Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“en algún rincón de mi mente, hay una leyenda que siempre me gustó.
hace años, existía una leyenda sobre la existencia de un lago misterioso. no se hallaba lejos de la civilización, pero
su acceso era imposible de encontrar para la mayoría. por las calles se sostenía que sólo los poetas podían
descubrirlo, que sólo a ellos se les permitía presenciarlo. habían susurros en la multitud, la gente decía que se
sentía una paz tan profunda que incitaba a sumergirse en sus aguas hasta sentir el abrazo de la muerte.
no para hacerlo sin sentir nada, se decía que ahí los poetas encontraban respuestas, aunque tuvieran que
hundirse en las profundidades del lago, entregando su último aliento en un acto de amor hacia el arte que los
había conformado”, termino de hablar lentamente, con la misma velocidad que mis pensamientos, mientras
arranco con delicadeza los pétalos de una margarita, uno a uno, como si cada uno representara a un poeta.
"puede ser", susurro, aceptando la posibilidad de haberla creado sin darme cuenta.
"¿y por qué me contás esto?", cuestionas, devolviéndome al presente con tu pregunta.
"honestamente, no lo sé", confieso, consciente de que había la posibilidad que tuvieras muchas preguntas.
el silencio se apodera de nosotras, mientras anhelo tener acceso a tus pensamientos y a tus recuerdos.
"no", respondo al instante, siendo una de las pocas cosas que estoy segura. tal vez es lo único de lo que estoy
segura.
"¿por qué?"
no puedo dejar el significado de mis escritos. al trazo más importante de mis pinturas. al acorde más esencial de
mi música. no puedo dejar a mi musa.
no puedo dejarte.
y yo no veo ni uno solo de ellos. puedo encontrar imperfecciones en mi obra, en mis letras, en mis trazos, pero
jamás en vos.
"no necesito más que eso", susurro, y al mismo tiempo pienso que no necesito más que esto.
siento como mis palabras se convierten en un susurro en el aire, mis manos se aflojan, y dejan caer el tallo de la
margarita, ya sin pétalos, al suelo. te observo, siendo consciente de la distancia entre nosotras.
estás acá, a escasos metros de mí. ¿por qué irradiás tanta calma en medio de una tormenta?
"¿qué significa?"
"¿todas las piezas o solo mis palabras?", me pregunto en voz alta sin darme cuenta. aparto la mirada de vos y la
enfoco en el lago.
"tus palabras"
"¿por qué?"
"porque me trajiste a este lugar, donde los poetas vinieron a morir. es el espacio perfecto para pensar"
tal vez este lugar nos está consumiendo, o quizás, somos nosotras quienes lo estamos haciendo, pero no importa.
mientras sienta tu presencia cerca mío, todo está bien.
los poetas venían a morir por sus palabras. y yo vendría a morir por vos. eso es lo que nos diferencia a vos, un
poeta convencional, y a mí.
ellos entregaban su vida por algo. yo la entregaría a alguien.
me acerco con paso lento y me siento, mientras te abrazo por la espalda. siento como tus brazos rodean los míos
con ternura, y el susurro de las hojas en el viento me hace sentir en paz. tal vez esto es el lugar perfecto para soltar
mi llanto.
suspiro, observando cómo el sol comienza a desaparecer, robando la luz para dar paso a la noche.