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Capitulo 1 - El deber.
Como cada día, el despertador suena a quince minutos
para las seis de la mañana, ya la pesadez de despertar a
estas horas se me ha ido, han sido tantos meses desde que
comencé hacerlo. Exactamente ocho, desde que mi vida
tuvo giro inesperado.
.
–Lo siento, su madre padece de Leucemia, está en su etapa
número dos...
Mis ojos veían aquel doctor joven. Él muy bien podría darse
cuenta lo desorientada que estoy en este momento, pensé en
todo menos en que mamá podría padecer de una
enfermedad como esa. Tiene cáncer, cáncer en su sangre, no
me hace falta preguntar, sé qué es eso.
– ¿Y ella? ¿Lo sabe? –sus ojos cafés viéndome fijamente.
–No, creo que lo mejor es que un familiar le diga, en esta
ocasión tú, que eres la única que está a su lado.
Asiento, no tengo ni idea de cómo contarle a mamá, en este
momento mi voz esta presionada, mi pecho a punto de
estallar por las mil y un emociones que tengo, no sé,
simplemente no sé cómo hacerlo. Mis manos inquietas sobre
el escritorio son detenidas por aquellas manos suaves y
cálidas del doctor, le miro y dándome una sonrisa y una
mirada fija, siento un poco de tranquilidad.
–Puedes hacerlo, ahora, no esconda nada señorita Massón –
confundida le miro y me da otra sonrisa. –Llora, sé que estas
deteniendo las lágrimas, no está prohibido el tener
sentimientos y mucho menos sentir dolor.
Dándole una sonrisa, sin más las lágrimas aparecen. El llanto
y la rabia se apoderan de mí, mis hombros tiemblan, mi
respiración falla, mi nariz se tapa, limpio mis mejillas una y
otra vez. Mis manos en puños, aprieto tanto que mis nudillos
se tornan blanco, veo al doctor levantarse de su lugar, se
sienta a mi lado y me da un abrazo de lado. No dejo de llorar,
su mano en mi espalda me calma, no creí que la vida me
daría un golpe tan fuerte como este.
.
Al despertarla como siempre, ella me da una de esas
bonitas sonrisas, algunos días se despierta con grandes
ánimos, otros días no son tan buenos que digamos.
La llevo hasta el baño y dejo que tome su ducha, yo vuelvo
a su habitación y busco la ropa para el día de hoy. Es jueves
son sus días de tratamiento en la clínica, por suerte
tenemos como costearla, papá tiene un buen negocio
propio y aunque lo de ellos murió hace mucho tiempo, él no
ha dejado de dar todo para que se cure de su enfermedad.
Un fuerte golpe proveniente del baño me alerta, salgo
corriendo y encuentro a mamá de rodillas bajo la ducha. Su
llanto se escucha y yo rápidamente cierro la llave y la cubro
con su toalla, escucho los pasos rápidos por el pasillo y de
pronto papá aparece. Pálido y asustado, me ayuda a
sacarla, la lleva en sus brazos hasta la cama, de pronto una
sonrisa triste adorna el rostro de mamá y nos mira a
ambos.
–Lo siento, un mareo –comenta. –Puedo vestirme sola,
¿ok? –niego, pero papá toma mi mano y me mira, suspiro.
–Está bien mamá, estaré fuera ¿vale? –asiente y ambos
salimos de la habitación.
Caminamos hasta la sala, ya el sol colándose por las
ventanas. En ocasiones trato de ser fuerte, pero me es
imposible, no aguanto más, no tardo un segundo y
comienzo a llorar en silencio. Lágrimas bajan por mis
mejillas, papá me arropa en sus brazos y un beso en mi
hombro, me calma
Tener la edad de veinticinco y ser la hermana mayor no ha
sido impedimento para que papá me demuestre amor.
Aunque nuestra relación ha sido quebrada porque el dejo a
mamá, agradezco que siga con nosotros, porque aun en los
ojos de mamá, él, es el amor de su vida.
–No puedo más papá, es tanto dolor para mí.
Me lleva hasta el sofá y ambos nos sentamos, el tomando
mis manos, fija sus azules en mí. Ver sus ojos es como ver
los míos, azul del color del mar.
–Tenemos problemas Isabella –le miro fijo, entrecierro mis
ojos, las manos me tiemblan de pronto. –La empresa… –
eso me preocupa, mucho, a decir verdad. –Iré a solucionar
los problemas, cuando vuelvas de la clínica con tu madre
hablaremos ¿ok? Por el momento llévala a su tratamiento
de hoy, ¿está bien?
–Sí, está bien.
Para no hacerle tantas preguntas a tan temprana hora,
asiento, me levanto y camino hasta mi habitación, tomo
una ducha rápida y me preparo para ir a la clínica.
Al salir veo a mi hermano Derek, el rubiete con su cabello
apuntando en varias direcciones, sonrió al verle. Me mira
con su cara somnolienta y me da un abrazo. Decir que
somos el típico dúo de hermanos que pelean, es imposible,
Derek mi hermano menor es el chico más amable y dulce
que puede existir, la enfermedad de mamá ha sacado su
punto más débil. Suele leer cuentos para mamá, duerme en
ocasiones con ella, le ayuda en lo que necesite y en
ocasiones, llora.
–Buen día Bella, ¿mamá tiene tratamiento hoy? –asiento y
camino con él por el pasillo.
–Sí, estamos por irnos, dile a Rudy que te prepare el
desayuno y tu comida para el resto del día, no olvides que
hoy tienes un partido de fútbol y debes comer muy bien –
sonriente asiente.
– ¿Iras?
–Pero por supuesto, ¿quién es la que te hecha porra en
cada partido?
–Tu, pero en ocasiones pareces una loca Bella –rio y beso
su mejilla.
–Sé que mis porras te animan, por eso siempre metes un
gol –me encojo de hombros. –Mal agradecido –hago
puchero, este niega y me abraza.
Derek pasa a saludar unos minutos a mamá y luego vuelve
para prepararse e ir a clases. Veo el reloj en la mesita de
noche, ya está por ser las ocho de la mañana, y debemos
irnos.
Tomo a mamá y caminando despacio, llegamos hasta las
afueras de la casa, el chófer que papá contrato desde que
mamá tiene la enfermedad nos sonríe, me ayuda con
mamá y ambas subimos al coche. Voy de copiloto, mamá
va en la parte de atrás con un libro en su regazo, siempre
suele leer algunas páginas camino a la clínica, es para
despejar la mente del miedo, le ayuda mucho.
_
En cuanto llegamos, como siempre una enfermera muy
sonriente nos recibe con la silla de ruedas. Lobardo el
chófer, ayuda a mamá y nos despedimos de él.
Entramos y en seguida sentimos el frío, el olor típico de
estos lugares, las paredes blancas, y el piso tan limpio, que
tu reflejo se ve claramente en él. Ambas sabemos todo el
camino y tomamos el ascensor para ir al segundo piso.
Al llegar las enfermeras saludan con amor a mamá, no me
quejo de todo el cariño y atenciones que le dan, a mí me
sonríen y saludan. No suelo ser muy sociable, pero en
ocasiones hablo con ellas cuando debo esperar por mamá.
En cuanto enfoco mi vista al frente observo venir al doctor
Colligan, el sonriente nos recibe.
–Buenos días señora Massón, que radiante va el día de hoy
–mamá sonriente toma su mano y le da un apretón, luego
sus cafés se fijan en mí, me sonríe. –Buen día Isabella.
–Buen día, doctor Colligan.
Las facciones de su cara son como las de un ángel. Labios
voluptuosos y rosas, sus largas pestañas, nariz respingada,
ojos achinados y una baja barba adorna su quijada. Su
cuerpo no es una monstruosidad, pero a simple vista es
notorio que se mantiene en forma, su cabello castaño claro
con uno que otro destello de rubio.
Después de todo, los médicos –no todos– son viejos y
decrépitos. Dalan es todo lo contrario a eso, es guapo y
carismático, sería estúpido decir que no me siento atraída
por él, porque es obvio que si lo estoy e incluso él de mí.
Luego de tener cuatro meses viniendo a la clínica por los
tratamientos de mamá, me lo confeso. Yo no sabía qué
hacer, nunca había experimentado la confesión de alguien
hacia mí, ni siquiera cuando estaba en preparatoria,
siempre viví hundida a libros y mis calificaciones.
Así que en cuanto él me lo confeso, lo único que pude
hacer fue darle un casto beso en los labios –que hasta
ahora no entiendo por qué fue esa mi reacción– Y me eche
andar con prisa.
Hasta el día de hoy, no hemos llegado a algo. En mi época
de adolescente nunca me permití tener un grupo amigas,
salir con algún chico del instituto e incluso nunca llegué a ir
a una de las fiestas del último año. Solo me quedaba en
casa leyendo y estudiando, ni siquiera una mejor amiga
tengo.
Me empeñe en siempre estar sola, en nunca vivir la vida
loca que todo adolescente en ocasiones merece. Como el ir
a una fiesta a escondidas, fugarte un día del instituto
porque tus amigos tienen planes para la playa, ni siquiera
algún chico se escabullo por los arbustos de casa, para
llegar a mi habitación y robarme un beso. Ni siquiera sé,
que es un beso lleno de amor.
Dalan y yo simplemente compartimos conversaciones, me
hace reír, me aconseja y su apoyo desde la enfermedad de
mamá, ha sido de las que más me ha ayudado. En cuanto
mamá necesitaba de cuidados por días completos, papá
quiso poner una enfermera a su servicio, pero yo renuente
decidí ser la que estuviera a su lado.
Dejé la universidad para dedicarme a mamá, no fui la típica
chica que en cuanto dejo el instituto fue directo a una
universidad. No, yo en aquel entonces me dedique a viajar,
conocer algunos maravillosos países y disfrute tanto, que
la verdad, la soledad, no me afectaba.
Pero en este momento, siento que eso me está pasando
factura. Es una soledad que quisiera que alguien bueno
llegara a mi vida, y llenara esos espacios que, aunque tengo
a mamá, ella no puede rellenar. Es algo más como,
necesitar a una persona de mi sexo opuesto, que su risa se
entrelace con la mía y quizás, solo quizás, disfrutar de ratos
y amenos momentos.
_
Mamá ha quedado al cuidado de las enfermeras, está
recibiendo su tratamiento y yo salgo de la habitación con
Dalan. Me invita como cada jueves un café por la mañana,
ambos riendo y charlando por el pasillo frío del lugar. Al
llegar el pide mi favorito, un mokaccino y el suyo
un capuchino, ambos tomamos asiento en una de las
mesas metálicas del lugar.
– ¿Cómo va todo en casa, Isabella?
–Bien –comento. –Aunque, hoy mamá se debilito un poco y
cayo de rodillas en la ducha –le miro, me siento afligida. –
Siempre le pido que tome un baño en la tina, pero ella
disfruta que el agua caiga por todo su cuerpo, no debo
quitarle lo que le gusta ¿no? –me sonríe y asiente.
–Así es, puedes quizás intentar poner alguna silla y así ella
no estar tanto tiempo de pie, evitaran que ocurra lo de hoy
–esbozo una sonrisa, asiento. –Pero... –le miro de lleno. –
¿Tu? ¿Cómo estás? Sé que algo ocurre, desde que llegaste
has estado perdida en tus pensamientos –le miro y
tomando un sorbo de mi café, asiento.
–Es papá, antes de venir me dijo que algo ocurría con su
empresa, eso me pone un poco preocupada –confieso. –Ya
sabes, de ese dinero nos ayudamos para los tratamientos
de mamá.
Extiende su mano y toma la mía. Dalan ha sido el primer
amigo hombre que he tenido tan cercano, en ocasiones me
visita en casa o salimos al cine, pero es muy rara la vez.
Siempre dedico las 24 horas del día a mamá, a veces por
mi mente, vagamente se pasea la idea de ser enfermera, ya
que cuando comencé la carrera de Administración, no me
sentía muy a gusto que digamos, pero siendo honesta
conmigo misma, ahora no tengo tiempo para estudiar, mi
tiempo se lo lleva todo mamá.
–Todo irá bien Isabella, quizás es algo pequeño, no tienes
por qué preocuparte por eso, ¿vale? –asiento y sonrió.
–Eso espero –suspiro. –Mamá necesita muchas cosas,
solo espero que papá, solucione todo.
–Y así será, ya lo veras.
_
Al pasar de unas horas volvemos donde mamá, débil por la
quimioterapia la dejamos descansar por unos minutos.
Al cabo de unos segundos, al abrir sus ojos, me sonríe. El
color gris de sus ojos me gusta tanto, mi hermano Derek
tiene el color de ojos de mamá y yo los de papá, y en las
facciones yo soy idéntica a mamá y Derek a papá. El
pelirrojo de mi cabello lo herede de mamá, piel blanca,
voluptuosos labios, nariz un poco fina, y como siempre, me
dejan saber, que verme a mí, es como ver a mamá joven.
–Eres tan bonita, mamá –comento, sonríe. – ¿Estás lista? –
asiente.
–Sí sabes que, tu hermosura la heredaste de mí, ¿verdad? –
ambas reimos, asiento. –Isabella, tengo muchas ganas de
comer pollo frito –Dalan ríe, se inclina a ella para levantarla.
–Sabe que no puede, Magnolia, debe comer sano, ¿no?
–Lo sé, es solo que soñé con pollo frito –se encoge de
hombros. –Lo siento, doctor Colligan –la ayuda a volver a
la silla de rueda. –Comeré sano, lo prometo.
–Le creo, señora Massón.
Con esto, nos encaminamos a la salida de la clínica. Dalan
nos acompaña, llegamos al coche. Lobardo nuevamente
ayuda a mamá para que entre en el coche, la enfermera
retira la silla de rueda y ambos quedamos solos. Ambos
con las miradas fijas nos despedimos, le doy una sonrisa
de boca cerrada y entro al coche, agitando mi mano de un
lado a otro me despido.

Al volver llevo a mamá a la recamara, los jueves de
quimioterapia la dejan totalmente cansada. Por suerte la
etapa donde vomitaba ha cesado un poco, en ocasiones
ocurre, pero no tan seguido como antes, al dejarla
totalmente dormida salgo de la habitación.
Ya es más de medio día y entro a la cocina, no tome ningún
desayuno así que muero de hambre. Rudy la señora que es
nuestra ama de llaves me recibe con una sonrisa, sin yo
decir algo ella de inmediato se mueve por toda la cocina y
sirve un plato de comida.
Al ver el plato, un rico pollo con verduras y arroz esta frente
a mí, un vaso de jugo de limón y algunos panecillos. No
tardo y comienzo a devorarme todo. Un gemido por mero
gusto no tarda en salir, Rudy ríe y se sienta junto a mí, sabe
que detesto comer sola.
– ¿Qué tal el día de hoy?
–Bien, mamá delante de Dalas ha dicho que quiere comer
pollo frito –ambas reimos. –Mamá no cambia –se forma
un repentino silencio. –Y espero que nunca lo haga –siento
la mano de Rudy frotar mi espalda.
–Después de todo, la señora Magnolia no ha cambiado su
sentido del humor –esbozo una sonrisa. –Y tu mi niña, eres
tan fuerte, no creí que serias la mujer que ahora eres –
volteo a verle. –Siempre fuiste risueña y dulce, llorabas si
perdías el vestido de una de tus muñecas –siento lagrimas
agolparse en mis ojos por los recuerdos. –No llegue a creer
que enfrentarías con dureza y fuerza lo de tu madre –el
nudo que se forma en mi garganta, duele, tomo un bocado
de la comida y mastico con quietud.
–Extraño verla al despertar, canturreando y con su larga
cabellera danzar entre sus hombros –una lagrima aparece.
–Ella siempre ha sido mi ejemplo a seguir, no esperaba lo
de papá, Rudy, mamá dio tanto por su matrimonio, pero
papá se entregó tanto a su empresa y el desinterés lo
golpeo –me encojo de hombros. –Lo único que le
agradezco es la ayuda monetaria y que no se marchó en
estos tiempos.
Rudy toma mi mano y limpia mis mejillas, sonriendo
termino mi almuerzo y tomo camino a mi habitación. Me
dejo caer de espaldas sobre el colchón y me quedo con la
mirada fija en el techo. Suspiro, lo hago repetidas veces y
aun siento esas ganas de llorar, quiero espantarlas, no
quiero llorar, no quiero llorar.
– ¿Isabella? –la voz de papá del otro lado de la puerta,
llama mi atención. – ¿Me acompañas al estudio?
–Sí, ya voy.
–Está bien, hija
Y a los pocos segundos, salgo de mi habitación.
En cuanto entro a su oficina camino hasta uno de los sofás,
me siento a su lado, y puedo notar la clara preocupación.
Tanto en su rostro como el aura que expende todo su
cuerpo, le miro, él hace lo mismo, me desespera que no
hable, puedo ver su inquietud, se levanta y camina por todo
el lugar.
– ¿Que ocurre señor Alexander Massón? ¿Puede hablar? –
sus azules me miran y tomando una fuerte bocanada de
aire asiente.
–Mi amor, la empresa se viene abajo –baldazo de agua fría.
–No comprendo que ocurrió, estamos a solo un empujón
de quedar en la quiebra –un pitido inquieto se me afianza
en la cabeza, le miro perpleja.
–Pero papá, ¿cómo que no sabes qué ocurrió? –me coloco
de pie, me acerco a él. –Tu siempre has llevado todo de esa
empresa, sabes todo acerca de administración, tienes
grandes personas al frente de ella, tienes empresarios muy
conocidos que son tus socios, ¿cómo pudo pasar esto?
–No lo sé Isabella, no lo sé, quizás un descuido mío, no lo
sé…
–Pero papá, un préstamo o algo, el banco nunca te lo niega.
–Esta vez sí hija, no me quieren dar el préstamo, disque por
que llegue al límite, y todo por esa segunda empresa la cual
quiero inaugurar pronto, maldición.
Tomo sus manos y lo llevo hasta el sofá. Acaricio el dorso
de estas y sé que quizás puedo darle un poco de apoyo, de
esta manera. Yo nunca quise involucrarme en las cosas de
papá, no sé de qué va todo, sé que es una empresa
inmobiliaria, ventas de casa, apartamentos, oficinas y todo
ese tipo de cosas. Sé que tenía en mente el abrir una nueva,
pero no sabía que ya había pedido préstamo al banco.
–Hija, ¿recuerdas a mis socios de Alemania? ¿Los Lehner?
–asiento, aunque no recuerde muy bien. –Me propusieron
un trato... –noto la inquietud en su manera de hablar, de
expresar. –Ellos me ayudaran con la empresa y con las
deudas a cambio de...
Lo veo angustiado, él me mira, cierra sus ojos y suspira.
Papá no es sentimental y mucho menos es de llorar frente
a una mujer, solo lo hizo una vez, y fue cuando mamá
personalmente le contó lo que tenía en su cuerpo.
– ¿Papá? Habla ahora mismo, me estas preocupando… –
toma aire nuevamente y asiente.
–Debes casarte con uno de los hijos de Román Lehner –si
la quijada se cayera, la mía ya estuviera en el suelo, le miro
perpleja. –A decir verdad, debes casarte con su
primogénito, Roy... –asustada me alejo, lo veo
desconcertada, negando rotundamente.
–No papá ni loca haré semejante cosa –digo casi sin
aliento. – ¿Que les ocurre a esos alemanes? –se acerca a
mi y toma mis mejillas. –No, no hare eso, estás loco si
crees que aceptare.
–Isabella, hija, yo nunca te pediría semejante cosa –le miro
fijo, niego repetidas veces. –Pero sería un matrimonio que
solo duraría un año, es como un contrato, por favor, hija –
toma mis manos y con brusquedad suelto su agarre. –
Isabella...
– ¡No! Papá –me asombro por el alto tono de mi voz. –Ni
se te ocurra pedirme eso ¿Me estas vendiendo a cambio de
tu empresa? –niega. – ¿Ah no? Porque eso parece, papá.
–No por Dios hija, solo es un... –hace una pausa. –Por
favor Isabella, no quiero perder lo que con tanto esfuerzo tu
abuelo construyo –la perplejidad en mi mirada. –Sabes que
lo atesoro con mi vida, que es una de sus herencias –niego
y vuelvo a negar, me mira fijo, algo pasa por su cabeza, se
alerta y vuelve a tomar mis manos. – ¡Tu madre! –le miro
confundida. –Piensa en ella, necesitamos el dinero para
sus tratamientos –me quedo helada en mi lugar. –Por favor
hija, por favor…
En el momento en que papá se arrodilla delante de mí, todo
en mi colisiona y se viene abajo. Con la cabeza gacha y
tomando mis manos, le miro fijo. Verlo de esa manera me
desborda de tristeza el corazón, me eriza por completo, me
lastima en cierto punto. Yo no sería capaz de casarme con
un hombre que ni siquiera conozco, nunca he vivido la
magia de una relación, alguna estúpida discusión con tu
pareja, salidas, intimidad, nada...
¿Cómo papá me pide esto?
¿Cómo podría ver a los ojos a un hombre que ni siquiera sé
cuáles son sus intenciones? No, rotundamente no, soltando
sus manos y dejándolo hecho un ovillo mental, salgo del
estudio. Corro hasta mi habitación, al cerrar la puerta apoyo
mi espalda en la madera y me quedo muy quieta. Las
lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas, el dolor en mi
pecho es fuerte, me alejo de a poco, observo mi cama,
termino por echarme sobre el colchón, y comienzo a llorar.
Mamá... Ella es todo en mi vida, es mi mejor amiga, mi
compañera, mi más grande lucha. No quiero dejar de luchar
a su lado, sus tratamientos son costosos, lo sé, pero sé que
ella no estará de acuerdo en esa locura, ella siempre me ha
dicho que siempre debo amar de verdad, no jugar con los
sentimientos y mucho menos engañar al corazón. Ella
claramente impedirá todo, pero la necesito a mi lado,
preguntas van preguntas viene.
¿Y si papá no logra recuperar la empresa?
¿Y si nos quedamos sin un centavo?
¿Podré costear el tratamiento de mamá si encuentro un
trabajo?
Me levanto de la cama, salgo de mi habitación camino
hasta el estudio, me planto delante la puerta, mi pecho late
con fuerza, ¿lo debo pensar? Acaso, ¿lo estoy
considerando?
-Papá...
Y ambos quedamos en un largo y tirante silencio.
Capitulo 2 - Presentación.
En las gradas todos gritan, yo solo veo de un lado a otro él
como mi hermano juega. Todo en mi mente es un completo
desastre, un vaivén de emociones, yo creo, que… me
precipite.
.
Observo fijo a papá, esta con la mirada perdida sentado en el
sofá, en su regazo un álbum de fotos, el de su boda con
mamá. Lo veo totalmente perdido, tan perdido que ni siquiera
ha notado mi presencia, ni siquiera me escucho cuando le
llame. Camino y me siento a su lado, me mira, una sonrisa de
lado, toma mi mano y la apretuja.
–Lo siento, Bella, no debí, yo no debí... –trago grueso,
suspiro.
–Lo haré papá, aceptare ese contrato –digo sin más, me digo
una y otra vez que me lo piense nuevamente, espabilo. –
Todo por mamá, ella es mi deber, sin ella, mi vida no sería la
misma –digo en un hilo de voz, siento una fuerte presión en
mi pecho, tomo una bocanada le miro fijo. –Llama a los
alemanes diles que aceptas el trato.
–Isa... –niego y sin esperar más palabras de su parte me
marcho.
Con mis pies arrastrados camino nuevamente hasta mi
habitación. Cierro la puerta y me dejo caer al suelo poco a
poco. Estoy completamente desorbitada, ¿Cómo es que todo
cambia de un momento a otro? ¿Cómo es que una cosa
termina y otra nueva comienza así sin más? ¿Por qué a mí?
¿Por qué siempre yo?
La decisión que hace un largo rato tome, me tiene fuera de
este mundo. La sola idea de pensar en un matrimonio
organizado, nunca llego hacer algo que estaría en mis
planes. Un matrimonio por conveniencia monetaria, un
matrimonio que ayudara con la salud de mamá, un
matrimonio con la sola intención de sacar a papá de una
quiebra, y ya...
Al escuchar que todas las personas gritan gol reacciono.
Veo a mi Derek celebrar con sus amigos, su mirada me
encuentra y con un gesto de confusión me mira. Espabilo y
de inmediato me levanto y comienzo a gritar como loca,
aplaudo y le lanzo besos, el ríe y sigue celebrando.
Al terminar su partido de tres a dos con el equipo donde
pertenece mi hermano ganando, las personas corren hasta
el campo verde a celebrar con el equipo ganador. Yo
perdida en mis pensamientos me quedo sentada viendo a
la nada, una mano en mi hombro me hace reaccionar, veo a
Derek sonriente y cansado, le doy una sonrisa y le abrazo.
Busco un chocolate en el bolsillo de mi suéter y se lo
entrego, le doy un beso y ahora ambos estamos sentados
viendo a la nada en total silencio.
–Felicidades pequeño, se lucieron esta noche –toma mi
mano haciéndome voltear.
–Isabella, crees que no me di cuenta –le miro fijo. –
Estuviste ausente en todo el juego, ¿Ocurre algo? –niego y
le doy una sonrisa.
–Solo prométeme que tome la decisión que tome, tú me
vas apoyar, Derek –confundido me mira, se levanta y se
coloca frente a mí.
–Bella... ¿Qué ocurre? –niego. –Sé que soy menor que tú y
que no entiendo aún mucho de las decisiones de la vida,
pero por lo menos en algo debo entenderte, ¿no?
Su mirada fija y sus palabras maduras me sorprenden. Para
ser sincera mi hermano es como especie de mejor amigo,
siempre le cuento mis cosas, aunque no son tan relevantes,
él me escucha.
–Papá –susurro, este suspira. –Tiene problemas con la
empresa y está a solo un empujón de perder todo, Derek –
nuevamente se acerca a mí, con la preocupación plasmada
en su rostro.
– ¿P–pero? ¿Y mamá? ¿Su tratamiento? –sonrió, después
de todo mamá también se pasea por su mente.
–Yo... Ayudare a papá.
– ¿Trabajaras con él? –la confusión tiñe sus facciones. –
Pero, Bella si a ti no te gusta involucrarte en los negocios
de papá.
Le miro y niego, mi vista va al frente, mis dedos inquietos
sobre mi regazo, niego un par de veces, tomo una
bocanada de aire, expulso todo:
–Yo... Creo que me voy va a casar Derek
– ¿Cómo que crees? ¿Qué hablas?
–Yo... Debo casarme con el primogénito de un socio
alemán de papá –asombro y confusión plasmada. –Ellos
se ofrecieron ayudar a papá con el problema de la empresa
a cambio de…
– ¡No Isabella! ¿¡Estas locas!? –el fuerte grito de Derek me
toma por sorpresa. – ¿Cómo puedes hacer esa locura?
Debe haber otra forma, no simplemente casarte, ¿te estas
escuchando? Por Dios, ni siquiera conoces al tipo –
exasperado se aleja y camina de un lado a otro. –Solo
tengo quince años, pero estoy cuerdo, ¿vale? –trago
grueso. –No, yo no pretendo apoyarte, lo siento, pero no –
intentando calmarlo un poco, me acerco y tomo sus manos,
hago que me mire fijamente.
–Lo hago por mamá, yo no quiero dejar de luchar por ella,
todo es por ella, Derek, por favor comprende –niega
repetidas veces. –Derek...
–No, sabes que mamá te dirá que no –dice tajante, así sin
más. –Ella no te apoyará, te ama tanto que no lo hará.
–Pero tú me ayudaras a que sea todo lo contrario, ¿sí? –
vuelve a negar, se niega rotundamente. –Por favor Derek, tu
no, tu no me dejes sola con todo esto por favor.
– ¿Cuándo dejaras de pensar en los demás? ¿Por qué no
piensas en tu bienestar? Hay tantas maneras de solucionar
las cosas, no solo ir y casarte con un jodido desconocido,
que no sabemos cuáles son sus verdaderas intenciones.
–Derek... –me deja atónita, siento el nudo en mi garganta.
–Sé que debo pensar en mí, pero desde que mamá,
enfermo, no pienso en nada mas, que en ella –ya para este
momento me es inevitable no echarme a llora. –Es mamá,
sabes cuán importante es para mí.
–Y para mí, Bella –asiento levemente, él suspira, se acerca
y me abraza.
–Todo es por ella, Derek –los sollozos de mi parte no
tardan. –Ella aún puede curarse lo sé, todo lo decidí,
pensando en ella.
Me abraza aún más, susurra que todo estará bien, que se lo
pensará mejor y nos separamos un poco. Se suponía era
una noche feliz por su triunfo en el juego de hoy, pero
termino siendo una noche llena de lágrimas.
Después de calmarnos y no hablar más del tema
caminamos hasta donde se encuentra Lobardo. Ambos
entramos en el coche y de camino a casa ninguno de los
dos dijo palabra alguna. No llegue a pensar que mi
hermano, reaccionaria de esa manera, lo creí de todo el
mundo, pero no de él.
_
Al llegar ambos nos despedimos de Lobardo, noto el coche
fuera de casa, y entramos a esta. El corazón latiendo con
fuerza al escuchar algunas voces provenientes de la sala, al
pasar por ese lugar mi corazón se calma al ver a mi tío
Hugo, el hermano mayor de mamá. Derek corre hasta él y lo
abraza, yo sonrió y camino hasta él, al separarse de Derek,
me rodea con sus brazos dándome un gran abrazo, nos
separamos y me toma de los hombros. Su rostro con total
preocupación, de seguro ya papá le contó, ambos estaban
hablando antes de nosotros entrar a la sala.
–Tío Hugo, ¿Qué tal estas?
–Bien muñeca –esboza una corta sonrisa. –Estoy acá por
que quise ver a tu madre, solo hable unos minutos con ella,
tomo su cena y ahora duerme, ¿qué tal el partido de hoy?
–Ganamos tío, somos los mejores –Derek le da la noticia.
Nuestro tío ríe, papá se acerca hasta Derek para abrazarlo,
pero un repentino rechazo de parte de mi hermano lo
sorprende. Se va de la sala y solo quedamos papá, el tío
Hugo y yo, los veo a ambos, papá totalmente confundido.
–Él lo sabe papá –comento. –Debía contarle, no quiero que
se entere de otro modo –asiente cabizbajo, mi tío toma mi
mano y ambos tomamos asiento en el sofá.
–Nena –sé que vendrá con un sermón, suspiro. –Tu padre
me ha contado todo ¿Estás segura de lo que has decidido?
–negando y sonriendo lo confunde más. –Maia, debiste
pensar mejor las cosas, ¿ok?
–Es por mamá tío –digo sin más. –Sé que tu serias el
primero en evitar eso, que yo me case así sin más, pero se
por lo que ahora pasas, y lo prometo tío estaré bien, solo
será un año, es por ella, lo sabes –me abraza.
–No estoy muy de acuerdo –dice sin más. –Pero, aunque
no lo quiero aceptar, es cierto, tu madre necesita mucho en
este momento, tengo la esperanza de que Magnolia se cure
de ese maldito cáncer. Me siento de brazos cruzados por
no poder ayudarles, es mi hermana, mi única hermana, el
solo pensar que ella... –negando tomo sus manos. –Maia,
piénsatelo por un momento, ¿sí?
–Bien, me lo pensare, aunque sé que, nada cambiara –
suspiro. –Todo estará bien tío, no tienes por qué sentirte de
esa manera, solo espero que estés ese día a mi lado –me
encojo de hombros. –El que las personas que más quiero
estén a mi lado, harán un poco menos desdichado ese día.
Sonríe y asiente, papá no dice ni una sola palabra, Rudy
aparece para decirnos que la cena esta lista, tío Hugo se
quedara a compartir la cena con nosotros.
_
Ya en la mesa Derek está más ausente, ni siquiera mira a
papá, juega un poco con su comida. pero después de todo
termina por comer toda su cena. Todo está silencioso,
nadie dice nada, todos con la mirada en el plato de comida,
yo con poco apetito no termino de comer todo. Tomo un
sorbo de agua y disculpándome me levanto de la mesa, me
retiro y tomo camino a mi habitación, no sin antes ver
rápidamente a mamá, la veo dormida plácidamente, la
cubro más con su manta y dejando un beso en su frente
salgo de la habitación.
Al llegar a la mía, me despojo de toda mi ropa, entro al
cuarto de baño y abro la ducha. Al sentir el agua fría caer
por todo mi cuerpo cierro mis ojos, me quedo por unos
minutos solo disfrutando del agua, cierro mis ojos y dejo
que caiga en toda mi cara. Mis hombros comienzan a
temblar, las lágrimas bajan, pero el agua las oculta, lloro y
lloro, mi pecho duele, mi cabeza está a punto de estallar, la
palma de mi mano golpeando la cerámica blanca. Quiero
gritar tanto, que mi garganta duela, pero callo, simplemente
me trago todo lo que me está doliendo.
Al cabo de unos minutos salgo, cubro mi cabello en una
toalla pequeña, mi cuerpo con otra y salgo a la habitación.
Me sorprende el ver a papá frente a una cartelera de
corchos donde tengo todas mis cosas, fotos, poemas e
incluso pequeños posters de mis cantantes favoritos –
Jaymes Young, Lord Huron y Sam Smith–.
Papá voltea, me sonríe y se acerca a mí, ahuecando mi
mejilla, me abraza, yo estupefacta por su cariño, siento
como tiembla, me separo de él y veos sus ojos rojizos y con
lágrimas en ellos.
–Papá, ¿Qué?...
–Lo siento tanto Isabella –le miro estupefacta en mi lugar.
–Hija perdóname por todo esto donde te estoy metiendo,
no lo mereces, de verdad que no –suspira, me mira fijo, yo
siento ese nudo una vez más en mi garganta. –Tu mereces
ser feliz y yo te estoy arrebatando todo, perdóname –verle
llorar es algo que me toma por sorpresa, le miro fijo.
–Papá –lo tomo de la mano y ambos nos sentamos al
borde de la cama. –Quisiera decir que te tengo rabia, odio,
no lo sé, pero no es así, creo en los sacrificios, sé que
nuestra relación cambio, pero te ayudare –un ligero
encogimiento de hombros de mi parte. –Sé que la mayor
ayuda es por mamá, pero a ti no pretendo dejarte solo, lo
sabes –asiente
–Déjame ser yo el que le diga a tu mamá –limpia sus
mejillas. –Por favor, si hay alguien al que ella tiene que
hacer reclamos es a mí, tú no tienes la culpa de todo lo que
ocurre con la empresa –negando rotundamente me levanto,
me cruzo de brazos y lo miro.
–Yo hablare con ella, papá, es mi decisión, sé que es tu
trato con esas personas, pero el trato lo acepto yo, déjame
ser yo la que hable con ella, ¿está bien? –se levanta y
asiente.
Tomando mis manos las lleva hasta sus labios, dejando
repetidos besos sobre ellas, las lleva a su mejilla, su barba
raspando un poco mi piel. Él siempre solía hacer eso
cuando yo era pequeña, él tomaba mis pequeñas manos y
acariciaba sus mejillas, le gustaba mi olor y calidez. Él ha
sido un gran padre, nunca carecí de su amor, pero en
cuanto el abuelo murió y él tuvo que hacerse cargo de todo,
cambio.
–Bella, mañana tenemos un almuerzo con los Lehner, será
la presentación, conocerás a tu prometido.
El corazón envía un palpito feroz y una extraña sensación
en la boca de mi estómago. Asiento sonriendo de boca
cerrada, pero con la tristeza plasmada en mi rostro.
Dándome un beso en la frente, se despide, veo el reloj y son
cerca de las diez de la noche, busco mi pijama y cepillo mi
cabello. Utilizo mi secador y paseándolo por toda mi
cabeza, seco la humedad de mi cabello, me veo al espejo,
los segundos pasando, sonrió un poco. Tengo que
comenzar a fingir, pero eso es algo que a mí no se me da
muy bien.
Levantándome de la silla, apago la luz y entro a mi cama,
tomo un largo suspiro, mi mente comienza a trabajar.
Quiero dormir, pero sé que las cosas que se pasean en mi
mente, no me dejaran. Pienso en cómo le diré a mamá y
pienso en cómo será ese hombre con el cual, más tarde
que nunca será me casare. No me imaginaba esto de
ninguna manera, mi sueño siempre era conocer a alguien,
disfrutar de su compañía, sonreír, salir, disfrutar del
noviazgo y en un momento sorpresa verlo de rodillas ante
mí con una sortija entre sus manos. El repentino rostro de
Dalan pasa fugazmente por mi mente, él es otra persona a
la cual debo contarle todo y para ser sincera no sé cómo
hacerlo.

Despierto con pesadez, veo el reloj en la mesita de noche y
apunta las nueve de la mañana. Desesperada me levanto,
por la noche me quede dormida muy tarde, ni siquiera sabía
qué hora era, pero de seguro fue muy tarde porque siento
mi cuerpo pesado.
Debía darle la medicina a mamá a las ocho de la mañana,
salgo corriendo por todo el pasillo, veo que no hay nadie en
su habitación. Escucho la brisa que entra por la sala que da
con el patio trasero, las puertas corredizas abiertas, las
cortinas bailando con la brisa de verano, camino hasta las
afuera y la veo sentada bajo un árbol de manzana que ella
misma sembró hace muchos años atrás. Sus ojos cerrados
y su libro favorito en su regazo, camino poco a poco,
algunos rayos del sol chocando en su rostro.
–Buenos días mamá –ella abre sus ojos y me observa,
sonriente me pide que la acompañe en la banca.
–Buenos días ojitos color cielo, ¿cómo amaneces? –
sonriendo le doy un beso en la mejilla y tomo su mano.
–Muy bien, disculpa, debes tomar tu medicina, iré a
buscarla –niega.
–No mi amor no hay necesidad, Rudy se encargó de eso,
estaba pensando en levantarte, pero le pedí que no lo
hiciera –sonríe. –Ella tiene el recetario y me las dio, Isa tu
mereces descansar ¿ok? Mamá estará bien –su sonrisa
amplia, sus ojos brillosos el día de hoy.
Mi mirada va hasta las hojas del árbol las cuales bailan con
la brisa, siento un nudo en mi garganta, este es el momento
adecuado para contarle a mamá. Sin esperar más
comienzo a contarle todo con respecto a la empresa, ella
en silencio y con su mirada al frente se mantiene muy
quieta. Veo las hojas verdes y secas, en el momento en que
mi boca expulsa el trato, veo por el rabillo de mi ojo el cómo
mamá se tensa, trago grueso, aguantando mis lágrimas
bajo mi mirada y volteo a verla, ella mirando a un punto fijo,
tomo su mano nuevamente, ella me aprieta suavemente.
–No estoy de acuerdo Isabella.
–Mamá por favor.
–Espera... –sus grises me miran una sonrisa triste en su
rostro. –Es imposible hacerte cambiar de decisión, bebé –
un nudo en mi garganta. –Estoy enferma, ambas sabemos
que el que yo me cure esta entre cincuenta y cincuenta, no
dejare que arruines tu vida por mí, siento que te di todo lo
que pude, pero que tú me digas que te casaras con un
desconocido para salvar a tu padre y a mí, es demasiado,
Isabella –ella no derrama lágrimas, ella simplemente saca
firmeza de su voz, yo no soporto más y lloro.
–No me digas eso mamá –últimamente los sentimientos
los tengo a flor de piel. –Te quiero más tiempo conmigo y
yo sé que tú te curaras, lo se mamá, solo no me hagas
retractarme de lo que decidí, me casare con ese chico y tu
continuaras con tus tratamientos.
– ¿Y el doctor Colligan? ¿Crees que no me he dado cuenta
lo atraídos que están el uno del otro? –golpe bajo. –Maia,
no se trata de mi o de tu padre, se trata de ti y tu futuro, es
un año, lo sé, pero no tienes idea de lo que ese año te
deparara.
–Mamá, sé que Dalan lo entenderá, es por ti por quien
quiero seguir la lucha, digas lo que me digas no voy a
cancelar nada –digo firme. –Hoy lo conoceré, hoy sabré
quien es mi prometido y te juro no me doblegare ante nadie,
solo es un pedazo de papel y nada más.
–Isabella... –niego repetidas veces. –Un pedazo de papel
que te ata a alguien que ni siquiera conoces, hija, mereces
un hombre que te amé de verdad, no alguien que estará
contigo por un acuerdo entre familias, yo, hablare con tu
padre –negando me levanto.
– ¡No lo harás mamá! Tu continuaras con tu tratamiento y
no se diga más –tomo una fuerte bocanada de aire. –Iré a
cambiarme, tengo un almuerzo con esas personas y papá,
por favor cuídate, en cuanto llegue estaré contigo.
–Isa...
–Todo estará bien, te lo prometo.
Tomo camino de inmediato dentro de casa. Rudy quien
venía sonriente, es ignorada por mí, sorprendida me
observa y yo continuo hasta mi habitación. Cierro la puerta
con llaves y abro mi armario, lo veo de un lado a otro, de
arriba abajo, tomo un vestido que poco utilizo –ya que no
suelo salir mucho–, color rosa pastel, escote corazón,
pegado desde mis senos hasta mis caderas, a partir de allí
cae como campana y unas sandalias altas del mismo color.
Corro hasta la ducha, recojo mi cabello para no mojarlo, y
tomo una ducha rápida. Al salir cubriendo mi cuerpo con la
toalla camino hasta mi cama, veo lo que usare y decidida
me visto. Camino hasta el espejo y me siento delante de
este, un maquillaje ligero, delineador, mascarilla de
pestañas, un poco de rubor en mis mejillas, mis labios en
un color beige, mi cabello lacio y con un broche plateado
del lado derecho. Me levanto y coloco mis sandalias.
Me tome un largo tiempo para arreglarme, busco unos
pendientes y un collar con un dije pequeño de una perla.
Camino hasta mi espejo de cuerpo completo y me miro,
dándome el visto bueno, tomo mi cartera de mano y salgo
de mi habitación. El taconeo por el pasillo resuena, al llegar
a la sala encuentro a mamá y Rudy quienes me miran de
pie a cabeza. Rudy sonríe, de seguro no sabe lo que ocurre,
mamá tiene sus ojos fijos en mí, me acerco y acuclillo
delante de ella y su mano ahueca mi mejilla, acariciando
con su dedo pulgar me da la bendición, tomo su mano y
dejo un beso en ella. Escucho mi móvil y sé que es papá,
hace unos minutos envió un texto diciendo que Lobardo
vendría por mí.
– ¿Si papá?
–Sal, ya Lobardo debe estar esperando por ti.
–Ok...
Termino la llamada y despidiéndome salgo de casa.
Lobardo sorprendido al verme me sonríe, abre la puerta
derecha trasera y yo entro. Al cerrar la puerta, rodea el
coche y entra, tomamos camino a ese dichoso almuerzo.
Mis manos tiemblan, mi garganta en solo segundos se
puso seca, mi corazón amenaza con salir disparado y tomo
bocanadas de aire para calmarme. No sé qué diré en
cuanto llegue, no sé qué pensaran de mi al verme, no sé
qué pensar de ellos al verlos, no sé cómo es mi prometido,
no sé cómo es su padre, simplemente no sé.

Lobardo aparca y la bilis se me va directo a la garganta.
Reacciono y veo todo el alrededor, veo las fachadas del
lugar y sin duda es una casa muy lujosa. Es de tres pisos,
los grandes ventanales dándole ese toque victoriano, las
columnas blancas y altas de la entrada principal, la fachada
grita lujos, un jardín enorme, una fuente en el medio de todo
el frente de la enorme mansión y cuatro coches lujosos.
Lobardo abre la puerta y yo con piernas temblorosas salgo,
nota el miedo y la vergüenza en mi cara, tomando mi mano
me lleva hasta la gran puerta principal. Dos toques a la
puerta y de inmediato una joven de cabello azabache, me
da la bienvenida. Me da cierta impresión que su mirar
destila tristeza.
¿Cómo podría estar triste? ¡Esto es un lujo!
–Usted debe ser la señorita Isabella Massón –asiento y ella
me sonríe de boca cerrada. –Acompáñeme, la llevare al
comedor, todos esperan por usted.
– ¿Todos? –la veo asentir, camino a su lado.
El taconeo haciendo eco por el gran lugar, mis ojos
detallando todo, tienen unos maravillosos cuadros
colgados en una larga pared. Nunca había visto semejantes
bellezas, a decir verdad, es un gran pintor quien las hizo.
Las voces se escuchan cada vez más cerca, mis manos
sudorosas mi corazón a punto de estallar. Al entrar al gran
comedor todas las miradas caen sobre mí, agradezco dar
de inmediato con la de papá, él sonriendo de boca cerrada
camina hasta mí, los murmullos no tardan en escucharse.
Estoy tan desconcentrada que solo veo el rostro de papá,
sonriéndome y dándome un beso en la mejilla me hace
caminar hasta un señor mayor. Tiene esa aura de hombre
imponente y fuerte, tiene algunas canas en su cabello
azabache y la vejez realmente no es tan notoria en su
rostro. Sonríe amplio y extiende su mano en mi dirección, la
estrechamos.
–Isabella, gracias por venir al almuerzo –voz ronca y con
ese tinte de extranjero. –Realmente me alegra volver a
verte –Frunzo el ceño confundida, ya que realmente no lo
recuerdo, pero intento seguirle la corriente.
–Si tanto tiempo ¿no? –ríe un poco, sabe que es imposible
que lo recuerde.
Unas risotadas se escuchan, veo a mi alrededor, pero nadie
en el lugar lo hace. Más y más cerca se escuchan las risas,
tres chicos aparecen por el mismo marco de la puerta por
donde yo entre hace un momento. Un rubio, un castaño y
uno de cabello azabache, los tres callan de inmediato, los
tres miran la escena, veo al señor Román Lehner quien
tiene el ceño fruncido en total enojo, los tres solo observan.
¿Quién de ellos es mi prometido? Y si acaso es uno de
ellos.
El rubiete y el castaño toman asiento, el chico de cabello
azabache, piel pálida y ojos color gris llega hasta mí. Su
rostro totalmente endurecido, sus ojos suben y bajan con
descaro, la risita del rubio se escucha, un golpe a la mesa
por parte del señor Lehner se escucha, yo doy un respingón
en mi lugar.
–Te voy agradecer, Federico Lehner, que hagas silencio,
¿dónde están tus modales? –el chico levanta los brazos en
son de paz.
–Lo siento viejo, Shhh, no digo nada más.
El señor Román suspira y tomando mi mano y tomando la
del pelinegro delante de mí, sonríe.
–Me siento feliz de este día, en el que ambos decidieron
dar un gran paso en su relación –aquello me hace fruncir el
ceño, papá me lanza una mirada, una sonrisa amarga en
mis labios. –Isabella, cada día más hermosa, ¿No, Roy?
Mis ojos detallando cada facción de quien ahora se, es Roy
Lehner. Su nariz un poco fina y respingada, ojos de un color
grisáceo brillante, su cabello es realmente oscuro,
azabache, eso logra que su piel sea más pálida. Sus labios
carnosos y rojizos, sus pómulos no muy abultados, cejas
densas y oscuras. Noto un arete en su oreja izquierda y un
tatuaje en su cuello, trago con dificultad.
Intentando fingir el asombro, busco el cómo sonreírle, me
sale del puto asco. Ambos con las manos entrelazadas,
con las miradas fijas, su mano libre sube de a poco llega
hasta mi cuello y tomando con delicadeza mi collar acaricia
la pequeña perla.
Siento su tacto, siento como si sus dedos quemaran mi
piel, enfoco mis azules en sus grises, su boca entre abierta
hace que choque su respiración en mi rostro.
–Hola, Isabella... –la manera en como pronuncia mi
nombre es arrastrada y con ese acento alemán. –Un placer
–acorta la distancia, susurra cerca de mi oído. –Soy Roy
Lehner, tu prometido.
Se aleja un poco, nos miramos fijo, una extraña sensación,
se afianza en la boca de mi estomago.
Capitulo 3 - Puntos claros.
Todos alrededor de la mesa se levantan, aplauden al
escuchar el anuncio del compromiso, Roy solo me mira
fijamente. Suelta con lentitud mi cadena y de pronto su
sonrisa se esfuma de la boca, toma mi mano y me
encamina hasta una de las sillas, aturdida tomo asiento, él
hace lo mismo a mi lado.
Mi vista encontrando a papá, me mira y cabizbajo sonríe,
para no preocuparle hago lo mismo. El rubio, el cual su
nombre es Federico me mira, una sonrisa expandiéndose
en sus labios, el chico de cabello castaño me observa de
lejos, lo sé, porque sentía tanta presión, que al voltear su
mirada estaba en mí, me sonríe y yo hago lo mismo.
Al voltear mi mirada, quisiera decir que mi ahora prometido
sonríe, lo cual es todo lo contrario, su mirada fija al frente,
observando a su padre, sus nudillos tornándose de un color
blanco, eso me pone nerviosa, ¿Acaso será agresivo?
¿Cómo será su carácter? Espabilo y me concentro en el
almuerzo.
Unos cuantos sirvientes entran al lugar, todos colocan
sobre la mesa cantidades de comida de todos los tipos, hay
varias personas alrededor de la mesa la mayoría hombres,
solo dos mujeres nos acompañan.
– ¿Isabella? –mi mirada va hasta el señor Lehner.
– ¿Si, dígame? –me sonríe y señala a dos hombres junto a
papá.
–Ellos son, mi hermano Lewis Lehner y mi cuñado Johann
Bertoni, a tu lado está mi hermana Adalia de Vertony y la
esposa de mi hermano; Janeth de Lehner –con un leve
asentimiento y corta sonrisa les miro. –Luego está el hijo
de mi hermana; Charles Vertony y uno de mis socios Paul –
yaya enredo, pero asiento.
– ¿Y yo suegrito?
La voz de una chica al lado de nosotros me hace voltear. La
chica de piel morena y cabello platinado sonríe, camina
hasta Federico, él sonriente le planta un beso sin
importarles los demás.
–Federico y Chanel ¿Podrían por favor ser más discretos? –
ambos sonríen y ella se sienta a su lado.
–Oh Dios, mira que hermoso cabello –me señala y sonríe. –
Bebé ¿crees que me quede bien para mi cambio de look
muy pronto? –Federico niega y hace puchero.
–El platinado te queda precioso, mi amor –ella suelta una
risita, yo no evito sonreír, son agradables.
Un carraspeo a mi lado me hace voltear a mi lado izquierdo
y la mirada de Roy esta sobre mí. Su mirada fija e
intimidante me hacen llevar mi mirada al plato, todos
comienzan a servirse yo ni siquiera sé por dónde comenzar.
Todo se ve delicioso, a decir verdad, pero no tengo tanto
apetito, con mis manos indecisas me doy por vencida de
verdad no sé qué comer de esta enorme mesa.
–Te recomiendo el cerdo asado y las papas al ajillo, es una
maravilla el cómo lo preparan acá.
Volteo para ver a la hermana del señor Román Lehner, ella
me sonríe amistosa y asiento. En el momento que estoy por
servirme las manos de Roy me detienen, él lo hace por mí,
sirve en mi plato y lo coloca nuevamente frente a mí. Con
mi voz baja le agradezco, comienzo a comerlo, de verdad
que Adalia tenía razón esto es delicioso. Todos hablan de
sus temas yo simplemente me pierdo en mi plato de
comida, hasta papá es parte de esas conversaciones, yo
solo me limito abrir la boca, no soy buena socializando, es
una pérdida de tiempo de mi parte.
– ¿Quieres algo de tomar? –escucho la voz de Roy muy
cerca de mí y asiento.
–Agua por favor.
Él le pide a la chica que me recibió al llegar, que vierta agua
en mi copa, ella se acerca con la jarra de vidrio y en el
momento que se dispone a servir el agua, toda cae en mi
vestido, logrando así que me levante de inmediato por lo
fría que esta.
– ¡Oh Dios! Que fría –intento secarme.
–Lo, lo siento señorita Massón, fue un descuido de mi
parte, de verdad déjeme ayudarle, yo, lo siento –un fuerte
golpe a la mesa, mi corazón salta.
– ¡Cállate, Ámbar! ¡Como siempre tú, tan descuidada!
Veo a la chica totalmente aturdida por el grito de Roy. Ella
deja la jarra sobre la mesa y sale corriendo. La tensión es
tan clara en el lugar, nadie dice nada, veo que la novia de
Federico se levanta y camina hasta mí.
–Yo la llevare al baño, volvemos en un momento, con
permiso.
Toma mi mano y me saca del comedor, pasando un largo
pasillo llegamos hasta el baño, entro y hago lo que debo
hacer. Limpio mi vestido, tan solo fue agua, no comprendo
porque el pelinegro actuó tan cruel, cualquier persona tiene
un descuido, pobre de esa chica el recibir semejante grito
frente a todos. Paso algo de papel secando para que la
ropa fría por la humedad no me moleste, lavo mis manos y
salgo del baño. Encuentro a Chanel de brazos cruzados y
sonriendo.
– ¿Todo bien? –asiento.
–Gracias, solo fue agua –ríe y asintiendo toma mi mano.
–Roy tiene un temperamento fuerte –comenta. –Si las
cosas no salen perfectas como él quiere, se sale de sus
cabales, el organizar este almuerzo fue algo que hizo con
mucho cuidado, quizás por eso reacciono de esa manera,
aunque no te creas, Ámbar no es una tierna borreguita...
Así que Roy tienen mucho que ver con todo el almuerzo,
aquello me hace esbozar una sonrisa, pero al escuchar
unos pasos la esfumo rápidamente.
– ¿Chicas? –la voz de mí, ahora prometido, se escucha y
ambas volteamos.
–Sí, Roy, acércate, ya Isabella termino de limpiarse –
asiente y de boca cerrada le da una sonrisa.
–Déjanos solos Chanel, mi hermano te espera –la morena
sonríe y dándome una mirada de todo está bien, me
preocupa más de lo normal.
Él camina hasta mí, es alto, mucho diría yo, contextura
delgada, pero es notorio que se mantiene en forma. Mis
manos inquietas entrelazadas, mi vista al suelo, el
carraspeo de él me hace subir la vista, sus grises
observándome, relame sus labios y toma un suspiro.
–Lamento lo que paso hace un momento.
–E–Está bien, solo fue agua –asiente.
–Quiero que sepas que solo soy amable contigo por papá,
nunca estuve de acuerdo con este compromiso, solo
hagamos lo que tengamos que hacer y aguantemos un año,
¿ok? –su voz neutra y firme, asiento.
–Está bien, yo solo hago esto por mamá –me encojo de
hombros. –Porque si no, créeme que jamás me
comprometería con un hombre tan temperamental como tú
–esbozo una sonrisa, él me mira fijo. –Porque en lo poco
que hemos hablado, eso has demostrado ser, poca
paciencia y temperamental –me guiña, chiteo. –Solo
dejando algo claro, frente a nuestras familias corazones y
ternura, pero a solas...
– ¿A solas qué? –me corta de tajo, se acerca tanto, que mi
espalda choca con la pared, mi mirada fija a la de él.
–A… Solas… Simplemente alejados –levanta su mano, toma
un mechón de mi cabello, comienza a jugar con él.
–Compartiremos habitación, querida esposa.
–No dejare a mi mamá, querido esposo.
–Vivirás aquí en casa, conmigo.
–Ni loca, no dejare a mi mamá sola, solo yo se los cuidados
que necesita así que...
–Así que nada, conseguiré la mejor enfermera del país, ni
siquiera del país, del mundo entero –propone, yo le miro de
hito a hito. –Para que le de los cuidados necesarios a tu
mamá, así que no tienes por qué preocuparte, además
tampoco es que es la cárcel, podrás pasar tiempo con ella,
pero en la noche, mi esposa duerme conmigo.
–Camas separadas, por favor –ríe un poco y niega.
–Cama matrimonial, Isabella –me quedo muda, su manera
de decir mi nombre me da un golpeteo en el pecho, es por
la manera como lo dice, intenso. – ¿Lo tomas o lo dejas?
–No me tocas ni un mechón de mi cabello –le arrebato de
sus dedos aquel con el que hace un momento jugaba. –Por
qué en el momento que lo hagas, al otro día despertaras
viendo tu espalda en vez de tu pecho –una risotada sale de
su boca
–Trato hecho.
Siento unas ganas enormes de expulsar una pregunta que
se pasea por mi mente desde hace un rato, aun con su
cuerpo presionado al mío lo miro.
–Roy... –me mira fijo, quizás le extraño que le hablara con
tanta familiaridad. – ¿Quiénes saben de este acuerdo? –se
separa de mí y me acomodo el vestido, él se da vuelta.
–Me gusta cómo suena mi nombre saliendo de tus labios –
frunzo el ceño, pero luego él carraspea y me observa. –Tu
padre, mi padre, mi hermano Federico y Chanel, los
empleados también, pero papá les pidió discreción y cero
comentarios, mis otros familiares no viven acá, solo
vinieron para el compromiso de su sobrino –asiento, ya veo
el porqué de lo que dijo el señor Román.
–Entiendo... –me mira por encima de su hombro.
–Volvamos al almuerzo, Bella...
–Ok...
Tomamos camino nuevamente al comedor, yo detrás de él,
en el momento de entrar vemos como todos aun charlan y
ahora comen el postre, pastel de arándanos. Mi vista va
hasta la sirvienta, Ámbar, no sé qué quiso decir Chanel con
lo de que ella no es una tierna borreguita. La veo con la
vista baja, sus ojos clavados en el suelo, una sirvienta un
poco mayor coloca un plato delante de mí, apenada volteo
y niego.
–Lo siento, se ve muy delicioso, pero soy alérgica a los
arándanos y frambuesas –sonriente lo retira.
–Manón, tráele un trozo de pastel de queso –volteo y veo a
Roy, la chica hace lo que le pide, él continúa comiendo de
su pastel, tan tranquilo, tan llevado con toda la situación,
vaya que sabe fingir el condenado – ¿Qué? ¿Soy muy
guapo? –susurra y sus grisáceos me miran.
–No, eres tan feo como la suela usada de mis tenis –
susurro, el ríe un poco, yo soy todo lo contrario. –Y mira
que tengo muchos años con ellos, ya te podrás imaginar el
asco que son –esboza una sonrisa.
–Sí, ya entendí, todo un desastre.
–Aja.
Después de obtener mi trozo de pastel, todos toman café o
té. Federico y Chanel demuestran su amor en todo su
esplendor, ambos comparten de su pastel y eso que es el
mismo. Los demás simplemente hablan de una que otra
cosa de negocios, yo termino mi pastel y tomo un poco de
té de manzanilla, el otro, Charles esta junto a Roy hablando
algunas cosas, luego el tocar de una copa nos hace voltear,
vemos al señor Román Lehner levantado y sonriente junto a
mi padre.
–Bien, ya que hemos tenido un maravilloso almuerzo
quisiera que mi hijo Roy y su ahora prometida, Isabella, se
levanten –ambos nos vemos y hacemos lo que su padre
pide. –Estoy feliz de que por fin mi hijo se casara, mi
primogénito, mi gran orgullo, mi maravilloso Roy.
–Papá aún estoy aquí –escuchamos a Federico y todos
ríen.
–Tu cállate, te pedí que te casaras con Chanel y miren, solo
disfrutando de la vida loca –ambos se encogen de
hombros y continúan en lo suyo. –Continuo, esto me tiene
muy feliz y orgulloso, dos buenas familias a punto de
fortalecer un maravilloso lazo.
Todos aplauden y se levantan, las felicitaciones no tardan
en llegar, Roy y yo fingimos, sonreímos y damos las
gracias. Chanel me mira y riendo asiente, solo dice con
muecas, lo estás haciendo muy bien, le sonrió y al
separarme del abrazo de mi ahora suegro, Roy toma mi
mano y la entrelaza. Mirándome a los ojos sonríe, a decir
verdad, su sonrisa es muy bonita, lástima que sea fingida.
–Ya que todos estamos emocionados por mi compromiso,
quiero decirles que hace un momento Isabella y yo,
decidimos adelantar la boda –baldazo de agua fría,
desgraciado oportunista, le miro perpleja. –Debía ser para
final de mes, pero lo haremos el próximo sábado, no
podemos esperar más –el tono arrogante de su voz,
suspiro.
De pronto, como si eso no fuera suficiente para él, se
coloca delante de mí y arrodillándose saca una cajita rosa
de su bolsillo. Al abrirla una sortija brillante esta frente a
mis ojos, por mi lado sorprendida, él sonríe, le devuelvo la
sonrisa –forzada– y toma mi mano. Colocando aquella
sortija en mi dedo anular todos comienzan aplaudir, miro
mi mano, es muy hermoso, es de oro, una pequeña estrella
de mar brillante y una diminuta perla, a simple vista se ve
ordinario, pero es muy original.
– ¿Que has dicho? –susurro para él, pero con una sonrisa
fingida.
–Así terminaremos con esto rápido, solo sigue la corriente
–asiento y los miro a todos.
–A–Así es… El próximo sábado será nuestra boda, estoy
tan feliz –sonrió ampliamente, Chanel y Federico ríen por
su lado, yo no dejo de sonreír.
Todos felices aplauden, papá me mira confundido, el señor
Román sonríe feliz, no comprendo el por qué, si esto solo
es un contrato de un año. No sé si es fingido, no sé si de
verdad se siente feliz de que su hijo se casara por un año,
quizás es un logro que no llego a pensar obtendría, ya ni sé
qué demonios pasa con esta familia, yo continúo fingiendo
por mi lado.
_
Todos hablan acerca de la boda, yo rápidamente me
escabullo y salgo del lugar. Camino fuera de esa casa y
donde nadie me mire, ese dolorcito en el pecho se
intensifica más y las lágrimas no tardan en llegar. Tomo
fuertes bocanadas de aire para calmarme, pero me es
imposible, camino de un lado a otro, mis tacones forzados
por todas las piedrecillas que hay en el lugar.
Escucho unos pasos y al voltear veo a la morena venir.
Chanel me sonríe y al detenerse frente a mí me extiende un
pañuelo, sonrió con agradecimiento, limpio mis lágrimas.
Me lleva hasta una banca y tomando asiento miro todo el
lugar, en una semana este será mi nuevo hogar, el solo
pensar dejar a mamá sola, es lo que me hiere. Le agradezco
a Roy que encontrara una enfermera para ella, pero por lo
menos le pediré ser yo quien la lleve a sus quimioterapias.
– ¿Ya estás bien? –volteo a ver a Chanel y asiento.
–Sí, solo la emoción –ríe a carcajadas y niega. –Soy un
asco fingiendo.
–Isabella, sé que esto es algo que ni tu ni Roy planearon, él
está igual que tú, él es un chico liberal, le gusta la diversión,
tener muchas mujeres, y el tener una responsabilidad en
sus hombros es lo que lo tiene de cabeza –asiento
levemente. –Solo dale tiempo, sé que ambos lograran
llevarse bien y este año pasara volando, ya verás.
–Eso espero, de verdad.
Asiento y agradezco por sus palabras, espero que ella sea
una buena compañía dentro de tanta tristeza. Me ha
demostrado ser una buena persona y el tener una amiga en
esta casa me será muy útil, no me sentiré tan sola después
de todo.
Al sentirme más calmada ambas volvemos dentro, todos
con copas de champagne, creí que todo había terminado,
observo a papá hablar con Roy. Ambos sonríen, yo me
acerco a ellos, Roy me toma de la cintura, mis ojos ven su
agarre, subo mi mirada y le sonrió, papá sabe que fingimos
así que nosotros solo seguimos el protocolo.
–Papá, quisiera irme a casa, es un poco tarde y necesito ver
si mamá está bien, le diré a Lobardo que me lleve, ¿vale? –
Roy niega y deja su copa a un lado.
–Yo te llevare –niego y él insistente toma mi mano. –
Vamos.
Me despido de todos y salimos de la casa, él me hace
esperar frente a la entrada, el rugir de un motor se escucha,
un Audi R8 color blanco aparece frente a mí. Mis ojos
totalmente abiertos, nunca llegue a pensar tener uno tan
cerca en mi vida. Roy baja el vidrio y me mira, yo
reaccionando bajos los dos escalones y abro la puerta,
entro en este y miro todo el alrededor, esta tan cuidado que
parece recién comprado de agencia.
–Tengo uno color rojo también –sorprendida lo veo.
–Mira nada más –asiento levemente. –Yo tengo una
bicicleta naranja…
Ríe un poco y mueve su cabeza en negación. Coloco mi
cinturón y en el rugir del motor nos ponemos en marcha.
Le miro de reojo, se ve tan perfecto, siempre lo he dicho
que un coche te define como persona y sin duda este le va
bien a Roy Lehner. Ni siquiera pide mi dirección, después de
todo no creo que sea necesario, él debe saber todo acerca
de mí, todo lo contrario de mí, que no se un carajo de él.
Toma exactamente el camino a casa, lo sabía no me
equivocaba. Cortando toda aura incomoda le hago la
pregunta del millón.
– ¿Por qué adelantaste la boda? No me creí eso de que,
porque quieres salir de esto rápido, Roy –se detiene en un
semáforo en rojo, enciende el estero, la voz de Miley
Cyrus cantando Adore You crea un extraño ambiente, voltea,
me mira fijo.
–Solo quiero salir de todo ese tema de la boda y de una vez
por todas comiencen a correr los meses –me acomodo y lo
veo directamente a los ojos.
–Roy, sé que no te agrada nada de esto, y yo también
quiero salir de toda esta situación rápido, no soy una mala
chica, no te hare ningún mal –suspiro, le miro fijo. –Solo
debiste consultarme, no ir todo arrebatado y decirlo así sin
más, tomándome desprevenida.
–No eres aun mi esposa y ya propones decisiones en
conjunto –chiteo y volteo a un lado, niego. – ¿Qué?
–Eres un infantil, solo eso –me encojo de hombros. –
Descuida en un año obtendrás lo que quieres, tu libertad.
–Bien.
–Bien...
Se forma un silencio, el semáforo en verde y avanza. Yo me
quedo viendo a un lado, pretendo quedarme en silencio
hasta llegar a casa.
–Lo sé –dice después de unos segundos, no volteo, me
quedo rígida. –Sé que no eres una mala chica –toma una
bocanada de aire, volteo, me observa de reojo –Solo quiero
continuar mi vida relajado y sin compromisos, eso es todo.
– ¿Tanto te costaba admitir eso? Para tener veintiséis años,
eres un poco inmaduro, Roy –llevando mi mirada al frente,
termino con la conversación.
Después de unas calles más, llegamos a mi casa. Se
detiene y apaga el coche, lo veo quitar el cinturón,
extrañada lo observo, él me mira y levanta ambas cejas, yo
lo imito porque de verdad no comprendo nada.
– ¿Qué haces? ¿Por qué quitas tu cinturón?
–Quiero conocer a tu mamá –suelto una risa y niego.
– ¿Estás loco?
–No, ¿por qué no puedo conocer a la mamá de mi
prometida? –trago con dificultad.
–Ella aun no acepta esto, del compromiso, de la boda, es
imposible que entres ahorita a conocerla, ¿te parece luego?
Asiente rendido, enciende el coche y antes de yo bajar, me
toma del antebrazo y me lleva cerca de su rostro, que
estamos a solo un mínimo centímetro de chocar nuestras
narices.
–El domingo, quiero tener un almuerzo con ustedes y
conocerla, ¿ok? –su voz demandante, asiento, trato de
zafar, pero me mantiene aún agarrada, su mirada muy fija
con la mía, aquella baja de pronto hasta mis labios y luego
vuelve a mis ojos. –Tus ojos… –confundida le miro.
– ¿Qué? ¿qué ocurre con mis ojos? –me suelta y niega.
–Son feos... –incrédula y con la boca abierta bufo, abro la
puerta del coche y salgo. –Que descanses, no lo olvides, el
domingo –asiento y pesarosa entro a casa.
–Feo él, sus ojos, nariz y labios, todo en él es horroroso –
mascullo, el silencio de casa me recibe.
Quito mis sandalias altas y tomo camino directo a la
habitación de mamá. Le encuentro viendo algo en la tv, a su
lado esta Derek, ella toma un vaso de jugo, él come
palomitas. Los dos giran a mi encuentro y de boca cerrada
les doy una sonrisa, camino hasta ellos, me siento al borde
de la cama, pero mi hermano se entretiene en su película.
– ¿Cómo fue todo hija? –la voz preocupada de mamá.
–Bien, fueron amables, supongo, papá se quedó con ellos,
Roy...
– ¿Quién es Roy? –bajando mi mirada y mordiendo mi labio
inferior, llevo mi mirada a ella nuevamente.
–Mi prometido, mamá… me trajo a casa, se ofreció y ya
sabes, debemos fingir –mi hermano Derek nos ve a ambas
y se levanta de la cama con su tazón de palomitas.
–Estoy demás, continuare la película en mi habitación,
adiós mamá –se acerca y le da un beso en la mejilla, a mí
me sonríe y sale de la habitación.
Ella con su mirada y dando palmadas en sus piernas me
hace levantarme y acostarme del otro lado para apoyar mi
cabeza en su regazo. Su mano acariciando mi cabello,
cierro mis ojos, tomo un largo suspiro y levanto mi mano
frente a mí, abro mis ojos y al ver la sortija en mi dedo
anular me doy cuenta que de verdad estoy comprometida.
–Él coloco esta sortija en mi dedo, mamá, ya es oficial –me
siento de rodillas sobre la cama.
–Isabella, hija –negando sonrió.
–Todo estará bien mami –me encojo de hombros. –Nos
casaremos el próximo fin de semana, Roy Lehner como yo,
quiere salir de todo esto rápido, pero mamá –me mira
atento, suspiro. –Debo irme a vivir a la mansión de esa
familia.
–Isabella estas a tiempo de terminar todo esto –dice de
inmediato. –Por favor hija, piénsalo mejor, ¿sí? –niego y me
levanto de la cama.
–Todo estará bien mamá, te buscare la mejor enfermera,
pero todos los días estaré contigo –sonrió. –Fue un
acuerdo entre mi prometido y yo, continuaremos tus
tratamientos y sé que todo saldrá bien.
No la dejo hablar. Rápidamente me despido y salgo de la
habitación directamente a la mía, sé que mamá no parara
hasta hacerme cambiar de opinión y lo mínimo que debo
hacer es no escucharla, tiene una fuerza muy grande sobre
mí y sé que lo lograría.
Enciendo la luz de mi habitación, no tardo en quitar mi
vestido, busco mi móvil y lo lanzo en la cama mientras
limpio mi cara. Retiro todo maquillaje en ella y luego lavo
con jabón.
Al salir veo mi móvil encendido, lo tomo y veo una llamada
perdida, al ver la bandeja de entrada, mi corazón se acelera
al ver el nombre de Dalan reflejado en ella. Me siento al
borde de la cama, veo una y otra vez el móvil, quiero
llamarle, pero no sé qué decirle en este momento, tengo mi
cabeza hecha un desastre y no es momento para ese tema,
apago el móvil y lo coloco en la mesita de noche.
Viendo mi mano derecha sobre mi regazo observo aquella
sortija brillante en mi dedo. Mi dedo pulgar acariciando con
delicadeza, una lagrima baja por mi mejilla, rápidamente la
limpio y ya es hora de dejar de hacerlo es una decisión que
ya está tomada y no hay vuelta atrás. En una semana seré:
–Isabella de Lehner –y no habrá nada que me haga
cambiar de parecer.
Capitulo 4 - Maravillada.
Voy de un lado a otro por la casa, realmente me siento
cansada, esto del almuerzo con Roy, su familia y mi familia
no era algo que realmente esperaba. Debo hacer todo bien,
por suerte Rudy me ayuda con todo, la comida, la mesa, el
mantener ordenada la casa. Al voltear veo a Derek discutir
con su corbata, caminando hasta el, le ayudo con su
problema y sé que tiene su mirada fija en mí. Al verlo, doy
con esos hermosos grisáceos, se asemejan solo un poco a
los de Roy, pero los de mi hermano son un poco más
oscuros, me sonríe, le abrazo.
–Gracias –susurro. –Y lamento hacerte pasar por toda esta
mentira –niega y toma mi mano.
–Todo es por mamá, comprendo Isabella, haré mi mejor
esfuerzo para este almuerzo ¿ok? –asiento.
Aunque es un simple almuerzo, a mi hermano siempre le ha
gustado el vestir bien, será un hombre muy guapo y
hermoso. Observo a papá venir mientras acomoda su
camisa de vestir, bajo mi mirada y yo ni siquiera estoy lista.
Corriendo le pido a Rudy que continué con todo, al pasar
por la habitación de mamá la puerta está abierta, la veo
delante del espejo acomodando una bonita pañoleta en su
cabeza.
–Qué bonita mamá, ¿no te la habías puesto? –me mira por
el espejo y sonríe.
–Me la obsequio tu papá para el almuerzo de hoy –sonrió.
– ¿Me queda bien con esta ropa? –asiento y la abrazo por
detrás, ambas con la mirada en el espejo.
–Gracias, sé que no aceptas esto, pero… gracias –suspira,
frota su mano en mi antebrazo.
–Debo aprender aceptar tus decisiones, debo aceptar a que
ya no eres una niña, ve, debes cambiarte –ambas
sonreímos, asiento.
–Nos vemos en un momento.
Dejo un beso en su mejilla y ella de a poco se voltea hacia
mí, tomando mis manos y dejando un beso en el dorso de
estas, pasa a darme una palmada en la pierna y riendo
salgo nuevamente para tomar camino a mi habitación. Al
cerrar la puerta detrás de mí, veo el lindo vestido que elegí,
sobre la cama. No lo usaba desde aquel almuerzo al cual
me llevo papá por mi cumpleaños número veintitrés. Es
largo, ligero y casual. De un color azul celeste y tirantes.
_
Al salir de la ducha, me visto de inmediato, me siento frente
al espejo y arreglo mi cabello. Gracias a que mamá me
peinaba muchas veces, aprendí hacerme sencillos
recogidos, y hoy me decido en uno de ellos. Algunos
mechones rebeldes quedan por fuera, pero le dan un toque
sencillo y me gusta.
Aplico un maquillaje ligero, mis labios de un color rosa
oscuro, mis mejillas con poco rubor, un delineado fino,
mascarilla para mis pestañas y mis cejas perfectas. Sonrió
al verme, no puedo quejarme, estoy muy presentable para el
almuerzo, escucho el timbre de casa, una revolución de
inmediato se hace presente.
Veo el reloj en mi mesita de noche, ya es medio día, que
puntuales, veo que todo esté en orden conmigo y al ver mi
mano, veo mi brillante anillo de compromiso, suspiro.
Coloco mis sandalias, un poco de perfume y salgo de mi
habitación.
Mi corazón palpita como loco al escuchar las voces, siento
mis manos sudorosas y una extraña sensación. Tomando
un suspiro no espero más y llego hasta la sala, donde se, se
encuentran todos. El señor Román Lehner junto a su
hermana y cuñado, Federico y Chanel también serán parte
del almuerzo, Charles y sin más, Roy Lehner. Todos
enfocan su mirada en mí, mamá esta parada junto a papá,
mi hermano Derek igual.
Roy se acerca a mí, tomando mi mano derecha la
entrelazamos, nuestras miradas fijas el uno al otro, le
sonrió de boca cerrada, él se mantiene serio.
–Ya veo de donde sacaste lo hermosa –comenta, le miro
fijo. –Todo el crédito se lo dejo a tu madre, Isabella –todos
sueltan una risita, asiento, mamá viéndonos fijamente. –
¿Me la presentas?
–Sí, vamos.
Caminando junto a Roy llegamos hasta mamá, ella lo mira
atenta, sin quitar la sonrisa de sus labios.
–Roy, ella es mi mamá, Magnolia de Massón.
–Un placer señora Massón, de verdad deseaba mucho
conocerle –extiende su mano y mamá hace lo mismo,
ambos estrechan. –Repito, es usted muy hermosa.
–Gracias, Roy –mamá sonríe, esa calidez de ella.
–Yo soy Derek, el hermano menor de Bella –Roy le mira y
chocando puño se presenta.
– ¿Bella? –Roy voltea a verme y yo asiento.
–Isabella es un nombre muy largo –rodos ríen al escuchar
el comentario de mi hermano. –Así que, en ocasiones,
Bella, o Isa.
–Entiendo –el pelinegro me vuelve a ver, sonríe. –Bella, me
gusta...
Vemos a Rudy entrar por la puerta que da con el patio y
sonríe al vernos.
–El almuerzo está servido, niña Isabella –le sonrió y
asiento.
– ¿Vamos?
Al salir, el día está realmente fresco, los arboles dándonos
la sombra, algunos rayos del sol colándose entre las hojas,
todos tomamos asiento, los ojos de mamá sobre Roy, le
sonrió de boca cerrada, ella hace lo mismo. Rudy regresa,
pero con el plato de mamá, ya que ella debe comer lo
suficiente sano debe tener una comida muy diferente a la
nuestra.
Le pedí a Rudy que preparara su exquisito estofado de
cordero, pastel de papás y de postre un pie de limón,
aunque el postre lo prepare yo. Me gusta preparar postres y
solo espero que los invitados les guste. Veo a todos
disfrutar de la comida, hablan y ríen de sus temas, papá,
Román y mamá mantienen una conversación. Para tener
ese porte de hombre dictador y serio, el papá de Roy es un
amor de persona, sus ojos lo reflejan, quizás tiene mano
dura en algunas cosas, pero demuestra lo buena persona
que es, aunque no hubiera deseado conocerle en estas
circunstancias.
–Isabella, déjame decirte que este almuerzo está muy
bueno –todos asienten al escuchar a Román Lehner.
–Gracias señor Lehner, esta son las especialidades de
Rudy, ella es una buena cocinera –volteo para ver a Roy y
esperar algo acerca del almuerzo, pero solo se dispone a
comer y ver su plato.
–Señor Román, solo espere probar el pie de limón que ha
preparado Bella, tiene perfectos dotes para hacer postres –
Mamá alardea sobre mí, yo apenada sonrió.
Él sonriente asiente, las conversaciones de negocios se
hacen presente, todos participan incluyendo a Roy y
Federico, pero Chanel, Adalia, mamá y yo somos las únicas
que no hablamos acerca de eso. Mi hermano Derek
continua con su comida.
Rudy de a poco recoge todo lo de la mesa, le había dicho
que contrataría a un chico para que le ayudara, pero ella es
tan terca que lo impidió. Sé que es algo que debía costear,
pero, aunque insistí, como siempre ella quiso hacer todo
sola. Al verla retirar los platos, me levanto de la mesa,
tomando camino dentro de casa llego a la cocina, todos los
postres servidos, ella voltea a verme y sonríe.
–No necesito ayuda, Isa.
–Claro que la necesitas y sabes que yo no tengo problemas
en hacerlo.
–Ni yo señora… –ambas volteamos, Chanel sonríe.
Rudy totalmente vencida accede a que le ayudemos,
tomamos los platos con pie de limón, lo servimos en la
mesa. Noto la mirada de Roy sobre mí, vuelvo a la cocina
por los demás y al llegar todos están listo, solo faltamos
Roy y yo, me acerco coloco su plato y tomo asiento. Sonrió
al ver a mamá, al menos puede disfrutar de un pequeño
trozo.
–No tienes por qué hacer lo que le corresponde a la señora
del servicio, Isabella –su voz me toma por sorpresa, volteo
y quedamos en una distancia muy cerca. –Para eso le has
de pagar, ¿no?
–Ella no es mi sirvienta como las de tu casa –apunto. –Ella
es parte de la familia y yo no tengo problemas en ayudarle
–me encojo de hombros, tomo un trozo de pie de limón, me
lo llevo a la boca. –Solo come tu postre y ya, después de
todo atendí a mi prometido, ¿no? –le veo suspirar, su
mirada en el plato, toma un bocado.
– ¿Y? ¿Esta delicioso Roy? –escucho la voz de mamá, él
sube su mirada y asiente.
–Sí, de verdad está muy delicioso, Isabella –le miro fijo.
–Gracias –sonrió de boca cerrada y como de mi pastel. –
Que lo disfrutes.
Al terminar todo, Rudy termina de recoger toda la mesa, yo
junto a mamá sentadas en la banca bajo su árbol de
manzana. Ambas hablando de cualquier cosa, Federico y
Chanel están junto a mi hermano compitiendo en su
aparato de juegos, papá y el señor Román hablan junto a
Roy, Adalia y su hijo se retiraron, tenían otro compromiso.
–Yo, estoy realmente maravillada con ese chico... –volteo a
ver mamá un poco confundida.
– ¿De quién hablas?
–Roy, tu prometido –me toma por sorpresa. –Es tan pulcro,
educado, un poco frio y serio, pero muy agradable –esboza
una sonrisa. –Y no lo podemos negar, es muy guapo, sin
duda serian una bonita pareja, si existiera amor, claro –nos
miramos fijo, asiento levemente.
–Mamá, deberías ir a descansar un poco, ¿no crees? –
asiente y acaricia mi mano.
–Si, a decir verdad, me siento un poco cansada, mi amor.
Ambas nos levantamos de la banca, comenzamos a
caminar de a poco, nos frenamos al ver a Roy caminar
hacia nosotras. Sonriendo de boca cerrada toma la mano
de mamá, me mira y niega.
–No te preocupes, Isabella, yo llevara a tu mamá dentro,
¿Le parece? –mira a mamá, ella asiente.
–Está bien, no tengo problemas, ve hija, no dejes a tus
invitados solos –asiento.
Me doy media vuelta y tomo camino hasta donde se
encuentra, mi hermano y sus nuevos amigos. Ellos me
sonríen y Federico tomando mi mano me jala haciéndome
caer sobre el mueble de jardín.
–Cuñada, te toca a ti, a ver qué tal eres en juegos de peleas.
–Oye Federico, no subestimes a mi hermana, ella es muy
buena, a decir verdad. –Federico bufa y Chanel comienza a
reír.
–Oh, oh, creo que te están retando Isa.
Sonriendo de lado tomo el aparato de Derek y le doy play a
la pelea. Es ese reconocido juego llamado Mortal Kombat, al
tener a un hermano varón eres más propensa a terminar
jugando con él ese tipo de juegos. Mis dedos comienzan a
moverse con rapidez, golpeo y golpeo y…
– ¡¡Fatality!! –Federico con la boca abierta, Chanel y Derek
echándome porras.
– ¡¡Es trampa!! –volteo a ver al rubiete, le saco la lengua.
–Acéptalo Federico, soy buena en esto –todos reímos.
– ¿Qué haces, Isabella? –subimos la mirada y encontramos
a Roy de brazos cruzados.
–Mmm, ¿Jugando Mortal Kombat?
Su hermano suelta una risotada, seguido de Chanel y mi
hermano, él me toma del brazo y me encamina lejos de los
demás. Me suelto con brusquedad, ya que mi padre y
Román entraron puedo dejar de actuar, me cruzo de brazos
y le veo.
– ¿Qué ocurre? –suelta una risita arrogante.
– ¿Qué ocurre? Isabella, estás jugando un estúpido vídeo
juego, serás mi esposa, debes comenzar a comportare
como tal –comienzo a reír y niego.
–Lo has dicho, seré tu esposa, mas no tu títere, no haré lo
que tú me pidas, solo es un contrato Roy, recuerda –con
mirada determinante, asiente, pasando a su lado toma mi
antebrazo, ambos nos vemos.
–Olvide decirte –susurra, le miro fijo. –Vas tan hermosa
con ese vestido –mi corazón se salta un latido feroz. –Sin
duda era el anillo perfecto para ti... –le miro, las palabras se
me esfuman.
–Gra–Gracias Roy, si me disculpas –suelto su agarre y
tomo camino hasta los chicos.
_
Los cuatro jugando riendo y pasando el rato. Desvió mi
mirada, lo encuentro, está en la banca junto al árbol de
manzana, se coloca de pie en cuanto me mira y dándome la
espalda, se encamina a la puerta que da con la sala, se
queda allí, encendiendo un cigarrillo.
¿Quién lo entiende? En un momento está furioso y en otro
es dulce, no quisiera afirmar que es un bipolar porque esa
enfermedad es aún más grave, pero este chico tiene una
inestabilidad emocional nada normal.
– ¿Isa? –volteo y Federico me sonríe.
– ¿Si?
–Te toca –niego y Chanel lo toma para jugar ella.
–No dejes de hacer lo que te gusta, Roy es una arrogante,
como si nunca hubiera jugado un vídeo juego –volteo con
brusquedad, me entro una curiosidad de pronto.
– ¿Me puedes contar acerca de él? –Federico ríe y asiente
–Soy el hermano menor y es obvio que él siempre velaba
por mí, me gustan las fiestas y pasarla bien, todo lo
contrario, a Roy –se encoje de hombros. –Soy el divertido
de la familia, Roy el negativo y ermitaño, claro, eso no
quiere decir que Roy no tuviera sus infinitas escapadas con
mujeres, obvio –asiento levemente, el continua. –Me
gustaba estar con muchas chicas, un montón, pero todo
hasta que llego Chanel, mi mujer de piel morena y
perfecta... –sonrió al escucharlo hablar de ella de ese
modo. –Roy simplemente se divertía con cualquier mujer a
su manera, sé que lo tuyo con Roy es un simple contrato, él
suele ser un poco frio, pero sé que en este tiempo se
llevaran bien.
– ¿Tú crees? –el rubiete asiente. –Bueno...
–Uno de sus pasatiempos es la pintura, ¿viste algunos
cuadros de la casa? Esos los pinto Roy...
Mi mirada va nuevamente hacia él, ahora está de frente y
observándonos, carraspeo y rápidamente volteo. Su mirada
intimida, mucho, a decir verdad, observo a los chicos.
Disculpándome con ellos me levanto, decido entrar a casa,
paso a un lado de Roy, quien de inmediato camina detrás
de mí. Tomando repentinamente mi antebrazo me hace
voltear, la casa esta silenciosa, de seguro mi padre y el de
Roy están en el estudio y Rudy, en cualquier lugar de la
casa. Con un extraño nudo en la garganta y mi mirada de
un lado a otro, logro establecerme, le miro y él hace lo
mismo, pero tan fijamente, tan intimidante como siempre.
– ¿Hablaban de mí? –suelta en seco y niego rápidamente.
–Ni que fueras tan importante, ya quisieras… –esboza una
sonrisa de boca cerrada, levantando su mano ahueca mi
mejilla, su toque es cálido, pero en mi piel siento que me
quema como el fuego. – ¿Qué crees que haces, Roy?
–Practicando... –frunzo el ceño e incrédula lo observo. –Si
sabes que estaremos rodeados de muchas personas,
aquellos a los cuales debemos demostrarle amor, eso que
ni siquiera tu y yo sentimos –fijamente observo sus
grisáceos claros, asiento.
–Y, ¿Ya has terminado de practicar? –suelto con voz
neutral, me suelta y niega.
Da dos pasos hacia mí y rodea mi cintura, yo rápidamente
coloco mis manos sobre su pecho, trago con dificultad.
Nuestras miradas muy cerca, sus cejas densas y oscuras,
su piel pálida, sus labios voluptuosos y algo rosas resaltan
por el color de su piel.
–Isabella... –rápidamente me suelta al escuchar que entran
y al voltear, vemos entrar a Chanel, ella confundida nos
mira, pero luego se enfoca en mí.
– ¿Me prestas el baño? –asiento, me alejo un poco de Roy y
arreglo mi vestido.
–Ven vamos al de mi habitación –sonríe y toma camino
conmigo, yo le doy un último vistazo a Roy, quien mira al
suelo con una sonrisa plasmada en su rostro.
Al entrar aquella morena suelta un chillido y corre hasta mi
cartelera de corcho, señala con su dedo pulgar.
– ¿Te gusta Sam Smith? –sonrió y asiento. – ¡Dios!
También Lord Huron –suspira. –Sus canciones son tan,
sentimentales.
–Sí, te transmite mucho.
–Amo a ese hombre –muerde su labio inferior y yo rio. –
Lástima que Sam es, gay, es delicioso, ¿lo has visto? ¿en
vivo?
–Sí, fui a un concierto, el pasado año, regalo de
cumpleaños –ella sorprendida voltea a verme. – ¿Qué? –
sonrió.
– ¡Condenada! Menuda envidia de la buena –rio al
escucharla, ella mira toda mi habitación, realmente no me
molesta, es la primera conocida que entra a mi habitación,
con eso de que no tuve amigas a quien invitar. –Disculpa
Isa, que imprudente soy.
–Oh no por Dios, es agradable tener a alguien aquí en mi
habitación, nunca tuve la dicha de mostrarle mi habitación
a una amiga –sorprendida se sienta al borde de la cama, yo
estoy en la silla del tocador.
– ¿Ni siquiera a un chico? –sube y baja sus cejas, sonrío
apenada.
–No, ni siquiera he tenido un novio, no sé qué es eso, a
decir verdad –comento apenada, aunque Chanel me inspira
confianza. –Afff mi vida es tan aburrida, de seguro tu si
habrás tenido antes de Federico ¿no? –sonriente niega.
–Para ser sincera, Fede es mi primer novio legal, mi primer
chico en todo y con todo, me refiero a todo. –sé que mis
mejillas se han ruborizado, Chanel no tiene pudor en hablar.
–Utilizare tu baño y tendremos un rato de amigas, ¿te
parece? –asiento sonriente y le señalo la puerta, ella entra y
yo me quedo sentada viendo a la nada.
Escucho mi móvil, aquel que esta sobre la mesita de noche,
me levanto para tomarlo y veo el nombre de Dalan reflejado
en él. Siento una sensación incomoda en la boca de mi
estómago, pero no contesto, realmente no siento el valor de
aun hacerlo, aun no asimilo todo el manojo de sentimientos
que esto me ha provocado.
Escucho la puerta del baño y veo a Chanel salir. Arregla su
falda y me sonríe al verme, nuevamente se sienta sobre mi
cama al igual que yo.
–Y bien, ¿Cómo te sientes con todo esto, Isabella? –sonrió
triste y me encojo de hombros.
–Es por mamá por quien lo hago –comento. –Ella necesita
sus cuidados, medicinas y lo cierto es, que ella es todo en
mi vida, Chanel –las lágrimas se agolpan en mis ojos de
inmediato, la morena rápidamente niega. –Roy, él es un
gran chico, supongo –suspiro. –Pero yo no lo quiero, por
Dios, apenas han pasado días de conocerlo, es triste y
vergonzoso todo esto, pero realmente mamá es la prioridad
ahora –sonríe de boca cerrada y asiente.
–Como te dije, Roy puede ser algo idiota y arrogante, pero
el guapetón es agradable después que lo conoces bien –
esboza una corta sonrisa, sus ojos color avellana resaltan
por su maquillaje. –Él tampoco se siente agraciado con
todo esto, pero es muy fiel a su padre –asiento y sonrío,
realmente se siente bien hablar con alguien más que no sea
tu nana o tu madre. –Te admiro pelirroja, te admiro mucho,
si yo tuviera a mi madre y estuviera pasando por lo mismo,
lo haría sin mirar atrás.
– ¿Y dónde está ella? –Chanel se encoge de hombros y un
destello de tristeza se pasea por su rostro.
–No lo sé, ella me abandono, quien me crio fue mi padre, mi
papá me ha dado todo, ves que soy de una piel chocolate
intenso y delicioso, ¿no? –aquello me hace reír y asiento. –
Soy jamaiquina, pero nos vinimos a Francia por el trabajo de
papá, soy modelo, me dedique al modelaje, cuando tenga
un desfile te invitare, ¿vale? –sonrió y asiento emocionada.
– ¿Cómo conociste a Federico? Disculpa tantas preguntas
es que ustedes son tan unidos, me da curiosidad –niega y
quitando sus sandalias se acomoda sobre el colchón de
piernas cruzadas estilo indio, yo la imito.
–Ese rubiecito es todo un pica flor donde lo ves, pero me
flecho en cuanto mis ojos se posaron en él –sonríe amplio.
–Era una noche donde trabajaba, era un desfile de invierno
hace dos años en Alemania, los Lehner patrocinaron todo,
Fede estaba entre el público, mi mirada lo noto y sus mieles
a mí –suspira y puedo ver lo enamorada que esta del
hermano de Roy. –Después del desfile nos cruzamos un
par de veces en la fiesta, hasta que él busco la manera de
hablarme y míranos, ahora somos inseparables, realmente
aparte de mi novio, Fede es mi mejor amigo.
Nosotras continuamos charlando sobre un montón de
cosas, su vida y la mía. Chanel ha sabido sobrellevar todo
acerca del abandono de su madre, yo hable de la mía, y
luego ambas no encontrábamos lloriqueando como tontas.
No sabemos cuánto tiempo pasa hasta que el tocar de la
puerta nos hace volver a la realidad, doy el permiso y Rudy
aparece sonriente.
–Señorita Chanel, me enviaron a buscarla, los Lehner están
por retirarse –ambas salimos de cama y nos colocamos el
calzado.
–Que mal, pero Isa, anota mi número de móvil, ¿vale? –
asiento y lo tomo, Chanel anota su número y lo guarda.
Ambas tomamos camino a la sala donde todos nos
esperan, Fede sonríe al vernos, mi mirada va hasta Roy
quien frunce el ceño al verme, quizás es notorio mis ojos
hinchados después de la llorona entre Chanel y yo. Intento
no mirarle más y camino hasta el señor Román.
–Muchas gracias por venir señor Román –asiente y
extendiendo su mano, la estrechamos.
–Gracias a ti, Isabella, a ver si pronto nos preparas otro
postre como el de hoy –todos reímos y asiento.
–Sera un placer –se da media vuelta, no sin antes pedirme
que lo despida de mamá.
Me despido de Federico y Chanel, ellos lo hacen de mi
hermano y toman camino fuera junto a papá. Quedo con
Roy en la sala, el tempano de hielo me observa y yo me
cruzo de brazos.
– ¿Está todo bien? –aquello me toma por sorpresa y
asiento. –Nos vemos, esta semana será muy ajetreada así
que, intenta descansar, ¿vale? –asiento lentamente y dando
dos pasos hasta mí, posa un beso muy cerca de la
comisura de mis labios. –Nos vemos, Bella... –se aleja y
asiento nuevamente.
–Nos vemos, Roy.
Se da media vuelta y sale por donde los demás lo hicieron,
yo quedo parada viendo su silueta alejarse.
–Qué extraño eres Roy…
Capitulo 5 - Algo interesante.
En cuanto desperté intente marcarle a Dalan, pero siempre
me gana la cobardía y aviento el móvil a un costado de la
cama. Pesarosa me recuesto en mi cama y mantengo mi
mirada fija en el techo, cierro mis ojos y me quedo por unos
minutos de esa manera. De inmediato siento que el sueño
esta por abrazarme y el sonido de mi móvil me hace
espabilar rápidamente.
Con el nombre de Chanel reflejado en la pantalla, esbozó una
sonrisa y de inmediato contesto su llamada.
– ¡Hola Chanel! –escucho música en el fondo.
–Nena, ¿Qué haces ahora? –me siento en la cama y me
encojo de hombros.
–Hace unos segundos veía el techo de mi habitación –ríe. –
Pero no hago nada, ¿Tu?
–Estoy tomando el sol y también me daré un buen baño en la
piscina, ¿Quieres venir? Estamos en la mansión Lehner –una
corriente se apodera de mi cuerpo y niego.
–No creo que eso sea posible, me sentiría incomoda, mucho,
a decir verdad –escucho una risita del otro lado de la línea.
–Sabía que algo así me dirías, pero está bien Isa comprendo,
pero que te parece si mañana tienes una salida conmigo –
estoy por pensármelo, de inmediato habla, llama mi atención.
– ¡Ya se, ya se! Buscar tu vestido de novia –trago con
dificultad, sé que Chanel lo hace con la mejor intensión
posible, pero a mí esto no deja de darme un mal sabor, pero
qué más da, debo aceptarlo.
–Está bien Chanel, no me gustaría ir sola, entonces
¿Mañana?
–Si mañana pasare por ti, iremos en un súper coche ya lo
veras –aquello me hace reír y nos despedimos.
Salgo de mi habitación y me encuentro con papá, él sonríe y
me pide que lo acompañe al estudio. Va muy guapo, a decir
verdad, al entrar tomo asiento en el sofá, él comienza a
buscar algunas cosas en su escritorio.
– ¿Ocurre algo? –sube la mirada y niega.
–Mi amor, Román nos ha invitado a un almuerzo en el
restaurant del club de golf, yo voy de salida, él le pidió a Roy
que pase por ti, al parecer algunos socios quieren conocerte
–aquello hace que me tense un poco, ya que detesto un poco
socializar.
–Supongo que no puedo negarme, ¿no? –esboza una sonrisa
algo incomoda.
–Lo siento, por hacerte pasar por todo esto mi amor –niego y
me levanto.
–Iré de vuelta a mi habitación para cambiarme y esperar a
Roy, nos vemos en el club papá –asiente y yo salgo de aquel
lugar.
Bufo con pesadez, el solo hecho de pensar que Roy vendrá
por mí y que debemos fingir delante de otras personas no es
muy agradable que digamos. De esto se trata todo lo del
compromiso, fingir una y otra vez sin parar, cuanto deseo que
todo esto termine pronto.

Roy Lehner.
Al subir mi mirada la veo entrar, aquella esbelta mujer
morena, se pasea por toda la piscina luciendo el bikini para
mi hermano. Bufo y vuelvo mi mirada al móvil, resolviendo
unas cosas de la empresa de papá y las cuales me importa
una mierda, me entretengo por unos segundos, si
segundos, por que Chanel tiene esa manía de aventarme
agua.
– ¡Que se descongele el hielo por favor! –escucho su grito y
al subir la mirada le doy una sonrisa de boca cerrada. –
Idiota… –continúa disfrutando de la piscina con mi
hermano. –Invite a Isa, declino –alzo la mirada le veo fijo.
–No sé por qué te molestas en ello, es obvio que declinaría
a todo donde yo esté presente.
–Me molesto en invitarla, porque es una agradable
chica, iceberg.
La ignoro y vuelvo a lo mío. Yo simplemente decidí
acompañarlos mientras espero algunas horas para salir,
hoy debo ir a ver lo de mi traje para ese condenado
matrimonio, realmente esto es lo que deseo hacer rápido.
Los preparativos y esas cosas realmente me sacan de
quicio, acepte todo esto por papá, ni siquiera se los motivos
exactos, se lo de la madre de Isabella, y también sé que hay
algo más que poco a poco voy a descubrir. Y ya que un año
se pasa rápido, bueno... Isabella es algo interesante, ¿Por
qué no continuar?
Escucho el estruendoso sonido de la música, volteo a ver a
Chanel bailar al ritmo de Slumber Party de Britney Spears, es
una obsesionada de esa cantante, y siempre que salen a la
piscina esa canción nunca puede faltar. A decir verdad, ya
me la sé, así que comienzo a cantarla, entretenido con unas
encuestas sigo disfrutando de la buena música, eso sí tiene
Chanel es buena con la lista de reproducción de música,
tiene un diez de diez.
–Oye iceberg, ¿Quieres un poco? –subo mi mirada, ella
tiene un vaso de quizás coctel y niego.
–Te he dicho que dejes de llamarme de esa manera –se
sienta en una de las sillas a mi lado y ríe.
–Pero si eres un jodido tempano de hielo Roy, por Dios, no
tiene nada de malo que te derritas un poco –me guiña, yo
bufo. –Ya veo por qué realmente Isa te tiene cierto miedo –
de inmediato enfoco mi mirada en Chanel, ella da un salto
por la impresión. –Joder Roy, eres anormal, que susto –la
veo levantarse y la tomo del antebrazo.
– ¿Isabella? ¿Me tiene miedo? –la morena sonríe de lado y
se sienta a mi lado, se cruza de piernas y me observa de pie
a cabeza. – ¿Qué te ha dicho? Cuéntame –esboza una
sonrisa, sé que trama algo.
–Con solo una condición abriré mi boca, Roy –asiento y la
miro atento. –Que me prestes tu Audi rojo para esta noche.
–comienzo a reír a carcajadas y niego repetidas veces.
–Trato hecho –aquello la sorprende y aplaude emocionada.
–Miedo, miedo no te tiene, pero si se siente incómoda
contigo, Roy, le tratas muy indiferente, ella intenta llevar la
fiesta en paz contigo, pero a veces la posesión que le
expresas la aterra –eso ni siquiera es importante, declinare
el trato. –Ella nunca ha tenido una relación, Roy –ok, eso sí.
–Ella no sabe lo que es querer a alguien, es una chica frágil,
algo antisocial y cohibida, aunque en cuanto habla de su
madre sus ojos se iluminan, ella hace todo esto por la bella
Magnolia –asiento lentamente, no declinare el trato. –
Isabella antes de todo esto, estaba saliendo con alguien,
bueno conociendo a un chico no recuerdo su nombre, pero
él es...
– ¡It’s Britney bitch! –ambos volteamos, observamos a Fede
cantar Gimme More a todo pulmón. –Me siento muy divazo
–Chanel ríe a carcajadas, estos idiotas se entienden. –
Nena, ¿me acompañas a buscar bocadillos en la cocina? –
mentalmente Federico ya tiene un puñetazo en la nariz por
haber interrumpido.
–Chanel habla conmigo, ¿no lo ves? –Federico se encoge
de hombros y bufa.
–Esta morena es mía, así que vete al carajo –le saco el
dedo medio y ellos se retiran, busco en mi móvil y escucho
el silbido que se es de Chanel.
–No olvides tu trato, Roy Lehner –sacudo mi mano y
asiento.
Busco el número del detective de la familia y le pido que me
averigüe aún más sobre Isabella. Quiero saber quién es ese
con el que salía, simple curiosidad, quizás aquello me dé
una idea de qué tipo de hombre le gusta. Al terminar la
llamada tomo camino dentro de casa, subo las escaleras y
llego a mi habitación.
Veo sobre mi cama la ropa que utilizare para salir y de
inmediato me quito la que llevo puesta entro al baño y
luego a la regadera. Aplico gel de baño en todo mi cuerpo y
me doy una larga ducha. Al salir me coloco la toalla
alrededor de mi cintura, mi cabello goteando agua y vuelvo
a mi habitación.
Salto del susto al ver a mi cuñada esperando de brazos
cruzados.
–Chanel si te prestare el coche –se encoge de hombros. –
Sabes, deberías decirle a Federico que te compre uno –
bufa y extiende su mano.
–No estoy con tu hermano por el dinero, mientras mi
hermoso cuñado me preste su Audi yo realmente feliz de la
vida –coloco mis ojos en blanco y buscando en mi caja de
llaves le lanzo el del Audi.
–Con cuidado...
–Me cuidare…
–No lo digo por ti, lo digo por mi bebe, si llega con un
raspón te asesino –Chanel chistea y asombrada me mira.
– ¿Te habéis hecho un tatuaje nuevo? –asiento, a decir
verdad, tengo en ambos brazos mi logro es forrarlos por
completo, tengo uno en el lado izquierdo de mi torso, uno
en mi tobillo derecho y mi primer tatuaje que es el del
cuello. –No dejaras de hacerlo ¿no? –sonrió ampliamente.
–Mejor me voy, cuídate.
Asiento y antes de que Chanel este por abrir la puerta de mi
habitación, aquella recibe dos toques, la morena voltea y
bufa. Al abrirla, Ámbar, la sirvienta aparece, Chanel
carraspea y choca su hombro con el de ella, realmente la
detesta.
Yo me doy vuelta y camino hasta el armario para buscar mi
loción, escucho unos pasos que de a poco se acercan más
y más. Sus brazos me rodean y acarician mi abdomen,
sonrió y me doy vuelta.
– ¿Qué quieres, Ámbar? –sonríe y comienza a desbotonar
su uniforme.
–No lo hacemos desde hace días, Roy, aún estoy castigada
por lo que le hice a tu prometida –sonríe feliz yo soy todo lo
contrario.
–Sal de mi habitación, necesito vestirme, no tengo ánimos
de lidiar contigo –ella no deja de desnudarse, yo tomo un
suspiro y niego, paso a su lado y al voltear nuevamente
para pedirle que se retire la veo allí, totalmente desnuda, sin
una prenda de ropa. –Te dije que toda esta mierda se
terminó, Ámbar, si no quieres que papá te despida, haz
caso, sal de mi cuarto.
Niega y camina hasta mí, al llegar toma mi toalla y la
arrebata, para ser sincero mi amigo ya había despertado.
Ella al verlo sonríe de lado, yo bufo y de inmediato la lanzo a
la cama, totalmente abierta para mí y con sus dedos
jugando en su intimidad no espero para dejarla sin aliento y
de una estocada me adentro.
Clava sus uñas en mi espalda, muerde suavemente mis
hombros y gime una y otra vez. Cubro su boca y continúo
penetrándola, lo hago por que se me puso en bandeja de
plata, como siempre lo hace y por qué papá no está en
casa. Por los trabajadores no me preocupo por que todos
saben lo mucho que me la he follado.
–Ah, sí Roy, así... –Le doy más rápido y evito que continúe
hablando, tomo sus manos y las paso por encima de su
cabeza, mi lengua recorre desde su cuello hasta sus
pezones, los humedezco y los chupo, la chica se retuerce
por toda la cama, hasta que mi móvil suena.
–Maldición... –Me levanto rápidamente y coloco mi toalla,
es papá… –¿Si, dime?
– ¿Qué diablos haces? ¿Entrenas?
–No, solo que...
–Roy Lehner, ¡Maldita sea! –escucho un fuerte golpe del otro
lado del móvil. –Que yo no me entere que te estabas follando
a Ámbar –es increíble a Román Lehner no se le escapa
nada. –Estoy a un jodido paso, de mandar a castrarte, y no lo
digo en broma.
–Eso se les hace a los animales, papá, yo no soy un animal.
– ¿Ah no? ¿Y entonces que eres? Porque una persona
consciente no, Roy Lehner –bufo, retomo la conversación
desde el inicio.
–Papá no estoy follandome a Ámbar, ya sabes que yo la
aleje –le hago señas a Ámbar de que coloque su ropa de
inmediato. –Pero dime que ocurre, estoy por terminar de
vestirme.
–Pues arréglate para la ocasión y pasa buscando a Isabella,
algunos socios quieren conocer a tu futura esposa, así que...
–Pero papá, ella ni siquiera podrá, osea…
–Ella está al tanto y espera por ti, así que te espero en el club
de golf, estaremos en el restaurant esperando por ambos…
Estoy por reclamar y este finaliza la llamada de inmediato,
exasperado lanzo el móvil sobre la cama. Realmente con el
coraje hasta el tope me dispongo a vestirme.
–Roy... –volteo a mi lado izquierdo y aun no comprendo
que hace todavía Ámbar en mi habitación.
–Ya déjame en paz, no quiero problemas con mi padre, sal
de mi habitación, tienes prohibido entrar y estar de rogona
detrás de mí –cierro mis ojos con fuerza, vuelvo a verle. –
Ya esto de follarte me harto, que se te meta en la cabeza
que estoy por casarme, ¿¡Bien!?
–Pero solo será un año, además solo es un contrato,
podemos continuar con lo…
–Cállate Ámbar y por favor no continúes encima de mí, ya
no te necesito... –la pelirroja ríe sin ánimos. – ¿Qué?
–Si claro, porque de seguro crees que aquella mojigata se
abrirá de piernas para ti ¿no? –suspiro. –Eres tan iluso
Roy… –aquello me hace esbozar una sonrisa y enfoco mi
mirada, sabe que lo que acaba de decir me saco de mis
casillas.
–Mira nada más, la sirvienta saca sus garritas… –Ámbar se
tensa y termina de vestirse. –Ve acostumbrándote, por que
esa mojigata como tú le dices, será tu jefa en cuanto
demos el sí frente a todos.
Alzo un poco mi mentón y ella termina por retirarse, trago
con dificultad, espero que de una vez por todas Ámbar deje
de buscarme. No lo negare disfruto follarla, pero no
quisiera tener problemas con mi padre, cuando se le
incorpora lo dictador no hay quien le lleve la contraria.

Estacionado fuera de la casa de Isabella enciendo un
cigarrillo, abro la ventanilla del coche y espero por ella. Solo
han pasado dos minutos, la señora de servicio me aviso
que ya estaba por salir, realmente detesto que me hagan
esperar, le doy una calada a mi cigarrillo y enfoco mi
mirada al frente, busco alguna canción en el estéreo y me
entretengo.
Escucho su voz y volteo a verla, despidiéndose de la señora
que hace un momento me hablo. Viéndola de lleno y de pie
a cabeza, no puedo negar que va realmente hermosa. Un
vestido de día color rojo con algunas flores estampadas, su
cabello pelirrojo intenso, realmente su color es perfecto.
Lleva unas sandalias bajas y en cuanto abre la puerta del
coche noto lo ligero de su maquillaje, su perfume con olor a
quizás uva y fresa golpea mis nasales, mis sentidos.
–Hola… –susurra mientras coloca su cinturón, voltea y alza
sus cejas. – ¿Qué? ¿Hoy dirás que mi nariz es espantosa o
que mi boca es deforme? –sonrió de lado y niego.
–Tu boca es exquisita… –comento más para mí que para
ella.
– ¿Disculpa? No te entendí.
–Nada, tranquila, ¿estás lista? –hace un mohín y expulsa
todo el aire de sus pulmones.
–Solo quiero salir rápido de esto, no acostumbro a salidas
de esta manera –asiento y dejando el cigarrillo a medias lo
lanzo por la ventana y tomo camino al club de golf.
_
En silencio manejo, la música se escucha baja, Isabella ni
siquiera hace el intento de iniciar un tema de conversación,
puedo sentir que intenta no expresar incomodidad,
carraspeo y le doy un vistazo rápido.
– ¿Tu madre? ¿Qué tal su día? –pregunto sin más, la veo
acomodarse en su puesto y sé que ahora tiene su mirada
en mí.
–Tiene sus días buenos y malos, pero hoy sin duda ha sido
uno de los buenos, gracias por preguntar –asiento y cruzo
en una calle, escucho su carraspeo, volteo a verla rápido y
sus azules me observan. – ¿Puedo? –señala el estéreo y
asiento.
Veo rápidamente que conecta su móvil, y a todas estas,
ambos estamos comprometidos y ni siquiera yo tengo su
número telefónico. Ella se entretiene buscando alguna
canción y sonriendo de boca cerrada le da inicio a una. Ni
siquiera se quien la canta, pero ella obvio sí, en cuanto la
chica de la canción comienza a cantar ella también lo hace
y para ser sincero, Isabella tiene una bonita voz.
Su dedo índice tamborea en su pierna, esbozo una corta
sonrisa y continuo todo el trayecto, podría decir que me
gusta escucharla cantar, por lo que veo le gusta pasar el
rato escuchando música.
–I was foolish to trust you with somethin', that you couldn't
cherish, it might've been too much, i wish that i was better at
this, falling out of love is not as easy as it seems…
Fui tonta al confiar en ti con algo, que no pudiste apreciar,
podría haber sido mucho, ojalá pudiera ser mejor en esto,
enamorarse no es tan fácil, como parece.
Me detengo en un semáforo y volteo a verla, con mi dedo
pulgar aprieto mi labio inferior, me concentro en verla
mientras canta. Mientras expulsa su melodiosa voz, ella
mueve su cabeza al ritmo de la canción, de pronto voltea y
me encuentra observándola, ella da un pequeño salto por la
impresión. Chanel tiene razón debo dejar de hacer esto.
La veo apretar sus labios y esboza una sonrisa, yo ni
siquiera lo hago, vuelvo mi mirada al frente y continuo con
el trayecto. Después de unos tres minutos manejando,
llegamos. Al salir del coche camino hasta su lado y abro la
puerta, tomo su mano y ella dudosa la toma, al salir
tomamos camino dentro, tomados de la mano.
Sé que se siente tensa, ella no está acostumbrada a nada
de esto, tampoco es que me he comprometido un montón
de veces, pero yo soy tan neutral, que puedo mantenerme al
margen de la situación. Se me da muy bien lo de fingir, es
claro que Isabella no, aprieto el agarre y sé que ahora me
observa.
–Deja de estar nerviosa, mantente a mi lado para que no te
ahoguen con tantas preguntas –asiente y le doy un vistazo
rápido, ella mantenía su mirada en mí. –Lamento que papá
te hizo salir un lunes, él no se cansa de tener reuniones y
esas cosas con respecto a la empresa.
–Descuida, debemos seguir con el protocolo, solo por favor
intentemos tenerlo satisfecho –me detengo en seco y la
miro fijamente.
–Con satisfecho te refieres a que si ellos nos piden que nos
demos un beso ¿Lo harías? –veo como se tensa más de lo
normal, yo esbozo una sonrisa. –Tranquila, Isabella, eso
solo ocurrirá el día de la boda, de resto no te preocupes, no
soy de ventilar mis cosas, por más fingida que sea.
Y para ser sincero, me importa una mierda si en este
momento arrincono a una mujer contra la pared y la beso.
Pero con Isabella es diferente, realmente lo menos que
quiero es que ella se sienta incómoda y utilizada, yo nunca
la besaría a la fuerza, sé que el día de la boda sucederá
porque es algo obvio, pero de resto no pretendo
incomodarla. Aunque si, disfruto mucho cuando sus azules
se abren en su totalidad, cuando sus mejillas llenas de
pecas se ruborizan.
Al entrar al restaurante del lugar, papá no espera para
levantar su mano y llamarnos, ambos sonreímos y
caminamos hasta él. Orgulloso saluda a Isabella y la
presenta a todos sus socios, entre ellos esta Alexander
Massón, el padre de Isabella, el señor es buena persona,
pero yo en mi vida le haría algo como esto a mi hija. Por
muy necesitado que este por mi empresa, no lo haría, si es
que solo es por la empresa, aún tengo mi duda.
Después de todo fue Isabella quien decidió todo esto, todo
por su madre, realmente en cuanto me dieron la noticia de
que estaría comprometido y luego casado con una chica
por medio de un contrato de un año, no estuve de acuerdo,
mas sin embargo cuando me dijeron que fue ella quien
acepto eso quise averiguar todo. Acerca de aquella chica
quien había decidido semejante estupidez, pero todo se
aclaró cuando en aquella investigación reflejaban el cáncer
que padece su madre.
–Roy no he de negarlo, pero tu futura esposa es hermosa –
comenta uno de los socios y al verlo asiento.
–Gracias, si nos disculpan, tomaremos asiento.
Llevo a Isabella hasta la inmensa mesa y tomamos asiento,
nos entregan el menú, pero yo pido por ambos, he venido
un montón de veces a este lugar que se lo que es la
especialidad. Después de ordenar, volteo para hablarle,
pero ella está manteniendo una conversación con su padre,
vuelvo mi mirada al frente y escucho el pitido de mi móvil,
de inmediato lo busco en mi bolsillo del saco y sonrió al
leer el nombre reflejado en la pantalla.
–Bastardo… –contesto, pero con mi voz baja.
–Venga, venga, pero si me equivoque, creí que llamaba a Roy
el soltero, pero ahora hablo con el futuro padre de familia,
Roy Lehner –aquello me hace reír, este es el peor mejor
amigo de todos. – ¿Dónde te encuentras?
–Tengo un almuerzo con mi padre y sus socios, ¿Tu?
–En casa, que harás por la noche, nos reuniremos en el bar,
¿Te llegas? –Volteo a ver a Isabella, aquella mantiene su
mirada al frente, una idea se me pasea de inmediato por mi
mente.
– ¿Te molesta si voy acompañado? –una risotada del otro
lado de la línea.
–Oh Dios mío, Roy Lehner acompañado… ¿De su futura
esposa?
–Imbécil, ¿Y bien? ¿Qué dices?
–Por Dios obvio que no me molesta y a los demás tampoco
así que los esperamos, estoy ansioso de conocer a tu
prometida.
Continuamos hablando unas cosas más y terminamos la
llamada, guardo el móvil y enfoco la mirada en papá. Me
hace señas con respecto a Isabella y asiento, tomo su
mano y ella voltea confundida.
–Al terminar el almuerzo te llevare a casa, luego pasare por
ti en la noche, quiero que…
–Lo siento, pero no puedo, yo…
–No te estoy preguntando si puedes, ni mucho menos
pidiendo explicación alguna, Isabella –abre sus ojos en su
totalidad y no dice nada. –Pasare por ti a las ocho treinta,
iremos al bar de un conocido, ¿Está bien?
Ella asiente y vuelve su mirada al frente, sé que estoy
haciendo todo lo contrario a lo que Chanel me comento,
pero me es inevitable no ser de esta manera es mi forma de
ser y no puedo hacer nada más, intentare remediar todo
esta noche en esa salida, pero realmente no prometo nada.
Capitulo 6 - No te atrevas.
En cuanto Roy me comento sobre la salida esta noche,
quise declinar, pero como siempre él y su manera de hablar
tan demandante y neutral. Intente mandarlo por un caño,
pero lo menos que quería era hacer una escena frente a
tantas personas, y mordiendo fuertemente mi lengua asentí
y lleve mi mirada al frente.
Es tan claro que dije que él no me doblegaría y no lo hará,
buscare la manera de sobrellevar esto y creo que actuar
como él lo hace es una buena opción. Como le comenté a
Chanel, me causa un poco de miedo o quizás incomodidad,
intento llevar las cosas en paz, pero su manera de
sobrellevar las cosas de manera tan abrupta, me aleja de la
paz.
Al dejarme en casa, rápido tome camino a mi habitación,
pero no se marchó sin antes recalcar sobre nuestra salida.
No sé qué diablos pretende con todo esto, yo lo que quiero
es que ocurra la boda y que los días comiencen andar, no
quiero tener salidas ni mucho menos conocer las
amistades de Roy, ni siquiera me interesa
– ¿Isabella? –escucho la voz de Rudy del otro lado de la
puerta y camino para abrirle. –Tu mamá quiere verte, te
espera en el jardín.
Estaba tan metida en mi mente que ni siquiera pensé en
mamá, asiento y dejando mis cosas sobre la cama salgo de
inmediato a verla. En cuanto coloco un pie en el jardín la
observo, con un caballete frente a ella y a su lado un
montón de pintura de distintos colores, en su mano
derecha lleva un pincel y en este momento está absorta en
lo que ahora pinta.
Tomando asiento a su lado la veo sonreír, la imito, aunque
no fija su mirada en mí, ya que está muy concentrada, me
alegra saber que hoy es uno de esos días donde despierta
con muchos ánimos.
– ¿Qué tal la salida, Isa? –recojo mi cabello en una cola alta
y bufo.
–Bien, supongo, personas agradables, por suerte no me
ahogaron con preguntas, son muy respetuosos, a decir
verdad –asiente y ahora pasa a dibujar con color rojo.
No sé qué demonios dibuja, yo estoy tan metida en mi
mente que ni siquiera le prestó atención.
– ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanto silencio? –mamá voltea a
verme y nuestras miradas se encuentran, me encojo de
hombros.
–Roy me invito a salir esta noche, realmente no quería salir,
pero insistió... –me obligo, esa es la palabra más acorde.
–Creo que deberían tener salidas antes de dar ese paso,
conocerse, no sé, quizás encontrar la manera de llevar las
cosas por buen camino mientras se cumple el plazo de ese
dichoso contrato de matrimonio.
Sin decir nada, asiento, para ser sincera no sé cómo actuar
frente a Roy. Es cierto, quiero llevar las cosas de una
manera razonable y adulta, pero no me interesa en lo
absoluto tener salidas con él. Realmente no quiero conocer
su mundo, no quiero estar fingiendo más y más con otras
personas, no comprendo cómo es que a él le sale tan
perfecto todo.
No digo nada y me levanto, me gustaría continuar con
mamá hablando y simplemente pasar un buen rato, pero
toda esta situación me hace sentir náuseas y lo que quiero
es recostarme un poco y descansar.
_
En cuanto el sol se oculto tome una ducha larga, frente al
espejo me maquillo un poco más ¿llamativa?, elegí un
suéter que se moldea a mi cuerpo color negro, un jeans
azul y unas sandalias bajas. Tomo un mechón de ambos
lados de mi cabeza y con un pendiente me hago un peinado
simple, pero que va muy bien con el tipo de vestimenta que
elegí.
Me hago un fino delineado, mascarillas para mis pestañas,
solo un poco de rubor en mis mejillas, mis cejas un poco
pronunciadas y un labial rosa.
El móvil comienza a sonar y levantándome lo tomo de la
mesita de noche, frunzo el ceño en cuanto veo un número
desconocido reflejado en la pantalla. Vacilante contesto y
espero que hablen del otro lado de la línea.
–Se supone que cuando respondes una llamada debes
hablar, Isabella... –dejo salir todo el aire de mis pulmones
en cuanto escucho la voz de Roy, del otro lado de la línea. –
Estoy frente a tu casa –y termina la llamada.
–Engreído...
Tomo mi bolsito de lado y guardo lo más necesario, tomo
una chaqueta de jeans y salgo de mi habitación. Algo que
he notado hasta el momento, Roy realmente es puntual, me
dijo una hora y no se saltó ni un minuto. Escucho las voces
de todos que proviene del comedor, tomo camino hasta
ellos y los veo a todos cenar incluso a Rudy, mamá me mira
con sorpresa y sonríe de lado.
–Estas muy linda, Bella –sonrió y asiento.
–Ya esperan por mí –suspiro. –Que descanses mamá –me
acerco, dejo un beso a un lado de su cabeza. –Te quiero.
–Y yo a ti –toma mi mano. –Que te diviertas –y con esto,
salgo de inmediato.
Al salir de casa, veo un deportivo color negro estacionado,
esta noche el chico no viene en su lujoso Audi. Sorprendida
intento cerrar mi boca, espabilo y bajo los escalones, no
veo nada dentro así que de pronto Roy baja el vidrio. Lleva
su mirada al frente y yo no espero más para entrar en el
coche, sin mirarle siquiera coloco mi cinturón y enfoco mi
vista al frente.
–Buenas noches, Isabella... –volteo a verle y una extraña y
jodida sensación se asienta en mi estómago en cuanto le
veo.
Una franela color negra que se aferran a sus bíceps, dejan
ver claramente sus brazos con tatuajes aquí y allá, creí que
solo tenía el de cuello, pero no puedo negarlo, al chico
realmente le luce.
–Buenas noches, Roy... –voltea y me observa por unos
segundos, yo me siento un poco incomoda y vuelvo la
mirada al frente. – ¿Cuántos coches tienes?
–Ocho y tres deportivos –comienzo a toser, ¿Por qué
tantos? –Cuando vivas en la mansión elegirás el que
desees –volteo y allí esta, observando fijo, asiento y sin
más, da marcha al coche.
La música de fondo, exactamente Drugs de EDEN y
nosotros en silencio. Sé que iremos a un bar, pero ¿no sé
porque quiere que lo acompañe? De seguro él estará con
sus amigos y yo como siempre estaré sentada en un rincón
viendo como ellos se divierten.
El repentino tarareo de su parte llama mi atención, le veo de
reojo, mueve su cabeza al ritmo de la canción, tamborea
sus dedos sobre el volante y luego comienza a cantar en su
totalidad, pero siempre, más para él, que para ambos.
–You don't know, how to let go, who said this must be all or
nothing? But, I'm still caught below, and I'll never let you
know, no I can't tell you nothing...
‘’No sabes cómo soltar, ¿Quién dijo que esto debía ser todo
o nada? Pero todavía estoy atrapado debajo y nunca te lo
haré saber, no, no puedo decirte nada.’’
El sonido de mi móvil se escucha y espabilando lo busco en
mi bolsito. Me tenso al leer el nombre de Dalan en la
pantalla, la bloqueo y el móvil deja de sonar, pero luego se
enciende para darme a entender que la llamada se terminó.
Lo coloco en silencio y lo guardo nuevamente.
– ¿Tan cobarde? –le doy un vistazo a Roy, quien tiene su
mirada fija al frente y una sonrisa plasmada.
– ¿Disculpa?
–Es él, ¿no? –llevo la mirada al frente, me encojo de
hombros.
– ¿De qué hablas?
–El doctor Colligan… –me tenso y me acomodo en mi sitio.
–Créeme Isabella, se todo de ti…
Muerdo mi lengua y evito reaccionar a la defensiva en este
momento, me encojo de hombros y no le doy importancia a
lo que me dice.
Los minutos se pasaron en silencio, en cuanto llegamos al
bar. Bajando del coche nos tomamos de la mano y como
siempre vuelvo a sentir algo extraño en cuanto siento su
toque. Nos adentramos al lugar, pensé que era un bar
tranquilo, pero esto se asemeja más a un club nocturno que
a un bar tranquilo. Las luces de colores alumbran todo el
lugar, pero ¿cómo es que hay tanta gente y en la parte de
fuera no había nadie?
Caminando entre las personas llegamos a unas escaleras,
un hombre alto y fornido saluda a Roy y yo simplemente
intento no cruzar mirada, es realmente intimidante.
Subimos y nos encontramos con varias mesas, sillas y un
considerado grupo de personas. En cuanto sus miradas se
posan en Roy y en mí, quiero lanzarme por la baranda, esto
es muy incómodo, demasiado para mi gusto. Un chillido se
escucha, una rubia aparece y en cuanto se le abalanza a
Roy, lo abraza, y no es para nada un abrazo amistoso que
digamos, ella descaradamente al separarse de él, se lo
come con los ojos.
–Dios, mírate nada más, que guapo vas Roy –la muy
descarada muerde sus labios y lo ve de pie a cabeza. –Ven
vamos con los demás.
Suelta mi mano de la de Roy y lo lleva como todo un trofeo
hasta las otras personas, yo simplemente me quedo
mirando esa escena. Ni siquiera hare un berrinche, ni
siquiera reclamare del por qué me trajo a este lugar,
simplemente tomo camino hasta una de las mesas y tomo
asiento.
–Hola… –la voz de un chico me sobresalta y al voltear veo a
un moreno de ojos claros a mi lado, me levanto y le sonrió
de boca cerrada. –Un placer, William... –extiende su mano y
yo para no ser grosera la estrecho con él.
–Isabella Massón... –grito un poco cerca de su oído ya que
realmente todo esto es un bullicio, el sonido de la música y
las voces de las personas, todo se mezcla y da dolor de
cabeza.
El moreno me sonríe y yo hago lo mismo, de pronto siento
como un brazo me rodea y una mano se aferra a mi cintura.
Volteo y sorprendida noto que es Roy, esta tan cerca, que lo
íntimo de su agarre es muy notorio.
–Deja de mirarme de esa manera –comenta para mí. –Sé
que soy muy guapo, pero disimula un poco, ¿sí? Hermosa…
–chisteo.
–Mira nada más, a ver si me das un poco de tu arrogancia,
Lehner… –sonriendo me observa.
– ¡Joder! Mira nada más como los vellos de mis brazos se
erizaron –ambos observamos al moreno. –La mejor jodida
pareja de todos los tiempos, ufff –William exclama
entusiasmado.
Sonrió y no digo nada, Roy le da un asentimiento y me lleva
con los demás. La rubia quien se llama Noora, me mira de
pie a cabeza, después de haberme dado la mano de la mala
gana. No le doy la importancia que ella cree que merece.
En el grupo está un asiático muy bonito y guapo, de nombre
Jackson, luego Manuel y Miguel los cuales son mellizos,
realmente lo único que sacaron igual fue lo divertidos que
son. Esta Carol una trigueña lo cual es muy amable y quien
está de la mano de Jackson, y como siempre el dúo quizás,
¿dinámico? De Noora, Marcela y Juls.
En cuanto conozco a todos, tomo asiento junto a Roy, aquel
pide algo de tomar fuerte, yo pedí un coctel sin alcohol, es
lunes, ¿Quien en su sano juicio sale de fiesta un lunes? Ah
sí, Roy y sus amigos.
– ¿Cómo es que hay tantas personas dentro si en la parte
de fuera no hay nadie? –susurro muy cerca de Roy para que
me escuche, voltea y nuestras narices están por chocarse,
trago con dificultad y mi mirada se afianza a la de él.
–Mira… –volteamos y me señala la puerta por donde
entramos. –Por esa puerta solo entramos los amigos del
dueño y por aquella otra –me señala la del otro lado del
local. –Entran los demás clientes.
–Prioridades, ¿no? –voltea a verme y su mirada se enfoca
tanto en mí, que me intimida y ahora soy yo quien volteo y
lo evito, él con su sonrisa arrogante – ¿Qué te hace gracia?
–baja su mirada y niega.
–Lo inocente que eres, Isabella –escucho mi nombre salir
de sus labios y me estremece de tal modo que, ¿me gusta?
–No lo veas de esa manera, prioridades, es solo que
William…
– ¿Es el dueño de todo esto? –asiente.
–Bueno, su hermano mayor, pero él es quien está cargo
cuando el hermano está en sus viajes… –menuda pandilla
de adinerados.
Asiento, me entretengo un poco viendo el juego de luces,
tomo un poco de mi coctel y Roy de whisky, escucho a los
demás hablar, yo por mi lado no digo nada más.
Repentinamente, y claro está, tomándonos por sorpresa, un
flash me hace voltear y veo a un hombre con una gorra y
suéter oscuro siendo arrastrado por la seguridad del local.
Rápidamente Roy se levanta de mi lado, furioso y se
encamina con William, ambos bajan las escaleras yo me
quedo confundida en mi lugar.
–De seguro te sientes importante, ¿no? –escucho una voz
chillona a mi lado y me encuentro con Noora a mi lado, sus
ojos oscuros me miran de pie a cabeza.
– ¿Disculpa? ¿A qué te refieres? –esboza una sonrisa y se
cruza de piernas.
–Te has llevado al pez gordo –se encoge de hombros. –Te
debes sentir realmente ganadora al amarrar a Roy a tu lado
–aquello me hace reír sin gracia. – ¿Embarazo? ¿Quizás? –
vuelvo a reír, le miro fijo.
– ¿Y a ti que más te da? –enarco una ceja. –Si es un
embarazo u otro motivo, ¿Qué te importa? –Noora está por
hablar y lo evito. –Y quizás tú has de sentirte realmente mal
por no tenerlo para ti, ¿no? Lamento que tu carnada no
funciono con Roy, ah y otra cosa, Norma...
–Noora –lo dice entre dientes, asiento.
–Como sea… –me levanto y ella hace lo mismo, se cruza de
brazos y yo le imito. –Deja de estar atacando a mi
prometido, porque créeme, tu realmente no me conoces, y
no me conocerás tampoco –esboza una sonrisa, me mira
de pie a cabeza y batiendo su cabello, se encamina hasta
sus amigas.
Un manojo de rabia y coraje me abarca todo el cuerpo. Me
dejo caer nuevamente en el largo sofá, mi pecho sube y
baja por el enojo.
Si Isabella Massón, dice que nadie la va a doblegar y que
nadie pasara por encima de ella, realmente es y será de ese
modo. No le permitiré a nadie que hagan dichos
comentarios sobre mí, por más que todos crean que este
matrimonio es real, que hay amor, nadie sale lo que estoy
viviendo con toda esta farsa, y debo llevar el patrón debido
de la situación.
Siento un toque en mi hombro y salto del susto, la trigueña,
Carol se sienta a mi lado con una sonrisa en sus labios, yo
le devuelvo el gesto.
–Bien hecho, realmente has reaccionado como toda una
chica que merece el respeto, por fin alguien puso en su
lugar a Norma, digo, digo, Noora, Me equivoque –aquello
me hace sonreír y asiento.
–Creí que tú también eras amiga de ella… –abre sus ojos en
asombro y coloca una mano en su pecho.
–Me ofendes, Isabella, jamás seria amiga de una serpiente
tan ponzoñosa como lo es Noora Marley –sonríe. –Solo no
te dejes amedrentar por ella, créeme, es la peor persona
que podrías conocer, ella y sus dos secuaces.
De pronto Jackson se nos une, cortando el tema de Noora,
ambos se miran y sonríen. Esto es lo que hubiera deseado
yo, ver a una persona de esa misma manera y que me
hiciera sentir un montón de cosas.
Roy aparece junto a su amigo, camina hasta mí y toma
asiento, toma un sorbo de su vaso de licor y es notable lo
frustrado que va en este momento.
– ¿Todo bien? –asiente sin mirarme.
–Si...
– ¿De verdad? Ese hombre...
–¡Si, Isabella! –aquel grito me hace saltar del susto. – ¡Si te
digo que todo está bien! ¡Todo está bien! –todos enfocan
su mirada en nosotros.
Sin decir ni una sola palabra, me levanto del sillón y salgo
de ese lugar. Bajo las escaleras y a tres escalones de llegar
a la primera planta un agarre en mi antebrazo me hace
voltear. Noto que es Roy y forcejeando con él logro que me
suelte, pero vuelve a tomarme muy fuerte, se coloca frente
a mí y toma mis mejillas.
–No te atrevas, Roy… –sabe a qué me refiero y una risotada
brota de sus adentros.
–No seas ilusa, Isabella, no pretendo besarte –tomo sus
manos y les arrebato de mis mejillas, pero él es tan fuerte
que me toma de la cintura, mis manos están apoyadas en
su pecho. –Lamento... –hace una pausa, cierra sus ojos. –
Lamento el haberte gritado es solo que, me molesta mucho
ser el centro de atención de esos fotógrafos.
– ¿Y quién eres tú? ¿Una celebridad? –enarca una ceja, nos
miramos fijo. –Que iluso eres Roy –aquello le hace reír.
–No soy una celebridad, pero si el hijo de un hombre
realmente poderoso y el cual se va a casar en unos días, es
tan obvio que quieren tener la primicia de quien será la
prometida de Roy Lehner –lo alejo e intento continuar mi
rumbo. – ¿Dónde crees que vas? –medio grita detrás de mí.
– ¿Mi casa? No pretenderás que volveré con tus amigos
cuando me has gritado de una manera tan injusta, no tengo
por qué ser el tema de conversación de tus compañeros.
Termino de bajar y escabulléndome entre toda la multitud,
logro salir, pero para mí jodida mala suerte he salido por el
lado equivocado. Cierto grupo de personas gritan y de
pronto un montón de flash caen sobre mí, aturdida intento
caminar, pero realmente quedo estupefacta e inmóvil en su
totalidad, un agarre en mi mano me jalonea y me lleva
dentro nuevamente.
Las luces del local se apagan por unos segundos y ahora
son las luces blancas las que iluminan. La luz va y viene y
los ojos grisáceos de Roy no deja de mirarme, suelto su
mano y caminare hasta el otro extremo del local solo para
salir de este bar, pero nuevamente soy detenida por él.
– ¡Maldita sea, deja de comportarte de esta manera,
Isabella! –grita un poco para que lo pueda escuchar.
– ¡Vete a la mierda, Roy!
Vuelvo a soltarme y nuevamente estoy rodeada de un
montón de personas, con disculpas en vano ya que nadie
escucha, logro llegar al otro extremo. Arreglo mi cabello y
un poco mi ropa, un hombre fornido abre la puerta y yo
salgo a la calle la cual si esta desolada. Busco mi móvil
como loca, necesito un taxi y volver a casa, ni siquiera ha
pasado una hora, me coloco de cuclillas y busco
desesperada.
– ¡Joder! –dejo caer todo en el suelo y no lo encuentro,
busco en todo mi cuerpo y nada. – ¿Dónde carajos esta mi
móvil? ¿Dónde?
–Aquí... –volteo y encuentro a Roy con mi móvil en la
mano.
Me levanto y lo intentó arrebatar de su mano, pero el muy
infantil comienza a juguetear con mi paciencia.
–Sube al coche, yo te llevare.
Camina hasta este y sin más entramos, espero que me
devuelva el móvil, pero se lo ha guardado en su bolsillo
delantero y del lado izquierdo. Totalmente cabreada pienso
en como quitárselo y debo pensar antes de que de marcha
al coche.
– ¡Oh mierda, mira! –señalo a su lado y rápidamente voltea,
yo me las ingenio y con una habilidad estúpida quedo sobre
él y con mi mano en su bolsillo.
Él rápidamente toma mi mano y voltea a verme, nuestras
miradas se encuentran, yo trago con dificultad por la
repentina cercanía. La sorpresa de tenerlo tan cerca logra
que una extraña corriente que me tiende a gusta, recorra mi
columna. Su respiración choca en mi labio superior, él
choca de pronto su frente con la mía y cierra sus ojos.
–Son tan parecidas... –susurra y el olor a licor y cigarrillo es
intenso, pero no desagradable.
–Roy...
Nos quedamos por unos segundos, unos muy largos con
las frentes unidas, él con sus ojos cerrados, yo detallándole
todo el rostro.
–Roy... –vuelvo a llamarle. –Mi móvil por favor –reacciona
y alejándome bruscamente de su lado, saca el móvil y me lo
entrega.
Enciende el coche y de inmediato da marcha, va a una
velocidad algo acelerada, veo que toma un montón de
caminos menos el de casa. No sé si hablar, si preguntarle
donde vamos, él simplemente maneja y maneja, de pronto
frena de golpe y quitando su cinturón baja del coche.
Estamos en una calle desolada y con poco tránsito,
comienza a caminar de un lado a otro y noto lo cabreado
que esta. Me siento un poco culpable por lo infantil que
actué, vacilante entre si y no, quito mi cinturón y bajo del
coche, con el cuerpo tembloroso, con un manojo de
sensaciones en todo mi cuerpo.
Me acerco hasta él y en cuanto me mira, bufa y una sonrisa
llena de ira es formada en su rostro. Niega repetidas veces
y lanza golpes al aire, le veo desde mi lugar, no sé qué
carajos decirle, porque él está actuando de una manera que
yo realmente no esperaba. Suspiro, trago grueso y lo
enfrento.
– ¡Lo siento! ¿Esta bien? –expulso sin más, él se detiene en
seco y me da la espalda. –Lamento el haberme
comportado con una niña, pero intento llevar toda esta
situación de la mejor manera y tú no haces nada más que
tratarme como un trapo viejo o algo insignificante, como si
yo te hice algo malo, solo intento que todo esto...
Y se acerca, tan, pero tan cerca que su pecho que es un
vaivén en este momento, está muy cerca de mí. Roy es alto,
tanto que su cabeza queda encima de la mía. Subo mi
mirada un poco y él tiene la suya al frente, lo veo morder
con fuerza su labio inferior, aquel se torna rojo, al bajar su
mirada un palpito en mi pecho muy rápido aparece.
–Solo no seas como ella, no lo seas… –frunzo el ceño.
–Pero... ¿Quién es ella? –niega nuevamente, cierra sus
ojos, toma una bocanada de aire.
–Solo intentemos llevar las cosas en paz y ya no más,
¿Está bien? –asiento y un beso en mi frente de su parte, me
deja perpleja. –Entra al coche, te llevare a casa.
_
Después de aquel extraño momento con Roy, me dejo aquí
en casa, él ni siquiera se despidió, simplemente espero que
bajara del coche y se fue de inmediato. Al entrar a casa
todo estaba oscuro, no es muy tarde, pero de seguro todos
están en sus habitaciones, yo de inmediato tome camino a
la mía.
En cuanto entre me despoje de mi ropa, me coloque algo
cómodo para dormir y quite el maquillaje de mi rostro.
Recogí mi cabello en una cebolla alta y al apagar la luz me
dejo caer de espalda sobre el colchón. Cierro mis ojos con
fuerza y dejo salir un bufido de mis adentros.
– ¿Quién es ella? –comento a la nada. – ¿De que hablaba?
–me muevo a un lado, observo el anillo en mi dedo anular.
– ¿Y por qué estaba tan afligido al momento de decirlo?
Capitulo 7 - ¿Qué malo podría pasar?
No sé cuánto he golpeado el volante del coche, no sé cuánto
he maldecido en mi cabeza, no sé cuánto he acelerado o
frenado para evitar un accidente.
En cuanto estacione nuevamente en el bar, me evito el
protocolo de saludar y de inmediato llego hasta donde aún se
encuentran los chicos. Me acerco a William y le arrebato el
trago de whisky que llevaba en su mano.
– ¡Oye! Bájale dos, Roy ¿Qué ocurre? –le doy aquella mirada
que solo él sabe descifrar. –Vale, vamos hasta aquella mesa.
Eso hacemos, nos alejamos de todos, los cuales solo bailan y
disfrutan de la noche. Al tomar asiento, William pide una
botella de tequila y tan pronto llega me doy un sorbo de este,
mi pierna sube y baja por el enojo, por una ira que ni siquiera
yo sé por qué me está consumiendo.
Me vuelvo a dar otro trago y tengo tantas ganas de gritar,
pero lo reprimo.
–Roy, habla… –escucho a William, subo mi mirada y asiento.
–Me da tanto coraje, la rabia me está consumiendo, ¡Maldita
sea! –le doy un golpe a la mesa. –Tu pudiste verlo, ¿no? ¿Lo
notaste? –el moreno asiente y se da un trago de tequila.
–Es idéntica, pero no en lo físico –hace una pausa. –Es, en
cómo es la chica, si te digo algo que ocurrió en nuestra
ausencia no me lo creerás... –frunzo el ceño y con un
movimiento de cabeza le pido que hable. –Ella se enfrentó a
Noora, la pelirroja no se quedó callada y le dijo a Noora en
pocas palabras que se midiera sus intenciones contigo –le
miro perplejo. –Diablos, Roy ¿Acaso estas pagando una
promesa?
Me encojo de hombros y sin decir nada más me tomo de dos
a tres shot’s de tequila sin parar. Aquel liquido quema mi
garganta, pero no me está quemando como el fuego que
llevo dentro de mí. Esto era a lo que más le temía a todo el
tema de Isabella, que ella se asemejara tanto a...
–Tuvimos un momento algo fuerte entre ambos –comento. –
No imaginas como disfrute el tenerla cerca, pero a la vez no
la quiero a mi lado... –suspiro, bajo la mirada. –No quiero
tratarla de la peor manera, no se lo merece –confieso. –Solo
tú, tu William, solo tú sabes lo del contrato, solo espero que
mantengas ese secreto contigo –sonríe y asiente, apoya su
mano en mi hombro.
–Roy, tampoco seas tan cruel, ella no tiene la culpa de nada
–se encoge de hombros. –Solo eres tu quien está viviendo
con ello, Isabella no tiene por qué pagar tus putas
consecuencias, no es ella quien debe soportar eso, solo
intenta pensar bien las cosas, ser más amable con ella –
mantengo mi mirada fija con William, termino por asentir.
Entre el bullicio de la música y las voces de todas las
personas, me tomo toda una botella de tequila con mi mejor
amigo. Aquel quien me entiende, me escucha y me
comprende, solo él sabe mi pasado, bueno solo mi familia y
él, pero solo William sabe que yo no le enterrado del todo y
ahora realmente será difícil enterrarlo con Isabella tan cerca
de mí, día a día.
Isabella Massón.
Esta mañana me desperté con las peores de las noticias, en
cuanto abrí mis ojos mi móvil no dejaba de sonar. Un
montón de mensajes provenientes de Chanel me
despertaron, en ellos había varios mensajes con links,
espabilé un poco en cuanto los vi, y en cuanto los abrí no
podía creer lo que veía en ese momento. Mi foto y la de Roy
en el club nocturno, primero donde salimos sentados,
ambos con la mirada fija y luego cuando yo salí por la
puerta equivocada y él fue por mí.
Me di una ducha rápida y en cuanto le pedí a Rudy que se
encargara de las medicinas de mamá, en cuanto salí de
casa, Chanel ya me esperaba, en un Audi R8 color rojo.
Estamos frente a la tienda de vestidos de novia, no quiero
si quiera poner un pie fuera del coche, en todo el camino no
dijimos nada, y la verdad es, que no sé qué es lo que siento
en este preciso momento ¿Rabia? ¿Miedo? ¿Terror?
¿Angustia? No lo sé simplemente nunca había estado en el
ojo del huracán, nunca había estado en las noticias o
plasmada en un revista de chismes.
–Podemos pedir uno por internet, Isabella –volteo a ver a
Chanel y con una sonrisa de boca cerrada, niego.
–Vamos, no estaré toda la vida encerrada por el que dirán –
me da una sonrisa amplia y asiente.
En cuanto bajamos del coche entramos a la boutique de
vestidos, los murmullos no esperan, tanto de trabajadores
como de los clientes, yo simplemente camino junto a
Chanel y se detiene frente a la chica del mostrador.
–Vengo de parte de los Lehner, buscamos un vestido de
novia, necesito una sala privada, ¿Por favor? –la chica tiene
su mirada en mí, Chanel chasquea sus dedos frente a ella y
la chica espabila.
–Claro que si, señorita Chanel.
La chica sale del mostrador y nos lleva por un pasillo, todas
me miran, todas hablan, esto es realmente muy incómodo.
Entramos a una sala privada extremadamente grande, un
sofá largo de color crema y una mesita delante de ella con
una hielera y champagne.
– ¡Oh por Dios! –Chanel ríe y le pide a la chica una variedad
de vestido y que nos atienda la mujer con más experiencia
del lugar. –Creí que solo era una prueba de vestido, escoger
el indicado y ya no más –comento y niega, se deja caer
sobre el sofá.
–Cuando eres parte de los Lehner créeme que, aunque tú
no lo quieras te ofrecerán los lujos habidos y por haber, así
que disfrutémoslo, Roy preparo todo –una punzada en mi
pecho.
– ¿Qué? ¿Cómo? –me siento a su lado y espero que no nos
traigan unos vestidos ordinarios, quisiera uno simple.
–Él está en su prueba de traje, le comenté muy temprano
que saldría contigo a lo del vestido y de inmediato hizo sus
llamadas y acá estamos… –se encoge de hombros y
sacando su móvil comienza a tomarse fotos, aquello me
hace reír un poco, Chanel es tan elocuente –Debo darles
primicias a mis seguidores, te pediría una foto, pero ya Roy
está bastante cabreado por lo de esta mañana.
Aquello me saca un poco de balance, creí que Roy había
solucionado aquello de la foto. Creí que en aquel momento
que se marchó junto a uno de sus amigos, había evitado
que las fotos salieran a la luz. Con eso de que su familia
tiene tanto poder, veo que después de todo no es del todo
cierto cuando de farándula se trata.
Los minutos se van pasando y cada segundo entran chicas
que dejan vestidos en la sala donde en este momento nos
encontramos. Chanel disfruta del champagne, mientras que
yo simplemente me pierdo en aquel montón de vestidos
que son traídos. Diferentes colores, diferentes modelos,
diferentes en cada detalle, siento un pequeño dolor de
cabeza y quiero salir corriendo de este lugar de inmediato.
Una mujer de unos aproximadamente cuarenta y cinco
años, entra por el hermoso arco, y sonriente se nos acerca.
Con un asentimiento nos saluda a ambas.
– ¿Y bien? ¿Quién es la novia? –me levanto y me sonríe. –
¿Tienes algo en mente? ¿Que deseas llevar en tu gran día?
–ya que quiero salir rápido de esto, se lo pondré fácil.
–Quiero algo largo y sencillo, no me quejaría si tiene algún
bordado, por favor, no quiero un vestido que pese diez kilos,
quiero algo ligero, es algo intimo así que… –callo y volteo a
ver a Chanel quien me mira asombrada y alza su dedo
pulgar.
–Por favor, ¿Rita? –Chanel la señala y si, efectivamente ese
es el nombre de la señora que nos ayudara, lo lleva bordado
en su camisa de trabajo, Rita asiente y sonríe. –
Incrustaciones, no muchas, pero que si se vean muy
bonitas en el vestido, aunque es un vestido sencillo lo que
ella desea, debe ser algo digno de mirar, de observar el día
de su boda, así que, todo lo dejamos en tus manos.
La mujer, quien no hace más que destilar experiencia en
todo esto se pone en marcha. Me pide que tome asiento,
que ella se encargara de escoger los vestidos necesarios y
retirar los demás. Junto a Chanel en el largo sofá no puedo
evitar tomar una copa de Champagne, realmente debo
relajarme, en cuanto lo tenga ya todo estará viento en popa,
ya no habrá vuelta atrás, simplemente todo estará listo para
el fin de semana.
Debo confesar que no soy muy buena para las bebidas
alcohólicas. Lo mío es tomar vinos o champagne como lo
hago ahora, es imposible para mi ingerir algún whisky o
licor fuerte, mis mejillas se llegan a tornar de un color rojizo
y un ataque de risa nunca se esfuma en ese momento. Me
ocurrió en uno de mis viajes, pedí una botella a mi
habitación y la borrachera que me pegué sola en mi
habitación fue realmente una locura.
Algunos fragmentos me quedaron de aquella vez, como el
hecho de seducir a uno de los chicos que trabajaban en
aquel hotel, pedí algo de comer y cuando fue enviado no
pude evitar coquetearle al rubio que en aquel momento me
atendió, aun me avergüenza aquella escenita.
– ¡Joder! –el grito de Chanel me hace espabilar y me saca
de mis pensamientos. –Debe ser hoy... –voltea a mirarme y
yo confundida la observo. –Hoy será tu despedida de
soltera –abro mis ojos en su totalidad y niego.
– ¿Qué? ¿Estás loca? –Chanel niega y ríe.
–En cuanto salgamos de aquí, iremos a mi departamento,
tendremos una maravillosa tarde de amigas y luego en la
noche una salida de solo nosotras dos, créeme debo
aprovechar ese Audi que esta estacionado fuera… –estoy
por protestar, pero la voz de Rita lo evita, sonriente me
llama hasta donde se encuentra.
Yo le doy una mirada a Chanel quien no hace nada más que
estar entusiasmada por todo esto. Me levanto y esto no se
quedará de esta manera, acaso los Lehner y su alrededor
¿Son de esta manera? Ni siquiera te permiten hablar,
simplemente dicen y ya no más, no tienes derecho a
declinar.
Delante de la señora Rita, esta me encamina hasta un
probador, aquel que es realmente espacioso, no como los
de cualquier tienda, a decir verdad, esta boutique es de
gente claramente, rica.
Veo aproximadamente cinco vestidos de la manera en que
yo lo pedí, tomo uno y me lo pruebo. Al salir se lo muestro a
Chanel quien de inmediato le da un pulgar abajo, la parte de
los senos me los apretuja, no tengo unos limones para ser
sincera, soy de busto un poco grande, tampoco unos
melones, pero no soy para nada plana, el vestido realmente
es hermoso, pero no va acorde conmigo.
Vuelvo y tomo otro más, al salir Chanel frunce el ceño y
termina negando, para ser sincera a mí no me gustó
mucho, tenía mucho bordado, los cortes eran preciosos,
pero tampoco quiero parecer el mantel de la mesa de mi
abuela. Regreso y me coloco el tercero, le doy un gritico a
Rita para que me ayude con el cierre y ella de inmediato me
ayuda, termino de acomodarlo. Suelto mi cabello y al verme
frente al espejo, no puedo creer la belleza que llevo en este
momento.
Es tal cual lo deseaba, largo, de mangas cortas y cubierto
hasta mi cuello, pero toda la parte delantera va con un fino
bordado y unas hermosas y sencillas incrustaciones, tiene
una capa de tela blanca transparente en la parte de la falda,
que cubre un poco el bordado.
Salgo del probador y camino hasta el centro de la sala,
Chanel perdida en su móvil como siempre, pero al escuchar
mi carraspeo sube su mirada, se levanta de su puesto y
asombrada camina hasta mí, da saltitos y aplaude.
– ¡Dios mío! ¡Lo encontramos, Isabella! –sonrió porque ella
coincidió conmigo, le abrazo de la emoción y Chanel ríe. –
Joder, me dieron ganas de casarme… –aquello me hace reír
y al alejarme de ella puedo ver la fascinación en sus ojos, la
misma que se me formo a mí en cuanto me vi al espejo.
Pero de pronto ocurre, en solo una fracción de segundos
todo se arremolina en mi mente, estómago, y sentidos. Una
extraña sensación aparece y la sonrisa se me desvanece,
siento mi corazón en picada, siento mis ojos arder y Chanel
lo ha notado. Voltea a ver a Rita y le agradece, le pide que
prepare todo para comprar este vestido y que nos deje un
momento solas.
Escucho la afirmación de Rita y luego la puerta por donde
sale, Chanel no tarda en tomar mis manos y enfoca su
mirada en mí.
–Lo siento… –balbuceo y las lágrimas no tardan en
aparecer. –Es solo que estoy feliz por este maravilloso
vestido, me veo linda, pero, no es para alguien que me ama,
es solo para un contrato, ¿No crees que es algo tan
desdichado? –Chanel niega y me rodea con sus brazos,
dándome un fuerte y cálido abrazo me dejo llevar por los
sentimientos y me permito llorar.
Todo esto me pone muy mal, soy como toda mujer que
sueña con una boda de cuentos, aquella la cual recordaras
cada año en un aniversario y la cual en medio de una cena
o en una cama cubiertos por las sabanas, lo recordaras con
tu pareja. Ver quizás las fotos de aquel gran día y luego al
pasar de los años mostrárselas a tus hijos.
Yo también sueño con eso, sé que puedo lograr hacerlo,
pero tener una boda por medio de un contrato para
después de un año olvidarlo, no es muy satisfactorio que
digamos, ya que siempre sueñas con una sola boda, solo
una y con el hombre de tu vida.
Los susurros de Chanel me tranquilizan un poco, vuelvo al
vestidor y quito tan bonito vestido, coloco mi ropa de hace
un momento y salgo nuevamente a la sala, donde Chanel
habla con Rita.
–Lo enviaran a esta dirección... –Chanel le entrega una
tarjeta pequeña. –Más tardar lo quiero para el viernes,
¿Esta bien? –Rita sonríe y asiente.
– ¿Quién se encargará de los gastos?
–Román Lehner... –abro mis ojos sorprendida, y niego.
– ¿Qué? ¿De qué hablas, Chanel? –la morena me observa y
sonríe.
–Él quiere darte eso de obsequio, así que me pidió
encarecidamente que tu no pagaras nada por el vestido –
Chanel se encoge de hombros y termina de hablar con Rita
y la mujer se retira.
Yo quedo por mi lado muy sorprendida y sin decir nada,
¿Qué podría decir? Las cosas se están dando de este modo
y debo aceptarlo.
_
Todo el trayecto al departamento de Chanel, fue en otro
silencio más. Después de unos veinte minutos nos
detenemos frente a un edificio muy alto y donde sabes que
pagar uno de estos departamentos, te costaría toda una
vida. Noto que Chanel quita su cinturón y yo le imito, al salir
del coche, un señor no tan mayor le saluda, está junto a las
puertas de la entrada y la abre por nosotras.
Caminamos hasta el ascensor y realmente toda mi vista es
acaparada por cada rincón del lugar. Si por fuera es
extremadamente llamativo, la parte de adentro es
impresionante. Esperamos que las puertas del ascensor se
abran y al abrirse algunas personas salen, Chanel y yo
subimos y la veo presionar el piso número seis.
–Creo que, si vendo mi casa, aun no podría pagarme un
lugar como este… –la morena ríe y niega.
–No es tan costoso de esa manera, pero si quieres vivir en
un edificio como este realmente se debe trabajar
arduamente –asiento y de pronto ya estamos en el piso
número seis, caminamos al lado derecho y nos detenemos
delante de una puerta blanca, Chanel sin más abre y nos
adentramos.
– ¡Oh mierda! –intentaba no ser tan obvia, pero me fue
imposible.
–Bienvenida a mi humilde hogar –aquello me hace sonreír,
si esto es humilde, entonces ¿Qué diablos es mi casa?
Un gran candelabro plateado está en la sala de estar, los
enormes ventanales y una puerta corrediza que da a un
balcón, una alfombra blanca bajo el juego de sofá y sillón
color rosa claro, las paredes con cuadros abstractos y una
pequeña, pero acogedora chimenea. Ya realmente no sé
qué más me espera.
–Disculpa lo imprudente Chanel –voltea y sonríe. –Esto no
es para nada humilde –suelta una risotada y asiente.
–Tienes razón, pero intento verlo de esa manera, sé que es
un departamento de lujo, pero créeme, mi corazón es
completamente humilde y bondadoso –asiento y con un
movimiento de cabeza me pide que la siga y eso hago. –
Gracias a mi trabajo como modelo, fui reuniendo y
reuniendo, no tenía nada más que gastar en mi padre y en
el hogar que ambos compartíamos, después decidí
independizarme y ya que tenía suficiente dinero, quise
alquilar algo que realmente me encantara.
Nos detenemos frente a una cortina de piedras brillantes y
plumas, aquello me sorprende un poco y entramos.
–Sé que es algo realmente elegante y extravagante, pero
mientras te permitas lo que desees y con tu dinero, todo
estará bien… –no salgo del asombro, es un armario
realmente grande, ropa, calzado, accesorios y carteras. –
Fede siempre ha querido darme todo, pero simplemente mi
padre me crio para ser una mujer independiente, me gusta
costearme mis cosas, aunque Federico siempre tiene
detalles para mí, lo que me importa es su compañía –
aquello me hace esbozar una sonrisa.
–Lamento el drama de hace un momento en la boutique...
–Chanel voltea y posa sus manos en las caderas.
– ¿Drama? Por Dios Isabella, soy mujer y sé que esto no es
lo que esperabas en tu vida, casarte para ayudar a tu madre
–se acerca. –Realmente te lo vuelvo a decir, te admiro, has
soportado mucho… –asiento y de pronto un foco se me
prende.
–Chanel... ¿Puedo preguntarte algo? –asiente y dándome la
espalda camina hasta el montón de vestidos que tiene. –
Roy... ¿Ha salido con alguna chica en el pasado? Algo así
como… ¿Más sentimental? –noto como la morena se tensa,
carraspea y con un vestido en sus manos voltea.
– ¿Te gusta este? –un vestido rojo con un escote
pronunciado, niego, está intentando desviar el tema. – ¿Y
este?
–Chanel... –le miro fijo, esta suspira. –No quiero saber
nada de Roy, después de este año ambos tomaremos
diferentes caminos, es solo que ayer… –esbozo una
sonrisa, niego y encaro a mi compañera. –Nada, es mejor
que lo olvides, lo mejor es que no indague en el pasado de
Roy, de nada me ayudara –ella se acerca hasta mí y toma
mis hombros.
–Isa, sé que en algún momento Roy será realmente sincero
contigo, yo se tanto o más que cualquier revista de chisme
acerca de la vida de los Lehner, pero créeme no me
corresponde hablar sobre sus vidas –asiento y sonrió, ella
tiene razón, quien debe contarme todo es Roy, no ella. –Así
que, olvidemos un poco todo lo malo y elijamos un
vestuario para esta noche, tendremos una maravillosa
salida.
La veo entusiasmarse mucho, yo aún vacilante por la salida
niego, ella me fulmina con la mirada y termino por aceptar.
Antes de comenzar a buscar algún vestido, me dispongo a
llamar a casa, le explico a Rudy sobre la salida y ella
felizmente acepto estar al pendiente de mamá, ella siempre
me da un tiempo libre para mis cosas, pero nunca tenía con
quien salir.
Con todo listo en casa, me quedo un poco más tranquila,
comienzo a ver todo en la habitación, hay tantos vestidos,
tantas prendas de ropa que es imposible decidirte por una.
Escucho un carraspeo a mi lado y veo a Chanel sonreír con
cierta picardía, sube y baja sus cejas y con sus manos
detrás me da a entender que ella ha elegido algo para mí.
De pronto sus manos pasan adelante y con mis ojos a
punto de salir disparados, niego una y otra vez...
–Oh no, yo no me pondré eso, Chanel... –sonríe y asiente.
–Oh sí, claro que si cariño.
Un vestido totalmente brillante esta delante de mí, la parte
del busto es holgado, que es obvio debe ir sin brasier, unos
tirantes finos, unas cortas aberturas en ambos lados de las
piernas, si me imagino dentro de este, de seguro me
quedara un poco más arriba de mis rodillas.
–No crees que es muy… ¿Escotado? –Chanel niega y lo
extiende delante de mí.
–Tienes un cuerpo hermoso Isabella, debes mostrarlo, que
hacen los hombres con ver y no comer, dejadlos que te
toquen solo con la mirada cariño –vuelve a subir y bajar sus
cejas yo no puedo evitar reír.
–Ok, está bien, solo porque es mi despida de soltera y en
algo debo divertirme…
La morena comienza a saltar de la emoción y continúa en
lo suyo, unas sandalias plateadas y los accesorios que
hacen juego con todo el vestuario.

Las horas se pasaron, tuvimos un almuerzo fantástico y la
tarde se nos pasó entre habladurías. Luego en cuanto el sol
comenzó a ocultarse ambas nos pusimos en marcha, estoy
en una de las habitaciones para visitas, tome una ducha y
luego me coloque lo que Chanel me ha prestado, delante de
un espejo de cuerpo completo no dejo de mirarme, mis
piernas algo desnudas, mis brazos y parte de mi pecho con
destellos brillantes por una loción que Chanel me aplico,
carraspeo y niego.
–Dios, esto es demasiado revelador... –suspiro y llevo mis
manos hasta mis mejillas. –Pero por una vez que lo haga
no ira nada mal, ¿No? –Sonrió y continúo con lo mío.
Chanel entro en la habitación con un hermoso y corto
vestido, el de ella es color crema, espalda descubierta,
hasta sus rodillas, holgado y va sujetado en la nuca. Unas
sandalias altas y su cabello platinado que cae en hondas,
un maquillaje muy perfecto y hermoso.
–Lo bueno de ser modelo, es que aprendes a maquillarte, te
aprendes todos los trucos para tener un maquillaje
profesional, mira nada más, quedaras hermosa en cuanto
te maquillaje…
Sonrió y asiento, en los siguientes minutos Chanel se
entretuvo maquillándome, aunque yo lo sé hacer, no puedo
negar que la morena sabe sus trucos. Al terminar no puedo
creer lo que veo, el color de mis ojos fue pronunciado por
un sombreado oscuro y plateado, mis pestañas resaltan
aún más, mis labios de un color rosa y mis mejillas un poco
ruborizadas, mis cejas quedaron perfectas, las pecas de
mis hombros también resaltan, mi cabello suelto, joder,
esto es muy hermoso.
–No soy yo... –Chanel ríe y se coloca a mi lado.
–Eres preciosa, Isabella, no hay hombre que se resistirá a
tus encantos –aquello me hace reír y niego.
–Solo Roy –me encojo de hombros, le miro fijo. –Pero al
demonio, me veo guapa, y me gusta –ambas reímos.
Después de terminar de arreglarnos salimos del edificio, el
Audi rojo nos espera aparcado y el señor que cuida el
recinto no evita piropearnos. Chanel le agradece con una
sonrisa yo simplemente lo ignoro, entramos al coche y
Chanel se pone en marcha.
En un largo recorrido por la ciudad, la morena aparca
delante de un casino, muy conocido a decir verdad, es el
único de la ciudad y es muy frecuentado, por eso hasta los
días de semanas está abierto.
– ¿Vinimos apostar? –Chanel ríe y niega.
–Algunas compañeras de pasarela están aquí, no te
preocupes, no entraremos en el casino.
Asiento y nos disponemos a bajar del coche, quisiera decir
que hemos pasado desapercibidas, pero sería una jodida
mentira. Las miradas y los murmullos no tardaron en
cuanto entramos al lugar, trabajadores y clientes, Chanel es
tan natural para este tipo de cosas, yo sinceramente no, la
incomodidad me abraza y camino apresurada.
Al subir unas escaleras, estamos en el segundo piso, es
como especie de bar, música tranquila, pero con muchas
personas. Unos chillidos se escuchan y enfocando mi
mirada veo a un grupo de chicas en un enorme sofá
circular, todas saludan a Chanel yo me quedo como estatua
observando lo jodidamente altas que son y lo hermosas
que van.
– ¡Hola! –una rubia se acerca hasta mí y extiende su mano.
–Stefanya Lavrov… por el acento y su nombre lo puedo
adivinar, es rusa.
–Hola, Isabella Massón... –me sonríe y asiente.
–Eres la protagonista de la noche –aquello me hace fruncir
el ceño. –Bienvenida a tu despedida de soltera.
Todas aplauden y un montón de confeti me es lanzado, un
cintillo con las palabras, –soy la novia–, es dejado sobre mi
cabeza, un montón de cosas decoran el lugar y todas me
felicitan, busco con la mirada a Chanel, quien al verme
sonríe ampliamente y acercándose hasta mí me da un
abrazo.
–Por esta noche debes ser feliz y disfrutar, ¿Que malo
podría pasar?
Todas ríen y yo no hago nada más que hacer lo mismo,
Chanel tiene razón, es mi noche y debo pasármela muy
bien.
Capitulo 8 - Aléjate de ella.
En cuanto terminé con todo lo de mi traje, no hice nada más
que tomar camino a casa. Siento como mi cabeza esta por
partirse en dos y no tengo ánimos de estar de un lado a otro.
Al llegar tome camino a mi habitación, me di una larga ducha,
fume un cigarrillo y con mi toalla alrededor de mi cintura me
deje caer sobre la cama, me recosté y sin más el sueño se
apodero de mí.
Mismo que se esfumo en cuanto el móvil comenzó a sonar y
ya todo estaba oscuro. Realmente dormí casi todo el día,
pesaroso lo tomo y creyendo que es una llamada hago como
si contesto, pero no es hasta que me doy cuenta que es el
sonido de mensajes y espabilando un poco me siento sobre
la cama.
Froto mis ojos y en un bostezo dejo ir toda la flojera que me
invadió el cuerpo, carraspeo y me dispongo a ver los
mensajes, pero este va acompañado de unas fotos. Me doy
cuenta que es Chanel quien las envió, solo espero que no sea
ella en mi Audi hecho un maldito desastre.
Al abrir el mensaje espero que se carguen, me encamino
hasta el armario y tomando unos pantalones de dormir los
coloco y luego escucho dos toques a la puerta. Veo el móvil y
luego la puerta, ¿qué debo hacer primero?, la curiosidad me
mata y prefiero mirar primero las fotos.
Mis ojos están a solo un segundo de salirse disparados, y
siento como mi miembro sufre una erección al momento de
ver las fotos. Caigo sobre mi cama con la boca totalmente
abierta, en las fotos sale Chanel e Isabella, la morena es
obvio que va de lo mejor vestida, ella sabe cómo hacerlo,
pero Isabella, joder, me ha causado una jodida erección en
cuanto la veo en aquel vestido brillante y con un maldito
escote que te hace perder la imaginación.
De pronto las puertas de mi habitación se abren y cubro mi
bulto con una de mis almohadas, veo entrar apresurado a
Federico. Mi hermano va muy bien vestido, le doy una mirada
y coloca su móvil frente a mis ojos, nuevamente la foto es
vista por mí, y siento un maldito dolor de la mierda en mi
entrepierna.
–Debemos unirnos a ellas, están en la despedida de soltera
de Isabella, ¿Te animas? –bufo y con una sonrisa de lado
niego.
– ¡Por supuesto! ¿Quién se cree Isabella para ir vestida de
esa manera, cuando va a casarse conmigo? –Federico suelta
una risotada y niega.
–No eres normal Roy, ¿lo sabias? –me encojo de hombros...
–Te espero en el coche, no tardes.
Asiento y mi hermano sale de mi habitación, yo con cuidado
quito la almohada que cubre mi entrepierna y veo que ha
disminuido un poco el bulto que se había formado.
Rápidamente busco uno de mis trajes y una camisa blanca
sencilla, realmente voy con la intención de sacar a Isabella
del casino, porque sé a simple vista que se encuentran en
ese lugar, aunque ese es el lugar que menos quería pisar
después de volver de Alemania.
Al terminar de arreglarme de inmediato tome camino a donde
me espera mi hermano. En uno de sus coches deportivos
tomamos camino al casino, realmente siento mis orejas
arder, no sale de mi mente esa foto de Isabella, si esa foto
ocasiono una erección no sé qué jodida puede ocurrir en
cuanto mis ojos la contemplen.
_
Al detenernos frente al casino salimos y tomamos camino
dentro. Las miradas no esperan, los murmullos y las
personas señalándome, pero simplemente esbozando una
sonrisa de lado continuo mi camino a la segunda planta del
lugar. Escuchamos un bullicio a medida que vamos subiendo,
no sé cuánto tiempo tienen las chicas en este lugar, pero solo
espero que Chanel este cuidando de Isabella.
Y como lo imagine es lo menos que Chanel estuvo haciendo,
ambas están sobre una mesa y bailando una canción muy
sensual, a decir verdad. Chanel suelta risotadas e Isabella
tiene sus mejillas tan coloradas que parece un tomate, veo a
Fede reír en cuanto las ve y camina hasta ellas yo
simplemente la observo desde lejos.
Sus manos juegan con su cabello pelirrojo mientras Dark
Horse de Katy Perry se escucha por todo el lugar, los silbidos
no tardan, las miradas de los hombres mucho menos, todas
las chicas bailan y le animan a Isabella a seguir bailando.
Dándome la espalda comienza a menear su trasero
lentamente hasta abajo, yo trago con dificultad al ver eso y
siento como el aire me está faltando, muerdo mi labio inferior
y paso repetidas veces la mano por el cabello.
Al darme el frente sonríe con cierta picardía, sus manos
recorren aquel escote, el brillante sudor baja por aquella fina
línea entre sus senos y ya no le permitiré darle algo que mirar
a todos los morbosos que están en este lugar.
Tomando camino apresurado, una mano toma mi antebrazo
y al voltear veo a Chanel quien me fulmina con la mirada.
– ¿Dónde crees que vas? –bufo e intento soltarme, pero la
morena me apretuja muy fuerte que es imposible forcejear
con ella, condenada tiene una fuerza de diez hombres y no
comprendo como lo hace.
–Si sabes que esto es tu culpa... –Chanel suelta una risotada
y se señala a sí misma.
– ¿Disculpa? ¿Mi culpa? A ver, ¿Por qué? –me enfrenta y veo
a mi hermano sonreír con orgullo.
–Si ves cómo va vestida, joder, Chanel fuiste tú quien le dio
uno de tus diez mil vestidos y es tan obvio que son de tu
colección, respeto mucho como te viste y créeme eres una
puta ama en eso, pero Isabella no tiene por qué hacerlo,
porque ella…
– ¿Por qué ella será tu esposa? –escupe y yo asiento, aprieto
mis manos, quiero bajar a Isabella de aquella mesa y llevarla
de inmediato a casa. –Roy, será tu esposa, mas no tu esclava
y mucho menos una puta monja, solo mírala... –toma mi
mentón y me hace voltear, la observo bailar y sonreír feliz. –
Deberías sentirte feliz de que por lo menos por un puto año
tendrás a una jodida y perfecta mujer a tu lado, ella no sabía
lo que era divertirse de esta manera –trago grueso. –Es un
monumento y eso cuñadito, no lo puedes negar –enarco una
ceja, le vuelvo a mirar. –Solo para el futuro, no seas el típico
hombre que no deja que su chica se vista hermosa, porque
cree que es incorrecto, créeme, ella se vestirá muy bien y solo
para darte la talla, que no se te olvide…
Chanel pasa a mi lado y mi hermano posa su mano en mi
hombro, lo veo y él sonríe asintiendo, ¿Cómo puede soportar
ver a Chanel vestida de esa manera y que los hombres la
miren toda? Yo no podría, me niego a que Isabella se vista de
esa manera y que un montón de buitres estén a su alrededor.
Como en este momento, un pelinegro se acerca hasta ella e
intenta tomar su mano, la furia está comenzando apoderarse
de todo mi cuerpo, la veo negarse, veo como se niega y el
tipo insiste, no soporto. Realmente no lo soporto, me acerco
apresuradamente hasta ellos y tomándolo del hombro hago
que se voltee y me mire.
–Aléjate de ella… –digo con paciencia y el pelinegro esboza
una sonrisa y forcejeando suelta mí agarre.
–Búscate tu zorra, esta es mía.
–Oh mierda, se prendió esto... –escucho la voz de Federico
detrás de mí y sí, claro que esto se prendió y de la peor
manera.
Nuevamente lo volteo con más fuerza y cuando esta por
darme un golpe de inmediato lo esquivo y soy yo quien le da
con fuerza en la mejilla y este cae de culo en el suelo.
– ¡Te dije que te alejes de ella! –me siento sobre él y lo tomo
de su camisa. – ¡Es mía, ella es mía! Que no se te salga de la
puta cabeza, pedazo de mierda... –le dejo otros dos golpes y
lo suelto.
Me levanto y enfrentando a todas las chicas, Chanel me mira
asombrada, Isabella me mira y puedo saber que está
realmente fuera de este mundo.
–Roy... –susurra y yo de inmediato la tomo en mis brazos. –
Pero… ¿Qué?...
–Iremos a casa –le digo con un tono de voz amable, le ayudo
a bajar de la mesa. –Estas muy tomada –entrecierra sus
ojos.
–Lo amable te sienta bien –dice con la voz arrastrada, sonríe.
–Amable, das menos miedo, Roy.
– ¿Si? –pregunto, nos miramos fijo, el azul de sus ojos se ve
más intenso. – ¿Vamos? –le veo dudar, espero que no sea
difícil lidiar con una Isabella pasada de copas.
–Sí, está bien, vamos...
_
Isabella Massón.
Siento mi cabeza a punto de explotar, ni siquiera he abierto
mis ojos cuando ya puedo sentir como todo me da vueltas.
Suelto un quejido desde lo más profundo y con dificultad
abro mis ojos, siento un fuerte dolor en la parte de atrás de
mi cabeza y sé que no es por la resaca.
La luz de la habitación molesta y froto un poco mis ojos, un
poco tambaleante sobre la cama intento acomodarme, un
bostezo y me estiro un poco.
–Buenos días, Bella durmiente... –abro mis ojos asustada y
salto del susto, un pequeño grito es retenido en mis manos
y busco de donde viene la voz, enfoco mi vista al frente y no
puedo creer que este delante de mí. –Hola...
Con una camisa blanca la cual hace sus tatuajes visibles,
una manzana a medio terminar, una sonrisa de lado y
apoyado sobre uno de los muebles de esta habitación, lo
veo fijo. A simple vista reconozco esta habitación, es del
departamento de Chanel, bajo la mirada y sorprendida noto
que no llevo ni una prenda de ropa, intento cubrirme, subo
mi mirada y Roy continúa viéndome.
–¿Qué?... ¿Qué haces aquí? –chistea y forma un puchero.
–Cielos Isabella, eso me entristece, que cruel eres… –
camina hasta mí y se sienta al borde de la cama. – ¿No
recuerdas nuestra noche? –niego repetidas veces, llevo mis
manos hasta la sabana que me cubre y viendo debajo de
las sabanas un frio se apodera de todo mi cuerpo.
–Roy… Yo… –se levanta de la cama y camina hasta la
puerta.
–De toda la noche, lo que más disfrute… –voltea a mirarme
y sonríe de lado. –Fue el cómo tus manos me fueron
quitando cada prenda que llevaba puesta.
Al salir no puedo creer lo que dice, no, no me cabe en la
cabeza que entre él y yo ocurrió algo, yo… No siento nada
en mí en parte intima, se supone que debes sentir dolor
cuando tienes tu primera vez, tampoco es un dolor de los
mil demonios, pero si sentirte algo incomoda, salgo de la
habitación y cierro con llave, desnuda correteo por la
habitación y entro al baño.
En cuanto estoy por tomar una ducha una nota está pegada
en el espejo del baño, me cubro con la toalla y camino
hasta el espejo, quito el papel y leo.
‘No ocurrió nada entre tú y yo, solo merecías un pequeño
susto, deje un vaso de jugo de naranja y unas aspirinas sobre
la mesita de noche que quizás ni siquiera notaste, Roy’
Dejo salir aliviada todo el aire de mis pulmones y una
estúpida sonrisa se forma en mis labios, después de todo
Roy no sería capaz de hacerme algo mientras me encuentre
borracha, pero ¿qué fue lo que ocurrió anoche?
Mi mente solo recuerda o proyecta hasta donde estaba
brindando con las chicas por ¿décima vez? Y ya no
recuerdo más, solo algunos fragmentos, yo bailando y
disfrutando con Chanel y sus compañeras.
¿Cómo es que Roy llego al lugar? ¿Quién le aviso? Sacudo
mi cabeza apartando todo de mi mente y termino por tomar
una ducha.
Al salir del baño encuentro una muda de ropa sobre la
cama, sin esperar me la coloco y enfoco mi mirada en la
mesita de noche. Un vaso de jugo de naranja y unas
aspirinas fueron dejadas por Roy, no espero y las tomo
todo para que el dolor de cabeza no continúe, pero lo que
no entiendo es, ¿Quién me desnudo?
Este montón de preguntas, van acabar con mi paciencia...
Salgo de la habitación y escucho algunas voces, todas las
reconozco. La estruendosa risa de Chanel se escucha por
todo el lugar, seguido por la de Federico. Me dejo llevar por
el sonido y los encuentro a ambos juguetear mientras
cocinan, carraspeo y los dos voltean a verme, ambos
sonríen y Fede me señala una de las banquetas frente a la
encimera.
–Buenos días… –susurro y tomo asiento.
– ¡Good morning! Hermosa cuñada –el grito de Federico
hace que de inmediato lleve las manos a mi cabeza. – ¡Ups!
Lo siento, resaca a la vista… –aquello me hace reír un poco
y asiento.
–Buen día muñeca, ¿Quieres desayunar? –observo a
Chanel quien tiene harina en su mejilla y vuelvo asentir.
–Gracias... –niega y continua en lo suyo. –Eh... ¿No estaba
Roy hace un momento acá en tu departamento? –Federico
le da un sorbo a su café y asiente.
–Tú lo has dicho, estaba, recibió una llamada de papá y se
tuvo que ir de inmediato, te dejo dicho que ira por la noche
a verte a tu casa.
– ¿Por qué o para qué? –ambos se encogen de hombros.
–No tenemos idea Isa… –Chanel coloca el plato delante de
mí, son Hotcakes abarrotados de frutas y miel, la boca se
me hace agua en cuanto lo veo.
De pronto Federico recibe una llamada y nos deja solas por
unos minutos, yo me doy un bocado y esta delicioso.
–Fui un desastre en la despedida, ¿no? –Chanel me
observa y sonríe.
–Lo disfrutaste, Isabella, no parabas de reír y bailar, de
verdad que mueves muy bien tu trasero... –menea el suyo y
yo comienzo a reír.
–Pero Chanel… –me detengo y pienso en cómo preguntarle
lo de yo despertando desnuda. –Roy… ¿Durmió conmigo? –
abre sus ojos en asombro y una risotada brota de su parte.
–Es que, desperté sin una prenda de ropa, osea si no
durmió conmigo, entonces ¿Él me desnudo y se marchó? –
toma un sorbo de su jugo y niega.
–Para nada Isabella, no te preocupes, Roy solo te trajo al
departamento te acostó y luego se marchó –suspiro en
alivio. –Yo estuve cuando te dejo en la habitación, vino muy
temprano a ver si habías despertado, pero como tardaste
simplemente te dejo el recado y nuevamente, se marchó –
asiento levemente.
–Entiendo.
–Y de seguro fuiste tú, que en cualquier momento de la
noche te quitaste la ropa –se encoge de hombros. –
Descuida, él solo espero que despertaras.
–Está bien.
Me doy un bocado de mi desayuno y mi mente es un
manojo de cosas dándome vueltas de aquí para allá, de
seguro yo en medio de la noche –como dijo Chanel– quite
mi ropa, pero dios mío solo espero no haber dicho nada
estúpido, ¿con qué cara veré a Roy cuando vaya por la
noche a casa?, además, ¿Para qué quiere verme?
_
Después de un agradable y chistoso desayuno junto a
Chanel y Federico me dejaron en casa. Yo de inmediato
tome camino a la habitación de mamá y le conté todo lo del
día de ayer, obviando mi borrachera y mi momento de
lágrimas en la búsqueda del vestido de novia, lo menos que
quiero es preocuparla y lo que más quiero es que ella sepa
que estoy sintiéndome un poco más conforme con la
situación.
Tampoco mamá paso desapercibido mi olor a licor en
cuanto le hablé, solo le dije que fui por unos tragos con
Chanel y luego terminamos viendo alguna serie en su casa.
Pero en este momento lo que yo tengo ahorita, es una serie
de pensamientos en mi cabeza, eso es otra de las cosas
que me perjudica cuando tomo licor, mi mente se vuelve un
remolino. Luego de hablar un buen rato con mamá tome
camino a mi habitación.
Con mi móvil descargado, de inmediato lo conecto a su
cargador, me dejo caer sobre mi cama y tomo mi portátil y
la llevo hasta mis piernas. La enciendo y después de iniciar
la sesión comienzo a navegar por internet, debería
comenzar a buscar en que dedicar mi tiempo, no solo me
mantendré sumergida en mi dichoso matrimonio. Debo
buscar algo que abarque mi tiempo y no hacer de mis días
desdichado en cuanto comience a vivir en la mansión
Lehner.
Cuando abro mis redes sociales no puedo creer lo que mis
ojos ven en este momento. El montón de solicitudes que
me han enviado no son para nada normales, un montón de
mensajes también y esto no me lo creo. Me siento sobre mi
cama y comienzo a indagar por que el motivo de las
solicitudes y todo apunta a por que soy la prometida de Roy
Lehner.
Todos los mensajes en su mayoría me expresan la felicidad
que sienten que sea la prometida de Roy Lehner, los demás
son haters que dicen que soy poca cosa para él, pero los
ignoro. Aturdida al ver aquello cierro el portátil y la dejo a un
lado. Sabía que esto podría suceder ya que la familia
Lehner claramente son muy nombrados en el país.
Me recuesto nuevamente y de inmediato aquel
pensamiento aparece como una luz intermitente. Si todas
esas personas dentro y fuera de este país saben de mi
compromiso con Roy es obvio que ya Dalan lo debe saber.
Enciendo mi móvil y ahora si estoy dispuesta a contarle
todo, ya no tengo que darle más larga a todo esto y al tener
mi móvil encendido busco su número en mi agenda. Con la
mano temblorosa y mi pulgar sobre aquel nombre, sin
vacilar más lo presiono.
Totalmente aterrada llevo el móvil hasta mi oreja y escucho
como repica una y otra vez, me lleva a la contestadora y
vuelvo a insistir una y otra vez hasta que termino cansada
de intentar. De seguro en cuanto vea mis llamadas él me
marcara y debo enfrentarlo, a como dé lugar.
_
La mañana y la tarde se me pasaron en espera, ya el sol se
está ocultando y en todo el día no recibí ni una llamada de
Dalan, ni siquiera un mensaje. Escucho que Rudy me llama
para la cena, pero a decir verdad no tengo apetito en lo
absoluto, así que desde la habitación le grito que no
comeré. No insiste y yo me quedo acostada como lo he
hecho en todo el día, descanse, pero al despertar sentía la
esperanza de ver algún mensaje, pero eso no ocurrió.
Al cabo de unos largos minutos escucho dos toques a la
puerta y bufo.
–Rudy, te dije que no tengo hambre… –abre la puerta y
sonríe. –Comeré luego vale. –asiente, pero no se marcha. –
¿Qué ocurre?
–Te buscan, mi niña, Roy Lehner esta fuera –una punzada
en mi pecho y la garganta seca.
–E–Está bien Rudy, dile que salgo en un momento. –
asiente y sale nuevamente de mi habitación.
Yo de inmediato busco algo que ponerme para salir fuera,
llevo una pijama muy reveladora y no pienso salir de este
modo y mucho menos delante de Roy. Me coloco un
vestido de verano estampado y unas sandalias, recojo mi
cabello desastroso en una cola alta y salgo.
Escucho a todos hablar e ignorándolos toma camino fuera,
al abrir la puerta lo veo junto a su coche, está apoyado –
recostado– en este. Con los brazos cruzados y con uno de
sus trajes, que, por cierto, el que ahora lleva es de un color
azul marino, su cabello hecho un desastre y sin corbata, lo
veo entretenido en su móvil y carraspeo para que note que
estoy aquí.
–Un momento, Isabella… –asiento y de brazos cruzados
espero que me atienda, ya que primero es el móvil, claro. –
Ahora sí –sube su mirada y noto las ojeras bajo sus ojos. –
¿Cómo te sientes? –hago un mohín entre bien y mal y él lo
entiende, abre la puerta del copiloto y saca una carpeta, me
la entrega.
– ¿Qué es? –me alienta abrirla, eso hago sin entrar en
discusión, comienzo a leer, alzo la vista entre asombrada y
afligida. –Roy…
–Te dije que buscaría la mejor de las enfermeras para que
cuide a tu madre, solo debes elegir entre ellas cincos –
esbozo una corta sonrisa y vuelvo mi mirada a la carpeta.
–No debiste molestarte, yo…
–Te lo prometí y quiero también que tu madre este en
buenas manos en cuanto tu y yo nos casemos, Isabella.
Me da algo de calma y me siento afligida por dejarla en
otras manos, pero agradezco lo que está haciendo por
mamá. Siento unas enormes ganas de abrazarlo, pero
aquello es reprimido en cuanto al llevar mi mirada a un lado
de Roy, observo a Dalan caminar hasta mí y detenerse en
seco.
– ¿Entonces es cierto? –mi corazón empieza a latir con
locura, mis manos de pronto se tornan frías y sudorosas.
–Dalan yo… –intento caminar hasta él, pero en cuanto doy
un paso él da uno hacia atrás.
–Creí que te había ocurrido algo, Isabella, te llamé un
montón de veces, y luego vi lo de tu matrimonio, creí que
era una mentira, pero... –lo veo esbozar una sonrisa, una
sonrisa llena de muchas cosas, ¿decepción? ¿rabia? –Es
cierto, ¿Y con él? –Dalan señala a Roy con cierta repulsión y
Roy sonríe de lado.
–Sí, soy yo, Roy Lehner un placer… –Roy extiende su mano
y le sonríe, Dalan observa su mano y bufa.
– ¡¿Tan necesitada estas que te casaras con este tipejo?! –
asombra por sus palabras no puedo evitar sentir un nudo
en la garganta – ¿Te casaras con él por dinero? Que bajo
has caído, Isabella…
Y solo pasa un segundo, en un segundo Dalan está en el
suelo, Roy encima de él y proporcionándole un golpe tras
otro. Mis gritos pidiéndole a Roy que se detenga, que deje
de golpearlo, intento ir hasta ellos y aparece papá. Se mete
entre aquellos dos, Roy es apartado con fuerza y Dalan sin
la ayuda de nadie se levanta con dificultad.
Me da una última mirada, fría, llena de rabia y se marcha.
Por mi lado corro dentro de casa y pasando a un lado de
mamá la ignoro, entro a mi habitación y comienzo a
sollozar, me dejo llevar por la rabia, la tristeza y todo se
arremolina en mi mente.
Dos golpes a mi puerta y en medio de gritos pido que me
dejen sola, me doy cuenta que no puse el seguro y en
cuanto estoy por hacerlo, la puerta se abre y Roy entra
rápidamente impidiendo que lo saque de mi habitación. Le
doy la espalda y limpio mis lágrimas, lo menos que quiero
es que él me vea tan vulnerable.
– ¿Qué quieres Roy? ¿Qué quieres? –no escucho respuesta
alguna y volteo a verlo, me mira fijamente con sus grises yo
intento cortar aquella conexión, pero continúo mirándole. –
¡¿Qué quieres!? –le grito, pero él de inmediato tomándome
por sorpresa, me abraza. Forcejeo con él, pero de nuevo
todo vuelve a mí y comienzo a llorar en su pecho.
–Lo siento –dice en un susurro. –Pero él no tiene ningún
derecho de referirse a ti, de ese modo –su mano acaricia
mi espalda. –Tu sabes porque está ocurriendo esto, y solo
tú, debes saber el motivo, ¿ok?
Asiento levemente, me apretuja y no intento zafarme de su
agarre, no puedo negarlo, me siento un poco protegida. Se
siente bien su abrazo, dejo de zafar y comienzo a disfrutar
de esto que desde hace mucho tiempo necesitaba, me
estoy volviendo loca, sentirme bien en los brazos de un
depredador como lo es Roy es imposible, pero me hace
sentir bien, esto se siente muy agradable.
Capitulo 9 - Quieras o no.
Para mi es imposible el poder controlarme cuando alguien
dice o le hace algo a Isabella, puedo ver en su gesto en su
manera de ver las cosas lo frágil que es. Ella intenta ser la
dura, pero le es imposible, realmente le falta mucho por
aprender a ser la cazadora, siempre termina siendo la presa
que todo cazador desea y ella ni siquiera sabe cómo huir
limpiamente.
En cuanto se dirigió dentro de su casa entre lágrimas, me
importo una mierda su familia y de inmediato fui detrás de
ella. Escucho su llanto del otro lado de la puerta, la rabia en
cada grito que hacía, dos toques a la puerta y una vuelta al
pomo y en cuanto la veo, sé que intentaba ponerle el seguro,
con agilidad entro y cierro la puerta detrás de mí.
– ¿Qué quieres Roy? ¿Qué quieres? –la veo de espalda, veo
como limpia sus mejillas, se voltea, sus azules empañados
por las lágrimas, intenta no continuar mirándome, yo no digo
nada solo la observo... – ¡¿Qué quieres?! –no verte sufrir,
Isabella, no quiero verte llorar y sin perder tiempo le abrazo.
Asombrado por mi acción, intenta alejarme de ella, pero sus
leves forcejeos me hacen querer estar apegado a ella y evito
que se aleje de mí.
–Lo siento –susurro. –Pero él no tiene ningún derecho de
referirse a ti, de ese modo –se siente tan bien acariciar su
espalda. –Tu sabes porque está ocurriendo esto, y solo tú,
debes saber el motivo, ¿ok? –asiente levemente, empieza a
ceder.
La apretujo más a mi cuerpo y en el momento que ella por fin
cede, el llanto nuevamente vuelve. Sus manos toman con
fuerza el saco de mi traje y se aferra a él, su rostro se hunde
más en mi pecho, las lágrimas comienzan a traspasar mi
camisa.
No dejo de acunarla a mí, y apretarla más y más, Isabella
comienza de a poco a disminuir su llanto y solo sus hombros
comienzan a temblar. Me siento como en un deja vú en este
preciso momento, el pasado golpea mi mente, el recuerdo de
pronto me rodea, cierro con fuerza mis ojos y la imagino. Su
olor a vainilla su cabello negro azabache entre mis dedos, su
llanto por una dolorosa perdida, yo impregnándome más de
ella.
– ¿Roy? –escucho su voz en la lejanía, no quiero volver al
presente, por favor, déjame un segundo en el pasado. –
¿Roy? –niego repetidas veces y de pronto abro mis ojos.
El olor a frutillas de su cabello, el color pelirrojo ahora entre
mis dedos, me alejo de a poco de ella y le tomo de los
hombros. Sus azules me miran desorbitadamente, mi pulgar
derecho se posa en su mejilla y limpio la humedad que lleva.
¿Cómo se supone que seré cruel con ella? Isabella no hace
nada más que mirarme de esa manera y me lleva a salvarle, a
cuidarle cada vez más.
–Debo irme… –digo secamente, asiente, quiero alejar mi
mano de su rostro, pero en vez de eso, la acerco a mí y choco
mi frente con la de ella. –¿Estarás bien? –hace un gesto
incierto y sé que por el momento no estará bien. –Sí, si lo
estarás, bonita.
–Lo intentare, Roy... –susurra y su aliento cálido y mentolado
choca entre mi labio inferior y nariz, aquello me hace
reaccionar y me alejo de pronto.
–Que descanses, Isabella –me da un asentimiento y yo salgo
de su habitación.
Al salir encuentro a todos esperando, yo simplemente me
limito a decir que estará bien, me disculpo con sus padres
por lo que recién ocurrió y de inmediato y para no ser
ahogado en preguntas, salgo de aquel hogar.

Isabella Massón.
Con mi mirada fija en el espejo noto mis ojeras, siento mis
ojos humedecer, rápidamente parpadeo repetidas veces y
tomo una bocanada de aire.
–Todo estará bien Isabella, todo estará bien...
El día ha llegado, mi vista se pasea por aquella gran
habitación, no tenía idea que Chanel había dado su
dirección para la entrega del vestido, aquí dentro de su
habitación espero solo que me digan que ya debemos
irnos. Con mi maquillaje, peinado y vestido listo solo debo
esperar por el coche que nos llevara al salón, donde se
realizara todo.
En toda la semana no hice nada más que estar en casa,
después de lo ocurrido con Dalan fui incapaz de ir como
cada jueves para la quimioterapia de mamá. Le pedí a Rudy
que fuera junto a mamá, ambas estuvieron de acuerdo
conmigo, yo realmente no tenía ánimos de ir y contarle todo
lo que ocurre, en sí, el motivo de este matrimonio. No tengo
por qué hacerlo, realmente me demostró una faceta que yo
no conocía, por lo menos debía pedirme una explicación,
pero solo se detuvo delante de mí a juzgarme a señalarme
de la peor manera.
Cada noche mi mente se perdía entre mis pensamientos,
Roy fue realmente muy bueno conmigo, por suerte detrás
de aquel carácter y seriedad que siempre porta hay buenas
intenciones y de verdad espero que las cosas continúen de
esa manera. No lo veo desde ese día, solo me comunique
con él por medio de mensajes para decirle a quien había
elegido para que sea la enfermera de mamá, después de
todo, esa es una de las tantas cosas que debo agradecerle.
Levantándome de la silla comienzo a caminar por toda la
habitación, mis manos tiemblan, mis piernas están como
gelatinas, mi pecho es un vaivén, mi respiración esta
dificultosa y mi garganta está completamente seca.
Escucho la puerta abrirse y veo a Chanel entrar, me sonríe y
yo hago lo mismo.
–Ya debemos bajar, el coche que enviaron ya está
aparcado… –con un leve asentimiento salimos de su
habitación, lleva mis cosas y le agradezco mucho.
Subimos al ascensor y Federico viene junto a nosotras,
ambos van muy bien vestidos. Chanel lleva un hermoso
vestido rojo con cola sirena y escote corazón, su cabello en
un bonito recorrido y un impecable maquillaje. Federico por
su lado, va con un traje negro, camisa blanca y corbata roja,
haciendo juego con Chanel.
Ambos ríen y van de la mano mientras se dicen cualquier
cosa, yo simplemente estoy con la mente perdida. Estoy
más lejos de la realidad en este preciso momento, a
medida que el día se iba acercando, la decisión de declinar
todo, estaba en la punta de mi lengua, pero nuevamente mi
mirada encontraba la de mamá y creo que no soportaría
estar sin ella.
Un carraspeo me hace espabilar y veo que llegamos a la
planta baja, Fede toma mi mano y caminamos por el
vestíbulo. Algunas personas presentes me miran y yo
simplemente mantengo mi mirada fija al frente, al salir
vemos un coche color negro último modelo como siempre,
con un enorme arreglo floral en la parte de adelante, tomo
un suspiro y con la ayuda de Federico entro en este.
Él y Chanel se irán en otro coche, yo por mi lado estaré sola
de camino al salón, con mis manos entrelazadas sobre mi
regazo intento tomar bocanadas de aire. Muevo de un lado
a otro el anillo de compromiso en mi dedo anular, cierro mis
ojos con fuerza y recostando mi cabeza sobre el asiento,
me dejo perder en mis recuerdos.
.
Entre risas observo a papá, quien esta arrodillado frente a mí
con un traje muy pulcro. En cuanto llego del trabajo le pedí
que jugáramos a la boda, él de inmediato acepto y me ayudo
armar el altar, con sábanas y las sillas del comedor, si mamá
en este momento nos encuentra, dará el grito al cielo, pero
papá siempre sale en mi defensa.
–Tus votos mi amor –me señala y yo tomando sus enormes
manos asiento.
–Prometo quererte mucho, ser tu mejor amiga y la que te
haga reír cuando te sientas triste papá, te elijo a ti como el
mejor padre de todos, mi súper héroe y mi protector, gracias
por ser el mejor papá de todos... –papá me observa con sus
azules a punto de derramar lágrimas y asiente.
–Prometo cuidarte de todo mal mi ojitos color cielo, que seas
una hermosa mujer y cuidarte de todo lo que quiera empañar
tu felicidad, no hacerte sufrir, darte los mejores años de tu
vida hasta que yo este viejo y sin dientes –aquello me hace
reír. –Te quiero mi hermosa, Isabella, eres la luz de mis ojos,
papá siempre te cuidara siempre, te lo prometo.
Con un enorme abrazo ambos reímos, luego sus dedos nos
esperan y comienzan hacerme cosquillas en la panza,
escuchamos el carraspeo de mamá y al voltear la vemos con
Derek en sus brazos, papá y yo nos damos una mirada y
soltamos una risotada.
.
Una sonrisa se forma en mis labios al recordar aquello, al
abrir mis ojos me doy cuenta que hemos llegado, el
corazón comienza a ir como el motor de un tractor y las
manos se me vuelven sudorosas.
–Después de todo no me cuidaste del sufrimiento, después
de todo no cumpliste tu promesa... –susurro mientras veo
caminar a papá hasta el coche.
En cuanto las puertas se abren, el rostro de papá esta
delante de mí, su mano extendida es tomado por la mía y
me ayuda a bajar del coche, arreglo el corto velo que cae
detrás de mí. Chanel viene apresurada y me entrega el
bouquet, ella se despide con un beso en la mejilla y de
inmediato entra junto a Federico, papá me da una mirada y
yo con una sonrisa le doy a entender que es momento
Aunque no es una boda eclesiástica, papá pidió llevarme de
la mano, lo acepte porque de verdad no creo que sola lo
hubiera logrado. Nos adentramos y pasando un largo
pasillo nos detenemos frente a una puerta doble enorme y
blanca, por fuera va decorado con flores y un gran marco
con telas danzando por la poca brisa que circula en el lugar.
Al momento que las puertas son abiertas, el corazón se
detiene por una fracción de segundos, apretujo el agarre de
papá y él con suavidad acaricia mi mano con su pulgar.
Trago con dificultad y nos encaminamos por aquel corto
pasillo lleno de pétalos de rosas blancas y amarillas, no
distingo quienes están presentes, tengo mi mirada al frente
y mi mente en blanco, sé que llevo una sonrisa de boca
cerrada y fue porque papá me lo pidió en un susurro.
En la lejanía escucho los murmullos, intento no ponerme
tensa por la situación, pero en cuanto mis ojos encuentran
aquellos grises oscuros delante de mí, con una pizca de
asombro toda tensión que se estaba formando, se esfuma.
No comprendo por qué, pero me siento un poco más
tranquila, más preparada para continuar con todo esto.
–Roy… –papá menciona su nombre y extiende mi mano, él
la toma y ambos nos observamos. –Por favor, cuida de ella
por este corto tiempo –las palabras de papá en un susurro
que solo escuchamos Roy y yo.
–Lo prometo, señor Massón –bajo la mirada y noto
nuestras manos entrelazadas, vuelvo a subirla y una
sonrisa de boca cerrada se forma en sus labios. –Vas, muy
hermosa, Isabella.
Todos dejan salir suspiro, yo sé que esto solo lo dice por
seguir la mentira, le sonrió y asiento.
–Gracias, tú también…
Y para ser sincera, lo que dije es muy cierto, va con un traje
negro, una camisa color crema y un moño en su cuello, un
prendedor de pequeñas flores, su cabello peinado hacia
atrás, su tatuaje a la vista y el olor suave de su perfume.
Encaminándome hasta la mesa delante de nosotros, veo a
dos personas, tomamos asiento y de inmediato todo
comienza. Las voces van, las voces vienen, con la mano
entrelazada a la de Roy intento mantenerme enfocada en lo
que aquella persona nos dice.
–Los testigos por favor… –volteo a ambos lados, Chanel y
Federico del lado izquierdo, el mejor amigo de Roy, William
y Rudy de mi lado. –Por favor firmen acá.
Uno a uno van firmando y luego es hora de Roy, sin vacilar
firma donde le indican, veo fijamente aquel enorme
cuaderno, luego soy yo quien debe hacerlo. Tomo el
lapicero en mi mano y tomo una bocanada de aire, volteo
en dirección a mi madre, quien fija su mirada en mí y con
algunas lágrimas a punto de bajar por sus mejillas me
sonríe, vuelvo mi mirada al frente y con un asentimiento
firmo donde me van indicando.
Al terminar entrego el lapicero, nos piden levantarnos y eso
hacemos, me entregan un anillo al igual que ha Roy, él toma
mi mano e intercambiamos las alianzas. Los flashes de las
cámaras no tardan, en el momento que coloca mi anillo
acaricia fugazmente mi mano, yo tomo la suya y
lentamente coloco la de él, su mano suave, su piel cálida,
ligeramente paseo mi pulgar por su mano y subo mi
mirada.
–Roy… –el pelinegro voltea. –Ya puedes besar a tu
esposa...
El corazón se me va directo a la garganta en cuanto mis
oídos escuchan la palabra besar, todo se me vuelve un
manojo de sentimientos, un manojo anhelante o no lo sé.
Él lleva su mirada al frente y asintiendo toma mis mejillas,
mi mirada pasan de sus grises a sus labios. Con lentitud se
va acercando hasta mi rostro, cierro mis ojos con fuerza y
en el momento en que sus labios se posan en los míos una
jodida y maravillosa sensación se apodera de mi cuerpo.
Mis manos pasan de estar en mi abdomen a estar tomando
sus manos, los aplausos no tardan en escucharse, sus
labios presionados, pero con suaves movimientos con los
míos, intentado buscar la manera de que ambos encajen.
Intenta separarse, pero yo aprieto un poco sus manos para
evitarlo, siento como una diminuta sonrisa se forma en sus
labios y continúo disfrutando de este casto beso. Me alejo
de a poco y abriendo mis ojos veo los suyos, aquellos
destilan un bonito brillo, una sonrisa de boca cerrada se
forma en sus labios y nos miramos por unos segundos.
– ¡Felicidades! –escuchamos el estruendoso grito de
Federico y ambos le damos el frente a todos los presentes.
Sonriendo nos toman un montón de fotos, Roy toma mi
mano y entrelazamos nuestros dedos, acerca su rostro muy
cerquita y su respiración choca en mi nuca.
–Isabella de Lehner, que gratificante se escucha...
Se aleja y nos miramos, yo no digo nada ni siquiera un
gesto, de todo esto, no puedo creer que evite que se
separara de mí en el momento del beso, y es muy seguro,
que se siente un tanto ganador, por ello.

Después de aquella firma de papeles, un beso, las miradas,
las felicitaciones y el repentino arrojamiento de arroz de
Federico y Chanel, tomamos camino a uno de los otros
salones. Este un poco más grande, una banda, una enorme
mesa con aperitivos, un montón de personas de negocios,
mi familia y la familia de Roy, estamos o están todos
disfrutando de la fiesta.
Para mi mayor sorpresa están todos los amigos de Roy que
estaban el bar, menos Noora y sus dos amigas. Estoy en la
mesa que mi ahora esposo y yo compartimos. Esto de
llamarle esposo, me va a costar tanto, y mentalmente lo
debo comenzar a practicar. Veo una y otra vez mi mano y
aquella alianza me dice a gritos, que ya estoy casada y que
a partir de ahora solo se deben pasar los días, semanas y
meses.
Un año completo junto a los Lehner, no sé qué ocurrirá en
todos estos meses solo espero que todo se torne de una
buena manera.
–Isabella, ve donde tus padres, no quiero que piensen que
te tengo aquí obligada… –volteo a verlo y lo veo llevar una
copa de champagne, me da una mirada y asintiendo me
levanto
Tomando camino hasta mis padres, mi hermano no tarda
en darme un abrazo y mamá con dificultad se levanta
dándome un fuerte abrazo y un montón de besos en mi
frente, me hace sonreír.
–Gracias por estar conmigo mamá, te quiero... –toma mis
manos y sonríe.
–Estas tan hermosa mi muñequita, sería aún más feliz si
todo esto hubiera sido por amor y no por lo que es… –una
punzada en mi pecho, un sabor agridulce.
–Todo estará bien, ¿vale? –me da una sonrisa, Rudy no
espera para abrazarme y llenarme de besos como mamá,
mi mirada pasa a una chica ni tan joven y ni tan vieja, es la
enfermera de mamá, ella me felicita y yo le doy una corta
sonrisa.
Busco con mi mirada a papá, pero veo que está muy
ocupado con otros empresarios y lo menos que quiero es
interrumpirle. Me disculpo con mi familia y tomando
camino donde hace un momento se encontraba Roy y el
cual ya no está, soy detenida por un agarre en mi antebrazo
y al voltear la morena de cabello platinado me abraza.
–No cabe duda, era el vestido –rio y asiento.
–Gracias por tanto... –Chanel se encoge de hombros y
niega.
–Ahora somos más que amigas, pasamos a ser familia, así
que cuenta siempre conmigo ¿vale? –la abrazo, es la única
manera que tengo en este momento para agradecerle en
tan poco tiempo, lo que ha hecho por mí.
Vuelvo a mi mesa y tomando una copa de champagne me
doy un sorbo, veo todo el alrededor. Me siento pequeña en
indefensa delante de todos, personas que con tan solo
mirarles sabes que están por encima de ti. Adinerados y
con el poder de hacerte sentir poco entre todos, pero algo
si tengo claro con estas personas, es que nadie será capaz
de lograr eso conmigo, debo comenzar hacer fuerte, a
saber, sobre llevar todo.
Espabilo, vuelvo a mirar el lugar, y lo veo, caminando tan
seguro de sí mismo y con una mano en su bolsillo delante,
llega hasta mí y se sienta a mi lado.
– ¿Mejor? –volteo a verlo, me encojo de hombros.
–Lo intento… –en el momento que esta por hablarme es
interrumpido por uno de los choferes de los Lehner.
–Señor Roy, todo está listo… –le extiende dos pasaportes y
Roy asiente.
–Prepara el coche, en unos minutos saldremos… –aquello
me alerta, de inmediato me tenso completamente, sé que él
lo nota, me extiende uno de los pasaportes y me doy cuenta
que es el mío. –Nos iremos de viaje.
– ¿Qué? ¿De qué hablas? –confundida lo observo. – ¿Cómo
que de viaje? ¿Dónde?
–Regalo de Román Lehner, nuestra luna de miel, tu y yo, Las
Bahamas… –se encoge de hombros y yo rápidamente
niego.
–Roy, imposible, para nada viajare contigo.
–Eres mi esposa, ni modo que me vaya de luna de miel con
otra mujer –intento protestar, pero el rápidamente se
levanta y con un sonar de las copas llama la atención de
todos. –Quiero agradecerles a todos por estar presente en
este día tan importante para mi esposa y para mí –esposa…
escucharlo, hace que el corazón comience a latir fuerte. –
Lamentablemente nos debemos retirar, debemos tomar un
viaje, un agradable regalo de mi padre... –Roy señala a
Román Lehner y aquel con su copa alzada, sonríe.
Mi mirada viaja hasta mamá, sabe lo preocupada que estoy
con todo esto, se suponía que solo era una firma de
papeles y ya no más. Mas no esperaba viajes de luna de
miel ni mucho menos a las Bahamas.
Con una sonrisa carente de felicidad veo a todos, me alejo
de Roy y camino hasta mamá, puedo sentir el condenado
nerviosismo recorrer todo mi cuerpo. Me coloco de cuclillas
delante de ella, ahueca mi mejilla en su mano,
transmitiéndome algo de calma y paciencia.
–Supongo que no puedo negarme mamá, ¿me prometes
que te cuidaras? –asiente, veo sus ojos humedecer.
–Cuídate mi amor, yo estaré bien, cualquier cosa no dudes
en llamarnos ¿vale? –me levanto y le doy una última mirada
a todos.
Con un leve asentimiento le doy un corto abrazo, Roy llega
a mi lado y toma mi mano. Maldita sea este jodido contrato
–Señora Magnolia, prometo cuidar a Isabella, solo serán
tres días… –mamá le da una corta sonrisa y asiente.
–Cuídala mucho, por favor –el pelinegro asiente.
–Así será.
Nos comenzamos a despedir de todos, y tomados de la
mano salimos de aquel lugar. El taconeo detrás de mí, al
voltear veo que todos vienen detrás de nosotros, vuelvo mi
mirada al frente y al salir, veo el coche que paso por mí,
aparcado y con la puerta trasera abierta. Deteniéndonos
junto al coche Roy y yo volteamos le sonreímos a todos y
nos despedimos.
_
El recorrido al aeropuerto fue en completo silencio, quito mi
velo y suelto mi cabello. Sé que esto es una manera de
descargar semejante enojo que me está consumiendo, no
sé si estoy actuando como una niña, pero esto no era parte
del contrato, en ningún momento se mencionaron viajes o
que se yo.
El coche se detiene, un jet privado delante de nosotros,
volteo a ver a Roy, quien se deshizo de su moño y
desbotono los dos primeros botones de su camisa.
– ¿Qué se supone que llevare de ropa? Diablos, ¿Ni siquiera
pudieron avisarme con anticipación? –intento que mi tono
de voz no delate mi enojo, pero es imposible.
–Isabella, por favor, ¿Crees que yo estoy feliz con este
jodido viaje? Lo último que quisiera es ir a un viaje de dos
personas contigo –trago grueso. -Solo sigo el maldito
protocolo de papá, deja de hablarme de esa manera, como
si todo esto fuera mi culpa –escupe totalmente cabreado,
veo sus nudillos completamente blancos, su quijada tensa,
nuevamente la culpa es lanzada en mis hombros. –Estoy
sobrellevando las cosas como tú, por lo menos dame un
chance de ser no sé, bueno contigo –nos miramos fijos,
suspiro.
–Pero ¿entonces qué hago, Roy? ¿Que se supone que debo
hacer? ¿Estaré todo el bendito viaje con este vestido de
novia? –voltea a verme y su mirada sube y baja.
–No me molesta en lo absoluto, fui sincero cuando te dije
que te ves hermosa... –el corazón se me detiene por una
fracción de segundos, vuelvo nuevamente a recalcar que
Roy es, tan inestable emocionalmente, en un momento está
bien y otro no. –Eres mi esposa y quieras o no, todo lo mío
es tuyo, con eso me refiero a que, al llegar, compraras todo
lo que necesitas, desde ropa hasta calzado y sin protestas.
Se baja del coche y me deja completamente sola, yo lo veo
caminar hasta donde se encuentran unas personas y sin
más yo hago lo mismo. La fuerte brisa me hace tambalear,
el jet privado lleva por nombre; Meine Ewige Liebe [~], no sé
qué cojones significa, pero es obvio que es idioma alemán,
me acerco hasta él y al voltear toma mi mano.
–Ya es hora, ¿Está bien?
Asiento y nos adentramos al jet. Jodidamente lujoso, es
como lo puedo definir, hoy comienza mi tortuosa cuenta
regresiva, desde hoy comienzo a ser Isabella de Lehner, por
un año largo y lleno de… ¿experiencias? junto a Roy Lehner.
[~]Meine Ewige Liebe: Mi Eterno Amor.
Capitulo 10 - Ya nada importa.
Roy Lehner.
Los nervios me estaban consumiendo, realmente tenía el
Jesucristo en la garganta, y estuve a punto de salir
disparado del lugar. Pero en cuanto la vi entrar junto a su
padre, con aquel sencillo, pero tan hermoso vestido de
novia, de inmediato mi garganta se tornó seca, mis manos
se pusieron frías y mi corazón iba y venía con un latir
preciso y algo doloroso. Para ser sincero detesto esa
manera que tiene Isabella de hacerme sentir una jodida,
pero maravillosa sensación.
La mejor parte de toda fue sentir sus labios, me dio
satisfacción el momento donde intente separarme, pero
ella lo evito. Me gusto el mirar sus ojos brillosos y sus
mejillas que se ruborizaron. Sé que quizás causo algún
efecto en ella, pero intentare que eso no ocurra, yo no soy
lo suficientemente bueno para Isabella, aunque quiera
intentar lo contrario.
De brazos cruzados y una pierna encima de la otra, la veo
dormir. Mentí cuando le dije que ella sería la última mujer
con la que vendría a un viaje, y para ser sincero, le agradecí
con toda mi alma a papá por este viaje, aunque si, fingí todo
lo contrario. Tener tres días conmigo y hacer sus días
insufribles me hacen feliz, aunque sé que es algo infantil de
mi parte, de verdad debo comenzar a comportarme como
todo un Lehner.
Llevo mi vista a la ventanilla, todo está oscuro, pero puedo
estar seguro que falta aproximadamente como hora y
media para aterrizar. Estoy cansado de venir a Las
Bahamas, en ocasiones y cuando quiero tener unas
vacaciones, siempre son Chanel y Federico los que me
acompañan. Tenemos una casa, pero lo menos que haré es
ir con Isabella, lo menos que quiero es hacerla sentir
incomoda con eso, aunque hay un montón de habitaciones,
sé que la incomodidad será muy visible
_
Moviéndome sobre mi asiento siento algo pesado a mi
lado, con un poco de pesadez abro mis ojos, tengo un brazo
rodeando mi pecho y una pierna por mi cintura. Me alejo un
poco y en cuanto veo su cabello esparcido entre ella y mi
pecho, el corazón comienza bombear como loco más
sangre de lo que tiene permitido, eso intento pensar para
no decir que me late como un jodido tractor.
¿En qué momento se sentó a mi lado? ¿En qué momento
me rodeo con sus brazos y piernas? ¿Desde cuándo la
tengo así tan cerca y yo como un idiota dormido?
Lentamente y con mi mano izquierda acercándose hasta
ella, suavemente aparto el cabello de su rostro. Tiene el
sueño tan pesado que ni siquiera se inmuta ante mi roce.
Con mi dedo índice comienzo a trazar su labio, y para ser
sincero, sus labios sobre los míos fue la sensación más
extraña y encantadora que tuve.
Comienza a moverse un poco en su puesto y yo intento
hacerme el dormido, la escucho quejarse y ahora soy yo
quien comienza a moverse en su puesto, bostezo y froto
mis ojos, solo espero haber fingido muy bien.
– ¿Isabella? ¿Qué haces aquí? –sus mejillas se ruborizan y
juega con su cabello, ya veo, es su gesto cuando algo le da
vergüenza. – ¿Ocurrió algo? –niega y levantándose, se
coloca en el puesto frente al mío.
–Lo siento, estoy acostumbrada a viajar, pero detesto
mucho las turbulencias, veo que a ti eso ni te afecta,
enseguida me senté junto a ti, tenía miedo, me aterra a
decir verdad… –la clara sinceridad en sus palabras, asiento.
–Estoy acostumbrado, no te preocupes, está todo bien –
asiente y yo llevo mi vista a la ventanilla, no me molestaría
que hubiera turbulencia en este preciso momento.
Una de las azafatas aparece e Isabella amablemente le
pide agua, yo simplemente quiero aterrizar e ir a descansar.
No sé por qué de pronto todo mi cuerpo es cansancio. La
chica vuelve y entrega el agua para Isabella, nos informa
que estamos a diez minutos de aterrizar y ambos
asentimos.
En un silencio sepulcral nos quedamos ambos, ella mira a
la ventanilla como yo, realmente quiero que la incomodidad
se aleje un poco de ambos. No quiero que todo un año se
base en esto, estar cercas y tratarnos como unos jodidos
extraño, sé que dije que intentaría lo que fuera para alejar a
Isabella de mi lado, para que ella nunca sienta por mí, pero
tampoco puedo hacerla sentir de la peor forma por todo un
año, supongo que sabré hacer las cosas.
– ¿Has venido antes a Las Bahamas? –niega y fija su
mirada en mí, sus azules me miran fijamente, achinados y
con unas ligeras bolsas oscuras debajo, todo debido al
vaivén de cosas que hemos pasado. –Entonces te gustara,
Chanel ama venir, sobre todo le gusta ir a la isla de los
cerdos, está repleto de cerdos, realmente no comprendo
por qué le…
– ¡¿La isla de los cerdos?! ¿Eso existe? –noto el asombro,
una sonrisa amplia, de verdad que es increíble como sus
gestos cambian en solo un segundo.
–Sí, existe, y es muy frecuentado por los turistas, ¿Te
gustaría ir? –asiente repetidas veces y ríe a carcajadas.
–Sería una locura presenciar eso, ¡vaya!, una isla llena de
cerditos, ha de ser una monería... –asiento y un intento de
sonrisa es formada en mis labios.
_
Después del aterrizaje nos adentramos al aeropuerto,
escuchamos un bullicio y de inmediato apretujo la mano de
Isabella. Ella me da una mirada llena de terror y en solo
segundos estoy rodeado de grandulones, de seguro ha sido
papá quien los contrato. Uno de ellos se presenta y con un
asentimiento hago lo mismo, un montón de flashes
comienzan a iluminar, mi mano es soltada para luego ser
mi antebrazo rodeado por el brazo de Isabella, siento como
todo su cuerpo tiembla.
–Todo estará bien, ¿Vale? –me mira y me da una mirada
llena de terror. –El coche espera fuera, esto será muy
rápido, solo no me sueltes ¿ok? –asiente.
Nos ponemos en marcha y las preguntas enseguida, van y
vienen. Repiten mi nombre tantas veces que me causa
dolor de cabeza, en ocasiones detesto que papá sea un
empresario tan reconocido y que los Lehner sean el tema
de siempre. Una mano se cuela entre nosotros y toman
fuerte del brazo de Isabella, ella se tambalea y cae al suelo,
yo de inmediato la tomo y con todos a mi alrededor
corremos. Isabella lleva su mirada gacha yo tengo el
corazón a mil por hora, esto es repudiable, detesto el afán
de los fotógrafos, sé que es su trabajo, pero por lo menos
deben tener un poco de respeto.
Al salir del aeropuerto también hay una masa de gente
acumulada, pero no tanto como la de ahorita, se nos hace
más fácil y llegando al coche ayudo a Isabella y yo
rodeándolo entro a este. Espero que los guardaespaldas
suban al suyo y así ponerme en marcha, con un encender y
apagar de luces me pongo en marcha, le doy miradas
rápidas a Isabella, quien no hace nada más que intentar
calmarse.
–Isabella, lamento hacerte pasar por…
– ¡Joder! –da un grito y voltea a verme, una risotada sale
con todas sus fuerzas y yo no comprendo nada. –Dios mío,
no sé por qué me rio, siempre sucede cuando los nervios
me atacan… Disculpa Roy –enfoco mi vista al frente y con
una sonrisa de boca cerrada continuo el trayecto.

Deje a Isabella frente a su cabaña, no salía del asombro, en
cuanto llegamos no dejaba de hacerlo. Nos hospedamos
en las famosas cabañas que están sobre el agua, el azul del
mar bajo nosotros, la fuerte brisa con olor a salado y en
este momento los rayos del sol se cuelan por las persianas
de la habitación. Su cara de sorpresa aumento en cuando le
dije, que yo estaría en la cabaña siguiente, cuando cumplo
una promesa lo hago, solo en casa debe dormir conmigo y
es porque estaremos a la vista de todos.
Dos golpes a la puerta y me quedo pensativo entre si
escuche bien o no, nuevamente tocan y salgo de la cama.
Coloco mi ropa interior y tomando camino hasta la puerta
la abro de par en par, el asombro de Isabella es notable, me
observa fugazmente de arriba abajo, eso me hace esbozar
una sonrisa y con un chasqueo de mis dedos hago que se
enfoque en mis ojos.
Ella rápidamente voltea y aquello no hace nada más que
enviar oleadas de satisfacción, causa efecto en ella, y no
puede evitarlo.
Veo que aun lleva su vestido de novia, su cabello
desordenado y en cuanto me miraba no llevaba ni una gota
de maquillaje, de seguro se siente incómoda por el simple
hecho de que no tiene nada que ponerse.
–Buen día… –la veo dar un asentimiento y responde en voz
baja. – ¿Qué ocurre? –la veo apretujar sus puños y
nuevamente me da la cara, sus mejillas ruborizadas y su
mirada viendo en otra dirección.
–Roy… –me encanta escuchar mi nombre salir de sus
labios. –No tengo que ponerme, me di una ducha y créeme
que estar nuevamente con este vestido no es muy
agradable... –tomo su mano y con un fuerte jalón la adentro
a mi habitación, ella sorprendida me mira, sonrió.
–Tranquila, es para que no te acalores, ¿No te importaría
usar algo de mi ropa? Es mientras vamos y te compras algo
para ti –niega y se encoge de hombros.
–Por favor, es tu ropa o seguir asándome con este vestido
–aunque sus mejillas siguen tornadas de un color rojo
claro, ella ahora si mira a mis ojos.
–Ven a la habitación, allí está mi equipaje elige lo que creas
que será cómodo para ti, yo iré a tomar una ducha.
Tomo camino hasta la habitación y viendo por encima de
mi hombro y dándole una mirada la veo tensarse.
Nuevamente estoy sonriendo victorioso, debería comenzar
a fingir un poco, muevo mi cabeza a un lado y por fin decide
caminar. Al entrar a la habitación dejo la puerta abierta, sé
que cerrarla sería un error.
Yo tomo camino al cuarto de baño y despojándome de la
única prenda que tengo puesta, entro a la ducha. El agua
cae por mis hombros, levanto un poco mi cabeza y dejo que
caiga en mi cara, me quedo por unos segundos de esta
manera y luego me dispongo a enjabonar todo mi cuerpo.
Después de lavar mi cabello y estar unos segundos más
bajo el agua doy por terminada mi ducha.
Tomo una toalla y hago un intento de secar mi cuerpo,
rodeo la toalla en mi cintura y sacudiendo mi cabello con la
mano vuelvo a la habitación, el corazón se me detiene en
una fracción de segundo, una sensación algo extraña se
pasea de pie a cabeza, relamo mis labios secos, muerdo
levemente mi labio inferior.
Isabella de espalda, con el vestido a sus pies, una de mis
playeras a medio poner y su hermoso y perfecto trasero en
todo su esplendor. Termina de colocar la playera y por ser
algo grande para ella, le cubre hasta los muslos. Un poco
cabreado por no poder contemplarlo más, carraspeo, ella
da un salto y rápidamente voltea, no dice nada, no
reacciona incomoda sino más bien, neutral, enarco una de
mis cejas y ella de inmediato se coloca uno de mis
pantalones de dormir.
– ¿Esta bien esto? –susurra, le miro fijo, asiento. –No
encontraba nada fresco y esto fue lo que puede por lo
menos calmar el calor que provocaba ese vestido –
comenta y vuelvo asentir. –Creo que necesitas comprar
algo para ti también –no digo nada, creí que no vería a otra
persona que le quedara tan perfecta mi ropa por muy
grande que sea. –Yo... Te dejo para que te vistas, espero
fuera –sale de la habitación y cierra la puerta.
Yo dejo salir todo el aire acumulado en mis pulmones y sin
tanta espera, eso hago.
Después de vestirme la encontré sentada en el pequeño
sofá junto a la ventana, la veo perdida en la vista o quizás lo
esté en sus pensamientos, tomo las llaves del coche y
sacudiéndolas un poco para llamar su atención, voltea, se
levanta y camina hasta mí.
– ¿Vamos? –me da una corta sonrisa y asiente.

No tenía ni puta idea lo fácil que es salir a comprar ropa
con una chica como Isabella. Por todo se asombra y le
gusta cualquier cosa, aunque no escogió una numerosa
cantidad de ropa, lleva lo necesario. Ella es tan diferente a
Chanel cuando sale de compras, la mejor opción es
quedarte en casa y no acompañarla, se toma casi todo
medio día para salir de compras, es quisquillosa e indecisa.
Todo lo contrario, a Isabella, quien tomaba lo que le
gustaba y para ser sincero tiene un muy bonito gusto por la
ropa ligera.
–Roy... –llama mi atención y yo sentado en un sofá de la
tienda, subo la mirada, la veo sonriente con un par de
franelas floreadas, una es de mujer y otra de hombre,
frunzo el ceño, no comprendo. – ¿Y? ¿Te gustan? –suelto
una risotada y niego.
–Me da nauseas... –me fulmina con la mirada y se encoge
de hombros.
–Pues lo siento, las compraras y tu llevaras esta… –alza la
de hombre, yo rápidamente me levanto del sofá.
–Ni de coña, Isabella… –saca su lengua y camina hasta la
chica del mostrador.
–Nos llevaremos todo esto, incluyendo este par –me da
una mirada de reojo y sonríe. –Son lindas, ¿verdad? –la
chica le da una mirada y sonriente asiente.
–Isabella... –me acerco hasta ella y le doy una mirada fija.
–No pretendo utilizar eso –mascullo, ella sonríe y vuelve su
mirada la chica.
– ¿Cuánto es? –le da el montón de la compra, voltea
nuevamente y con un movimiento de cabeza me pide
cancelar. –Mi amor, paga, ¿Si?
– ¿Mi amor? –digo en un hilo de voz, ella asiente.
–Si, por favor –con un puchero y un movimiento de
hombros no hago nada más que sacar mi tarjeta y dársela
a la chica, pero no aparto mi mirada de ella, escuchar tan
fluidamente la palabra mi amor salir de sus labios, me tomo
por sorpresa. –Gracias...
Salimos de la tienda y escucho un ligero rugido de su
estómago, estaba tan desesperada por la ropa que ni
siquiera nos dio chance de comer. Me da una mirada
avergonzada y yo niego, tomo su mano y la llevo hasta un
local de comida.
Tomamos asiento y de inmediato una chica muy guapa,
para ser sincero, nos sonríe, yo la miro de pie a cabeza y le
guiño. Ella de inmediato lleva un mechón de su cabello
detrás de la oreja, perfecta señal de coquetería.
–Cielo... No me apetece la comida de este lugar –volteo a
ver a Isabella y levantándose con una sonrisa de lado sale
por la puerta, apenado veo a la chica y yo también me
retiro.
– ¿Qué haces? –voy detrás de ella y la veo entrar a otro
local de comida.
–Nada, solo que no me apetecía la comida de allí –dice tan
neutral y toma asiento, un señor se nos acerca y nos da el
menú, veo a Isabella muy concentrada hasta que pide lo
que quiere comer.
–Es eso... ¿O celos? –sus azules se enfocan en mí y
chasquea sus dedos muy cerca de mi rostro.
–Reacciona Roy, ¿Por qué te celaría? No me apetecía la
comida y punto... –se encoge de hombros y no dice nada
más.
A los minutos la comida fue puesta en nuestra mesa, moría
de hambre al igual que Isabella, solo que mi estómago no
rugió como el de ella. La veo tan concentrada en cada
bocado que lleva a su boca que ni siquiera un tema de
conversación es tocado entre nosotros, pero yo si quiero
hablar, escucharla.
– ¿No ocurrió nada más con ese tal Dalan? Me refiero a que
si no se han comunicado –detiene el camino de su tenedor
hasta la boca y me observa.
–No, no tendría por qué... –su voz se torna ruda y fría. –No
tiene importancia hablar de él, no tengo por qué dárselas
cuando ni siquiera me dejo explicarle las cosas…
– ¿Por qué le explicarías algo personal, Isabella? Esto es
algo entre nosotros, nuestros padres y personas de
confianza –asiente y lleva su vista al plato. –Debemos
intentar no ventilarlo, eso pondría mal tanto a mi padre
como el tuyo, logramos que nadie sospechara del
compromiso arreglado, creo que así debe permanecer por
todo un año –hace un mohín y asiente. –Además créeme
ese tal Dalan es un maldito idiota.
–Tienes razón –me mira fijo. –Fin del tema.
De pronto me siento realmente cabreado y no comprendo
por qué, para no darle largas al asunto me levanto de la
mesa me dispongo a pagar y salgo del local. Creo que comí
lo suficiente, pero hablar de ese doctor me da cólera, y que
Isabella reaccioné tan fría, me hierve. Aun pienso en como
la trato y me dan unas jodidas ganas de molerlo a golpes,
pero creo que tuvo suficiente con lo de ese día.
A los minutos la veo salir, una mirada fugaz y nuevamente
tomamos camino a las afueras del Mall. La ayudo con las
bolsas y la meto al coche, ambos subimos y nuevamente el
camino a la cabaña se torna silencioso.
En cuanto llegamos ella toma camino a la suya y yo a la
mía, pero no sin antes entregarme aquella camisa tan
horrenda que compramos. No dijo ni una sola palabra y se
esfumo en un chasquido de dedos, yo entro a la mía y
quitando mi ropa la lanzo a algún lugar de la cabaña y tomo
camino a la habitación.

Par de golpes a la puerta me hacen espabilar, me sacan del
profundo sueño donde estaba y gruñendo de la frustración
salgo de la cama, me dirijo hasta la puerta y al abrirla me
sorprende ver a Isabella. Lleva un vestido blanco con un
montón de flores azules, su cabello suelto y un sombrero
para cubrirse un poco del sol, aunque este ya está
comenzando a descender.
¿Cuánto dormí?
La veo esbozar una sonrisa de boca cerrada yo espero a
que hable.
–Yo... Te quería invitar a dar un paseo por la playa, no creo
que debamos estar encerrados en las cabañas, ¿Te
apetece? –el corazón se me hincha al escucharla, tomo una
bocanada de aire y niego.
–No tengo muchos ánimos, ve tú, ¿vale? –es tan clara la
sorpresa en su cara que sé que no se lo esperaba. –Iré a
descansar, disfruta… –y cierro la puerta.
Me estoy moliendo a golpes mentalmente, debí aceptar,
ella que está buscando la manera de querer llevar bien las
cosas conmigo, y yo como todo un idiota hago lo contrario.
Tomo camino nuevamente a la habitación y me siento en el
borde de la cama, apoyo mis codos en mis piernas y oculto
mi rostro entre mis manos.
Dejo salir todo el aire de mis pulmones y realmente no sé
qué mierda hago aquí encerrado, me levanto quito mis
pantalones y busco algo ligero para salir a la playa. Me
siento un maldito desgraciado al haber actuado de esa
manera, solo que no quiero que ella se sienta atraída o
simplemente sienta afecto por mí.
Coloco uno de mis shorts para bañarme en la playa, busco
mi calzado y salgo de la cabaña. De nada sirve que lleve
una franela conmigo, el cielo en pocos minutos comenzará
a tornarse naranja y sin más, anochecerá. Veo a ambos
lados y no la encuentro, con pasos apresurados camino por
todo el puente de madera y llego hasta las escaleras que te
hacen descender a la arena, me detengo y vuelvo a ver a
ambos lados, no la veo.
Estoy comenzando a pensar en que quizás se regresó a su
habitación, pero lo dudo mucho, ella no dejaría de disfrutar
del viaje por muy incómoda que en ocasiones se tornan las
cosas entre nosotros. Al bajar mantengo mi vista en alerta,
debo encontrarla, pero no doy con ella, algunas parejas van
tomadas de la mano o simplemente están sentados sobre
la arena, con mis pies hundiéndose en esta estoy
comenzando a pensar en si llamar a gritos a Isabella, pero
me retracto de eso.
Un extraño alivio se pasea por mi pecho cuando la veo
dentro del mar, su cabello se agita con la brisa y su cuerpo
esta con solo la mitad sumergido. Me encanta ver su
espalda descubierta, el bañador color negro de dos piezas
que lleva puesto le queda estupendo, su piel blanca se
resalta más y sin aun verla de cerca estoy seguro que sus
pecas también.
Me dejo caer sobre la arena de trasero y el maravilloso y
espectacular crepúsculo que se está formando hace que
todo se vea como un paraíso. El sonido de las olas y la
brisa hacen una buena combinación, la veo voltear en mi
dirección, sé que está sorprendida al verme, se queda
inmóvil viéndome de lejos y yo sin más me levanto y
dejando a un lado mi calzado comienzo a caminar mar
adentro.
El agua tibia y relajante golpetea mi cuerpo y yo continuo mi
andada, cada vez estoy más cerca de ella, las olas se
tornan un poco más fuerte y la hacen tambalearse. Ella ni
siquiera se mueve, solo me observa, me detengo delante de
ella y sus azules me miran fijo, esbozó una sonrisa, ella no
hace lo mismo, sé que está enojada por que rechace su
invitación, pero aquí estoy como todo un idiota.
– ¿Eres bipolar? O ¿Tienes inestabilidad emocional? –
escupe fríamente y se cruza de brazos.
–Nada de eso, es solo que lo pensé mejor y tienes razón no
hay necesidad de quedarse encerrado en la cabaña –me
encojo de hombros, bufa y se da media vuelta. –No vayas
tan adentro, Isabella –me mira por encima del hombro y
asiente.
Pero yo por preocupación voy detrás de ella, veo que una
ola se acerca con fuerza y en el momento que choca con
ella y la desestabiliza por completo, evito que se sumerja de
golpe. Tomando rápidamente su antebrazo la jaloneo hacia
mí y la tengo con fuerza, mis manos se aferran a su piel
descubierta, tiene una jodida calidez que quisieras tener a
tu lado en cada amanecer, siento sus labios chocar con mi
pecho y su cabello entre mojado y seco se choca entre
ambos cuerpos, tiene una cabellera abundante y de un
color hermoso.
Cierro mis ojos y aquel maravilloso olor que ella desprende
inunda mi nasales, tomo un suspiro largo para llenarme de
él, siento sus manos en mi espalda, siento como
descienden con ternura. No sé qué está ocurriendo, pero no
quiero que deje de hacerlo, ella ahueca su rostro entre mi
pecho y cuello y su aliento cálido choca en mi piel, sus
labios siguen haciendo contacto y yo siento que ardo por
dentro.
– ¿Roy?
– ¿Si?
– ¿Qué escondes? –susurra. – ¿Por qué eres malo y luego
eres, agradable? –se aleja un poco de mí y bajando mi
mirada veo como sus azules se dilatan.
–Isabella, yo…
–No tengo ningún motivo para indagar en tu vida, pero
tengo una jodida sensación dentro de mí que lo quiere, de
verdad, quiero saber que escondes... –su mano derecha
húmeda se posa en mi pecho y lentamente sube y toma de
mi cuello, sus dedos se aferran a él su mirada esta fija en
mí, sus mejillas están… ¿ruborizadas?
–Isabella, es mejor que…
–No… –corta mis palabras y me acerca lentamente a su
rostro haciendo así que choquemos nuestras frentes. –
Intenta no ser un idiota conmigo, ¿quieres? –susurra tan
cerca de mis labios que su aliento mentolado y con un tinte
de champagne choca entre mis labios y nariz.
–Bella, estas algo tomada, ¿no? –nos miramos fijo. –Mejor,
aléjate de mí… –niega y cierra sus ojos.
–No quiero... –afirma, aquello me revoluciona todo dentro.
–Y no sé por qué –se encoge de hombros, la cercanía es
más intensa. –Pero, no quiero, Roy Lehner…
Mis manos toman su cintura y la atraigo más cerca de mí.
Isabella rodea mis hombros con sus brazos, su piel
descubierta con la mía choca, mi nariz juega con la suya, un
simple roce de labios, todo en mí se debilita. Esto me toma
por sorpresa, pero me limito, intento limitarme, ella está
algo tomada, y no debo, no puedo.
No comprendo por qué ahora es de esta manera, quiero sus
labios los quiero ahora, pero no creo que sea buena idea.
–Yo… Volveré a la orilla…
Intento soltarla, pero ella se aferra más a mí, me está
haciendo desear algo que no puedo y debo. Comienza a
rozar sus labios con los míos, cierro mis ojos y con mis
labios entreabiertos, ella nerviosa y temblando, se
comienza a unir a los míos.
Su boca toma mi labio superior y lo succiona un poco,
aquello me reactiva todo y me arrebata los sentidos.
Llevando mi mano con prisa hasta su nuca, la presiono
contra mí en un acto de ferocidad y muerdo su labio
inferior. Jadeos bajos salen de sus labios, no sé qué estoy
haciendo, pero no quiero dejar de besarla, tomo por debajo
del agua sus muslos y la elevo haciendo que ella rodee mi
cintura con sus piernas, ella se aferra en mis hombros y no
hace ni el mínimo intento de separarse.
–Has hecho una mala elección, Isabella Massón... –
susurro, ella no deja de besarme. –Créeme, Isabella, has
caído en mis manos y dejarte libre te costara, mucho… –se
separa y sus azules brillantes me observan, sus labios son
aún más voluptuosos.
–Ya nada importa Roy, de verdad que ya nada me importa.
Capitulo 11 - Par de cuerpos.
Con la cabeza recostada en una de las almohadas, me pierdo
en mis pensamientos. Aunque intente negarlo, me es
imposible, si, sentí celos de como Roy veía aquella chica,
como le guiño y como sonreía al verla de pie a cabeza. El
coraje me invadió y no hice nada más que hacerle creer que
no me apetecía nada de aquel local.
No comprendo por qué hice eso, y porque sentí celos por
alguien a quien no quiero cerca de mí, pero que no me quedo
más opción que aceptarlo de esa manera. Y es así como lo
hare, aceptar que debo tenerlo junto a mí por un largo año. Es
inevitable no sentirme atraída por él, desde el momento en
que nuestros labios se unieron, mi cuerpo no deja de sentirse
vulnerable a su alrededor.
Intento no mantener mi mente en ese momento, pero me es
inevitable, lo escucho hablar, veo como sus labios se mueven
y todo en mí se enciende, ¿Me gusta Roy? No lo sé, pero si
me siento un poco atraída a él, o quizás a lo que me hizo
sentir con nuestro beso en la boda. Verlo esta mañana en su
ropa interior me envió oleadas de un deseo que yo nunca
había sentido, ni siquiera con Dalan.
No he sentido el deseo sexual o carnal hacia una persona, no
he sentido los dedos de alguien rozar mi cuerpo, ni siquiera
he tenido un beso profundo que me haga querer desear por
un buen rato. En su habitación, espere que volviera de su
baño y al escuchar la puerta, hice quizás, lo necesario, para
que él me viera y pudiera contemplar, lo que de verdad soy.
Todo lo hice con la intención, con la sola intención de que él
se sintiera atraído a mí, lo que no comprendo es por qué, solo
es con Roy al que deseo despertar, su deseo hacia mí.
Tenerlo cerca, escucharle, sentir su mirada fija en mí, todo,
todo eso, me gusta y me lleva al borde de querer tener esa
atención de él, hacia mí.
No sé si sea correcto arriesgarme, no sé si deba aventurarme
a lo prohibido, no sé si ir, buscarle e invitarle a caminar
conmigo, no lo sé, y porque no lo sé, lo haré. Detesto esta
atracción que siento hacia él, evito por todos los medios
lanzarme al abismo que puede llegar a ser, Roy Lehner, mas
sin embargo la adrenalina corre por todo mi cuerpo y sí, me
iré a toda, pero espero no arrepentirme de nada.
_
Reacciona, Isabella…
Ya caíste entre sus manos...
No es bueno que tomes de este modo, con Roy cerca de ti...
Pero me es inevitable, esto de besarlo, me gusta más de lo
normal…
Espabilo, vuelvo en sí, lo rodeo por los hombros, me
presiono más a él. Me cuesta creer que esté pasando esto,
me estoy volviendo loca en sus labios, en sus manos
agarrando y masajeando mis muslos, en mis piernas
cruzadas alrededor de su cintura. Ya la noche está más
presente, mis manos acarician su espalda, mientras que mi
lengua se roza con la suya, con lentitud comienza a
bajarme y nos separamos.
No me importa si es malo o bueno, no me importa si no
sabe qué actitud tomar conmigo, no me importa si caí en
sus manos y mucho menos que me costara separarme de
él. Nunca había sentido una maravillosa sensación al besar
a alguien de esta manera, con mi lengua rozando la suya,
con los jadeos que me provoca, con la oleada de
sensaciones que hace que mi cuerpo reaccione de
maravilla, con esta intensa atracción.
–Ven conmigo... –su voz ronca y baja, asintiendo, toma mi
mano y salimos de la playa, yo tomo mis cosas, él las suyas
y con nuestras manos entrelazadas tomamos camino a la
cabaña. – ¿La tuya o la mía? –mira por encima de su
hombro, una deliciosa sensación en la boca de mi
estómago.
–La tuya... –susurro y asiente.
Pasamos mi cabaña y nos detenemos en la de él, la mente
me está traicionando, una luz intermitente parpadea con
prisa, dejándome saber que puede ser peligroso continuar,
pero intento calmarme, alejo todo de mi mente, no me
detengo.
Al entrar, Roy lanza las cosas en el suelo, toma las mías y
hace lo mismo, vuelve a rodear mi cintura, sus manos frías,
heladas, pero en cuanto hace contacto con mi piel, se
comienzan a sentir cálidas. Me encarcela con prisa entre la
pared y su cuerpo, toma mis manos, las eleva por encima
de mi cabeza, sus labios chocan con fuerza los míos y su
respiración es más acelerada, pesada. Inquieta,
desesperada, no lo sé, busco tocar sus hombros, acariciar
su espalda, tomar su rostro entre mis manos, pero él lo
evita, tiene sus manos entrelazadas a las mías y es
imposible soltarme con la fuerza con la que me tiene
tomada.
Su boca encuentra mi punto débil; mi cuello. Deja beso tras
beso, lame, pasea la punta de su lengua y eso logra que me
estremezca en mi lugar. Un jadeo brota sin más de mis
labios, estoy a un solo paso de arrepentirme de esta locura,
de no continuar, pero no puedo, me siento presa, me siento
incapaz de pronunciar un no, quiero continuar, debo
continuar.
Un repentino movimiento lento y delicioso de sus caderas
rozando mi vientre, me envía una corriente eléctrica y una
sensación por todo el cuerpo. La boca de mi estómago
arde, mis piernas se debilitan, aquello me hace soltar un
gemido corto, él vuelve a mí, lo calla con un profundo beso.
Roy me suelta para así rodear mi espalda con sus manos.
Es como si quisiera traspasar mi piel, se afianza tanto, que
estoy segura que ha dejado las marcas de su agarre. Me
separo de sus labios y hecho mi cabeza hacia atrás, su
boca una vez más se centra en mi cuello y con suaves
besos me eriza toda la piel. Suaves chupadas, succiones, la
humedad de su saliva quedando en mi piel.
–Roy… –jadeo, su nombre saliendo sin más de mí.
Aquello logra detenerlo, yo quedo con un jodido desespero
en mi cuerpo, se aleja un poco y enfoca sus grises en mí,
más oscuros, brillosos, hermosos. Cortos y deseosos
besos son dejados en mis labios, su respirar es un
desastre.
–No dejes de mirarme... –susurra en mis labios y asiento. –
Me encanta que me mires con esos azules tan preciosos
que tienes –trago grueso, corta las palabras, continua con
besos cortos.
Con su mirada enfocada en la mía, me está comenzando a
gustar, más que mantenerlos cerrados. Mis manos se
afianzan en su cuello, las comienzo a subir temblorosa y
enredo mis dedos en su cabello lacio y oscuro. La
habitación solo es iluminada por la luz de la luna colándose
por las ventanas, me toma de mis hombros y con lentitud
me voltea, sus labios recorriendo desde mi nuca hasta mis
hombros.
–Mi bonita, Isabella... –susurra muy cerca de mi oído. –Tan
bonita, que en ocasiones duele mirarte… –cierro con fuerza
mis ojos, continua aquel vaivén de besos en mi piel.
Sus manos comienzan el descenso por mi espalda, me
logra erizar la piel y sus dedos se detienen en el nudo de mi
bañador. Con suavidad lo suelta, una punzada en mi pecho,
una sensación indescriptible y suelta el otro que está
alrededor de mi cuello. La parte de arriba cae sobre a mis
pies, el frio me abraza, sus dedos se entrelazan a la altura
de mi abdomen, en cuanto suelta sus manos, con suavidad
comienzan a subir hasta llegar a mis senos. De inmediato
se erizan al sentir sus dedos rozar mis pezones, gimo al
sentir su tacto y nuevamente el arrepentimiento viene a mi
mente, pero con todas mis fuerzas intento alejarlo.
–Voltéate, Isabella –lentamente lo hago y cuando estoy por
cubrir mis senos con mis manos, él lo evita. Toma con
fuerza mis manos y niega viéndome fijamente. –Déjame
verlos, déjame sentirlos, deja que mi boca, que mi lengua
los saboree… –aquellas palabras no hacen otra cosa que
enviarme una oleada de puro deseo y ansias, sus palabras
encienden todo en mí.
–Roy...
–Shhh –niega y nos miramos fijo. –A partir de aquí, ya eres
mía.
Su dedo índice comienza a trazar líneas alrededor de ellos,
el vaivén de su tacto hace que apriete mis manos tan
fuertes, que mis nudillos han de tornarse blancos. Trago
con dificultad, su mano lo toma, él acerca su cara y su
respiración choca en ellos, la sensibilidad es tanta, que se
contrae y es un dolor gustoso sentirlo. Muerdo mi labio
inferior y al ver su lengua no puedo esperar por que lo haga,
me estoy sintiendo más excitada, mas ansiosa, más
deseada, una lamida profunda y lenta es deja en mi pezón,
para luego ser succionado y arañados por sus dientes.
Mis manos pasan a sus hombros y le aprieto tan fuerte, que
reprimo todas las palabras que quiero gritar, al sentir la
maravilla que esto me está causando. Bajo la mirada para
verlo y ya él me observa, aquello me vuelve aún más
deseosa, su mano libre encuentra uno de los nudos
laterales de la parte de abajo de mi bañador y con paciencia
los sueltas. Cae en mis pies y ahora sí, estoy
completamente desnuda ante Roy Lehner, vulnerable, con
mi alma abierta de par en par y sin un retorno.
Separa su boca de mi pezón y vuelve a mis labios, me cubre
con su cuerpo, con sus brazos y yo lo abrazo. Me gusta
sentirlo de esta manera, puedo sentir su erección chocar
contra mí, con nuestros labios unidos me encamina hasta
la habitación, torpes choques en el proceso y llegamos. Mis
piernas chocan con la orilla de la cama y me deja caer con
suavidad sobre el colchón, mi cabello suelto cubre mis
senos desnudos y mis manos cubre mi entrepierna, lo veo
bajar su short y solo queda en ropa interior, su piel es
radiante, pálida y su cabello resalta aun mas, sus tatuajes
se visualizan en su totalidad, y son hermosos.
Él vuelve hasta mí, abre un poco mis piernas y se encaja
entre ellas como si fuera una pieza de rompecabezas,
perfecta. Con movimientos circulares me deja sentir lo
erecto que esta y aquello logra que broten jadeos
profundos y mis manos tomen con fuerza la sabana de la
cama.
¿Estaré siendo muy fácil?
¿Estaré actuado de la mejor manera?
¿Esta esto todo bien?
Un millón de preguntas que me orillan a no continuar, y el
arrepentimiento nuevamente se adueña de mis sentidos.
–No puedo... –susurro, se detiene, aleja sus labios de mi
cuello y vuelve a mi rostro, besa suavemente mis labios,
sus dedos se enredan en mi cabello. –No, no voy a poder,
Roy. –frunce el ceño, besa mi hombro.
– ¿Ocurre algo? –la vergüenza me invade por completo,
asiento y cierro mis ojos, me apena decirle eso después
que entre besos húmedos y gemidos le di a entender lo
contrario. –Cuéntame... –dice tan neutral y casual, abro mis
ojos el lleva una media sonrisa en sus labios.
–Yo... –hago una pausa, niego, me cuesta un poco hablar.
–Es que yo... –nos miramos fijo, niego. –Roy, nunca he
tenido sexo, no sé cómo actuar, no sé qué hacer, yo...
–Lo haces bien –dice con esa voz un tanto dulce y ronca. –
Hasta ahora, no tienes idea de lo bien que me has hecho
sentir.
–No podría Roy, lo siento... –me mira fijo, una punzada en
mi pecho por no ver otra expresión en su cara, que no sea,
neutralidad. –Lo siento, no...
–Comprendo –me mira fijo. –No hay problema, será
cuando tú quieras, cuando tú lo desees, no tengo apuro,
lamento ponerte hasta este punto... –su voz expresando
sinceridad, mi corazón late con fuerza.
–Pero yo quiero, pero no creo que... –me detengo, intento
buscar las palabras correctas, no me fluyen. –No lo sé... –
me frustro, nos miramos fijo. –Si quiero...
– ¿Confías en mí? –asiento levemente.
–Sí, confió en ti –y sé que eso no lo esperaba, no esperaba
mi afirmación, lo sé por qué abre sus ojos con sorpresa.
–¿De verdad, Isabella? –vuelvo asentir.
–Y no sé por qué, pero, si Roy, confió en ti –tomo su rostro
entre mis manos, acaricio con mi pulgar su mejilla. – ¿Qué
me has hecho? ¿Por qué me siento de este modo contigo?
¿Por qué? –cierro mis ojos, me pierdo en mis
pensamientos.
–No Isabella, ¿Qué me has hecho tú a mí? –abro mis ojos y
sorprendida lo veo. –Quiero alejarte y debo mantenerte
lejos de mí, pero, tu y yo casados, tu dándome pie a esto, no
creo que me sea posible.
–No te alejes de mí, no ahora –une su frente a la mía. –
¿Por qué quieres eso? ¿Te he hecho algo malo? –niega. –
¿Entonces por qué?
–Die vergangenheit ist der schuldige und sie sollten nicht
dafür bezahlen –parpadeo, une su frene a la mía. –Te
cuidare, juro que te protegeré, pero por el momento, es
mejor que no lo sepas, ¿está bien? –y sin esperar, vuelvo
mis labios a los de él. –Isabella –susurra. –Por favor,
confía en mí.
– Lo hago –mascullo. –Lo hago, Roy –nos separamos un
poco más, nos miramos fijo. – ¿Serás dulce? –esboza una
sonrisa y asiente. –No lo puedo creer... –comento, me mira
fijo.
– ¿Qué cosa? –roza su nariz con la mía.
–Estamos siguiendo el protocolo de una luna de miel –ríe
un poco y besa mis labios. –Pero quiero continuar con esto,
aunque solo sea algo de protocolos e intimidad para
ambos...
–Yo no –susurra. –A mí eso de los protocolos no me gusta
–roza sus labios en los míos. –A mí me gusta lo que es real
y no ficticio, Bella... –trago grueso. –Y tú eres real, muy
real...
Enmudezco y solo disfruto de su caricia en mis piernas. Sé
que en el momento en que Roy me haga suya, para mi nada
será olvidado y fingido, porque, aunque intento hacer esto
por un deseo incontrolable que siento por él, es mi primera
vez y eso es jodidamente imposible de borrar.
Se aleja de mí y termina por quitar su última prenda de
ropa, llevo la mirada hasta su miembro, lo veo a él, un brillo
en su mirada, una sonrisa de lado, me gusta lo que veo. Se
coloca a mi lado, abre un poco más mis piernas y las
yemas de sus dedos comienzan acariciar mi vientre. Un
tacto dulce, lento y que logra que todo reaccione en mí.
Desciende hasta llegar a mi entrepierna, abre mis pliegues,
siento la humedad y su dedo índice y medio comienzan a
rozarme con suavidad, en círculos y una presión algo
fuerte.
Roy logra que voltee a verlo, me arqueo cuando llega a mi
entrada y vuelve arriba, siento mi garganta seca y la
respiración entre cortada. Une su frente a la mía, nos
miramos fijo, ahogo un gemido y me besa.
– ¿Te gusta? –asiento, y no sé qué me gusta más, si su
manera de hablarme o como me toca. –Voy a introducir
uno muy lentamente, ¿Esta bien?
–Sí, e–está bien...
Y eso hace, con lentitud lo hace y yo dejo salir con pesadez
mi respiración. Siento un poco, solo un poquito de
incomodidad, pero es tolerable, entra y sale repetidas
veces. Me estremezco un poco porque la sensación que
eso me provoca, me gusta mucho. Lo rodeo con mi brazo,
mis dedos enredándose en esa maraña azabache y en
cuanto siento que ya no es uno, si no, dos dedos, un
gemido brota sin más y me aferro a su cabello.
– ¿Esta bien así? ¿Me detengo? –niego con prisa.
–No, no te detengas –continúa estimulándome, y yo
dejándome llevar por el momento, abro aún más mis
piernas. –Roy... –mascullo, muerdo mi labio inferior, un
gruñido de su parte.
–Mírame, ¿sí? –lo hago, roza sus labios en los míos, y me
da un beso profundo.
Termina con sus dedos y pasa a colocarse encima de mí, el
movimiento de sus caderas contra mi logra que me
estremezca bajo su cuerpo y me gusta mucho. Siento su
miembro rozar con suavidad y me hace jadear, mis manos
pasan a su espalda y con calma clavo mis uñas. El roce, el
solo roce de su miembro erecto en mi intimidad me envía
oleadas placenteras y necesito más, quiero mas.
–Quiero más de ti, Roy...
– ¿Si? –esa voz ronca. –Y yo creo que nunca tendré
suficiente de ti, Isabella –profundiza un beso, se vuelve tan
carnal, tan ansiado. Entremete su mano derecha y
comienza rozar con más presión, los gemidos son más
seguidos, siento como si me faltara la respiración. –Bonita,
lo hare con suavidad, solo intenta mantenerte relajada y
tranquila, ¿sí? –asiento, y no puedo evitar sentirme bien,
cuando me dice; bonita.
Con lentitud, comienza adentrarse en mí, mis quejidos
brotan y mis uñas clavándose en su espalda, me susurra en
el oído, aparta el cabello de mi rostro y choca su frente con
la mía. Todo es un maremoto de sensaciones, sus labios
besan con suavidad los míos, los roza dándome aquello
como una caricia, siento el ardor en mi intimidad, me aferro
con fuerza a él, muerdo el interior de mi mejilla, siento el
sabor metálico de mi sangre.
Busco mirarle, necesito hacerlo, alza su rostro y me mira
fijo, noto el sudor en su piel, la habitación semi oscura, el
sonido del mar en calma. Una repentina, pero leve punzada
de dolor, una extraña molestia, pero es algo que se está
comenzando a sentir placentero.
Ya completamente dentro de mí, se queda por unos
segundos que se me hacen eternos y comienza hacer
movimientos de atrás hacia adelante con lentitud. Suelto un
gemido que se asemeja más doloroso que de placer, mi
pecho sube y baja cierro mis ojos con fuerzas. Intenta
moldearse a mí, él intenta mantenerme tranquila y relajada,
lo logra, sus dedos suben y bajan por mis mejillas, me besa
deliciosamente.
Suelto algunos quejidos, pero la sensación de deseo está
allí, palpable, la manera en como par de cuerpos se están
intentando llevar bien, intentan moldearse a la lujuria, a las
ganas que tienen de estar juntos.
– ¿Te encuentras bien? –susurra con calma. –Isabella...
–Sí, sí, un poco, es algo incómodo… –suspiro. –Pero, me
gusta.
–Ya luego será más placentero, te lo prometo –tomo su
rostro entre mis manos y acerco el mío al de él.
–Me gusta esto, Roy –lo beso. –Mucho...
–Y tú a mi... –besa la punta de mi nariz. –Tu a mí, eres lo
que más me gusta, de todo esto.
Continua sus movimientos, aquellos me están gustando
aún más, muerdo mi labio inferior, su cuerpo sudado
chocando contra el mío, mis labios se pasean por su rostro,
seguido de su cuello, abro un poco más mis piernas y lo
siento aún mejor dentro de mí. Apoya sus manos en la
cama y se aleja un poco de mí, su mirada baja y observar
con fijeza él y venir de su miembro, eso me calienta, lo veo
morder su labio inferior, vuelve su mirada y sonrie.
–Me casaría contigo un millón de veces más, para disfrutar
de tu cuerpo, de tus besos, de ti, una y otra vez... –cierra
sus ojos y al acercarse más, choca su frente con la mía. –
Joder, Isabella, que hermosa eres... –entre jadeos me dice
eso y yo no hago nada más que evitar que el corazón me
comience a latir con prisa, más de lo que está en este
momento. –Eres mía, lo sabes, ¿no? –asiento, sus
movimientos suaves, el sudor de ambos uniéndose. –Tan
mía que soy el único que puede hacerte el amor, que puede
besar cada parte de tu cuerpo, solo yo bonita, nadie más.
-Solo tú...
-Soy tu primero y tu último, me importa una mierda el
contrato, me importa es esto que ambos hemos permitido…
–acerca sus labios y me besa con más profundidad. –
Desnudarnos y enredarnos en la cama, eres una arrogante,
pero eres la arrogante que tanto me encanta.
–Tú... –gruñe y eso logra encenderme a un más. –Roy, ¿Por
qué me haces sentir así? –enredo mis dedos en su cabello,
me quejo un poco, continúa moviéndose. – ¿Qué es?
-Te gusto –este se vuelve un primitivo de pronto, alza mi
pierna hasta su costado, la posición me hace sentir aún
más y forma estragos en mí. –Te gusto, Isabella, así como
tú a mí.
-Me gustas... –digo en un susurro, nos miramos fijo. –Sí,
me encantas...
Y si, lo hice, lo he dicho, lo he confirmado, Roy me gusta,
mas allá de todo, mas allá de un contrato y un jodido
protocolo. No comprendo por qué mi corazón actúa de esta
manera, y como ha de fijarse en él, de la noche a la
mañana.
Desde que dimos el sí, y sus labios se unieron a los míos,
las cosas dieron un giro inesperado y ahora me encuentro
deseando a este hombre día y noche.
–Roy... –enfoca su mirada en mí, asiente. –Me da miedo
sentir, más que un gusto, por ti –apunto, desciende sus
movimientos, me mira fijo.
–Yo tampoco quiero, más que un gusto por ti, Isabella –
comenta, acaricia mi cabello. –Yo, no lo tengo permitido.
– ¿Y qué ocurre si sucede? ¿Si esto se vuelve más intenso?
–choca su frente con la mía, un gruñido más escapa de sus
labios.
–No lo sé –dice con honestidad. –P ero contra viento y
marea, así sea en secreto, te mantendré conmigo, lo
prometo, yo, te lo prometo.
Y la noche se vuelve larga y llena de todo, para nosotros
dos.
Capítulo 12 - Debilidad.
Con su cabeza recostada en mi pecho, su cabello cubriendo
sus hombros Isabella se quedó dormida. Después de haberla
hecho mía, de a ver disfrutado cada parte de su cuerpo, de
tocar, de explorar, nos dimos un baño en la tina y ambos en
un silencio que, aunque no pueda creerlo, no se tornó
incómodo.
Al volver a la cama nos metimos entre las sabanas, sus
besos en mi pecho, sus dedos trazando cada tatuaje que
llevo plasmado en mi piel, sentía que me quemaba con cada
tacto de su parte. No cabe duda que ella es mi fuego, no
puedo creer que la hice mía, que yo he sido la primera vez de
ella, de esta chica que no ha hecho más que darme dolor de
cabeza, de hacerme recordar el pasado.
Mis dedos suben y bajan en su brazo, su pierna enredada
entre las mías, la luz de la luna se cuela por las cortinas y
choca en su piel pálida. No sé qué haré con esto, no sé si
hice bien, pero el deseo y las ganas de hacerla mía no se me
arrebataron en ningún momento. Si por mi fuera de verdad
estaría haciéndole el amor a cada instante, no me cansaría
de recorrer toda su desnudez y esto está mal, toda esta
mierda está mal.
Tengo prohibido sentir por ella, lo tengo prohibido y yo más
que nadie lo sé, y no cumplí, no cumplí con mi trato y ahora
no sé cómo se tornaran las cosas. En cuanto aquellas
personas sepan que estoy interesado en una mujer, no harán
nada más que joderme la paciencia, de buscar la manera de
joderme la existencia, lo menos que quiero es hacerle daño a
Isabella, es lo menos que quisiera.
Se lo prometí a papá, le prometí que no sentiría por ella y
ahora la he cagado, ya la hice mía, ya me metí en su piel y
ella en la mía. Debí evitarlo a toda costa, pero sus besos
pasaron hacer mi adicción en solo una fracción de segundos.
– ¿No dormirás? –su voz un poco ronca me toma
desprevenido, se aleja un poco de mi pecho y me sonríe de
boca cerrada.
–No puedo, tú lo evitas –me mira fijo. –Debo disfrutar de tu
cuerpo, me gusta contemplarlo… –me da una sonrisa y
acercándose hasta mis labios me da un casto beso.
–Entonces no lo hagamos, a mí también me gusta verte así...
–en cada palabra que Isabella expulsa, para mí es una jodida
revolución de sensación que me recorre todo el cuerpo.
Aparta la sabana que nos cubre de golpe y la veo desnuda
otra vez. – ¿Puedo? –señala mis tatuajes, yo asiento.
Sus dedos nuevamente comienzan a pasearse por ellos, pero
ahora son sus labios también parte de eso. Comienza a
rozarlos y deja cortos besos, cierro mis ojos al sentir aquel
tacto, dejo salir todo el aire de mis pulmones.
–Impregnata nella mia pelle, nel mio cuore e nella mia anima,
questa è la mia vita… –su italiano fluido, abro mis ojos y la
veo rozar con su dedo índice mi tatuaje del costado derecho.
–Impregnada en mi piel, mi corazón y mi alma, eso eres vida
mía... –lo traduce, trago con dificultad, ella sube su mirada y
me sonríe.
–No sabía que...
–Se italiano, es mi idioma favorito, estas palabras son muy
bonitas, ¿La amaste mucho no? –el corazón se apretuja y no
digo nada, ni siquiera un gesto, salgo con prisa de la cama.
Al salir de la habitación, cierro la puerta tan fuerte que el
sonido en esta calma es fastidioso. Busco la caja de
cigarrillos y enciendo uno, abro las puertas corredizas que
dan a un balcón y salgo. Desnudo frente al mar, me consumo
aquel cigarro tan rápido que yo mismo me sorprendo, tengo
tantas ganas de golpear algo. Que la mencionen de esa
manera es jodido para mí, sé que Isabella no sabe nada
acerca de mi pasado, pero le he comentado pequeños
fragmentos y de seguro de allí saco la conclusión.
La escucho venir, a paso lentos y silenciosos, lo sé por qué
todo esta jodidamente en calma que hasta un simple y
diminuto sonido se puede escuchar. Volteo a ver y la veo
rodeada con la sabana en su cuerpo recostada al umbral de
la puerta corrediza, lleva su mirada gacha, juro que no me
gusta verla de esa manera, pero me siento cabreado
totalmente y no quiero herirla con mis palabras.
–Roy, yo… Lo siento, no quise incomodarte. –con un
movimiento de cabeza le pido que se marche. –Fue una
imprudencia de mi parte, realmente lo siento. –muerdo mis
dientes con fuerza y asiento.
–Vete y déjame solo. –no escucho nada más y volteo, le veo
de espalda y caminando de regreso a la habitación, se
detiene y yo vuelvo mi vista al frente.
Termino de consumir un par cigarrillos más y vuelvo dentro.
Seguro de que ya esté dormida y pueda volver a la habitación
sin tener que lidiar con ella. De verdad que lo menos que
quiero es explotar contra ella, de decir cosas que ella no
tenga idea y conocimiento, no es lo que quiero, no es lo que
deseo.
Al volver a la habitación me detengo en seco, la veo parada
junto a la cama, colocando una de las batas de baño. Se
tensa al escuchar mis pasos, me mira por encima del
hombro, yo intento acercarme hasta ella, sigiloso, evitando
un rechazo de su parte y tomo su antebrazo. Sus azules
desorbitados, brillantes, la firmeza con la que me mira, me
hiela el cuerpo.
– ¿Qué haces? ¿Dónde iras? –se suelta de mi agarre con un
leve forcejeo y pasa a mi lado.
–Mi habitación... –se encoge de hombros. –Que descanses
Roy. –a pasos apresurados sale de la habitación y corro
detrás de ella, me da coraje tener este tipo de impulso con
Isabella.
–Isabella, vuelve a la cama... –niega mientras recoge su
cabello. –Date media vuelta y vuelve a la habitación... –toma
el pomo de la puerta y evito que la abra. –¡Maldita sea, que
vuelvas a la habitación! –grito tan fuerte que puedo ver el
horror plasmado en su cara, la sorpresa, la inquietud. –
Joder... –trago grueso. –Bonita, no quise gritarte, ven vuelve
a la cama, por favor ¿sí?
–Apártate de la puerta, quiero ir a descansar, sola. –con ese
tono firme y punzante de hace unos días. –Así que apártate,
Roy, quiero irme... –lo dice sin mirarme a la cara, niego. –No
seas infantil, Roy, déjame ir, no hago nada aquí, por favor... –
su voz se torna de pronto suplicante. –Apártate...
–Bella, claro que, si haces mucho aquí, estás conmigo, los
dos en la cama, desnudos, disfrutando el uno del otro, no
seas así, Isabella, vamos, vuelve... –esboza una sonrisa
carente de felicidad y me observa.
–Lamento el haberte incomodado, ¿bien? Te pedí disculpas y
me trataste como siempre, tosco y distante –se encoge de
hombros. –Lamento, lamento el haber mencionado algo que
por lo que veo te lastima, Roy, de verdad lo siento, pero no
quiero dormir contigo, no quiero despertar a tu lado, no
puedo, y la verdad es que, todo esto... –nos señala a ambos,
a la habitación. –Fue un jodido error y no sé cómo lo harás,
pero mañana mismo quiero volverme a casa, me quiero ir... –
dejándome totalmente inmóvil incapaz de emitir alguna
palabra, me aparta de un manotazo, abre la puerta y se
marcha.
...
Isabella Massón
No hice nada más que echarme a llorar por lo que quedaba
de noche, estoy enrollada entre las sabanas con –
probablemente–, mis ojos hinchados y unas ojeras que no
pasan a creer. Mi piel con esa sensación de su tacto, mis
labios con esos leves roces de sus besos, mi intimidad
doliendo un poco y eso me jode tanto, porque me hace
querer regresar el tiempo, horas atrás, para evitar a toda
costa el tener sexo con Roy.
No debí entregarme a él, no debí darle ese derecho, no debí
ir así sin más, pero fui tan débil, sus besos me encantan,
sus caricias, su respiración en mi piel, el sentirlo desnudo,
todo.
Y la cague, sé que lo hice, fue el peor y maravilloso error
que pude cometer, pero aquí estoy, sin mi pureza y llorando
como una idiota. Espero que por lo menos logre que
volvamos a casa y si tenemos que esperar hasta el día de
mañana pues me quedare encerrada, no tengo ánimos de
lidiar con él, realmente es lo menos que deseo.
Dos toques a la puerta me toman por sorpresa y salgo de la
cama apresurada, me detengo frente a la puerta y
nuevamente vuelven a tocar.
– ¿Quién es?
–Servicio a la habitación señorita. –una voz fémina y suave
se escucha del otro lado, abro la puerta y una señora de
quizás unos cincuenta años me sonríe. Trae consigo un
carrito repleto de comida. –Es su desayuno señorita. –
asiento y ella entra para dejarla en el pequeño espacio.
–Gracias, pero yo, no lo pedí. –esboza una sonrisa y pasa a
mi lado, se detiene delante de mí antes de marcharse.
–Lo hizo su esposo, que tenga un buen provecho.
Y sin más se marcha, cierro la puerta y camino hasta el
carrito que contiene toda la comida. Un tazón lleno de
frutas es lo único que me apetece de todo esto, lo tomo,
abro las puertas corredizas que dan con el balcón y camino
de regreso hasta el sofá que esta junto a la ventana. Quería
sentarme fuera, pero después de abrir las puertas imagine
que quizás Roy estaría fuera y no quiero ni mirarlo.
Mientras cómo, llevo uno y otro y otro trozo de fruta
diferente a mi boca, recuesto mi cabeza al espaldar del
sofá, y sin más las lágrimas comienzan a descender por
mis mejillas. Fui demasiado estúpida, fui demasiado dócil,
entregada y débil, pero no es momento para
arrepentimientos, ocurrió lo que tuvo que ocurrir, y no me
queda de otra que seguir y saber lidiar con mis
pensamientos.
_
Toda la mañana se me paso recostada en el sofá y luego
en mi cama, el sueño era lo único que me consolaba y por
lo que puedo adivinar no nos iremos el día de hoy. Roy no
se pronunció, ni siquiera ha enviado a alguien para decirme
que esta misma noche volveremos a casa, pero necesito
salir, no quiero estar encerrada. Después de lo que ocurrió
anoche, lo primero que pensé que sería el día de hoy eran
salidas, ir a la isla que me había dicho que iríamos o quizás
una cena juntos, pero a cambio de eso, el día ha sido esto,
mantenerme encerrada en mi habitación.
Decidida a salir y caminar un rato, tomo uno de los vestidos
que compre y un abrigo tejido. Aun es de tarde, pero en un
cualquier momento la noche caerá y sé que hará un frio
terrible. Cepillo mi cabello, coloco unas sandalias bajas,
tomo mi móvil y salgo de la cabaña, no sin antes ver a
ambos lados y asegurarme que Roy no este por el lugar.
Todo está solitario y una pareja está saliendo de una de las
cabañas y toman el camino a la playa, yo haré lo mismo,
pero prefiero caminar por el lugar.
Con el sol aun brillando, pero no con tanta intensidad, tomo
camino, el abrigo –aunque es para el frio– no es incómodo,
es más, me cubre del sol y camino apresurada, lo menos
que quiero es chocar con Roy. Al bajar los escalones mis
pies se hunden en la arena blanca, doy unos pasos más y
llego a la civilización del lugar. Esto es como especie
de resort y aunque esta abarrotado de gente el sonido de la
música ambientada y las personas no llega hasta las
cabañas.
Camino por todo el lugar, me detengo en algunas tiendas y
veo todo tipo de recuerdos, me da tanto pesar no llevar
conmigo dinero, si no le hubiera comprado algo a mi familia
como recuerdo. Solo me dispondré a observar y disfrutar
de la música en el lugar.
Sonrió al ver a un chico con una guacamaya roja con
colores azules y amarillos, posada en su brazo, le da algo
de comer y me acerco a él. Con una sonrisa me recibe y me
pregunta que, si la quiero sostener, emocionada asiento y
eso hace. La coloca en mi brazo y la ternura del ave se
refleja cuando comienza acariciar mi cabello con su pico.
–Su nombre es Coqueta, es hembra... –me dice y con mi
dedo índice acaricio su pecho.
– ¿Podrías tomarme una foto?
Él asiente y le entrego mi móvil, toma la foto y yo sonrió
feliz. De verdad que me encantan las aves, ellas pueden ser
libres volar donde lo desean, pero algo que ellas tienen y es
similar al ser humano, es que, a pesar de ser libres, vuelven
a los brazos de sus dueños. Solo espero que eso no me
ocurra con Roy, volver a algo que claramente me va hacer
muy mal en mi vida.
La guacamaya pasa de mi brazo a la de su dueño y con
agradecimiento tomo mi móvil y me despido del chico.
Otras personas se acercan a él y por mi lado, sigo mi
rumbo, paso por otras tiendas y me detengo en uno de los
puestos de bebida. Por estar hospedado en el lugar puedes
pedir lo que desees, así que eso es lo único que me puedo
permitir, tomar y comer, le pido un batido sin alcohol al
chico de la barra y sonriente me lo entrega. Le agradezco y
decido seguir sin rumbo fijo.
Me detengo sobre un corto puente, debajo hay un estanque
y un montón de peces Koi están debajo de mí. Nadan de un
lado a otro, una niña se coloca a mi lado y lleva una bolsita
de comida para peces y ríe mientras les avienta, yo sonrió
al ver eso y me entretengo viendo aquello.
– ¿Quieres darle de comer? –volteo al escuchar a la
pequeña y con una sonrisa asiento. –Abre tu mano. –la
extiendo y abro mi mano, ella pone un poco de comida para
peces y ahora somos las dos quienes los alimentamos.
Son unos peces grandes y coloridos, me gusta mucho los
que son blancos y con manchas de un naranja fuerte.
Termino de aventarles la comida y le agradezco a la
pequeña.
Continuo hasta llegar a una banca y ya el cielo está
tornándose con un montón de colores vivos, el naranja y un
amarillo más fuerte esta sobre nosotros, de verdad que
en Las Bahamas los crepúsculos son hermosos.
El sonido de unos tambores se escucha acercarse, las
personas comienzan a gritar y aplaudir, un grupo de chicos
vienen con ellos colgando de sus hombros y tocando con
una sonrisa plasmada en su rostro. Las personas
comienzan a bailar y disfrutar del espectáculo, yo solo me
quedo sentada y sonriendo mientras todos disfrutan de
aquello. Siento de pronto el móvil vibrar en mi bolsillo y lo
busco, el nombre de Roy reflejado en la pantalla, la bloqueo
y lo guardo nuevamente.
A los pocos segundos vuelve a vibrar, pero no le doy
importancia, por un momento quiero tener un poco de paz,
sin pensar en lo que ocurrió en la noche y mucho menos el
pensar lo que ocurrió por la madrugada, quiero olvidar por
solo un momento el jodido error que cometí, en el que me
metí.
_
En cuanto el espectáculo termino me dispuse a volver a la
cabaña, revisé el móvil y tenía aproximadamente quince
llamadas perdidas de Roy y las cuales no les di
importancia. De regreso, ya la noche está aquí y la playa
esta iluminada por las antorchas, veo en la lejanía donde
me estoy hospedando y aun no quiero volver, tomo camino
a la derecha y quitando mis sandalias comienzo a caminar
por la orilla de la playa, la fuerte brisa me hace tambalear,
pero me mantengo firme.
Al voltear veo que he caminado lo suficiente, me dejo caer
sobre la arena y comienzo a enterrar mis pies en esta. El
sonido del mar, la luz de la luna reflejada en el agua, cierro
mis ojos y todas las imágenes de lo que ocurrió con Roy
vuelve a mí, incapaz de abrir los ojos para alejar eso de mi
mente continúo torturándome.
Sus besos que se volvían más frenéticos, pero que luego no
fueron más que dulces y calmados. Sus manos apretando
mis caderas, la yema de sus dedos acariciando mi torso,
luego mi espalda, sus besos que volvían y descendía por
ella, sus dientes mordiendo con suavidad y deseo, todo fue
perfecto, tal cual uno la mujer en ocasiones se imagina la
primera vez.
Solo unos largos minutos yo sola en este lugar, me hizo
sentir bien y por lo menos disfrutar lo poco que queda de
este viaje. Decido volver a la cabaña, subo los escalones y
ahora sí, el suéter está dándome el calor que necesito. Mi
cabello se agita con la brisa y el frio recorre mis piernas
desnudas, toda mi piel se eriza, pero mis hombros se
tensan al verlo recostado a la barandilla junto a la puerta de
mi cabaña. Me detengo en seco e intento darme media
vuelta para marcharme de allí, pero sus grises de inmediato
me observan y lo veo separarse de la barandilla y no hace
nada, ni siquiera dice algo.
Busco el coraje que se me marcho en cuanto lo vi y
continuo mi camino a la cabaña. Ignorare sus palabras,
intentare no escuchar lo que quiera decirme, paso a su lado
y tomando mi mano me detiene. Trago con dificultad y
cierro con fuerza mis ojos, forcejeo un poco, pero él no me
suelta, de verdad que no tengo ánimos de nada, no quiero
ni siquiera abrir mi boca y hablar.
–Isabella... –su voz me envía oleadas de confusión, volteo
a verlo, sus ojos achinados y rojos, veo lo tambaleante que
va. – ¿Por qué no respondías mis llamadas? Yo, creí que te
habías marchado...
–No tengo dinero para regresarme, ahora suéltame quiero
descansar. –niega, y tomando mi mano la choca con su
frente, está borracho, no cabe dudas. –Roy, suéltame…
– ¡No! –grita fuerte y sube su mirada. –No, no lo haré,
hablemos si, por favor bonita.
–No me digas bonita... –suelto su agarre y rápidamente
abro la puerta y para mi mayor sorpresa es el quien entra
primero que yo, logro escabullirse de una manera que me
dejo estupefacta en el sitio. – ¡Joder!
Entro y cierro la puerta detrás de mí, me cruzo de brazos, él
da pasos hasta mí, pero niego repetidas veces, él no deja
de hacerlo y aquí viene la maldita debilidad que tengo con
Roy.
–No te atrevas... –toma mi cintura con su mano derecha y
con la izquierda ahueca mi mejilla, el fuerte olor a licor me
repugna y nuevamente cierro mis ojos, no quiero verlo, no
puedo. –Deja de ser de esta manera, ¿Por qué me haces
esto?
– ¿Qué cosa? –escupe las palabras sin más y yo no sé qué
decir.
–Vete, ¿sí? –niega. –Por favor, te lo suplico, márchate de
aquí. –vuelve a negar.
–Mírame Isabella, mírame... –vacilante abro de a poco mis
ojos y lo veo, sus grises se enfocan en mis azules, la
debilidad se está intensificando más y me da coraje. Su
mano que estaba en mi cintura ahora está rozando mi
pierna, colándose por debajo de mi vestido, con tan solo
sentir su tacto, jadeo, me deja sin aliento. – ¿Quieres que te
haga mía? –volteo a un lado y niego. –Mírame Isabella... –
niego y su mano tomando mi mentón me hace voltear y
verlo. –Dímelo, viéndome a los ojos, dime que no quieres.
–No… –me detengo y me maldigo por no continuar la frase.
–No, no quiero…
– ¿No quieres que? –muerdo mi labio inferior por la rabia
de ser una idiota, una débil con él tan cerca.
–Que me hagas tuya, no quiero, ya déjame, debo
descansar.
–Mentirosa. –susurra muy cerca de mis labios. –No haces
nada más que decir mentiras, mentirosa... –sus labios
comienzan a rozar los míos y aquello me está haciendo un
mal extremo, siento un dolor en la boca de mi estómago,
aprieto con fuerza mis piernas, ¿Qué me pasa? Aquella
mano que rozaba mi pierna, rápidamente se adentra en mi
ropa interior y sus dedos índice y medio tocan, rozan y
juegan en mi intimidad. –Ves... Mentirosa, vas tan mojada…
–cierro con fuerza mis ojos y mis manos se aferran en sus
hombros mientras que con una rapidez inexplicable mueve
sus dedos en mi humedad. –Isa...
–Para, por favor, Roy, para... –entre jadeos y con una fuerza
que no hace más que ponerse débil, intento alejarlo, él
niega y oculta su rostro en mi cuello, su lengua comienza
hacer lo suyo, logrando así que mi cuerpo reaccione a él. –
Detente, Roy, ya detente... –saca su mano de mi ropa
interior y con ambas rápidamente la baja de un tirón. El
vestido pasa por encima de mí y para este punto ya me es
inevitable evitar lo que quiero. –Apártate. –estoy por pasar
a su lado y lo evita.
–Deja de reprimir lo que quieres –nos miramos fijo. –Tú
quieres esto tanto como yo, ¿no es así? –la firmeza de su
mirada me hace traga grueso, mi cuerpo tembloroso, mis
manos entumecidas, si quiero.
De inmediato quito mi brasier y lo lanzo a algún lugar de la
habitación, Roy quita su franela y también la lanza a un
lado, ambos nos observamos, y con una extrema
necesidad, nos pegamos el uno al otro. Su piel cálida
uniéndose a la mía, mis labios recorren sus hombros, mis
uñas se clavan en su espalda, Roy muerde la piel de mi
cuello y besa como loco.
Nos encontramos caminando a cualquier lugar de esta
habitación, mis pies chocan con el borde del sofá y me dejo
caer. Roy se arrodilla y tomando mi pie izquierdo lo alza y
su nariz comienza a olfatear por toda la piel de mi pierna.
Jadeante lo observo, mi pecho es un vaivén, me acerco a él
y tomo sus hombros, sus grises me miran fijo, y beso sus
labios.
–Deja de dar tanto rodeo, ven.
Con un desespero que ni yo misma me lo explico, lo atraigo
hacia mí. Mi intimidad se contrae por las jodidas ganas que
tengo de ya tenerlo dentro, lo anhelo a pesar de la
incomodidad que aún tengo. Roy se coloca de pie, trago
grueso al ver lo erecto que va, y de un tirón baja sus
pantaloncillos y ropa interior, la respiración se me vuelve un
desastre, relamo mis labios, le escucho gruñir.
El pelinegro se abalanza sobre mí y logra acomodarse entre
mis piernas, rozando su miembro erecto con mi intimidad y
así me hace arquear la espalda por la oleada de deseo, que
eso me provoca. El roce, el solo roce y la presión que este
hace logra que un ligero gemido brote de mis labios y la
respiración se me vuelva un desastre.
–En cuanto lleguemos a la ciudad. –susurra con su voz
entrecortada. –Te pondrás en control, ¿vale? –asiento
levemente, nos miramos fijos, sonríe, me besa. –Lamento
lo de la madrugada... –Otro beso más y uno dejado en mi
cuello. –No soy bueno para ti, Isabella –confiesa. –Pero
intentare lo mejor contigo. –sé que son solo palabras en
medio de una borrachera, pero solo por este momento,
fingiré que son reales. –Joder, ¿Por qué eres tan hermosa?
–masculla, uniendo su frente a la mía. – ¿Por qué eres tan
preciosa? –noto como muerde sus labios, un ligero gruñido
brota de sus labios. –Perfecta... –y de un momento a otro y
con una estocada suave y fuerte al final, me penetra. Un
chillido sale con fuerza, aprieto sus hombros y la
respiración se me entrecorta.
Con un ir y venir dentro de mí, sus besos vagando por mis
labios, cuello, mentón y pecho, me dejo llevar nuevamente
por la debilidad, el deseo carnal y la insistencia de Roy. Los
gemidos se intensifican aún más, las ganas de pasar toda
la noche de esta manera con él no se esfuman y una vez
más, mis ganas de estar entre sus brazos, reino.
Capítulo 13 - Decisión dolorosa
Tiempo atrás.
– ¿Había necesidad de venir a este casino? –William me mira
por encima del hombro y asiente.
–Joder, Roy, tenía meses sin verte, por lo menos una noche
de locura debemos tener, ¿no? –sonríe. –No hay necesidad
de venir a un casino y apostar, simplemente tomemos y
obtengamos a alguna chica –ruedo los ojos al cielo y
pesaroso nos adentramos al lugar.
Tomamos asiento en uno de los sofás de terciopelo negro,
una mesa ancha delante de nosotros y de inmediato dos
chicas se acercan. Colocan par de vasos con hielo y una
botella de whisky, subo mi mirada para agradecer y tan
pronto lo hago, todo en mí se estruja, es como una extraña
sensación, ¿emoción? ¿deseo? No lo sé.
Unos ojos ambarinos me miran fijo y una sonrisa se forma en
sus labios, su cabello largo castaño claro y que, gracias a la
luz blanca, le hace reflejar mechones amarillentos. Le cae, a
ambos lados, a la altura de sus hombros, su piel bronceada,
su nariz respingada y unos hermosos pómulos. Sus labios
van de un color rojo fuego y su uniforme consta de una
camisa negra y un short corto dorado, una sonrisa de lado se
forma en mis labios.
Con una leve reverencia se marcha junto a su compañera la
cual solo note su cabello rubio, le observo hasta que entra
nuevamente a la barra. El codo de William a mi lado me hace
espabilar y al voltear tiene un vaso servido entre sus manos,
le agradezco y brindamos. Me doy un sorbo, nuevamente la
mirada viaja hasta la barra y para mi mayor sorpresa, la chica
ya me observaba, elevo un poco mi vaso y al sonreírme
voltea su mirada y continua su trabajo.
– ¿Vienes muy seguido? –le pregunto a mi compañero quien
tararea la canción que ahora está sonando, voltea a verme y
asiente.
–Cuando no quiero estar en el bar de mi hermano, sí, siempre
termino aquí, solo o en ocasiones con una esbelta y guapa
mujer –se encoge de hombros.
– ¿Le conoces? –me mira confundido y luego señalo a la
castaña de la barra.
–Ah, qué raro Roy interesándose en meseras o bailarinas de
club –rio y golpeo su hombro. –Pero si, en ocasiones que
estoy en la barra ella me atiende, es muy guapa –asiento, no
aparto la mirada de ella. –Creo, si no me equivoco se llama
Lorena, Laura, de verdad no lo sé... –vuelve a encogerse de
hombros y no dice nada más.
Para ser sincero he tenido graves problemas con papá por mi
peculiar gusto por las mujeres. Me gustan las fáciles, las
prohibidas, siempre término enredado con una bailarina de
bar o en ocasiones con una bartender o mesera que ya este
comprometida. Suelo darle dolores de cabezas a papá,
porque siempre es quien me salva de mis estúpidos
problemas.
La última vez me enrede con una bailarina, aquella que
pensando lo bien, era una diosa en la cama. Me encapriché
tanto que quise sacarla de ese lugar, sin pensar las
consecuencias que me rodearían. Le pertenecía al dueño del
club donde bailaba, me importo una reverenda mierda eso y
de igual manera intente llevármela conmigo. Todo se volvió
un desastre y fue papá quien me ayudo con mi mierda en
aquel entonces.
Entre vasos de whisky y me quedo viendo de un lado a otro,
el lugar. Las personas, los hombres con anillos en su dedo
anular y con una jovencita a su lado, algunas mujeres se
pasan un largo rato de la noche, acompañadas o solas.
William me dejo solo al ver a una pelirroja pasar delante de
nuestra mesa, le arrebato los sentidos y se fue detrás de ella.
– ¿Otra botella? –escucho una voz femenina, fina y
melodiosa, enfoco mi mirada al frente y la veo, con una
bandeja en sus manos y con una sonrisa de boca cerrada. –
¿Y bien? –dejo el vaso sobre la mesa que ella hace un
momento limpiaba.
–No, está bien, ya estoy por marcharme.
– ¿Tan temprano? –enarco una de mis cejas y la veo de pie a
cabeza. –Disculpe, está bien, le traeré la cuenta.
–Si tú te sientas conmigo, no tendría problema alguno de
tomar otra botella... –la clara sorpresa en su rostro, las
mejillas ruborizadas.
–No… Yo…
–Lorena, ¿Qué haces? Vuelve a trabajar... –la voz algo fuerte
masculina y ronca se escucha tan cerca, volteo a la derecha y
un tipo la toma del brazo y con mandíbula apretada le señala
la barra. –Anda...
La castaña sale rápidamente de allí, el tipo me mira por
encima del hombro y se marcha. Llevo mi mirada hasta la
chica, quien ahora es muy obvio, está nerviosa. Me levanto y
tomo camino hasta ella, pero me freno por el simple hecho
de que no quiero meterme en problemas y recién vengo
llegando a la ciudad. Así que opto mejor por buscar a mi
mejor amigo. Logrando dar con él, lo veo en una esquina con
la pelirroja entre sus manos.
Para que no diga que soy una mierda, seré yo quien cancele
la cuenta. Sin más vuelvo a la barra y si, sé que lo hago solo
para toparme con la chica de ojos color ámbar. Al verme
esboza una sonrisa, tímida, pero hermosa, entrega el papel
con la cuenta y buscando mi tarjeta se la entrego y a los
pocos minutos me la entrega.
–Espero volver a verte pronto, Roy Lehner... –el tono de voz
con el que menciono mi nombre se torna, retador, deseoso,
nos miramos fijamente y con una sonrisa de lado asiento.
–Lo haré, no lo dudes... –la veo tensarse, pero es muy obvio
que esto le gusta.
– ¿Nos iremos? –escucho la voz de mi compañero y con una
mano en mi hombro volteo a verlo.
–Sigue con tu pelirroja, yo me harte de estar aquí... –volteo a
ver a Lorena, quien no deja de vernos. –Nos vemos, hermosa
–asiente y sonríe. – ¿Vamos? ¿O te quedas? –le digo a
William sin apartar la mirada de la castaña.
–Si, vamos, después de haberme besado como una
diabólica, la condenada no se quiso ir conmigo, así que si,
marchémonos –asiento y me doy media vuelta.
Pasamos entre las personas que se sienten perdidas entre
los juegos, apostando todo el dinero que tienen o el poco que
les queda. Al llegar a la puerta doy un último vistazo a la
barra, aunque esta algo lejos, allí está la castaña con su
mirada puesta en mí, con una sonrisa formada en sus labios
y yo sin poder imaginar, que ella sería mi perdición y el
infierno donde pronto caería.

Isabella Massón.
La pesadez en mis ojos es muy evidente, la falta de sueño
me esta pasando factura, en la lejanía escucho el mar, la
brisa y algunos pájaros cantando. Aprieto mis ojos y de a
poco comienzo abrirlos, parpadeo repetidas veces para
poder enfocarme y siento una pesadez en mi cintura y una
mano apretujar mi abdomen. Bajo la mirada y una corta
sonrisa –algo afligida–, se forma en mis labios.
Volteo la cabeza a mi lado derecho con mucho cuidado y lo
observo de inmediato, dormido plácidamente. Respiración
calmada, pero su aliento mezclado con el olor a cigarrillos y
licor, me volteo poco a poco y ahora mis senos chocan con
su torso desnudo. El calor que emana me da calma, me
quedo por unos largos minutos en esta posición,
admirándolo, observándolo, buscando un montón de
respuestas en mi mente, todas, sabiendo que volví a caer
en sus manos, sabiendo que fui nuevamente de él.
La vejiga me envía aviso que si no salgo de la cama y orino
podría hacerme pis encima. Me remuevo un poco, pero tan
pronto lo hago siento como su mano se plasma en mi
espalda y me apretuja más a él, un gruñido de su parte y su
rostro se ahueca en mi cuello.
– ¿Dónde vas? –cierro mis ojos, suspiro.
–El baño, necesito ir... –niega y me apretuja más a su
cuerpo. –Roy, por favor... –vuelve a negar y ahora sus
labios comienzan a rozar mi piel, besos ligeros y su lengua
hace un pequeño recorrido.
–Solo unos minutos más o mejor toda la mañana, quédate
aquí... –me alejo y sus ojos ya están abiertos, esos
grisáceos un poco ocultos entre sus ojos achinados. –Eres
tan hermosa por la mañana, Isabella –trago grueso. –Bella,
tu... –susurra y espabilando le doy una sonrisa y
asentimiento.
– ¿Si? ¿Qué ocurre? –carraspeo y ahora su mano comienza
a subir por mi cintura desnuda, logrando así que me erice
por completo la piel. – ¿Roy?
–Debes saber que no suelo ser el chico bueno que siempre
lees en los libros o las historias de romance –asiento
levemente. –Mucho menos el jodido empresario ese que
tiene un emporio y después de follarte incansablemente
terminara enamorado, no, no lo soy... –trago con dificultad
una vez más, no aparto mis azules de sus grises. –Tengo
un jodido pasado de la mierda, algo que estará conmigo
hasta el fin de mi vida, de verdad, por favor, Isabella... –no
digo nada, no sé qué decir. –No intentes enamorarte de mí
y si llegas hacerlo pisotea esos sentimientos y déjalos a un
lado...
–Está bien, Roy... –digo sin más, quizás y pueda hacerlo,
tener esa típica relación que muchos tienen, tener sexo
ocasional y ya, creo que debería ser más abierta con ello. –
No hay problema, gracias –me encojo de hombros. –Por
ser honesto... –me aparto de él con mucha calma y salgo
de la cama, rodeo mi cuerpo con una toalla y me encamino
al cuarto de baño.
Al cerrar la puerta mi caminar disminuye, ¿Qué es todo
esto? ¿Por qué nos demostramos algo incontrolable
cuando tenemos sexo? Algo que se siente tan real. Ya la
verdad, ni siquiera sé que es todo esto, no sé si hacemos el
amor, o tenemos sexo, parece una combinación de ambas,
deseo, lujuria, ganas de follar, no lo sé, pero este maldito
contrato me arrincono de una manera muy jodida, me
mostro lo vulnerable que puede ser Roy, pero lo controlable,
neurótico y determinante que también es.
Después de hacer todo en el baño, orinar, cepillar mis
dientes y darme una larga ducha, donde como toda una
idiota me permití llorar salgo de este. Con mi cabello
goteando y mi cuerpo con gotas de agua, lo encuentro
acostado en la cama, lleva un cigarrillo a sus labios y le da
una calada. Si esto cambiará cuando volvamos a la ciudad,
no me queda más que plantearle algo que pensé mientras
me duchaba.
– ¿Podemos marcharnos mañana? –susurro mientras lo
miro fijo, se supone que hoy debemos volver, él me mira
confundido.
– ¿Por qué el cambio de planes? –pregunta realmente
descolado, después de pedirle que quería volver, ahora
quiero quedarme un día más a su lado, me encojo de
hombros a su pregunta. –No hay problema, pero, ¿Por qué?
–lo veo levantarse y apagar el cigarrillo, su cuerpo desnudo
delante de mí, su piel tan pálida, su cabello cae a ambos
lados de su rostro, sus tatuajes visibles.
–Quiero un día más contigo –digo sin tanto vacile, da
pasos lentos a mi dirección. –Si esto... –nos señaló a
ambos. –Termina en cuanto lleguemos a la ciudad,
entonces quiero un día más contigo, tener suficiente para
no sé, sobrellevar la vida a tu lado por un año –me encojo
de hombros y deteniéndose delante de mí toma la bata y la
desliza por mi cuerpo, tiemblo por el frio.
– ¿Y qué te hace pensar que cuando volvamos a la ciudad
no te hare mía? –la bata cae a mis pies y sus manos toman
mi cintura. –Que te pida que no te enamores de mí no
significa que no te haré mía, Isabella, ¿Crees que podré
soportar un año sin hacerte mía teniéndote tan cerca?
–Pero eso sería algo muy malo para mí… –niega y acerca
su nariz a mi hombro, olfatea hasta mi cuello. –Porque,
aunque intentare no sentir por ti el momento en que tus
manos me toman y tu cuerpo se une al mío, no tengo más
salida, Roy –su boca llega hasta la mía y me besa, con un
frenesí incontrolable, con esa manera que tiene de hacerme
temblar, de robarme el aliento. –Por qué créeme, Roy –se
detiene un momento. –En tus labios, pierdo la jodida razón,
mi cuerpo se debilita como ahora –me rodea con sus
brazos, mis pezones duros rozan en su pecho. –Por eso te
pido que todo termine cuando volvamos a casa –se aleja y
choca su frente con la mía.
–Imposible, Isabella... Yo... –susurra, pero luego un gruñido
brota, y asiente, cierra sus ojos con fuerza, vuelve asentir. –
Está bien, supongo que es lo mínimo que debo hacer por ti,
por tu bienestar, no debo ser egoísta después de todo.
–Gracias.
–No perdamos el tiempo, ven aquí.
Y una vez más, nos encontramos devorándonos como
locos, siendo irrazonables con todo esto, olvidándonos por
un momento de nuestro acuerdo, aprovechando este dia,
no dejando de perder ni un segundo.

Una vez más, despierto rodeada de sus brazos, pero ahora
estamos sobre un edredón en el suelo. Su antebrazo es mi
almohada, su cuerpo es mi sabana, la noche una vez más
nos abraza. Todo el día ha sido de puro sexo con Roy,
insaciable, incontrolable, voraz, una tras otra vez, algo tan
inexplicable.
Sus besos cada vez se tornaban dulces, anhelantes, su
cabello oscuro entre mis dedos, su piel que es tan blanca
luego estaba roja por la fuerza con que lo tomaba para mí.
Es increíble como una persona te puede cambiar en solo un
par de días, alguien con quien no querías sus besos, su
tacto, su mirada desafiante. Me dije que no caería en él, le
dije que no dormiríamos juntos y ahora es lo que más
deseo por la noche.
–Deberíamos preparar las cosas, saldremos a primera
hora... –susurra en mi oído y yo asiento, rápidamente limpio
la lagrima que corrió por mi mejilla y al voltear él sonríe.
Veo fijamente sus ojos, mi dedo índice acaricia el puente de
su nariz, cierro con fuerza mis ojos y vuelvo mis labios a los
de él. –Bonita... –suspira en mis labios.
–Mi Roy... –susurro y aquello acciona algo en él, tan carnal,
tan desesperante, sus dientes muerden con fuerza mis
labios, duele y tortura, me gusta. –Roy... –susurro una vez
más y ahora estoy a horcajadas sobre él, se sienta y sus
labios recorren mis hombros de un lado a otro, sus dientes
mordisquean. –Podemos hacerlo luego, preparar las
cosas... –gruñe y asiente, lo anhelo nuevamente entre mis
piernas. –Por favor... –y de una estocada se adentra.
Entre gemidos me muevo sobre él, siento nuestra piel
sudada, pero no me importa, ya luego tomare un baño y me
iré a dormir. Mañana será otro día, mañana actuaremos
como si nada ocurrió, como si este viaje, fue un simple
protocolo y no pasó nada.

Con mis lentes de sol y la mano entrelazada a la de Roy
recorremos la pista de aterrizaje. El clima cambio, el cálido
de las Bahamas ya no nos rodea. Enfoco mi vista al frente y
encuentro a Chanel con sus manos alzadas y sonriendo,
aquello me da un poco de calma, ya estoy en casa, he
vuelto, todo quedo en las Bahamas.
– ¡Por fin! –se abalanza y me abraza. –Te eche tanto de
menos, Isabella.
–Y yo a ti, ni te imaginas... –toma mi antebrazo y
caminamos hasta el coche de Roy aparcado, Federico me
dio una sonrisa y se entretuvo con su hermano. –Chanel,
¿Podría pedirte un favor? –ella se detiene en seco y
volteamos, vemos que aquellos vienen lejos y al mirarme
asiente. –Necesito una pastilla... –esta arruga su cara. –
Una pastilla del día siguiente, en este instante –el claro
asombro.
– ¡¿No me digas que tú y Roy?! –exclama asombrada,
exaltada, asiento, esta voltea en dirección a Roy y Fede,
sonríe. –Chicos, Isabella ira conmigo, ¿vale? –ambos
asienten. –Bien, vamos, Isa.
Un deportivo color azul rey esta estacionado y es en ese
donde nos iremos. De seguro es el coche de Federico ya
que él se fue con Roy en el suyo. Mañana comienza mi año
entero junto a Roy en la mansión Lehner, debo llegar a casa
y preparar todas mis cosas. Me dijo que no había
necesidad, pero para mí sí, no quiero depender todo el
tiempo de su dinero, del dinero Lehner, es lo menos que
quiero.
_
Chanel no deja de hacer pregunta tras pregunta, no puede
creer lo que sucedió. Le conté todo, desde el beso en la
playa hasta que llegamos a su cama, el cómo pasamos un
día entero teniendo sexo, el cómo peleamos y la decisión
que ambos tomamos. No expresa nada solo asiente y
mantiene su vista fija al frente, esquiva algunos coches,
hasta llegar a la farmacia.
–Quédate aquí, yo iré por ella, ¿Esta bien?
–Está bien.
Baja del coche y cruza la calle hasta la farmacia del otro
lado, yo recuesto mi cabeza en el asiento y dejo salir un
pesaroso suspiro desde mis adentros. Enciendo mi móvil el
cual estuvo ausente todo el día de ayer y comienzo a
revisar mis redes sociales, un montón de mensajes en mi
bandeja y algunos de compañeros del instituto. Todos
felicitándome por la boda, bloqueo el móvil y lo guardo
nuevamente, ya quiero llegar a casa, ver a mamá, Derek,
Rudy y papá.
Una revista de chismes esta delante de mí, ni siquiera la
había notado, la tomo y en cuanto la ojeo, mis ojos están
por salir disparados. Somos Roy y yo el día de la boda,
sonriendo felices, fingiendo tan bien, acaricio con mis
dedos su rostro plasmado en la tapa dura y al escuchar el
sonido de la puerta del coche, veo entrar a Chanel. Se
sienta y coloca su cinturón, abre una caja y pasándome la
píldora me entrega un envase de agua.
–Son muy efectivas, pero Isa, deberías ponerte en control
con un médico, aunque sé que ustedes decidieron algo que
para ser sincera no estoy de acuerdo, debes hacerlo por tu
cuerpo, para tu bien, no es bueno ingerir muchas veces
estas pastillas… –asiento, lo que me gusta de Chanel es la
manera en como es conmigo, es como mi hermana mayor,
no me juzga, solo me apoya y está conmigo.
–Gracias Chanel, no sé qué hubiera hecho sin ti… –toma mi
mano y luego me rodea con sus brazos.
– ¿Estas bien? ¿Segura? –asiento, pero al segundo niego.
–No sé si lograre lo que me propuse, no lo sé, soy tan débil
con él, lo soy... –se aleja y toma de mis hombros.
–Que tal si mañana paso por ti, te llevo a la mansión Lehner
y luego vamos a mi casa, de verdad debemos hablar de ese
viaje, créeme me dejo estupefacta –suspira. –Por el
momento es mejor que vayas a tu casa, veas a tu madre
que de seguro te echo de menos… –sonrió y le abrazo de
vuelta – ¿Vamos?
–Sí, vamos –de inmediato Chanel toma camino a casa.
_
En el camino a casa Chanel me comento que en dos
semanas tendrá un desfile y que no puedo faltar. Lo está
beneficiando los Lehner y que, aunque le diga que no iré,
soy parte de esa familia y no me puedo negar. A decir
verdad, no me iba a negar, es algo que a ella le apasiona y
que la hace feliz, y para mi será un placer verla desfilar ese
día.
Al llegar me ayuda con el equipaje, aunque no es mucho.
Me dio un fuerte abrazo de despedida y se marchó, no sin
recalcar que mañana vendrá por mí, mañana, no quiero que
sea mañana.
Tomo una bocanada de aire y subo los escalones de casa.
Al abrir la puerta escucho unas voces provenientes de la
sala, el corazón se me acelera al escuchar la voz de mamá,
dejo el equipaje a un lado y con pisadas rápidas llego hasta
la sala. Encuentro a mamá junto a la enfermera que ahora
la cuida, su cara de sorpresa me hace correr y abrazarla,
ella ríe y acaricia mi cabello, besa mi frente repetidas veces
y yo no tardo en sonreír.
–Dios, cuanto te eche de menos, mamá... –toma mis
mejillas y limpia unas lagrimillas que me permite soltar.
–Y yo a ti mi niña, mucho créeme… –asiento y la abrazo con
fuerza. – ¿Está todo bien? –me alejo y le doy una sonrisa.
–Sí, todo bien... –no deja de mirarme y acariciar mi rostro.
–Isabella... –aquella voz...
Me colocó nuevamente de pie y volteo con cuidado, con
miedo, no lo sé. Dalan, está de pie junto al sofá, con las
manos en sus bolsillos y una sonrisa que no hace más que
destilar tristeza. –Necesitamos hablar.
–Dalan...
Capítulo 14 - Mucha mujer.
Con mis manos en mi regazo, la mirada al frente y mi cabello
bailando con la brisa intento colocar mi mente en blanco,
¿Por qué me siento tan avergonzada al sentirme rodeada de
las personas? ¿Esto siempre ocurre cuando tienes intimidad
por primera vez? Siento como si las personas me miran de
otra manera, es como sentirte sucia cuando en realidad no lo
estas, sigues siendo la misma chica a los ojos del mundo, es
tu mente la que te hace sentirte diferente por hacer algo que
es normal.
–Lo siento... –son las primeras palabras que expulsa,
asiento. –No sabia la situación Bella, de verdad, lamento lo
de esa noche, debí quedarme, que me contaras, pero en vez
de eso te grite te llame de la peor manera, aunque no con las
palabras exactas, lo siento mucho... –siento su mano sobre
la mía y con un ligero apretón me siento un poco mas
tranquila.
– ¿Quién te conto?
–Tu mamá... Le pedí que lo hiciera no lo hizo por voluntad
propia, me sentía apenado con ella, lo estoy con tu padre, no
sabía que todo era tan complicado.
–Lo es Dalan, pero por favor, no debes ventilarlo –le miro fijo.
–Esto es algo entre la familia Lehner y Massón, podrías
meterte en graves problemas y no por mi familia, si no por
los Lehner... –asiente y esboza una sonrisa, acerca su rostro
al mío y une su frente a la mía.
–Un año... –susurra, la clara tristeza en su voz. –Un año,
Isabella, que idiota fui, debí pedirte que fueras mi novia y esto
no hubiera ocurrido –cierro mis ojos con fuerza y niega.
–De igual modo, hubiera ocurrido, Dalan... –dejo salir todo el
aire de mis pulmones. –Es mamá, es por ella por quien lo
hago, lamento tanto el no haberte buscando en estos días,
todo fue tan deprisa, lo siento... –asiente, su respiración
choca entre mi nariz y labio inferior.
– ¿Me debo alejar de ti? –aquella pregunta me hace abrir los
ojos y ya Dalan me miraba con sus claros. –Si debo hacerlo
lo entenderé, Bella.
–No lo hagas, solo es un contrato, podemos ser amigos, si
quieres claro... –esboza una sonrisa y asiente.
–Claro que quiero, aunque solo nos veremos en el hospital,
no creo que sea bien recibido en la casa de tu ahora esposo,
¿no? –aquello me envía una punzada en el pecho, es cierto,
desde mañana comenzare a vivir con los Lehner.
–Encontraremos la manera, de vernos...
¿Un momento que? Es imposible que me vea a escondidas
con Dalan, pero supongo que estoy intentando buscar la
manera de no vivir pensando en Roy, ¿no?
–No te quiero lejos –ahueco su mejilla en mi mano. –No a ti
Dalan, tu, has sido tan bueno conmigo, siempre apoyándome,
en todo –y dejo un ligero beso en sus labios, aquello lo
sorprende, pero es un beso que no significa nada, no me
ocasiono esa explosión, que logra Roy.
–Isabella... –se aleja y toma mis manos. –Es mejor que me
vaya. –se levanta, le imito.
–Está bien... –tomamos camino dentro de casa y antes de
entrar por completo tomo su antebrazo. –Dalan, solo es un
contrato, no lo olvides.

Roy Lehner.
Tumbado sobre la cama dejo salir todo el aire retenido en
mis pulmones y volteo a ver a mi hermano hacer lo mismo.
Voltea en mi dirección y me sonríe, le imito y vuelvo mi
mirada al techo.
– ¿Crees que lo podrás hacer? –niego.
–Me será imposible, dormirá conmigo, no debí permitir lo
del viaje, fue un jodido error... –Fede se sienta de golpe y
me mira.
– ¿Por qué papá te lo prohibió? Isabella es una gran chica, a
comparación de... –calla por unos segundos y niega. –De
esas que has tenido en el pasado... –le prometí a papá que
nuestras conversaciones con nadie así que eso hare.
–Estupideces de él, además es por el bien de esa chica, si
sabes que estoy muy jodido, Isabella es una mujer
hermosa, tan perfecta, tan inalcanzable para mí, no me
perdonaría si algo le ocurre... –escucho dos toques a la
puerta y me siento al borde la cama.
De a poco el rostro de Ambar aparece por la puerta y
Federico bufa, yo hago lo mismo, maldito sea el día en que
me la folle. Todo ocurre por estar con mis estupideces de
hombre urgido por una vagina en medio de una borrachera.
Mi hermano se levanta y me da una mirada cansada, pasa a
su lado y esta termina de entrar, me recuesto al espaldar de
la cama y me cruzo de brazos.
– ¿Qué quieres? –debo comenzar alejarla, no quiero
problemas con papá y mucho menos quiero que Isabella
descubra lo que hice con esta empleada. –Mi padre puede
llegar en cualquier momento y créeme que no quiero tener
problemas por tu culpa.
– ¿Mañana estará viviendo en esta casa? –se refiere a
Isabella, asiento. –Roy, podemos intentarlo por una última
vez, por hoy y te prometo que no te molestare más –esbozo
una sonrisa y niego.
–Tuve suficiente sexo en mi viaje de luna de miel, no me
hace falta, así que mejor daté media vuelta... –se cruza de
brazos y esboza una sonrisa.
–Que mentiroso que eres –chitea y sonríe. –Solo para
despedirnos, Roy, te echo de menos en mi cama, te espero
esta noche, ¿Está bien?
–Como quieras Ambar, lárgate, no te quiero ver, de verdad
–camina hasta mí y acercándose rápidamente une sus
labios con los míos yo ni siquiera los muevo, se aleja y
sonríe.
–Te esperare... –ruedo los ojos al cielo y ella sale de la
habitación, yo quito mi camisa de vestir y mi pantalón, entro
a la cama y abrazo la almohada.
–Isabella... –susurro y cierro mis ojos.
.
Sobre una cama, ella con su brazo rodeando mi pecho y sus
dedos rozando mi brazo, su respiración cálida chocaba en mi
piel, cerraba los ojos y no había un lugar donde no quisiera
estar que no fuera este.
–No creo que esto esté bien, Roy... –abrí mis ojos y sus
ambarinos ya me observaban. –Esto está mal, te meterás en
problemas... –me alejo un poco de ella y la veo con un
semblante muy preocupado.
– ¿Tienes algo con ese tipo? –veo y siento como se tensa y
niega.
–No, no es eso Roy, es solo que...
–Tienes algo con él, ¿Sí o no? –vuelve a negar, pero es tan
insegura aquella respuesta. –Lorena, accedí a tus deseos,
quisiste escaparte una noche conmigo y esta ya es la cuarta
vez, de verdad ¿No tienes nada con él? –un largo silencio y ya
todo se está tornando más preocupante.
–Roy, le debo tanto a ese hombre...
– ¿Cuánto? –Ella frunce el ceño, sería capaz de darle el
dinero que necesite, no tengo problema alguno, me gusta,
realmente la quiero conmigo. –Lo que sea lo pagare no me
importa, tengo suficiente dinero.
–Es de tu padre ese dinero... –corta secamente, tiene razón,
pero lo haría no tengo problemas. –No es dinero lo que le
debo a Lee, es algo más personal –en el momento que estoy
por hablar, me corta las palabras con un largo beso. –No
hablemos de eso, mejor no pensemos en nada, ¿Si? –de
pronto su voz suena más segura, asiento y continúo con el
beso.
No he dejado de ir al casino desde que la conocí aquella
noche acompañado de mi mejor amigo. En ocasiones voy
solo o acompañado, pero las veces que lo hago solo, ella
planea en minutos algo para irse conmigo. Lorena es tan fría
y distante, pero cuando demuestra lo hace de la mejor
manera, dulce y cariñosa, estruendosa y sin pelos en la
lengua, real. Es la mujer que más me ha encantado y no creo
que exista otra que se le iguale, nunca la habría.
Si algún día me pide que nos escapemos lo haría, no se lo
negaría, me importaría una mierda la familia y el patrimonio,
cuando me encapricho con algo es eso por lo que lucho y no
habría vuelta atrás.
–Debemos dejar de vernos en este lugar –ella asiente
mientras continúa besándome. –Lo digo muy enserio
Lorena... –se aleja y enfocada en mis ojos asiente.
–Está bien, buscare otro lugar, es solo que no tengo donde
mas, en este pequeño cuarto es donde vivo y no iremos por
la vida yendo a tu casa, eso sería un gran error.
–No me importaría, a decir verdad, te llevaría, es más, lo
haremos la próxima semana ¿te parece? –totalmente
escandalizada me observa, una sonrisa formada en sus
labios y sus ojos con un brillo que no logro descifrar. –
¿Entonces, es un sí? –hace un mohín y termina por acceder.
–Les encantaras a todos…
.
Tres golpeteos a la puerta me hacen retorcerme sobre la
cama, abro los ojos de a poco y luego las puertas se abren.
Noto que ya está por anochecer, el sol esta denso y el frio
que entra por las ventanas me hace frotar mis manos en
mis brazos, espabilo un poco y al enfocar mi vista miro al
gran honorable, Román Lehner.
Con un traje gris, corbata vino tintó, su cabello canoso
peinado hacia atrás y como siempre con una mano en uno
de sus bolsillos. Esboza una sonrisa y da unos pasos más
hasta mí, yo con pereza salgo de la cama y me estiro, lo
recibo en ropa interior y él tira uno de mis pantalones de
dormir que estaba sobre el suelo.
– ¿Qué tal el viaje?
–Bien, supongo...
– ¿Por qué se quedaron un día más? –entrecierra sus ojos
y yo encogiéndome de hombros camino hasta una de las
mesas de la habitación y lleno un vaso con agua, le doy un
sorbo me siento al borde de la cama. – ¿Algo que quieras
contarme Roy? –tomo un suspiro y enfoco mi mirada con
él.
–Folle con una prostituta, ¿Esta bien? –miega con una
sonrisa carente de ánimo y deja salir todo el aire de sus
pulmones. –Si quieres saber si ocurrió algo entre Isabella y
yo, no, no ocurrió nada, demoramos porque ella me lo pidió,
se sentía bien en las Bahamas y solo cumplí a su petición,
¿Hice mal? –le doy una mirada cansada y niega.
–Espero que continúes con el trato con respecto a
Isabella, inalcanzable ¿Esta bien? –suspiro y asiento. –Por
cierto, dejaras esta habitación a partir de mañana pasaras a
la principal. –exaltado lo miro.
–No pretenderás que entre en esa habitación, habíamos
acordado que sería aquí donde ella dormiría, no en la
principal… –papá rueda los ojos al cielo y se encoge de
hombros.
– ¿Crees que me importa lo que tu opines? –se cruza de
brazos y me mira fijamente. –Harás lo que yo te pida,
Isabella es una mujer que merece los mejores tratos, y tú y
ella dormirán en la habitación principal –hace una pausa,
sonríe. –Y por amor a Dios, Roy, te quiero lejos de Ambar, si
no, te juro que la despido y me importa una mierda si es la
hija de Margarita, la despediré ¿ok? –detesto cuando papá
manda sobre mí, pero después de todo no tengo nada más
que hacer que asentir y estar de acuerdo.
–Está bien, tomare mis cosas y las llevare a la habitación
principal –levanta su dedo índice y niega.
–Para eso esta Ambar, pero te quiero fuera de la habitación
cuando comience a ordenar tus cosas, y Roy –me mira fijo.
–Es solo dormir en una habitación con tu esposa, puedes ir
al prostíbulo que se te pegué la gana a quitar tus ganas,
pero a Isabella ni un mechón de cabello, ¿Esta bien? –
asiento, después de todo se fingir muy bien delante de
papá, tanto que no le demostré que entre Isabella y yo
ocurrió más de lo normal en aquel viaje.
Se acerca, me da un corto abrazo, un beso a un lado de la
cabeza y con una sonrisa de boca cerrada sale de la
habitación. Me dejo caer de espaldas sobre la cama y dejo
salir todo el aire de mis pulmones, lo menos que quería era
dormir en la habitación principal, es una habitación que me
trae los peores recuerdos y a la cual había olvidado de mi
mente, tanto que es como si no existiera en esta enorme
casa.
Escucho el móvil sonar y veo que es William, de inmediato
contesto y acordamos vernos en su casa. Necesito verle y
contarle todo, después de mi hermano Federico siempre
esta William, aquel a quien siempre suelo contarle mis
pesares, otro que escucha las estupideces que ocurren en
mi vida.
_
– ¡Jooodeeer! –mi mirada cansada y me encojo de
hombros.
–La he cagado hasta la medula y tú me dices un simple
joder, ¿Qué clase de amigo eres? –suelta una risita y se
encoge de hombros.
–Aquel amigo que siempre esta para escuchar tus cagadas
hasta la medula, quien siempre se sorprenderá cuando le
llevas la contraria a Román Lehner, eres mi admiración, te
quiero bro... –niego y me doy un sorbo de ron. –Tanto que
dijiste que nunca habría una mujer que se le igualaría, mira
nada más, Isabella es mucho mejor que ella, solo que más
consciente de la situación –sonríe ampliamente, alza sus
brazos. –Un minuto de silencio por tus dolores de bolas
cada que estén solos en la habitación, amén…
–Cállate, William, no me ayudas en nada –sonríe y se
encoge de hombros. –Román volvió a dejar en claro y sin
decir la palabra exacta, que Isabella es prácticamente
mucha mujer para mí, tiene razón después de todo –me
encojo de hombros. –Es demasiado, para Roy Lehner.
–Ella muere por ti, por lo que me has contado, ella se siente
bien contigo, y tú lo sabes, Roy –se acerca, deja caer su
mano en mi hombro. – ¿Por qué no te enfrentas a tu padre?
Estas a tiempo, anulen ese matrimonio y vivan una buena
relación. –rio a carcajadas quisiera decir que, con mucha
gracia, pero es lo menos que demuestro.
– ¿Me estas jodiendo? –niega.
–A ver si te entiendo, continuaras el contrato de
matrimonio, se cumplirá el año juntos, luego divorcio, ella
por su lado tu por el tuyo, ella en los brazos de otro y tu
como un idiota viendo en la lejanía, lo feliz que será, joder,
me gusta... –choca su vaso con el mío y aquello de Isabella
en brazos de otro me envía una punzada al pecho.
–Ella no será capaz de estar en brazos de otro, no mientras
que yo... –ahora es William quien ríe a carcajadas, pero
este si con mucha gracia.
– ¿Qué no? Por Dios, Roy, ella es joven, ella estará a tiempo
de conocer a alguien más, y tú tienes que vivir con eso, todo
porque sigues al pie de la letra lo que tu padre te exige, no
me vengas con esa jodida mierda de que ella no será
capaz, es hermosa, dulce, una gran mujer, si no vas a luchar
por ella entonces deja que alguien más lo haga.
Mi compañero se aleja y me deja solo en el mini bar de su
casa. De un tirón me tomo todo el ron de mi vaso y la
mente comienza hacer su mala jugada de siempre.
Enviarme una tras otra imagen de Isabella en los brazos de
otro y en el rostro del hombre que me imagino a su
alrededor, se dibuja la cara de Dalan Colligan, aquel medico
de mierda, pero sobre mi cadáver ella estará en los brazos
de él.
Un trago tras otro, yo solo en el mini bar y sin señales de mi
mejor amigo, me bajo del taburete y tambaleante tomo mi
chaqueta negra y las llaves del coche, al voltear lo veo
entrar con bolsas de comida, esbozó una sonrisa y él hace
lo mismo, paso a su lado y me detiene.
– ¿Qué? ¿No comerás? –niego. –No seas infantil, Roy,
lamento lo que te dije hace un buen rato, yo no quise...
–Tienes razón, tuviste mucha razón en todo lo que me has
dicho, pero no lo permitiré, no se me da la gana, ella no será
de nadie más, sobre mi maldito cadáver ocurrirá eso –bufo.
–Porque tu más que nadie sabes que cuando me
encapricho con algo no hay poder que me lo arrebate e
Isabella no será un impedimento –me suelto de su agarre y
salgo de su casa, apresurado tomo camino al coche y entro
en este.
Una parte de mi subconsciente me pide que tome camino a
casa la otra, esa estúpida e irracional, me pide que tome
camino a la casa de Isabella. No sé dónde ir y dejo que una
de las dos me domine, manejo sin ver las calles, sin rumbo
fijo me dejo llevar.
_
En cuanto me detengo, me doy cuenta que gano la
estúpida, irracional e irresponsable. Tomo el móvil y le
marco, a los tres repiques contesta, su voz somnolienta y a
la vez sorpresiva.
–Estoy fuera de tu casa, sal... –la lengua se me enreda por
lo tomado que voy.
–Vale, dame un momento.
Termino la llamada y ahora el arrepentimiento vuelve a mí,
recuesto mi cabeza y cierro mis ojos con fuerza. Es mejor
que me marche, detesto que mis impulsos siempre me
dominen, realmente lo detesto.
Escucho unos pasos apresurados, al abrir mis ojos y ver a
un lado la veo correr hasta el coche. Lleva su ropa de
dormir y un abrigo, su cabello suelto y se abraza con fuerza,
sé que el jodido frio que está haciendo no es normal. Abre
la puerta del coche y dejándose caer en el asiento aparta
los mechones de su rostro, luego sin más, esos azules me
miran, mis ojos bajan hasta esos labios que me tienen tan
frenético, voluptuosos, perfectos.
–Se supone que es mañana que me iré a tu casa, además
es Chanel quien vendrá por mí, ¿Qué haces aquí? Y a estas
horas Roy... –sin vacilar rodeo su nuca con mi mano y la
acerco hasta mí, chocando nuestras frentes, sintiendo su
respiración chocando en mi nariz. –Roy...
– ¿Va enserio lo de la decisión? –abre sus ojos en su
totalidad y vacilante asiente. – ¿Estás segura?
–Estoy segura, ¿Para esto viniste? –intenta zafarse para
salir del coche y con mi otra mano y un poco incómodo
rodeo su cintura. Su blusa de dormir es un poco corta, su
espalda queda solo un poco descubierta y puedo sentir su
piel cálida. –Roy, suéltame, no comiences, además estás
borracho, lo debí suponer, tu siempre eres impulsivo
cuando estas de este modo... –intenta nuevamente zafarse
y yo se lo prohíbo.
– ¿Podrás con la decisión que has tomado? –asiente y
cierra sus ojos. –Bien, porque yo no lo hare, no podre... –
rozo mis labios en los de ella, la respiración dificultosa de
Isabella me hace esbozar una sonrisa, abre un poco su
boca y ahora es su aliento de menta el cual choca en mi
cara. –Te follare en nuestra habitación una tras otra vez, así
tenga que cubrir tu boca para que nadie nos escuche, lo
haré y lo disfrutaras... –comienza a negar repetidas veces,
forcejea yo lo evito.
–Márchate, Roy, cumple con tu palabra, me lo prometiste,
me dijiste que estaba bien, que lo de las Bahamas quedo en
las Bahamas, no hagas todo lo contrario.
– ¿Llegarías a estar con otro hombre? –aquello la tensa y al
abrir sus ojos veo lo desorientada que esta. –No llegarías
hacerlo, ¿Verdad? –de pronto esboza una sonrisa y muerde
su labio inferior.
– ¿Y si lo hago qué? Tengo derecho... –aquello me hace
soltarla, como si de pronto tocarla me estaba quemando
las manos, el cuerpo. –Solo es un contrato, Roy, puedo
hacer lo que me plazca y tú ni cuenta.
–Cállate... –susurro muy bajo volteo a verla me mira
confundida. –Cállate, nunca vuelvas a decirme esa jodida
mierda...
–Roy, debes entender que...
– ¡¡Cállate!! –Grito y le doy un golpe al volante. –Nadie,
Isabella, nadie te tocará, ni te tendrá desnuda a su merced
–me enojo tanto, aprieto con fuerza el volante. – ¿Eso es lo
que quieres? ¿Ir con otro hombre? ¡Dímelo! –la veo aturdida
y yo debo controlar mi ira.
–Es mejor que vuelva a casa... –niego y le tomo de la
cintura, con fuerza la atraigo hacia mí, queda ahorcajadas y
un jadeo sale de sus labios, agradezco que los vidrios son
oscuros así nadie puede vernos. – ¿Por qué me haces esto
Roy? –se deja caer en mi hombro. –Te detesto, por
hacerme esto, por tener estos malditos impulsos conmigo
–trago grueso. – ¿Acaso es mi culpa que ahora actúes de
esta manera? –asiento, a decir verdad, sí, es su culpa,
desde que se entregó a mí, todo un día entero y una noche
también, desde que me permitió estar dentro de ella sin
pudor.
– ¿Por qué tiemblas? ¿Miedo? ¿Deseo? –se aleja y toma
mis mejillas, su pulgar acaricia mi mejilla y cierro mis ojos.
–Deseo, de que me hagas tuya en este momento, pero no,
no lo haremos –una repentina punzada de coraje. –Déjame
volver a casa por favor... –niego con mis ojos cerrados.
–Vámonos... –abro mis ojos y veo la clara confusión en su
rostro. –Prometo traerte antes del amanecer déjame
sentirte por última vez antes de que vivas en casa, después
de todo no puedo hacer nada, sería muy jodido... –niega,
intenta volver al asiento, pero mis manos se aferran a su
cintura. –Ni lo intentes... –acerca su rostro y chocando
nuestras frentes siento como su cuerpo comienza a
temblar.
–Deja de tenerme atada a ti, atada a esto que ni tu
comprendes, por favor, Roy, ya basta deja de ser infantil... –
dos veces en la misma noche que me dicen infantil.
Asiento, dejo caer mis manos y ella vuelve a su asiento,
cierro con fuerza mis ojos y enciendo el coche. Me quedo
unos largos segundos de la misma manera y al voltear la
veo con su mirada al frente, sus manos temblorosas sobre
su regazo y su pecho en un vaivén.
–Resulta que ahora el anhelar o querer a alguien es infantil,
¿no? –voltea a verme y yo llevo mi mirada al frente. –Baja
del coche, hazlo antes de que me arrepienta, baja del
coche... –siento su mirada sobre mí, pero evito no mirarla.
–Nos vemos mañana, Roy... –me encojo de hombros, joder
que infantil. –Buenas noches.
–Isabella... –la veo asentir. –Que no me entere nunca que
estas teniendo encuentros amistosos o amorosos con ese
doctor –me tenso de tan solo mencionarlo. –Porque
créeme que yo mismo me hare cargo de él y no te prometo
que las cosas salgan de la mejor manera... –tomo un largo
suspiro y esbozo una sonrisa arrogante, quizás. –Sé que
estuvo el día de hoy aquí en tu casa, por favor no me hagas
actuar como una mierda, Isabella, evítalo –volteo a verla y
veo sus ojos que destilan quizás miedo, quizás sorpresa, ya
ni siquiera lo sé.
–Buenas noches.
Y sin más baja del coche. Aprieto mis dientes con fuerza y
golpeteo nuevamente el volante, espero que entre a casa,
pero se detiene en los escalones y voltea a verme. Llevo mi
mirada al frente y arranco el coche descargando todo el
enojo que en este momento me está carcomiendo
Capítulo 15 - 365 Días.
En el momento que Roy menciono lo de Dalan, supe que
realmente jodí todo. En cualquier momento, quizás no hoy,
ni siquiera mañana, podría enterarse del beso que le di por
una simple estupidez o escape mío, ¿Pero qué diablos me
ocurre en estos momentos? ¿Por qué estoy actuando tan
idiota? Sin importarme una mierda cuando sé que esto lo
hago para no estar tan enfrascada en él, en Roy.
Las ojeras que llevo no son para nada normales, el sueño
se me esfumo en cuanto ocurrió todo en su coche. Moría
de ganas por irme a cualquier lugar con él, necesitaba estar
con él, besarle, sentir su piel cálida en mis manos, enredar
mis dedos en su cabello. Como es posible que ahora sea
tan dependiente de él, y todo desde que nos besamos el día
de la boda, un simple beso acciono todo dentro de mí,
realmente no lo comprendo.
– ¿Isabella? –escucho la voz de papá del otro lado de la
puerta, desde que llegue no lo he visto. – ¿Hija? –me dejo
caer sobre la cama y tomo un largo suspiro.
–Sí, entra papá –muy despacio lo hace, al verme sonríe
ampliamente, yo simplemente me limito a darle una corta
sonrisa. –Hola... –me levanto y al acercarme lo abrazo,
hace lo mismo mientras acaricia mi cabello.
–Lamento no estar en casa en cuanto llegaste de tu viaje,
estaba con los últimos retoques del nuevo negocio y
organizando el dinero para tu madre... –ambos nos
sentamos al borde de mi cama, sus azules que se
asemejan a los míos me observan detalladamente. Aquello
me incomoda, es como si pudieran leer mi mente, ver más
allá de todo mi ser. – ¿Todo bien en el viaje? ¿Algo de lo
que deba enterarme?
Estuve con Roy, tuvimos sexo, fui una idiota, lo jodi todo, eso
paso... Espabilo y alejo todo eso de mi mente, le dedico una
sonrisa y niego.
–Todo bien, muy agradable el viaje a las Bahamas no me
quejo... –tomo un suspiro. –Hoy... Debo irme a la mansión
Lehner... –él toma mis manos y con su pulgar les acaricia.
–Lo siento –susurra, su voz ronca por las emociones,
aprieto sus manos, él tiene la culpa de todo esto, pero luego
caigo en cuenta que no, él luego me dio la oportunidad de
decidir lo contrario y yo accedí de igual modo. –El meterte
en todo esto, no me hace feliz, que estés casada con
alguien por dinero, con alguien que no amas, lo siento
Bella...
–Ya todo está hecho papá, tu tendrás el nuevo negocio y
mamá sus tratamientos, todos estamos bien, daré lo mejor
de mi este año –esbozo una sonrisa, me encojo de
hombros. –Ahora, si no te molesta, debo continuar
organizando las cosas, Chanel vendrá por mí –observa las
valijas en mi habitación y dándome una última mirada
asiente.
–Está bien cariño... –deja un beso en mi frente. –Termina
con tus cosas –y sale de la habitación.
Para ser honesta ya todas mis cosas están listas desde
ayer por la noche, no quería olvidar nada y desde que Roy
se fue, me mantuve con la mente dando vueltas y para no
centrarme en eso, preferí hacer las valijas de inmediato.
El solo hecho de pensar en que Roy pueda hacerle algo
malo a Dalan me pone los nervios de punta. Roy es
decidido y controlador, sabe que puede obtener todo a su
antojo sabe que con tan solo decir o imponer algo, lo logra.
Es claro que ayer mi fuerza de voluntad fue inmensa,
estaba a tan solo un roce de sus dedos e irme con él, pero
debo evitar a toda costa intentar involucrarme aún más con
él, pero lo que, si es cierto, es que no creo ser capaz de
entregarme a otro hombre que no sea él.
El tono de voz que se le torno en cuanto rechace su
invitación, fue inmenso, su mirada y su cuerpo emanaban
algo realmente de terror. Sé que él no es así, que intenta no
serlo, pero siempre es lo que más sobresale de sus
adentros, es imposible para mi pensar coherencias cuando
me mira de esa manera que tanto me encanta.
Me estoy volviendo una jodida masoquista y no debo
hacerlo, es lo menos que debo permitirme, pero no sé cómo
se han de tornar las cosas ahora que estaré junto a él, 365
días.
_
Después de haber tomado un largo baño, recibí la llamada
de Chanel, estoy frente a casa, con mis cosas en la
maletera de su coche. Al voltear veo el rostro de mamá,
sonríe, pero sé que la tristeza que lleva en este momento es
de otro mundo, caminando hasta ella me coloco de
cuclillas, tomo sus manos y cerrando mis ojos las llevo
hasta mi rostro. Me lleno de su olor, de su calidez, las
lágrimas amenazan con salir, pero las reprimo, las detengo
no quiero hacerla sentir mal.
Suelta una de mis manos y ahueca mi mejilla en la suya, su
pulgar acaricia y aquello me hace esbozar una sonrisa.
Abro mis ojos y la veo sonreír, ya las lágrimas corren por
sus mejillas y de inmediato las limpio. Niego, no tengo
palabras, quiero decirle tantas cosas, pero los sentimientos
me comieron la lengua, me apretujaron el pecho, solo me
limito a decirle, que la quiero, que vendré cada día a verla.
–Promete que te cuidaras ¿Vale? –sonríe y asiente. –Te
quiero, todo irá bien...
–No dudes en volver a casa si algo malo ocurre, por favor,
no olvides que esta es tu casa pase lo que pase Isabella... –
asiento y con un fuerte abrazo me alejo de ella. La
enfermera que Roy contrato está a su lado, se el cariño que
le ha tomado a mamá en estos días, sé que la cuidara de la
mejor manera.
Al voltear veo a Rudy llorar, sonrió al verla y la rodeo en un
abrazo, no es como si me fuera para siempre, pero no
despertar en casa, verlas a primera hora de la mañana no
será muy fácil que digamos. En un susurro le pido que
cuide de mamá, luego paso a los brazos de mi hermano
Derek quien no hace nada más que reprimir las lágrimas al
igual que yo, un corto abrazo y sale corriendo dentro de
casa, detesta las despedidas, yo detesto irme de casa.
Al ver a papá no dudo en abrazarlo se lo mal que se siente
en este momento, sé que no está bien, que se siente
culpable por todo esto y lo menos que quiero es que se
sienta de esta manera. Quisiera decir que me arrincono a
todo esto, pero no, primero está la familia, primero están
mis padres, y siempre, mamá. Dejo un montón de besos en
su mejilla y sin más nada que decir porque realmente las
palabras se me esfumaron tomo camino junto a Chanel a
su coche.
Tomo un largo suspiro y con un último vistazo los veo a
todos, les sonrió y entro al coche. Vuelvo a mirarles desde
mi lugar y agitando mi mano me despido, Chanel hecha
andar su coche y es allí donde no espero más y comienzo a
llorar, con un llanto desgarrador, cubro mi rostro entre mis
manos y lloro con mucho dolor en mi pecho.
¿Cómo serán conmigo en esa mansión? ¿Serán buenos?
¿Serán malos? ¿Cómo serán mis días junto a Roy, fingiendo
y a la vez no? ¿Qué me espera?
Siento una mano en mi pierna y al voltear la morena que va
al volante me da una sonrisa, siempre tiene algo para decir,
pero sé que en este momento ella sabe que lo que necesito
es silencio. Dejarme llevar por el manojo de emociones que
se me asentaron en el pecho y la mente, todo es un
remolino dentro de mí, solo pido que todo sea llevadero.
El móvil suena, un mensaje de texto y con mis manos
temblorosas lo busco entre mis cosas, una sensación se
asienta en mi estómago.
De: Roy…
Lamento no estar para tu llegada a casa, pero estoy en una
cuestión de negocios con papá, prometo recompensarte,
siéntete bien en casa, pasa el día con Chanel, por la noche
nos veremos.
Esbozo una corta sonrisa y asiento, aunque él no pueda
verme, bloqueo el móvil y limpio un poco las lágrimas,
volteo a ver a Chanel quien también sonríe la miro
confundida, ¿Qué ocurre?
– ¿Tanto te emociona un mensaje de ese idiota anormal? –
sé que mis mejillas se ruborizaron, lo sé. –Él se había
comunicado conmigo, me pidió que dejáramos las cosas
en la mansión y te fueras conmigo todo el día, no quiere
que te sientas sola en esa casa, no creí que te escribiría.
– ¿Es esto eso del masoquismo? ¿verdad? –se detiene en
un semáforo y voltea a verme. –Yo...
–Todos somos masoquista de una manera u otra, en el
amor, en el dolor, en la felicidad, en cualquier cosa lo
somos, no te sientas mal por eso, ¿Está bien? –asiento.
–Sí, está bien.
.
El camino a la casa Lehner se tornó llevadero, hable
algunas cosas con Chanel y luego en minutos estaba frente
a la mansión Lehner. La cual es muy enorme y lujosa en
todos los aspectos. Al bajar un señor de cabello canoso y
una sonrisa ancha nos recibe, se juega con Chanel quien no
hace nada más que reír a carcajadas mientras le señala
una mancha de chocolate en su camisa blanca.
–Bienvenida señorita Massón, un gusto, Omar Hood... –
extiende su mano delante de mí y le estrecho.
–Gracias y por favor dígame Isabella, me incomoda un
poco la formalidad, Omar... –él sonríe y asiente.
–Está bien, Isabella, iré por sus cosas.
Toma camino hasta la maletera y comienza a sacar mis
cosas, yo tomo una de las pequeñas y él lleva dos de las
grandes. Nos adentramos con él a la mansión y a unos
largos pasos están las escaleras. Chanel toma mi mano y
subimos junto a él, todo esta tan silencioso a comparación
de la primera vez que vine, lo cual realmente es un poco
deprimente, no se escucha absolutamente nada, solo
nuestros pasos y el sonido de las valijas escalones arriba.
Al terminar de subirlas tenemos un largo pasillo del lado
izquierdo y del lado derecho es más corto. Tomamos el
derecho y en la primera puerta nos detenemos, solo esta
esa puerta, hay unas tres de frente, quizás baño u otras
habitaciones. Escucho las puertas abrirse y al voltear y
enfocar mi vista, siento como si mis ojos se fueran a salir,
esta habitación es o cuatro o cinco veces más grande que
la mía.
–No me jodas... –una risita de parte de Chanel y una
sonrisa de parte del señor Omar. – ¿Esta es mi habitación?
–ambos asienten y entramos.
-Bienvenida, señorita de Lehner –observo a la morena,
niego y ambas sonreímos.
Las paredes con un papel tapiz color amarillo crema, dos
enormes ventanales con unas cortinas largas y anchas,
ambas se sacuden con la brisa, por las ventanas abiertas.
El suelo alfombrado de un color beige, una enorme cama
matrimonial, un armario el doble de grande que el mío, una
puerta que de seguro es el baño y todo lo que tiene una
habitación. Mesitas de noche, espejo de cuerpo completo y
una peinadora que tiene sus años, pero está muy bien
cuidada, un sofá al pie de la cama y otra alfombra, pero
esta es peluda color blanco debajo de esta.
– ¿No es demasiado? –ambos niegan, ¿Acaso se pusieron
de acuerdo?
–Fue algo que pidió el señor Lehner –exclama Omar
mientras coloca mis cosas sobre la cama.
– ¿Roy?
–Román Lehner…
–Eso quiere decir que esta no es la habitación de Roy... –
escuchamos un carraspeo detrás de nosotros y al voltear
sonrío al ver a la chica de nombre Ambar que estaba en el
almuerzo de la otra vez, aquella la cual me dio mucha pena
como Roy la trato. –Hola... –le sonrió, ella lo hace, pero no
con el mismo entusiasmo.
–Señorita Massón...
–Isabella, llámame Isabella –hace un mohín y asiente.
–Ok, Isabella, bienvenida... –sonrió y asiento, luego pasa su
mirada a Chanel la cual no hace nada más que fulminarla
con la mirada, ahora que lo recuerdo Chanel me dijo que no
confiara en ella. –Como sea... –sé que se refiere a Chanel.
–Omar, te necesitan para hacer unas compras.
El señor canoso asiente y se despide con una sonrisa y
asentimiento, la chica de cabello rojizo nos observa a
ambas, yo le sonrió y ella hace lo mismo.
–Si desea algo no dude en llamarme… –asiento, pero luego
Chanel entrelaza su brazo con el mío.
–No te preocupes Ambar, la señorita Massón de Lehner… –
Chanel se afinca en el apellido Lehner y yo volteo a verla
confundida. –Se ira por el resto del día conmigo, vendrá por
la noche cuando su esposo Roy, este en casa, así que por el
momento gracias no necesitamos nada… –la chica asiente
y sin más se marcha.
–Debería organizar las cosas, no crees que...
–No, lo harás luego, vamos, no hay nada que hacer aquí,
por cierto... –toma camino a una de las mesitas de noche y
con una llave en su mano vuelve a mí y la extiende. –Roy
me pidió que te la entregara, es la llave de esta habitación,
nadie entra en las habitaciones a menos que tú lo pidas
para que limpien, de resto mantenla con llave.
Asiento y dejando las cosas sobre la cama y dando un
último vistazo, salgo a toda marcha de la mansión, pero no
sin antes dejar con llaves la habitación.
_
Al llegar al hermoso y lujoso departamento de Chanel, no
hizo nada más que pedir comida. Sentadas en la sala con
nuestro trasero descansado en uno de los sofás y música
de fondo esperamos por el repartidor, ambas con una copa
de vino. ¿Cuándo será el día en que Chanel comprenderá
que soy mala para tomar? No soy para nada buena en esto,
me doy un sorbo y gimo de placer al sentir el sabor del vino
en mi boca.
–Nada como una copa de vino para hablar entre amigas –
sonrió. –Ahora sí, quiero todo, absolutamente todo con lujo
de detalles, todo para fuera, señorita, ahora... –sonrió al
verla acomodarse en el sofá, pierdo mi mirada en la copa y
esboza una sonrisa que se me antoja más de desdicha.
Ayer solo le comenté fragmentos, aunque todo, pero solo
fragmentos, lo más importante. Ahora en este momento,
todo está saliendo de mis labios como una canción que me
sé a la perfección. Chanel solo asiente y escucha no me
interrumpe, en el momento que le comenté sobre pedirle a
Roy un día más, aquel chillido saliendo de sus labios me
hizo reír un poco.
–Oh, Dios mío, esto es mejor que la novela de las dos de la
tarde... –de pronto suena el timbre de la casa y entre
maldiciones Chanel toma camino, unos segundos después
aparece con unas bolsas y el olor a comida inunda nos
invade. –Ahora esto se pondrá mucho mejor, vino, comida y
el maravilloso viaje sexual de Isabella y Roy... –se deja caer
sobre el sofá nuevamente y coloca la comida sobre la
mesita delante de nosotras.
– ¿Crees que actué como una idiota? ¿Impulsiva y
necesitada?
–Para nada... –me entrega un trozo de lasaña. –No
comprendo aun lo de ustedes, se gustan, se atraen, se
tienen unos deseos jodidos, pero, ¿Por qué no lo intentan?
–Él no puede... –me encojo de hombros y me doy un
bocado. –Él... Dice que es imposible sentir algo por mí, no
lo sé, no lo comprendo... –la morena toma un suspiro y
asiente.
–Solo te diré una cosa acerca de Roy, pero tú solo
mantente callada, ¿vale? –asiento, aquello me intriga. –Roy
ha sido el peor mujeriego de todos, se interesa en las
mujeres fáciles, con eso me refiero a chicas de bar,
prostíbulos, ese tipo de chicas... –trago con dificultad. –
Creo que se siente atraído por ti, por el simple hecho de que
no eres fácil, tienes tu carácter y obviamente, no vienes de
un prostíbulo... –ríe yo le imito. –Sé que estaba luchando
con su miembro y su mente para evitar tener intimidad
contigo, pero es imposible, Isabella, lo atraes demasiado,
ustedes ahora son mi pareja anormal favorita...
– ¿Se enamoró de una de ellas? –veo como Chanel se
tensa, pero terminar por asentir. – ¿La conociste?
–No, Federico solo me conto algunas cosas, Román enterró
todo de aquella chica, y no me refiero a que la asesino, solo
que no la quería cerca de Roy, ese idiota realmente ha sido
un dolor en los huevos de Román Lehner –la veo comer con
fascinación y sonríe. –Esta delicioso… –asiento y rio.
–Pero Federico me comento que Roy no es tan mujeriego
como él solía serlo...
–Te mintió, el idiota siempre intenta proteger a su hermano,
pero es imposible, Roy es como es, y creo que tu hubieras
sido quien lo sacara de ese hoyo –aquello me envía una
punzada en el pecho. –Eres hermosa, Isabella, una gran
chica, joven, de buena familia y con grandes cosas delante
de ti, créeme que siento que, con todo esto, tu mereces
estar a su lado, pero no de esta manera, no con un contrato
de por medio, te gusta, puedo verlo en tus ojos, en tu
manera de actuar delante de él, solo que Roy, es un idiota
cobarde, fin… –me doy un gran sorbo de vino y termino por
ingerirlo todo.
–La he cagado Chanel... –susurro, mi voz ronca, no sé si
contarle, pero siento que si debo hacerlo. –Ayer Dalan, el
doctor que está al frente de la enfermedad de mamá,
estaba en casa cuando llegue, hablamos de todo el tema
con los Lehner, y yo... –trago grueso, hago una corta pausa,
me doy un bocado de mi lasaña. –Le di un beso en los
labios... –la veo tomar un suspiro y me sonríe.
– ¿Intentas olvidar a Roy por medio de besos con Dalan? –
me encojo de hombros, termino por asentir – ¿Sentiste
algo? –niego, realmente fue como besar una pared.
–No sentí nada, y es que, Roy hace una explosión dentro de
mí en cada beso, con Dalan ni siquiera eso, ni cuando lo
bese mucho antes de conocer a los Lehner, soy una idiota,
no sé qué es lo que me pasa, no sé qué hacer, que
masoquismo el mío –ríe a carcajadas.
–Oh nena, no por Dios, ya te dije no te sientas así, Isa, no sé
cómo ambos soportaran el estar tan cerca, pero tan lejos a
la misma vez... –suspiro
–Soportare, eso creo... –desvió la mirada. –Creo...
_
Ambas reímos y cantamos de camino a la mansión Lehner,
fue tan liberador hablar con Chanel. Realmente nunca había
tenido a alguien con quien desahogar todo lo que llevo
dentro de mí. La noche está aquí, hubiera deseado que no
llegara tan pronto, realmente me la pase de maravillada con
ella, me alegra el haberla conocido en medio de toda esta
locura.
Al estacionarse, vemos a Federico esperando fuera de
casa, lo veo con un cigarrillo entre sus dedos y al ver a
Chanel bajar del coche sonríe feliz. Realmente este chico
está loco por la morena, yo hago lo mismo y bajo del coche,
me acerco a ellos quienes se devoran a besos, se separan
entre risas y luego Fede me da un abrazo.
–Bienvenida a casa, el fin de semana será tu fiesta de
bienvenida, no quiero un no por respuesta, será de esa
manera, ¿vale? –sonrió y feliz asiento.
–Gracias, ¿Y Roy?
–Dentro, esperábamos por ambas para la cena, pero le dije
a papá que ya lo habían hecho así que, quizás este en la
sala o vuestra habitación... –asiento y sin esperar tanto me
despido de ambos y entro a casa.
Me siento un poco incómoda para ser sincera, intento no
hacer ruido, pero de pronto en mi campo de visión veo bajar
por las largas escaleras a Román Lehner. Viene con el
móvil pegado a su oreja, pero en cuanto me mira sonríe
ampliamente, realmente no puedo creer el aura tranquila y
cómoda que emite, Chanel me dijo que es un hombre
correcto y de mano dura, pero yo no lo veo de esa manera.
Al terminar de bajar, con su dedo índice me hace esperarle,
termina la llamada y al guardar su móvil me recibe con un
abrazo.
–Bienvenida a casa Isabella... –asiento y al alejarme veo la
adoración en su mirada. –Que radiante estas.
–Gracias, señor Lehner...
–Oh no, Dime Román, me haces sentir viejo, ¿vale?
–Vale –sonrió apenada.
–Lamento tener que irme, me ha salido un viaje urgente
para Alemania así que estás en tu casa, todo lo que
necesites no dudes en pedirlo, estaré en unos días acá,
¿Esta bien?
–Que tenga un buen viaje, nos vemos en unos días... –
palmea con cariño mi hombro y pasa a mi lado, detrás de él
aparece Omar, quien me sonríe y lleva las valijas de su jefe.
Al escuchar las puertas cerrarse nuevamente el silencio
reina en esta enorme casa. Comienzo a subir las escaleras
y de pronto el sonido de algo quebrarse logra que me
detenga, es como un vaso o quizás algún plato, bajo de
regreso y no sé dónde ir, solo intento adivinar donde está la
cocina. Cruzo el comedor y veo unas puertas, escucho unos
susurros y confundida, comienzo a llamar a Roy, abro la
puerta y lo veo de un lado de la encimera y del otro lado se
encuentra Ambar.
Camino hasta él, no quita su mirada de la mía y luego
volteo a ver a Ambar, quien no hace nada más que ver a
ambos lados. Frunzo el ceño y tomo el hombro de Roy,
seguido de su mano, siento como se tensa, yo no le doy
importancia, volteo a ver a Ambar nuevamente y esbozo
una sonrisa.
– ¿Ocurre algo, Ambar?
Realmente una de las cosas que tengo es el leer o
descubrir a las personas. Los dos solos en la cocina,
alguna vajilla rota, ambos sorprendidos por mi llegada, lo
tenso que se tornó Roy y la clara mirada de decepción de
Ambar, y no cabe dudas, la chica está enamorada del
pelinegro.
Capítulo 16 - Masoquismo.
Estaba tan tenso, en ocasiones detesto estar con papá en
reuniones de negocios, Federico si disfruta, yo lo hago
porque simplemente así me lo ha impuesto papá, siempre
estar presente en los negocios, ya que cuando el falte seré yo
y mi hermano quienes debemos seguir el linaje de la familia
Lehner.
Todo el día estuvo Isabella paseándose por mi mente, quería
estar en cuanto llegara a casa, pero fue imposible, debía
estar junto a papá. Sé que por la noche fui un hijo de puta,
que no debí actuar de la manera en que lo hice, pero
realmente me cabreé. El solo hecho de que ella no accedía a
lo que yo le pedía, me dejaba saber cuánta fuerza de voluntad
tiene.
Por otro lado, no quería mencionar el hecho de que sabía que
ese tal Colligan estuvo en su casa, detesto mantenerla
vigilada, pero para mí es imposible estar tranquilo cuando un
hombre está a su alrededor, lo detesto.
–Las chicas no vendrán a la cena… –subo la mirada y
Federico se sienta delante de mí. –Chanel me ha llamado,
cenaran en su casa, así que vendrán en un rato, no os
preocupéis... –volteo a ver a papá quien asiente tranquilo, yo
no estoy tranquilo, quiero verla, necesito verla.
–Quedaran al frente de casa por una semana –habla. –Debo
viajar de emergencia a Alemania... –le miro, ahora su rostro
en ese gesto endurecido.
– ¿Está todo bien? –pregunto, realmente sé a qué va papá
para Alemania, él no tendría motivos importantes, solo uno
que lo obliga a ir.
–Nada de qué preocuparse, solo espero llegar y que me
tengan buenas noticias... –y no dice nada más, se concentra
en su cena la termina y se marcha, yo continuo junto a
Federico, quien lo veo perdido en su mente.
–Todo estará bien, ¿Vale? –sube su mirada y asiente un poco
triste. –Algún día sabremos en realidad que fue lo que
ocurrió, sé que papá y yo mantenemos una relación algo
jodida, pero créeme que este tema me es importante –hace
un mohín y continúa su comida.
No sé si podré soportar el dormir en esa habitación,
realmente no quería, papá lo sabe, pero quiere darle los
mejores tratos a Isabella y lo comprendo. Pero esta mansión
tiene un montón de habitaciones mejor que esa y no
comprendo por qué insistió en la principal.
Al terminar retiran los platos, siento un roce en mi hombro y
espabilando un poco volteo a ver a Ambar escucho un bufido
delante de mí y es Federico. Se levanta mientras lo veo sacar
los cigarrillos de su bolsillo, esta estresado siempre lo hace
cuando esta de esa manera, yo vuelvo mi mirada a Ambar.
–Te espero en la cocina…
Un leve asentimiento de mi parte y se marcha. Ella y su
madre se encargan de la cena, los demás trabajadores hacen
otras cosas de la mansión, solo cuando hay eventos es
donde pedimos contratar mesoneros para que atiendan a los
invitados, de resto, esta casa es solitaria. Tomo un sorbo de
mi vaso de agua y cojo camino a la cocina.
Veo que solo esta ella, de seguro Margarita se ha ido a
descansar, la veo organizar las cosas para lavarlas, es
momento que dejemos todo esto en paz. No quiero
problemas con papá y mucho menos con Isabella, siendo
honesto, seria hombre muerto si papá se entera que aún
continuo con mis arrebatos de sexo con Ambar.
– ¿Qué quieres? –da un salto al escuchar mi voz y voltea. –
Ya es suficiente, Ambar, no quiero problemas estoy cansado
de decirlo.
– ¿Por qué no viniste por la noche? –el repentino tono alto de
su voz, abro mis ojos para que baje un poco su tono. –Solo te
pedí la noche de ayer, solo eso, Roy, juré no molestarte.
–Y no lo harás, ¿Cierto? –veo como se tensa, termina por
asentir. –Ambar, viste que hoy llego mi esposa, ¿No? –vuelve
asentir, veo la ira plasmada en su rostro. –Estará en la
habitación principal, una habitación de reinas, ¿Creíste que
algún día estarías en su puesto? ¿Disfrutando de todo lo que
ella disfrutara? Te recuerdo, no eres Isabella, ella es
demasiado comparada contigo.
Sí, soy un completo hijo de puta, soy un desastre de persona
y soy una escoria al hablarle y decirle cosas de este modo.
Pero si no lo hago, Ambar continuara en este jodido juego y
yo no estoy para ello, no cuando necesito llevar las cosas en
paz, con papá.
Me saca de la mente el sonido de un plato que le veo lanzar
al suelo, aquel se expande en pedacitos e hizo un sonido
escandaloso. Yo le doy un fuerte golpe a la encimera, sé que
la rabia me está consumiendo, espero que papá ya se haiga
ido, porque si no esta es la última noche de Ambar en la
casa.
–Eres un hijo de puta, Roy... –dice entre dientes. –Disfrutare
tanto contándole todo a tu esposa... –le miro fijo, esbozó una
sonrisa.
–Te recuerdo que ni tu ni tu madre tienen donde dormir, no
tienen una casa, no tienen familia, son seres solos en este
mundo, arriesgaras todo y para tu mamá será difícil
conseguir trabajo a su edad, vaya, Ambar que ser
despreciable eres... –la veo sorprendida, realmente sabe que
es incapaz de hacerlo.
– ¿Roy? –el corazón se me acelera, las piernas se me
debilitan, observo a Ambar que se tensa a un mas, yo
también lo hago. – ¿Roy? –volteo a la puerta que se abre y la
veo entrar, tan hermosa como siempre, me es imposible
quitar mi mirada de ella, se acerca hasta mí y tomando mi
antebrazo y con su otra mano enreda sus dedos en los míos,
me tenso un poco, el corazón va y viene, voltea a ver Ambar y
le sonríe.
– ¿Ocurre algo, Ambar? –noto como la detalla de pie a
cabeza, la mira y la remira una y otra vez, no aparta su
sonrisa, ¿Isabella?

Isabella Massón.
Los observo a ambos, ninguno me dice nada, mi sonrisa no
se esfuma de los labios. Ambar la chica de cabello rojizo se
agacha y comienza a recoger los vidrios en el suelo, volteo
a ver a Roy, aun sus grises me observan, esbozó una corta
sonrisa, él hace lo mismo.
–Lo siento... –escucho el susurro de Ambar vuelvo mi
mirada a ella.
–Está bien, solo ten cuidado, podrías cortarte –asiente,
pero no me mira, mantiene la vista baja, ¿Desde cuándo
está enamorada de Roy? ¿Él le ha correspondido? Debo
averiguarlo, necesito hacerlo. –Estoy cansada, ¿nos vamos
a nuestra habitación? –volteo a ver a Roy, asiente.
–Sí, vamos...
–Feliz noche Ambar, que descanses... –ella no hace más
que mirar nuestras manos entrelazadas, sé que ella sabe al
igual que los demás que esto es solo una farsa, pero
continuare el protocolo. –Nos vemos... –un asentimiento y
Roy y yo salimos de la cocina.
Intento soltar su mano, pero él lo evita, continuo de su
mano y salimos del comedor, llegamos nuevamente a la
entrada y vemos a Chanel y Fede entrar entre risas. Nos
observan y se despiden tomando camino por un pasillo,
Roy me lleva escaleras arribas. Al plantarnos delante de la
puerta veo lo tenso que esta, aún más que en la cocina.
¿No quiere entrar? ¿Por qué? Esto es solo una habitación,
busco la llave y abro la puerta, suelto su mano y entro, veo
por encima de mi hombro lo vacilante que está en si entrar
o no, termina entrando.
Veo mis cosas sobre la cama y tomo camino a ellas, no sé
qué decir, no sé qué me dirá él, solo quiero mantenerme
ocupada. Abro el enorme closet y comienzo a guardar mis
cosas una a una, ya las de Roy están dentro, volteo a verlo y
lo veo junto a uno de los ventanales. Sus manos dentro de
los bolsillos del pantalón de vestir, no me cansaría de verlo
vestido de esa manera, realmente me encanta cuando va
de traje.
– ¿Qué tal tu día? –pregunta si apartar la mirada de la
ventana. –Lamento no haber estado en casa cuando
llegaste.
Vuelvo mi mirada al equipaje y organizo otras cosas en la
cama para luego llevarlas al closet.
–No te preocupes, comprendo, estuvo bien, Chanel es muy
buena conmigo... –escucho sus pasos, tomo las cosas de
la cama y camino nuevamente al closet. – ¿Tu día? ¿Qué tal
todo? –de pronto siento sus manos rodear mi cintura y su
quijada posarse en mi hombro.
–Lamento lo de anoche... –susurra, su cálido aliento
chocando en mi piel. –No fue mi intención, bonita,
realmente prometo mantener la promesa –cierro mis ojos
con fuerza y volteo aun dentro de sus brazos. –Pero es en
serio lo de ese doctor, por favor Isabella no me hagas ser el
malo de la historia... –abro mis ojos y sus grises ya me
miraban.
–No ocurre nada entre él y yo, solo fue a pedirme disculpas.
–No te quiero cerca de él, no lo quiero cerca de ti, sé que te
gustaba, que mantenías salidas con él, tuvieron historia,
una corta, pero la tuvieron... –mis manos suben hasta su
rostro y ahueco sus mejillas en ellas, mi pulgar
acariciándole. – ¿Cómo quieres que cumpla mi promesa
cuando haces esto? –sé que se refiere a mis caricias, pero
me es imposible ser distante con él, intento soltarte, pero
niega. –Continua... No dejes de hacerlo... –choca su frente
con la mía, ambos con los ojos cerrados.
–Roy... Debo continuar organizando las cosas –asiente y
antes de separarse, me deja pendiendo de un hilo con un
ligero roce de labios que intensifico más la situación.
–Iré a darme una ducha...
Se separa y toma camino al baño, yo quedo entre la
promesa y el deseo, sacudo mi cabeza y continúo
organizando mis cosas.
A los segundos escucho el agua de la regadera, mi mente
comienza a recordarme el viaje a las Bahamas, ambos en la
ducha, desnudos, entregándonos como locos, mis pies se
mueven solos y camino hasta la puerta, paso el seguro y
camino hasta la puerta del baño, trago grueso, intento
frenarme, no puedo, simplemente, no.
Al detenerme frente a ella comienzo a quitar mi ropa, cae
sobre el suelo, quito mi calzado, sacudo mi cabello para
que caiga a ambos lados de mis hombros. Siento como el
jodido deseo me está haciendo una mala jugada, no debo
hacerlo, grito desde mis adentros, pero me es imposible
evitarlo. Lo quiero, ahora, en este preciso momento, el
masoquismo con Roy me está carcomiendo.
Termino de abrir la puerta que esta entre abierta y desnuda
completamente, camino hasta la regadera. Lo veo de
espalda, con su rostro alzado y el agua cayendo sobre su
cuerpo, su cabello azabache húmedo, su piel pálida y
algunas pecas en sus hombros.
Entro con mucho silencio, mis pies descalzos sintiendo la
humedad en la cerámica, un paso más y estaré pegada a su
cuerpo, lo hago. Rodeo su pecho con mis manos y
antebrazo, mis senos chocan en su espalda húmeda, él no
se mueve, no hace nada, me coloco de puntillas y beso su
cuello.
–A quien trato de engañar... –susurro cerca de su oído. –A
quien tratamos de engañar, mi amor... –el cuerpo entero me
tiembla, todo en mi arde. –Te quiero ahora, Roy, hazme
tuya... –no sé dónde se ha ido mi pudor, mi promesa, todo
lo envié por un caño y realmente no creo darle importancia
ahora.
Él voltea, me enfrenta, su cabello pegado a ambos lados de
su rostro, su boca entre abierta, sus brazos a ambos lados
de su cuerpo, su pecho choca con el mío que cada vez se
está mojando más por el agua.
–Nena... –susurra, me observa, siento como sus manos
comienza a subir por mis muslos, los aprieta y suelto un
jadeo, me aferro más a él y en solo un segundo sus labios
frenéticos y locos besan los míos. –No... Te arrepentirás...
¿Verdad?
–No lo hare... –rodeo sus hombros, mis dedos se enredan
en su cabello oscuro, sus manos comienzan a tocarme
toda, sin dejar un rincón sin explorar, entre sus brazos me
mueve y ahora soy yo quien disfruta del agua cayendo en
mi cuerpo, sus labios pasan de mi boca a mi cuello. –Roy...
Pero de pronto pasa, ese mar de pensamientos me ataca,
ya que el solo hecho de pensar en que sus manos quizás
tocaron el cuerpo de Ambar, me llena de ira. No sé si son
celos, rabia, no lo sé, pero no quiero que piense en otra piel,
en otro cuerpo que no sea el mío. Todo se me esfuma
cuando estoy con Roy, todo en mí se desvanece, fui una
idiota cuando le pedí que no ocurrirá más nada entre
nosotros, no se ha quien estaba engañando, disfruto sus
labios, lengua y dientes en mi piel.
–Ponte de espaldas... –ordena y yo sin vacilar lo hago, el
agua cae por mi espalda y trasero, veo por encima de mi
hombro que se agacha, sus labios comienzan a subir por
mis pantorrillas seguido de mis piernas, su boca llega hasta
mi trasero y sus dientes muerden ambos con suavidad.
Aquello me hace jadear, aprieto mi entrepierna. –Abre las
piernas... –vuelve a ordenar, vuelvo a acceder.
Comienza a subir con sus labios en mi espalda, su mano
derecha se cuela a mi entrepierna y siento como mis
piernas fallan cuando sus dedos llegan a mi intimidad.
Reprimo un gemido, lo menos que quiero es que alguien
nos escuche, aunque con esta ausencia de personas lo
dudo mucho.
Su dedo índice y medio trazan círculos con lentitud, aprieto
mis manos sobre las baldosas, todo mi cuerpo se tensa y
sus labios llegan a mi cuello. Sus dientes muerden, su
lengua lame, volteo mi rostro y encuentro sus labios, lo
beso con desespero jadeo en su boca, mi lengua rozándose
junto con la de él, acelera más y más la estimulación en mi
intimidad y sé que estoy por finalizar, lo sé, todo mi cuerpo
será una completa explosión en solo segundos.
–Aun no lo hagas... –susurra en mis labios, yo niego, no
creo soportar más. –Aun no quiero que lo hagas, tenemos
una noche entera para los dos, no imaginas como te
deseaba de esta manera... –aparto su mano de mi
intimidad y me volteo lo rodeo nuevamente y tomándome
de los muslos me alza, enredo mis piernas en su cintura y
siento su erección lista para estar dentro de mí.
–Hazme tuya, por favor, no dejes que me arrepienta, haz
que te pida aún más, Roy, por favor, no tengas ojos para
nadie más, solo para mí... –se aleja un poco y me mira, me
apoya contra la pared y una de sus manos quita el cabello
mojado de mi rostro. Me observa completamente, cada
detalle de mi rostro y de una estocada fuerte, pero llena de
placer se adentra en mí.
–Nunca... –habla con los dientes apretados, el gemido bajo
sale de mis adentros. –Nunca tendría ojos para más nadie
cuando te tengo a ti, eres mía ¿verdad? Solo mía, dime que
es así, Isabella Massón, dímelo... –asiento, pero el gruñe no
quiere solo verme asentir quiere escuchar mis palabras.
–Tuya, Roy –confieso. –Lo siento, por favor, discúlpame
por querer alejarte cuando te deseo tanto –le beso. –No te
quiero lejos, te quiero conmigo, solo conmigo, desnudos
siempre en nuestra cama, solo no dejes de hacerme tuya –
un gemido es reprimido por un beso. –Soy... una idiota
masoquista contigo, pero no...
Y me calla con un beso en su totalidad, entra y sale con
rapidez, el sonido de nuestros cuerpos desnudos que se
pega una y otra vez. Muerdo con fuerza su labio inferior,
con un profundo y largo gemido, mi cuerpo tembloroso y de
pronto todo ligero, sé que he tenido el mejor orgasmo de
todos. Él continua dentro de mí y continúa penetrándome
más, hasta que me aprieta a él y siento lo palpitante dentro
de mí, me llena de él, completamente, nuestras
respiraciones que van y vienen.
–Si tú eres masoquista –comenta con la voz entrecortada.
–Yo también lo soy, porque cuando te quiero lejos tu vienes
y cambias mis ideas... –sus labios besan mi quijada
seguido de mis labios. –Y siempre lo seré, nena, un jodido
masoquista que está loco por ti.
Me baja de sus brazos y toma el jabón a mi lado, enjabona
sus manos y luego mi cuerpo, me coloca de espalda,
ambos en silencio. No es un silencio incomodo es uno
agradable, el sonido de la regadera y nuestras
respiraciones, me voltea y enjabona mis senos, mis manos
comienzan a trazar sus tatuajes, me encanta que adornen
su piel blanca, lo veo sonreír un poco, no comprendo por
qué.
– ¿Qué ocurre? –me observa y acerca su rostro dejando un
beso en mis labios.
–Me encanta este momento –comenta. –Lo nuestro cada
vez tornándose más familiar, más íntimo, más, tu y yo... –
sonrió y beso sus labios. – ¿No solo será por esta noche? –
sé que se refiere a lo que acaba de ocurrir, hago un mohín y
niego. – ¿Serán muchas más? –sonrió de lado y asiento.
–Todas las que tú quieras... –me rodea con sus brazos y
me abraza mientras sus manos jabonosas recorren mi
espalda.
–Debemos dejar de actuar de esta manera... –asiento,
quisiera ir siempre contra la corriente, pero no podemos
lamentablemente, se aleja y toma mis mejillas. –Dame solo
este año, ¿sí? –frunzo el ceño no comprendo. –
Terminaremos el contrato y luego tú y yo nos iremos lejos.
–Roy, no prometas cosas en vano... –besa mis labios, un
beso profundo.
–No... Es una promesa en vano, ¿Confías en mí? –asiento,
siempre suelo hacerlo. –Pues confía en que en un año
estaremos juntos sin este contrato de mierda.
–Está bien… –tomo un suspiro y asiento una y otra vez. –
Está bien, confiare en ti, por el momento ¿Qué seremos?
–Lo que somos, esposos, que hacen cosas de esposos... –
se encoge de hombros no sé porque me hace gracia lo que
dijo. –Pero siempre teniendo cuidado bonita, ¿está bien?
–Sí, está bien amor.
Lo veo sonreír feliz, cierra la regadera y toma mi mano,
salimos y tomando una toalla, seca todo mi cuerpo. Él se
cubre con una de la cintura para abajo y a mí me deja
desnuda, le arrebato la toalla de la mano y me cubro, él la
arrebata nuevamente y comenzamos con una pelea de
toma y dame.
–Roy... –me cruzo de brazos y hago un puchero, camina
hasta mí y se quita la que llevaba alrededor de su cintura,
me toma nuevamente en sus brazos y un chillido sale de
mis labios.
–Tenemos toda la noche para nosotros, no tienes por qué
llevar eso... –señala la toalla en el suelo. –Vamos a nuestra
habitación, mi bonita esposa... –aquello me hincha el
corazón y asiento.

Al despertar, siento los rayos del sol chocando en mi
espalda, siento una calidez en mi mejilla. Abro de a poco
mis ojos y lo primero que veo es el definido pecho de Roy,
subo un poco mi rostro y mis ojos lo contemplan dormido.
Las sábanas blancas nos cubren de la cintura para abajo, la
noche fue larga para ambos, no dejábamos de tener sexo
una y otra vez, no me cansaría de él.
Se mueve un poco y yo me alejo de él, se da media vuelta y
abraza una almohada, sonrió y salgo de la cama. No sé si
hice bien en buscarlo o no, no sé si está bien que acepté
tener esto a escondidas de su padre y todos los demás.
Román Lehner no está en casa, así que no nos importa
romper las reglas mientras no está, dentro de mí, la
pequeña esperanza de que Roy y yo estemos juntos
después del contrato, no se aparta de mi mente. Prometí no
sentir por él, pero me es imposible, siento más de lo
normal, lo quiero tanto, si lo quiero, no puedo negarlo.
Escucho dos golpes a la puerta y eso me alerta, correteo
por toda la habitación buscando con que cubrirme y tomo
una de las batas de seda que estaba en el closet. Me la
coloco rápido y volteo a ver a Roy, tiene el sueño tan
pesado que ni siquiera el ruido lo despierta. Arreglo mi
cabello alborotado y camino hasta la puerta, cierro en un
nudo la bata, termino quitando el seguro y abro.
Al abrir encuentro a Ambar, sorprendida de verme de esta
manera, da un paso e intenta entrar a la habitación, la freno,
aquello me hace cabrear un poco, ¿Quién se cree que es?
He sido muy buena con ella, soy una chica buena, pero no
permitiré que quiera pasar por encima de mí, eso nunca,
una de las cosas que me aconsejo Chanel, es que siempre
tengo que imponer el respeto que me merezco, aun no
comprendo que ocurre o ocurrió entre Roy y ella, pero tarde
o temprano lo sabré.
– ¿Necesitas algo? –hablo en voz baja, no quiero que Roy
despierte.
–Yo… –toma un suspiro y me mira. –Quería saber si
tomaran el desayuno en el jardín, en el comedor o aquí en la
habitación... –intenta mirar dentro, sé que busca a Roy, así
que no sé porque, pero me dan unas ganas inmensas de
que lo vea.
–Dame un momento... –me doy media vuelta e intento
mirarla por encima del hombro mientras camino a uno de
los ventanales. El clima esta agradable para desayunar
fuera, doy media vuelta y encuentro a Ambar asombrada
viendo en dirección a la cama donde está dormido Roy. –
Ambar... –le llamo y ella tomada por sorpresa, voltea. –
Tomaremos el desayuno en la habitación, está muy fuerte
el sol, así que...
–Está bien –se da media vuelta, pero yo con prisa me
acerco y la detengo tomando su antebrazo.
–Te voy agradecer una cosa... –me mira. –No quiero que
vuelvas a husmear en mi habitación, ni mucho menos ver a
mi esposo mientras duerme, ¿Esta bien? –me cruzo de
brazos, asiente.
–Disculpe señorita Isabella, no volverá a ocurrir.
–Eso espero, ahora por favor, el desayuno ¿sí? Gracias.
Sin más se retira y siento el pecho subir y bajar con prisa.
Detesto ser un ogro yo no soy de esta manera, pero una
cosa si tengo entre ceja y ceja, defenderé todo lo que tenga
que ver con Roy y conmigo. Nunca había tenido por quien
desvivir mi corazón ni mucho menos mis sentidos,
nuevamente caigo en cuenta que no se si estoy haciendo
bien, pero no dejare de hacerlo, no ahora que he decido
intentar romper las reglas y dejarme llevar por lo que siento.
Capítulo 17 - No lo olvides.
En el momento en que Ambar se marchó yo tome camino al
baño, llene la bañera y en cuanto estaba cubierta de
espuma. entre en ella. Recosté mi cabeza y cerré mis ojos,
el olor a sales y vainilla me abarca por completo y me lleno
del rico aroma, el agua tibia y un silencio que se me antoja
tranquilo y lleno de paz.
Un largo rato disfrute de mi baño y al salir rodee mi cuerpo
con una toalla limpia, las otras que fueron usadas las lleve
al cesto de la ropa sucia, estaban todas mojadas y
enrolladas en el suelo.
Al salir me encuentro con una hermosa sonrisa, unos ojos
adormilados y un torso desnudo, paso por la puerta y paso
el seguro, suelto mi cabello el cual tenía recogido y al caer
choca con mi piel que aun esta húmeda. Observo a Roy
morder sus labios, quito la mano que sujetaba la toalla y
esta cae a mis pies, quedo completamente desnuda y la
mirada fija del pelinegro me barre de pie a cabeza.
– ¿Qué esperas que no vienes? –esbozo una sonrisa y
niego, tomo camino al closet y busco mi ropa interior,
escucho un gruñido y en solo segundos unas manos se
afianzan a mi cintura. – ¿Qué crees que haces? ¿Solo
provocarme y ya? –asiento con una sonrisa en mis labios.
–Mal hecho, nena... –volteo y lo abrazo, su pecho cálido
choca con el mío, levanto mi rostro y le doy un beso casto.
–Buenos días, mi Roy... –me besa con un frenesí, su lengua
se abre paso y me alza en sus brazos, rodeo su cintura con
mis piernas. –Roy... No... –susurro entre labios. –
Quedamos que solo sería por la noche, cuando todos
duermen... ¿Lo recuerdas? –asiente, pero no deja de
besarme.
– ¿Y cómo calmo esto? –baja su mirada y encuentro una
clara erección de su parte.
–Ve... Y toma una ducha fría, te ayudara... –ladea su
cabeza y niega, mis manos pican, lo anhelan
–Joder, Isabella...
Me baja y toma camino al baño a regañadientes, sabe que
de nada servirá que comencemos un debate, que muero de
ganas, pero debemos ser precavidos. A los pocos
segundos escucho que llaman a la puerta, rápidamente
coloco mi ropa interior y un vestido de tiros color rosa.
–Un momento... –grito recojo mi cabello en una cola alta y
quitando el seguro abro la puerta, es Ambar, pero no viene
con nuestro desayuno.
–Señorita Isabella, Federico y Chanel piden que bajen al
jardín a tomar el desayuno con ellos –escucho la puerta del
baño y aparece Roy con su cuerpo empapado en agua y
una toalla alrededor de su cintura, vuelvo mi mirada a
Ambar quien la mantiene sobre mí.
–Está bien, bajaremos en unos minutos…
Asiente y se retira, cierro nuevamente la puerta y miro a Roy
colocar ropa ligera de estar en casa, ¿No trabajara? Ignoro
eso y continúo preparándome, aunque solo necesitaba
unas sandalias y peinar mejor mi cabello.
Camino hasta Roy, quien está debatiéndose en que franela
llevara, solo lleva una bermuda y su cabello apuntando a
varias direcciones, lo rodeo con mis brazos rozo mi nariz de
hombro a hombro, me encanta la loción que utiliza, fresca.
–Me encanta como hueles... –suelta una risita. –Te espero
en el jardín, Chanel y Federico quieren desayunar con
nosotros –voltea y asiente, no puedo evitar dejar besos en
su pecho, lo escucho suspirar, sí, me encanta lo que causo
en él. –Mejor me marcho.
–Si por favor, ahora... –una muy clara suplica y dejando un
beso casto en sus labios eso hago.
Salgo de la habitación con rumbo al jardín, me cruzo con
algunos trabajadores y me saludan amablemente. Me
encuentro con Omar llevando una manzana a su boca, me
saluda con cariño y continua su rumbo, doy con la puerta
del jardín y salgo, esto es enorme. Una muy grande piscina
y como especie de parque para niños, esto me extraña un
poco, ya que si mal no recuerdo en la boda no había nadie
con niños pequeños.
No le doy importancia y continuo hasta la mesa con una
enorme sombrilla donde se encuentran Fede y Chanel
ambos jugueteando con la crema batida y las fresas, les
saludo a ambos y tomo asiento.
– ¿Y Roy?
–Dijo que ya bajaba... –me encojo de hombros, se supone
que Roy y yo estaremos juntos, pero nadie debe saber. –
¿Eso tiene mermelada de arándanos? –señalo un plato de
tostadas, Chanel me mira y asiente, luego cae en cuenta.
– ¡Dios! Cierto que eres alérgica, ya pediremos que traigan
con mermelada de durazno, ¿Esta bien? –sonrió y les
agradezco, tomo un trozo de melón y lo cómo.
A los pocos minutos vemos venir a Roy, con sus lentes de
sol y una franela que se aferra a los músculos de sus
brazos, los tatuajes en su esplendor, toma asiento a mi lado
y toma mi mano, entrelaza nuestras manos y lo veo
confundida, asustada.
¿Qué hace?
Voltea a verme y sonríe, acerca su rostro y deja un beso en
la punta de mi nariz, sé que en este momento Chanel y
Federico tienen un gesto sorprendido. Al alejarse
escuchamos un carraspeo volteo a ver y es Ambar con las
tostadas con mermelada de durazno que pidió Fede.
–Gracias, Ambar... –asiente y dándole una mirada fugaz a
Roy desaparece.
Tomo una de las tostadas y le doy un mordisco, siento
miradas, un par de miradas sobre mí, subo de a poco la mía
y Chanel me ve con una ceja enarcada, al igual que el rubio
a su lado. Volteo a ver a Roy quien esta entretenido en su
tortilla, el debería hablar, no yo, osea quien demostró tanto
frente a ellos fue él, sé que debemos fingir, pero no es para
tanto.
–Isabella y yo estaremos a escondidas y ustedes ni
siquiera abran esa boca... –comienzo a toser, sé que mis
mejillas están ruborizadas, él me pasa un vaso de jugo de
naranja y yo me doy un sorbo de tajo. –Así que silencio,
¿Esta bien? –les mira a ambos al igual que yo, ambos
hacen un gesto con sus dedos cerrando el cierre de su
boca.
–Cuentan con nosotros para lo que sea ¿Vale? –sonrió al
escuchar a Federico.
–Gracias... –decimos al unísono Roy y yo.
–Joder es que hasta dicen las palabras al mismo tiempo,
me dio escalofríos... –rio con el comentario de Chanel. –
Seremos una tumba –me guiña y sonríe.
Al terminar el desayuno que por cierto estaba muy
delicioso, tomo camino junto a Chanel a una de las
mecedoras del jardín, ella hundida en su móvil y yo con la
mirada perdida en la piscina. Echo de menos a mamá,
desayunar con mi familia, reír con ellos, y aunque Roy y yo
estamos intentando algo a escondidas y me hace sentir
bien, no puedo dejar de pensar en mi familia, en lo mucho
que los extraño.
–Debo ir al médico, Chanel, necesito cuidarme... –la veo
colocar el móvil en sus piernas y asiente.
– ¿Te parece si vamos ahora?
–No es un médico de la familia, ¿Cierto? –rueda los ojos al
cielo y niega.
–Tranquila es mi médico de confianza, no tiene nada que
ver con los Lehner –sonrió, eso me alivia un poco. –Lo
decíamos muy enserio, los apoyaremos en todo ¿Vale? –
sonrió.
–Gracias, yo, solo espero que todo vaya bien, y que, las
cosas con Roy progresen.
–Tranquila, es muy notorio cuán importante eres ahora
para el pelinegro, ¿Bien?
Me da una de esas sonrisas que siempre me alivian y
continua en su móvil, yo cierro mis ojos y disfruta de la
fresca brisa que hace en este momento. Escucho las risas
de los chicos y los vemos tomar camino dentro de casa, yo
no tengo pensado entrar aun, siempre me ha gustado estar
en contacto con la naturaleza
_
Después de que los chicos se fueron al estudio hacer unas
cosas del negocio Lehner, le comente a Roy que saldría con
Chanel para que no estuviera como loco buscándome. La
morena también hizo lo mismo con Federico, lo que
realmente me dejo perpleja fue el cómo Roy me dijo que
tomara una de las llaves del cajón que está en el closet,
donde tiene sus llaves de todos los coches que tiene, no
me dio uno en específico simplemente yo elijo.
Así que sin pensarlo tome las llaves de su Porsche
911 color blanco, tan limpio y tan hermoso. Al entrar, el olor
a nuevo me hizo gemir de pura satisfacción, tengo mi
licencia de conducir, pero nunca le acepte un coche a papá,
aunque muchas veces me lo ofreció.
Al llegar al consultorio el cual no era para nada lejos, doy
gracias a Dios que de inmediato nos atendieron. Chanel
tiene sus influencias, contactos y mueve todo muy rápido.
Estoy delante de un hombre algo mayor, las canas en su
cabello lo delatan, me sonríe y toma apuntes, mi nombre,
edad y todas esas preguntas incomodas que después de
todo, debes afrontar.
– ¿Tu última actividad sexual? –siento mi garganta seca,
volteo a ver a Chanel quien ríe como idiota.
–Anoche doctor... –asiente y apunta.
– ¿Te has cuidado de alguna forma? ¿O tu esposo usa
condón? –niego, él vuelve anotar. –No tienen pensado
buscar bebes por el momento, ¿No?
– ¿Bebés? –trago con dificultad, si esto no fuera tan jodido
ya me fuera imaginado eso con Roy. –No, por el momento
no, doctor.
–Ok, está bien, ¿Qué crees que te hará sentir más cómoda?
¿Pastillas? ¿Inyecciones? ¿Aparato?
–Me conformo con las pastillas, gracias... –no sé nada de
todo esto, pero Chanel me recomendó las pastillas y eso
hare.
– ¿Sabes tú ciclo menstrual? ¿Cuándo ovulas y cuando no?
–Diablos –mascullo. – ¿Vivo en la prehistoria? Ok, venga
doctor se esas cosas, pero no con exactitud, no me
molestaría un repaso.
El ríe con cariño y comienza a explicarme todas mis dudas.
Por lo que me ha dicho estoy en mi momento donde no
estoy ovulando así que no hay de qué preocuparse por un
embarazo, pero hoy debo comenzar mi tratamiento.
Continua con su charla y yo escucho atenta, al terminar me
entrega un envase de anticonceptivos, luego que se
terminen estos, debo comprar por mi cuenta los demás.
Nos despedimos y realmente me siento un poco aliviada.
–Isa... –volteo a ver a Chanel quien va a mi lado, pero con
su mirada fija en el móvil. – ¿Podrías llevarme a la agencia?
Necesito buscar unas cosas –alza su mirada y yo asiento.
–Vamos...
Tomamos camino directo a la agencia a la cual trabaja
Chanel, mientras ella va nuevamente hundida en su móvil.
Al detenerme en un semáforo en rojo busco el manos libres
del móvil los conecto y marco a la casa. Uno, dos, tres
repiques y luego a los segundos me envía al buzón, aquello
comienza a ponerme un poco paranoica, vuelvo hacerlo
unas tres veces más y nada.
Continuo el trayecto a la agencia escucho a Chanel
indicándome donde cruzar y en diez minutos más
llegamos. Es un poco lejos desde donde estábamos, vuelvo
a marcar mientras me estaciono, y nadie toma el teléfono
de casa, incluso llame a papá y no coge el móvil.
–Chanel... –la morena voltea y asiente. –Te molesta si te
dejo aquí, no me contestan las llamadas y me preocupa, ya
sabes por mamá... –su semblante se torna preocupado y
asiente.
–Ve, le diré a Fede que pase por mí no hay problema,
mantenme informada ¿vale? –asiento y al bajar del coche
nos despedimos, yo de inmediato tomo camino al hospital
que por suerte está a solo unos cinco minutos si tengo
suerte que los semáforos estén en verde.
Dejo el móvil en el asiento del copiloto y ya siento como
todos los nervios me invaden, podría fácilmente tomar
camino a casa, pero es imposible que estén, si nadie coge
el móvil es porque nadie se encuentra en casa.
Escucho el móvil y dando un fugaz vistazo veo que es papá
quien llama de inmediato respondo con el manos libres y
sin quitar la mirada de la carretera le contesto.
–Papá, ¿Qué ocurre? ¿Por qué nadie responde en casa?
–Isabella, hija cálmate, es tu madre ha tenido una recaída,
pero todo está bien.
– ¿Qué? ¿Por qué no me habéis llamado? ¿Desde cuándo
están en el hospital? –un largo segundo de silencio y papá
retoma la llamada.
–La madrugada, pero tranquilízate está bien.
–No, en dos minutos llego al hospital, estoy molesta con
ustedes, les pedí que lo que ocurriera con mamá de
inmediato me informaran, por muy diminuto que fuera.
Y termino la llamada, alejo el manos libres de mis oídos y
los lanzo con un enojo que ni yo puedo describir. Nunca
había actuado de esta manera, pero mamá es siempre
esencial en todo, que me fuera a vivir donde Roy –porque el
contrato así lo impone– no quiere decir que me he olvidado
de ella, eso es imposible.
Al llegar aparco y bajo del coche corriendo, al entrar tomo el
camino de siempre, el pasillo, luego el ascensor y presiono
el botón del piso donde debo ir. Muerdo mi lengua, estoy
controlando algo que me ha invadido el cuerpo, pero el cual
no puedo alejar, papá hablaba con tranquilidad, pero yo soy
todo lo contrario.
Al abrirse las puertas del ascensor vuelvo a tomar el
camino memorizado, paso frente a las enfermeras las
cuales me saludan y yo ni siquiera les prestó atención, y no
porque me dé la gana de ignorarlas, es que voy hecha un
manojo de enojo que no se aparta de mi cuerpo.
Los veo a los tres, Rudy, Derek y papá, camino hasta ellos y
luego aparece Dalan de una habitación donde seguro esta
mamá, ¿Por qué me siento imponente? ¿Fuerte y decidida
en este momento? Es algo que no había sentido en cada
paso que doy mientras me acerco a ellos.
– ¿Por qué no me habéis llamado? –le hablo con un tono
de voz fuerte, pero siempre con el respeto que le tengo a
papá. –Lo habíamos acordado, cualquier cosa que
ocurriera con mamá debían informarme, tú lo sabias Rudy...
–la señalo y ella agacha su cabeza.
–Isabella, tranquilízate, tu madre está bien, de verdad... –
niego, llevo mi mirada al techo y tomo un suspiro.
–Si sabes que estoy haciendo cosas que no me gustan,
vivir con un hombre que no quiero y el cual no deseo a mi
lado, y todo por ella, ¿Y me dices que me tranquilice? –me
detengo mientras enfoco mi mirada en papá sabe que lo
que he dicho lo ha herido, es como culparlo de todo. –
Necesito verla... –volteo a ver a Dalan y asiente, ni siquiera
ha dicho una sola palabra.
Me señala la puerta y yo con un leve asentimiento paso a
su lado y entro a la habitación. Mamá sobre la cama de
sábanas blancas, con aparatos a su alrededor y una
intravenosa en su muñeca, sus ojos cerrados, pero que de
pronto y de a poco se abren, camino hasta ella y sonrió,
tomo asiento en la silla junto a su cama y tomo su mano.
La llevo hasta mi mejilla y acaricio con suavidad, me vuelvo
por completo una fiera cuando de mamá se trata, es en ese
momento donde sabes que la leona que cuida a sus
cachorros debe ser ella, pero en este momento la leona
necesita de sus cachorros para que la protejan y eso soy
yo.
– ¿Todo bien? –asiente y sonríe. –Dime que no habéis sido
tu que evito que me avisaran... –toma mi mejilla y la ahueca
en su mano.
–Estoy bien, mi niña... –niego es molesto todo esto. –No te
molestaríamos a ti, Roy podría molestarse, ¿No? –esbozo
una sonrisa y niego.
–Mamá, Roy desde un principio me dejo muy claro que
cuando tú me necesitaras yo podía estar contigo las horas,
los días que se me antojaran, ¿Crees que tiene un mal
corazón? –ella me sonríe y niega.
–Es un maravilloso muchacho, lo siento Isabella, pero todo
está bien, de verdad, y está bien, no debimos hacer las
cosas de este modo –la abrazo y dejo un beso en su frente.
–Además, ¿Dónde está la enfermera que te hemos puesto?
–Le hemos dicho que se fuera a descansar, estuvo toda la
madrugada a mi lado, nunca se separó de mí, tampoco
quiero que se enferme por exceso de cansancio... –hago un
mohín y asiento, tiene razón.
Nos quedamos en un silencio y mis dedos no deja de
acariciar su mano, su brazo y su rostro, con mis caricias se
queda dormida plácidamente y yo salgo de la habitación en
total silencio. Rudy esta junto a Derek quien juega con su
aparato, me detengo delante de Rudy me coloco de
cuclillas y tomo las manos en su regazo.
–Lo siento... –ella me mira y sonríe. –Venía muy enojada,
no quise hablarte de esa manera acusadora, Rudy, lo siento
–niega y me abraza.
–Quería llamarte te lo juro, pero tu padre... –se aleja y hace
un gesto desaprobatorio. –No me ha dejado, disque porque
tú debes permanecer atendiendo a tu esposo.
– ¿Qué? –volteo a verlo y lo veo hablando con Dalan,
seguro algo de los tratamientos de mamá. –Me va a
escuchar... –Rudy intenta detenerme y niega, yo suelto su
mano y tomo camino donde papá.
Me detengo a un lado de Dalan y él, ambos me observan y
dejan de hablar, le doy una mirada a Dalan la cual sabe a
qué me refiero y se despide de ambos. Me coloco delante
de mi padre y me sonríe, en este momento no estoy para
sonrisas de su parte.
– ¿No avisarme que mamá había tenido una recaída porque
yo tengo que atender a mi esposo? ¿De verdad papá? –
tomo un suspiro y sus azules me miran con cierto
cansancio.
–Isabella, no comiences, ya has visto a tu madre, está bien,
fin... –esbozo una sonrisa incrédula.
–Te recuerdo que soy esposa de Roy Lehner por el contrato
y en ninguna línea de ese papel decía que yo debo
atenderlo, ¿Si sabes que tienen personas que les trabajan?
¿Qué están a su disposición las 24 horas del día?
–No discutamos, ¿Vale?
–Que sea primera y última vez que haces esto papá, de
verdad que la segunda no te la perdonaría, no olvides que
todo esto que soporto es por ella... –señalo la puerta donde
esta mamá. –Tomate esto quizás como un capricho o
malcriadez de mi parte, pero yo, yo soy la que siempre ha
estado con ella, en las buenas y en las malas... No lo
olvides.
Me doy media vuelta sin darle el derecho de palabra, tomo
asiento junto a Rudy, no pretendo moverme de aquí hasta
que me digan que mamá está recuperándose muy bien y
que pronto estará en casa, sé que Roy lo entenderá, sabe
cuán importante es mi madre para mí.
...
La mitad de la mañana, toda la tarde y llego la noche, Rudy
fue a casa, descanso un rato y luego volvió con comida. Le
agradezco tanto que no se aparte de mamá, aunque su
enfermera ya está a su lado, papá recibió una llamada de la
empresa y de inmediato se marchó, Derek se había ido con
Rudy y no regreso, tenía practica de futbol y le pedí que
fuera, no quiero que este aquí no mientras este yo para
cualquier cosa.
Veo nuevamente salir a Dalan, desde que llegue no he
hablado con él, estoy intentando mantenerlo lejos, desde
que Roy me menciono lo del coche lo menos que quiero es
meterlo en problemas, él no lo merece. Me arrepiento
grandemente por el beso que le robe en casa, no debí
cometer esa estupidez, pero no puedo echar el tiempo
atrás, solo me queda alejarme lo más que pueda de él.
– ¿Isabella? –escucho mi nombre salir de sus labios y
volteo a verle. –Por favor... –asiento y me levanto, me cruzo
de brazos atenta a lo que me dirá. –Magnolia esta mejor,
mucho, desde la madrugada a reaccionado bien a los
medicamentos, ya no hay nada de qué preocuparse. –
sonrió feliz, realmente mamá cada vez da más y más de
ella.
– ¿Cuándo podrá irse a casa?
–Mañana, sin duda mañana estará nuevamente en casa,
¿Vale? –asiento y nuevamente le agradezco, no puedo ser
tan neutral con él cuándo no hace más que estar con
mamá.
–Gracias Dalan, realmente gracias por el tiempo que le
dedicas... –le doy un abrazo que sería fugaz de no ser por
el carraspeo detrás de mí y mi nombre mencionado con la
voz de Roy.
Al voltear lentamente lo encuentro con Chanel y Federico,
trae un arreglo de flores que de seguro es para mamá, tomo
camino a él y puedo ver el claro enojo invadir todo su
rostro, tomo su mano y pasa a mi lado, se detiene delante
de Dalan y lo mira fijamente.
– ¿Cuál es la habitación? –dice entre dientes y Dalan señala
la puerta. –Gracias... –voltea y me mira, solo a mí, todo en
mi tiembla. –Espera en el coche Isabella, saludare a tu
madre y le entregare esto, ¿Vale? –asiento y al verlo entrar
miro a Dalan algo asombrado, Rudy toma mi mano y le
sonrió, le doy un corto abrazo y le pido que me despida de
mamá.
Al voltear veo a Chanel y Federico con un semblante tan
asustadizo como el mío, los dos toman camino a las
afueras del hospital en total silencio junto a mí. Solo espero
que Roy no comience hacerse ideas estúpidas, solo era un
abrazo de agradecimiento y nada más, no tiene por qué
actuar de la manera en que comenzó hacerlo hace un
momento.
Entro al coche, pero del lado del copiloto, veo mi móvil
sobre el asiento y lo tomo, mi cuerpo se hiela al ver casi
treinta llamadas perdidas de él, de seguro eso es otro
motivo por el cual está quizás enojado.
Subo mi mirada y lo veo venir, con pisadas fuertes, rápidas
y con esa mira tan determinante que solo él tiene. Lo veo
encender un cigarrillo en medio caminar y con dos caladas
que se da lo tira al suelo, Fede y Chanel ya han tomado
camino, así que eso me preocupa aún más, no sé cómo ha
de reaccionar Roy, pero solo espero que no sea de la peor
manera.
La puerta del coche se abre, Roy entra y recuesta su cabeza
al asiento, lo veo tomar una bocanada de aire y el olor a
perfume y cigarrillo se ligan. Mantengo mi mirada fija en él,
no dice nada, no hace un gesto simplemente esta neutral y
claro esta no ha encendido el coche.
–Creí que algo malo te había ocurrido Isabella, ¿Cómo me
haces esto? –voltea a verme, sus ojos destilando rabia. –
Te llame una y otra vez, en cuanto Chanel me ha contado lo
de tu madre, me preocupe...
–Roy... Lo siento yo...
–No lo vuelvas hacer –acerca su rostro y besa mis labios,
un beso suave, dos, tres besos más. –Me controle ¿Vale?
Estoy que me bajo del coche y camino hasta el consultorio
de ese médico y lo golpeo repetidas veces... –vuelve a mis
labios y me muerde. –No lo vuelvas abrazar de esa jodida
manera, Isabella...
–Solo fue por agradecimiento, Roy, no pienses mal.
–No lo hago... –susurra. –No pienso mal de ti, pero no
soporto que él venga y rodee tu cuerpo con sus brazos, no
él, Isabella, no Colligan.
–Roy... –mi frente pegada a la de él. –Lo lamento, no debí
hacerlo, Dalan podría malinterpretar las cosas, no pensé en
eso... –se separa de mí y enciende el coche.
Vuelvo mi mirada al frente, creí que me gritaría, que me
trataría muy mal, pero fue todo lo contrario. Podía ver el
control que estaba teniendo para evitar una estupidez, sentí
en sus besos como dejaba ir un poco el enojo, agradezco
que no piense mal de mí, pero si me preocupa que cada vez
el enojo por Dalan aumenta más.
–Hay una manera en la que puedes remediar todo... –
exclama con paciencia y me da una mirada rápida.
– ¿Qué cosa? –el miedo vuelve apoderarse de mí.
–Lo sabrás en casa, en nuestra habitación, en nuestra
cama...
Volteo a verlo, lleva una jodida sonrisa de esas arrogantes
que él se gasta, quisiera decir que me siento tranquila pero
no es cierto. Con unas simples palabras encendió la
hoguera dentro de mí, la respiración se me dificulto en un
chasquido de dedos y él sabe que en este momento estoy
como loca deseando llegar a casa.
Capítulo 18 - ¿Una luna?
–Me siento, muy, muy nerviosa... –volteo a verla y sonrió.
–Le caerás muy bien, créeme –hace un mohín y niega.
–Roy, no quiero problemas, de verdad, con todo lo que me
has contado de tu padre, créeme que muero del pánico, no
crea que yo sea la mujer que desea para su hijo...
Se encoge de hombros y yo salgo del coche, lo rodeo y abro
la puerta de su lado, extiendo mi mano y dándole todo mi
apoyo sale y nos encaminamos dentro de casa. Tomados de
la mano en total silencio, me detengo antes de entrar y le doy
un beso casto en los labios.
Al entrar escucho voces provenir del comedor, de seguro solo
esperan por nosotros, la observo y ella me da una mirada
terrorífica, dejo un beso en su frente y continuamos el rumbo
para el encuentro con todos.
En cuanto ponemos un pie en el comedor las miradas de
todos se posan sobre nosotros. Federico junto a la chica que
está conociendo y la cual de seguro ya han de tener una
relación, unos accionistas de las empresas Lehner, mi padre
y aquella mujer que es su novia del momento.
–Familia... –les saludo y todos asienten, Román Lehner no
quita su mirada de mí. –Ella es Lorena, mi novia... –escucho
a papá reír un poco, frunzo el ceño y siento la mano
temblorosa de mi chica apretujarse más a la mía.
–Claro, por supuesto, tomen asiento, ¿Que esperan?
Eso hacemos tomo asiento frente a papá y con Lorena a mi
lado quien no aparta la mirada de su regazo. Por debajo de la
mesa tomo su mano y le acaricio con mi pulgar, ella sube su
mirada y me da una sonrisa de boca cerrada.
Papá da la orden de que sirvan la comida, pero mantiene su
mirada fija en mí y en la castaña a mi lado. La comida
comienza a ser puesta sobre la mesa, Chanel, la morena que
esta junto a Federico ríe con algo que él le dice, es
extrovertida y simpática, es muy hermosa.
– ¿De dónde se conocen? –Chanel aparta el silencio
incomodo de la mesa. –Eres muy linda... –le comenta a
Lorena quien a su vez le sonríe.
–Gracias y... Nos conocemos del casino... –un carraspeo de
parte de papá y llevando mi mirada a él, me mira desafiante,
con una sonrisa burlesca.
– ¿El casino? –Papá acentúa mas la pregunta y se torna
burlona. –Ya decía yo, que de algún lado te había visto, guapa
–fija su mirada en Lorena y aquella no hace más que estar
asustada. –Espero que disfrutes de la comida, especialidad
Alemana.
Ella asiente y vuelve su mirada al plato y todos comenzamos
a comer, papá mantiene una conversación cálida con sus
amigos y su actual pareja, mientras que Chanel, Federico y yo
hablamos de cualquier tontería. Lorena no participa mucho,
sé que está intentando digerir todo, tomo nuevamente su
mano y le acaricio.
Escuchamos algunas voces aproximarse donde estamos
todos, noto la tensión que se apodero de todo el cuerpo de
Lorena, suelta mi mano con brusquedad y me mira
totalmente perdida en el limbo. Al voltear mi mirada miro
aquel tipo del casino el cual ella le debe y teme tanto, camina
hasta papá, se saludan con un abrazo y se dicen algunas
palabras.
–Debo irme... –la escucho susurrar y la miro. –Roy, debo
marcharme, ahora... –dice entre dientes y sé que Federico y
Chanel están igual de intrigados que yo.
–Pero Lorena... –me mira con sus ojos cristalinos, ¿Esta por
llorar? –Está bien, joder, vamos.
Ambos nos levantamos y tomo su mano, pero no hasta que
la voz de papá nos detiene, solo soy yo quien le da la cara, la
castaña no hace ni el mínimo intento de verles. Veo lo
importante y poderoso que se siente papá en este momento,
es imposible que algo se le escape, no a Román Lehner.
–Lorena cariño, ¿Por qué no volteas? No seas mal educada
niña... –aprieto mi mano por el enojo, detesto esta faceta de
papá. – ¿Y bien? –Lorena toma un suspiro y voltea a verle, el
tipo del casino la mira, pero no hace ni un gesto,
simplemente la mira a ella y luego nuestras manos
entrelazadas.
–Di...Dígame... –Lorena carraspea, el miedo se está
apoderando de ella.
– ¿Cómo te atreves a involucrarte con mi hijo? Cuando le
perteneces aquí a mi amigo... –señala al hombre a su lado y
aquel sonríe feliz. –Eso no es de señoritas, Lorena, deberías
entenderlo, pero es cierto, no eres más que una mujer de bar,
que se podría esperar.
Las constantes dagas que papá le lanza a mi compañera son
cada vez más letales, ¿Le pertenece a ese tipo? ¿Tienen una
relación? ¿Por qué no me conto nada? Suelta mi mano y
limpia las lágrimas que yo ni siquiera había notado, me da un
fugaz vistazo y sale corriendo del comedor, nadie dice nada,
todos me observan a mí y papá, ¿Por qué siempre ocurre
esto?
Yo intento ir detrás de ella, pero un golpe en la mesa me
detiene, al voltear veo la mirada dura de papá, el tipo a su
lado le hace una reverencia y sale del comedor, pero no sin
antes darme una mirada de pocos amigos. Vuelvo mi mirada
a papá y siento unas enormes ganas de golpearlo, pero no lo
hare, no a mi padre.
– ¡¿Qué diablos te ocurre papá?! –se disculpa con sus
amigos y pasa junto a mí.
–Sígueme al despacho... –le hago caso y voy detrás de él.
Ambos salimos del comedor y tomamos camino al
despacho, aunque muero de ganas de desviarme e ir tras
Lorena, pero note que en la puerta estaban dos de sus
guardaespaldas y sé que no me iban a dejar salir. Llegamos
al lugar y él de inmediato toma asiento frente a su escritorio,
busca unas carpetas y todo lo que tiene dentro lo expande
sobre la madera del escritorio.
Fotos de Lorena en el casino, yo pasando por ella, mis
encuentros en el lugar donde vive, ella caminando por las
calles, luego acompañada del tipo del casino, ambos juntos,
como toda una pareja envidiable, ¿Qué es todo esto? Ambos
besándose a la vista de todos, pero lo que más me intrigo fue
una donde ambos salen con un niño de unos
aproximadamente tres años.
– ¿Es su hijo? –pregunto sin apartar la mirada.
–Sí, no es la mujer oficial de Alan Lee, pero es la madre de su
primogénito, así que te quiero lejos de ella, no tienes ni puta
idea de quién es él y su alrededor –le observo fijo. – ¿Hasta
cuándo debo sacarte las patas del barro, Roy? ¿Por qué eres
un idiota cuando de enamorarte se trata? ¿Es que no puedes
enamorarte de alguien normal o sin compromisos? –me doy
media vuelta y comienzo a dar golpes al aire del enojo, ella
me dijo que nada había ocurrido entre ellos dos, ¿Pero tienen
un hijo?
–Deja de meterte en mis asuntos papá... –exclamo sin
mirarle y tomo camino a la puerta.
– ¡Que no me entere que te estas revolcando con esa
mujerzuela porque te juro, Roy Lehner, que esta vez no te
ayudare, no como siempre! –le da un golpe fuerte al
escritorio y yo salgo de ese lugar.
Veo que los guardaespaldas ya no están y yo salgo de casa,
tomo camino hasta mi coche y entro en este. Golpeo con
fuerza el volante, repetidas veces, intentando apartar todo el
enojo que me está carcomiendo, a mí nadie me va a decir por
quien sentir y a quien amar, es mi jodido problema lo que yo
decida.

Isabella Massón
En cuanto llegamos a casa, tomamos camino entre risitas
en complicidad a nuestra habitación. Al entrar cerramos la
puerta con seguro y Roy no espero nada en tomarme entre
sus brazos.
Mi vestido fue lanzado a algún lugar de la habitación y mi
brasier igual, con torpeza quité la camisa que llevaba y
comencé a dejar besos en sus hombros. Mi cabello
enredado entre sus dedos, sus labios que van y vienen por
todo mi pecho, me lanza sobre la cama y quedo con solo
mis bragas, el cuerpo me comienza a temblar
completamente, lo veo quitar el resto de su ropa y él quita
la última prenda que me quedaba.
Se agacha y tomando mi pie comienza a subir mientras
deja dulces y húmedos besos por mi pierna. Aprieto mis
manos en la sabana y dejo salir un suspiro tras otro, cierro
mis ojos con fuerza y disfruto de sus caricias.
Sus dientes mordisquean mientras suben poco a poco, al
llegar a mi entrepierna me apoyo con mis codos en la cama
y lo observo. Muerde mi monte de venus y sus grises me
miran fijo, tan dilatados, tan llenos de lujuria, muerdo mi
labio inferior y en el momento en que siento su lengua en
mi intimidad caigo con pesadez sobre el colchón, gimo,
pero él se las ingenia para callarme.
–No grites... –susurra mientras me da un maravilloso sexo
oral. –Solo gime para mí, para nosotros, solo yo puedo
escucharte hacerlo, ¿Vale? –asiento y eso hago, intento no
estallar en gritos, me controlo, ahogo gemidos, ahogo
jadeos, lo hago mientras muerdo mi labio y sé que en este
momento ha de estar muy hinchado.
Su lengua se mueve en círculos, su dedo medio se
introduce dentro de mí y entra y sale. Siento como todo se
electrifica en mí, como un montón de fuegos artificiales van
a estallar, me va a volver loca. Comienzo a retorcerme
sobre la cama, intento apartarlo, pero él se aferra aún más
a mí, mordisquea mis labios vaginales y un bajo y largo
gemido sale de mis adentros.
Busco la fuerza en todo mi ser y lo alejo, tomo sus mejillas
y lo atraigo hacia mí. Abro mis piernas y las cruzo alrededor
de su cintura, lo beso por todo el rostro, el sabor de mi
intimidad es saboreado por mi lengua, muerdo sus labios,
clavo mis uñas en su espalda, mis dedos se enredan en su
azabache, estoy muy inquieta, no quiero dejar de sentirlo de
apegarlo más a mí.
–Hazme tuya... –susurro mientras muerdo su labio. –Hazlo
por favor, vida... –asiente mientras choca su frente con la
mía y lo hace. De una estocada se adentra en mí y por el
montón de deseo acumulado y las ganas, lo abrazo
mientras comienza hacerme suya, dentro y fuera, dentro y
fuera.
–Joder, como me vuelves loco... –muerde mis hombros,
sus manos recorren todo mi dorso. –Tanto que no creo
estar un minuto sin tu cuerpo, sin tu piel, sin tus besos... –
toma mis manos y las pasa por encima de mi cabeza, sus
labios recorren todo mi cuello y desciende por mis pechos,
vuelve a mis labios y su lengua se vuelve loca con la mía. –
Ven... Haz tu parte... –se da vuelta conmigo en sus brazos y
quedo a ahorcajadas sobre él.
Sus ojos me miran desde mi rostro hasta mi vientre, yo por
mi lado comienzo a moverme, de atrás hacia delante, con
lentitud, con precisión. Apoyo mis manos en su pecho, rozo
sus tatuajes con las yemas de mis dedos, aquel torso
sudoroso, sus labios hinchados y rojos, su cabello hecho un
desastre, sus manos toman con fuerza mi cintura y logra
sentarse, lame mis pezones, los chupa y muerde.
–Hagámoslo juntos... ¿Si? –susurro en su oído y él asiente
sin más.
Comenzamos a movernos con lentitud, sintiéndolo aún
más en esta posición, acaricio su cabello negro mientras
beso sus labios, subo y bajo, el roce me está haciendo
perder la cabeza. Sus manos que aprietan mi trasero y su
lengua que está cada vez más inquieta, comienza acelerar
mis movimientos con sus manos, el ritmo lo lleva él y yo
comienzo a temblar de pie a cabeza.
Los gemidos no tardan y él los calla con sus besos, se
separa de mí y me abraza con fuerza, todo comienza
aumentar y en solo segundos, yo gimo apoyando mi frente
en su hombro y él gruñe muy cerca de mi oído.
Ambos caemos desplomados sobre la cama, la respiración
acelerada y nuestros pechos en un vaivén. Cierro mis ojos y
me quedo disfrutando de su olor fresco y embriagante, sus
dedos comienzan a trazar figuras en mi espalda y yo lo
abrazo aún más, mis labios dejan besos en su piel y vuelvo
acomodar mi cabeza en su pecho.
Enciende la lámpara sobre la mesita de noche, con mi
respiración más calmada me alejo un poco de él y lo veo
con los ojos cerrados. Sus largas pestañas oscuras y sus
cejas densas, sonrió al verlo y vuelvo acomodarme en su
pecho, siento como el cansancio se apodera de mi cuerpo y
sin esperar más cierro mis ojos y dejo que el sueño me
invada.

–No... –siento unos movimientos inquietos a mi lado y
espabilando un poco noto que estoy con las sabanas
alrededor de mi cuerpo. –No, por favor... –la voz agobiante
y lejana de Roy se escucha a mi lado, volteo a verlo y aún
está dormido, tiene el ceño fruncido y se mueve de un lado
a otro. – ¿Por qué lo has hecho? –susurra, su voz se torna
triste y asustada. –Eres cruel, eres muy mala... –vuelve a
susurrar y sin esperar enciendo la lámpara que está en la
mesita a mi lado.
– ¿Roy? –hablo con calma, pero me duele verlo de esa
manera, está teniendo una pesadilla y sé que la está
pasando mal, el sudor corre por su frente. –Roy, mi amor,
despierta... –comienza a retorcerse más en la cama, mis
manos acarician su pecho, está muy sudado, bajo la
sabana hasta su cintura. –Mi amor despierta, estoy aquí,
soy Isabella, despierta por favor... –aparto el cabello de su
frente y salta del susto en cuanto abre sus ojos, me cubre
con sus manos y me abraza.
Todo el tiembla, completamente, sus manos frías y su
sudor también, respira con dificultad, pero comienza
hacerlo mejor poco a poco, me alejo un poco y tomo sus
mejillas, sus grises me ven fijamente y le doy un casto
beso.
– ¿Todo bien? –hace un mohín y niega. –Ven, tengo la
solución.
Salgo de la cama, camino hasta su lado y lo ayudo a salir,
tomo su mano y tomamos camino al baño, los dos
desnudos, no tengo idea de que horas serán, pero de
seguro aún falta mucho por amanecer.
– ¿Qué haces? –abro las llaves de la tina y comienzo a
llenarla.
–En ocasiones tenia pesadillas y mamá siempre me decía
que lo mejor para eso es un baño de agua tibia por unos
largos minutos. ¿Confías en mí? –me da una sonrisa de
boca cerrada y asiente.
Al terminar de llenarla entro, seguido de él y se coloca
delante de mí, recostando su espalda en mi pecho, con mis
manos comienzo a mojar su espalda, sus hombros y su
cabello. El sonido del agua es relajante, su respiración está
más calmada, él lo está, mis manos acarician sus brazos
de arriba abajo, recuesta su cabeza en mi hombro y voltea a
verme.
Sonríe y cierra sus ojos, yo dejo un beso en su mejilla y
continúo mojando su cuerpo por unos minutos más. Nos
quedamos en silencio dentro de la tina, mis manos
comienzan acariciar su pecho, subo por su cuello y enfoco
mi mirada en el tatuaje de su cuello, abre sus ojos y ahora
sus grises se enfocan en mis azules.
–Yo, no lo sé, pero... –hace una pausa, toma una bocanada
de aire. –Creo que me estoy enamorando, Isabella, que
estás pasando a ser, muy importante para mí... –me quedo
sin aliento, trago grueso. –Y no puedo, nena, yo, no puedo
sentirme así de vulnerable –veo el lamento en su mirada,
sus ojos se cristalizan.
– ¿Por qué, Roy? ¿No soy suficiente? ¿Por eso tu padre no
me quiere a tu lado? –esboza una sonrisa y niega, cierra
sus ojos no deja de sonreír.
–Ese es el problema, que tú eres aún más que eso, nena,
eres mucha mujer para mí, y es cierto, lo eres... –se encoge
de hombros, sus ojos vuelven a verme. –Tienes su actitud,
lo tienes todo de ella, pero tú eres aún más que ella, él lo
sabe y yo también, me costaba admitirlo, pero eres aún
mejor que ella...
– ¿Quién es ella? ¿Te enamoraste? ¿Cómo es su nombre? –
él se aleja, se coloca del otro extremo de la tina y me llama
hacia él con su mano, recuesto mi espalda en su pecho y
ahora es él quien llena de agua mi cuerpo. –Respeto si no
quieres contarme de ella, Roy... –siento sus labios en mi
hombro.
–Contarte de ella es involucrarte bonita, y sería un jodido
infeliz si alguien te hiciera daño, no podría soportar estar
sin ti... –sus labios besan mi cuello. –Si me enamore, pero
todo se volvió un desastre cuando solo pensé en mí y no en
ella, en su seguridad, será algo con lo que viviré siempre... –
volteo a verlo y veo lagrimas rodar por sus mejillas. –No
soportaba estar sin ella y luego llegaste tú, por medio de un
contrato, pero poniendo mi mundo de cabeza –lo veo
morder su labio inferior, intenta no continuar hablando, pero
no puede evitarlo. –Joder, Isabella, es que yo, te quiero,
tanto o más de lo que tengo permitido, quererte.
– ¿Qué? –digo incrédula, asombrada, ¿Esta Roy consciente
de lo que dice?
–No es cuestión de tiempo...
–Es cuestión de química... –termino por él. –Lo sé, pero...
Me has dicho que no sienta por ti, que no me enamore, ¿Tu,
de verdad lo estás? ¿Estas sintiendo eso?
–Como un niño… Loco por ti, Bella... –deja salir un bufido,
de esos que se tornan frustrado. –Pero debemos continuar
como estamos, hasta que el plazo se acabe y luego, luego
irnos lejos, cambiare por ti, te lo juro, daré lo mejor por
nosotros, te lo prometo solo nunca me dejes, no creo poder
continuar sin ti...
Me alejo de él y me siento a ahorcajadas sobre él, rodeo
mis brazos en sus hombros y beso sus labios. Asiento, no
digo palabras, solo asiento mientras lo beso, las lágrimas
también me corren por las mejillas y todo porque somos un
par que se quieren y no pueden ir por la vida queriéndose
por el respeto a otras personas.
–Yo también, Roy... –susurro en sus labios. –Yo también te
quiero, tanto o más, de lo que tengo permitido quererte y
añorarte... –sonríe y nos fundimos en un beso.
Al terminar el baño nos secamos y volvimos a la cama,
ninguno de los dos quería volver a dormir. Queríamos
hablar de un montón de cosas, pero solo cuando Roy esté
dispuesto, me contara lo de esa mujer de la cual se
enamoró, bajo las sabanas nos abrazamos, él juega con mi
cabello mientras que yo me entretengo en sus tatuajes.
– ¿Duele? –sabe que me refiero a sus tatuajes.
–El dolor esta en tu mente, no duele para nada...
– ¿Por qué te lo habéis hecho? –me alejo de su pecho y lo
observo. –Me gusta mucho el de tu cuello.
–Los hice para apaciguar un poco mi dolor, lo hacía para
olvidarme de todo lo malo... –ahueca mi mejilla en su mano
y acaricia con su pulgar. –Como cuando alguien busca la
salida en comer chocolates por la tristeza, o aquel que tiene
compras compulsivas para olvidarse de todo, bueno, yo me
tatuaba para olvidarme de mi dolor.
–Quiero hacerme uno... –digo, el ríe y niega.
–No lo harás…
–Si lo hare... –digo decidida y Roy rueda los ojos al cielo. –
Quiero que te lo hagas conmigo, algo que solo nosotros
dos sepamos, qué significado tiene, algo como... –me
pongo pensativa.
– ¿La luna? –frunzo el ceño. –Solo es por la noche cuando
nos queremos, cuando solo somos tu y yo, la luna me
parece bien… –lo miro sorprendida y asiento.
–Pero una media luna, ¿Si?, Lo quiero aquí... –señalo con
mi dedo a un costado de mi seno derecho, es algo que
estará oculto y que nadie podrá verle, al menos que lleve un
bañador muy descubierto. – ¿Y bien? ¿Qué te parece?
Aleja mi dedo y lleva sus labios hasta el lugar donde quiero
llevar mi tatuaje, muerde un poco y luego pasa su lengua,
aquello comienza a enviarme oleadas de deseo por todo el
cuerpo, me recuesta sobre el colchón y asiente mientras
sube hasta mis labios.
–Está bien, lo haremos, pero que solo quede una cosa muy
clara... –asiento mientras sus labios comienzan hacer lo
suyo. –Solo seré yo quien te vea ese tatuaje, quien lo toque,
lo bese, lo contemple, solo yo y nadie más, ¿Está bien? –
asiento repetidas veces mientras sus manos se apoderan
de mi cuerpo. –No te escuche, lo siento, ¿Está bien? –rio un
poco, asiento.
–Sí, sí, está bien, solo tu Roy, solo tú...
Capítulo 19 - Ella tiene derechos.
La semana se iba pasando poco a poco, y yo me sentía en
cada amanecer más y más triste. Román Lehner estaba por
volver y de verdad que pensar en eso me dolía hasta los
huesos, debía comenzar a estar más alejada de Roy, sin
noches desnudos entre las sabanas y mucho menos
demostrando lo tanto que nos queremos.
Los días se iban pasando y con eso mamá estaba teniendo
mucha mejoría, no ha tenido más recaídas y sus
tratamientos van al pie de la letra. Cada día Roy me deja en
casa de mis padres mientras que él va a la empresa de su
padre, aunque puedo tener uno de sus coches, a él de
verdad no le importa traerme, lo disfruta, a decir verdad, en
cada despedida me llena de besos dulces, eso también lo
disfruto.
Chanel ha estado ausente, mucho, a decir verdad, está en
sus ensayos para el evento de pasarela, que será el
próximo fin de semana. Federico esta con ella, muy poco lo
vi en casa, Roy me comento que cuando Chanel se
desaparece así de la mansión Lehner, su hermano duerme
en el departamento de la morena, todo porque le echa de
menos.
Yo por mi lado me estoy sintiendo un poco más tranquila
en esa casa, aunque solo suelo estar por las noches. Ya
que la mayor parte del tiempo estoy con mamá en casa y
Roy pasa por mí, antes de que termine de anochecer. En
una de esas noches ambos moríamos por comer algo
dulce, así que esperamos a que todos estuvieran dormidos
y preparé un pastel para ambos, entre besos a escondidas
en la cocina, terminamos escondidos en el cuarto donde
guardan las cosas y allí nuevamente lo hicimos.
Arriesgándonos a que nos encontraran, pero es que sus
labios llenos de crema batida me llevaron al quinto cielo y
él no tardo en echarme entre mi cuello y pecho, y su lengua
hizo lo suyo. Una cosa llevo a la otra y terminamos
desnudos haciéndolo nuevamente a la media noche en la
cocina.
– ¿Por qué sonríes de esa manera? –mamá me hace
espabilar y al ver sus ojos sonrió.
–Nada, solo cosas de la mansión... –enarca una ceja y
asiente. –No me mires así, solo que es un poco divertido
vivir en esa casa –me encojo de hombros y tomo una de las
galletas que preparo Rudy. – ¿Cuándo tiene pensado volver
papá? –no lo veo desde que ocurrió lo de mamá, no sé si
me está evitando con ese repentino viaje o simplemente si
es negocio a lo que se fue.
–No lo sé muñeca, ayer por la noche llamo, quizás regrese
para mitad de la próxima semana... –toma un sorbo de su
vaso de jugo. –No me gusta que estén peleados, lo sabes
Isabella… –asiento y bufo.
–No debió hacer lo que hizo, fin... –sabe que no hablare del
tema, ella me conoce. –Pero y bien, ¿Te parece si mañana
tenemos un paseo? –aquello la hace sonreír y asiente. –Es
domingo y quiero llevarte a algún parque y hacer un picnic,
le dije a Rudy que me ayudara con tu comida y está de
acuerdo, además tienes a tu enfermera, estarás bien –
sonrió y tomo un poco de mi taza de chocolate.
– ¿Roy vendrá? –tan solo escuchar su nombre me acelera
toda, a decir verdad, la idea fue de él, quiere acercarse más
a mamá, quiere volverla nuestra cómplice, eso fue lo que
me dijo.
–Sí, no creo que se niegue, además le caes muy bien... –
mamá sonríe orgullosa.
–Lo sé, ¿quién no me adoraría? –ambas reímos, veo venir a
la chica quien cuida de ella y nos sonríe.
–Señora Magnolia, debería entrar, ya está por caer la noche
y el frio no le hace bien...
Nos levantamos del sofá del jardín y tomamos camino
dentro, ella es llevada por su enfermera hasta la habitación,
pero no sin antes despedirse. Roy debe estar por llegar así
que busco mis cosas en mi antigua habitación, al volver la
veo recostada en su cama, me sonríe al verme y entro para
darle un beso más en la mejilla, acaricio su mejilla y sonríe.
–Mañana vendré por ti a las diez, ¿Vale?
–Vale, cuídate mi niña, nos vemos mañana... –le abrazo y
salgo nuevamente de su habitación.
Al llegar a la sala encuentro a Rudy y la enfermera hablando
entre risas, ambas me miran y sonríen, les pido que
preparen todo para mañana y asienten. Tan pronto termino
de hablar, el sonido del coche de Roy aparcando me acelera
el corazón, me despido y salgo de casa. En eso me
encuentro a Derek bajando del coche de Roy, –extraño
claro–, se despide y me encara, me abraza apresurado y
entra a casa.
Frunzo el ceño y termino por entrar al coche, coloco mi
cinturón y al voltear, encuentro a Roy con una sonrisa, sus
ojos se achinan cuando sonríe de esa manera. La barba de
cinco días es más visible, sale de casa, pero a unas tres
cuadras se detiene, desbrocha su cinturón y tomándome de
la nuca acerca su rostro y me besa, la respiración se me
esfuma y todo me tiembla.
–Te quiero... –susurra mientras me besa, esto se me ha
vuelto tan rutinario, cada vez hace lo mismo y a mí me pone
tan, pero tan loca por él, en cada beso no deja de decirlo,
cada vez esa palabra sale de sus labios y se intensifica
más. –Tanto, que siempre espero el final del día para verte
y decir que te quiero más que ayer bonita… –sonrió y llevo
mi mano hasta su mejilla, chocamos nuestra frente
intentando controlarnos.
–Roy...
–No lo menciones –sabe que me refiero a la llegada de su
padre, cada día pregunto que si su padre se ha
comunicado, que si al menos sabe cuándo volverá, pero no,
no tiene respuesta.
–Está bien, lo siento... –sonríe y asiente, se aleja un poco,
deja un beso en la punta de mi nariz y vuelve a su lugar. –
¿Qué tal tu día?
–Bien, las cosas van tranquilas en la empresa, Chanel te ha
enviado saludos, me la encontré hoy en la empresa, ya que
este evento lo patrocinara papá, suelo verla en ocasiones –
sonrió al saber que ella pregunto por mí, yo siempre lo
hago, pero con Federico. – ¿Y bien? ¿Qué ha dicho tu
madre?
–Pasaremos por ella a las diez –lo veo sonreír tan feliz y
emocionado, asiente, de verdad que quiere tener a tantas
personas de nuestro lado, aun no comprendo por qué, me
conformo por el momento de quererlo a escondidas.
–Por cierto, está todo listo para el martes... –frunzo el ceño
y me encojo de hombros.
– ¿De qué hablas?
–El tatuaje –ahora soy yo quien sonríe feliz, y siendo
honesta, ya quiero tenerlo, algo que compartiré siempre con
Roy. – ¿Tan emocionada te pone eso? –asiento.
–Muchísimo... –Suelto un chillido y él solo ríe.
_
Al llegar a la mansión Lehner, nos encontramos con Ambar
quien al vernos nos da una mirada de pocos amigos. Las
cosas con ella no van ni bien ni mal, simplemente ignoro la
manera en como en ocasiones me lanza dagas con su
mirada, no he tocado el tema con Roy, creo que
simplemente no le estoy dando mayor importancia. Al
voltear vemos a su madre aparecer, sonriente como
siempre.
– ¿Cenaran? –le sonrió y asiento.
–Si por favor... –asiente y se vuelve a retirar.
Vuelvo mi mirada a Ambar y luego veo que Roy sube las
escaleras, volteo mi mirada y continuo mi camino. Subo las
escaleras junto a Roy, ambos entramos a nuestra
habitación y lo veo despojarse de toda su ropa, la lanza a
cualquier lugar de la habitación, yo me cruzo de brazos y
carraspeo.
– ¡Oh no nena! Que vengan las del servicio... –señalo con
mi dedo índice el saco que recién tiro al suelo. –Isabella, mi
amor, por Dios...
–Roy... –digo seria y con mi mirada fija. –Recógelo y ponlo
en la cesta de la ropa sucia –deja salir todo el aire de sus
pulmones y sonríe.
–Joder, que fuerte es llevarte la contraria –sonrió y asiento.
–Está bien, como tú digas, pero con una condición.
– ¡Oh no, Roy! De ninguna manera... –se acerca con pasos
lentos, pasa su mano a un lado de mi cintura, coloca el
pasador de la puerta y rápidamente estoy en sus brazos.
Rio a carcajadas mientras que él me nalguea el trasero. –
Joder, detesto que tomes represalias con este tipo de
cosas, Roy –entramos al baño y me sienta a un lado del
lavado.
Él va en solo su ropa interior, pero no puedo evitar observa
aquel bulto que se ha formado en su entrepierna. Muerdo
mi labio y su dedo índice toma mi mentón y me alza un
poco para enfocar mi mirada en él. Lleva esa sonrisa
arrogante que siempre tiene y sus dedos luego comienzan
a desbotonar cada botón de mi camisa rosa.
La desliza por mis hombros y luego mis brazos, quedo con
mi brasier a la vista y luego sus dedos bajan al botón y
cierre de mi pantalón. Se encarga de ellos y alzando un
poco mi trasero lo despoja también de mi cuerpo, no sin
antes quitar mis zapatillas, su mano derecho toma la liga
que sujetaba mi cabello en una cola alta y mi cabello cae
sobre mis hombros.
–Me encanta llegar a casa... –susurra muy cerca de mis
labios, su mano luego pasa a mi espalda y quita mi brasier,
aquel es lanzado a un lado y quedo con mis senos
desnudos al aire. Él no espera más y lleva su boca a ellos,
un gemido sale de mi boca y él se aleja, toma camino hasta
la puerta y la cierra. –Gime todo lo que quieras, nadie nos
va a escuchar... –pasa a la ducha y la abre, pero sin entrar,
vuelve nuevamente a mí y abre mis piernas.
– ¿Cuándo se supone que vamos a parar?
–No lo sé –dice con la voz hecha un desastre. –Pero me da
igual si todavía no lo hacemos.
Encuentra mi boca y su lengua se abre paso, el cuerpo
entero tiembla por el deseo que en este preciso momento
me está invadiendo. Ambas manos se aferran a mi trasero
y me aprieta contra su entrepierna la cual siento muy
profundo en mi intimidad, se mueve con suavidad,
tentándome, provocándome, los jadeos son más
constantes, los gemidos no dejan de salir de mis adentros.
Sus labios forman un camino entre mis senos y su lengua
pasa de un pezón a otro, yo no soporto tanto roce y lo alejo,
quito mis bragas y las lanzo a cualquier lugar del baño.
Su mirada baja y aquellos grises brillan sin pudor, sus
dientes muerden su labio inferior y él sin esperar más baja
su bóxer. Aquel miembro tan listo para estar dentro de mí,
llega nuevamente hasta mí y abre un poco más mis piernas,
lo comienza a rozar con suavidad, me arqueo al sentir eso,
tomo un suspiro y expulso todo sin más. Mi pecho es un
vaivén como siempre, apoyo mis manos en sus hombros y
lo atraigo a mi pecho, sintiendo su calidez contra mi piel.
Lo abrazo y sin más se adentra en mí, tan lento y suave,
pero haciéndome gemir y jadear de placer, es imposible
cansarme de esto, mucho menos con Roy. Debo
aprovechar cada momento mientras que su padre vuelve a
la mansión, ya luego todo se tornara más incómodo, no
podremos disfrutarnos a plenitud, aquel fuego debe ser un
poco apaciguado, y yo debo conformarme con tan solo
mantenerlo cada noche a mi lado.
–Vamos a la ducha... –asiento, rodeo mis brazos en sus
hombros y eso hacemos, él me lleva en sus brazos
mientras sus labios dejan besos en mi cuello. Al entrar la
fría ducha nos comienza a mojar, jadeo por lo frio del agua
mojando mi espalda. –Eso, nena... –susurra en mi oído y
termina por apoyarme en la pared, entra y sale una y otra
vez, cierro mis ojos con fuerza, muerdo su piel, beso sus
labios con un deseo incontrolable, mis uñas se clavan en su
espalda.
–No me cansaría nunca de ti Roy, nunca... –digo con mi voz
fogosa, me alejo un poco de él y lo veo, su cabello negro
húmedo, sus labios rojos, una sonrisa se forma en sus
labios. –Deja de sonreír de esa manera...
– ¿Por qué? –mesa mis labios y muerde el inferior.
–Me vuelves loca... –vuelve a sonreír y me da una estocada
fuerte que me hace gemir entre risas. –Joder, Roy... –
vuelve hacer lo mismo y yo apoyo mi frente en su hombro.
–Debes buscar una solución para cuando todo esto se nos
termine, no podría soportar el tenerte tan cerca, pero tan
lejos a la vez –lo vuelvo a mirar y asiente.
–Lo hare, confía en mí, yo tampoco creo soportar el tener
esta ducha y no hacerte mía como cada noche y
amanecer...
Continuamos con lo que él comenzó, una ducha mientras lo
hacemos, sus manos danzan por mi piel, sus labios
recorren cada parte de mi cuerpo, él llega al clímax al igual
que yo, pero ambos somos tan insaciables que es
imposible cansarnos de esto.
_
Después de aquella repentina ducha la cual se tornó muy
interesante, nos vestimos para tomar la cena. Al bajar, no
puedo evitar sentirme un poco incomoda, el simple hecho
de que lleve mi cabello húmedo al igual que Roy da mucho
que pensar, pero como siempre ocurre en este tipo de
casas y familia, todos miran, sacan conclusiones, pero
nadie dice nada.
Al tomar asiento en el comedor, nos sirven la comida, no
puedo pasar por alto el cómo Ambar nos detalla a ambos.
Me doy un bocado del pastel de carne que han preparado y
acto seguido un sorbo de vino, en ocasiones lo paso por
alto, pero hoy de verdad que me ha provocado el tomarlo.
Roy se entretiene en su comida, pero mi mirada va
nuevamente a la chica de pelo teñido, su mirada en este
momento es como dos hogueras encendidas, las cuales
cada vez se encienden más.
–Ambar... –hablo mientras llevo mi mirada al plato y tomo
un trozo de comida, subo mi mirada un poco y Roy me está
observando. – ¿Podrías retirarte? Necesito un momento a
solas con mi esposo... –llevo el tenedor a mi boca y al tener
la comida en mi boca la observo, arqueo una ceja ya que ni
siquiera se mueve. – ¿Y bien?
–Sí, claro señorita Isabella, con permiso... –asiento y ella se
retira.
Llevo mi mirada nuevamente a Roy quien me mira perplejo,
toma de su copa de vino y deja a un lado el tenedor.
– ¿Qué ocurre nena?
–Eso te pregunto yo a ti, Roy... –el tono de mi voz es serio.
–Lo estaba tratando de pasar por alto, pero es realmente
imposible... –me mira confundido y yo para alejar un poco
el pequeño enojo que me tomo desprevenida, tomo un
sorbo de vino. – ¿Qué ocurrió con Ambar antes de yo
llegara a esta casa? –me alejo un poco de la mesa y me
cruzo de brazos.
–De... ¿De qué hablas? –el tono de su voz se torna
nervioso.
–Roy, sé que esa chica está enamorada de ti, no hay un día
donde ella no pierde en mirarme con enojo, me tiene un
jodido rencor, ¿Crees que merezco esto cada día? –lo veo
tragar con dificultad. –Así que dime ahora mismo, ¿qué
ocurrió con ella en el pasado? Y lo quiero saber ahora
mismo, Roy.
–Bonita, entre ella y yo ya no existe nada...
– ¿Pero existió? –me estoy enojando más. – ¿Qué ocurrió
Roy Lehner?
–Nosotros... –cierra sus ojos con fuerza y luego me mira
fijamente. –Teníamos sexo en ocasiones, pero Isabella eso
se terminó te lo juro...
–Bien... –me levanto de la mesa y tomo camino a la
habitación escucho sus pisadas detrás de mí, pero yo no
volteo.
No sé el porqué, de mi repentino enojo, era algo que
realmente me esperaba, pero quizás es porque, me parece
realmente desagradable que sea esa mujer, quien me
atiende y sirve mi comida. Esa mujer que se acostó un
montón de veces con Roy, esa mujer quien me mira con un
rencor, con un odio.
¿Qué culpa tengo yo de haber sido parte de la vida de Roy
por medio de un contrato? ¿Acaso es mi culpa el haberme
interesado en él? ¿En quererlo y tenerlo a mi lado?
Entro a la habitación y antes de que la puerta sea cerrada
con fuerza, Roy lo detiene, entra y cierra con llave. Yo
comienzo a caminar de un lado a otro por la habitación, no
tengo ánimos de dormir con él, no esta noche, tomo una
almohada y uno de los edredones, pero no hasta que Roy
me detiene con fuerza y quita las cosas de mi mano y las
tira nuevamente a la cama.
– ¿Qué crees que haces, Isabella? –paso a su lado y vuelvo
a tomar las cosas, el vuelve nuevamente arrebatarlas de
mis manos. –Te lo he dicho todo con ella no existe más,
¿Por qué no me crees?
–Es que ese es el problema Roy, que te creo, pero no
soporto el saber que te has acostado con la mucama que
me atiende a mí, ha de sentirse muy superior porque ella te
tuvo mucho antes que yo... –paso a su lado y me siento al
borde de la cama. –No la quiero cerca de mí... –digo
mientras aprieto con fuerza mis dientes. –Tómalo como
una malcriadez, rebeldía o como tú quieras, pero no quiero
que sea ella quien me atienda, que sea otra chica, pero no
Ambar, no esa zorra –cubro mi boca rápidamente y lo miro,
lo veo sonreír y acercándose a mí se coloca de cuclillas. –
Roy lo siento yo no...
– ¿Sabías que te ves hermosa cuando estás celosa? –
ruedo los ojos al cielo y bufo. –Me han dado ganas de
hacerte el amor toda la noche para que entiendas que solo
eres tú, quien me importa tener desnuda en mi regazo... –
apoya las manos en la cama e inclinándose hacia mí y me
besa. –Ahora mismo lo hare... –niego.
–Se supone que estamos discutiendo Roy, esto no es
válido. –ríe y vuelve a besarme yo siento como mis bragas
se bajan solas, mierda. –Roy, detente... –niega y me
empuja haciendo así que este de espalda en la cama.
–Cada vez que me discutas, que me celes de esta manera,
te hare mía, así que ve acostumbrándote, a partir de
mañana ella no te atenderá a ti nena, ¿Esta bien? –asiento y
vuelve a besarme. –Ahora ven, tendremos una noche muy
larga…

Los rayos del sol chocan en mi cara, me estremezco sobre
la cama y poco a poco voy abriendo mis ojos. Un poco
encandilada por el sol, pero logro enfocar mi vista, me
siento al borde de la cama y al voltear a mi lado encuentro
a Roy totalmente rendido del sueño. Muerdo mis labios al
verlo tan hermoso de esa manera, con la sabana entre sus
manos, sus tatuajes a la vista y su cabello alborotado.
No me han quedado dudas de que, de vez en cuando puedo
celarle o enojarme con él, para terminar como lo hicimos
por la noche. Una sonrisa se forma en mis labios, veo el
reloj en la mesita de noche y es muy temprano, puedo
quedarme en cama, pero el sueño se me esfumo, tomo
camino hasta el closet totalmente desnuda, busco algo
cómodo y que me cubra un poco, es una mañana algo fría.
Espero que algunos trabajadores estén despiertos, recojo
mi cabello en una cola alta y al darle un último vistazo a
Roy salgo de la habitación. Escucho algo de ruido en la
planta baja, pero de pronto al voltear al otro pasillo veo una
luz salir de una de las habitaciones que muy poco son
abiertas. La curiosidad me gana un poco y tomo camino
hasta ese pasillo, camino despacio para que nadie note que
voy de camino, volteo a ver detrás de mí y nadie viene,
continuo mi rumbo y me detengo delante del umbral.
Doy un vistazo rápido y noto que no se encuentra nadie,
tomo una bocanada de aire y termino por entrar en la
habitación. Mis ojos salen del asombro por lo que ve, es
una habitación realmente hermosa, no tan grande como
donde estoy yo, pero sí muy espaciosa. Tiene unas cortinas
con hermosos bordados en color rosa, una alfombra del
mismo color de las cortinas, un armario lleno de peluches
de todo tipo, frunzo el ceño al ver una cuna de niña por el
color que lleva y una cama individual.
En una esquina, un caballito de madera color blanco y un
montón de cosas, todo está ordenando al menos sé que no
es una habitación donde guardan las cosas que ya no
suelen utilizar. No hay ni una pizca de polvo y la luz del sol
le da una bonita iluminación, ¿Pero de quien es todo esto?
Que yo sepa los Lehner son solo hombres, ni siquiera se
algo de la madre de Roy ahora que lo pienso.
Mi vista se centra en una mesita de noche, junto a una
lámpara esta una cajita musical color blanco, camino hasta
ella y la tomo en mis manos, la observo con mucho
cuidado, como si de algo de cristal se tratara. Giro la
llavecita que tiene a un lado y luego una melodía seguida de
una muñequita con un perrito a su lado aparecen mientras
dan vuelta, aquello me hace sonreír, es muy adorable.
–No tienes derecho a estar en esta habitación... –escucho
la voz de Ambar detrás de mí y salto del susto, cierro la
cajita, pero aquella continúa sonando. – ¿Por qué habéis
entrado a esta habitación? –volteo para enfrentarla, pero mi
corazón se paraliza al ver a Román Lehner detrás de la
mucama.
–Yo... Señor Román lo siento, no tenía idea que era
prohibido entrar a esta habitación, por favor discúlpeme... –
sé que mis mejillas se han ruborizado por la vergüenza de
inmiscuir donde no se me ha llamado. Siempre ocurre
cuando me avergüenzo de algo, pero no es hasta que veo
pasar a Román Lehner a un lado de Ambar y con una
sonrisa en sus labios.
–Ambar... –dice con aquella voz fuerte y demandante, pero
sin dejar de sonreír. –A partir de ahora Isabella puede
entrar en esta habitación las veces que quiera, ella tiene
derechos en esta casa, ¿Entendido?
–Pero señor...
– ¡¿Entendido?! –dice un poco fuerte y luego voltea a ver a
la chica.
–Entendido señor... –aquella se da media vuelta y me deja
sola con el jefe Lehner.
–Señor Román, discúlpeme, de verdad no ha sido mi
intención entrometerme... –él niega y luego toma mi mano,
acaricia con ternura el dorso de esta y sus ojos me miran
fijamente.
–Creo que es hora de que comiences a saber algunas
cosas de la familia Lehner y por qué existe esta
habitación...
Capítulo 20 - Es como verla a ella.
Ambos tomamos asiento al borde de la cama, yo mantengo
mi mirada fija al frente, Román Lehner se cruza de piernas,
tan elegante, tan imponente como siempre. Le doy un rápido
vistazo, tiene su mirada al frente al igual que yo hace un
momento, intento descifrar su mirada y lo único que se me
viene a la mente es el hecho de que no sabe cómo iniciar la
conversación. Por mi parte estoy intrigada, no comprendo
aun porque quiere compartir algo que quizás, solo se
mantiene entre la familia y los empleados.
Un carraspeo de su parte y lo veo entrelazar sus manos, con
unos movimientos puedo notar que está intentando apartar
toda tensión en sus hombros, yo no puedo evitar tragar con
dificultad. No sé si esto le agradara a Roy, no sé si le gustara
que yo sepa cosas de su familia, pero yo no le veo nada malo,
a decir verdad, solo entre a esta habitación por curiosidad y
el mismo jefe Lehner decidió contarme, además ¿Por qué
Ambar me hablo de esa manera? ¿Por qué luego Román me
defendió?
–Esta habitación... –deja salir en un hilo de voz. –Era de mi
pequeña Jenell... –frunzo el ceño.
– ¿Roy y Federico tienen una hermana? ¿Usted tiene una hija?
–la clara tristeza reflejada en su rostro. –Señor Román si no
quiere continuar yo comprendo... –niega y voltea a verme, su
mirada es de total devoción.
–Sí, ella es cuatro años menor que tú, es la hermana menor
de Roy y Federico, solo pude disfrutar de ella por tres años...
–el corazón se me apretuja.
–Oh Dios, ¿Murió? Yo, lo siento tanto... –sonríe y niega.
–No está muerta, pero yo si lo estoy –trago grueso. –No
tenerla conmigo es como estar muerto en vida, siempre los
hombres desean tener solo hijos hombres, estoy feliz de Roy
y Federico, aunque me hagan enojar son mis hijos, pero
Jenell... –su voz es ronca, todo debido al manojo de
emociones que lo está embargando. –Era la luz de mis ojos,
sus ojos mieles, su cabello castaño claro, tenía unas manitas
suaves, una sonrisa muy cautivadora... –sus ojos se
cristalizan, yo no tardo en tomar sus manos.
–No continúe si tanto mal le hace, Román...
–No, llevo tanto tiempo soportando el dolor, no hablarlo con
nadie me ha hecho tanto mal, desde que mis hijos supieron
todo lo que había ocurrido con ella, les pedí que no tocaran el
tema, que nadie hablara de Jenell y que nadie entrara a esta
habitación... –barre con su mirada por toda la habitación, un
suspiro sale desde lo más profundo. –He hecho todo por ella,
gastado millones y millones para dar con ella, pero nadie me
da respuesta, al parecer su ultimo paradero fue en Alemania
por eso viaje hasta allá.
–Hay algo que no entiendo señor Román... ¿Ha sido ella
secuestrada? ¿no? –toma una bocanada de aire y se levanta
de la cama, con pasos lentos comienza a recorrer toda la
habitación.
–No y créeme Isabella hubiera preferido que la secuestraran,
de seguro ya hubiera dado con ella –asiento levemente, me
encuentro muy confundida. –Es la madre de Roy y Federico
quien me está haciendo el peor de los males... –toma la
cajita musical que yo tenía hace un momento. –Jenell fue
concebida por medio de una infidelidad que le hice a Leyna,
la madre de mis dos hijos, la madre biológica de Jenell murió
al dar a luz, pero a pesar de eso mi esposa no la aceptaba, ni
siquiera por que fuera una beba indefensa, no soporto que le
diéramos tanta atención y una mañana al despertar Leyna se
había marchado, con mi pequeña hija...
Ahora comprendo por qué Roy ni siquiera menciona a su
madre, al llevarse a Leyna ellos fueron abandonados, es
como quedar huérfanos de madre todo porque no aceptaba a
su hermana menor, ¿Pero qué tan mala persona es esa
mujer? Llevarse a una pequeña que no le pertenece y
terminar criándola después de no quererla, eso es tan
absurdo, todo por hacer sufrir a Román.
–Verte a ti, es quizás, como verla a ella, distinto color de
cabello, color de ojos y quizás actitud, pero de seguro ella es
igual de hermosa que tú, encantadora y dulce, no quiero que
te sientas incomoda, Isabella, pero tenerte en esta casa es
agradable, llevadero... –vuelve a mirarme, me da una sonrisa
y se cruza de brazos. –Te estoy protegiendo como no pude
hacerlo con ella, dándote todo lo que no he podido darle a mi
hija y aunque estas aquí por medio de un contrato, quiero que
sepas que no te veo como algo comprado, te veo como una
hija, Isabella... –me levanto de la cama, no puedo evitar
sentirme un poco alagada, pero yo no soy su hija, ella de
seguro si sería muy feliz en esta casa.
–Gracias señor Román, usted realmente tiene una coraza,
pero a decir verdad es una maravillosa persona, tan buena y
con un pesar en sus hombros, lamento mucho todo, de
verdad... –coloco mi mano en el pecho, realmente estoy
siendo sincera. –Pero... ¿Aun ni rastro de ella?
–No, ellas sí estuvieron en Alemania, pero se han marchado
nuevamente, ya no sé qué hacer... –se encoge de hombros. –
Cada vez me siento más cerca de mi hija, pero nuevamente la
alejan de mí –toma una bocanada de aire. –Gracias por
escucharme, Isabella, es necesario que sepas algunas cosas
de esta casa para que no te sientas excluida, solo espero que
mi hijo Roy te esté tratando bien, con que ese idiota te trate
mal, se las verá conmigo... –esbozo una sonrisa apenada, no
se imagina cuanto su hijo me ha tratado bien, como me
quiere, pero evitamos el amor que nos tenemos por usted.
Se acerca a mí y ahueca mi mejilla en su mano, me sonríe y
con una ligera caricia con su pulgar en mi mejilla sale de la
habitación. Yo me quedo en medio de aquella repleta de
cosas de bebes, de obsequios sin abrir y un sinfín de cosas.
Acá es donde me doy cuenta del por qué el señor Lehner no
quiere que su hijo se enamore de mí, ve en mi la hija que no
tiene, sabe la clase de persona que es Roy y no me quiere ver
sufrir.
El rompe cabezas cada vez se va armando, pero nuevas
piezas comienzan a sobre salir, ahora el tema es, la madre de
Roy, Leyna de Lehner...

Roy Lehner
Me estiro aun dentro de la cama, un ligero bostezo y froto
las manos en mis ojos, me siento con pesadez sobre el
colchón y al enfocar mi mirada, salto del susto. Salgo de
cama y cubro con la sabana desde mi cintura, encuentro a
Ambar delante de mí, de brazos cruzados y con ceño
fruncido y enojada, dejo salir un suspiro, veo toda la
habitación, ¿Dónde está Isabella?
– ¿Por qué diablos le están dando tanto protagonismo y
prioridad a Isabella? ¿Por qué ahora tu padre la quiere en la
habitación de la pequeña Jenell?
– ¿De qué hablas Ambar? ¿Estas borracha? Ni siquiera
entiendo lo que estás diciendo –tomo camino al closet y
busco ropa interior y ropa para estar en casa.
–En este momento Isabella y tu padre están en la
habitación de Jenell, una habitación la cual es prohibido
entrar a menos que sea para limpieza, tu querida esposita
entro de curiosa y la sorprendí, pero tu padre así sin más le
ha permitido entrar a esa habitación, las veces que se le
pegue la gana... –Ambar arquea una ceja y se cruza de
brazos, le molesta el simple hecho de que le estén abriendo
a Isabella las puertas de la familia Lehner, cada vez más y
más. – ¡No te quedes parado y evita que le cuente todo!
– ¿Estas paranoica o qué? Estas hablando de mi padre
Ambar, me importa un bledo si él le cuenta de Jenell, es su
historia personal, si quiere contarle a Isabella sobre mi
hermana qué más da, es papá quien deseo contarle, no me
incumbas en eso... –paso a su lado choco su hombro y
tomo camino al baño, escucho sus pasos detrás de mí y se
detiene en el umbral de la puerta.
– ¿Cómo es posible que le estén dando tanta prioridad a
esa chica? Es solo un jodido contrato, qué más da... –
volteo a verla y tomo una bocanada de aire. –Primero te
tiene a ti, me ha dicho en mi cara que deje de mirarte, de
estar cerca de ti, ¿Quién se cree que es Roy? –esbozo una
sonrisa.
– ¿Mi esposa? –digo con cierta ironía.
– ¡Es un maldito contrato, Roy, por Dios! –termina de entrar
al baño y me rodea con sus brazos, sus labios comienzan a
dejar besos en mi pecho desnudo, yo me quedo inmóvil
observando lo necesitada que esta. –Ella está muy lejos de
hacerte sentir lo que yo, Roy, solo mis besos ocasionan en
ti un montón de cosas, lo sabes, Isabella solo es una idiota,
alguien sin sentido... –acerca su rostro y yo aparto el mío a
una distancia muy lejana. –Bésame, sabes que te mueres
de ganas.
–Ella es mucho mejor que tú... –susurro sin más ella me
suelta. –No imaginas como son sus besos, el cómo me
hace sentir, acaricia mi cuerpo de una manera que me
inquieta, hacemos el amor de muchas maneras, Ambar, no
imaginas lo ardiente que es Isabella... –la veo formar puños
con sus manos. –Estoy loco por esa pelirroja, contigo solo
fue sexo, entiéndelo... –estampa su mano en mi mejilla y la
veo llorar.
Detesto el jodido drama que siempre hace, salgo de la
habitación y me detengo en seco. Isabella esta de brazos
cruzados en medio de esta, sus ojos dilatados, juro que no
había visto sus azules de esa manera, escucho los pasos
de Ambar detrás de mí y sé que la chica está muerta de
miedo. Isabella mira por encima de mi hombro camina
hasta mi muy despacio y me deja a un lado.
Comienza a rodear a Ambar, en círculos, la observa de pie a
cabeza, si yo huelo el miedo de la chica no cabe duda que
Isabella hace lo mismo. Nunca la había visto con una
mirada tan fija, tan llena de rabia, si ella puso límites con
Ambar, –cosa que yo no sabía–, supongo que Ambar paso
la línea e Isabella no se lo dejara pasar.
– ¿Qué haces en mi habitación? –exclama con calma y se
detiene delante de Ambar, aquella no responde solo
mantiene su mirada al frente, está intentando no sentirse
intimidada. –Te hice una pregunta, ¿Qué haces en mi
habitación?
–Señorita Isabella yo...
– ¿Señorita Isabella? –chasquea sus dedos delante de ella.
–Hace un momento pensé que era una chica sin sentido,
una idiota, ¿No es así? –to trago con dificultad, hasta me
siento asustado. –Ese hombre que ves allí... –me señala,
Ambar no me mira, no hasta que Isabella toma su mentón y
la hace mirarme. –Es mí esposo, ¿Has escuchado? Mi
esposo, y te quiero lejos de él y de mí, eres una hipócrita,
Ambar –hace una pausa. – ¿Dulce? ¿Amable? Para nada,
no acostumbro a pelear por hombres, pero si a ti, hay que
darte limites, pues te los doy.
No puedo evitar sonreír, no quiero hacerlo, pero es
inevitable, nunca nadie había actuado de esta manera
conmigo, no Isabella, quien ha sido tan sumisa, tan débil.
Después de todo está comenzando a moldearse a la vida, a
lo que la entorna.
Toma la mano de Ambar y la arrastra hasta la puerta, pero
antes de sacarla la estampa contra la puerta, no le toca ni
un mechón, con las palabras le sobraron, puedo ver la cara
de miedo de Ambar. No sé qué más falta, pero solo espero
que papá no esté cerca, no tenía idea de que había vuelto y
el que me encuentre en estas fachas no es para nada
agradable.
–No me servirás más a mí y mucho menos a Roy, mira a
ver en que colaboras en la casa, pero a mí no me atiendas,
no te quiero cerca, ni siquiera que respires cerca de mí,
colmaste mi paciencia, Ambar, pero tranquila, tu madre no
tiene culpa de tener a una urgida como hija, valórate un
poco más, lo necesitas...
Termina por abrir la puerta y la saca de la habitación, la
puerta es nuevamente cerrada y ella toma camino al baño.
Se despoja de toda la ropa que llevaba solo segundos y
entra a la ducha, intento hacer lo mismo, pero ella lo evita,
con tan solo darme una mirada lo logra, yo prefiero no
molestarla, sé que está enojada y lo que quiere es estar
sola.
Salgo del baño y me visto con cualquier cosa, es la salida
con la madre de Isabella y no sé si se llevara a cabo. Al
cabo de unos minutos la veo venir, con una toalla alrededor
de su cuerpo, su cabello húmedo y su semblante serio, me
da un fugaz vistazo y continua hasta el closet, busca su
vestimenta y vuelve al baño. Camino hasta el sofá junto a la
ventana y me dejo caer, recuesto mi cabeza y dejo salir un
suspiro.
Los minutos se van pasando lentamente, creo que de tanto
esperar se me han pasado unos treinta minutos, escucho
nuevamente la puerta abrirse y la veo con un vestido
floreado color blanco con las flores amarillas y rojas.
Vuelve a darme un fugaz vistazo y continua hasta la
peinadora, toma asiento y comienza arreglar su cabello,
una media cola y el resto de su cabello tomando forma a
medida que se seca, me levanto del sofá y camino hasta
ella, me coloco detrás y la veo por el espejo, ella deja de
maquillarse y me mira.
– ¿Qué? –trago con dificultad, como es posible que me
tenga tan dominado, una mujer me trata de esta manera y
de verdad que la ignoro. –Tenemos una salida con mamá,
¿Lo recuerdas?
–Pensé que no iríamos...
–No dejare mis planes a un lado por una mujer que esta
calenturienta por mi esposo, no dejare mis planes por una
mujer que no se valora, que entra a mi habitación y tienta a
mi esposo... –gira y subiendo su mirada me observa. –No
dejare mis planes a un lado por una simple sirvienta que no
sabe el puesto que le corresponde, no suelo juzgar a nadie,
mucho menos despreciarlo por el puesto o trabajo que
tenga, Ambar debe saber su puesto y tu estas prohibido
para ella... –esbozo una sonrisa no puedo evitarlo, ella no
hace lo mismo solo me observa. –Ve y vístete, no quiero
llegar tarde por mamá.
Sé que no todo el enojo que lleva es a causa de Ambar sé
que también tiene que ver con lo que papá le ha contado
sobre mi hermana menor, Jenell. Sé que se siente un poco
molesta por que fui incapaz de contarle sobre ella, pero esa
es una historia que no me concierne, después de todo me
duele, porque es mi hermana, pero es papá quien nos ha
prohibido el hablar de ella en esta casa y fuera también.
Si sabe todo sobre Jenell, debe saber todo sobre mi madre,
aquella que prefirió darle dolor y angustia a mi padre,
prefirió abandonarme a mí y a Federico, solo porque la
rabia se la consumía. El rencor y la traición la cegaron, pero
yo soy su hijo, al igual que Federico, ella debía estar con
nosotros, no simplemente tomar a mi pequeña hermana y
llevársela muy lejos. Hablar de Leyna es repugnante, le
tengo rencor, mucho y todo porque ella prefirió su orgullo
de mujer, a estar con sus hijos.
_
Después de terminar de arreglarnos, ambos salimos de la
habitación en total silencio, fuimos por las cosas a la
cocina que preparo Margarita y luego salimos de casa.
Quería ver a mi padre, pero solo me dijeron que tomo
camino a la empresa y no llegara hasta la noche, después
de todo eso es lo que hace para olvidarse un poco de su
sufrimiento.
Tomamos camino a casa de los Massón, el silencio es
intenso, en ocasiones veo por el rabillo del ojo a Isabella
quien mantiene su mirada fija al frente, no hace ni un
movimiento no sé cuánto piensa estar de esta manera, me
está intrigando, me tiene mal su actitud.
–Fingiremos delante de mamá que todo está bien, ¿Vale?
–Isabella, por favor, tu viste como he rechazado a Ambar,
me escuchaste, no hay necesidad...
–No estoy molesta por eso... –aparco a un lado de la
carretera y volteo a verla. –Sonreí en cuanto escuché como
hablabas de mí, pero mi molestia es otra...
– ¿La conversación con mi padre? –ella voltea y me
observa, asiente levemente. –Nena, tengo prohibido el
hablar de ese tema, es algo que tiene muy mal por años a
mi padre, él nos lo prohibió, no podía decirte nada bonita...
– ¿Y tu madre Roy? ¿Nunca me ibas hablar de ella? –llevo
mi mirada al frente y aprieto mis dientes con fuerza.
–No tengo por qué hablar contigo de ese tema... –enciendo
el coche y tomo camino nuevamente a casa de la madre de
Isabella.
El trayecto se tornó nuevamente silencioso, el tema de mi
madre es algo que no suelo hablarlo con nadie, solo mi
mejor amigo es quien sabe todo acerca de ella. No tengo el
valor de hablar de una mujer que simplemente me
abandono y robo una niña que no le pertenecía, ¿Por qué
tendría que hablar de un tipo de mujer como lo es Leyna?
Al llegar aparco, mantengo el coche encendido, mi mirada
al frente, Isabella no baja del coche, un carraspeo de su
parte me hace voltear, ella aún mantiene su mirada al
frente, ¿Continuaremos con esto?
–Creo que es mejor que dejemos la salida para otro día... –
estoy por reclamar, pero ella me detiene colocando su
mano delante de mí. –No tengo por qué estar fingiendo que
estoy bien contigo cuando no es así, me quedare en casa
de mis padres el día de hoy, no vengas por mí, yo veré que
le invento a mamá... –quita el cinturón de seguridad y yo
tomo con fuerza su antebrazo.
–Isabella por favor, ¿Solo porque no quiero hablarte de esa
mujer te comportaras así? –suelta mi agarre enfoca sus
azules en mis grises y asiente.
–Somos un par que nos queremos, a escondidas, pero nos
queremos Roy, tu sabes de mí y yo no sé nada de ti y todo
lo que me has contando es a medias, nada concluso, quiero
saber de tu vida, el cómo te sentiste con lo de tu madre,
compartir todo, pero veo que no lo harás, no tienes el
valor... –abre la puerta del coche y sale. –Lo siento, pero se
supone que aunque estemos a escondidas debemos
confiar el uno con el otro, saber nuestros miedos, todo lo
malo que nos ocurrió en el pasado, nos vemos mañana, no
vengas por mí, yo veré como vuelvo a la mansión.
Termina de cerrar la puerta y toma camino dentro de su
casa, yo aprieto con fuerza el volante y le doy un manotazo.
Después de todo ella tiene razón, todo lo que le cuento es
inconcluso, la dejo peor que la primera vez que sale algo de
mi boca, dormir esta noche sin ella será un poco extraño,
tan rápido me acostumbre a tenerla cada noche apegada a
mí, abrazándome, ¿Por qué me hace sentir débil? ¿Por qué
cada vez me hace sentir más y más loco por ella?

En cuanto salí de casa de los Massón tomé camino a casa
de William, tal cual como lo imaginaba, dormido por una
borrachera que se agarró ayer sábado. La señora de
servicio fue quien me abrió la puerta, pase por el mini bar
que tiene y tome un vaso, al entrar a su habitación esta
entre las sabanas y como pude suponer también esta con
una mujer a su lado.
Me siento al borde de uno de los sofás en la habitación y
enciendo un cigarrillo, me doy una calada y luego veo como
mi mejor amigo se retuerce y se estira en su cama, escucho
los quejidos de la chica a su lado, pero ella lo que hace es
acomodarse y volver a dormir.
– ¡Mierda! –rio un poco al verlo y sale de inmediato de la
cama. –Joder, Roy ¿qué diablos haces aquí?, ni siquiera
hablas, por poco muero…
–Primero cúbrete amigo, no me gusta verte de esa manera
–baja su mirada y se sorprende.
–Está despierto, ha hecho un buen trabajo... –señala a la
chica junto a mí y yo rio. –Espérame fuera, salgo en dos
minutos...
Asiento y salgo de su habitación, camino hasta el mini bar y
tomo asiento, termino el vaso de whisky que me serví y
continuo con mi cigarrillo. Escucho sus pasos y bostezos,
lo veo venir, sacude su cabello, se coloca dentro del mini y
toma una lata de bebida energética, se la termina por
completo y luego me da un vistazo.
–Venga, ¿Qué ocurre?
–Papá ha llegado... –me sirve más en mi vaso y yo me doy
un sorbo. –Le ha contado a Isabella de Jenell y Leyna... –
me doy otro sorbo, observo a mi mejor amigo y esta
perplejo.
–Un momento ¿Román Lehner le ha contado a Isabella? –
sí, sabía que quedaría sorprendido. –Pero si ni con ustedes
habla de ese tema, bro... –me encojo de hombros y termino
el segundo vaso.
–No lo sé, William, he quedado sorprendido, pero eso no es
todo, Isabella sabe lo que ocurrió con Ambar, esta estaba
en mi habitación reclamándome mientras Isabella estaba
con papá, luego comenzó a buscarme, ambos estábamos
en el baño al salir estaba Isabella, joder un desastre...
–Dios bro, mejor que las novelas mexicanas, como se llama
esta que veía mi abuela, ¡Marimar! ¡Marimar! –ruedo los
ojos al cielo y niego.
–En fin, el detalle es que todo ha sido aclarado, pero
Isabella quiere saber de mamá, sabes que detesto hablar
de ese tema, suficiente estoy soportando dormir en esa
habitación que no hace nada más que enviarme una y otra
vez recuerdos de ella.
–Y ¿Qué piensas hacer, Roy? Han decidido estar juntos,
creo que ella merece que tú le cuentes todo acerca de
Leyna, lo merece amigo... –lo veo encogerse de hombros y
yo simplemente quedo en total silencio.
–No sé qué hacer, intento evitar a toda costa el tema de
Lorena y ahora ha salido a flote el de mi madre –suspiro. –
Realmente no sé qué hacer, quiero que Isabella sepa todo,
pero estoy intentando protegerla de los problemas de mi
pasado, no quiero que ella sufra, William, tu más que nadie
lo sabe, hablar de Lorena es una bomba de tiempo y hablar
de Leyna de Lehner es otro más, cada vez me siento de
brazos cruzados…No sé qué hacer...
Capítulo 21 - Una mujer fuerte.
El sueño de todo niño de mi edad es el hecho de que tus
padres siempre estén unidos, pero eso no fue en mi caso. He
presenciado junto a mi hermano menor el cómo mis padres
se maltratan verbalmente, el cómo mi madre se encierra en
su habitación y pasa casi todo un día con una botella de licor
en su mano y hundida en un mar de llanto.
Papá por su lado solo intenta remediar lo que hizo, pero no
hay vuelta atrás, engaño a mamá, tuvo una hija con otra
mujer y no hay nada que pueda hacer para que mamá lo
perdone.
Como cada madrugada me despierto con un mal sabor de
boca, con mi pecho y frente empapada en sudor, no me
queda de otra que ir a la cocina por un vaso de leche tibia y
volver a la cama. Por suerte siempre dejan todo a mi alcance
y así no hacer ruido y todo se lo agradezco a Margarita que
es quien cuida de nosotros.
Al terminar mi vaso de leche tibia vuelvo a mi habitación, son
demasiadas escaleras para subir, a veces me gustaría
simplemente tener mi habitación en la planta baja, pero no
puedo negarlo mi habitación es inmensa, me gusta lo
espacioso y simplemente no me quejo de ello.
Al voltear veo que la puerta de la habitación de mi pequeña
hermana está abierta, frunzo el ceño al escuchar un poco de
ruido, con pasos temerosos camino de a poco. Estaba por ir
a buscar a papá, pero no creo que sea necesario, de seguro
es una de las niñeras que cuida de mi hermana, pero al ver
dentro de aquella habitación todo en mi cae en picada y los
nervios no tardan en atacarme.
– ¿Mamá? –susurro al verla apuntando con una pistola a la
niñera de Jenell, la bebé esta en los brazos de mamá,
cubierta con una manta gruesa por el frio. – ¿Qué haces? –
mamá voltea a verme y de pronto su rostro cambia y me
sonríe con calidez, pero todo es una fachada, sé que es así,
ya no le creo nada.
–Roy, mi amor, vuelve a tu habitación, ¿Esta bien? –niego y
termino de entrar a la habitación. –Yo simplemente quiero
dar un paseo con tu hermanita, nada más... –los ojos
enrojecidos de mamá por haber llorado tanto, el fuerte olor a
licor que sale por sus poros. –Así que vuelve a tu habitación
y no vayas con tu padre, ¿Ok?
Al voltear veo a la niñera con su rostro hecho un terror, con
una corta sonrisa asiente, me está pidiendo a gritos mudos
que salga de la habitación y me marche, pero yo
simplemente no quiero.
–Iré por Fede, quizás él se anime y quiera disfrutar del
paseo... –mamá deja a un lado a la bebé y se acerca hasta
mí, toma con fuerza mis mejillas, el frio de la pistola es
rozada por mi mejilla.
–Tú no vendrás conmigo, Roy, solo iré con Jenell, ¿Esta bien?
–su voz se torna dura y fría. –Te he dicho que te marches a
tu habitación y ya, no insistas, ¿Esta bien? –trago con
dificultad, el corazón comienza a dolerme.
– ¿Nos vas abandonar? –digo en un hilo de voz, detesto ser
lo que soy, tan directo y en ocasiones frio, ya veo donde lo
heredé. – ¿Te marcharas con Jenell y nos dejaras? ¿A Fede y
a mí? ¿Tan mala eres? –ella esboza una sonrisa y me da la
espalda, vuelve a tomar a la pequeña entre sus brazos y
cuelga un bolso en su hombro.
–Ella es una simple bastarda, acabo con mi vida, con todo lo
que construí con tu padre, después de todo no me culpes a
mí de todo esto mi pequeño Roy, es tu padre quien ha
ocasionado todo esto... –vuelve acercarse hasta mí y besa
mi frente. –A decir verdad, yo ni siquiera los quiero, Roy,
simplemente los tuve porque tu padre quería hijos, a mí me
interesaba era solo el dinero de los Lehner, nada más... –
pasa a mi lado, volteo a verle, intento ir detrás de ella, pero la
niñera me detiene, me cubre con sus brazos y yo me dejo
caer en el suelo.
–No lo hagas, Roy, no vayas detrás de ella, deja que se
marche, en cuanto salga de casa le informare a tu padre, por
el momento es peligrosa, lleva consigo un arma así que.
–No me quiere... –susurro y siento mis ojos arder. –Nunca
nos quiso... –tomo sus manos y les arrebato de mi cintura. –
Encárgate tú de hablar con papá, yo volveré a mi habitación.
–paso con fuerza el dorso de mi mano por mis ojos y seco
las lágrimas que estaban por bajar por mis mejillas.
Quisiera que este día no hubiera existido nunca, ahora
comprendo por qué en ocasiones mamá nos aborrecía a mí y
a Federico y él único que disfrutaba de nuestros dibujos
escolares, quien jugaba con nosotros era papá. Quien nos
llevaba leche a nuestra cama y nos contaba cuentos era él,
ahora entiendo por qué odia tanto a mi hermana Jenell, es
porque es quien cautiva desde el amanecer hasta la noche la
vida de papá y ella simplemente quería ser la única mujer en
los ojos de Román Lehner.

Isabella Massón
Inventar una excusa se me hizo muy difícil, mamá no es de
aquellas madres que se tragan todo lo que le dicen, pero al
saber que Roy es un chico de negocios lo hace más creíble.
Lo único que pude decir fue que llego Román y le pidió a su
hijo que fueran a unas cuestiones de las empresas y sin
más me creyó, aunque me pidió que para la próxima si
tuviéramos esa salida.
Todo el día me la pase con ella, jugando juegos de mesa,
junto a Rudy, Derek y su enfermera, papá aun no vuelve de
su viaje, así que me siento un poco tranquila. esde aquella
vez del hospital ninguno de los dos hemos dado nuestro
brazo a torcer, así que me siento un poco aliviada de no
verle, aun me siento un poco enojada por lo que ocurrió.
Al terminar mi cena, me despedí de todos y tome camino a
mi habitación, opte por un baño en la tina y no puedo creer
cuanto echo de menos a Roy. Nuestras noches siempre
terminan en un baño juntos y luego vamos a la cama, no
puedo creer que lo extrañe tanto, que lo desee tanto y que
este molesta con él. No quería cancelar nuestra salida, pero
realmente estoy un poco cabreada por todo, el que no
quiera confiarme lo que ocurre, o por lo menos escuchar
algo de sus labios, todo es confuso. No puedo estar todo el
tiempo con la duda, no se a que me enfrento, no sé qué
ocurre con todo su alrededor.
Salgo a mi habitación, tomo mi ropa de dormir y me siento
frente al espejo, cepillo mi cabello húmedo y lo dejo suelto
para que se seque, entro a mi cama y tomo mi portátil.
Comienzo a ver videos y pasar el rato leyendo cosas
estúpidas, al entrar como siempre a mi página favorita de
recetas de postres algo en mí se enciende.
– ¿Un negocio de postres?
Una sonrisa se forma en mis labios, nunca he hecho algo
para mí, aunque quiero saber más sobre cuidados para así
proteger a mamá, siempre me ha gustado el preparar
postres. Así que podría intentar hacerlo, la cocina en la
mansión es espaciosa y podría tomarla luego del almuerzo
donde nadie está allí y preparar algunas cosas.
El sonido de mi móvil me espanta, lo busco con la mirada,
lo escucho, pero no logro localizarlo. Me levanto de la cama
y como siempre estaba bajo mi trasero, una punzada en mi
pecho al leer el nombre de Roy reflejado en la pantalla,
tomo una bocanada de aire y termino por contestar.
– ¿Si? ¿Qué ocurre? –escucho un suspiro del otro lado de la
línea.
–Estoy frente a tu casa... –solo balbucea, ni siquiera puede
hablar bien. –Sal, volvamos a casa... –camino de un lado a
otro, todo en mi tiembla.
–Márchate, te dije que me iré mañana, así que vete, Roy, ve
tu a casa, descansa.
–Llamare a la puerta, nena, es mejor que salgas, no querrás
que haga un escándalo... –suspiro.
–No serias capaz...
–No era capaz de quererte y mírame ahora, loco por ti... –
trago con dificultad, mi corazón se acelera, una sonrisa en
mis labios. –Así que sal y vamos a nuestra casa.
–Querrás decir la casa de tu padre…
–Nuestra casa es la habitación, donde somos felices, así que
si no sales en un minuto llamare a la puerta...
Termina la llamada y yo no dejo de sonreír como una idiota,
¿Desde cuándo me comporto como una estúpida con estas
cosas? Tomo una bocanada de aire y salgo de la
habitación, todo en casa esta oscuro, silencioso, todos
duermen y no quiero que nadie despierte por un escándalo
innecesario de Roy.
Coloco mi mano en el pomo de la puerta y quitando el
seguro, abro. Lo encuentro recostado junto a su coche, de
brazos cruzados y con su mirada en el suelo, cuando
escucha mis pasos alza la vista y una sonrisa de boca
cerrada se forma en sus labios. Me cruzo de brazos estoy a
una distancia considerada, tocarlo sería mi perdición.
–Sube al coche... –aunque estoy alejada de él, el olor a licor
es muy fuerte. –No podría dormir sin ti... –camina hasta los
escaloncillos y al ver que no hago el intento de moverme,
comienza a caminar poco a poco hasta mí. –Isabella, no lo
hagas difícil... –su aliento mentolado, mezclado con
cigarrillo y licor golpea mis nasales, es una combinación de
tres, pero no es desagradable, la menta apacigua todo.
–Estas muy tomado, no iré contigo, no si estas de esa
manera... –toma mis mejillas y roza sus labios con los
míos, golpe bajo. –Detente, Roy, mejor vete... –niega y
vuelve a rozarlos, así que la sensación de que te descubran
con el chico que te gusta y por la que te vuelves loca es
esta, miedo con adrenalina. –Roy...
–Lo siento, ¿Ok? –susurra en mis labios. –Tienes razón,
mereces saber todo, es solo que, me siento muy inseguro
de hacerlo...
– ¿Conmigo?
–No, conmigo mismo, Isabella, es un punto débil y triste de
mi pasado... –no espero y lo rodeo con mis brazos, no
puedo verlo de esta manera, no tan débil. –Sé que siempre
te dejo a medias, bonita, pero si quiero contarte todo, es
solo que...
–Ven... –me alejo y tomo su mano. –Vamos dentro, hace
mucho frio... –me mira con sorpresa.
– ¿Estás segura? –sonrió y asiento.
–Nunca metí a escondidas un chico a mi habitación, tu eres
el primero... –me encojo de hombros, la sonrisa que se
expande en sus labios me encanta, sus dientes blancos,
sus ojos achinados.
–Pero me iré al amanecer ¿Vale?
–Vale...
Como dos delincuentes entramos a mi casa en silencio.
Con nuestras manos entrelazadas caminamos a la par, se
lleva uno de los sillones por delante y profanidades salen
por su boca, yo no puedo evitar reír. En puntillas y entre
risitas llegamos a mi habitación, él comienza a verla a
detalle, entretenido en mis cosas, aunque ya estuvo una vez
aquí, fue fugazmente, en este momento mira mis fotos, lo
veo sonreír al tomar una donde estoy yo con Derek en mis
brazos.
La deja en su sitio y vuelve a mi nuevamente, toma mis
mejillas y besa mis labios, yo no puedo evitar sus besos,
sus caricias. Mis manos rodean sus hombros y mis dedos
se enredan en su cabello azabache, abro un poco mis ojos
y sus grises ya me observaban, siento como mis mejillas se
calientan, él sonríe con aquella manera que tiene de
derretirme, picardía y amor mezclado.
–Vamos a la cama, pero habla muy bajo, ¿Vale? –asiente y
quita su calzado, su camisa de vestir y entra en mi cama,
apago la luz y enciendo una de las lámparas, quito mi
calzado y entro a la cama. Me rodea con su brazo y yo
apoyo mi cabeza en su pecho. –No me gusta que estemos
enojados, Roy... –Susurro y sus labios se posan en mi
cabeza.
–A mí tampoco, lo detesto...
Se forma un silencio, pero no es incómodo, es un silencio
de mucha calma, el sonido de su corazón se escucha muy
cerca de mi oído, sus dedos acarician mi brazo, las yemas
de sus dedos se sienten tan relajante, su respiración choca
en mi cabello, siento su dorso desnudo en la poca piel
descubierta de mi espalda.
–Ella no me quería... –susurra, corta el silencio que se
había formado. –Mi madre no me quería ni a mí, ni a
Federico, nos tuvo solo porque fue un deseo de mi padre, y
por eso la odio... –la respiración se me corta en un
segundo, tomo una bocanada de aire y volteo para verle,
llevo mi mano hasta su mejilla y con mi pulgar le acaricio. –
No me gusta hablar de ello, intento apartar todo lo que tiene
que ver con ella, pero aunque no me quería, sus caricias en
mi rostro son mi mejor recuerdo.
–Roy... Lo siento tanto... –sonríe y niega. –No debí insistir,
no debí hacerlo...
–Mereces saber todo, Isabella, no tienes derecho a estar en
casa y estar con dudas –besa la punta de mi nariz y luego
la acaricia con la suya. –Ella nunca debió hacer lo que hizo,
llevarse a Jenell, ella no tenía por qué pasar por eso, ni
siquiera sabemos cómo ha de estar…
–Cielo... –asiente y me mira. – ¿No sientes odio por tu
hermana? Lo digo por el hecho de que quizás por ella tu
madre, se separó de ustedes...
–Quisiera aún más a Jenell en mi vida que a mi propia
madre... –aquella respuesta me tensa por completo. –Creo
que el no tener su amor conmigo, me hizo ser la persona
que soy, aunque ya lo era, su partida lo intensifico más, por
eso es que tu amor cálido es quien me hace sentir feliz, me
das fuerzas para querer, ser una mejor persona.
Acerco mis labios a los de él, dejo repetidos besos, al
separarnos oculta su rostro en mi cuello, su mano acaricia
mi cabello, nunca había tenido una noche tan sincera con
Roy. Aunque aún faltan cosas por aclarar, me siento feliz de
que está comenzando a confiar en mí, sus labios dejan un
beso en mi piel y luego soy yo quien lo cubre con mis
brazos. Las yemas de mis dedos suben y bajan por su
espalda y a los pocos minutos está dormido.
Estiro mi brazo y apago la lámpara, me acomodo a su lado
y cierro mis ojos, cada noche terminábamos desnudos y
exhaustos por hacer el amor repetidas veces, esta no fue la
ocasión. Ambos bajos las sabanas y con nuestros cuerpos
unidos, no habíamos tenido una noche tan sincera, donde
se lo que más le duele, lo que más le atormenta, quiero a
Roy, lo quiero, y no sería capaz de hacerlo infeliz.

Sus besos recorrían desde mi nuca hasta mi oreja, me
estremezco entre los brazos de Roy y una sonrisa tonta se
forma en mis labios, su mano se posa en mi abdomen, la
calidez recorriendo toda mi piel.
–Debo irme nena, no queremos que nos descubran,
¿Cierto? –volteo para verle y asiento, beso sus labios.
– ¿Nos vemos en casa? –niega, frunzo el ceño.
–Vendré por ti, quiero llevarte a un lugar... –todo se torna
serio. –Comenzaras a saber todo, como debe ser.
–Roy... –niega y besa la punta de mi nariz. –Está bien... –
termino por susurrar.
Salimos de cama, al terminar de colocar su camisa y
calzado nuevamente salimos de mi habitación. El sol está
comenzando a salir, la sala esta con un poco de claridad,
así que Roy podrá ver mejor por donde camina. Al salir de
casa lo acompaño hasta su coche, entra en este no sin
antes darme un beso en los labios, un ligero mordisco y una
nalgada en mi trasero.
–Idiota... –ríe y coloca su cinturón. –Pero cuanto te
quiero... –voltea a verme, aquellos grises fijos y hermosos.
–Joder, te ves tan hermosa al amanecer... –muerde sus
labios, una sensación en mi estómago. –Muero por
secuestrarte, de verdad... –sonrió, detesto el poder que
tiene en mí. –Ya lo sabes, nena, vendré por ti, ¿Esta bien? –
asiento y colocando sus lentes me da una última sonrisa y
termina por irse.
Yo vuelvo dentro y me recuesto contra la puerta, cubro mis
mejillas, una sonrisa se forma en mis labios. No puedo
evitarlo, me tiene completamente perdida, cada cosa que
hace, cada vez que quiere remediar todo, no puedo negar
que esas son las cosas que me encantan de Roy, tan poco
tiempo juntos y no puedo estar sin él.
– ¿Hija? –escucho la voz de mamá, salto de susto y la
encuentro apoyada en el umbral del pasillo. – ¿Se ha
marchado Roy? –toda la sangre se me agolpa en los pies y
siento mis piernas dormidas.
–Mamá... ¿Qué dices? –la veo sonreír y toma camino al
sofá, de a poco se sienta y le acompaño, tomo asiento y
mantengo mi mirada fija al frente. –Yo...
–Mi amor... –volteo a verla, toma mis manos, besa el dorso
de estas. –Te has enamorado, ¿no? –mi pecho comienza a
subir y bajar. –Roy me lo confeso... –frunzo el ceño, ¿De
qué habla? –Recuerdas cuando estaba en el hospital –
asiento. –Él me confeso que estaban juntos, que te quiere,
me pidió que fuera un secreto de los dos, por eso no se me
hizo extraño que él quisiera tener una salida de los tres... –
me sonríe, cuanto adoro su sonrisa.
–Mamá, papá no puede saberlo, ¿Esta bien? –asiente. –Ni
siquiera Román Lehner, sería algo malo para ambos... –sé
que es muy notorio mi semblante entristecido. –Lo quiero
tanto, mamá, no puedo creer que esté perdida por él, con
alguien con quien mantengo un matrimonio organizado, un
contrato... –siento las lágrimas agolparse.
–No tienes que sentirte mal por quererlo, sé que ambos
están luchando con lo que sienten, aunque no sé cómo ha
surgido todo, cuando él me lo confeso sabía que era
sincero... –asiento, no puedo evitar recostar mi cabeza en
sus piernas, el sol está siendo más notable, sus manos
acarician mi cabello y mis mejillas. –Lucha por lo que
quieres, Isabella, no seas una mujer cobarde, se una mujer
fuerte, esa que tienes muy dentro de ti...
Asiento y cierro mis ojos con fuerza, un montón de
sentimientos se arremolinan en mi mente y mi corazón.
Ahora tengo una aliada más en mi vida, mamá, no puedo
creer aun el hecho de que Roy le confeso lo que siente por
mí, que lo mantuvo en secreto con ella, con mi madre. Cada
vez las acciones de Roy me hacen querer luchar por su
amor, por él.
Sé que soy fuerte, sé que puedo con todo lo que se me
atraviese, pero sé que no soportare tanto el estar a
escondidas, ocultando que lo quiero. Hubiera deseado que
nuestro encuentro no hubiera sido de esta manera, por
medio de un papel firmado, pero quizás no hubiera dado
con él en mi vida.
Quizás en este momento él estuviera por su lado y yo por el
mío, quizás si no hubiera habido este contrato de por medio
nuestras vidas no se hubieran cruzado, no estuviera
queriéndolo como lo hago en este momento, soñarlo,
desearlo, anhelarlo, sin Roy soy nada, con Roy soy todo,
mujer fuerte y decidida, daré todo de mí, y solo espero que
esto mantengan un rumbo firme y nada lo empañe.
Capítulo 22 - Curar tus heridas.
Después de haber tenido una larga charla con mamá,
acerca de mi relación con Roy, prometió mantener esa
confesión con ella. Le ayude a tomar su baño de la mañana
y luego sus medicinas, yo por mi lado hice lo mismo, tome
un baño y luego tome el desayuno junto a ella y Derek.
Aquel se despidió de ambas y se fue a clases, Rudy está
haciendo los quehaceres de casa y la enfermera de mamá
está leyendo un libro.
Le pedí que se tomara unas horas de descanso, estoy con
mamá y no me molesta el atenderla, a decir verdad, echo de
menos el hacerlo. Mamá come algunas frutas que Rudy le
preparo y yo veo algunas recetas de pasteles en mi móvil.
Me entretengo por un largo rato, estoy arreglada, no sé en
qué momento pueda aparecer Roy, es tan inoportuno que
no quiero estar corriendo para arreglarme.
–Estoy pensando en tener mi propio negocio de pasteles...
–expulso aquellas palabras, no escucho nada departe de
mamá y al voltear lleva una sonrisa en sus labios. – ¿Crees
que pueda?
–Por supuesto que si mi amor, tu sabes el gran talento que
tienes –sonrió y tomo su mano. –Tendrás todo mi apoyo,
deberías hablarlo con Roy, de seguro él te apoyara –me
sonríe y llevo su mano hasta mis labios y dejo un beso en el
dorso de esta.
–Sí, eso hare mamá... –lleva su mirada al frente y deja salir
un suspiro.
–Si algo llegara a pasarme... –la miro fijamente. –Quiero
irme sabiendo que mi hija estará en buenas manos y con un
gran propósito en su vida –trago con dificultad, la realidad
vuelve a golpearme, no quiero discutirle ese tema, no el día
de hoy.
Así que no digo nada y ella no menciona nada más,
continúa comiendo de sus frutas y yo vuelvo la mirada al
móvil, pero no puedo evitar que un nudo se forme en mi
garganta, espabilo y evito ponerme a llorar.
_
Después del medio día llevé a mamá a su habitación, me
despedí de ella en cuanto leí el mensaje donde Roy me
aviso que venía por mí. Mamá quería verle, pero esta tan
cansada que la enfermera le pidió que mejor ir a su
habitación, a regañadientes lo acepto y ahora descansa.
Tomo mis cosas y escucho el sonido de un motor rugir,
frunzo el ceño y rápidamente me despido de Rudy y la
enfermera de mamá.
Salgo corriendo al encuentro con Roy y al abrir la puerta y
cerrarla, me detengo en seco, asombrada lo observo. No
pasa ni dos segundos y de inmediato comienzo a negar una
y otra vez. Me acerco a él, sonriente y como siempre con
esa aura de superioridad emanando de su cuerpo, me
entrega un casco y yo se lo devuelvo.
–Ni en tus sueños –vuelve a insistir y niego. –No me subiré
a esa monstruosidad de moto, ni lo pienses... –me cruzo de
brazos, Roy baja de esta y luego me entrega una chaqueta
de cuero.
–Ponte esto y esto... –la chaqueta y el casco, vuelvo a
negar. –Ni creas que harás las cosas a tu modo en esta
ocasión, bonita... –muerdo el interior de mi mejilla y ruedo
los ojos. –Ahora por favor, colócate eso, es un largo rato en
carretera...
–Roy, porque la moto, tienes un montón de coches –
comienzo a poner la chaqueta de cuero, él lleva una, unos
jeans negros, la camisa dentro de color blanca, un calzado
deportivo. –No dejas de sorprenderme nunca... –Coloco el
casco y luego me cruzo de brazos, el pelinegro me da un
fuerte jalón y me da un casto beso que incluye una ligera
mordida.
–Anda sube... –susurra en mis labios, acto seguido nalguea
mi trasero y refunfuñando termino por subir en este inusual
medio de transporte. –Hasta con chaqueta de cuero, tu
pelirrojo desordenado y tus manos rodeando mi cintura,
eres hermosa, toda una diosa... –aquello me estremece por
completo, lo veo sonreír por uno de los pequeños espejos
de la moto y sus grises de pronto me miran. –Estas atada a
mí, como siempre ha de ser... –termina de encender la
moto y sin más salimos de casa.
El sonido de la brisa me aturde un poco, cierro mis ojos y
alzando un poco mi cara dejo que la brisa se una con los
rayos del sol y choque en mi cara, esbozó una sonrisa y Roy
continua con el trayecto.
Con mi mentón apoyado en su hombro, miro en la misma
dirección que él. Los edificios y casa quedaron detrás de
nosotros, por uno de los espejos circulares de la moto
observo como dejamos lejos la ciudad, una corriente
eléctrica me recorre todo el cuerpo, es como si sintiera que
nos escapamos de todos, que todo lo dejamos detrás y no
tendremos vuelta alguna.
..
Roy tenía razón, el trayecto era muy largo, pasamos
algunos pueblos fuera de la ciudad y el sol paso de estar
fuerte, a un poco más tolerable. No tengo idea de la hora
que es, pero Roy no se detuvo en ningún momento,
comenzamos a descender por un camino de tierra, a lo
lejos se ve una pared muy alta, mientras más nos
acercábamos más me daba cuenta, de que va este lugar.
Las enormes rejas altas color negro nos dan la bienvenida,
aparca la moto y después de unos segundos de vacile baja
de esta. Me ayuda a bajar y luego quita mi casco, en
silencio se da media vuelta y toma camino dentro del lugar,
le sigo, alzo la mirada y un escalofrió recorre todo mi
cuerpo. Trago con dificultad y termino de entrar, Roy se
detiene voltea a verme y extendiendo una de sus manos en
mi dirección la tomo, y ahora caminamos juntos.
Un montón de lapidas, arboles verdes que se sacuden con
el viento, el olor a flores nuevas y unas que están
comenzando a marchitarse. No puedo evitar el hecho de
que me siento un poco atemorizada, detesto estos lugares,
no me gustan en absoluto, el solo hecho de pensar que
vendrás y dejaras a un familiar en un lugar tan solitario, me
entristece mucho.
Después de pasar por unas cuantas hileras de lapidas,
llegamos a una que está muy bien cuidada. Flores nuevas,
sin una pizca de suciedad, Roy se sienta sobre ella y pasa
sus dedos por el nombre, Lorena Neigh, los girasoles,
tulipanes y rosas blancas adornan su tumba.
–Ella... –escucho el susurro de Roy. –Murió por mi culpa...
–cubro mi boca en el instante que escucho su confesión. –
Todo por mi jodido capricho, todo porque la quería a como
dé lugar a mi lado, sin importarme los riesgos que
estábamos enfrentando... –camino hasta donde se
encuentra, me coloco de cuclillas frente a él, la fuerte brisa
desordenada su azabache y mi pelirrojo. –Pero supongo
que prefiero que este en este lugar, muerta, a que este
viviendo un jodido infierno...
–Roy... ¿Es ella a quien amaste tanto? –esboza una sonrisa
triste y termina por asentir. – ¿Qué fue lo que en realidad
ocurrió, porque te culpas? –se levanta y comienza a
caminar alrededor de la tumba.
–Estaba saliendo con una mala persona, mejor dicho,
estaba amarrada a él porque tenía un hijo con esa
persona... –cierra sus ojos mientras deja que la brisa
golpee su cara. –Son personas muy malas, Isabella,
personas sin escrúpulos, me escape con Lorena, ella, su
hijo y yo, nos sentíamos aliviados en cuanto salimos de la
ciudad, pero eso solo duro unas horas... –vuelve a tomar
asiento y apoya sus codos en las piernas. –Nos siguieron,
llegaron al motel donde nos estábamos quedando y todo se
volvió un desastre.
Lo veo tensarse, sus grises se fijos al suelo y luego se
cristalizan, aprietas sus manos y sus nudillos se tornan
blanquecinos por la presión, cierra sus ojos, como si
intentara borrar aquel recuerdo a como dé lugar, como si no
quisiera mantener todo aquello en su mente.
–Como pudimos nos escabullimos y llegamos a mi coche,
salimos del lugar, pero nos alcanzaron a los pocos minutos,
mi corazón iba tan apresurado, solo recuerdo que ella
volteaba a ver repetidas veces a su hijo, él era lo más
importante en ese momento...
.
Volteo a verla, sus ojos se cristalizan de una manera tan
rápida que las lágrimas no dejan de correr por sus mejillas,
miro por el retrovisor repetidas veces, cada vez están mas
cerca, los nervios recorren todo mi cuerpo.
–Es mejor que ya dejemos esto, Roy... –la escucho susurrar
entre el llanto. –No me dejarán en paz, no lo harán, tú lo
sabes... –el desespero y la angustia comienza a tomarla por
los pies. –Detente por favor, detente...
–No lo haré, te juré una mejor vida, te lo prometí y cumpliré
con mi promesa tú lo sabes... –la veo sonreír mientras llora y
vuelve a negar. –Te amo Lorena, a ti y a tu hijo, los quiero
conmigo, no tienes por qué continuar con ese tipo que solo te
maltrata, te hace mal, te destruye y asfixia... –toma mi mano
en el volante, fugazmente la observo y sonríe. –Así que
continuaremos... –se hace un silencio de unos segundos y
vuelve hablar.
–No, no continuaremos... –comienza a forcejear conmigo y
logra que pierda el control por unos minutos del coche y
cuando logro establecerme freno con tanta fuerza que de
inmediato volteo a ver al pequeño. –No merecemos esto, el
huir, el marcharnos y que nos estén buscando por todos
lados, mi pequeño no lo merece... –aprieto con fuerza el
volante y ella quita su cinturón.
Escucho los coches detrás de nosotros descender, uno nos
alumbra desde atrás, ella toma una bocanada de aire, abre la
puerta del coche y sale de este. Rápidamente con mucho
desespero quito mi cinturón, busco un arma debajo del
asiento y cuando subo mi mirada todo pasa fugazmente,
todo se detiene, ya nada tiene sentido.
Lorena es arrollada por uno de los coches que nos perseguía,
mi corazón se detiene, la sangre se me agolpa a los pies, mis
manos comienzan a temblar. Llevo la mirada al asiento
trasero y encuentro al pequeño Adam jugar con uno de sus
aviones de juguete. Con mis manos temblorosas abro la
puerta del coche, sin aire, sin una pizca de cordura, las
lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas y tambaleante
camino hasta Lorena.
Fue tan fuerte el golpe, que está a unos largos metros de
distancia, arrastro mis pies para llegar hasta ella, ni siquiera
tengo las fuerzas para caminar o correr, todo en mi es un
jodido manojo de sentimientos destruidos.
~Todo es mi culpa~
Aquello se pasea por mi mente aquello que es tan cierto. Al
llegar junto a ella me dejo caer de rodillas, la sangre
comienza aparecer, su rostro, su cuerpo, lleno de raspaduras,
cortadas y moretones.
–Lorena... –susurro en un hilo de voz. –Despierta... Por
favor... Tu no, por favor... –limpio mis lágrimas, pero
nuevamente corren por mis mejillas, escucho unos pasos
acercarse y de inmediato tomo las fuerzas que se me habían
esfumado, me coloco de pie y señalo con el arma que llevo
en mi mano. – ¡¿Por qué?! –le grito a la persona delante de
mí, aquella que ni siquiera muestra una pizca de dolor. –
¡¿Qué has hecho?! ¡Ayúdenla! –él esboza una sonrisa, veo por
encima de su hombro y veo como se llevan al niño.
– ¿Para qué? Está muerta... –dos de sus guardaespaldas se
colocan a su lado y me apuntan con sus armas, él alza sus
manos y aquellos las vuelven a bajar. –¿Por qué matarlo? Si
puede vivir con un remordimiento como este, además, no
quiero problemas con Román Lehner –vuelve a sonreír. –Te
lo advertí, Roy, te dije que no metieras tus narices y mira lo
que has provocado.
– ¿Por qué matarla? ¿Por qué llegar a ese extremo? –bajo mi
mano y él con una sonrisa llena de arrogancia me observa, se
cruza de brazos y se encoge de hombros.
–Se lo deje muy claro, si no era mía, no sería de nadie más,
así que muerta, no será ni tuya, ni mía... –se da media vuelta,
da dos pasos y luego me mira por encima de su hombro. –
Otra cosa, me vengare de todo esto, solo esperare un buen
tiempo para hacerlo, cuando tengas a alguien a quien amar a
quien proteger, allí es donde volveré y te daré donde más te
duela, no olvides eso...
Comienza a caminar, se aleja cada vez más, lo ignoro y
vuelvo al cuerpo inmóvil de Lorena, que yace sobre el asfalto.
Vuelvo a caer de rodillas y la observo, sin respirar, con sus
ojos entreabiertos, con una cantidad de sangre que cada vez
aumenta más y más.
Cierro con fuerza mis ojos y un grito fuerte sale de lo más
profundo de mi ser, golpeo repetidas veces el pavimento,
tomo el arma que estaba a mi lado y apunto a mi cabeza.
Con manos temblorosas coloco el dedo índice en el gatillo,
cierro mis ojos y tomando un suspiro dejo caer mi mano, soy
cobarde, lo soy, un asesino y un cobarde, en eso me he
convertido...
.
Roy esta con sus ojos inundado en lágrimas, con la
respiración hecha un desastre y con esa culpabilidad
reflejada en su rostro. Escuchar aquel relato de todo lo
ocurrido con la mujer que está bajo un montón de tierra, me
ha dejado sin habla, sin respiración.
Todo en mí se tornó triste, angustiante, desesperante,
ahora tengo un motivo más del porque Roy no quiere que
esto se descubra. El hecho de que alguna de esas personas
que estuvieron en el triste pasado de Roy, sepan que en
este momento quiere a una mujer es un conteo hacia atrás,
es como jalar el gatillo así sin más.
Se levanta junto a mí, busca algo en su bolsillo trasero y
luego deja una cadena sobre la lápida. Es la letra L cruzada
con la R, la inicial de Roy y Lorena. Al dejarla allí, se da
media vuelta y vuelve por el camino que habíamos tomado,
yo por unos segundos observo la lápida y con una ligera
caricia sobre el mármol me levanto y tomo camino detrás
de Roy.
Al salir del cementerio, él vuelve a entregarme el casco, me
lo coloco. No hablo, ni siquiera intento mirarle, sé que el
contarme todo esto ha sido realmente duro para él. Ambos
subimos a la moto y ya el sol está comenzando a bajar más
y más, enciende la moto y salimos del lugar, apoyo mi
cabeza en su espalda, rodeo mis brazos en su cintura y
cierro mis ojos, dejo que la brisa golpee mi rostro y el
sonido que emite, intente relajarme un poco.
_
Pasamos un largo rato de carretera y con mis ojos cerrados
siento diferentes luces de colores iluminar mi rostro. Abro
poco a poco mis ojos y noto que hemos llegado
nuevamente a la civilización, pero estamos por un lugar que
muy poco he transitado. Está lleno de muchas personas, es
como si nadie durmiera en este lugar, se escucha música
por las calles, algunas personas saliendo de clubes
nocturnos, estamos en la semana y las personas
simplemente no le dan importancia a eso.
A los pocos segundos Roy comienza a descender, se
estaciona junto a una cera y yo me aparto de él, miro a
ambos lados y frunzo el ceño, no tengo idea de donde
estamos, pero creo que este es nuestro siguiente destino.
Él quita su casco y baja de la moto, hago lo mismo –un
poco confundida, claro–, pero le imito. Al tomar el casco de
mis manos lo coloca a un lado y sus manos arreglan mi
cabello desordenado, una caricia en mi mejilla y luego un
casto beso en mis labios.
–Espero que estés preparada... –susurra cerca de mis
labios y al ver sus grises una paz llena todo dentro de mí. –
Ven vamos... –toma mi mano y entramos al local frente a
nosotros.
Al entrar sé de qué va esto, el sonido de una máquina y
algunos quejidos se escuchan saliendo de una cabina la
cual está cerrada con una cortina negra. Veo todo el lugar y
un montón de dibujos de diversas formas y temas adornan
la pared, todo está ordenado y limpio, creí que a este tipo
de lugares los descuidaban, pero en este dónde estamos
no es así.
–Roy, que sorpresa, creí que no vendrías... –un moreno
muy alto le saluda, tiene un cierto parecido a William, el
mejor amigo de Roy. –Aunque si no me equivoco seria
mañana ¿No?
–Sí, lo siento por no avisar, pero estaba cerca y pensé que
quizás no tenías clientes... –Roy se encoge de hombros yo
termino por acercarme a ellos. –Ella es Isabella, de quien te
hable –el moreno enfoca su mirada en mí y esboza una
sonrisa.
–Vaya, William tiene razón, eres muy guapa... –y no cabe
dudas, es quizás uno de sus hermanos. –Yo soy Justin, el
idiota es mi hermano, espero no te haga pasar momentos
embarazosos... –vuelve a sonreír y le imito.
–Bueno, aún no he tenido la dicha de que haga algo
embarazoso así que... –me cruzo de brazos y hago un
mohín, ambos ríen y Justin asiente.
–Y bien, ¿Estas preparada? –toda la sangre se agolpa en
mis pies, esto no lo esperaba tan rápido, ok, era mañana,
pero al menos podría mentalizar el dolor.
– ¿Sera muy doloroso?
–No, te aseguro que no lo será, así que, ven vamos para
que te prepares... –asiento y tomo camino detrás de él,
entramos a una de esas cabinas, él me señala la camilla y
yo tomo asiento. –Quítate la chaqueta y la blusa... –un
carraspeo de parte de Roy lo hace soltar una risotada. –
Lehner, es tu esposa, no te preocupes, me gustan las
rubias, lo sabes... –volteo a ver a Roy quien lo fulmina con
la mirada.
–Más te vale Justin, ten mucho cuidado donde colocas tus
manos... –esbozo una sonrisa y muerdo mi labio inferior, el
camino hasta mí y deja un beso fuerte en mis labios. –
Estaré en la de al lado, así que nos vemos en un rato –
asiento y sin más se retira.
Yo hago lo que Justin me pide, quitar la chaqueta y mi
blusa, me recuesto de lado, él ya debe saber el tatuaje que
Roy y yo compartiremos, así que no tengo necesidad de
explicarle lo que quiero. Él se prepara y se sienta delante de
mí, esboza una sonrisa y coloca sus guantes.
– ¿Quieres escuchar algo de música? Créeme, te servirá
para que no pienses en el posible dolor y el sonido de la
máquina... –asiento y tomo mi móvil, él me pasa un cable
que se conecta a la estéreo y yo conecto el móvil.
– ¿Esta canción se escucha del lado donde esta Roy? –me
mira con asombro y termina por asentir y sonreír.
Yo busco una que me gusta escuchar mucho, Midnight
Train de Sam Smith, le doy play y todo el volumen al móvil.
Tomo una bocanada y dándole un asentimiento a Justin
comienza hacer lo suyo, cierro mis ojos en cuanto siento la
primera punzada, muerdo mi labio inferior y jadeo un poco,
pero para olvidar eso comienzo a cantar la canción.
En eso me entretengo cantando y olvidándome del sonido
que hace la máquina que Justin domina. Sus ojos grises,
sus labios voluptuosos y rojizos, su cabello azabache, su
piel pálida, pero llena de tintas con diferentes formas y
objetos en ella. Las lágrimas corriendo por sus mejillas, su
cabello siendo desordenado por la brisa, su sonrisa
esplendida, los gestos que hace con la nariz y aquella
manía que tiene de morder su labio inferior cuando se
siente enojado.
Su confesión y su manera de decirme que está interesado
en mí, enamorado de mí, sus manos recorriendo mi cuerpo
desnudo bajo la ducha y bajo las sabanas, nuestras
discusiones y el sufrimiento que ambos estábamos
pasando. La primera vez entre sus brazos, sus labios
tocando los míos, su mirada dejándome indagar más y más
en él.
Eso, eso es lo que en este momento se pasea por mi
mente, entre el ardor y el dolor que llevo dentro de mí, lo
único que me hace sentir un poco plena y con ganas de
seguir a su lado son los recuerdos que poco a poco he
construido con él. No sé qué sería de mis días sin él, sin
aquella persona que llego a desordenar todo, pero logro
transformar a la chica temerosa en la que ahora está cada
vez más fuerte.
– ¿Podría pedirte un favor? Que solo sea entre nosotros... –
hablo aun con mis ojos cerrados, pero sé que Justin asintió,
solo lo sé. –Quisiera un segundo tatuaje... –abro mis ojos y
el moreno sonríe. –Aquí, quisiera la letra R e I fusionada –
señalo a un costado de mi abdomen, solo un poco junto a
mi vientre. – ¿Crees poder hacerlo?
–No me subestimes, Isabella, quedaras muy sorprendida...
–al sonreír es más notable su parecido con William, a pesar
de que Justin es tatuador no está lleno de tatuajes en su
cuerpo a diferencia de Roy.
Continua con la luna a un costado de mi seno, la música
continúa sonando y el ardor es más intenso, solo espero
que Roy no vuelva cuando Justin este haciendo el segundo.
No sé cómo diablos llegare a ocultar el tatuaje que le he
pedido a Justin, pero no pienso retractarme de hacérmelo,
lo quiero en mi cuerpo plasmado en mi piel.
_
Aproximadamente y según mi calculo después de unos
cuarenta y cinco minutos Justin termino con la luna. Le
aplico algo de vaselina y luego le coloco un trozo de papel
transparente, yo coloque mi blusa y luego me coloque boca
arriba. Los nervios comenzaron a invadir mi cuerpo por el
simple hecho de que Roy aparezca y me encuentre
haciendo esto.
–No te preocupes, cuando Roy entra a estas cabinas no
sale con solo un tatuaje en su piel, de seguro le están
tatuando un segundo... –Justin me habla mientras
comienza a crear lo que serían el cruce de las letras, al
terminar me las muestras, yo sonrió al ver lo bien que lo ha
hecho y que ahora estará en mi piel.
Vuelvo a tomar una bocanada de aire y el sonido de la
maquina comienza de nuevo. Aunque es apaciguado por la
música solo el moreno y yo la escuchamos, cierro
nuevamente mis ojos y comienzo a indagar en todos mis
recuerdos para no pensar en el dolor...

Después de haber terminado nuestro paso por la tienda de
tatuajes del hermano de William, nos despedimos. Le pedí
que cancelaria el segundo tatuaje, pero él no lo permitió, él
estaba satisfecho con lo que hizo y simplemente me lo
obsequio, yo fingí el ardor que aquello me provocaba, con la
chaqueta lo oculte muy bien y al encontrarme con Roy
simplemente le pedí que sería en casa donde le mostraría
el tatuaje.
Él estuvo de acuerdo, el solo hecho de volver a quitar mi
blusa en aquel lugar no le parecía agradable. Tomamos
camino a casa y después de unos treinta minutos de
carretera llegamos. El coche del jefe Lehner estaba
aparcado frente a la mansión, el coche de Fede también,
aunque es cerca de la media noche sentía un poco de
pánico encontrarme a Román, ¿Qué excusa le diríamos?
Tomando una bocanada de aire ambos entramos a la casa,
–aquella que como siempre esta silenciosa–, Roy me da
una mirada y me señala las escaleras yo asiento y salgo
disparada a nuestra habitación, busco las llaves y abro la
puerta, entro en esta y a los pocos segundos Roy también.
Esta situación es un poco incómoda, pero no le podemos
hacer más nada.
–Es mejor que nos metamos en la cama, ¿Esta bien?
–Sí, pero quisiera por lo menos lavar mis dientes y mi
rostro... –él asiente y yo tomo camino al baño.
Mi vejiga estaba por reventar así que eso fue de lo primero
que me ocupe, al terminar me despoje de toda la ropa que
llevaba y en ropa interior me coloque frente al lavado y el
espejo. Me coloco de lado para ver la luna y no puedo evitar
decir que es hermosa, aunque esta rojiza e hinchada, es
perfecta, luego bajo la mirada para ver el segundo tatuaje y
escucho la puerta del baño abrirse.
–Te he traído tu pijama –escucho la voz de Roy, asustada
volteo a verle y de inmediato su mirada baja a un costado
de mi vientre. –Isabella... –susurra en un hilo de voz. –
¿Qué?... No lo puedo creer... –camina hasta mí y se
arrodilla, sus ojos observan aquel tatuaje, sus dedos
acarician por encima del plástico. –Es... Perfecto... –vuelve
a susurrar.
– ¿No estas molesto? –niega y al subir su mirada niega.
–Como podría estar enojado, me has sorprendido, ¿Por qué
mi inicial? –se coloca de pie y yo rodeando sus hombros le
doy un casto beso en los labios.
–Te quiero conmigo siempre, quiero curar tus heridas, Roy,
quiero tenerte siempre presente, en mi piel, en mi corazón,
en todo mi ser... –sus labios toman los míos, toma de mi
nuca y me besa con desespero, un jadeo sale de mis
adentros y todo en mi tiembla. –Roy... No creo que
debamos... –lo separo y ambos chocamos nuestras
frentes, mi mano acaricia su mejilla.
– ¿Cómo podría? Es imposible detenerme contigo de esa
manera... –vuelve a tomar mis labios, sus dientes muerden
mi inferior. –Vamos a la cama, ¿Vale? –niego, pero sus
besos me hacen querer lo contrario. –Todos duermen, la
habitación de papá está muy lejos de la nuestra, así que...
–No Roy... –susurro cerca de sus labios. –Tu y yo somos
un desastre, nos volvemos un desastre bajo las sabanas y
no quiero reprimir lo que me haces sentir así que no, por
esta noche no... –hace un mohín y expulsando todo de sus
pulmones asiente.
–Tienes razón, lo siento... –esbozo una sonrisa y beso con
dulzura sus labios.
–Buscaremos la manera, nos querremos como siempre, te
lo prometo, Roy...
Él me sonríe y abraza, aquel abrazo es fuerte y lleno de
sentimientos, aunque siempre suele hacerlo, el abrazo que
en este momento me da sin duda es uno de los mejores y
donde me siento muy protegida.
Capítulo 23 - Inquietante encuentro.
Observarla le llamaba mucho la atención, todas sus amigas
le alentaba a que bailara más, ella sin vergüenza alguna lo
hizo. Se sentía feliz, sonreía con tanta euforia, unas copas de
más recorrían todo su cuerpo, el brillante vestido se veía
glamuroso y perfecto en ella, jugaba con su cabello pelirrojo,
sus ojos azules brillaban más de lo normal, no podía pasar
por alto el hecho de que se sentía realmente feliz.
– ¿Quién es? –el hombre quien poco hablaba bien el español
le pregunto a uno de sus trabajadores. –Es hermosa,
radiante, de pie a cabeza lo es... –tomo un sorbo de su trago
de whisky y no dejo de mirarle.
–Créame jefe que en cuanto sepa quién es la pelirroja no
saldrá de su asombro... –una sensación extrañaba recorrió
todo su cuerpo, relamió sus labios, quitando aquel sabor de
su licor. –Comenzara a ser parte de los Lehner muy pronto...
–al hombre, de piel algo bronceada y un cabello abundante
se le formo una sonrisa en los labios.
–No me digas que... –voltea a ver a su acompañante, aquel
que velaba por su seguridad. – ¿Roy Lehner? –el compañero
asintió con una sonrisa de boca cerrada
–Es su prometida, al parecer por medio de un contrato, pero
prometida al fin, será su esposa este fin de semana...
La pelirroja subió a la mesa que tenía frente a ella, sus manos
recorrían sus piernas descubiertas, jugaba con su cabello,
mordía aquellos labios que hacían delirar a su observador.
Las ganas de poseerla comenzaban a llenarle la mente, no
podía dejar por alto que es el deseo que siempre necesitaba.
Su mirada se pasó a otro extremo, oculto en una mesa al
fondo del bar, lo observo, leía su mirada, supo desde que lo
vio que se moría por aquella mujer.
Con atención continúo observando al pelinegro, que de a
poco caminaba hasta ella, una morena lo interrumpió, pero a
los pocos minutos, continúo su trayecto. El observador
sonreía eufórico, rasca su barba, una pizca de satisfacción lo
estaba tomando desde lo pies, pero en el momento en que
observo al pelinegro golpear a un hombre que intentaba algo
con su chica, se levantó de su puesto y escabulléndose de la
mejor manera, salió del bar.
Con ambas manos en sus bolsillos, su rostro y mirada
retadora tomo camino hasta su despacho. Dos de sus
trabajadores entraron con él, tomo asiento detrás del
escritorio y entrelazando sus manos sobre la madera caoba
fijo la mirada en sus dos compañeros, sonrió y dejando salir
un suspiro hablo.
–Manténganme informado de todo, la boda, la luna de miel y
su pronto regreso, tanta espera ha valido la pena, por fin Roy
Lehner, sabrá lo que es el dolor... –no dejo de sonreír en
ningún momento que salían aquellas palabras, se sentía
victorioso, se sentía ganador.

Isabella Massón
Los días fueron transcurriendo, todo en la mansión iba con
normalidad, a excepción de Román Lehner quien estaba
enfocado en sus cosas y muy poco se le veía. Por otro lado,
Roy y yo buscábamos la manera de besarnos, de por lo
menos mirarnos con aquellas miradas llenas de amor,
lujuria y deseo. Moría por robarle un beso cada que lo veía,
abrazarle hasta que mi cuerpo se llenara de su aroma.
Mis manos se sienten sudadas, todo en mi tiemblan, tenía
un par de miradas sobre mí. Román y Roy me observaban
con atención, es el único día donde el jefe Lehner está algo
desocupado así que no perdí tiempo en reunirme con él y
su hijo en el despacho. Roy me mira con intriga, intenta
descifrar el motivo de mis nervios y mi mirada algo perdida.
–Quisiera pedirle ayuda... –enfoque mi mirada en Román
Lehner, se cruzó de brazos y asintió. –Quiero comenzar un
negocio de postres, no sé, quizás un café en la ciudad o
vender pasteles a negocios interesados... –por debajo del
escritorio, siento los dedos de Roy rozar en mi mano, al
voltear y verlo, una sonrisa corta está formada en sus
labios. –Véalo como un préstamo Román, prometo que
todo el dinero que invierta en mi negocio le será devuelto.
–No hay necesidad de eso, Isabella... –su voz neutral y
tranquila. –No me molestaría el ayudarte, es más, desde
mañana pediré que ubiquen locales donde puedas colocar
tu negocio, no tienes por qué trabajar para otros, trabajaras
para ti misma... –se levanta de su asiento y arregla su traje.
–Me disculpo, debo marcharme, mañana es el desfile y
debo ver cómo van las cosas, así que, tienes mi apoyo,
Isabella, gracias por tomarme en cuenta –le da una mirada
a Roy y termina por marcharse.
Escuchar la puerta cerrarse hace que me sienta un poco
más tranquila, mantengo mi mirada al frente, quiero gritar
de emoción, pero no sé qué ocurre conmigo, me siento un
poco extraña. Escucho el carraspeo de Roy a mi lado y al
voltear le veo con una sonrisa en sus labios, se acerca
hasta mi rostro y con su nariz acaricia la mía.
– ¿Por qué no me habías contado nada de esto? –sus
labios rozan los míos, trago con dificultad. –Debes saber
que te apoyaría en todo, nena... –esbozo una sonrisa y
asiento.
–Lo sé, es solo que quería hablarlo primero con tu padre y
ver si me ilusionaba con esto o simplemente echarlo a un
lado... –me levanto y él hace lo mismo.
–Si papá se hubiera negado igual yo te apoyaría, si es lo
que deseas y te hace feliz, no tengo por qué reprimirte, te
hubiera dado todo el dinero que necesitas.
–Es el mismo dinero que utiliza tu padre... –sonríe y niega,
se apoya sobre el escritorio. – ¿No? ¿Estoy equivocada? –
asiente.
–La empresa está divida para sus hijos, papá no lo dejo
para cuando muriera, simplemente nos dios nuestras
acciones para tener responsabilidad y así cuando él no
este, nosotros saber todo acerca de la empresa, así que mi
dinero es tuyo... –me cruzo de brazos y niego.
–Tu dinero es tuyo, Roy, nosotros solo seguimos un patrón,
un contrato, no tienes por qué gastar tu dinero en mí... –
toma mis manos y me atrae hasta él, veo a todas partes. –
Roy... las cámaras.
–Aquí no hay, tranquila –sus manos pasan a mi cintura,
rodeo sus hombros con mis brazos acerco mi rostro al de
él. –Contrato o no contrato, todo lo mío es tuyo, mi dinero,
mis coches, mi vida, mis sentimientos y todo lo que siento
por ti. –tomo una bocanada de aire y termino por sonreír.
–Dios, ¿Dónde está el Roy temperamental y amargado?
–Deberías aprovecharme de esta manera, créeme, ese Roy
está a años luz de volver –deja un beso casto en mis labios
y se aleja. –Debo ir hacer unas cosas, nos vemos por la
noche, ¿Está bien?
–Está bien, nos vemos a la noche...
Otro beso más y pasando a mi lado se marcha. Yo
simplemente lo observo hasta que sale de la oficina de
Román, me quedo viendo a la nada, algo dentro de mí se
sacude, una sonrisa se expande en mis labios, y es por el
hecho de que comenzare hacer algo que realmente me
motiva y me mantendrá ocupada.
Mi relación con Román Lehner ha mejorado, sonríe más a
menudo y en ocasiones tenemos una que otra
conversación. Desde que me conto todo acerca de su hija
las cosas se han tornado más llevaderas, pero hay días
donde no está de buen ánimo y es mejor simplemente
dejarle con sus cosas.
_
–Déjame decirte que huele exquisito... –volteo a ver a
Margarita, sonriente termina de entrar a la cocina y se
coloca delante de mí. – ¿Qué preparas?
–Un pastel de calabaza, pero no consigo que la crema me
quede espesa, me estoy frustrando... –ella suelta una risita
y luego pasa a estar a mi lado.
–Te ayudare con eso, ¿Vale?
Aliviada por la ayuda, Margarita comienza a prepararla,
aunque continua con la mía, solo le agrega más cantidad y
mientras, yo atenta la observo. Después de unos minutos
esta lista, me da a probar y esta tan deliciosa que no espero
para abrazarla y agradecerle.
–Margarita, haces unas maravillas, no puedo negarlo,
deseo que me enseñes hacer tu tarta de queso, es
deliciosa...
–Y qué te parece si mejor, te doy la receta tú la preparas y
yo te califico, sería una buena manera de que tú te hagas
toda una experta, no me quejaría, probar y probar dulces y
postres –ambas reímos, asiento.
–De acuerdo, lo haremos de esa manera...
Ambas hablamos de cualquier cosa, me dice el postre
favorito de Roy y lo pondré en práctica, quizás uno de estos
días le dé una sorpresa. Mientras hablamos yo paso a lavar
todo lo que ensucie, ella me pidió que dejara todo allí, pero
se me hace injusto, yo ensucie todo y seré yo misma quien
los lave, suficiente tengo con que este conmigo, me sentía
aburrida en esta enorme cocina.
Después de tanto parloteo el pastel de calabaza está listo,
lo dejo reposar a un lado de la encimera y no puedo
negarlo, se ve tan hermoso, quedo perfecto. Ahora lo más
importante sería el sabor que este tenga, espero pasar la
prueba, es primera vez que lo preparo, solo espero que
tenga un buen resultado.
– ¿Mamá? –escucho la voz de Ambar, su madre, Margarita,
voltea a verla, yo no puedo hacer lo mismo. –¿Qué haces
aquí? ¿Ahora mal gastas tus horas libres ayudándola? –
muerdo mi lengua para no decir nada inapropiado.
–Ambar, hija, respeta a la señorita Isabella, ¿Qué es esa
manera de hablarle a tus jefes? –la teñida chistea y yo no
puedo evitar mirarla.
– ¿Mi jefa? ¿Ella? –me señala con su dedo índice. –Te
recuerdo que es un contrato mamá y nada más, ella no es
nadie en esta mansión... –me cruzo de brazos mientras
sonrió.
–Ambar, cállate.
–Margarita, me dejarías a solas con tu hija... –paso mi
mirada de la teñida a la señora mayor que no tiene ni una
pizca de la actitud de su hija. –No te preocupes no pasara
nada malo, solo quiero hablar con ella –termina por asentir
y sale de la cocina.
Le señalo uno de los taburetes delante de mí, ella termina
por asentir y sentarse, sirvo dos tazas de café, le entrego
una a ella y frunciendo el ceño la observa, yo tomo un sorbo
del mío y esbozo una sonrisa.
–Anda, toma, no te estoy envenenando, no sería capaz de
hacerlo... –me da una mirada rápida y termina por darle un
sorbo. – ¿Qué crees que estás haciendo Ambar? –me mira
confundida, intrigada. –No tengo ni siquiera dos meses en
esta casa y buscas la manera de amedrentarme, ¿Por qué?
¿Por Roy?
–Isabella...
–Señorita Isabella para ti, tu y yo no somos amigas, te lo
recuerdo... –rueda los ojos al cielo y asiente. –Buscas y
buscas la manera de joderme, ¿No tienes más ocupaciones
en la casa? Digo, porque solo estas pendiente de ver de qué
manera fastidiarme.
–No te soporto...
–Oh, créeme que yo tampoco a ti, el hecho de que entraras
a mi habitación, a mi baño e intentaras follarte a mi esposo,
créeme no es muy agradable para mí...
–Ni siquiera lo quieres, ni siquiera sientes amor por él... –
suelto una risa, tan arrogante, tan de mala gana. –Solo
estas con él por el dinero que necesita tu familia, el cuidado
de tu madre, nada más, no comprendo por qué las
demostraciones de amor hacia él, ni siquiera sienten nada...
–me cruzo de brazos, la miro atentamente.
– ¿Y quién te dijo a ti, que Roy y yo no sentimos amor? –me
levanto de mi asiento y termino mi taza de café, recojo las
cosas y dejo el delantal sobre la mesa. –No seguiré
discutiendo este tema contigo, realmente es innecesario,
eres innecesaria, Ambar... –paso a su lado y le doy un
vistazo por encima de mi hombro. –Recoge todo, no dejes
nada fuera de su lugar, no toques el pastel y mucho menos
la crema, limpia el resto de la cocina, después de todo, no
estás en tu hora libre, ¿No?
Voltea a verme, muerde con fuerza su labio inferior y
asiente levemente, yo le doy una corta sonrisa y salgo de la
cocina. No me siento victoriosa, ni mucho menos la mejor
de todas, estoy cansada de esta situación, no sé hasta qué
punto soportare el hecho de compartir días con ellas, es tan
claro que no nos agraciamos, estamos muy lejos de
hacerlo.
_
Un libro entre mis manos y la poca luz de la luna entrando
por la ventana de la habitación, podría decir que me siento
aburrida en esta casa, pero no es así. Mientras tenga un
libro y momentos libres para cocinar, el día se me pasa
tranquilamente, escucho dos toques a la puerta y doy el
permiso para que entren. Román Lehner entra sonriendo
junto a una mujer, muy hermosa y elegante, a decir verdad,
dejo mi libro a un lado y me levanto del sofá.
– ¿Hola? –me acerco hasta él, un corto abrazo. –Es algo
sorpresivo verlo por acá.
–Lo sé, solo quería que Camila te viera, ella es quien se
encarga de vestir a los Lehner para grandes eventos,
mañana es la noche de modelaje y quiero que sea ella
quien se encargue de tu vestuario, ¿Esta bien? –volteo a ver
a la chica de tez blanca y ojos oscuros, asiento y esbozo
una sonrisa. –Bien, las dejare solas.
Román Lehner termina por retirarse y al cerrar la puerta la
chica de cabello claro me extiende un catálogo. Camino
hasta el sofá y tomo asiento nuevamente, le pido que me
acompañe y ella accede.
–Elige el que te guste, yo te daré mi opinión, si es de tu
gusto y si es perfecto para el día de mañana, aunque
créeme, todos esos vestidos se verían hermosos en ti... –le
observo y le vuelvo a sonreír, vuelvo mi mirada al catálogo
en mis manos y comienzo a hojear, para ser sincera son
unas bellezas.
– ¿Todos son costosos? –escucho su risa, la veo
fugazmente y asiente.
–No te preocupes por eso, Isabella, mi jefe se encargará de
todos los gastos, así que no te cohíbas, ¿Esta bien? –
apenada le sonrió y vuelvo la mirada a los vestidos. –Eres
muy hermosa, tal cual me lo ha dicho Román Lehner, de
verdad que eres mucho más bonita que Lorena... –aquello
me envía una punzada en el pecho, volteo a verla.
– ¿La conociste? –sorprendida, muy sorprendida me
observa.
– ¿Sabes lo que ocurrió con ella? –le doy una mirada,
claramente obtuvo la respuesta con tan solo verme. –Solo
una vez la vestí, pero fue Roy quien lo ha pedido, bueno, a
decir verdad, fue mi madre, yo aún me perfeccionaba en
este trabajo, pero si, la conocí, muy triste lo que le ocurrió,
no lo merecía –escuchamos dos toques a la puerta y luego
aparece una de las chicas que trabaja en la mansión, nos
deja una bandeja con jugo y algunas galletas, termina por
retirarse y yo no puedo dejar de pensar en Lorena.
–Sí, muy triste, Roy a lidiado con tanto, lo comprendo
después de todo... –me encojo de hombros y vuelvo mi
mirada a los vestidos, intento enfocarme, pero ahora me es
imposible.
Camila recibe una llamada, entusiasmada responde, la veo
de reojo, lleva una sonrisa de oreja a oreja, claramente es
alguien muy importante, sus ojos brillan, la manera en que
habla también es muy evidente, termina la llamada después
de unos minutos y yo elijo el vestido.
–Me gusta este, es muy hermoso, sencillo, pero muy lindo...
–ella toma el catalogo y una sonrisa se expande de oreja a
oreja.
– ¿Seda? ¿Color blanco? ¡Dios mío! Es perfecto para ti
Isabella, tus ojos y cabello son buena combinación con él,
sin duda no tengo nada que opinar, este va contigo, tienes
muy buen gusto.
Sonrió apenada, tengo un buen gusto por la moda, aunque
no lo ponga en práctica. Ella hace un par de llamadas,
todas referentes al vestido, mi maquillaje y mi cabello,
claramente le emociona y le gusta el trabajo que tiene, se le
ve lo apasionada.
Después de terminar conmigo, las puertas de la habitación
se abren, Roy aparece. Su cabello azabache desordenado,
de seguro estuvo en la moto, sonríe ampliamente al ver a
Camila, aquella no tarda en caminar hasta él y abalanzarse.
Le abraza y le deja un beso tronador en su mejilla, de pronto
la sangre se me agolpa en los pies y una sensación se me
asienta en mi estómago.
Ellos ríen con cualquier cosa que la castaña dice, yo paso a
segundo plano. Tomo el libro que hace un rato leía, camino
hasta la mesita que esta junto a la cama lo dejo allí y luego
escucho unos pasos acercarse, enfoco mi mirada y Camila
abriendo sus brazos me abraza, me da un beso en la mejilla
y sin más se despide. Roy se encarga de llevarla hasta la
salida, yo simplemente entro a la cama y me cubro de pie a
cabeza, detesto tener celos.

No tenía ni idea que un desfile fuera tan importante en la
vida de los Lehner, todo el día me la pase con estilistas, uno
en mi cabello, otro en mi cara y luego con mi vestuario.
Camila no vino, pero si envió a sus otros compañeros de
trabajo, no puedo negarlo el vestido es hermoso, es de
tirante finos, la parte de mis senos es holgado, es largo y
con la espalda descubierta, realmente es muy hermoso, por
suerte el tatuaje que está a un lado de mi seno no es
notable.
Roy va a mi lado, todo el día evadí sus preguntas, no puedo
evitarlo, los celos me consumieron, cuando volvió a la
habitacion ya dormía así que todo el día estuve ocupada al
igual que él. Cuando Roy intentaba hablarme, simplemente
lo ignoraba, aunque es muy claro, él sabe que ocurre, sabe
que lo de anoche me dieron celos, él disfruta, sé que lo
disfruta.
–Ni siquiera le has dicho a tu esposo si va bien con este
traje... –vamos en su Audi, lo veo de reojo y vuelvo mi
mirada al frente.
–Da igual... –pero no, simplemente no da igual, porque el
traje completamente negro, lo hace ver jodidamente
hermoso, su cabello estilizado hacia atrás, su arete en la
oreja izquierda, el tatuaje algo visible de su cuello, su piel
blanca y sus labios rojizos son realmente matadores para
mí. –Estas presentable... –alcanzo a decir y escucho una
risita de su parte.
Continua el trayecto al hotel donde será el desfile de
Chanel, extraño a la morena no puedo negarlo, estos días
sin ella han sido completamente aburridos, mucho para ser
honesta. Así que estoy realmente ansiosa de verla, nunca
he ido a uno de estos eventos, pero de seguro que ha de ir
mucha gente importante.
Después de unos minutos llegamos, la calle esta
abarrotada, solo dejan pasar los coches de todas las
personas importantes. Roy hace rugir el motor y sin más le
dan el permiso, lo veo de reojo, aquella mirada y sonrisa
arrogante que siempre tiene, joder, que lo odio, pero no
puedo evitarlo, me encanta verlo de esa manera.
Se detiene, al aparcar, mi puerta es abierta, me tienden una
mano y yo no dudo en tomarla, al bajar los flashes de la
cámara no tardan en dejarme ciega, de inmediato Roy toma
mi mano.
–Tu no estas presentable... –lo miro. –Tu estas
jodidamente hermosa, toda una diosa, exquisita, y
escúchame muy bien... –sus grises y mis azules se
conectan. –Te arrebatare ese vestido blanco en cuanto se
me dé la oportunidad... –sonríe y vuelve su mirada al frente,
su mano rodea mi espalda y se aferra a mi cintura.
Su nombre no deja de ser escuchado, él saluda sin más, yo
solo me limito a sonreír. No soy muy buena para este tipo
de cosas, así que con sonreír creo que basta y sobra. Roy
se detiene en seco y deja que nos tomen fotos, nos
miramos y al vernos es inevitable no sonreír, acerca su
rostro, sus labios sonrientes chocan con los míos, yo siento
como si nadie nos observa, disfruto el tenerlo de esa
manera, nos separamos y continuamos nuestro trayecto.
Entramos y tomamos camino al salón donde será el desfile,
nuevamente abarrotado de gente, caminamos hasta las
mesas, pero Roy se detiene a tomar una copa de
champagne me ofrece una, pero niego. Una chica se nos
acerca, con una cámara en sus manos, le dice a Roy que es
de una revista de farándula y que desea una foto de ambos,
accedemos, él sonríe y yo solo lo observo, acaricio su
quijada y nos toman un par de fotos más.
La chica nos agradece y nosotros continuamos, es
claramente que Roy disfruta de estos eventos, está
acostumbrado, en comparación conmigo, que claramente
no lo estoy. Llegamos hasta donde se encuentran todos,
Román, Federico y otras personas que he visto en la
mansión Lehner, tomamos asiento y Roy no suelta mi
mano, no le veo necesidad de continuar haciéndolo, intento
soltarle, pero él lo evita.
–Estamos fingiendo, no se te olvide... –volteo a verle y me
guiña un ojo, acerca sus labios hasta mi oído y su
respiración me eriza por completo. –En cuanto termine
todo esto, tu y yo, nos escaparemos... –termina de susurrar
y se aleja, yo solo asiento y reprimo la sonrisa que se me
quiere formar.
– ¡Familia Lehner! –todos miran detrás de nosotros, yo
volteo y es Camila, junto a una hermosa chica. – ¿Acaso no
se ve hermosa? –me señala y sonríe, Roy se levanta, al
igual que yo. –Perfecta para Roy... –le guiña al pelinegro y
esté alza su copa.
–Bonita... –volteo a verle y asiento. –Ella es Arhia, la novia
de Camila... –me tambaleo un poco y él me sostiene, las
veo a ambas, sonríen felices.
–Hola, un placer, Isabella Massón... –la chica de cabello
platinado me sonríe y estrecha su mano con la mía.
–Un placer, Camila tenía razón, eres muy hermosa, digna de
Roy... –sé que en este momento me encuentro ruborizada.
–Gracias... –digo en susurro y sonrió de boca cerrada. –
Disculpen, pero me dirían donde está el baño, necesito ir
antes de que comience todo –los tres ríen y Roy termina de
explicarme donde está, yo me disculpo y salgo del lugar.
Camino a cualquier lugar, menos al baño, me siento
completamente tonta y estúpida, pero la sonrisa en mi
rostro es por eso, por celarlo, porque el más que nadie
sabía sobre la relación de Camila y solo estaba
alimentando mis celos. Es increíble, lo odio aún más, pero
joder que soy tan idiota por creer cosas donde no las había.
Sacudo mis manos delante de mi rostro, intento calmarme,
la sonrisa en mis labios no se marcha, por suerte estoy en
un lugar del hotel que da a las afueras y la brisa fría golpea
mi rostro.
–Hola... –salto del susto y volteo. –Lamento asustarte... –
aquella persona de cabello rubio recogido, barba algo
pronunciada, un traje realmente costoso y unas facciones
de rostro muy bonitas me sonríe. –Un placer... –pero su voz
es algo extraña, la manera en que habla, no se le da mucho
el español.
–Hola, igual un placer... –escucho los aplausos en la
lejanía, eso es señal de que todo está por comenzar. –
Mierda... –susurro y paso a su lado, pero este me toma el
antebrazo y me detiene. –Lo siento debo irme al desfile, si
me disculpa... –tomo su mano, algo inquietante recorre
todo mi cuerpo, la suelta sin más y asiente.
–Disculpa, repito nuevamente, no quise asustarla, feliz
noche señorita Massón...
El tono de voz al pronunciar mi apellido me da escalofríos,
asiento y termino de volver dentro. Siempre me quedan las
dudas, volteo a ver, está allí, parado viéndome fijamente,
esboza una sonrisa y levemente asiente. Yo por mi lado
intento sonreír y tomo camino nuevamente al salón donde
se encuentran todos.
Pero pasa, un repentino miedo de pronto me está
recorriendo todo el cuerpo, mi pecho va y viene, mis manos
tiemblan y toda yo soy un tempano de hielo, ¿Quién era él?
¿Acaso me conoce de algún lugar?
Capítulo 24 - ¡Ella es importante!
Apresurada entro nuevamente al salón donde están
llevando a cabo el desfile. Me escabullo entre las personas
sin mantener la mirada por todo el lugar, de pronto un
escalofrió me tomo desde los pies, aquella persona me
intrigaba.
¿Quién era en realidad?
Choco con un fuerte pecho y unas manos me toman de los
hombres, me alejo aturdida y los grises intrigantes de Roy
me observan de pie a cabeza. Frunce el ceño, yo le dedico
una sonrisa, él entrelaza nuestras manos y tomamos
camino a la mesa donde se encuentran todos. Tomamos
asiento y las luces son apagadas, solo una blanca alumbra
la larga pasarela.
–Estaba por ir a buscarte, ¿Por qué has tardado? –susurra
en mi oído, yo no pretendo decirle nada, me llamaría
paranoica, lo volvería un paranoico y Roy no es que tome
las cosas a la ligera.
–Había un poco de gente en el baño, lo siento... –sonríe de
boca cerrada y me da un beso en la frente.
–Está bien bonita, mejor disfrutemos del desfile.
Le doy una corta sonrisa y asiento, aunque estoy fingiendo
que todo está bien, sé que algo malo ocurre con aquella
persona o quizás estoy inclinándome a la parte donde
pienso cosas que no son. Alejo de un empujón aquello que
me está fastidiando la mente y enfoco mi mirada en
aquellas chicas que van saliendo una a una. De pronto
vemos a Fede levantarse, aplaude y grita con euforia, Roy y
yo nos damos una mirada y reímos, Chanel viene tan
concentrada en lo suyo, con una sonrisa en sus labios y con
un hermoso vestuario.
Sonrió al ver a la chica que viene detrás de ella, Stefanya la
rusa que estuvo el día de mi despedida de soltera, luego
van apareciendo una a una de las chicas que compartieron
esa noche conmigo. Es increíble el cómo se desenvuelven,
se ve que se divierten en la pasarela, aunque unas van con
cara seria es imposible no recalcar que son estupendas en
el modelaje. Rodas las personas quedan sorprendidas,
aplauden, los flashes no tardan, bueno en todo el lugar
toman foto no solo a las modelos, se ve que hay muchas
personas importantes en este lugar.
Tomo con fuerza la mano de Roy, siento su mirada sobre
mí y al voltear esos grises me miran fijamente. Una sonrisa
de boca cerrada se forma en sus labios y luego lleva la
vista al frente, hago lo mismo, pero de pronto un desvió de
mi mirada me hace dar con aquel hombre que hace un rato
cruce palabras. Lleva una copa en sus manos, la alza como
si brindara por mí, eso me da un mal sabor, trago con
dificultad, esboza una sonrisa y en un simple pestañeo, ya
no está.
– ¿Cuánto suelen durar los desfiles? –Roy toma de su copa
y nuevamente voltea a mirarme.
–Quizás uno cuarenta y cinco minutos, ¿Ya quieres irte? –
frunce el ceño, sonrió y niego.
–Solo preguntaba...
Llevo mi mirada al frente evitando que Roy me pregunte
más y más cosas, debo dejar de darle importancia a la
persona que, sin más, como un chasquido de dedos me
hace sentir intrigada, preocupada y curiosa. Tomo la copa
de Roy y me tomo todo de un tirón, arrugo mi cara y la
coloco nuevamente en la mesa.
_
Todo el evento fue un éxito, Román Lehner junto a Roy y
Federico subieron al escenario para ser acto de presencia
delante de todos. Debo destacar que el orgullo de Fede
hacia Chanel es inmenso, en este momento ríen, toman y
hasta bailan en la fiesta luego del desfile. Yo estoy en la
mesa, viendo todo el lugar, Roy habla con unas personas al
igual que su padre, yo me tomo copa tras copa que me es
dejada en la mesa. Veo el reloj repetidas veces, recién será
media noche y ya quiero volver, me sentía entusiasmada
por este evento, pero es increíble como un desconocido te
descompone los ánimos.
Veo al jefe Lehner caminar hasta mí, extiende su mano y yo
sin vacile la tomo, me levanto de mi asiento y me encamina
hasta la pista. Sonrió en el momento que aun tomada de su
mano me hace recorrer la pista y luego sonriente comienza
a bailar conmigo. Una canción con una linda melodía suave
y entretenida se escucha por todo el lugar, todas las
personas nos observan e incluso nos toman fotos.
Para ser honesta es como si estuviera bailando con mi
padre, desde que Román Lehner me conto todo acerca de
su hija las cosas se han tornado más llevadera, es como si
de pronto una conexión se abrió entre nosotros.
–Cuanto desearía que mi pequeña Jenell estuviera bailando
conmigo... –me alejo un poco, esboza una sonrisa. –Eso no
quiere decir que no me sienta privilegiado de bailar contigo,
Isabella.
–Román, ya estaba por sentirme decepcionada, creí que no
era una buena pareja de baile... –ríe, una risotada que se
torna cálida, tan familiar. –Que agradable es escucharlo
reír, Román.
–Gracias Isabella, que bueno es tener las palabras cálidas
de una señorita como tú, bueno, de una hija como tú.
Sonrió y con un leve asentimiento continúo bailando con él,
las personas disfrutan de la fiesta, de pronto con un vistazo
fugaz en Roy lo veo sonreír mientras me observa bailar con
su padre. De pronto poco a poco comienza a caminar hasta
mí, Román me da una vuelta y luego estoy en los brazos de
su hijo, él camina hasta Chanel y ella entusiasmada y riendo
accede a bailar con su suegro, después de todo el jefe
Lehner sí que se sabe disfrutar sus eventos.
–Eres tan preciosa... –Roy susurra en mi oído y su aliento
roza mi cuello. –Estoy anhelando arrebatarte ese vestido.
–Es costoso, Roy, sería lamentable si lo hicieras –comento
con cierta picardía. –Sería una lástima desgarrarlo y que
veas mi cuerpo desnudo... –me encojo de hombros, este
me da una vuelta y en vez de quedar de frente a él, le doy la
espalda y él apoya su mentón en mi hombro. –Roy...
–Te compraría veinte de ellos y de diferentes colores, no te
preocupes por eso... –susurra, su aliento chocando en mi
piel descubierta, esa corriente eléctrica que recorre mi
columna. –Te espero en el vestíbulo, en diez minutos... –la
canción termina y al alejarnos y darnos una mirada fija,
salimos de la pista, él toma sus cosas y se marcha, todo mi
cuerpo tiembla.
Volteo a ver la pista de baile, Román Lehner baila aun,
entretenido, ni siquiera ha de sospechar que Roy y yo nos
ausentaremos. Tomo mis cosas sobre la mesa y de pronto
una mano toma mi antebrazo.
–Chanel y yo los cubriremos... –Fede sonríe. –Que la
paséis bien –me guiña y se aleja.
Una sonrisa se forma en mis labios y sin esperar más salgo
del lugar, tropiezo con algunas personas, pero algo
sofocada llego al vestíbulo donde Roy está esperando.
Extiende su mano y de inmediato la tomo, apresurados
salimos del lugar, por suerte todo está despejado, sin
fotógrafos y sin la gente que temprano rodeaba la entrada.
Un chico le entrega las llaves a Roy y sin más entramos a
su coche, coloco el cinturón y el rugir del motor me hace
voltear y ver al pelinegro quien tiene una sonrisa de oreja a
oreja. Y aquí vamos, Roy con esa aura de insuficiencia que
él solo tiene, esa arrogancia, esa picardía. Sin esperar
presiona el pedal y salimos del lugar.
–No estamos en rápido y furioso, Roy... –exclamo, una
risotada de su parte. –No seas idiota, Roy, baja la velocidad
–me da un corto vistazo y niega, presiona más el
acelerador y se toma las calles solitarias solo para él. –
Detente... –susurro, lo veo relamer sus labios y ya la
respiración me está fallando. –Roy, aparca... –nuevamente
voltea a verme y niega. – ¡Que aparques el jodido coche! –
un fuerte frenazo, una calle solitaria y el deseo recorriendo
mi cuerpo.
– ¡Joder! ¿Qué te ocu...? –quito mi cinturón con dificultad,
como toda una torpe, pero con un buen resultado paso de
mi asiento a estar sobre Roy. Tomo sus labios sin esperar
más y todo en mi es una sensación de extrema lujuria y
deseo. – ¡Oh Dios mío! Nena... –susurra en mis labios,
tomo su labio inferior.
–Quítalo... –exclamo sofocada. –Quítame el vestido,
ahora... –toma mis mejillas y viéndome fijamente niega. –
Roy por Dios, como...
–No te hare mía en este puto coche, te quiero sobre una
cama –nos miramos fijo, une su frente a la mía. –No
imaginas como quiero besar desde tus pies hasta tu
cabeza –sonreímos. –Venga pásate al asiento, llegaremos
en cinco si no me vuelves a interrumpir... –sonrió y asiento,
paso a mi asiento y él toma nuevamente el camino.
Efectivamente si, llegamos en cinco, nunca había visto este
lugar, nunca había escuchado de esta casa. Es muy obvio
que esta siendo cuidada, el césped, los arbustos, la fuente
en medio de esta. Bajamos del coche y nos escabullimos
por la parte de atrás, quito mis sandalias ya que por las
piedras en el suelo me es imposible caminar, entramos por
la puerta de la cocina y Roy me toma en sus brazos. Rodeo
mis brazos en su hombro y entramos a una habitación, al
bajarme quedo sorprendida de ver la cama.
–Roy tú... –rodea mi cintura y apoya su mentón en mi
hombro, la cama tiene pétalos de rosas blancas, velas
iluminando toda la habitación. – ¿Lo hiciste tú? –la yema
de sus dedos comienza a subir por mis brazos y toman los
tiros de mi vestido.
–No, de seguro ha sido Chanel, es tan romántica... –sonrió
y volteo a verle. –Pero si esto te gusta, intentare hacerlo
cada vez... –no espero nada para besar sus labios y aquel
fino vestido cae sobre el suelo, me alejo un poco y
comienzo a quitar su ropa, el saco de su traje, la corbata,
botón a botón de su camisa de vestir. –Con respecto a lo
hermoso que te quedaba el vestido, me gusta más verte
desnuda... –esbozo una sonrisa y su dorso queda desnudo
delante de mí.
–Ven... –tomo su mano y lo encamino hasta la cama, le doy
un empujón y este cae sentado, suelto mi cabello y cae a
ambos lados de mi rostro. –Esta noche seré yo, quien lleve
las riendas... –mis azules conectan con sus grises.
Lo veo quitar su pantalón de vestir, la clara erección de su
entrepierna me hace tragar con dificultad. El erotismo y la
lujuria me toma de los pies y comienza a subir con lentitud
por todo mi cuerpo, muevo mis caderas con sensualidad,
con mis manos acaricio mis piernas, mi abdomen, mi
cuerpo. Me coloco de espalda, la ropa interior diminuta que
llevo en este momento es arrebata por Roy, salto del susto,
intento voltear, pero él con fuerza lo evita.
–Lo siento nena, pero hoy no será el día donde tu lleves las
riendas... –sus manos toman con fuerza mi cintura y me
voltea, basto solo una fracción de segundo para que su
boca encontrara mi intimidad, un gemido sale de mis labios
y tambaleante me apoyo de los hombros de Roy. –Joder,
estas tan húmeda, tan deliciosa... –mueve un poco mis
piernas, abriéndome para el darse un mejor paso.
–Roy... Detente... –muerdo mi labio inferior, cierro con
fuerza mis ojos, él no se detiene, no terminara tan pronto lo
que ha comenzado. –Para... por favor... para... –escucho
un gruñido brotar de su garganta y alejándose de mí se
coloca de pie, toma con fuerza mi rostro y me besa con
fuerza.
–Cada vez, que digas que me detenga te haré el amor con
fuerza –vuelve a gruñir. –No, sabes qué... –tomándome en
sus brazos me voltea y me lanza sobre la cama, caigo de
espalda, siento los pétalos fríos, él abre mis piernas y con
sus dedos comienza a estimular. –No te haré el amor, te
follare, te haré mía como nunca lo he hecho, así que, bonita,
procura no interrumpirme, porque serás tú quien pagara las
consecuencias.
Aquello me hace esbozar una sonrisa lasciva, muerdo mis
labios y asiento, levanto mi pierna derecha, los dedos de mi
pie rozan su pecho, sus labios besan desde mi tobillo hasta
mi rodilla. Su mano sube acariciando mi muslo, me jala un
poco a la orilla de la cama, se inclina hacia mí, sus labios
besan mi monte de venus, un ligero mordisco y comienza a
subir por todo mi abdomen.
Roza sus labios por mi abdomen, llega hasta mis senos y
lame con suavidad mis pezones, aquel tacto me hace
arquear y un jadeo sale de mis labios. Presiono con fuerza
mis manos en las sabanas, me siento delirante, muerdo
con fuerza mi labio inferior, los suspiros salen sin más de
mis labios, Roy sabe lo que hace, él sabe lo que de verdad
está logrando conmigo.
–No te imaginas, cuanto mis labios te echaban de menos...
–besa la punta de mi nariz. –Mis manos ansiaban acariciar
tu cuerpo... –muerde con suavidad mi quijada. –Pero no
imaginas cuanto moría por estar dentro de ti.,. –de una
estocada lo logra, un gemido fuerte sale de mis adentros,
mis uñas hacen lo suyo en la espalda ancha del pelinegro.
Lo repite una y otra vez, con rapidez, con suavidad, con un
deseo carnal fuera de este mundo. Dentro y fuera, dentro y
fuera, su roce dentro de mí, la deliciosa fricción de esto,
escondo mi rostro entre su pecho y cuello, el olor a perfume
caro me hace inhalar, beso, muerdo y rozo con mis labios
su piel. Lo abrazo, lo siento adentrándose a mi alma, lo
anhelo, los días se me hacen eternos cuando no estoy entre
sus brazos. Ansiaba con locura sus labios, sus manos en
mi piel, el roce intenso de su sexo con el mío.
–No podemos estar más de esta manera, Roy... –susurro,
él se detiene y alejándose un poco de mí, me observa. –No
se me hace justo que estemos de esta manera,
entregándonos a escondidas, ¿Por qué no podemos ser
libres? –un nudo se forma en mi garganta, él deja un beso
casto en mis labios. –Lo siento, yo…
–Dame tiempo, Bella, solo dame eso, prometo que…
–Roy... –sus grises me miran fijamente. –Envidio a la gente
que puede amarse a la voz publica, las que no se esconden,
las que pueden ser felices.
– ¿No eres feliz conmigo? –su voz destila tristeza, mi
corazón se contrae con fuerza. – ¿No te sientes feliz a mi
lado?
–Roy, soy feliz, no te imaginas cuanto, pero, ¿Por qué a
nosotros? ¿Por qué de esta manera? –unas lágrimas bajan
a los costados de mi cara, él de inmediato las limpia con
sus pulgares, se aleja para acostarse a mi lado, pero lo
evito. –No, no dejes de hacerme el amor.
–Pero Isabella...
–Si esta es la manera que nos tocó a nosotros, no puedo
hacer nada más... –tomo sus mejillas. –Lo intentare, podré
hacerlo, solo que no sé cuándo será el día donde no
soporte tanta presión y sin más explote.
Sus labios me toman con fuerza, yo le permito devorarme
los labios, se lo agradezco, le agradezco que me calle de
esta manera que no me permita seguir empañando la
oportunidad que tenemos de estar juntos. Detesto estos
bajones que de pronto aparecen, pero de un fuerte empujón
lo alejo de mi mente y me concentro en sus labios, en esas
manos que se moldean con perfección en mi cuerpo, dejo
que me haga el amor como nada en el mundo, que me haga
olvidar, que me haga alejar todo lo que hace solo minutos
me estaba atormentando.

Ambos con enormes bolsas bajo nuestros ojos, intentando
saber que decir en el momento en que pondremos un pie
dentro de la mansión. Roy y yo nos quedamos dormidos, el
sol nos dio aviso y fue en ese momento donde en vez de
alarmarnos comenzamos a reír y volvimos hacer lo nuestro.
Pero aquí estamos, dentro del coche viendo la entrada de la
mansión Lehner y con un fuerte pesar en mi estómago.
–Déjame hablar a mí, ¿Vale? –trago con dificultad y
asiento. –Todo estará bien hermosa, solo no digas nada y
sube directo a nuestra habitación... ¿Vale?
–Vale, está bien –me da una corta sonrisa acaricia el dorso
de mi mano y salimos del coche.
El precioso y costoso calzado que llevaba por la noche van
en mis manos, siento lo caliente de las diminutas piedras
del frente. Con rapidez corro hasta la entrada y las puertas
se abren, es inevitable no sentirme nerviosa, pero de pronto
Roy y yo nos observamos confundidos.
– ¿Qué está pasando aquí? –varias personas con
uniformes se pasean por la casa, frunzo el ceño al ver
como revisan hasta las escaleras. –Isabella, sube y
espérame en la habitación, averiguare que ocurre... –en el
momento que estoy por subir me detienen.
–Lo siento, pero ella no puede subir estamos buscando
evidencias... –todo se vuelve algo confuso en mí e intrigada
observo al rubio delante de mí.
– ¿Qué está ocurriendo? ¿Y dónde se supone que ella debe
ir? Es su habitación... –Roy intenta pasar a un lado del rubio
alto y este lo detiene.
–Que utilice una de las habitaciones de esta zona, de
verdad señor Lehner ella no puede subir, no aun... –Roy
intenta confrontarlo, pero yo tomo su antebrazo con fuerza.
–Está bien, ve con tu padre averigua que ocurre, yo iré a
una de las habitaciones de aquí... –él me mira fijamente y
yo con una sonrisa logro que acepte.
–Ve y no salgas, en un momento estaré contigo...
Asiento y Roy se marcha, una de las trabajadoras aparece y
le pido una habitación, quisiera preguntarle qué ocurre, ella
ha de saber, pero supongo que mejor debería esperar por
Roy no quiero meter mis narices así sin más.
Al entrar a la habitación de huéspedes le agradezco a la
chica quien me sonríe y asiente, toma camino a la salida,
pero tomando su antebrazo la detengo, ella se retuerce del
dolor y yo le suelto completamente asustada.
–Disculpe, disculpe señorita Isabella es que... –se sube la
manga de su uniforme y un enorme moretón está en el
lugar donde hace un momento la agarre. –No me concierne
decirle nada, espere por el joven Roy, en este momento se
estará enterando de todo, solo espere, está bien... –esbozo
una sonrisa corta y asiento.
–Solo quería pedirte algo de tomar y de comer, quizás un
trozo de postre o no sé, tengo algo de hambre.
–Por supuesto, señorita Isabella, en un momento volveré...
–la chica se retira y yo de inmediato entro al baño.
Me quito el vestido y entro a la ducha, abro esta y el agua
cálida recorre todo mi cuerpo, aprovecho de lavar mi
cabello, de enjabonar todo mi cuerpo de por lo menos estar
un buen rato bajo la ducha. El sonido del agua, el vapor
cubriendo mi cuerpo, alzo mi rostro y dejo que el agua
choque en mi rostro, después de unos minutos disfrutando
del baño salgo de este.
Coloco una bata de baño y envuelvo mi cabello en una
toalla, salgo nuevamente a la habitación y sonrió al ver
sobre una de las mesitas de noche un vaso de leche y un
trozo de pastel. Me siento al borde de la cama y no espero
ni siquiera un segundo más en darme un bocado y luego
tomar un largo sorbo de leche. Un gemido de puro gusto
sale de mis adentros y continúo comiendo, escucho la
puerta abrirse volteo rápidamente y encuentro a Roy entrar
y chocar su espalda contra la puerta ya cerrada, me levanto,
limpio mis labios y le sonrió.
– ¿Todo bien? –niega, doy dos pasos y en un segundo mi
vista se torna borrosa. – ¿Qué… ¿Qué ocurrió? –trago con
dificultad, siento mi lengua pesada.
– ¿Te encuentras bien Isabella? –escucho su voz en la
lejanía, asiento, pero me tambaleo con brusquedad y choco
con la repisa haciendo caer uno de los adornos de
porcelana. –Isabella, ¿Qué ocurre? ¿Por qué tus labios
están hinchados? –dos pasos más y caigo sobre el suelo. –
Mierda, ¡Isabella! –siento las manos cálidas de Roy
alrededor de mi cuello, mi pecho comienza a subir y bajar.
–No.… puedo... –llevo mis manos hasta mi cuello. –Roy...
no… –la respiración se me dificulta e intento ver a Roy, pero
mi vista cada vez se debilita.
–Roy, hijo... –escucho la voz de Román Lehner tan lejos,
mis ojos se sienten pesados. – ¡Dios mío! ¿Qué ocurre?
– ¡No lo sé! ¡No lo sé! –la voz exaltada de Roy. –Estaba
hace unos segundos bien y de pronto cayó sobre el suelo,
mira sus labios, mira su piel, esta rojiza, ¡Llama un médico,
una ambulancia, por favor! –totalmente débil llevo mi mano
hasta la mejilla de Roy. – ¡Papá has algo!
– ¡Eso intento! ¡Ya cálmate! Levántate y ponla sobre la
cama... –me comienzo a sentir ahogada, siento como los
brazos de Roy me envuelven y me colocan sobre la cama. –
Ya viene la ambulancia es mejor que la llevemos a la sala.
– ¡Joder no! No puedo esperar por esa puta ambulancia, la
llevare yo... –Roy intenta tomarme nuevamente, pero es
evitado.
– ¡Cálmate! ¿Crees que algo solucionas colocándote de
esta manera?
– ¡Ella es importante, papá! ¡No permitiré que algo malo le
ocurra, no a ella!
Y sin más cierro mis ojos y ya no escucho nada más...
Capítulo 25 - Atada a mi.
Todo mi cuerpo entero temblaba, me dolía verla de esa
manera, su respiración entre cortada y en ocasiones
simplemente lo dejaba de hacer. Su frente y cuello estaba
empapado en sudor, su boca más hinchada y todo su
cuerpo estaba brotado en ronchas rojas, no fui capaz de
esperar la ambulancia, sentía que los minutos y los
segundos se pasaban y ella necesitaba ayuda médica.
Bajando del coche lo rodeo con prisa, veo el coche de papá
estacionarse detrás del mío, la tomo entre mis brazos con
rapidez y corro con prisa dentro del hospital. Desesperado y
desorbitado, intentado que alguien me ayude, un enfermero
me encuentra, le grito por auxilio, inmediatamente aparecen
dos más con una camilla y la acuesto sobre esta. Le
explico entre tartamudeos lo que ocurrió y así sin más con
la prisa la llevan a la sala de emergencia y a mí me prohíben
la entrada.
– ¡Maldición! –golpeo la pared con fuerza, siento unos
brazos rodearme, una voz en la lejanía que me pide que me
controle.
– ¡Roy! ¡Escúchame! –volteo y encuentro a papá, sé que por
mis mejillas corren lágrimas, lo sé, me duele el pecho, el
solo hecho de ver a Isabella sufriendo, resistiendo e
intentando hace que el corazón me duela. –Escúchame
atento, ¿Sabes si Isabella es alérgica a algo?
Niego, repetidas veces lo niego, él me mira con más
presión, un hombre algo mayor con bata blanca esta junto a
él esperando mi respuesta. Cierro mis ojos intentando
recordar algo, pero nada se viene a mi mente, intento
calmarme, debo hacerlo, siento que los minutos se pasan y
si yo lo recuerdo puede ser de gran ayuda.
–Ella... –ambos me miran atentos. –Joder... –golpeo
levemente a un lado de mi cabeza, camino de un lado a
otro. – ¡Mierda! Es alérgica a los arándanos... –aquel
medico asiente y sale corriendo dentro, yo tomo camino
hasta una de las sillas de aquella sala fría y blanca y me
dejo caer.
–Llamare a sus familiares, deben saber que ella está
internada, pero no voy a exagerar nada, no queremos que
su madre se complique, tu quédate aquí, Roy... –asiento,
con la mirada perdida. –Mírame hijo... –alzo mi rostro y lo
miro. –Ten paciencia, no desesperes y espera aquí, iré
hacer unas llamadas, aun no terminamos nuestra
conversación... –termino de asentir y él se marcha.
En cuanto de mis labios salieron que Isabella es alguien
importante, papá se dio cuenta de tres cosas. Yo
comenzare a dar la vida por ella, yo me enamore de la
mujer de la cual lo tengo prohibido y que no mentía en
cuanto se lo confesé hacia solo minutos atrás.
.
– ¿Qué ha pasado papá? –no termino de entrar a su
despacho y ya Federico se encuentra en las mismas. – ¿Por
qué hay policías en casa? ¿Qué ha pasado?
–Tenemos problemas, graves problemas, Roy, ¿Dónde
diablos estabas? Tú e Isabella, ¿Qué está pasando? –aquello
me alerta, Fede me da esa mirada que sin más me dice que
ya papá se ha enterado de todo. –No quiero que expulses
mentiras, sabes que no las tolero, no las soporto, no viniendo
de ti... –siento levemente, me cruzo de brazos, tomo un ligero
suspiro.
–Me enamore de Isabella... –expulso sin más, mis grises lo
miran fijamente, no titubeo, no vacilo ni un segundo en
responder. –Me enamore de lo prohibido, me enamore de ella
papá, y te lo juro Román Lehner, lo evite, con todas mis
jodidas fuerzas lo evite, pero no lo logre, es ella papá, es la
mujer que siempre espere.
Él no dice nada, solo me observa, rodea su escritorio, dando
pasos lentos y precisos hasta mi encuentro. Apoya su mano
sobre mi hombro y sin más un abrazo de parte de él me
sorprende. No comprendo el por qué lagrimas comienzan a
bajar por mis mejillas, un llanto sin más brota de mis
adentros, él se aleja, su mirada dura. pero destilando algo de
pesar.
–No quise, te lo juro papá, yo no quise, pero... –me mira fijo.
–Lo siento, se suponía que debía evitarlo, pero tú la has visto,
te has dado cuenta de cuanta luz irradia en esta casa,
¿verdad? –esboza una corta sonrisa asiente. –Lo siento, de
verdad, papá.
–Roy... –asiento levemente, el tono de su voz me causa
temor. –Roy... Es Alan Lee, ha vuelto, ¿Quién crees que entro
a nuestra casa? –la garganta se me seca, todo el cuerpo me
tiembla. –Sabía que caerías en los encantos de Isabella,
sabía que te sentirías bien a su lado, fue por eso que di todo
de mi porque ustedes se unieran en un matrimonio por
contrato, para que ella te hiciera sentar cabeza –suspira... –
Pero luego me arrepentí, sabía que te enamorarías de ella,
que darías todo por ella, me arrepentí en cuanto supe del
regreso de Alan, sabes lo peligroso que es ¿Verdad? –asiento
levemente.
–Papá, yo, lo siento de verdad, yo... –niega y se aleja de mí.
–Estuvo en la fiesta del hotel, ya que todos estábamos en
esa fiesta aprovecho de enviar personas a casa y hacer de
las suyas, no sé qué estaba buscando, quizás a ustedes, con
eso de que se fueron temprano... –enfoca su mirada en mí y
enarca una ceja. –No quiero nietos por el momento, Roy, no
quiero sufrimiento para esta familia, suficiente tenemos con
lo de mi Jenell, ahora necesito que ustedes dos... –me mira a
mí y a Federico. –Se enfoquen en lo primordial, la familia,
daré todo de mi porque Alan Lee deje de existir en este
mundo así sea lo necesario, así sea…
– ¿Manchar tus manos de sangre? –mascullo, no puedo
simplemente evitar sentirme asqueado por eso. –Tu no
serias capaz de eso papá.
–Por la felicidad de mis hijos sí... –una punzada en mi pecho
se asienta. –Te acepto tu relación con Isabella, cancelare el
contrato, no te preocupes, solo lo sabrás tú y ella y claro esta
Federico –miro de reojo a mi hermano. –Debemos hacer
creer a su padre que aún está vigente, con su relación
verdadera pensara que con eso el dinero del préstamo pasa a
olvidado, pero negocio es negocio –se encoge de hombros. –
Dime, ¿Lo aceptas o no? –trago con dificultad, termino por
asentir. –Pero con eso viene una condición, Roy... –frunzo el
ceño. –Deberás irte unos meses a Alemania junto a ella,
tenerlos aquí complica las cosas.
–Pero papá, la señora Magnolia... –asiente, expulsa con
pesadez un suspiro.
–Debes consultarlo con Isabella, ahora no eres tú solo Roy
Lehner, ahora son una pareja y ambos deben tomar las
mejores decisiones, anda, ve y habla con ella, luego nosotros
continuaremos con nuestra conversación...
Asiento y salgo de la oficina, estoy en ese momento donde
quiero sonreír, donde quiero correr hasta sus brazos y decirle
todo lo bueno que se han tornado las cosas. Pero
sencillamente, no puedo, el solo hecho de saber que Alan Lee
está merodeándonos me envía fuerte oleadas de malos
pensamientos. No sé qué pensara Isabella con respecto a
irnos a Alemania, pero si ella decide a su madre sobre todo
esto, lo aceptare y me quedare a su lado, no la dejare sola
ahora, no cuando podemos querernos como lo deseábamos.
.
Veo ir y venir a enfermeras y enfermeros, cada que se abre
esa puerta todos los bellos se me erizan. Escucho un
taconeo y al voltear encuentro la cara llena de angustia de
Chanel y a su lado Federico. Él estaba en casa cuando
ocurrió todo y fue por la morena para luego venir y
acompañarme, me levanto de mi asiento y ella me abraza,
yo no puedo evitar el no llorar.
–Mi Bella se veía muy mal, Chanel, ¿Por qué ahora? ¿Por
qué cuando podemos querernos como ella lo quería? –ella
frota su mano en mi espalda, Federico apoya su mano en
mi hombro. – ¿Vieron a papá? –me alejo y ella asiente.
–Esta con su teléfono haciendo una y otra llamada –
comenta mi hermano. –Iré por algo de tomar, espera junto
a Chanel, vuelvo en unos minutos –Fede se marcha y yo
tomo asiento con Chanel.
– ¿Cómo puedo estar feliz, cuando ella está allí dentro tan
mal? –volteo a ver a la morena me da una sonrisa llena de
pena. –Cuando por fin pude tener las fuerzas de confesarle
a papá que la quiero, ocurre esto Chanel, ¿Por qué? –ella
limpia mis lágrimas y toma mis manos.
–Saldrá todo bien y cuando aquellos ojos azules te
encuentren al despertar y le des la noticia, créeme será tan
feliz Roy –sonríe con tristeza. –Pero dejando a un lado eso
por un momento... ¿Qué crees que pudo haber pasado? –
me encojo de hombros, no había tenido mente para eso. –
¿Comió algo en cuanto llego? –levemente asiento.
–Creo que era un trozo de pastel, pero no lo sé Chanel,
últimamente ella hace los pasteles en casa, ya sabes con
eso que quiere abrir un negocio de postres, no creo que ella
sea capaz de hacer algo que lleve la fruta a la cual ella es
alérgica, no lo sé... –llevo mi mirada al frente, froto mis
manos en mis ojos, me siento cansado y frustrado.
–Ella no, Roy... –trago con dificultad, volteo a verla. –Pero
Ambar sí... –un fuerte dolor de cabeza de pronto me ataca,
aturdido la miro. –Con eso de que la borreguita no soporta
verlos juntos –se encoge de hombros. –Todos saben en
casa que Isa es alérgica a los arándanos, ¿Cómo pueden
darle un trozo de pastel con algo que le hace mal? Eso solo
se le ocurrirá a alguien que no es apto para hacer algo malo
y que le salga el plan bien... Ambar.
En el momento que estoy por responder las puertas de
emergencia se abren, veo que la traen en la camilla. Va
dormida, con oxígeno y una intravenosa en su mano
izquierda, veo lo dificultada que va su respiración, me
detengo a su lado, escucho la voz de papá y Fede
acercarse, tomo su mano derecha, le doy besos en el dorso
de esta.
–Gracias a Dios pudimos controlar a tiempo la alergia, ya
su garganta inflamada estaba obstruyendo su respiración,
su lengua estaba igual de inflamada, le dimos los cuidados
necesarios, antialérgicos muy fuertes, dormirá por unas
largas y extensas horas... –suspiro con alivio, todos lo
hacen, abrazo con fuerza a Chanel, veo a papá quien me
sonríe y asiente. –La llevaremos a su habitación, en cuanto
esté acomodada pueden pasar a verla... –me acerco al
médico y lo veo fijamente.
– ¿Fueron los arándanos? –asiente un poco perplejo.
–Reacciono muy, muy mal, las alergias son en tres facetas,
Isabella reacciona a la más fuerte, la Anafilaxia, es mortal, a
decir verdad, ataca a sus vías respiratorias, su presión
arterial y su pulso es rápido y descontrolado, y como les
comenté, la inflamación fue de otro mundo, ella fue fuerte,
se aferró, soporto... –llevo mi mirada a un lado y la veo
sobre la camilla. –Ahora si me disculpan familia Lehner, la
llevaremos a su habitación.
Trago con dificultad, me quedo viendo a un punto fijo del
pasillo, con enojo tomo mis cosas, las llaves del coche y el
saco de mi traje que llevaba por la noche, totalmente
enojado paso a un lado de papá, quien me detiene de un
tirón y me mira asustado.
– ¿Dónde iras? ¿Por qué reaccionas de esa manera? Ya
está recuperándose, debes estar a su lado... –suelto su
agarre con tranquilidad y le doy una sonrisa de boca
cerrada.
–Ambar se arrepentirá de lo que acaba de hacer... –
totalmente aturdido papá me observa. –Que Chanel te
cuente todo, yo debo ir a la mansión –sin más salgo de
aquel hospital, veo a lo lejos llegar a los Massón, pero yo no
tengo tiempo para recibirlos, debo volver a casa, ahora.
_
Como todo un loco tome la carretera, pitaba a los coches
delante de mí, insultaba a todo aquel que se me atravesara
en mi camino, la sangre me hierve, el cuerpo entero me
tiembla, necesito calmar estas ganas de golpear a alguien,
de destruirlo.
Aparco al llegar a casa y bajo del coche hecho una furia, al
abrir la puerta la encuentro sentada al final de las
escaleras. Sube la mirada, sus ojos rojizos, su cuerpo
entero tiembla, le doy una mirada y paso a un lado. Escucho
sus pasos detrás de mí, apresurada, tropezándose, intenta
tomar mi antebrazo, pero yo le arrebato el agarre. Llego
hasta su habitación y abro la puerta con fuerza, veo a todos
lados intentando buscar una valija y encuentro una debajo
de su cama, camino hasta el armario comienzo a sacar sus
cosas, su llanto se escucha.
–Lo... Lo siento, Roy, yo no quise, yo no quería, lo siento...
– ¡¿Lo sientes?! –grito con tanta fuerza que salta del susto,
me acerco hasta ella y cegado por el enojo la tomo del
cuello. – ¡Estuvo a solo un empujón de morir! ¿Y tú lo
sientes? –las lágrimas bajan por sus mejillas, aprieto más
mi mano en su cuello, pero de pronto aquellos azules se
pasean por mi mente y la suelto sin más. –No te quiero
más en esta mansión, tu madre se quedará trabajando para
nosotros, pero tú no, ¡Tu no! –se deja caer en el suelo,
llorando con fuerza, termino de empacar su valija y salgo
de la habitación con ella.
– ¡Por favor Roy! ¡Te lo imploro no me eches! ¡Tú no por
favor! –sus gritos se escuchan por toda la mansión, todos
los trabajadores comienzan aparecer. –Lo siento,
perdóname, no sabía lo que hacía, solo quería darles un
susto, a ti y a ella, pero no tenía idea de su reacción a los
arándanos, por favor, no me eches de la mansión... –la
tomo con fuerza de su brazo, encuentro la mirada de
Margarita, quien observa con lágrimas en los ojos, pero
luego se marcha.
–Te estoy haciendo un favor, Ambar, estoy siendo sutil,
estoy siendo bueno, ¿Crees que papá reaccionara de la
misma manera? En este momento se está enterando de
todo y créeme él será aun peor que yo –limpia sus mejillas,
es notable lo afectada que va, pero eso me da igual. – ¡Te
lo dije! ¡Te dije que dejaras de ensañarte conmigo! ¡Que
amo a Isabella! ¡La amo, joder! –y se hace el silencio todos
me miran perplejos, abro la puerta principal y salgo con ella
tomada del antebrazo, tiro sus valijas al suelo y luego a ella.
–No vuelvas, busca la manera de ver a tu madre, pero
mantente lejos de esta casa, ¡No vuelvas a poner un pie en
este lugar!
Cierro de un portazo la puerta, veo a todos e ignorándolos
comienzo subir las escaleras. Los murmullos no esperan y
todos comienzan a retirarse hacer sus cosas, yo entro a mi
habitación, aquella que comparto con Isabella. Al entrar
comienzo a gritar de frustración, las lágrimas bajan por mis
mejillas, es en este momento donde no aguante más y sin
más explote. Golpeo con fuerza la pared hasta que mis
nudillos se tornan rojizos y con la piel un poco rasgada, no
siento dolor, no siento ardor, siento es dolor y rabia, pero en
mi alma, no en mi cuerpo.
El solo hecho de pensar que ella hubiera perdido la batalla
me duele en el alma, el solo hecho de pensar que no iba a
ver más aquellos azules tan hermosos y el pelirrojo tan
radiante y hermoso que se sacude con el viento me lastima.
Tomo camino al baño, quito mi ropa y entro a la ducha, el
agua comienza a bajar por mi cuerpo, mi mirada fija en
aquella agua rojiza que corre por la sangre que expulsa mi
mano.
He sufrido tanto en esta vida, pero no lo había hecho tanto
como con Isabella a mi lado, y no es ella quien provoca ese
sufrimiento, son las personas malas a nuestro alrededor,
solo quiero que ella despierta y me diga que sí, que si
quiere irse un tiempo conmigo de este lugar.
.
Un jardín lleno de flores coloridas, los rayos del sol chocando
en mi piel, la risa y una vocecita dulce, alguien cubre mis ojos,
esbozó una sonrisa, unas manitas diminutas y suaves son las
que obstruyen mi vista, con agilidad lo tomo desde mi
espalda y aquella escandalosa risa se escucha con fuerza.
–Papi no... –mis ojos ven aquel cabello pelirrojo y sus ojos
grises. –Eres un tramposo... –acerca su rostro hasta mí y
deja un beso en mi mejilla. –Pero así te quiero papi, mucho...
–Yo también, mi bebita... –ambos sentados sobre el pasto
verde disfrutando de la vista, en la lejanía la veo caminar, su
cabello abundante se sacude con el viento, lleva un vestido
floreado. –Que hermosa... –susurro, una sonrisa se forma en
mis labios.
– ¡Mamá!
La pequeña sale corriendo de mi regazo hasta ella, aquella
mujer de ojos azules y cabello pelirrojo que camina a mi
encuentro con una sonrisa amplia, lo que me sorprende es
ver la enorme panza que acaricia con dulzura, levanta su
mano y la agita de un lado a otro.
–Isabella... –mascullo y me levanto del césped para ir
abrazarla y no soltarla nunca más.
.
Exaltado abro mis ojos, me siento sobre el sofá, veo que
aun voy con la toalla, todo está oscuro ya la noche está
aquí. Tomo camino hasta el armario y comienzo a vestirme,
lo primero que encuentro es lo que opto por ponerme, debo
ir a ver a Isabella, por todo lo que solo ocurrió en horas el
cansancio se apodero de mí, solo serían unos minutos de
descanso, pero esos minutos se volvieron horas.
Salgo de mi habitación bajo las escaleras y salgo de casa,
me detengo en seco al ver a Margarita apoyada a uno de
los pilares de la entrada, ella voltea a verme, esboza una
sonrisa teñida de tristeza y me entrega un pequeño bolsito.
–Es para la señorita, Isabella, le prepare una avena y otras
cosas para que pueda ingerir –un nudo en mi garganta. –
Niño Roy, lo siento tanto, lamento lo que ocurrió con Ambar,
no tengo palabras para pedirle perdón... –y la abrazo, la
abrazo porque ella no tiene la culpa, lo hago porque
Margarita, aunque no quiero aceptarlo fue como una madre
para mí. –Lo siento tanto... –susurra entre el llanto.
–Margarita, tú no tienes la culpa de nada, tomo la
responsabilidad, yo me enrede con tu hija, la orille a esto,
no debí reaccionar como lo hice, te pido disculpas, de
verdad lo siento... –niega y esbozando una sonrisa acaricia
el dorso de mi mano.
–Cuide de la señorita Isabella, debe ir a verla, por favor
dígale que lo lamento tanto... –asiento y beso con ternura
su frente, ella me da un último abrazo y entra a la mansión.
Entro al coche y de inmediato tomo camino al hospital, por
suerte ya es de noche, por suerte el tráfico ha disminuido.
Siento un fuerte dolor de cabeza, pero sé que se trata de
todo este vaivén tan fuerte que ha ocurrido, solo espero que
Margarita no intente marcharse de la mansión porque de
verdad eso si no me lo perdonaría.
_
Al llegar tomo camino directamente donde todos se
encuentran. Noto a los padres de Isabella, Rudy, su
hermano menor y la enfermera que contrate para la señora
Magnolia, papá esta junto Alexander, y Fede y Chanel no sé
donde puedan estar.
Me acerco hasta la madre de Isabella, me coloco de
cuclillas delante de ella, esboza una sonrisa y con dulzura
acuna mi mejilla en su mano pálida y suave. Cierro mis
ojos, hacia tanto tiempo que no sentía esta calidez
maternal, aunque solo ella sepa lo que mi corazón siente
por su hija, siento como si fuera su mano la caricia de mi
madre.
–Entra, ha despertado... –esbozo una sonrisa y asiento. –
Gracias Roy, por cuidar de mi niña... –trago con dificultad y
sin decir nada más tomo camino a la habitación.
Chanel a su lado, Federico haciendo bromas para hacerla
reír, aun lleva aquel aparato que le ayuda a respirar.
Aquellos azules se ven tan opacos, su piel es aún más
pálida, su cabello intensifica más su color, por la noche
disfruté de ella, la hice mía con tanto amor, su sonrisa, sus
mejillas ruborizadas, no puedo creer que en tan solo horas
todo se tornó muy mal.
–Les dejamos solos, ven payasito vamos con los demás...
–Chanel toma a Fede y se marchan, yo coloco las cosas
que Margarita le envía a un lado de la cama y luego me
siento junto a ella.
Tomo su mano, acaricio el dorso de esta, ella me mira
fijamente, la veo sonreír con tristeza, yo no lo puedo evitar,
mis ojos pican, mi corazón duele.
–Te amo... –susurro sin más, ella sorprendida me mira,
pero luego sonríe. –Sí, te amo y no aguantaba más el no
decirlo –tomo su mano, dejo besos en el dorso de esta. –
Te amo, mi hermosa Bella...
–Roy... –su mano comienza acariciar mi mejilla, luego su
dedo índice en mis cejas densas y oscura, baja por el
puente de mi nariz y termina en mis labios. –Te amo,
pelinegro –sonríe. –Quiero un beso, por favor... –aquello
me hace sonreír y asiento, quito la mascarilla y uno mis
labios a los de ella, un suspiro sale de sus adentros una
sonrisa se forma en sus labios.
–Él lo acepto, bonita... –frunce el ceño. –Podemos
querernos, así como tu querías, papá lo sabe todo... –sus
ojos se abren en su totalidad, sorprendida, llenándose de
lágrimas. –Así que recupérate, te quiero fuerte a mi lado, te
prometo que nadie más te hará daño, Isabella, no a ti... –y
las lágrimas comienzan a bajar, una sonrisa adorna su
rostro.
–Pensaba en ti... –habla entre susurros. –Luche por ti, Roy,
no quería dejarte solo, no a ti...
–Lo sé, lo se mi guerrera... –intenta reír con fuerza, pero
comienza a toser. –Hey, descansa, no te esfuerces, aun
debemos esperar que te estabilices... –asiente y cierra sus
ojos.
–Roy... –continúo mirándola con sus ojos cerrados. –
Siempre estaré atada a tu amor... –y sin más se duerme,
una sonrisa se forma en mis labios, tomo su mano y la
coloco en mi mejilla, sintiendo su calor, sintiendo lo suave
que es.
–Sí, siempre estarás atada a mí, pase lo que pase...
Capítulo 26 - Mereces ser feliz.
Mis dedos se enredaban en su cabello pelirrojo, su
respiración calmada, sus largas pestañas adornaban sus
pómulos, no puedo dormir, no debo hacerlo, tenerla de esta
manera, en una habitación de hospital con tantas cosas
conectada a ella, hacía que el corazón me doliera.
Con mi cabeza gacha choco mi frente en su mano, aquella
que me gusta por la calidez, pero que en este momento no
hace más que estar fría. Acaricio con mi pulgar el dorso de
esta, dejo repetidos besos en ella, escucho la puerta detrás
de mí, me acomodo en mi puesto, al voltear encuentro a papá
con su mirada fija.
–Tienes esa misma mirada que yo solía tener cuando tu
madre tuvo complicaciones en el embarazo de Federico,
mirada de miedo, tristeza, de amor puro... –aquello me hace
tragar con dificultad. –En cuanto despierte debes hablar con
ella, Roy, las horas pasan, al igual que los minutos y
segundos, no pueden estar mucho tiempo, los quiero a salvo,
a ambos...
–Lo sé... –mascullo. –Lo sé, créeme papá, deseo que ella
acepte ese viaje a Alemania, pero si ella elige estar con su
madre, créeme estaré a su lado, así sea que deba
enfrentarme a mi pasado... –se acerca, coloca una de sus
manos en mi hombro.
–Cuanto has madurado, Roy, cuanto ha disminuido tu
temperamento, antes vivías lleno de ira, cuanto te ha
cambiado, Isabella... –esbozo una sonrisa, llevo mi mirada a
la chica que duerme con tranquilidad.
–Quiero lo mejor para ella... –me encojo de hombros. –No
quiero que este rodeada de tanta mierda, que yo provoque.
–Todo terminara, te lo prometo, pero tu prométeme que la
cuidaras, demuéstrame que eres un Lehner, quien da todo
por su familia, ella es tu familia, Roy... –siento mis ojos
humedecer, cabizbajo asiento.
Vuelvo a mirarla, aprieto mi mano en las suyas, joder cuanto
quiero a esta chica, tanto que daría todo por verla sonreír
cada día. Aquel sueño no sale de mi mente, cada que la
observo una sonrisa se forma en mis labios, ¿Seré capaz de
verla de esa manera? ¿Llevando un hijo mío en su vientre?
¿Verla sonreír radiante como en ese sueño?
–Lo anhelo... –susurro, volteo a ver a papá, confundido me
observa. –Quiero todo con ella, sé que podre.
–Lo se hijo, mereces ser feliz.

Isabella Massón
Los días se iban pasando y yo quería volver a casa, iba
mejorando, pero para los médicos no era suficiente.
Realmente me vi muy mal, si no fuera por mi constante
esfuerzo de aferrarme a la vida no estuviera en esta cama,
rodeada de aparatos y paredes blancas.
Veo a ambos lados, junto a mi uno de los arreglos que Roy
me trajo el día de ayer, intento entretenerme en algo, pero
solo me queda ver la tv, no me queda de otra mientras
estoy sola, un ligero bostezo de mi parte y me cubro con la
gruesa sabana sobre mí.
–Servicio a la habitación... –aquella voz melodiosa, aquella
enorme sonrisa plasmada en los labios de Chanel. –Dios,
¿Cuándo será el día en que ya salgas de este lugar? Es tan
deprimente.
–Gracias por ser la única que está de acuerdo conmigo,
porque si fuera por Roy créeme me dejaría un mes
completo en este lugar –reimos. –Solo han pasado cuatro
días y de verdad ya quiero marcharme... –Chanel me coloca
una caja de chocolates sobre mis piernas.
–Puedes comerlos, le pregunte al doctor y me dijo que si,
así que disfrútalos... –sonriente le agradezco y no tardo en
tomar uno y llevarlo a mi boca, un gemido de mi parte, la
risa de Chanel por toda la habitación. –Me preocupaste
mucho, Isabella, no imaginas cuánto... –la observo, la
tristeza de su parte.
–Roy... ¿Cómo estuvo en ese momento? Cada que me ve,
puedo sentir su tristeza.
–Dios, ese pelinegro no podía con tanto, fue algo muy
fuerte para él... –esbozo una sonrisa, pero no es de
felicidad es de total tristeza. –No soporto tanto y de
inmediato descargo su enojo con Ambar, la echo de casa...
–asombrada la observo, si sabía que fue la chica, pero no
tenía idea de todo lo que hizo Roy. –Por los comentarios en
la mansión fue jodidamente terrorífico, todo…
Tomo otro chocolate, ambas quedamos en silencio, pero
hay algo que no deja de pasearse por mi mente, no sé si era
cierto cuando Roy me lo dijo o yo estaba tan sedada que
quizás lo imagine, pero debo salir de dudas sé que Chanel
me ayudara con esa duda.
– ¿Es cierto que Román Lehner acepto lo nuestro? –Chanel
me mira fijamente, una sonrisa se forma en sus labios.
–Eso es correcto cariño...
Sin tanta espera sonrió, el corazón me late con más prisa,
todo en mi tiembla, quisiera saber cómo es que llegamos a
todo esto después de escondernos por tanto tiempo de las
miradas de todos, pero solo una cosa se pasea por mi
mente, ¿Qué ocurrirá con el contrato?
_
La compañía de Chanel por un largo rato me hizo bien,
ambas comíamos chocolates mientras charlábamos de
cualquier cosa. Al parecer tendrá muy pronto un viaje junto
a su equipo de trabajo, otro evento de pasarela, pero este
no tiene nada que ver con los Lehner, por ese motivo no
será en este país. El solo hecho de pensar que estaré
nuevamente sin su compañía me pone un poco mal.
En este momento y con un poco de incomodidad tengo
frente a mí, a mi padre, en cuanto me observo los primeros
días en la cama podría ver la angustia, la preocupación. Sé
que nuestra relación ha cambiado un poco, pero eso no
quiere decir que no se preocupe por mí.
– ¿Qué rayos te hice, Isabella? –deja salir después de unos
minutos en silencio, ambos nos vemos fijamente. –Mira
cómo has terminado, no debí, yo no debí aceptar todo esto,
si no fuera sido por mí, yo...
–No digas nada más... –la frialdad con la que le hablo es
tan notoria y yo no comprendo por qué he de hablarle de
esa manera. –Era lo mínimo que podía esperar de esa
chica, quiere a Roy, enfermizamente, pero lo quiere, solo
que no puedo creer que jugara de esta manera contra mi
salud.
–Vuelve a casa... –confundida lo veo. –Vuelve con
nosotros, en casa estarás mejor, hablare con Román, él
comprenderá.
–No quiero dejar la mansión Lehner... –digo, la clara
confusión de papá.
–Isabella, ¿Estas consciente de lo que dices? Mira cómo
has terminado por una chica que está enamorada de Roy,
yo no podría soportar más el verte de esa manera...
–Debiste pensarlo cuando decidiste buscar la manera más
fácil de obtener dinero y salvar tu empresa... –ahora no
hace más que verme preocupado. –Sabias que no quería
nada de esto, pero termine aceptado para apoyarte, para
ayudar a mamá, tú lo sabias, aunque no quiero buscar
culpables, sabes que eres tú, ¿Verdad?
Aquellos azules me ven realmente triste, mal, pero había
algo en aquellos azules que me enviaban preocupación,
intriga, ¿Acaso papá esta ocultado algo más?
Él termina por aceptar la realidad, no dejare la mansión, no
cuando estoy aferrada a Roy, no podría dejarle solo, no
ahora, aun quiero saber que ocurrió en la mansión, aún
faltan muchas cosas, las cuales el pelinegro me dijo que
pronto me contaría.
Después de hablar, el silencio reino entre ambos y como
siempre, y como todo un cobarde papá se marcha de la
habitación. Yo me quedo viendo a un punto fijo de esta
habitación, pensativa, intrigada, quiero volver a casa, quiero
estar con Roy, ya no soporto el estar encerrada.
Dos toques a la puerta y aquellos grises con enormes
bolsas oscuras bajo sus ojos, aparece. Cuan cansado va,
cuan triste se encuentra, esboza una sonrisa, camina hasta
mí y se sienta a mi lado, tomando mi mano besa el dorso
de esta, cierra sus ojos y deja salir un suspiro.
–Hoy volveremos a casa, papá está preparando las cosas...
–aquello me hace sonreír, por fin volveremos a casa. –
Nena, necesito preguntarte algo, necesito que seas
sincera... –vuelve a mirarme y asiento. –El día del evento en
el hotel, estabas algo distraída, te sentías fuera de ese
lugar, Isabella, ¿Te has encontrado con alguien cuando
fuiste al baño? –trago con dificultad, ¿A qué viene todo
esto?
–Si... –debo comenzar a decirle las cosas, no tengo por qué
ocultarlo. –No fui al baño, fui a tomar algo de aire, había
unas puertas y salí para hacerlo con tranquilidad y un
hombre…
– ¿Cómo era él? Dime todo con exactitud…
–Alto, su color de piel era algo bronceada, su cabello, lo
cual supongo es abundante, ya que lo tenía recogido, ojos
algo oscuros y tiene un acento algo extraño...
–Lee... –susurra, confundida lo observo. –Es Alan Lee, es...
–toma una bocanada de aire, veo la clara angustia en sus
ojos. –El peor de mis pasados, quien destruyo sin más. la
vida de Lorena, es el Isabella, joder…
Se levanta y comienza a caminar de un lado a otro, algo de
pronto en mi tiembla, no puedo creer lo cerca que estuvo de
mí. Es claramente que él sabe quién soy yo en la vida de los
Lehner, en la vida de Roy, así que no era paranoia mía, si me
sentía algo inquieta por él, es porque ya comprendo el
motivo.
Roy vuelve a mi lado, lo veo pensativo, sé que se está
debatiendo con algo mentalmente, me mira y luego aparta
su mirada, tomo su mano y acaricio el dorso de esta, su
mirada vuelve a estar enganchada a la mía, esbozó una
sonrisa el me imita.
–Debemos irnos por un tiempo... –aquello me cae como un
baldazo de agua fría. –Por órdenes de él, entraron a casa,
quizás nos buscaban, pero esa noche nos desviamos y
ellos simplemente desordenaron las habitaciones –trago
grueso. –Debemos irnos Isabella, ha sido papá quien me lo
pidió, él...
–No puedo Roy... –su semblante no cambia, claramente
esperaba esta respuesta. –Mamá... Yo no puedo dejarle, no
podría... –sonríe y asiente.
–Lo sé...
No dice nada más y su padre aparece, sonriendo y con todo
listo para irme, una enfermera entra luego y comienza a
quitar las cosas en mi cuerpo. Ambos salen, solo quedo
con la chica que en este momento me atiende, una muda
de ropa es dejada sobre mi cama por ella, yo me siento
perdida en mi mente. No podría irme sin más y dejar a
mamá como esta, salir del país es algo que realmente no
me esperaba, no podría hacerlo, sé que no.
Termino de poner mi ropa, recojo mi cabello en una cola
alta y salgo junto a la enferma, le entregan la pequeña valija
que Roy había organizado para mí y todos me esperan
fuera. Sonrientes y felices de que este bien, solo que mamá,
Rudy y mi hermano no se encuentran, papá me sonríe y
toma su camino, acto seguido Roy me rodea con su brazo y
tomamos camino a las afueras del hospital. De pronto,
fugazmente veo a Dalan pasar, pero intentando ignorarlo
continuo mi camino.
..
Al llegar a casa todos me recibieron con cariño, debo tener
reposo así que de inmediato Roy me trajo a mi habitación.
El tema de irnos no fue mencionado ya que en cuanto me
dejo dentro de cama, tomo camino al despacho de su padre
y yo me quede nuevamente sola. Escucho que llaman a la
puerta doy el permiso de que entren y Margarita y la chica
que me trajo el pastel aquel día donde todo ocurrió
aparecen, ambas con un rostro lleno de pena.
–Señorita Isabella... –sonriente asiento.
–Margarita, ¿Cómo está? –una sonrisa tan llena de
vergüenza, de tristeza. –Yo...
–Lo siento tanto señorita Isabella, por favor, perdone lo que
mi hija ha hecho, no le estoy pidiendo que la traiga de
regreso, solo dele su perdón... –trago con dificultad, aquella
noble señora, tan dulce y la cual no me ha dejado sola en
esta casa cae de rodillas delante de mí, yo de inmediato
salgo de cama y me coloco delante de ella. –Se el mal que
ha hecho, de verdad lo siento tanto.
–Yo también quería pedirle perdón... –escucho a la chica a
su lado quien también opta por arrodillarse, a mí el corazón
me duele de tan solo ver eso.
–No me hagan esto... –exclamo algo cansada. –No se
arrodillen ante mí, no hay necesidad, Margarita venga
vamos. levántese, tú también Anabel, levántate... –ambas
asienten y hacen lo que les pido. –Sé que las cosas entre tu
hija y yo nunca fuera agradables desde que llegue a esta
casa, no la perdono, pero olvidare lo ocurrido... –cabizbaja
Margarita asiente y me da un abrazo. –Anabel, tu no tenías
idea de lo que tenía el pastel, ¿Verdad?
–No señorita Isabella, no tenía idea, ya sabe no soy parte
de la cocina, solo limpio y si alguien me pide algo solo hago
lo que me ordenan... –asiento y tomo sus manos.
–No dejes a Margarita sola, ayúdala en todo lo que
necesite, Ambar sabía todo acerca de esta mansión, por
favor procura ayudar en lo que ella necesite, trabajen
juntas... –ambas sonríen y asiente.
–Gracias… –ambas al unísono, yo no tardo en abrazarlas.
Después de haber hablado con ellas quedo nuevamente
sola en mi habitación, Margarita me envió un té y ahora me
siento un poco relajada. Con todo lo que ha pasado es
imposible dejar de pensar en ese viaje que Roy me ha
propuesto. El hecho de enterarme de que aquel hombre era
ese mismo que dio la orden para asesinar a Lorena, aquel
mismo que no se cansara hasta ver a Roy sufrir, estuvo
delante de mí, hace que todos los vellos de mi cuerpo se
ericen. Dejo salir una bocanada de aire, escucho que tocan
a la puerta y nuevamente doy el permiso.
El imponente, el jefe y dueño de esta casa aparece,
sonriente y con un aura más agradable, más tranquilo. Se
sienta al borde de la cama, yo dejo a un lado la taza de té
que llevaba en mi mano y lo dejo a un lado, un par de
boletos son dejados en mi regazo, trago con dificultad sé
que significa todo esto...
–Román...
–Deben irse hija... –en cuanto escucho de sus labios el
decirme hija, algo se eriza en mi cuerpo. –Sabía que tú eras
la mujer indicada para Roy, pero me sentía con miedo de
que el pasado de mi hijo volviera y le diera donde más le
duele... –siento mis ojos arder, las ganas de llorar
aparecen. –No es nada fácil lo que se avecina, estaré más
tranquilo si tú y mi hijo se van para Alemania...
– ¿Alemania? –la respiración se me dificulta, las manos me
sudan.
–Sí, Isabella, Alemania, estarán seguros, Alan Lee tiene
prohibido entrar a ese país, corrupción, vandalismo,
narcotráfico... –incrédula lo observo. –Aquí no le tocan un
pelo, tiene suficiente dinero para controlar a las
autoridades, el mismo dinero que tengo yo para mantenerlo
alejado de mi familia, pero... –toma una bocanada de aire.
–Es imposible lidiar con un hombre cegado por la rabia, por
el desamor, por la ira de venganza.
– ¿Mis padres? ¿El contrato? ¿Mi mamá? –esboza una
sonrisa, toma mi mano y acaricia el dorso.
–Tu madre estará en buenas manos, tu papá esta a cargo
de sus chequeos, el dinero que necesita, él lo administra,
con respecto al contrato, lo anulare, pero solo lo sabrás tú y
esta familia, pude ver en mi hijo el amor que está sintiendo
por ti... –aquello en medio de tanto pesar y desastre, me
hace sonreír.
–Yo lo amo... –asiente y sonríe.
–Lo se hija…
– ¿Cree que esto es lo mejor? ¿Qué le diré a mi mamá? Si
sabe que ella es importante, ¿Verdad? –vuelve asentir.
–Ya tus padres saben el viaje, me encargue de todo,
saldrán mañana por la noche, sé que no le has dado una
respuesta a Roy y él no tiene idea de que estoy aquí
entregándote los boletos, pero sé que pensaras muy bien,
sé que sabes que esto es lo mejor…
–Si... yo acepto el viaje, ¿Podre despedirme de mamá? –
sonríe y asiente.
–Les he dicho que Roy debe encargarse por un tiempo de la
empresa en Alemania y que tu como esposa debe estar con
él, tu madre de inmediato lo acepto, tu padre estuvo
dudoso, pero ya que sabe que existe el contrato termino por
acceder.
Todo en mi mente es un vaivén de cosas, nunca me he
separado de mamá de este modo, en el viaje de luna de
miel fue distinto fueron unos días, este viaje a otro país es
algo más serio. No sé cuándo volveré a casa, no sé cuándo
volveré a verle, solo espero que ella aun este, que ella
reciba lo que merece, que se cure, que pueda volver y verla
sonreír radiante.
–Cuídele Román, por favor, le pido que me mantenga
informada con el proceso de mamá, me siento un poco
egoísta, pero no quiero dejar a Roy, no quiero separarme de
él... –las lágrimas sin más comienzan a descender por mis
mejillas y me abraza.
– ¿Entonces? ¿Aceptas el viaje? –nos separamos y tomo
los dos boletos sobre mi regazo.
–Sí, acepto irme, el hecho de que usted me acepte y acepte
el amor entre Roy y yo es suficiente, el hecho de que quiere
lo mejor para ambos es aún mejor, gracias...
Vuelve a rodearme con sus brazos y acaricia con dulzura
mi cabello, hacia tanto tiempo que no sabía de una caricia
paternal. Aquella que te hace saber que todo estará bien,
que todo va a mejorar con el tiempo, me duele el hecho de
dejar a todos, de no ver a mamá, por un largo tiempo, si,
definitivamente, todo me duele.
_
El bullicio de las personas, el frio inquietante del
aeropuerto, los repetidos llamados para los pasajeros,
aquellos ojos rojizos por las lágrimas delante de mí,
colocándome de cuclillas tomo sus manos, mismas que
llevo a mi rostro. No tardo para dejarme llevar por el
sentimiento, comienzo a llorar, las manos suaves de mamá
me acarician con ternura, la veo directamente a sus grises y
la veo esbozar una sonrisa.
–Mereces ser feliz, Isabella, tú y Roy lo merecen... –susurra,
solo yo puedo escucharla. –Estaré bien mi niña, prometo
llevar todo al pie de la letra, sé que estarás segura en los
brazos del pelinegro, se feliz Isabella, debes serlo.
–Te voy a echar tanto de menos... –comienzo a llorar y la
rodeo con mis brazos, ella acaricia con ternura mi cabello.
–Por favor mamá, cuídate, se fuerte, no te dejes vencer, te
llamare, estaré al pendiente de ti... –vuelve a tomar mis
mejillas y asiente.
–Te lo prometo mis ojitos color cielo... –esbozo una
sonrisa.
Comienzo a despedirme de todos, Chanel, Federico, Rudy,
mi hermano, la enfermera que atiende a mamá, misma que
me prometió cuidarle día y noche. Paso a despedirme de
Román, aquel que sonriente me abraza y al separarnos me
dice que todo va a estar bien, Roy viene caminando hasta
mí, extiende su mano yo la tomo.
– ¿Lista? –asiento.
–Sí, vamos...
Le doy un último vistazo a mamá, aquella quien me mira
sonriente, yo no puedo evitar las lágrimas nuevamente. Por
mi mente solo se pasea el hecho de que al volver ella me
reciba de la misma manera, no me perdonaría el irme y que
ella ya no esté más. Me despido agitando lentamente mi
mano y Roy y yo tomamos camino a el avión con destino a
Alemania. El jet privado no estaba disponible y por lo rápido
que todo se tornó iremos de pasajeros, pero en la flamante
primera clase.
Chequeamos todo, entramos al avión y tomamos asiento.
Me siento perdida en mi mente, cosas van, cosas vienen,
limpio la lagrima que sin más se escapa y coloco mis
lentes de sol, aunque no sean necesarios.
–Lo siento... –escucho un susurro a mi lado, sonrió al verlo.
–No quería nada esto…
–Te amo, Roy Lehner... –tomo su mejilla, mi pulgar
acariciando. –Te lo dije, donde vayas yo también, me siento
una gran egoísta, pero me es imposible estar lejos de ti –
acerco mi rostro dejo un beso casto en sus labios. –Estoy
atada a ti después de todo.
–Todo irá bien, Isabella, te lo prometo... –asiento y sonrió,
recuesto mi cabeza en su hombro, entrelazamos nuestras
manos. –Yo también te amo, hermosa... –cierro mis ojos y
disfruto de esta cercanía, de este comienzo que ambos
elegimos para estar juntos, hasta que la tormenta se
marche.
Capítulo 27 - No suelo ser débil.
En cuanto termine de hacer todas las cosas pendientes solo
quería volver a la habitación. Ya la noche había caído, termine
de hablar con papá acerca del viaje y todo quedó inconcluso,
aun no continuo mi conversación con Isabella, debo respetar
lo que decida lo menos que quiero es presionarla con algo
que realmente no sé si le ha de ser un bien.
Exhausto completamente tomo camino a mi habitación, las
cosas en la mansión siguen iguales, pero es notoria la
ausencia de Ambar, pero sin dudar eso quedara de esta
manera, no la quiero en casa, no para que destruya lo único
por lo cual soy tan feliz.
Quitando mi corbata y desbotonando dos de los botones de
mi camisa entro a la habitación. Un bostezo de mi parte y un
ligero estiramiento, enfoco mi mirada en dirección a la cama
y la encuentro, caminando del closet a la cama. Frunzo el
ceño al ver las valijas sobre el colchón, ella esta
tranquilamente ordenando las cosas, desvía su mirada y al
observarme sonríe.
Tomo camino hasta donde se encuentra, confundido la
observo, ¿Qué cree que hace? La detengo tomando su
muñeca y aquellos azules que brillan nuevamente me
observan, una sonrisa se forma en sus labios, una caricia en
mi mejilla con su otra mano.
– ¿Te iras? –mascullo, ríe y niega.
–Nos iremos... –trago con dificultad, ella acerca sus labios,
un beso casto de su parte. –Acepte irnos, Roy, mañana por la
noche nos iremos para Alemania, ¿Esta bien?
–Isabella... –vuelve a unir sus labios en los míos. – ¿Lo dices
en serio? –asiente.
– ¿Crees que estoy siendo egoísta? –rodeo su cintura, rozo
mi nariz con la suya.
– ¿Crees que yo también estoy siendo egoísta? –me abraza y
oculta su rostro en mi cuello. –Somos egoístas nena, pero no
podemos hacer otra cosa, créeme no quería nada de esta
manera, yo...
–Lo sé, Roy –se aleja y acuna mi rostro entre sus manos. –
Ven, preparemos las valijas... –niego, la aprieto contra mi
cuerpo. –Roy Lehner, no tengo fuerzas para…
–Quiero que tomes un baño, conmigo, prometo que no
ocurrirá nada, solo quiero estar a tu lado, ¿Vale? –sonríe,
cuanto me encanta verla sonreír, ¿Qué me has hecho
Isabella?
La tomo en mis brazos, aquella risita juguetona que ella suele
tener, sus brazos rodeando mis hombros, sus besos en mi
cuello y su nariz rozando mi piel. Al llegar al baño la bajo,
abro las llaves y la tina comienza a llenarse, comienzo a
desvestirla, su piel blanca, su cabello pelirrojo, algunas pecas,
esas que me encantan, dejo un beso en su hombro, ella
comienza a quitar mi camisa, al terminar de despojarnos de
la ropa entramos a la tina.
Comienzo aplicar el agua tibia por su espalda, ella se queda
tranquila, dejando salir un suspiro tras otro. Acerco mis
labios, dejando besos de hombro a hombro la escucho
jadear, aquello me hace esbozar una sonrisa, mis manos
rodean su cintura, se deja caer en mi pecho, sus senos
desnudos delante de mis ojos.
–Tenías razón... –acaricio sus pechos, ella se arquea más a
mí. –Debía esperar, debía confiar en ti... –voltea a verme,
acerco mi rostro y la beso. –No quiero otros labios, no quiero
otras manos tocando mi cuerpo, no quiero otro corazón que
no sea el tuyo, Roy.
Se aleja y volviendo a mí con lentitud se sienta a horcajadas,
rodea mis hombros, trago con dificultad al tenerla de esa
manera. Isabella besa mis labios, los posee, me deja claro
que no hay otros labios que quiera que no sean los míos.
Comienzo acariciar sus piernas, su espalda, su cabello, sus
dientes toman mi labio inferior, los muerde con dulzura.
–Debemos parar, nena, tu, no puedes... –niega, vuelve a
besarme. –Isabella, mi amor, detente... –vuelve a negar.
–Calla, deja de hablar... –lleva su mano entre ambos y toma
mi miembro erecto y se sienta de una estocada sobre esté.
Un gemido de su parte, un gruñido del mío. –Podemos
hacerlo con tranquilidad ¿Verdad? –traga con dificultad,
muerde su labio mientras se mueve lentamente sobre mí.
–Nena... –toma mis mejillas con fuerza y me besa,
callándome con fuerza, comienza a gemir mientras se
mueve, aprieto su trasero, aquello la hace gemir aún más. –
Viviremos solos... –mascullo, sonríe. –No imaginas como
serán nuestras noches, no te dejare descansar, oh no, claro
que no lo hare...
–Las mañanas, nuestras tardes, no descansaremos... –
ambos reímos, ambos nos disfrutamos.
–Te hare feliz, te lo prometo...

Isabella Massón
–2 meses después–
Hace dos meses que llegamos a Alemania, ha sido tan
difícil el acostumbrarme a todo en este lugar, idioma,
personas y costumbres. No puedo creer que echo de
menos lo cálido de mi ciudad, echo de menos a mamá, que
por suerte ha ido bien con sus tratamientos. Cada que
puedo me comunico con ella, en cuanto pisamos este país
no podía sentirme tan fuera de lugar, pero Roy se ha
encargado de que sea todo lo contrario.
La casa donde estamos es acogedora, es lujosa –no puedo
negarlo–, pero se siente cálida y hogareña. Roy hace que se
sienta de esa manera, no puedo dejar a un lado que el
pelinegro ha hecho de lo suyo, me hace sentir como en
casa, tiene buenos amigos, hay otras no muy agradables.
Dos semanas después de llegar, Román le informó a Roy
que el contrato había sido anulado y que ya podíamos tener
la relación que deseábamos.
No se han tenido noticias de Alan Lee, continua en la
ciudad, pero muy oculto, no hizo aparición cuando Roy y yo
dejamos la ciudad. Es muy claro que se está manteniendo
bajo margen, sabe muy bien lo que tiene en mente, no será
obvio, eso no está en sus planes.
Como cada día en casa, estoy en uno de los muebles junto
a la ventana leyendo, en ocasiones me siento un poco
cruzada de brazos, no me gusta estar sin hacer nada, así
que cuando eso ocurre o me permito leer o tomo camino a
la cocina y me dispongo a preparar postres.
–Di que me has extrañado... –alzo la mirada, lo veo junto al
umbral de la sala, aquella sonrisa que tiene, tan perfecta,
tan dulce y cálida. –Te tengo una sorpresa... –tomo camino
hasta mí, frunzo el ceño, se coloca de cuclillas delante de
mí y lo observo.
– ¿Y bien, Roy? ¿Qué es esa nueva sorpresa para mí? –lleva
su mirada nuevamente al umbral y aquella morena
sonriente aparece, con su risa escandalosa y sus manos al
aire.
– ¡¿Pues qué crees que es la mejor sorpresa que puedes
llegar a tener?! –me levanto del sofá y de inmediato camino
hasta Chanel y la abrazo. –Joder Isa, cuanto te echaba de
menos cariño.
–Que feliz me siento de que estés aquí Chanel, no imaginas
cuánto... –ambas reímos, Roy nos deja a solas.
Al parecer y si las cosas salen bien en la empresa, Fede
podría estar mañana con nosotros. Chanel no soportaba
más tanta espera y de inmediato tomo el primer vuelo para
estar en casa conmigo y Roy. No nos veíamos desde que
dejamos la ciudad, solo nos manteníamos en contacto por
video llamadas y no eran constantes, la morena tenía
muchas ocupaciones en su trabajo y era difícil
mantenernos en contacto siempre.
Ambas tomamos camino a la cocina, Chanel observa toda
la casa, aquella que, aunque estaba amueblada en cuanto
llegamos, ha tenido algunos toques de mi parte y otros de
Roy. La veo detenerse en una de las pinturas que el
pelinegro pinto, ella esboza una sonrisa yo hago lo mismo y
continuo mi camino.
–Hacia mucho que Roy no pintaba, veo que ahora eres su
musa, que pintura tan perfecta, a simple viste se sabe que
eres tú la del cuadro.
Coloco una olla con agua y saco las cosas para preparar
café, busco algunas galletas y las coloco en el plato. Las
coloco delante de Chanel y ella no tarda en comer una, la
observo, noto algo diferente en ella, nunca la había visto tan
radiante, tan llena de buena vibra, ella tomo un bocado de
su galleta y confundida me observa.
– ¿Qué? –habla con la boca llena, esbozó una sonrisa.
– ¿Tienes algo que comentarme? Tengo el presentimiento
que me ocultas algo... –ríe y continúa comiendo galletas.
Acepto aquel silencio, acerté en lo que dije, lo ignoro por un
momento y preparo el café. Sirvo para ambas y tomo
asiento en uno de los taburetes frente a la encimera, tomo
una de las galletas y luego tomo un sorbo de café. Chanel
nunca ha sido callada, es más parlanchina, por todo saca
un tema, pero el día de hoy es todo lo contrario.
–Creo que estoy embarazada... –abro mis ojos en su
totalidad, si mi piel es pálida, claramente en este momento
es igual de pálida como la nieve que esta alrededor de la
casa. –Pero Isa, solo es una suposición.
–Chanel, deberías salir de dudas, ya decía yo, que algo me
escondías –esboza una sonrisa. –Pero, ¿Desde cuándo has
dejado los anticonceptivos? ¿El trabajo? ¿Qué piensas
hacer si en realidad lo estás?
–Lo hice con mi consentimiento, hace mucho deje de
cuidarme, no sé por qué, Isabella, quizás dirás que estoy
loca, pero... Realmente quiero ser mamá, dejar un tiempo
las pasarelas y dedicarme a mi hogar, a Federico y a mi hijo
si es que llego a tenerlo... –extiendo mi mano y tomo la
suya, acaricio el dorso de esta. –Pero me da miedo... –el
tono de su voz triste. – ¿Y si Fede no lo acepta?
– ¿Cómo puedes decir eso? Si tú eres todo para él, ¿Acaso
no lo sabes? –sonríe y asiente. –¿Te parece si mañana
salimos de dudas? Podemos salir a tomar algún café, pasar
por una farmacia y al volver a casa hacerte la prueba. Roy
siempre llega por las tardes, así que podemos tomarnos la
mañana para salir un rato y luego salir de dudas.
De inmediato acepta. Continuamos con nuestras galletas y
taza de café, Roy de seguro esta en cosas de negocios,
desde que llegamos realmente está centrado en la empresa
de su padre. Aunque eso no quiere decir que no esté al
pendiente de él, no salgo de esta casa, no sé el idioma
alemán y son muy pocos los que hablan el mío, algunos
amigos de Roy si, otros no y realmente es incómodo.
Acompaño a Chanel a la habitación donde estará, le ayudo
a desempacar y después de unos minutos soy yo quien
termino de hacerlo. Sus nauseas fueron otra evidencia de
que quizás ella si este en lo cierto, al verla salir del baño se
lanza sobre la cama, toma bocanadas de aire y una corta
sonrisa se forma en sus labios.
–No quiero ilusionarme, pero las náuseas son obvias ¿No?
–me siento al borde de la cama y asiento. –Pero igual me
hare esa prueba, ya sabes, hay embarazos psicológicos
puedes experimentar lo que, de verdad pasas en esa etapa,
solo deseo que no sea psicológico...
–Lo anhelas, ¿verdad?
–Mucho, no imaginas cuanto, sé que será una nueva
experiencia, pero lo deseo mucho, aunque Fede...
–No lo quiera... –ruedo los ojos al cielo y la miro fijamente.
–Deja de pensar eso, ¿Quieres?
–Ok, dejara de pensarlo.
Ambas quedamos en un silencio, yo termino por caer de
espaldas y al voltear la morena ya me observaba. Ambas
sonreímos y llevamos la mirada al techo, cierro mis ojos y
dejo salir una bocanada de aire, coloco mis manos sobre
mi vientre y sonrió.
–Cuanto desearía pasar por lo que tu estas pasando... –el
tono de mi voz triste. –Un hijo de Roy, sería feliz... –abro
mis ojos y Chanel ya me miraba.
–Solo tiempo al tiempo, deben primero acabar con todo lo
malo ya luego ambos serán felices y tendrán muchos
bebes –sonrió. – ¡Dios! Pelinegros y pelirrojos han de ser
una monada... –rio al escucharla y asiento.
–Los ojos grises de Roy, quizás mis azules, aunque me
gustaría aún más sus grises... –escuchamos algunas voces
que provienen de la sala, ambas confundidas nos
observamos.
Terminamos de ordenar todo y decidimos salir, aunque en
cuanto comienzo a bajar las escaleras se de quien se trata.
Tomo una bocanada de aire y al llegar a la sala los
encuentros, un par de amigos de Roy y la chica que no me
agrada. La castaña me mira sorprendida y de pronto
aquella sonrisa hipócrita que siempre me muestra se forma
en sus labios.
Voltea a ver a mi lado y mira fijamente a Chanel, la morena
la mira fijamente y pasa a mi lado. Camina hasta el chico
junto a Roy y le saluda, es obvio que Chanel les conozca,
tiene años con los Lehner, yo hago lo mismo y paso junto a
la castaña la cual claramente ni siquiera me tomo la
molestia de saludar, no tuvimos un buen comienzo, no
pretendo tenerlo ahora.
.
–Roy, ¿Dónde iremos? ¿Tus amigos alemanes? No me gusta
estar allí con mi boca cerrada, ustedes se entienden, yo
realmente no comprendo lo que hablan... –me cruzo de
brazos, Roy voltea a verme y rodea mi cuello con su mano.
–Tranquila nena, los que conocerás hoy saben francés, así
que puedes socializar con ambos, ¿Esta bien?
– ¿Ambos? ¿Son una pareja? –volteo a verle, asiente.
–Sí, son pareja, así que vamos, ¿Vale?
Termino por asentir y eso hacemos, al bajar del coche
tomamos camino dentro del restaurante. Roy no tarda en
entrelazar sus dedos con los míos, él pregunta a un
mesonero quien claramente habla alemán y luego aquel
chico nos lleva hasta una mesa donde se encuentran los
amigos de Roy.
Una castaña de ojos café se levanta de la silla y no pierde
tiempo en abrazar a Roy. Yo por mi lado, comienzo a
sentirme excluida, es como la noche del club, pero esta se
siente más intensa, el chico de cabello largo y algo rubio me
extiende la mano y yo no tardo en presentarme y saludarle.
La chica se separa de Roy, yo la observo, ¿Qué es esa
mirada?
Sus ojos de pronto me notan y esbozando una sonrisa algo
hipócrita me extiende la mano, yo por simple cortesía y no
ser grosera le estrecho con ella. Me mira de pie a cabeza y
sonríe con arrogancia, enarca una ceja y luego toma asiento
junto a su chico.
–Que placer verles nuevamente Giselle y Dustin... –ambos
sonríen, la castaña no aparta aquella mirada de Roy.
–Es muy hermosa tu esposa, Roy –apenada veo al chico y
sonriendo le agradezco, es imposible para mi ser tan
sociable. –Tu padre ha de sentirse orgulloso de ti.
–Sí, claro... –dice tan directa y arrogantemente la tal Giselle.
–Me sorprendió saber mucho que venias a Alemania, que
bien tenerte cerca –aquel tono de voz que utiliza la castaña
no hace más que darme cólera.
–Si me disculpan iré un momento al baño... –los tres
asienten, pero antes de levantarme acaricio el brazo de Roy
logrando así que me mire. –Ordena lo mismo para ambos,
amor, ¿Vale? –Roy sonríe de lado sabe que estoy intentando
hacer. –No me extrañes... –acerco mis labios y le doy un
casto beso.
–Vale bonita…
Lo veo sonreír, llevo mi mirada a Giselle y aquella me mira
con arrogancia nuevamente. Me levanto y tomo camino al
baño, ya dentro de este, comienzo a lanzar profanidades en
voz baja, tomo una bocanada de aire y mentalmente me pido
calma. Camino hasta el lavado y abriendo este humedezco
mis manos, intento alejar todo ansiedad, esta chica no me
agrada en absoluto.
Escucho la puerta abrirse y para mí no tan sorpresiva espera,
veo a Giselle sonriente entrar en este. Toma camino hasta mí
y utiliza el lavado a mi lado, mantiene una sonrisa realmente
estúpida, sube su mirada y me mira desde el espejo, yo le
sonrió de regreso y luego ambas nos enfrentamos.
– ¿Esposa? ¿Román Lehner feliz? Si claro... –se cruza de
brazos, claramente ella es más idiota que Noora.
–Veo que alguien se siente un poco como le diríamos,
¿Ardida? ¿Echada a un lado? ¿Inútil? –veo como sus ojos se
entrecierran, le imito y me cruzo de brazos. –Gisella...
–Giselle...
–Eso mismo, realmente no pierdas tu tiempo con Roy, por lo
menos deberías valorizarte, respetar a quien está a tu lado,
he tratado con dos como tu desde que estoy con mi esposo,
créeme, no llego más allá que ha estocadas verbales... –me
acerco un poco más, acerco mi rostro a su oído y suelto una
risita. –Y ninguna ha sido capaz de lograr su objetivo,
escucha atenta, Roy Lehner es mío y una ardida como tú,
créeme no es competencia para mí.
–Arrogante de mierda... –me alejo, la veo alzar su mano y la
tomo con fuerza, niego y sonrió.
–Ni lo intentes... –la enfrento y le suelto de un tirón el
antebrazo. –No se te olvide Gisella –hago una pausa, niego.
–Disculpa Giselle, los escándalos son para las mujeres
ordinarias y yo claramente no soy una de esas.
De inmediato paso a su lado y salgo del baño, con mi pecho
en un fuerte vaivén y mis manos sudorosas tomo camino a la
mesa. Sonriente tomo asiento y tomo una copa de vino
recién servida para mí, no comprendo de cuando acá me he
puesto tan arrogante cuando de Roy se trata. Es como si
fuera una leona, me defiendo sin necesidad de los demás.
No podre ser sociable ni mucho menos amigable a la primera
vez, pero cuando alguien intenta amedrentarme claramente
tengo el valor de enfrentarlo. Claramente aquí hay algo que
no comprendo, ¿Por qué si ella está interesada en Roy, tiene
una relación con Dustin? Quien a simple vista es un gran
chico. Vuelve a la mesa, toma asiento y se toma toda su copa
de vino, los chicos ignoran su actitud y ella dándome una
mirada fugaz se entretiene en la conversación. Esbozo una
sonrisa y hago lo mismo, después de todo Roy tiene razón, he
cambiado tanto, ya no suelo ser la Isabella débil y frágil, ya no
más.
.
Todos tomamos asiento, Chanel junto a mí, Dustin junto a
Giselle y Roy en uno de los sillones. Ambos hablan de
cualquier tema, la castaña en ocasiones participa, me
disculpo con todos y tomo camino a la cocina. Chanel no
tarda en venir a mi lado y me dispongo a preparar chocolate
caliente, está comenzando a nevar nuevamente, ya el sol se
está ocultando.
Chanel recibe una llamada de claramente Federico ya que
de inmediato emocionada le respondió, tomo camino fuera
de la cocina y yo continuo con lo mío.
Busco algunos bocadillos para acompañar y comienzo a
caminar de un lado a otro por toda la cocina. El olor a
chocolate caliente me encanta, busco algunas tazas y
cuando quedo frente a una de las ventanas me detengo en
seco. Frunciendo el ceño y parpadeando varias veces
intento enfocar mi vista, dejo a un lado lo que hago y me
acerco más a la ventana.
La nevada es fuerte y se me dificulta un poco ver a la parte
exterior, pero estoy muy segura que claramente hay una
persona viendo fijamente a la ventana donde yo me
encuentro. Es la silueta de una mujer, me preocuparía
mucho si no estuviera abrigada, pero claramente si lo está,
intento con todas mis fuerzas ver de quien se trata, pero
me es imposible.
– ¡Isa! ¡El chocolate! –escucho la voz de Chanel, llevo mi
mirada a la estufa y rápidamente apago esta, el chocolate
derramado.
–Mierda... –lo quito rápidamente de la estufa y comienzo a
limpiar con eso caliente.
– ¿Qué ocurre? ¿Qué veías tan perdida? –espabilo un poco
y enfoco mi mirada en Chanel.
–Había alguien fuera, veía fijamente a la casa, no...
– ¿Qué? ¿Un hombre? ¿Lograste ver su rostro? –niego
repetidas veces.
–Era una mujer, su silueta la delataba, pero está nevando
tanto, que fue imposible ver su rostro... –Chanel comienza
ayudarme a limpiar y sirve el chocolate que por suerte
logramos rescatar. –Me sentí intrigada, este vecindario es
un poco solitario, muy rara la vez que se ven los vecinos... –
me encojo de hombros.
–Quien sabe, nena... –asiento, le ayudo con los
malvaviscos. –Por cierto Fede si vendrá, estoy emocionada,
no olvides nuestra salida de mañana, ¿Vale?
– ¿Olvidarla? Me siento ansiosa de saber el resultado.
– ¿Qué resultado? –escuchamos la voz de Roy, ambas
saltamos del susto. –Nena, Dustin y Giselle se han
marchado, así que más chocolate y bocadillos para
nosotros... –los tres reímos, pero Roy vuelve a mirarnos
intrigado. –¿Y bien? ¿De qué resultado hablan?
–Cosas de chicas Roy Lehner... –exclama Chanel mientras
se da un sorbo de chocolate. –¿Qué no aprendes aún, que
en cosas de mujeres no debes involucrarte? –el pelinegro
nos ve y termina por asentir.
–Puedo apostar a que hablan de maquillaje, yo mejor me
voy al estudio, sigan ustedes... –rio, pero lo detengo de
inmediato.
–Roy, ¿Por qué Dustin y Giselle se fueron tan rápido?
Siempre suelen ver algún partido... –me cruzo de brazos lo
veo fijamente.
–Hablaremos ese tema cuando Federico este con nosotros,
créanme es algo muy importante...
Y así sin más el pelinegro toma camino al estudio. La
morena y yo nos vemos, ambas con un semblante de
confusión. Sé que últimamente Dustin y Roy se reúnen,
claro está él siempre viene solo, ver a Giselle el día de hoy
me sorprendió mucho. Siempre Dustin, el rubio, le trae
carpetas y carpetas a Roy, pero ya que no me gusta indagar
prefiero alejarme de esos asuntos.
No sé qué se trae entre manos, pero solo espero que no
sean cosas malas, realmente estoy cansada de esos malos
asuntos.
Capítulo 28 - Nuestra familia.
Al día siguiente todo sigue con normalidad, Roy se fue a
muy temprana hora y Chanel y yo nos quedamos en casa
intentando preparar la sorpresa para Fede. Aún no se nos
ocurre nada, todo por el simple hecho de que el pelinegro
nos dejó con cierta intriga respecto a lo que nos debe
contar en cuanto su hermano llegue a casa.
Después de prepararme para salir por la mañana junto a
Chanel, a la cual se le ocurrió preparar una cena y luego
darle la noticia a Federico, tomo mis cosas. Coloco una de
mis bufandas favoritas y salgo de mi habitación, al bajar las
escaleras me encuentro a Chanel lista y solo esperando por
mí.
Sonriente la observo y salimos de casa, tomo uno de los
coches y salimos con rumbo al centro de la ciudad. Por
suerte la nevada de ayer fue tan fuerte que hoy el cielo está
despejado de nieve, aunque hay un poco de sol, igual
domina el frio que está haciendo en esta temporada. Por
otro lado, tengo la suerte de estar junto a Chanel ya que ella
si se familiariza con el idioma alemán, yo para nada tengo
que ver con eso.
Volteo a verla y va recostada con sus ojos cerrados, ayer
por la noche nos dormimos muy tarde, hablamos de tantos
temas y siendo honesta, yo también me siento agotada.
Pero si, el tema que Roy quiere tocar en cuanto Fede se
encuentre con nosotros no deja de golpetear mi cabeza y
mucho menos dejo de pensar en aquella mujer que estaba
fuera de casa.
Me detengo frente a uno de los locales donde suelo venir
con Roy a pasar el rato, siempre le pido venir, ya que sirven
unos deliciosos cafés, toco el hombro de Chanel y ella entre
quejidos abre sus ojos, bajamos del coche y tomamos
camino dentro, buscamos una de las mesas junto a una
vidriera y nos sentamos.
–De seguro ha sido Roy quien te trajo acá, ¿No?
– ¿Eres adivina? –Chanel ríe y niega.
–Siempre le ha gustado venir al igual que Fede, lo que me
gusta de este lugar es los panecillos de pasas, son la gloria.
Asiento y una chica se nos acerca, confundida la observo,
Chanel pide para ambas y yo mientras la detallo
completamente. Tiene el cabello negro y abundante, unos
pómulos preciosos, unos labios voluptuosos y en cuanto
sus ojos se enfocan en mí, el color miel tan suave de su iris
me deja cautivada.
–No te había visto por acá... –le hablo y al verme sé que
entendió lo que le dije, por fin alguien que no solo habla
alemán. –Eres nueva ¿no?
–Sí, es mi tercer día de trabajo... –tiene una linda voz y
emana tanta calidez. –Ya les traeré su orden, con permiso.
–Chanel y yo asentimos y ella se da media vuelta.
–Es muy hermosa, podría ser modelo si se lo propone.
–Tienes un ojo para eso, Chanel, sé que lo dices enserio,
deberías ayudarle, aunque se ve tranquila, hay algo en ella
que me inquieta –Chanel ríe un poco yo confundida me
encojo de hombros. – ¿Qué?
–Yo podre tener un buen ojo para saber quién pertenece a
la pasarela, pero joder, Isa, tú tienes un ojo para notar el
ánimo de las personas, yo ni siquiera note algo malo en
ella, pero claramente tu sí... –sonrió y volteo para verle ella
está concentrada mientras un chico a su lado le ayuda.
–Tiene unos ojos miel tan preciosos... Así como... –hago
una pausa y la observo volver, deja nuestros cafés y
panecillos y con una corta reverencia se marcha. – ¿Y si
fuera ella? –mascullo, volteo a ver a Chanel me mira
confundida. –Nada, olvidado.
–No, no, Isa, dime, que pasa por tu mentecita... –me guiña,
me doy un corto sorbo de mi café. –Te escucho...
– ¿Y si fuera, Jenell Lehner? –me encojo de hombros. –No
lo sé, solo vi una foto de cuando era una bebé y sus ojos
mieles son particulares, son un tanto más claros y
llamativos, además, Román Lehner siempre recalca el color
de ojos de su hija –niego. –Olvídalo...
–Imposible –Chanel, me mira fijo, pero intrigada. –Isa...
Aunque no sabemos cómo es ella, ya sabes con todos
estos años de por medio, no creo que sea ella, ya nuestro
suegrito Román Lehner, la hubiera encontrado, ¿no? –
Chanel se da un sorbo de su café.
–Sí, claro, tienes razón, tonterías mías...
Y continuamos con nuestro parloteo.
_
Entre actualizaciones de chismes, –como lo dice Chanel– e
ideas para la sorpresa de Fede, se nos fue media mañana.
Cancelamos la cuenta y no volvimos a cruzarnos con la
pelinegra, me siento realmente con un poco de ansiedad,
no sé porque pensé que llegué a pensar, que, quizás ella
fuera le hermana de Roy. Quizás porque es el tema que nos
rodea a todos, desde que ocurrió todo en la ciudad, su
búsqueda se intensifico más, pero como siempre, sin
respuesta alguna.
Chanel y yo hicimos unas compras para la cena de esta
noche y luego volvimos a casa. Roy no volverá hasta dadas
las seis de la tarde así que aprovechare de ordenar la casa
y luego hacer algo de comer para Chanel y para mí. La
morena tomo camino a la habitación de huéspedes para
recostarse, recién comienza su embarazo y ya las ganas de
dormir están apareciendo, y sí, yo soy del equipo de que si
esta embarazada.
Escucho que llaman a la puerta, dejo las cosas a un lado en
la cocina y tomo camino hasta la entrada. Me extraña un
poco el que vengan a casa, los vecinos por acá no suelen
venir y casi nadie nos visita en esta casa, a menos que sea
algún guarda espalda de los Lehner. Al abrir noto que no se
encuentra nadie, pero antes de cerrar mi mirada baja al
suelo y noto que hay un sobre, veo a ambos lados, veo
algunas huellas en la nieve, pero es en vano todo esta
solitario y silencioso. Me agacho para agarrarla y entro de
inmediato.
El nombre de Roy está escrito en este sobre, una letra muy
hermosa, esta sellada y claramente no seré yo quien le dé
una ojeada. Respeto mucho las cosas ajenas y opto por
dejarla en el escritorio de Roy, tomo camino a su estudio y
me encuentro con un jodido desastre, esto es casi siempre.
–Dios, es como tener un hijo pequeño... –mascullo para
luego sonreír.
Comienzo a ordenar algunos libros en la estantería y echo
en la basura las colillas de cigarrillo que Roy consume.
Siempre lo hace, cada que esta estresado, comienzo a
guardar un montón de papeles los cuales no tengo ni la
más mínima idea de lo que dice, ya que todo está en
alemán. Tomo asiento y eso hago, una torre algo
considerada de hojas, cae sobre el suelo y maldiciendo las
recojo. Volviendo nuevamente al escritorio una punzada me
da con fuerza en el pecho, trago grueso.
Una carpeta con el nombre de Jenell está sobre este, tiene
unas considerables hojas amontonadas, dejo a un lado las
que cayeron al suelo y me dispongo a ver esa carpeta. De
seguro es esto de lo que Roy nos quiere hablar, aunque
debería dejarla a un lado y esperar por él, me es imposible
no sentirme intrigada por todo esto. Algunas están en letra
alemana y otras en ingles, pero luego mis manos
comienzan a temblar al toparme con varias fotos.
– ¿Es ella? –susurro para mí, en un hilo de voz, mi garganta
seca, mis manos sudorosas, mi cuerpo entero temblando.
–Imposible...
Me levanto de la silla y con las fotos en mis manos salgo
del estudio, corriendo escaleras arriba llego donde Chanel,
quien dormida me recibe. Desesperada golpeteo su
hombro, ella quejándose aparta mi mano, pero yo no dejo
de insistir, se queja más y más hasta el punto de llorar por
que ella quiere continuar durmiendo.
–Quiero sushi con chocolate...
– ¿Qué? Qué asco de antojo, Chanel... –ríe y aun con sus
ojos cerrados se sienta sobre el colchón, los abre y al
mirarme su gesto cambia, sabe que estoy en un modo de
shock impresionante. –Si era ella, Chanel, tenía razón... –
frunce el ceño, sacude su cabeza.
– ¿De qué hablas?
–Míralo con tus propios ojos, no estaba siendo exagerada
tenía razón... –le entrego las fotos y ella confundida
comienza a mirarles, abre sus ojos en su totalidad.
– ¡María purísima, no! –me mira a mí, mira las fotos y luego
a mi nuevamente. –Tenemos que llamar a Roy ahora
mismo –niego.
–No, Chanel, debemos esperar que sea él quien nos
muestre esto y luego nosotras decirle que le hemos visto –
suspiro. –Que conocimos a su hermana Jenell porque si de
algo estoy segura, estas fotos no son recién, mira este es
otro local, de seguro ha estado cambiándose de trabajo una
y otra vez, debemos ser cuidadosos.
–Tienes razón, hay algo aquí que no está siendo aclarado,
porque si Roy tenia esto ¿No ha hecho nada?
–Su mamá... –un mal sabor de boca se me asienta y luego
la puerta de casa se abre y las voces de Fede y Roy son
escuchadas por nosotras, Chanel rápidamente salta de la
cama y esconde las fotos. –Toquemos el tema para
mañana, hoy debemos darle la noticia a Fede de tu
embarazo y para mañana le diremos sobre su hermana,
¿Esta bien?
–Isabella, por mí no hay problema si hablamos eso para
hoy, yo...
–Chanel, los chicos deben tener un poquito de felicidad
después de todo, sabes que el tema de Jenell es muy
doloroso para ellos y que toda esta situación no será tan
fácil como lo pensamos.
Ella asiente y ambas intentando calmarnos salimos de la
habitación. Chanel cambia su semblante al igual que yo, al
bajar nos encontramos a los chicos, Fede tan guapo como
siempre camina hasta su chica y le saluda. Por mi lado, me
acerco a mi pelinegro rodeando con mis brazos los
hombros de Roy le doy un beso en los labios, él sonríe y me
abraza.
–No creí que vendrías tan pronto...
–Quise recibir a Fede y venir a casa temprano, ¿Tienen
pensado algo para el día de hoy? Yo iré un momento al
estudio, debo buscar unas cosas... –abro mis ojos en su
totalidad, Chanel lo nota y se adelanta.
–No querido cuñado, ni lo pienses, cero trabajos, cero
encerrarte en ese estudio, hoy tenemos algo que celebrar
así que ni lo pienses.
– ¿Y qué celebraremos hermosa? ¿Qué has hecho ahora? –
todos reímos con Fede.
–Nada, solo que estamos todos acá en Alemania y
debemos disfrutar nuestros días libres, ¿No crees? –
Federico sonríe al igual que Roy y ambos están de acuerdo.
Ellos deciden salir e ir por algunas cervezas y nosotras
hacer un rico almuerzo, todo sería por la noche, pero con la
temprana llegada del rubio ahora será antes de lo
acordado. Mi mente en este momento está más allá de la
realidad, yo estoy en creer y no creer lo que recién acaba de
pasar, sé que la mente de Chanel es un completo ocho en
este momento, yo no sé si querer llamarle a esto una
casualidad.
¿Pero desde cuando Roy tiene esas fotos? ¿Qué está
esperando? ¿Por qué no le avisa la noticia a su padre? ¿Qué
está ocurriendo en realidad?
Un estruendoso sonido de un vaso roto me ensordece y me
hace volver a la realidad. Veo a mi lado a Chanel quien me
habla, pero yo no le entiendo hasta que con un leve
sacudón entro completamente a mi realidad y me doy
cuenta que fui yo quien dejó caer el vaso.
–Isa, estas tan distraída... –ella intenta bajar para recoger
mi desastre, pero la detengo.
–Lo hare yo, tranquila, es mejor que vuelvas por las fotos y
las coloques en la carpeta que esta sobre el escritorio
antes de que Roy y Federico vuelvan.
–Vale iré de inmediato... –asiento y ella sale directo a la
habitación.
Me dispongo a recoger el punzante vidrio y con mucho
cuidado lo tiro en la basura, camino hasta la estufa y coloco
una olla con agua, al parecer Chanel preparara una de sus
tantas recetas de espagueti. Terminando de encender y
colocar la olla, siento algo pesado recorrerme el cuerpo,
muevo de un lado a otro mi cabeza y al enfocar mi mirada
fuera de casa salto del susto llevando así una mano a mi
pecho.
Trago con dificultad, aquella silueta aquel rostro más
visible, –la madre de Roy–, no estoy equivocada sé que es
ella, tiene que serlo. Aturdida y sin apartar la mirada de las
ventanas de la casa, corro hasta la puerta principal, la voz
de Chanel detrás de mí, pero al salir al exterior de la casa ya
no se encuentra nadie. Apresuro mi andar y la veo correr
hasta un coche color negro, se sube en la parte trasera y
rápidamente se esfuman.
–Diablos Isabella, ¿Ahora qué ocurre?
–Era la madre de los chicos, estoy segura Chanel, es ella...
–estresada señalo donde el auto va a un más lejos. – ¿Qué
demonios está pasando? ¿Qué?
–Ven vamos dentro Isabella, es lo mejor... –frustrada me
doy media vuelta y entro junto a Chanel.
Tomo asiento en uno de los taburetes frente a la encimera
de la cocina y Chanel se dispone a preparar el almuerzo. Mi
cabeza duele y la frustración me toma de los pies, ¿Ahora
que quiere esa mujer? ¿Después de tanto daño a su familia,
vuelve? ¿Qué dirá Roy en cuanto sepa de esto?
–Estoy estresada de tantas preguntas en mi cabeza y ni
siquiera el día ha terminado –apoyo mi cabeza en la
encimera y dejo salir con pesadez el aire de mis pulmones.
–Lo siento, Isabella, pero después de darle la noticia a los
chicos debemos contarle todo, no sabemos lo que es
capaz de hacer la madre de Roy, debemos ser más rápida
que ella, ni siquiera sabemos a qué nos estamos
enfrentando –le miro. – ¿Por qué ahora?
Veo fijamente a la morena estoy de acuerdo con ella,
después de todo tiene razón, ya van dos veces que veo a
esa mujer fuera de casa y ni siquiera sé si han sido más
días sin yo haberme dado cuenta. Por un lado, me da cierto
temor todo esto, los años han pasado y yo no tengo la
remota idea de cómo ha de ser en este tiempo.
..
Delante de mí un sonriente Roy, hace bromas junto a su
hermano, Chanel ríe al verlos hablar de sus cosas de
adolescentes, yo solo me he dado algunos bocados de mi
plato de comida. En ocasiones la morena me da una que
otra mirada, yo intento mantenerme al margen de todo,
pero me es imposible.
Me doy un sorbo de mi vaso de vino, para Chanel fue muy
difícil el evitar tomar, con Roy y Federico presente, solo dijo
que no se sentía muy bien para tomar licor y los chicos lo
aceptaron. Bajo mi mirada y la enfoco en mi plato de
comida, muevo mi tenedor de un lado a otro, cierro con
fuerza mis ojos y tomo una bocanada de aire.
– ¿Bella? –espabilo y enfoco mi mirada al frente, Roy me
mira confundido. – ¿Te encuentras bien? No has comido lo
suficiente... –sonrió y niego.
–Todo bien... –me doy un bocado y vuelvo a sonreír,
intentando apartar su preocupación.
Chanel se levanta de su asiento y toma camino a la
habitación, a los segundos vuelve con un regalo. Federico
sonriente sabe que es para él, creo que esta fue la única
opción que a Chanel se le vino a la mente, fue lo único que
se nos ocurrió, ella se sienta junto al rubio y temerosa le
entrega la caja forrada y con un lazo blanco.
Roy me mira, la clara confusión en su rostro, yo cabizbaja le
sonrió y me doy un último sorbo de mi vino. Trago grueso y
al ver a los chicos una sonrisa se forma en mis labios,
sonrisa misma que se torna realmente muy triste, ya que yo
no sé cuándo he de pasar por esto con Roy.
En cuanto Fede abre aquella caja todo en su mirada es
realmente confuso, el lee la nota, saca una camisa de bebe
y la prueba de embarazo seguido de esto. Observo a Chanel
quien no hace más que hiperventilar y estar nerviosa, los
ojos de Roy están que salen disparados, esta tan
sorprendido como su hermano, Fede se levanta y camina
de un lado a otro, está hecho bolita con esto.
– ¿No es una broma? –susurra, su voz quebrantándose. –
Dime que no es una de tus tantas bromas Chanel... –la
morena se levanta y caminando hacia él lo abraza.
–No es una broma, Fede, si lo estoy, estoy embarazada, vas
hacer papá... –el rubio la levanta en sus brazos y entre la
risa y el llanto ambos celebran su noticia.
Yo me levanto me acerco a ellos y les abrazo, acto seguido
Roy hace lo mismo, lo veo sonriente, feliz al igual que su
hermano. Chanel no deja de sonreír, un nudo se forma en
mi garganta y no logro evitar las ganas de llorar, sin
excusarme tomo camino escaleras arribas. Entro a mi
habitación y las lágrimas comienzan a bajar por mis
mejillas, me abrazo a mí misma, me siento feliz por Chanel
y Federico, pero eso es algo que a mí me gustaría vivir con
Roy.
–Hey, Isabella... –escucho detrás de mí, limpio apresurada
mis lágrimas y volteo para verle. –Ven aquí... –abre sus
brazos y caminando hasta él, lo abrazo.
–Lo siento, Roy... –susurro, él acaricia mi cabello, lo abrazo
aún más. –No quería arruinarle el momento a ese par... –ríe
y alejándose de mi sonríe y limpia mis lágrimas. –Es solo
que yo –el sentimiento vuelve a mí. –Me gustaría vivir eso
contigo, lo siento... –niego y él besa la punta de mi nariz.
–Lamento que no podamos pensar en ello en este
momento, preciosa... –me cubre con sus brazos. –Te amo,
lo sabes, estoy haciendo todo por ti, quiero que vivamos en
paz sin ocultarnos de nada, no quiero que vivas con miedo
de salir a la calle, por favor te vuelvo a pedir un poco de
tiempo.
Me alejo de él y asiento, después de todo esperar es lo
único que me toca, no puedo darme el lujo de traer al
mundo a un bebé que estará lleno de problemas de adultos
y que será él, el único quien sufrirá las consecuencias.
Tomando con suavidad los labios de Roy lo beso, él me
rodea con sus brazos y me apretuja hacia su cuerpo, rodeo
sus hombros y me encamina hasta nuestra cama.
–No, Roy... –susurro, me besa. –Los chicos están fuera,
volvamos... –ríe y niega.
–Se han ido a celebrar su embarazo... –sus labios bajan
por mi mentón. –No volverán hasta la noche así que...
Nosotros tenemos tiempo de sobra hasta que vuelvan... –
eso me hace sonreír y asiento.
–Te echo de menos... –sus manos entran por debajo de mi
blusa, la calidez que emana hace que la piel se me erice. –
Soy feliz a tu lado... –susurro mientras él se dispone a
quitar mi blusa.
Quedando en brasier, él quita su camisa de botones, su piel
descubierta. Sus labios bajan por mi torso, un beso es
dejado a un costado de mi seno, allí donde tengo mi
tatuaje. Me besa con dulzura, sus manos recorren mi
espalda quita mi brasier, un frio tolerable nos abraza, sube
nuevamente hasta mi rostro.
– ¿Me dirás que te ocurre? –susurra cerca de mis labios, yo
niego.
–No será en este momento...
– ¿Por qué? –besa con dulzura mis labios.
–Porque solo quiero disfrutarte por un momento, Roy, hacia
tanto que no teníamos un momento para ambos... –
asiente, besa la punta de mi nariz nuevamente. –Además,
créeme que el tocar ese tema no será fácil... –se aleja de
mí y me mira intrigado.
–Isabella, ¿Debo preocuparme? –no sé si asentir o negar.
–Mejor lo hablamos luego, ¿Esta bien?
–Está bien, bonita.
Sus manos bajan hasta el short que llevo y lo despoja de mi
cuerpo, él me abraza, me besa completamente, cierro mis
ojos, me dejo llevar por las dulces caricias. Sus dientes
muerden mi vientre, un gemido se escapa de mis labios,
toda mi piel se eriza, acerco mis manos a su rostro y tomo
sus mejillas, hago que vuelva a mí y sus labios en los míos
nuevamente.
Con fuerza hago que quede con su espalda contra el
colchón, sentada a horcajadas sobre él siento en mi
intimidad la erección que se está formando. Aquellos grises
me miran con lujuria, muerdo con suavidad mi labio inferior,
mis manos recorren su pecho desnudo, como casi siempre
comienzo a trazar sus tatuajes.
Él toma impulso y se sienta, sus labios con desespero
besan los míos, su lengua se abre paso, me aprieta más a
él logrando que sienta su dura erección. Los jadeos no
tardan, la humedad en mi intimidad es tan notoria, un
gruñido de su parte, un ligero mordisco en mi hombro.
Tomándome con fuerza nuevamente, él queda sobre mí,
termina de despojar la única prenda que llevaba conmigo,
se aleja de mí, quita su pantalón seguido de su ropa
interior.
– ¿Lo quieres ahora? –una sonrisa se forma en mis labios,
hacia tanto que Roy no me hablaba de esa manera, yo
asiento. –Oh, ¿No lo quieres? Que mal...
– ¡Roy! –exclamo entre risas. –No me hagas golpearte... –
muerde sus labios, una sonrisa lasciva formándose en
ellos, se acerca a mí, de una estocada se adentra en mí, un
gemido brota de mis labios, aprieto con fuerza mis ojos.
–Deja de hacerlo... –susurra en mis labios.
– ¿De qué hablas? –besa con fuerza mis labios mientras
que con fuerza y deseo me posee.
–Deja de tomar esas jodidas pastillas y formemos nuestra
familia... –choca su frente con la mía, un manojo de
sentimientos me arropa. –Sé que no es el momento
oportuno, pero yo también lo quiero, lo sueño y lo deseo –
una lagrima sin más baja por mi mejilla. –Quiero a una
pequeña Isabella o…
–Un pequeño Roy... –esbozo entre lágrimas.
–Que nos importe una mierda los demás, Isabella,
hagamos lo que queramos, luchemos juntos, no nos
cohibamos de nada... –sonrió acaricio con dulzura su
mejilla.
–Cuanto me encanta este nuevo, Roy... –cierra sus ojos,
chocando su frente con la mía, su caliente respiración
choca entre mi nariz y mi labio superior. –Luchemos juntos.
–Me has hecho cambiar de la mejor manera... –susurra, me
abraza con ternura. –Lucharemos juntos.
Capítulo 29 - Debemos volver.
Siento una dulce caricia en mi espalda desnuda, dedos
cálidos, dedos muy suaves. Esbozó una sonrisa, hundo más
mi rostro en la almohada, de pronto la caliente respiración
recorriendo de un lado a otro mis hombros. Con lentitud me
voy dando vuelta, la habitación esta con solo una lámpara
encendida y su luz es tenue, al quedar completamente boca
arriba, esos hermosos grises me observan y una sonrisa se
forma en sus labios.
En el intento de abrir mi boca para hablar sus labios se
unen con los míos, una sonrisa se forma en mis labios,
mientras Roy me besa con tanto deseo y anhelo. Rodeo sus
hombros con mis brazos, atrayéndolo más a mi cuerpo
sintiendo aún más su piel chocar con la mía, tomándome
con fuerza, él queda con su espalda chocando en el
colchón y quedo sobre él.
Mi cabello pelirrojo desordenado cae a ambos lados, él lo
retira con total dulzura, lo veo fijamente, una sensación que
me alborota los sentimientos, se asienta en la boca de mi
estómago. Acerco mi rostro al suyo y beso con tanto amor
sus labios, enredo mis dedos en su cabello azabache.
–Serás la mujer más hermosa cuando lleves un hijo mío en
tu vientre –sonrió. –Tu enorme panza, aquella cara de
satisfacción cuando logras comer cualquier cosa que se te
antoje, tu cabello será aún más hermoso de lo que es, y
seré yo quien tenga la dicha de disfrutar verte cada día... –
oculto mi rostro entre su cuello y pecho, siento mis mejillas
arder.
– ¿Te has imaginado eso conmigo?
–Lo he imaginado y soñado, y sé que el camino no será
fácil, pero yo estaré a tu lado siempre... –vuelvo alejarme y
entre sonrisas me lleva nuevamente de espaldas al
colchón. –Deberíamos continuar con la practica ¿No crees?
–rio, el también.
–Roy Lehner, eres imposible...
Ambos reímos y nos ocultamos bajos las sabanas, los
besos no tardan, las caricias y el deseo nos arropa. Sus
manos recorren cada parte de mi cuerpo desnudo, sus
labios recorren aquellos lugares que solo él sabe que me
hacen delirar, la respiración se me entrecorta, las ganas de
ser suya una y otra vez me orillan a ese acantilado llamado,
Roy Lehner.
Susurro su nombre cada que lo siento más y más dentro de
mí y me arqueo por las oleadas de lujuria que están por
todo mi cuerpo. Disfruto cada momento íntimo, cada bezo y
caricia, cada palabra y promesa, disfruto tanto de lo que él
me transmite.
_
Un fuerte golpeteo en medio de la madrugada hace que me
siente de golpe sobre la cama, volteo a un lado y Roy esta
plácidamente dormido. Tomo una fuerte bocanada de aire y
con lentitud vuelvo a recostarme en la cama, intento cerrar
mis ojos, pero nuevamente el golpeteo suena. Llevo mi
mano hasta el hombro de Roy y comienzo a moverle una y
otra vez, entre quejidos se mueve sobre la cama.
– ¿Quieres otra práctica? –susurra, ruedo los ojos al cielo.
–Roy... Escucha... –él se detiene y al voltear me observa
confundido, pasan unos segundos y resuena nuevamente el
golpeteo. – ¿Has escuchado? –asiente.
–Espérame aquí vale, despertare a Fede, solo no salgas de
la habitación...
–Pero, Roy...
–Por favor... –dice tranquilamente, asiento.
Sin querer estar dentro de cama salgo de ella, caminando
de un lado a otro mis manos comienzan a temblar y la
respiración se me dificulta. Con todo mi cuerpo y mente
realmente angustiado e inquietante, me siento nuevamente
al borde de mi cama. Mi pierna derecha sube y baja por la
desesperación y la ansiedad que la espera me provoca,
escucho que abren la puerta y es Fede, con una leve
inclinación de cabeza le sigo.
Tomo una de mis abrigos y salgo de inmediato de la
habitación, bajo con prisa las escaleras que dan con la sala
principal y ya Chanel se encuentra junto a Roy. Camino
hasta el pelinegro y tomo asiento junto a él, lo veo con un
sobre en sus manos y ahora que recuerdo no le he
entregado el anterior.
–Esperen un momento… –los tres me observan y
rápidamente voy por el sobre anterior y regreso
entregándosela a Roy. –Lo habían dejado para ti, lo olvide
por completo con lo de Chanel y Fede.
–Está bien bonita… –esboza una sonrisa, misma que no
hace más que destilar angustia.
Se dispone abrir la primera que habían dejado junto a la
puerta y es una simple carta, pero con su gesto no hace
más que dejarnos con cierta intriga. Fede y Chanel me
miran, yo simplemente me encojo de hombros, un
carraspeo de Roy nos hace voltear y mirarle.
Abre el sobre que recién han dejado y mis manos
comienzan a sudar, tengo tantos nervios acumulados, una
información realmente importante y de verdad no sé cómo
digerir esto. Roy comienza a sacar una tras otra y otra
fotografía, veo como sus manos tiemblan, sé que está
realmente asustado, ¿Pero de qué?
–Nos están espiando... –deja salir todo en un angustiante
susurro. – ¿Qué es todo esto? –con rabia lanza las fotos
sobre la mesita delante de él, lo observo, hacia tanto
tiempo que su mirada gris no se tornaba tan oscura.
Procedo a tomar las fotos rápidamente, Fede toma otra
más y las mira junto a Chanel. La garganta se me seca,
todo mi cuerpo entero tiembla, muerdo el interior de mi
mejilla para calmar la jodida ansiedad que me está
atacando una vez más.
–Debo llamar a papá, ahora... –Roy busca su móvil y con
rapidez le marca.
–Roy, ha de estar dormido, ¿No podrías esperar a mañana?
–él mira a Chanel y niega.
–Esto no tiene por qué esperar... –se levanta y camina de
un lado a otro. – ¡Papá! Tenemos un problema, nos han
estado espiando... –asiente repetidas veces. –Pero si es
posible papá, tu más que nadie sabe que él puede
encontrarnos así sea debajo de las piedras... –lleva su
mano izquierda a su cabello y la pasa repetidas veces. –
Ella está bien, todos estamos bien, pero me inquieta todo
esto, nos están espiando, si creo capaz a Alan de hacer
hasta lo imposible por joder todo lo que tengo.
Aquel nombre que entra por mis oídos no hace más que
enviarme oleadas de preocupación, pero en esta ocasión sé
que él no tiene nada que ver. Llevo mi mirada hasta la
morena quien levemente asiente, sé que es momento de
que comience hablar, de que le cuente a Roy algunas cosas
que él no sabe y que, de alguna manera u otra, le harán un
poco de daño y dolor.
–Roy, cuelga el móvil... –él voltea a verme confundido me
observa. –Tu padre merece descansar, dile que mañana le
llamaras –bufa y termina por acceder, se despide de
Román Lehner y procede a tomar asiento.
– ¿Y bien? ¿Qué ocurre? –tomo una fuerte bocanada de aire
y asiento.
–Estoy cien por ciento segura, que Alan Lee, no tiene nada
que ver con esto... –les muestro las fotos. – ¿Quién te ha
enviado esa carta? –la inquietud se apodera de él y niega
repetidas veces. –Roy... ¿Quién te ha enviado esa carta?
–M... Mamá... –la mirada sorprendida de Federico, el
asombro de Chanel. –Es ella, no cabe dudas, es su letra.
–Es ella, quien te ha dejado esas fotos, Roy... –entrecierra
sus ojos, esboza una sonrisa incrédula. –No te había
querido comentar, pero, ella nos está espiando, aunque
claramente no a ti, es a mí a quien está espiando... –me
encojo de hombros. –Solo soy yo la que sale en esas fotos,
entrando a casa, dentro de casa, en la cocina, subiendo a
mi coche, solo yo... –observo las fotos. –La vi fuera de
casa, dos veces para ser exacta, el día que llego Chanel y...
–trago con dificultad. –Al llegar de mi salida con Chanel,
estuve a tan solo un paso de encararla, pero se fue
rápidamente en un coche que le esperaba.
– ¿Por qué no me habías comentado nada?
–Hay más, Roy... –trago con dificultad, cierro con fuerza
mis ojos. –Lamento haber indagado en unas cosas que
tienes sobre tu escritorio... –volteo a verle fijamente. –Vi
unas fotos, de quizás tu hermana ¿No? –Federico nos mira
a ambos, no comprende nada, Roy asiente. –Fui con Chanel
a ese café que siempre me llevas, note que la chica que nos
atendió era nueva, es, es hermosa Roy –tomo una
bocanada de aire. –Tiene unos ojazos color miel, tiene
ciertas cosas muy parecida a los Lehner, luego vi esas
fotos del escritorio y es ella, estoy muy segura que es tu
hermana, y si pensamos muy bien las cosas, tu mamá está
evitando que se encuentren...
Nadie dice nada, Roy se levanta de su asiento y toma
camino a su estudio, aprieto con fuerza mis manos
temblorosas, Federico se levanta y disculpándose toma
camino detrás de Roy. Me quedo viendo a la nada, Chanel
toma asiento junto a mí, yo en este momento no sé qué
sentimiento he de tener, pero el pelinegro con esa
escapada me ha hecho sentir un poco mal, es como si me
estoy entrometiendo donde no debo.
–Lo siento, Chanel, iré a mi habitación... –ella un poco triste
asiente y yo procedo a tomar camino a la habitación.
Al llegar no tardo en meterme bajo las sabanas, veo a un
punto fijo de la habitación, tomo repetidas veces algunos
suspiros y cierro mis ojos. Es realmente un poco
inquietante sentirte de esta manera, donde no sabes si
hiciste un bien o simplemente actuaste de la peor manera,
abrazo una de las almohadas y cerrando mis ojos intento
calmarme solo un poco.
Escucho que abren la puerta y luego entran a la cama, finjo
simplemente estar dormida, ni siquiera abro mis ojos, solo
me mantengo quieta, no creo poder lidiar con Roy, no
cuando no sé qué es lo siente en este momento.
–Eres muy mala para fingir que duermes... –Abro mis ojos
y lentamente volteo a verle. –Estoy muy molesto contigo...
–esboza una sonrisa.
–Si estas molesto conmigo ¿Por qué sonríes? –se acerca a
mí y me abraza.
– ¿Recuerdas nuestro matrimonio de mentira? –asiento. –
Nos prometimos muchas cosas, ¿Verdad? –nuevamente
asiento. –Cuidarnos en todos los aspectos y aunque era
una mentira, un simple acuerdo, yo si lo jure de verdad... –
me alejo y lo observo. –Porque muy dentro de mi quería
cuidarte de todo, Isabella, aunque no quería enredarme
contigo, sentía esa necesidad de protegerte…
–Lo siento... –niega y deja un beso en mi frente.
–Lamento dejarte en la sala viendo a la nada, lamento no
haber dicho nada, pero es que todo esto no me lo creo... –
asiento. –Que tu vengas y me digas todo de esa mujer y
luego de mi hermana es de película... –esbozo una sonrisa.
–Fede necesitaba aclaraciones, se quedó en el estudio
viendo todo lo que han investigado –ambos nos sentamos
sobre el colchón. –Debo ir por Jenell mañana a primera
hora.
–No lo harás... –me mira confundido. –Tu ni siquiera sabes
que ha de pensar ella de su vida, su pasado, Roy, fue
literalmente secuestrada siendo una bebé, como pretendes
ir donde ella y decirle todo sin anestesia, ella no merece
todo de esta manera, debe haber otra forma... –deja salir
todo el aire de sus pulmones. –No has pensado siquiera,
¿Por qué no está con tu mamá? Ha pasado algo, Roy, debes
saber hacer las cosas.
– ¿Pero que podríamos hacer? No puedo esperar tanto
tiempo, si lo que tú dices acerca de que por que no está con
mamá es porque quizás sabe algo, no puedo estar de
brazos cruzados esperando que mamá vuelva a tomarla, se
la lleve y la esconda –hace una pausa. – ¡Mierda! Papá,
debo informarle... –apresurado toma su móvil y yo lo
detengo, me mira y niego.
–No podemos, tu papá siente un gran rencor por tu madre,
se volverá eufórico si todo lo que descubrimos es cierto,
vendrá en el primer vuelo y como te digo, Jenell, no merece
saber todo así tan rápido... –Roy toma una fuerte bocanada
de aire y asiente. –Mañana a primera hora Chanel y yo
planearemos algo, ¿Ok?
–Nena, no quiero involucrarte en esto, no quiero que salgas
lastimada o quizás algo peor –tomo sus mejillas y dejo un
beso en los labios.
–En las buenas y en las malas, hasta que solo sea la
muerte quien nos separe, no te dejare solo Roy, no con todo
esto…
Esboza una sonrisa y como un niño pequeño se oculta
entre mis brazos, nos recostamos y abrazándolo acaricio
su cabello azabache. Dejo besos a un costado de su
cabeza y una sonrisa se forma en mis labios, no tenía idea
de lo que esas promesas valían tanto para Roy, pero para
ser sincera, para mi también son valiosas.

Ambas nos observábamos, miramos aquel café y luego
nuestra mirada al frente, Chanel toma repetidas veces algo
de aire para calmarse y yo veo por el retrovisor el coche de
Federico estacionado.
–Deséame suerte... –sonrió y asiento.
–Lo podrás hacer, Chanel, eres muy buena para convencer
a las personas –la morena me guiña y baja del coche.
–Espera paciente, ¿Vale?
–Vale...
El plan consiste en que Chanel vaya con Jenell y la
convenza de ir a la agencia de modelaje que los Lehner
patrocinan. Si logra su objetivo nosotras personalmente le
llevaremos, allí nos estará esperando Roy, Fede solo está
detrás de nosotros para que nada malo ocurra si su madre
por alguna razón llega aparecer.
Noto desde lejos que Chanel se encuentra hablando con
ella, llevo mi mirada al frente y recuesto mi cabeza al
asiento, tomo varias bocanadas de aire y las expulso con
pesadez, mi móvil suena y sonrió al ver que se trata de
mamá, apresurada le contesto.
–Mamá... –escucho su risita del otro lado de la línea.
–Es imposible no echarte de menos mi niña... –cierro mis
ojos mientras escucho su voz. – ¿Cómo van las cosas por
Alemania? ¿Todo bien?
–Si mamá, todo va muy bien, te tengo una linda noticia,
Chanel está esperando un hijo y ella y Fede están muy
felices.
–Qué bueno y que felicidad, hija, felicidades para ambos de
mi parte –sonrió y asiento, como si ella fuera capaz de
verme. –Pronto serás tu mi amor... –un nudo se forma en mi
garganta y sonrió.
–No lo sé mamá...
–No desesperes mi amor, ya verás que sí, tú y Roy se lo
merecen.
–Pero no es el momento adecuado.
–Ningún momento es adecuado o justo para la llegada de un
bebé... –sonrió y tomo una bocanada de aire. –Y estoy tan
segura que serás una maravillosa madre... –sonrió y
rápidamente limpio una lagrima que se deslizo por mi
mejilla.
–Tienes razón, pero dime, ¿Cómo van las cosas? ¿Tus
medicinas? ¿Tus chequeos? –se forma un repentino
silencio.
–Todo está bien mi amor, no debes preocuparte de nada,
mejor te dejo, iré a descansar un poco, cuídate, se feliz mi
amor.
–Mamá.
La llamada se termina y confundida observo mi móvil, lo
dejo a un lado y al voltear veo a Chanel salir del café, pero
viene sola, tomo una bocanada de aire y enciendo el coche,
ella entra, mirada al frente y un poco, solo un poco
estresada.
–Se lo pensara, no estaba muy interesada, debemos
encontrar otra manera... –veo a un lado y una sonrisa se
forma en mis labios.
–No creo que sea necesario... –Chanel me mira y luego
voltea a verme, la puerta de atrás se abre y la pelinegra
sube al coche.
La chica nos observa y yo sin preguntar y sin perder tiempo
tomo camino a la agencia donde Roy nos espera. Chanel no
dice nada, yo no digo nada, Jenell Lehner no dice nada, es
realmente un poco inquietante tratarla indiferente, no poder
decirle todo lo que ella merece saber. La estamos
arrastrando con mentiras a su verdadera familia, no
quisiera estar en sus zapatos, pero ella no merece estar
rodeada de tanta mentira, solo espero que esta que
armamos para que ella viniera a nosotros, nos lo perdone.
–Gracias... –escuchamos un susurro, yo miro por el
retrovisor. –Me gustaba ese trabajo, pero no sé cuánto
tiempo me iba a quedarme en ese lugar... –un poco
inquieta me muevo en mi asiento y miro a Chanel.
– ¿Problemas con tus padres? –pregunto, la miro por el
retrovisor. –Lo siento, no debí preguntar.
–Con mi mamá... –masculla. –Estaba cansada de
esconderme, de estar encerrada, de no poder ser libre... –
Chanel y yo nos observamos fugazmente. –Quisiera
alejarme más y más de ella, así sea tomar un trabajo que
me haga salir de este país.
Ninguna de las tres decimos palabra alguna, continuamos
el trayecto y después de unos largos minutos llegamos.
Vemos que el coche de Federico nos pasa a un lado y
nosotras nos disponemos a bajar del nuestro, es primera
vez que vengo a esta agencia, pero debo fingir que la
conozco como la palma de mi mano.
La adentramos, todo es muy hermoso y pulcro, muchas
chicas están a la espera de audicionar, otras como Chanel
solo son llevadas para quizás entrevistarlas. Son chicas
con suerte que han sido encontradas por profesionales,
ambas vamos detrás de Chanel quien se conoce todo el
edificio. La ansiedad me aumenta, no sé cómo ha de
reaccionar Roy en cuanto la mire, esto es de película para
ser sincera, tal cual lo dijo Roy.
–Ven, es en esta puerta... –escuchamos a Chanel, Jenell
asiente y nos disponemos a entrar.
Una oficina espaciosa, todo de color negro y blanco,
algunos cuadros abstractos, una chica esbelta junto a una
silla giratoria que nos da la espalda, ni siquiera soy Jenell y
me siento nerviosa. La silla con lentitud se gira y aquel
hombre de tez blanca cabello azabache y ojos grises
aparece, una sonrisa adorna sus labios, yo muerdo mi labio
inferior de tan solo verle.
–Bienvenida... –posa su mirada en su hermana, algo devoto
destila de su mirada, lo veo parpadear un par de veces y
aclara su voz. –Tú debes ser…
–Beth...
– ¿Beth? –ella asiente. –Bienvenida, Beth, mi nombre es
Roy, la mujer a tu derecha es Chanel mi cuñada y la mujer
hermosa de cabello pelirrojo a tu lado izquierdo, es mi
encantadora esposa.
–Roy... –susurro y una sonrisa se forma en mis labios, mi
móvil suena y disculpándome me alejo de ellos.
Los escucho hablar, pero realmente no comprendo lo que
hablan, busco con rapidez mi móvil y veo el número de
casa reflejarse en la pantalla, de inmediato contesto.
– ¿Si? ¿Mamá?
–Isabella, cariño... –la voz de Rudy me provoca nervios en
todo el cuerpo. –Mi niña lo siento tanto por llamarte de esta
manera, pero tu mamá... –todo en mí se debilita y buscando
donde tomar asiento tambaleante lo hago.
– ¿Qué? ¿Qué ocurre? –hablo desesperada, mi vista se
dificulta, llevo mi mirada al frente, noto que Roy me
observa. – ¿Qué pasa con mamá? –lo veo correr hasta mí,
al igual que Chanel.
–La hemos internado de urgencia, ha empeorado todo,
Isabella, ella no te quiso decir nada, pero, todo va mal mi
niña, ella te llamo para despedirse de ti, no me parecía justo
que no supieras nada, Isabella, pero tu padre…
El llanto brota de mis labios, hace detener a Rudy, niego
repetidas veces, la voz se me debilita, ni siquiera tengo
fuerza para hablar, Roy toma el móvil y comienza hablar.
Chanel me abraza, siento una mano posarse en mi hombro,
volteo a ver, es la hermana de Roy, ella se coloca de
cuclillas y esboza una sonrisa cálida, yo me siento nerviosa,
no sé de qué habla Roy.
–Debemos volver... –termina la llamada y me observa. –
Debemos volver, Isabella, ahora mismo... –niego.
–Pero, Roy... –sabe que me refiero a su hermana.
–Beth podría venir con nosotros.
– ¿Qué, yo?
–Si quieres comenzar a trabajar para nosotros deberás
viajar hoy mismo, si no lo quieres, lo aceptamos... –la
pelinegra se siente realmente perpleja, todo se vino abajo,
Roy dice todo tan cortante.
–Roy no hay necesidad, yo puedo irme sola, es mamá,
puedes alcanzarme luego, no tengo problema.
– ¡Acepto! –todos volteamos a ver a Jenell, quien tiene
ahora por nombre Beth. –Quiero irme de este país, así sea
esta misma noche, acepto trabajar para ustedes.
El tono de su voz es desesperado, incluso tiembla de pie a
cabeza, Roy no tarda en pedirle a la secretaria que
comience hacer todos los preparativos para irnos cuanto
antes de regreso a Francia. Yo me siento realmente
asustada, preocupada, ¿Qué ha pasado con mamá? ¿Qué
tiene que ver papá en todo esto? ¿Qué le ha dicho Rudy por
llamada a Roy?
–Mamá por favor, espera por mí... –susurro, Chanel me
cubre con sus brazos.
Capítulo 30 - Verdades que lastiman.
Realmente tenerla a mi lado era algo que me hacia sentir
feliz, lleno de algo que realmente no comprendía, pero
dejando solo un momento a un lado la felicidad de tener
junto a mí a Jenell, el llanto y los nervios de Isabella me
estaban partiendo el corazón.
No hace más que aferrarse a mi mano, entrelazarla con más
y más fuerza, realmente no quería volver, no en este
momento, pero era necesario, ni siquiera he tenido la
oportunidad de contarle solo una pequeña parte que Rudy me
conto por medio de la llamada.
Pero tengo tantas preguntas en mi mente que van y viene,
una de esas es todo lo que dijo Jenell con respecto a dejar
Alemania, todo su cuerpo entero temblaba en cuanto tomaba
la decisión de si trabajar para nosotros, de si viajar y decidida
de tomar ese repentino viaje, con nosotros, ¿Qué es lo que
ocurre?
– ¿Cuánto falta? –escucho su susurro a mi lado y volteo a
verla. –Estoy realmente con mi cabeza a medio estallar, Roy,
mi mamá, ¿Qué le ha pasado? –le abrazo y acaricio su
cabello.
–Estás hablando de Magnolia, es una mujer fuerte, Isabella,
ya verás que al llegar todo estará bien, ¿Vale? –se aleja y
esboza una sonrisa, asiente, yo tomo sus mejillas y limpio
sus lágrimas.
–Tenía razón... –susurra muy bajo. –Algo ha ocurrido con
Jenell y tu madre... –ambos llevamos la mirada a unos
cuantos puestos más adelante en el avión y la vemos
dormida. –Comento algunas cosas de camino a la agencia y
luego su forma de decidir viajar, ¿Qué tanto le ha hecho?
–No lo sé, pero solo deseo que ella nos acepte y que nos
perdone esta jodida mentira... –tomo una bocanada de aire.
–Por el momento se quedará dónde Chanel, no es buena idea
que papá la vea, debemos hacer todo con calma –pero de
pronto la inquietud me abraza. –Joder, Isabella, estas
consciente de que volvimos a la boca del lobo, ¿verdad?... –el
solo pensar en Alan Lee todo en mí se revuelve.
–Ahora tenemos a una persona más por quien cuidar, Roy.
Asiento y recuesto mi cabeza en el asiento, cierro mis ojos y
siento un peso en mi hombro. Esbozo una sonrisa al oler su
aroma a frutilla muy cerca de mí, tomo un largo suspiro y me
quedo de esta manera, ella junto a mí, sintiendo su aroma y
su calidez. Entrelazamos nuestras manos y nos quedamos
así, unidos, inseparables como siempre debió ser.

Isabella Massón
Al bajar del avión lo primero que hicimos fue enviar a Beth
junto a Chanel, en todo el viaje nadie pronuncio nada. Sé
que la pelinegra se siente un poco incomoda por toda esta
repentina situación, ni siquiera trajo equipaje con ella, solo
su pasaporte un pequeño bolso y nada más. Era muy clara
las ganas que tenia de dejar Alemania en cuanto pudiera.
Tomamos camino de inmediato al hospital donde se
encuentra mamá, Roy me había calmado los nervios, pero
nuevamente acá los tengo y más descontrolados. Dejo salir
un suspiro pesado y recuesto mi cabeza en la ventanilla del
coche, una lágrima baja por mi mejilla y aprieto con fuerza
mis manos.
–Necesito que seas fuerte... –el coche se detiene, volteo a
ver a Roy.
–No comprendo ¿Qué ocurre?
–Isabella, en cuanto Rudy te cuente todo, ya que
claramente es ella quien debe contarte, debes mantenerte
firme y quiero que sepas que nosotros los Lehner no
tenemos absolutamente nada que ver con tu padre... –
trago con dificultad, me siento muy incrédula con todo lo
que dice Roy.
–Está bien... –me encojo de hombros, el semáforo se
coloca en verde y Roy continua el trayecto.
Después de unos semáforos más y un largo trayecto del
aeropuerto al hospital, llegamos. La noche ya está sobre
nosotros y realmente el cansancio con todo el viaje me está
pasando factura, un ligero bostezo aparece, quito con prisa
el cinturón de seguridad y bajo del coche junto a Roy.
Tomamos camino dentro del edificio, Roy toma mi mano
con fuerza y siento que la angustia se apacigua un poco.
Al saberme de memoria todo el camino, ni siquiera me
detengo a saludar a las enfermeras que ya me conocen
desde que mamá se volvió una paciente diaria de este
lugar. Mis pasos juntos a los de Roy se escuchan con
claridad, el frio me abraza, nuestros reflejos en el blanco y
brillante mármol, cruzamos en un pasillo y allí les
encuentro.
Rudy, mi hermano y la enfermera que ha estado cuidando a
mamá. Corro hasta Rudy y no tardo en abrazarle, comienzo
a llorar, es como si algo que realmente no quiero aceptar,
esta por ocurrir, es como si eso que tanto evite pensar, está
siendo más y más claro.
–Tranquila mi niña... –me alejo un poco de Rudy y
sonriendo limpia mis lágrimas. –Le están chequeando, aun
no nos dicen nada... –asiento y luego paso a ver a Derek
–Hey, enano... –voltea a verme, sus ojos rojos, su cabello
alborotado, se levanta de su silla y me abraza. –Tranquilo
mamá estará bien, ella lo estará... –su llanto brota y eso me
rompe el alma.
–Odio a papá... –masculla. –Lo odio tanto, que no quiero
verle más Bella, no quiero que vuelva a mi vida –confundida
le observo. –Por su culpa mamá está aquí, por su culpa
mamá ha empeorado... –Tomo su rostro entre mis manos.
– ¿De qué hablas?
Todo se torna silencioso en este momento, Rudy toma mi
mano y me pide ir a la cafetería, la enfermera decide
quedarse junto a mi hermano. Rudy, Roy y yo, tomamos
camino a la cafetería para hablar con más calma, al llegar
esta algo vacía, Roy pide un par de té y un café para él,
tomamos asiento e intento calmarme este desespero.
El pelinegro coloca una de las tazas delante de mí, el olor a
manzanilla me relaja hasta un punto de querer inhalar una y
otra vez su aroma. Tomo un suspiro, llevo la taza cerca de
mis labios y soplando un poco me doy un corto sorbo, el
cuerpo se me relaja un poco y luego espero por Rudy que
hable y me aclare todo lo que ocurre.
–Veo que Roy no te comento nada... –volteo a verlo y luego
niego.
–Debes ser tu quien le cuente todo, Rudy... –asiente y
procede a verme fijamente.
–Isabella, tu madre, ha perdido muchos tratamientos a
causa de tu padre... –eso me cae como un balde de agua
fría y niego. –Ni siquiera sabemos dónde está, tan pronto te
marchaste con Roy a las semanas él se hundió mas en el
trabajo, muy rara vez lo veíamos en casa, las cosas iban
bien con los tratamientos de tu mamá, pero luego de mes y
medio vinimos y nos dijeron que tu mamá debía pagar, que
tu padre solo había pagados dos meses... –el corazón se
me estruja, la garganta se me seca.
–Estas queriendo decir que, ¿Mamá ha perdido medio mes
de tratamiento, mismo que son importantes? –Rudy
asiente. –Pero si se suponía que papá tenía suficiente
dinero para sustentar sus medicinas, todo lo que exige su
enfermedad... –por la rabia dejo caer con fuerza mi puño
sobre la mesa. –Roy, ¿Tu padre le pago todo el dinero a mi
papá que habían acordado? –volteo a ver Roy, sus grises
me miran fijamente.
–Todo, nena, absolutamente todo... –de pronto me siento
con una fuerte debilidad. –Quede igual de sorprendido que
tú, porque sé que papá cuando promete algo lo cumple y
se, estoy seguro que si le dio todo el dinero acordado... –
asiento, limpio con rabia las lágrimas que corren por mis
mejillas.
– ¿Dónde está él ahora? –miro a Rudy ella se encoge de
hombros.
–No tenemos idea mi niña, no sabemos nada.
Enojada me levanto de mi asiento y tomo camino
nuevamente al lugar donde me espera mi hermano menor.
Ahora comprendo el porqué de su odio y enojo hacia papá,
¿Qué diablos hizo con el dinero? Se suponía que lo más
importante era ayudar a mamá, que sería lo primordial,
ahora enterarme que solo pago dos meses y luego se
desapareció es lo más doloroso de todo.
Al llegar nuevamente al pasillo me detengo en seco, luego
camino poco a poco y Román Lehner voltea a verme,
sonriente me recibe, yo camino hasta él y con un fuerte
abrazo le saludo. Es increíble el cariño paternal que le he
tomado a este hombre imponente y frio, lo escucho reír con
orgullo y al separarnos acaricia mi cabello, tal cual lo hacía
papá antes.
–Papá... –escucho la voz de Roy detrás de mí y ambos se
saludan. – ¿Quién te dijo que estábamos acá?
–Federico, me llamo en cuanto llegaron, no tenía idea de
que volvían, me emociona mucho, les eche de menos, pero
no esperaba que volvieran con esta situación... –me mira y
esboza una sonrisa. –Todo irá bien hija, tu madre es una
mujer muy fuerte... –asiento y decido dejarles solos.
Me siento junto a Derek, tomo con fuerza su mano, ambos
en un largo silencio, luego Rudy se nos une y entre los tres
nos damos apoyo. La enfermera que también nos
acompaña se mantiene muy al pendiente de todo, me
sorprende que aun continúe con nosotros, después de todo
mamá no tiene la suficiente medicina para que ella este al
pendiente de sus tratamientos.
Escuchamos unos pasos venir y llevando mi mirada a la
dirección donde se encuentra Roy y su papá un nerviosismo
me ataca. Miro a todos lados intentando no cruzarme con
su mirada. Dalan viene junto a una enfermera, con una
carpeta en sus manos los cuatro nos levantamos, le doy un
vistazo a Roy quien me observa mientras su padre le habla.
–Isabella... –mi nombre en un susurro expulsado por Dalan.
–No tenía idea de que vendrías... –una corta sonrisa de mi
parte, de pronto son sus brazos quienes me rodean en un
abrazo, el corazón se me detiene en un segundo, observo a
Roy quien con prisa se acerca a nosotros. –Me alegra verte
después de este tiempo, yo…
–¿Tu? –se aleja de mí y voltea a un lado, Roy de brazos
cruzados y con una mirada de pocos amigos. – ¿Tu qué? –
la manera en que le habla da realmente miedo.
–Roy, hijo, no es momento para este tipo de escenas... –
Dalan se aleja y aclara su voz.
–Es que parece que algunas personas aún no les ha
quedado claro que Isabella es mi esposa... –tomo una
bocanada de aire, camino hasta quedar junto a él y tomo su
mano e intentar calmarlo. –Y bien, supongo que vienes
hablarnos del estado de salud de Magnolia, ¿No?
–Disculpen... –Dalan me mira fugazmente y luego lleva su
mirada a la carpeta en sus manos. –Como ya deben saber,
Magnolia perdió muchas quimioterapias, su consumo de
medicinas disminuyo, aunque sea poco tiempo, medio mes
es muy importante para un paciente como ella, deben saber
que su edad tiene mucho que ver... –la garganta se me
seca y es imposible apartar el nudo que se forma en ella. –
Magnolia ha llegado a la fase blástica, denominada como
fase aguda o crisis blástica de la leucemia... –un repentino
mareo me dificulta la vista.
–Eso quiere decir que... –Dalan me mira fijamente, su
repentino silencio me da a entender lo que no quería.
–No sabemos cuánto tiempo podrá estar con nosotros... –
asiento, con rabia, con lágrimas corriendo por mis mejillas,
una sonrisa que se torna con cierta incredulidad... –
Volveremos a sus tratamientos, las quimios serán más
fuertes ya depende de ella, que quiera luchar...
– ¿Y operarla? –Román Lehner habla yo ni siquiera tengo
ánimos de preguntar, ya ni siquiera sé que es lo que mi
cuerpo me exige.
–Quiero verla...
–Isabella, está descansando, su falta de apetito y la fiebre
tan alta con la que venía le quito muchas fuerzas, creo que
lo mejor es que esperemos a que tenga un debido
descanso y luego puedan pasar a verla.
Tomo mis cosas del asiento y tomo camino fuera del
hospital, apresurada, con un rumbo que yo desconozco. Al
salir el poco calor que me da la parte exterior es bien
recibida, camino de un lado a otro, de pronto unas enormes
ganas de gritar se apoderan de mí, y eso hago. Grito, grito
con tantas fuerzas que no me quede nada dentro de mí, las
personas me miran realmente extraño, a mí me importa un
bledo lo que piensen, no sé qué hacer realmente no sé.
Camino hasta el coche de Roy, intento abrir, pero esta con
seguro, peleo con la puerta como si ella tuviera culpa de
todo lo malo que me pasa, de todas estas verdades que
lastiman. Lo veo venir, la fuerte brisa que ahora es fría, me
eriza el cuerpo y alborota mi cabello, lo veo correr hasta mí
y sin decir una palabra me rodea con sus brazos.
Lloro, grito, pataleo, peleo con él, con él que no tiene culpa
alguna de toda esta maldita desdicha que de pronto me
golpea así sin más. Las piernas se me debilitan y de a poco
voy cayendo de rodillas sobre el pavimento, Roy se
acomoda y me acuna en sus brazos. Él en silencio yo con
un fuerte llanto que no pretendo detener por el momento,
estas gruesas y lágrimas saladas no dejan de caer por mis
mejillas.
– ¿Por qué ella? –susurro. – ¿Por qué le hizo esto a ella?
Ella que no hizo más que dar día a día todo de sí para
hacerlo feliz, ¿Porque ella? Que no hizo más que amarlo
con todas sus fuerzas, no hizo más que darle la familia que
él deseaba, fue su mejor amiga, su compañera... –me
estremezco en los brazos de Roy con una fuerza
descomunal, él se aferra más a mí. –La dejo… Sola Roy...
Dejo sola a mamá, ahora no sé cuánto tiempo estará con
nosotros, ahora no sé cuándo será el día en que sus
hermosos ojos no me miren nunca más.
–Vamos a casa, debes descansar, ¿Esta bien? –niego,
repetidas veces niego.
–Debo resolver el pago de sus tratamientos, debo ver de
dónde sacare el dinero...
–Isabella... –nos alejamos, nos miramos fijamente. –
¿Crees que te dejare sola en todo esto? Papá te prometió
cuidarla, no debes preocuparte por el dinero, lo mío es tuyo,
¿Recuerdas?
–No Roy...
–No seas orgullosa, ¿Vale?
–Pero es que ustedes...
–Por favor, no es momento de que lo seas, yo pienso en ti,
en el daño que estás pasando, ¿Crees que me gusta verte
de esta manera? ¿Crees que no me duele ver cómo estas
sufriendo?
–Yo...
–Vamos a casa…
_
Voy recostada a la ventanilla del coche, con mis ojos
cerrados y con un jodido dolor en el pecho. Le debo tanto a
los Lehner, tanto que no sé cómo he de pagarles, pero es
increíble cómo han pasado hacer unos simples extraños a
una familia que da todo por ayudar a quien lo necesita.
Siento que el coche desciende, abro mis ojos y noto que no
estamos en la mansión Lehner, volteo a ver Roy y el voltea
a verme, sonríe y baja del coche. Yo confundida, muy
confundida bajo al igual que él, una casa victoriana de dos
pisos esta delante de nosotros, es realmente inmensa, tiene
un cercado de rejas negras, arbustos, arboles, flores en
todo el frente, veo a ambos lados, ¿Qué vecindario es este?
– ¿Dónde estamos? –Roy baja el equipaje y luego camina
hasta mí.
–Nuestra casa... –pasa a mi lado y se adentra al lugar,
trago con dificultad y me dispongo a ir tras de él, nos
detenemos frente a la puerta principal, a mi lado izquierda
hay unas mecedoras, todo muy lindo. –Espero te guste.
Abre las puertas y no cabe tanto asombro en mí, unas
escaleras a mi lado derecho, una pequeña sala, una enorme
librera, una hermosa y cálida decoración. A mi lado derecho
esta una mesa de comedor, luego un arco redondo que da
con la cocina, muchos cuadros abstractos adornan las
paredes de papel tapiz color crema.
–Al referirte con nuestra casa, quiere decir que...
–Hace dos meses, antes de irnos la compre, pedí que la
redecoraran toda, a tu estilo, cálida, sin tantos lujos, es un
vecindario muy tranquilo, además no muy apartado de la
civilización, pensé que sería mejor pasar la noche aquí y no
en la mansión Lehner...
Camino hasta él y lo abrazo, me alejo y beso sus labios, él
me alza en sus brazos y dando vueltas conmigo me hace
reír solo un poco. Me baja y toma mis mejillas, su dedo
pulgar acariciando mi mejilla, sus grises viéndome
fijamente.
– ¿Por qué haces todo esto por mí? –susurro, él deja otro
beso en mis labios.
–Por qué te amo... –el pecho me va y me viene con rapidez.
–Porque quiero todo contigo, porque quiero que seas feliz,
que tengas tu propio espacio, que nuestros hijos correteen
por todo el lugar, porque siempre vivirás atada a mí... –
toma un mechón de mi cabello y sonríe. –Aún recuerdo
cuando tome un mechón de tu cabello y me lo arrebataste
con rabia... –ríe. –Tanto me odiabas.
–Nunca te odie, Roy. –me acerco más a él, tanto que su
respiración choca en mi labio superior. –Eras interesante
para mí, aunque no quería nada de esto, algo muy dentro de
mi quería tenerte a mi lado.
Con fuerza y rapidez me toma en sus brazos, toma mis
labios y los besa con fuerza y frenesí. Con un deseo que se
sale de control, para mí no es el momento adecuado, pero
cuando de olvidar solo un poco el dolor, quiero estar solo
rodeada de él. Con rapidez me despojo de mi blusa que cae
a algún lugar de la casa, él toma camino a las escaleras y
las sube, los jadeos de mi parte comienzan hacer notorios,
chocamos con una puerta y esta es abierta por él.
Me baja de sus brazos y noto la hermosa habitación donde
estamos, no muy grande y no muy pequeña, es perfecta.
Cierra la puerta y se apoya en ella, me mira de pie a cabeza,
mis manos inquietas van a hasta mis pantalones y
desabrochando y bajando el cierre lo deslizo por mis
piernas. Roy comienza a quitar su suéter negro, aquella piel
tan blanca delante de mí, aquella tinta que la adornan.
Quita sus pantalones, trago con dificultad, muerdo mi labio
inferior y caminando hasta él me toma en sus brazos y yo
cruzo mis piernas en su cintura. Los besos se intensifican
más, el dolor se me expande por todo el cuerpo, dolor
ligado con deseo, algunas lágrimas bajan por mis mejillas.
Roy se dispone a limpiarlas y luego procede a dejar besos
en mis mejillas, en mis ojos, se desliza por mi mentón y
deja besos por mi cuello.
–Déjame arrebatarte ese dolor por toda una noche... –sus
grises con mis azules se miran fijamente. –Déjame limpiar
tus lágrimas, tus miedos, tu dolor, se mía esta noche... –
asiento y beso sus labios.
–Tuya, siempre…

Las calideces de los rayos de sol chocan en mi espalda
desnuda, abro de a poco mis ojos y veo las cortinas
moverse con suavidad por la poca brisa que entra. Me
siento de a poco sobre la cama y cubro mi cuerpo desnudo
con la sabana, no encuentro a Roy a mi lado, miro con
atención toda la habitación, es realmente bonita, cálida y
sin lujos, tal cual me gusta.
Salgo de la cama y camino hasta mis valijas, que de seguro
han sido subidas por Roy en un momento donde yo estaba
rendida por el sueño. Busco mi ropa interior, una bata y
recogiendo mi cabello en una cola alta salgo descalza de
mi habitación, bajo las escaleras, paso la sala, llego hasta
el umbral de la cocina, me recuesto a un lado y lo observo
de espaldas a mí. El olor a café recién colado inunda mis
nasales, lo veo de pie a cabeza, la parte de abajo de su ropa
de dormir y descalzo.
–Buenos días... –voltea rápido a verme y sonríe.
–Buenos días bonita... –camina hasta mí y me da un casto
beso en los labios. –Desayunaremos y nos iremos al
hospital, tu mamá ha despertado, quiere verte...
–Ella…
–Está un poco fuerte, debes tener paciencia, no sabemos
los pronostico, es ella quien sabe lo que su cuerpo desea,
es ella quien podrá, nena... –asiento y sonrió.
–Gracias... –besa mis labios nuevamente y continua lo que
hace.
En el momento que estoy por tomar asiento, escucho que
llaman a la puerta, frunzo el ceño porque no tengo ni idea
de quien será. Roy voltea a verme y hace el mismo gesto
que yo.
–Quizás algún vecino nos viene a dar la bienvenida, iré a
ver... –asiente y me da nuevamente la espalda.
Estirándome un poco mientras camino, ordeno mi cabello
un poco y tomando un largo suspiro, tomo el pomo de la
puerta y procedo abrir.
Una mujer de espaldas, cabello largo y abundante. Tan
pulcra, tan bien vestida, carraspeo para llamar su atención y
voltea, las manos me tiemblan y el cuerpo entero se me
paraliza, escucho unos pasos detrás de mí y luego el
estruendoso sonido de una taza rompiéndose en el suelo.
–Roy…
–Mamá...
Capítulo 31 - Un largo suspiro.
Después de ir a mi habitación, colocarme ropa y bajar
nuevamente a la sala, el aura incomoda no se espantaba.
Encuentro a Roy, parado junto a la librera, su madre esta
con la mirada en un punto fijo, el pelinegro ni siquiera hizo
el intento de ir a cambiarse, en el momento en que ambos
se miraron, ninguno dijo palabra alguna.
Le invite a pasar, era lo mínimo que debía hacer, no estoy
realmente muy clara en que ha de tratarse su visita, pero se
que todo tiene que ver con la hermana de Roy. Dejo sobre la
mesita de noche tres tazas de té y algunas galletas, por
suerte la despensa está llena de comida y tengo algo que
ofrecerle a esta señora.
Se que es una mujer no querida, que Roy la desprecia al
igual que su padre y hermano, pero yo no puedo ponerme
en plan de despreciarla ya que debo fingir mucho el hecho
de que ella en el pasado, no fue una mujer digna de
admirar, aunque en el presente aun lo sigue siendo.
– ¿Podrías sentarte? –es ella quien logra tener la iniciativa.
–De nada te sirve estar ignorándome, Roy… –una risa
arrogante brota de los labios del pelinegro.
–Vaya, la señora vino con sus agallas muy grandes... –Roy
la rodea y procede a sentarse junto a mí. –Te escucho... –
los observo a ambos.
–Sé que tienes a tu hermana contigo... –Roy ni siquiera se
inmuta en expresar algo en su rostro, se mantiene neutro,
frio, distante... – ¿Dónde está? –mira a ambos lados de la
casa.
–No lo sé... –él se encoge de hombros. –Ni siquiera sé de
qué estás hablando.
–Roy, te conozco muy bien, sé que estas mintiendo... –Roy
ríe y se cruza de brazos.
– ¿Me conoces? Eso sonó realmente muy gracioso Leyna...
–la manera de Roy al pronuncia el nombre de su madre me
causa escalofríos. –Pero por qué mejor no hablamos de
algo un poco más importante, ¿Por qué estabas vigilando a
mi esposa? ¿Por qué le tomabas fotos? ¿Por qué dejar esas
notas? ¿Qué quieres en realidad? –ella voltea a verme y me
mira fijamente.
– ¿Tu esposa? –esboza una sonrisa. –Hubiera preferido
que te quedaras con esa camarera de bar... –asombrada la
observo, su tono al hablar de mi es realmente cortante. –Ni
siquiera es de tu estatus, Roy, una simple hija de un hombre
avaricioso y una mujer enferma, que desperdicio... –un
nudo se forma en mi garganta, en el momento que estoy
por hablar Roy tomando mi mano, niega.
–Vaya, con que me has investigado ¿No? A ver, que más
sabes de mí... –lo mira fijamente. –Un niño carente de
amor maternal, un niño abandonado por una mujer
caprichosa, tan avariciosa, tan falta de amor, cruel, mala, la
peor madre que me pudo haber tocado... ¿Continuo? –a veo
parpadear un par de veces y llevar su mirada a un lado. –
Leyna, eres despreciable, ¿Perdonarte? Lo dudo, ¿Amarte
nuevamente? Jamás, heriste a mi padre, de la peor manera,
arrebatándole algo que no es tuyo, que no...
–Cállate... –susurra.
– ¿Por qué lo haría? Ni siquiera te imaginas lo mucho que
deseaba verte, tenerte de esta manera, decirte todas las
cosas que llevaba acumuladas dentro de mí, ¿Qué
pretendías al enviar esas fotos? ¿Miedo?
–Que te marcharas de Alemania, que no te cruzaras con
Jenell, que ni siquiera pudieras conocerle, saber de ella,
quería que tomaras tus cosas y te largaras, pero te
adelantaste o, mejor dicho, ella se me adelanto... –voltea
verme, no aparto mi mirada, es increíble como una mujer
puede desprender tan mala vibra.
– ¿Qué gana usted haciéndole tal daño a sus hijos y
esposo? –se forma un silencio, ella ni siquiera se toma la
molestia de hablar. – ¿Alguna vez pensó en el daño que le
causaría a Román Lehner? ¿A sus hijos? Yo podre ser la hija
de un hombre avaricioso, de una mujer enferma, no poder
tener el estatus social de su hijo, pero al menos puedo decir
que su hijo a pesar de llevar tanta miseria desde pequeño,
es el hombre más maravilloso de todos –me acomodo en
mi lugar. –Y que lastima, que lastima que usted prefirió
hundir en la tristeza a su esposo y herir a sus hijos, por un
jodido capricho que tarde o temprano terminaría... –se
levanta, Roy y yo hacemos lo mismo.
–No quiero que vuelvas acá, no te quiero cerca de mi
esposa, de papá, de Fede, ninguno de nosotros te
importamos, porque si fueras una buena esposa o madre,
lo primero que hubieras hecho es preguntar cómo está
papá, el motivo de felicidad que llena en este momento a
mi hermano, si fueras una maravillosa mujer, créeme Leyna,
que estuviera feliz de verte... –ella toma una bocanada de
aire y pasa a nuestro lado. –Y que te quede claro, que de
ahora en adelante Jenell, o no, mejor dicho, Beth Lehner es
mi protegida, y papá sabrá que tu estas en la ciudad y
deberás rendirle cuentas a él...
–No serias capaz de hundir a tu propia madre...
– ¿Ah no? Hagamos la prueba... –voltea y nos mira. –
Porque desde el momento en que de tus labios salió tanta
mierda hacia Isabella y su familia, supe que no tenías
buenas intenciones al buscarme, no olvides nunca mamá,
que desde que me dejaste atrás junto a Fede. pasaste
hacer una simple desconocida –Leyna lo mira fijamente. –
Nos vemos pronto, delante de Federico y papá...
Una lagrima corre por su mejilla y rápidamente la limpia,
después de todo, las palabras hirientes de su hijo le
lastiman. Sale de inmediato de casa, corro hasta la puerta y
cierro con llaves, regreso a la sala donde deje a Roy, su
mirada al frente, su pecho en un vaivén, sus puños
apretados a ambos lados de su cuerpo, unas lágrimas que
sin mas no tardan en bajar por sus mejillas.
Corro hasta él y lo abrazo, él se queda petrificado, un
sollozo bajo, de pronto sus brazos me rodean y me abraza.
Acaricio con dulzura su espalda, un nudo se forma en mi
garganta, pero siento que este es el momento donde debo
ser yo, la fuerte, quien debe darle ánimos y no hacerlo sentir
aun más triste con toda esta situación. Es realmente
doloroso ver como esa persona que tanto quieres está
siendo infeliz.
–Ve a cambiarte... –dice y se aleja de a poco, limpia sus
mejillas. –Debemos ir con tu mamá... –se da media vuelta y
toma camino a las escaleras.
–Roy... –susurro, él se detiene, aun dándome la espalda. –
¿Estarás bien? –se gira solo un poco y viéndome de reojo
asiente.
–Todo pasara nena, ven...
Tomo una bocanada de aire y tomo camino detrás de él,
entramos a nuestra habitación, entro al cuarto de baño y lo
detallo completamente. Ni siquiera había tenido la molestia
de ver el diseño del cuarto de baño, quito mi ropa y entro a
la ducha, el agua fría y caliente se ligan y luego el agua tibia
cae desde mi cabeza hasta los pies.
Cierro mis ojos y me quedo quieta por unos largos
segundos. Siempre he pensado que una de las cosas que te
calman un poco, es una ducha de agua tibia, es como si
calma tus miedos, es como si te hace olvidar por tan solo
un momento. Esbozó una sonrisa, pero luego doy respingón
del susto al sentir unas manos frías rodear mi cintura.
–No voltees a verme... –un susurro de su parte, su mentón
apoyado en mi hombro. –No quiero que me veas de esta
manera, frágil, desorientado, débil y mal... –levemente
asiento.
Ambos quedamos en un largo silencio, solo sintiendo como
el agua cae por nuestro cuerpo. Escucho el respirar
dificultoso de Roy, el cómo su cuerpo tiembla, me alejo un
poco, con la mirada fija en el suelo me doy media vuelta,
cierro mis ojos y dando dos pasos más, choco mi cabeza
con su pecho, lo rodeo y le abrazo.
–Todo va a estar bien... –subo mi rostro y lo observo, él
mantiene su mirada fija al frente. –Está bien sentirse de
esta manera Roy, debes ser fuerte, ella te quiere débil, frágil,
desorientado y mal... –baja su mirada y sus grises
fijamente me observan.
– ¿Crees que deba decirle a papá de Jenell? –tomo una
bocanada de aire, vacilante asiento.
–No debes esperar más, no con tu madre pisándonos los
talones...
–Vale... –deja un beso en mi frente. –Continuemos con
nuestro baño, debemos irnos.
–Está bien...
_
El trayecto al hospital fue en completo silencio, es muy fácil
deducir, que Roy se encuentra perdido en su mente, con un
montón de cosas en un ir y venir, confundido y sin saber
qué hacer. Por un lado, tenemos la situación con Jenell,
quien vino confiada de que trabajara para los Lehner, todo
con el fin de tenerla con nosotros. Por otro lado, está la
madre de Roy, que a pesar de haber sido una mala persona
en el pasado con su propia familia está un paso delante de
nosotros.
Con nuestras manos entrelazadas caminamos por el
pasillo, al llegar se encuentran más personas que el día de
ayer. Esta mi tío, el hermano de mamá, Chanel, Fede,
Román Lehner y el mejor amigo de Roy. Rudy junto a la
enfermera y quizás mi hermano se ha ido a clases, me
acerco hasta la morena y la abrazo, ella se aleja y sonriendo
me deja un beso en la frente. Fede me saluda y luego pasa
a estar con su hermano, quien ahora esta con William.
– ¿Dónde está ella? –Chanel y yo nos alejamos de todos. –
Tenemos problemas...
–La madre de los chicos, lo sé... –confundida la observo. –
La muy desgraciada busco a Federico en mi departamento,
como una desquiciada busco en las habitaciones a la chica,
por suerte la lleve aquella casa donde tú y Roy fuera la vez
de la noche de pasarela, ¿Recuerdas? –asiento. –Ella está
allí, Fede lo pensó mejor y la llevamos a ese lugar, está sola,
pero un poco aislada de todos.
– ¿Cuándo ha ido? Tuvimos su desagradable presencia el
día de hoy, esa mujer es realmente de armas tomar, no
imaginas toda la mierda que me echo en cara por ser la
pareja de Roy.
–Ayer por la noche, nos está espiando a todos Isabella, fue
realmente doloroso ver la reacción de Federico delante de
ella, estuvo a punto de bofetearla, se cegó, se volvió como
loco al ver como revisaba mi departamento, como me
insultaba, esa mujer no está bien de la cabeza... –tomo su
mano derecha y le acaricio.
–Debes cuidarte, no puedes recibir tanto estrés, recuerda,
tu embarazo... –Chanel asiente ligeramente. –Y bien, ¿Qué
ha pensado Federico con todo esto?
–Contarle todo a Román Lehner... –ambas llevamos
nuestra mirada a aquel hombre, se ve un poco tranquilo,
sereno, no sé qué pensar cuando se entere de todo, como
ha de reaccionar. –Es lo mejor Isa, es el bienestar de Beth,
de los chicos, de todos nosotros.
Todos quedan en silencio, volteo a ver y encuentro a Dalan
caminar hasta mi dirección, trago con dificultad, inclina su
cabeza a un lado y dándole un corto vistazo a Chanel tomo
camino detrás de él. Observo a Roy, ligeramente asiente,
trago con dificultad.
Nos detenemos en la puerta de la habitación y luego
procedemos a entrar, todo está en un silencio, solo el
sonido de las maquinas se escuchan en la habitación
blanca. Llevo la mirada hasta la cama donde esta mamá,
una dura y doliente punzada en mi pecho, el nudo
formándose en mi garganta, siento de pronto mi cuerpo
pesado, inmóvil, mis manos tiemblan, mi respiración se
dificultad.
–Mamá... –expulso en un suspiro, seguido aparecen las
lágrimas inundando mis mejillas. –Mamá...
Camino hasta ella y tomando asiento junto a la cama donde
está, con mis manos temblorosas tomo su mano. Tan fría,
tan frágil, tan delgada, unas enormes ojeras se forman
debajo de sus hermosos ojos que en este momento están
cerrados. Llevo su mano hasta mis labios y entre lágrimas
dejo dulces besos en ella, un ligero movimiento de su parte,
abro mis ojos y volteo a verla.
Una corta sonrisa se forma en sus labios, sus ojos claros
me miran, tan opacos, tan lleno de tristeza y yo no puedo
aguantar el llanto que sin más estalla desde mis adentros.
Mamá me mira, lentamente niega, intento no llorar, pero me
es imposible verla de esta manera, cubro mi rostro con mis
manos, siento como ella suavemente acaricia mi cabello.
–No... Llores mi niña... –tomo una bocanada de aire, aparto
mis manos, limpio mis lágrimas, es inútil, estallo en un
desgarrador llanto. –Todo... Estará bien... –niego repetidas
veces y rápidamente la cubro con mis brazos.
– ¿Qué te ha hecho papá? –susurro, un ligero sollozo. –
¿Por qué te hizo esto? ¿Por qué? –la escucho toser un poco
y me alejo. –Te amo, mamá, por favor, se fuerte ¿Si? Yo...
Yo te prometo que saldrás de esta, ¿Si?
–Esta... Bien... –toma un suspiro y cierra sus ojos.
–Vamos Isabella, ella debe descansar...
–No, no quiero, no quiero separarme de ella, no ahora, no,
no quiero... –escucho la puerta de la habitación, pero no me
tomo ni siquiera la molestia de voltear. –Mami estarás bien,
te lo prometo, por favor se fuerte, quiero verte sonreír,
quiero ver tus ojos brillantes, por favor, juntas podremos...
–beso el dorso de sus manos, luego siento un peso en mi
hombro y al voltear incrédula lo observo.
–Princesa... –llevo mirada al frente, suelto sobre la cama la
mano de mamá y la arropo. – ¿Podemos?... –me levanto de
mi asiento y paso a su lado.
–Ella no merece la presencia de alguien tan desagradable
como tú...
Salgo de la habitación, de inmediato Roy se acerca a mí,
limpia mis mejillas y me abraza. Todo está en un jodido
silencio muy incómodo, escucho sus pasos detrás de mí,
nadie se digna hablar, me alejo un poco de Roy y lo
enfrento. Ese hombre de ojos azules, con un aura de
insuficiencia que no sé de donde ha sacado esta delante de
mí, mirada gacha, casi tembloroso.
Me acerco poco a poco, me detengo delante de él, lo veo de
pie a cabeza, alza la cabeza y su mirada se encuentra con
la mía. Con fuerza aprieto mi mano derecha, tomo una
fuerte bocanada de aire, y la rabia, el repentino rencor
aparece, invadiendo todo mi cuerpo, todos mis sentidos.
Con lentitud levanto mi mano y con mi puño comienzo a
golpear su pecho, lento y suave, luego incrementa, una tras
otra, tras otra vez, cada vez más fuerte, cada vez con más
rabia.
– ¿Por qué le hiciste esto? –susurro, un nudo formándose
en mi garganta. – ¡¿Por qué tú?! ¡¿Por qué papá?! –de
pronto las manos de Roy me toman de los brazos y me
alejo un poco de él. –Eres cruel, ves cómo esta mamá, todo
por tu maldita culpa, por tu jodida avaricia con el dinero,
con tus malditos negocios, te la confié, confié tanto en ti,
hice todo por ti, por ella, ¿¡Por qué!?
–Isabella, baja la voz... –sonrió con enojo.
– ¡¿Qué baje la voz?! ¿No quieres que los presentes sepan
la clase de padre que tengo? Que todos se enteren de la
clase de hombre que eres –les miro a todos, la
incomodidad palpable. –Mamá se está debatiendo entre la
vida y la muerte y tú quieres mantener tu postura de buen
hombre, por favor papá... –niego, lo veo de pie a cabeza. –
Dime, ¡¿Por qué?! ¿Por qué la has dejado sola? ¡¿POR QUÉ?!
– ¡¡Porque tarde o temprano ella va a morir!! –un fuerte
dolor me oprime el pecho, incrédula, asombrada. – ¡¿Acaso
crees que mantuve la esperanza con que ella se
recuperaría?! ¡Por Dios Isabella! Tu madre ni siquiera tiene
la fuerza suficiente para hacerlo... –tan rápidamente, como
una ráfaga de viento la palma de mi mano se estampa en
su mejilla, papá sorprendido me observa.
–Lárgate... –mascullo. –Lárgate del hospital, busca en
casa tus cosas, no vuelvas a nuestras vidas, ¡Vete con tu
maldita avaricia a otro lado!
–Isabella, hija...
–Vete… Ahora... ¡Ya!
Lo observo fijamente, papá ve todo su alrededor, no
pronuncia nada más y de inmediato se marcha del lugar.
Todos se mantienen callados, Roy me toma de la mano y
me saca de ese largo pasillo, llegamos a la capilla del
hospital, allí donde yace una escultura de Jesucristo. Con
pasos lentos camino hasta su pequeño altar, me voy
arrodillando poco a poco, tomo un largo suspiro y cierro
mis ojos.
–Estoy tan cansada... –tomo una bocanada de aire. – ¿Qué
hice mal? ¿Tan mala hija he sido?
–Isabella, nena, no digas eso... –volteo a ver a Roy, una
sonrisa de boca cerrada se forma en mis labios. –Eres una
hija maravillosa, defiendes con fuerza y con tus garras a las
personas importantes, sé que Magnolia no querría ver a su
hija discutir con su padre, pero sabe el dolor que ahora
llevas contigo...
– ¿Cuándo podremos ser felices? Que nuestro alrededor no
sea tan infeliz, que tu padre sea feliz, que mi mamá no está
en esa cama fría y blanca...
Roy no tarda en abrazarme y con un suspiro disfruto de ese
aroma dulce que tiene. Oculto mi rostro en su cuello, él
acaricia mi cabello con dulzura, nos alejamos y un beso
casto es dejado en mis labios. Sonrió y ambos nos
levantamos, observo por unos segundos la escultura de ese
hombre que dio la vida por sus hijos y en mi mente le pido
que no me abandone que ayude a mamá. Nunca he tenido
tiempo para él, pero después de todo es él quien sabe el
dolor que todos llevamos en nuestros hombros por muy
pequeño e insignificante que sea.
Al salir de la capilla retomamos el camino donde todos se
encuentran, Fede se encuentra hablando con Román
Lehner, Chanel a su lado y aquel hombre de fuerte temple
abraza feliz a la morena, seguido de su hijo y luego todos
felicitan a los futuros padres.
–Hacia tanto que no veía a papá de esa manera... –volteo a
ver a Roy. –Sonriente, lleno de vida –me mira y sonríe. –
Debemos contarle todo acerca de Beth, de mamá, debe
saber todo lo que ocurre... –asiento y caminamos hasta
ellos.
–Roy, hijo, ¡Seré abuelo! –en mi vida había visto una sonrisa
tan llena de vida y sentimiento. –Abuelito Román, ¡Dios! Ya
me lo puedo imaginar... –todos ríen, incluyéndome. –
¿Todo bien, Isabella? –asiento levemente, le doy un corto
abrazo. –Debemos celebrar esta buena noticia, ¿no creen?
–Es lo mínimo que te mereces, papá... –Roy le abraza y
Román Lehner feliz lo acepta, ambos se alejan y se miran
sonriente. –Debemos hablar papá, tenemos algo que
comentarte, pero este no es lugar adecuado.
– ¿Qué ocurre?
–Creo que es mejor irnos a casa, es algo delicado...
Él nos observa a todos y luego asiente, yo rápidamente me
despido de Rudy, solo por un rato, debo ayudarle con
mamá, ella merece descansar, así que iré a lo del tema de
Beth y luego volveré al hospital. Chanel, Federico, Roy y yo,
tomamos camino con Román a las afueras del hospital,
cada quien, en su coche, todo en mí se vuelve una
revolución, el día de hoy no ha sido para nada bueno,
primero Leyna la madre de Roy, luego mi padre y ahora toda
la verdad será expulsada para el padre de Roy.
..
Todos nos encontramos en el estudio de Román. Margarita,
la ama de llaves no podía dejar de sentirse feliz de verme,
después de saludarnos nos trajo té y café al estudio, yo
estoy junto a Chanel, Roy y Federico intentan buscar la
manera de decirle todo a su padre, mismo que salió un
momento fuera por una llamada de la empresa.
La puerta se escucha, los cuatro volteamos a ver y allí esta
Román como siempre, fuerte e imponente. Un inquietante
pesado se asienta en la boca de mi estómago, me doy un
sorbo de mi té y fugazmente Chanel y yo nos observamos.
Mis manos se vuelven temblorosas, la inquietud se apodera
de Roy y Federico, mi pierna sube y baja, Román tomo
asiento del otro lado del escritorio y nos observa a todos.
–Ok chicos, si tuviera un buen oído juro que escucharía sus
dientes rechinar del miedo... –se cruza de brazos y observa
a sus hijos. –Y bien, ¿Qué ocurre? –un carraspeo de parte
de Roy y ahora sé que es él quien ha decidido hablar.
–Papá, primero que nada, solo toma las cosas con calma,
por favor, lo menos que quiero es que tengas problemas
con tu salud... –Román rueda los ojos al cielo y Chanel y yo
no podemos evitar reírnos.
–Habla, Roy... –el pelinegro nos observa a todos y luego se
enfoca en su padre.
–Es sobre mamá y mi hermana Jenell... –Román exaltado
se levanta. –Mamá fue esta mañana a mi casa y ayer por la
noche a casa de Chanel –aquella mirada destilando enojo.
–Está buscando a Jenell, está desesperada, no tiene
consigo a lo que tanto daño te causa.
– ¿D–Dónde está mi hija? –comienza a quitarse la corbata,
Chanel y yo nos levantamos y corremos hasta él,
intentamos calmarlo. – ¿Qué le ocurrió a mi pequeña? –sus
ojos se cristalizan. – ¿¡Cómo es que tu madre no sabe de
mi hija!? –le da un fuerte golpe al escritorio y luego las
puertas se abren, aquellos hombres que cuidan de Román
entran preocupados.
–Tu hija está bien, es hermosa, un cabello azabache, unos
ojos color miel tan únicos, esos rasgos alemanes de los
Lehner... –Federico es quien habla, la clara preocupación
de Roy destila de su mirada. –Tu hija Jenell, lleva por
nombre Beth y somos nosotros quien la tenemos papá,
quizás golpe de suerte, pero por fin encontramos a mi
hermana.
La respiración de Román Lehner se dificulta en un simple
segundo, pero de sus labios no se aparta aquella grande
sonrisa. Las lágrimas corren a ambos lados de su cara, yo
le hablo, al igual que Chanel y Roy, Fede sale corriendo para
llamar al médico de la familia, Román sin aparta su sonrisa
parpadea un par de veces, en ese momento los cierra, su
respiración dificultosa, un largo suspiro.
–No papá... –susurra Roy. –Aguanta por favor, aguanta.
Capítulo 32 - ¿Jenell Lehner?
–Dios, ¿Dónde vas tan bonita? –escucho la voz de mamá
detrás de mí, la veo por el espejo.
– ¿Qué te importa? –veo que toma asiento en mi cama. –
Vete, quiero estar sola.
Cepillo mi cabello azabache, coloco una diadema roja y
comienzo a resaltar mis cejas, delineo mis ojos, mascarillas
en mis pestañas y un poco de rubor en mis mejillas. Pinto
mis labios de un color rojo y me coloco mi cadena favorita,
aquella que lleva una diminuta rosa de oro con delicadas
incrustaciones rojas.
–Beth, hablemos... –escucho la voz de mamá y vuelvo a
mirarle.
–No quiero hablar, déjame sola, ¿Quieres? –ella toma una
bocanada de aire y se levanta, acto seguido camina y de
cuclillas se coloca junto a mí.
– ¿Podrías entender mi preocupación hijita? –volteo a
mirarle. –Solo hago esto para protegerte, ¿Te cuesta
entenderlo? –toma mis manos y yo de un tirón se las
arrebato, me levanto y camino de un lado a otro buscando
mis cosas para terminar de salir. –Beth eres una
desconsiderada, todo es por tu bien, por tu protección,
moriría si no estás a mi lado.
– ¡Cállate mamá! –me sorprende la manera en cómo le grito,
nunca lo había hecho. – ¡¿Cuándo te darás cuenta que nadie
nos persigue?! Todo este tiempo hemos estado bien, si me
quisieran hacer daño desde hace mucho tiempo que lo
hubieran hecho, ¿No crees? –ella hace el intento de hablar,
pero cierra su boca. –No me dejas salir, no me dejas ser libre,
quiero estar de fiesta con mis pocos amigos y a todo le
sacas un, pero, me estoy asfixiando... –termino de tomar mi
mochila y mi móvil.
– ¿Dónde iras Beth?
–A casa de una amiga, fin... –paso a su lado y tomo mi
abrigo.
– ¿Volverás mañana? ¿Si? –ruedo los ojos al cielo y asiento.
– ¿Por qué siempre vives con el miedo de que no volveré? –la
veo tensarse, siempre es lo mismo, ¿Qué pasa con ella? –
Debes dejar de ser tan sobreprotectora y dejarme vivir mi
vida, no soy una niña mamá, no lo soy.
–Pero Beth mi amor, podemos hacer algo en casa,
podemos...
– ¡No! –en el momento que le grito su mano se estampa en
mi mejilla, es primera vez que lo hace, una mirada fría, eso
son sus ojos. –Mamá...
Ella intenta abrazarme, pero la empujo, con rapidez salgo de
mi habitación y bajo con prisa las escaleras. Escucho su voz
detrás de mí, veo fugazmente la casa donde vivimos,
elegante, pequeña, pero acogedora, su voz es cada vez más
cerca, pero yo ni siquiera hago el intento de detenerme. No
ahora que puedo lograr lo que me he propuesto en mente,
alejarme de ella.
Llego hasta la puerta principal, me detengo, pero con cierta
prisa abro la puerta, la escucho detrás de mí, volteo a mirarle,
lleva lagrimas deslizándose por sus mejillas. Un nudo se
forma en mi garganta de tan solo verla de esa manera, pero
de unas semanas para acá se ha estado comportando
diferente, sobreprotectora, irritante, niego un par de veces y
terminando de darme media vuelta pongo un pie fuera de
casa.
–Te espero por la mañana mi niña... –trago con dificultad.
–Sí, claro mamá, nos vemos –digo entre dientes, con mucho
enojo y tomando una bocanada de aire, salgo.
Cierro la puerta, estando muy segura que no volveré,
sabiendo que esto ha sido lo mejor que he podido hacer,
dejando este vecindario, alejándome de todo, siendo por
primera vez tan libre. Una sonrisa se ensancha en mis labios,
un largo suspiro y dando el primer paso estoy segura que
todo ha de cambiar para bien, y aunque muy dentro de mí me
duele el hecho de dejar a mi madre, creo que esto ha sido lo
correcto.
_
Isabella Massón
Las manos de Roy tiemblan, Federico no deja de caminar
de un lado a otro y los nervios de Chanel aumentan una y
otra vez. Me levanto del sofá y me coloco junto a Roy,
entrelaza su mano con la mía y termina por abrazarme, yo
dejo cortos besos en su hombro, acaricio con suavidad su
espalda.
Vemos al médico de la familia salir de la habitación de
Román Lehner, los chicos no quisieron llevarlo al hospital,
ya que eso hace un tiempo, fue petición de Román. Que, si
algún día llegaba a enfermar, no quería estar en una
habitación fría y simple, él quería estar en su casa, en su
habitación.
–Chicos, hemos estabilizado a Román... –un suspiro se
escapa de mis labios y Roy no puede evitar abrazarme. –
Tuvo una alta subida de tensión, por poco le provoca un
pre–infarto, pero ¿qué ha pasado? Román es fuerte como
un roble, vive chequeándose, ¿Qué ha pasado? –todos nos
observamos, los chicos ni siquiera tienen el suficiente
ánimo de hablar.
–Tuvimos que contarle algo muy urgente, acerca de su
hija... –el doctor me mira asombrado. –No soporto tal
noticia y se puso mal, lo sentimos mucho... –toma mi mano
y niega.
–Tranquilos, lo malo ha pasado, esa noticia ha de ser
buena, porque nunca dejo de mencionar que debía
recuperarse, que debía hacerlo... –esbozo una sonrisa. –
Cuiden de él chicos, he dejado el recetario de medicina en
la mesita de noche, si algo ocurre no duden en llamarme,
aunque vendré a verle mañana, ¿Esta bien?
Todos asentimos y luego el doctor se marcha, Roy camina
hasta el sofá del pasillo frente a la habitación de Román y
con pesadez se deja caer, cierra sus ojos y toma un
suspiro. Chanel y Fede deciden entrar, Roy simplemente se
limita a decir algo, solo está en silencio, camino hasta él y
me siento a su lado, abre sus ojos y de reojo me observa, se
acerca muy lentamente y apoyando su cabeza en mi pecho
deja salir un ligero sollozo.
Aquello no hace más que hacerme sentir muy mal, muy
triste, en silencio lo abrazo, lo acuno, acaricio su cabello
azabache, no deja de sollozar, todo su cuerpo tiembla, se
aleja un poco y aquellos grises no hacen más que destilar
tristeza.
–Tenia tanto miedo... –susurra, agacha su mirada. –Me
hubiera dolido tanto el hecho de que él no pudiera conocer
a Jenell... –niego y lo abrazo.
–Pero está bien, Román está bien mi amor, él lo está,
siempre supe que él podría, así que tranquilo, tu padre se va
a recuperar... –nos alejamos y limpio sus mejillas.
–Las cosas se han tornado más apretadas, ahora debemos
encarar a Jenell, debemos decirle la verdad de quien es ella,
yo no tengo ni la más remota idea de cómo ha de
reaccionar esa chica... –asiento y de pronto las puertas se
abren.
Chanel y Federico salen de la habitación, nos informan que
Román quiere vernos a ambos, Roy asiente y ambos nos
levantamos. Tomamos camino a la habitación y los chicos
se marchan, Chanel debe mantener reposo por los primeros
meses así que es lo que debe proponerse ahora.
Al entrar lo vemos recostado en su cama, una intravenosa
en su brazo derecho y unos aparatos que monitorean todo,
es como si de un hospital se tratara. El hecho es que los
Lehner tienen el suficiente dinero para costearse todo esto,
y con solo levantar el teléfono lo tienen todo, lo vemos abrir
sus ojos y esbozar una sonrisa.
–Abuelito Román continua aquí, deja de lloriquear... –volteo
a ver Roy quien ríe y apresurado limpia sus lágrimas. –
Gracias hijo, gracias a ti y a Fede podre conocer a mi niña...
–Roy se acerca hasta él y toma asiento al borde de la
cama.
–No deberías hablar tanto papá... –el fuerte Román rueda
los ojos al cielo y niega.
–Roy, fue algo de la tensión no en mi boca, cálmate... –rio y
los observo. –Dime, ¿Cuándo podre conocerla? –el
entusiasmo en su voz. –Quiero verla pronto, Roy, quiero
verla... –sonríe, no deja de hacerlo.
– ¿Te parece mañana? Debes descansar, además, ella no
sabe nada aun, así que, debo ir donde esta y decirle toda la
verdad, la trajimos con engaños papá, no es fácil... –él
toma la mano de Roy y asiente.
–Dile toda la verdad, se lo merece, comprenderé si la
pequeña aun no quiera conocerme, pero por favor, tráela a
casa, estaré unos largos días postrado en esta jodida
cama, así que me hará bien saber que Jenell estará aquí
bajo nuestro techo...
–Está bien papá, así será, solo deséame suerte... –Román
sonríe y niega.
–No la necesitas, sé que sabrás hablar con ella, además
tienes a una gran mujer a tu lado, quien te ayudara, ¿Esta
bien? –Román voltea a verme y yo sonrió. –Cuida a mi
muchacho, no puedo estar más orgulloso de que tenga una
mujer a su lado como tú, hija… –me acerco hasta él y dejo
un beso en su frente.
–Confió en que mejoraras, sabes que debes hacerlo,
¿Verdad? –asiente y cierra con pesadez sus ojos. –
Descanse, iremos hacer todo lo necesario por traerla a
casa... –sonríe y sin más se queda dormido
Roy y yo salimos de la habitación, tomamos camino a la
cocina y le pedimos a Margarita que cuide de Román
mientras nosotros nos ausentamos. Federico vendrá con
nosotros, mientras que Chanel se quedará a descansar, la
seguridad en la mansión Lehner aumento, Roy no está de
acuerdo en que un par de guardaespaldas vengan detrás de
nosotros, pero no podemos contradecir las órdenes del jefe
Lehner, así que sin perder tanto tiempo tomamos camino al
lugar donde se encuentra Jenell.
_
Después del trayecto, nos detenemos frente a la casa, Roy
le pide a los guardaespaldas que se queden en el coche,
mientras que con un poco de nervios bajamos del coche y
tomamos camino a la casa. Observo que todo el jardín esta
regado, las flores están lindas, las cortinas de la casa están
abiertas, puedo adivinar que Jenell se siente bien en este
lugar.
Nos detenemos delante de la puerta principal, los chicos se
observan, están en ese debate de quien tocara la puerta y
aunque se me hace gracioso no es momento para esperar
más, así que paso a su lado y soy yo quien toca la puerta.
Escuchamos la voz de la chica gritar del otro lado de la
puerta haciéndonos esperar, escuchamos sus pasos
apresurados y al abrir la puerta viene con un delantal y una
sonrisa en sus labios.
–¡Oh! Hola... –sonríe, no puedo creer el gran cambio de
humor que refleja. –Creí que iba a comer sola... –veo a los
chicos, ambos la ven con tal adoración, ninguno habla.
–Disculpa Beth, estábamos solucionando algunas cosillas
–asiente y termina por invitarnos a pasar.
–Isabella, ¿Cómo está tu mamá? –la escucho y volteo a
verla. –Chanel me conto, lo siento mucho... –sonrió y
asiento.
–Gracias, ella está recuperándose, ¿Quieres que te ayude
en la cocina? Huele delicioso...
–Por supuesto, gracias, me sentí un poco deprimida, ya
sabes de estar sola.
Ambas tomamos camino a la cocina, yo les doy una mirada
a los chicos, es momento que se decidan quién es que
tendrá el derecho de la palabra y que sepan muy bien que le
dirán a la chica.
Al llegar a la cocina noto que está haciendo un estofado de
pollo y papás, yo le ayudo y ella entusiasmada termina de
decorar un pequeño bizcocho que ha preparado. Sonríe,
tanto que su boca podría partirse en dos, pero ahora irradia
tranquilidad y paz, es muy obvio que esto es lo que tanto
deseaba.
– ¿Te sientes bien en esta casa? –voltea a verme y asiente.
–Es muy acogedora y en una zona de Francia que es muy
tranquila... –ella vuelve asentir. – ¿Extrañas Alemania?
–No... –susurra. –Ni un poquito... –se apoya en la encimera
y me mira. –Es un buen país, pero, yo no me sentía en casa,
ni siquiera con ella...
– ¿Con ella? –asiente.
–Mi mamá –hace una pausa, me mira fijo. –Isabella yo...
Yo me escapé de casa, sabes, yo no me sentía segura con
ella, siempre quise cumplir mi mayoría de edad para hacer
mi vida, pero ella de algún modo lo impedía, me sentía
asfixiada, encerrada, había veces que ella... –se detiene y
niega, una sonrisa triste se forma en sus labios. –Nada...
Asiento y termino de preparar el estofado, ella termina de
decorar el bizcocho y sonríe, propone organizar la mesa,
pero yo la detengo, no hay que darle más largas a esto así
que sin esperar tiempo le pido que me acompañe a la sala,
donde nos espera Roy y Fede.
Ellos nos observan, le pido a Jenell que tome asiento, le doy
una mirada rápida a Roy y con un leve asentimiento él deja
sobre la mesita de noche delante de nosotros un álbum de
fotos. La pelinegra nos mira a los tres, confundida,
extrañada, Roy le pide que lo vea.
– ¿Qué es esto? –pregunta nerviosa.
–Tu... –susurra Roy, ella niega y sonríe con ironía.
– ¿Cómo que yo? Es estúpido, ¿Por qué tendrían un álbum
de fotos de cuando era bebe?
–Solo míralo por favor... –ella observa a Roy, aturdida,
termina por tomar el álbum.
– ¿Jenell... Lehner? –acaricia con manos temblorosas
aquel nombre y termina por abrirlo.
Puedo ver que va nerviosa, toma bocanadas de aire, sus
manos tiemblan, a medida que va viendo las fotos se
detiene y nos mira a los tres...
– ¿Es esto una broma? –Roy niega al igual que yo y Fede.
–Solo continua... –susurra Roy, ella incrédula niega, pero
continua.
Página por página, detalla todas las fotos, pero de pronto
solo una, solo una le inquieta, la saca y con manos
temblorosas la coloca delante de ella. Lleva su mano libre
hasta su cuello y saca un collar con una diminuta rosa
bañada en oro e incrustaciones rojas, tan delicada, tan
hermosa. Allí es donde me doy cuenta que en aquella foto
que tiene en sus manos, la pequeña bebé que sonríe con
ternura, lleva esa cadena.
Exaltada se levanta, dejando a un lado la foto y el álbum,
llevo mi mirada al suelo, Roy y Fede ni siquiera le hablan.
Creo que han decidido dejar que sea ella quien haga las
preguntas en este momento tan sorpresivo, vuelve a tomar
asiento, toma la misma foto y la observa, mira a Roy y mira
a Fede, pero nuevamente mira al pelinegro.
–Si esto es una broma, créanme que no es graciosa... –su
voz ronca por las emociones, que en este momento la
abrazan. –Es imposible que sea vuestra... Su... Yo... Eh...
–Hermana... –dice sin más Roy. –Si lo eres Jenell…
–Pero yo me llamo Beth, yo no me llamo Jenell, mi mamá
es...
–Leyna... –ella mira con asombro a Roy. –Sé que esto es
como un jodido baldazo de agua fría cayendo sin aviso
sobre ti, pero no es una broma, la niña de las fotos eres tú,
ese hombre que sale a tu lado es Román Lehner, mi papá, el
papá de Federico, tu papá... –ella comienza a sollozar y
negar. –Eras una pequeña niña cuando mamá... Digo,
cuando Leyna te secuestro, y no, ella no es tu madre
biológica.
– ¿¡Que!? ¿¡Secuestro!? Yo...
–Muñeca, tu eres el fruto de una infidelidad de papá, tu
madre biológica murió al darte a luz, papá nunca se apartó
de ti, era tan feliz por tu llegada, a pesar de todo él te
amaba –es notorio lo aturdida que va, no deja de negar. –
Pero Leyna no lo soporto, no soporto que tú te llevaras toda
la atención de papá, se sentía destruida, engañada, no
soporto que papá te prefiriera a ti antes que, a ella, ya
sabes, por ser la hija de la amante de Román... –las
lágrimas corren por sus mejillas, yo tomo sus manos, ella
fugazmente me observa.
–Papá gasto tanto dinero en tu búsqueda, pero mamá
siempre le llevaba la delantera... –ahora es Fede quien le
habla. –Él nunca descanso, nunca dejo de buscarte, ni
siquiera bajo las rocas, se enfermó, se mantenía cansado y
siempre le pedíamos que dejara todo, pero él nunca quiso,
tu habitación sigue intacta, tus juguetes, todo lo que él te
dio, sigue en orden, él...
– ¿Está vivo? –susurra en un hilo de voz. – ¿Lo está?
–Si... –voltea a mirarme. –Aunque ahora está siendo
cuidado, está vivo, recién supo de tu existencia, que
nosotros te encontramos, fue tanta la noticia que su salud
cayo un poco, pero créeme está dando todo de sí mismo
para así poder verte... –Jenell no tarda en abrazarme, yo
observo a los chicos. –Lo sentimos tanto por traerte con
engaños Beth, pero no teníamos de otra, las cosas
empeoraron, y tuvimos que volver, supimos que algo
andaba mal cuando sin más quisiste arriesgarte y venir con
nosotros... –se aparta de mí y limpia sus lágrimas.
– ¿Tan mala es mamá? –cierra sus ojos y niega. –Leyna...
–Está en la ciudad, Beth... –Roy habla y ella horrorizada lo
observa. –Te está buscando, te necesita para seguir
hiriendo a papá, nosotros no tenemos buena relación con
ella, nos abandonó para llevarte con ella y herir a papá.
–Lo siento... –susurra apenada. –Por mi culpa ustedes.
–No... –Roy habla y lo observa. –Tú no tienes culpa de la
avaricia de mi madre, tú no tienes culpa de nada, no
pienses eso, nosotros estamos realmente felices de que tú
por fin estas con la familia que realmente te ama y
anhelaba verte... –se levanta y extiende su mano a Roy, el
pelinegro se levanta al igual que Fede y toman de su mano.
–Solo... –susurra. –Solo denme tiempo, para asimilar todo
esto que no esperaba... –los chicos asienten. –Sé que mi
nombre es Jenell, pero, preferiría que me den un debido
tiempo para acostumbrarme... –sonríe. –Soy igual a ti... –le
dice a Roy, él sonríe. –E igual a ti... –le dice a Fede, quien
presume con una sonrisa. –Tengo una familia, tengo
hermanos y un papá... –su voz ronca por las emociones, los
chicos no tardan en abrazarle. –Todo esto es... –solloza. –
Tan de locos, pero me encanta la locura –los tres ríen, yo
no puedo evitar sonreír.
Yo no puedo sentirme más feliz por ellos, los tres se
separan, sé que en este momento Roy está satisfecho, de
poder lograr de la mejor manera acercarse a su hermana,
ella voltea a verme y rápidamente me abraza, yo
sorprendida sonrió y la abrazo.
–Gracias... –susurra solo para mí, se aleja y me sonríe. –
Eres una gran persona… –asiento y luego nos observa a
todos. –Quiero conocerlo, quiero verle, no puedo siquiera
imaginar lo tanto que lucho por encontrarme –suspira. –
Muchas cosas en este momento están uniéndose como
piezas de rompecabezas, estoy confundida, pero quisiera
verle, a Román, quiero conocerlo.
–Lo harás Beth, le conocerás mañana a primera hora, ya
sabes, está recuperándose, pero debes saber que está
ansioso de verte, además, debes volver con nosotros,
quiere que vivas en la mansión Lehner...
–Pero, me sentía bien aquí –Roy sonríe y asiente.
–Debes saber que lo hacemos por protegerte, cuando todo
termine, podrás vivir como tú lo desees, por el momento es
por tu seguridad, claro podrás salir y conocer la ciudad,
pero con guardaespaldas...
–Está bien, solo espero que todo salga bien, yo, no quiero
volver a ver a Leyna... –dice con cierto tono de rencor. –No
quiero verla, ¿está bien?
Los chicos asienten y luego sonríen felices, hace un rato
estábamos preocupados, sin siquiera imaginar que todo se
inclinaría a nuestro favor. Beth propone cenar antes de
marcharnos, todos aceptamos y le ayudamos a poner la
mesa, ella no deja de hacer preguntas de la familia y los
chicos encantados le responden todas sus dudas. Esto era
lo mínimo que la familia Lehner se merecía, que Román
tendrá por fin la oportunidad de conocer a su pequeña hija,
Jenell.
Capítulo 33 - Hermosa pelinegra.
Jenell Lehner
No podía simplemente creer todo lo que tenía delante de
mí, esto es aproximadamente cinco veces más grande que
el humilde y cómodo lugar donde estaba solo hace un rato.
Deseaba quedarme a pasar la noche en esa casa, pero Roy
Lehner, quien ahora resulta ser mi hermano me lo prohibió,
y no porque fuera por simple capricho de su parte, es por
mi protección, porque ahora mamá está detrás de mí. Y
aunque esa mujer no resulto ser mi madre biológica se me
hace imposible llamarla por su nombre.
Todo esto me parece irreal, no tenía ni la más mínima idea
de que ellos resultaran ser mi verdadera familia, no aparto
el hecho de que soy muy parecida al pelinegro, ambos
tenemos el mismo color de cabello y algunas facciones son
idénticas a las de Federico, no es tan difícil adivinar que
herede todo de la familia Lehner.
Todo es realmente confuso, nunca dudé de que mi madre –
quien en realidad no lo es– no lo fuera, nunca pensé en algo
tan ilógico porque simplemente, no les prestaba atención a
nuestras diferencias. Ahora comienzo a entender muchas
cosas, sobre todo su manera de sobreprotegerme en cada
lugar donde solíamos vivir, siempre se mantenía en casa y
muy poco era de salir, me encantaba Alemania, y ahora
saber que tengo descendencia gracias a papá, es como si
eso se sintiera por mis venos con más fuerza.
Veo la larga escalera, una señora ya mayor, –pero la cual
tiene la suficiente fuerza para seguir trabajando– baja de a
poco cada escalón. Una bandeja en sus manos y al fijar su
mirada al frente, sonríe, pero en cuanto sus ojos se posan
en mí, extrañada, confundida y un poco aturdida me
observa. Termina de bajar y se coloca delante de los
chicos.
– ¿Cenaran? –todos le observamos, los chicos niegan,
pero, aunque ella lo evite un poco, su mirada no deja de
encontrar la mía. –El señor Román ha comido todo, ahora
descansa, ¿Ella, desea algo? –me mira y sonríe.
–Margarita, es ella... –Roy le habla, ella le mira fijamente. –
Es Jenell, ella... –la señora de cabello un poco canoso, no
puede evitar sentirse asombrada. –Ella ha vuelto y para
quedarse siempre a nuestro lado... –sus ojos se cristalizan,
sus manos tiemblan, Isabella quien está a su lado toma la
bandeja de sus manos.
–No... Puede ser... –susurra, limpia apresurada sus ojos. –
Eras tan pequeñita... –toma mis manos, no puedo evitar
sentirme tan llena de emociones y sentimientos extraños
en este momento. –Oh, mi amor, no imaginas como tu
padre te ha buscado... –solloza un poco. –Bienvenida a
casa, Dios, eres tan igual a tus hermanos, a tu padre, a
ella... –sé que se refiere a mi madre biológica, ¿Acaso ella
le conoció?
–Gracias... –mi voz es ronca por todas estas emociones
que me asaltan. –Mi nombre es Beth, aun no me
acostumbro a mi verdadero... –ella esboza una sonrisa y
asiente.
–Beth, bienvenida a casa, a tu casa, la que siempre lo
será... –suelta mis manos y acto seguido abre sus brazos,
me es inevitable no abrazarla en este momento. –Iré a
pedir que preparen una habitación para ti... –rápidamente
niego.
– ¿Podría quedarme en mi antigua habitación? –
asombrada me mira. –Sé que quizás es la habitación de
una bebé, pero quisiera ver lo que era antes... –asiente.
–Le pediré a los trabajadores que limpien un poco más,
¿Esta bien?
–Sí, está bien…
Ella termina por asentir y de inmediato toma camino con
nuevamente la bandeja en sus manos. Yo no dejo de
observar todo el lugar, Fede se despide para ir junto con
Chanel, ese par es tan adorable y gracioso junto, y el hecho
de quizás llegar en este momento a sus vidas cuando
ambos serán padres, me hace sentir feliz después de todo,
después de que aún no puedo creer todo esto.
Roy e Isabella se mantienen a mi lado, el pelinegro señala a
un lado y veo una puerta a una considerable distancia, los
tres tomamos camino juntos, yo voy detrás. Mi mirada se
pasea por todo el lugar, detallando cada cosa en su sitio,
impresionada por los cuadros en la pared, pero luego los
miro a ambos, tomados de la mano, un par que realmente
es tan diferente.
Es como si fuera hielo y fuego, algo que no congenian, pero
que, si los detallas un poco más, son una maravillosa
creación. Isabella es la chica dulce, cálida, con
sentimientos puros, mi hermano, Roy, es del mas tosco, frio
y con aire arrogante, pero es increíble ver el sentimiento
que tiene el uno del otro. Lo supe desde el momento en que
sus ojos la miraron cuando estábamos en Alemania, sus
ojos grises brillaban, ella no podía dejar de sonreír al
mirarlo, me encantaría saber más de ellos, de su relación,
son tan interesante ambos.
– ¿Beth? –escucho la voz ronca de Roy y le miro. –Este es
el despacho de papá, acá están sus cosas de negocios y en
ocasiones es donde tiene un tiempo libre para él... –sonrió
y asiento, paso a su lado y comienzo a detallar todo.
Libreras con un sin fin de libros, no hay siquiera un espacio
libre, cuadros hermosos, jarrones, que a simple vista sabes
que son realmente costosos. El olor a menta esta por todo
el lugar, mismo que se liga con el olor a tabaco y es allí,
que, al mirar su escritorio, observo una pipa.
Camino hasta el escritorio, paso mis dedos con delicadeza,
toco todo y cada uno de los objetos que hay sobre ella y
aunque está un poco desordenado, para mí es un placer
contemplar todo lo que tiene que ver con ese hombre que
es mi padre, con ese hombre que incansablemente no dejo
de buscarme.
Al tomarla entre mis manos, sonrió y la detallo, es tan
hermosa, acaricio con admiración la letra R y L que están
talladas con sumo cuidado en donde es puesto las hojitas
de tabaco. Subo la mirada, Roy e Isabella me observan,
ambos sonríen, yo rio un poco, han de pensar que estoy
loca, pero siempre me ha gustado indagar en las cosas,
saber los gustos, los anhelos de las personas que son
importantes para mi y en este momento ese puesto le
pertenece a mi padre.
– ¿Roy? –Los tres llevamos la mirada a la entrada y con
mucho cuidado de la pipa sobre el escritorio. –La
habitación de Beth esta lista... –Margarita sonríe al
mirarme, pero luego vuelve a mirar a Roy e Isabella. – ¿Se
quedarán a pasar esta noche acá?
–Si, por favor Margarita, prepáranos nuestra habitación,
llevaremos a Beth a la suya y luego iremos nosotros a
dormir.
Margarita asiente y termina por retirarse, rodeo el escritorio
y sin cruzar palabras salimos del despacho. Tomamos
escaleras arribas, me siento como una niña pequeña y
curiosa, veo todo el amplio lugar, la alfombra en las
escaleras, todo, absolutamente todo.
Nos detenemos en un largo pasillo, continuamos el
trayecto y Roy se detiene en seco frente a una puerta doble
de madera.
–Es la habitación de papá... –voltea a mirarme. –Mañana
podrás verle ¿Esta bien? –asiento y continuamos el
trayecto.
Un par de puertas más y nos detenemos en una, el termina
de abrirla y sin esperar tanto nos adentramos. Todo es
hermoso, asombroso, dulce, infantil, con un aura totalmente
lleno de vida, juguetes, coche, corral, andadera, todo lo que
un bebé necesita de pequeño.
–Es tu habitación... –Isabella me habla, yo al verla asiento,
pero sé que ahora mis ojos están llenos de lágrimas. –Te
dejaremos sola Beth, descansa, mañana será un buen día
para ti.
–Está bien... –me siento tan feliz y con un poco de miedo.
–Gracias, nuevamente.
Roy se acerca y dejando un beso en mi frente sonríe y se
marcha, Isabella me da un corto abrazo y hace lo mismo.
Ambos salen de la habitación, escucho las puertas cerrarse
y yo me quedo en medio de esta, sin siquiera saber por
dónde comenzar, termino por caminar hasta las estanterías
de muñecos de porcelana, paso mi dedo índice en busca de
polvo, pero no hay rastros.
Paso a otra estantería donde muchos peluches de animales
están acomodados con mucho cuidado, busco más rastros
de suciedad, pero no la hay. Camino hasta un armario
grande y al abrirlo un nudo se forma en mi garganta,
vestidos, mudas de ropa de cuerpo completo, abrigos,
zapatos, sandalias, tantas cosas de bebes delante de mí,
siento una lagrima correr por mi mejilla, pero no me
molesto en limpiar porque después que una sale las demás
no esperan para unirse.
Fotos de cuando era una recién nacida, de quizás cinco o
siete meses, una donde salgo junto a Roy y Federico,
ambos a mi lado mientras estoy dentro de la andadera, una
cajita musical, y muchas cosas más. Me detengo en seco
cuando una foto de tan solo mirarla hace que se me
arrugue el corazón, la tomo en mis manos y con detalle la
observo.
Una mujer de cabello oscuro, mas que nada castaño está
sonriendo feliz, su mano derecha en su enorme panza y en
la otra unas rosas rojas. Inconscientemente llevo mi mano
hasta mi cuello y saco mi collar, lo acaricio con anhelo y
cierro mis ojos, un sollozo brota de mis labios y llevando
aquella foto a mi pecho, la abrazo con fuerza. No
comprendo este jodido sentimiento que se me clavo en el
pecho de tan solo mirar a mi madre biológica, de pronto el
coraje se apodera de todo mi cuerpo, el enojo, la rabia, la
impotencia, todo me llega de lleno.
– ¿Qué me hiciste Leyna? ¿Por qué me separaste de ellos?
¿Por qué no me dejaste ser feliz? –susurro. – ¿Cuánto me
odiabas? ¿Cuánto?
Dejo la foto en el lugar donde estaba, no dejo de observar
todo el lugar, de notar cada detalle, de por lo menos
intentar recordar algo, aunque sé que es imposible. Quiero
hacer tantas preguntas, y obtener muchas respuestas, un
día crees que tienes una vida corriente, al siguiente un
balde de agua fría te hace espabilar y nada es, como tú lo
piensas.

Con el sol radiante y fuerte chocando en mi piel vendo mis
manos, esta es una de las cosas que solo suelen calmar
toda tensión en mi cuerpo y aunque me vine con poca ropa,
para mi es imposible no llevar conmigo mi ropa deportiva
para entrenar. Esto es algo que desde un principio Leyna no
quería que practicara, pero que después de todo termino de
aceptar porque pensó que en realidad me podría ser útil.
Hace ya un largo, largo tiempo practico boxeo y artes
marciales, pero me inclino por el boxeo, en esta enorme
mansión sabía que podría haber un lugar para entrenar y
efectivamente acerté. Así que pidiéndole ayuda a un par de
trabajadores de la mansión me colocaron una pera de
entrenamiento por el parque de niños que hay en la
mansión, con ello también una torre inflable para boxear.
Me caliento un poco, me estiro, cierro mis ojos, tomo una
bocanada de aire y acumulando toda la tensión para ser
expulsada, comienzo con lo mío. Comienzo a sentir mi
cuerpo caliente a medida que voy lanzando golpes, mi
pecho sube y baja, pero aquello que me tenía realmente
mal comienza apaciguarse un poco. Escucho unas voces,
pero no desvió la mirada, continuo con lo mío y con las
voces un poco más cerca logra identificar la voz de Chanel.
– ¡Joder! Eso sí es una mujer fuerte... –esbozo una sonrisa
y deteniéndome la observo a lo lejos. –Bienvenida Beth, a
ver si cuando salga de este embarazo me das prácticas, así
ya tengo como dejarle un ojo morado a mi rubiecito... –
todos ríen y noto que Isabella y Fede están a su lado.
– ¡Buenos días! –les saludo a los tres. –Y para mi será un
placer Chanel, aunque no tengo problema alguno con
dejarle un ojo morado de tu parte.
– ¡Oigan! ¡Estoy aquí chicas! –las tres reímos, esto se
siente bien. –Dios mío, apiádate de mí... –alza sus manos y
toma camino a la mesa donde está siendo servido el
desayuno. –Chiquita, no tardes en venir y tomar el
desayuno con nosotros... –le sonrió a Fede y me imita. –Y
bienvenida a casa.
Todo un manojo de sentimientos me provoca cada que me
dicen bienvenida, yo me siento un poco intrusa en esta
casa, pero ellos lucen felices, orgullosos de que este aquí.
Los escucho hablar y reír mientras que yo termino por
entrenar un poco más, tomo una bocanada de aire y
continúo dándole golpes a la pera, luego paso a la torre
inflable y comienzo a dar golpes con mis manos y una que
otra patada.
– ¡Madre mía! Así quiero que una chica me azote Roy,
¡¡Andaaaa!! –con brusquedad me separo y veo en dirección
a los chicos, uno alto, fornido y de piel morena esta junto a
Roy. – ¿Y esa quién es? –me señala y yo sin esperar tomo
camino a ellos. –Hermosa pelinegra...
– ¡¡Hey!! –dicen Roy y Fede al unísono. –Mucho cuidado
William o te las veras conmigo... –Roy le amenaza, Isabella
y Chanel ríen.
–Venga amigo, no me digas que tu e Isabella estáis
teniendo esas experiencias de parejas
compartidas, uys, picarones... –el moreno sube y baja sus
cejas, yo me cruzo de brazos y bufo.
–Idiota... –paso a su lado, chocando con brusquedad su
hombro. – ¿Esto es tu amigo? Mis hermanos merecen
mejores amigos, no este idiota.
– ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Hermanos? ¿De qué
me he perdido? –el moreno me mira fijamente. –Y yo no
soy ningún idiota.
– ¿Ah no? Pruébalo... –me encara y yo también.
Los demás comienzan a reír y luego es Roy quien se
interpone entre ambos.
–William, sé que esto te tomara por sorpresa, pero, si, ella
es mi hermana, ¿Recuerdas? ¿Jenell? ¿La hija que papá
siempre vivió buscando? –el moreno se pone pensativo y
luego sus ojos se abren de par en par.
– ¡No me jodas! ¿Es ella? –me señala nuevamente y yo
tomo su dedo índice con fuerza, el gimotea. –Eres igual de
salvaje que tu hermano, pero tú eres hermosa, no cabe
dudas –me guiña y sonríe como todo un idiota.
–No eres mi tipo, adiós.
Me doy media vuelta y tomo asiento, los chicos no paran de
reír y tomarlo como blanco fácil de burlas. Él toma asiento y
es claramente que tomara el desayuno con nosotros, yo
comienzo a comer un poco de frutas mientras que esos
cincos hablan de un montón de cosas. El tal William, alias
el idiota, felicita a Chanel y Federico por el embarazo, luego
pasa a preguntar todo el asunto con respecto a mi llegada.
Y aunque este acá presente ni siquiera me tomo la molestia
de hablar, simplemente les observo a todos y esbozo
sonrisas cuando mis hermanos hablan tan felices y
orgullosos de que yo esté con ellos. Pero luego llevo mi
mirada hasta Isabella quien se encuentra muy ausente
después de un simple minuto, tomo su mano y dándole un
pequeño apretón ella me mira y sonríe.
– ¿Te encuentras bien? –esboza una sonrisa.
–Sí, es solo que pienso en mamá, no sé cómo ha
despertado el día de hoy, solo espero para ir a verla...
– ¿Quieres que te acompañe? –sonríe y niega.
–Beth, quédate en casa, en tu casa, Román se despertó
ansioso, estaba que se levantaba de la cama de tan solo
saber que estas aquí... –su sonrisa me contagia. –Me
siento tan feliz por él, por fin te va a conocer, te vera
después de tantos años, así que es mejor que pases tu día
con él, además, por la noche tendremos una salida todos.
– ¿Una salida?
–Sí, iremos todos al club, es del hermano de William,
iríamos a otro, pero ya sabes debemos estar seguros
todos... –frunzo el ceño.
– ¿Cómo que todos? Creí que solo me cuidaban a mí... –
hace un mohín y niega.
–Beth, hay muchas cosas que tú no sabes, pero tranquila
no tienen nada que ver contigo, es sobre Roy y yo... –lleva
la mirada hasta mi hermano. –Pruebas y pruebas, es solo
eso... –desvía la mirada al plato y juguetea con la comida.
–Prometo luego contarte –me mira y yo asiento.
–Está bien, además deseo mucho que tu mamá se
recupere...
–Gracias Beth, espero puedas conocerla, le hablare de ti...
–la pelirroja sonríe y vuelve su vista al frente.
Todos continúan hablando y luego el tema de la salida por
la noche los hace entusiasmarse. Alzo la mirada y allí
encuentro al moreno viéndome fijamente, me sonríe y yo
rodando los ojos, bufo, él ríe un poco y yo continuo mi
desayuno. Despidiéndome solo por un rato de todos, tomo
camino dentro de casa.
Subo las escaleras y en mi mente quiero tomar camino a mi
habitación, pero en cuanto paso delante de la puerta de
Román Lehner me detengo en seco. Me coloco frente a la
puerta y doy cuatro pasos hasta quedar con la puerta muy
cerca, mis manos temblorosas toman ambos pomos de la
puerta.
Tomo una larga bocanada de aire y cerrando mis ojos las
abro, me adentro y con mucho silencio las cierro. Aun sin
querer enfrentarle, choco mi frente contra la puerta, intento
buscar el valor de verlo por primera vez, los sonidos de las
maquinas que monitorean su salud se escuchan detrás de
mí, volteo con rapidez y allí lo veo sobre la cama, sus ojos
cerrados y una intravenosa en su brazo.
Con pasos lentos me encamino hasta su cama, su cabello
solo un poco canoso, pero con un aura de hombre fuerte
que emana de todo su cuerpo. Mi cuerpo entero tiembla, mi
mente es un total ovillo desordenado en este momento,
estoy en una guerra constante con mis pensamientos.
Lo escucho toser y con prisa me acerco hasta él, rodeo su
nuca con mi mano y lo alzo solo un poco, aprieta sus ojos y
lucha con la luz de la habitación. Parpadea un par de veces
y luego sus ojos se abren en su totalidad, un nudo se forma
en mi garganta y una sonrisa se ensancha en sus labios,
unas lágrimas corren por mis mejillas, pero también sonrió.
–Mi pequeña... –susurra. –Mírate nada más, tan grande,
hermosa, que hermoso cabello que tienes, pero un
momento... –confundida lo observo. – ¿Te has herido las
manos? –rio y niego, él se acomoda un poco sobre la
cama.
–Son vendas para boxear... –les muestro ambas manos. –
Solía practicar boxeo y artes marciales, así que hoy
desperté con ánimos de hacerlo, por suerte tienen algunas
cosas para boxear, y... Lo hice...
–Gracias... –susurra, su voz es ronca, sus ojos se
cristalizan. –Yo creí que no querrías verme, que las cosas
se tornarían mal, pero puedo ver que mi pequeña Jenell es
tan sabia como su padre... –ambos reímos. –No imaginas
lo tanto que desee este momento... –unas lágrimas corren
por sus mejillas, yo no tardo en limpiarlas. –Luche, día y
noche por encontrarte, pero mira nada mas este viejo ni
siquiera aguanto la noticia de que estabas bien, de que
fuiste encontrada, que decepción... –niego
apresuradamente y sin siquiera pensarlo lo abrazo.
–Estoy feliz... –un sollozo brota de mis labios. –Estoy feliz
de conocerte, de saber que estas vivo, de saber todo lo que
hiciste por mí, de tu lucha constante –el nudo en mi
garganta duele. –Pero... solo prométeme una cosa... –me
alejo y el sonriente asiente. –Que pronto estarás fuera de
esta cama, tan lleno de vida y fuerte –sonríe y asiente. –
Quiero saber muchas cosas, quiero conocerte aún más.
–Te lo prometo mi pequeña... –se acomoda en su lugar y
me mira. – ¿Te acostarías a mi lado?
–Pero, estoy llena de sudor... –ríe y se encoge de hombros.
–Limpie tantas veces tu pañal sucio que eso ni siquiera
importa, anda, ven... –asiento y me coloco del otro lado de
la cama, él rodea mis hombros y yo poso mi cabeza en su
pecho. –Eres lo que más he amo en toda mi vida y prometo
que todo este tiempo perdido lo recuperaremos hija... –
cierro mis ojos y sonrió.
–Está bien papá, así será –me acurruco más a él. –Así
será...
Capítulo 34 - Mal presentimiento
Su respiración es tranquila, su mirada no irradia esa luz tan
dulce que siempre suele tener, acaricio su mano, ella
esboza una sonrisa y con lentitud voltea a mirarme. Sabe el
dolor que todo esto me causa, sabe cuan triste, cuan
angustiante es toda esta situación para mí, llevo su mano
hasta mis labios y dejo un beso en el dorso de esta.
Yo misma acaricio mi rostro con su mano, cierro mis ojos y
siento esa suavidad en mi piel, mi pecho se apretuja, mis
hombros comienzan a temblar, intento apartar y reprimir
esas ganas de llorar, pero me es imposible. Las lágrimas se
agolpan en mis ojos, a tan solo un empujón, de derramarse
por mis mejillas.
– ¿Cómo va todo, mi niña? –sé que intenta la manera de
alejar un poco este dolor que me embarga. –Las cosas con
Roy, su padre, como... –Abro mis ojos y el corazón se me
parte al verla con lágrimas en sus mejillas.
–Esta... –carraspeo apartando el nudo en mi garganta. –
Está todo bien mami... –sonrió y me imita. –No me lo vas a
creer mamá, pero hemos encontrado a la hermana menor
de Roy, son tan parecidos... –asiente y sonríe. –Además
mamá, Roy me ha sorprendido, ha comprado una casa para
nosotros dos, para formar nuestra familia... –una vez más
sonríe y vuelve asentir.
– ¿Cumplirás con tus deseos de niña pequeña? –frunzo el
ceño y ella ríe un poco. – ¿Lo has olvidado? Siempre que
jugabas con tus juguetes decías que ibas a tener una
enorme familia, muchos bebés y un maravilloso esposo… –
rio y asiento.
–Solo necesito mi esposo y los bebés, ya la casa la tengo...
–me mira extrañada. –Lo recuerdas mami, era un contrato,
Roy y yo no estamos casados legalmente... –me encojo de
hombros. –Pero a pesar de eso, es ese maravilloso hombre,
que necesitaba a mi lado.
–Serás muy feliz, Isabella, ante todo pronóstico, veras el sol
radiante al inicio del día y nadie tiene por qué arrebatarte
eso mi amor... –asiento y dejo un beso en su frente. –
Isabella, otra cosa... –la veo vacilar para hablar, pero luego
de tomar una bocanada de aire me mira fijamente. –Tu
padre...
–Mamá no...
–Mamá si, hija, no puedes mantener una riña con tu propio
padre, no sé cuánto tiempo estaré con ustedes, no sé
cuándo tendré que marcharme, pero quiero irme sabiendo
que ustedes dos estarán bien... –niego y de pronto todo
aquello que papá me dijo, llega de golpe a mi mente.
–Él... Esta irreconocible mamá, no puedo perdonarle todo lo
que, dicho, todas esas cosas con respecto a ti, esta tan
cambiado, es tan frio, mamá, ahora él es lo que tu temías
que fuera... –ella cierra sus ojos, sé que le duele la verdad.
–Ahora es como el abuelo, avaricioso, neutral y sin
sentimientos.
Ella no dice nada más y solo me observa, limpio sus
mejillas y a los pocos segundos se hunde en un sueño. Me
quedo aquí, a su lado, viendo como ella toma su debido
descanso, no sé cuánto me queda para ver su rostro, no sé
cuánto me queda para escuchar su voz, para sentir sus
mimos, no sé cuánto voy a disfrutar de Magnolia. De esta
mujer tan encantadora y dulce, no sé cuánto tiempo me
queda para tocar y sentir su piel, solo espero tener la fuerza
suficiente para cuando ese momento llegue.
Escucho la puerta de la habitación y al voltear encuentro a
Derek, me sonríe, pero él esta tan triste o más que yo. En
silencio me levanto y él toma mi lugar, se el dolor que en
este momento lleva consigo, pero últimamente ha
comenzado a no demostrarlo. Así que, dejando un beso a
un lado de su cabeza, lo dejo con mamá y yo salgo de la
habitación, allí donde Rudy, la enfermera y Roy me esperan.
Mi pelinegro se acerca y me rodea con sus brazos, sabe
muy bien que cuando estoy con mamá me cohíbo de
muchas cosas, reprimo mi dolor y mis ganas de llorar. Así
que en cuanto él me rodea con sus brazos, el llanto brota
de mis labios, acaricia mi cabello largo y mientras yo me
siento tan pequeñita en sus brazos, susurra cosas lindas en
mi oído. Quien iba a pensar que aquel chico tan frio y
obstinado, iba a ser tan dulce después de todo.
–Ya todo está listo, Bella... –me alejo de él y confundida lo
observo. –Los gastos del hospital, su tratamiento, ya no
tienes por qué preocuparte de eso bonita –esbozo una
sonrisa, toma mis mejillas y acerca sus labios hasta mi
frente, dejando un beso en está. –Todo saldrá bien... –
asiento y vuelvo abrazarle.
_
Después de haber estado la mayor parte del día en el
hospital con mamá, tomamos camino a nuestra casa.
Tome camino escaleras arriba y al llegar a mi habitación
me despoje de toda mi ropa y decidí ir por un baño de agua
tibia. Dentro de la tina me relajo, cierro mis ojos y el olor a
vainilla y fresa esta por toda la pequeña habitación.
– ¿Hay un espacio para mí? –abro mis ojos y lo encuentro
con su dorso desnudo, sonrió y asiento.
Termina por quitar toda su ropa y entra a la tina, se coloca
del otro extremo, por debajo del agua toma mi pantorrilla
izquierda y la alza. Sus manos acarician mi piel mojada y
jabonosa, su mirada recorre la desnudez de mi pierna, las
yemas de sus dedos acarician con tal dulzura que me hace
suspirar, cierro mis ojos y me pierdo en el tacto de Roy.
La sumerge nuevamente y ahora va por la pierna derecha,
las mismas caricias, trago con dificultad, un jadeo sale de
mis labios y me acomodo un poco en mi lugar. Se detiene
logrando así que abra mis ojos y lo encuentre mirándome
fijamente, en ese momento, sonríe de lado, separa su
espalda del borde de la tina y se acerca de a poco hasta mí,
sus manos se aferran a mi cintura y de un fuerte tirón me
lleva hasta él, rio un poco y rodeo sus hombros con mis
brazos.
Su cabello aun seco, enredo mis dedos en él,
humedeciéndolo solo un poco, su respiración choca en mi
labio superior y mi nariz, mi pecho sube y baja, sus manos
recorren mi espalda desnuda, con dificultad me siento en
su regazo, sintiendo su pronunciada erección, mis senos
sienten la piel desnuda de su pecho.
– ¿Crees que tengas tiempo? –sonrió de lado y sin perder
más tiempo le beso. –Mmm, claro que si tienes tiempo –
reimos.
–Echaba de menos a este Roy... –se aleja y me observa. –
Me encantan ambas facetas.
– ¿Pervertido? ¿Deseoso? ¿Lujurioso? –sonrió y asiento. –
¿Dulce? ¿Cariñoso? y ¿Protector?
–Si... –suspiro cerca de sus labios. –Mi maravilloso, Roy...
–sonríe y tomándome con fuerza por la nuca me besa, sus
dientes muerden mi labio inferior, un gemido brota de mis
labios. –Mi Roy posesivo... –una de sus manos entra entre
nosotros y el rose de su intimidad con la mía me hace
jadear y con suavidad se adentra en mí. –Pervertido...
Deseoso... Lujurioso... –muerdo su labio inferior. –Tan
carnal... –ríe y yo igual. –Y el hombre más amoroso y
bueno que pueda existir.
Cierro mis ojos en el momento en que sus movimientos se
ligan con los del agua. De mis labios sale repetidas veces
su nombre, él me calla en el momento en que sus labios
vuelven a tomar los míos, todo mi cuerpo entero se vuelve
tembloroso, un gruñido de su parte se escucha muy cerca
de mi oído y yo totalmente exhausta le abrazo y apoyo mi
frente en su hombro.
–Imposible aguantar tanto contigo... –susurra y riendo me
alejo un poco... –Fue buena idea mudarnos solos, ahora
podemos hacerlo en cualquier rincón de la casa, sin que
nadie nos interrumpa...
–Roy... –ruedo los ojos al cielo y el ríe. –Tengo miedo... –
termino de expulsar algo que me estaba evitando desde
hace un buen rato. –Me da pavor estar en esta ciudad con
ese hombre tan libremente por allí, yo...
–Shhh... –me da un casto beso y me mira fijamente con
esos hermosos grises. –Prometí cuidarte, siempre…
–Pero Roy, no quiero que salgas lastimado, ni siquiera
soportaría el hecho de que...
–Isabella... –asiento y ambos nos miramos fijamente. –
Nada va a pasar, no permitiré que me arrebaten lo único
que me ha hecho sentir feliz nuevamente –levanta su mano
y yo uno la mía con la suya. –Estamos atados, ¿Lo
recuerdas?
Asiento y besa mi hombro, vuelve a rodearme con sus
brazos y yo intento mantenerme tranquila, pero me es
imposible. No sé cuándo nos darán un golpe, ni siquiera sé
cuándo debemos estar alerta, solo deseo que esto termine
pronto y que por un momento podamos estar tranquilos.
..
Termino de arreglar mi cabello en una media cola alta, me
doy unos últimos retoques de mi maquillaje, escucho el
caminar de Roy de un lado a otro y lo veo por el espejo.
Aquella hermosa y perfecta manera de vestir, un traje
completamente negro, su piel más reluciente que nunca, su
cabello a ambos lados, esa dulce fragancia tan propia de él.
Pinto mis labios de un color rojo y de pronto me observa,
sonríe y caminando hasta mí, aparta mi cabello a un lado y
sube el cierre del vestido. Las yemas de sus dedos en mi
piel me envían oleadas de deseo por todo mi cuerpo, pero
intento echarlas a un lado, alza la mirada nuevamente para
observarme y sonríe de lado.
– ¿Cuánto mal te hace mi tacto? –chiteo y enfoco la mirada
en mí, retoco un poco mis mejillas y no olvido llevar el anillo
de compromiso. – ¿Tanto te gusta? –asiento y sonrió. –
¿Llevaras ambos?
–No... –me doy media vuelta en mi asiento y alzo la cabeza
para mirarlo. –Solo el de compromiso, tu y yo no estamos
casados legalmente, lo recuerdas... –sonríe de lado y se
acuclilla delante de mí. –Prefiero llevar el de compromiso,
lo siento más puro y sincero.
–Me parece bien, porque después de que todo este mal
acabe, te colocare uno de matrimonio, que sea leal, puro y
sincero, bonita... –toma mi mano y deja un beso en ella. –
No me cansaría de casarme contigo, lo haría unas cien
veces más.
– ¿Tanto? –ríe y tomando mis manos me ayuda a levantar.
–Para que cien veces sepas que te amo, Isabella... –sonrió
y rodeando sus hombros lo observo. – ¿Le gustaría bailar
conmigo? –rio un poco, el me mira fijo.
–Roy, no hay música –se encoge de hombros.
–Eso se puede arreglar –saca el móvil de su bolsillo y
comienza a buscar en él. –Problema resuelto –presiona la
pantalla y una canción comienza a sonar. –Siempre que la
escucho, pienso en ti –une su frente a la mía, sonreímos.
It Will Rain de Bruno Mars se escucha del pequeño aparato y
apegándonos más comenzamos a bailar. Una sonrisa se
forma en mis labios y en cuanto Roy se acerca más a mí, y
apoya su mentón en mi hombro cierro mis ojos.
Fugazmente, las imágenes pasan rápidamente por mi
mente, la primera que apareció, nuestro primer encuentro.
El tiempo ha pasado, ambos hemos pasado por tanto
tiempo y estoy muy segura que no me arrepiento de haber
tomado la decisión de unir mi vida a la de él aunque ya el
contrato no exista más. Roy Lehner paso de ser mi dolor de
cabeza a lo más importante en mis días, paso de ser el
dolor fuerte de mi corazón, a ser quien lo mantiene latiendo
y con vida.
Al separarnos un poco, el gris de sus ojos es hermoso,
nunca había adorado tanto una mirada como la de él. El
repentino giro que hago me hace reír y a él también, unimos
nuestras frentes en cuanto vuelvo a su rostro y el dulce
roce de nuestras narices me hace de pronto suspirar.
–Por mas bailes con la mujer más hermosa del mundo, por
favor –cierro mis ojos, sonrió. –Por mas momentos donde
tú siempre rías y eso sea el único sonido que pueda tener
todos los días de mi vida.
–Roy... –abro mis ojos, nos vemos fijo.
–Nunca te vayas de mi lado, Isa... –susurra, juega con su
nariz. –No soportaría llevar los días sin ti –trago grueso. –
No podría soportar tu ausencia, sería incapaz –la canción
termina, nos quedamos en silencio. –No podría... –lo rodeo
y lo abrazo con mucha fuerza. –Te lo juro, mi corazón no
podría...
–No estarás sin mí, te lo prometo –susurro, dejo un beso en
su cuello. –Te lo prometo –me alejo un poco, asiente y
sonreímos. – ¿Listo? –asiente. –Pues vamos.
–Sí, vamos, hermosa, y gracia por este baile –reimos a
carcajadas.
–De nada, mi amor... –nos damos un casto beso en los
labios y rápidamente limpio un poco de labial dejado en sus
labios. –También te amo, Roy, cien veces más que tú a mi...
Ríe y tomando mi mano salimos de nuestra habitación.
Hace ya un buen rato que los chicos esperan en el club por
nosotros, es solo que, después del baño, Roy yo
terminamos nuevamente en la cama y nos quedamos
dormidos. Así que, sin perder tiempo, aseguramos las
puertas de la casa y tomamos camino al coche del
pelinegro.
En camino al club del hermano de William un mal
presentimiento se me asienta en la boca del estómago,
tomo repetidas bocanadas de aire y alejo todas esas cosas
que se forman en mi cabeza. Al voltear encuentro a un
sonriente Roy, todo este tema de Beth lo tiene
entusiasmado, no deja de hablar una y otra vez de esta
salida y eso me hace sentir muy feliz por él.
..
Al llegar como siempre entramos por la parte trasera del
club, deja su coche al cuidado de los de seguridad y nos
adentramos. Toma con fuerza mi mano y dándome una
rápida sonrisa nos adentramos entre toda esta masa de
gente para así subir las escaleras y llegar donde todos se
encuentran. El hombre que esta junto a las escaleras
saluda a Roy, me da una mirada a mí y con un asentimiento
nos da el paso.
Me siento un poco elegante con este tipo de vestimenta,
pero, aunque sienta que debo estar a la altura de Roy, él
aclaro que quien tiene que estar a mi altura es él conmigo.
Yo no tenía ni la más mínima idea de que todos aquellos
hermosos y elegantes vestidos, que fueron comprados para
mí.
En cuanto terminamos de subir todos entusiasmados nos
saludan, Beth va muy hermosa, lleva una blusa mangas
largas color azul cielo, un jeans de cuero negro y unas
sandalias que hacen juego con su blusa. Su cabello
azabache suelto y un hermoso maquillaje y estoy segura
que ha sido Chanel quien le ha vestido, y por otro lado no
puedo apartar el hecho de que el mejor amigo de Roy, esta
que babea por ella.
Federico tan bien vestido como siempre, Chanel no se
queda atrás, pero observarla con un vaso de jugo en sus
manos es algo de lo cual debo acostumbrarme. El lugar
debajo de nosotros estaba abarrotado de gente, pero lo que
más me sorprende son los amigos de Roy, aquellos que
estuvieron en mi primera salida a este club junto a él.
Todos nos observan sorprendidos, quizás por el hecho de
que aún estamos juntos.
No pasó desapercibido el hecho de que la rubia quien ahora
lleva el cabello castaño me mira de pie a cabeza, si aquella
rubia que no soporta el hecho de que yo este con Roy,
Noora. Jackson el chico asiático, y de los mellizos solo esta
Miguel y claramente Carol, quien es la novia de Jackson y
las dos perritas falderas de Noora no están esta noche con
nosotros.
–Cuanto tiempo Roy... –el asiático y Carol se acercan y nos
saludan. –Un gusto volver a verte, Isabella –sonrió y
asiento. –Por cierto, Roy, felicidades por el regreso de tu
hermana... –el pelinegro le agradece y pasa a saludar a
Miguel.
–Isabella, estaba ansiosa por verte nuevamente, Chanel me
dijo que estabas de camino, estas muy hermosa... –Carol y
yo nos damos un corto abrazo y al sepáranos me sonríe. –
Hacia tanto tiempo que no veía a Roy y Fede tan felices.
–Lo dices por...
–Su hermana y claramente el embarazo de Chanel, solo
faltas tu cariño...
–Lo dudo mucho... –ambas vemos a un lado y se trata de
Noora. – ¿Roy con hijos? Oh por Dios, claro que no... –
aquella manera arrogante en que habla me hace mirarla de
pie a cabeza.
–Norma, que gusto volver a verte... –Carol suelta una risita,
la teñida enarca su ceja.
–Es Noora...
–Eso mismo, ¿No crees que es suficiente? –le miro fijo. –
Termina de aceptar que Roy y yo somos esposos y que
claramente en algún momento tendremos hijos, y con esto
me refiero a que ya basta de querer estar encima de él todo
el tiempo –mi voz se agudiza y ella me mira fijamente. –
Termina tu amorío ficticio con mi esposo, ¿Ok? –me da una
corta sonrisa y dándose media vuelta se aleja de nosotras.
Carol y yo, tomamos camino hasta donde se encuentra
Chanel y Beth, ambas hablan de cualquier tema y luego la
pelinegra me abraza entusiasmada. Saca su móvil y nos
tomamos una foto, observo a Chanel y se encoge de
hombros, una canción comienza a sonar y la chica suelta
un chillido, toma a Carol quien recién conoce y se la lleva a
bailar.
Tomo asiento junto a Chanel y ambas la observamos, baila
entusiasmada, Carol ríe con los movimientos de la
pelinegra, aquello me hace sentir bien, se ve que está feliz,
que se la está pasando muy bien, escucho un carraspeo
junto a mí y al voltear Chanel me está viendo fijamente.
– ¿Ocurre algo Isa? –trago con dificultad y niego. –La chica
esta radiante, paso todo el día con Don Román, no
imaginas como ese hombre esta de feliz, hacia tanto
tiempo que no lo escuchaba reír a carcajadas, sin duda
Jenell es su medicina.
–Me alegra mucho saber eso, Chanel, Román se lo merecía,
aunque claramente la madre de los chicos está envuelta en
un conflicto... –la morena asiente y se da un sorbo de su
jugo. – ¿Fresa? –rueda los ojos al cielo y bufa.
–Gracias al paranoico de Fede... –rio. –Pero no lo culpo,
está entusiasmado, al igual que yo... –sonríe y luego siento
que alguien se sienta a mi lado.
Al voltear noto que es William, ni siquiera me mira está allí
en estado catatónico observando a la menor de los Lehner.
Se da un sorbo de su trago y vuelve a quedar en trance,
escucho a Chanel reír y ambas lo observamos
detenidamente, la canción comienza a descender para
darle paso a otra y ese momento espabila.
–Es realmente hermosa...
–Oh Dios... –exclama la morena y yo rio. –Qué mala suerte
la tuya, William, te debes enfrentar con los hombres Lehner,
menudo problema... –el moreno nos observa y asiente.
–Ustedes me deben ayudar...
– ¡¿Qué?! Ni lo pienses William... –de inmediato me limpio
las manos y Chanel hace lo mismo. –¿De verdad te gusta?
¿De gustar, gustar?
–Sí, pero se imaginan un golpe de ella en mi entrepierna, oh
Dios, no, ¿Porque me gusta la karateca?
De pronto Beth aparece y los tres callamos, se sienta entre
el medio de William y yo, toma su vaso de la mesa y se da
un sorbo. El moreno ni siquiera reacciona, está allí sin
siquiera mirar a los lados, Beth voltea a mirarme y yo me
encojo de hombros, Chanel hace lo mismo.
– ¿Y a este que le pasa? –reprimo una sonrisa y me encojo
de hombros. –No es normal, ¿Verdad?
–Te estoy escuchando... –William por fin habla y
alejándome un poco de ellos los dejo con su tonta
discusión.
Con la mirada fija en la mesa un trago es dejado delante de
mí, alzo la mirada y encuentro a Roy sonriendo. Se sienta a
mi lado y deja un beso en mi hombro, me doy un sorbo del
trago y lo dejo nuevamente en la mesa.
– ¿Te sientes bien? –habla muy cerca de mi oído. –Bonita,
si quieres volver a casa podemos hacerlo... –sonrió y volteo
a mirarle muy cerca.
–Estoy bien Roy, disfrutaremos de la noche con tus amigos,
de verdad no debes preocuparte... –le doy un casto beso en
los labios y asiente.
_
Después de que William fue amenazado de muerte por Roy,
todos están riendo y disfrutando la noche. El moreno con
unos tragos de más le confeso a su mejor amigo que le
gusta su hermana, aunque a ella ni siquiera le importe un
poco. Roy por simple cosa de asustarlo le amenazo, pero
allí están entre risas disfrutando de unos tragos.
Chanel está junto a Fede, Beth está bailando con todos y yo
solo me mantengo sentada alejadas de todos. Opto por
levantarme por tercera vez y tomo camino a los baños de la
parte de abajo, aunque estoy un poco tambaleante logro
llegar, por suerte no está muy alejado de las escaleras y
llego con facilidad.
Entro a un cubículo y con un alivio vacío mi vejiga. Me
levanto arreglo mi vestido y salgo, pero al salir me
tambaleo por la impresión de verlo dentro del baño de
mujeres. Todo mi cuerpo en un segundo comienza a
temblar, la garganta se me torna seca y mi respiración
comienza a dificultarse.
–Shhh, tranquila no te hare nada... –asiento levemente y
comienza a caminar en mi dirección. –Vaya, el color de tu
cabello te sienta muy bien hermosa, Isabella... –el olor a
cigarrillo y whisky me resulta repugnante viniendo de él,
intento buscar la manera de escapar, pero me es imposible.
– ¿Q–Que quieres? ¿Cómo es que ha entrado aquí tan fácil?
–sonríe y su mano derecha se alza y comienza con ternura
acariciar mi mejilla, yo no puedo evitar las lágrimas que se
me agolpan en los ojos. –No me toques...
–No llores. Isabella... –la manera en que pronuncia mi
nombre me da escalofríos. –No pretendo hacerte nada, por
hoy claro... –ríe un poco y trago con dificultad.
–Entonces déjame en paz, vete... –pido en un hilo de voz. –
No sé qué ganas con todo esto... –con fuerza tomo su
mano y la alejo de mi rostro. –Déjanos en paz.
– ¿Por qué lo haría? Roy me debe tanto... –roma mis
muñecas con tanta fuerza que me hace retorcer del dolor. –
Y la pagara contigo, no hoy, pero quizás mañana o en
cualquier momento.
Sus ojos me miran fijamente, yo me quedo totalmente
muda, sin una pizca de aliento en mi cuerpo, me suelta con
brusquedad, haciendo así que me tambalee. Él se acomoda
su traje fino y dándose media vuelta sale del baño, un
sollozo brota de mis labios y a los pocos segundos
escucho la voz de Roy. Rápidamente limpio mis mejillas,
tomo una bocanada de aire y lo veo entrar junto a su
hermana.
Lo enfrento y al verle sonrió, él corre hasta mí y me abraza,
Beth me mira confundida, algo asustada, quizás mi mirada
demuestra algo más que una ficticia tranquilidad. El
pelinegro me aleja y yo vuelvo a fingir que todo está bien,
me observa de pie a cabeza, busca algo que le dé indicio de
que ocurrió algo malo, pero no logra nada.
–Es mejor que volvamos a casa, ¿Esta bien? –veo a Beth
quien levemente asiente. –Los chicos irán a casa de
William, así que es mejor que nos vayamos a descansar,
¿Si?
–Sí, está bien Roy...
Él toma mi mano y ambos pasamos junto a Beth, la
pelinegra toma camino detrás de nosotros, volvemos al
bullicio de gente y mis pasos se flaquean un poco, pero
rápidamente le pido a mi cuerpo que reaccione. Las luces
de colores, las parpadeantes luces blancas, cierro con
fuerza mis ojos y al abrirlos veo por todo el lugar.
Espabilo un poco, intento alejar de mi mente aquel rostro
que mientras camino continúa mirándome desde una
considerable distancia. Alan Lee o quizás su jodido
espejismo no deja de observarme, de tan solo mirarle mi
cuerpo entero tiembla, de todos los lugares, ¿por qué tuvo
que ser este?, esto solo me deja saber que esta un paso
más adelante que nosotros y eso para nada es agradable.
Capítulo 35 - Enfrentamiento
Me encontraba realmente con la mirada perdida en las
afueras de la casa, desde que llegamos me fue imposible
conciliar el sueño. Roy de inmediato se durmió, yo no hice
más que dar y dar vueltas sobre el colchón y opte por
simplemente venirme a la sala. En este momento ya el sol
está haciendo lo suyo y para ser sincera no puedo creer que
me pase toda la madruga con mi mente hecha un desastre.
El olor a café a mi lado, me doy un sorbo más y esta es la
tercera taza que llevo, mis ojos hinchados y el nudo en mi
garganta sin siquiera apartarse un poco. Limpio una tras
otra vez mis mejillas húmedas, detesto estar de esta
manera, es realmente detestable que una persona con una
corta aparición haga que tu mente comience a suponer
cosas y no muy bonitas que digamos.
– ¿Isabella? –doy un pequeño respingón en mi lugar y
limpiando rápidamente mis mejillas me incorporo en la
silla. – ¿Por qué tan despierta a estas horas? –volteo a ver
a Beth, ella opto por venir con nosotros.
–Cosas, Beth, cosas que simplemente están haciendo
mal... –se sienta a mi lado y me observa. –No eres la única
que debe tener seguridad, ¿Te lo comente?
–No con exactitud, pero dijiste que algún momento me
contarías... –levemente asiento, ella no aparta su mirada. –
¿Quién era ese hombre que salió del baño? –de inmediato
una terrible sensación se apodera de mi cuerpo y ella lo
nota. –Tranquila, solo yo alcance a verlo, después llego
Roy... –tomo una bocanada de aire y asiento
–Él es el pasado de Roy... –digo con simplicidad. –Siento,
que el peor de mis tormentos... –me encojo de hombros. –
Beth, tu hermano no ha tenido buenas relaciones, estuvo
involucrado en problemas muy fuertes, y aunque muchos
dicen que yo fui el mejor cambio para él, siento que seré su
perdición... –las lágrimas se me agolpan. –No quiero que
Roy haga locuras por mí, que se enfrente a lo peor que paso
por su vida, ese hombre, simplemente me sentiría tan mal
si lo pierdo a él, yo... –mis labios tiemblan y niego.
–Isabella, sé que recién estoy en esta familia, pero quiero
saber todo, saber a qué me enfrento, de quien debo
cuidarme, así que, por favor, dime y cuéntame todo, me es
doloroso verte de esa manera... –posa su mano sobre la
mía y me sonríe. –Sabes, me sentía algo perdida y
desorientada cuando me comenzaron a decir la verdad,
pero tú, Dios, es que tienes una paciencia para hacer que
otras personas sobrelleven las cosas –aquello me hace
esbozar una sonrisa. –Eres maravillosa Isabella, y por Dios,
mi hermano te ve con unos ojos de enamorado, no te
consideres su perdición, considérate el amor de su vida...
Aquello me hace soltar un sollozo que realmente se me
torna doloroso y opto por abrazarla. Ella no tarda en
rodearme con sus brazos y frotar su mano en mi espalda,
las lágrimas bajan sin parar, mis manos tiemblan, el pecho
me duele, nos separamos y es aquí donde comienzo a
relatarle todo.
Ella me mira y escucha con atención, no hace ni siquiera un
gesto, solo me observa, me escucha, y yo saco todo esto
que llevo dentro. Lo de Roy, lo de mamá, lo de papá, todos
los malos pensamientos, todo lo que llevo acumulado en mi
mente, en mi corazón, absolutamente todo. La estancia
comienza a verse con más claridad a medida que Beth y yo
hablamos, el sol se cuela por las ventanas y las cortinas se
agitan con lentitud.
Me comienzo a sentir más liberada, sin sentir un fuerte
peso sobre mis hombros, Beth se levanta para ir por mas
café y yo me mantengo nuevamente con la mirada perdida
a las afueras. La camioneta negra con ventanas oscuras se
estaciona y esos son los guardaespaldas que siempre
cuidan de nosotros, ojalá simplemente pudiéramos tener
una vida sin ellos a nuestro alrededor.
–Otra taza de café... –escucho la voz de Beth y al voltear la
veo tomar asiento. –Todo lo que me has contado lo
mantendré conmigo, no diré lo que se, Isabella –asiento y le
sonrió.
–Gracias Beth...
–Isabella, ¿Podría pedirte algo?
–Claro por supuesto... –apenada sonríe.
–Comienza a llamarme Jenell, quiero comenzar
acostumbrarme a ese nombre, después de todo es el que
Román eligió para mí... –tomo su mano y asiento.
–Está bien, desde ahora te llamaremos, Jenell...

La observo, ella durmiendo plácidamente, aquel montón de
aparatos conectados a su cuerpo, tan solo un poco de
recuperación era lo que destilaba de su cuerpo. Un nudo
comienza a formarse en mi garganta, tomo camino hasta
ella y tomo su mano, acaricio el dorso de esta y la observo
por unos minutos.
–Ella tenía un cabello hermoso, no imaginas su manera de
sonreír, tan llena de vida... –volteo a ver a mi lado, Jenell
pasa a verla. –Podría decir que antes de Roy, mamá es mi
debilidad, y no sé qué sería de mí, si la pierdo... –siento la
mano de Jenell en mi hombro y observo a mamá. –Tengo
que comenzar hacerme la idea de que ella no tendrá más
tiempo con nosotros, es solo que me encuentro en ese
momento donde todo es esperanza para mí...
–Y eso está bien Isa... –levemente asiento. –Así ella sentirá
tu buena vibra, ella se iría sabiendo que tú nunca perdiste
las esperanzas de que ella se salvaría.
–Pero está sufriendo... –las lágrimas corren por mis
mejillas. –Y me duele tanto ver como sufre en esa cama,
como intenta el aferrarse tanto, es doloroso verla de esta
manera, si yo... –hago una pausa. –Si yo simplemente no
me hubiera marchado, esto no hubiera pasado...
La escucho quejarse y parpadear un par de veces, mira
unos segundos al frente y luego lentamente voltea a verme,
una sonrisa en sus labios, sus ojos tan tristes, pero con
solo una pizca de fuerza en ellos. Sonrió al verla y llevo su
mano hasta mis labios, ambas en silencio, mis labios
comienzan a temblar.
–Hola... –solo llego a decir.
–No puedo más, Isabella... –es lo que ella dice, en ese
corto momento a mi todo se me revuelve. –Pero lo intento
hija... –un sollozo brota de mis labios y con mano
temblorosa acaricio su cara pálida y delgada. –Te amo
Isabella, te lo diré cada día al verte, para que no lo olvides...
–cierro mis ojos y asiento, intento sonreír para no
preocuparle.
–Está bien mamá yo también te amo, lo sabes, ¿Verdad? –
sonríe y asiente. –Por cierto, mira quien ha venido a
conocerte... –lleva su mirada a mi lado y sonríe. –Es la
hermana menor de Roy, ella es, Jenell Lehner... –levanta su
mano un poco y la pelinegra la toma.
–Un placer, Dios, eres tan parecida... A Roy y a su
hermano... El gracioso... –ambas reímos. –Eres hermosa,
tienes una maravillosa... Familia, Jenell, no lo dudes... –la
pelinegra asiente y sonríe, mamá voltea a verme. –Isabella,
¿Has hablado?… ¿Con tu padre? –tomo una bocanada de
aire y niego.
–Mamá... –esboza una sonrisa y asiente. –Lo intentare,
¿Ok?
–Por favor hija, no te pido más que solo eso...
Termino por asentir y nos mantenemos por un largo rato
hablando junto a Jenell, aunque mamá suele cansarse un
poco más al hablar se divierte al escuchar a la hermana de
Roy. Luego de un largo rato de visita se quedó dormida y
nosotras salimos de la habitación, fuera de esta, se
encuentra Rudy y la enfermera quien no se separan ni un
momento de mamá.
Observo que Dalan viene de lejos junto a un par de
enfermeras, yo ni siquiera tengo la suficiente fuerza para
hablarle así que antes de que llegue hasta nosotros, me
levanto de mi asiento y le pido a Rudy que lidie con él.
Jenell sale detrás de mí con rumbo a las afueras, por suerte
uno de los coches de Roy fue llevado a casa y él me lo
cedió a mí.
Pero en ese momento mi móvil suena y me disculpo con
Jenell, quien toma camino directamente hasta el coche, yo
al enfocar mi vista en la pantalla, algo se acciona dentro de
mí. ¿Coraje? ¿Enojo? ¿Decepción? ¿Reproche? No tengo ni
siquiera idea de cómo responder la llamada de quien ahora
me llama, de quien ahora ha decidido comunicarse
conmigo, papá.
– ¿Si? –frunzo el ceño al escuchar algo distorsionado. –
¿Papá? ¿Qué pasa?
–Hija... –el claro alivio es palpable al escuchar su voz
tranquila. –Sé que la última vez no fue un buen encuentro,
pero, necesito que nos encontremos... –veo por todo el
estacionamiento, sin siquiera saber que busco.
– ¿Por qué quieres que nos encontremos? Ni siquiera
tienes la jodida delicadeza de preguntar cómo se encuentra
mamá, y aun así ¿Me pides vernos?
–Isabella, cuida tu vocabulario... –suelto una risotada
carente de humor.
–No te vengas hacer el buen padre, porque bastante te has
encargado de hacer trizas esa fachada... –se hace un
silencio y tomando una bocanada asiento como si él fuera
capaz de verme. – ¿Dónde? ¿Cuándo?
–Te enviare la dirección de donde me estoy quedando, aquí
hablaremos, por favor ven... –cierro con fuerza mis ojos. –
¿Esta noche?
–Ok, veré como zafar de Roy…
–Está bien, te quiero hija...
–Adiós, papá.
Termino la llamada y con un repentino, quizás mal sabor,
tomo camino hasta el coche, allí, Jenell espera por mí. Está
hundida en su móvil, escucha el abrir de la puerta y da un
respingón, acto seguido entra al coche y suelta un bufido,
guarda su móvil.
– ¿Quién se cree que es? –dice realmente enojada.
– ¿De quién hablas? –Enciendo el coche y con música de
fondo algo bajo tomamos camino a la mansión Lehner. –
¿Quién te tiene tan cabreada? –le doy un vistazo rápido y la
veo con la mirada fija en la carretera.
–William... –de inmediato suelto una carcajada y ella se
cabrea más.
– ¿Ya tiene tu numero? Guao, que rápido es…
–No tienes una idea, ni siquiera fui yo quien se lo di, ¿Cómo
es que lo tiene? Idiota pretencioso... –reprimo una sonrisa
al escucharla, se me hace tierno, debo comenzar a
shippearlos.
– ¿Jenliam? ¿Willnell? No, no, ¿Jeliam? –me detengo en un
semáforo en rojo y volteo a verla.
– ¿De qué hablas? –sonrió y le guiño.
–Te shippeo con William...
– ¡Ay por Dios no! ¡Isabella!
Y aquí junto a la hermana de Roy tengo un poco de buen
humor, ella entre la negación con William, yo buscando más
shippeos con sus nombres y esto realmente me hace dar
cuenta, que solo un pequeño momento es bueno para
disfrutarlo por mucho que mi alrededor se esté
desmoronando.
_
Ya, en la mansión Lehner todos están en una de las salas
de la casa, Fede junto a Chanel, Jenell se encuentra
hablando con la morena, yo estoy a la espera de la
dirección que papá me enviara a mi móvil. Roy está en la
empresa de su padre, asegurándose que todo va bien,
mientras que Román está ausente por su recuperación.
Margarita, llega a la sala con una bandeja llena de
bocadillos, lo deja en la mesita céntrica y al darse vuelta
noto su rostro, triste, ojos rojizos, un semblante tan lleno de
dolor o quizás preocupación. Me levanto del sofá y salgo
junto a ella de la sala, la tomo del antebrazo y ella como
siempre dándome su mejor sonrisa asiente.
– ¿Desea algo señorita, Isabella? –esbozo una sonrisa y
niego, acto seguido me cruzo de brazos y la miro fijamente.
– ¿Qué ocurre? Es tan obvio que algo te ocurre... –
rápidamente niega. –Margarita, ¿Qué ocurre? –veo como
en solo un segundo sus ojos se llenan de lágrimas y sus
manos tiemblan.
–Sé que no debería mencionarla, pero es mi hija Ambar... –
para ser sincera hacía ya un tiempo que no escuchaba ese
nombre en esta casa, pero, aunque mi problema con esa
chica fue extremo ni siquiera siento odio. –No sé nada de
ella señorita, le he marcado todos estos días y no tengo
respuesta alguna, estoy preocupada, no se a quien más
recurrir... –no pierdo tiempo y la abrazo.
–Dios Margarita, lo siento tanto, sé que tú nunca te
separabas de ella y yo... –me alejo y ella niega.
–Se el mal que hizo mi hija, y eso era lo mínimo que se
merecía, una lección para que aprendiera de lo malo que
hizo, pero, ¿Desaparecer? ¿Así como así? Estoy muy
preocupada... –en ese preciso momento escuchamos la
voz de Roy y ella limpia sus mejillas.
–Veré que puedo hacer ¿Esta bien? –asiente. –No se lo
cuentes a nadie, yo buscare la manera de saber dónde se
encuentra.
–Gracias señorita... –niego y le sonrió.
–Ya te lo he dicho, Isabella a secas, nada de señorita... –ríe
y con un leve asentimiento se marcha.
Yo me quedo observando el cómo se retira a sus cosas y
luego el pelinegro aparece en mi campo de visión. Camisa
de vestir color negro, pantalón de vestir negro, zapatos
negros, su piel blanca tan resaltante, su cabello azabache
peinado hacia atrás y esos hermosos grises se enganchan
a mis azules.
Esbozo una sonrisa al verlo, hace lo mismo, ¿Qué es esta
aura tan placentera que expande? El solo verlo me hace
sentir bien y tranquila, él se ve cada vez más diferente,
como alguien nuevo. Me perdí tanto en mis pensamientos
que lo tengo delante de mi viéndome fijamente, esbozó una
sonrisa y tomando mis mejillas une sus labios en los míos.
–Debo dejar de echarte tanto de menos... –sonrió y une su
frente a la mía. – ¿Todo bien?
–Si... –digo y tomando mi mano me encamina de nuevo a
la sala. – ¿Las cosas van bien en la empresa? –pregunto y
asiente.
–Nada de qué preocuparse, todo va bien...
–Roy yo... –pero luego notamos como todos se levantan de
su asiento y el pelinegro y yo algo alarmados volteamos
para encontrarnos a Román Lehner en el umbral de la sala.
–Viejo testarudo... –él sonríe al verme y asiente.
En ese momento Jenell pasa a estar a su lado, lo abraza
con fuerza, es algo que todos necesitábamos ver con
ansias, ambos juntos y sonrientes. Siento el brazo de Roy
rodearme, yo en ese momento volteo a verle y él ya me
observaba, esboza una sonrisa y le imito.
Román con la ayuda de su médico y Jenell, camina hasta
uno de los sofás y toma asiento, aun lleva una intravenosa,
pero para ser sincera se le ve mucho, mucho más saludable
y fuerte. Hay que ver que este hombre no se da por vencido
y lucha por lo que desea, la pelinegra se sienta a su lado, el
medico pasa hablar con Fede y Roy, y yo tomo asiento junto
a Chanel, quien no deja de comer.
– ¿Está bien que comas tanto? –Román le pregunta a
Chanel, esta sonríe feliz.
–Esto es maravilloso, comer y comer y no cansarme de
hacerlo, estoy reconsiderando tener un hijo tras otro... –
todos reímos incluyendo a Román. –Me alegra que estés
bien abuelito Román, no nos vuelvas asustar de esa
manera, juro que no te lo perdonare.
–Prometo no volver asustarles de esa manera, además, con
mi pequeña a mi lado, creo que las fuerzas siempre me
sobraran... –sonrió al escucharlo, lo veo tan lleno de vida.
–Listo, Jenell vino a usurpar nuestro puesto, Isabella y yo
pasamos a segundo plano... –las carcajadas no esperan y
en este momento nos encontramos haciendo reír a Román.
El junto a Jenell hablan de algunas cosas, yo aún mantengo
mi vista fija en el móvil, esperando respuesta de papá,
Chanel no para de comer y los chicos siguen hablando con
el medico acerca de los cuidados de Román. Me recuesto
en el sofá, me siento cansada mentalmente, el hecho de
que mamá me dijo que no podía más me tiene muy mal y
alarmada. No puedo si quiera dejar de pensar que en algún
momento ella no estará mas conmigo, pero no sé cuándo
será ese día.
Todo se siente tan tranquilo a nuestro alrededor, pero de
pronto las voces fuertes de unas personas se escuchan,
todos nos alarmamos, Roy pasa a estar junto a mí en un
segundo al igual que Fede con Chanel y Jenell no se aparta
del lado de Román. El medico corre para estar también de
su lado, los guardaespaldas de Román con prisa aparecen y
se colocan junto a él, luego las voces son más claras y es
Margarita con aquella mujer, la madre de los chicos, Leyna
de Lehner.
Ambas aparecen, Margarita intenta sacarla, pero aquella
mujer no se deja, renuente lo hace y termina por darle un
fuerte empujón a la ama de llaves de la casa y se coloca
delante de nosotros. Mirada destilando furia, enojo y rabia,
nos observa a todos, nadie dice nada, solo la observamos,
pero luego Jenell apartando a uno de los guardaespaldas
pasa a estar delante de ella. La mira fijamente, no dice
nada, Leyna la observa, en el momento que esta por abrir
su boca, Jenell de una bofetada lo evita y yo rápidamente
por la impresión cubro mi boca.
– ¡¿Cómo te atreves a venir a esta casa?! –dice la pelinegra,
Leyna perpleja la mira.
–Beth, ¿Qué, que pasa hija? Yo... –Leyna intenta tocarla,
pero esta le rechaza.
–No te atrevas a tocarme... –noto como Jenell comienza a
temblar, esto claramente no le está haciendo bien. –No me
digas hija, yo no soy tu hija, fui nada más que un objeto,
¿Valioso? Dime, ¿Qué fui?
– ¿Qué te ha dicho esta gente? ¡Román! ¿¡Que le dijiste a la
niña!? –Leyna intenta pasar junto a Jenell, pero esta lo
evita.
–La verdad... –dice la pelinegra. –Mi familia no hizo más
que decirme la verdad, sabía que algo escondías todos
estos años, pero ¿Esto? ¡¿Qué rayos pasa contigo?! –trago
grueso. –Sentirte acorralada por lo que antes fui, una bebé,
¿Por qué me separaste de ellos? –su voz temblorosa, Leyna
la mira con dolor, después de todo, claramente se puede
observar que ella le tomo cariño.
–Beth...
–Mi nombre no es Beth, ¡Y tú lo sabes! –Jenell grita y en
ese momento Roy camina hasta ella y la aleja. –Te odio,
Leyna, no imaginas cuanto, lo único que te podría
agradecer es el hecho de que me diste un techo, y cuidaste
de mí, ¿Pero esta mentira? Jamás, escúchame bien ¡Jamás!
La voy a olvidar...
En ese momento todo es nuevamente silencioso, siento el
móvil vibrar en mi mano y rápidamente le doy un vistazo, es
la dirección donde papá se encuentra, bloqueo el móvil y lo
guardo con prisa. Me enfoco en lo que ahora ocurre, y en
ese momento Román con ayuda de uno de los
guardaespaldas se levanta, camina de a poco, pero aquel
temple que brota de todo su cuerpo se hace presente. Se
detiene delante de la que fue su esposa, la que le dio dos
maravillosos hijos, quien quizás en su momento le hizo
feliz, pero quien fue también aquella quien le destrozo el
alma por tantos años alejando a su pequeña hija de él.
La mano de Román se alza, Leyna cierra con fuerza sus
ojos, pero aquel hombre cierra su mano en un puño tan
fuerte que sus nudillos se tornan blancos. Baja con lentitud
su mano y simplemente la observa, la mira y la detalla, pero
nadie, absolutamente nadie dice nada. Otros
guardaespaldas aparecen y se coloca detrás de Leyna,
obstruyéndole el paso a la mujer, quien simplemente se
queda allí, sin siquiera mover un dedo.
–Lo siento, Román... –es lo que alcanza a decir. –Lo siento
hijos, yo de verdad lo siento.
–No te creo... –dice Fede, acercándose a ella. –Años
mamá, años anhelando a que tu volvieras, pero preferiste
herir a papá, preferiste mil veces abandonarnos por tu
jodida venganza, ¿Y ahora pides perdón? –el rubio le da una
mirada a Chanel quien con prisa camina hasta él. –Yo no
quiero saber más de ti, yo no te necesito en mi vida y
mucho menos en la de mi hijo, así que por mí, desaparece.
El pasa a su lado, choca su hombro con el de ella y Leyna
no tarda en comenzar a llorar. Fede y Chanel salen de la
sala y solo quedamos, Roy, Jenell, Román, Leyna, los
guardaespaldas y yo. Camino hasta Roy, entrelazo mi mano
con la de él y fugazmente me mira.
–No te queremos mamá, debes pagar lo que hiciste,
¿Creíste que te aceptaríamos? ¿Qué veríamos a papá como
el malo? Le arrebataste lo que el tanto anhelaba, me
abandonaste, no cabe dudas que has sido la peor madre de
todas... –Leyna suelta un sollozo y cubre su rostro. –
¿Pretendes que mi hermana te perdone todo? Debiste saber
que ella después de todo lleva la sangre de papá y que
daría todo por él... –Leyna observa a Roy fijamente. –Tu
misma te has buscado un enfrentamiento con tus hijos, tu
esposo, y una niña que no te pertenecía.
–Roy mi amor, hijo, por favor... –intenta tomar sus manos,
pero él se las arrebata.
–No más mamá, ya no más...
El pelinegro da un asentimiento y los guardaespaldas
detrás de nosotros la toman de los brazos, las sirenas se
escuchan y eso me da a entender de que les dieron aviso a
las autoridades. La mujer comienza a llorar
desconsoladamente, observa a Jenell, le implora perdón, al
igual que con Román, pero ella rápidamente sale del lugar.
Es realmente entendible el hecho de que a ella le resulta
doloroso toda esta situación, después de todo Leyna vio
por ella por tantos años, pero vivió una vida de mentiras
junto a una mujer que solo pretendía hacerle daño a un
hombre, su padre.
En ese momento los agentes entran y colocan las esposas
en sus manos y comienzan a encaminarla hacia la salida.
Observo a Roy, ni siquiera un gesto, ni siquiera una pizca de
arrepentimiento de dolor, ni siquiera es capaz de por lo
menos derramar lágrimas. Está en ese modo neutral que
hacía ya un buen tiempo no observaba, con ambas manos
cubro la suya, en ese momento Román pide ser llevado a su
habitación y así lo hacen. La sala de a poco se va quedando
vacía y solo quedamos el pelinegro y yo.
–Ayúdame a no recaer... –susurra yo confundida lo
observo. –Ayúdame a no hundirme nuevamente en la
miseria... –voltea, un par de lágrimas bajan por sus mejillas.
–No te separes de mi lado, sin ti, mi vida sería un precipicio.
Capítulo 36 - El peor de los hundimientos.
Después de aquel encuentro en la mansión Lehner con la
madre de Roy, ambos volvimos a nuestra casa, él ni siquiera
fue capaz de esperar por algo de comer, de inmediato se dio
una ducha y se metió bajo las sabanas. Yo por mi lado, me di
un baño, y al ver que el pelinegro estaba plácidamente
dormido, tomé un abrigo y en silencio salí de casa.
Los guardaespaldas estaban tan pendientes del tema de
Leyna que simplemente no vinieron tras nosotros, cosa que
me hizo bien a mi porque realmente, en este momento no
necesito y no quiero a nadie detrás de mí. Por precaución le
deje una nota a Roy donde le deje dicho que estaría
encontrándome con papá así tendría una idea y no se
preocuparía por mí.
En este preciso momento me encuentro manejando con
rumbo a esa dirección que me envió, pero al adentrarme a
esa calle todo mi cuerpo se erizo y mi mente comenzó
alertarme de que diera vuelta y regresara a casa. Pero por
otro lado mamá quiere que hable con papá, que ambos
busquemos una solución, que ella se vaya sabiendo que
ambos dimos de nosotros para que las cosas anden bien.
Este vecindario tiene un aura muy pobre y urbano, paredes
con grafitis y algunas mujeres en las esquinas. Mis manos
tiemblan, pero espabilo para apartar aquellas cosas que se
forman en mi cabeza, tomo una bocanada de aire y continuo
el trayecto. Fugazmente observo la dirección y noto que me
acerco un poco más, quiero regresar, quiero volver, pero se lo
prometí a mamá, además Roy sabrá donde estoy en caso de
que algo salga mal, ¿Pero que podría pasar? Es mi padre al
que voy a ver.
Para ser sincera eso no me da mucho apoyo, pero hago el
intento de que sea lo contrario. Doy con la casa y me
estaciono, aquella es más pulcra que las del resto de este
lugar, trago con dificultad, guardo mi móvil y las llaves del
coche. Tomando una gran bocanada de aire salgo del coche
y una brisa fría hace que de inmediato me abrace, con prisa
camino por el camino de diminutas piedras y con rapidez
toco la puerta de la casa.
Comienzo a ver a ambos lados, es como si sintiera que
alguien en este preciso momento me está observando. Toco
con más rapidez, froto mis manos para apaciguar el frio y al
momento de nuevamente tocar la puerta esta es abierta,
dejándome ver el rostro de papá, esté esboza una sonrisa, yo
intento hacer lo mismo, pero termino de entrar sin dejar que
él me dé el permiso de hacerlo.
–Gracias por venir, hija... –asiento y comienzo a ver el lugar.
–No es muy digno para ti, pero, aquí es donde ahora vivo.
– ¿Por qué? –volteo a verle. –Es tan rustico, asqueroso, el
olor a musgo es impresionante, ¿Por qué vivir en este lugar?
Que yo sepa los negocios con la inmobiliaria van bien, o eso
creo, ¿Qué ocultas? –pasa a mi lado y toma asiento en un
sofá que a simple vista está lleno de polvo.
–Soy ahorrativo, Isabella.
–No me vengas con eso Alexander Massón... –me cruzo de
brazos y lo observo. – ¿Qué ocurre contigo? ¿Dónde está el
hombre de hace meses atrás? ¿Dónde está tu preocupación
por mamá?
–Hija, tu madre en algún momento dejara este mundo, tú lo
sabes, ella no tiene la suficiente fuerza para seguir luchando,
estoy intentando aceptar la realidad... –siento las lágrimas
agolpándose en mis ojos por el jodido enojo que esto me
provoca de tan solo escucharlo.
–No debí venir, no quería venir, y vine por esa mujer que ya tu
a simple vista la consideras muerta, nuevamente te pregunto
Alexander, ¿Qué ocultas? –suspira y niega.
–Nada, Isabella, deja la paranoia... –frunzo el ceño, ese tono
con el que habla, tan neutral, tan cansado de este tema. –
Nada, ya deja de tanto preguntar que oculto, o que me pasa.
–Hay algo que tú sabes y yo no, ¿Verdad? ¿Qué ocultas?
– ¿Cuando me ibas a decir que el contrato con Roy Lehner se
había anulado? –trago grueso. – ¿Cuándo me ibas a decir
que ahora mantienes una vida amorosa con ese chico? –mis
manos se vuelven frías. – ¡¿Cuándo?! –doy un respingo al
escucharlo gritar.
– ¿Co–como su–supiste? ¿Quién te dijo eso?
Se hace el silencio y de pronto escucho unos pasos venir a
mi lado derecho, en ese momento el corazón comienza su
andada con prisa y ahora sé que nosotros no estamos solos
en este lugar. No tengo la menor idea de quien ha de estar
acá junto a papá, y sé que sus intenciones no son para nada
buenas conmigo, la respiración se me dificultad y lo veo
fijamente a él. A ese hombre con el cual comparto un
maravilloso color de ojos azul, las lágrimas no esperan en
bajar por mis mejillas, soy incapaz de apartar la mirada y ver
quien está acercándose más a mí, me cuesta, realmente me
cuesta.
–Fui yo quien le conto todo, Isabella... –esa áspera voz, el
miedo me incrementa, siento el roce de su nariz en mi mejilla.
– ¿Adivina quién abrió un nuevo contrato con su hija? –un
sollozo brota de mis labios y mantengo mi mirada
entrelazada a la de papá.
– ¿Qué hiciste papá? –mi voz ronca por las emociones. –
¿Qué pretendes hacer? ¿Por qué me haces esto?
Alan Lee, quien se encontraba a mi lado pasa a estar de
frente, su cabello cae a ambos lados, algunos mechones
amarillos, una barba solo un poquito más pronunciada a
nuestro encuentro en el baño del bar. Su mano toma mi
mentón haciendo así que lo mire fijamente y con firmeza, yo
no puedo evitar el solo hecho de llorar y llorar a mares.
–Solo negocios hijita... –escucho a papá decir esas palabras.
–Solo necesito más dinero para incrementar mi negocio para
ser más reconocido, solo cosas de negocios... –solo lo
escucho no soy siquiera capaz de verle, Alan Lee obstruye mi
vista.
– ¿Soy solo un negocio para ti? –Alan sonríe y me guiña. –
Dímelo papá, ¿Solo soy eso? ¡Dímelo! –al momento de gritar
Alan Lee me proporciona una bofetada tan fuerte que caigo
sobre el suelo.
–Perra gritona, me aturdes... –comienzo a temblar y llorar,
con la mirada gacha solo soy capaz de ver como papá sale
de la sala. –Amarren sus pies y manos, y llévensela, necesito
terminar mi negocio con el honorable Alexander Massón... –
Alan se coloca de cuclillas y me hace mirarlo nuevamente, mi
mejilla arde.
–No me hagas daño... –es lo que alcanzo a decir. –Por favor,
no seas capaz de abusar de mí, por favor, no me destruyas...
–ríe a carcajadas y niega.
–No eres de mi gusto, Isabella, esto solo lo hago para hacer
enojar a Roy, solo hago lo que me prometí, darle donde más
le duele... –entrecierra sus ojos, la rabia y la satisfacción
paseándose en su mirada.
Me suelta con brusquedad haciendo así que golpee mi
cabeza en la madera que cruje al caminar. Mis pies son
atados al igual que mis manos, tapan mi boca y mis ojos, eso
ni siquiera me impide el llorar, pero de pronto me siento
mareada, un olor entra por mi nariz y me hace sentir débil.
Me voy deslizando en el suelo hasta quedar completamente
adormecida, aquellos grises se pasean por mi mente, el dolor
se ancla en mi pecho.
Lo siento, Roy, lamento llevarte al hundimiento al que no
querías, por favor, solo perdóname...
_
Roy Lehner
Solo puedo mantener mi vista fija en aquel papel escrito a
puño y letra de Isabella, ya es más de medio día y ni
siquiera tengo respuesta de ella. Debo dejar de ser
paranoico, pero ya ha pasado mucho tiempo desde que ella
fue a ver a su papá ¿Pero realmente lo fue a ver a él?
Totalmente cabreado tomo mi móvil y vuelvo a marcarle, ya
perdí la cuenta de cuantas veces lo he hecho, pero siempre
me envía al buzón. No quiero alarmar a nadie, no quiero
alarmarme a mí mismo, pero esto es demasiado, esa
sensación que siempre tenía cuando estaba con Lorena se
había evaporado, pero nuevamente resalta en mí.
Angustia, preocupación, desespero, ansiedad, todo se
arremolina dentro de mi cabeza y no sé qué hacer. Escucho
que llaman a la puerta y con prisa corro para abrir la puerta,
son dos de los guardaespaldas que cuidan de la familia
Lehner, ambos entran y tomamos camino a la sala. Ambos
me observan confundidos y es por el hecho de que cuando
ellos llegan, Isabella siempre está a mi lado.
–Tenemos un problema...
–Usted dirá señor Lehner... –me habla Khaled, quien es
árabe y su hablar no es muy perfecto, pero allí lo lleva.
–Tengo el presentimiento de que Isabella está en
problemas, me dejo esta nota... –se las entrego. –Pero eso
fue quizás por la noche y miren la hora que es y ella no
contesta su móvil, ni siquiera esta donde su madre,
necesito que la busquen, ahora mismo... –ambos se
alarman.
–Le informaremos al resto... –rápidamente niego.
–No quiero que esto llegue a oídos de mi padre, él no puede
recibir algo tan fuerte, no ahora que se está recuperando,
mantengamos esto solo entre nosotros, por favor, necesito
que den con ella, y si es lo que estoy pensando, créanme
que mi pelirroja esta en las peores manos y no perdonaría
el hecho de que le hagan un mal.
Les doy información sobre el coche con el que salió
Isabella, su número de móvil todo lo que pueda ayudarles
para que se pongan en marcha. Por otro lado, hare mis
averiguaciones y claramente sé por dónde comenzar, por la
inmobiliaria de Alexander Massón, es el quien debe decirme
si es cierto que su hija fue a verlo, eso hombre no es de fiar.
¿Quién en su sano juicio entrega a su hija por dinero?
Nunca estuve de acuerdo, pero ella sin duda ha sido lo
mejor que me ha pasado.
_
Sin siquiera tomarme la molestia de darle aviso a Alexander
que vine a verlo, tomé camino a la oficina del jefe de esta
inmobiliaria. Detrás de mi viene taconeando su secretaria,
impide que continúe mi trayecto, pero yo ni siquiera
escucho lo que balbucea así que cruzando un par de
pasillos llego hasta la oficina.
La chica toma mi antebrazo y se lo arrebato con fuerza, con
una mirada le pido que abra la puerta, puedo notar el
nerviosismo, esto podría perjudicar su trabajo, pero ni
siquiera me importa un poco. Insisto en que sea ella quien
abra la puerta y termina por acceder, abre la puerta de este
y yo dándole una sonrisa me adentro. Cierro con fuerza la
puerta y el hombre de cabello rubio platinado da un
respingón y al verme esboza una sonrisa.
–Roy, hijo, bienvenido, que sorpresa la tuya... –señala la
silla delante de mí y yo dudoso termino de tomar asiento. –
¿En que podría ayudarte? –vuelve a sonreír, ¿De cuándo acá
tanta amabilidad?
–Alexander seré breve, ¿Dónde está Isabella? –me mira con
confusión. –Ella me dejo una nota que iría a verte, ¿Se
reunieron? –niega.
–No para nada, me canse de esperar por ella, pero nunca
llego... –miente.
– ¿Dónde le pediste que fuera?
– ¿Mi casa? Roy, a ver, ¿Qué ocurre con Isabella? Quizás
este con su madre, con eso de que no se separa de ella, yo
realmente ni siquiera tengo tiempo para eso... –una sonrisa
carente de felicidad se forma en mis labios y enarco una
ceja.
–Oh, disculpe honorable hombre, lo siento, es que tiene
razón ¿Qué podría importarle a usted la salud de su mujer?
Si fue capaz de ofrecer a su hija en bandeja de plata, no
podría esperar menos de usted... –me mira perplejo yo me
levanto y lo señalo. –Espero que Isabella este bien y que
usted no fue capaz de hacerle algo o simplemente herirla,
porque créame se la vera conmigo –me mira fijo. –Nunca
he confiado en usted, para que lo sepa.
–Por supuesto, con eso de que ustedes ahora mantienen
una relación no ficticia, y el maldito contrato quedo a un
lado... –aquello me toma de sorpresa y ambos nos vemos
fijamente. –No cumplieron Roy Lehner, se suponía que eso
culminaría en un año y yo tengo que continuar pagando el
préstamo –enarco una ceja. – ¿Qué? ¿Mientras que mi hija
se revuelca contigo en una cama yo tengo que estar
buscando como loco el dinero?
Rápidamente paso a estar delante de Alexander, tomándolo
de su traje, lo agito con fuerza, mis nudillos se tornan
blanco, aprieto tanto mis dientes que podría jurar los
partiría en segundos. Lo miro con furia, lo suelto y golpeo
con tanta fuerza su mandíbula que este cae sobre el suelo.
Me coloco sobre él y tomo nuevamente de su traje, él
forcejea conmigo, pero le es imposible, vuelvo a golpearle y
en ese momento unos hombres robustos aparecen. Con
fuerza me alejan de él, el padre de Isabella escupe sangre
mientras entre quejidos soporta el dolor, yo forcejeo y me
zafo del hombre que hace un momento me tenía tomado
con fuerza.
–Esto me da a entender que le has hecho algo a tu propia
hija –intento calmarme, me es imposible. –Eres un maldito
enfermo, dime, ¿Qué le has hecho? –no dice nada, pero la
mirada se me desvía al hombre a su lado, entrecierro mis
ojos buscando en mi memoria donde le he visto, pero en
ese momento la seguridad aparece y me arrastran fuera de
la oficina. – ¡Cuídate Alexander, en la próxima estos gorilas
no estarán contigo!
Me echan con fuerza de la inmobiliaria, las personas que
ahora transcurren por la acera me miran con preocupación,
tembloroso busco mi móvil y le marco a Fede. Con
frustración entro en el coche y lo enciendo, Fede no
contesta y vuelvo a intentar, tomo camino a la mansión
Lehner con rapidez, no obtengo respuesta de Fede y
lanzando el móvil a un lado, con prisa manejo a casa. En mi
mente me mantengo realmente ocupado, intento buscar en
mi mente de donde he visto a ese hombre, pero no
encuentro nada.
..
Al llegar a la mansión Lehner tomo camino con prisa a la
parte trasera donde me ha dicho Margarita se encuentra
Fede, este junto a Chanel y Jenell están riendo, con lo de
papá, el rubiete no quiere dejar de estar en casa y por un
lado me parece bien que lo este, pero en este momento
realmente lo necesito.
–Fede... –voltea con prisa y me mira. –Al despacho,
ahora...
Las chicas me dan una mirada y el rubio con prisa toma
camino detrás de mí, en ese preciso momento aparece
Khaled junto a su acompañante y con un movimiento de
cabeza les pido que me sigan. Los cuatro entramos y en el
momento en que la puerta es cerrada yo doy un grito con
frustración y tomando uno de los pequeños jarrones de la
decoración lo lanzo contra la pared y este se hace triza.
– ¡Hey! ¡Roy! ¡¿Qué pasa, carajos?! –me llevo las manos a la
cabeza en manera de frustración.
–Es Isabella, maldita sea, estoy seguro que su padre le ha
hecho algo... –volteo a ver a Fede, Khaled pasa a su lado.
–Señor, encontramos el coche de la señorita, pero sin
rastro de ella, ni siquiera se tomaron la molestia de robarlo
a pesar de que se encontraba en un vecindario algo,
pobre... –volteo a ver a Fede quien ni siquiera hace una
expresión.
– ¿Están seguros que ella estuvo allí? Pudieron tomar el
coche y llevarlo hasta ese lugar... –pero luego Khaled pasa
a extender su mano y me muestra el móvil de Isabella
hecho trizas y las llaves del coche.
–Estaba dentro de la casa donde el coche se encontraba
aparcado, nos adentramos, buscamos por todo el lugar, sin
rastro señor, pero lo que si estoy seguro es que la estaban
habitando quizás por unas horas –se encoge de hombros.
–Habían huellas de varios zapatos en la madera llena de
polvo, pero todo lo distorsionaron, sofá, cuadros, todo
estaban hecho un desastre, es como si un huracán paso
por ese lugar.
Los nervios me incrementan y con prisa camino hasta la
repisa donde papá tiene sus botellas de ron y whisky
rápidamente abro una y me doy un fuerte sorbo de una de
esta. Fede rápidamente la arrebata de mis manos, mi
cuerpo comienza a temblar, estoy comenzando a vivir lo de
años atrás, desesperación, angustia, todo está tomándome
de los pies para hacerme sentir en el peor de los
hundimientos.
–Roy, prometiste que no tomarías de esta manera, que no
te inclinarías a esta manera de desahogarte, lo prometiste,
lo hiciste por ella... –en ese momento abrazo a Fede, no me
aguanto más y me echo a llorar. – ¿Estás seguro que ha
sido su padre? Seria de enfermo herir a tu propia hija.
–Descubrió que el maldito contrato se anuló, que ella y yo
comenzamos una relación y que él aún debe pagar el
dinero prestado, ¿No crees que es suficiente motivo para
hacerlo?
–Roy y... –Fede se detiene y yo lo observo. –Joder no
quisiera decir esto, pero... ¿Y si fue Alan Lee? –cierro mis
ojos con fuerza y vuelvo a la negación.
–Muy dentro de mi mente estaba apartando ese maldito
hecho, pero... –en ese momento me detengo y rápidamente
por mi mente se pasea el rostro de aquel hombre robusto
junto a Alexander. – ¡Maldición!
En ese momento rápidamente salgo del despacho y me
encuentro con Chanel y Jenell quienes aturdidas me miran,
les ignoro y escucho la voz de Fede detrás de mí. Chanel
intenta detenerlo, pero él continúa corriendo detrás de mí,
salgo de casa, subo a mi coche y Fede se coloca delante de
mí, obstruyendo mi paso, y ni siquiera puedo dar retroceso
por el coche detrás mí.
– ¡Joder Fede! ¡Muévete! –los guardaespaldas se
atraviesan igualmente y mi hermano con prisa sube al
coche.
– ¡Deja de ser impulsivo maldita sea! ¡¿Quieres que papá
recaiga por tu mala cabeza?! –apoyo mi cabeza en el
asiento. – ¿Dónde tienes pensado ir?
–El casino... –volteo a verlo, Fede me mira perplejo. –Es el
único lugar donde puedo encontrar a ese maldito.
–Al casino, ¡Vamos! –le grita a los guardaespaldas y con
mirada cansada lo observo. –No haremos las cosas como
en el pasado, Roy, no tenemos por qué...
Pero yo no me siento con ese optimismo de Fede, yo sé a
quién me enfrento, se en que peligro puede estar Isabella, y
si ella no es encontrada a tiempo no sé cómo podría lidiar
con esto. Alan juro que me haría mal, que me dañaría, que
me haría sufrir y sé que es capaz de eso, pero a todo esto
¿Qué tendría que ver Alexander con Alan Lee? ¿De dónde se
conocen esos dos? ¿Cómo es que Alexander se enteró del
contrato anulado?
Con prisa tomo el camino al casino, a Fede ni siquiera le
importa el hecho de que voy con prisa, yo solo quiero llegar
y saber que trama Alan. Aunque conociéndolo muy bien, es
tan obvio que negara todo, él solo quiere ver cómo me
encuentro desesperado, disfrutara la manera de ver cómo
me tiene en la palma de su mano.
–Creo que es mala idea el venir... –disminuyo el andar y
aparco mucho antes del casino. –Esto es lo que él quiere,
Fede, que vaya por Isabella, ver mi miedo, mi angustia, es lo
que desea...
– ¿Y qué piensas hacer?
–No lo sé, pero me lleva la delantera, si todo es lo que
pensamos, y él está envuelto en esto, no sé qué haría... –en
este momento soy yo quien hare todo, no involucrare a
papá, yo soy el culpable de todo esto y seré yo quien
terminare con él.
– ¿Entonces regresaremos? –niego.
–Iremos, pero con la guardia baja, Khaled y su compañero
que observen el lugar, que detallen los movimientos, tu y yo
nos adentraremos con normalidad, estoy seguro que Alan
no estará allí, sabe que sería el primer lugar donde le
buscaría... –vuelvo avanzar. –Quiero que le informen que
estuve aquí, pero que no lo busque a él personalmente.
Federico asiente y continuamos hasta aparcar frente al
casino, me incorporo y opto por colocar mi mejor cara.
Apartando un poco el desespero y la angustia, Khaled
aparece, les comento lo que haremos y ellos se adentran
delante de nosotros, yo tomo camino al bar junto a Fede y
ellos a la parte donde todos apuestan.
Al entrar aquel pasado me comienza aturdir, las luces de
colores, las camareras de un lado a otro, el fugaz recuerdo
de Lorena atendiendo con dulzura y entusiasmo a los
clientes. Federico y yo tomamos asiento en una de las
mesas donde menos luz tenemos y comenzamos a ver por
todo el lugar, una chica se nos acerca y para despistar
pedimos un par de brandis, ella asiente y se retira.
Me siento un poco confundido al ver algunas mujeres
bailando en los tubos, que yo recuerde esto no estaba, ¿O
sí? En ese entonces estaban tan perdido por la castaña que
no fui capaz de ver a mi alrededor. Se forma un bullicio, los
hombres gritan y silban, Federico y yo nos miramos,
enfocamos nuestra vista al centro de atención de este
momento.
Completamente perplejo la veo subir a la tarima, un
diminuto vestuario, su cabello corto hasta los hombros, un
pronunciado maquillaje su cabello que antes era rojizo
ahora es ¿Rubio? Mi hermano y yo nos vemos y con prisa
nos levantamos para corroborar que lo que ambo vemos es
cierto. Al detenernos a una distancia apropiada nos damos
cuenta que quien este momento baila para hombres
avariciosos y deseosos, es Ambar.
La miro completamente perplejo, su cuerpo que antes era
algo grueso y que debo admitir era hermoso, ahora es
delgado, aunque no se ve mal. Claramente no es la misma
chica de antes, los billetes son lanzados para ella, en ese
momento su mirada se encuentra con la mía, realmente
aturdida me observa, yo de inmediato tomo el antebrazo de
Fede y lo saco de ese lugar. Ambos nos encontramos con
Khaled y su compañero, al momento de hablar mi móvil
suena y me alejo de ellos.
Con prisa lo busco y noto que es un mensaje con una foto
adjuntada, la respiración se me dificulta, al notar que es un
mensaje proveniente de Alan. La palabra gane seguido de
una foto donde Isabella se encuentra totalmente sucia y
golpeada. La rabia me comienza a consumir, y con furia
vuelvo donde Federico.
–La tiene el... –los tres me observan. –Quiero a Ambar,
estoy seguro que tiene mucho que decirnos...
– ¿Alan la tiene? –Federico me mira perplejo.
–Y créeme, la está destruyendo, y con ello, me está
destruyendo a mí...
Paso con prisa junto a él y salgo con rumbo fuera del
casino, en este momento siento aquellas jodidas ganas de
querer destruirme, de querer detener todo esto que me está
obstruyendo de alguna manera u otra la respiración
tranquila. Mi bonita esta en las peores manos y yo no fui
capaz de cumplir la promesa de que ella a mi lado nunca
tendría que sufrir, no, no de esta manera, ella no lo merece.
–Me estoy hundiendo, Isabella... –digo a la nada. –Me
estoy hundiendo y donde diablos estas para evitarlo...
Capítulo 37 - Agonia.
Caminaba de un lado a otro, me daba calada tras calada de
un cuarto cigarrillo que llevo entre mis dedos. Mi cabello
hecho un desastre, los nervios me iban desde las hebras de
mi cabello hasta los pies, intentaba la manera de buscar
preguntas en mi cabeza, pero cada que una llegaba la
descargaba de inmediato.
Me detengo abruptamente en este cuarto de hotel, Federico,
Khaled y su compañero detrás de mí, pero delante de mi
estaba ella, manos sobre su regazo, cabeza gacha, un
temblor en su cuerpo que realmente no comprendía. Tomo
una bocanada de aire, termino el cigarrillo y colocándome
sobre la silla delante de ella, con un bajo carraspeo llamo su
atención.
–Cuéntame todo, absolutamente todo lo que sepas de Alan,
tu más que nadie sabes lo que viví por ese maldito, tú lo
sabes Ambar, tu viste mi sufrimiento, tú fuiste capaz de
presenciar todo lo malo que nos rodeó en aquel entonces,
ahora dime ¿Qué haces trabajando para él? –ella levemente
alza su mirada y enfoca sus ojos en mí. – ¿Qué te ha
pasado? ¿Por qué estas de esta manera?
– ¿Qué te importa mi situación Roy? ¿Crees que no cómo?
¿Crees que no tengo una cuota que pagar donde ahora vivo?
¿Crees que mamá no necesita de mi ayuda monetaria? –
trago con dificultad, después de todo, tiene razón. –He tenido
suficiente de los Lehner, bastante que te burlaste de mí,
hiciste conmigo lo que te vino en gana, sabias de mi amor
por ti, y aun así, fuiste cruel... –esboza una sonrisa y niega. –
Pero por supuesto que no estás aquí por mi bienestar, es
porque ahora no sabes dónde diablos ha llevado Lee a tu
querida esposa... –la ira comienza apoderarse de mí.
– ¿Qué quieres decir? ¿Qué has escuchado? Habla de una
maldita vez... –lleva su mirada a un lado y se encoge de
hombros.
–Está cobrándote lo que tú le hiciste, Roy... –vuelve a
mirarme. –Por tu niñería de aquel tiempo, él está pasándote
factura, es lo mínimo ¿No crees?
– ¿Qué podrías saber tú de eso Ambar?
–Roy, le arrebataste la mujer a un hombre del cual tú sabias
que era un peligro, no te importo una mierda tu familia, el
cómo podían salir perjudicados, y ahora estas en ese
momento donde intentas remediar todo... –aquellas palabras
expulsadas de Ambar no hacen más que incrementar mi
desespero y enojo. –Sabía que esa chica seria tu perdición,
sabía que terminarías de esta manera, agonizando por
recuperarla, ahora debes soportar lo que se avecina.
–No estoy para escucharte balbucear estupideces, solo
quiero que me digas si sabes algo acerca de los planes de
Alan... –ríe, tan carente de emoción.
–Por Dios Roy, le estas preguntando a una simple bailarina,
quien solo mueve su trasero de un lado a otro para por lo
menos tener que comer, ¿Cómo podría yo involucrarme con
ese tipo?
–Pudiste quizás decirle todo acerca de Roy e Isabella, ¿No? –
Fede es quien habla y se detiene junto a mí. –No sé, quizás
dolida por toda la situación que pasaste y estas pasando, te
orillo a desahogarte con quien no debías... –la expresión de
Ambar cambia, desvía de inmediato su mirada. –Quizás y
una de esas balbuceaste cosas que no debiste decir, cosas
que te cabrean, cosas que te hieren, quizás no
personalmente a Alan Lee, pero quizás si a una persona
cercana a él...
–Por Dios, Federico... –Ambar escupe y en ese momento su
mirada se enfoca en mí. –Merecías un poco de dolor
después de todo, Roy... –termina de decir y yo perplejo la
observo. –No me arrepiento de lo que hice porque a fin de
cuenta lo merecías, pero luego estaban ambos felices y yo,
convirtiéndome en lo que ahora soy, una pobre y asquerosa
bailarina de bar... –veo sus manos temblar y sus ojos
cristalizarse. –No tengo idea de donde la deben tener, pero
solo espero que nunca la encuentres... –esboza una sonrisa.
–Tú no mereces ser feliz.
La miro fijamente y con un leve asentimiento Khaled junto a
su compañero la sacan de la habitación. Claramente Ambar
tuvo que decir algo, no directamente a Alan, pero si con la
intención de que toda la información llegara a él. En este
momento si es cierto lo que ella dice, me siento agonizante,
no sé qué hacer, ya no sé a quién recurrir, la imagen de
Isabella se pasea por mi mente, no puedo si quiera pensar
por lo que ella en este momento está pasando desearía con
todas mis fuerzas ser yo, él que debe estar en su lugar.
_
Isabella Massón
Oscuridad, suciedad, mal olor, dolor, lagrimas, agonía...
El ardor de mis muñecas amordazadas cada vez
incrementa, intento la manera de desatar el nudo buscar
una salida y marcharme, pero todo eso es imposible. Más
cuando ni siquiera tengo idea de donde he de estar, todo es
silencioso, oscuro, no sé si quiera cuantos días se han
pasado, pero esto realmente es lo peor que me ha pasado
en la vida.
El fuerte olor a orine a mi alrededor, el olor a heces, el
vómito a mi alrededor, mi cabello enmarañado, mis pies
sucios, mi vestuario hecho un desastre, ¿Qué es todo esto
que me están haciendo? No son siquiera capaces de por lo
menos limpiar donde estoy, me dejan en toda esta
asquerosidad, mi hambre aumenta, la debilidad me abraza
más y más. Sé que los días se pasan por que por solo una
pequeña rendija la claridad del sol choca en mi rostro y
luego ya no más.
Tengo hambre, tanta que no podría aguantar más, me
canse de llorar, simplemente me canse, no sé si quiera
porque me molestaba en hacerlo. Gritar, toda la noche
gritaba para que alguien por lo menos me escuchara, pero
sé que por las noches quedo sola en este lugar, por el día
solo me dan una ojeada y ya, ni siquiera ellos soportan el
mal olor en este sitio.
Como un chasquido de dedos me apresuro y me apego a la
esquina donde me encuentro atada de pies y manos,
escucho pasos provenir de afuera, voces, desconocidas
para mí, pero luego esa risa que me eriza los vellos del
cuerpo. Las lágrimas comienzan agolparse en mis ojos, él
solo viene se burla un rato de mí, me dice lo mal que va Roy
y termina por marcharse.
Las puertas son abiertas, la luz blanca encendida y yo
rápidamente oculto mi rostro, la luz me molesta por unos
largos segundos y cierro mis ojos con fuerza intento
acostumbrarme a la claridad. Hacia tanto que no la veía, ya
que cuando Alan Lee entra solo me mira desde la puerta y
ya, pero esta vez se adentra.
–Es un puto asco... –lo escucho decir. –Limpien todo este
lugar y también lleven a esa perra pelirroja a darse una
ducha, una semana ha sido suficiente para su tortura... –
¿Qué? ¿Una semana? –Que jodido mal olor, incluso vomito
sobre ella, Dios, que asco, sáquenla de aquí y denle algo de
comer.
Lo observo de reojo, un tapabocas al igual que sus
acompañantes, me siento usada, ultrajada, me siento tan
miserable delante de ellos. Se acercan a mí con cautela,
pero yo ni siquiera tengo la suficiente fuerza de ponerme a
forcejear, así que los dos fornidos tipos me toman de un
brazo cada uno, desatan la cadena en mi cintura y como
pueden me colocan de pie. Mis piernas están tan
adormecidas que no logro equilibrarme.
Así que comienzan arrastrarme, mis pies se arrastran en el
áspero suelo, me sacan de ese lugar, yo solo tengo fuerza
para ver el suelo de lo que supongo es un largo pasillo. Las
lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas, tantas
cosas en mi mente, lo único que quiero es salir de acá,
volver con mi familia, olvidar todo esto, ver a Roy, a mamá,
solo pido cada día que ella este bien, solo espero que mi
ausencia no le afecte.
Entramos a una habitación, la luz tenue, escucho un
taconeo detrás de mí y en la lejanía escucho su voz decir
que me adentren al baño. Los hombres hacen caso y con
empujones me hacen entrar al cuarto de baño, con un
traspié me apoyo del lavado, mi cuerpo comienza a
temblar, escucho la puerta cerrarse y en alerta volteo con
prisa. Una mujer de quizás veintitantos años está delante
de mí, alta, piel morena, ojos cafés y un cabello castaño
claro, camina con prisa hasta mí y me despoja de la ropa.
Sé que en este momento ella está luchando con mi mal
olor, pero no hace siquiera una mueca de asco. Quedo
completamente desnuda y vulnerable delante de ella, me
toma de los hombros y me encamina hasta una tina, con un
movimiento de cabeza me pide que me adentre a ella, pero
simplemente estoy tan temerosa de todos que de verdad
no confió ni siquiera en una tina llena de agua.
–Solo es agua, hermosa, vamos entra... –volteo a verla,
siento mis ojos humedecer ella me da una sonrisa
apenada. –Vamos, lo necesitas.
Llevo la mirada al frente y con dificultad alzo mi pierna
izquierda y mi pie siente el agua tibia de la tina. Una
corriente de satisfacción me recorre por todo el cuerpo y
termino de entrar a la tina, tomo asiento y el agua me cubre
desde los senos. La castaña a mi lado con ayuda de un
envase hecha agua sobre mi cabeza, la suciedad del agua
es notoria, el color rojo por la sangre de mis heridas se
desvanece por el agua y es allí donde mi llanto brota.
La chica a mi lado no dice nada, se dedica a bañarme,
aplicar shampoo, jabón liquido en mi piel descubierta y yo
mientras me dedico a llorar. Ella frota su mano en mi
espalda, pero no es porque está lavándome se sienta más
como un apoyo, un consuelo. Mi cuerpo tiembla, mis
heridas en las muñecas arden, saco mis manos debajo del
agua y noto como ya estaba comenzando a cicatrizar, las
costras son horribles, dan asco.
–Te dejare un momento sola para que termines de bañarte,
¿Está bien? –su voz es tranquila, melodiosa, destila calidez.
–Estaré en la habitación, tomate tu tiempo y por favor
Isabella, no cometas una locura... –volteo a verla.
–Ok... –es lo que alcanzo a decir, pero sentí mi voz ronca,
mi garganta arder.
Ella termina de colocarse de pie y así tal cual me lo dijo sale
del cuarto de baño. Tomo el jabón líquido y comienzo a
limpiar mi cuerpo, froto con rabia, con enojo mientras las
lágrimas corren por mis mejillas. Quisiera arrancarme la
piel, mis piernas tienen pequeñas aberturas por los golpes
que recibí, esto provocado por un látigo. El primer día de ser
traída aquí, mi ojo derecho estaba hinchado, recibí un golpe
con la hebilla de un cinturón, la parte izquierda de mi labio
superior está un poco partido por un puño que me dieron.
A veces me preguntaba si esos hombres no tienen madre,
hermanas, sobrinas e incluso hijas. Me preguntaba cómo
eran capaz de golpearme, de hacer que mi piel se abriera,
que la sangre comenzara a brotar de mi cuerpo, no
comprendía como es que tienen corazón o mente para
hacerme algo tan sucio.
Pero nunca me rendí, siempre intentaba defenderme,
gritaba, pataleaba, pero ya luego todo fue más llevadero
solo me disponía a soportar cada golpe que me propinaban,
ya mis fuerzas se iban disminuyendo ya estaba tan
delirante que simplemente a veces sentía que estaba en un
modo donde los golpes eran recibidos, pero yo no sentía
dolor. Mi mente se mantenía ida, donde intentaba buscar el
por qué papá me habia hecho todo esto, como permitir que
yo esté sufriendo de esta manera.
De mi mente no se aparta el hecho de querer hundirme en
esta tina y terminar con todo mi sufrimiento, no tengo
siquiera idea de cuando terminaran mi tortura y realmente
sintiendo el agua tibia en mi cuerpo me doy cuenta que soy
un ser que siente y aunque intente no darle importancia
para hacer las cosas más llevaderas, todo mi cuerpo me
duele, mi alma, el corazón, toda mi dignidad.
Pero cierro los ojos y el rostro de mamá se pasea por mi
mente, no sé si ella aun esta con vida, luego esta Derek,
¿Cómo podría dejarlo solo? Luego se pasea Roy, el dolor se
intensifica más al pensar en él, en cómo ha de estar, en
cómo sería su vida sin mí.
– ¿Isabella? ¿Todo bien? –escucho la voz de la mujer que
hace un momento me ayudo y tomo un suspiro.
–Sí, solo, necesito un momento... –carraspeo un poco, mi
garganta duele.
Termino de lavarme, de mojar una y otra vez mi cabello, me
coloco de pie con dificultad y quito el sello para que toda el
agua sucia se vaya. Abro la regadera y el agua fría me
golpea con fuerza, alzo mi cara y me quedo así por unos
segundos, siento que ya estoy lo suficientemente limpia y
salgo de la tina.
Veo una toalla a mi costado, pero de pronto la imagen de
mi cuerpo se refleja en el espejo delante de mí y una
punzada fuerte se clava en mi pecho. Estoy muy flaca, mis
ojeras son terribles, mis labios partidos, mi rostro
moreteado, mi ojo es un asco, me miro de lado a lado, trago
con dificultad, espabilo las ganas de llorar.
Termino de envolver mi cuerpo en la toalla, mi cabello que
estaba opaco ahora tiene brillo nuevamente. Con mis pies
húmedos doy pasos lentos hasta la puerta, el frio de las
baldosas bajo mis pies, abro la puerta y la encuentro junto a
una ventana. Su vista fija en la parte de afuera, podría
afirmar que estamos en un segundo piso, aunque sé que no
subimos escaleras.
Ella con prisa voltea y me observa, camina hasta mí y me
encamina hasta la cama, yo me siento al borde de esta y
ella tomando un cepillo en la mesita de noche comienza a
desenredar mi cabello. Me mantengo quieta, mi estómago
en ese momento suena y avergonzada la miro de reojo ella
sonríe de lado y apartándose de mi camina hasta la puerta
y al abrirla adentra esas mesas altas con ruedas donde
transportan la comida en los hoteles.
El olor a comida me alborota todo y tomo un largo suspiro,
ella lo coloca delante de mí y quita las tapas de cada uno
de los platillos. Siento como si el paraíso esta delante de mí
y sin siquiera decir palabra alguna, comienzo a comer. Me
siento una depredadora devorando a su presa, dejo los
modales, dejo la manera correcta de comer a un lado, las
lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas al sentir
el sabor de la comida en mi boca.
La castaña nuevamente se entretiene en mi cabello
mientras yo continuo mi comida.
–Lamento todo lo que estás pasando... –dice y yo no digo
nada. –Gracias por soportar toda una semana, Isabella... –
escucho su tono de voz ronco y termino de verla, sus ojos
cristalizados.
– ¿Cómo es que sabes mi nombre? ¿Por qué me
agradeces? ¿De verdad ha pasado ya una semana? –ella
deja de cepillar mi cabello y toma asiento a mi lado. –
¿Quién eres tú? ¿Por qué tu estas en buenas condiciones y
yo soy un jodido desastre?
–Créeme Isabella, es mejor que no sepas quien soy... –dejo
la comida a un lado y la observo. –Te necesito fuerte,
necesito que recuperes fuerzas, debes saber que yo soy tu
único pase de salida de este lugar.
– ¿Por qué quieres ayudarme? Todos en este lugar me
maltratan, me tratan horrible, ¿Por qué tu harías la
diferencia? ¿Por qué no me dices quien eres en realidad?
¿Qué eres de Alan Lee?
–Isabella... –expulsa cansada y lleva su mirada al frente. –
Yo necesito recuperar algo que Alan tiene en su poder y que
realmente no le pertenece... –frunzo el ceño. –Él... Tiene a
mi sobrino y yo debo llevarlo a casa conmigo...
–Pero yo que...
En ese momento escuchamos el sonar de la cerradura de la
puerta y ella rápidamente da la espalda a la puerta y
comienza nuevamente a cepillar mi cabello. Me señala la
comida y yo me dispongo a comer, el nerviosismo recorre
mi cuerpo entero, intento espabilar un poco todo lo que en
mi mente se arremolina más y más, la puerta termina de
abrirse y allí aparece el.
Camina hasta nosotras, la chica a mi lado ni siquiera destila
nerviosismo esta en modo neutral yo soy todo lo contrario.
Su cabello abundante recogido en una cebolla y sonriente
arrebata el tapabocas de su rostro, me mira de pie a cabeza
yo me siento intimidada, intento no darle importancia, pero
se acerca tanto a mí que con fuerza toma mi mentón y me
hace mirarlo a los ojos.
–Dijiste que, sin daños, Alan... –dice la castaña a mi lado. –
Así que suéltala, suficiente hicieron tus perros falderos, así
que nuevamente repito, suéltala... –él le hace caso y luego
la rodea a ella por detrás.
–Vale, vale mujer, lo que tú digas... –deja un beso en su
hombro eso me hace saber que ella es algo íntimo de él. –
Solo quería ver si había quedado pulcra, con eso de que
estaba rodeada de cucarachas... –tono burlón de su voz me
hace sentir muy mal.
–No quiero que entren a esta habitación, seré yo quien
estará al pendiente de ella, no quiero a tus musculosos
merodear esta habitación... –ella voltea observa a Alan y
luego a los hombres detrás de él. –Porque créanme
muchachos, ganas no me faltan para arrancar sus huevos
de la entrepierna... –todos se tensan al escucharla, observo
a Alan sonreír orgulloso.
–Es que amarte me queda corto, Leonora... –así que su
nombre es Leonora, el besa sus labios, claramente se nota
que está perdido por ella, pero Leonora desde un punto de
vista es todo lo contrario o eso me hace creer. –Nos vemos
en la cena, debo ir a disfrutar de ver a Roy sentirse tan
miserable...
–Alan... –ella le reprocha. –Deja de ser tan infantil,
¿quieres?
–Ok, ok.
En el momento en que el nombre del pelinegro es
expulsado de sus labios todo un maremoto de emociones
me toma de los pies. Agacho mi cabeza sin siquiera decir
nada y todos esos hombres salen de la habitación, con
prisa la castaña cierra la puerta con cerradura y camina
hasta mí. Sé que sus manos tiemblan, incluso todo su
cuerpo, pero ella intenta no demostrar eso y comienza a
colocar una muda de ropa sobre la cama.
Yo satisfecha por la comida, mantengo mi vista al frente,
las preguntas acerca de Leonora se pasean por mi cabeza,
si ella esta con Alan por qué diablos quiere ayudarme a mí,
me dijo que él tiene algo que no le pertenece, ¿Su sobrino?
Lo que no comprendo es como Alan puede tenerla a su
lado, aquí hay muchas cosas sin sentido y yo de alguna
manera u otra debo saber que es.
–Leonora... –expulso y ella voltea a verme. –Necesito
respuestas para tantas preguntas... –ella levemente
asiente. –Pero solo quiero saber dos cosas importantes, ya
que pude saber cuál es tu relación con Alan, debes saber
todo de mí –se acerca y asiente. – ¿Sabes cómo está mi
mamá? –se sienta a mi lado y toma mis manos. –Roy,
¿Cómo está él? –agacha la mirada.
–Tu mamá, está aún con vida, por lo que se, está cada vez
más grave, Isabella, ya la noticia de tu secuestro está en
todos lados, ella no lo sabe, lo han sabido ocultar, pero
pregunta por ti... – ¿Cómo es que ella sabe tanto? –Y Roy...
–su cuerpo se tensa. –Está realmente perdido,
alcoholizado, esta como loco buscándote, ya no sabe que
más hacer... –mi corazón se apretuja.
–Se hundió... –digo sin más. –Algo que yo debía evitar,
termino siendo su salida... –fijo mis azules en sus cafés. –
¿Cómo es que sabes tanto? Sobre mamá, sobre Roy,
¿Cómo sabes todo su alrededor?
–Cariño, créeme que en cuanto sepas todo acerca de mí,
no lo podrás simplemente creer, tus golpes son físicos,
Isabella, los míos, han sido internos y son el peor de los
sufrimientos.
Ella suelta mis manos y vuelve nuevamente al armario, yo
aprovecho de vestirme, la ropa limpia me hace sentir bien,
ropa interior y un vestido ligero color crema. Dejo mi
cabello suelto para que seque, observo toda la habitación,
luego Leonora vuelve con algo en manos, una caja para ser
exacta, llega hasta mí y se sienta delante de ambas, la caja.
–Roy te conto la historia de una chica de un bar, aquella
quien tenía un hijo y la cual fue asesinada, ¿Verdad? –
frunzo el ceño asiento, Leonora abre la caja y me mira. –Su
nombre era Lorena, el mío claramente es Leonora... –mi
garganta seca de inmediato.
–Estas queriendo decir que tú... –me mira fijo y asiente.
–La hermana menor de Lorena vino en busca de venganza
y de su sobrino, pero lamentablemente yo, Leonora,
descubrí que detrás de la posesión de Alan Lee había un
hombre carnal y con una manera de amar tan retorcida... –
sus ojos se cristalizan. –Me encanta y amo a ese hombre
posesivo y de mente retorcida... –las lágrimas corren por
sus mejillas. –Pero este amor y encantamiento toxico
puede traicionarlo y aunque me muera por él, lo hare... –sus
manos tiemblan, saca una foto de la caja y la coloca sobre
la cama. –Porque nunca olvidare el daño que él le hizo a mi
hermana, a mis padres, a mi incluso –hace una pausa. –
Porque yo amo retorcidamente a Alan, pero él pagara por
todo lo que le hizo.
Tomo la foto donde esta su hermana, sonriente junto a su
hijo y a su otro lado Roy. El corazón se me oprime y las
lágrimas se agolpan en mis ojos, lo veo sonreír y feliz, el
pequeño niño demuestra felicidad en la foto y Lorena se ve
radiante junto a dos hombres que claramente ella amaba.
Cierro mis ojos y las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
–La historia es larga, así que tenemos todo un tiempo para
hablar, solo espero que seas fuerte para lo que se avecina,
Isabella, y aquí o terminas de salvarte o mueres y créeme
que yo estoy dispuesta a la dos opciones...
Capítulo 38 - Destrucción.
Botellas vacías, colillas de cigarro, suciedad en todo mi
alrededor y platos de comida sucios por todo el lugar. Cierro
mis ojos e intento buscar un poco de descanso, pero me es
imposible hacerlo, las imágenes de Isabella se pasean por mi
mente, no podía simplemente asimilar el estado en que se
encontraba, yo simplemente no se ya que hacer.
La luz del sol se cuela por la cortina, me siento perdido, me
siento realmente hundido. Me levanto del suelo y arrastrando
mis pies camino hasta la cocina de la casa, busco otra
botella de cerveza y al destaparla en solo segundos me la
consumo. Al terminar la observo en mi mano y con repentino
enojo la lanzo contra el suelo.
Los vidrios diminutos se esparcen, el sonido estruendoso
que ocasiono me altera aún más los nervios, siento mis
manos temblar, las llevo hasta delante de mis ojos y observo
el dorso de ambas. Rojizos, ensangrentados, hinchados, he
golpeado tanto la pared, que mis manos no pueden más,
escucho el sonido de mi móvil en la lejanía y vuelvo
nuevamente a la sala.
Veo el nombre de Fede reflejado en la pantalla y de inmediato
bloqueo el móvil para que deje de sonar, lo lanzo a un lado y
me dejo caer sobre el sofá. Los minutos se pasan y
nuevamente suena el móvil y yo simplemente intento alejar el
sonido de mi mente. Subo y bajo mi pierna en desespero y
expulso una maldición de mis labios, nuevamente lo tomo en
mis manos y respondo, no me molesto en decir nada.
–Es la mamá de Isabella, empeoro... –aquello hace que me
incorpore de prisa. –Sé que no quieres hablar con nadie, Roy,
pero debes saberlo, pregunta por ella, ¿Qué diablos le dirá
Chanel? Ya no sabe si quiera que excusa decirle... –con la
mano libre desordeno mi cabello en desespero.
–Estoy cansado de esta mierda, no sé dónde diablos tiene
Alan a Isabella, ahora su madre, maldita sea Federico, por lo
menos ayúdame en algo... –el rubio del otro lado de la línea
expulsa una risa carente de emoción.
– ¿Qué te ayude? ¿Qué más quieres Roy? Somos papá y yo
quien estamos haciendo todo mientras tu estas pudriéndote
en tu casa, alcoholizado, ni siquiera haces el intento de
buscarle –cierro mis ojos con fuerza. –Eres un idiota, te
puedo asegurar que, si fueras tú el secuestrado, la pelirroja
estuviera dando todo de ella por buscarte... –suspiro,
después de todo, Fede tiene razón. –Ya ve que carajos haces
tú, ya ni te preocupes...
La llamada finaliza y con un jodido coraje lanzo el móvil
contra el suelo, ya que me da coraje que Federico tenga
razón en todo. Simplemente estoy hundido, Alan sí que sabe
hacer de las suyas, es obvio que sabe que enfrentarme a él
es la peor mierda de todas, ¿Pero que podría hacer? La
mente no me da, no se siquiera donde pueda estar, he
buscado en todos sus escondites y es como si la tierra se lo
ha tragado.
Escucho que el timbre de casa suena repetidas veces,
tropezándome con las cosas en el suelo llego y al abrir
rápidamente cierro mi mano en un puño y lo alzo para darle
con exactitud en la mejilla. Pero me detengo al ver como con
prisa se cubre, veo a ambos lados, está solo, sin nadie
cuidando su trasero, salgo de casa, ni siquiera permitiría que
pusiera un pie dentro.
– ¿Qué quieres? ¿Cómo osas venir a mi casa? ¿Cómo puedes
darme la cara después de toda la mierda que has provocado?
–Alexander Massón como instinto arregla su traje y me mira
fijamente, ver sus ojos es como ver los de Isabella y eso me
carcome. –Habla rápido, tengo cosas que hacer.
– ¿Ah sí? ¿Cómo qué? –enarca una ceja y esboza una
sonrisa. – ¿Echarte en el suelo y tomar y fumar hasta la
inconciencia? O quizás lastimarte... –Baja su mirada hasta
mis manos en ese momento con prisa lo tomo del traje con
fuerza.
– ¿Tienes una idea de a quien le has entregado a Isabella? –
expulso el frunce el ceño.
–No sé de qué hablas... –esbozo una sonrisa de lado y con
fuerza lo suelto haciendo así que el pierda un poco el
equilibrio. –Yo no tengo nada que ver con lo de mi hija, ya te
lo dije.
–Un padre debería estar muriendo de dolor al saber que su
hija está secuestrada, pero tú, por Dios, estas tan normal,
ahora dime, Alexander... –lo miro fijamente. – ¿Tienes una
idea de a quien le has entregado a Isabella? Al menos
conoces algo sobre Alan Lee... –lo veo tensarse. –Esos
hombres que cuidaban tu trasero, a esos tipos los enfrente
yo hace ya un largo tiempo y créeme, esos hombres, no
tienen ni una mísera pizca de remordimiento, Alexander... –
comienzo a ver el nerviosismo. –Ahora dime, ¿Qué has
hecho? ¿Qué trato tienes con Alan? –nos miramos fijamente
él niega.
–Solo es por dinero, prometió regresar a Isabella... –el tono
de su voz es de nervios, sus manos tiemblan. –Él no podría
hacerle daño a Isabella, me lo prometió, él solo, bueno él...
solo le dio una cachetada, pero... –en ese momento y como
si de un rayo cayendo sin previo aviso, estampo mi mano en
su mejilla.
– ¿¡Que el que!? ¡¿Tu permitiste que le hiciera daño?! –el
padre de Isabella se estabiliza, pero vuelvo a propinarle otro
golpe. – ¡No tienes una maldita idea de lo que está
haciéndole a tu hija! ¡No tienes una jodida idea de lo mal que
ella la está pasando! ¡Se la entregaste a un enfermo, aun
maldito que ni siquiera sabe lo que es el dolor! –Alexander
jadea del dolor de mi golpe y se arrastra por el suelo, yo lo
tomo por el hombro y tomo con fuerza su cuello. – ¡¿Sabías
que hace años atrás por meterme con algo prohibido que era
de Alan, fue capaz de arrebatarla de mi vida en un simple
segundo?! ¡Solo porque él no la quería conmigo! –lágrimas
de rabia y enojo. –La asesino... –el horror en su mirada.
–Yo... Yo... Detente... –el rostro de Alexander se torna rojo,
sonrío al ver que la respiración es dificultosa. –No... Me
ma....tés... –suelto un grito de enojo y lo lanzo contra el
suelo.
Con prisa entro a casa, busco las llaves del coche y al salir
nuevamente lo encuentro tomando bocanadas de aire para
estabilizar su respiración. Alza la mirada y me mira
horrorizado, con un movimiento de cabeza le pido que se
levante y de prisa lo hace, coloco mi mano en su hombro y lo
encamino hasta el coche.
Ya dentro de este y sin siquiera tener un móvil para
informarle a Federico que efectivamente Alexander tiene que
ver en esto, tomo camino sin rumbo fijo. El hombre a mi lado
se ve desorientado y nervioso, con un leve carraspeo llamo
su atención.
– ¿Sabes dónde está?
–Roy no quisieras...
–Solo te lo preguntare una segunda vez, Alexander... –lo veo
de reojo. – ¿Sabes dónde está? ¿Sabes dónde la tiene? –su
cuerpo se tensa.
–Si... –esbozo una sonrisa de lado y asiento.
–Pues me llevaras...
_
Isabella Massón
En este momento mi mente intentaba procesar toda la
información que Leonora me estaba dando. Ella es la
hermana de Lorena claramente, está aquí en venganza a lo
que Alan Lee le hizo a su hermana, vino más que nada para
llevarse a su sobrino ya que, aunque Alan le da todo, está
en medio de un entorno que no sacara nada bueno de él y
Leonora desea tenerlo con ella.
El hecho es que, Alan nunca supo de la existencia de
Leonora, su familia quedo descartada desde el momento
en que su hermana tomo el camino que no debía con Alan o
eso le hizo creer el a Lorena. Por supuesto que el rubio
sabia de la existencia de la familia de ambas, pero Leonora
en ese entonces no vivía con su madre, vivía con su padre
biológico, ellas solo eran hermanas por parte de madre así
que esa fue una buena manera para ella meterse en todo
esto.
Ambas tenían una maravillosa relación, aunque muy poco
lograban verse, Leonora adoraba y amaba a su hermana
mayor, se sintió devastada al enterarse de la noticia de su
muerte y allí comenzó su ardua búsqueda. El lugar donde
vivió, fue allí donde encontró esa caja donde hay
documentos y fotos, dio con su trabajo y fue donde
coincidió por primera vez con el hombre que asesinó a su
hermana.
¿Pero cómo sabía ella todo acerca de esto? Lorena antes
de aventurarse a la escapada con Roy le envió una carta a
su madre contándole todo lo que ocurría, pero pidió que, si
ella no salía en buenas condiciones de toda esta situación,
no harían nada para pedir justicia, pues enfrentarse a Alan
Lee seria la peor de sus decisiones, pero Leonora
simplemente paso eso por alto.
Intento buscar a Roy, pero en ese entonces el pelinegro no
estaba en la ciudad se había ido un tiempo a Alemania.
Comenzó su inicio para adentrarse a la vida de Alan, el
cómo todo hombre disque importante investigo sobre ella,
pero ella le llevaba la delantera y distorsiono toda su
identidad. Ya con Alan Lee alrededor de ella se fue
involucrando más y más de lleno, y fue en ese momento
donde todo su alrededor tomo el rumbo que no era.
La preocupación de él por ella, las atenciones, todo lo que
ella deseara él se lo dejaba en bandeja de plata. Al principio
ella lo veía como algo pasajero, algo que simplemente no
se iba a intensificar, pero una noche ocurrió, ella por el
deseo carnal, las ganas y la lujuria se entregó a él, solo
sentía que era sexo, pero una llama se encendió en todo su
cuerpo y fue donde no solo fue una noche, fueron varias y
con ella un amor confuso se fue creando.
–Y créeme Isabella quizás creerás que estoy loca por
querer un hombre como él, pero esta maldita venganza me
paso las peores de las facturas y sin previo aviso –las
lágrimas corren por sus mejillas yo de inmediato no tardo y
la abrazo. –Le falle a Lorena... –susurra. –Yo no quería
esto, Isabella, no era lo que yo deseaba –nos alejamos y
limpia sus mejillas. –Pero estoy dispuesta a continuar, lo
quiero, pero Alan es malo, mira nada más lo que te hizo,
perdóname... –la miro con confusión.
– ¿Perdonarte? ¿Qué cosa? –agacha la mirada.
–Intenté detener a Alan, que no te hicieran daño, pero me
pidió no entrometerme, escuchaba tu llanto, tus gritos,
sentía tu dolor, Isabella, yo no pude hacer nada... –tomo
sus manos y niego. –Si a ti te hizo esto, ¿Qué le pudo hacer
a Lorena?
–Fue suficiente que le pidieras que mantuviera a sus
hombres lejos de mí... –esbozo una sonrisa. –Fue
suficiente el hecho de que me ayudaras a tomar un baño y
darme ropa limpia –veo sus hombros temblar. –Lo que en
este momento tengo herido es el corazón y el alma, quiero
ver a mamá, ver a Roy, salir de acá.
–Lo haremos Isabella, te lo prometo, por el momento debo
encontrarme con Roy, debo ir a verle, contarle todo lo que te
conté a ti y buscar un plan, por el momento debes quedarte
sola, no te preocupes cerrare con llave, nadie podrá entrar
solo yo... –se aleja un momento al baño y viene con un
botiquín en sus manos. –Debo limpiar tus heridas, sobre
todo la del ojo, ¿Esta bien?
Asiento y en eso se ocupa, algunos chillidos brotan de mis
labios, el ardor de la pomada en mi ojo es intensa, lo sella
con gaza y una cinta adhesiva especial para este tipo de
cosas. Lo mismo hace con mi labio, pero este lo deja sin
cubrir, mis muñecas y algunas aberturas en mis piernas, me
recuesto y ella continúa curando mis heridas. La clara
angustia y preocupación en su rostro, yo solo espero que
pueda dar con Roy y que mi pelinegro piense las cosas bien
antes de tomar las cosas de una peor manera, nuestra
única salvación es Leonora y de eso no cabe dudas.
.
Gotas de agua caen sobre mi cabeza, entre quejidos me
muevo en mi lugar, la pesadez de mis ojos es notoria,
escucho voces provenir del otro lado de la habitación donde
estoy. Solo un poco de claridad en esta pequeña habitación
vacía, pero de pronto una risita se escucha y veo a todos
lados y mi vista se detiene en la otra esquina de la
habitación.
Entrecierro mis ojos para aclarar un poco mi vista, pero me
es difícil, una cabeza gacha es lo que alcanzo a ver, el cabello
azabache se liga con la oscuridad, pero de a poco todo se
comienza a tornar más y más claro, pero no a tal intensidad.
La chica delante de mi tiembla y balbucea cosas
incoherentes, el temblor en su cuerpo es notorio.
– ¿Si sabes que de aquí no podrás escapar? Nunca... –dice y
yo confundida la veo. – ¿Por qué quieres escapar? Después
de todo volver con él sería más y más sufrimiento... –de a
poco va alzando su cabeza y su cabello oscuro cubre parte
de su rostro. –Isabella, Isabella... ¿Por qué somos tan
desafortunadas? ¿Por qué siempre sufrimos?
– ¿Disculpa? ¿Quién eres? ¿Por qué hablas de ambas? –ella
poco a poco se arrastra por el suelo, el corazón se me
acelera y el cuerpo comienza a temblarme. – ¿Qué?... ¿Qué
quieres? Aléjate... –ella niega y cada vez la siento más cerca,
cierro mis ojos y al abrirlos ya no está, dejo salir un suspiro y
trago con dificultad.
–Porque somos la misma persona... –con prisa volteo a mi
lado y la veo junto a mí, todo el cuerpo se me hiela, ella
sonríe, sus dientes rojos por la sangre, la claridad choca en
su rostro y toda la sangre se agolpa en mis pies.
–Co.…Cómo es que... –cierro mis ojos al notar que soy yo,
pero con cabello oscuro, toda desnutrida y con moretones en
mi rostro, comienzo a gritar, agito mis manos para alejarla,
pero el sonido de las cadenas resuena una y otra vez.
–Roy es destrucción, Roy es destrucción, ¡ROY es
destrucción! ¡¡ROY ES DESTRUCCION!!
.
Me incorporo de prisa sobre el colchón, una mano en mi
pecho, mi respiración dificultosa, mis manos tiemblan, todo
mi cuerpo es una extraña sensación.
–Solo era un sueño Isabella... Solo un sueño... –cierro mis
ojos con fuerza y siento mi garganta seca.
Salgo de la cama y tomo camino al cuarto de baño, me
detengo frente al lavado y abriendo la llave mojo mis
manos. Ya húmedas las llevo hasta mi cuello tomo una
bocanada de aire y la pesadez comienza a disminuir.
Enfoco mi mirada en el espejo delante de mí y me observo,
mi cara está tomando un poco de color, mis ojeras están
cada vez menos notorias, necesito descansar, necesito
hacerlo para estar alerta a cualquier cosa.
Vuelvo a la habitación y con los pies descalzos camino por
el lugar. Pulcro, elegante, el aroma a perfume de frutillas
está en el aire claramente esta es la habitación de Leonora.
Camino hasta el armario y comienzo a buscar algo que yo
ni siquiera sé, quizás algo que me ayude, algo con lo que
pueda nutrir mi mente y saber a lo que me enfrento.
Levanto las sabanas dobladas, las toallas, toda la ropa, me
coloco un poco de puntillas, siento un dolor en mi tobillo y
es por el hecho que lo tengo irritado por las ataduras.
Termino por agacharme y buscar entre los zapatos, busco
en las cajas de estos y esbozando una sonrisa encuentro
oro. Tomo aquel considerado puñado de carpetas y las
tomo con prisa, camino de regreso a la cama, pero llevando
mi mirada a la ventana decido darle una mirada fuera cosa
que ni siquiera he hecho.
Al detenerme delante de ella no puedo creer lo que veo, no
puedo creer la belleza delante de mí. Estamos rodeados de
árboles, hay un estanque algo grande, flores, es sin duda un
hermoso patio trasero, veo todo mi alrededor y claramente
estamos muy alejados de la civilización, no hay ni indicios
de que tengan casas vecinas alrededor.
Observo todo el perímetro y no hay rastro de nadie en este
lugar así que más calmada vuelvo a la cama donde tengo
todas las cosas. Comienzo a tomar carpeta por carpeta y al
abrirla me sorprendo de todo lo que hay en cada una.
Información de Roy, de Román Lehner, de toda la familia de
Roy para ser sincera, incluso de Jenell que recién está en la
familia, pero de ella no tienen mucha información. Luego
paso a una carpeta donde está todo acerca de mí, mi
familia, una carpeta con el nombre de papá.
– ¿Quién diablos eres Leonora? –llevo la mirada a la puerta
y espabilando vuelvo nuevamente a la carpeta.
Continuo las ojeadas, Leonora claramente sabe todo
acerca de nosotros, hasta lo más mínimo, de verdad que
sabe cómo prepararse a todo. Me sorprende realmente la
habilidad que tiene, pero claramente no podía faltar la
carpeta de Alan. Aquella que es aún más grande que la de
los demás, comienzo a observar todo, desde papeleos
donde se demuestra sus negocios sucios hasta todas las
pandillas a las cuales les distribuye su mercancía, este
hombre sin duda es de temer.
Continúo leyendo todo lo que tengo en mis manos, pero de
pronto comienzo a escuchar pasos provenir del pasillo. Con
prisa tomo las carpetas y las coloco bajo la cama, ordeno
las cosas muy bien y me quedo petrificada en mi lugar, me
causa terror que alguien que no sea Leonora entre a la
habitación, solo pido en mi mente que no, que no sea
ninguno de esos perros falderos de Alan.
Siento que forcejean con la manilla y claramente las alertas
se me disparan, Leonora tiene una llave, ella me dijo que
solo ella podía abrir esa habitación. Las manos comienzan
a temblarme y busco la manera de escaparme, pero me es
imposible, corro hasta la ventana para por lo menos saber
qué diablos ocurre, pero solo alcanzo a ver algunos
hombres correr con prisa.
El sonido de la puerta golpeada me desesperas, me coloco
de cuclillas, tapo mis oídos, niego una y otra vez, los
nervios, el terror, todo me toma de los pies. Roy es
destrucción, Roy es destrucción, ¡ROY ES
DESTRUCCION! Aquello tilda una y otra vez en mi cabeza y
soltando un chillido niego. La puerta es finalmente abierta y
afrontando mi miedo, alzo la mirada, es uno de los escoltas
de Alan, me apunta con una pistola y yo de inmediato me
echo a llorar.
–No me mates por favor... –le suplico y él soltando un
bufido cansado camina hasta mí y me toma con fuerza de
mi cabello. –Por favor, solo por favor, no me hagas daño...
–arrastras me saca de la habitación y me causa pavor
volver al principio.
–Solo te voy a pedir que te calles, estoy cansado de esta
mierda, ¿Cómo es que tu maldito esposo supo dónde
encontrarnos? –aquello me acelera el corazón y el miedo
no se espanta, solo espero que sea Leonora, solo deseo
eso.
–Vladimir, ¿Dónde mierda la llevas? –escucho la voz de la
castaña detrás de mí, aquello no hace más que volverme
loca, ¿Si ella no fue, entonces quién? Nos giramos y la
vemos.
–Señorita Leonora no se meta, son órdenes del jefe, no
interfiera... –pero en ese momento la castaña saca una
pistola y apunta al hombre junto a mí. – ¿Pero qué mierda?
¿Qué le pasa?
–Suéltala Vladimir, ¡AHORA! –él niega, pero no deja de
apuntarla, ella lo arrincona más y sin más me suelta
dejándome caer al suelo. – ¿Dónde está Alan? –él la
observa furioso.
–Viene de camino, sabía desde siempre que usted no era
de fiar...
–Ya cállate, date vuelta y ve a defender a tu jefe y dile que
comenzó… –yo la veo confundida, Vladimir igualmente.
– ¿Qué comenzó? –ella sonríe de lado y asiente.
–Que comenzó mi venganza, que ahora todos los que
tuvieron que ver con la muerte de Lorena, van a pagar... –
ella camina con lentitud hasta mí. –Y muy caro... –la
morena le propina un disparo en la pierna y aquel cae entre
quejidos mientras la sangre brota de su herida.
Ella con prisa me toma y corremos por el largo pasillo, nos
adentramos a una habitación y ella camina de un lado a
otro buscando cosas. Mi cuerpo entero me tiembla, yo no
comprendo nada, se suponía que Leonora iría por Roy, pero
ella está aquí al igual que el pelinegro, pero ¿cómo es que él
dio conmigo?
–Roy es de temer... –expulsa sin más. –Vaya que aquellos
golpes que le propino a tu padre sirvieron para dar contigo.
– ¿Qué? No comprendo nada.
–Fui por él, pero me encontré con una maravillosa escena,
Alexander, tu padre fue a verlo, no sé cuál sería su
conversación, pero claramente tú eras el motivo... –ella
busca otras armas y me entrega una a mí, yo niego, pero
ella tomando mi mano la coloca en la palma de esta. –Roy
lo golpeo, disfruto hacerlo, no imaginas la satisfacción en
su rostro... –Leonora recoge su cabello y mira por la
ventana de la habitación. –Allí esta, míralo tú misma.
Camino hasta ella y me coloco junto a la ventana, un nudo
se forma en mi garganta, su cabello desordenado, el claro
cansancio en su rostro. Es cierto, papá esta junto a él, veo
lo intimidante de su mirada, veo el desafío que destila,
emoción, desespero, angustia, todo se arremolina.
–Lo mataran, él no está armado... –Leonora se aleja de mí
y continúa buscando más cosas.
–Isabella, Alan no lo quiere muerto, no aún, así que
depende de ti y de mi salvarle el trasero... –volteo a verla.
– ¿Qué? ¿Pero cómo? Yo… Yo ni siquiera se disparar una de
estas cosas... –refiriéndome al arma.
Ella camina hasta mí y me abraza, yo me quedo
estupefacta, ella se aleja y me entrega un pequeño sobre, lo
observo, tiene el nombre de Roy escrito, subo mi mirada y
Leonora me da una sonrisa y un leve asentimiento.
–Si yo no salgo de esta, prométeme que le entregaras esto
a Roy...
–Leonora...
–Por favor Isabella, promételo... –vuelvo a mirar el sobre y
asiento.
–Lo prometo... –esboza una sonrisa y con prisa me entrega
un par de botas, yo me las coloco y el bullicio es aún más
fuerte.
–La destrucción de Alan Lee, ha llegado... –el tono de su
voz teñido con rabia y una intensa tristeza.
Ella toma mi mano y salimos corriendo por una puerta
contraria a la que entramos, comenzamos a caminar por un
angosto pasillo, todo en mi mente es un desastre, no sé a
dónde nos llevara todo esto, no se quien saldrá vivo de
esta, pero lo único que sé, es que debo salvar a Roy así me
cueste la vida.
Capítulo 39 - Corre...
Leonora.
Mis dedos trazaban figuras en su pecho desnudo, mi cabeza
recostada en su hombro, su respiración calmada, siento
como las lágrimas se agolpan en mis ojos, la sangre me
hierve y mis manos comienzan a temblar. Subo un poco mi
mirada y lo veo dormir, tan tranquilo como si nada a su
alrededor estuviera hecho un desastre.
Lo observo, aun no comprendo cómo es que pare a esto, a
ser de un hombre que ni siquiera tiene un jodido
remordimiento de conciencia, alguien que no le duele si
quiera ver a una persona herida. Él no conoce el dolor, el
sufrimiento, no conoce ni siquiera las lágrimas de tristeza, de
agonía de las personas a las que tortura, él ni siquiera fue
capaz de llorar a mi hermana, entonces ¿Por qué? ¿Por qué
yo estoy desnuda entre sus brazos y loca por él?
Me alejo de a poco y me siento sobre el colchón, cubro con la
sabana mis senos y mi cabello castaño en mis hombros,
cierro mis ojos con fuerza y el dolor en mi pecho si
intensifica. Dos lagrimas corren por mis mejillas y con prisa
las limpio, escucho unos quejidos provenientes de él y con
rapidez limpio las lágrimas, siento la calidez de la palma de
su mano en mi espalda y un suspiro brota de mis labios.
–Mujer, ¿Estas bien? –su voz gruesa y ronca por recién
despertar. –Ven... –susurra y al voltear le observo.
– ¿Cómo puedes estar tan tranquilo, Alan? –baja su mirada.
–La están golpeando, la están humillando, ¿Has pensado
alguna vez que ese puesto podría tenerlo yo?
–No confundas las cosas, Leonora... –termina por tomar
asiento y me observa. –Esto es muy diferente mi vida, son
cosas del pasado.
–Pues cuéntame, ¿Qué es? ¿Qué te hizo esa chica? ¿Qué fue
la crueldad que te causo, para que reciba tal maltrato? –frota
sus manos en la cara con cansancio.
–Ella no tiene nada que ver, pero es el punto débil de la
persona que de verdad me hizo un mal... –frunzo el ceño, sé
de qué va todo esto, solo quiero escucharle decir todo de sus
labios. –Hace un tiempo estuve enamorado, de la madre de
mi hijo, sé que no soy la mejor persona, Leonora, pero yo la
amaba... –un nudo en mi garganta, mi respiración es
irregular. –Quizás no demuestro de la mejor manera, pero si
la quería... –la clara sinceridad teñida en su voz.
–Y... ¿Y qué paso?
–Ella nunca me amo, solo necesitaba de mi ayuda y nada
más, me dio un hijo, pero nunca me amo, ella se enamoró de
alguien más, mi orgullo estaba herido y no la quería a su
lado... –le pido a mi mente no escuchar lo que está por decir,
escucharle decir eso me dolería, pero es lo que quiero. –Las
cosas no resultaron de la mejor manera y ella. –aparta la
mirada mi corazón palpita con fuerza.
– ¿Qué hiciste Alan? ¿Qué le hiciste? –siento lagrimas
nuevamente a punto de derramarse, pero ni siquiera aparto
mi mirada. –Mírame y dime que le hiciste a esa mujer,
¡Dímelo Alan! ¡DIMELO!
– ¡Di al orden de que la asesinaran! ¡¿Ok?! ¡Yo di la maldita
orden de que la arrollaran con el coche! –sale de la cama y
coloca su ropa interior, yo no soporto más y comienzo a
llorar. –Aunque sé que no lo creerás fue la peor decisión de
todas, me arrepentí, me arrepentí de haber decidido algo en
medio de un enojo, pero ella se estaba escapando con él y
con mi hijo... No lo podía soportar...
Salgo de la cama, completamente desnuda, camino hasta él,
quien ahora mira por la ventana de mi habitación. Aprieto mis
manos con fuerza, tanto que mis nudillos se tornan blanco,
quisiera gritar, quisiera abofetearlo, quisiera hacerle pagar
por todo lo que ha hecho, pero no puedo. Simplemente me
cuesta hacerlo, así que solo me queda llorar, derramar
lágrimas de coraje, de enojo.
Coloco mi mano en su hombro y al voltear él me mira
fijamente a los ojos, las lágrimas no dejan de bajar por las
mejillas, él limpia mis mejillas con su mano y termina de
ahuecarla en su palma. Las palabras sobran, tengo tantas
cosas que decirle, pero nada sale de mis labios, así que
intentando no desviar las cosas me acerco hasta sus labios y
lo beso, rabia, dolor, decepción de mi misma, nos alejamos y
tomo su mano.
– ¿Me harías lo mismo, Alan? –me mira fijamente. –Si yo
decido alejarme de ti, ¿Terminarías dando la orden para que
me maten? –lo veo cerrar sus ojos y niega.
–No lo haría, Leonora...
– ¿Por qué debería creerte? –esboza una sonrisa triste y me
besa.
–Por qué podría jurarte que te amo mucho más que a
Lorena... –escuchar el nombre de mi hermana salir de sus
labios me quema por dentro. –Porque estoy enamorado de ti
y sé que tú de mí, aunque no sea un buen hombre... –lleva su
mano libre hasta mi vientre y sonríe. –Porque me darás algo
que es valioso para mí, un hijo...
El orgullo y la felicidad danzaban por su rostro, es ese mismo
orgullo y felicidad que tiene al ver el hijo de mi hermana. Lo
abrazo, pero todo dentro de mi es un sinfín de entradas sin
salida.
Ahora estoy llevando en mi vientre un hijo del hombre más vil
y más cruel que he conocido. Aquel que me ha confesado
que sí, el dio la orden de que mi hermana fuera asesinada,
aquel hombre que disfruta ver el sufrimiento de Isabella
Massón, aquella chica que ni siquiera sabe que soy yo quien
le ayudara con su salida de este terrorífico lugar así me
cueste mi vida y la de mi bebé.
_
Isabella Massón
Todo mi cuerpo temblaba de pie a cabeza, voy detrás de
Leonora, esta casa es enorme, parece un laberinto, pero ella
sabe muy bien que camino está tomando. El bullicio no deja
de escucharse, cada vez pienso en cómo está tomando las
cosas Roy, me pone muy nerviosa que Alan llegue y todo
sea un jodido desastre, mi mano tiembla, bajo la mirada y
veo el arma que llevo tomada con fuerza.
Entramos a una nueva habitación, esta está repleta de
juguetes, un enorme televisor, varios video juegos en el
suelo, cuadros, fotos, es la habitación de un chico, tal cual
como si viera la de mi hermano Derek. Leonora cierra la
puerta con llave y comienza con prisa a buscar por todo el
lugar, yo me encamino hasta la ventana, estamos en la
planta baja de la casa y no da con la parte del frente y no
puedo ver a Roy.
– ¿Leonora? –la voz de un niño se escucha y yo con prisa
volteo, más o menos unos seis a siete años quizás. – ¿Qué
ocurre? –su rostro es de temor.
–Adam, mi amor, que suerte que te has escondido... –
Leonora se coloca de cuclillas y lo abraza. –Debemos irnos
pequeño... –ambos se alejan y el pequeño me mira.
– ¿Quién es ella? –la castaña voltea a verme y sonríe.
–Es... Es una amiga mi amor, ella nos ayudara a irnos de
acá... –asiente, pero vuelve abrazarla.
– ¿Y papá? ¿Dónde está papá? Leonora, ¿Y qué ocurrirá con
la chica del cuarto oscuro? –un nudo se forma en mi
garganta, ¿Habla de mí? –Ella no puede quedarse en ese
lugar, debemos ir por ella... –las lágrimas se agolpan, es un
niño muy pequeño para lidiar con esto.
–Adam... –Leonora voltea y me mira yo levemente asiento.
–Ella, es la chica del cuarto oscuro, los tres nos
ayudaremos, ella a nosotros y nosotros a ella, seremos un
equipo, como los de tus series, ¿Si? –él es el hijo de Lorena,
Dios, es tan parecido a Alan.
– ¿Estas bien? –me mira y yo sonriendo asiento.
–Si, gracias pequeño... –me sonríe y asiente, corre con
prisa y coloca un morral en su espalda.
–Ok mi amor escúchame muy bien, no te separes de mí, no
sueltes mi mano y si llegas hacerlo toma la de Isabella ¿Ok?
–asiente repetidas veces. –Adam mi amor escucha
atentamente esto que te diré... –veo sus hombros temblar,
está luchando para expulsar las palabras. –Si algo... Si algo
me llega a pasar... –su voz ronca por las emociones. –Por
favor mi amor, corre, corre muy rápido junto a Isabella, ella
cuidara de ti, ambos deben correr mucho, ¿Si? –un nudo se
forma en mi garganta el pequeño no tarda en abrazarla.
Sin nada más que decir y tomando una larga bocanada de
aire salimos de la habitación. Note que tienen al pequeño
muy aislado, pero al ser un niño inteligente sabe cuándo
debe esconderse. Corremos por un largo pasillo, Adam
toma con fuerza la mano de su tía, escuchamos una
detonación y los tres nos detenemos en seco, aquello me
envía oleadas de nervios, Leonora me mira por encima del
hombro y asiente.
Continuamos corriendo por los pasillos, pero de pronto
escuchamos su voz, con prisa nos escondemos. Leonora
cubre la boca de Adam, yo cubro mi rostro, mis manos
tiemblan cada vez más, todos los nervios se pasean por mi
cuerpo, volteo a un lado y la observo, ella mueve su cara de
un lado a otro, impidiéndome hablar.
– ¿¡Como que Leonora te hizo esto!? ¿Por qué lo haría?
–Yo se lo dije jefe, ella no es de fiar, además, créame que
no querrá saber lo que me dijo... –en ese momento ambas
nos miramos, veo sus ojos cristalizados. –Me dijo que le
diera un mensaje, su venganza ha comenzado, todos
pagaremos por la muerte de su hermana Lorena, todos,
jefe, ella es la hermana de Lorena... –un silencio y luego
escuchamos una risa carente de emoción.
–Mi castaña había tardado en hacerlo... –horrorizada
observo a Leonora quien incrédula me observa. –Siempre
supe que era su hermana, tiene agallas para enfrentarme
por ese motivo es que estoy loco por ella… –Leonora
comienza a derramar lágrimas. –No quiero que le hagan
daño, hacerle daño a ella es hacerle daño a mi hijo y no es
lo que quiero, la quiero con vida, sin un rasguño... –cubro
mi boca, ella niega, evita que hable, ¿Ella está embarazada
de Alan? –Llévame donde Roy, ¿Entregarse a cambio de su
mujercita? Vaya...
Nos arrimamos más en el angosto pasillo y los vemos
pasar, por la oscuridad es imposible que nos noten. Al
escuchar sus pasos más y más alejados, buscamos un
lugar donde escondernos, la planta baja está repleta de los
hombres de Alan y no podemos estar aquí tanto tiempo, así
que con Leonora al mando nuevamente le seguimos.
Abruptamente nos detenemos al encontrar a uno de los
hombres dándonos la espalda y retrocedemos en silencio.
Leonora abre una puerta y nos adentramos allí, no hay
nadie y cierra con llaves. Adam se mantiene en silencio,
pero claramente está asustado, es un niño y él no tiene por
qué estar pasando por este problema de adultos, pero qué
más da, es lo que lamentablemente le toco.
–Tiene a Roy... –es lo único que digo, siento ganas de
llorar. –Y tú, ¿Estas embarazada?
–Isabella por favor, no es momento...
–No, claro que, si lo es, Leonora, como puedes aventurarte
a esto, llevas a un bebe en tu vientre, algo podría salir mal,
podrías salir herida, ¿No piensas en él? –me refiero a su
bebé.
–Claro que pienso en él... –pero su voz destila nerviosismo.
– ¿Alan siempre supo de mí? ¿Cómo? ¡Dios! –la veo
caminar de un lado a otro. –Debo pensar muy bien donde
quizás se ha llevado al pelinegro.
Yo comienzo a sentirme histérica, la castaña camina de un
lado a otro intentando saber dónde quizás deba estar Roy,
¿Pero y papá? Venían juntos, ¿Dónde estará? Camino hasta
Adam, él lleva en su mano un avión de juguete, está muy
desgastado, pero se ve que lo atesora mucho, me coloco
de cuclillas y él simplemente me lo entrega.
–Es muy bonito... –asiente.
–Lo tengo creo que, desde siempre, ¿Ves estas iniciales? –
una de las alas del avión tiene unas iniciales. –Son del
nombre de mi mamá... –la ternura en su voz. –Siempre lo
tendré conmigo...
Esbozo una sonrisa y ahueco su mejilla en mi mano, él me
sonríe con dulzura y termino por abrazarlo. Escucho
sonidos a un lado y al voltear encuentro a Leonora
buscando algo en las gavetas de un escritorio, me alejo del
pequeño y camino hasta ella. Veo sus manos temblar, hace
un rato ella no estaba de esa manera, pero podría
comprenderla, todo este tiempo Alan supo quién era ella
¿Pero por qué lo mantuvo callado?
–No podemos llevar al pequeño, no podemos llevarlo a la
boca del lobo, no sabemos qué puede pasar... –alza la
mirada y asiente.
–Te quedaras con él, Isabella, yo iré en busca de Roy... –
esbozo una sonrisa carente de humor y niego.
– ¿Estás loca? –detiene lo que hace y se cruza de brazos. –
Estas embarazada, Leonora, no puedes ir, es juntas o si no,
bueno...
– ¿Qué? –me observa desesperada. –Por favor hazme
caso, ¿Si? –rápidamente niego.
–Lo siento, pero no... –rodeo el escritorio y tomo sus
manos. –Escondamos a Adam, te prometo que si todo
surge de la peor manera vendré con él y me iré, correré
junto a él, pero por favor, déjame ver a Roy, déjame
enfrentar a Alan, buscar no sé, una solución...
La veo debatirse entre aceptar o no, pero termina por
asentir y en eso nos ponemos. Ella habla con Adam, él no
deja de asentir, me causa dolor ver lo que él tiene que
hacer, es tan pequeño para estar ocultándose en su propia
casa, pero en este momento nadie está al pendiente de
nadie y lo mejor es esconderlo y luego venir con él.
Leonora cree estar segura donde debe estar Alan junto al
resto, buscamos donde esconder al pequeño, la castaña lo
abraza mientras intenta no echarse a llorar. Ella se aleja y
yo acariciando su mejilla le pido que por favor espere con
paciencia, que yo vendré con él cuándo todo acabe.
Escondido en una esquina detrás de una estantería alta de
libros le dejamos, Leonora me da una mirada y en ese
momento volvemos a salir de la habitación. Vemos a
ambos lados y tomamos el camino que tomo Alan hace un
rato, ambas alertas por si alguien aparece, pero todo está
en calma, no se escucha absolutamente nada.
Llegamos hasta unas escaleras, son algo angostas, así que
Leonora va adelante y yo pendiente de que no aparezca
nadie detrás de nosotras. Mi corazón comienza a latir con
prisa, siento como si algo obstruyera mi respiración por los
nervios que me están atacando. Llegamos hasta el final de
los escalones y al final de un corto pasillo hay una puerta
de metal, la castaña voltea a verme y su rostro es de
completo temor, con pasos lentos y silenciosos nos
acercamos, en ese momento la sangre se agolpa en mis
pies.
Un grito de dolor se escucha repetidas veces, siento ganas
de llorar, el enojo, la rabia todo se me arremolina. Al llegar
ambas nos colocamos a ambos lados del umbral y girando
la manilla de la puerta Leonora la abre de un empujón y
ambas entramos apuntando con las armas, al ver el lugar,
mis piernas se debilitan y caigo de rodillas, gotas de
sangre, ropa rasgada en el suelo.
–Isa–bella... Hija... –papá está de pie, con sus manos
amarradas y sobre la cabeza. –Lo siento tanto... –
comienza a llorar, los hombres de Alan lo han golpeado
tanto que está hecho un desastre, desvió mi mirada y lo
encuentro sentado, con manos y pies atados.
–Roy... –susurro, esta con la cabeza gacha. – ¡Roy! –
comienzo a gatear con prisa hasta él, pero alguien aparece
en mi camino.
–Oh no, mantente alejada... –alzo la mirada con nervio y
Alan Lee esta delante de mí. –A él lo deje de ultimo... –se
coloca de cuclillas y tomándome con fuerza del cabello me
hace mirar a papá. – ¿Cómo es que no te preocupas por él?
–una risa brota de sus labios. –Oh claro, por culpa de él has
vivido un infierno.
–Cállate... –le digo a Alan y busco su mirada. –No eres
más que un pedazo de mierda, alguien que no merece vivir,
tienes las manos manchadas de sangre, tienes muertos
sobre tus hombros, ¿Cómo puedes vivir de esa manera? –él
alza su mano para abofetearme, pero un disparo suena en
la habitación.
Escucho paso detrás de mi acercarse poco a poco, sé que
se trata de Leonora, nadie hace el intento de detenerla, es
obvio todos tienen la orden de no hacerlo. Alan alza su
mirada y la mantiene fija sobre mí, me suelta con cuidado y
termina por levantarse. Yo me echo a un lado y termino por
ponerme de pie, volteo a mirarla y la veo con lágrimas en
sus ojos, el claro dolor plasmado en su rostro.
Se detiene y Alan comienza a caminar para llegar hasta ella
y una fuerte bofetada se escucha. La morena estampo con
tanta fuerza la palma de su mano en la mejilla del hombre
delante de ella, comienza a sollozar con fuerza, con dolor,
golpea su pecho, lo empuja, le grita, me parte el corazón de
verla de esta manera, uno de los hombres intenta detenerla,
pero Alan lo evita.
– ¡¿Por qué?! ¡Dime porque todo es muerte a tu lado! ¿Por
qué dejaste que me metiera contigo? ¿¡Porque si sabias
que yo era la hermana de Lorena me permitiste estar junto
a ti!? ¿Por qué no me asesinaste como lo hiciste con ella? –
se hace el silencio, Leonora no deja de golpearlo. –Me
arrepiento, me arrepiento de haberte aceptado, de haberme
enredado contigo, mira lo que haces Alan, solo mira... –
toma con fuerza de su mentón y hace que él me mire a mí,
a papá y a Roy. –Dolor, solo dolor, destrucción, agonía,
esto, ¡¡Esto fue lo que hiciste con mi hermana!! Y a ti eso...
–lo suelta con brusquedad. –A ti eso no te importo ni un
poquito.
En ese momento escucho el quejido provenir de Roy, corro
hasta él y tomo sus mejillas. Parpadea un par de veces y
me mira, confusión y sorpresa, esbozo una sonrisa y veo
sus ojos cristalizarse, solo lleva un golpe en su mejilla y
nada más. Escucho el sonido del látigo junto a mí y al
voltear noto que es a papá quien comenzaran a herirlo,
corro hasta él y lo rodeo.
– ¡¡Ya basta!! –grito, observo a Alan quien me mira
fijamente, está totalmente ido. –Deja de hacerle daño,
déjalo en paz, déjanos en paz, olvídate de nosotros, no
dejes que esto sea aun peor... –lo veo sonreír de lado y con
un movimiento de cabeza sus hombres toman camino
hasta mí, en ese momento apunto con la pistola en mis
manos, Leonora lo hipnotizo tanto que fue incapaz de
quitarme el arma. –No me temblara el pulso para matarte,
te lo juro... –lo veo fijamente, sus hombres se detienen.
–Vaya, eres de temar, Isabella, tienes más agallas que tu
esposito... –ni siquiera volteo hasta Roy no aparto la
mirada de ese hombre. –Siempre supe que eras la hermana
menor de Lorena... –sé que no es conmigo, pero no hace el
intento de voltear a ver a Leonora. –Eres de temer mujer,
hacer todo esto por venganza, me sorprende, después de
todo tienes la sangre dura como la mía… –en ese momento,
voltea y la enfrenta. –Pero que puedo hacer vida mía, me
enamore de usted, no puedo hacer nada más... –en ese
preciso momento Leonora me da una mirada, sus ojos
derramando lágrimas y un leve asentimiento, llevo la
mirada hasta el arma en mis manos.
Trago con dificultad, tomo una bocanada y al cerrar mis
ojos presiono el gatillo del arma. El sonido me aturde, abro
con prisa mis ojos y veo a Alan quieto, pero una segunda
detonación se escucha y el corazón se me paraliza. La
garganta se me seca y escucho la voz de Roy en la lejanía,
volteo a verlo y él se estremece en la silla, espabilo y corro
hasta él. Escucho el grito ahogado de Alan y al llevar mi
mirada hasta él, veo a Leonora caer en sus brazos y aquel
hombre quien fue que me saco arrastra de la habitación
tiene su arma apuntando a ella.
Una mancha de sangre se comienza a formar en un
costado de la espalda de Alan, aquel cae de rodillas con
Leonora en sus brazos y yo con manos temblorosas
comienzo a desatar el nudo de Roy. Todos, absolutamente
todos los hombres de Alan Lee salen corriendo de la
habitación, él comienza a llorar, a gritar, yo no puedo evitar
las lágrimas en mis ojos.
– ¿Papá? –llevo la mirada con prisa hasta la puerta de la
habitación. – ¿Le–Leonora? –Adam con horror y asustado
los observa a ambos, Alan no deja de llorar.
–Vete bonita... –escucho a Roy susurrar. –Vete de aquí,
vete... –las manos de Roy quedan libres. –Corre, corre sin
parar, vete, intentare ayudar a tu padre, a la castaña,
inclusive a Alan, pero corre, por favor, vete... –comienzo a
negar, Roy desata sus pies y toma mis mejillas.
–No, no lo hare... –comienzo a llorar. –No te dejare, no
Roy... –besa mis labios.
–Prometo alcanzarte, ahora toma al pequeño y vete...
Roy comienza a empujarme fuera de la habitación, paso
junto a Alan quien llora con dolor junto a Leonora quien
tiene sus ojos cerrados y yo ni siquiera quiero pensar lo que
puede ser obvio. Intento no irme, pero Roy continúa
echándome fuera de la habitación, tomo la mano de Adam
quien con lágrimas en sus ojos me mira.
– ¿Papá estará bien? –su voz ronca y llena de tristeza,
esbozó una sonrisa y asiento.
–Si mi amor, pero ahora debemos irnos, ¿Ok?
–Pero...
–Adam, pequeño, ve con ella, te cuidara... –escucho la voz
de Roy detrás de mí y Adam asiente. –Ve...
Le doy una última mirada a Roy quien con un leve
asentimiento me observa, la palabra corre en sus labios y
en ese momento tomando con fuerza a Adam bajamos las
escaleras. El bullicio en el lugar es increíble, todos los que
trabajan para Alan comienzan a tomar sus cosas para
marcharse, yo aturdida intento buscar la salida del lugar.
Llego hasta la cocina, noto una puerta trasera y corro hasta
ella, esta con llave y busco la manera de forcejar para poder
salir.
Con un objeto pesado comienzo a darle golpe tras golpes, y
logro arrebatarla, la puerta es abierta y el jodido frio me
golpea de lleno. Ya la puesta de sol está aquí, sin mirar
atrás comienzo a correr con todas mis fuerzas, Adam hace
lo mismo, nos adentramos al bosque y volteo para ver si
alguien nos persigue, pero eso no ocurre.
En la lejanía escucho la sirena de la patrulla de la policía,
quiero regresar, pero le prometí a Leonora que correría
junto a Adam, así que volviendo la mirada al frente,
comienzo a correr junto al pequeño, pero en ese momento
todo mi cuerpo retumba y el sonido de una fuerte
detonación se esparce por el aire. Volteo y las llamas
comienzan a salir por las ventanas, donde claramente se
encontraban todos.
– ¡NO! –caigo de rodillas aturdida, el corazón destrozado
en mi pecho, las lágrimas se agolpan en mis ojos. – ¡Roy!
Capítulo 40 - Despedidas.
En cuanto Isabella se echa a andar junto a Adam yo con prisa
fui hasta su padre, comencé a desatarlo, aquel cae al suelo,
es incapaz de mantenerse de pie debido a la golpiza que le
dieron por haber traicionado a Lee. Aquel creyó que
Alexander me había traído por voluntad propia, cuando fui yo
quien lo obligo hacerlo.
Por otro lado, no podía creer que aquellas cálidas manos
tomaban con dulzura mis mejillas, en cuanto espabile y
enfoque mi vista al frente la vi sonreír y todo en mí se
estremeció, ¿Cómo podía sonreír cuando estaba tan
destruida? Al verla supe que le habían hecho tanto daño, su
rostro, su cuerpo moreteado, pero lo que me saco de mi
trance fue la situación donde nos encontrábamos.
Buscaba en mi mente quien era esa chica de cabello castaño
con nosotros, se veía destruida, tan mal, en cuanto escuche
que ella era la hermana menor de Lorena no lo podía creer.
Pero lo que menos podía creer era el hecho de que Isabella
estaba enfrentando Alan Lee, aun mas no podía creer que en
este momento tenía a tres personas que debía ayudar.
–Debes salir de aquí, ahora mismo... –escucho a mis
espaldas, volteo y lo encuentro aun arrodillado
desangrándose. –Si quieres sobrevivir debes marcharte,
¡Ahora! –la tristeza tiñendo su voz. –Solo, llévala contigo... –
observo al padre de Isabella y camino con prisa hasta Alan. –
Aun respira, llévala contigo... –Me coloco de cuclillas y
efectivamente la castaña respira, pero con dificultad.
–Saldremos todos de acá... –coloco mi mano en su hombro,
ambos nos miramos fijamente. –Deja de ser orgulloso Alan y
vamos... –sonríe de lado y niega.
– ¿De qué me vale vivir? Si ella me odia... –se refiere a la
castaña. –De verdad Lehner, márchate, por una vez en tu vida
has las cosas con razonamiento, bastante mierda he sido,
bastante te destruí, así tal cual tú lo hiciste conmigo... –
acomoda a la chica en mis brazos. –Que ironía, una vez me
arrebataste a una mujer y ahora yo te entrego a quien más he
amado personalmente... –aquel tose y sangre sale de su
boca.
–Alan, vamos, podemos salir de esta... –sonríe de lado y
niega.
–Solo faltan unos dos minutos... –frunzo el ceño. –Estamos
en una bomba de tiempo, los segundos se pasan y al llegar a
su punto de inicio esto será solo cenizas... –mis manos
comienzan a temblar. – ¡¡Vete!! ¡¡Hazlo antes de que me
arrepienta!! Sácala de aquí, ahora, ¡¡VETE!! –comienza a toser
más y más, bajo la mirada y observo a la chica cada vez más
pálida.
–Lo siento... –expulso. –Lamento haber hecho todo lo del
pasado, haber actuado como un idiota enamorado, de verdad
lo siento... –comienzo a levantarme con ella en mis brazos. –
No medí las consecuencias, perdón Alan... –aquel cae boca
arriba sobre el suelo y asiente.
–Solo sálvala a ella, es quien merece vivir... –voltea a un
lado. –Él merece morir al igual que yo, este planeta no
merece tener a dos hijos de puta caminando por la calle
como si nada... –se refiere al padre de Isabella quien al verlo
me da un leve asentimiento, comienzo a retroceder hasta la
salida, les observo a ambos. –Que la salven por favor, cuiden
a Adam, díganle que perdone a su padre por haber tenido una
vida tan miserable... –cierra sus ojos y yo con prisa corro
fuera de ese lugar.
Llego hasta unas escaleras, con dificultad bajo, pero de
pronto ocurre, ambos salimos expulsados con furia. Un pitido
en mis oídos, los escombros comienzan a caer, mi vista se
nubla, veo de un lado a otro, encuentro con la mirada a la
chica, ella está a una distancia alejada de mí. El fuego se
escucha consumiendo la madera, yo comienzo a gatear, me
siento ahogado por el espeso humo que se está formando.
Logro llegar hasta ella quien con dificultad abre sus ojos, me
mira, pero luego vuelve a cerrar sus ojos. Todo comienza
hacer de color naranja por el fuego, como puedo y con el
cuerpo adolorido me coloco de pie, encorvado por el dolor en
todo mi cuerpo la tomo de los brazos y la arrastro por el
suelo. Escucho voces gritar por el lugar, la vista se me nubla
cada vez más, me siento muy aturdido, el humo que inhalo
cada vez es más pesado. Veo el umbral de una puerta e
intento apresurar el paso, pero una leve detonación
estremece la casa y comienzan a caer más cosas del techo.
– ¡¡Por aquí!! –escucho la voz de un hombre y en ese
momento un trozo de techo cae en mi espalda haciéndome
caer con brusquedad sobre el suelo. – ¡Vamos, de prisa!
¡¡AQUÍ!!
Observo a la castaña junto a mí, sus ojos son abiertos
nuevamente y en ese momento con mi vista desenfocada
todo se distorsiona, la veo en la lejanía esbozar una sonrisa.
–Gracias, Roy... –susurra, esa voz. –Ahora estaré en paz... –y
en ese momento todo se torna oscuro.
_
Isabella Massón
Corro con todas mis fuerzas, las lágrimas no dejan de
correr por mis mejillas, mis pulmones arden por la falta de
aire, mis pies duelen, choco con el tronco de un árbol y me
deslizo quedando de rodillas sobre la tierra húmeda.
Observo a Adam volver, es imposible ver con claridad, pero
por la luz de la luna colándose por los arboles logro ver su
rostro solo un poco.
Sudoroso, mejillas rojizas, está claramente cansado,
extiendo mi mano y él la toma, lo atraigo a mí y lo abrazo. El
calor de mi cuerpo disminuye y ahora el frio me abraza, no
dejo de sollozar, él hace lo mismo, no sé qué otro rumbo
tomar, no tengo idea de donde debo ir. Mi mente no deja de
destilarme la imagen de la casa escupiendo fuego,
consumiéndose de a poco el lugar, quise volver, pero Adam
lo evito, tomo mi mano, se aferró a ella y no tuve más que
seguir el rumbo.
Tomo una bocanada de aire y me coloco nuevamente de
pie, no veo ni siquiera algo que me diga que estoy cerca de
una casa, esto es tenebroso, no sé dónde más correr, solo
he corrido en forma recta y creo que es momento de
cambiar el rumbo. Así que decidida a tomar otro rumbo
observo a Adam.
– ¿Derecha o izquierda? –él mira a ambos lados.
–Derecha, Isabella...
Asiento y eso haremos, un aullido se escucha y aquello me
causa pavor, tomamos el rumbo nuevamente, tomando el
camino de la derecha con prisa corremos. Yo en este
momento soy quien llevo la mochila de Adam, él es
pequeño y aunque no está pesada le dificultaba correr, el
calor vuelve a mi cuerpo y el frio disminuye.
Adam de pronto tropieza y cae con fuerza, yo rápidamente
me coloco a su lado y un chillido brota de sus labios, las
lágrimas corren por sus mejillas, toma con fuerza su rodilla
levantando su pie.
–Mi pie... Duele... –lo escucho sollozar, tomo su pie
derecho y con un leve movimiento él vuelve a chillar.
–Deberás ir en mi espalda... –me mira fijamente. –
Debemos hacerlo Adam, no sabemos que pueda haber en
este bosque.
Termina de asentir y yo ofreciéndole mi espalda sube en
ella, mi cuerpo duele, pero en este momento intento
espantar el inquietante dolor, nuevamente de pie y viendo a
ambos lados continuo el trayecto por el bosque.
..
Los brazos me tiemblan, me siento tambaleante, hace un
buen rato que Adam me pidió parar para descansar, pero
hice caso omiso de su pedido. Lo único que escucho a mi
alrededor, es la brisa, los sonidos nocturnos del bosque,
mis pisadas aceleradas, mi respiración dificultosa y cada
cierto segundo el toser que brota de mis labios.
De pronto siento mis piernas flaquear y caigo sin más de
rodillas, coloco mis manos sobre algo duro y frio, mis ojos
cerrados con fuerza, Adam baja de mi espalda y agita mi
hombro, tomo una bocanada de aire y volteo a verlo,
¿Cuánto hemos corrido?
–Carretera Isabella, es una carretera... –frunzo el ceño, veo
mis manos y efectivamente estoy con mis manos
apoyadas en el asfalto. –Luces... –alzo la mirada y en una
considerable distancia veo unas luces.
–Vamos Adam, podemos seguir, ¿Si? –él asiente y vuelve a
mi espalda.
Estaba tan hundida en mi mente que ni siquiera me percate
que había salido del bosque, todo esta tan oscuro que solo
podía visualizar los árboles y arbustos. Por suerte después
de tanto caminar y correr, salimos de ese lugar, aun
tambaleante y sin fuerza alguna, camino hasta donde a una
considerable distancia, veo una luz.
Continuando el trayecto la veo más y más cerca, logrando
llegar hasta ese lugar me percato que es una cabaña, tiene
un coche aparcado y las luces de dentro están aun
encendidas. Un nudo se forma en mi garganta, nuevamente
me siento con una inmensa tristeza pasearse por mi mente.
Subo dos escalones y la madera cruje solo un poco debajo
de mis pies, coloco a Adam en una mecedora cerca de la
puerta y con prisa toco la puerta. Mis manos tiemblan, todo
mi cuerpo, a decir verdad, vuelvo a tocar con prisa, una y
otra vez, escucho a alguien venir y continúo tocando, la
puerta se abre y una mujer de quizás unos cincuenta años o
un poco más me observa de pie a cabeza.
–Ayúdenos... –digo con pesadez. –Por favor... –voltea a un
lado y observa a Adam.
–Por Dios, entren... –me ayuda con Adam y entramos a la
cabaña. – ¡Ricardo! –La mujer con cabello rubio grita el
nombre. –Ven joder, apresúrate... –un señor aparece y nos
mira a ambos.
– ¿Qué pasa Sonia? ¿Quiénes son? –la manera en como
hablan mi idioma me deja saber que son turistas, y que no
se les da muy bien.
–No lo sé, pero ambos necesitan ayuda... –asiente y se
acerca. – ¿Desea llamar a alguien? –Niego.
– ¿Estamos muy lejos de la ciudad? –niega y se levanta.
–Unos treinta minutos quizás, necesito saber que te ha
pasado muchacha... –dice el señor.
–Prometo que le diré todo señor, pero podría llevarnos a la
ciudad, debo llevarlo a un hospital hemos corrido tanto, él
se golpeó el pie, yo... Yo necesito ir con prisa a la ciudad...
Él y la señora se dan una mirada y ella levemente asiente, él
voltea a mirarme y con una sonrisa me da a entender que si
nos llevaran. Así que con su ayuda volvemos a salir de la
cabaña y lleva a Adam, la señora, quien se llama Sonia me
da una manta y una para Adam, nos subimos al coche y el
pequeño se recuesta en mis piernas.
Encienden la radio del coche y con un considerable
volumen la música ambienta un poco la pesadez que ahora
se ha formado en el coche. Miro por la ventana todo el
lugar, no sé cuánto me recorrí del bosque, pero agradezco
el haber dado con estas personas, de pronto la trasmisión
de música es interrumpida.
–Y en noticias al momento, nos informa que ha habido un
incendio al norte del Toulouse, aun no se sabe de los heridos
y de muertos, pero ha sido un completo siniestro, la casa le
pertenecía a Alan Lee, quien ha tenido numerosos encuentros
con las autoridades por narcotráfico y asesinatos, pero que
de alguna manera u otra siempre salió ileso de todos esos
cargos... –mi garganta se seca, ¿muertos? –Le estaremos
informando todo acerca de este incendio, no dejen de
sintonizarnos...
Nuevamente comienza una canción y yo comienzo a
sentirme más y más nerviosa. Escucho el leve carraspeo
del señor quien maneja y lo observo por el retrovisor,
prometí decirle toda la verdad, y creo que es momento,
después de todo ellos me ayudan con volver a la ciudad.
–Yo, estuve en ese lugar... –comienzo, él asiente mientras
mantiene su mirada fija al frente. –Me tenían secuestrada,
al parecer poco más de una semana, logré escapar junto a
Adam, por favor no piensen que yo tuve que ver con ese
incendio... –esboza una sonrisa.
–Tranquila muchacha, aun si tuvieras que ver con ello, creo
que tendrías un motivo ¿No? –asiento levemente.
–Al salir de allí me adentre al bosque no había entrado lo
suficiente cuando de pronto todo estallo, yo, yo... –mi voz
es ronca, siento ganas de llorar. –Estaba alguien
importante dentro, no se siquiera si salió con vida, estoy
desesperada... –Sonia voltea y me mira.
–Ten fe cariño, no continúes, esto te lastima, solo
queríamos saber el motivo de tu andada tan tarde por el
bosque y con el pequeño, te llevaremos a salvo, ¿Esta bien?
Asiento y ella sonriendo vuelve a incorporarse, sé que ellos
no son de este país, –claramente no lo son–, pero
agradezco el hecho de que me han ayudado a mí y al
pequeño. Ahora me quiero aferrar al hecho de que Roy está
bien, de que logro salir de allí, no quiero imaginar lo
contrario, no tengo por qué hacerlo, sé que mi pelinegro lo
logro, sé que es así.
_
Entre quejidos abro mis ojos, pero parpadeo con prisa, las
luces pasan como flash y al alejarme de la ventanilla me
doy cuenta que estamos en la ciudad. No dormí nada, pero
siento que al menos tuve un corto descanso, volteo a mi
lado y Adam está dormido, en silencio el señor Ricardo
toma las calles con dirección al hospital, escucho un móvil
y al escuchar la voz de Sonia sé que es a ella quien le
hablan.
Su idioma es español, yo ignoro su hablar y continuo con la
mirada en las calles de la ciudad, sé que estamos cada vez
más cerca de llegar. Acaricio el cabello de Adam y él de a
poco va despertando, al incorporarse me observa, suelta un
leve bostezo y toma mi mano, siento el coche descender y
nos detenemos.
–Hemos llegado... –dice el señor y asiento.
–Gracias, de verdad estaré eternamente agradecida... –
ambos voltean a vernos. –Pero quisiera saber algo, ¿De
dónde son? –sonríen.
–Andorra, estamos de vacaciones acá en Francia, regalo de
mi yerno... –dice la señora.
–Fue un placer conocerles, fueron unos ángeles, espero
verles en un futuro... –ambos asienten y abriendo la puerta
del coche salimos. –Nos vemos, gracias... –cierro la puerta
y Sonia baja la ventana.
–Cuídense, y hermosa, todo saldrá bien, ten fe, no lo
olvides... –le sonrió y asiento.
El coche comienza su andada y se marchan, yo volteo a ver
a Adam y le ayudo a caminar dentro del hospital, me siento
cansada.
– ¿Isabella? –escucho una voz detrás de mí y volteo. –
¡Dios mío! ¡¡Isabella!! –los brazos de Dalan me cubren yo
me quedo inmóvil. – ¿Estas bien? Tu... ¿Te encuentras
bien? –se aleja y yo lo veo fijamente.
–Ayúdalo a él, lo necesita, su pie... –voltea a ver a Adam y
asiente. –Yo... ¿Mamá? ¿Ella?
–Débil, Isabella, ve, lo menos que mereces es pregunta tras
pregunta...
–Gracias... –me acerco a Adam y me coloco de cuclillas. –
Todo estará bien ¿Ok? Ve con Dalan, te ayudaran con tu pie
lastimado... –Adam me abraza y luego alejándonos, lo
sientan en una silla de ruedas y se lo llevan.
Automáticamente tomo camino donde mamá se encuentra,
tomo el ascensor y presiono el botón del piso donde se
encuentra. En este momento me siento ida, tan neutral, no
se siquiera pensar, estoy aquí, después de unos dolorosos
días encerrada, con ganas de ver a mamá, de ver como se
encuentra, tanto que lo anhelaba y ahora me da cierto
pavor.
Las puertas del ascensor se abren y yo salgo de este, tomo
el camino de la izquierda y comienzo mi andada. Escucho
murmullos, las enfermeras quienes siempre me vieron acá
me miran como si fuera una especie de fantasma, yo ni
siquiera me detengo yo ni siquiera quiero pronunciar
palabra alguna, hace un momento hablaba, pero ahora solo
quiero mantenerme callada.
Llego al pasillo, en la distancia la veo, Rudy esta junto a
Derek, siento como si han pasado años desde que no los
veo. Camino con lentitud, ni siquiera mis pasos se
escuchan, pero de pronto es como si ellos sienten una
presencia y voltean en mi dirección, asombro, sorpresa,
dolor, todo se refleja en su mirada, con prisa se levantan y
corren hasta mí.
–Mi niña... –susurra Rudy entre sollozos, Derek me cubre
con sus brazos yo no tardo en abrazarlo.
–Bella... –me alejo un poco de Derek y tomo sus mejillas. –
Yo... No puedo creer que estas aquí, pero...
– ¡¿Isabella?! –volteo y encuentro a Chanel junto a Jenell,
ambas me observan sorprendidas. – ¡Isa! ¡Oh carajo!
Gracias a Dios... –la morena de prisa llega hasta mí y me
abraza, en ese momento el llanto brota de mis labios. –Ya,
ya, tranquila estas con nosotros... –me alejo un poco de
ella y niego.
–Roy... Él... –la morena me mira confundida. –Un incendio,
Chanel, hubo incendio, Roy estaba allí, él, él, estaba allí
adentro, por favor, dime que saben de él, por favor... –la
morena limpia mis lágrimas y esboza una sonrisa.
–Bonita... –escucho a mis espaldas, bruscamente me
volteo y lo observo. –Hola… Te dije que te alcanzaría, ¿No?
–las lágrimas comienzan a bajar nuevamente. –Ven... –
abre sus brazos y con dificultad camino hasta él.
Lo abrazo y él me rodea con sus brazos, comienzo a llorar,
el llanto se escucha con fuerza, acaricia mi cabello, esta
todo sucio, el olor a humo saliendo de su ropa. Me aferro a
él, tanto que podría pegarme a su piel, nos alejamos y lo
veo sonreír, tomo sus mejillas y lo beso, no sabía cuanta
falta me hacían sus labios.
Nos alejamos y ahueca mis mejillas en sus manos, con su
pulgar acaricia con dulzura, limpia mis lágrimas, besa mi
frente, esbozó una sonrisa. No puedo creer que este
delante de mí, que logró salir de ese lugar, pero nuevas
preguntas se arremolinan en mi cabeza nuevamente.
– ¿Papá? –Roy me mira fijamente y niega. – ¿Alan?
¿Leonora? ¿Que ocurrió con ellos?
–Isabella, quería salvarlos a todos, pero, solo pude salir con
Leonora, ella está en terapia intensiva, el disparo, el humo
inhalado del incendio, aun no me han dicho nada, Alan logro
decirme a tiempo sobre la bomba, tu padre, prefirió
quedarse en ese lugar, ambos murieron... –mis piernas
flaquean y Roy me encamina hasta las sillas.
–Papá... –susurro las lágrimas vuelven. –Yo no quería nada
de esto, Roy... –le miro. –No quería muertes, no lo quería,
yo no quería dispararle, pero no tuve opción... –me abraza y
yo comienzo a llorar nuevamente. –Está muerto, papá lo
está, no Roy, no... –le doy un empujón y con prisa entro a la
habitación de mamá en busca de consuelo.
Llanto reprimido, dolor en mi pecho, ella está allí, tan quieta,
débil. Me acerco de a poco, mis dedos acarician la sábana
blanca que la arropa, llego hasta su mano y la tomo. Entre
cálida y fría, mis manos tiemblan, acaricio el dorso de la
suya, mis hombros tiemblan, el dolor se intensifica.
–Mi… ojitos... color cielo... –escucho su voz y miro su
rostro, sus ojos entre abiertos. –Te... estaba… esperando...
–una sonrisa corta en sus labios.
–Mami... –susurro. –Lo siento, yo no quise ausentarme,
yo... –niega lentamente. –Perdóname, por favor... –da unos
golpecitos sobre la cama, yo como puedo me acuesto a su
lado.
–Eres una mujer... impresionante mi niña.,. –tomo una
bocanada de aire intento no echarme a llorar. –Siempre...
Supe que serias maravillosa, desde que... Te llevaba en mi
vientre... –la rodeo con mi brazo. –Se fuerte, Isabella, ama,
perdona, vive, disfruta... Pero sobre todas las cosas... –
voltea con lentitud, su rostro junto al mío sus grises
fijamente en mis azules. –Se feliz mi niña... Se feliz…
Sus ojos se cierran y una sonrisa en sus labios se va
desvaneciendo, yo intento decir algo, pero las palabras se
detienen en mi garganta. Siento su último aliento chocar
entre mi nariz y mi labio superior y aquel pitido ahogante
suena en toda la habitación. Las puertas se abren y el llanto
de Derek se escucha, luego el de Rudy, yo cierro mis ojos y
disfruto de la poca calidez del cuerpo.
–Te lo prometo mami... –susurro en su oído. –Disfruta de
tu color favorito... –un sollozo brota de mis labios. –El azul
cielo que siempre te gusto... –oculto mi rostro en su pecho.
–Te amo mamá, adiós…
Capítulo 41 - Un nuevo amanecer.
La brisa agita mi cabello, los rayos de sol se cuelan por los
árboles que en este momento nos dan sombra, el olor
suave y aromático de las flores nos envuelve. En mis
manos llevo su foto la cual aferro a mi pecho, observo el
color caoba pulido de las urnas, papá esta sellado, mamá si
está a la vista de todos los que ahora nos acompañan.
Debido a las quemaduras de papá en todo su cuerpo
decidimos sellar su urna y solo velarlo. Todos sus
trabajadores se encuentran en el lugar, amigos de papá,
conocidos de mamá, alguno familiares y mi tío junto a mí.
Derek se encuentra en medio de las urnas, no deja de
repetir una y otra vez lo mal que se siente de haberle dicho
tantas cosas dolorosas a papá, Rudy es quien está a su
lado.
Desde el momento en que mamá fue declarada muerta, me
hundí en un trance que ni siquiera yo comprendía. No hable
con nadie por unas largas horas, solo me dedique a llorar
en silencio, no he siquiera descansado un poco, solo me
mantengo aquí, intentando buscar respuesta a todo este
dolor doble que me dio la vida.
Roy se encargó de Adam quien fue llevado a la mansión
Lehner, Leonora logro sobrevivir, lamentablemente su bebe
no. El disparo afecto al igual que todo lo del incendio, ella
aún está sumida en un sueño, no ha despertado, a su lado
están sus padres, al menos no está sola, y en este
momento solo deseo que pueda lidiar con la triste noticia
que le espera.
–En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo,
amén... –la voz del cura me hace espabilar y llevo la mirada
al frente.
Comienza la misa de despedida a mis padres, yo intento
escucharlo, pero mi mente esta tan absorta que soy
incapaz de escucharle. Recuesto mi cabeza en el hombro
de mi tío Hugo, su mano en mi espalda acaricia con
dulzura, Derek regresa hasta mí y se coloca a mi lado, cierro
mis ojos, el dolor vuelve a intensificarse.
.
–Déjame sola Roy, por favor... –digo desde el cuarto de baño.
– ¿Pero por qué haces esto, Isabella? –tomo mis cosas
sobre la encimera y salgo nuevamente. – ¿Irte? ¿De nuestra
casa? ¿Por qué? –coloco mis cosas en la valija sobre la
cama.
–Es lo mejor, entiéndelo... –digo y continúo arreglando mis
cosas. –Estoy quebrantada por dentro, no sé qué hacer,
estoy cansada, estoy tan dolida... –él toma mi antebrazo,
haciendo así que lo enfrente.
–Sabes que estoy aquí, que puedo ayudarte, que soy tu
apoyo Isabella, ¿Por qué quieres marcharte? Todo acabo,
todo termino, podemos ser felices... –le arrebato el tacto y
niego.
–Gracias a la muerte, Roy... –digo, me mira dolido. –Gracias
a que papá y Alan han muerto, por eso seremos felices,
¿Crees que me hace sentir bien? –cierro mis ojos con fuerza
y me acerco a él, lo rodeo con mis brazos. –Lo siento, Roy,
solo te pido eso, tiempo y espacio... –asiente. –Sé que
debemos estar juntos, pero estoy tan mal, me siento
derrotada, mamá se ha ido, papá igual, me siento tan mal... –
nos alejamos y me mira fijamente.
–Te amo, Isabella... –sonrió y uno mi frente a la suya. –Y
porque te amo, es que sé que está bien –siento un nudo tan
fuerte en mi garganta. –Vete, mereces tu espacio en este
momento. –tomo sus mejillas.
–Sé que estoy siendo cruel contigo, Roy, lo sé, pero ese es el
motivo por el cual quiero alejarme de todo, intentar no buscar
culpables, solo dejar que día a día el dolor disminuya... –doy
dos pasos atrás y lo observo. –Tú no eres destrucción, tu
eres calma y tranquilidad, pero necesito estar bien para
abrazar lo que me ofreces.
Me coloco de espaldas y termino de cerrar la valija, siento un
nudo en mi garganta y niego, lo alejo con prisa y enfrentando
nuevamente a Roy esbozo una sonrisa. Una sonrisa que se
me antoja cansada, derrotada, no lo sé, tomo mi equipaje y
paso a su lado, sin siquiera mirar atrás, tomo camino
escaleras abajo. En ese momento encuentro a Jenell junto a
William, frunzo el ceño, pero no me tomo la molestia de
preguntar sobre ellos.
Con una simple sonrisa les observo y continuo mi trayecto
fuera de casa, no mirare hacia atrás, hacerlo es volver donde
Roy y simplemente no es el momento para hacerlo. No quería
marcharme, pero de verdad que con todo lo que ha ocurrido
necesito estar sola, necesito ser el apoyo de Derek, necesito
resolver muchas cosas, necesito ordenar mi vida para
dedicarme hacer feliz tal cual se lo prometí a mamá
.
El cura termina y dándonos la bendición salpica agua
bendita sobre las urnas y nos piden darles el último adiós a
nuestros padres. Tomando la mano de Derek caminamos
hasta ellas, las yemas de mis dedos acarician la fría
madera, mis hombros comienzan a temblar, un nudo se
forma en mi garganta, una punzada dolorosa en mi pecho,
me coloco junto a la de mamá.
Ojos cerrados, sus manos entrelazadas sobre su pecho,
esbozo una sonrisa al verla con su peluca, aquella peluca
pelirroja tal cual como si fuera su cabello. Una lagrima se
desliza por mi mejilla, coloco mi mano sobre el vidrio que
me separa de ella y trazo su rostro sobre él, cierro mis ojos
y fugazmente el recuerdo aparece.
Su sonrisa, su mirada llena de complicidad, su ceño
fruncido, sus pucheros, el sonido de su risa en mi mente
como si en este momento la escuchara, recuerdos de
pequeña cuando ambas bailábamos en la sala, cuando ella
me leía mientras me daba un baño, yo observando como
ella se maquillaba, aquel abrazo cuando hice mis primeras
galletas de navidad.
La manera en cómo se burlaba de mi cuando intentaba
hacer un delineado y lograba parecer un panda. El apoyo
que me brindo en cada decisión que tomaba, la forma en
cómo se acurrucaba a mí, nuestras sonrisas que parecían
una sola, y ese modo de buscarle una solución a todo por
muy difícil que pareciera.
–A tu lado todo fue felicidad... –digo aun con mis ojos
cerrados. –Y prometo que solo recordare los bonitos
momentos a tu lado mamá, ya no más dolor mamá, ya no
más sufrimiento... –abro mis ojos y acerco mi rostro al
espejo, como si fuera capaz de abrazarla. –Prometo tener
un nuevo amanecer, seré feliz, así como me lo pediste... –
una lágrima cae sobre el vidrio.
Al alejarme coloco la foto a la cual tanto me aferraba, esa
donde ella esta sonriente junto a mí y Derek, le cedo el paso
a mi hermano y paso al ataúd de papá. Ya que él está
sellado, solo puedo contemplar la foto junto a su urna, mis
dedos nuevamente acariciando la madera, mis hombros
comienzan a temblar un sollozo brota de mis labios.
Los recuerdos nuevamente vuelven a mí, los días de
excursión, papá llevando a Derek en su espalda mientras yo
iba de la mano de mamá. Nuestros viajes a la playa, el
jugando con mamá en la arena, sonriente, sus azules tan
resplandecientes cuando la luz del sol chocaba en ellos.
Sus manos limpiando con prisa una herida en mi rodilla, su
nerviosismo al escucharme llorar.
En mi mente resuena la voz graciosa que llegaba hacer
cuando me leía cuentos y hacia las voces de los
personajes, el momento donde Derek y yo nos dormimos a
su lado después de ver una película. Los juegos, la
complicidad de ambos al comernos cualquier postre de la
nevera, la manera tan sutil de papá, de siempre dejarme
saber, cuanto me amaba. Abrazo la urna y comienzo a llorar
más y más.
–Te perdono papá... –alcanzo a decir. –Todo lo malo que
ocurrió en estas últimas semanas serán olvidadas, tus
malas decisiones, los momentos donde no hacía más que
culparte de todo, también lo olvidare, porque después de
todo eres mi papá y yo no puedo despedirme de ti teniendo
enojo en mi corazón... –me alejo y contemplo su foto. –
Compartir el color de tus ojos fue el mejor de mis regalos...
–acaricio la foto. –Te amo papá, por favor cuida a mamá.
Al alejarme siento la mano de Derek entrelazarse a la mía,
nos alejamos de las urnas y estas comienzan a descender
poco a poco. Abrazo a Derek quien no evita echarse a llorar
y ocultarse en mis brazos, la fuerte brisa sacude mi cabello
y seca las lágrimas en mis mejillas, siento una mano
apretar ligeramente mi hombro y al voltear lo veo esbozar
una sonrisa.
Derek se aleja de mí y se coloca junto a Rudy, yo de
inmediato abrazo a Román Lehner quien está a mi lado. Las
lágrimas comienzan a descender nuevamente y realmente
siento un gran apoyo de su parte, nos alejamos y ahueca
mis mejillas en sus manos y sonríe, me conformo con que
no hable, escuchar a las personas me hacen llorar aún más.
–No estarás nunca sola, hija... –el nudo vuelve a mi
garganta, él se hecha a un lado. –Nunca te dejaríamos
sola...
En ese momento mi vista los observa a todos, Jenell,
Federico, Chanel, incluso Margarita y otras trabajadoras de
la mansión. El primo de Roy, los hermanos del señor Román
y sus parejas, me acerco a ellos y de inmediato la morena
me rodea con sus brazos, sintiendo su apoyo le agradezco,
luego todos me dan su pésame, pero él no está aquí.
No pregunto ya que todos saben sobre la decisión que
tome y no quisiera incomodidad en este momento. De a
poco todos se van marchando del cementerio, los chicos
pasan a estar con Derek, yo estoy muy afectada con esto,
pero ha sido mi hermano quien ha recibido todo el golpe de
esta situación.
Me quedo parada sin siquiera moverme, todos pasan a mi
lado y el sonido de la brisa es tan fuerte, en ese momento
que decido ir con todos mis pies se detienen. Lo veo venir
con un ramo de rosas blancas, un traje completamente
negro, su cabello estilizado hacia atrás, lentes de sol y
aquella seguridad que lo caracteriza.
–Hola... –dice al detenerse frente a mí. –Lamento no
acercarme, quería que tuvieras tu momento a solas, con tu
dolor... –sus palabras me duelen, y no un dolor desgarrador
es por la manera en que él intenta darme mi espacio. –Son
para ella... –dice refiriéndose a mamá.
–Adelante, ve... –asiente y pasa a mi lado.
Comienzo a caminar, me alejo de todos, llego hasta un alto
y ancho árbol y me coloco junto a él, apoyo mi espalda en
este y los observo desde la distancia. La brisa hace que mi
vestido color negro se agite un poco, llevo mis manos al
frente y observo mis muñecas, están sanando, intento
recordar ese momento, pero es como si mi memoria ha
borrado ese feo momento.
Escucho unos pasos acercarse a mí por el crujir de las
hojas secas en el pasto, alzo ña mirada y lo veo venir.
Esboza una sonrisa y se detiene delante de mí, su mano
derecha acaricia mi mejilla y yo cierro mis ojos al sentir su
tacto, el aroma de su perfume siempre será de mis
favoritos, tomo su mano y la llevo hasta mis labios besando
el dorso de esta.
– ¿Estas bien? –susurra y asiento.
–Gracias, Roy... –suspiro. –Por todo, gracias –el nudo en
mi garganta. –Gracias por ser paciente, gracias por
apoyarme a tu manera, a la manera que yo te exigí... –niega
y deja un beso en mi frente.
–Perdóname por haber tardado tanto en ir por ti, gracias
por aguantar, gracias por ser tan fuerte, bonita... –termino
por abrazarlo y hace lo mismo, nos quedamos por unos
segundos de esa manera. –Cuídate... –susurra y nos
alejamos. –Prometo el pronto ir a verte, ¿Está bien?
–Está bien –une su frente a la mía, sonríe. –Solo no
tardes... –asiente.
– ¿Nos vemos? –me observa y asiento.
–Nos vemos, Roy...
...
Tres meses y medio, después...
Me encuentro como cada tarde caminando por la casa,
Derek en sus entrenamientos de futbol y Rudy ordenando
las cosas en la cocina. Hace ya tres meses y medio que
mamá y papá nos dejaron físicamente, la casa se siente
muy, muy vacía, es silenciosa, tan en calma. Desde que pise
nuevamente este lugar sabía que iba hacer difícil para mí
lidiar con todo esto, la habitación de ambos, las cosas en el
estudio de papá.
Gracias a mi tío Hugo pudimos resolver todo con respecto
a la empresa de papá, él se ha hecho cargo, y yo en
ocasiones intento involucrarme en ello, pero lo evito una
gran parte. Estamos intentando solo mantener activo esos
negocios hasta conseguir un buen comprador, yo no quiero
tener nada que ver con la inmobiliaria y mi tío no es muy
fanático de esos negocios, así que mientras resolvemos su
venta, aun la mantenemos de pie.
Una semana después de habernos visto en el entierro de
mis padres, supe que Roy se había marchado a Alemania, ni
siquiera nos despedimos, pero en el fondo sentí que era lo
mejor. Él está en cosas de negocios con su padre, sé que
Jenell está retomando sus estudios y ahora estará
formándose para ser parte de los negocios Lehner.
Chanel y Federico se han ido por unas semanas a casa del
padre de la morena, por otro lado, Leyna de Lehner obtuvo
su sentencia y pagara por todo lo que hizo y eso fue un
golpe muy duro para la familia, pero ellos siempre logran la
manera de sobre llevar todo.
Por mi lado solo me mantengo en casa, he tomado cursos
por internet sobre repostería, el internet es un sinfín de
cosas y oportunidades así que eso es lo que mantengo mi
mente entretenida. Preparo un montón de pasteles y es
Rudy quien se encarga de ofrecerlos y vender, yo no lo hago
con ese fin, pero cuando las personas dejan buenas críticas
acerca de lo que preparo me motivan.
Con mis pies descalzos salgo de casa, camino hasta la
banca junto al árbol de manzanas de mamá y con un libro
en mis manos tomo asiento y comienzo a leer. La brisa
sacude mi cabello, nunca en mi vida me había sentido tan
plena y tranquila conmigo misma, me siento en paz, me
siento realmente fuerte y feliz, la ausencia de mis padres es
algo intolerable, pero yo he intentado lo contrario.
–Isabella mi amor, iré hacer unas compras, ¿Necesitas
algo? –subo la mirada y niego.
–Tranquila Rudy, ve... –sonríe y termina de marcharse.
El silencio nuevamente reina y llevo la mirada al libro entre
mis manos, suspiro al leer cada párrafo y me adentro a la
historia. Esto ha sido una de las cosas que tanto me han
ayudado, leer me transporta a lo ficticio, pero yo siento
como si fuera tan real y eso me hace sentir bien. La brisa
agita y agita mi cabello, alzo mi rostro un momento para
disfrutar de aquella fresca brisa.
Las noches han sido duras, las he sentido en completa
soledad, echo de menos a Roy, las noches a su lado y
despertar cada mañana con él. Reír con sus cosas, bailar
una que otra canción y disfrutar de las caricias que siempre
me brindaba. Todo lo vivido con él es como si me
mantuviera en vida, como si eso fuera capaz de ayudarme
también, a sobrellevar todo lo que he pasado en estos
meses.
Quería y sentía ese impulso de ir detrás de él en cuanto
supe que se había ido, y aunque se supone que yo
necesitaba espacio y tiempo, sé que él también lo
necesitaba. Me he dado cuenta que los recuerdos del
pasado sean buenos o malos, se aferran muchísimo a la
mente y no hay poder que lo arrebate a menos que así tú lo
quieras, que sea tu fuerza de voluntad y no dejar que sea el
tiempo que haga eso.
El tiempo solo es tiempo, y se tu no buscas avanzar a
medida que avanzan los días, se siente como si el tiempo
está muerto y con ello los recuerdos se mantienen allí,
afianzados, difíciles de ayudarte a superar.
Escucho la puerta de casa ser abierta y luego cerrada,
frunzo el ceño, no creo que Rudy haya vuelto tan pronto, de
seguro es Derek quien volvió, pero aún es muy temprano
para eso. Así que me coloco de pie y dejo el libro sobre la
banca detrás de mí, doy dos pasos y me detengo con
brusquedad.
Emoción, felicidad, ganas de llorar, ¿plenitud? Todo se
arremolina en mi cuerpo, las lágrimas se agolpan en mis
ojos cuando esos hermosos grises me miran desde el
umbral. Una mano detrás, la otra en su bolsillo, esbozó una
sonrisa y lo veo caminar hasta mí, mis piernas se vuelven
de gelatina y mi corazón palpita con prisa. Lo detallo, lo
observo y se siente como si ha pasado una larga cantidad
de tiempo sin verlo, apenas han sido casi cuatro meses y yo
lo siento una eternidad.
–Hola, bonita, ya por fin estoy en casa... –la mano que tenía
detrás se extiende delante de mí con una flor color rosa. –Y
créeme, no pretendo irme nunca más... –tomo la rosa y al
obsérvala sonrió, alzo la mirada y al verlo de lleno, me
abalanzo sobre él y uno mis labios a los suyos.
–No te dejaría hacerlo, vida mía... –vuelvo a besarlo y rodeo
sus hombros. –Este largo tiempo me hizo dar cuenta de
cuanto te necesito en mi vida, Roy... –toma mis mejillas y
ambos sonreímos. –Te eche tanto de menos.
–Y a mí me hizo dar cuenta de cuanto te he de necesitar en
cada amanecer, Isabella, me has enseñado tanto y quiero
seguir aprendiendo a tu lado... –las lágrimas no esperan
más y comienzan a derramarse por mis mejillas. –Oh
vamos, hermosa, no, aun no es momento de llorar –me
abraza, inhalo ese delicioso olor fresco de su perfume. –Yo
también te eche tanto de menos.
De pronto se aleja y en ese momento saca una pequeña
cajita de su bolsillo, la extiende delante de mí, la deja en
mis manos y la abro. Es un dije de una luna cruzada con el
sol, está junto a una cadena, sonrió y le tomo de la cajita él
la toma de mi mano y me la coloca, con sus dedos acaricia
el dije y esboza una sonrisa.
–Recuerdo cuando te vi por primera vez, llevabas una
cadena con el dije de una estrella... –lo observo fijamente.
–Pero ahora llevaras este para siempre, eres mi hermoso y
radiante sol... –uno mi frente con la de él.
–Y tú la luna que alumbra mi oscuridad... –ambos
sonreímos. –Te amo, Roy Lehner.
–Te amo Isabella Massón –une su frente a la mía. –
¿Bailamos?
–Roy... –reimos. –Bailemos...
Como siempre, busca una canción en su móvil y al dar con
ella le da play. Coloca el móvil sobre la banca, nos
encaminamos cerca del árbol de manzanas y rodeando sus
hombros y él mi cintura, comenzamos a bailar. Talking to
the Moon de Bruno Mars es lo que bailamos en este
momento y sonriente me dejo llevar por la manera tan
tranquila de bailar del pelinegro.
– ¿Recuerdas cuando la bailamos en Alemania? –esbozo
una sonrisa, asiento. –Cada día la escuchaba, me mantenía
vivo, Isabella.
–Fue la primera vez que me invitaste a bailar así, tan de la
nada –roza su nariz con la mía. –Desde esa vez, se nos
volvió habitual hacerlo, y me gusta mucho.
–Eres fuerte, mujer –nos vemos fijo. –Eres aún más fuerte
que yo, el triple y estoy orgulloso de ti –esbozo una sonrisa.
–Aún recuerdo la primera vez que te vi en casa, cohibida y
callada, resultaste ser todo lo contrario, Massón.
–Y tú también resultaste ser todo lo contrario, Lehner –
esboza una sonrisa, me da un casto beso. –Tosco, bruto,
amargado y cruel... –lo atraigo más a mí. –Y no eres más
que un hombre dulce, bueno y amoroso –me da una
repentina vuelta y vuelvo a quedar frente a él. –Eres todo,
Roy, todo...
–Y tú eres todo, Isabella, completamente, siempre, tú... –
nos damos un profundo beso.
–Bienvenido a casa, amor...
–Tu siempre serás mi hogar, Bella...
Capítulo 42 - El amor nos ato -Final-
Su mano entrelazada a la mía, ambos nos mecíamos en la
mecedora de su jardín, hace ya un rato que Rudy volvió y nos
sirvió limonada y algunos bocadillos. Isa tiene su cabeza
apoyada en mi hombro, yo estoy con mis ojos cerrados
disfrutando de este tranquilo momento después de haber
tenido casi cuatro meses sin verla, la echaba de menos, pero
luego supe que yo también necesitaba mi momento alejado
de todo y de todos.
Isabella se ve más fuerte, se ve más radiante, expande un
aura tan tranquilo tan lleno de vida, de verdad que el
alejarnos un tiempo le hizo bien a ella y bien a mí. Pero volví,
volví decidido a no alejarme de ella, a comenzar las cosas de
cero y a su lado. Me alejo un poco de ella y voltea a mirarme,
su cabello pelirrojo sacudiéndose con la brisa, sus ojos
azules me miran fijamente.
–Roy, en todo este tiempo he pensado mucho las cosas y si
es de volver a nuestra vida de esposos, quiero que los
secretos dejen de existir... –confundido la observo. –Nunca
te lo conté por que sentí que era algo pasajero, pero debo ser
sincerarme contigo... –asiento y ella toma mis manos. –
Cuando volvimos de las Bahamas claramente tu supiste que
Dalan estuvo aquí... –asiento. –Aquel día quizás por enojo o
porque sentía que era una salida, lo bese... –vuelvo asentir,
no aparto la mirada. –Fue un error, Roy, intentaba no sé,
quizás buscar consuelo al saber que tú y yo no podríamos
estar juntos.
–Ok... –suelto sus manos y tomo sus mejillas. –Gracias por
contármelo, fui un idiota en ese entonces bonita, intentaba no
hacerle caso al corazón, pero quería arriesgarme, sé que tú
no lo estabas llevando nada bien... –esboza una sonrisa. –Y
ya que estamos en plan de sincerarnos, yo también tengo
algo que decirte... –asiente y soltando sus mejillas llevo la
mirada al frente, tomo una bocanada de aire. –Isabella, hace
ya un tiempo que estoy asistiendo a consultas con un
psicólogo... –me mira asombrada. –No quise contarte
porque pensé que quizás tu pensarías que estaba loco, pero
no es eso... –ríe y asiente.
–El hecho de que uno vaya a un psicólogo no es motivo para
estar loco, a veces sirve para liberarse de muchas cosas... –
asiento porque tiene razón. –Y bien, ¿Cómo te iba con eso?
–Bien, lo retomare, quiero mejorar mi actitud más de lo que
ha mejorado, cuando ocurrió lo de tu secuestro, fue un
detonante para mi ansiedad e ira, intente controlarlo, pero no
pude, dentro de mi estaban las ganas, pero yo no permití que
ella se revelara así que actué como lo hice... –sonríe y me
abraza.
–Me siento orgullosa de ti mi amor… –se aleja y sonríe. –A
partir de ahora iré contigo, ¿Esta bien? –sonrió y beso sus
labios.
–Eso quiere decir que... –la miro fijamente y cubre su rostro.
–Sí, si Roy, volveré a casa contigo... –un destello de tristeza
se pasea por su rostro.
– ¿No quieres dejar a Rudy y Derek? –baja la mirada y
asiente. –Vendrás cada que lo desees mi amor, además, tu
tío Hugo es un gran hombre y estoy seguro que podrán
sobrellevar todo, pero tú puedes venir a dormir aquí cuando
lo desees... –me mira de reojo y sonríe.
–Gracias Roy, no dejas de ser tan comprensivo conmigo... –
volvemos a la posición que estábamos y vemos fijamente al
frente.
–Prometo que las cosas irán bien, prometo que todo lo malo
estará más y más en el pasado, como siempre te lo prometí,
Isabella, te hare feliz, fue algo que tambien se lo prometí a
Magnolia...
Ambos nos vemos y con una sonrisa en nuestros labios nos
damos un casto beso o dos. Ella acaricia su nariz con la mía
y esconde su rostro en mi cuello, sus labios hacen contacto
con mi piel, me doy cuenta de cuan afortunado soy a su lado,
de cuanto me he enamorado de ella y es que siempre estaré
a su lado, siempre existirán ataduras junto a ella.

El tiempo transcurrió, las cosas comenzaron a surgir de la
mejor manera, no había más que decir, la felicidad y el amor
estaban triunfando, la llegada de personitas al mundo no hizo
más que dejarlo muy claro...
–Seremos felices... –susurro Roy.
–Siempre felices... –le dijo Isabella uniendo sus labios con el
pelinegro, entre ellos unos ojitos achinados que parpadeaban
debido a la luz, los observaba.
~Dos años después~

– ¡Mabel! Vamos a darte un baño... –escucho la voz de
Chanel mientras persigue por todo el patio trasero a su hija
de año y medio... –Dios, esto es lo que ocurre cuando
Federico le tiene mañas a la niña. –rio y bajo la mirada.
Aquellos pequeños ojitos están cerrados, su cuerpo
arropado y una linda diadema de tela en su cabeza. Le
tarareo una canción, algunos rayos del sol choca en su
rostro, aquello le ayuda a una considerada hora de la
mañana, la observo, hace más de dos semanas que mi
pequeña Ivy llego al mundo, ojitos grisáceos por el
momento, su poco cabello pelirrojo.
Tiempo atrás…
Camino de un lado a otro, intento dejar mi euforia a un lado,
no quiero emocionarme realmente no quiero, pero es que
muy dentro de mí lo siento de esa manera. Me siento extraña,
siento mi cuerpo como cambia, me he mirado estas semanas
al espejo y sé que algo ocurre dentro de mí, algo crece dentro
de mí, lo sé, estoy segura.
Estoy en este momento con Chanel quien ha venido a una
consulta con la pequeña Mabel, me pidió que le acompañara
ya que Jenell no pudo por cosas de la universidad, así que
termino por llamarme a mí. Para mí fue una buena
oportunidad, hace ya un tiempo que había dejado de darle
importancia al hecho de salir embarazada, pero la idea volvió
a mi mente y decidí poner manos a la obra.
La morena esta igual de desesperada que yo, ella más que
nadie sabe los síntomas sobre un embarazo y ella dice que si
lo estoy, no le he mencionado nada a Roy por el hecho de que
no quiero emocionarlo sin aun tener la prueba de que
efectivamente seremos padres.
–Muy bien Isabella, que te parece si iniciamos con un eco... –
asiento, el médico me señala la camilla donde me recuesto.
Me desabrocho un poco mi pantalón y levanto mi camisa,
aplica un gel muy frio y con el aparato de hacer ecos
presiona en mi vientre. Yo no hago nada más que ver en
blanco y negro, él lo mueve lentamente por mi vientre y en un
momento se detiene, paso la mirada desde el monitor hasta
el doctor, quien voltea y me mira.
–Tienes aproximadamente, 6 semanas y media, Isabella,
felicidades, tus dudas han sido aclaradas, estas esperando
un bebé... –de inmediato cubro mi rostro con mis manos y
una sonrisa se forma en mis labios.
– ¿De verdad? ¿Si lo estoy? –él continúa observando, saca un
par de fotos del eco y termina de examinar, me pasa papel
para limpiar el gel y yo me incorporo en la camilla
–Sí, lo estas, aun esta pequeño, pero podría decir que todo
marcha bien, debes venir mensualmente, por el momento te
enviare vitaminas y algunos exámenes de rutina para
descartar enfermedades, debes mantener reposo, Isabella, y
más cuando tu trabajas en una tienda de repostería, es un
trabajo muy agitado, no te hace bien, ¿Ok?
–Ok doctor... –limpio algunas lágrimas que se escaparon,
observo a Chanel quien tiene a Mabel dormida en sus brazos
y sonríe. –Si lo estoy morena, tendré un bebé de Roy... –me
siento entusiasmada no dejo de sonreír.
–Abuelito Román estaré el doble de emocionado... –ambas
reímos.
_
Después de salir del consultorio, Chanel y yo fuimos a una
tienda de cositas para bebés, compre un par de manoplas
color blanco y lo coloque en una cajita de regalos, la foto de
mi eco y un lazo color dorado que lo adorna. La morena me
dejo en casa y continuo su rumbo junto a Mabel, le pedí que
ni una palabra de esto a nadie hasta que ya Roy este
enterado.
Al poner un pie dentro de casa el olor a comida esta por toda
la casa, siento mis manos temblar, quiero ya decirle todo a
Roy, quiero ya contarle acerca de nuestra maravillosa espera.
En el momento que el doctor me dijo que si lo estaba la
sonrisa de mamá fugazmente se paseó por mi mente, ella
sería una de las que gritaría de felicidad.
– ¡He llegado, Roy!
– ¡En la cocina nena! –esbozo una sonrisa y asiento tomando
rumbo hasta la cocina, al detenerme en el umbral de esta, lo
veo preparar la encimera para así comer. –Bienvenida
bonita... –esbozo una sonrisa y camino hasta una de las
banquetas y tomo asiento.
– ¿Mi favorito? –asiente y sonríe. –Pollo y vegetales, gracias
amor... –termina de servir y se sienta a mi lado. –
¿Celebramos algo?
–No... –se da el primer bocado y sonríe. –Solo que sabes
que me gusta consentirte en mis días libres... –tomo un trozo
de esparrago y lo llevo a mi boca. – ¿Cómo va todo en tu
tienda de postre?
–Bien... –digo con simpleza. –Estoy pensando en tomarme
un descanso... –confundido me mira. –Sé que me lo has
pedido mes tras mes, pero lo he considerado, tienes razón...
–esbozo una sonrisa y me doy un sorbo de zumo.
– ¿Qué más ocurre? –pregunta y yo le miró fijamente, niego.
–Nada, nada más...
–Isabella... –me mira, ruedo los ojos al cielo. –Si sabes que
te conozco, algo más ocurre, ¿Cierto?
Observo con atención el plato delante de mí, asiento
levemente y luego subo la mirada y lo observo sin decir
palabra alguna. Busco la pequeña cajita y se la entrego, lo
veo fruncir el ceño y esboza una sonrisa, la observa con
atención y no aparta la sonrisa de sus labios.
Comienza a quitar el lazo de la cajita, yo comienzo a
desesperarme, me da un vistazo y termina por abrirla. El
papel de dentro está siendo apartado por él y luego saca el
par de manoplas color blanco, los mira con asombro, reprime
una sonrisa y niega una tras otra vez, las acaricia con ternura
y luego toma el eco que estaba dentro de esta.
–Un... Bebé... –susurra. –Nuestro bebé, ¿De verdad? –me
mira sus grises cristalizados. –Isabella, yo, tú, ¿De verdad? –
sonrió y asiento una y otra vez.
–Si Roy, seis semanas y media... –llevo mi mano hasta el
vientre. –Por fin mi amor.
Él se levanta de su asiento y toma mis manos haciendo así
que yo tambien me levante, me atrae hacia él y besa mis
labios con una sonrisa en ellos. Me toma en sus brazos y me
alza, dando vueltas y entre risas yo no reprimo más mis
lágrimas y estas comienzan a derramarse, me baja y ambos
nos miramos fijamente.
–Nuestra familia... –dice y acto seguido esboza una sonrisa
yo asiento.
–Nuestro mejor regalo...
..
Mis nueve meses fueron los más bonitos, Roy no dejaba de
comprar y comprar cosas a medida que pasaba el tiempo y
cuando supimos que era una linda niña comenzó a comprar
muchas y muchas cosas. Ambos continuamos en la casa
que Roy compro para ambos, tenía pensado adquirir una
más grande, pero yo me siento muy bien en ella, es cálida y
me siento plena estando en ella.
Yo comencé en el negocio de repostería, cuando todo
volvió a su normalidad me entregue de lleno y logre
comenzar con mi propio negocio. La inmobiliaria de papá
fue vendida seis meses después de su fallecimiento, el
dinero fue repartido entre Derek y yo, mi tío Hugo es quien
está a cargo de mi hermano y él es quien se encarga de sus
estudios y su bienestar. Ambos se llevan bien y de verdad
que Derek supo apaciguar su dolor por la pérdida de
nuestros padres de la mejor manera, jugando futbol.
En unos dos meses terminara la preparatoria e ira a la
universidad, con el dinero de la venta de la inmobiliaria
costearemos sus estudios universitarios y en ocasiones le
visito en casa. Rudy aún se mantiene con nosotros, ella
paso de ser la ama de llaves y sirvienta de la casa, a ser
nuestra madre, ella vela por nosotros, pensándolo bien no
sé qué hubiera hecho sin ella en mi vida, fue de gran apoyo
siempre lo será.
–Acá está el biberón de Ivy... –volteo a ver a Jenell quien
toma asiento y me lo entrega. –Es tan bonita... –acaricia
sus cachetitos. –Roy no deja de decir una y otra vez lo feliz
que se siente.
–Yo me siento feliz de tenerla, siempre lo desee, es como
tener a un mini Roy, pero versión niña... –ambas reímos yo
me dispongo a darle su biberón. – ¿Cómo van las cosas
con William? –la pelinegra me mira de reojo y sonríe.
–Bien supongo, es un idiota... –sonrió y niego.
–Son tal para cual, me alegra que te has decidido a tener
una relación con él después de tanto tiempo.
–Y tanta insistencia de parte del moreno... –hace un mohín,
sonrió. –Siempre arruinaba mis citas, era increíble como
siempre daba conmigo, es insoportable... –se cruza de
brazos y me mira. –Pero me encanta no puedo negarlo,
insistente, nunca dejo de conquistarme aunque yo siempre
lo rechazaba.
–Por cierto, cambiando un poco de tema, es tu cumpleaños
en una semana, ¿No? ¿Tiene pensado hacer algo? –sus
ojos se iluminan y asiente entusiasmada.
–Papá quiere que hagamos una celebración acá en casa,
obviamente que acepte, quiero que vengan todos mis
amigos y mi familia, estoy emocionada –ríe y yo le imito. –
Eso si Isabella, quiero que el pastel lo hagas tú, ah
y cupcakes tambien, de chocolate, por favor, ¿Siiii?
–Vale, cuenta conmigo... –le guiño y sonríe.
Escuchamos la risa de Chanel en la distancia, ambas la
vemos junto a Mabel, la pequeña juguetea en la bañera
mientras que la morena le toma fotos, no cabe dudas que
la pequeña Mabel ha sido lo mejor para Federico y Chanel.
Ella está pensando en volver a las pasarelas, se ha
ejercitado tanto que su cuerpo esbelto está de regreso, por
otro lado, Federico se ha entregado más a la empresa
Lehner, de igual forma Roy, ambos quieren que Román se
tome un tiempo fuera de los negocios y les ha resultado.
– ¡Abuelito Román ha llegado! –Mabel grita eufórica al
verlo, yo rio al igual que Jenell.
La pequeña tiene una muy linda conexión con Román, a
decir verdad, lo adora, él tiene el mismo sentimiento por
ella, está feliz con tenerla siempre en la mansión. Todos
decimos que es por la ausencia que tuvo en el pasado
cuando Jenell fue arrebatada de sus brazos, él disfruta
estando con ella, por otro lado, la llegada de Ivy tambien ha
sido emocionante para él, le ha comprado un montón de
cosas y nunca se cansaría de hacerlo.
Y con lo del pasado, la madre de Roy aún está pagando su
condena, pero hace ya unos meses que decidieron darle
casa por cárcel, eso sí, tiene una orden de restricción con la
familia Lehner. Aunque Roy es quien en ocasiones la visita,
yo ni siquiera siento las ganas de entablar una relación con
ella, Jenell ha intentado ir a verla, pero aun siente cierto
rencor por ella, así que prefiere solo preguntar por cómo se
encuentra.
_
Recostada en la cama de la habitación que compartí con
Roy cuando vivíamos aquí, observo a mi linda Ivy. La
habitación fue remodelada, no tiene todas esas cosas de
lujo, es más como a mí me gusta, cómoda y sin tanta cosa,
exactamente fue mandada a remodelar por Román. Tiene
una cuna y cosas para la bebé, todo con el fin de cuando
nos quedemos acá la bebé tenga sus cosas, estoy muy
agradecida, nunca dejaría de estarlo.
Con la yema de mi dedo índice acaricio su mejilla, esbozó
una sonrisa al verla dormir con tanta calma, a veces cuando
estoy de esta manera a solas con mi pequeña quisiera que
mamá estuviera aquí. Observándola, viéndola dormir, mover
su boquita escucharla hacer soniditos con la boca, pero
simplemente mamá no está, pero sé que desde ese ancho
cielo azul nos observa y nos cuida.
Cierro mis ojos, pero luego escucho el abrir de la puerta de
la habitación, abro mis ojos y lo veo entrar. Ropa deportiva,
la gorra que lleva esta con lo de adelante hacia atrás,
esbozó una sonrisa no puedo evitarlo, es que se ve
completamente hermoso de esa manera. Esboza una
sonrisa de boca cerrada y al cerrar la puerta toma camino
hasta nosotras, en silencio se coloca del otro lado y
recuesta su cabeza en la almohada, ambos mirándonos
fijamente.
–Es tan gratificante llegar y verlas a ambas... –esbozo una
sonrisa. –Son tan hermosas, ambas son preciosas, estoy
enamorado de ambas... –su mano acaricia mi mejilla.
–Y nosotras estamos locas por nuestro pelinegro... –cierro
mis ojos y disfruto de su caricia. –Y bien, ¿Cómo resultaron
las cosas? –abro mis ojos, un destello de felicidad se
pasea por sus ojos.
–La próxima semana, vivirá con nosotros... –sonrió y
asiento. –Él está feliz de que así sea, Leonora está feliz de
que él esté con nosotros.
–Ivy tendrá un hermano mayor, nosotros tendremos un
nuevo integrante, tendremos otro hijo... –Roy asiente e
intentando no molestar a la pequeña besa mis labios y
vuelve a su lugar.
– ¿De verdad estas bien con esta decisión? –asiento
levemente.
–Ella te eligió a ti Roy, por algún motivo lo hizo y sé que es
porque tu darías tu vida por cuidar la de Adam...
Después de él regreso de Roy donde decidimos comenzar
nuevamente lo nuestro, recordé lo de la carta que Leonora
me había entregado. Yo nunca abrí el sobre, siempre lo
guarde para cuando el pelinegro regresara, en cuanto se la
entregue su mirada fue de total tristeza. Aquel nombre
escrito en el sobre no había sido escrito por Leonora, fue
Lorena quien había dejado la carta para Roy.
En aquella carta Lorena dejaba a Adam al cuidado de Roy
por si algo le llegaba a pasar, le entregaba la total tutoría
sobre el pequeño, que Roy fuera quien lo adoptara y fuera
su hijo adoptivo. Leonora no sabía sobre esto, pues
tampoco quiso indagar sobre aquella carta, en cuanto Roy
decidió aceptar el pedido de Lorena, la castaña y su familia
estuvieron de acuerdo con que ese trámite comenzara su
rumbo.
Así que después de dos años de tanta espera hoy por fin
Adam pasara hacer un Lehner, Román no podía creer la
manera en como Roy estaba actuando y acepto de
inmediato que ese niño fuera parte de esta familia. En todo
este tiempo el pelinegro se fue acercando a Adam, ambos
reforzaron su relación, tienen una maravillosa amistad y me
alegra mucho saber que pronto estará con nosotros e Ivy
en casa.
Lo veo levantarse de cama y camina hasta donde me
encuentro, se coloca sobre mí y besa mis labios, mis dedos
se enredan en su cabello azabache, esos grises tan
hermosos e hipnóticos me miran fijamente. Los quejidos de
la pequeña se escuchan y él tomándola la acuna en sus
brazos, los observo a ambos, le doy un espacio y ambos
miramos con amor a Ivy.
–Si me dieran a elegir un nuevo contrato de matrimonio y
que tú seas la chica... –voltea a verme. –Sin duda lo
aceptaría, estar atado a ti es lo mejor que pudo pasarme...
–las lágrimas se agolpan en mis ojos. –Ivy ha sido el mejor
de los frutos, será igual que tú, tenaz, guerrera.
–Tú me hiciste fuerte, me hiciste tenaz, me salvaste tantas
veces, me enseñaste a amar, a sufrir, a tantas cosas Roy,
pero más que nada, hacerme feliz... –acerco mi rostro y
acaricio su nariz. –Ivy será tenaz y guerrera, pero tendrá
esa manera tan arriesgada que tú tienes, estoy segura de
ello.
–La amo, demasiado... –sonrió, voltea a verme fijo. –
Siempre estarás atada a mí, Isabella de Lehner Massón –
esboza una sonrisa y asiento.
–Siempre estaré, Atada a tu Amor...
FIN.
EPILOGO.
Mis manos entrelazadas sobre mi abdomen, mi cabeza
recostada, mi vista al frente, tomo una bocanada de aire y
doy un asentimiento.
–Año y diez meses Roy, ¿Cómo te has sentido? Cuéntame de
cómo ha cambiado tu vida... –la voz del médico me hace
sonreír.
–Yo... No puedo creer que una niña tan pequeña podía
traerme tanta calma y fuerza a mi vida... –sonrió aún más. –
Podría decir que Ivy me ha dado la suficiente fuerza para
lograr lo que quería, apaciguar un noventa por ciento mi ira,
mi mal humor, mi ansiedad.
–A mí me alegra saber cuánto has mejorado en este periodo,
pero cuéntame, ¿Cómo van tus cosas en el hogar?
–Feliz, no me quejo de esa mujer que me espera cada día en
casa, quien antes de dormir me dice que me ama y que está
orgullosa de mi... –volteo a verle. –Ella es maravillosa doctor,
no me quejo, es todo...
Él no dice nada mas solo asiente mientras me sonríe, llevo la
mirada al frente. La vida junto a Isabella, Ivy y Adam es
maravillosa, pero será aún mejor que en mis sueños, eso
estoy muy seguro. Isabella no deja de sorprenderme cada día
con su fuerza al amar, con sus ganas de seguir adelante, con
ella tome las mejores decisiones para mi vida, por ella me
siento dichoso y feliz.
Me levanto del asiento y estrechando mi mano con el
psicólogo que me ha tratado por tanto tiempo me despido.
Sonriente salgo de su consultorio, tomo camino a las afueras
y subo en mi coche, tomo de inmediato camino a casa,
siempre cuando debo volver es lo que más ansió, llegar, verla,
escuchar su voz y sentir el calor de hogar que ella misma ha
impuesto.
_
Después de pasar por un considerado ramo de girasoles y
una caja de chocolates, llego a casa. El ladrido de Summer
me recibe, es una Golden Retriever cachorra que hace tres
meses comenzó a ser parte de nuestro hogar, regalo para
Adam e Ivy. Le saludo mientras ella corretea emocionada por
el frente de nuestra casa, ambos entramos a casa y dejo mis
llaves sobre la mesita a unos pasos de la entrada.
Noto un silencio en casa y eso me deja saber que de seguro
los tres están en la parte trasera de nuestra casa. Paso por la
cocina para tomar un vaso de agua y en ese momento la risa
estruendosa de mi pequeña hija se escucha, una sonrisa se
forma en mis labios y tomando el regalo para Isabella salgo
de casa.
La primera en salir es Summer, el día está fresco, el sol está
oculto por las nubes, Adam esta con un libro en su regazo y
mi pequeña Ivy juguetea por el césped. La cachorra corre
hasta ella y comienzan a jugar juntas, aquello me hace
esbozar una sonrisa, saludo a mi querido hijo adoptivo y
luego paso a saludar a Ivy.
–Hola mi bonita... –digo y ella entre tropiezos corre hasta mí.
–Ivy, mi amor... –ella está en mis brazos y se aleja un poco.
–Papá... –una sonrisa en sus labios, su sonrisa tan hermosa.
– ¿Y mamá? –ambos nos sentamos sobre el pasto y la
siento en mis piernas. –¿Dónde está mamá? –ella busca con
su mirada y luego señala al frente.
–Mamá, allí esta... –corre hasta Isabella de la compañía de
Summer, yo enfoco mi mirada al frente y la veo venir.
Un vestido floreado como en mis sueños, su cabello pelirrojo
es sacudido por el viento, el cabello de Ivy es tan parecido al
de Isabella, ambas son tan hermosas. La pelirroja sonríe al
ver a nuestra pequeña y se agacha para recibirla, escucho la
voz de ambas y yo solo las contemplo juntas, siento la
presencia de Adam a mi lado y al verlo me sonríe.
Él continua su lectura y apoya su espalda en mi brazo, podría
decir que soy afortunado de tenerlo a mi lado, le he dado la
vida tranquila que él merecía desde muy pequeño. Tenerlo en
la familia es muy grato, Isabella lo quiere como un hijo, Ivy lo
adora como su hermano mayor y yo lo amo como desde la
primera vez que lo conocí.
Llevando la mirada nuevamente en dirección a Isabella, la
noto venir junto a Ivy de la mano. Summer corretea alrededor
de ambas, su mano libre acaricia su enorme barriga de ocho
meses, una sonrisa se forma en mis labios, sus azules se
enfocan en mí y la veo sonreír, el arreglo de girasoles
nuevamente en mi mano y la caja de chocolates de igual
manera.
–Hola pelinegro... –dice y colocándose de rodillas logra
sentarse delante de mí. –Son para mí, ¿Verdad? –me guiña y
asiento.
–Feliz aniversario, bonita... –sonríe y se los entrego. – ¿Por
qué cada día eres tan hermosa?
–Todos los días me lo preguntas y yo siempre te responderé
lo mismo... –enfoca su mirada en el arreglo. –Por ti, por
hacerme feliz, porque soy radiante gracias a eso... –alza su
mirada. –Feliz aniversario, amore mío... –me acerco a ella y
beso sus labios.
–Por otro año juntos... –acaricia mi mejilla.
–Por otro año lleno de felicidad, Roy... –ambos bajamos la
mirada y ella acaricia su enorme panza. –A Magnus le
encantan estos chocolates... –rio al escucharla.
–Por eso los traje…
Reímos y luego yo termino por recostar mi cabeza en su
regazo. Su mano acaricia mi cabello y yo solo la observo
comer chocolate totalmente encantada, la risa de Adam e Ivy
se escucha a nuestro alrededor, los ladridos de Summer se
unen, la brisa es fresca y el sonido de los arboles al
sacudirse.
–Te amo, Isabella... –baja la mirada y sonríe.
–Te amo, Roy... –giro un poco mi cabeza y dejo un beso en
su panza, soy feliz, ella es mi felicidad.
_
Isabella Massón
Arreglo mi cabello, podría decir que ya estoy lista para el
gran día, pero aun debo vestir a Ivy y ayudar a Adam con su
traje. Así que recojo mi cabello a ambos lados y que no me
fastidie mucho en la cara, mí vestido color pastel y el cual
hace que mi embarazo se note aún más.
Ya estoy por llegar a las semanas adecuadas para tener a
mi pequeño Magnus, su nombre fue en honor a mamá,
siempre me decía que para Derek quería colocarle Magnus,
pero papá se lo prohibió porque fue ella quien eligió mi
nombre y él tenía el derecho de colocar el de mi hermano.
Aquello se me vino a la mente en cuanto el médico me dijo
que tendría un niño.
No quería apresurarme en salir embarazada nuevamente,
pero Roy y yo hemos decidido tener una familia un tanto
numerosa, aunque con este embarazo me tomare mi
tiempo. En cuanto Magnus llegue, me enfocare en él, Ivy y
Adam, me tomare mi tiempo, continuare con mi local de
postres y me dedicare a mi familia aún más de lo que estoy
dedicada.
Me levanto, me cuesta para ser sincera, esta panza es aún
más grande de la que era cuando mi pequeña Ivy, quien en
dos meses tendrá sus dos años. Este largo tiempo que ha
pasado, ha sido el más hermoso de mi vida, Derek ha ido a
la universidad con honores, el dinero de la empresa de papá
en cuanto logramos venderla fue en parte para la fundación
que mi hermano ha logrado formar. Es una fundación para
personas con cáncer, su nombre es Blue Sky Center, ha sido
Derek quien ha decidido que así fuera en honor a mamá.
Él ahora está estudiando para ser un maravilloso y
grandioso médico, dice que esto fue lo que su mente le
exigió en cuanto mamá nos dejó, sentía la necesidad de
hacer un bien y ayudar a personas que han pasado por lo
que mamá paso, darles lo que necesiten. Los Lehner son
parte de esta fundación, yo no podría estar más que
agradecida, el dinero de las empresas ha sido muy bien
utilizado.
Por mi lado, tengo mi local de pasteles y postres, estoy feliz
con ello, aunque ahora está siendo liderado por Rudy, yo
necesitaba que me cubrieran, ella sin dudarlo decidió
hacerse cargo mientras yo cuido de mi embarazo. Roy y
Fede son parte de la empresa Lehner al igual que Jenell
quien está muy poco de graduarse y ser aún más parte que
los chicos, todos en familia, todos ayudando a Román
quien, por otro lado, está feliz disfrutando de unas largas
vacaciones rodeada de su familia.
–Mi amor, ¿Lista? –escucho la voz de Roy a mi lado y lo
observo.
–Faltan los niños... –en ese preciso momento aparece Ivy a
su lado y luego Adam, ambos vestidos. –Dios, que lindos
están mis niños... –ambos corren hasta mí y les abrazo.
– ¿Y yo? –alzo la mirada, Roy da una vuelta. – ¿No? –hace
un puchero, yo camino junto a los niños.
–Tu siempre estas hermoso... –rodeo sus hombros, beso
sus labios. –Siempre… ¿Nos vamos? –asiente y eso
hacemos.
_
En este momento vamos de camino a la iglesia, es la boda
de William y Jenell, el moreno logro su objetivo, conquistar
locamente a la hermana de su mejor amigo, pero fue él
quien termino locamente enamorado de ella. Su relación se
fortaleció a medida que el tiempo se pasaba, y aunque
Jenell cada fin de semana le terminaba porque William se
iba de fiesta, logro que el moreno tomara un mejor rumbo y
ahora ambos en solo minutos se darán el sí.
Ivy es parte del cortejo, al igual que Adam, mi pequeña debe
ir detrás de su tía, cosa que me pone muy nerviosa, Ivy es
muy juguetona y distraída así que no se si lograra llegar a
su objetivo. Solo espero que los ensayos sirvan de algo,
reiría si observo a Ivy tomar el camino equivocado, ella aún
es muy pequeña para esto, pero Jenell la quería a ella y
Mabel, así que su insistencia puede traer consecuencias.
Roy aparca, ya el lugar está lleno de invitados, noto a
Román junto a Chanel quien le acomoda la corbata y luego
pasa acomodar la de Fede. Noto que también se encuentra
Margarita, al menos tendrá una distracción, Ambar tomo un
rumbo desconocido, después de habernos enterado donde
realmente estaba trabajando en el tiempo que ocurrió lo de
papá y Alan, su madre fue en su búsqueda, pero ya ella se
había retirado de ese trabajo.
Hasta el día de hoy, no se sabe absolutamente nada de ella,
no se sabe de su paradero, no se sabe si quiera si aún
continua en la ciudad. Para Margarita no ha sido fácil, pero
después de todo el tener a los niños en casa le ha traído un
poco, solo un poco de gozo y felicidad a su vida.
Al bajar del coche arreglo el vestido de Ivy y su cabello al
igual que Adam, una de las organizadoras de la boda se
acerca y le entrega un pequeño ramo de flores a mi
pequeña. Yo le digo algunas cosillas para que no lo olvide,
ella como siempre está al pendiente de otras cosas, así que
solo la abrazo y le deseo suerte a la organizadora quien se
lleva a Ivy y Adam a la espera de Jenell.
– ¿Estas segura que solo es un bebé? –escucho a mi lado y
al voltear noto que es Leonora, una sonrisa se ensancha en
mis labios. –Hola Isabella, que hermosa te ves...
–Leonora, cuanto tiempo... –le abrazo y al separarnos le
sonrió. – ¿Qué tal tu viaje?
–Bien, me sirvió de mucho, gracias, siempre recibí tus
mensajes, eres tan buena persona, Isabella, gracias.
Nuevamente nos abrazamos y ella despidiéndose por un
rato se adentra a la iglesia.
–Estoy nervioso... –escucho la voz de Román y volteo a
verlo. –Mi pequeña se casará... –sus ojos se cristalizan.
–Y tendrás el maravilloso honor, de llevarla al altar, no lo
olvides... –digo y él sonríe.
Una de las organizadoras apresurada aparece informando
que Jenell está por llegar y que debemos entrar a la iglesia.
Roy toma mi mano y nos adentramos al igual que Chanel y
Federico, la morena le da unas indicaciones a Mabel quien
solo sonríe, es tan coqueta al igual que su madre, prometió
llevar a Ivy de la mano si algo sale mal, aquello me hizo reír,
es tan parlanchina.
Tomamos asiento en los asientos del frente donde está la
familia de la novia y el novio, algunos amigos de Roy están
presente, les saludamos desde la distancia, yo entrelazo mi
mano a la del pelinegro. Observamos a William quien
claramente está nervioso por este momento, siento un
beso a un costado de mi cabeza y al voltear Roy y yo nos
miramos fijamente.
– ¿Nos casamos? –aquel susurro me hace reír.
–Está bien... –susurro y él sonríe. – ¿Nos casaremos
siempre que pisemos una iglesia? –se encoge de hombros
y asiente.
–No me cansaría de casarme contigo, bonita... –beso sus
labios.
–Yo tampoco me cansaría de ello...
Y es que con este tema es algo muy cierto, hemos tenido
una que otra boda de amigos y algunos conocidos, y Roy al
terminar la boda le pide al padre casarnos, aunque sea algo
veloz. Siempre rio al detenerme frente a él y decir los votos,
esto se me volvió costumbre, aunque le he pedido que en
esta ocasión no, esta vez no nos casaremos por sexta vez.
La melodía que sale del piano forma un silencio y todos nos
ponemos de pie. En la distancia noto a Román junto a
Jenell la cual su cara esta oculta por el velo, pero a simple
vista se ve hermosa. Comienza su andada por el pasillo de
la iglesia con destino al altar, apoyo mi quijada en el
hombro de Roy y los observo.
Román esta sonriente, con algunas lágrimas bajando por
sus mejillas, detrás viene Ivy con su arreglo en las manos y
totalmente confundida, aquello me hace reír un poco,
seguido de ella esta Mabel esparciendo pétalos, luego un
sobrino de William con los anillos y luego Adam quien lleva
las arras de oro en un cofre.
Mi aliento es expulsado con alivio al notar que Ivy llego sin
ningún problema, corre hasta nosotros y Roy la toma en sus
brazos. El padre nos pide sentarnos y Adam continua con el
cortejo, se suponía que Ivy también, pero ella prefirió estar
en los brazos de su padre, la ceremonia comienza y todos
nos mantenemos callados, observo fugazmente a Roy y el
recuerdo viene a mí de inmediato.
Su mirada sobre mí, la manera en cómo me observaba,
cuando me dijo que estaba hermosa, en mi mente solo
decía que era algo para hacerme sentir bien cuando él
simplemente lo estaba haciendo de verdad. Nuestras
manos entrelazadas, la firma del cuaderno, el momento de
darnos un beso para dejar en claro que ya estábamos
unidos ante todos, aquel momento donde no quería separar
sus labios de los míos, donde le di a entender que algo
estaba comenzando a nacer dentro de mí.
William y Jenell se colocan frente a frente, ambos se
observan, las lágrimas se agolpan en mis ojos, es tan
bonito ver como dos personas deciden unir sus vidas, y
reforzar su amor. Aunque lo mío con lo de Roy comenzó
como un simple contrato, termino por ser el más hermoso
amor de todos, la enseñanza a su lado ha sido muy
importante, su constante amor, ser parte de su cruel
pasado, siendo yo la única que pudo lidiar con todo, pasaría
infiernos e infiernos por solo querer estar a su lado.
Ambos se dan los votos, colocan sus alianzas, aquella
mirada de ambos es tan hermosa, unas palabras más del
padre y en ese momento el velo de Jenell pasa a estar
detrás de su cabeza y entre sonrisas se dan el beso que da
por iniciado su matrimonio. Todos aplaudimos, las fotos no
tardan, las felicidades para ambos se escuchan en todo el
lugar.
–Nuestro primer beso... –susurra Roy, voltea a verme, yo ya
lo observaba. –Vive en mi mente cada día, gracias por no
querer detenerlo en ese entonces... –una sonrisa se forma
en mis labios y asiento.
..
Todos están atentos al baile de padre e hija de Jenell y
Román, Roy, no tardo en tomar a Ivy en sus brazos e ir a la
pista y bailar con ella. Federico de igual manera con Mabel,
yo tengo ganas de llorar al verlos, Chanel ya se me
adelanto, rio al ver a la morena llorando, Adam está a mi
lado, su mano acariciando mi panza, le sonrió él me abraza.
La relación que ambos nos tenemos es tan grata para mí,
me gusta tenerlo en la mesa cada mañana para su
desayuno, esperarlo al llegar de la escuela, escucharle leer
sus libros, verle reír junto a Ivy, escucharle decir que se
siente ansioso de que Magnus llegue pronto al mundo.
– ¿Bailamos mamá? –le observo y una sonrisa formándose
en mis labios asiento.
–Como me negaría a bailar con mi chico guapo...
Me levanto y despacio caminamos hasta la pista, es muy
rara la vez que Adam me dice mamá, pero cuando lo hace
se nota que lo hace de todo corazón. La voz de Ed
Sheeran suena por todo el lugar, al ritmo de la música bailo
con él, ambos sonreímos, el coloca sus manos en mi panza,
un beso es dejado en ella.
–Gracias... –susurra, yo lo observo. –Eres una gran mamá,
gracias por cuidar de mí... –me rodea con sus brazos. –Me
gusta esta familia, es la mejor... –se aleja y yo tomo sus
mejillas.
–Tu eres parte de nosotros Adam, eres parte de lo mejor de
la familia, te queremos, no lo olvides... –esboza una sonrisa
y asiente.
En ese momento Leonora aparece y pide bailar con él, le
sedo el paso y cuando estoy por volver, aparece mi
pelinegro con una sonrisa en sus labios. Me toma y
comenzamos a bailar, apoyo mi cabeza en su pecho, su
mano derecha en mi espalda, su mano izquierda
acariciando mi panza, aquello me hace sonreír, comienza a
cantar en mi oído.
–I’ll be taking my time, spending my life, falling deeper in
love with you.,.
Aprovechare el tiempo en gastar mi vida enamorándome,
profundamente de ti...
Nos alejamos y rodeo sus hombros, nos miramos
fijamente, mis azules enfocados en sus hermosos grises,
aquel rostro que antes era serio, triste, lleno de agonía,
aquel que solo demostraba ira y dolor. No es más que un
rostro y una mirada llena de felicidad, momentos
maravillosos, amor, disfrutando cada día lo vivido. Acerco
mi rostro a él y uno mi frente a la suya.
–Mi hermoso pelinegro... –susurro. –Mi dolorosa decisión,
pero mi más grande amor, te elegiría en esta vida y otras
más, Roy, para ser parte de tu cambio, para ser parte de tus
logros, acepto... –sonríe y asiente.
–Mi hermosa pelirroja... –susurra. –Mi jodida obligación,
pero mi más grande tesoro, te elegiría en esta vida y otras
más, Isabella, para ser tu apoyo, para ser parte de tu
cambio, acepto...
En ese momento los aplausos se escuchan y nosotros nos
damos un beso en los labios. Reímos al separarnos, ambos
siendo cómplices de nuevamente aceptarnos el uno al otro,
los votos siempre cambian, pero el amor siempre está
plasmado en las palabras. Porque nunca olvidare mi
experiencia de haber tomado decisiones para salvar a lo
amado por mí, nunca olvidare todo lo que me llevo hasta
este hermoso momento, estar atada al amor, de Roy
Lehner.
EXTRA I
Siete horas y media, eso es lo que llevo de horas de parto,
estoy recostada en la cama de mi habitación, tomo largas
bocanadas de aire, intento pedirle a mi cuerpo que aguante,
que soporte el dolor, Ivy está junto a mí al igual que Roy,
Chanel, Margarita e incluso Rudy.
Observo de lejos a las enfermeras a la espera de Magnus,
están alrededor de la piscina donde entrare en labor de parto,
este segundo parto es uno de los más fuertes que he tenido,
con Ivy todo fue tan doloroso como tranquilo. Roy coloca un
pañito húmedo en mi frente.
–Aaah... –muerdo con fuerza mis dientes, aprieto la mano de
Rudy. – ¿Qué ocurre Magnus? ¿Aun quieres más tiempo en tu
pancita? –observo a Roy quien sonríe.
–Solo no quiere dejar su casita aun... –se encoge de
hombros, sus labios en los míos, una sonrisa de mi parte. –
Tu puedes mi vida, tu puedes.
Asiento, un grito brota de mis labios nuevamente, las
enfermeras vienen hacia mí y nuevamente me hacen tacto.
Una de ella esboza una sonrisa, aquello me deja saber que
Magnus ha decidido bajar aún más.
Con la ayuda de ellas y Roy me encamino a la piscina, Rudy
toma a Ivy en sus brazos, en este momento es donde ni
siquiera te importa un bledo quien te mire desnuda, Chanel
camina de un lado a otro ayudando a las enfermeras en mi
habitación.
Esto me lo pensé mucho, quería este parto muy diferente,
eso me hizo sentir mi Magnus, mi pelinegro estuvo de
acuerdo, le pareció estupenda la manera en como quería este
parto. Nos informamos muy bien con nuestro medico de
confianza, todo se llevó a cabo poco a poco, ahora acá estoy,
con medio cuerpo dentro de la piscina, con Roy junto a mí.
–Roy, recuerda, eres su mayor apoyo, esto es juntos o nada,
se su fuerza, su aliento, sus ganas de llevar esto acabo... –la
enfermera con más edad habla. –Ella es tu esposa, tu amiga,
tu compañera, ella es...
–Todo, ella lo es todo –la enferma sonríe y asiente.
–Magnus ya quiere salir, tanto nos ha hecho esperar y mira
nada mas ahora quiere salir con prisa –todos ríen, ella
enfoca su mirada en mí. –Isabella, es tu cuerpo, es tus ganas
y anhelo de traerlo al mundo, esta experiencia será muy
inolvidable, piensa en algo que te haga sentir feliz, plena –
cierro mis ojos, aquel rostro grabado en mi corazón y mente.
Siento mis ojos humedecer, mamá sin duda alguna no me
abandona en este momento, reprimo mis ganas de llorar. Roy
detrás de mí, apoyo mi cabeza en su pecho, volteo a mi lado,
Ivy está allí, observándonos, hubiera deseado que Adam
estuviera con nosotros, pero ahora está en casa de sus
abuelos.
Tomando una bocanada de aire asiento, las enfermeras
ayudan abrir mis piernas, la mano cálida de Roy acariciando
mi vientre, siento esas inmensas ganar de pujar y me lo
permito. La enfermera que hace un momento me hablaba,
cuenta hasta veinte repetidas veces, descanso, luego
comienza a contar cada vez que siento ganas de pujar.
Observo como el agua se torna rojiza, ella asiente
tranquilamente, en ese momento tomando ambas manos de
Roy comienzo a pujar con aun más fuerza. Ella me alienta me
dice que continúe de esa manera, un grito brota de mis
labios, mis ojos duelen por cerrarlos tan fuerte, en ese
momento los abro, miro al frente, un nudo en mi garganta, le
pido a mi mente que no la esfume, que si es un espejismo
que lo deje por unos segundos más.
–Mamá… –susurro, de pronto el fuerte llanto de un bebé se
escucha en toda la habitación. –Es Magnus, es nuestro
Magnus... –lo colocan en mi pecho, su cuerpo tembloroso, su
llanto disminuyendo, cierro mis ojos, acerco mi rostro a su
cabecita, le susurro. –Mamá está aquí, ojalá hubieras visto a
tu ángel, estuvo aquí –susurro solo para él.
Todos lloran, ríen, las felicitaciones en nuestro alrededor, al
girar un poco mi cabeza observo a Roy, sus ojos vidriosos,
sus labios en los míos, escuchamos la voz de Ivy preguntar
que si es su hermanito, todos reímos y le afirmamos, mi
pequeña salta de la emoción al verlo.
Lo toman de mi pecho y proceden a limpiarlo, medirlo,
pesarlo, Roy sale de la piscina, las enfermas restantes se
encargan de mí, Rudy al igual que ellas. Roy sale con prisa
para decirle al resto de la familia que espera fuera que ya
nuestro pequeño Magnus ha nacido, escucho un sollozo y
buscándolo me doy cuenta que es Chanel.
– ¿Siempre lloraras? –sonríe mientras limpia sus lágrimas.
–Es imposible para mí no hacerlo... –sonrió ella me guiña. –
Te quiero Isa, felicidades.
–Y yo Chanel, siempre será así.
..
Después de haber recibido todas las atenciones, estoy
recostada en mi cama, las enfermeras ya con Magnus en sus
brazos y arropadito me lo entregan. Acunado en mis brazos,
su carita ancha, mejillas redonditas, labios diminutos, una
nariz preciosa, con mi dedo índice acaricio todo su rostro.
Me siento cansada, pero prefiero mirarlo a él, observarlo.
Escucho la puerta de mi habitación abrirse y todos
comienzan a entrar, globos azules y blancos, peluches, flores,
todo por el mismísimo Román Lehner. Observo sus ojos
humedecer, no tarda en abrazar a Roy, el primero en
acercarse es mi hermano Derek, se arrodilla junto a mí y lo
observa.
–Felicidades, Bella... –le sonrió, me abraza, al alejarnos
observa a Magnus. –Bienvenido campeón, bienvenido.
Se aleja y le da el paso a Fede, sonriente me felicita, le toma
una foto a Magnus, Mabel está a su lado, aquella lo mira con
una sonrisa en sus labios, tocas sus mejillas y ríe mientras
oculta su rostro, aquello me hace sonreír. Luego esta Román
quien más calmado se acerca a mí, lo observa, intenta no
llorar nuevamente.
– ¿Puedo?
–Creí que no me lo pediría... –ríe y asintiendo acuna a
Magnus en sus brazos.
–Mi sueño se está cumpliendo –dice y todos le miramos. –
Un jardín lleno de nietos, ese es mi sueño, se está realizando
cada vez más y más.
Todos quedamos en silencio, las lágrimas se agolpan en mis
ojos, la imagen de Román con Magnus en sus brazos, Ivy en
los brazos de Roy, todos a mi alrededor, todos sonrientes, el
pensamiento haciéndome querer ver a mamá y papá entre
nosotros. Esto es lo que siempre me gusta tener cada día, la
familia, amigos, la felicidad y el amor.
–Te cumplí mamá... –susurro mientras todos están a mi
alrededor. –Soy feliz, si lo soy.
_
Con Magnus en mis brazos mientras le doy de su biberón,
Roy se mueve de un lado a otro junto a Adam e Ivy. La
pequeña con esa mirada de felicidad, Adam ayuda a Roy
con las cajas, es nuestra tercera navidad juntos y ahora se
nos sumó mi pequeño pelinegro.
Todos esperaban que Magnus fuera pelirrojo, pero no fue
así, Roy gano, ahora él y nuestro pequeño comparte el
mismo color de cabello. Los observo mientras sacan todas
las cosas para decorar el árbol de navidad, sonrió al notar
que Ivy toma cada una de las esferas de color.
Al bajar la mirada observo a Magnus plácidamente
dormido, saco la mamila de su biberón de la boca y
procedo a colocarlo en mi pecho y hombro. Comienzo a
darle golpecitos en la espalda, poco a poco va soltando sus
gasecitos y yo mientras le tarareo una canción, al ya darme
por convencida que está dormido tomo camino a su
habitación.
Ya en ella lo acuesto en su cuna y lo observo por unos
segundos, me gusta verle dormir, tan tranquilo, tan en
calma, siento unas manos rodear mi cintura y un mentón
apoyarse en mi hombro. Sonrió y cierro mis ojos, aquel olor
que él siempre tiene, perfume fino, tan suave, entrelazo mis
manos a las suyas.
–Necesitamos de una mujer hermosa que nos ayude con el
árbol de navidad –dándome media vuelta lo observo y
rodeo sus hombros con mis brazos, nuestros rostros muy
cerca.
–Una navidad más.
–Del millón que nos falta por estar juntos –aquello me hace
sonreír y asintiendo llego a sus labios y lo beso. –Sabes,
nunca llegue a pensar que terminaríamos de esta manera...
–roza su nariz con la mía. –Tenías un jodido humor negro
que detestaba.
–Te gustaba Roy, lo sé –él hace un mohín y termina de
sonreír.
–Me conoces muy bien, me encantaba para ser sincero, tú,
¿Te imaginabas de esta manera? –niego.
–Lo que me imaginaba era simple, esto... –beso sus labios.
–Esto es aún mejor que mi imaginación.
Sonreímos mientras nuestros labios están unidos, en
silencio salimos de la habitación de Magnus. Volvemos con
Ivy y Adam quienes ríen al colocar las luces al árbol, nos
unimos a ellos, yo me encargo también de decorar la
chimenea, Roy se divierte mientras canta con los chicos
villancicos.
–Esto sí que no me lo imaginaba... –voltea a verme,
comienza a reír. –El rudo, Roy Lehner cantando villancicos,
imperdible –se encoge de hombros y guiña.
–Soy una caja de pandora, bonita, quien quita y uno de
estos días te cante algo de Jhon Travolta –aquello me hace
carcajear.
–Ay por Dios no, que horror –se acerca a mí y me roba un
beso. –No me quejo si es un concierto privado –esboza
esa sonrisa de complicidad que tanto me encanta.
–Me lo pensare, no soy así de fácil –le doy un leve golpe en
el hombro. – ¿Te parece mañana?
Ambos reímos y yo le alejo para que deje sus
provocaciones a un lado, continuo con lo mío al igual que
ellos. Me divierte escucharles reír, cantar e incluso discutir
por quien colocara la estrella, aquello me hace sentir feliz,
plena, totalmente enamorada de todo mi alrededor, no
podría quejarme, Roy me ha dado tanto, pero sobre todo un
hogar lleno de sonrisas.

Adam esta delante de mí, acomodo su corbata gris, cepillo
su cabello, él acomoda los botones de su camisa. Se me
hizo gracioso cuando llego y observe que lo hizo dejando
uno sin cerrar, él me sonríe y al terminar de vestirle me da
un abrazo y sale con prisa de mi habitación.
Yo termino de arreglar mi maquillaje, mi cabello recogido
en un hermoso peinado, un vestido color melocotón claro,
mis labios de un color carmesí, coloco un poco de perfume
suave y luego mis sandalias de tacón. Noto que desde la
puerta de mi habitación alguien me observa y es Roy, aquel
me sonríe.
–Debes dejar de hacerme esto cada vez que tenemos algún
evento o salida a comer, debes dejar de vestir de esa
manera, lo haces para provocarme –me levanto y tomando
mis cosas niego.
–Iluso... –paso junto a él mientras sonrió de lado y tomo
camino a las escaleras, noto que Ivy está junto a Adam y
Magnus, quien duerme en su coche. – ¿Listos? –los niños
entusiasmados asienten.
–Te voy a castigar... –el susurro de Roy detrás de mí. –No
debiste responder de esa manera, niña mala. –aquello me
hace reír.
–Bueno vamos mis pequeños, la fiesta en casa de abuelo
Román nos espera –ellos salen con prisa de casa, yo tomo
a Magnus en mis brazos, volteo y Roy me observa, al
caminar me detengo a su lado y acerco mi boca a su oído.
–No llevo ropa interior, buena suerte.
Escucho un suspiro de su parte y salgo de casa, la silla de
coche para bebes esta lista y acuesto a Magnus. Cada día
crece, pero como duerme, lo dejo seguro y subo al coche,
observo a Roy venir y reprimo una sonrisa, enfoco mi
mirada al frente, él rodea el coche y sube, enciende este y
sin decir nada más toma camino a la mansión Lehner.
_
Al llegar nos encontramos con todos los invitados, familia,
amigos, socios de Román, el jardín está muy hermoso,
Chanel esta con Magnus en sus brazos, Jenell está junto a
William. Hace ya un mes que regresaron de su viaje, se
dieron un merecido descanso, les trajo muchas cosas a los
niños, ella se ve tan feliz.
Margarita es parte de la fiesta, esta noche ella no trabaja,
desde que Ambar desapareció de su vida la familia Lehner
la atesora y cuida más de ella, aun trabaja acá, pero no con
el mismo afán de antes, por suerte, se siente feliz rodeada
de los niños.
Mabel e Ivy juegan entre risas, Derek esta con Adam y sus
video juegos, pero en esta ocasión una chica muy linda esta
junto a mi hermano. Todos disfrutan de la fiesta de
nochebuena que organizo Jenell, nos ha demostrado que
es muy buena para organizar fiestas, la risa de Román se
liga con la de Federico y Roy, los observo, aquello me hace
sentir bien.
–Debes darme tu secreto cuñada –Jenell se acerca a mí. –
¿Cómo es posible? Dos niños y mira que hermosa que
estas, no, no, imposible, debo tener ese secreto para
cuando a mí me toque... –ambas tomamos de nuestra
copa.
–Este es el halago que siempre me encanta escuchar... –
reímos. –Todo te ha quedado perfecto como siempre.
–Ver a papá feliz y rodeado de las personas que quiere, es
lo que más me hace sentir plena –ambas llevamos la
mirada hasta él. –Nunca te agradecí, Isa –volteo a verla, la
miro confundida. –Tú fuiste un apoyo muy inmenso para
papá, le diste una pizca de paciencia y comprensión en mi
ausencia, eres tan especial y fundamental en esta familia...
–no evito sentir ganas de llorar, las lágrimas agolpándose
una a una.
–Es un gran hombre, no llegue a pensar que tenía un
corazón tan noble y cálido, pero tú eres parte de eso
también, tu llegada fue lo mejor que le ha pasado Jenell,
hermanos que te quieren, un esposo, un padre, tus cuñadas,
tus sobrinos –la veo parpadear repetidas veces.
–Soy feliz, otra navidad con todos ustedes, con un
integrante nuevo, porque todas sean de esta forma... –
ambas brindamos y nos abrazamos. –Iré donde William, lo
descuidas cinco minutos y ya está comiendo como puerco.
Rio tanto que lagrimillas bajan por mis mejillas, de pronto
mi mirada se encuentra con la de mi pelinegro, aquellos
grises me miran fijamente, fugazmente observo a Chanel
quien está junto a Margarita y claramente Rudy. Magnus
feliz de estar en sus brazos, vuelvo nuevamente mi vista a
la de Roy y sonriendo de lado me doy media vuelta y me
adentro a la casa.
Esta silenciosa, todos los trabajadores están en la cocina,
llego hasta las escaleras, me detengo en el primer escalón,
escucho unos pasos y aquello me hace esbozar una
sonrisa. Subo uno a uno los escalones, observo por encima
de mi hombro a Roy venir detrás de mí, al llegar a nuestra
habitación entro y camino hasta la ventana que da con el
jardín, la luz apagada, solo la luz de la luna iluminando un
poco.
El cerrar de la puerta se escucha, sus pasos poco a poco
acercándose, sin siquiera dejarlo llegar hasta mí, abro el
cierre a un costado de mi cuerpo y dejo mi vestido caer al
suelo. Escucho un suspiro de su parte, aquello me hace
erizar la piel sin ni siquiera tenerlo tan cerca, siento su
pecho chocar en mi espalda, su mano suave y calidad subir
por mi muslo.
–Mentirosa –dice, mientras que sus labios recorren mis
hombros. –Llevas ropa interior, que manera la tuya de
provocarme, Isabella –me doy media vuelta y sonrió.
–Obsequio de navidad en bandeja de plata, ¿O no lo
quieres? –coloca la palma de su mano en mi espalda y me
presiona aún más.
–Me he portado bien todo el año, lo merezco.
Me alza con fuerza, yo rodeo mis piernas en su cintura y sin
esperar más beso sus labios. Mis dedos alborotan su
cabello estilizado, sus labios se tornan rojizos por cada
beso que le doy, como puedo comienzo a desbotonar su
camisa, mis senos desnudos sintiendo la piel caliente de su
pecho.
–Debemos ser rápidos, no levantar sospecha –digo con
voz acelerada y mi respiración con prisa.
– ¿Rápidos? Para nada, disfrutare de ti como me lo
merezco.
Caemos sobre la cama, aquellas sabanas se hacen todo un
desastre, baja su pantalón de vestir mis manos toman de
su trasero. Aprieto con fuerza, siento aquella erección
chocar en mi intimidad, un gemido brota de mis labios, Roy
sin previo aviso se adentra de una estocada haciendo así
que brote un chillido de mis labios.
Me besa, me acaricia, me observa, hacía ya bastante
tiempo que no jugábamos como unos adolescentes, que no
nos escapábamos en medio de una fiesta, que no
hacíamos tal locura. La manera en cómo me mira, como
me toca y olfatea mi piel, sus dientes mordiendo, su lengua
lamiendo, mi cuerpo reacciona ante cada cosa que él hace
conmigo.
Muerdo sus labios, clavo mis uñas en su espalda, acelera
sus movimientos, aquello me deja sin aliento. Con prisa me
coloca sobre él, sus tatuajes relucientes, se acerca a mí,
oculta su rostro entre mis senos, pasea su lengua por el
estrecho camino, mis dedos se enredan en su cabello. Los
movimientos rápidos, la adrenalina corriendo por las venas,
el miedo de ser interrumpidos o descubiertos.
Un gruñido brota de sus labios, su boca llega hasta la mía,
un profundo beso, los gemidos brotan de mis labios, la
prisa de hacerlo y volver, me aferro a sus hombros. Muerdo
sus labios, besos sus hombros, la presión que logra
conmigo sobre él, aquella sensación placentera se expande
por todo mi cuerpo haciéndome gemir cada vez más bajo.
Roy cae de espaldas, yo paso a estar recostada a su lado,
ambos viendo el techo.
–Es imposible controlarse contigo, sin dudas el mejor
regalo de navidad –rio y volteo a verlo. – ¿Abra repetición
en casa?
– ¡Roy! –se levanta y ríe, me ayuda a levantar y busca mi
vestido.
Ayudándome a ponerlo nuevamente, coloco mi ropa interior
y luego voy al baño para arreglar mi maquillaje. Al verme en
el espejo comienzo a reír, mis labios con labial regado, soy
un jodido asco en este momento, arreglo mi cabello, mi
vestido, limpio aquellos besos rojizos que dejo Roy en mi
piel gracias a mi labial.
Lo veo entrar, el ríe al verse y lava su cara, arregla su
cabello y traje, ambos nos vemos a través del espejo,
sonreímos y minutos después al terminar de arreglarnos,
tomamos camino fuera de la habitación. Ya con la
respiración menos dificultosa volvemos a la fiesta.
Todos están en lo suyo, sé que ni siquiera notaron nuestra
corta ausencia, camino hasta donde se encuentra la
morena, tomo asiento a su lado y me entrega una copa de
vino, al verla de reojo, noto que sonríe ampliamente, aquello
me confunde y la frunzo el ceño.
– ¿Buscando el tercer bebe? –comienzo a toser, Chanel ríe
a carcajadas. –Debiste ver tu cara, fue todo un poema.
–Eres increíble... –sonrió mientras tomo un sorbo de mi
copa. –Por suerte me estoy cuidando, echaba de menos
esas escapadas, no lo niego... –ella me guiña y asiente.
–Vivan las folladas en nochebuena –me guiña.
– ¡Chanel!
– ¡¿Qué?! Es verdad.
Ambas reímos, charlamos de otras cosas y luego Román
Lehner nos llama hasta donde se encuentran. Rudy me
entrega a Magnus quien ahora me mira con esos hermosos
ojitos achinados, Ivy está junto a Roy y Adam de igual
forma. Me coloco junto al pelinegro, le observo, él al
mirarme me regala esa sonrisa lasciva que, aunque no
quiera admitirlo, me encanta.
Observo mi alrededor, Jenell junto a William, luego esta
Chanel junto a Mabel y Federico, ambos riendo, Derek y su
compañera y Rudy. Margarita a un lado de Román quien la
atesora como su compañera de tantos años, su mejor
amiga, quien da la vida porque todo esté en orden en esta
casa.
Román nos observa a todos, una sonrisa se ensancha en
sus labios, alza su copa y nos da un leve asentimiento.
–Siento que cada navidad a vuestro lado, es aún mejor,
nuevos integrantes, personas nuevas a conocer, gracias por
acompañarnos en esta nochebuena –todos le sonreímos. –
Mis hijos, que podría decir de ellos, detrás de un buen
hombre hay una maravillosa y gran mujer, eso lo saben
ustedes en este momento, pero con Jenell, mi amor, mi
pequeña hija, tu serás esa gran mujer para tu compañero...
–la pelinegra con ojos brillantes asiente. –Feliz navidad les
deseamos toda la familia Lehner a nuestros invitados, feliz
navidad a mis hijos, mis nueras, mis amigos, feliz navidad a
mis nietos, no imaginan lo feliz que hacen a su abuelito
Román, que cada año nuestra navidad, sea aún más alegre
y con hermosos momentos vividos –alza su copa
nuevamente y sonríe. –Feliz navidad.
Todos comienzan aplaudir, una sonrisa en mis labios, bajo
mi mirada, observo a Magnus quien me mira fijamente,
acariciando sus mejillas esboza una bonita sonrisa. Roy me
rodea con su mano derecha y al voltear a verlo le veo
sonreír, Ivy se abalanza y nos abrazamos, Adam se nos une
y todos reímos.
–Feliz navidad, mi bonita.
–Feliz navidad. mi amado.
EXTRA II
Roy Lehner
Estaba recostada en mi pecho, la observaba, su respiración
lenta y profunda, algunos rayos del sol chocaban en su piel
blanca, algunas pecas resaltaban en su piel, su cabello
pelirrojo era hermoso entre mis dedos, cierro mis ojos,
disfruto de su compañía, disfruto de su calor humano.
.
–Nena, deberíamos tener un viaje, los cinco, ¿Qué piensas? –
me movía de un lado a otro mientras cocinaba la cena, volteo
a verla y ella como siempre me sonríe. – ¿Qué?
–Nada, me parece genial, por fin una salida de los cinco,
desde que Ivy llego a nuestra vida no hemos planeado una
salida –los balbuceos de Magnus se escuchan a un lado,
está en su sillita disfrutando de su papilla de fresa.
– ¿Dónde quiere ir mi hermosa esposa?
–Ya lo sabes Roy, las Bahamas, me quede con ganas de ir
aquella isla de cerditos –aquello me hace reír y asiento.
–Mucho sexo aquella vez, ¿No?
– ¡Roy! Él bebe tiene oídos.
–Magnus no entiende amor, solo tiene un año y 4 meses.
–De igual forma, son palabras fuertes, así que shhh –coloca
su dedo índice en sus labios y aquello me hace sonreír. –
¿Entonces? ¿Las Bahamas?
–Sí, las Bahamas.
.
Y aquí estábamos, las Bahamas, los niños están en su
habitación nosotros en la nuestra. Rudy nos acompañó,
necesitaba salir por primera vez en tantos años así que vino
con nosotros, además disfruta estar con los niños y nos dio
el sermón de que Isabella y yo merecemos un tiempo a
solas. Eso se lo agradezco, el hecho es que echo de menos
a Isabella, y con echar de menos me refiero a desnuda en
mi regazo.
Aquel pensamiento pervertido me hace esbozar una
sonrisa, de pronto escucho una risita de su parte y al abrir
los ojos la veo mirarme con sus hermosos y grandes ojos
azules, se acerca a mí y besa con ternura mis labios, yo la
abrazo con fuerza y ella hace lo mismo.
–¿Pensamientos pervertidos con tu esposa?
–Detesto que me conozcas tan bien –ríe, me encanta
escuchar su risa, ver como arruga su nariz. –Te amo.
–Lo sé. Roy Lehner, te vuelvo loco.
–Mira nada más, te has despertado con los egos por los
cielos.
Ella ríe y en ese momento la puerta de nuestra habitación
se abre de golpe, Isabella y yo nos sentamos en la cama y
vemos correr hasta la cama a nuestra pequeña Ivy. Se
lanza en el colchón y luego gatea hasta nosotros, luego
esta Adam, quien sonríe y se nos une, los cuatro reímos, Ivy
nos da los buenos días como siempre a su estilo, tierno y
lleno de amor.
– ¿No creen que falta alguien? –la voz de Rudy nos hace
alzar la mirada y la vemos con Magnus en sus brazos.
–Mi lindo gordito… –Isabella sale de la cama y lo toma en
sus brazos.
–Los niños han desayunado, al igual que Magnus, su
papilla de fresa, su favorita –salgo de la cama junto a
Adam e Ivy.
–Rudy, prepárate, al igual que los niños, hoy tendremos un
día muy lleno de diversión.
Los niños gritan de euforia y nosotros los adultos reímos,
salimos de la habitación y yo tomo camino directo a la
cocina. Rudy como siempre tan considerada nos guardó el
desayuno a mi e Isabella, ambos no tardamos y
comenzamos a comer, los niños corren de un lado a otro
para preparar sus cosas, Magnus aprovecha como siempre
de comer nuevamente con su mamá.
–Tiene un hueco sin fin en su estómago –digo mientras lo
veo comer un trozo de melón. –Tú lo tienes así, consentido.
–Oh vamos amor, no digas nada, a ti también te consiento
de la mejor manera –ambos nos observamos.
–Y no tienes idea de cómo lo disfruto –subo y bajo mis
cejas.
–Roy... –sonrió y me encojo de hombros. –Idiota.
Le guiño y continuamos nuestro desayuno y el hecho es
que esta tensión sexual que nos rodea esta tan palpable,
como no podría desearla si cada vez esta mujer es más y
más hermosa a medida de que el tiempo pasa.
_
La voz de Ivy se escucha en el coche mientras canta y
aplaude una de sus canciones favoritas que en este
momento suena, Adam va con un libro en sus manos, Rudy
va descansando mientras que el pequeño Magnus hace lo
mismo, Isabella se mantiene viendo todo el alrededor del
lugar.
Llegando a los muelles todos espabilan y salen del coche,
tomamos todo lo necesario y bajamos. Tomamos camino
por el largo muelle, hay un montón de yates de lado a lado,
yo camino con total seguridad hasta donde se encuentra el
nuestro.
–Imposible –Isabella dice en un hilo de voz. –Dime que no
es cierto, Roy –volteo a verla y sonrió.
–My beautiful and beloved love –digo sonriente el nombre
del yate. –Es nuestro, ¿Les gusta? –nadie dice nada, están
realmente sorprendidos.
El hecho es que antes de venir a este viaje decidí hacer una
considerable compra, un yate para la familia, el nombre es
honor a Isabella, ella es mi bonito y amado amor, de allí su
sorpresa al leer el nombre. Sabe que me refiero a ella,
volteo a verla nuevamente y una sonrisa está en sus labios,
al voltear noto sus ojos vidriosos.
–Idiota por dos.
Rio y sin esperar tanto nos adentramos en él, tiene un
camarote, no es muy grande, pero si es algo lujoso, todo es
totalmente tal cual lo desee, con una hermosa vista al mar
que se puede apreciar desde dentro. La parte trasera y
delantera está muy asegurada por los niños, el capitán que
nos guiara aparece y con entusiasmo se presenta.
Papá metió sus manos en esto, siempre buscando la
seguridad para nosotros así que busco a alguien conocido
y que sabe todo acerca de esto. El hombre de nombre
Gacel nos pide acomodarnos y de inmediato emprenderá el
viaje a la isla que Isabella tanto quiere visitar.
La pelirroja observa todo el camarote, Ivy está junto a Adam
quien no sabe que dulce tomar de la mesa. Rudy con
Magnus en sus brazos le muestra el mar por las ventanas
de cristal, yo me siento a gusto y feliz por esta nueva
adquisición, Isabella siempre es quien me limita, pero esto
lo hice a escondidas de ella porque sé que me diría que con
alquilar uno le bastaría.
– ¿Qué más te traes entre manos, Roy Lehner? –se cruza
de brazos, su pie derecho sube y baja. –Amor, no había
necesidad de tanto, esto es, esto es...
– ¿No te gusta? –sonrió, me fulmina con la mirada.
–Si sabes que me encanta, es hermoso, pero...
–Pero nada, es nuestro, de nuestros hijos, así que cada que
desees venir, nuestro yate estará a tu disposición.
Se acerca a mí, rodea mis hombros, acerca su rostro al mío,
una sonrisa se forma sus labios, su nariz acaricia la mía,
cierro mis ojos al sentir tan maravillosa cercanía de su
parte, sus labios besan los míos con amor, con dulzura.
–Entonces disfrutemos nuestro día, ¡vamos!
Los niños salen al igual que nosotros, la brisa alborota el
cabello pelirrojo de Isabella, camina hasta la orilla de la
parte trasera y abre sus brazos. La observo desde una
distancia, alza su rostro, una sonrisa en sus labios, sé que
le gusta la libertad, sé que le gusta todo lo que tenga que
ver con lugares abiertos, ama que los rayos del sol choquen
en su piel.
Rudy se sienta con Magnus en sus piernas, les aplica
bloqueador solar a los niños, yo me siento a su lado, ambos
en silencio, noto que termina con Magnus y tomo a mi
pequeño en brazos. Su cabello azabache como el mío, los
ojos claros, su nariz respingada y esa sonrisa que heredó
de su madre.
–Mi niña es tan feliz –volteo a ver a Rudy. –Has sido lo
mejor que le ha pasado, Roy –niego con una sonrisa en mis
labios.
–Te equivocas, Rudy, es ella lo mejor que me ha pasado,
Isabella ha sido mi segunda oportunidad en todo, soporto
tanto, paso por muchas cosas, pero su corazón nunca dejo
de amarme –llevo mi mirada hasta la pelirroja. –Es mía, no
puedo pedir más que eso.
Noto su silueta, observo como ríe al sentir la brisa fuerte en
todo su cuerpo, la amo, es mi amiga, mi compañera, mi
amante por las noches, mi mujer y esposa por todo el resto
de mi vida, ahora podría decir que creo en las segundas
oportunidades e Isabella es el claro ejemplo de ello.
..
Lágrimas de risa ruedan por mis mejillas al ver a Ivy ser
perseguida por un pequeño cerdito, podría decir que ella
está llorando, pero es todo lo contrario, ríe mientras corre.
La observo detenerse y lo toma en sus brazos, es muy
pequeño, quizás ha de tener unos cuatro meses de nacido,
le encanto en cuanto lo vio, Adam esta junto a Isabella,
ambos tomándose fotos
Yo tengo a Magnus entre mis piernas, juega con la arena
blanca, Rudy disfruta también de la isla, en este momento
está dentro del agua, rodeada de cerdos, escucho el sonido
de uno y al voltear a mi izquierda lo noto. Tomo a Magnus y
le muestro el cerdo blanco con manchas marrones, es algo
grande, pero podría decir que luce amistoso.
–Se parece a tu tía Chanel, ¿No crees? –el bebé ríe y
balbucea. – ¿Quieres acariciar a tu tía Chanel? Sí, claro que
quieres –rio a carcajadas luego escucho un carraspeo a mi
lado, al voltear noto que es Isabella. – ¿Qué?
–Si la morena llegara a escuchar lo que has dicho, créeme
que ya estuvieras ahogado –la pelirroja sonríe y se sienta a
mi lado. –No cambias Roy.
–Oh vamos bonita, Chanel me comparo con un orangután
aquella vez que fuimos al zoológico con los niños, así que
estamos a mano –Isabella rueda los ojos y niega.
–Como digas... –sonríe y toma a Magnus en sus brazos. –
Debo darle algo de comer a Magnus, ve, juega con los
niños.
Sonriente asiento y me levanto, dejo a Isabella bajo un toldo
y me encamino a donde se encuentran mis hijos. Adam e
Ivy juega con un cerdo grande, se podría decir que es como
si fuera el líder de toda esta manada. Tomo a la pequeña y
la coloco en mis hombros, Adam me pide una foto y la
pequeña Ivy y yo hacemos caras locas, luego una foto de
los tres y luego le pedimos a una señora que nos tome una
con el gran cerdo.
–Gracias papi, por este viaje... –tomo a Ivy nuevamente en
mis brazos y beso su mejilla.
– ¿Les ha gustado?
–El mejor viaje papá, deberíamos hacerlo tradición, ¿No
crees? –el hecho de que Adam me diga papá es algo que
me enorgullece, cuando estaba más pequeño nunca dude
un segundo en velar por él y ahora que está a mi cuidado
cada día me hace sentir feliz.
–Me parece una maravillosa idea, lo hablaremos con tu
madre, ¿Ok? –asiente al igual que Ivy.
..
Después de un largo rato de disfrute con los cerdos, los
niños decidieron tomar un descanso. Ivy y Adam comen
algunos dulces mientras que Rudy les cuenta algunas
historias, Magnus esta plácidamente dormido en una
pequeña cama improvisada por Isabella, a medida que las
horas se pasaban llegaban más y más visitantes a la isla.
La pelirroja disfruta de algunas papas con sabor a queso, la
miro por unos largos minutos hasta que sus ojos
encuentran los míos y me sonríe. Extiendo mi mano y ella la
toma, ambos vemos a Rudy ella nos da un asentimiento y
nosotros decidimos tomar un paseo por la isla.
Ambos en total silencio, solo se escucha la brisa y las olas
chocando en la orilla, nuestros pies se hunden en la arena,
su mano entrelazada a la mía, su sola compañía me hace
sentir de la mejor manera. Volteo a verla, ella hace lo
mismo, sonríe, sus mejillas rojizas por el sol, sus ojos
azules tan hermosos, esos labios formando una
maravillosa sonrisa.
–Te quiero... –susurro, ella sonríe y se acerca a mí.
– ¿Qué tanto Roy? –rodea mis hombros con sus brazos. –
Porque yo te quiero tanto, que el amor se me desborda del
corazón.
–Es que no lo sé, eso es lo más irónico, bonita, que te
quiero y amo tanto que no tengo ni idea de cuánto, eres
todo para mí, el mejor de mis cambios.
Cierro mis ojos, ella une su frente a la mía, ambos nos
quedamos así, en silencio, sintiendo la respiración de
ambos, rodea mis brazos, acaricio su espalda descubierta,
su roce en mi nariz me hace sonreír.
–La primera vez que te vi... –comienzo.
–Tu mirada... –dice.
–Mis dedos acariciando tu cabello...
–Mis amenazas... –sonrió al escucharla.
–Tu manera de bailar sobre aquella mesa, con ese hermoso
vestido brillante.
– ¿Tus celos? –abro mis ojos, ya me observaba.
–Tu manera de defender lo tuyo.
–Nuestro primer beso, Roy.
–Nuestra boda ficticia, el inicio de un jodido amor.
–La luna de miel, aquí en las Bahamas, mis ganas de ir
contra marea, la noche que fui tuya.
–Yo amándote.
–Yo siendo del hombre que puso mi vida de cabeza, mi
corazón, todos mis sentimientos.
–Atados... –apunto.
–Atados a un amor... –ella finaliza.
Sus labios besan los míos, una sonrisa formándose en
nuestros labios, la tomo con fuerza y la alzo en mis brazos,
ella entre risas se separa de mí y abre sus brazos, yo doy
vueltas en círculos. Aquel hermoso cabello fuego siendo
alborotado por el viento, la bajo nuevamente y ella une sus
labios a los míos.
Aquella manera que me hace sentir en cada roce, en cada
caricia esta en cada parte de mi cuerpo, nos alejamos, nos
observamos, escuchamos algunas vocecitas en la
distancia y al voltear notamos a Adam e Ivy correr hasta
nosotros. Abro mis brazos y tomo a mi pequeña pelirroja en
mis brazos, Adam abraza a Isabella, miro a Isabella ella me
mira a mí.
Llevamos la mirada al frente y notamos a Magnus en
brazos de Rudy, una sonrisa se forma en mis labios, abrazo
de lado a Isabella, dejo un beso a un costado de su cabeza,
acerco mis labios a su oído y sonrió.
–Me has dado la familia más maravillosa de todas,
esfumaste mis penumbras, desapareciste mi ira y mis
miedos, eres mi luz, eres mi fuerza, eres todo bonita.
Al voltear me sonríe y me da un casto beso en los labios,
Rudy y Magnus se nos unen, llevamos nuestra vista al
frente, observamos el ancho mar, mi corazón se desborda,
pero desborda felicidad, gratitud, desborda algo que, hacia
tanto, tanto tiempo no sentía, el amor familiar, el que por
ningún motivo dejara de existir.

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