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MUJERES DE LA BIBLIA

1. María, sierva del Señor


“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a
tu palabra”. Lucas 1:38

A través de toda la Biblia encontramos muchos relatos de mujeres que nos han
dejado una gran enseñanza, ya sea para que aprendamos de su carácter y
tratemos de imitarlas o para que aprendamos de los graves errores de algunas
y no los repitamos. María la madre terrenal de nuestro Señor Jesús, se encuentra
precisamente en el primer grupo, su carácter, su vida, su ejemplo han sido
plasmados en la escritura para que aprendamos mucho de ella. Miremos el
pasaje Bíblico en Lucas 1:26-38 “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era
María.

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor
es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por
sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo:
María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás
en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de
David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá,
será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha
concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban
estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la
sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de
su presencia”.

María era una mujer común y corriente, no había nada especial en ella que nos
haga pensar el por qué fue ella precisamente la escogida por Dios para tan
hermosa tarea. Dios trabaja así, esa es precisamente la gracia de Dios, el no
mira tus capacidades, tus títulos, tu nombre o apellidos, Dios nos escogió para
que fuéramos sus hijas solamente porque a él le plació, y eso nos tiene que dar
un profundo sentido de agradecimiento y a la vez de humildad. No hay nada
intrínsecamente bueno en cada una de nosotras como para que pudiéramos
llamar la atención de Dios; todo lo que podemos tener o llegar a ser o a hacer,
es solamente por la gracia de Dios operando en nuestras vidas. Reconozcamos
a Dios en todo lo que hagamos sin él nada somos, nada tenemos, nada podremos
hacer, que nuestra oración sea que hallemos gracia delante de Dios, así como
María la halló, dice el versículo 30 “Entonces el ángel le dijo: María, no temas,
porque has hallado gracia delante de Dios”. Sin la gracia del Señor en nuestra
vida, no podremos sobrevivir, sin su gracia nuestra vida es completamente inútil.
Cuando pensamos en la gracia de Dios no puedes limitarla solamente al proceso
de salvación, porque la gracia de Dios está presente en cada instante de nuestra
vida.

Es precisamente la gracia de Dios la que nos sostiene, nos alienta, y nos


conforta. El ángel Gabriel le dice a María “no temas”, la gracia de Dios en
nuestras vidas nos capacita para llevar a cabo las tareas más difíciles e
imposibles que Dios nos encomiende hacer. Reconozcámonos totalmente
dependientes del Señor que la autosuficiencia, el orgullo y la exaltación no tienen
nada que ver con el carácter de una verdadera hija de Dios.

Se dice además de María que era virgen y ese término se refiere o se entiende
como una doncella virgen, es decir una mujer joven, quien no había tenido
ninguna clase de contacto íntimo con ningún hombre. María era una joven pura,
podría pensar la gente que eso era muy común en el tiempo en que ella vivió, y
si tal vez lo era, pero seguramente también había jóvenes como ella que a su
corta edad ya no lo eran.

De manera tal que Dios resalta en ella esa virtud de pureza, virtud que todas las
mujeres cristianas solteras están llamadas a conservar, a valorar, a promover y
en muchos casos hasta defender. La virginidad ha sido atacada, ridiculizada y
burlada por la sociedad, pero delante de Dios ese es el estado ideal en que una
mujer y un hombre deben llegar al matrimonio.

Tal vez muchas de nosotras no llegamos precisamente vírgenes al matrimonio,


tal vez anduvimos en el mundo sin conocer del Señor, o tal vez conociendo al
Señor caímos en el pecado de la fornicación, sea cual haya sido la circunstancia,
en Dios encontramos siempre perdón de nuestros pecados y restauración cuando
hay corazones arrepentidos sinceramente delante de Dios.

Pero este es un llamado para nosotras las mujeres, alentémonos unas a otras,
promovamos en nuestros hijos e hijas físicos y/o espirituales a que se
mantengan puros guardándose en el Señor para sus futuros esposos y esposas,
para que guarden su virginidad como un tesoro apreciado a los ojos de Dios.

No importa lo que el mundo caído diga, piense o valore, el valor del cristiano y
su comportamiento no está determinado por los valores del mundo, sino por lo
que Dios determina. Infundamos valor a nuestros jóvenes para que el mundo no
los contagie con su vida llena de pecado e inmoralidad y para que lo que es
común y normal para el mundo no lo sea para los verdaderos hijos de Dios.
Pero sigamos apreciando el carácter de María, escogida por Dios para ser la
madre de Jesús, y si bien ya vimos que ella era una mujer normal, sin méritos
propios, si podemos resaltar en ella, que era una mujer que conocía la Palabra
de Dios y esto lo podemos ver en su oración en Lucas 1: 46-55, a lo que se le
conoce como el Magnificat (expresión en latín para las primeras palabras del
estallido de alabanza de María), ella allí hace mención directa de textos como
Isaías, Salmos entre otros, era una mujer que aunque no tenía la escritura como
la tenemos nosotros hoy en día ella sabía de memoria los textos y no solo de
manera intelectual, sino que los apreciaba y reconocía como las maravillas de
Dios en su vida y la de su pueblo.

La declaración de María en el versículo 38: “Entonces María dijo: He aquí la


sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra…”. Es quizás la más
importante declaración de confianza, disposición y fe en Dios que podamos haber
escuchado hasta ahora de todas las mujeres que hemos estudiado. Si bien María
no se encontraba en una situación muy cómoda, pues recordemos que ella era
una joven virgen, comprometida en matrimonio, su contexto cultural y social no
era precisamente el nuestro dónde el tener hijos fuera del matrimonio es cada
vez más común y aceptado aun entre cristianos.

Aun así ella confiaba completamente en su Dios y Señor y para ella sus palabras
eran suficientes; seguramente seguía llena de preguntas y era normal, pero el
ángel le había prometido que el Espíritu Santo de Dios estaría con ella, y
precisamente por esa confianza ella dice “hágase conmigo conforme a tu
palabras”. María estaba deponiendo todas sus expectativas, sueños, anhelos,
metas, planes, ideas y las estaba sujetando todas absolutamente todas a la
perfecta voluntad de Dios para su vida. Ella sabía que lo que Dios determinara
para su vida era más grande y maravilloso que cualquier meta que ella pudiera
tener.

María nos enseña también que la sujeción a Dios, a sus planes, pensamientos y
Palabra para nosotros siempre es la mejor opción, ella pudo haberse rehusado,
rechazado o ignorado pero en su corazón ésta nunca hubiese sido una opción a
tomar. María amaba a Dios, amaba su Palabra, amaba su vida en él, y sabía que
en Sus manos la vida de ella tendría el sentido, el valor y el propósito preciso y
perfecto.

Ella no anhelaba ser reconocida por su ser la madre excepcional de Jesús el


Salvador, como muchos hoy la ven, hoy muchos en el mundo ven en ella una
mujer capaz de interceder por ellos delante de la presencia de Dios, pero nada
más falso que eso, ella misma en Lucas 1: 47, reconoce su necesidad de
salvación y sabía quién era el único capaz de efectuar esa salvación “Y mi espíritu
se regocija en Dios mi Salvador”. La Biblia lo expresa así en 1 Timoteo 2:
5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre”.

La devoción a María hace parte de la devoción natural que las personas sienten
por las madres, y por supuesto que la madre del Señor no podría estar ajena a
eso, pero si bien, ella merece respeto, aprecio y amor, nunca deberá recibir el
honor y reconocimiento que son solamente para su Hijo el Señor Jesús, el Hijo
de Dios, el verbo encarnado.

María fue una mujer humilde, sencilla, devota, sufrió como cualquier madre
sufriría con el dolor de su hijo, sufrió con cada uno de sus golpes, lo acompaño
en cada uno de sus pasos hacia la muerte, pero ella sabía desde el mismo
momento de la concepción sobrenatural de su hijo cuál era el propósito de él en
esta tierra, lo acepto, lo honro y lo apoyo de la única manera como ella podía
hacerlo, respetando su voluntad y dejándolo hacer y ejercer su trabajo y papel
en este mundo.

Madres apoyemos a nuestros hijos en su camino a la piedad, no seamos piedras


de tropiezo para ellos, cualquiera que sea su llamado, oremos por ellos. María
tenía como hijo al Hijo de Dios, al varón perfecto, él nunca pecó, ella nunca tuvo
que luchar para que él obedeciera. En cambio, nuestros hijos son niños que
desde su nacimiento han nacido en pecado, tenemos que enseñarles la piedad,
tenemos que enseñarles a amar a Jesús, tenemos que enseñarles que necesitan
de un salvador y que el único camino al Padre es Jesús. Nuestros hijos necesitan
arrepentirse y volverse a Dios. Enseñemos la Palabra de Dios y enseñemos con
el ejemplo.

María fue una gran mujer, una mujer digna de imitar, reconozcamos en ella su
amor por el Señor y su disposición para permitir que Dios la usara como él quiso,
dispongámonos en las manos del Señor, seamos vasos útiles en sus manos,
honremos Su sacrificio y démosle honra y lo gloria en todo cuanto hagamos.

2. Gomer, una mujer fornicaria

Referencia bíblica: Libro de Oseas

Su nombre significa “completo, suficiente” o “carbón encendido”. Ella era la hija


de Diblaim y esposa del profeta Oseas (Oseas 1:3). Tuvo tres hijos: Jezreel, Lo-
ruhama y Lo-ammi. La Biblia describe a Gomer como una mujer fornicaria (“El
principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a
Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque
la tierra fornica apartándose de Jehová” Oseas 1:2).

Se han ofrecido distintas explicaciones para este nombramiento, siendo esto un


reto de interpretación para muchos teólogos. Algunos sugieren que las escenas
matrimoniales en los capítulos 1-3 deben ser tomadas únicamente como
alegoría. Por otra parte, no hay nada en la narración, presentado en prosa
simple, que cuestione su ocurrencia literal (MacArthur, J.). Algunas de las
conclusiones presentadas en relación al nombramiento de Gomer son: Era una
prostituta común, Era una prostituta al servicio de Baal, Simbolizaba la adoración
israelita a muchos dioses, Era una mujer común que le había sido infiel a Oseas
luego del matrimonio.

No obstante, si la narración bíblica es literal o alegórica de todas maneras nos


demuestra un mensaje claro: La infidelidad de Israel hacia Jehová. La relación
matrimonial de Oseas y Gomer, nos sirve como un simbolismo profético de Dios
y su pueblo. Las acciones de Gomer presentadas en la Palabra de Dios, son una
enseñanza para cada hijo/a de Dios.

En el Nuevo Testamento, generalmente se traduce la palabra “porneia” por


fornicación, en por lo menos cuatro formas: relaciones sexuales consensuales
entre personas de sexo opuesto pero no casadas entre sí (1 Cor. 7:2; 1 Tes.
4:3); como sinónimo de adulterio (Mat. 5:32; 19:9); ramería y prostitución
(Apoc. 2:14-20); diversas formas de falta de castidad (Juan 8:41; Hech. 15:20;
1 Cor. 5:1).

Cuando leemos la palabra fornicación, casi siempre la asociamos en su contexto


literal de “Diversos actos de inmoralidad sexual”, como los mencionados
anteriormente. Sin embargo, la Biblia nos presenta la palabra “fornicar” de otra
forma: Fornicación del pueblo de Dios (“Moraba Israel en Sitim; y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab…” Números 25:1).

En ambos contextos, son actos pecaminosos condenados por Dios. La fornicación


es el resultado de la naturaleza humana pecadora (“ Y manifiestas son las
obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia,
lascivia…” Gálatas 5:19) y no corresponde al pueblo santo de Dios (“Pero
fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre
vosotros, como conviene a santos” Efesios 5:3). La vida de Gomer nos
muestra ambos ejemplos de fornicación, una mujer que abandona a su esposo
con tres hijos para ir a prostituirse por lo que le ofrecían sus amantes…

“Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque


dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi
lino, mi aceite y mi bebida. Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su
camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos.

Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará.


Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me
iba entonces que ahora. Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el
vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.
Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón,
y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez. Y
ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y
nadie la librará de mi mano.

Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de
reposo, y todas sus festividades. Y haré talar sus vides y sus higueras,
de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes.
Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo. Y la
castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de
sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de
mí, dice Jehová. Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y
hablaré a su corazón”. Oseas 2:514

La Palabra nos enseña a una mujer fornicaria que le era infiel a su esposo para
obtener bienes materiales. Ella no tomaba en cuenta que tenía por esposo a un
hombre temeroso de Dios y un hogar que cuidar. Como mencionamos
anteriormente, su esposo era el profeta Oseas. Mientras su esposo predicaba a
una ciudad pervertida por el pecado, Gomer se prostituía con sus amantes.

Es un relato bíblico fuerte que es casi imposible no sentir emociones


y cuestionamientos. Sin embargo, la historia de Gomer es un suceso real en la
vida de muchas personas. Ante el libertinaje que se vive en este mundo, muchas
mujeres fornican y cometen adulterio. Las razones por las cuales ocurre la
fornicación parecieran ser muchas, sin embargo, la raíz de todas es el pecado.

La inmadurez espiritual y una relación pobre con el Señor puede ocasionar caer
en este tipo de conducta pecaminosa. Sin embargo, puedes ser una mujer
espiritualmente madura y podrías ser tentada en este pecado. Esto aplica para
mujeres solteras o casadas, el pecado no discrimina. La mujer debe ser muy
cuidadosa cuando trata al sexo opuesto.

Nosotras no podemos coquetear con el pecado y tenemos que ser muy prudentes
cuando tenemos caballeros a nuestro alrededor. Culturalmente, somos
propensos a los toques, besos, abrazos, chistes, salidas y conversaciones a solas
con los hombres.

No obstante, debemos de tener mucho cuidado en cómo son esos toques, besos,
abrazos, chistes y todo lo antes mencionado. Cada una de ellas, si no se hace
con prudencia podría ser el canal perfecto utilizado por satanás para caer en
inmoralidad sexual. La sutileza del pecado es tan grande que hay que tener
mucha sabiduría bíblica para detectar las artimañas del enemigo y salir huyendo
de ellas.

Por otra parte, tal vez eres muy prudente en relación a los hombres que tienes
alrededor, pero… te gusta coquetear y fornicar con el mundo. Y podrías decir:
“¿Fornicaria yo? ¡Jamás!”, ¡Sí! somos fornicarias cuando Dios no ocupa el primer
lugar en nuestras vidas y cualquier cosa es primero antes que Él. Fornicamos
cuando tenemos ídolos y otros dioses (televisión/computadora, compras,
comida, trabajo, cuerpo, etc.) que ocupan nuestro tiempo más que servirle a
Dios.

Cuando en la lista de tareas a realizar durante el día no está Dios, cuando


tenemos una “relación” de esclavitud con cualquier cosa que no sea Dios ¡Somos
fornicarias! Somos mujeres adulteras y/o fornicarias, cuando sabemos que
tenemos que ser obedientes a Dios, pero hacemos o deseamos lo que hacen las
mujeres que no conocen a Dios. Nosotras no podemos conversar, actuar y vestir
como una mujer no creyente, porque estaríamos sirviendo a “otro” señor.

El comportarnos impiadosamente, demuestra que estamos teniendo una


relación adúltera con Dios y el mundo. La Biblia nos expone en 1 de Corintios
6:12-20, que el creyente debe glorificar a Dios con su cuerpo y no puede ser
adultero. Por otra parte, el libro de Apocalipsis nos presenta condenación hacia
la fornicación en distintos contextos: física y religiosa (Apoc. 2:21-22; 14:8;
17:2-4; 18:3;19:2).

Al igual que Gomer, cuando practicamos un pecado al principio parece ser algo
“bueno” (sus amantes le daban regalos y al parecer la pasaba “bien”). Luego, el
pecado nos alcanza al igual que alcanzó a Gomer (sus amantes la abandonaron
y comenzó a tener necesidades).

Cuando comenzamos a practicar un pecado Dios nos inquieta a través del


Espíritu Santo y de su Palabra para que nos arrepintamos y nos alejemos del
pecado. Sin embargo, en ocasiones en nuestra necedad continuamos
practicando el pecado y luego enfrentamos las duras consecuencias (Oseas
10:13). El pecado nos separa de Dios y como dice la Palabra en 1 Juan
3:6: “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no
le ha visto, ni le ha conocido”.

En Oseas 14:1-2 (“Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu


pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a
Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te
ofreceremos la ofrenda de nuestros labios”) la Palabra de Dios nos muestra
una súplica a Israel para que vuelvan a Jehová, de la misma manera nosotras
debemos de volver a Jehová con una ofrenda de arrepentimiento. El amor de
Dios es grande y nos perdona pero no podemos abusar de la gracia y
misericordia de Dios (“¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente
para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos
andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos” Oseas 14:9).

Oseas rescató a su esposa Gomer como el amor de Jehová por los hijos de Israel,
su rescate fue a través de quince siclos de plata y un homer y medio de cebada
(Oseas 3:1-2); nosotras fuimos rescatadas por Dios a través de Jesucristo en la
cruz.

Jesús pagó el precio con su sangre preciosa para perdón de nuestros


pecados (“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas
juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de
vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde
antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros
tiempos por amor de vosotros…” 1 Pedro 1:17-20). ¡Volvámonos a Cristo!

3.Mical, hija del rey Saúl

Texto bíblico: 1 Samuel 18 a 2 Samuel 6

En la actualidad, escuchamos con frecuencia el término “familia disfuncional”.


Este término se presenta como un problema social de la actualidad y no cómo
una problemática que ha permanecido desde la caída del hombre (Adán y
Eva). Una familia disfuncional consiste en un núcleo social donde el desarrollo
del potencial de sus integrantes se ve afectado negativamente, debido a
relaciones o situaciones conflictivas de sus partes. En términos bíblicos, una
familia es disfuncional cuando los integrantes de la familia no se sujetan a los
preceptos bíblicos y a causa de su desobediencia corrompen el orden de Dios
para la familia. A través de muchos relatos bíblicos podemos encontrar
variedades de familias disfuncionales y las consecuencias de su pecado.

En esta ocasión estudiaremos la vida de Mical, una mujer que se desarrolló en


un hogar disfuncional. Su nombre significa “¿Quién es como Él (Dios)?”; variante
de Micael y abreviatura de Miguel. Ella era la hija menor del rey Saúl (1 Samuel
14:49). Su padre a pesar de que era un rey no fue la excepción para tener un
hogar corrompido por el pecado. Su posición como cabeza del hogar y rey de
una nación , fue utilizada para la destrucción de su familia y para la práctica de
actos pecaminosos en contra de un siervo de Dios, David. La envidia de Saúl
hacia las victorias de David provocó que él ofreciera a su hija Mical a David a
cambio de 100 filisteos muertos (1 Samuel 18:20-29). Saúl pensó que David
moriría en el intento. Sin embargo, Dios estaba con David (1 Samuel 18:12-
14), y ganó la batalla.

La biblia nos presenta que Mical amaba a David (1 Samuel 18:20). La doncella
conocía a David por la popularidad que él tenía entre las mujeres de la nación
(1 Samuel 18:7). Cuando David le entregó la evidencia de su victoria al rey
Saúl, él le entregó a su hija Mical como esposa. El rey Saúl no satisfecho,
planificó matar a su yerno David. No obstante, Jonatán (hermano de Mical),
intercedió por su amigo y cuñado (David) para que su padre no lo asesinara. La
biblia nos indica que un espíritu malo vino sobre Saúl (1 Samuel 19:9), y quiso
matar nuevamente a David. En esta ocasión, su esposa Mical supo de las
intenciones de su padre y ayudó a su esposo a escapar. Sin embargo, esta acción
provocó que Saúl se enfureciera y ella le mintiera a su padre (“Y Saúl dijo a
Mical: ¿Por qué me has engañado de esta manera y has dejado ir a mi enemigo,
de modo que ha escapado? Y Mical dijo a Saúl: El me dijo: ``Déjame ir, porque
si no te mato”. 1 Samuel 19:7).

Ante el intento fallido del rey Saúl, el planificó una vez más asesinarlo. Sin
embargo, la amistad sincera de Jonatán y David era tal que cada vez que él se
enteraba de las intenciones de su padre para matarlo él le notificaba. Esta acción
le costó que su padre le quitara la posibilidad de que él fuera el rey (1 Samuel
20:30). El rey Saúl continuó sus deseos incesantes de perseguir y matar al
esposo de su hija. Sus deseos eran causados por una envidia gigantesca que no
lo dejaban estar en paz. El propósito principal de su vida era terminar con la
vida de David y no el bienestar de su familia. La maldad era tan grande que no
consideraba que su hija iba a quedar viuda y que iba a matar el mejor amigo de
su hijo Jonatán. La biblia nos relata cómo Saúl persiguió incansablemente a
David y mató a personas inocentes que ayudaron a su yerno. David tuvo la
oportunidad de matar a Saúl (1 Samuel 24:6), sin embargo, el temor a Dios lo
guardó de cometer este asesinato.

Ante la huida de David, su suegro Saúl le dio a su hija Mical por esposa a Palti.

Por otra parte, David tomó por esposa a una viuda llamada Abigail. La biblia nos
expone que Abigail era una mujer inteligente y de hermosa apariencia (1 Samuel
25:3). También tomó por esposa a Ahinoam de Jezreel. En otro ocasión, David
pudo matar a su suegro Saúl y no lo hizo. Luego de esto, Saúl y Jonatán murieron
y David fue proclamado rey. A parte de Abigail y Ahinoam, la biblia nos menciona
que David tuvo otras esposas y que tuvo hijos con ellas ( 2 Samuel 2:2-5). Él
continúo en guerra con otros reinos y como parte de un trato pudo volver a tener
a Milca como su esposa (2 Samuel 3:14). En 2 Samuel 5, David fue proclamado
rey de Israel y hubo gran regocijo en la nación a causa de la recuperación del
arca de Dios. Ante la alegría de todas las bendiciones obtenidas por parte de
Dios, hubo una gran fiesta.

“David danzaba con toda su fuerza delante del Señor, y estaba vestido
con un efod de lino. David y toda la casa de Israel hacían subir el arca
del Señor con aclamación y sonido de trompeta. Sucedió que cuando el
arca del Señor entraba a la ciudad de David, Mical, hija de Saúl, miró
desde la ventana y vio al rey David saltando y danzando delante del
Señor, y lo menospreció en su corazón”. 2 Samuel 6:14-16

“Pero al regresar David para bendecir su casa, Mical, hija de Saúl, salió
al encuentro de David, y le dijo: ¡Cómo se ha distinguido hoy el rey de
Israel! Se descubrió hoy ante los ojos de las criadas de sus siervos, como
se descubriría sin decoro un insensato. Y David dijo a Mical: Eso fue
delante del Señor que me escogió en preferencia a tu padre y a toda su
casa para constituirme por príncipe sobre el pueblo del Señor, sobre
Israel. Por tanto, lo celebraré delante del Señor. Y aún seré menos
estimado que esto, y seré humillado ante mis propios ojos, pero con las
criadas de quienes has hablado, ante ellas seré honrado. Y Mical, hija de
Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte”. 2 Samuel 6:20-23

Milca se desarrolló en un hogar hostil donde persistía la impiedad. Su padre tomó


decisiones cruciales que afectaron su vida sentimental y emocional. El padre de
Milca vivió para destruir el hombre que ella amaba. A causa de esto, ella le
mintió a su padre y para colmo fue dada a otro hombre. El rey Saúl no fue un
buen padre ni un buen suegro. El causante principal de este hogar disfuncional
era la “cabeza”, el rey Saúl. Como si fuera poco, su esposo David, tomó a otras
mujeres y no tuvo hijos con ella. Ella tuvo una vida llena de amarguras y
desasosiegos. No obstante, su actitud demostró que su corazón estaba lejos de
Dios y que su prioridad eran las cosas de este mundo. El texto bíblico nos indica
que todos estaban felices por las maravillas que el Señor había hecho por su
pueblo y sin embargo, ella procede a menospreciar a su esposo. La biblia nos
presenta a una mujer orgullosa donde le presta mayor importancia a la posición
social que a la adoración a Dios.

Por otra parte, su esposo llegó con regocijo a bendecir su casa y ella salió como
una mujer necia a reclamarle con sarcasmo “… ¡Cómo se ha distinguido hoy el
rey de Israel! Se descubrió hoy ante los ojos de las criadas de sus siervos, como
se descubriría sin decoro un insensato” 2 Samuel 6:20. Sus palabras muestran
su indignación ante la acción de despojarse de su vestimenta de rey y lo compara
con un insensato. La alegría y la bendición que disfrutaba David se vio empañada
por una necedad de su esposa. David procedió a responderle a Milca, ocurriendo
un juego de palabras en las cuales se manifiesta un momento amargo entre
ambos. La biblia nos expresa que Milca no tuvo hijos. Algunos teólogos
concluyen que fue castigada por Dios, otros infieren que David no volvió a tener
intimidad con ella a raíz de esta situación. No sabemos cual fue la verdadera
razón por la cual no tuvo prole, sin embargo, esta situación en aquella época
producía cierto tipo de rechazo en la sociedad.

Del relato bíblico, podemos desprender los siguientes puntos para reflexionar…

 ¿Mis acciones como padre/madre llevan a mis hijos a Cristo o los alejan?
 ¿Cómo soy como suegra/o?, ¿Soy una bendición en sus vidas o los persigo
como Saúl persiguió a David?
 ¿Soy una amiga/o leal cómo David y Jonatán?
 ¿Las pruebas o dificultades de la vida me llenan de amargura o busco más
a Dios?
 ¿Celebro las bendiciones de Dios con mi esposo? ¿Daño los momentos de
bendición enfocándome en necedades?
 ¿Qué tan importante es el estatus social en mi vida? ¿La posición social va
por encima de mi obediencia a Dios?
 ¿Adoro al Señor de todo corazón como lo hizo David?

Oremos al Señor para ser mujeres bíblicas en todo lo que hagamos. El Señor
debe ser el timón de cada circunstancia de nuestras vidas. Tal vez muchas de
nosotras venimos de hogares disfuncionales como el de Milca, donde nuestros
padres no fueron bíblicos y no practicaban la piedad. Sin embargo, de la misma
manera que el Señor nos perdonó, nosotras debemos perdonar a nuestros
padres por sus acciones pecaminosas y orar por sus vidas. Por otra parte, Dios
es tan bueno que nos da la oportunidad a nosotras de construir hogares
funcionales dirigidos por la Palabra de Dios. Seamos suegras bíblicas que edifican
y no destruyen los hogares de nuestros hijos/as. Mujeres que son amigas leales
como Jonatán y David. Esposas que adoran a Dios y celebran las bendiciones
junto a sus esposos. Mujeres que se enfocan en lo eterno y no en lo terrenal…
¡A Dios toda la honra!

4. Ana: Esperando por su gracia


Relato bíblico: 1 Samuel 1-2

La historia de Ana tiene grandes similitudes con la vida de Sara esposa de


Abraham, tanto Ana como Sara eran mujeres que luchaban con el hecho de no
poder tener hijos, lo cual hizo que sus esposos tomarán una segunda mujer para
que les diera los hijos que ellas no podían.

Ambas sufrieron de la bigamia de sus maridos y toda la tragedia que una


circunstancia como esta conlleva en una familia. Las dos eran amadas por sus
esposos, pero humilladas y menospreciadas por la otra mujer. Los conflictos
familiares estaban a la orden del día, sin embargo, a pesar de la amargura
temporal que esto producía en sus vidas, estás dos preciosas mujeres nos
enseñan sobre la fe verdadera y la confianza que debemos tener en Dios, el
hacedor de milagros y maravillas.

Vamos a concentrarnos un poco más en la vida de Ana, cuyo nombre significa


“gracia”. Como vimos anteriormente, ella no tenía hijos y no porque no quería
sino porque Dios no se los había concedido. Este hecho es de gran relevancia en
esta época donde muchas mujeres están postergando el ser madres, poniendo
por delante de la maternidad "su realización personal como mujer”. Es decir,
para ellas primero es su carrera, el logro de sus éxitos profesionales, el tener
una casa, viajar, estabilidad económica, en fin, ustedes podrán añadir a la lista
todo lo que hayan vivido o hayan escuchado.

Por eso hoy, muchas mujeres están optando por la maternidad pasados los 35
años, edad donde ya las posibilidades de quedar embarazada empiezan a
disminuir y los riesgos se hacen mucho mayor a pesar de la tecnología existente
(ejemplo procedimientos In vitro). Todo esto es parte del “movimiento
feminista”, donde la mujer tiene el derecho de elegir todo en relación a su vida
y en los términos en que a ella más le convenga.

¿No habrá Dios determinado ya en su Palabra el verdadero papel de la mujer y


el aporte de ella a la vida familiar y social? La mujer ha sucumbido a las falacias
de éste mundo caído y se ha conformado a ocupar un papel secundario. Podrán
llamarnos machistas, pero creemos que no hay algo más precioso, un llamado
más importante, honorable, transcendental, maravilloso y exclusivo en este
mundo que el hecho de ser una madre piadosa. Una madre que no le
importan “los logros” y los engaños de este mundo, que es contracultura y que
se entrega por completo a la crianza de esos pequeñitos que Dios ha puesto en
sus manos.

Por otra parte, hay mujeres que como Ana están luchando con el hecho de ser
madres y no cualquier tipo de madre, sino una madre como lo llegó a ser Ana.
En el cumplimiento de ese sueño ella nos enseña mucho, Ana anhelaba ser
madre, soñaba con ello, a veces como cualquier mujer que se encuentra en esa
penosa circunstancia se sentía triste, 1 Samuel 1:7 “...por lo cual Ana lloraba, y
no comía”. Es natural que ésto pasara, sin embargo, la Escritura no menciona
que ella viviera en una amargura constante.

Su esposo la amaba tanto y quería que ella se sintiera que él podía llenar el
vacío de ese hijo anhelado. No obstante, a pesar de que ella lo amaba también,
ese amor no era el sustituto de su anhelo de ser madre. En medio de su tristeza
Ana buscó al Señor, lo vemos en 1 Samuel 1:10 “ella con amargura de alma
oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Muchas mujeres han sufrido este tipo
de dolor, un dolor que penetra el alma, es un deseo, un anhelo que no llega, un
dolor con el que se comparten los días, los meses y quizás los años y que no
termina.

Es una espera continúa, a veces con lágrimas y sollozos, otras tantas sin ellas.
Pero lo verdaderamente importante es quién es tu consolador en esos
momentos, quién es tu consejero, en quién haz puesto tu esperanza y confianza.
Tanto Ana como Sara confiaron en Aquel que es Todopoderoso, porque en medio
de nuestra incapacidad e impotencia Su poder y Gloria se manifiestan.

¿A quién encomiendas tu causa? Esperamos que como Ana en medio de tu dolor,


angustia, tristeza y espera estés poniendo tu mirada en Dios. Que tu aflicción te
acerque cada vez más a Él, porque en medio de esa dificultad solamente tú eres
quien decide si sigues creyendo en Dios o si te resistes a Él. La oración y la
petición de Ana eran constantes, “Mientras ella oraba largamente delante de
Jehová…”. Ella sabía lo que era “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Orar
sin cesar no se refiere a una posición o tiempo específico determinados, sino
más bien a un espíritu de oración constante, de comunicación y dependencia
total de Dios, en todo tiempo y en medio de cualquier situación que estemos
pasando.

Que bendición es poder descansar y abrazar los pies del Maestro, derramar
nuestras lágrimas delante de Él, sentir su consuelo, su amor, su bondad, con Él
cualquier espera es posible. La Biblia nos muestra que la oración de Ana fue
respondida y su deseo fue satisfecho.

Ella tuvo su hijo a quien llamó Samuel, su querido y amado Samuel, pero ella
había prometido al Señor que si le concedía esa petición, entregaría ese niño
para Su servicio y así lo cumplió. Cuando estamos dispuestas a darle todo a
Dios, podemos ofrecerle incluso hasta aquello que tanto anhelamos y deseamos,
porque entendemos que todo lo que tenemos de Su mano lo hemos recibido.
Que bello testimonio el de esta mujer.

Después Dios le retribuyo ese hijo con tres hijos y dos hijas más. Porque Dios
es así, soberano, dadivoso, generoso. Ana fue llena de la gracia de Dios y esa
misma gracia fue la que hizo que ella se derramará en agradecimiento delante
de Dios. En el capítulo 2 de 1 Samuel encontramos la Oración de Ana, allí Ana
reconoce y exalta el poderío de Dios y reconoce su soberanía. Es más bien un
canto de gozo y gratitud, vemos su corazón derramándose una vez más delante
de su Creador.

En esta ocasión no con llanto y dolor, sino con alegría, con una felicidad que le
salta por todo su cuerpo, que inunda su alma y su espíritu por la inmerecida
gracia que obtuvo de su Dios. Podemos decir que está historia tuvo un final feliz,
pero y ¿qué de aquella historia que no tiene este mismo desenlace? ¿qué si a
pesar de tu petición constante, fiel, sincera, no es respondida como tú quieres?
¿seguirías confiando en Dios y descansando en que Su voluntad es mejor que tu
deseo? Esperamos que así sea, que Su Palabra sea tu sustento y cualquiera que
sea la respuesta de Dios para aquello que le estás pidiendo puedas seguir
confiando, descanso y amando al Señor.

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová,


pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías
29:11).

¡A Dios sea toda la Gloria por siempre y para siempre! Dios les continúe
bendiciendo…

5. Rut: Una amistad incondicional


El poeta alemán, Johann Wolfgang von Goethe, describió a Rut como “el más
hermoso relato escrito en pequeño formato “. Matthew Henry dice “En este libro
encontramos ejemplos excelentes de fe, piedad, paciencia, humildad,
laboriosidad, y benignidad, en los hechos comunes de la vida. Vemos también
el cuidado especial que la providencia de Dios tiene de nuestros intereses más
pequeños, alentándonos a confiar plenamente en Él. Podemos ver este libro
como una bella, por lo natural, representación de la vida humana; como un
detalle curioso de hechos importantes y como parte del plan de redención.”

Como podemos ver, el libro de Rut y la vida misma de ella nos presentan una
preciosa, llamativa, alentadora y amorosa historia de lo que puede llegar a ser
una amistad verdadera. Pero conozcamos un poco más de su vida... Rut fue
nuera de Elimelec cuyo nombre significaba «Mi Dios es Rey» y Noemí su esposa,
la pareja tenía dos hijos Mahlón, «enfermo, enfermizo» esposo de
Rut; Quelión, «débil, defectuoso». Noemí quedó viuda primero y al parecer
unos diez años después quedaron viudas Rut y Orfa la otra nuera de Noemí.

El nombre Rut quiere decir «amistad» o «una amiga femenina». Tanto Rut como
Orfa eran mujeres de la tierra de Moab, lugar donde Elimec llegó con su
familia, después de que en Belén se sufriera una tremenda hambruna. Al morir
Elimelec y sus hijos, Noemí decide regresar a su tierra, y sus nueras le
acompañan, sin embargo, ella trata de convencerlas de que regresen a su casa
materna, pero Rut no acepta y más bien hace un compromiso precioso con su
suegra Noemí.

En Rut 1:16, la Biblia nos indica: “Respondió Rut: No me ruegues que te deje,
y me aparte de ti; porque a donde quiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera
que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. Esta
afirmación es maravillosa, porque provenía de un corazón sincero. El lazo que
se había formado entre ellas en ese momento era tan fuerte que para Rut era
imposible dejar a su suegra Noemí.

El vínculo familiar que tuvieron de suegra-nuera ya no existía en sentido estricto,


para ese entonces. Rut era libre de seguir su vida dónde y cómo ella quisiera,
no tenía ningún tipo de responsabilidad, sin embargo, decidió hacerlo al lado de
Noemí. Entendemos a través de la afirmación de Rut, que ella estaba dispuesta
a seguir a Noemí, donde quiera que ella fuera. Esto quiere decir, que no
importaba el lugar que ella escogiera, lo único importante era que estuviesen
juntas.

Es realmente asombroso que Rut aún estaba dispuesta a convertirse al Dios de


Israel y hacerlo suyo, con todo lo que esto conllevaba. No cualquier persona está
dispuesta a tanto, porque una cosa era acompañar a Noemí, ayudarla, proveer
su sustento, pero otra es estar dispuesto inclusive a dejar todas las creencias
que había adquirido desde la niñez para volverse al Dios que adoraba Noemí.
Quizás en los años que estuvo casada con su esposo Mahlón y vivió junto a esta
familia, Rut alcanzó a conocer la piedad que estos profesaban hacia su Dios. A
pesar de que en repetidas ocasiones escuchó a Noemí declarar que todo lo que
le habría sobrevenido era a causa de ese Dios. No obstante, ella quería y estaba
dispuesta a servir y a conocer más profunda y personalmente a ese Dios.

La Biblia nos habla acerca de este tipo de amistad en Proverbios 17:17, “En todo
tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”. Proverbios
18:24 “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más
unido que un hermano”. La vida de Rut y Noemí se unió por ese tipo de amistad,
se fortaleció en medio de la adversidad, se afirmó por la lealtad y la tenacidad
de Rut para continuar al lado de Noemí.

Juntas llegaron de la mano a Belén y allí encontraron el alivio que necesitaban.


Rut fue una mujer trabajadora, diligente, honesta, comprometida y obediente.
Ella se puso bajo la dirección y guianza de Noemí, quien la instruyó sobre cómo
y dónde podría encontrar el sustento que ambas requerían.

El relato bíblico nos cuenta como ellas encuentran al hombre que podría
restaurar aquello que habían perdido. Noemí entendió que el encuentro de Rut
con Booz fue provisto por Dios, y por eso ella adelanto todo el plan para que
este se casará con Rut. Y así fue, después de llevar a cabo todos los procesos
legales para que el pariente más cercano redimiera a Rut y en vista de que este
no podía o no quería, Booz asume tal función de manera gustosa y amorosa. Rut
se casó con él y de esa unión nació Obed, quien llegó a ser el abuelo del Rey
David. Es decir, Rut fue bisabuela de David y por lo tanto del linaje mismo de
Nuestro Señor Jesucristo.

Es maravilloso ver como Dios premió el amor y la entrega de esta mujer,


haciéndola parte del linaje de su Hijo aquí en la tierra. Que preciosa recompensa,
aunque estamos seguras que ni la misma Rut ni Noemí pudieron haber llegado
a pensar en algo tan grande. Sin embargo, Dios lo tenía en sus planes y permitió
todo lo que pasó para que éste se cumpliera.

El hijo de Rut vino a ser para Noemí el “restaurador de su alma y sustentador


de su vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor
para ti que siete hijos” Rut 4:15. Se resalta en esta frase el hecho de que Rut
amaba a su suegra y era tan notorio el amor de ella, que hasta las demás
personas podían reconocerlo. Que mensaje tan importante nos muestra la Biblia
aquí ya que en el mundo la relación entre Nuera-Suegra ha sido estereotipada
como una relación tormentosa, amarga, problemática en la mayoría de los
casos. Este caso no era para nada de ese tipo, más bien está fue una relación
de cariño, amor, respeto, afecto y lealtad digna de admirar e imitar.

La amistad de Rut y Noemí nos invita a nosotras a ser amigas leales, sinceras,
serviciales, honestas y sacrificadas. Muchas veces las mujeres se quejan de que
no tienen amigas sinceras, confiables, pero como vimos en el texto bíblico la
mujer que quiere amigas ha de mostrarse amiga. Si tu mujer quieres y anhelas
una amistad buena, pues entonces da el primer paso, se una mujer confiable,
se una mujer que se preocupa por las necesidades de su amiga.
Escucha… muchos quieren y esperan ser escuchados pero muy pocos están
dispuestas a escuchar, pues esto último requiere un sacrificio, sacrificio del yo,
de anteponer las necesidades de la otra persona sobre las mías, de estar ahí
para el otro, en silencio muchas veces, pero ahí.

Muchas amistades simplemente no llegan a nada, porque ninguna de las dos


personas estuvo dispuesta a dejar sus propios intereses por los de la otra
persona. Rut en cambio nos enseñó que ella estuvo dispuesta a negarse a sí
misma. Ella dejó su tierra, lo que ella conocía y se aventuró a seguir a Noemí
porque no hubo egoísmo en su corazón y sí mucho amor y sacrificio. El Señor
Jesús es el mejor de los amigos y él nos enseña a ser amigo de la manera
correcta y no una amiga que asolapa la maldad. Proverbios 17:9 nos indica:“El
que cubre la falta busca amistad; Mas el que la divulga, aparta al amigo”. Dios
restaura todas las cosas cuando venimos a Él y hace todo nuevo. Pidámosle a Él
que nos guíe, enseñe y dirija en nuestras amistades.

Lo realmente importante es que no debemos tener amistad con el mundo.


Nuestras amistades cercanas y verdaderas deben estar en personas que
compartan nuestro amor por Jesucristo, porque si el conocimiento de su
sacrificio y la fe en Él no es lo que une nuestra amistad, todo lo demás tarde
que temprano perderá interés. Por el contrario, cuando ambas personas
comparten el amor y el temor por Dios, su interés por crecer en el Señor hará
que esa amistad se fortalezca y permanezca en el tiempo. No busque una
amistad en el mundo solamente porque necesita compañía, porque se siente
sola, porque no encuentra a nadie a su alrededor que llene sus expectativas.
Confié en Dios, pídale al Padre y esperé en Él. ¡Dios les bendiga!

6. Dalila, una mujer manipuladora, ambiciosa y engañadora…


Texto bíblico: Jueces 16:4-31

Dalila era una mujer que habitaba en el Valle de Sorec. Su nombre significa “con
cabello largo que cuelga”. El relato bíblico nos muestra que Sansón vivía en el
mismo lugar de Dalila y que él puso su mirada en ella. Sansón tenía una gran
debilidad con las mujeres y ya había estado en peligros a causa de ellas. No
obstante, no aprendió su lección y continúo su necedad enamorándose de Dalila
(Jue. 16:4). Cuando los filisteos supieron que ella estaba con Sansón, fue
“contratada” por ellos para obtener el secreto que él tenía.

La misión de ella era conocer en qué consistía su gran fuerza y cómo lo podían
vencer. Por el cometido que Dalila iba a realizar, cada príncipe de los filisteos le
iba a pagar mil cien monedas de plata. Su “trabajo” de espía iba a ser muy
bien pagado; así que ella tenía que utilizar todos sus atributos para cumplir su
misión. Dalila conspiró con los filisteos para llevar a cabo el plan y comenzó a
persuadir a Sansón para obtener el secreto (en que consistía su fuerza).
En primer lugar, Dalila se aprovechó del amor de Sansón, él la amaba. Luego,
con astucia comenzó a rogarle que le dijera el secreto: “Y Dalila dijo a Sansón:
Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo
podrás ser atado para ser dominado” Jueces 16:6. Sansón le mintió para
no revelarle el secreto de su fuerza; y a pesar de que ella también lo estaba
engañando tuvo el cinismo de decirle: “…He aquí tú me has engañado, y me
has dicho mentiras; descúbreme, pues, ahora, te ruego, cómo podrás
ser atado” Jueces 16:10.

Esta situación se repitió en tres ocasiones y él continuó ocultando el secreto. Por


otra parte, Dalila no detuvo su plan de lograr lo que ella deseaba (obtener el
secreto). Ella continuó insistiendo y utilizó todos los medios disponibles. La
manipulación y el uso de palabras lisonjeras no faltaron entre sus
estrategias… “Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón
no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has
descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Y aconteció que,
presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma
fue reducida a mortal angustia” Jueces 16:15-16.

La Biblia nos presenta que Dalila estuvo una y otra vez insistiendo a Sansón. Las
palabras de ella lo presionaron a tal punto que su alma fue reducida a mortal
angustia. La presión era tan fuerte que Sansón desfallecía; él estaba deprimido
y angustiado. No sabemos que otras cosas ella hacía para llevarlo a ese nivel de
angustia, pero sin lugar a dudas era una presión constante.

Las manipulaciones de Dalila eran tan severas que al final logró descubrir el
secreto. Sansón accedió… “Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo:
Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el
vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me
debilitaré y seré como todos los hombres” Jueces 16:17. De la misma
manera que Satanás engañó a Eva a través de palabras mentirosas, Dalila
engañó a Sansón.

Ella hizo creer a Sansón algo que no era cierto, ella aparentó “amarlo” e insistió
en conocer su secreto como una mujer que se interesa por su amado. No
obstante, todo era una falsedad. Tan pronto Sansón reveló el secreto,
procedieron a afeitar su cabeza mientras él dormía. Luego fue capturado, dejado
ciego y apresado por los filisteos. Desde aquel día, la vida de Sansón no volvió
a ser igual. La unión con Dalila trastocó su vida y lo llevó a un terrible final.

Dalila es un ejemplo de cómo una mujer puede utilizar todos sus atributos y
talentos para obtener lo que desea. Es claro que las acciones de Dalila provenían
de Satanás. Ella fue una mujer ambiciosa, manipuladora y engañadora. Por otra
parte, Sansón tenía un pecado muy grande, le gustaban las mujeres que no le
servían a Dios. Su decisión de le costó ser humillado, ultrajado y sobre todas las
cosas Dios se apartó de él (“…Pero él no sabía que Jehová ya se había
apartado de él” Jueces 16:20. Luego, a pesar de todas sus desobediencias,
Dios tuvo misericordia de él y escuchó su oración. Tuvo una muerte trágica y
angustiosa. Tal vez su final pudo ser distinto si hubiese elegido a otra
compañera, pero él decidió enamorarse y unirse a Dalila.

El relato bíblico nos muestra claramente como actuó Dalila, sin embargo,
¿Cuántas de nosotras aun siendo hijas de Dios actuamos como ella? Tal vez
nuestros esposos no tienen un secreto que a través de el podemos obtener
dinero como fue el caso de Dalila; Sin embargo, hacemos lo mismo que ella hizo
para obtener “algo” de nuestros compañeros.

De la misma manera, entramos en diálogos, manipulaciones, engaños y


comparaciones para adquirir lo que deseamos. Cuando anhelamos o
necesitamos algo ¿Qué hacemos? ¿Cómo actuamos? La mujer tiene la habilidad
de valerse de muchas “cosas” para obtener lo que desea de su esposo. En
ocasiones, las armas que se utilizan son los atributos físicos, lo bien que ejerce
el rol de madre o ama de casa, la intimidad sexual, alguna dolencia o
enfermedad, el pasado (victima), entre otras cosas que se utilizan para hacer el
mal (obtener nuestros deseos).

Como hijas de Dios debemos cuidar nuestro corazón y filtrar nuestros deseos
por la Palabra de Dios. A diario somos tentadas a desear cosas que muchas
veces no podemos tener. Antes de llevar nuestros deseos a nuestros esposos,
primero debemos orar a Dios para conocer si éstos provienen de Él, y luego
compartirlos con nuestros compañeros de una manera bíblica.

No podemos actuar como Dalila, utilizando diálogos engañosos y manipuladores


para obtener lo que deseamos y aun conociendo que ellos no nos los podrán dar.
Nuestras exigencias pueden provocar que nuestros esposos tengan una “mortal
angustia” como la que experimentó Sansón. En vez de animarlos y ser la mujer
virtuosa de Proverbios 31, en contraste, podemos ser la mujer rencillosa que
nos presenta Proverbios 25:24 “Mejor es vivir en un rincón del terrado
 que
en una casa con mujer rencillosa”.

Tenemos que tener presente que Dios conoce cada uno de nuestros
pensamientos y conoce las intenciones de nuestros corazones. Antes de nosotras
hablar, Él conoce que saldrá de nuestros labios. Una hija de Dios honra a su
esposo, es una ayuda idónea y lo ama siendo honesta y sincera. Siempre
tengamos presente lo siguiente: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa
que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”
Mateo 12:36-37.
7. Rahab y la mentira...
Relato bíblico: Josué 2:1-24

Rahab era una mujer que vivía en Jericó, ciudad cananea, situada a orillas del
Río Jordán. La casa de Rahab estaba ubicada en el mejor de los lugares de Jericó,
sobre la muralla exactamente.

Jericó era parte del reino amorreo, violento, depravado y pagano, el estilo de
vida de sus habitantes era totalmente pecaminoso. Rahab siendo parte de ese
pueblo, no era ajena a dicha cultura, su oficio era la prostitución, aunque algunos
escritores han tratado de suavizar o hasta de insinuar que el verdadero oficio de
ella era ser “posadera” o una “anfitriona”; pues para ellos era impensable que
una mujer de esa clase hubiese sido usada por Dios para proteger a Israel. Sin
embargo, la palabra griega que se usa para describir a Rahab es porne, que
quiere decir “ramera” (Término que viene de la misma raíz para la palabra
pornografía, que tiene similares connotaciones morales).

Al respecto de este afán de algunos por limpiar su pasado, Charles Spurgeon


dijo: “Esta mujer no era ninguna simple anfitriona, sino una ramera legítima.
Estoy persuadido que nada, sino un espíritu de repugnancia por la gracia
liberadora, podría mover alguna vez a cualquier comentarista a negar su
pecado“.

Regresando a la historia, el libro de Josué Capítulo 2 en los versículos 4 y 5


dice: “Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y
dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Y
cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y
no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis”.

Los espías de Israel fueron enviados para adelantar labores de inteligencia en


Jericó, llegando a casa de Rahab; la visita de éstos hombres no pasó inadvertida
por los habitantes, llegando a oídos del Rey, quien inmediatamente ordeno a
Rahab que sacara de allí a aquellos hombres, ella sabía que si no los protegía
serían asesinados por el Rey y sin dudarlo y de manera natural dijo una mentira
a los enviados del Rey, engañándoles y enviándoles por otro camino. Mientras
tanto, los espías se escondían en la casa.

Aquí hay otro punto sobre el cual se ha dicho mucho y es el asunto de la mentira
de Rahab delante de los enviados del Rey, ¿se justificaba la mentira?, ¿era
necesaria?, ¿fue en verdad ésta una mentira o por el contrario fue una treta
militar?, Muchas cosas se podrían decir, pero lo que está claro a la luz de la
Palabra de Dios es que lo que hizo Rahab fue un engaño, una mentira, y por lo
tanto nunca será aprobado por Dios, mucho menos justificado, el fin delante de
Dios no justifica de ninguna manera los medios.
”Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad
son su contentamiento” Proverbios 12: 22. Dios pudo haber protegido a los
espías sin necesidad de esa mentira, como de hecho lo hizo con otros en la Biblia,
de la misma manera que puede hacerlo con cada uno de nosotros. El
Todopoderoso, puede cuidarnos de cualquier peligro sin necesidad de nosotros
caer en el terrible pecado de la mentira.

Dios siempre condenará la mentira y el engaño, dicho en cualquier forma o


circunstancia aunque venga disfrazada de diversas maneras y parezca en
ocasiones sutil e inofensiva. Por ejemplo, miente y engaña el pastor cuando no
está dispuesto a darle a sus ovejas todo el consejo de Dios, miente y engaña el
empleado cuando no hace su trabajo por el que le están pagando con diligencia
y honestidad, miente un padre cuando le exige a sus hijos que cambien una
actitud o comportamiento que ellos siguen practicando; en fin los ejemplos
podrían ser muchos.

Desde el momento de la caída del hombre y hasta nuestros días la raza humana
ha estado luchando con la mentira. Es por eso, que es uno de los pecados más
acostumbrados y difíciles de arrancar del corazón, porque todos de alguna
manera u otra hemos sido levantados en un mundo lleno de mentiras. Algunos
aprendimos a mentir desde niños, la mentira muchas veces fue el “único
recurso” que teníamos a la mano ante una u otra circunstancia.

Vivimos muchas situaciones donde teníamos que mentir por mandato de


nuestros padres o porque era conveniente para nosotros mismos, o porque
haciéndolo hacíamos sentir bien a alguien más. En fin muchos crecimos con la
mentira como pan del día a día, como algo natural, aceptado y acostumbrado,
con lo cual todo el mundo convivía porque “¿quién no ha dicho alguna vez una
o muchas mentiras?”

Sin embargo, cuando llegamos a Cristo, Él nos enseña una manera diferente de
vivir, una manera honesta, honorable, honrosa, una vida de verdad, sin mentiras
ni engaños, por eso el nuevo creyente está obligado a luchar en contra de la
mentira, porque ya no somos más esclavos del pecado, pues Cristo nos ha
liberado.

El cristiano que ha sido lavado con la preciosa sangre de Cristo comienza una
vida de santidad en la cual ya no hay cabida para la mentira y donde la verdad
es la bandera que se alza como una insignia del creyente. ¡La verdad siempre
cueste lo que cueste!, en un mundo donde lo que impera es la mentira, se hace
imprescindible hombres y mujeres valientes que sin importar las consecuencias
hablen siempre la verdad; porque aquel que está viendo y oyendo es Digno de
la verdad, porque Él es la verdad.

El mundo se mueve a través del relativismo, donde no hay absolutos, donde la


verdad es verdad de acuerdo a como se mire o a quien la mire, donde la palabra
ya no tiene valor, donde todo puede ser negociable. Pero Dios el Santo, el
incorrupto, nos ha dejado su Palabra llena de verdades absolutas para que
vivamos de acuerdo a ella, para que se las enseñemos a nuestros hijos, para
que caminemos como es Digno de Él, para que seamos santos como Él es Santo.
El Señor dijo “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan
8:32. Seamos libres en Él quien es la verdad, llenemos nuestra mente de su
Palabra y tendremos siempre como hablar la verdad, porque una mente llena de
Él y su Palabra no tiene espacio libre para la mentira y el pecado.

Podemos entender por qué en esa circunstancia específica Rahab acudió a la


mentira, sabemos de su pasado, era una mujer pagana, sin escrúpulos, cuyo
oficio era más que odiado y rechazado por muchos, que de alguna manera vivía
del engaño y para quien mentir no le era ajeno.

Había escuchado de las grandezas que Dios había hecho con la nación de Israel,
pero no le conocía. Después lo conocerle, cuando seguramente entendió que esa
práctica no le era agradable a Él y la deshecho de su vida. Porque como el
Salmista, ella y todo el que ame a Dios debe decir “El hacer tu voluntad, Dios
mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón“. Salmo 40:8.

Seguiremos explorando y aprendiendo de la vida de Rahab en un próximo


estudio, pues si bien ella no fue un ejemplo de ética y moral, su fe en Dios la
redimió y transformo para siempre… ¡Dios les bendiga!

8. María, la hermana de Moisés


Nombre griego de persona equivalente al hebreo Miriam. Nació cerca del año
527 antes de Cristo en Egipto. Sus padres eran Jocabed y Amran, y era la mayor
de tres hijos. Sus hermanos eran Moisés y Aarón. Sus padres eran hebreos de
la tribu de Leví; más tarde fueron designados como una tribu sacerdotal.

Ellos eran piadosos y creyentes, y son mencionados en los héroes de la fe en


Hebreos 11:23. Sus padres y abuelos nacieron y vivieron como esclavos toda su
vida en Egipto. De la misma manera, la Biblia nos presenta que María nació y
vivió como esclava en Egipto los primeros 80 años de su vida. Podemos
considerar que su vida fue difícil y que enfrentó la esclavitud en una tierra
extranjera.

La Biblia nos presenta la vida de María en distintas etapas de su vida. Siendo


jovencita desempeñó un papel fundamental en el rescate de su hermano Moisés
(Ex. 2:4-8). Al ser mayor que su hermano, su madre le confió observar que
pasaría con el bebé al ser puesto en la canasta en el rio. De su encuentro con
la princesa egipcia en el Nilo, podemos desprender que fue una joven valiente y
astuta. Ella no tuvo temor al hablarle a la princesa: “Entonces su hermana dijo
a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe
este niño? Y la hija de Faraón respondió: Ve.
Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño, a la cual dijo la hija de
Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño
y lo crió” Éxodo 2:7-9. La princesa acepto la propuesta, gracias a las palabras y
valentía de María. A pesar de que María colaboró para salvarle la vida a Moisés
cuando era un infante, siempre se le ve en compañía de Aarón y no de Moisés.
Podemos deducir que la estrechez de la relación entre ambos fue a causa de la
estadía de Moisés en el palacio del faraón. Mientras tanto, María y Aarón vivían
juntos en su hogar sin relacionarse con su hermano Moisés.

Años después, cuando Moisés era adulto fue a la tierra de sus hermanos. Estando
allí presenció injusticias por parte de los egipcios hacia los hebreos. Ante lo
presenciado, intervino y cometió un homicidio. A raíz de su delito, el faraón lo
buscó para matarlo y tuvo que huir a tierra extranjera. La Biblia nos presenta
todo el relato de lo que sucedió desde ese momento, la unión con su hermano
Aarón y todos los sucesos que subsiguen.

Después de cruzar el Mar Rojo, María siendo una mujer adulta, asumió la función
de profetisa y lideró a las mujeres en un canto de victoria impregnado de fe y
gratitud (“Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano,
y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les
respondía:
Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido;
Ha echado
en el mar al caballo y al jinete” Éxodo 15:20-21).

Ellos estaban agradecidos por la libertad dada por Dios. María fue la primera
mujer en recibir el honor de ser llamada profetisa. Ella misma afirmó que el
Señor había hablado por medio de ella (Núm. 12:2). Aparentemente , tuvo un
papel muy importante en estos acontecimientos libertadores, porque el profeta
Miqueas afirma que Dios libertó a Israel por mano de Moisés, Aaron y María (Miq.
6:4).

Es evidente que María era una mujer que le agradaba motivar a otros en
momentos de dificultad, manteniéndolos enfocados en Dios. Por su disposición
a trabajar, ella se convirtió en una de las figuras principales en el rápido
crecimiento de la tribu junto a sus hermanos Moisés y Aarón.

Al ser hermana de Moisés probablemente tenía un estatus distinto al resto de


las mujeres, sin embargo, ella sobresalió por sus talentos. María era una mujer
con una fe fuerte en Dios, la cual animaba a la tribu entera. No obstante, siendo
humana al igual que nosotras, la Palabra nos muestra que también tuvo
momentos de debilidad. Ella conocía que Dios era quien había elegido a Moisés
para liderar el pueblo de Israel y aun así junto a Aarón se opuso a su liderato.

La Biblia nos presenta en el relato bíblico de Números 12:1-15, que ella se unió
a Aarón en un acto de rebelión contra Moisés cuando este se casó con una mujer
etíope. Su actitud demostró una profunda ambición e insubordinación hacia su
hermano Moisés. Por esta razón, Dios le recordó que Moisés había sido
divinamente designado líder. Al igual que la vida de otras mujeres de la Biblia,
María en su naturaleza carnal pecó contra Dios. En ella podemos observar una
vez más la dicotomía de los hijos de Dios. En un momento, la Biblia nos muestra
a una mujer fortalecida en Dios, animando en gratitud al pueblo de Israel y más
adelante, a una mujer enfurecida criticando a un líder divinamente designado
por Dios.

No obstante, a pesar de que era una hija de Dios, sufrió las consecuencias de su
pecado (castigada con lepra). Fue sanada luego de la oración intercesora de
Moisés y un aislamiento de siete días (Núm. 12:15), Murió en Cades (Núm.
20:1). Posteriormente los escritores bíblicos la recordaron como ejemplo para
Israel en ciertos casos de lepra (Deut. 24:9) y como una líder enviada por Dios
(Miq. 6:4).

9. Raquel y Lea, una competencia colosal...


Jacob tuvo que huir de su hermano Esaú, ante la situación familiar que sucedió
en el hogar de Isaac y Rebeca . En su huida tuvo un encuentro con una hermosa
joven llamada Raquel (“Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de
lindo semblante y de hermoso parecer” Génesis 29:17). La relación de amor que
surgió entre ellos, nos enseña algunas lecciones sobre la paciencia y la
perseverancia. No obstante, lo que aparentó ser un comienzo feliz, tuvo un
desenlace mezquino que marcó la vida de ambos.

Jacob, habló con el padre de Raquel para contraer nupcias con ella y ofreció
trabajar 7 años para él. Sin embargo, fue engañado por parte de su suegro
Labán, casándolo con su hija mayor Lea y no con Raquel. La Biblia nos muestra
en Génesis 29:25-26:“Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a
Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué,
pues, me has engañado? Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar,
que se dé la menor antes de la mayor”. De este modo, se preservaba la antigua
tradición del Oriente de que la hija mayor se casaba primero.

El engaño por parte de Labán hacia Jacob, provocó que él tuviera que trabajar
siete años adicionales para poderse casar con Raquel. Toda esta situación
provocó un caos familiar donde se vieron afectadas todas las partes
involucradas. A través del engaño, surgió una relación conflictiva entre las
hermanas. Ellas peleaban constantemente por el amor de Jacob.

La Biblia nos presenta que a pesar de que él se casó primero con Lea, su corazón
estaba con Raquel (“Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a
Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años” Génesis 29:30). Jacob amaba
profundamente a Raquel; la amó "más que a Lea", a quien menospreció (29:30-
31). Podemos apreciar que Lea estaba en un segundo plano ante Jacob, una
posición muy difícil para cualquier mujer.

Ante el desprecio de Jacob, Dios le dio hijos a Lea (“Y vio Jehová que Lea era
menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril” Génesis 29:31). Lea
pensó que el darle hijos a Jacob, iba a provocar que él la amara más. Lea le dio
a Jacob seis hijos (Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón) y una hija (Dina).
Su sierva Zilpa le dio dos hijos (Gad, Aser), que por la ley de aquella época eran
oficialmente de Lea.

Al mismo tiempo, Raquel era estéril y su hermana Lea era una intrusa en su
matrimonio. Ella tenía todos los elementos para estar frustrada y deprimida.
Nada le había salido como ella deseaba. Por todas las situaciones que surgieron,
lo que parecía ser en sus inicios una relación idílica, se convirtió́ en un
matrimonio penoso y conflictivo.

La Palabra nos indica en Génesis 30:1-2: “Viendo Raquel que no daba hijos a
Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me
muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te
impidió el fruto de tu vientre?”. A través de los versículos mencionados vemos
como el corazón de Raquel se contaminó; su belleza fue empañada con envidia
y dramatismo.

Raquel estaba tan abrumada con las situaciones que enfrentaba que actuó
irrazonablemente. No obstante, por mas terrible que parecieran ser sus
circunstancias no justificaban sus acciones pecaminosas. Jacob era el jefe de un
hogar disfuncional donde sus esposas luchaban y competían. Evidentemente él
estaba muy agobiado por toda la situación que enfrentaba en su hogar. La
respuesta que le da a Raquel en Gén. 30:2, muestra el disgusto que sentía ante
todo lo que estaba sucediendo.

Finalmente, “se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” Génesis
30:22. A pesar de que Dios tuvo misericordia de Raquel y tuvo hijos, los
problemas continuaron entre todos ellos.

El relato Bíblico, nos muestra que fueron muchos años de contiendas y


competencias entre Lea y Raquel. Ellas tuvieron una batalla colosal donde
discutían constantemente por los hijos y por el amor de Jacob. Posteriormente,
los hijos de las esposas y concubinas de Jacob también riñeron entre sí. A tal
punto que engañaron a su padre diciéndole que había muerto su hijo favorito
José, siendo toda una vil mentira. El ambiente hostil que permaneció en el hogar
de Jacob dio fruto en el comportamiento de sus hijos.

La historia bíblica de Raquel y Lea nos enseña una gama de lecciones que
podemos aplicar a nuestra vida diaria. Tal vez en nuestra sociedad actual,
nuestros padres no eligen nuestros futuros esposos, no se práctica que las
hermanas mayores deben casarse antes que las menores y la poligamia en
acuerdo no sea algo común.

Sin embargo, hay elementos que sucedieron en la vida de Raquel y Lea que
continúan sucediendo en nuestra sociedad y que aun entre los cristianos se
pueden cometer los mismos errores.
A continuación, algunos de ellos:

 Enfoque hacia la apariencia física: Jacob eligió a Raquel en vez de Lea.


La Biblia nos presenta que “los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel
era de lindo semblante y de hermoso parecer” Génesis 29:17.
Evidentemente Jacob se enfocó en el físico de Rebeca y no indagó en las
virtudes de su carácter.

Cuando vamos a elegir a una pareja, las virtudes, la piedad y el temor a


Dios son más importantes que la apariencia física y lo atractivo que pueda
parecer la persona. Recordemos que será para toda la vida. La belleza
física desaparece, pero la del alma permanece. Muchas personas se
enfocan solo en la apariencia física y se unen a yugos desiguales. "No os
unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo
tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?"
2 Corintios 6:14).

 Influencias culturales: Labán engañó a Jacob por una tradición cultural.


Los creyentes debemos tener cuidado de no ser engañados o engañar por
las corrientes o tradiciones culturales que nos rodean. Sobre todas las
cosas tenemos que obedecer a Dios y sus mandamientos.

 Padres que no practican la piedad: Evidentemente, Labán era un


padre que no tenía temor de Dios. El engaño y las acciones impías de él,
fueron un mal ejemplo para su familia. A diferencia de Labán, un padre
piadoso nunca va a exponer a sus hijos/as a pecar y a engañar a
otros. Las malas influencias de Labán, se observaron posteriormente en
el comportamiento de sus hijas. "Instruye al niño en su camino, Y aun
cuando fuere viejo no se apartará de él" Proverbios 22:6.

 La envidia: La Biblia nos presenta que Raquel sintió envidia de su


hermana Lea. La Palabra nos dice claramente en Èxodo 20:17: "No
codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni
su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu
prójimo". En ocasiones, olvidamos que cada uno tiene según la soberanía
de Dios les permite tener. No podemos envidiar, codiciar o desear lo que
tiene nuestro prójimo. Al leerlo o escucharlo nos parece algo elemental
que prácticamente todos sabemos. Sin embargo, es muy fácil ser
engañados por este tipo de sentimientos pecaminosos.

 Competencia: Raquel y Lea compitieron por el amor de Jacob y por los


hijos que cada una podía tener. De la misma manera, en la actualidad
vemos distintas variaciones de competencia. Cuando los seres humanos
hacen todo tipo de acciones con el fin de ganar algo u obtener un deseo,
sin tomar en consideración el daño que puedan ocasionar a ellos o a otros;
están compitiendo. Vivimos en una sociedad idólatra donde las personas
desean sobresalir sobre las demás, ser reconocidas y vencer ante los que
los rodean. Prácticamente, en todo lugar (desde la iglesia hasta el mundo
secular) vemos cómo las personas compiten negativamente ocasionando
todo tipo de daños. La historia bíblica de Raquel y Lea, nos muestra
claramente cómo lucimos al incursionar en este tipo de pecado.

 Las emociones: A través del relato bíblico apreciamos


como Raquel actuó de manera emocional y dramática. Le dijo a su esposo
que si no le daba hijos moriría, una manera irracional de actuar ante su
situación. En muchas ocasiones, nosotras hacemos lo mismo con Dios y
con las personas que nos rodean. Pensamos que manipulando y actuando
de manera emocional lograremos nuestros deseos. A pesar de que las
emociones en sí mismas no son malas (son un regalo de Dios), podemos
utilizarlas de tal manera que podemos pecar contra Dios.

 Cometer los mismos errores de nuestros familiares: Jacob conocía


del error que había cometido su abuela Sara, al aceptar tener
descendencia de su criada. No obstante, él cometió el mismo error de su
abuelo Abraham; accedió a darle hijos a dos criadas. En ocasiones, somos
testigos y sufrimos las acciones pecaminosas de nuestros padres o
familiares y aun así, cometemos los mismos errores.

 La poligamia es pecado: Como mencionamos anteriormente, tal vez no


es común en nuestros tiempos ver familias polígamas; pero sí es común
ver relaciones adulteras. La Biblia condena el adulterio y los conyugues
deben tener una sola pareja. De las relaciones adulteras nacen hijos que
en muchas ocasiones terminan igual o peor que los hijos de Jacob. "No
cometerás adulterio" Éxodo 20:14.

La historia de Raquel y Lea nos muestra una competencia colosal llena de


envidia y acciones pecaminosas. Lo que al comienzo de la historia lucía
ser una relación preciosa, terminó siendo una terrible familia disfuncional.
El Señor permitió que la vida de Raquel y Lea, estuviera presente en las
Sagradas Escrituras, con el propósito de que sus hijos aprendan de todo
lo que sucedió allí. Meditemos en la Palabra y pidamos a Dios que nos
ayude a comprender la seriedad y las implicaciones de actuar de la
manera que ellos actuaron. Nacemos dentro de una familia, nos
desarrollamos en una y luego tenemos la nuestra. Procuremos tener una
familia que honre a Dios en todo, donde se practique la piedad y sea
exaltado Su nombre siempre…

10. Rebeca y su vida familiar


TEXTO BASE: “Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para
qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová,le respondió Jehová: Dos
naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus
entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor
servirá al menor”. Génesis 25:22-23
Como se nos muestra en el relato bíblico el encuentro entre Isaac y Rebeca, fue
un encuentro que generó un profundo amor, (Génesis 24:67: “Y la trajo Isaac a
la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló
Isaac después de la muerte de su madre”). Cuando Isaac se casó con Rebeca,
éste tenía cuarenta años, si bien no era un anciano, si era un hombre mayor
para no haberse casado antes.

Podemos concluir que él estaba esperando en el Señor el tiempo y la mujer


adecuada, para que las promesas de Dios se cumplieran. Rebeca cumplío con
todas sus expectativas, llenó todos sus requisitos. Especialmente que era una
mujer temerosa y obediente a Dios, quien no dudo en dejar todo lo que siempre
había conocido para hacer la voluntad de Dios. Génesis 24:58 “Y llamaron a
Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré”.

Pasaron los años y el amor de ésta pareja estaba firme y fundamentado en Dios.
Sin embargo, había una circunstancia dolorosa para ellos, Rebeca era estéril.
Isaac quien amaba a su esposa, hizo lo que todo hombre de Dios, sacerdote de
su casa y cabeza de la mujer debe hacer cada día: orar a Dios por las
necesidades de su familia.

En este caso, por la necesidad específica de Rebeca; Génesis 25:21 nos indica:
“Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió
Rebeca su mujer”. Isaac sabía a quién debía acudir y en quién podía confiar para
hacer el milagro de dar vida; en medio de la esterilidad de su mujer.
Seguramente él mismo conocía por la boca de sus padres, su propia historia;
cómo el Dios viviente le había hecho una promesa a sus padres en el ocaso de
sus vidas y como él era el cumplimiento vivo de esa promesa. Así Isaac oró por
su mujer, cómo un esposo amoroso y compasivo, y el Señor escuchó su oración.

En Génesis 25:26 la Palabra nos presenta: “… Y era Isaac de edad de sesenta


años cuando ella los dio a luz”. Dios da y añade, y en vez de un hijo les dio dos
(gemelos). Isaac tenía sesenta años, lo que quiere decir que pasaron veinte años
entre el tiempo de su casamiento y el tiempo en que fueron padres.

Isaac amaba a Rebeca sacrificialmente, como Dios ordena al hombre a amar a


su esposa. Él espero con ella el cumplimiento de las promesas de Dios. Isaac no
la abandonó, deshechó, humilló ni la menosprecio, y sin lugar a dudas esta
actitud compasiva de parte de él, hizo que Rebeca le amara aún más.

Desde el vientre de su madre, los niños manifestaban la clase de conflicto que


iban a vivir en un futuro, tanto que Rebeca deseó morir antes que seguir viviendo
esa lucha. Así quedó manifestado en Génesis 25: 22: “Y los hijos luchaban dentro
de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová”. Rebeca
sabía al igual que su esposo de que Dios era su fortaleza, su consuelo y quien
en su total soberanía y voluntad le había permitido concebir, entonces fue a
consultarle.

En el versículo 23, la Biblia nos expone: “y le respondió Jehová: Dos naciones


hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo
será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor”. Nacieron los
niños y como vimos anteriormente la lucha entre ellos quedó manifestada desde
el mismo momento de su nacimiento (versículos 25 y 26).

Las diferencias entre ellos eran claramente notorias, no solo físicamente sino en
su carácter y sus habilidades. Esaú era rubio y velludo y siendo el primero en
nacer, se le otorgaba el derecho de la primogenitura y todo lo que esto
conllevaba. Jacob por el contrario, fue el segundo en nacer, y lo hizo pegado al
calcañar de su hermano. De allí surge su nombre, cuyo significado entre otros
es “suplantador”. Más adelante, en los versículos 27-28, la Biblia nos dice: “Y
crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob
era varón quieto, que habitaba en tiendas.

Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob”.
Vemos como también en las características de su temperamento, habilidades e
intereses ellos fueron diametralmente opuestos; mientras que Esaú era rudo y
fuerte, Jacob era tranquilo y sosegado. Estas diferencias hicieron que cada uno
de sus padres tomará partido a favor de uno de ellos. Isaac amó a Esaú y Rebeca
a Jacob.

Las preguntas son: ¿Cómo un padre puede amar más a uno de sus hijos que al
otro? ¿Acaso no están los dos hijos en igualdad de condiciones, amor y cariño?
¿No son ambos frutos del amor de sus padres? ¿No son los dos en este caso, el
cumplimiento de la promesa de Dios? Y la respuesta es que no deben, pero hay
casos como el que nos relata la Biblia que no son casos aislados o único. No
obstante, no es lo normal o lo correcto delante de los ojos de Dios.

En condiciones normales los padres deben amar a todos sus hijos de la misma
manera; con la misma intensidad. Se debe proporcionar a todos sus hijos el
mismo ambiente y se debe proveer para todas sus necesidades en igualdad de
condiciones. Los padres no deben bajo ninguna circunstancia mostrar
favoritismo por alguno de ellos, sin depender de sus intereses, preferencias o
afinidades. Todos los hijos deben ser tratados bajo los mismos parámetros de
disciplina y amor.

Detengámonos un momento en la situación de esta familia, por años Isaac y


Rebeca habían estado esperando que el Señor escuchara su oración y les
permitiera tener descendencia. Isaac había escuchado la promesa que Dios le
había hecho a su padre Abraham de que su descendencia sería tan numerosa
como la arena del mar; necesariamente el siendo su hijo, debería participar en
el cumplimiento de ella. Por otra parte, Rebeca anhelaba ser madre como la
mayoría de las mujeres anhelan llegar a serlo algún día. Su oración por fin fue
atendida; cuando Dios en su soberanía lo concedió y tuvieron hijos gemelos.
Pero siendo ellos personas temerosas de Dios, y siendo él un hombre amador
de su esposa y ella una mujer respetuosa de su marido, con todo y eso se
equivocaron como padres.

El hecho de mostrar favoritismo por uno u otro, generó una grave tensión
familiar que creó una rivalidad innecesaria y dolorosa entre los hermanos. Esto
ocasionó un conflicto que desencadenó graves consecuencias para todos.

Lo que los padres deben hacer es guiarse por el consejo de Dios a través de su
palabra. Proverbios 22:6 nos declara: “Instruye al niño en su camino…”,
estudiemos esta frase en su idioma original. La palabra “instruye” en el hebreo,
es la palabra Chanakh que se usa para referirse a: la encía, al paladar, los jinetes
utilizan un puente, cuando hala el freno, este se mete en la boca del caballo
haciendo que este sienta dolor en el paladar y obedezca la orden del jinete y
vaya en la dirección que este le da.

Cuando la biblia dice en Proverbio 22:6, “instruye al niño”, nos está diciendo
dale dirección a tu hijo, marca su rumbo, edúcalo, entrénalo, prepáralo para la
vida. Esta tarea debe ser exclusivamente de los padres, no la podemos delegar
a nadie, es nuestra responsabilidad.

Pero sigamos en el versículo, La palabra “niño” en el hebreo se refiere a una


persona desde la infancia hasta aproximadamente los 17-18 años de edad;
educar desde que nacen hasta que están en la adolescencia, es decir hasta que
tenemos control de ellos, mientras están en la casa. Los muchachos reflejan la
educación de la casa, cómo los padres son.

Por ejemplo, materialistas, inmorales, superficiales, orgullosos, así serán


muchas veces nuestros hijos. El carácter es transferido y manifestado en los
hijos la mayor parte del tiempo, de acuerdo a lo que recibieron de sus padres.
Siguiendo con el texto, la palabra “en” significa “de acuerdo a” y la palabra
“camino” significa “característica”. Es decir, ésta frase literalmente significa dale
dirección al niño de acuerdo a su carácter (el del niño); no a nuestro carácter, a
nuestra idea, a nuestro forma o plan.

No podemos forzar al niño a ser cómo nosotros somos, sino de acuerdo al camino
que Dios tiene para ese niño. Nuestra responsabilidad es descubrir ese camino
y conocer el carácter individual para poder moldearlos en su educación. Como
padres no podemos tratar a cada uno de nuestros hijos de la misma manera, ni
educarlos de la misma forma, pero si debemos amarlos y considerarlos con el
mismo amor.
Lo que tenemos que hacer es pedirle a Dios la sabiduría suya para educarlos,
respetando sus particularidades, y adaptar los mismos principios bíblicos a cada
niño de acuerdo a su temperamento. Padre pida sabiduría y se le dará (“Y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada” Santiago 1:5).

Muchos de los conflictos entre los hermanos son generados por ignorancia del
principio mencionado. Los padres intentan que todos sus hijos sean iguales, los
comparan unos con otros, menosprecian a uno y exaltan al otro, consienten al
menor o a la niña, o prefieren al niño porque es el varón.

En fin pueden ser tantas las consideraciones que una madre o un padre pueden
tener para hacer de un hijo su preferido, pero cualquiera que sea la razón, ésta
no tiene ninguna justificación.

La diferencia y la inclinación que Isaac tenía hacia Esaú y de la misma manera


la inclinación que Rebeca tenía hacia Jacob, fue provocada porque cada uno de
ellos tenía ciertas características con las cuales el uno o el otro sentían más
afinidad. Al final Rebeca, ideó un plan para lograr que su hijo “predilecto y
protegido”, lograra la bendición que por ley natural le correspondía a su hijo
mayor Esaú.

Isaac conocía el plan de Dios, pero a pesar de ese conocimiento y siguiendo la


tradición, él iba a darle a Esaú su bendición porque esté era su hijo preferido.
Por su parte, Rebeca también tenía la revelación de Dios de que el menor
serviría al mayor, y tal vez pensó que de alguna manera ella tenía que “ayudar
a Dios”. Con astucia y perspicacia, (características de la mujer que mal
aprovechadas pueden generar graves problemas), pensó en todo lo necesario
para llevar a cabo su idea y lograr su cometido.

Como vemos en Génesis 27:1-17, en el versículo 1: “Aconteció que cuando Isaac


envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista…”, Rebeca se
aprovechó descarada y tristemente de la situación de su esposo y de su
incapacidad para ver correctamente. Este hecho en sí mismo es muy bajo, sacar
ventaja a favor de su hijo preferido a expensas de su marido casi ciego; esta
acción, habla muy mal de ella.

Rebeca usufructo la autoridad de su esposo como cabeza del hogar y quizo tomar
la autoridad y el destino de su familia. Cada vez que una mujer intenta esto,
siempre acarreara las consecuencias. Estas consecuencias, no solamente le
afectarán a ella sino a toda su familia; porque el orden y el diseño original de
Dios no puede ser alterado sin funestas consecuencias. Aunque Rebeca logró su
cometido, lo que precedió fue realmente doloroso. Esto provocó la separación
de su familia: discordia y el odio entre sus hijos y el destierro de éstos, y el dolor
y la soledad de ellos como padres, dolor mucho dolor.
Ella debió haber hablado con su esposo, dejarle saber sus inquietudes y
sentimientos y someterse a la voluntad de su esposo; quien correcta o
incorrectamente era el único que tenía el derecho dado por Dios para hacerlo.
En los versículos 41-45 leemos: “Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con
que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto
de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.

Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó
a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca
de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate
y huye a casa de Labán mi hermano en Harán, y mora con él algunos días, hasta
que el enojo de tu hermano se mitigue; hasta que se aplaque la ira de tu
hermano contra ti, y olvide lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré
de allá. ¿Por qué seré privada de vosotros ambos en un día?”.

Pasaron muchos años y con ellos muchos acontecimientos antes de que estos
dos hermanos se encontraran de nuevo, cara a cara. Se perdieron muchos
momentos juntos, que hubiesen podido vivir felices y en hermandad.

Cada uno hizo su vida lejos del otro, nunca pudieron compartir sus tristezas y
alegrías. Nunca más pudieron disfrutar de una cena en familia, hablando hasta
tarde y confiándose sus más íntimas cosas, fueron tantos abrazos sin recibir,
tantos besos que se quedaron sin dar, tantos sentimientos amarrados en el
corazón…. Padre y madre sean sabios, amen a sus hijos y fomenten el amor
fraternal entre ellos.

No promueva y sea el causante de conflictos y odios entre ellos. Antes bien,


cuando un conflicto surja sea el mediador; llévelos a que resuelvan con prontitud
y diligencia sus diferencias. Enséñeles que por encima de todo, amen a Dios y
se amen el uno al otro como es agradable a Dios. Instrúyales en el temor de
Dios. Recuerde que las actitudes buenas y malas, que ellos observan en nosotros
las imitaran. Ellos aprenderán los comportamientos correctos cómo los
incorrectos, sean sabios. ¡Dios les bendiga!

11. Rebeca, mientras somos solteras...


Génesis 24:15 – 27:46

El relato bíblico de Rebeca nos muestra diferentes etapas que una mujer puede
vivir y como se desenvuelve en cada una de ellas. Ella fue un personaje bíblico
complejo; donde se aprecia a una mujer servicial pero por otra parte
maquinadora. A continuación veremos quien era ella… Rebeca era la hija de
Betuel, esposa de Isaac (Gén. 24:67), madre de Jacob y Esaú (Gén. 25:25-26).
Se le presenta como una hermosa virgen servicial y hospitalaria con los
extranjeros. En obediencia a la voluntad de Dios, dejó su casa para convertirse
en esposa de Isaac. Se convirtió en el consuelo de Isaac después de la muerte
de Sara.

Al igual que su suegra Sara, tuvo dificultad para quedar embarazada. El Señor
le concedió la petición de tener hijos y le regaló gemelos; Jacob y Esaú. Luego
de tener a sus niños, Rebeca mostró favoritismo hacia Jacob. La Biblia nos
muestra como ella tramó un plan en el cual engaño a su esposo Isaac con el fin
de favorecer a Jacob. De cada una de las etapas de Rebeca, podemos desprender
aspectos positivos y negativos que pueden ser de gran enseñanza en nuestras
vidas.

Soltería de Rebeca: Relato bíblico en Génesis 24:1-67

Abraham decidió buscarle una esposa a su hijo Isaac y quería que fuese de la
tierra donde él había vivido originalmente, no de los pueblos paganos de Canaán.
Ante esto, él envió un criado de confianza para encontrar la esposa a Isaac.
Cuando el criado llegó a la ciudad de Nacor, fue junto a un pozo de agua, en la
hora en la que salían las doncellas por agua. Estando en el pozo, el criado le oró
a Dios que tuviese misericordia de Abraham y le dijo:

“Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego,


para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a
tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac;
y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi
señor” Génesis 24:14.

Luego…

“Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rebeca, que


había nacido a Betuel, hijo de Milca mujer de Nacor hermano de
Abraham, la cual salía con su cántaro sobre su hombro. Y la doncella era
de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido; la
cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía. Entonces el
criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de
agua de tu cántaro.

Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre
su mano, y le dio a beber. Y cuando acabó de darle de beber, dijo:
También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber. Y
se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para
sacar agua, y sacó para todos sus camellos. Y el hombre estaba
maravillado de ella, callando, para saber si Jehová había prosperado su
viaje, o no” Génesis 24:15-21.
Podemos apreciar en Génesis 24:21, cómo Rebeca fue observada por el siervo
de Abraham. Rebeca, mostró cualidades que causaron admiración en el siervo.
Ella actuó de manera natural, hizo lo que tenía que hacer y lo hizo bien. El relato
bíblico nos muestra a una doncella hospitalaria, respetuosa y abnegada. Sin
embargo, ella desconocía que éste hombre iba a ser el medio que Dios iba a
utilizar para proveerle un marido (Isaac). Su buen testimonio fue de bendición
a su vida.

La Biblia nos presenta que después del criado interactuar con Rebeca, él le
explicó a la familia de ella el propósito de su viaje y manifestó su deseo de
llevarla a ser la esposa de Isaac. Rebeca y su familia accedieron a la petición y
ella emprendió un largo viajo con el criado de Abraham. Al llegar a la región
donde estaba Isaac, ella tomó un velo y se cubrió la cara.

El cubrirse con el velo era un signo de castidad, modestia y sumisión. Luego de


que el mayordomo le contara a Isaac todos los detalles del viaje, Isaac llevó a
Rebeca a la tienda de campaña de su madre Sara, y se casó con ella. Así fue
como Rebeca llegó a ser su esposa, y él la amó mucho.

A través de este capítulo de la Biblia podemos valorar grandes virtudes de


Rebeca. Ella sirvió a una persona que desconocía (criado) y lo hizo con esmero
y dedicación. En adicción, tuvo la valentía de dar agua a los 10 camellos del
extranjero. En ciertas circunstancias, los camellos pueden ir hasta 50 días sin
agua, sin embargo, cuando tienen la sensación de su privación se vuelven
animales peligrosos.

Cuando los camellos perciben que hay agua, luchan y se pisotean unos a otros
para llegar al agua. Esto nos demuestra, que Rebeca fue una mujer valiente y
esforzada, dar agua a 10 camellos sedientos no es una tarea fácil. La
generosidad de Rebeca en aquel pozo de agua dio comienzo a una nueva etapa
de su vida. Aquel acto de bondad, provocó que el siervo le diera obsequios a ella
y a su familia, y sobre todo un compañero.

Por sus virtudes, fue elegida para ser la esposa del hijo de la promesa de
Abraham y Sara. Rebeca nos demostró que estuvo dispuesta a dejar todo lo que
conocía para hacer la voluntad de Dios. Su acto es un ejemplo de lo que la
Palabra nos indica en Génesis 2:24: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Ella dejó a su padre y
madre y fue junto a su futuro esposo Isaac.

Podemos aprender mucho de esta etapa de la vida de Rebeca. Si somos solteras,


enfoquémonos en buscar a Dios y su justicia. Esto implica hacer la voluntad de
Él primero y todo lo que a Él le agrada. Sirvamos a nuestro prójimo con amor y
esmero. Tengamos presente que siempre somos observadas. Tal vez ella jamás
pensó que el criado iba a ser el medio que Dios iba a utilizar para proveerle un
marido, de la misma manera podría suceder con nosotras. Mientras tanto
guardemos nuestro testimonio como un tesoro.

El día que Dios provea un hombre como lo hizo con Rebeca, tengamos presente
que tenemos que dejar a nuestra familia y tal vez otras comodidades para
unirnos a nuestro esposo. ¡Aprendamos de Rebeca!

12. La esposa de Lot: Una mirada atrás...


Relato Bíblico: Génesis 11 al 19

“Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de


sal” Génesis 19:26.

La Biblia no nos expone el nombre de la esposa de Lot. Sabemos muy poco


acerca de ella, sin embargo, a través del relato bíblico podemos desprender
elementos fundamentales de su vida. Su esposo era Lot, hijo de Harán y sobrino
de Abraham (Gén. 11:27).

La Biblia no nos dice si ella creía en Dios, pero si tenía que haber escuchado de
Él, ya que se había casado con un hombre que lo conocía. Lot, cuyo padre murió
en Ur, viajó con su abuelo Harán (Gén. 11:31). Este tuvo intenciones de
dirigirse a Canaán pero se quedó en Harán. Cuando Abraham partió de ese
lugar para ir a Canaán, Lot y su familia lo acompañaron (Gén. 12:5).

Después de atravesar Canaán y entrar en Egipto, Abraham y Lot finalmente se


establecieron entre Bet-el y Hai. Ambos tenían una gran cantidad de ganado y
rebaños, a tal punto que la tierra no era suficiente para albergar a los dos (Gén.
13:2-6). Ante tales circunstancias, Abraham sugirió que se separaran,
permitiéndole a Lot que escogiera la tierra.

Ante la generosidad de Abraham, él eligió el valle del Jordán, donde estaba la


ciudad de Sodoma (Gén. 13:8-12). El valle del Jordán, era bien provisto de agua
y era considerado como un terreno fértil (Gén. 13:10). No obstante, la Palabra
nos menciona en Génesis 13:13, “Mas los hombres de Sodoma eran malos y
pecadores contra Jehová en gran manera”.

A primera vista, la ciudad de Sodoma era un lugar muy atractivo por las
provisiones que ofrecía. Era un lugar muy tentador para pastores de rebaños
como Lot y para reyes de otras naciones. Podemos apreciar lo antagónico de la
ciudad de Sodoma: era un terreno fértil y provisto de agua, pero a su vez los
habitantes de ese lugar eran malos y pecaban contra Dios en gran manera. La
Palabra de Dios nos declara en Proverbios 16:25: “Hay camino que parece
derecho al hombre,
Pero su fin es camino de muerte”.
Ante los ojos de Lot, Sodoma parecía ser un camino derecho (bueno) pero era
un lugar de muerte, gobernado por las tinieblas. No obstante, Lot decidió ir a
ese lugar junto a su familia. Luego de que él se estableciera allí junto a los suyos,
la Biblia nos presenta que fueron víctimas de la maldad de esa ciudad. Ellos
fueron saqueados y perdieron todas sus provisiones.

Cuando Abraham escuchó lo que le había sucedido a su sobrino, reunió un


ejercito y lo rescató (Gén.14:13-16). Ante la acción de Abraham, Lot recuperó
todos sus bienes (Gén. 14:16). Por lo expuesto en la Biblia, podemos desprender
que la esposa de Lot, era una mujer pudiente.

La ciudad de Sodoma se había convertido en un centro urbano perverso. Era un


pozo de corrupción, depravación sexual e impiedad. Ante la iniquidad de Sodoma
y Gomorra, Dios le dijo a Abraham las intenciones de destruirla. La perversión
era tal que la Palabra de Dios nos indica: “…el pecado de ellos se ha agravado
en extremo “Génesis 18:20. Ante lo escuchado, Abraham intercedió a favor de
su sobrino Lot (Génesis 18:23-33).

La Biblia nos presenta que Dios envió a dos ángeles a Sodoma. Cuando éstos
llegaron, Lot los recibió con hospitalidad. La Biblia no nos menciona la acción de
su esposa ante los visitantes. Sin embargo, nos describe todas las atenciones
por parte de Lot. La perversidad de ese lugar era tan grande que cuando los
hombres de la ciudad se enteraron que dos extraños estaban alojados en el
hogar de Lot, una multitud de hombres violentos fueron a la casa de él. El
propósito de ellos era buscar a los visitantes para tener relaciones sexuales con
ellos (Gén. 19:5). Lot protegió a sus huéspedes de los sodomitas y les ofreció a
sus hijas a cambio.

En aquel entonces, las obligaciones del anfitrión hacia sus invitados


reemplazaban cualquier otra consideración. Cabe señalar, que a pesar de que
eso era una costumbre de aquel tiempo, no significa que el ofrecer a sus hijas
estaba correcto ante los ojos de Dios. Los hombres de la ciudad rechazaron el
ofrecimiento de Lot e intentaron sin éxito tomar a los dos extraños.

Los ángeles intervinieron a favor de Lot, hiriendo a los hombres perversos con
una ceguera. Probablemente todo este enfrentamiento, provocó la ruina del
estatus social que tenían en esa sociedad. A fin de ayudar a Lot, los ángeles
revelaron el deseo de Dios de destruir a Sodoma, y lo instaron para que huyera
junto a su familia a los montes para protegerse.

Les advirtieron que no mirarán hacia Sodoma. Cuando salieron, Jehová hizo
llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. No obstante, cuando escapaban
la esposa de Lot miró hacia atrás (“Entonces la mujer de Lot miró atrás, a
espaldas de él, y se volvió estatua de sal” Gén. 19:26).
Lo que ocurrió en la ciudad de Sodoma fue tan transcendental que Jesús nos
indica en Lucas 17:28-33: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían,
bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió
de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día
en que el Hijo del Hombre se manifieste.

En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a


tomarlos; y el que, en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la
mujer de Lot.

Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la


salvará”. El juicio de Dios vino de manera repentina y destruyó todo en medio
de las actividades cotidianas. Las personas estaban tan ocupadas en sus cosas,
que no estaban preparadas en lo más mínimos para la llegada inminente del
juicio. No obstante, la esposa de Lot tuvo la oportunidad de salvarse, pero a
causa de su desobediencia, fue destruida en el umbral de su liberación.

La mujer de Lot, desobedeció la advertencia de los ángeles y enfrentó al


instante la consecuencia de su acto. Desconocemos las razones exactas de su
desobediencia. Sin embargo, sabemos que su rebelión reveló la situación real
de su corazón. Pudieron ser muchas las razones por las cuales ella miró atrás…
Tal vez se sentía triste por dejar la ciudad, había aprendido a aceptar o incluso
a tolerar la maldad de ese lugar.

En fin, no sabemos por qué lo hizo pero sobre todas las razones ¡Desobedeció a
Dios! En ocasiones, podemos pensar que un “pequeño” acto, no nos traerá
consecuencias. No obstante, el relato bíblico nos demuestra que una sola mirada
(acto de desobediencia) puede quitarnos la vida. Guardemos nuestro corazón
del pecado (“Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana
la vida” Proverbios 4:23) y vivamos vidas santas, sin miradas atrás.

13. SARA: La estéril que dio a luz


Estudio 3: La esperanza puesta en la promesa

Texto Bíblico: Génesis 11:30 “Mas Saraí era estéril, y no tenía hijo”.

El primer aspecto que resalta la escritura sobre Sara fue su estado de esterilidad,
como vimos en el versículo anterior. Por ello en este estudio vamos a entrar en
detalle en esa circunstancia de la vida de Sara, circunstancia que vivió por casi
toda su vida y por la cual se desarrollaron muchas otras. Pero si estudiamos la
Biblia encontramos que el caso de la esterilidad de Sara no fue un caso aislado
ni único, tal como lo es en nuestros días.
A continuación veremos algunas otras mujeres de la Biblia que estuvieron en
esta misma condición.

· Rebeca: “Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó
Jehová; y concibió Rebeca su mujer. …Cuando se cumplieron sus días para dar
a luz, he aquí había gemelos en su vientre. …Y era Isaac de edad de sesenta
años cuando ella los dio a luz”, Gen. 25:21, 24, 26.

· Raquel: “Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero
Raquel era estéril”, Gen. 29:31. “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le
concedió hijos. Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: "Dios ha quitado mi afrenta’;
y llamó su nombre José, diciendo: "Añádame Jehová otro hijo" Gen. 30:22-24.

· La esposa de Manoa: “Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el


cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril y nunca había tenido hijos. A esta
mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: ‘He aquí que tú eres estéril, y nunca
has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo”, Jue. 13:2-3. “Y la mujer
dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció y Jehová lo
bendijo” Jue. 13:24.

· Ana la esposa de Elcana: “Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era


Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía” 1 Samuel
1:2. “ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo
voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu
sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu
sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no
pasará navaja sobre su cabeza”. 1 Samuel 1:10-11. … y Jehová se acordó de
ella. Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio
a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a
Jehová" 1 Samuel 1: 19-20.

· Elisabeth esposa de Zacarías: “Hubo en los días de Herodes, rey de


Judea, un sacerdote llamado Zacarías, …. y se llamaba Elisabet. Ambos eran
justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y
ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos
eran ya de edad avanzada”, Luc. 1:5-7. “Después de aquellos días concibió su
mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: "Así ha hecho
conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres
” Luc. 1:24-25.

Así pues vemos como a través del relato bíblico encontramos la esterilidad
siendo parte de la vida de muchas mujeres.
Conozcamos un poco más sobre este tema, según el Wikipedia

“La esterilidad es una cualidad atribuible a aquellos organismos biológicos que


no se pueden reproducir, bien sea debido al mal funcionamiento de sus órganos
sexuales o a que sus gametos son defectuosos. Las causas de la esterilidad son
diversas y varían en función del sexo.

Estas causas se deben en un 65% de los casos a causas femeninas, otro 25%
de las veces a causas masculinas, un 10% de las veces a causas que no son ni
masculinas ni femeninas sino que son combinadas .Por último, existe un 15%
de casos en los cuales aparece una esterilidad y no se descubre una causa
etiológica y es lo que llamamos Esterilidad sin Causa Aparente, conocida por la
sigla ESCA. Sin embargo, algo que ocurre frecuentemente es que exista más de
una causa que desemboca en la esterilidad y se suman más de una causa
femenina asociada a una masculina.

No debemos pasar por alto la edad como causa de infertilidad. Es más causada
en mujeres que en hombres, debido a que durante la vida de una mujer, el
número de óvulos está determinado desde el nacimiento, perdiéndose un
número considerable hasta la llegada de la pubertad. En cambio, durante la vida
de un hombre, los espermatozoides están en continua formación. Por todo ello,
está estandarizado que la vida fértil de una mujer disminuya a partir de los 35
años, llegando a un pico importante a la edad de 40 años. Para los hombres, se
ha visto que la edad también les influye, pero en menor medida y los estudios
al respecto tampoco reflejan nada claro.

Debido a este problema de la edad, cada vez son más frecuentes las visitas a
técnicas de reproducción asistida, FIV y similares en parejas con síntomas de
infertilidad. En nuestros tiempos, debido a factores socioeconómicos, la gente
cada vez se estabiliza más tarde y tienen hijos a edades más avanzadas. En
cuanto al hombre, una de las causas frecuentes es de origen genético, otras
causas pueden ser la producción de una cantidad de semen por debajo de lo
necesario para fecundar el óvulo, la movilidad defectuosa de los
espermatozoides aunque su número sea adecuado, la obstrucción de los
conductos por los que transitan, la disfunción eréctil, secuelas de enfermedades
como las parotiditis, o fiebre urliana, varicocele, radiaciones nocivas (ionizantes
y no ionizantes), el cafeísmo y el alcoholismo”.

Según estudios la infertilidad afecta a más de 80 millones de personas alrededor


del mundo, 1 de cada 10 parejas experimentan algún tipo de infertilidad y/o
esterilidad (ausencia de embarazo en 12 meses de relaciones sexuales no
protegidas).
Pero indaguemos un poco más sobre la esterilidad de Sara, la esposa de
Abraham. La Biblia no menciona nada sobre las causas de su esterilidad,
solamente sabemos que ella sufría mucho, de la misma manera que muchas
mujeres que atraviesan por lo mismo. En el corazón de la mayoría de las mujeres
está el deseo ferviente de ser madres y Sara no era la excepción.

Ella había anhelado eso toda su vida, y cuando supo por boca de su esposo que
Dios le había prometido hacerle padre de una gran nación, su corazón no pudo
estar más complacido, aunque en ese momento ella era ya de edad avanzada y
desde su perspectiva humana su condición de esterilidad era una gran amenaza.

Sin embargo, en Génesis 15:7-21, El Señor repitió y amplió su promesa a


Abraham, ratificando formalmente el pacto. Un pacto que Dios estaba haciendo
con esta familia de manera unilateral y soberana. Por momentos, Sara
seguramente perdía las esperanzas, ya habían pasado 10 años desde que
salieron de Ur de los caldeos, ella ahora tenía 75 años, era posmenopáusica y
aún la promesa no se hacía realidad. Pero Dios estaba esperando su tiempo y
su voluntad, su plan era que Sara tuviera su hijo en la vejez, cuando ya toda
posibilidad natural se hubiera agotado y con ella la esperanza, para que Su Gloria
fuese manifestada de manera grandiosa.

En uno de esos momentos de desesperanza de Sara, y considerando sus


circunstancia naturales, ella ideó un plan que estaba totalmente fuera de la
voluntad y el propósito de Dios. Se le ocurrió ¨darle una mano a Dios¨ y
emprender por ella misma, el cumplimiento de la promesa de Dios para
Abraham.

Tomo a su criada Agar y la dio a su esposo para que de ella surgiera la


descendencia de Abraham, "si iba a tener hijos y ella no podría dárselos de
alguna manera tendría que tenerlos". La Biblia nos relata todo lo que paso con
esta torpe y pecaminosa iniciativa de la que no solo ella fue participe sino su
propio esposo. Cada participante en esta historia acarreo sus propias
consecuencias, consecuencias tan funestas que llegan hasta nuestros días.

Sin tratar de justificar a Sara, lo que ella tenía hasta ahora era una promesa,
que había oído de parte de su esposo, pues directamente a ella no le ha sido
manifestado nada aún. Su frustración y dolor seguían latentes en su corazón,
pasaban los años y con ellos quizás tal vez su esperanza.

Ismael hijo de Agar y Abraham, tenía ya trece años, Sara era una anciana de
ochenta y nueve años y su esposo Abraham estaba a punto de cumplir los cien
años. A esa edad toda esperanza natural de concebir a un hijo estaba
completamente desechada y anulada, aun en nuestros días cuando la tecnología
y la ciencia médica se han desarrollado en gran manera permitiéndole a la pareja
estéril acudir a una gran variedad de métodos, concebir un hijo a esa edad es
imposible. Para Sara habían pasado veinticuatro años desde que llegaron a
Canaán, obedeciendo al llamado de Dios y por lo tanto los mismo años desde
que Dios hizo su pacto. Ella había abrigado esa esperanza por tanto tiempo, y
su fe en aquel Dios que le había prometido, seguía estando allí en su alma.
Quizás para muchas mujeres en la actualidad considerar guardar esa esperanza
por tanto tiempo, simplemente no fuera posible, pero es allí donde vemos lo
especial del carácter de Sara. La Biblia nos relata en Hebreos 11:11: “Por la fe
también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz
aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había
prometido”.

En Génesis 18:9-15 vemos como una vez más el Señor confirma la promesa a
Abraham, esta vez Sara está escuchando todo, su corazón tendría que haber
saltado de gozo, la felicidad le debió haber inundado todo su ser, tanto que la
Biblia dice que ella se rió, pero esa risa pudo haber sido del mismo gozo y
asombro más que de duda. Génesis 21: 1-2 nos declara: “Visitó Jehová a Sara,
como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió
y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho”. De
esta manera maravillosa vemos como el Dios de pactos, de promesas, el creador
y gestor de la vida, cumplió su promesa. Sara dio a luz a Isaac y Abraham se
convirtió en el padre de una gran nación.

La vida de Sara y su fe puesta en el Dios Fiel y Verdadero, son ejemplo y


consuelo para muchas mujeres y hombres, que están pasando por una
circunstancia similar. Lidiar con la presión que este mundo impone, con el deseo
natural de ser padre, y tratar con ese conflicto entre la fe, la esperanza y la
razón es a veces tan difícil de sobrellevar que se convierten en una pesada carga.
Pero Dios nos anima a seguir adelante poniendo la vista solo en Él, esperando y
confiando en su soberana, pero siempre buena, agradable y perfecta
voluntad. Tal vez en Su voluntad está el hacerte madre o padre, pero quizás
para ello debas esperar como Sara por un largo, largo tiempo o quizás no tanto;
pero también hay que considerar la posibilidad de que tal vez en la voluntad de
Dios está que nunca llegues a serlo.

Pero si eres hijo(a) de Dios, debes aprender a descansar en su voluntad. Dirás


que suena fácil decirlo, pero sabemos que no lo es, pero quienes somos para
saber qué es lo mejor para nosotros, si solo Él es el dueño de la vida. Su palabra
dice en Filipenses 4:6: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”, y
en Proverbios 3:5-6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu
propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus
veredas”.

En los ejemplos que mencionamos al inicio de este estudio, vimos como a todas
esas parejas Dios les concedió su petición de ser padres, realizando verdaderos
milagros, puedes esperar tu milagro, pero si no llega, pídele a Dios que te de la
sabiduría para reconocer cuando el definitivamente te está diciendo que No.

Que no se afane tu corazón, descansa en el Amado Señor, toma consejo de Él,


antes de iniciar un camino confiando en tu propia sabiduría, y no permitas que
ninguna raíz de amargura invada tu corazón. “Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” Romanos 8:28.

Aprendiendo del carácter sumiso de Sara...


Texto Bíblico: 1 Pedro 3:6 “como Sara obedecía a Abraham, llamándole
señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer
ninguna amenaza”.

El diseño original de Dios fue que Adán fuera creado primero, luego en Génesis
2:18 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda
idónea para él”. De modo que creo a Eva para que ayudara a Adán en el gobierno
de un mundo perfecto, no contaminado. Asombrado Adán cuando se encontró
con su esposa Eva, declaró en el vr.23 “Esto es ahora hueso de mis huesos y
carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.
En ese mismo momento Adán supo que esa mujer era su compañera perfecta,
no vio nada en su carácter que pudiera ser deficiente, porque tanto este como
su actitud eran puros. Ambos estaban en un estado puro, sin contaminación,
perfectos.

Como vemos en el relato bíblico Adán fue creado primero y por lo tanto a él se
le dio el liderazgo sobre la mujer y la creación. Esto lo podemos constatar en el
hecho de que fue Adán quien puso el nombre a Eva, y ese era un privilegio que
en el Antiguo Testamento era otorgado a los que tenían autoridad. Pero aún así,
su relación original era tan pura y perfecta, que su liderazgo sobre Eva era una
manifestación de su profundo amor hacia ella. El uno vivía para el otro en
cumplimiento perfecto del propósito para el que fueron creados y bajo la perfecta
provisión y cuidado de Dios. Eva no fue diseñada para que fuera superior a Adán,
pero tampoco para que fuera una esclava, su relación era perfecta, el hombre
como cabeza dispuesto a proveer para la mujer, y ella deseosa de someterse a
él.

Pero todo este panorama perfecto y maravilloso cambio, a causa del pecado y
por supuesto la maldición que este trae. El hombre y la mujer pecaron,
desobedeciendo a Dios Génesis 3:1-7 nos describe toda la situación. Eva se
apartó de la protección y liderazgo de Adán y sucumbió a la tentación presentada
por la serpiente, Adán por su lado se dejó persuadir por su mujer y sucumbió a
la usurpación de su liderazgo por parte de Eva. Ambos fueron culpables, y ambos
junto con la serpiente acarrearían las funestas consecuencias de su
desobediencia. Desde ese momento el diseño original de Dios para la relación
matrimonial nunca ha sido lo mismo.

Dijo Dios a la mujer en Génesis 3:16 “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran


manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo
será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (gobernará sobre ti) “. Con la
caída y su maldición vino la distorsión de la sumisión correcta de la mujer y de
la adecuada autoridad del hombre. Ahí es donde comienza la batalla de los
sexos, donde nacieron los movimientos liberacionistas de la mujer. Solo una
manifestación de gracia en Cristo a través de la plenitud del Espíritu Santo puede
restaurar el orden creado y la armonía de la correcta sumisión en una relación.

La humanidad está en lucha constante entre el poder del hombre y la mujer, los
feministas defienden la igualdad de género y las mujeres tristemente han hecho
eco de sus satánicas teorías, dejando sus hogares y su responsabilidad delante
de Dios, han caído presas de la seducción del poder de ser igual al hombre, pero
como vimos antes, el pensamiento de Dios, el creador de la vida y el diseñador
del hombre y la mujer, fue completamente distinto. Así pues que la autoridad y
sumisión son elementos característicos tanto de la creación como del Creador.

La biblia dice en 1 Corintios 11:3 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza
de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”.

El Señor Jesucristo se sometió a la voluntad de Dios su Padre y a través de esa


sujeción se llevó a cabo la redención de la humanidad, de no hacerlo, el mundo
seguiría perdido y sin esperanza. Si los seres humanos desconocen está verdad
y no se someten voluntariamente a Jesús, como Señor y Salvador, están
despreciando la gracia y la provisión de Dios para sus vidas. Porque Cristo es la
cabeza de todo hombre y sin sujeción a esa cabeza, el hombre está destinado a
la subordinación de su vida al poder de Satanás.

En Efesios 5:21-24 la Biblia dice “someteos unos a otros en el temor de Dios.


Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el
marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es
su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así
también las casadas lo estén a sus maridos en todo”.

En el versículo 21 la instrucción es general “someteos unos a otros”. El vocablo


“someteos” es la traducción del término griego hypotásso. Originalmente dicho
vocablo era una expresión militar que quiere decir “colocar” o “poner en orden”.
Expresa el ceder los derechos a otra persona. La Biblia nos refiere varias
maneras en las que debemos sujetarnos, como por ejemplo a las autoridades, a
los pastores, a toda persona que esté en posición de autoridad sobre nosotros.
Pero el interés particular que nos trae aquí es el la sumisión que la Palabra de
Dios manda a la mujer respecto de su marido.
Hemos visto pues que el varón debe sujetarse a Cristo quien es la cabeza, a su
vez la mujer debe sujetarse al hombre a quien en el diseño perfecto de Dios le
fue dada la autoridad sobre la mujer, y en el hogar. En el estudio de este tema,
hemos encontrado a través de la historia que no solamente en el mundo sino
que también en la misma iglesia la gente ha distorsionado, atacado y mal
interpretado este tema, porque se han dejado influir por las corrientes feministas
y machistas que no se quieren ajustar a los mandamientos de Dios, y se han
hecho su propia interpretación de lo que dice la Escritura, acomodando la palabra
de Dios a su vida, sus caprichos, su pecado.

Pero regresando al asunto de “estar sujeto”, recordemos que eso significa “ceder
o renunciar a sus derechos”, sin perder su esencia o valor. Pero esta acción debe
ser voluntaria, para la esposa cristiana el someterse a su esposo, declara que
ella quiere hacer la voluntad de Dios, por encima de la suya propia. Por su lado
el esposo no debe trata a su esposa como una esclava, o como alguien inferior,
porque delante de Dios, ambos tienen el mismo valor, pero con roles y diseños
completamente diferentes. Cuando una esposa se somete voluntariamente a la
autoridad y liderazgo de su esposo; en última instancia lo que está haciendo es
sometiéndose al Señor.

“Una esposa que response voluntaria y amorosamente a la sumisión, honra a


Dios, a su esposo, a su familia, a su iglesia y así misma. Además se convierte
en un hermoso testimonio del Señor delante de un mundo vigilante”. Pastor John
MacArthur

Cuando la esposa no se somete o lo hace de manera incorrecta, lo que está


demostrando es una deficiencia en su relación espiritual, porque su voluntad y
su pensamiento están siendo puestos por encima de la palabra de Dios y su
voluntad.

Pero si analizamos el versículo de1 Pedro 3:6 “como Sara obedecía a Abraham,
llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien,
sin temer ninguna amenaza”. Podemos ver como para esta preciosa mujer, este
aspecto estaba totalmente claro y no representaba ningún tipo de conflicto en
su pensamiento.

Durante todo el relato bíblico sobre la vida de Sara, vemos como ella siempre
obedeció, siguió, y apoyo a Abraham su esposo, reconoció lo que Dios le había
dado a él y a ella; siempre supo cuál era su papel dentro de su matrimonio.
Nunca trató de imponer su voluntad, antes bien ella siempre se negó a sí misma,
renunció a todos su derechos y fue tras su marido, donde el fuera ella iría, sin
importar cuán lejos deberían llegar o cuanto trabajo esto requeriría.
Ese aspecto del carácter de Sara, es digno de imitar y no debe ser ningún
problema para toda mujer que ha sido regenerada, que ha sufrido un cambio en
su corazón, un cambio de mentalidad, que no lucha en contra de la voluntad de
Dios, antes bien ha hecho de la palabra de Dios su guía y su camino. Porque una
mujer que ha sido lavado por la sangre de Cristo, es ahora una nueva criatura y
ha vuelto por la gracia de Dios a su estado original, es decir al diseño original de
Dios para ella. Ahora para esa mujer que ha nacido de nuevo, el hacer la
voluntad de Dios, es su mayor delicia, y su mayor anhelo. El agradar al Dios que
le ha salvado y quiere producir su carácter en ella, es su prioridad.

La mujer de Dios se sujeta a su esposo, sin importar cuanto eso le cueste, cuanto
debe luchar con todo lo que ha aprendido durante toda su vida, cuanto tiene que
dejar, porque sabe que las bendiciones que el hacer la voluntad de Dios en su
vida, la vida de esposo, de su familia, de la iglesia y de su comunidad no son
comparables con nada. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La esposa
cristiana debe estar siendo transformada a la imagen de Jesucristo y no
acomodarse a las normas o moda de este mundo, y para ello necesita estar
bajo el dominio del Espíritu Santo y eso solamente puede ser posible si está
llena de la Palabra de Dios como dice Colosenses 3:16 “La palabra de Cristo
more en abundancia en vosotros….”.

¡Seamos hijas espirituales de Sara, siguiendo su ejemplo de sumisión, respeto


y devoción hacia Abraham, su esposo!

Referencia: MacArthur, J. (1994). Distintos por Diseño. Editorial Portavoz

Sara: Esperando contra toda esperanza


TEXTO: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para
concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel
quien lo había prometido”. Hebreos 11:11

Sara dentro del relato Bíblico es mostrada como la esposa sumisa, modelo
perfecto de gracia piadosa y de mansedumbre; no obstante es también mostrada
como una mujer impaciente, temperamental, maquinadora, celosa, entre otros
aspectos negativos de su carácter. Pero nos detendremos a estudiar su vida
porque sin lugar a dudas ella fue una mujer de fe, que en medio de su
desesperanza creyó a Dios y a sus promesas.

Trasfondo histórico:

Texto Bíblico: Génesis 11:27-31 “Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres;


el nombre de la mujer de Abram era Saraí, y el nombre de la mujer de Nacor,
Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca. Más Saraí era estéril, y no tenía
hijo. Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a
Saraí su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos,
para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí”.

Ur de los Caldeos era un Centro pagano en el sur de Mesopotamia, rico, populoso


y sofisticado. Su era de mayor prosperidad material e intelectual fue en tiempos
de Abraham. El gobierno de esa ciudad era una teocracia supersticiosa que
supuestamente rendía culto al dios babilónico de la luna.

Allí se edificó un gran “zigurat” (tipo de templo construido con el propósito de


acercar el templo al cielo y se le consideraba a ese lugar la morada de los dioses).
Ese país era un centro de idolatría constante y de ofensa a Dios; ese fue el lugar
de donde salió Abraham con su esposa Saraí para ir a Canaán; obedeciendo a
Dios como nos describe la palabra en Hechos 7:2-4 “Y él dijo: Varones hermanos
y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando
en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu
parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré.

Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su


padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora”. Porque
en medio de tanta idolatría Abraham y su esposa Sara eran unos adoradores de
Jehová, tal vez su conocimiento acerca del Dios verdadero le había traspasado
a Abraham por sus antepasados.

Mostrando de esa manera como el lugar y sus costumbres no siempre tienen


que ser una influencia para nosotros los cristianos, y que podemos mantenernos
fieles a Dios y a su palabra, sin adquirir sus costumbres o participar de sus
pecados. Dios siempre ha apartado un grupo de creyentes llamado “remanente
fiel”, para que le adoren y sean fieles aún en medio de las peores circunstancias.
Su palabra dice en Juan 17:15-16: “No ruego que los quites del mundo, sino que
los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”.

Su nombre: Saraí o Sara – En este momento, su nombre todavía es Saraí, el


Señor se lo cambiaría más adelante (Génesis 17:15). En este caso, el cambio de
nombre es sutil, pero significativo. Saraí significa “mi princesa”, en un ámbito
más familiar y Sara significa “princesa”, pasando a un plano más general
“princesa de muchos”.

Sara era media hermana de Abraham, su marido. En Génesis 20:12 Abraham


describe para el Rey Abimalec su relación con esposa. Tare era el padre de
ambos. Sara era diez años más joven que Abraham y no se conocen los nombres
de sus madres. Esa clase de relación marital entre medios hermanos no se
consideraba de ninguna manera incesto. Puesto que Adán y Eva eran los únicos
seres humanos a quienes Dios originalmente creó, fue absolutamente necesario
que al comienzo algunos de sus descendientes se casaran con sus propios
hermanos. Pero eso cambio mucho tiempo después en época de Moisés, cuando
la Escritura prohibiera los matrimonios consanguíneos por causa de la
acumulación de mutaciones genéticas en los genes humanos.

Pero la Biblia, no nos habla nada sobre sus primeros años de matrimonio. Todo
lo que sabemos sobre esa época de sus vidas es la dura verdad que azotaba la
vida de Sara constantemente: “Mas Saraí era estéril, y no tenía hijos” (Génesis
11:30). ¡Esa sola declaración resume todo lo que la Escritura tiene que decir
acerca de los primeros sesenta y cinco años de la vida de Sara! No es para
sorprenderse que ocasionalmente presentara destellos de frustración y
resentimiento.

Muchas mujeres que como Sara pasaron o están pasando por esa misma
circunstancia en sus vidas, se enfrentan en una lucha constante entre su fe, su
esperanza, su paz y esos momentos de impotencia, dolor, desesperanza,
amargura y rechazo. La mujer que está pasando por un tiempo temporal o
permanente de esterilidad, tiene que estar firme en Dios, con su mirada y su fe
sólida en Jesús, porque de no ser así sola nunca podrá vencer ese estigma que
se le pone a la mujer que no puede procrear y cargará una vida llena de dolor y
amargura, que le afectará no solo a ella sino todo el ambiente y las personas
que la rodean. Dice la palabra: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar
la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella
muchos sean contaminados” Hebreos 12:15.

Dios había elegido a Abraham para que fuera el padre de una gran nación que
sería su testigo en el mundo. Israel, una nación comprometida totalmente con
Dios. De su linaje de levantaría un Libertador, el Mesías. ¨Y en Él, todas las
naciones del mundo serían benditas¨. (Génesis 18:18). Pero para que Abraham
pudiera ser padre, necesitaría a Sara porque claramente siendo ella su esposa,
tendría un papel fundamental en la historia toda vez que si el llegará a ser el
patriarca de una gran nación, ella sería la madre de dicha descendencia.

Sara era consciente de la promesa del Señor para su esposo Abraham y teniendo
en cuenta su circunstancia de esterilidad, y de su ya avanzada edad (65 años),
indudablemente que anhelaba ver cumplida esa maravillosa y esperanzadora
promesa.

Vemos a Sara acompañando a su esposo, siguiéndole con paciencia, obediencia,


amor y sujeción. Ella emprendió un viaje junto a su marido, sin importar que
esta vida de errantes y nómadas durará toda su vida. Adaptándose a las nuevas
circunstancias, dejando su ciudad natal y la comodidad que esto representara,
siguió a su esposo e hizo lo que este le dijo porque ella sabía cuál era el papel
que Dios le había asignado a él, ir delante de ella, para guiarle, instruirle,
proveerle, protegerla y amarle. Sara es un perfecto ejemplo de sumisión y
respeto a su esposo. Efesios 5:33 “…. y la mujer respete a su marido”. Partieron
esperando ella en su corazón que Dios cumpliera su promesa de hacerla madre.

Trae su pan de lejos...


“Es como nave de mercader,
trae su pan de lejos”. Proverbios 31:14

¡Como una nave de mercader! La mujer virtuosa de Proverbios, a parte de todas


las tareas domésticas que realizaba (buscar lana y lino, tejer, etcétera); también
iba a buscar el alimento muy lejos como una mercader. Esta mujer era como un
comerciante que iba en su barco a buscar mercancía valiosa.

Los mercaderes de la antigüedad hacían largos viajes a ciudades lejanas para


intercambiar, vender o comprar productos. Esta gran mujer era vigorosa y
emprendedora, no se complacía en buscar cualquier alimento para su familia.

Si lo lejano era mejor que lo cercano, ella se complacía en ir a buscarlo sin


importar la distancia y el agotamiento que podía conllevar.

Una vez más podemos apreciar que ésta mujer, era muy trabajadora y no se
vencía fácilmente. La prioridad primordial en su vida era el bienestar de su
familia, ella hacía todo lo que estaba a su alcance y se esforzaba para hacer más
de lo que es común hacer.

El estudio de Proverbios 31:14, nos invita a reflexionar y a analizar, que tan


dispuestas estamos a hacer más de lo que está a nuestro alcance para el
bienestar de nuestra familia. ¿Estamos dispuestas a vencer nuestros deseos
personales e ir "lejos" por ellos? En ocasiones, no damos la milla extra porque
estamos sirviéndonos a nosotras mismas.

En vez de ir a buscar “lejos” lo que es conveniente para nuestro esposo e hijos,


preferimos buscar lo mejor para nosotras y evitar el cansancio.

Tal vez, nosotras no tenemos que ir lejos a buscar el alimento como lo hacía
ella. No obstante, nosotras tenemos el alimento cerca y no nos esforzamos para
que nuestra familia esté bien alimentada. Aún teniéndolo cerca, no nos
esmeramos a escoger lo que es mejor para ellos, preferimos comprar comida
rápida o de poca calidad para que esté lista con rapidez y tener más tiempo para
nosotras.

Nuestra prioridad fundamental, debe ser agradar a Dios sobre todas las cosas.
La familia es muy importante para Dios, porque El la creó. Si nosotras no nos
esmeramos y esforzamos para que nuestro esposo e hijos estén bien, estamos
desobedeciendo a Dios.

Las invito a orar y a meditar en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos va a


iluminar y nos va a mostrar que tan lejos estamos yendo para el bienestar de
lo que el El nos regaló; nuestro esposo e hijos.
Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos...
“Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos” (Proverbios
31:13); “Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca” (Proverbios
31:19). “No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su
familia está vestida de ropas dobles”; “Ella se hace tapices;
De lino fino
y púrpura es su vestido” (Proverbios 31:21-22). “Hace telas, y vende,

Y da cintas al mercader” (Proverbios 31:24).

Las mujeres judías fabricaban sus propias telas. Para la confección de las
mismas, utilizaban lana obtenida de los rebaños de ovejas y el lino. El lino es
una planta herbácea de flores azules, de cuyo tallo, recto y hueco, se saca una
fibra que sirve para hacer tejidos. Las mujeres de la antigüedad, eran expertas
en tejer. La mayoría del pueblo común palestino usaba telares muy primitivos,
y el proceso de tejido era lento y tedioso. Los tejidos se utilizaban para la
confección de la vestimenta.

La mujer virtuosa de Proverbios 31, buscaba la lana y el lino y lo trabajaba con


sus manos. Ella podía esperar que se la llevaran, sin embargo, ella por su
voluntad los buscaba. Ella era trabajadora y eficiente, no era perezosa. Esta
mujer, sabía que era muy importante realizar está tarea para que su familia
tuviera la vestimenta necesaria. La Palabra nos expone que “No tiene temor de
la nieve por su familia,
porque toda su familia está vestida de ropas
dobles”(Proverbios 31:21).

Ellos tenían la ropa necesaria y apropiada, gracias al esfuerzo de su madre. La


virtud y el esfuerzo de esta gran mujer era tan grande, que no tan sólo tejía
para su familia, sino que también hacía adornos (tapices) y telas para la venta.
Ella generaba ingresos con la labor de sus manos y aportaba ingresos para su
hogar . Lo mencionado anteriormente, lo podemos apreciar en Proverbios
31:22: “Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido” y en
Proverbios 31:24: “Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader”.

Al leer todo lo que hacía la mujer virtuosa de Proverbios, nos quedamos


maravillados y automáticamente nos preguntarnos: ¿Cómo lo hacía?. En la
época de la mujer virtuosa, elaborar vestimenta era un proceso arduo, a
diferencia de nuestra sociedad moderna.

En la actualidad, es poco común que una mujer tenga que ir a buscar lana y lino
para elaborar el tejido y luego confeccionar su vestimenta. Nosotras solo
tendríamos que ir a la tienda y comprarla. No obstante, a pesar de que hoy en
día podemos obtener las cosas con mayor facilidad, la holgazanería y la pereza
impiden que seamos igual a la mujer virtuosa.

La mujer que busca agradar a Dios, no espera a que otros hagan lo que ella
puede hacer, ella procura esforzarse y hacerlo. Ella tiene la voluntad y el ánimo
para trabajar y su prioridad son su esposo y sus hijos. Ella está pendiente de las
necesidades de ellos y las provee. A parte de eso, confecciona tapices
(decoraciones) y telas para la venta. También podemos apreciar como aporta
ingresos a su hogar, ayudando a su esposo. Nosotras podemos aprender mucho
de ella; de su voluntad, esfuerzo y dedicación para hacer las cosas, el cuidado
para su familia y hogar, entre tantas otras cosas buenas que ella tenía. Debemos
preguntarnos sí nosotras tenemos la voluntad y la dedicación, que la Palabra de
Dios nos exhorta a tener a través de ésta gran mujer. Seamos obedientes a
nuestro Creador, y esforcémonos para que nuestro hogar luzca como el de una
hija de Dios.

El corazón de su marido está confiado


“El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias. Le
da ella bien y no mal 
todos los días de su vida”. Proverbios 31:11-12

En una ocasión, Martín Lutero dijo: “El don más grande de Dios es una esposa
amable y piadosa, que teme a Dios, ama su hogar y con quien uno puede vivir
con toda confianza”. Las palabras de Martín Lutero, fueron muy sabias y estaban
ancladas en el relato bíblico de Proverbios 31 del 10 al 31.

En el Antiguo Testamento, la palabra "marido”, también se utiliza para el


término esposo, señor o dueño. En 1 de Pedro 3:6, podemos apreciar cómo Sara
le llama señor a su esposo, “Como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor;
de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna
amenaza”.

La Palabra nos expone en Proverbios 31:11, que el marido de la mujer virtuosa


está confiado en ella y no carecerá de ganancias. La palabra confianza significa
que él tiene esperanza y seguridad firme en ella. Cuando el esposo tiene plena
confianza en su esposa hay una relación de paz y seguridad. El está seguro y
confiado de que su esposa proveerá lo que él y su familia necesitan y no
escasearan sus beneficios (“no carecerá de ganancias”).

Ella no es egoísta y ama a su esposo como a sí misma (“…Amarás a tu prójimo


como a ti mismo”; Mateo 19:19). Esta mujer es buena administradora de los
recursos que Dios le dio (tiempo, dinero, talentos etc.). Ella es una mujer
luchadora y hacendosa. Su dedicación y la obra de sus manos son ganancia para
su esposo y su familia.

A través de los versículos estudiados, podemos desprender que nosotras


tenemos que ser mujeres esforzadas que procuran el bienestar de nuestros
esposos. Ellos deben confiar plenamente en nosotras. La confianza plena se
construye mediante la piedad y el buen comportamiento en nuestras vidas. Las
buenas obras vendrán como consecuencia de nuestro amor y devoción a Dios.
Cuando amamos a Dios, cumplimos y obedecemos los estatus establecidos en
su Palabra.
14. Dios tuvo misericordia de Eva
Referencia Bíblica: Génesis, capítulo tres y cuatro

Eva, la madre de todos los vivientes (Génesis 3:20), fue una mujer
extraordinaria a pesar de los errores que cometió. Eva pecó gravemente hacia
Dios y provocó un cambio radical en toda la descendencia humana.

En los pasados estudios, pudimos ver toda la gama de consecuencias a causa de


su pecado. No obstante, Dios tuvo misericordia de ella y de su compañero Adán.
Las consecuencias de sus actos pudieron ser peores, pero en cambio el Señor
en su infinito amor los guardó y les proveyó.

A continuación, les presento la gracia que tuvo el Señor para con ella:

*No fue condenada definitivamente como la serpiente, "Y Jehová Dios dijo a la
serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre
todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos
los días de tu vida" (Génesis 3:14).

*Eva pudo haber quedado sola, sin embargo, Dios permitió que permaneciera
con Adán. El tuvo cuidado de ella y la sostuvo.

*Dios les proveyó vestimenta y no los dejó con ropas de hojas de higuera,
"Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron
delantales" (Génesis 3:7). El Señor sabía que el remedio que ellos habían
construido para cubrirse no los iba a proteger. Dios conoce nuestras necesidades
y en su amor provee de ellas, "Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas
de pieles, y los vistió" (Génesis 3:21).

*Su esposo Adán, la llamó la madre de todos los vivientes, "Y llamó Adán el
nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes"
(Génesis 3:20).

*El Señor le regaló la bendición de ser madre a pesar de que sería una
experiencia dolorosa. La Palabra nos indica en Génesis 4:1 "Conoció Adán a su
mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he
adquirido varón". Los hijos son una bendición de Dios "He aquí, herencia de
Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre" (Salmo 127:3).

*A pesar de que, a causa del pecado, Eva tuvo que experimentar el asesinato
de uno de sus hijos por parte de su otro hijo, Dios tuvo misericordia de ella y le
regaló a Set. "Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y
llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar
de Abel, a quien mató Caín" (Génesis 4:25). La Escritura nos indica que Set dio
origen a una línea de personas piadosas: "Y a Set también le nació un hijo, y
llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre
de Jehová" (Génesis 4:26).
*A través de su descendencia, Dios nos proporcionó un Salvador, nuestro Señor
Jesucristo. La Palabra nos expone en Gálatas 4:4: "Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley".

Podemos apreciar que a pesar de la desobediencia de Eva, Dios tuvo misericordia


y compasión. Ella tuvo que pagar la consecuencia de su pecado duramente, pero
sabía que Dios la amaba y que tenía compasión de ella. El Señor le suplió, la
amó, le dio esposo e hijos.

Al igual que Eva, nosotras pecamos contra nuestro Creador. Somos necias,
insensatas, nos dejamos engañar por las mentiras de Satanás y somos
desobedientes a los estatutos de Dios. Si auscultamos nuestra vida en detalle y
somos sinceras con nosotras mismas, vamos a encontrar que hemos pecado
grandemente pero aun así la misericordia de Dios siempre ha sido más grande.

Por nuestra maldad y pecado nos merecemos la muerte, "Porque


la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). No obstante, el Señor en su misericordia
y amor nos envió a su hijo Jesús para el perdón de nuestros pecados "Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan 3:16.

Seamos mujeres obedientes a la Palabra de Dios, con corazones llenos de piedad


y gratitud. Cada vez que tengamos la tentación de quejarnos, recordemos que
todo puede ser peor. Él nos ha dado más de lo que nos merecemos, nos suple,
nos ama y nos perdona ("Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" 1 Juan
1:9). Tengamos presente en todo momento que todo lo que tenemos es por
gracia y misericordia de Dios, "Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones,
a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos"
(Colosenses 3:15). ¡Aprendamos de Eva!

Conozcamos a Eva: Nuestras influencias


Tema: Nuestras influencias

"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los
ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió;
y dio también a su marido, el cual comió, así como ella". Génesis 3:6

En el relato bíblico de Génesis 3, podemos ver cómo Eva comió del fruto y luego
le dio a su marido. Eva pecó contra Dios y luego influenció a Adán para hacer lo
mismo. Al igual que Eva, nosotras influenciamos a nuestro prójimo para hacer
el bien o para hacer el mal. En nuestro diario vivir, nos relacionamos con
personas (familia, amigas, hermanos de la iglesia, compañeros de trabajo, entre
otros), en nuestras relaciones podemos ser mujeres de bendición o mujeres de
maldición. Tomando el contexto bíblico de Génesis 3, ¿Cómo influenciamos a
nuestros esposos? Somos esposas sabias y virtuosas o somos la mujer necia que
nos describe la Palabra de Dios en Proverbios 14.1: "La mujer sabia edifica su
casa; Mas la necia con sus manos la derriba".

La Biblia nos declara en 1 Corintios 11:13: "Pero quiero que sepáis que Cristo
es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza
de Cristo", nuestros esposos son la cabeza de nuestros hogares porque así lo
quiso Dios. Podemos influenciar en nuestros maridos en todas las áreas de sus
vidas. Nosotras somos la ayuda idónea del varón: "Y dijo Jehová Dios: No es
bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18);
nuestra influencia debe ser para que ellos obedezcan a Cristo en todo.

Nuestro deber es exhortarles y recordarles la Palabra de Dios en todo momento.


No podemos influenciarlos a hacer el mal para que ellos pequen. La mujer en su
naturaleza carnal puede usar palabras, manipulaciones entre otras prácticas
para ocasionar pecado en sus esposos. A continuación, algunos ejemplos
comunes de cómo las mujeres influencian negativamente a los varones:

*En lo espiritual: La mujer no tiene una relación con Dios genuina (No ora ni
escudriña la Palabra de Dios) y por consiguiente es un árbol de frutos malos. Sus
consejos, exhortaciones y acciones van a estar alineados a las
corrientes de este mundo y no a la Palabra de Dios. El varón necesita que
su ayuda idónea sea una mujer piadosa llena de la Palabra. Al tener la sabiduría
Bíblica, sus consejos y exhortaciones van a ser de acuerdo a los preceptos
Bíblicos.

*En su rol como cabeza del hogar: El hombre es la cabeza del hogar por orden
divino (1 Corintios 11:13). Sin embargo, nosotras queremos suplantar lo que
Dios estableció queriendo tomar la posición que a él le corresponde. La mujer
utiliza distintos medios (manipulaciones, etc.) para influenciar en él y ocupar el
rol de cabeza del hogar.

También puede influenciar mediante la crítica y degradación de su


funcionamiento en el ámbito familiar. Ante el desánimo y la presión que puede
llegar a sentir por parte de su esposa, el varón puede ceder y desobedecer a
Dios. La actitud correcta de una mujer sabia, sería ayudarlo con la Palabra de
Dios para que él cumpla con los mandatos bíblicos que Dios le ha dado al varón.

*En la paz del hogar: Nosotras tenemos que tener un espíritu afable y
apacible. Debemos ser entes de paz y armonía. La Palabra nos expone en
1 de Pedro 3:1-5 "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros
maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin
palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y
respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos
de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible
ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de
Dios". A pesar de que la Palabra de Dios es clara, en ocasiones, no somos
castas, respetuosas y no tenemos un espíritu afable y apacible. Nuestros
esposos llegan del trabajo cansados y exhaustos y nosotras actuamos como
fieras salvajes.

Estamos de mal humor, enojadas y con una actitud necia. La Palabra nos expone
en Proverbios 19:13: "Dolor es para su padre el hijo necio, Y gotera continua las
contiendas de la mujer". Una mujer disputadora es literalmente como una
gotera; de algo pequeño puede hacer una contienda grande y contenciosa. Aquí
se mencionan dos formas de abatir a un hombre: un hijo necio y una esposa
irritante.

Por otra parte, Proverbios 21:9, nos declara: "Mejor es vivir en un rincón del
terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa". Meditemos en la magnitud
de lo que puede provocar nuestro carácter rencilloso, "Mejor es vivir en un rincón
del terrado…" . Cuando la mujer actúa neciamente, altera la paz del hogar e
influye negativamente a su esposo y a todo el entorno del hogar.

*En lo económico: Aprendimos anteriormente que a través de nuestros ojos


codiciamos. Por los deseos de la carne, podemos desear cosas materiales que
económicamente no podemos tener. No obstante, manipulamos a nuestros
esposos para obtenerlas sin importar el precio y las consecuencias que
se puedan desatar al adquirirlas.

La Palabra nos indica en 1 de Timoteo 6:8-10: "Así que, teniendo sustento y


abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen
en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor
al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores". Nosotras no podemos influenciar a nuestros
esposos para satisfacer nuestros deseos llenos de codicia. Luego tendremos que
enfrentar la consecuencia de nuestro pecado.

Anteriormente, mencionamos las influencias negativas más comunes de las


mujeres hacia los varones. Sin embargo, las féminas pueden influenciar
negativamente de muchas maneras. Si somos hijas de Dios no deberíamos tener
estás prácticas que son sinónimo de pecado. Al actuar de esa manera, estamos
transgrediendo los mandatos establecidos por Dios en su Palabra. Toda mujer
tiene el llamado a ser santa como Cristo.

Tenemos que ser mujeres sabias, edificadoras de hogares que honren a Dios y
a su Palabra. Nosotras en nuestras propias fuerzas jamás podremos cumplir con
los estatutos de nuestro Señor. Solo mediante una relación genuina con Dios,
vamos a poder llegar a la meta. La Palabra nos expone en el Salmo 18:31-32:
"Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto mi camino". Solo El nos
dará las fuerzas y la capacidad para lograrlo. Seamos mujeres virtuosas que
influencian para bien en donde quiera que estén. ¡Dios las bendiga!

Conozcamos a Eva: La codicia


Tema: La codicia

"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella" Génesis 3:6.

El relato bíblico de Génesis 3, nos demuestra que la primera persona en codiciar


"algo" fue Eva. En el hebreo la palabra "codiciar" también se puede traducir
como "desear". Luego de Eva escuchar las palabras engañosas de la
serpiente, vio que el árbol era bueno, agradable y codiciable. Ella decidió que
Satanás le estaba diciendo la verdad y procedió a poner en acción sus
pensamientos. Podemos apreciar que antes de comer del fruto, hubo una serie
elementos. No fue una acción automática de escuchar y comer si no que primero
lo miró, pensó que era bueno y luego lo consumió.

Los argumentos seductores de la serpiente le hicieron creer que su acción era


correcta. Ya conocemos las consecuencias desastrosas que provocó la mirada y
codicia de ese fruto. La codicia es un pecado tan grande, que el Señor lo incluyó
en los diez mandamientos dados a Moisés en el monte Sinaí. La Palabra nos
expone: "No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu
prójimo" Éxodo 20:17.

Podemos apreciar que la codicia es desear o querer tener todo aquello que le
pertenece a otro/a. Pablo afirma que ese mandamiento revela lo grave del
carácter pecaminoso de los seres humanos (Romanos 7:7-13). Esta Ley al igual
que las demás pone al descubierto la condición de pecado de los seres humanos.

La codicia que experimentó Eva, es la misma del presente. Hoy en día, las
mujeres estamos constantemente atacadas por mentiras de Satanás al igual que
Eva. A través de los medios de comunicación, recibimos mensajes engañosos
que producen codicia.

Entre los mensajes más comunes se encuentra el de hacernos creer que para
ser felices o completas, "necesitamos" o "tenemos" que comprar determinadas
cosas, pertenecer a determinado nivel socioeconómico o tener una profesión de
"alto" prestigio.

Tanto en nuestros hogares como fuera de él, estamos recibiendo mensajes que
están muy lejos de la Palabra de Dios. Cuando encendemos la televisión,
constantemente tienen anuncios que te dicen como debes vivir y que debes
tener. Te muestran una vida irreal expuesta como si fuera real. Vamos al
supermercado y tienen una sección completa de revistas que te dicen cómo ser
más bella si compras determinado producto, donde debes ir para ser feliz, pasos
para obtener la felicidad entre otros mensajes.

Encendemos la computadora y una vez más recibimos mensajes engañosos; en


el mundo virtual vemos todo tipo de propaganda comercial, escritos y anuncios
de toda clase. ¡Y cómo olvidar Facebook! Nuestros ojos ven los estatus de
felicidad de todos y la vida "perfecta" que tienen. Vemos las pertenencias
(vestido, casas, autos etc.) de las hermanas, el trato de su esposo y su vida en
general.

Al igual que Eva, vemos, luego pensamos que es agradable y codiciamos. En


nuestra naturaleza pecaminosa, nos dejamos engañar y le fallamos a
Dios. Luego de codiciar, accionamos y hacemos todo tipo de perversión para
obtener lo que queremos. En ocasiones, hacemos mal uso de los recursos que
Dios nos ha dado (dinero), por nuestro deseo de obtener lo que hemos visto. La
codicia es tan grande que nos endeudamos, comprometemos el dinero de cosas
que sí son importantes como el alimento, las necesidades de nuestros hijos o las
de un hermano en la fe. La codicia produce avaricia, envidia, competencia entre
tantos otros frutos que no provienen de Dios.

Tenemos que estar alertas como soldados de guerra para detectar los mensajes
engañosos y vencerlos con la Palabra de Dios. Solo mediante la regeneración
a través del Espíritu Santo, podemos tener vidas piadosas que agraden a Dios.
En Romanos 8:2-5, la Biblia nos declara: "Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque
los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu".

Llenemos nuestra vida con las cosas del Espíritu para poder vencer y no andar
como carnales. Teniendo siempre presente las palabras de Santiago 1:12:
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido
la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le
aman". Hermana, te exhorto a no errar ni a desviarte de la Palabra de Dios.
Cuidemos nuestra vista para no codiciar y fallarle a nuestro Padre celestial.

Conozcamos a Eva: Las palabras


Tema: Las palabras

Referencia bíblica: Génesis 3:1-24


La Biblia nos expone que Eva entró en un diálogo con la serpiente y luego de
escuchar palabras engañosas codició el árbol. El pecado original comenzó con
palabras. Es de conocimiento que las mujeres tendemos a hablar más que los
hombres. Nos gusta tener diálogos extensos con nuestras hermanas, amigas,
vecinas, etcétera. Como siervas de Dios, debemos procurar que en nuestros
diálogos no pequemos contra Dios. Nuestras palabras pueden traer bendición o
consecuencias de dolor y sufrimiento a nuestras vidas y a las de los demás.

A través de las Escrituras, podemos encontrar muchos versículos que nos


describen la gravedad de la mala utilización de las palabras en nuestros
diálogos.

A continuación, algunos versículos que abordan el tema de la lengua: “Así


también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He
aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego,
un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y
contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es
inflamada por el infierno.

Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del


mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre
puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, lleno de
veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, que están hechos a la semejanza de Dios” Santiago 3:5-9. En los
versículos mencionados del libro de Santiago, vemos varias analogías que nos
muestran cómo la lengua , a pesar de ser un miembro pequeño en comparación
a otros miembros del cuerpo, tiene el poder para controlar a toda la persona e
influenciar en todos los aspectos de la vida. Puede traer consecuencias tan
terribles como la de un fuego y provocar destrucción.

Al igual que Eva, muchas veces tenemos diálogos de varios minutos o tal vez de
varias horas con consecuencias nefastas. En el discurso de las palabras,
comenzamos un pequeño fuego que acrecienta hasta convertirse en un gran
fuego difícil de apagar.

Eva, jamás pensó que su conversación iba a desatar la destrucción del mundo
entero, afectándola a ella y a toda su descendencia. Muchas veces, iniciamos
conversaciones que nunca debimos comenzar al igual que Eva. En el dialogo,
prestamos nuestros oídos o utilizamos nuestra lengua para decir o escuchar
palabras engañosas, chismes, críticas, bromas de mal gusto, imprudencias entre
todo aquello que proviene del mal.

Por las palabras se desarrollan las relaciones, muchas de ellas para bien y otras
para mal (relaciones adulteras, malas amistades entre otras). La Palabra nos
indica en Mateo 12:36-37: "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que
hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus
palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. La Palabra
claramente nos declara que el mal uso de las palabras es una infracción contra
Dios y que cada persona tendrá que dar cuenta de cada palabra que salió de su
boca. Nuestras palabras revelan el estado de nuestro corazón, “El hombre
bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del
corazón habla la boca” Lucas 6:45. Nosotras mismas nos ponemos al descubierto
con nuestras palabras.

En nuestras propias fuerzas no podemos tener control de nuestra lengua, solo a


través de Jesús podemos tener control de ella. Cuando nacemos de nuevo,
obtenemos una nueva naturaleza y una nueva identidad en Jesucristo, “ Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” Ezequiel 36:26.

Tenemos que tener vidas santas, en una búsqueda constante del Señor,
glorificándole en todo. Por medio de una relación con Dios, podremos detectar
las palabras engañosas que provienen de Satanás y evitaremos la destrucción
que provoca el “fuego” de nuestra lengua.

Eva sufrió grandemente a causa de su dialogó con la serpiente y tuvo


consecuencias terribles. Nosotras tenemos la oportunidad de aprender de su
experiencia para no caer en la misma tentación. A pesar de nuestros pecados y
nuestras faltas a Dios con nuestra palabra, Él siempre está esperándonos para
perdonarnos. Te exhorto a ir al Padre a pedir perdón si le has fallado con tus
palabras. Cada segundo de nuestras vidas es una oportunidad para comenzar
de nuevo…

Conozcamos a Eva
Referencia Bíblica: Génesis, capítulo dos al cuatro.

Su nombre se cita solo cuatro veces en toda la Escritura: dos veces en el Antiguo
testamento (Génesis 3:20; 4:1) y dos veces en el Nuevo Testamento (2 Corintios
11:3; 1 Timoteo 2:13). Sin embargo, podemos aprender mucho de Eva, la
madre de todos los vivientes “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por
cuanto ella era madre de todos los vivientes” Génesis 3:20.

Antes de la caída:

Eva fue creada de la costilla de Adán, él fue creado del polvo de la tierra. Ella
fue un regalo especial para Adán (Génesis 2:2-25). La Biblia no nos expone que
Adán le pidió una compañera, sino que fue iniciativa de Dios, Él quiso bendecirlo.
Ella fue “sacada del hombre” pero creada por Dios, “Porque el varón no procede
de la mujer, sino la mujer del varón” 1 Corintios 11:8.

Compartían la misma naturaleza y tenían la misma esencia. La escritura no nos


indica como era ella físicamente, cuántos hijos tuvo, cuántos años vivió y dónde
y cómo murió. En su estado original, no estaba contaminada por el pecado, no
tenía enfermedad ni defectos. A pesar de que la escritura no nos indica como
era ella físicamente, podemos imaginarnos que era una mujer muy hermosa.
Sin embargo, el relato bíblico está sobre el deber de Eva para su creador y su
función al lado de su marido. Este hecho es muy importante porque nos deja
apreciar que la excelencia femenina no está basada en rasgos superficiales y/o
físicos. Ella no era un ser inferior a Adán, si no que ella fue creada en distinto
orden y con roles diferentes a los de él.

Ella era la compañera ideal para Adán, el complemento perfecto para cada
necesidad de él. Adán y Eva estaban felices disfrutando de las maravillas que el
Señor les había dado en un lugar perfecto, el huerto del Edén. Era un lugar
extraordinario donde no les faltaba nada, estaban completos.

Solamente el Señor le había dado una restricción a Adán: “Y mandó Jehová Dios
al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de
la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día de que de él comieres,
ciertamente morirás” Génesis 2:16-17. Ambos estaban desnudos y no se
avergonzaban, “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se
avergonzaban” Génesis 2:25. Podemos apreciar que la desnudez era sin
vergüenza e inocente, entre ellos no existía maldad.

La tentación:

De un medio externo al que ellos estaban viviendo entra en escena la “serpiente”


(Génesis 3:1-7). El apóstol Juan identifica a esta criatura como Satanás, “Y fue
lanzado afuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y
Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles
fueron arrojados con él” Apocalipsis 12:9. El tentador no perdió tiempo para ir a
engañar a Eva. Satanás vino a Eva disfrazado y de una manera sutil la persuadió
para entrar en un dialogó.

Con palabras llenas de falsedad, la engañó al mentirle acerca de las


consecuencias de su decisión al desobedecer a Dios (Génesis 3:1-5). Dios había
dicho: “porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” Génesis 2:17. En
cambio, Satanás indicó: “no moriréis” Génesis 3:4. Por otra parte, le expresó
que sería como Dios y que sería capaz de decidir entre el bien y el mal. Ella
creyó la gran mentira de Satanás y desobedeció a Dios.

No tan solo escuchó la mentira, sino que se dejó seducir por lo que estaba viendo
“y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los
ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió;
y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. Entonces fueron abiertos
los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas
de higuera, y se hicieron delantales” Génesis3:6-7.

A pesar de que ambos pecaron contra Dios, hay una diferencia entre la acción
de Eva y Adán: Eva fue engañada por la serpiente, pero Adán no fue engañado,
sino que él decidió con pleno conocimiento comer del fruto que su compañera le
ofrecía, “Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió
en transgresión” 1 Timoteo 2:14.
Después de la caída:

Eva probó el fruto y automáticamente sintió vergüenza al igual que Adán. La


inocencia que la Palabra nos menciona en Génesis 2:25, había sido reemplazada
por culpa y vergüenza. No obstante, Dios apareció con tonos de bondad y les
habló (Génesis 3:8).

A causa del pecado tuvieron miedo y se escondieron, sin embargo, es imposible


esconderse de nuestro Dios, “Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos
mis caminos te son conocidos” Salmo 139:3. Eva fue la que comió inicialmente,
Dios llamó primero al hombre “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:
¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque
estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas
desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre
respondió: La mujer que me disté por compañera medio del árbol, y yo comí”
Génesis 3:9-12. Luego va a preguntarle a Eva y ella en su desesperación le pasa
la culpa a la serpiente, lo cual era en parte verdad (1Timoteo 2:14), aun así, no
la eximió de su responsabilidad por su falta desconfianza y desobediencia a Dios.

La vida de ambos jamás volvió a ser la misma. Luego del acto de desobediencia
de ambos, Dios procedió a indicarles cuales eran las consecuencias de su
pecado.

A continuación, la trascendencia de sus actos:

▪ Maldición de los animales: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto
hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del
campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”
Génesis 3:14.

▪ Después de maldecir a la serpiente física, Dios maldijo a la serpiente


espiritual (Satanás): “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente
y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”
Génesis 3:15.

▪ Dolor al dar a luz los hijos y luchas entre la relación entre el hombre y la
mujer: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces, con dolor darás
a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” Génesis
3:16.

▪ Maldición de la tierra, trabajo fuerte: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste


a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás
de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los
días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo”
Génesis 3:17-18.
▪ Mortandad del hombre: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás” Génesis 3:19.

▪ Muerte del primer animal para proveer vestimenta: “Y Jehová Dios hizo al
hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” Génesis 3:21.

▪ Expulsión del huerto del Edén, un lugar perfecto: “Y lo sacó Jehová del huerto
del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado” Génesis 3:23.

Podemos apreciar a través de la Palabra, el comienzo de la raza humana y los


roles que tuvo Adán y Eva. Ambos trazaron la historia de la humanidad con un
acto que tal vez tomó algunos minutos.

La Biblia nos expone datos importantes sobre la vida de Eva que tienen un valor
incalculable. Juntas aprenderemos como su vida cambió la nuestra y cómo a
pesar de su pecado, Dios tuvo misericordia de ella.

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