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Santísima Virgen María, Nueva Eva, Madre del Nuevo Adam, ayúdanos con tu ejemplo y
tu intercesión ante Dios, a decir siempre "Sí" a nuestro Salvador y no al Maligno, que
sigue rondando y buscando a quien hacer caer. Amén.
"El Señor mismo les dará una señal. Miren: la Virgen está en cinta dará a luz un hijo, a
quien le pondrá por nombre Emmanuel" La señal que Dios da al Pueblo escogido de que
ha llegado el Mesías, es que una mujer virgen da a luz un hijo, sin dejar de ser virgen. Y
esté niño se llamará Emmanuel, es decir Dios con nosotros. La Madre virginal, tiene toda
la posibilidad de ser virgen por toda su vida para entregar todo su amor, sin ninguna
división al Hijo santo de Dios. Es decir que la virginidad de María no es simplemente una
gracia donada a María, ni un milagro que Dios hace, como signo de que su hijo es el
Mesías, sino que, además tiene corno finalidad, dar al Hijo de Dios una Madre sin macha,
ni contaminación de egoísmo humano, sino por el contrario toda pulcra y sin otra atadura
ni compromiso que la de ser Madre del Redentor.
"Envió Dios al ángel Gabriel a Nazareth a donde la Virgen María que estaba
comprometida con José, que era de la descendencia de David. Entró el ángel y le dijo:
Alégrate llena de gracia; el Señor está contigo. María sintió miedo ante este saludo y
preguntó que significaba. El ángel le dijo: no temas, porque has encontrado gracia ante
Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, al que le pondrás por nombre Jesús. Será grande
y se llamará Hijo del Altísimo." En cumplimiento de la promesa que Dios había hecho a su
pueblo, envía al ángel Gabriel a la virgen María quien estaba comprometida, mas aún no
casada con José. El ángel saluda a María diciéndole: "Alégrate" que equivale a decir
llénate de paz, porque te traigo una buena noticia: Dios te ha llenado de su gracia y Él
esta contigo. El grado de gracia que proclama el ángel a María está en consonancia con
su dignidad y misión de ser la madre del hijo de Dios. La humildad y sencillez de María,
que nunca pretendió grandezas, la llevó a sentirse perturbada por tan grande saludo.
¿Cómo es posible, que e! Dios Altísimo se ocupe de su sierva y aún más, esté con ella?
El ángel la tranquilizó diciéndole que Dios se ha complacido en ella y la ha elegido. Y de
inmediato le anuncia la misión que le pide. Apenas María se había sobrepuesto del
extraordinario saludo, de nuevo se confunde con la misión que Dios le propone. Ella
realmente no puede entender nada. ¿Concebir y dar a luz un hijo siendo ella virgen y sin
convivir con un hombre? Pero aún más, ¿Al Hijo del Altísimo?
La noticia más grande que el mundo haya recibido, se dio en aquel día de la visita del
ángel a la Virgen. La promesa de Dios se cumplió y es Él mismo, en persona quien ha
venido a salvar a la humanidad. Dios está con nosotros y para ello requiere de la
colaboración de esta virgen. Igualmente hoy Dios sigue entre nosotros y nos ofrece la
salvación y tan sólo necesita de nuestro “sí” para realizar sin igual obra en cada uno de
nosotros. Estimado cristiano: ábrele tu corazón a Dios como la Virgen María y serás lleno
de su gracia.
Virgen María, la llena de gracia, ya que portaste en tu seno a Jesús, el máximo don de
Dios para la humanidad: intercede ante Él por nosotros y continúa atrayéndonos esta
gracia, para que seamos como tú, llenos de Dios. Amén.
"María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con hombre? El ángel le
dijo: El espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra: por
eso el niño que nazca será Santo y se llamará Hijo de Dios... María dijo: Aquí está la
esclava del Señor; hágase en mi según tu Palabra." Dios da a las personas una misión,
pero el mismo la realiza, por eso María, al igual que todos los humanos, sólo es un
instrumento en sus manos, que Él toma y hace apto en la medida en que ella se entrega a
Dios. Él no nos quita la libertad, por eso pide nuestro consentimiento y espera nuestra
respuesta. María sabía que no era nada fácil su misión, pero confió, tuvo fe plena en Dios
y dijo "Sí" a pesar de ser consciente de su pequeñez. Distinto a muchos profetas del
Antiguo Testamento que cuando Dios les dio una misión, quisieron huir, tal como Jonás.
Así ante la Misión no hay que temer, pues ésta la hace Dios por nosotros con la fuerza del
Espíritu Santo. Por eso no temas decir "Sí" a Dios, Las misiones que Él nos da son
grandes, pero más grandes son su gracia y su favor para con nosotros.
Virgen María, tú que has sido llamada hija predilecta del Padre, esposa del Espíritu Santo
y Madre de Dios en el Hijo, enséñanos a confiar plenamente en Dios como tú lo hiciste,
para que seamos hijos adoptivos del Padre, dignos de llamarnos hermanos de Jesús y el
Espíritu Santo habite en nosotros. Amén.
5a Meditación: María concibe a Jesús por obra del Espíritu Santo: Mateo 1,19-20
"El nacimiento de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba comprometida con José, y
antes de vivir juntos, se encontró en cinta por obra del Espíritu Santo. José no quería
denunciarla y decidió abandonarla en secreto; pero el ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: José, no tengas reparo en recibir en tu casa a María, pues el hijo que ha
concebido viene del Espíritu Santo." El "Sí" de María no estaba libre de sufrimientos y
adversidades, pues si bien es verdad que ella creía profundamente en Dios, también
sabía que tenía que enfrentar las leyes rígidas y duras de su tiempo. Así pues, ella podría
ser acusada de adulterio y hasta ser apedreada o por lo menos ser repudiada por su
prometido. Pero, María aceptó todos los riesgos por su decisión firme de ser la esclava
del Señor.
Virgen Madre y modelo de fe, enséñanos a confiar plenamente en Dios, para que en los
momentos de prueba, seamos firmes y no desfallezca nuestra fe. Amén
La humildad y el servicio son las virtudes distintivas del cristiano de todos los tiempos,
pues esas virtudes junto con el amor son las más notables en la vida de Jesús y de María.
Así pues, si queremos seguir el sendero de Jesús e imitar el ejemplo de la virgen María,
debemos practicar con mucho fervor estas virtudes en nuestra vida diaria, en el hogar, en
el trabajo, en la comunidad y en la Iglesia.
Virgen de corazón manso y humilde, señora del servicio desinteresado, enséñanos a ser
como tú: serviciales, sencillos, humildes y disponibles ante Dios y a los hermanos. Virgen
del camino, ayúdanos a caminar por los senderos de Dios.
"María dijo ante Isabel: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi
salvador, porque se ha fijado en la humildad de su esclava. Desde ahora dichosa me
dirán todas las gentes porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, su Nombre es
santo; su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Ha desplegado la
fuerza de su brazo, ha destruido !os planes de los soberbios y a los poderosos los ha
derribado de sus tronos. Ha elevado a los humildes, ha colmado de bienes a los
hambrientos y a los ricos dejó con las manos vacías,"
María comprende que todo lo grande y admirable que ocurre en ella, no depende de sus
méritos, sino de la grandeza y la bondad del Altísimo; por eso manifiesta su gozo y su
agradecimiento hacia Él, con una alabanza y una exaltación por sus obras y su justicia. Y
a la vez pone de relieve su pequeñez de sierva. Este canto de la Virgen María, que
llamamos comúnmente el "Magníficat", describe su espíritu puro y sencillo. Sólo Dios es
grande y maravilloso; ella como creatura debe proclamara al mundo su grandeza y su
poder, que están acompañados de su gran misericordia, para todos aquellos que hacen
su voluntad. El cristiano debe imitar a María y así debe proclamar en todo momento la
grandeza de Dios y nunca debe renegar, ni maldecir; aún en los sufrimientos y las
pruebas más difíciles.
Virgen María, intercede ante tu Hijo Santo, para que Él nos dé el don de reconocer la
grandeza de Dios y así en toda nuestra vida no hagamos otra cosa que cantar sus
maravillas y misericordias para con la humanidad. Amén
"José fue desde Nazareth a Belén a censarse con María, su esposa, que estaba en cinta.
Mientras estaban allí se cumplió el tiempo del parto y ella dio a luz a su hijo primogénito:
lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontró sito en ninguna
posada."
María no sólo esperó a su hijo con muchísimo amor, sino que seguramente le preparó
una digna morada y todo lo que en su tiempo se usaba para recibir un hijo. Sólo que los
designios de Dios hicieron que el verbo encarnado, no naciese en su propio hogar, sino
lejos de allí. En una pequeña población, donde no había posadas suficientes para los
visitantes de aquel censo convocado por César Augusto. Por esto no debemos creer lo
que algunos villancicos populares dicen al exagerar que la virgen era tan pobrecita que no
tenía ni pañales para el niño, porque eso no sería pobreza, sino al contrario, descuido y
miseria tolerada por la Virgen, y esto desacreditaría a la Virgen Madre, en algo que no
puede ser verdad, pues ella, como toda madre cariñosa y fiel a su maternidad, debió
prepararse para tan grande acontecimiento, sólo que el plan de Dios era otro y así se
cumplió.
Pero pese a todo, María no se quejó del designio de Dios, con igual amor recibió a su hijo
y con la misma ternura lo puso sobre las pajas, como si lo hiciera en finos pañales. Y en
cambio nosotros nos quejamos de todo y hasta le pedimos explicaciones a Dios sobre la
manera de trazar sus designios, ¿no deberíamos aprender de la Virgen Madre, la
aceptación del plan de Dios y su acomodación a la voluntad del Altísimo sin quejas ni
reclamos?
Madre del Amor hermoso, Virgen sin mancilla: Ruega al Altísimo por nosotros, para que
acomodemos nuestras vidas y nuestros planes a los designios de Dios y no queramos
que nuestros planes sean los de Él. Oh dulce Madre, muéstranos al fruto bendito de tu
vientre: Jesús, para que Él nazca de nuevo en nuestro corazón.
La Virgen María no fue una Señora habladora, que hacía alarde de las grandezas de su
hijo. Ella escuchaba en silencio y contemplaba en lo profundo de su corazón todo lo que
se decía de él. María es el modelo de la contemplación; es decir: del éxtasis ante las
grandezas de Dios. Ella no buscaba entender, sino admirar y dejarse llenar de las gracias
del Señor. El que cree, espera y ama a Dios, no desea comprender sino llenar su ser de
sus gracias maravillosas y del mismo Él. Sólo en el silencio se revela Dios y solamente las
personas de silencio y escucha, advierten la presencia de Dios en su diario vivir.
Virgen del silencio fecundo, enséñanos a callar para escuchar a Dios; a cerrar unos
momentos los ojos al mundo material para ver el espiritual; a relativizar lo terreno para
contemplar el Cielo y lo que en hay en él. Virgen de la contemplación perpetua,
enséñanos a contemplar la Palabra del Señor, para transmitir el fruto de nuestra
contemplación a los demás. Amén
10a Meditación: Simeón profetiza a María un espada de dolor. Lucas 2,33-35
"José y María estaban admirados de las cosas que decían del Niño. Simeón los bendijo y
dijo a María su madre: este niño está destinado en Israel para que unos caiga y otros se
levanten, será signo de contradicción, Y a ti una espada te atravesará el corazón,"
¿Qué tiene esta Madre que todos la bendicen? La bendice el ángel en nombre de Dios, la
bendice Isabel, la bendice Simeón y la bendice su hijo por escuchar y cumplir la Palabra
de Dios. Así mismo lo expresa ella sin ninguna vanagloria: "Dichosa me dirán todas las
gentes, porque el poderoso ha hecho maravillas por mí". Entonces las bendiciones a
María le vienen por las obras del Señor y por su colaboración en la obra de salvación. Por
eso Simeón la bendice y a la vez le predice el dolor que tendrá que compartir con su hijo:
Dolor tan fuerte como una espada que atraviesa el corazón. Dolor de la condena injusta,
de los insultos, de los desprecios, de los maltratos físicos y morales; dolor de la agonía y
de la muerte su amado hijo. Dolor que compartió con mucho amor y con gran respeto por
el plan de Dios. Dolor que la entristeció enormemente, pero que no la derrotó. Dolor que
no suprimió en ella ni la fe, ni la esperanza, ni la caridad. Dolor que llevó con dignidad y
amabilidad: de pie junto a la cruz.
Virgen del dolor y de la santa esperanza. Madre del corazón traspasado por la ingratitud y
el pecado de la humanidad: enséñanos a llevar nuestros dolores y sufrimientos de esta
vida con amor y dignidad, unidos a la cruz redentora de tu Hijo. Madre que nuestro dolor y
sufrimiento, también coopere con nuestra propia redención y la de otros, como tú lo
hiciste. Virgen dolorosa acompáñanos en la lucha y el dolor de cada día, para que
salgamos triunfantes el día final. Amén.
11a Meditación: María sufre por la perdida de Jesús en Jerusalén. Lucas 2, 43-50
"Terminada la fiesta de Pascua, José y María emprendieron el regreso, pero el niño Jesús
se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta, pues creyeron que iba en la
caravana y anduvieron un día, al cabo del cual lo buscaron entre los parientes y
conocidos, al no encontrarlo regresaron a Jerusalén y a los tres días lo encontraron en el
templo sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Su
madre le dijo: Hijo: ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado
buscado muy angustiados. Él les contestó: ¿por qué me buscan? ¿Acaso no saben que
tengo que ocuparme en los asuntos de mi Padre? Y ellos no comprendieron lo que les
decía"
María junto con José se ha llevado un gran susto: su hijo se ha perdido y quizá ellos se
sientan culpables, la verdad es que han sufrido en la búsqueda; pero el Evangelio no
narra que se hayan disgustado entre sí, ni que se hayan echando la culpa de lo ocurrido
uno a otro. La verdad es que encuentra a su hijo Jesús ocupado en su Misión; pues él no
es simplemente su hijo, sino el Hijo del Padre del cielo y ha venido a salvar a la
humanidad, pero ellos no entiende exactamente de qué se trata. María siente fuerte las
palabras de su hijo: "¿acaso no saben que tengo que ocuparme de los asuntos de mi
Padre?", Porque en el fondo está anunciando una separación de ella. María se siente
afligida porque no entiende a su hijo, pero no le reprocha ni le pide más explicación. ¿Qué
más puede pedir, si tiene al mejor de los hijos que mujer alguna pudiese tener?
Madre María que crees y confías en Dios, aunque no entiendas lo que Él te pide:
enséñanos a amar y a cumplir la voluntad del Señor aunque no esté en nuestra lógica y
no se parezca a nuestra forma de ver y entender las cosas. Enséñanos a descubrir las
respuestas que Dios nos da en nuestra vida diaria y en nuestro mundo. Amén.
12a Meditación: Jesús llama Bienaventurada a María su Madre por cumplir la Palabra.
"Le anunciaron a Jesús: Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte. Él
respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la
cumplen." (Lucas 8,20-21) “Y una mujer de entre la gente gritó: Dichoso el vientre que te
llevó y los pechos que te amamantaron. Pero Jesús dijo: Dichosos más bien los escuchan
la Palabra de Dios y la ponen en practica"(Lucas 11,27-28)
Por otra parte hay que entender bien a quienes se refiere el texto cuando llama a unas
personas los hermanos de Jesús, porque al hacer una mala interpretación algunos
deducen que María sólo fue virgen en el parto del Hijo de Dios y que ella tuvo más hijos.
En un siguiente meditación explicaremos en detalle el texto; aquí sólo recordamos que
entre los judíos, se suele llamar hermano y hermana a todos los familiares cercanos como
primos y tíos. Quédenos claro que siempre los evangelistas dicen su madre y sus
hermanos y no los otros hijos de María.
"Hubo una boda en Cana de Galilea, en la cual estaba la madre de Jesús. También
estaban invitados Jesús y sus discípulos. Se terminó el vino, y la madre dijo a Jesús: Hijo,
no tienen vino. Él le dijo: ¿Qué a mí y a ti, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Su
madre dijo a los servidores. Haga lo que Él les diga." Este hecho nos demuestra la
preocupación que María tiene por todos su hijos, incluso hasta en las pequeñas cosas de
la vida, como en este caso. De esa preocupación nace la intercesión ante el Hijo. Parece
que ésta sea la primera vez que ella intercede por alguien ante su hijo, pues, más que
una petición es una insinuación, ella conoce el corazón misericordioso del Hijo y sabe que
basta hacer notar la dificultad para que Él actúe. Pero Jesús prueba la fe de su Santa
Madre con una respuesta dura: "¿Qué a mí y a ti?”
"Estaba en pie junto a la cruz de Jesús su madre... Jesús, al ver su madre y junto a ella al
discípulo que Él quería, dijo a su madre: Mujer, eh ahí a tu hijo, y al discípulo: Eh ahí a tu
Madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa." En las bodas de Cana
Jesús le dijo a su Madre que aún no había llegado su hora, por eso no tenían los dos
mucho que ver, pues, la hora de Jesús es el tiempo de la pasión y de la cruz, y en esa sí
estaba incluida María junto al Hijo, precisamente en el momento en que realiza la
salvación del mundo. Aquí en el dolor del Hijo es cuando se hace más apremiante la
compañía edificante de la fe de María. Ella no es una mujer llorona y que se deja
desvanecer por el dolor para que todos la compadezcan y la ayuden. No, María es fuerte
en el espíritu, porque es una mujer espiritual, y aunque la carne es débil, su confianza y
su amor a Dios la sostienen. Es tan valiente por sus virtudes, que Jesús no duda en este
momento decisivo y difícil, volver sus ojos a ella para recomendarles a sus hermanos, a
sus discípulos, a los que cumplen la voluntad del Padre.
Al decirle Jesús: "Mujer eh ahí a tu Hijo", Él no está encargándole que cuide de Juan,
pues Juan tenía su propia madre. Lo que debemos saber es que en el Evangelio de san
Juan, la denominación: “el discípulo a quien Jesús quería”, no se refiere sólo a Juan, sino
que representa ante todo a los que será sus discípulos por todos los siglos. O sea que
Jesús le encomienda a su Madre velar por todos los que lo sigan y a todos sus discípulos
les pide que la reciban a ella en su casa, por eso todos los verdaderos discípulos de
Jesús, debemos tener a María en la casa de nuestro corazón, junto a Dios y como quien
nos acompaña a llegar a Él. Por eso, también la Iglesia ha recibido desde sus comienzos
a María como su Madre, su abogada y su compañera de camino.
Madre que se nos fue dada junto a la cruz por el Hijo de Dios: ven, camina con nosotros
por la pasión y la cruz de nuestra existencia y la del mundo en general, y mantennos
firmes junto a la cruz con tu ejemplo.
15a Meditación: María cree en la resurrección anunciada por su Hijo por eso no lo busca entre
los muertos.
"El primer día de la semana las mujeres (María Magdalena, Juana y María de Santiago) al
rayar el día fueron al sepulcro llevando aromas. Y encontraron que la piedra del sepulcro
había sido quitada. Entraron y no encontraron el cuerpo de Jesús... Dos varones vestidos
de blanco les dijeron: ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, ha
resucitado." (Cfr, Lucas 24,1-10). Juan ubica a María al pie de la cruz cuando Jesús
agoniza, pero ni él ni los otros evangelistas la presentan en el sepulcro. Lucas la vuelve a
presentar en su libro de los hechos, en oración con toda la Iglesia en la espera del
Espíritu Consolador, que Jesús ha prometido a sus discípulos. ¿Es que la han olvidado?
No es posible, pues, a cambio presentan a otras mujeres, incluso a otras cuatro con
nombres propios: María Magdalena de la que había sacado 7 demonios, María la de
Santiago, otra María y Juana. De aquí deducimos que si los evangelistas no la nombran,
es porque ella no fue al sepulcro a visitar el cadáver de su Hijo, pues lo lógico es que ella
encabezara la lista de mujeres que fueron. Ni tampoco fue a buscar, cuando las mujeres
fueron a decir que el cadáver de Jesús no estaba allí, como lo hicieron Juan y Pedro,
Esto quiere decir que la Virgen Madre, tenía plena fe en Dios y confiaba en el anuncio de
su Hijo: que resucitaría a los tres días. Por eso ella no aparece embalsamando el cadáver
para que no se pudriese en la tumba, ni aparece buscando entre los muertos al que vive.
María creyó a su Hijo y esperó firmemente en la resurrección. Dichosos nosotros si
creemos como María que Jesús vive en su Iglesia, sin acudir a comprobaciones ni
milagros que lo demuestren.
"Todos ellos (discípulos) perseveraba en la oración en común con las mujeres, con María,
la madre de Jesús y con sus parientes." Esta breve mención de la Virgen María, en el
libro de los Hechos, podría pasar desapercibida, pero así igual podría suceder con todos
los textos del Evangelio en que aparece María, pues, las menciones sobre ella son muy
breves y precisas. María aparece siempre desempeñando un papel importante en la
acción salvífica. Este hecho nos enseña dos cosas: que María desde un comienzo se
sintió miembro activo de la Iglesia naciente y que ella se sintió discípula como las otras
mujeres y los apóstoles, por eso se reunía con frecuencia para la oración común y así con
los discípulos esperó el momento de la llegada del Espíritu Santo prometido por Jesús.
Virgen orante, Esposa del Espíritu Santo, enséñanos con tu ejemplo a ser verdaderos
hombres y mujeres de oración permanente; que esperemos y ansiemos el Espíritu Santo
y que amemos a la Iglesia de tu Hijo como tú la amas.
"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente un
ruido del cielo, como un viento impetuoso, llenó toda la casa donde estaban. Se les
pusieron como leguas de fuego sobre cada uno y todos quedaron llenos del Espíritu
Santo." El día de Pentecostés, María estaba en oración con los demás discípulos de
Jesús, pero ella ya había vivido su propio Pentecostés el día de la anunciación, cuando el
Espíritu Santo descendió sobre ella y la llenó, por eso toda la cooperación en la obra de la
salvación la realizó impulsada y fortalecida por el Espíritu Santo. Así la Iglesia la llama
con verdad, Esposa del Espíritu Santo, porque Él tiene gran intimidad con ella y antes que
el Hijo se posara en sus entrañas virginales, el Espíritu ya la había hecho su habitación.
Pero María no fue un instrumento pasivo del Espíritu Santo, ella también se dispuso y le
prestó su colaboración, con una fe activa y decidida, sin poner ningún obstáculo a la
acción de Dios. Por esa experiencia que María tiene de ser esposa del Espíritu, sabe
cuan necesario es para la Iglesia que Él la llene y la colme de sus dones, por eso espera
en oración su Pentecostés, ayer, hoy y siempre.
18a Meditación: María y la Iglesia una gran señal de esperanza. Ap 12, 1-2
"Una gran Señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba en cinta, y gritaba con los dolores
del parto. Otra señal apareció en el cielo: un dragón rojo con siete cabezas y diez
cuernos..." María es la prefiguración de la Iglesia, por eso las dos están en íntima
relación y lo que se dice de ella se puede aplicar a la Iglesia y a la inversa Es así como,
el texto del Apocalipsis 12,1-6 se le puede aplicar legítimamente a la Iglesia y a María,
pues, vestida del so! es tanto como decir vestida de luz, lo cual es símbolo de la vida de
Dios o gracia. María está vestida de la gracia de Dios, llena de gracia, igualmente la
Iglesia esta llena de la gracia de Dios y por eso la distribuye a los fieles por los
sacramentos.
Las doce estrellas que coronan a la mujer, representan las doce tribus, los doce
apóstoles, el pueblo de Dios: María es la madre del Pueblo de Dios y éste la admira y la
ama; igualmente es la Iglesia con relación al Pueblo. María llevó en su Seno al Hijo de
Dios, lo dio a luz y lo crió; la Iglesia acoge en su Seno a todos los hijos de Dios y da al
Hijo eterno del Padre sacramentalmente a todos sus discípulos. María y la Iglesia sufren
la persecución del enemigo, que quiere arrebatar a sus hijos y ellas los defienden en el
desierto que es la oración, porque ellas son seres de oración perpetua por sus hijos.
Que maravilla se nos ha dado a los cristianos: dos madres espirituales que nos aman,
nos transmiten la gracia de Dios y caminan con nosotros hacia Él. ¡Oh! pobrecitos y
desdichados quienes rechazan y desprecian a estas dos Santas Madres que el Altísimo
nos dio: María y la Iglesia.
19a Meditación: Como fue perseguida María, así también lo es la Iglesia. Ap 12, 4-6
"EL dragón se puso delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar al Hijo tan
pronto como naciera. Ella dio a luz un hijo varón, el que regirá a las naciones con firmeza.
El Hijo fue arrebatado a Dios y hacia su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde Dios le
preparó un lugar." Los relatos Bíblicos nos narran como el rey Herodes y luego los jefes
del pueblo de Israel, persiguieron a Jesús y por tanto en é! se sintió perseguida María,
hasta el punto que tuvieron que huir a Egipto, atravesando el desierto. El Apocalipsis
narra como el gran dragón, que representa a Satanás, persigue a la mujer vestida de sol
que va a dar a luz para arrebatarle a su Hijo cuando nazca. La iglesia naciente también es
perseguida y tiene que huir y esconderse, primero de los judíos, que no la quieren dejar
nacer, luego por los emperadores romanos que la martirizan y la quieren exterminar, pero
ella se refugia en el desierto de la oración y allí encuentra su fuerza y protección.
Virgen del Apocalipsis, Señora de los que son perseguidos, préstanos las alas de la
oración, la penitencia y la perseverancia que recibiste como don de Dios, para liberarte
del Enemigo que no cesa de buscar nuestra caída. Amén.
20a Meditación: María, Madre de Dios en Verbo hecho carne. (Lc. 2, 11)
"Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo, el Señor. Como
señal encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un establo". Él es a quien el
Padre ha enviado al mundo (Jn 10, 36), concebido como "santo" en el seno virginal de
María. "María, la purísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la
Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la plenitud de los tiempos. Por primera vez en el
designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada
digna en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por eso María es
llamada y representada en la Liturgia como el trono de la "Sabiduría", pues en ella puso
su morada Dios y por ella habitó corporalmente entre nosotros. En ella comienzan a
manifestarse las "maravillas de Dios" que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia".
El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía que fuese "llena de gracia" la
Madre de Aquél en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente". Ella fue
concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la
más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. En María el Espíritu Santo realiza
el designio benevolente de Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios con y por
medio del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del
poder del Espíritu y de la fe. (Gal 4, 26-28). En María, el Espíritu Santo manifiesta al Hijo
del Padre hecho Hijo del hombre. Ella es la zarza ardiente de la manifestación de Dios a
los hombres: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne.
Virgen María, Madre de Dios en Jesús, trono de Dios entre los hombres, tú que por tus
grandes virtudes has sido digna de ser sagrario de Dios, intercede ante Él por nosotros,
para que también seamos dignos de ser portadores de la presencia de Dios en el mundo.
Amén.
Después de haber hablado del papel de la Virgen en el Misterio de Cristo y del Espíritu,
conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia. "Se la reconoce y se la
venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor... más aún, "es Verdaderamente la
Madre de los miembros de la Iglesia, porque colaboró con su amor a que nacieran en la
iglesia los creyentes, miembros del Cuerpo Místico de Cristo. María es Madre de Cristo,
por tanto, Madre de la Iglesia". El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable
de su unión con Cristo. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se
manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte". Se
manifiesta particularmente en la hora de su pasión: La bienaventurada Virgen avanzó en la
peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de
Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de
madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima.
Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas
palabras: "Mujer, ahí tienes a tu hijo). Y el discípulo es el símbolo de cada cristiano.
Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a todo
impulso del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la
caridad. Por eso es figura la Iglesia plena y santa de Cristo", incluso constituye su modelo
y ejemplo. Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos.
"Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y
ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es
nuestra Madre en el orden de la gracia". "Esta maternidad de María perdura sin cesar en
el don de la gracia de Dios, desde el consentimiento que dio fielmente en la anunciación,
y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos
los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora,
sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación
eterna. Por eso la Santísima Virgen es invocada en la iglesia con los títulos de Abogada,
Auxiliadora, Socorro, Mediadora".
"La misión maternal de María para con la humanidad, de ninguna manera disminuye o
hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto,
todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres... brota de la
sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente
de ella y de ella saca toda su eficacia". "Ninguna creatura puede ser puesta nunca en el
mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como Dios ha transmitido su
voluntad salvadora por hombres y mujeres que ha llamado a que colaboren como
profetas, sacerdotes o medios para acercarse a los hombres, así también eligió y
predestino a la Virgen María, para que fuera la primera intercesora humana para los
humanos ante ÉL por los méritos de su Hijo.
Virgen Madre de Dios y de la Iglesia, intercede por toda la humanidad, para que nadie se
pierda, sino que todos lleguemos a ser del rebaño de Jesús. Amén.
¡Oh Virgen María!, Mujer de fe inconmovible, ruega por todos tus hijos como en las Bodas
de Caná, para que entremos al Banquete Celestial de tu Hijo. Amén.
"Todas las generaciones me llamarán bienaventurada" (Le 1, 48): "la piedad de la Iglesia
hacia la Santísima Virgen es un elemento importante del culto cristiano". La Santísima
Virgen "es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los
tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de "Madre de Dios",
bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y
necesidades. El culto, a la Virgen, es esencialmente diferente del culto de adoración que
se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo. Pero favorece
poderosamente el culto a la Trinidad. A la Virgen María los cristianos católicos la
veneramos, pero no la adoramos, pues ella es una criatura, la más excelsa y sabemos y
comprendemos que no es Dios, aunque sea la Madre de Dios en el Hijo encarnado. La
devoción y el culto a la Virgen, nos lleva a Cristo, único Salvador, en eso se fundamenta
su valor.
Virgen María, creatura excelsa y modelo de perfección de todo humano, ruega por
nosotros para que reconozcamos a la Santísima Trinidad como a nuestro único Dios y
Señor, y sólo a él rindamos adoración. Amén.
El Concilio de Éfeso proclamó en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre
de Dios, mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: "Madre de Dios, no
porque el Verbo de Dios haya tomado de ella naturaleza divina, sino porque es de ella, de
quien tiene cuerpo humano dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de
quien se dice que el Verbo nació según la carne". Los cristianos debemos tener muy claro
que la virgen María es madre de Dios por la encarnación del Hijo eterno, que existía
desde siempre junto al Padre y con e! Espíritu Santo. Es decir ella es madre de la
humanidad de Jesucristo, la 2a persona de la Santísima Trinidad, pero no es madre de la
divinidad, porque María es una criatura perteneciente al género humano y no es Dios.
Tampoco es una criatura que se tenga que confundir entre todas, pues es la predilecta de
Dios, sólo ella entre incontables mujeres, fue elegida como madre del Hijo y sólo ella es la
madre del Hijo de Dios. Por otra parte, ella no hace nada si no es por el poder y la gracia
de Dios, pero Dios le ha dado múltiples gracias para que las dispense a la humanidad.
Madre de Dios en Jesucristo y Madre nuestra, ejemplo de santidad y virtud para los
hombres, enséñanos a ser fieles a la enseñanza de tu Hijo como lo fuiste tú.
26a Meditación. María: Virgen antes del parto, en el parto y después del parto.
El Evangelista san Lucas insiste en que el ángel Gabriel fue enviado a una Virgen o sea
que está confirmando que María es Virgen en al anunció de la encarnación, cumpliéndose
la profecía de Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz a un niño". Por otra
parte, la única objeción que María coloca, es la de su virginidad: "pues, no conozco
varón". Y el ángel le resuelve la inquietud: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá
con su sombra". Es claro que no es la mano cooperadora del hombre la que hará que el
Hijo se encarne en María, sino la misma fuerza creadora de Dios, que fecundó las aguas
y que hizo surgir la vida. Dios que creó todo en un comienzo por su Espíritu, ahora creará
sin concurso de varón la humanidad de Jesucristo en el Seno de María Virgen. San Mateo
afirma que, no hubo ningún contacto carnal de María con hombre alguno para que
naciese Jesús. San Juan afirma que el Verbo no nació de sangres ni de apetito carnal, ni
de deseo de varón, sino de Dios (Jn 1,2). Esto indica que no fue un parto normal
acompañado de sangres, sino un parto milagroso; por tanto este milagro no podía tener
otra finalidad, sino la de conservar la virginidad de María. Y ¿qué función tendría
conservar la virginidad de María en la concepción y en el parto, si no fuera para que ella
fuese siempre Virgen?
Y si María en la respuesta que da al ángel, decide ser la sierva del Señor, lo normal es
que ella no quiera tener más señor que Dios, pues, por aquel entonces, la esposa se la
consideraba sierva de su señor esposo y a él pertenecía. Y si detenidamente miramos en
el Evangelio la forma como José trata a María, no observamos en José relaciones de amo
a sierva, como se denotan en otros pasajes bíblicos, porque aquí María suele hablar y
actuar como cabeza, por ejemplo: ella es quien reclama a Jesús perdido en Jerusalén y
además siempre el nombre de María o de Madre de Jesús está por encima de José su
esposo. Por ejemplo, "...fueron deprisa y encontraron a María, a José y al niño" o "Simeón
dice a María: este está destinado para..."
Además, todo católico que conoce la doctrina, sabe que "hermano" o "hermana" entre los
Israelitas, se refiere a cualquier clase de familiaridad cercana, sobre todo hacia los
primos. Así pues, debemos añadir que, en el caso de los "hermanos" de Jesús, (de los
cuales nunca se dice que son hijos de María, sino que iba con María la Madre de Jesús),
la expresión no sólo puede enunciar parientes cercanos y no hermanos, sino que de
hecho es así. Pues, en efecto, Santiago y José, de quienes sabemos por Mc 15,40 que
son hijos de otra María, pariente de María la Madre de Jesús, aparecen siempre primeros
en la lista de los "hermanos" de Jesús (Mt13, 55; Me 6,3). A nadie se le ocurre, al
nombrar los parientes de alguien, empezar por los más lejanos y no por los más
cercanos. Es claro que los primeros de las listas no son hijos de María Madre de Jesús,
consecuentemente los siguientes tampoco, por lo cual sólo son parientes de Jesús.
Jesucristo asumió toda nuestra condición humana, menos el pecado, por tanto si Él no se
contaminó con él, tampoco es lógico que tomase humanidad de alguien contaminada por
el pecado. Sabemos que el pecado de la primera humanidad contaminó al resto de la
humanidad: pecado original. La Madre del verbo encarnado tendría que ser sin mancha,
pura en todos los aspectos, por tanto lo lógico es que Dios reservara y preservara a María
la Madre del Verbo libre de todo pecado, sin mancha, es decir Inmaculada.
Además en la aparición de Lourdes, una de las pocas apariciones de la Virgen María
aprobadas por la Iglesia, la Virgen manifiesta a santa Bernardita, que ella es la
Inmaculada Concepción. O sea que fue concebida libre del pecado original.
En los tiempos de Jesús las mujeres no podía aspirar a ser discípulos corrientes de un
Maestro, pues, ni siguiera podía hablar con el Maestro, sólo eran seguidoras lejanas.
Servidoras de ellos y de sus discípulos. Jesús las tuvo más en cuenta, vivieron más cerca
de Él y hablaba con Él; pero tal vez no era todavía el momento de que la mujer rompiese
con las barreras culturales y fuera abiertamente discípula y apóstol. Aún así, en María
podemos reconocer el discípulo fiel, porque escuchó y practicó radicalmente la enseñanza
de Dios; el apóstol ejemplar, porque si es verdad que María no se puso de pie en ninguna
plaza a predicar, ni escribió ningún libro para transmitir lo que recibió, ella misma se hizo
Evangelio viviente, ejemplo real de vida cristiana; en ella leemos la vida evangélica de un
cristiano. En María, el Evangelio deja de ser una simple idea o teoría y se convierte en
una realidad palpable, viviente y vivible. Es por esto y por su fe, su esperanza y su amor y
no es por analogía o comparación o menos por piedad, que afirmamos que María es el
primero y el gran Modelo de los discípulos de Jesús.
Virgen María, apóstol y discípulo ejemplar de todo cristiano y de toda la humanidad, ruega
por nosotros para que los que nos decimos discípulos de Jesús, sigamos tu ejemplo y
seamos Evangelio abierto y viviente para el mundo actual.
Siendo María la única elegida entre todas las mujeres para ser la Madre del Hijo y para
cooperar en el plan de la salvación, podemos afirmar sin equivocarnos que ella es la hija
predilecta del Padre. Predilecta porque entre todas las mujeres encontró toda la
perfección y disponibilidad necesarias para tan excelsa y delicada misión. Predilecta
porque el Padre la hizo morada de su Amor en el Espíritu Santo y de su Verbo encarnado.
Predilecta porque a ella fue la primera a quien le reveló que su hijo nacería en el mundo.
Predilecta porque antes que todos los demás humanos, la glorificó con la gloria que a los
demás está reservada para después del juicio final. Predilecta porque es el signo que
brilla en el cielo, de lo que le ha de suceder a cada hombre y mujer que le es fiel.
Predilecta porque es el prototipo de la Iglesia, Predilecta porque la hizo Nueva Eva,
portadora del "Sí" de los hombres a Dios. Predilecta porque encabeza las glorias y
alabanzas en el cielo con los ángeles y los santos. Predilecta porque siendo creatura, la
hizo Reina de todo lo creado y madre de la humanidad.
Humilde Nazarena, Virgen silenciosa y escondida, Hija predilecta del Padre, enséñanos a
decir amén al Padre, para que todos seamos contigo hijos predilectos de Él, en el Hijo y
por el Espíritu Santo.
Dios te salve: Es un saludo muy antiguo que se daba a una persona de cierta dignidad y a
la cual se le respetaba mucho. El Ángel Gabriel saluda a María de parte de Dios usando
esa frase; con ese saludo la prepara para pedirle, de parte de Dios, que sea la Madre del
Verbo encarnado. Al repetir nosotros el saludo angélico estamos rindiendo un homenaje
de admiración y respeto a aquella por quien nos vino el Salvador.
Llena eres de gracia: La gracia es la vida de Dios, que Él comparte como don con
aquellos que le aman. María está llena de la vida de Dios, porque su alegría y su
realización es hacer la voluntad del Señor. Así vivió en la tierra y así sigue existiendo en el
cielo, llena de Dios. Por eso puede interceder por nosotros, especialmente para que Él
nos dé su Gracia.
El señor es contigo: Es el cumplimiento de la promesa que Dios nos ha hecho: de estar
con aquellos que le aman. La presencia de Dios en la humanidad es silenciosa pero
efectiva, porque es santificadora y vivificadora; por esto el Ángel ante el asombro de
María, con esa frase la invita a tranquilizarse, pues si ella ama a Dios nada debe temer,
porque Dios está con ella.
Bendita tu entre las mujeres: Con este elogio, Isabel quiere resaltar el hecho de que Dios
se fijó en la pequeñez de María y por ella obró maravillas tan altas para la humanidad.
Jesús también elogia a María llamándola "Bendita" por haber escuchado la Palabra de
Dios y haberla puesto en práctica.
Y bendito el fruto de tu vientre, Jesús: Esta frase lo dice todo. Realmente María es grande
por los méritos del fruto santo que llevó en su vientre. Es decir, toda gracia nos viene de
Jesucristo, así María es llena de Gracia y Bienaventurada por el misterio de la
encarnación del Hijo de Dios. Y por Él, ella puede interceder por nosotros.
Santa María, Madre de Dios: Estos son los dos atributos más grandes que se le dan a
María: ser Santa por los méritos de su vida y Madre de Dios en virtud de Jesucristo. En
María como persona humana, se revela a plena luz lo que es la santidad de la humanidad
como reflejo de la santidad de Dios. María es Santa por la entrega incondicional a Dios
Ruega por nosotros pecadores: Nosotros oramos como pecadores, necesitamos del
perdón para llegar a la santidad a la cual llegó María, nuestra madre. Ella puede
rogar por nosotros porque por su humildad es favorecida de Dios y excelsa entre la
humanidad. Y la necesidad más grande que la humanidad tiene es la de ser perdonada
por Dios Padre. Ella siempre intercede por el mundo pecador.
Ahora y en la hora de nuestra muerte: En esta frase hay una doble petición. Le pedimos a
la Virgen María que interceda por nosotros mientras estamos en este mundo, para que
hagamos la voluntad de Dios y seamos llenos de su Gracia. Le suplicamos que interceda
por nosotros en el paso definitivo y difícil de esta vida a la eternidad. Si fue nuestra
compañera en la vida, en la muerte, también.
CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA:
María de Nazareth, madre de la santa familia de Nazareth, nuestra familia se consagra a
ti. Nosotros hoy nos reunimos en espíritu en su santa casa y todos juntos, renovamos
delante de ti, nuestro testimonio de fidelidad a las promesas del bautismo. Renunciamos a
Satanás y a sus seducciones, creemos firmemente en Cristo y en su Iglesia y nos
comprometemos a vivir de acuerdo con los deberes cristianos. A ti, ¡oh María! Madre de
Dios y nuestra, te encomendamos todos nuestros bienes, para ser más perfectamente
consagrados a Cristo tu Hijo: Nuestro cuerpo, espíritu, inteligencia, voluntad, alegrías y
dolores; todas las cosas y sobre todo la esperanza de nuestra eterna salvación. Somos
tuyos, te pertenecemos. Oh Reina de nuestra familia, acógenos en tu corazón inmaculado
a cada uno de nosotros: que el papá imite la paternidad de Dios, que la mamá produzca,
la dulzura de tus espirituales enseñanzas, que los hijos sigan los ejemplos de Jesús,
modelo perfecto y divino. Bajo tu protección encontramos refugio, Santa Madre de Dios. A
ti nos abandonamos y consagramos aquí en le tierra, para que podamos encontrarnos
todos salvos y reunidos en el cielo, en la gran familia de Dios. Amén.
ACUÉRDATE OH PIADOSA
Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que Jamás se ha oído decir que uno solo de
cuantos han acudido a tu protección e implorado tu ayuda haya sido abandonado.
Animado con esta confianza yo también vengo a ti, madre, Virgen de las vírgenes; me
postro a tus pies sollozando y pidiendo. Madre del verbo, no desprecies mí súplicas antes
bien óyeme y atiéndeme benignamente. Amén.
Virgen María madre de Cristo y madre nuestra, en este día, te encomendamos a estos
niños, redimidos por la sangre de tu Hijo y hechos hijos de Dios por su Espíritu de amor.
Tu que protegiste a tu hijo Jesús contra los peligros y lo educaste con amor, ayudamos en
nuestra misión de educadores de estos niños, para que, según tu ejemplo, en fe y amor,
protejamos a nuestros hijos contra todo mal y los eduquemos para Dios, a fin de que
crezcan sanos y sean agradables a los ojos del Señor y cumplan la misión que Dios les
da: Que es construir el Reino de Dios entre los hombres. Amén
El Ángelus:
El ángel del Señor anunció a María;
R/ y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve María...
He aquí la esclava del Señor;
R/ Hágase en mí según tu Palabra.
Dios te salve María...
El verbo de Dios se hizo hombre;
R/ Y habitó entre nosotros.
Dios te salve María...
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios;
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor
Jesucristo.
Derrama Señor tu Gracia, sobre nuestros corazones; para que quienes hemos
conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo Jesucristo,
lleguemos, por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.