Está en la página 1de 1

CANARA / 22 de Julio de 2005

Las computadoras y el espíritu humano


Juan Manuel Villasuso

La tecnología digital, representada por la computadora, es catalizadora de cambios que afectan


no solo las actividades que realizamos sino también la forma en que pensamos. La relación con
un objeto con el cual podemos interactuar de manera inteligente modifica la conciencia que las
personas tienen de sí mismas, de los demás y de su relación con el mundo.

La mayor parte de los estudios sobre las computadoras se concentran en su dimensión


instrumental, es decir, en los múltiples trabajos que podemos hacer con su ayuda y en la forma
en que simplifica y perfecciona nuestras labores cotidianas.

Sin embargo, hay también una dimensión subjetiva en las computadoras, es la que tiene que ver
con la forma en que la máquina se incorpora a la vida social y al desarrollo psicológico,
afectando no solo nuestro modo de pensar, sino también la manera de sentir.

Las computadoras suscitan sentimientos intensos. Las personas perciben la presencia de algo
excitante y poderoso, con lo cual se puede lograr casi cualquier cosas. Algunos le temen y la
rechazan, no se atreven a tocarlas, otros le dedican varias horas cada día y se aproximan a la
adicción.

Muchos padres se sienten atormentados por las dedicación de sus hijos a la computadora y por
el uso nocivo que le puedan dar a lo que encuentran en Internet. Como juguete, la computadora
acapara la atención de niños que antes jugaban y se relacionaban físicamente con sus amigos y
ahora permanecen sentados delante de una pantalla y un teclado conectados con compañeros
virtuales.

Las computadoras, y las tecnologías de la información y la comunicación en general, suscitan el


debate sobre la educación, la política, el derecho y los negocios. Son evocativas porque tiene la
capacidad para crear nuevas condiciones y nuevas realidades.

En el mundo de hoy el ser humano enfrenta el desafió tecnológico con mayor intensidad que en
el pasado. Una "Nueva Era", dicen algunos académicos, se ha iniciado y nosotros somos parte
de ella. Destilar lo bueno y evitar lo malo, conservando la esencia de nuestra humanidad, es
nuestra propia responsabilidad.

También podría gustarte