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MARÍA, LA MADRE DE JESÚ S

María (en Hebreo Miriam), era un nombre común en la palestina del primer siglo. Solo en el nuevo
testamento se nombran siete mujeres como María, pero solo una de ellas inmortalizo el nombre;
María la madre de Jesús porque a pesar de su nombre ordinario ella fue una mujer extraordinaria.

Era una joven judía campesina que vivía en una insignificante provincia Romana del primer siglo.

De lo poco que habla la biblia de ella podemos encontrar que era una mujer humilde, amorosa,
obediente, llena de fe en Dios, y apegada a sus mandamientos.

Por estas características de su carácter fue favorecida por Dios para llevar en su vientre y dar a luz
al Mesías, quien daría salvación al mundo.

Con el tiempo María ha sido objeto de culto y adoración. La religión ha convertido a la joven y
humilde campesina de Nazaret en reina y se le da tanta importancia y culto como a Dios mismo.

Se le llama intercesora y mediadora entre Dios y los hombres algo que no tiene ningún sustento en
la biblia.

Darle a María la madre de Jesús el rango de intercesora y mediadora, es dotarla de características


y atributos que solo son atribuidos a Dios y a su hijo Jesús.

La palabra de Dios es muy clara en cuanto a un mediador; en la segunda carta de Pablo a su


amado discípulo Timoteo encontramos este pasaje: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” 1 Ti 2:5

En lo que se refiere a María como intercesora también la biblia nos aclara: “Por lo cual puede
también salvar perpetuamente a los que por el se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos.” He 7:25. Hablando siempre de Jesús.

Puesto que Cristo es el único mediador e intercesor en el cielo, tratar a los ángeles o a los santos
muertos de mediadores y elevar oraciones al Padre por medio de ellos es inútil y no es bíblico.

La madre de Jesús era una mujer humilde que conocía su propósito, no encontramos en ningún
pasaje bíblico que ella pidiera o aceptara adoración o se le rindiera culto alguno.

Lo que la palabra de Dios nos enseña es que Jesús es suficiente como obra total y completa de
Dios para salvar, interceder y mediar ente Dios y los hombres. Cualquier culto a ser creado alguno
le quita valor al sacrificio hecho por Jesucristo en la cruz del calvario.

Encontramos estas bellas palabras de Jesús en el evangelio de Juan:” Yo soy el camino, y la


verdad, y la vida; nadie viene al Padre, si no es por mí” Jn. 14:6
Poniendo en claro que Cristo no solo era Dios, sino el único medio para llegar al padre.

El no se hace acompañar por nadie, no comparte su tarea de salvador, intercesor y mediador. No


dice en ninguna parte de las escrituras que María tenga esa función.

La religión también nos ha enseñado que María fue concebida sin pecado alguno, la inmaculada
Concepción, y la santidad sin mancha es un tema que debemos revisar a la luz de la revelación
bíblica.

Con el pecado original toda la humanidad quedo contaminada y separada de Dios. El libro de
Génesis dice: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien
y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también el árbol de la vida, y coma, y viva
para siempre”. Gn 3:22

La doctrina del pecado y la caída del hombre son bien documentadas en la palabra de Dios.

Ya vimos el pasaje del Génesis en el antiguo testamento. Ahora vamos a verlo en el nuevo
testamento:

“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado
a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo ni uno”. Rom
3:9-10

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Rom 3:23

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros”. 1 Jn 1:8

Estos pasajes bíblicos recalcan el pecado como principio de la naturaleza humana.

No hay ser humano que escape de esta realidad del pecado original, solo uno que fue totalmente
hombre, y totalmente Dios nació sin pecado, ese es Nuestro Señor Jesucristo.

La humanidad necesita reconocer a Cristo como salvador para poder reconciliase con su creador,
algo que María tenía presente.

“Y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador.” Lc 1:47

Con esas palabras María reconoce su propia necesidad de salvación. Era una mujer concebida en
pecado que necesitaba a Cristo como salvador. El concepto de que María fue concebida de
manera inmaculada y vivió sin pecado no se enseña en las escrituras.
La adoración a María, no tiene como dijimos antes, absolutamente fundamento en la escritura, y
son contrarias al evangelio de Jesucristo.

María si nos dejo un gran legado, el cual pocos valoran, en los dos primeros capítulos de los
Evangelios de Mateo y de Lucas encontramos la reseña del ejemplo que nos dejo esta joven,
humilde y campesina Judía.

ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS

Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un varón que se llama José, de la casa de David; y el nombre de la
virgen era María. Y entrando el angel en donde ella estaba dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor
es contigo; bendita tu entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbo por sus palabras, y
pensaba que salutación seria esta.

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora,
concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamaras su nombre JESÚS. Este será grande, y
será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinara sobre
la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón. Respondiendo el ángel,
le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo
cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elizabet,
ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el mes sexto para ella, la que llamaban
estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor;
hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” Lc 1:26-37

Se cree que María era muy joven aun cuando recibió la palabra del ángel, tendría menos de veinte
años, cuando asumió el compromiso de creer la palabra de Dios.

Hay dos palabras claves en el texto que narramos de Lucas, la respuesta que le dio al ángel es la
razón por la que fue muy favorecida por Dios. Las palabras son: “Aquí está la sierva del Señor;” y
“hágase conmigo conforme a tu palabra”

No hay mejor reflejo de la personalidad de María que estas dos palabras que dio como respuesta
al propósito que se le dio de parte del Señor.

La primera nos dice de su humildad, de su amor y entrega al Señor, y la segunda nos habla de que
era una mujer de fe, y por sobre todas las cosas vemos su obediencia y disposición a obedecer al
Espíritu Santo.

No era fácil para María creer y obedecer la palabra que se le dio porque para ese momento ella
era una mujer comprometida para casarse con José, y resultar embarazada de otro hombre podría
causarle la muerte por lapidación. También está el hecho de quedar encinta sin tener relaciones
sexuales con un hombre, eso era imposible para su mente.
María creyó en una promesa que parecía imposible, mostro obediencia y devoción a los
mandamientos de Dios muy a pesar de poner su vida en peligro de muerte.

Ese es el gran ejemplo que nos deja la madre de Jesús, nos enseña a creer en las promesas de
Dios.

No todos nosotros somos obedientes a las direcciones que nos da el Espíritu Santo, debemos
tomar el ejemplo de María en su fe inquebrantable.

Millones de personas recordaran a esta humilde muchacha campesina por su obediencia, su prima
Elizabeth le dijo: “Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que fue dicho de parte
del Señor.” Lc 1:45

Le dice bienaventurada no por ningún otro motivo sino porque María creyó, y obedeció la
promesa de Dios.

Esta joven de nombre común se convirtió en extraordinaria porque dijo; Aquí está la sierva del
Señor y haga conmigo conforme a lo que se me dijo. Estas dos palabras cambiaron su vida y con su
fe hizo que se cumpliera la promesa de Dios de que de la simiente de la mujer nacería el Salvador
del mundo.

Lo que nos dice la palabra de Dios de María es que debe ser honrada y recordada es por su fe,
obediencia y humildad, lo demás no tiene fundamento bíblico.

Carlos Salcedo.

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