 Estaba dispuesto a servir. Pablo quiso que fuese con él. Timoteo se convirtió en el compañero
de viaje de Pablo. Pablo llego a quererlo como a un hijo.
Conclusión
                Toda esta historia sale de una mención que Pablo hace de dos mujeres, madres cristianas,
una abuela, la otra madre. Aparentemente insignificantes, sin importancia. ¿Quién se detendría a
mencionarlas un día como hoy? ¿Quién les dedicaría mas allá de una mención? Oh queridas madres
presentes, yo las menciono porque aquí hay sentadas en la congregación muchas Loidas y muchas
Eunices. Aparentemente pasan por la vida sin fama ni glorias pero aquí están las verdaderas
heroínas de la historia. Nuestras madres queridas.
                Ilustracion: Susana Wesley, madre de 17 hijos, dos de los cuales son John Wesley y
Charles Wesley, dedicaba una hora al día a orar por sus hijos. Más aun, separaba una hora semanal
para hablar con cada uno de ellos sobre temas espirituales. No ha de extrañarnos que sus hijos
fueron usados por Dios para el gran reavivamiento espiritual en Inglaterra y en también en
Norteamérica. Entre sus cosas apareció un papel con una guía para educar a sus hijos que decía:
 No permitas que el niño haga siempre su voluntad y trabajo con Dios en la salvación de su alma.
 Enseña al niño a orar tan pronto pueda hablar.
 No le des nada por lo que llore y solo lo que es bueno para el si lo pide con respeto.
 Afirma y gratifica la buena conducta.
 Cumple estrictamente todas las promesas hechas al niño.
                Madres queridas les llamo en esta mañana a que hagan la diferencia en la vida de
vuestros hijos como lo hizo Eunice en la vida de Timoteo y Susana Wesley en la vida de sus hijos.
1. Aviven en sus hijos la pasión por las Palabra de Dios              
2. Aviven en sus hijos una fe genuina
3. Aviven en sus hijos el deseo al servicio.
                Estas son las grandes de antaño y las grandes de hoy.

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