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BESORAH

NOTICIAS SEMANALES DE BESH MARACAIBO No. 790

Bajo la cobertura internacional de


Messianic Jewish International Council
Editor de la Besorah Rabbí Dr. Williams Pitter
www.luz.academia.edu/WilliamsPitter
www.youtube.com
wpitter@gmail.com

Shabbat 13 de Enero del 2024


Shabbat 10 de Shvat del año 5784 de la creación
y casi 2000 años de la era mesiánica
Maracaibo, Zulia. Venezuela
CARTELERA BESH

Pensamiento de la semana: “El verdadero triunfo es cuando logramos conquistar


nuestra inclinación hacia el mal, nuestras características negativas y nuestros malos
deseos. Sólo entonces seremos verdaderamente victoriosos, con cada buen
pensamiento, deseo o buena acción que se anotará a favor en nuestra cuenta
eterna”. (Rabbí Najman de Breslov)

CONSEJERÍA. El Roé A. Pérez y la Dra. I. Cáceres son los consejeros de nuestra kehilá, y el Moré
José Morales es el consejero de los jóvenes.

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ENSEÑANZAS DE ESTE SHABBAT; por Instagram


Hora 11:30 am: Parashá: Moré Esdrash Pirela
Hora 12:30 pm: Derashá: Rabbí A. Pérez

SEDER DEL SHABBAT


Tefilá del Shajarit Shabbat: Fernando, Claudio, Nathaly, María, Claudia, Venezia,
Daniela, Daniel, Orel, Jazán: Moisés Valbuena y Alex Briceño.
Torá, 14 Vaerá (Se reveló), Shemot 6:2 al 9:35
Primera aliyá: Shemot 6:2-13
Segunda aliyá: Shemot 6:14-28
Tercera aliyá: Shemot 6:29-7:7
 Haftará: Isaías (Yeshayahu) 66:1-5
 Brit Hadasha: Mateo 2:13-15

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SEFER SHEMOT
Parashá Vaerá (Ex 6:2-9:34)
PROMESAS DIVINAS Y EXPECTATIVAS HUMANAS
En tiempos de Egipto y en los tiempos finales
Y la explicación del porqué el Mesías aparece 4 días después
Rabbí Dr. Williams Pitter

Emuná y realidad

La parashá anterior termina narrando un fuerte reclamo a Moshé por parte de los
capataces hebreos a Moshé, quienes eran parte de los capataces que se encargaban
de supervisar el trabajo de los esclavos (Ex 5:14-21), Moshé no les responde y le
presenta su queja al Eterno (Ex 5:22); y le Él le da un promesa (Ex 5:23).

El reclamo. El reclamo de los capataces está en el contexto de la exhortación que


Moshé le da al faraón para que libre a los israelitas (Ex 5:1) y la respuesta arrogante
y negativa del faraón (Ex 5:2-5), quien ordena incrementar abusivamente las labores
de construcción (Ex 5:6-19). Al salir de la entrevista con el faraón, los capataces ya
molestos por las exigencias del rey egipcio, se encuentran con Moshé y Aharón y
descargan sobre ellos la impotencia que tienen y los acusan con dureza de ser los
responsables de la tragedia que ahora viven: “Vea el Eterno a ustedes y juzguen; lo
que nos hicieron ser odiosos a los ojos del faraón, y a los ojos de sus siervos, para
darles una espada en su mano para matarnos” (Ex 5:20,21).

Dicho de otro modo, ellos se quejaron alegando: “antes de venir ustedes con su
mensaje de liberación estábamos mal, pero estábamos acostumbrados a estar mal,
pero ahora estamos peor, a nosotros los capataces nos quieren matar de un golpe
de espada, y al resto de los esclavos los están matando lentamente con el trabajo
adicional que ahora tienen que hacer”. Esta suele ser la actitud de los incrédulos.

La queja y la promesa incumplida. Moshé también siente impotencia, reconoce que


las cosas se han complicado, tal vez le parecía que todo saldría bien y rápido; por lo
cual le presenta su queja con pesar al Creador, pero se equivoca también al acusarlo
a Él del incremento de la opresión que ahora experimentan los israelitas y, además,
le señala que no liberado a Su pueblo: “… Mi Señor, ¿por qué hiciste mal a este
pueblo, y por qué me has mandado? Desde que vine al faraón para hablar en tu
nombre, se hizo mal a este pueblo; y nos has socorrido a tu pueblo” (Ex 5:22,23).

No es difícil ver que Moshé se ve confrontado con la cruel realidad; en verdad las
cosas están muy mal. Los capataces no creen en la palabra de Moshé, y él mismo se
confunde y duda de la promesa en vista de la realidad que está a la vista de todos. Y
he aquí el dilema que enfrenta muchos creyentes, se ven a sí mismos en una
encrucijada: entre lo que viven en ese momento y lo que viene, según lo que ha
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anunciado el Eterno, y que parece que no va a llegar, puesto que, con las señales
que ahora tienen perciben que es muy difícil que se llegue a cumplir lo prometido.
Se equivocaron, Moshé y los capataces. ¿Qué es emuná? “Es, pues, la emuná la
certeza de lo que se espera (que todo será para bien aunque todo se vea complicado,
la convicción de lo que no se ve (que todo viene del cielo, que Él interviene
constantemente a nuestro favor” (Hb 11:1).

La promesa reafirmada. El Eterno, comprendiendo el bajo nivel de emuná que tiene


su siervo Moshé, le habla compasivamente y, en una primera revelación sentencia:
“Ahora tu verás lo que haré al faraón. Porque con mano fuerte los enviará; y con
mano fuerte los echará de su tierra” (Ex 6:1). Esta revelación divina debió haberle
recordado a Moshé lo que antes se le había dicho con respecto a la actitud rebelde
que tomaría el faraón al recibir el mensaje del Dios de los hebreos por lo que Él
desataría contra faraón todas sus maravillas (Ex 3:19,20).

Así somos nosotros a veces, o casi todo el tiempo, nos olvidamos de las instrucciones
y/o promesas del Eterno y nos dejamos llevar por lo que otros dicen y por nuestras
propias emociones, en virtud de lo que vemos y sentimos (“la realidad”) nada tiene
que ver con la emuná, que supuestamente tenemos.

La promesa expandida y explicada

Luego, el Eterno le vuelve a hablar a Moshé y le aclara el contenido de la promesa


de liberación, que ya se encuentra en esta parashá. Allí Moshé entiende, que el
proceso de liberación se llevará por fases, y que ellas llevarán su tiempo. Así está
escrito en la Torá, en la porción de Ex 6:2-8, las cinco promesas del Eterno:

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Habló Dios a Moshé y le dijo: “Yo soy el Eterno… 5También Yo he oído el
clamor de los hijos de Israel, porque Egipto los esclaviza; y recordé mi pacto.
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Por eso di a los hijos de Israel: Yo soy el Eterno, que sacaré a ustedes de
debajo de las cargas pesadas de Egipto; los salvaré de sus trabajos, los
redimiré con brazo extendido y grandes juicios; 7los tomaré para Mí por
pueblo, y Yo seré para ustedes por Dios. Entonces sabrán ustedes que Yo soy
el Eterno vuestro Dios, que los saca a ustedes de debajo de la carga de Egipto.
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Y los traeré a la tierra, que alcé mi mano (jurando) para darla a Abraham,
Yitzjak y Yaacov. La entregaré a ustedes por heredad.

Las cinco promesas pueden ser resumidas así: (1) Sacarlos de la opresión psicológica
y espiritual, (2) salvarlos del trabajo físico, (3) redimirlos con grandes juicios (plagas),
(4) tomarlos como pueblo y ser el Dios de ellos, (5) llevarlos a la tierra de Canaán.

El cumplimiento de las tres primeras promesas llevó todo un año, pues ese fue el
tiempo de duración de las plagas, según lo indica la Mishná en el tratado Eduyot

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2:10. Tome en cuenta que la última plaga, la del exterminio de los primogénitos
ocurrió a la medianoche del 15 de Nisán, mientras los hebreos, egipcios y gente de
otras naciones celebraban la cena de Pesaj (Ex 12:1-4, 18-31, 40). Nisán cae entre los
meses de marzo y abril del calendario secular.

Partieron de Egipto durante el día 15 de Nisan, siete días después, atravesaron


milagrosamente el mar de los Juncos el día 22 (Ex 13:17-14:31); y el primer día del
tercer mes de Siván llegaron al desierto de Sinaí (Ex 19:1). Y el sexto día de Siván
recibieron la Torá (Ex 19:10-20:14); y al parecer, ese mismo día, Moshé, acompañado
por Aharón y sus hijos Nadab y Abihú, más 70 ancianos, príncipes de Israel, hicieron
un pacto con el Eterno, en donde ellos, en nombre propio y el del resto del pueblo,
tomaron al Creador como su Dios, y Él los tomó como su pueblo (Ex 24:1-8).

Por lo que el cumplimiento de la cuarta promesa, se hizo efectiva, el sexto día de


Nisán, un mes y veintiún días después de haber salido de Egipto. La quinta promesa
fue cumplida 40 años después, cuando Israel llegó a la parte oriental del río Jordán
el día primer día del mes undécimo (Dt 1:1-3). Luego de la muerte de Moshé, su
sucesor, Yehoshúa Ben Nun, introduce a Israel en la tierra prometida. Se puede
tomar como fecha del cumplimiento de la quinta promesa el día 15 de Nisán, tiempo
en el cual se celebró Pesaj en los llanos de Jericó (Josué 5:10-12); cuatro meses
después del discurso de Moshé relatado en Dt 1:1-3ss.

Como pueden ver, en el tiempo que el Eterno consideró apropiado cada una de las
promesas fueron cumplidas. Pero los hebreos, o muchos de ellos, al igual que
muchos de nosotros, somos impacientes. Entiendo que puede haber ocasiones
apremiantes en donde uno, según el pensamiento humano, requiera del pronto
auxilio divino; y es frustrante y amargo cuando éste no llega; o nos parece que llega
tarde. Veamos esto para seguir educándonos en el tema de la Providencia Divina.

Un episodio así lo vemos en el NT, Lázaro, un discípulo y amigo de Yeshúa, estaba


gravemente enfermo en la ciudad de Betania (cerca de Jerusalén), y le enviaron un
mensaje urgente al lugar donde Él estaba (Jn 11:1-3). Las hermanas y familiares de
Lázaro tenían la gran expectativa que Yeshua, quien había demostrado tener el don
de sanidad y aún era capaz de sanar a distancia, pudiese hacer el milagro de
devolverle la salud a Lázaro.

Lo increíble es el que el Mesías no atiende de inmediato el llamado a sanar a su


amigo, sino que les envía un mensaje que nadie entiende y, que además los deja
perplejos porque nada hizo (Jn 11:4,5). Peor aún, se tardó dos días más y les dice a
sus discípulos que Lázaro va a sanar y al mismo tiempo les revela que Lázaro ha
muerto; y ahora emprende la marcha hacia Betania; y los discípulos que le
acompañaban tampoco comprenden ni Sus palabras ni Sus acciones (Jn 11:6-16). Así
pasa muchas veces con nosotros.

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Cuando el Mesías se dirige a Betania, Lázaro tiene ya cuatro días de muerto; el
Mesías, a todas luces, según una perspectiva bien humana, ha llegado tarde (Jn
11:17-20). Y eso es lo que le dice precisamente Marta, hermana de Lázaro: “Señor,
si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto” (Jn 11:21). El Mesías, en el
tiempo que Él consideró apropiado, ¡cuatro días después de muerto!, opera la
maravilla de la resurrección de Lázaro, portento que sirvió para consolidar la emuná
de los dolientes, para que otros muchos judíos creyeran y, otros, en su falso celo
tomaran la decisión de matarlo (Jn 11:22-53). La tardanza divina, que implicó la
muerte de Lázaro y la aflicción de familiares y amigos, estaba diseñada para alcanzar
los propósitos específicos a fin de que el plan de la redención siguiera el designio ya
planeado.

El Eterno nos promete sanidad, prosperidad, etc., eso es verdad, pero tenemos que
asumir con paciencia nuestra emuná que eso será así, pero, en el tiempo que Él
estime pertinente. “Todo tiene su tiempo debajo del sol”.

¿Qué nos espera?

El profeta Miqueas escribió acerca de una promesa del Eterno para aquellos que les
toque vivir en los tiempos finales: “Yo les mostraré maravillas como el día que
saliste de Egipto” (7:15). De acuerdo con esta profecía, los tiempos previos a la
aparición del Mesías serán similares a los que vivieron los egipcios: opresión y
persecución brutal sobre Su Pueblo. Y, en consecuencia, de todos los lugares del
mundo subirá un clamor al cielo pidiendo auxilio divino; y del mismo modo como
antes, el Eterno enviará, en medio de la conmoción reinante un mensaje de
liberación a todas las naciones; el cual despertará una recia oposición de la clase
gobernante mundial; lo que incrementará los sufrimientos y mártires entre el pueblo
del Eterno, como una muestra que la razón humana ha tocado fondo. Igual que en
el antiguo Egipto.

Y a muchos, nos va a parecer que el Mesías se está demorando mucho en cumplir Su


promesa, pero ya estamos informados y tenemos luz al respecto. Es decir, aunque
creamos que el Mesías va llegar otra vez “cuatro días” después que todos los fieles
sean asesinados y secuestrados por las fuerzas del mal, por emuná, estamos
obligados a concluir que su tardanza se debe a que todos sus propósitos aún no han
sido alcanzados. Y, el principal de ellos, es que todos, si fuese posible, procedan al
arrepentimiento y rectifiquen (2 Pedro 3:9); muchos intentarán hacer esto “cuatro
días” después, y ya el tiempo habrá terminado.

Esta es nuestra declaración de emuná: “Yo creo con emuná shelemá que el Mesías
viene por segunda vez, aunque se tarde en venir”; evento glorioso que esperamos
ocurra pronto y en nuestros días y digan: ¡Amén!

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