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La gran mayoría de guerras religiosas han sido suscitadas por el fanatismo religioso que ha
generado controversia a través de la historia; que han terminado en conflictos
bélicos, genocidios, asesinatos y actos terroristas.
Durante siglos, miles de hombres fanáticos se han visto influenciados bajo las grandes religiones
para así llevar actos que van en contra de la propia religión lo cual deja a ver que el individuo está
actuando no bajo fe, sino por pura obsesión.
El fanático religioso se identifica con un individuo de conducta ciega con una religión en
particular, lo que le lleva a provocar actos contra personas que no creen en ésta mediante una
lógica inflexible.
En los siglos XVI y XVII el fanatismo religioso alcanza un alto grado ya que estos simpatizantes
condenaban las ciencias "al condenar estas a la religión mediante la razón" los reyes "acusados
de superficiales materialistas que llevaban una vida de placeres" y a los estudiosos de los astros
"a quienes se acusaba de servidores de Satanás". El fanatismo tiene un principio en parte
compartido con la fe, según el cual quien piensa diferente se convierte en adversario o enemigo.
En las religiones más influyentes y expandidas mundialmente se han podido ver actos de
fanatismo desde la decadencia del imperio romano por el cual los cristianos quemaron libros y
estatuas por inmorales y fulminaron avances en literatura y arte. Por ejemplo,
las cruzadas fueron actos fanáticos e imperialistas que profundizaron en la disputa centenaria
entre musulmanes y cristianos, combatiendo ambos en nombre de Dios durante la Edad Media.
Otros actos contemporáneos a éstas eran la Santa Inquisición, herramienta de supresión de la
herejía.
En la actualidad algunos actos fanáticos se han podido ver bajo acciones de grupos de la religión
islámica, como los atentados del 11 de septiembre de 2001, cometiendo daños hacia otros
ciudadanos que difieren de sus creencias.
Generalmente se clasifica al fanático como una persona ignorante e ingenua, con un
razonamiento apenas suficiente para justificar y defender sus creencias mediante la agresión o
juzgando a los demás como herejes.
Psicológicamente el fanático presenta cuadros de monomanías y comportamientos obsesivos sin
lugar a discusión amparándose en la veracidad inquebrantable de una sola verdad , los
comportamientos repetitivos se convierten en su forma de vida ; alabanzas , horarios de
asistencias a congregación para repetir los mismos comportamientos dejando de lado la
singularidad humana (“cada persona es como es”) este comportamiento obsesivo llega a cambiar
sus vidas y a reemplazar apegos antiguos con nuevos (apegos religiosos) haciendo más
complicado el tratamiento clínico – terapéutico por su renuencia a aceptar nuevos caminos que le
conduzcan a otra realidad lejos de todo apego a congregaciones y seres "sobrenaturales".
El fanático no acepta consejos ni modificaciones lo cual hace extremadamente difícil su evolución
y cambio de mentalidad. Esta mentalidad puede además haber sido reflejo de un núcleo social en
el que se ha exaltado el deseo de suprimir a los que se oponen a sus creencias y modo de ver la
vida.
Estos mayormente van más allá de lo debido, es el modo desproporcionado de entender y
defender una causa el cual les lleva a un sentido de llevar a cabo una misión, los cuales son
capaces de recurrir a todos los medios con tal de triunfar. Estos contienen una conciencia
desmedida de su propia grandeza: el fanático se identifica con la causa que defiende, estos se
alimentan del celo inquisitorial y actúa como fiscal o juez de la verdad.
El fanatismo religioso concretamente es la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y
para aprender de los otros, generando una sociedad anclada en un tiempo y una forma fija de ver
las cosas.
Se opone al movimiento que conduce a la realidad y por tanto no se puede ver cambios en ella, lo
que no da posibilidad para el desarrollo de la vida y el descubrimiento de nuevas ideas.
En los siglos XVI y XVII el fanatismo religioso alcanza un alto grado ya que estos simpatizantes
condenaban las ciencias "al condenar éstas a la religión mediante la razón" los reyes "acusados
de superficiales materialistas que llevaban una vida de placeres" y a los estudiosos de los astros
"a quienes se acusaba de servidores de Satanás". El fanatismo tiene un principio en parte
compartido con la fe, según el cual quien piensa diferente se convierte en adversario o enemigo.
Es innegable, sin embargo, la existencia de otra cara, ya no tan positiva: las religiones a su vez
han sido también, en diversos momentos de su historia, ocasión de graves disturbios violentos.
En la obra se mencionan los varios movimientos fundamentalistas, los conflictos sociales
motivados por causas ético-religiosas y, como caso reciente, el más grave y más contrario al
verdadero espíritu religioso de la paz, el terrorismo transnacional, principalmente de origen
islámico, lo más contrario al espíritu religioso universal.
El actual renacimiento religioso, un hecho impensable para no pocos que estaban convencidos
que la secularización acabaría con el fenómeno religioso, suscita la cuestión de si no sería posible
encontrar una base común a todas las religiones, una base de valores universales, fundados en las
revelaciones de cada una de ellas, valores que servirían para fomentar activamente la paz, la
justicia y la tolerancia en la manera de abordar las dificultades y problemas de nuestro tiempo,
sobre todo aquellas que desembocan en la violencia.
En la actualidad algunos actos fanáticos se han podido ver bajo acciones de grupos de la religión
islámica, como los Atentados del 11 de septiembre de 2001, cometiendo daños hacia otros
ciudadanos que difieren de sus creencias.
Generalmente se clasifica al fanático como una persona ignorante e ingenua, con un
razonamiento apenas suficiente para justificar y defender sus creencias mediante la agresión o
juzgando a los demás como herejes.
El fanático se identifica con la causa que defiende, estos se alimentan del celo inquisitorial y actúa
como fiscal o juez de la verdad. El fanatismo religioso concretamente es la incapacidad para
admitir el mundo en su diversidad y para aprender de los otros, generando una sociedad anclada
en un tiempo y una forma fija de ver las cosas. Se opone al movimiento que conduce a la realidad
y por tanto no se puede ver cambios en ella, lo que no da posibilidad para el desarrollo de la vida
y el descubrimiento de nuevas ideas.
La defensa contra estos cargos es normalmente difícil, ya que algunas tradiciones religiosas
permiten únicamente a las autoridades religiosas a interpretar la doctrina y ésta suele ser
dogmática.
Por ejemplo, la iglesia católica prohibió cientos de libros manteniendo el Index Librorum
Prohibitorum, los cuales eran escritos que el Vaticano creía peligrosos. Igual hizo el gobierno
Hitleriano, cuando se quemaron en gigantescas hogueras los libros "no adecuados" al régimen
nazi.
En un sentido amplio, toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de
la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que
de él resulten. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho
incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y
opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
ACTIVIDADES COGNOSCITIVAS
ACTIVIDADES PROCEDIMENTALES
5. Analizar las siguientes imágenes en los que se ve el exceso por la guerra que produce el
fanatismo religioso.
6. Elabora con tus vecinos la siguiente encuesta, donde evalúes, el problema del fanatismo
religioso y las guerras santas
1) ¿Cuál crees que sería una relación de respeto a partir de la diferencia con respecto a las
distintas religiones? Enuncia tres ejemplos:
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2) ¿Crees qué la religión y el fanatismo religioso es contraproducente para las relaciones
humanas, enuncia un ejemplo en el que puedas advertir esto?
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3) ¿Crees que se necesita más tolerancia con las personas que no practican la misma religión, así
pode evitar las guerras?
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ACTIVIDADES ACTITUDINALES
7. Elabora un vídeo de 2 min en los que muestres la necesidad de respetar al otro, por sus
creencias religiosas. Muéstraselo a tus vecinos, y recoge de ellos sus impresiones.
8. Realiza una historieta sobre el tema de la guerra santa y el fanatismo religioso a partir
de las impresiones registradas con tus vecinos.