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John Maynard Keynes

Fue un economista británico, considerado como uno de los más influyentes del
siglo XX. Sus ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías y políticas
económicas.

Keynes fue un personaje muy polifacético. Además de ser un economista teórico


que cambió la consideración de la macroeconomía en el siglo XX, desempeñó
también múltiples puestos en el mundo económico, fue profesor en la Universidad
de Cambridge desde 1908, editor del Economic Journal desde 1912, secretario de
la Royal Economic Society, alto funcionario de la Administración británica y
negociador internacional en nombre de Inglaterra en diferentes ocasiones.

Teoría de Keynes

El keynesianismo es la teoría que afirma que el Estado debe intervenir en la


economía para mantener el equilibrio y revertir los ciclos de crisis. Defiende que el
mercado no se regula de forma natural, por lo que los Gobiernos deben minimizar
las fluctuaciones económicas. Su ideólogo fue el economista británico John
Maynard Keynes (1883-1946), que la expuso en su obra Teoría general del
empleo, el interés y el dinero (1936), por la que es considerado el fundador de la
macroeconomía moderna. Su modelo fue revolucionario porque se oponía a la
intervención estatal mínima que promulgaba el liberalismo clásico.

De acuerdo con el keynesianismo, la variable que mueve la actividad económica


es la demanda. Esta la forman los bienes y servicios que consumen los
ciudadanos, las inversiones de empresas y bancos al comprar nuevos equipos o
acciones, el gasto público y las mercancías que se exportan. La economía está en
equilibrio cuando la demanda es igual a la oferta, pero el mercado es incapaz de
regularse solo, según Keynes, así que los Gobiernos deben intervenir para evitar
los desequilibrios. Y lo hacen con políticas contra cíclicas: ahorrar en momentos
de crecimiento para enfrentar futuras recesiones y evitar la subida de precios, y
gastar en periodos de recesión para generar riqueza. Así se reduce el impacto de
cada ciclo económico y se solucionan el paro y la inflación.

Según Keynes, el desempleo aparece cuando no se consume todo lo producido,


es decir, cuando la demanda es menor que la oferta: si no se generan nuevos
bienes y servicios tampoco se requerirá nueva mano de obra. En este caso, el
Gobierno debe aumentar la demanda con medidas expansivas que aumenten el
gasto del sector público para generar riqueza y crear empleo. Por ejemplo, bajar
los impuestos a las rentas de las familias les deja más dinero para gastar;
disminuir los intereses a empresas y bancos los anima a invertir, lo cual genera
nuevos puestos de trabajo; y construir colegios u hospitales requiere de más
obreros, profesores, enfermeros.

Principales ideas de Keynesianas

Keynes dedicó su carrera a estudiar problemas agregados, como el empleo, el


paro, el consumo, la producción, el ahorro o la inversión del conjunto de un país.
Entiende que estos fenómenos, y las relaciones entre ellos, se rigen por sus
propias reglas, no necesariamente derivadas del estudio de cómo piensan y
deciden los individuos. A Keynes lo que verdaderamente le preocupaba era qué
pasaba en el corto plazo. Por ejemplo, el paro o la crisis presentes en su país. A
diferencia de otros economistas, para él, el problema no era la escasez de
recursos, sino el paro y la existencia de recursos sobrantes.

¿Por qué sobraban recursos en los momentos de crisis? La razón sería la


demanda insuficiente para necesitar emplear todos los recursos disponibles. El
paro, la existencia de trabajadores sobrantes, reflejaría una escasez no de
recursos, sino de demanda de los productos que se producen con esos recursos.
Un factor importante para explicar el paro sería que a los salarios les costase bajar
cuando bajan los precios. Si los salarios no bajan y los precios sí, eso supondría
que los trabajadores cobrarían más en términos reales, podrían comprar más
cosas cobrando la misma cantidad.

Cuando el poder adquisitivo de los salarios aumenta, más gente querría trabajar y
menos empresas contratar a los trabajadores, que les resultan caros. Se genera
paro, lo que deprime el consumo y esa caída de la demanda hace que los precios
bajen más. Entraríamos en un círculo vicioso. Por lo tanto, los salarios serían
incapaces de adaptarse a las nuevas circunstancias, de modo que no hubiese
más gente queriendo trabajar que empresas requiriendo contrataciones. El
mercado fallaría en este aspecto.

La solución a la demanda insuficiente sería el empleo de la política económica.


Los gobiernos serían los encargados de estimular la demanda. Concretamente, a
través de la política fiscal (del empleo del déficit público), de la política monetaria
(intentando que bajasen los tipos de interés) y de la política cambiaria (las
devaluaciones o depreciaciones de la moneda). Keynes era claramente partidario
de la política fiscal. Pensaba que los consumidores consumían una proporción de
la renta de la que disponían (después de los impuestos). Ya que el gasto
financiado con endeudamiento público no reduce la renta de la que disponen los
ciudadanos, el déficit público conseguiría incrementar la demanda.

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