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UN ESTADO PERSONALIZADO

En la etapa preestatal su concepción era mística/religiosa y su vivencia era lo sagrado, por lo


tanto sirvió de sustento a lo posterior consideración del faraón como dios. Alrededor del año
3100 antes de Jesucristo, es decir, hace más de cinco mil años, aparece la autoridad
centralizada en el antiguo Egipto.

Para los antiguos egipcios parece haber alcanzado plena validez la célebre expresión de Luis
XIV, el Rey Sol, “El Estado soy yo”. Esta idea, entendida con suma claridad por Luis XIV era, en
cambio, absolutamente admitida y apoyada por los pobladores del primer Estado egipcio. La
teoría del Estado egipcio se resumiría diciendo: el Estado es el faraón, afirmado no sólo por el
propio faraón, sino por todos los pobladores del Estado.

La necesidad de centralizar la autoridad de aquella sociedad para el logro de sus nuevos


objetivos, así como la de otorgar legitimidad frente a la población al poder recién adquirido y
ejercido, explica la identificación del jefe supremo con la deidad. El monarca, el faraón, no
sólo era un enviado de los dioses: para todos los efectos prácticos, desde el punto de vista de
la concepción teórico-religiosa de esa comunidad, era el dios mismo, divino en su propia
persona.

“El faraón egipcio parece ser el primer dirigente que asume la función de conducir a la
sociedad como un verdadero Dios y así lo entiende sus súbditos. Las primeras dinastías
egipcios se consolidaron viejos factores de unión entre diferentes aldeas asentadas en las
márgenes del Nilo y que el desarrollo de esta comunidad fue un su mayoría endógeno, es decir
generado por ella misma, salvo la influencia cultural mesopotámica apuntada.”

Durante las dos o tres primeras dinastías el proceso fue acentuadamente integrador: el centro
en el que convergen todas las fuerzas sociales es la figura divina del faraón. Obviamente, el
monarca necesitaba funcionarios para un gobierno que se había extendido mucho y que cada
día era más complicado. La fuerte personalización se manifestaba también en la ausencia de
cuerpos normativos impersonales y generales. La justicia, aunque impartida por los
servidores, se aplicaba porque era la palabra del rey. No había códigos o leyes para regular
situaciones abstractas.

“El propio derecho consuetudinario del país se estimaba surgido de la voluntad del faraón. La
única limitante —no jurídica— que tenía era el concepto del ma’at, especie de justicia-
entidad- verdad, inmanentes”

MA’AT: La diosa Ma’at, encarnación del orden y la justicia en Egipt

Características derivadas de la consideración del faraón como un ser divino:


 La primera, que el desarrollo burocrático indispensable para hacer posible la
organización del Estado se produce en torno a su figura con el sentido de servidumbre
personal hacia el monarca, que era el Estado mismo. Se creó así la primera clase
gobernante.
 La segunda característica consiste en que no había ley escrita porque la antigua
tradición, por un lado, y por otro la voluntad absoluta, divina del faraón generaban la
normatividad de la sociedad. Con seguridad, el faraón no podía ejercer una autoridad
totalmente caprichosa. “El ma’at, esa idea de justicia, de equidad, en el fondo
representaba la costumbre, la tradición de la propia comunidad.” En la naciente
estructura estatal podemos observar cómo permanecen antiguas concepciones y
fórmulas provenientes de las formas organizativas anteriores. Se advierte, en este
nuevo estadio, un desplazamiento de la autoridad tradicional arraigada en el pasado y
que ahora encarna individualmente en el faraón.

La autoridad férrea del faraón y su reconocimiento por la comunidad aparecen como


determinantes, en buena medida, de los espectaculares logros obtenidos. Surge y se amplía
una clase burocrática dependiente del monarca, quien gobierna sin leyes escritas y es objeto
de adoración absoluta. A ello se une un progreso cultural que comprende conocimientos
matemáticos de alta precisión, puestos de manifiesto en las mediciones casi perfectas de sus
monumentos y en el cálculo, efectuado por primera vez en la historia, del año solar de 365
días.

La oligarquía sacerdotal

Para empezar que es oligarquía?

Aristóteles consideraba la oligarquía como, el régimen oligárquico como una forma de Estado
dominada por pocos o por ricos.
En este caso la oligarquía está siendo regida por el grupo de sacerdotes.

La autoridad del faraón ya no se funda en la creencia general en su divinidad. La fuerza armada


tiene ahora un lugar de mayor importancia y el consenso colectivo es menos fuerte. Hay una
casta sacerdotal con gran influencia y podemos identificar grupos de poder que rodean al
faraón, pero tienen su propio peso específico.

Como nuevo factor de poder, el sacerdocio muestra también disensiones insertas. En esta
época cuando hay una fracción de sacerdocio se inicia un culto a un nuevo Dios.
Es en esta época cuando una fracción de sacerdotes inicia el culto a un nuevo dios: Amón, que
significa “oculto” y que se combina con Ra para formar la deidad Amon - Ra, rey de los
dioses.

“Este culto representaba una serie de intereses dentro de las fuerzas sacerdotales, ahora de ir
ascendiendo y al paso de los siglos se convertiría en el más importante del Estado egipcio”

El Estado personalizado ha dejado su lugar a un nuevo Estado oligárquico, en el que el


monarca es considerado conductor, pero ha perdido el atributo de la divinidad. La clase
dominante es representada por los sacerdotes y por los funcionarios de alto rango que ejercen
el gobierno. La apertura de nuevas tierras al cultivo permite una reanimación económica que,
a su vez, da al Estado la posibilidad de controlar un comercio activo y floreciente, el cual se
extiende a través de Asia y aporta considerables recursos para el desarrollo de esta nueva
etapa estatal, que llega aproximadamente hasta el año 1800 a. C.

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