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Programa de Diseño Industrial

Reseña crítica de producto


David Felipe Serrano Casallas

El mando de Xbox
La constancia del cambio en el buen diseño

Ilustración 1 "Mando de Xbox", 2020, Tomado de: https://i0.wp.com/news.xbox.com/es-latam/wp-


content/uploads/sites/4/2020/03/XboxSeriesXController_HERO.jpg?resize=940%2C528&ssl=1

Los videojuegos generan una asombrosa cifra de 190 mil millones de dólares anuales en
ganancias, lo que los sitúa como la industria del entretenimiento más rentable en la actualidad.
Tras experimentar un reciente aumento en su popularidad debido a que millones de personas
tomaron sus mandos para escapar del aburrimiento y el aislamiento provocados por el COVID-
19, el fenómeno de los videojuegos parece no tener rival.
Cada vez más personas recurren constantemente a los videojuegos, ya sea para combatir el
aburrimiento, socializar o incluso como trabajo profesional. Lejos de ser algo extraño o
impopular, exclusivo de los fanáticos y aficionados de las computadoras como solía ser en el
pasado, ser un jugador habitual de videojuegos en la actualidad es algo muy común.

En este contexto, la relevancia de los periféricos se vuelve más que evidente. Estos dispositivos
externos se conectan a las computadoras o a las consolas para permitir la interacción entre los
usuarios y los sistemas informáticos. Los mandos, como el periférico preferido en los
videojuegos, son la conexión tangible entre el jugador y el vasto mundo digital. Cumplen la
función de puente entre la realidad y la ficción que los videojuegos ofrecen. A medida que la
industria de los videojuegos sigue creciendo sin indicios de desaceleración, los mandos se han
convertido en un componente crucial para proporcionar una experiencia de juego inmersiva y
satisfactoria.

Dentro de la amplia gama de opciones disponibles, el mando de Xbox se erige como un elemento
inmutable e icónico, un antiguo conocido que nos transporta a un pasado lejano pero que
simultáneamente nos brinda las ventajas del futuro. Esta combinación de nostalgia e innovación
resulta tan sorprendente como dicotómica.

No obstante, el panorama de los videojuegos no es idílico en su totalidad. En la actualidad,


encontrar periféricos que verdaderamente ofrezcan una experiencia centrada en la calidad y
comodidad del usuario es algo poco común, algo que pocas compañías, como Microsoft, logran
hacer. En el presente, el término "gamer" ha evolucionado hacia un cliché repetitivo y absurdo,
que se traduce en una mentalidad donde la forma prevalece sobre la función. El estilo sobre la
sustancia, la victoria de la mediocridad sobre calidad. Los periféricos “gamer” se presentan sobre
una estética desgastada de ciencia ficción en la que las luces RGB, los adornos de plástico barato
y una cantidad excesivamente innecesaria de botones hacen que los mandos, teclados y ratones
parezcan artilugios sacados de una imitación de bajo presupuesto de Blade Runner. Sin embargo,
Xbox, que apuesta por un enfoque funcionalista, ha llegado para disrumpir armado con
simplicidad y buen diseño. Y es que los usuarios quieren máquinas que funcionen, no solo algo
que luzca bien. La función siempre está por delante de la forma. Lo que más marca la diferencia
en los productos es la tecnología que contienen, no solamente su apariencia. (Dyson, 2013).
Ilustración 2 "The Duke", Hyperkin, 2018, Tomado de: https://pbs.twimg.com/tweet_video_thumb/DViFZMEUQAAqaIc.jpg

A simple vista, el mando de Xbox parece haber permanecido inmutable durante la última década,
pero nada podría estar más alejado de la verdad. Aunque en principio pueda parecer carente de
innovación y rompedor, al observar su historia con detenimiento, descubrimos que va mucho más
allá de lo que aparenta. Todo comenzó en el 2001 con el primer hijo de Microsoft, apodado "The
Duke" debido a su abultada y voluminosa apariencia. Si lo comparáramos con el ser humano,
podría considerarse como el hombre de cromañón de los mandos, tanto en términos de estética
como de funcionalidad.

"The Duke" acumuló dudosos galardones, entre ellos el récord Guinness al controlador más
grande y el "error del año" según Game Informer. Fue un fracaso de proporciones tan colosales
que apenas dos meses después de su lanzamiento, se retiró del mercado para ser reemplazado por
un diseño más compacto y ergonómico.

Este control se lanzó junto a la primera consola Xbox, un bloque que casi rivalizaba en tamaño
con un ladrillo (literalmente). Era tan incómodo de sostener que la disposición de sus botones
parecía diseñada para desafiar la ergonomía, y pulsarlos correctamente se convertía en un
esfuerzo casi heroico. Utilizar "The Duke" durante más de 15 minutos podía resultar en un
verdadero castigo para las manos. Resultaba en una dicotomía el que un dispositivo concebido
para brindar entretenimiento y diversión se asemejaba más a un instrumento de tortura con sus
numerosos botones y palancas.
Pero ¿qué relevancia tiene "The Duke" en este texto? Más allá de ser el epítome de un diseño de
mando deficiente, este control fue la semilla que propició una auténtica revolución en el mundo
de los videojuegos. Su recepción negativa marcó un punto de inflexión que obligó al equipo de
diseño de Xbox a replantearse sus objetivos y a centrar sus esfuerzos en ofrecer a los usuarios la
mejor y más cómoda experiencia posible. Finalmente, con el tiempo "The Duke" se transformó
en un objeto de culto entre los jugadores, una especie de reliquia coleccionable que, a pesar de su
problemático lanzamiento, se recuerda con cariño y nostalgia, como una anécdota vergonzosa o
desagradable que con el tiempo adquiere un encanto peculiar.
A más de una década de su debut, el mando de Xbox sigue manteniéndose como el controlador
líder y más versátil en el mercado. Diseñado para funcionar en un extenso ecosistema que abarca
desde consolas hasta dispositivos móviles (sin olvidar las PC), este control ha experimentado
cambios apenas perceptibles a simple vista desde el lanzamiento del "360" en 2007. Esta versión
marcó una evolución necesaria con respecto a lo que ofrecía "The Duke", especialmente en su
morfología, que ha evolucionado de manera sutil y se ha consolidado hasta la actualidad.

Estos sutiles cambios han dado lugar a la forma definitiva del mando, que se asemeja a una
estructura orgánica, fluida y continua, como una gota de brea en caída libre. Esta sensación se
refuerza al sostener el control y sentir cómo las manos se adaptan cómodamente a su diseño,
como un apretón de manos simbólico. La experiencia se enriquece gracias a la sinestesia, que se
potencia con la llamada "vibración háptica", una característica que proporciona estímulos físicos
constantes en función del contexto y la situación en el videojuego. Estos estímulos pueden evocar
sensaciones negativas, como un golpe, o satisfactorias, como la notificación de una recompensa.
Estos elementos convierten la experiencia en algo sumamente inmersivo, ya que llevan al jugador
a experimentar empatía ludonarrativa mediante los estímulos constantes.

El mando de Xbox es casi como un organismo vivo que se adapta a las necesidades, posee
fuerzas opuestas que tienden hacia extremos diferentes, algo similar a la morfogénesis y
homeostasis que mantienen su identidad general, pero al mismo tiempo genera cambios que lo
mantienen actual y relevante, ya que es importante mantener ciertos elementos a través del
tiempo. Como menciona el equipo de diseño de Xbox en, "Los jugadores siempre buscan la
consola más rápida y potente, pero ¿qué tienen en sus manos? Será mejor que no lo cambies sin
una buena razón”. (Whitaker 2020)

Sin embargo, el cambio es importante e inevitable, las necesidades de los jugadores son distintas
y evolucionan con el tiempo, y de la misma manera, el mando debe evolucionar junto con el
jugador, ya que se convierte en un elemento que lo acompaña a lo largo de su vida. Para algunos,
incluso puede llegar a representar parte de su identidad. El mando debe mantener suficiente
similitud a lo largo del tiempo para mantener la familiaridad, pero también debe cambiar en los
aspectos necesarios para ser siempre útil y cómodo para el jugador. Son los cambios sutiles los
que generan diferencias enormes en el éxito de los mandos de Xbox. Ya no se trata de cambios
drásticos, como la reducción del tamaño o la reubicación de las palancas y botones, como se hizo
en su momento con "The Duke". Ahora, el éxito radica en el refinamiento cuidadoso y exhaustivo
de una fórmula eficaz. Una vez más, los cambios pequeños marcan una gran diferencia. Un
milímetro aquí y un par de grados allá pueden significar la diferencia entre "literalmente
imposible de usar 1" y "muy posiblemente el mejor D-pad que he usado" (Whitaker, 2020).
Estas características son indicadores de un sólido proceso de diseño, ya que aportan múltiples
dimensiones a los productos de Microsoft. Generan elementos en principio imperceptibles para el
usuario que no solo facilitan el uso, sino que también potencian la interacción del usuario con el
objeto, creando affordances 2 imperceptibles que añaden un gran valor a la usabilidad. Son
elementos de gran complejidad que, aunque no dirigen directamente las acciones e interacciones
del usuario con el mando, hacen que estas acciones sean posibles (Huelves, 2009).

La atención meticulosa a los detalles y la incorporación de elementos que mejoran la experiencia


del usuario son fundamentales en la evolución de los mandos de Xbox. Esta atención a la
ergonomía, la sinestesia y la interacción háptica se traduce en un dispositivo que no solo es una
herramienta de juego, sino también una extensión natural de las manos del jugador. Los pequeños
ajustes y refinamientos que se realizan a lo largo del tiempo son ejemplos claros de cómo la
innovación y la tradición pueden coexistir en un diseño exitoso, brindando a los jugadores una
experiencia inigualable en cada generación de mandos.
En vistas de lo anterior, el mando de Xbox se destaca como un ejemplo de evolución constante. A
pesar de su apariencia aparentemente inmutable, ha experimentado cambios sutiles a lo largo de
los años para adaptarse a las necesidades cambiantes de los jugadores. La atención meticulosa a
los detalles, la ergonomía, la sinestesia y la interacción han convertido el mando de Xbox en un
dispositivo que no solo es una herramienta de juego, sino también una extensión natural de las
manos del jugador.
La historia del mando de Xbox nos enseña que la innovación y la tradición pueden coexistir en un
diseño exitoso. Los pequeños ajustes y refinamientos a lo largo del tiempo han marcado una gran
diferencia en la experiencia de juego de los usuarios, proporcionando una sensación de
familiaridad y comodidad mientras se mantienen al día con las demandas cambiantes de los
jugadores. En un mundo donde la función supera a la forma, el mando de Xbox sigue siendo un

1
El termino original es unplayable, el cual, si tiene una traducción al español, sin embargo, esta no es totalmente
correcta con el significado que se le da en el texto en el idioma inglés. Por esta razón se opto por un termino distinto
que tuviera mayor sentido con lo que se quería comunicar en este texto.
2
El termino affordances es un anglicismo el cual no tiene traducción directa al español y hace referencia a la relación
usuario, objeto y acciones. Así como también los aspectos potenciales que tiene un producto con el fin de apoyar un
usuario desde sus propiedades sensoriales, cognitivas o funcionales.
ejemplo destacado de cómo la atención a los detalles y la mejora constante pueden elevar un
producto más allá de la excelencia.

Referencias
Tang, J, (2020). Medium, Behind the Design: Xbox Controller
Tuttle, W, (2020). News Xbox, Xbox Series X llega con el mejor control en la historia
Huelves, M; Aguayo, G; Lama, R; Sotero, M (2009) Diseño para la usabilidad de productos
Román, A (2011) Características de las organizaciones de salud

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