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JOHN MAYNARD KEYNES (1883-1946)

Sus estudios los realizó en Cambridge y podría decirse que fue pilar
fundamental para los cambios económicos en Estados Unidos. Sus
enseñanzas se difundieron a todo el mundo capitalista.

Como hemos señalado al hablar de los clásicos, una característica de


su análisis económico es que no han elaborado una teoría de las
depresiones económicas. Por lo tanto no hay remedio para la
depresión porque simplemente no existe. Recordemos lo que decía
Say respecto de algunos desequilibrios. Para estos pensadores las
fluctuaciones podían ser el resultado de acciones de la naturaleza que
indirectamente afectaban a la economía.

Cuando sobrevino la Gran Depresión con el derrumbe de la bolsa de


Nueva York en octubre de 1929, los economistas clásicos se quedaron
sin palabras.

Uno de los fenómenos más importantes que se produjeron en Estados


Unidos como respuesta a la Gran Depresión fue el surgimiento de lo
que se denomina el Estado de Bienestar, cuyos orígenes podemos
encontrar en Alemania en las políticas bismarckianas en materia
social.

Durante la Gran Depresión, el estado de bienestar fue considerado


como un “camino intermedio” entre el comunismo que se afianzaba
en vastos sectores de Europa y el laissez faire del capitalismo de
derecha.

Frente al avance de las ideas de Marx, surgió para que se mitigaran


las durezas del capitalismo, con un conjunto de leyes que otorgaban
una protección elemental a los trabajadores con seguros por
accidentes, enfermedades, ancianidad e invalidez.

Keynes fue tiempo después un cultor del estado de bienestar.

Como resultado de la crisis, se produjeron importantes modificaciones


en materia de ideas económicas.

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Se adoptaron medidas directas para afrontar la caída de precios
industriales y agrícolas, se brindó ayuda organizada desde el Estado
a los que más necesitaban. Se emprendieron importantes obras
públicas para crear puestos de trabajo. Se establecieron subsidios
para el desempleo y el sistema de pensiones a la vejez.

Sin embargo, la economía no reaccionaba favorablemente y el PBI


seguía por debajo de los valores previos a la crisis. En 1937 se produjo
una nueva depresión con una recesión más profunda.

Como dijimos antes la ortodoxia explicaba el equilibrio en el pleno


empleo y ahora esta situación no existía. Y no tenían demasiadas
herramientas porque para ellos el Estado no era un actor económico.

Fue en este contexto que tomó mayor fuerza la obra de John Maynard
Keynes.

El principal libro de Keynes Teoría General de la Ocupación, el Interés


y el Dinero publicado en 1936, en cuyo último capítulo afirma:

"Los principales inconvenientes de la sociedad económica en que


vivimos son su incapacidad para procurar la ocupación plena y su
arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos".

Su libro contiene los argumentos que elaboró para contrastar con la


teoría clásica que dominaba el pensamiento económico de sus
tiempos, demostrando que los fundamentos de dicha teoría son
aplicables sólo a un caso especial porque las condiciones que supone
son un caso extremo de todas las posibilidades de equilibrio, es más
no reflejan la verdadera sociedad económica.

Keynes fue el economista más importante del siglo XX. Acabó con la
idea de que la economía de mercado conduce automáticamente al
pleno empleo.
De este modo, abrió la puerta a la necesidad de concebir la política
económica, esto es, la necesidad de la intervención del Estado para
corregir los desvíos en el mercado de trabajo.

Rechazó idea de la “mano invisible” de Smith, dando por tierra


también con la idea de que el interés personal debidamente ilustrado
actúa a favor del interés general.

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Keynes no se ocupó profundamente por el largo plazo porque decía
que “en el largo plazo todos estaremos muertos”.

Estudió el ciclo económico, siendo uno de sus principales intereses la


estabilidad del nivel de la actividad económica.

Fundamentalmente se lo puede considerar un analista de la


macroeconomía pero de ninguna manera un desconocedor de la
microeconomía. Podría decirse que es el padre de la Macroeconomía.

Aunque se lo conoce como un discípulo destacado de Marshall, en el


primer capítulo de su obra critica la economía neoclásica
profundamente.

Una de las primeras cuestiones que analiza Keynes es la de la teoría


clásica de la ocupación y se ocupa de dar por tierra con cada uno de
los postulados que ellos plantean.

Por un lado cuando se dice que el salario es igual al producto marginal


del trabajo, significa que el salario real de una persona ocupada es
igual al valor que se perdería si la ocupación se redujera en una
unidad y luego se dice que la utilidad del salario cuando se usa
determinado volumen de trabajo es igual a la desutilidad marginal de
ese mismo volumen de ocupación. Esto es que el salario real es el
que basta precisamente para provocar la ocupación del volumen de
mano de obra efectivamente ocupado, Por desutilidad se entiende
cualquier motivo que induzca a un hombre o grupo de hombres a
abstenerse de trabajar frente a un salario que presente para ellos una
utilidad inferior a cierto límite.

Esto es compatible con lo que se llama desocupación “friccional” (por


resistencia), porque una interpretación realista admite por ejemplo
desajustes del tipo de desocupación debida a un desequilibrio
temporal de cantidades de recursos especializados, a intermitencias
en la demanda o a que la ocupación de hombres de una tarea a otra
no pueda efectuarse inmediatamente. Pero este postulado también
se podría vincular a la desocupación “voluntaria” que resulta de la
negativa de un trabajador a aceptar una remuneración inferior a
causa de la legislación, de las convenciones colectivas o como

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consecuencia de su obstinación. En ningún caso los clásicos admiten
otra cosa que podría denominarse desocupación “involuntaria”.

Según Keynes la economía moderna no encuentra su equilibrio en el


pleno empleo, sino que puede haberlo a pesar que haya desempleo,
entonces puede haber escasez de demanda y allí el Estado puede y
debe intervenir para corregir. Cuando hay una depresión la hacienda
pública debe resolver las necesidades.

Keynes supone por un momento que los obreros no están dispuestos


a trabajar por un salario nominal menor y que una reducción del nivel
existente conduciría a que parte de la mano de obra se retirara del
mercado. Esto no sucedería así. Por qué? Porque es posible que
dentro de ciertos límites lo que los obreros reclaman es que no caiga
el salario real, es decir el salario medido en términos de los bienes
asalariados. Pero esto no implica que la ocupación dependa de una
sola variable. La experiencia diaria muestra que los trabajadores
acuerdan un salario nominal no real. No abandonan su trabajo frente
a un aumento en los precios. No sería muy exacto decir que la
desocupación de los ’30 se debió a la negativa de los trabajadores a
aceptar una rebaja en los salarios nominales o a la demanda de un
salario real superior al que tenía la productividad del sistema
económico.

Si efectivamente el salario real existente es un mínimo por debajo del


cual no hay más trabajadores que se ofrezcan, no habría
desocupación involuntaria sino friccional. Pero en general hay más
mano de obra disponible que la que está empleada al salario nominal
existente, aun cuando aumenten los precios de los bienes asalariados
y por lo tanto, baje el salario real.

Lo más complejo quizás es que las conclusiones de los clásicos


pretenden ser aplicables al conjunto de los trabajadores, con un
sistema económico abierto o cerrado.

Keynes concluye que los trabajadores se resisten a reducciones de


sus salarios nominales, que rara vez son generales, lo mismo que no
se oponen a reducciones de su salario real.

El equilibrio con desempleo o subempleo, la derogación de la Ley de


Say, la necesidad de promover la demanda recurriendo al gasto

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público (aun generando déficit), son los elementos básicos de la
teoría de Keynes.

La realidad es que las ideas de Keynes siguen vigentes luego de su


muerte con fuerza no sólo en la teoría sino en la práctica económica.

Fundamentalmente el aporte de Keynes genera un cambio profundo


en el modo de enfocar los grandes problemas económicos, ya que
produce una nueva economía política que estudia los problemas de la
economía en su conjunto y los del consumidor individual.

Respecto de la Microeconomía:

Los empresarios buscan la maximización de la ganancia. Por lo tanto,


en tiempos de crisis su decisión será de no invertir en la producción
de bienes que no podrán vender pero tendrán la alternativa de contar
con ingresos provenientes de la especulación.

En este sentido, los trabajadores sólo pueden ofrecer trabajo en el


mercado de factores de modo tal que en situaciones de crisis al caer
en nivel de demanda de factor trabajo no tiene alternativa. Este
análisis es el pilar fundamental de la crítica de Keynes a sus maestros
que consideraban que la desocupación es voluntaria. Keynes
demuestra que la desocupación es involuntaria puesto que dependen
del nivel de producción y éste último del nivel de demanda de bienes
y servicios.

Con relación a la Macroeconomía:

Como el nivel de producción depende del nivel de demanda efectiva


de bienes y servicios, en una economía que es cíclica (auge, recesión,
crisis y recuperación) el nivel de demanda es la clave de regulación
del ciclo.

En la crisis el Estado debe intervenir creando puestos de trabajo,


mediante la contratación directa o la realización de obras públicas.
Los trabajadores recuperarán ingresos que gastarán en el mercado,
aumentando la demanda de bienes y los empresarios tendrán motivos
para volver a invertir.

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Al invertir para la producción demandarán factores de producción
creando un efecto expansivo y recuperador del nivel de actividad, por
este mecanismo se reactiva el mercado de trabajo reduciendo la
desocupación.

El fondo de esta cuestión es demostrar que puede existir equilibrio


con desempleo involuntario. El Equilibrio General walrasiano suponía
pleno empleo de los factores de producción, pero Keynes advierte
que la igualdad precio=cantidad no implica la ocupación de la
totalidad de los factores de producción ni la comercialización de la
totalidad de lo producido.

Las teorías que Keynes presentó por primera vez en su Teoría general
de la ocupación, el interés y el dinero, no son un nuevo cuerpo
general de análisis económico cabal pero bastaron para cubrir el
camino a la nueva teoría económica. Sus teorías se formaron en el
campo de la investigación, el estudio del ciclo económico que siempre
estuvo separado de la teoría económica general. Su análisis proviene
de la búsqueda de explicación a los cambios de nivel de actividad
económica.

Según Keynes la economía política clásica se ocupó de la distribución


del producto social más que de la cantidad, es decir que trataban de
explicar los determinantes de la participaciones relativas en el ingreso
nacional de los factores de producción y no las fuerzas que
determinan el nivel de dicho ingreso o de actividad económica en
general. El mercado tiende a la plena ocupación de los recursos
disponibles.

La teoría de Keynes se basa en la negación de este supuesto.

El punto de partida es la reevaluación que hace del concepto de


demanda efectiva, esto es el ingreso global que se espera percibir por
las ventas, incluidos los ingresos de otros factores de la producción
por medio del volumen de ocupación que deciden conceder.

Y=W+R

El consumo es función del Ingreso Real

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La teoría keynesiana instituye un sistema de relaciones funcionales
que por la definición de demanda efectiva, hace que el determinante
del volumen de ocupación es el grado en que el empresario juzga que
esta ocupación es rentable.

La demanda total en términos de dinero, mercancías y servicios


determina la rentabilidad. Esta cantidad total de dinero no es otra
cosa que el ingreso total que se ha creado en la economía.

Como gastos e ingresos son las dos caras de una misma moneda, el
gasto nacional es igual al ingreso nacional. Así relaciona el ingreso
nacional con la ocupación. Es decir que la ocupación depende de la
cuantía del ingreso nacional.

G=Y

El paso siguiente es saber qué determina el nivel de ingreso nacional


y cuáles son sus características. Aquí introduce una cuestión adicional
que es que no siempre el gasto es igual al ingreso dado que el ingreso
se destina en parte al consumo y en parte al ahorro.

Y=C+A

Establece el criterio de propensión a consumir que expresa la relación


entre ingreso total y gasto total, es decir que la propensión a consumir
es una función bastante estable del ingreso.

Pc función del consumo y del ahorro

Sólo los más pobres quienes gastan todo su ingreso en consumo y


aunque con mayores ingresos, aumente su consumo, esto será en
menor proporción. Por lo tanto un ingreso mayor implica un consumo
relativamente menor.

La propensión marginal a consumir, expresa cómo se distribuirá un


aumento de ingreso entre consumo corriente y ahorro.

El ahorro es el excedente entre el ingreso y los gastos de consumo.

La definición de ingreso nos lleva a la de inversión corriente. Esto es


la adición corriente al valor del equipo de capital que ha resultado de

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la actividad productiva, que equivale a lo que recién definíamos como
ahorro que es la parte del ingreso que no se consumió.
A=Y-C
Y=C+I
I=Y-C

El monto del ahorro es la consecuencia del proceder colectivo de los


consumidores individuales y el monto de la inversión es el resultado
de la conducta colectiva de los empresarios individuales, estas dos
cantidades son necesariamente equivalentes.

A=I

Esta igualdad es así en función que ambos (ahorro e inversión)


resultan del excedente del ingreso sobre el consumo.

Si se admite que el ingreso es equivalente al valor de la producción


corriente, que la inversión es igual al valor de aquella parte de la
producción que no se ha consumido y que el ahorro es igual al
excedente del ingreso sobre el consumo, la igualdad entre ahorro e
inversión es la consecuencia necesaria.

Ingreso=Valor de la Producción= Consumo + Inversión


Ahorro= Ingreso – Consumo

Por lo tanto,
Ahorro = Inversión.

La equivalencia entre ahorro e inversión surge del carácter bilateral


de las operaciones entre productor por un lado y consumidor y el
comprador de equipos de producción. El ingreso es el resultante del
excedente que percibe el productor por la venta, sobre el costo.

En definitiva el ahorro es el excedente de ingreso sobre el consumo


y no puede diferir de la incorporación de bienes de capital (inversión)

De esta ley fundamental se deriva una consecuencia también


fundamental. Puesto que el ingreso total tiene que ser igual al gasto
total, y el consumo corriente no absorbe todo el ingreso generado por
la economía, la diferencia se destinará a inversión.

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Y=C+I

El volumen de ocupación está determinado por el nivel de ingreso,


por lo tanto podemos decir que el volumen de ocupación está
determinado por el nivel de consumo e inversión de una economía.

Esta simple afirmación nos permite abordar nuevamente el problema


del nivel de equilibrio de la ocupación y nos demuestra que es
necesario cierto nivel de inversión para conservar determinados
niveles de ingreso y de consumo.

Dados consumo, inversión e ingreso, si la inversión desaparece,


disminuirá el gasto total y el ingreso (por lo tanto la ocupación) no
pueden mantenerse en el nivel anterior.

El consumo disminuirá menos rápidamente lo que implicará un nuevo


movimiento hacia abajo del ingreso, encontrando un nuevo nivel (más
bajo) de igualación. Esto determina por lo tanto, un nivel menor de
ocupación.

Como las tres patas de nuestra ecuación se condicionan mutuamente,


y como hay una relación constante entre dos de ellas (consumo e
ingreso), habrá un nivel de equilibrio del ingreso para cada nivel
posible de inversión. Hasta aquí hay un sistema keynesiano de
relaciones cerrado.

Hasta ahora hablamos de un factor que es la propensión a consumir,


pero también hay otras condiciones si se quiere psicológicas que
actúan sobre el hombre económico. La preferencia por la liquidez y la
expectativa de rendimiento futuro de los bienes de capital, esta última
fuertemente vinculada a las decisiones de inversión. Aquí Keynes
introduce la idea de la eficiencia marginal del capital que es la relación
entre el rendimiento futuro esperado de una unidad más de aquel
tipo de capital y el costo de producir dicha unidad.

Hay niveles de equilibrio que se determinan estableciendo que para


que cada nivel de ocupación se mantenga, éste debe ser rentable
para el empresario, lo que determina que debe existir un nivel de
inversión que absorba dicha ocupación. Dada la propensión a
consumir, el nivel de inversión determina el volumen de equilibrio. El

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nivel de inversión determina la eficiencia marginal del capital y el tipo
de interés.

Los clásicos intentaban explicar los determinantes de las


participaciones relativas en el Ingreso Nacional de los diferentes
factores productivos y no el nivel de ese ingreso. Sostenían que el
sistema económico tendía espontáneamente a la ocupación plena.

Keynes explica que la Demanda Efectiva determina un Ingreso Global


que los empresarios van a recibir incluyendo los ingresos que se
utilizan para retribuir a los otros factores productivos que el
empresario ocupa.

DG=Y=W+R

A su vez, la oferta Global determina el precio de todos los bienes


producidos.

OG=C+I

Keynes nos muestra relaciones funcionales.

El consumo es función del Ingreso Real.

DG=OG
IMPLICA:
Y=C+I

La Demanda Global determina la rentabilidad, es decir, la cantidad


total de dinero que va al mercado a demandar o sea el Ingreso Global.
Como pagos e ingresos son equivalentes el Gasto es equivalente o
igual al Ingreso.

De este modo relaciona la ocupación y el Ingreso, dado que la


ocupación depende del Ingreso.

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