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EL ENGAÑO (GENERA DESCONFIANZA)

Efesios 4:25; Salmos 101:7

En 1818 el ladrón inglés apodado Capitán Rayo escapó de la justicia inglesa y se fue a huir a Estados Unidos. Allí inició su vida encubierta
practicando la medicina, tomando el nombre de Doctor John Wilson. Para que no lo reconocieran las autoridades, llevaba puestos tres trajes
encima, lo cual le ayudaba a cubrir una pierna deforme que tenía y lo hacía verse más grande.

Al estar al borde de la muerte, el hombre les pidió a sus amigos que lo enterraran sin quitarle la ropa. Pero esa petición no podía cumplirse
puesto que el cuerpo debía prepararse para ser sepultado apropiadamente. Cuando falleció y su cuerpo fue llevado para ser preparado, el
empleado de la funeraria quedó sorprendido al encontrar, en el cuerpo sin vida del llamado Dr. John Wilson, cicatrices de heridas y una
pierna atrofiada, las cuales eran características con las que se buscaba al ladrón inglés. Una revisión en la casa del fallecido Dr. Wilson
reveló las sospechas, al encontrar en un escondite relojes, joyas y diamantes. El comisario supo que el doctor era, en realidad, el Capitán
Rayo, un ladrón disfrazado. ¡Habían sido engañados!

Engaño:
Artimaña, trampa, traición, astucia o habilidad de engañar. En las escrituras encontramos varios ejemplos sobre el
engaño; Adán y Eva, Jacob y Esaú, Ananías y Safira.

El mentiroso va envolviéndose en una red de la que es muy difícil salir si no se detiene a tiempo. Nadie podrá
poner su confianza en él, pues no será digno de ella.

Hay mentiras que pueden permanecer ocultas durante años y al pasar el tiempo se llega a creer que es
verdad. Pero debemos estar conscientes que tarde o temprano siempre la verdad saldrá a luz.

A menudo se dice que las “mentiras blancas” son compasivas. Y muchos pecados se justifican aludiendo al hecho
de que son “necesarios” para alcanzar ciertos fines. En otras palabras: el fin justifica los medios. La mentira, bajo
esta perspectiva, puede ser relativamente buena o medianamente mala. Pero los mandamientos de Dios son
absolutos. “No mentirás” es una orden, no una sugerencia ni una frase puesta a discusión.

La primera mentira relacionada con los seres humanos fue perpetrada por Satanás, en el Huerto del Edén. Satanás es
el Príncipe de la Mentira, hacedor de toda maldad, quien “ronda como león rugiente buscando a quien devorar” (1
Pedro 5:8-9). El engaño del diablo fue exitoso, y el costo de la caída de Eva y Adán fue ser expulsados del
Paraíso, además de otras muchas consecuencias.

Pablo había dicho: "Despojaos del viejo hombre. . . y vestíos del nuevo hombre". Esto quiere decir que tenemos que
quitarnos el ropaje de la vieja naturaleza, y ponernos el ropaje de la nueva naturaleza, de la misma manera en que
cambiamos nuestra ropa. Es como quitarse ropa vieja y sucia, y ponerse ropa nueva y limpia. Pero este cambio de
ropa no puede hacerse con el esfuerzo propio, ni por procurar imitar la conducta de Cristo.
En la epístola a los Romanos 6:6, se nos dice que nuestra vieja naturaleza ya ha sido crucificada en la muerte de
Cristo. Dice el citado pasaje: Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo
pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. En vista de que nuestra
vieja naturaleza ya ha sido crucificada con Cristo, debemos quitárnosla en el poder del Espíritu Santo. Esto no
significa que la vieja naturaleza ha sido eliminada para siempre de nuestra vida. No nos libramos de ella. Pero no
debemos vivir de acuerdo con ella; es decir, que no tenemos que permitir que controle nuestras vidas.

Por otra parte, tenemos una nueva naturaleza. Éste es el resultado de la regeneración por el Espíritu Santo.
Cualquier persona que esté unida a Cristo, es una nueva criatura. Tenemos que vivir en esa nueva naturaleza, en esa
nueva persona, en esa nueva creación.
"Por eso, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de
los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo."

Pablo regresó una vez más aquí, a las prohibiciones que había comenzado en el versículo 17. Al creyente se le pidió
que no viviera como los no judíos vivían.

La frase hablad verdad cada uno con su prójimo expresa el mandamiento que encabeza la lista de todos los
demás. Cuando la vieja naturaleza o el viejo hombre fue dejado a un lado en la crucifixión de Cristo, la lengua
mentirosa y el corazón engañoso fueron colocados sobre esa cruz. Una de las razones por las cuales Jesús tuvo que
morir por nosotros fue que usted y yo somos mentirosos. Siempre deberíamos decir la verdad. El rey David dijo en
el Salmo 116:11, "Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso".

El decir la verdad resolvería la mayoría de los problemas en algunos círculos cristianos. Sería inútil, y una pérdida
de tiempo ponerse a señalar o aclarar todas las mentiras o exageraciones que se oyen. Es mejor adoptar una
actitud o norma de decir la verdad de manera permanente, pues no se trata de una opción sino de un
imperativo para los creyentes, teniendo en cuenta que forman parte de un mismo cuerpo.

Hay esperanza para el creyente que ha practicado o practica el engañado.

Ser honesto sobre lo que se ha hecho. Concordar que es pecado. “Si confesamos (homologomen- estar de acuerdo
con consentimiento, admitir o declararse culpable de lo acusado como resultado de la convicción interna por el
Espíritu Santo) nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados” (1 Juan 1:9). Debe
asegurarse el nombrar el pecado, específicamente. Jesús es quien nos rescata de la maldad. Tenemos que recibir la
palabra de Dios línea por línea y precepto por precepto.

Recuerden, Satanás no quiere que seamos libres del engaño. El creyente tiene que liderar con este riesgo del
engaño a toda hora, “ser (constantemente) y andar sabiamente” Efesios 5:15. “Digo pues: Andad en el Espíritu, y
no satisfagáis la concupiscencia de la carne” Gálatas 5:16.

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