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A través de toda la Biblia encontramos muchos relatos de mujeres que nos han
dejado una gran enseñanza, ya sea para que aprendamos de su carácter y
tratemos de imitarlas o para que aprendamos de los graves errores de algunas
y no los repitamos. María la madre terrenal de nuestro Señor Jesús, se encuentra
precisamente en el primer grupo, su carácter, su vida, su ejemplo han sido
plasmados en la escritura para que aprendamos mucho de ella. Miremos el
pasaje Bíblico en Lucas 1:26-38 “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era
María.
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor
es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por
sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo:
María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás
en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de
David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá,
será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha
concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban
estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la
sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de
su presencia”.
María era una mujer común y corriente, no había nada especial en ella que nos
haga pensar el por qué fue ella precisamente la escogida por Dios para tan
hermosa tarea. Dios trabaja así, esa es precisamente la gracia de Dios, el no
mira tus capacidades, tus títulos, tu nombre o apellidos, Dios nos escogió para
que fuéramos sus hijas solamente porque a él le plació, y eso nos tiene que dar
un profundo sentido de agradecimiento y a la vez de humildad. No hay nada
intrínsecamente bueno en cada una de nosotras como para que pudiéramos
llamar la atención de Dios; todo lo que podemos tener o llegar a ser o a hacer,
es solamente por la gracia de Dios operando en nuestras vidas. Reconozcamos
a Dios en todo lo que hagamos sin él nada somos, nada tenemos, nada podremos
hacer, que nuestra oración sea que hallemos gracia delante de Dios, así como
María la halló, dice el versículo 30 “Entonces el ángel le dijo: María, no temas,
porque has hallado gracia delante de Dios”. Sin la gracia del Señor en nuestra
vida, no podremos sobrevivir, sin su gracia nuestra vida es completamente inútil.
Cuando pensamos en la gracia de Dios no puedes limitarla solamente al proceso
de salvación, porque la gracia de Dios está presente en cada instante de nuestra
vida.
Se dice además de María que era virgen y ese término se refiere o se entiende
como una doncella virgen, es decir una mujer joven, quien no había tenido
ninguna clase de contacto íntimo con ningún hombre. María era una joven pura,
podría pensar la gente que eso era muy común en el tiempo en que ella vivió, y
si tal vez lo era, pero seguramente también había jóvenes como ella que a su
corta edad ya no lo eran.
De manera tal que Dios resalta en ella esa virtud de pureza, virtud que todas las
mujeres cristianas solteras están llamadas a conservar, a valorar, a promover y
en muchos casos hasta defender. La virginidad ha sido atacada, ridiculizada y
burlada por la sociedad, pero delante de Dios ese es el estado ideal en que una
mujer y un hombre deben llegar al matrimonio.
Pero este es un llamado para nosotras las mujeres, alentémonos unas a otras,
promovamos en nuestros hijos e hijas físicos y/o espirituales a que se
mantengan puros guardándose en el Señor para sus futuros esposos y esposas,
para que guarden su virginidad como un tesoro apreciado a los ojos de Dios.
No importa lo que el mundo caído diga, piense o valore, el valor del cristiano y
su comportamiento no está determinado por los valores del mundo, sino por lo
que Dios determina. Infundamos valor a nuestros jóvenes para que el mundo no
los contagie con su vida llena de pecado e inmoralidad y para que lo que es
común y normal para el mundo no lo sea para los verdaderos hijos de Dios.
Pero sigamos apreciando el carácter de María, escogida por Dios para ser la
madre de Jesús, y si bien ya vimos que ella era una mujer normal, sin méritos
propios, si podemos resaltar en ella, que era una mujer que conocía la Palabra
de Dios y esto lo podemos ver en su oración en Lucas 1: 46-55, a lo que se le
conoce como el Magnificat (expresión en latín para las primeras palabras del
estallido de alabanza de María), ella allí hace mención directa de textos como
Isaías, Salmos entre otros, era una mujer que aunque no tenía la escritura como
la tenemos nosotros hoy en día ella sabía de memoria los textos y no solo de
manera intelectual, sino que los apreciaba y reconocía como las maravillas de
Dios en su vida y la de su pueblo.
Aun así ella confiaba completamente en su Dios y Señor y para ella sus palabras
eran suficientes; seguramente seguía llena de preguntas y era normal, pero el
ángel le había prometido que el Espíritu Santo de Dios estaría con ella, y
precisamente por esa confianza ella dice “hágase conmigo conforme a tu
palabras”. María estaba deponiendo todas sus expectativas, sueños, anhelos,
metas, planes, ideas y las estaba sujetando todas absolutamente todas a la
perfecta voluntad de Dios para su vida. Ella sabía que lo que Dios determinara
para su vida era más grande y maravilloso que cualquier meta que ella pudiera
tener.
María nos enseña también que la sujeción a Dios, a sus planes, pensamientos y
Palabra para nosotros siempre es la mejor opción, ella pudo haberse rehusado,
rechazado o ignorado pero en su corazón ésta nunca hubiese sido una opción a
tomar. María amaba a Dios, amaba su Palabra, amaba su vida en él, y sabía que
en Sus manos la vida de ella tendría el sentido, el valor y el propósito preciso y
perfecto.
La devoción a María hace parte de la devoción natural que las personas sienten
por las madres, y por supuesto que la madre del Señor no podría estar ajena a
eso, pero si bien, ella merece respeto, aprecio y amor, nunca deberá recibir el
honor y reconocimiento que son solamente para su Hijo el Señor Jesús, el Hijo
de Dios, el verbo encarnado.
María fue una mujer humilde, sencilla, devota, sufrió como cualquier madre
sufriría con el dolor de su hijo, sufrió con cada uno de sus golpes, lo acompaño
en cada uno de sus pasos hacia la muerte, pero ella sabía desde el mismo
momento de la concepción sobrenatural de su hijo cuál era el propósito de él en
esta tierra, lo acepto, lo honro y lo apoyo de la única manera como ella podía
hacerlo, respetando su voluntad y dejándolo hacer y ejercer su trabajo y papel
en este mundo.
María fue una gran mujer, una mujer digna de imitar, reconozcamos en ella su
amor por el Señor y su disposición para permitir que Dios la usara como él quiso,
dispongámonos en las manos del Señor, seamos vasos útiles en sus manos,
honremos Su sacrificio y démosle honra y lo gloria en todo cuanto hagamos.
Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de
reposo, y todas sus festividades. Y haré talar sus vides y sus higueras,
de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes.
Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo. Y la
castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de
sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de
mí, dice Jehová. Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y
hablaré a su corazón”. Oseas 2:514
La Palabra nos enseña a una mujer fornicaria que le era infiel a su esposo para
obtener bienes materiales. Ella no tomaba en cuenta que tenía por esposo a un
hombre temeroso de Dios y un hogar que cuidar. Como mencionamos
anteriormente, su esposo era el profeta Oseas. Mientras su esposo predicaba a
una ciudad pervertida por el pecado, Gomer se prostituía con sus amantes.
La inmadurez espiritual y una relación pobre con el Señor puede ocasionar caer
en este tipo de conducta pecaminosa. Sin embargo, puedes ser una mujer
espiritualmente madura y podrías ser tentada en este pecado. Esto aplica para
mujeres solteras o casadas, el pecado no discrimina. La mujer debe ser muy
cuidadosa cuando trata al sexo opuesto.
Nosotras no podemos coquetear con el pecado y tenemos que ser muy prudentes
cuando tenemos caballeros a nuestro alrededor. Culturalmente, somos
propensos a los toques, besos, abrazos, chistes, salidas y conversaciones a solas
con los hombres.
No obstante, debemos de tener mucho cuidado en cómo son esos toques, besos,
abrazos, chistes y todo lo antes mencionado. Cada una de ellas, si no se hace
con prudencia podría ser el canal perfecto utilizado por satanás para caer en
inmoralidad sexual. La sutileza del pecado es tan grande que hay que tener
mucha sabiduría bíblica para detectar las artimañas del enemigo y salir huyendo
de ellas.
Por otra parte, tal vez eres muy prudente en relación a los hombres que tienes
alrededor, pero… te gusta coquetear y fornicar con el mundo. Y podrías decir:
“¿Fornicaria yo? ¡Jamás!”, ¡Sí! somos fornicarias cuando Dios no ocupa el primer
lugar en nuestras vidas y cualquier cosa es primero antes que Él. Fornicamos
cuando tenemos ídolos y otros dioses (televisión/computadora, compras,
comida, trabajo, cuerpo, etc.) que ocupan nuestro tiempo más que servirle a
Dios.
Al igual que Gomer, cuando practicamos un pecado al principio parece ser algo
“bueno” (sus amantes le daban regalos y al parecer la pasaba “bien”). Luego, el
pecado nos alcanza al igual que alcanzó a Gomer (sus amantes la abandonaron
y comenzó a tener necesidades).
Oseas rescató a su esposa Gomer como el amor de Jehová por los hijos de Israel,
su rescate fue a través de quince siclos de plata y un homer y medio de cebada
(Oseas 3:1-2); nosotras fuimos rescatadas por Dios a través de Jesucristo en la
cruz.
La biblia nos presenta que Mical amaba a David (1 Samuel 18:20). La doncella
conocía a David por la popularidad que él tenía entre las mujeres de la nación
(1 Samuel 18:7). Cuando David le entregó la evidencia de su victoria al rey
Saúl, él le entregó a su hija Mical como esposa. El rey Saúl no satisfecho,
planificó matar a su yerno David. No obstante, Jonatán (hermano de Mical),
intercedió por su amigo y cuñado (David) para que su padre no lo asesinara. La
biblia nos indica que un espíritu malo vino sobre Saúl (1 Samuel 19:9), y quiso
matar nuevamente a David. En esta ocasión, su esposa Mical supo de las
intenciones de su padre y ayudó a su esposo a escapar. Sin embargo, esta acción
provocó que Saúl se enfureciera y ella le mintiera a su padre (“Y Saúl dijo a
Mical: ¿Por qué me has engañado de esta manera y has dejado ir a mi enemigo,
de modo que ha escapado? Y Mical dijo a Saúl: El me dijo: ``Déjame ir, porque
si no te mato”. 1 Samuel 19:7).
Ante el intento fallido del rey Saúl, el planificó una vez más asesinarlo. Sin
embargo, la amistad sincera de Jonatán y David era tal que cada vez que él se
enteraba de las intenciones de su padre para matarlo él le notificaba. Esta acción
le costó que su padre le quitara la posibilidad de que él fuera el rey (1 Samuel
20:30). El rey Saúl continuó sus deseos incesantes de perseguir y matar al
esposo de su hija. Sus deseos eran causados por una envidia gigantesca que no
lo dejaban estar en paz. El propósito principal de su vida era terminar con la
vida de David y no el bienestar de su familia. La maldad era tan grande que no
consideraba que su hija iba a quedar viuda y que iba a matar el mejor amigo de
su hijo Jonatán. La biblia nos relata cómo Saúl persiguió incansablemente a
David y mató a personas inocentes que ayudaron a su yerno. David tuvo la
oportunidad de matar a Saúl (1 Samuel 24:6), sin embargo, el temor a Dios lo
guardó de cometer este asesinato.
Ante la huida de David, su suegro Saúl le dio a su hija Mical por esposa a Palti.
Por otra parte, David tomó por esposa a una viuda llamada Abigail. La biblia nos
expone que Abigail era una mujer inteligente y de hermosa apariencia (1 Samuel
25:3). También tomó por esposa a Ahinoam de Jezreel. En otro ocasión, David
pudo matar a su suegro Saúl y no lo hizo. Luego de esto, Saúl y Jonatán murieron
y David fue proclamado rey. A parte de Abigail y Ahinoam, la biblia nos menciona
que David tuvo otras esposas y que tuvo hijos con ellas ( 2 Samuel 2:2-5). Él
continúo en guerra con otros reinos y como parte de un trato pudo volver a tener
a Milca como su esposa (2 Samuel 3:14). En 2 Samuel 5, David fue proclamado
rey de Israel y hubo gran regocijo en la nación a causa de la recuperación del
arca de Dios. Ante la alegría de todas las bendiciones obtenidas por parte de
Dios, hubo una gran fiesta.
“David danzaba con toda su fuerza delante del Señor, y estaba vestido
con un efod de lino. David y toda la casa de Israel hacían subir el arca
del Señor con aclamación y sonido de trompeta. Sucedió que cuando el
arca del Señor entraba a la ciudad de David, Mical, hija de Saúl, miró
desde la ventana y vio al rey David saltando y danzando delante del
Señor, y lo menospreció en su corazón”. 2 Samuel 6:14-16
“Pero al regresar David para bendecir su casa, Mical, hija de Saúl, salió
al encuentro de David, y le dijo: ¡Cómo se ha distinguido hoy el rey de
Israel! Se descubrió hoy ante los ojos de las criadas de sus siervos, como
se descubriría sin decoro un insensato. Y David dijo a Mical: Eso fue
delante del Señor que me escogió en preferencia a tu padre y a toda su
casa para constituirme por príncipe sobre el pueblo del Señor, sobre
Israel. Por tanto, lo celebraré delante del Señor. Y aún seré menos
estimado que esto, y seré humillado ante mis propios ojos, pero con las
criadas de quienes has hablado, ante ellas seré honrado. Y Mical, hija de
Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte”. 2 Samuel 6:20-23
Por otra parte, su esposo llegó con regocijo a bendecir su casa y ella salió como
una mujer necia a reclamarle con sarcasmo “… ¡Cómo se ha distinguido hoy el
rey de Israel! Se descubrió hoy ante los ojos de las criadas de sus siervos, como
se descubriría sin decoro un insensato” 2 Samuel 6:20. Sus palabras muestran
su indignación ante la acción de despojarse de su vestimenta de rey y lo compara
con un insensato. La alegría y la bendición que disfrutaba David se vio empañada
por una necedad de su esposa. David procedió a responderle a Milca, ocurriendo
un juego de palabras en las cuales se manifiesta un momento amargo entre
ambos. La biblia nos expresa que Milca no tuvo hijos. Algunos teólogos
concluyen que fue castigada por Dios, otros infieren que David no volvió a tener
intimidad con ella a raíz de esta situación. No sabemos cual fue la verdadera
razón por la cual no tuvo prole, sin embargo, esta situación en aquella época
producía cierto tipo de rechazo en la sociedad.
Del relato bíblico, podemos desprender los siguientes puntos para reflexionar…
¿Mis acciones como padre/madre llevan a mis hijos a Cristo o los alejan?
¿Cómo soy como suegra/o?, ¿Soy una bendición en sus vidas o los persigo
como Saúl persiguió a David?
¿Soy una amiga/o leal cómo David y Jonatán?
¿Las pruebas o dificultades de la vida me llenan de amargura o busco más
a Dios?
¿Celebro las bendiciones de Dios con mi esposo? ¿Daño los momentos de
bendición enfocándome en necedades?
¿Qué tan importante es el estatus social en mi vida? ¿La posición social va
por encima de mi obediencia a Dios?
¿Adoro al Señor de todo corazón como lo hizo David?
Oremos al Señor para ser mujeres bíblicas en todo lo que hagamos. El Señor
debe ser el timón de cada circunstancia de nuestras vidas. Tal vez muchas de
nosotras venimos de hogares disfuncionales como el de Milca, donde nuestros
padres no fueron bíblicos y no practicaban la piedad. Sin embargo, de la misma
manera que el Señor nos perdonó, nosotras debemos perdonar a nuestros
padres por sus acciones pecaminosas y orar por sus vidas. Por otra parte, Dios
es tan bueno que nos da la oportunidad a nosotras de construir hogares
funcionales dirigidos por la Palabra de Dios. Seamos suegras bíblicas que edifican
y no destruyen los hogares de nuestros hijos/as. Mujeres que son amigas leales
como Jonatán y David. Esposas que adoran a Dios y celebran las bendiciones
junto a sus esposos. Mujeres que se enfocan en lo eterno y no en lo terrenal…
¡A Dios toda la honra!
Por eso hoy, muchas mujeres están optando por la maternidad pasados los 35
años, edad donde ya las posibilidades de quedar embarazada empiezan a
disminuir y los riesgos se hacen mucho mayor a pesar de la tecnología existente
(ejemplo procedimientos In vitro). Todo esto es parte del “movimiento
feminista”, donde la mujer tiene el derecho de elegir todo en relación a su vida
y en los términos en que a ella más le convenga.
Por otra parte, hay mujeres que como Ana están luchando con el hecho de ser
madres y no cualquier tipo de madre, sino una madre como lo llegó a ser Ana.
En el cumplimiento de ese sueño ella nos enseña mucho, Ana anhelaba ser
madre, soñaba con ello, a veces como cualquier mujer que se encuentra en esa
penosa circunstancia se sentía triste, 1 Samuel 1:7 “...por lo cual Ana lloraba, y
no comía”. Es natural que ésto pasara, sin embargo, la Escritura no menciona
que ella viviera en una amargura constante.
Su esposo la amaba tanto y quería que ella se sintiera que él podía llenar el
vacío de ese hijo anhelado. No obstante, a pesar de que ella lo amaba también,
ese amor no era el sustituto de su anhelo de ser madre. En medio de su tristeza
Ana buscó al Señor, lo vemos en 1 Samuel 1:10 “ella con amargura de alma
oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Muchas mujeres han sufrido este tipo
de dolor, un dolor que penetra el alma, es un deseo, un anhelo que no llega, un
dolor con el que se comparten los días, los meses y quizás los años y que no
termina.
Es una espera continúa, a veces con lágrimas y sollozos, otras tantas sin ellas.
Pero lo verdaderamente importante es quién es tu consolador en esos
momentos, quién es tu consejero, en quién haz puesto tu esperanza y confianza.
Tanto Ana como Sara confiaron en Aquel que es Todopoderoso, porque en medio
de nuestra incapacidad e impotencia Su poder y Gloria se manifiestan.
Que bendición es poder descansar y abrazar los pies del Maestro, derramar
nuestras lágrimas delante de Él, sentir su consuelo, su amor, su bondad, con Él
cualquier espera es posible. La Biblia nos muestra que la oración de Ana fue
respondida y su deseo fue satisfecho.
Ella tuvo su hijo a quien llamó Samuel, su querido y amado Samuel, pero ella
había prometido al Señor que si le concedía esa petición, entregaría ese niño
para Su servicio y así lo cumplió. Cuando estamos dispuestas a darle todo a
Dios, podemos ofrecerle incluso hasta aquello que tanto anhelamos y deseamos,
porque entendemos que todo lo que tenemos de Su mano lo hemos recibido.
Que bello testimonio el de esta mujer.
Después Dios le retribuyo ese hijo con tres hijos y dos hijas más. Porque Dios
es así, soberano, dadivoso, generoso. Ana fue llena de la gracia de Dios y esa
misma gracia fue la que hizo que ella se derramará en agradecimiento delante
de Dios. En el capítulo 2 de 1 Samuel encontramos la Oración de Ana, allí Ana
reconoce y exalta el poderío de Dios y reconoce su soberanía. Es más bien un
canto de gozo y gratitud, vemos su corazón derramándose una vez más delante
de su Creador.
En esta ocasión no con llanto y dolor, sino con alegría, con una felicidad que le
salta por todo su cuerpo, que inunda su alma y su espíritu por la inmerecida
gracia que obtuvo de su Dios. Podemos decir que está historia tuvo un final feliz,
pero y ¿qué de aquella historia que no tiene este mismo desenlace? ¿qué si a
pesar de tu petición constante, fiel, sincera, no es respondida como tú quieres?
¿seguirías confiando en Dios y descansando en que Su voluntad es mejor que tu
deseo? Esperamos que así sea, que Su Palabra sea tu sustento y cualquiera que
sea la respuesta de Dios para aquello que le estás pidiendo puedas seguir
confiando, descanso y amando al Señor.
¡A Dios sea toda la Gloria por siempre y para siempre! Dios les continúe
bendiciendo…
Como podemos ver, el libro de Rut y la vida misma de ella nos presentan una
preciosa, llamativa, alentadora y amorosa historia de lo que puede llegar a ser
una amistad verdadera. Pero conozcamos un poco más de su vida... Rut fue
nuera de Elimelec cuyo nombre significaba «Mi Dios es Rey» y Noemí su esposa,
la pareja tenía dos hijos Mahlón, «enfermo, enfermizo» esposo de
Rut; Quelión, «débil, defectuoso». Noemí quedó viuda primero y al parecer
unos diez años después quedaron viudas Rut y Orfa la otra nuera de Noemí.
El nombre Rut quiere decir «amistad» o «una amiga femenina». Tanto Rut como
Orfa eran mujeres de la tierra de Moab, lugar donde Elimec llegó con su
familia, después de que en Belén se sufriera una tremenda hambruna. Al morir
Elimelec y sus hijos, Noemí decide regresar a su tierra, y sus nueras le
acompañan, sin embargo, ella trata de convencerlas de que regresen a su casa
materna, pero Rut no acepta y más bien hace un compromiso precioso con su
suegra Noemí.
En Rut 1:16, la Biblia nos indica: “Respondió Rut: No me ruegues que te deje,
y me aparte de ti; porque a donde quiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera
que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. Esta
afirmación es maravillosa, porque provenía de un corazón sincero. El lazo que
se había formado entre ellas en ese momento era tan fuerte que para Rut era
imposible dejar a su suegra Noemí.
La Biblia nos habla acerca de este tipo de amistad en Proverbios 17:17, “En todo
tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”. Proverbios
18:24 “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más
unido que un hermano”. La vida de Rut y Noemí se unió por ese tipo de amistad,
se fortaleció en medio de la adversidad, se afirmó por la lealtad y la tenacidad
de Rut para continuar al lado de Noemí.
El relato bíblico nos cuenta como ellas encuentran al hombre que podría
restaurar aquello que habían perdido. Noemí entendió que el encuentro de Rut
con Booz fue provisto por Dios, y por eso ella adelanto todo el plan para que
este se casará con Rut. Y así fue, después de llevar a cabo todos los procesos
legales para que el pariente más cercano redimiera a Rut y en vista de que este
no podía o no quería, Booz asume tal función de manera gustosa y amorosa. Rut
se casó con él y de esa unión nació Obed, quien llegó a ser el abuelo del Rey
David. Es decir, Rut fue bisabuela de David y por lo tanto del linaje mismo de
Nuestro Señor Jesucristo.
La amistad de Rut y Noemí nos invita a nosotras a ser amigas leales, sinceras,
serviciales, honestas y sacrificadas. Muchas veces las mujeres se quejan de que
no tienen amigas sinceras, confiables, pero como vimos en el texto bíblico la
mujer que quiere amigas ha de mostrarse amiga. Si tu mujer quieres y anhelas
una amistad buena, pues entonces da el primer paso, se una mujer confiable,
se una mujer que se preocupa por las necesidades de su amiga.
Escucha… muchos quieren y esperan ser escuchados pero muy pocos están
dispuestas a escuchar, pues esto último requiere un sacrificio, sacrificio del yo,
de anteponer las necesidades de la otra persona sobre las mías, de estar ahí
para el otro, en silencio muchas veces, pero ahí.
Dalila era una mujer que habitaba en el Valle de Sorec. Su nombre significa “con
cabello largo que cuelga”. El relato bíblico nos muestra que Sansón vivía en el
mismo lugar de Dalila y que él puso su mirada en ella. Sansón tenía una gran
debilidad con las mujeres y ya había estado en peligros a causa de ellas. No
obstante, no aprendió su lección y continúo su necedad enamorándose de Dalila
(Jue. 16:4). Cuando los filisteos supieron que ella estaba con Sansón, fue
“contratada” por ellos para obtener el secreto que él tenía.
La misión de ella era conocer en qué consistía su gran fuerza y cómo lo podían
vencer. Por el cometido que Dalila iba a realizar, cada príncipe de los filisteos le
iba a pagar mil cien monedas de plata. Su “trabajo” de espía iba a ser muy
bien pagado; así que ella tenía que utilizar todos sus atributos para cumplir su
misión. Dalila conspiró con los filisteos para llevar a cabo el plan y comenzó a
persuadir a Sansón para obtener el secreto (en que consistía su fuerza).
En primer lugar, Dalila se aprovechó del amor de Sansón, él la amaba. Luego,
con astucia comenzó a rogarle que le dijera el secreto: “Y Dalila dijo a Sansón:
Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo
podrás ser atado para ser dominado” Jueces 16:6. Sansón le mintió para
no revelarle el secreto de su fuerza; y a pesar de que ella también lo estaba
engañando tuvo el cinismo de decirle: “…He aquí tú me has engañado, y me
has dicho mentiras; descúbreme, pues, ahora, te ruego, cómo podrás
ser atado” Jueces 16:10.
La Biblia nos presenta que Dalila estuvo una y otra vez insistiendo a Sansón. Las
palabras de ella lo presionaron a tal punto que su alma fue reducida a mortal
angustia. La presión era tan fuerte que Sansón desfallecía; él estaba deprimido
y angustiado. No sabemos que otras cosas ella hacía para llevarlo a ese nivel de
angustia, pero sin lugar a dudas era una presión constante.
Las manipulaciones de Dalila eran tan severas que al final logró descubrir el
secreto. Sansón accedió… “Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo:
Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el
vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me
debilitaré y seré como todos los hombres” Jueces 16:17. De la misma
manera que Satanás engañó a Eva a través de palabras mentirosas, Dalila
engañó a Sansón.
Ella hizo creer a Sansón algo que no era cierto, ella aparentó “amarlo” e insistió
en conocer su secreto como una mujer que se interesa por su amado. No
obstante, todo era una falsedad. Tan pronto Sansón reveló el secreto,
procedieron a afeitar su cabeza mientras él dormía. Luego fue capturado, dejado
ciego y apresado por los filisteos. Desde aquel día, la vida de Sansón no volvió
a ser igual. La unión con Dalila trastocó su vida y lo llevó a un terrible final.
Dalila es un ejemplo de cómo una mujer puede utilizar todos sus atributos y
talentos para obtener lo que desea. Es claro que las acciones de Dalila provenían
de Satanás. Ella fue una mujer ambiciosa, manipuladora y engañadora. Por otra
parte, Sansón tenía un pecado muy grande, le gustaban las mujeres que no le
servían a Dios. Su decisión de le costó ser humillado, ultrajado y sobre todas las
cosas Dios se apartó de él (“…Pero él no sabía que Jehová ya se había
apartado de él” Jueces 16:20. Luego, a pesar de todas sus desobediencias,
Dios tuvo misericordia de él y escuchó su oración. Tuvo una muerte trágica y
angustiosa. Tal vez su final pudo ser distinto si hubiese elegido a otra
compañera, pero él decidió enamorarse y unirse a Dalila.
El relato bíblico nos muestra claramente como actuó Dalila, sin embargo,
¿Cuántas de nosotras aun siendo hijas de Dios actuamos como ella? Tal vez
nuestros esposos no tienen un secreto que a través de el podemos obtener
dinero como fue el caso de Dalila; Sin embargo, hacemos lo mismo que ella hizo
para obtener “algo” de nuestros compañeros.
Como hijas de Dios debemos cuidar nuestro corazón y filtrar nuestros deseos
por la Palabra de Dios. A diario somos tentadas a desear cosas que muchas
veces no podemos tener. Antes de llevar nuestros deseos a nuestros esposos,
primero debemos orar a Dios para conocer si éstos provienen de Él, y luego
compartirlos con nuestros compañeros de una manera bíblica.
Tenemos que tener presente que Dios conoce cada uno de nuestros
pensamientos y conoce las intenciones de nuestros corazones. Antes de nosotras
hablar, Él conoce que saldrá de nuestros labios. Una hija de Dios honra a su
esposo, es una ayuda idónea y lo ama siendo honesta y sincera. Siempre
tengamos presente lo siguiente: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa
que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”
Mateo 12:36-37.
7. Rahab y la mentira...
Relato bíblico: Josué 2:1-24
Rahab era una mujer que vivía en Jericó, ciudad cananea, situada a orillas del
Río Jordán. La casa de Rahab estaba ubicada en el mejor de los lugares de Jericó,
sobre la muralla exactamente.
Jericó era parte del reino amorreo, violento, depravado y pagano, el estilo de
vida de sus habitantes era totalmente pecaminoso. Rahab siendo parte de ese
pueblo, no era ajena a dicha cultura, su oficio era la prostitución, aunque algunos
escritores han tratado de suavizar o hasta de insinuar que el verdadero oficio de
ella era ser “posadera” o una “anfitriona”; pues para ellos era impensable que
una mujer de esa clase hubiese sido usada por Dios para proteger a Israel. Sin
embargo, la palabra griega que se usa para describir a Rahab es porne, que
quiere decir “ramera” (Término que viene de la misma raíz para la palabra
pornografía, que tiene similares connotaciones morales).
Aquí hay otro punto sobre el cual se ha dicho mucho y es el asunto de la mentira
de Rahab delante de los enviados del Rey, ¿se justificaba la mentira?, ¿era
necesaria?, ¿fue en verdad ésta una mentira o por el contrario fue una treta
militar?, Muchas cosas se podrían decir, pero lo que está claro a la luz de la
Palabra de Dios es que lo que hizo Rahab fue un engaño, una mentira, y por lo
tanto nunca será aprobado por Dios, mucho menos justificado, el fin delante de
Dios no justifica de ninguna manera los medios.
”Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad
son su contentamiento” Proverbios 12: 22. Dios pudo haber protegido a los
espías sin necesidad de esa mentira, como de hecho lo hizo con otros en la Biblia,
de la misma manera que puede hacerlo con cada uno de nosotros. El
Todopoderoso, puede cuidarnos de cualquier peligro sin necesidad de nosotros
caer en el terrible pecado de la mentira.
Desde el momento de la caída del hombre y hasta nuestros días la raza humana
ha estado luchando con la mentira. Es por eso, que es uno de los pecados más
acostumbrados y difíciles de arrancar del corazón, porque todos de alguna
manera u otra hemos sido levantados en un mundo lleno de mentiras. Algunos
aprendimos a mentir desde niños, la mentira muchas veces fue el “único
recurso” que teníamos a la mano ante una u otra circunstancia.
Sin embargo, cuando llegamos a Cristo, Él nos enseña una manera diferente de
vivir, una manera honesta, honorable, honrosa, una vida de verdad, sin mentiras
ni engaños, por eso el nuevo creyente está obligado a luchar en contra de la
mentira, porque ya no somos más esclavos del pecado, pues Cristo nos ha
liberado.
El cristiano que ha sido lavado con la preciosa sangre de Cristo comienza una
vida de santidad en la cual ya no hay cabida para la mentira y donde la verdad
es la bandera que se alza como una insignia del creyente. ¡La verdad siempre
cueste lo que cueste!, en un mundo donde lo que impera es la mentira, se hace
imprescindible hombres y mujeres valientes que sin importar las consecuencias
hablen siempre la verdad; porque aquel que está viendo y oyendo es Digno de
la verdad, porque Él es la verdad.
Había escuchado de las grandezas que Dios había hecho con la nación de Israel,
pero no le conocía. Después lo conocerle, cuando seguramente entendió que esa
práctica no le era agradable a Él y la deshecho de su vida. Porque como el
Salmista, ella y todo el que ame a Dios debe decir “El hacer tu voluntad, Dios
mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón“. Salmo 40:8.
Años después, cuando Moisés era adulto fue a la tierra de sus hermanos. Estando
allí presenció injusticias por parte de los egipcios hacia los hebreos. Ante lo
presenciado, intervino y cometió un homicidio. A raíz de su delito, el faraón lo
buscó para matarlo y tuvo que huir a tierra extranjera. La Biblia nos presenta
todo el relato de lo que sucedió desde ese momento, la unión con su hermano
Aarón y todos los sucesos que subsiguen.
Después de cruzar el Mar Rojo, María siendo una mujer adulta, asumió la función
de profetisa y lideró a las mujeres en un canto de victoria impregnado de fe y
gratitud (“Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano,
y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les
respondía:
Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido;
Ha echado
en el mar al caballo y al jinete” Éxodo 15:20-21).
Ellos estaban agradecidos por la libertad dada por Dios. María fue la primera
mujer en recibir el honor de ser llamada profetisa. Ella misma afirmó que el
Señor había hablado por medio de ella (Núm. 12:2). Aparentemente , tuvo un
papel muy importante en estos acontecimientos libertadores, porque el profeta
Miqueas afirma que Dios libertó a Israel por mano de Moisés, Aaron y María (Miq.
6:4).
Es evidente que María era una mujer que le agradaba motivar a otros en
momentos de dificultad, manteniéndolos enfocados en Dios. Por su disposición
a trabajar, ella se convirtió en una de las figuras principales en el rápido
crecimiento de la tribu junto a sus hermanos Moisés y Aarón.
La Biblia nos presenta en el relato bíblico de Números 12:1-15, que ella se unió
a Aarón en un acto de rebelión contra Moisés cuando este se casó con una mujer
etíope. Su actitud demostró una profunda ambición e insubordinación hacia su
hermano Moisés. Por esta razón, Dios le recordó que Moisés había sido
divinamente designado líder. Al igual que la vida de otras mujeres de la Biblia,
María en su naturaleza carnal pecó contra Dios. En ella podemos observar una
vez más la dicotomía de los hijos de Dios. En un momento, la Biblia nos muestra
a una mujer fortalecida en Dios, animando en gratitud al pueblo de Israel y más
adelante, a una mujer enfurecida criticando a un líder divinamente designado
por Dios.
No obstante, a pesar de que era una hija de Dios, sufrió las consecuencias de su
pecado (castigada con lepra). Fue sanada luego de la oración intercesora de
Moisés y un aislamiento de siete días (Núm. 12:15), Murió en Cades (Núm.
20:1). Posteriormente los escritores bíblicos la recordaron como ejemplo para
Israel en ciertos casos de lepra (Deut. 24:9) y como una líder enviada por Dios
(Miq. 6:4).
Jacob, habló con el padre de Raquel para contraer nupcias con ella y ofreció
trabajar 7 años para él. Sin embargo, fue engañado por parte de su suegro
Labán, casándolo con su hija mayor Lea y no con Raquel. La Biblia nos muestra
en Génesis 29:25-26:“Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a
Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué,
pues, me has engañado? Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar,
que se dé la menor antes de la mayor”. De este modo, se preservaba la antigua
tradición del Oriente de que la hija mayor se casaba primero.
El engaño por parte de Labán hacia Jacob, provocó que él tuviera que trabajar
siete años adicionales para poderse casar con Raquel. Toda esta situación
provocó un caos familiar donde se vieron afectadas todas las partes
involucradas. A través del engaño, surgió una relación conflictiva entre las
hermanas. Ellas peleaban constantemente por el amor de Jacob.
La Biblia nos presenta que a pesar de que él se casó primero con Lea, su corazón
estaba con Raquel (“Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a
Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años” Génesis 29:30). Jacob amaba
profundamente a Raquel; la amó "más que a Lea", a quien menospreció (29:30-
31). Podemos apreciar que Lea estaba en un segundo plano ante Jacob, una
posición muy difícil para cualquier mujer.
Ante el desprecio de Jacob, Dios le dio hijos a Lea (“Y vio Jehová que Lea era
menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril” Génesis 29:31). Lea
pensó que el darle hijos a Jacob, iba a provocar que él la amara más. Lea le dio
a Jacob seis hijos (Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón) y una hija (Dina).
Su sierva Zilpa le dio dos hijos (Gad, Aser), que por la ley de aquella época eran
oficialmente de Lea.
Al mismo tiempo, Raquel era estéril y su hermana Lea era una intrusa en su
matrimonio. Ella tenía todos los elementos para estar frustrada y deprimida.
Nada le había salido como ella deseaba. Por todas las situaciones que surgieron,
lo que parecía ser en sus inicios una relación idílica, se convirtió́ en un
matrimonio penoso y conflictivo.
La Palabra nos indica en Génesis 30:1-2: “Viendo Raquel que no daba hijos a
Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me
muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te
impidió el fruto de tu vientre?”. A través de los versículos mencionados vemos
como el corazón de Raquel se contaminó; su belleza fue empañada con envidia
y dramatismo.
Raquel estaba tan abrumada con las situaciones que enfrentaba que actuó
irrazonablemente. No obstante, por mas terrible que parecieran ser sus
circunstancias no justificaban sus acciones pecaminosas. Jacob era el jefe de un
hogar disfuncional donde sus esposas luchaban y competían. Evidentemente él
estaba muy agobiado por toda la situación que enfrentaba en su hogar. La
respuesta que le da a Raquel en Gén. 30:2, muestra el disgusto que sentía ante
todo lo que estaba sucediendo.
Finalmente, “se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” Génesis
30:22. A pesar de que Dios tuvo misericordia de Raquel y tuvo hijos, los
problemas continuaron entre todos ellos.
La historia bíblica de Raquel y Lea nos enseña una gama de lecciones que
podemos aplicar a nuestra vida diaria. Tal vez en nuestra sociedad actual,
nuestros padres no eligen nuestros futuros esposos, no se práctica que las
hermanas mayores deben casarse antes que las menores y la poligamia en
acuerdo no sea algo común.
Sin embargo, hay elementos que sucedieron en la vida de Raquel y Lea que
continúan sucediendo en nuestra sociedad y que aun entre los cristianos se
pueden cometer los mismos errores.
A continuación, algunos de ellos:
Pasaron los años y el amor de ésta pareja estaba firme y fundamentado en Dios.
Sin embargo, había una circunstancia dolorosa para ellos, Rebeca era estéril.
Isaac quien amaba a su esposa, hizo lo que todo hombre de Dios, sacerdote de
su casa y cabeza de la mujer debe hacer cada día: orar a Dios por las
necesidades de su familia.
En este caso, por la necesidad específica de Rebeca; Génesis 25:21 nos indica:
“Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió
Rebeca su mujer”. Isaac sabía a quién debía acudir y en quién podía confiar para
hacer el milagro de dar vida; en medio de la esterilidad de su mujer.
Seguramente él mismo conocía por la boca de sus padres, su propia historia;
cómo el Dios viviente le había hecho una promesa a sus padres en el ocaso de
sus vidas y como él era el cumplimiento vivo de esa promesa. Así Isaac oró por
su mujer, cómo un esposo amoroso y compasivo, y el Señor escuchó su oración.
Las diferencias entre ellos eran claramente notorias, no solo físicamente sino en
su carácter y sus habilidades. Esaú era rubio y velludo y siendo el primero en
nacer, se le otorgaba el derecho de la primogenitura y todo lo que esto
conllevaba. Jacob por el contrario, fue el segundo en nacer, y lo hizo pegado al
calcañar de su hermano. De allí surge su nombre, cuyo significado entre otros
es “suplantador”. Más adelante, en los versículos 27-28, la Biblia nos dice: “Y
crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob
era varón quieto, que habitaba en tiendas.
Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob”.
Vemos como también en las características de su temperamento, habilidades e
intereses ellos fueron diametralmente opuestos; mientras que Esaú era rudo y
fuerte, Jacob era tranquilo y sosegado. Estas diferencias hicieron que cada uno
de sus padres tomará partido a favor de uno de ellos. Isaac amó a Esaú y Rebeca
a Jacob.
Las preguntas son: ¿Cómo un padre puede amar más a uno de sus hijos que al
otro? ¿Acaso no están los dos hijos en igualdad de condiciones, amor y cariño?
¿No son ambos frutos del amor de sus padres? ¿No son los dos en este caso, el
cumplimiento de la promesa de Dios? Y la respuesta es que no deben, pero hay
casos como el que nos relata la Biblia que no son casos aislados o único. No
obstante, no es lo normal o lo correcto delante de los ojos de Dios.
En condiciones normales los padres deben amar a todos sus hijos de la misma
manera; con la misma intensidad. Se debe proporcionar a todos sus hijos el
mismo ambiente y se debe proveer para todas sus necesidades en igualdad de
condiciones. Los padres no deben bajo ninguna circunstancia mostrar
favoritismo por alguno de ellos, sin depender de sus intereses, preferencias o
afinidades. Todos los hijos deben ser tratados bajo los mismos parámetros de
disciplina y amor.
El hecho de mostrar favoritismo por uno u otro, generó una grave tensión
familiar que creó una rivalidad innecesaria y dolorosa entre los hermanos. Esto
ocasionó un conflicto que desencadenó graves consecuencias para todos.
Lo que los padres deben hacer es guiarse por el consejo de Dios a través de su
palabra. Proverbios 22:6 nos declara: “Instruye al niño en su camino…”,
estudiemos esta frase en su idioma original. La palabra “instruye” en el hebreo,
es la palabra Chanakh que se usa para referirse a: la encía, al paladar, los jinetes
utilizan un puente, cuando hala el freno, este se mete en la boca del caballo
haciendo que este sienta dolor en el paladar y obedezca la orden del jinete y
vaya en la dirección que este le da.
Cuando la biblia dice en Proverbio 22:6, “instruye al niño”, nos está diciendo
dale dirección a tu hijo, marca su rumbo, edúcalo, entrénalo, prepáralo para la
vida. Esta tarea debe ser exclusivamente de los padres, no la podemos delegar
a nadie, es nuestra responsabilidad.
No podemos forzar al niño a ser cómo nosotros somos, sino de acuerdo al camino
que Dios tiene para ese niño. Nuestra responsabilidad es descubrir ese camino
y conocer el carácter individual para poder moldearlos en su educación. Como
padres no podemos tratar a cada uno de nuestros hijos de la misma manera, ni
educarlos de la misma forma, pero si debemos amarlos y considerarlos con el
mismo amor.
Lo que tenemos que hacer es pedirle a Dios la sabiduría suya para educarlos,
respetando sus particularidades, y adaptar los mismos principios bíblicos a cada
niño de acuerdo a su temperamento. Padre pida sabiduría y se le dará (“Y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada” Santiago 1:5).
Muchos de los conflictos entre los hermanos son generados por ignorancia del
principio mencionado. Los padres intentan que todos sus hijos sean iguales, los
comparan unos con otros, menosprecian a uno y exaltan al otro, consienten al
menor o a la niña, o prefieren al niño porque es el varón.
En fin pueden ser tantas las consideraciones que una madre o un padre pueden
tener para hacer de un hijo su preferido, pero cualquiera que sea la razón, ésta
no tiene ninguna justificación.
Rebeca usufructo la autoridad de su esposo como cabeza del hogar y quizo tomar
la autoridad y el destino de su familia. Cada vez que una mujer intenta esto,
siempre acarreara las consecuencias. Estas consecuencias, no solamente le
afectarán a ella sino a toda su familia; porque el orden y el diseño original de
Dios no puede ser alterado sin funestas consecuencias. Aunque Rebeca logró su
cometido, lo que precedió fue realmente doloroso. Esto provocó la separación
de su familia: discordia y el odio entre sus hijos y el destierro de éstos, y el dolor
y la soledad de ellos como padres, dolor mucho dolor.
Ella debió haber hablado con su esposo, dejarle saber sus inquietudes y
sentimientos y someterse a la voluntad de su esposo; quien correcta o
incorrectamente era el único que tenía el derecho dado por Dios para hacerlo.
En los versículos 41-45 leemos: “Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con
que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto
de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.
Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó
a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca
de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate
y huye a casa de Labán mi hermano en Harán, y mora con él algunos días, hasta
que el enojo de tu hermano se mitigue; hasta que se aplaque la ira de tu
hermano contra ti, y olvide lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré
de allá. ¿Por qué seré privada de vosotros ambos en un día?”.
Pasaron muchos años y con ellos muchos acontecimientos antes de que estos
dos hermanos se encontraran de nuevo, cara a cara. Se perdieron muchos
momentos juntos, que hubiesen podido vivir felices y en hermandad.
Cada uno hizo su vida lejos del otro, nunca pudieron compartir sus tristezas y
alegrías. Nunca más pudieron disfrutar de una cena en familia, hablando hasta
tarde y confiándose sus más íntimas cosas, fueron tantos abrazos sin recibir,
tantos besos que se quedaron sin dar, tantos sentimientos amarrados en el
corazón…. Padre y madre sean sabios, amen a sus hijos y fomenten el amor
fraternal entre ellos.
El relato bíblico de Rebeca nos muestra diferentes etapas que una mujer puede
vivir y como se desenvuelve en cada una de ellas. Ella fue un personaje bíblico
complejo; donde se aprecia a una mujer servicial pero por otra parte
maquinadora. A continuación veremos quien era ella… Rebeca era la hija de
Betuel, esposa de Isaac (Gén. 24:67), madre de Jacob y Esaú (Gén. 25:25-26).
Se le presenta como una hermosa virgen servicial y hospitalaria con los
extranjeros. En obediencia a la voluntad de Dios, dejó su casa para convertirse
en esposa de Isaac. Se convirtió en el consuelo de Isaac después de la muerte
de Sara.
Al igual que su suegra Sara, tuvo dificultad para quedar embarazada. El Señor
le concedió la petición de tener hijos y le regaló gemelos; Jacob y Esaú. Luego
de tener a sus niños, Rebeca mostró favoritismo hacia Jacob. La Biblia nos
muestra como ella tramó un plan en el cual engaño a su esposo Isaac con el fin
de favorecer a Jacob. De cada una de las etapas de Rebeca, podemos desprender
aspectos positivos y negativos que pueden ser de gran enseñanza en nuestras
vidas.
Abraham decidió buscarle una esposa a su hijo Isaac y quería que fuese de la
tierra donde él había vivido originalmente, no de los pueblos paganos de Canaán.
Ante esto, él envió un criado de confianza para encontrar la esposa a Isaac.
Cuando el criado llegó a la ciudad de Nacor, fue junto a un pozo de agua, en la
hora en la que salían las doncellas por agua. Estando en el pozo, el criado le oró
a Dios que tuviese misericordia de Abraham y le dijo:
Luego…
Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre
su mano, y le dio a beber. Y cuando acabó de darle de beber, dijo:
También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber. Y
se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para
sacar agua, y sacó para todos sus camellos. Y el hombre estaba
maravillado de ella, callando, para saber si Jehová había prosperado su
viaje, o no” Génesis 24:15-21.
Podemos apreciar en Génesis 24:21, cómo Rebeca fue observada por el siervo
de Abraham. Rebeca, mostró cualidades que causaron admiración en el siervo.
Ella actuó de manera natural, hizo lo que tenía que hacer y lo hizo bien. El relato
bíblico nos muestra a una doncella hospitalaria, respetuosa y abnegada. Sin
embargo, ella desconocía que éste hombre iba a ser el medio que Dios iba a
utilizar para proveerle un marido (Isaac). Su buen testimonio fue de bendición
a su vida.
La Biblia nos presenta que después del criado interactuar con Rebeca, él le
explicó a la familia de ella el propósito de su viaje y manifestó su deseo de
llevarla a ser la esposa de Isaac. Rebeca y su familia accedieron a la petición y
ella emprendió un largo viajo con el criado de Abraham. Al llegar a la región
donde estaba Isaac, ella tomó un velo y se cubrió la cara.
Cuando los camellos perciben que hay agua, luchan y se pisotean unos a otros
para llegar al agua. Esto nos demuestra, que Rebeca fue una mujer valiente y
esforzada, dar agua a 10 camellos sedientos no es una tarea fácil. La
generosidad de Rebeca en aquel pozo de agua dio comienzo a una nueva etapa
de su vida. Aquel acto de bondad, provocó que el siervo le diera obsequios a ella
y a su familia, y sobre todo un compañero.
Por sus virtudes, fue elegida para ser la esposa del hijo de la promesa de
Abraham y Sara. Rebeca nos demostró que estuvo dispuesta a dejar todo lo que
conocía para hacer la voluntad de Dios. Su acto es un ejemplo de lo que la
Palabra nos indica en Génesis 2:24: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Ella dejó a su padre y
madre y fue junto a su futuro esposo Isaac.
El día que Dios provea un hombre como lo hizo con Rebeca, tengamos presente
que tenemos que dejar a nuestra familia y tal vez otras comodidades para
unirnos a nuestro esposo. ¡Aprendamos de Rebeca!
La Biblia no nos dice si ella creía en Dios, pero si tenía que haber escuchado de
Él, ya que se había casado con un hombre que lo conocía. Lot, cuyo padre murió
en Ur, viajó con su abuelo Harán (Gén. 11:31). Este tuvo intenciones de
dirigirse a Canaán pero se quedó en Harán. Cuando Abraham partió de ese
lugar para ir a Canaán, Lot y su familia lo acompañaron (Gén. 12:5).
A primera vista, la ciudad de Sodoma era un lugar muy atractivo por las
provisiones que ofrecía. Era un lugar muy tentador para pastores de rebaños
como Lot y para reyes de otras naciones. Podemos apreciar lo antagónico de la
ciudad de Sodoma: era un terreno fértil y provisto de agua, pero a su vez los
habitantes de ese lugar eran malos y pecaban contra Dios en gran manera. La
Palabra de Dios nos declara en Proverbios 16:25: “Hay camino que parece
derecho al hombre,
Pero su fin es camino de muerte”.
Ante los ojos de Lot, Sodoma parecía ser un camino derecho (bueno) pero era
un lugar de muerte, gobernado por las tinieblas. No obstante, Lot decidió ir a
ese lugar junto a su familia. Luego de que él se estableciera allí junto a los suyos,
la Biblia nos presenta que fueron víctimas de la maldad de esa ciudad. Ellos
fueron saqueados y perdieron todas sus provisiones.
La Biblia nos presenta que Dios envió a dos ángeles a Sodoma. Cuando éstos
llegaron, Lot los recibió con hospitalidad. La Biblia no nos menciona la acción de
su esposa ante los visitantes. Sin embargo, nos describe todas las atenciones
por parte de Lot. La perversidad de ese lugar era tan grande que cuando los
hombres de la ciudad se enteraron que dos extraños estaban alojados en el
hogar de Lot, una multitud de hombres violentos fueron a la casa de él. El
propósito de ellos era buscar a los visitantes para tener relaciones sexuales con
ellos (Gén. 19:5). Lot protegió a sus huéspedes de los sodomitas y les ofreció a
sus hijas a cambio.
Los ángeles intervinieron a favor de Lot, hiriendo a los hombres perversos con
una ceguera. Probablemente todo este enfrentamiento, provocó la ruina del
estatus social que tenían en esa sociedad. A fin de ayudar a Lot, los ángeles
revelaron el deseo de Dios de destruir a Sodoma, y lo instaron para que huyera
junto a su familia a los montes para protegerse.
Les advirtieron que no mirarán hacia Sodoma. Cuando salieron, Jehová hizo
llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. No obstante, cuando escapaban
la esposa de Lot miró hacia atrás (“Entonces la mujer de Lot miró atrás, a
espaldas de él, y se volvió estatua de sal” Gén. 19:26).
Lo que ocurrió en la ciudad de Sodoma fue tan transcendental que Jesús nos
indica en Lucas 17:28-33: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían,
bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió
de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día
en que el Hijo del Hombre se manifieste.
En fin, no sabemos por qué lo hizo pero sobre todas las razones ¡Desobedeció a
Dios! En ocasiones, podemos pensar que un “pequeño” acto, no nos traerá
consecuencias. No obstante, el relato bíblico nos demuestra que una sola mirada
(acto de desobediencia) puede quitarnos la vida. Guardemos nuestro corazón
del pecado (“Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana
la vida” Proverbios 4:23) y vivamos vidas santas, sin miradas atrás.
Texto Bíblico: Génesis 11:30 “Mas Saraí era estéril, y no tenía hijo”.
El primer aspecto que resalta la escritura sobre Sara fue su estado de esterilidad,
como vimos en el versículo anterior. Por ello en este estudio vamos a entrar en
detalle en esa circunstancia de la vida de Sara, circunstancia que vivió por casi
toda su vida y por la cual se desarrollaron muchas otras. Pero si estudiamos la
Biblia encontramos que el caso de la esterilidad de Sara no fue un caso aislado
ni único, tal como lo es en nuestros días.
A continuación veremos algunas otras mujeres de la Biblia que estuvieron en
esta misma condición.
· Rebeca: “Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó
Jehová; y concibió Rebeca su mujer. …Cuando se cumplieron sus días para dar
a luz, he aquí había gemelos en su vientre. …Y era Isaac de edad de sesenta
años cuando ella los dio a luz”, Gen. 25:21, 24, 26.
· Raquel: “Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero
Raquel era estéril”, Gen. 29:31. “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le
concedió hijos. Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: "Dios ha quitado mi afrenta’;
y llamó su nombre José, diciendo: "Añádame Jehová otro hijo" Gen. 30:22-24.
Así pues vemos como a través del relato bíblico encontramos la esterilidad
siendo parte de la vida de muchas mujeres.
Conozcamos un poco más sobre este tema, según el Wikipedia
Estas causas se deben en un 65% de los casos a causas femeninas, otro 25%
de las veces a causas masculinas, un 10% de las veces a causas que no son ni
masculinas ni femeninas sino que son combinadas .Por último, existe un 15%
de casos en los cuales aparece una esterilidad y no se descubre una causa
etiológica y es lo que llamamos Esterilidad sin Causa Aparente, conocida por la
sigla ESCA. Sin embargo, algo que ocurre frecuentemente es que exista más de
una causa que desemboca en la esterilidad y se suman más de una causa
femenina asociada a una masculina.
No debemos pasar por alto la edad como causa de infertilidad. Es más causada
en mujeres que en hombres, debido a que durante la vida de una mujer, el
número de óvulos está determinado desde el nacimiento, perdiéndose un
número considerable hasta la llegada de la pubertad. En cambio, durante la vida
de un hombre, los espermatozoides están en continua formación. Por todo ello,
está estandarizado que la vida fértil de una mujer disminuya a partir de los 35
años, llegando a un pico importante a la edad de 40 años. Para los hombres, se
ha visto que la edad también les influye, pero en menor medida y los estudios
al respecto tampoco reflejan nada claro.
Debido a este problema de la edad, cada vez son más frecuentes las visitas a
técnicas de reproducción asistida, FIV y similares en parejas con síntomas de
infertilidad. En nuestros tiempos, debido a factores socioeconómicos, la gente
cada vez se estabiliza más tarde y tienen hijos a edades más avanzadas. En
cuanto al hombre, una de las causas frecuentes es de origen genético, otras
causas pueden ser la producción de una cantidad de semen por debajo de lo
necesario para fecundar el óvulo, la movilidad defectuosa de los
espermatozoides aunque su número sea adecuado, la obstrucción de los
conductos por los que transitan, la disfunción eréctil, secuelas de enfermedades
como las parotiditis, o fiebre urliana, varicocele, radiaciones nocivas (ionizantes
y no ionizantes), el cafeísmo y el alcoholismo”.
Ella había anhelado eso toda su vida, y cuando supo por boca de su esposo que
Dios le había prometido hacerle padre de una gran nación, su corazón no pudo
estar más complacido, aunque en ese momento ella era ya de edad avanzada y
desde su perspectiva humana su condición de esterilidad era una gran amenaza.
Sin tratar de justificar a Sara, lo que ella tenía hasta ahora era una promesa,
que había oído de parte de su esposo, pues directamente a ella no le ha sido
manifestado nada aún. Su frustración y dolor seguían latentes en su corazón,
pasaban los años y con ellos quizás tal vez su esperanza.
Ismael hijo de Agar y Abraham, tenía ya trece años, Sara era una anciana de
ochenta y nueve años y su esposo Abraham estaba a punto de cumplir los cien
años. A esa edad toda esperanza natural de concebir a un hijo estaba
completamente desechada y anulada, aun en nuestros días cuando la tecnología
y la ciencia médica se han desarrollado en gran manera permitiéndole a la pareja
estéril acudir a una gran variedad de métodos, concebir un hijo a esa edad es
imposible. Para Sara habían pasado veinticuatro años desde que llegaron a
Canaán, obedeciendo al llamado de Dios y por lo tanto los mismo años desde
que Dios hizo su pacto. Ella había abrigado esa esperanza por tanto tiempo, y
su fe en aquel Dios que le había prometido, seguía estando allí en su alma.
Quizás para muchas mujeres en la actualidad considerar guardar esa esperanza
por tanto tiempo, simplemente no fuera posible, pero es allí donde vemos lo
especial del carácter de Sara. La Biblia nos relata en Hebreos 11:11: “Por la fe
también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz
aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había
prometido”.
En Génesis 18:9-15 vemos como una vez más el Señor confirma la promesa a
Abraham, esta vez Sara está escuchando todo, su corazón tendría que haber
saltado de gozo, la felicidad le debió haber inundado todo su ser, tanto que la
Biblia dice que ella se rió, pero esa risa pudo haber sido del mismo gozo y
asombro más que de duda. Génesis 21: 1-2 nos declara: “Visitó Jehová a Sara,
como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió
y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho”. De
esta manera maravillosa vemos como el Dios de pactos, de promesas, el creador
y gestor de la vida, cumplió su promesa. Sara dio a luz a Isaac y Abraham se
convirtió en el padre de una gran nación.
En los ejemplos que mencionamos al inicio de este estudio, vimos como a todas
esas parejas Dios les concedió su petición de ser padres, realizando verdaderos
milagros, puedes esperar tu milagro, pero si no llega, pídele a Dios que te de la
sabiduría para reconocer cuando el definitivamente te está diciendo que No.
El diseño original de Dios fue que Adán fuera creado primero, luego en Génesis
2:18 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda
idónea para él”. De modo que creo a Eva para que ayudara a Adán en el gobierno
de un mundo perfecto, no contaminado. Asombrado Adán cuando se encontró
con su esposa Eva, declaró en el vr.23 “Esto es ahora hueso de mis huesos y
carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.
En ese mismo momento Adán supo que esa mujer era su compañera perfecta,
no vio nada en su carácter que pudiera ser deficiente, porque tanto este como
su actitud eran puros. Ambos estaban en un estado puro, sin contaminación,
perfectos.
Como vemos en el relato bíblico Adán fue creado primero y por lo tanto a él se
le dio el liderazgo sobre la mujer y la creación. Esto lo podemos constatar en el
hecho de que fue Adán quien puso el nombre a Eva, y ese era un privilegio que
en el Antiguo Testamento era otorgado a los que tenían autoridad. Pero aún así,
su relación original era tan pura y perfecta, que su liderazgo sobre Eva era una
manifestación de su profundo amor hacia ella. El uno vivía para el otro en
cumplimiento perfecto del propósito para el que fueron creados y bajo la perfecta
provisión y cuidado de Dios. Eva no fue diseñada para que fuera superior a Adán,
pero tampoco para que fuera una esclava, su relación era perfecta, el hombre
como cabeza dispuesto a proveer para la mujer, y ella deseosa de someterse a
él.
Pero todo este panorama perfecto y maravilloso cambio, a causa del pecado y
por supuesto la maldición que este trae. El hombre y la mujer pecaron,
desobedeciendo a Dios Génesis 3:1-7 nos describe toda la situación. Eva se
apartó de la protección y liderazgo de Adán y sucumbió a la tentación presentada
por la serpiente, Adán por su lado se dejó persuadir por su mujer y sucumbió a
la usurpación de su liderazgo por parte de Eva. Ambos fueron culpables, y ambos
junto con la serpiente acarrearían las funestas consecuencias de su
desobediencia. Desde ese momento el diseño original de Dios para la relación
matrimonial nunca ha sido lo mismo.
La humanidad está en lucha constante entre el poder del hombre y la mujer, los
feministas defienden la igualdad de género y las mujeres tristemente han hecho
eco de sus satánicas teorías, dejando sus hogares y su responsabilidad delante
de Dios, han caído presas de la seducción del poder de ser igual al hombre, pero
como vimos antes, el pensamiento de Dios, el creador de la vida y el diseñador
del hombre y la mujer, fue completamente distinto. Así pues que la autoridad y
sumisión son elementos característicos tanto de la creación como del Creador.
La biblia dice en 1 Corintios 11:3 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza
de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”.
Pero regresando al asunto de “estar sujeto”, recordemos que eso significa “ceder
o renunciar a sus derechos”, sin perder su esencia o valor. Pero esta acción debe
ser voluntaria, para la esposa cristiana el someterse a su esposo, declara que
ella quiere hacer la voluntad de Dios, por encima de la suya propia. Por su lado
el esposo no debe trata a su esposa como una esclava, o como alguien inferior,
porque delante de Dios, ambos tienen el mismo valor, pero con roles y diseños
completamente diferentes. Cuando una esposa se somete voluntariamente a la
autoridad y liderazgo de su esposo; en última instancia lo que está haciendo es
sometiéndose al Señor.
Pero si analizamos el versículo de1 Pedro 3:6 “como Sara obedecía a Abraham,
llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien,
sin temer ninguna amenaza”. Podemos ver como para esta preciosa mujer, este
aspecto estaba totalmente claro y no representaba ningún tipo de conflicto en
su pensamiento.
Durante todo el relato bíblico sobre la vida de Sara, vemos como ella siempre
obedeció, siguió, y apoyo a Abraham su esposo, reconoció lo que Dios le había
dado a él y a ella; siempre supo cuál era su papel dentro de su matrimonio.
Nunca trató de imponer su voluntad, antes bien ella siempre se negó a sí misma,
renunció a todos su derechos y fue tras su marido, donde el fuera ella iría, sin
importar cuán lejos deberían llegar o cuanto trabajo esto requeriría.
Ese aspecto del carácter de Sara, es digno de imitar y no debe ser ningún
problema para toda mujer que ha sido regenerada, que ha sufrido un cambio en
su corazón, un cambio de mentalidad, que no lucha en contra de la voluntad de
Dios, antes bien ha hecho de la palabra de Dios su guía y su camino. Porque una
mujer que ha sido lavado por la sangre de Cristo, es ahora una nueva criatura y
ha vuelto por la gracia de Dios a su estado original, es decir al diseño original de
Dios para ella. Ahora para esa mujer que ha nacido de nuevo, el hacer la
voluntad de Dios, es su mayor delicia, y su mayor anhelo. El agradar al Dios que
le ha salvado y quiere producir su carácter en ella, es su prioridad.
La mujer de Dios se sujeta a su esposo, sin importar cuanto eso le cueste, cuanto
debe luchar con todo lo que ha aprendido durante toda su vida, cuanto tiene que
dejar, porque sabe que las bendiciones que el hacer la voluntad de Dios en su
vida, la vida de esposo, de su familia, de la iglesia y de su comunidad no son
comparables con nada. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La esposa
cristiana debe estar siendo transformada a la imagen de Jesucristo y no
acomodarse a las normas o moda de este mundo, y para ello necesita estar
bajo el dominio del Espíritu Santo y eso solamente puede ser posible si está
llena de la Palabra de Dios como dice Colosenses 3:16 “La palabra de Cristo
more en abundancia en vosotros….”.
Sara dentro del relato Bíblico es mostrada como la esposa sumisa, modelo
perfecto de gracia piadosa y de mansedumbre; no obstante es también mostrada
como una mujer impaciente, temperamental, maquinadora, celosa, entre otros
aspectos negativos de su carácter. Pero nos detendremos a estudiar su vida
porque sin lugar a dudas ella fue una mujer de fe, que en medio de su
desesperanza creyó a Dios y a sus promesas.
Trasfondo histórico:
Pero la Biblia, no nos habla nada sobre sus primeros años de matrimonio. Todo
lo que sabemos sobre esa época de sus vidas es la dura verdad que azotaba la
vida de Sara constantemente: “Mas Saraí era estéril, y no tenía hijos” (Génesis
11:30). ¡Esa sola declaración resume todo lo que la Escritura tiene que decir
acerca de los primeros sesenta y cinco años de la vida de Sara! No es para
sorprenderse que ocasionalmente presentara destellos de frustración y
resentimiento.
Muchas mujeres que como Sara pasaron o están pasando por esa misma
circunstancia en sus vidas, se enfrentan en una lucha constante entre su fe, su
esperanza, su paz y esos momentos de impotencia, dolor, desesperanza,
amargura y rechazo. La mujer que está pasando por un tiempo temporal o
permanente de esterilidad, tiene que estar firme en Dios, con su mirada y su fe
sólida en Jesús, porque de no ser así sola nunca podrá vencer ese estigma que
se le pone a la mujer que no puede procrear y cargará una vida llena de dolor y
amargura, que le afectará no solo a ella sino todo el ambiente y las personas
que la rodean. Dice la palabra: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar
la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella
muchos sean contaminados” Hebreos 12:15.
Dios había elegido a Abraham para que fuera el padre de una gran nación que
sería su testigo en el mundo. Israel, una nación comprometida totalmente con
Dios. De su linaje de levantaría un Libertador, el Mesías. ¨Y en Él, todas las
naciones del mundo serían benditas¨. (Génesis 18:18). Pero para que Abraham
pudiera ser padre, necesitaría a Sara porque claramente siendo ella su esposa,
tendría un papel fundamental en la historia toda vez que si el llegará a ser el
patriarca de una gran nación, ella sería la madre de dicha descendencia.
Sara era consciente de la promesa del Señor para su esposo Abraham y teniendo
en cuenta su circunstancia de esterilidad, y de su ya avanzada edad (65 años),
indudablemente que anhelaba ver cumplida esa maravillosa y esperanzadora
promesa.
Una vez más podemos apreciar que ésta mujer, era muy trabajadora y no se
vencía fácilmente. La prioridad primordial en su vida era el bienestar de su
familia, ella hacía todo lo que estaba a su alcance y se esforzaba para hacer más
de lo que es común hacer.
Tal vez, nosotras no tenemos que ir lejos a buscar el alimento como lo hacía
ella. No obstante, nosotras tenemos el alimento cerca y no nos esforzamos para
que nuestra familia esté bien alimentada. Aún teniéndolo cerca, no nos
esmeramos a escoger lo que es mejor para ellos, preferimos comprar comida
rápida o de poca calidad para que esté lista con rapidez y tener más tiempo para
nosotras.
Nuestra prioridad fundamental, debe ser agradar a Dios sobre todas las cosas.
La familia es muy importante para Dios, porque El la creó. Si nosotras no nos
esmeramos y esforzamos para que nuestro esposo e hijos estén bien, estamos
desobedeciendo a Dios.
Las mujeres judías fabricaban sus propias telas. Para la confección de las
mismas, utilizaban lana obtenida de los rebaños de ovejas y el lino. El lino es
una planta herbácea de flores azules, de cuyo tallo, recto y hueco, se saca una
fibra que sirve para hacer tejidos. Las mujeres de la antigüedad, eran expertas
en tejer. La mayoría del pueblo común palestino usaba telares muy primitivos,
y el proceso de tejido era lento y tedioso. Los tejidos se utilizaban para la
confección de la vestimenta.
En la actualidad, es poco común que una mujer tenga que ir a buscar lana y lino
para elaborar el tejido y luego confeccionar su vestimenta. Nosotras solo
tendríamos que ir a la tienda y comprarla. No obstante, a pesar de que hoy en
día podemos obtener las cosas con mayor facilidad, la holgazanería y la pereza
impiden que seamos igual a la mujer virtuosa.
La mujer que busca agradar a Dios, no espera a que otros hagan lo que ella
puede hacer, ella procura esforzarse y hacerlo. Ella tiene la voluntad y el ánimo
para trabajar y su prioridad son su esposo y sus hijos. Ella está pendiente de las
necesidades de ellos y las provee. A parte de eso, confecciona tapices
(decoraciones) y telas para la venta. También podemos apreciar como aporta
ingresos a su hogar, ayudando a su esposo. Nosotras podemos aprender mucho
de ella; de su voluntad, esfuerzo y dedicación para hacer las cosas, el cuidado
para su familia y hogar, entre tantas otras cosas buenas que ella tenía. Debemos
preguntarnos sí nosotras tenemos la voluntad y la dedicación, que la Palabra de
Dios nos exhorta a tener a través de ésta gran mujer. Seamos obedientes a
nuestro Creador, y esforcémonos para que nuestro hogar luzca como el de una
hija de Dios.
En una ocasión, Martín Lutero dijo: “El don más grande de Dios es una esposa
amable y piadosa, que teme a Dios, ama su hogar y con quien uno puede vivir
con toda confianza”. Las palabras de Martín Lutero, fueron muy sabias y estaban
ancladas en el relato bíblico de Proverbios 31 del 10 al 31.
Eva, la madre de todos los vivientes (Génesis 3:20), fue una mujer
extraordinaria a pesar de los errores que cometió. Eva pecó gravemente hacia
Dios y provocó un cambio radical en toda la descendencia humana.
A continuación, les presento la gracia que tuvo el Señor para con ella:
*No fue condenada definitivamente como la serpiente, "Y Jehová Dios dijo a la
serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre
todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos
los días de tu vida" (Génesis 3:14).
*Eva pudo haber quedado sola, sin embargo, Dios permitió que permaneciera
con Adán. El tuvo cuidado de ella y la sostuvo.
*Dios les proveyó vestimenta y no los dejó con ropas de hojas de higuera,
"Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron
delantales" (Génesis 3:7). El Señor sabía que el remedio que ellos habían
construido para cubrirse no los iba a proteger. Dios conoce nuestras necesidades
y en su amor provee de ellas, "Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas
de pieles, y los vistió" (Génesis 3:21).
*Su esposo Adán, la llamó la madre de todos los vivientes, "Y llamó Adán el
nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes"
(Génesis 3:20).
*El Señor le regaló la bendición de ser madre a pesar de que sería una
experiencia dolorosa. La Palabra nos indica en Génesis 4:1 "Conoció Adán a su
mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he
adquirido varón". Los hijos son una bendición de Dios "He aquí, herencia de
Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre" (Salmo 127:3).
*A pesar de que, a causa del pecado, Eva tuvo que experimentar el asesinato
de uno de sus hijos por parte de su otro hijo, Dios tuvo misericordia de ella y le
regaló a Set. "Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y
llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar
de Abel, a quien mató Caín" (Génesis 4:25). La Escritura nos indica que Set dio
origen a una línea de personas piadosas: "Y a Set también le nació un hijo, y
llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre
de Jehová" (Génesis 4:26).
*A través de su descendencia, Dios nos proporcionó un Salvador, nuestro Señor
Jesucristo. La Palabra nos expone en Gálatas 4:4: "Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley".
Al igual que Eva, nosotras pecamos contra nuestro Creador. Somos necias,
insensatas, nos dejamos engañar por las mentiras de Satanás y somos
desobedientes a los estatutos de Dios. Si auscultamos nuestra vida en detalle y
somos sinceras con nosotras mismas, vamos a encontrar que hemos pecado
grandemente pero aun así la misericordia de Dios siempre ha sido más grande.
"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los
ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió;
y dio también a su marido, el cual comió, así como ella". Génesis 3:6
En el relato bíblico de Génesis 3, podemos ver cómo Eva comió del fruto y luego
le dio a su marido. Eva pecó contra Dios y luego influenció a Adán para hacer lo
mismo. Al igual que Eva, nosotras influenciamos a nuestro prójimo para hacer
el bien o para hacer el mal. En nuestro diario vivir, nos relacionamos con
personas (familia, amigas, hermanos de la iglesia, compañeros de trabajo, entre
otros), en nuestras relaciones podemos ser mujeres de bendición o mujeres de
maldición. Tomando el contexto bíblico de Génesis 3, ¿Cómo influenciamos a
nuestros esposos? Somos esposas sabias y virtuosas o somos la mujer necia que
nos describe la Palabra de Dios en Proverbios 14.1: "La mujer sabia edifica su
casa; Mas la necia con sus manos la derriba".
La Biblia nos declara en 1 Corintios 11:13: "Pero quiero que sepáis que Cristo
es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza
de Cristo", nuestros esposos son la cabeza de nuestros hogares porque así lo
quiso Dios. Podemos influenciar en nuestros maridos en todas las áreas de sus
vidas. Nosotras somos la ayuda idónea del varón: "Y dijo Jehová Dios: No es
bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18);
nuestra influencia debe ser para que ellos obedezcan a Cristo en todo.
*En lo espiritual: La mujer no tiene una relación con Dios genuina (No ora ni
escudriña la Palabra de Dios) y por consiguiente es un árbol de frutos malos. Sus
consejos, exhortaciones y acciones van a estar alineados a las
corrientes de este mundo y no a la Palabra de Dios. El varón necesita que
su ayuda idónea sea una mujer piadosa llena de la Palabra. Al tener la sabiduría
Bíblica, sus consejos y exhortaciones van a ser de acuerdo a los preceptos
Bíblicos.
*En su rol como cabeza del hogar: El hombre es la cabeza del hogar por orden
divino (1 Corintios 11:13). Sin embargo, nosotras queremos suplantar lo que
Dios estableció queriendo tomar la posición que a él le corresponde. La mujer
utiliza distintos medios (manipulaciones, etc.) para influenciar en él y ocupar el
rol de cabeza del hogar.
*En la paz del hogar: Nosotras tenemos que tener un espíritu afable y
apacible. Debemos ser entes de paz y armonía. La Palabra nos expone en
1 de Pedro 3:1-5 "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros
maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin
palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y
respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos
de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible
ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de
Dios". A pesar de que la Palabra de Dios es clara, en ocasiones, no somos
castas, respetuosas y no tenemos un espíritu afable y apacible. Nuestros
esposos llegan del trabajo cansados y exhaustos y nosotras actuamos como
fieras salvajes.
Estamos de mal humor, enojadas y con una actitud necia. La Palabra nos expone
en Proverbios 19:13: "Dolor es para su padre el hijo necio, Y gotera continua las
contiendas de la mujer". Una mujer disputadora es literalmente como una
gotera; de algo pequeño puede hacer una contienda grande y contenciosa. Aquí
se mencionan dos formas de abatir a un hombre: un hijo necio y una esposa
irritante.
Por otra parte, Proverbios 21:9, nos declara: "Mejor es vivir en un rincón del
terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa". Meditemos en la magnitud
de lo que puede provocar nuestro carácter rencilloso, "Mejor es vivir en un rincón
del terrado…" . Cuando la mujer actúa neciamente, altera la paz del hogar e
influye negativamente a su esposo y a todo el entorno del hogar.
Tenemos que ser mujeres sabias, edificadoras de hogares que honren a Dios y
a su Palabra. Nosotras en nuestras propias fuerzas jamás podremos cumplir con
los estatutos de nuestro Señor. Solo mediante una relación genuina con Dios,
vamos a poder llegar a la meta. La Palabra nos expone en el Salmo 18:31-32:
"Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto mi camino". Solo El nos
dará las fuerzas y la capacidad para lograrlo. Seamos mujeres virtuosas que
influencian para bien en donde quiera que estén. ¡Dios las bendiga!
"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella" Génesis 3:6.
Podemos apreciar que la codicia es desear o querer tener todo aquello que le
pertenece a otro/a. Pablo afirma que ese mandamiento revela lo grave del
carácter pecaminoso de los seres humanos (Romanos 7:7-13). Esta Ley al igual
que las demás pone al descubierto la condición de pecado de los seres humanos.
La codicia que experimentó Eva, es la misma del presente. Hoy en día, las
mujeres estamos constantemente atacadas por mentiras de Satanás al igual que
Eva. A través de los medios de comunicación, recibimos mensajes engañosos
que producen codicia.
Entre los mensajes más comunes se encuentra el de hacernos creer que para
ser felices o completas, "necesitamos" o "tenemos" que comprar determinadas
cosas, pertenecer a determinado nivel socioeconómico o tener una profesión de
"alto" prestigio.
Tanto en nuestros hogares como fuera de él, estamos recibiendo mensajes que
están muy lejos de la Palabra de Dios. Cuando encendemos la televisión,
constantemente tienen anuncios que te dicen como debes vivir y que debes
tener. Te muestran una vida irreal expuesta como si fuera real. Vamos al
supermercado y tienen una sección completa de revistas que te dicen cómo ser
más bella si compras determinado producto, donde debes ir para ser feliz, pasos
para obtener la felicidad entre otros mensajes.
Tenemos que estar alertas como soldados de guerra para detectar los mensajes
engañosos y vencerlos con la Palabra de Dios. Solo mediante la regeneración
a través del Espíritu Santo, podemos tener vidas piadosas que agraden a Dios.
En Romanos 8:2-5, la Biblia nos declara: "Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque
los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu".
Llenemos nuestra vida con las cosas del Espíritu para poder vencer y no andar
como carnales. Teniendo siempre presente las palabras de Santiago 1:12:
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido
la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le
aman". Hermana, te exhorto a no errar ni a desviarte de la Palabra de Dios.
Cuidemos nuestra vista para no codiciar y fallarle a nuestro Padre celestial.
Al igual que Eva, muchas veces tenemos diálogos de varios minutos o tal vez de
varias horas con consecuencias nefastas. En el discurso de las palabras,
comenzamos un pequeño fuego que acrecienta hasta convertirse en un gran
fuego difícil de apagar.
Eva, jamás pensó que su conversación iba a desatar la destrucción del mundo
entero, afectándola a ella y a toda su descendencia. Muchas veces, iniciamos
conversaciones que nunca debimos comenzar al igual que Eva. En el dialogo,
prestamos nuestros oídos o utilizamos nuestra lengua para decir o escuchar
palabras engañosas, chismes, críticas, bromas de mal gusto, imprudencias entre
todo aquello que proviene del mal.
Por las palabras se desarrollan las relaciones, muchas de ellas para bien y otras
para mal (relaciones adulteras, malas amistades entre otras). La Palabra nos
indica en Mateo 12:36-37: "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que
hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus
palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. La Palabra
claramente nos declara que el mal uso de las palabras es una infracción contra
Dios y que cada persona tendrá que dar cuenta de cada palabra que salió de su
boca. Nuestras palabras revelan el estado de nuestro corazón, “El hombre
bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del
corazón habla la boca” Lucas 6:45. Nosotras mismas nos ponemos al descubierto
con nuestras palabras.
Tenemos que tener vidas santas, en una búsqueda constante del Señor,
glorificándole en todo. Por medio de una relación con Dios, podremos detectar
las palabras engañosas que provienen de Satanás y evitaremos la destrucción
que provoca el “fuego” de nuestra lengua.
Conozcamos a Eva
Referencia Bíblica: Génesis, capítulo dos al cuatro.
Su nombre se cita solo cuatro veces en toda la Escritura: dos veces en el Antiguo
testamento (Génesis 3:20; 4:1) y dos veces en el Nuevo Testamento (2 Corintios
11:3; 1 Timoteo 2:13). Sin embargo, podemos aprender mucho de Eva, la
madre de todos los vivientes “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por
cuanto ella era madre de todos los vivientes” Génesis 3:20.
Antes de la caída:
Eva fue creada de la costilla de Adán, él fue creado del polvo de la tierra. Ella
fue un regalo especial para Adán (Génesis 2:2-25). La Biblia no nos expone que
Adán le pidió una compañera, sino que fue iniciativa de Dios, Él quiso bendecirlo.
Ella fue “sacada del hombre” pero creada por Dios, “Porque el varón no procede
de la mujer, sino la mujer del varón” 1 Corintios 11:8.
Ella era la compañera ideal para Adán, el complemento perfecto para cada
necesidad de él. Adán y Eva estaban felices disfrutando de las maravillas que el
Señor les había dado en un lugar perfecto, el huerto del Edén. Era un lugar
extraordinario donde no les faltaba nada, estaban completos.
Solamente el Señor le había dado una restricción a Adán: “Y mandó Jehová Dios
al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de
la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día de que de él comieres,
ciertamente morirás” Génesis 2:16-17. Ambos estaban desnudos y no se
avergonzaban, “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se
avergonzaban” Génesis 2:25. Podemos apreciar que la desnudez era sin
vergüenza e inocente, entre ellos no existía maldad.
La tentación:
No tan solo escuchó la mentira, sino que se dejó seducir por lo que estaba viendo
“y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los
ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió;
y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. Entonces fueron abiertos
los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas
de higuera, y se hicieron delantales” Génesis3:6-7.
A pesar de que ambos pecaron contra Dios, hay una diferencia entre la acción
de Eva y Adán: Eva fue engañada por la serpiente, pero Adán no fue engañado,
sino que él decidió con pleno conocimiento comer del fruto que su compañera le
ofrecía, “Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió
en transgresión” 1 Timoteo 2:14.
Después de la caída:
La vida de ambos jamás volvió a ser la misma. Luego del acto de desobediencia
de ambos, Dios procedió a indicarles cuales eran las consecuencias de su
pecado.
▪ Maldición de los animales: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto
hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del
campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”
Génesis 3:14.
▪ Dolor al dar a luz los hijos y luchas entre la relación entre el hombre y la
mujer: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces, con dolor darás
a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” Génesis
3:16.
▪ Muerte del primer animal para proveer vestimenta: “Y Jehová Dios hizo al
hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” Génesis 3:21.
▪ Expulsión del huerto del Edén, un lugar perfecto: “Y lo sacó Jehová del huerto
del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado” Génesis 3:23.
La Biblia nos expone datos importantes sobre la vida de Eva que tienen un valor
incalculable. Juntas aprenderemos como su vida cambió la nuestra y cómo a
pesar de su pecado, Dios tuvo misericordia de ella.