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CANARA / 20 de Enero de 2004

Monterrey, Davos y Bombay


Juan Manuel Villasuso

En menos de dos semanas se están realizando tres reuniones internacionales que ocupan la
atención de la prensa mundial y en las cuales se analizan y discuten temas de la mayor
trascendencia para las naciones y los habitantes de nuestro planeta.

La “Cumbre de Monterrey”, que concluyó el pasado 13 de enero y en la cual participaron los


mandatarios de los países de América Latina y el Caribe, el “Foro Económico Mundial” de Davos,
que se inició ayer lunes y que reúne a Jefes de Estado y lideres del mundo empresarial, y el “Foro
Social” que en esta ocasión se congrega en la ciudad india de Bombay.

En estos encuentros, ya sea de presidentes, empresarios, académicos, dirigentes sociales o


activistas, los puntos de agenda parecen repetirse: crecimiento económico y comercio, pobreza y
exclusión social, guerra y terrorismo, corrupción y drogas, medio ambiente y recursos naturales. Son
preocupaciones recurrentes de las sociedades y de los gobiernos modernos. Son temas que
angustian, y vivencias que afectan a las sociedades y a las personas. Son realidades que tienen que
ver con la ética y con la dignidad de los seres humanos.

Desafortunadamente en estos encuentros hemisféricos y mundiales son pocos los beneficios que se
obtienen. En la mayoría de los casos sólo sirven para tranquilizar la conciencia y firmar declaraciones
llenas de retórica y buenas intenciones.

Lo cierto es que ni Monterrey, ni Davos ni Bombay modificarán las relaciones de poder de las
naciones hegemónicas ni cambiarán los intereses de las corporaciones transnacionales. Tampoco
terminarán con la marginación, la corrupción, el narcotráfico, el terrorismo y el deterioro de la
naturaleza.

Sin embargo, es necesario que estos encuentros continúen. Es indispensable que por medio del
diálogo se trate de lograr un mejor entendimiento a nivel mundial. La búsqueda de un desarrollo
integral mas equitativo y justo es una responsabilidad que requiere de la unión y esfuerzo de muchos
y la comprensión de los mas ricos y poderosos. No hay otra forma de hacerlo, aunque muchas veces
los resultados dejen el sabor amargo de la frustración.

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